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LT LA TERCERA

Estudio revela que el 55% de los


ecosistemas en Chile está amenazado
Autor: Oriana Fernández G.
12/05/2014 | 03:51 AM
Ministerio del Medio Ambiente encargó el análisis y elabora acciones de protección. Salares y bosques de
Valdivia son algunas de las zonas impactadas por el avance urbano e industrial.

“Los montes casi han desaparecido del todo, los árboles son débiles, pequeños y desmembrados”. Las palabras
del naturalista francés Claudio Gay, en 1837, sobre el norte de Chile, ya avizoraban un fenómeno que 177 años
después continúa profundizándose: la amenaza continua a los ecosistemas o territorios naturales, que poseen la
flora, fauna y servicios ambientales importantes para el país.

Un estudio realizado por el Instituto de Ecología y Biodiversidad -integrado por científicos de las universidades
Católica, de Chile, La Serena y otros centros especializados- y encargado por el Ministerio del Medio Ambiente
en 2013, muestra que el 55% de los ecosistemas del país está, actualmente, en alguna situación de riesgo,
según los cuatro rangos técnicos que se utilizan para ese concepto: en peligro crítico, en peligro, vulnerable
y sin preocupación.

La investigación identifica 22 categorías de estos lugares amenazados. De ese grupo, cuatro están en el rango de
peligro crítico. Ellos son los bosques del norte del país (tamarugos y algarrobos), las coberturas vegetacionales
de cactus, las de lavas y las formaciones de playas y dunas.

Zona centro-surEl informe asegura que los lugares “más amenazados están concentrados en la zona centro-sur
del país y, sin lugar a dudas, vinculados al cambio pasado y reciente del uso de suelo y a las actividades antrópicas
(presencia del hombre)”. Esto hace referencia a situaciones geoculturales, como el crecimiento de las ciudades y
la explotación industrial.

La extracción de agua por parte de las empresas mineras, en el norte, es otra amenaza para ecosistemas como los
salares que, según el estudio, también están en peligro. En esas zonas viven flamencos y otras aves nativas, cuyas
poblaciones están siendo monitoreadas por la autoridad ambiental. Y los territorios con cactus también están en
peligro debido a la fabricación de “palos de agua”, artesanía que mermó su cobertura. En la zona austral, además,
la estepa patagónica disminuyó su cobertura debido al pastoreo ovino.

De acuerdo con el análisis, otro elemento negativo, dentro de este problema general, es la “masividad de las
plantaciones forestales y la agricultura no sustentable”, que claramente le restan espacio a la flora nativa.Francisco
Squeo, uno de los autores del informe, señala que “la escala de trabajo identificó un total de 22 sitios naturales,
que representan la diferencia climática del país y su geografía”. Destaca que algunos bosques del norte
(caducifolio desértico), como la Pampa del Tamarugal, se han visto afectados por la extracción de leña y carbón,
entre otras actividades humanas.Las formaciones dunares y playas también están bajo amenaza. Al respecto,
Squeo afirma que, fundamentalmente en el norte, las formaciones arenosas han sido reemplazadas por árboles y,
tras ello, por viviendas.

El informe también da cuenta de que el bosque siempreverde valdiviano también está en riesgo. Cristián Little,
investigador de la Fundación Forecos, asegura que los incendios, la extracción de madera y el pastoreo han
reducido enormemente su área. “Es preocupante: el bosque nativo tiene una gran importancia para mantener agua
de calidad, sobre todo frente a altas demandas”.

El problema ambiental, sin embargo, tiene más implicancias. Miguel Díaz, encargado de Conservación de
Diversidad Biológica de la Conaf, remarca que también se ve perjudicada la fauna. En sectores de playa ya existen
problemas con especies como el gaviotín chico, que ha perdido espacio para anidación. PlanesAlejandra Figueroa,
jefa de Recursos Naturales del Ministerio del Medio Ambiente, explica que “estamos diseñando planes de trabajo
en ecosistemas para restauración y áreas protegidas”. Ello también implica la realización de nuevos
estudios.Añade que ya se han implementado algunas medidas, como la reforestación de tamarugos en el norte por
parte de la Conaf.

Fuente:

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Crisis en la biodiversidad de Chile y las Américas:
Desde invasiones biológicas hasta la pérdida de
diversidad cultural
El humano es el responsable y testigo de la primera
extinción masiva de especies desde la desaparición
de los dinosaurios. Los científicos que representaron
a Chile en el IPBES, plataforma que reveló los
alarmantes resultados del declive de la biodiversidad
mundial, explican de qué manera la humanidad está
poniendo en riesgo su propio bienestar.
Comunidad, Medio Ambiente, Mndo, Sociedad
Publicado el 2 de abril del 2018
AQUA
Desde la colonización europea, las poblaciones
de especies de las Américas han disminuido en
un 30%, y de seguir igual, se reducirían en un
40% para el 2050 debido al cambio climático. Este fue uno de los preocupantes resultados publicados
en el informe global desarrollado por la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y
Servicios Ecosistémicos (IPBES), el cual abordó el estado de la biodiversidad en las Américas,
África, Europa y Asia Central, y en Asia-Pacífico.

En la elaboración de los informes participaron 550 expertos de más de 100 países, entre ellos tres
chