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Edmund Conway

50 Cosas

quE hay quE sabEr

sobrE EConomía

Traducción de

Luis noriega

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introducción 7

Introducción

«Una [materia] triste, árida y, de hecho, bastante vil y penosa, a la
que podríamos llamar, a título honorífico, la ciencia lúgubre.»
Esta descripción de la economía de Thomas Carlyle se remonta a
1849, pero, para bien o para mal, ha calado. Es difícil que esto resulte
sorprendente. La economía es una disciplina que, por lo general, pasa
desapercibida hasta que las cosas van mal. Sólo entonces, cuando una
economía se enfrenta a una crisis y miles de personas pierden su tra-
bajo o los precios suben demasiado o caen demasiado deprisa, tende-
mos a prestarle atención. Y en esos momentos sin duda alguna parece
bastante funesta, en especial cuando insiste en los retos y las restric-
ciones que tenemos que asumir, pues nos recuerda que la realidad es
que no podemos tener todo lo que queremos y que los seres humanos
somos criaturas inherentemente imperfectas.
La verdad, he de añadir, como suelen hacer los economistas, es mu-
chísimo menos sencilla. Si la economía fuera simplemente un estudio
de cifras, estadísticas y teorías, entonces la analogía de la ciencia lú-
gubre quizá podría mantenerse. Pero la economía es, en su esencia
misma, el estudio de las personas. Es una indagación de cómo la gente
triunfa, de qué la hace feliz o contenta, de cómo la humanidad ha lo-
grado a lo largo de generaciones hacerse más saludable y próspera de
lo que nunca había sido.
La economía examina lo que impulsa a los seres humanos a hacer lo
que hacen, y observa cómo reaccionan cuando se enfrentan a la difi-
cultad o al éxito. Investiga las elecciones que la gente hace cuando
tiene un conjunto limitado de opciones y cómo sopesa los pros y con-
tras de cada una. Es un estudio que integra historia, política y psicolo-
gía y, sí, una ecuación extraña, o dos. Si la tarea de la historia es de-
cirnos qué errores cometimos en el pasado, corresponde a la economía
averiguar cómo podemos hacer las cosas de forma diferente la próxi-
ma vez.
Si logra ese cometido es otra cuestión. En el momento en que este li-
bro se imprimía, el mundo lidiaba con una de las mayores crisis finan-
cieras de la historia, después de que los mercados internacionales se
vieran superados por el efecto acumulado de unos créditos que tarda-
rían décadas en pagarse. Algunos de los bancos más grandes y anti-
guos del mundo se derrumbaron, y comerciantes y fabricantes quebra-
ron. Esta crisis tenía muchos aspectos novedosos: involucraba nuevos
instrumentos financieros de gran complejidad, por ejemplo, y se pro-
ducía en un contexto económico inédito, pues por primera vez desde
el final de la guerra fría la posición de Estados Unidos como superpo-

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8 introducción

tencia mundial resultaba cuestionada. Sin embargo, en el fondo era


muy similar a muchas de las crisis del pasado. Si podemos cometer los
mismos errores una y otra vez, se quejaba la gente, ¿qué sentido tiene
la economía?
La respuesta es muy sencilla. El conocimiento que hemos adquirido a
lo largo de los siglos sobre la mejor forma de manejar nuestras econo-
mías nos ha hecho más ricos, más saludables y más longevos de lo que
nuestros antepasados podían imaginar. Esto no es en absoluto gratui-
to. Basta mirar a los países del África subsahariana y de ciertas partes
de Asia, donde las personas siguen viviendo en las mismas condicio-
nes en que lo hacían los europeos en la Edad Media, para comprobar
que nuestra prosperidad no está en absoluto garantizada. Lo cierto, sin
embargo, es que es extremadamente frágil, pese a lo cual, como ocurre
siempre con las cuestiones económicas, damos estos logros por senta-
dos y tendemos a centrarnos en el aspecto lúgubre de las cosas.
Así es la naturaleza humana. Muchos libros de economía intentan
disipar esas ilusiones. No obstante, ésa es una labor algo desesperada
y, para ser sincero, muy alejada de mi estilo. El objetivo de este libro
es sencillamente explicar cómo funciona la economía. El secreto
oculto de la economía es que en realidad no es para nada complicada:
¿por qué debería serlo? Es el estudio de la humanidad, y como tal sus
ideas son con frecuencia poco más que sentido común.
Por otro lado, este libro no ha sido escrito para ser leído como una
exposición continua: cada una de estas cincuenta ideas debería poder
leerse de forma independiente, aunque he resaltado aquellas partes en
las que podría ser útil remitirse a otro capítulo.
Lo que espero es que para cuando haya leído la mayor parte de los ca-
pítulos, sea capaz de pensar un poco más como lo hacen los economis-
tas: planteando preguntas inquisitivas acerca de por qué actuamos
como lo hacemos; rechazando la sabiduría convencional; entendien-
do que incluso las cosas más sencillas de la vida son más complejas de
lo que parecen (y, debido a ello, también más hermosas).
Esta introducción es un ejemplo práctico. Lo más normal es que un
autor incluya en ella los agradecimientos a todas aquellas personas
que contribuyeron al resultado final. Pero ¿por dónde empezar? ¿Debo
empezar por agradecer a los propietarios de los bosques donde se tala-
ron los árboles empleados para hacer el papel en el que está impreso?
¿O a los trabajadores de la fábrica que produce la tinta utilizada en sus
páginas? ¿O a los operarios de las máquinas con las que se encuader-
nó? Como tantas cosas en este mundo interconectado en el que vivi-
mos, millones de personas desempeñaron algún papel en la creación
de este libro, desde los editores e impresores del producto que tiene en

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introducción 9

sus manos, hasta las empresas de transporte que lo trasladaron hasta la


librería en donde lo adquirió.
En particular, este libro es producto de las miles de conversaciones
que he tenido en los últimos años con economistas, profesores, exper-
tos en finanzas, empresarios y políticos; y de la excelente literatura
económica disponible en las estanterías de las librerías y, más exci-
tante aún, en Internet. Muchas de las ideas aquí expuestas son un eco
de las de un gran número de economistas prominentes y no tan pro-
minentes, demasiados para mencionarlos a todos. Sin embargo, he de
agradecer también a Judith Shipman de la editorial Quercus por per-
mitirme formar parte de esta excelente colección; a mis correctores
de estilo, Nick Fawcett e Ian Crofton; a Vicki y Mark Garthwaite por
haberme proporcionado un lugar para escribirlo; a David Litterick,
Harry Briggs y Olivia Hunt por sus comentarios y observaciones; y a
mi madre y al resto de mi familia por su apoyo.
Edmund Conway, 2009

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10 Losconceptosbásicos

01  La mano

invisible

«La codicia es buena», declaraba Gordon Gekko, el villano


de Wall Street, el clásico de la década de 1980, para
confirmar de un solo golpe los peores miedos de la sociedad
biempensante acerca de los financieros. En el despiadado
mundo de Manhattan, la avaricia flagrante había dejado de
ser algo de lo que avergonzarse, para convertirse en algo
que podía lucirse con orgullo, como las camisas a rayas y los
tirantes rojos.

Si esa declaración resultaba escandalosa en una película a finales del


siglo xx, intente imaginar cómo habría sonado doscientos años antes,
cuando la vida intelectual todavía estaba dominada por la Iglesia y
definir al ser humano como un animal económico era casi blasfemo.
Este ejercicio quizá le dé una noción del impacto que tuvo la revolu-
cionaria idea de la «mano invisible» cuando Adam Smith la propuso
originalmente en el siglo xviii. Con todo, al igual que su descendiente
cinematográfico, el libro de Smith fue un enorme éxito comercial, la
primera edición se agotó con rapidez y desde entonces la obra ha sido
considerada parte del canon.
La función del interés personal La «mano invisible» es una
forma de referirse a la ley de la oferta y la demanda (véase el capítulo
2) y explica cómo el tira y afloja de estos dos factores sirve para bene-
ficiar a toda la sociedad. La idea básica es la siguiente: no hay nada
malo en que la gente actúe por propio interés. En un mercado libre,
las fuerzas combinadas de todos los actores que buscan promover sus
intereses individuales benefician a la sociedad en su conjunto y enri-
quecen a todos sus miembros.
En su obra maestra de 1776, La riqueza de las naciones, Smith única-
mente utiliza la expresión en tres ocasiones, pero un pasaje clave su-
braya su importancia:

cronología
350a.c. 1723 1759
Aristóteles declara que la Nace Adam Smith. Se publica La teoría de
propiedad debe ser los sentimientos morales
privada. de Adam Smith.

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 Lamanoinvisible 11

Ningún individuo pretende promover el interés público, ni sabe en qué


medida lo promueve ... al dirigir su industria de tal manera que su pro-
ducción tenga el mayor valor posible, busca sólo su beneficio personal, y
en esto, como en muchas otras circunstancias, le conduce una mano
invisible para promover un fin que no formaba parte de sus intenciones ...
Al buscar su propio interés, con frecuencia promueve el de la sociedad
de forma más eficaz que cuando se propone hacerlo de modo conscien-
te. Nunca he visto hacer tanto bien a quienes dicen dedicarse al bien
público.

La idea contribuye a explicar por qué los mercados libres han sido tan
importantes en el desarrollo de las complejas sociedades modernas.
Lecciones de la mano Pensemos, por ejemplo, en el caso de un
inventor, Thomas, a quien se le ha ocurrido una idea para un nuevo
tipo de bombilla que es más eficiente, más duradera y más brillante
que el resto. Thomas lo ha hecho para satisfacer su propio interés, con
la esperanza de hacerse rico y, quizá, famoso. La consecuencia de ello
será el beneficio de la sociedad en su conjunto: se crearán puestos de
trabajo para los encargados de fabricar las bombillas y se mejorará la
vida (y los cuartos de estar) de quienes las compren. Si no existiera
demanda para las bombillas, nadie las compraría, y la mano invisible
le habría dado un correctivo severo a Thomas por haber cometido se-
mejante error.
De forma similar, una vez que Thomas ha montado su negocio, es
posible que al verle enriquecerse otros intenten superarle diseñando
bombillas más brillantes y mejores y consigan también hacerse ricos.
Sin embargo, la mano invisible nunca duerme, y Thomas responde a
sus competidores bajando el precio de sus bombillas para garantizar
que sus ventas sigan siendo mayores que las de los demás. Los consu-
midores, encantados, se benefician de bombillas cada vez más baratas.
En cada etapa del proceso, Thomas actuará de acuerdo con sus pro-
pios intereses, no en pos de los intereses de la sociedad, pero el resul-
tado, aunque vaya contra nuestra intuición, es el beneficio de todos.
En cierto sentido, la teoría de la mano invisible tiene cierta semejan-
za con la idea matemática de que la multiplicación de dos cantidades
negativas da como resultado una cifra positiva. Cuando sólo una per-
sona actúa por propio interés y el resto lo hace por altruismo, la socie-
dad no se beneficia en absoluto.

1776 2007
Se publica La riqueza de las naciones de La contribución de Smith como padre de la
Adam Smith. economía moderna queda reconocida en el
billete de veinte libras esterlinas.

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12 Losconceptosbásicos

adamsmitH(1723-1790)
El padre de la economía Glasgow para ser tutor del
moderna nació en Kirkcaldy, joven duque de Buccleuch,
una pequeña ciudad escocesa, empezó a trabajar en la obra
donde nada presagiaba que que más tarde se convertiría
fuera a convertirse en un en, para citar su título
pensador revolucionario. El completo, Una investigación
primer economista era, como sobre la naturaleza y las
corresponde, un académico causas de la riqueza de las
excéntrico que se tenía a sí naciones.
mismo por un marginado y
A partir de entonces, Smith se
que ocasionalmente se
convirtió en una especie de
lamentaba de su aspecto físico
celebridad, y sus ideas no sólo
inusual y su falta de
influyeron en todas las figuras
habilidades sociales. Como
importantes de la historia de la
muchos de sus herederos
economía, sino que también
actuales, Smith tenía su
contribuyeron a impulsar la
despacho en la Universidad de
Revolución Industrial y la
Glasgow repleto de
primera ola de la globalización,
documentos y libros apilados
que terminó con la primera
de forma caótica. De cuando
guerra mundial. En los últimos
en cuando se le veía hablando
treinta años, Smith ha vuelto a
solo, y era sonámbulo.
convertirse en un héroe, y sus
Smith acuñó la expresión ideas acerca de los mercados
«mano invisible» en su primer libres, la libertad de comercio
libro, La teoría de los y la división del trabajo (véase
sentimientos morales (1759), el capítulo 6) son auténticos
que se ocupaba de la forma puntales del pensamiento
en que los seres humanos económico moderno.
interactúan y se comunican y
En 2007, Smith se convirtió en
de la relación entre la rectitud
el primer escocés en aparecer
moral y la búsqueda innata del
en un billete del Banco de
propio interés que caracteriza
Inglaterra, el de veinte libras,
al hombre. Después de dejar
un honor merecido.

Un ejemplo interesante es el de Coca-Cola, que en la década de 1980


cambió la receta de su bebida gaseosa en un esfuerzo por atraer a con-
sumidores más jóvenes y a la moda. Sin embargo, la nueva Coca-Cola
fue un completo desastre: el cambio no fue del gusto del público y las
ventas se desplomaron. El mensaje de la mano invisible fue claro y
después de unos cuantos meses la compañía, con los beneficios por los
suelos, retiró la nueva bebida. La Coca-Cola «clásica» volvió, y los
consumidores lo celebraron (al igual que los directivos de Coca-Cola,
cuyos beneficios se recuperaron).
Smith reconocía que había circunstancias en las que la teoría de la
mano invisible no funcionaba. Una de ellas es el dilema que usual-

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 Lamanoinvisible 13

mente se conoce como la «tragedia de los bienes


comunes». El problema es que cuando sólo existe
una cantidad limitad de un recurso particular, por
« No es de la
benevolencia del
ejemplo pastos en una tierra comunal, quienes lo
carnicero, el
explotan lo hacen en detrimento de sus vecinos.
cervecero o el
Éste es un argumento que se ha empleado con mu- panadero que
cha fuerza en la lucha contra el cambio climático esperamos nuestra
(véase el capítulo 45). comida, sino de su
atención a sus
Límites a los mercados libres A pesar de
que en las últimas décadas la idea de la mano invi-
intereses.
sible ha sido secuestrada por políticos de derechas,
Apelamos, no a su
la noción no representa necesariamente una posi- humanidad, sino a
ción política particular. Se trata de una teoría eco- su amor propio, y
nómica positiva (véase el capítulo 16), aunque, en lugar de
eso sí, socava de forma muy seria las pretensiones hablarles de
de quienes piensan que la economía puede dirigir- nuestras
se mejor desde arriba, con los gobiernos decidien- necesidades,
hablamos de su
»
do lo que debe producirse.
La mano invisible subraya el hecho de que son los provecho.
individuos (más que los gobiernos y los adminis- adamsmith
tradores) los que deben decidir qué producir y qué
consumir, pero hay varias condiciones importan-
tes. Smith fue bastante cuidadoso y distinguió entre el interés propio
y la pura codicia egoísta. Es una cuestión de interés propio tener un
marco de leyes y regulaciones que nos protejan, como consumidores,
de un trato injusto. Esto incluye los derechos de propiedad, la defen-
sa de las patentes y los derechos de autor y las leyes de protección la-
boral. La mano invisible debe tener el respaldo del Estado de derecho.
Es en esto que se equivoca Gordon Gekko. Alguien impulsado exclu-
sivamente por la codicia podría optar por burlar la ley en su intento
de enriquecerse a costa de los demás. Adam Smith nunca hubiera
aprobado semejante conducta.

La idea en síntesis: 
el interés personal  
es bueno para la 
sociedad

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50 cosas que hay que saber sobre economía
Edmund Conway

No se permite la reproducción total o parcial de este libro,


ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión
en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico,
mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos,
sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción
de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito
contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes
del Código Penal)

Título original: 50 economics ideas you really need to know


Quercus

Diseño de la colección, Compañía, 2010

© Edmund Conway, 2009

Derechos exclusivos de la edición en español reservados para todo el mundo:

© 2010: Editorial Planeta, S. A.

Editorial Ariel es un sello editorial de Planeta, S. A.

Av. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (España)

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Primera edición en libro electrónico (PDF): junio de 2011

ISBN: 978-84-344-1382-5 (PDF)

Conversión a libro electrónico: Newcomlab, S. L. L.


www.newcomlab.com

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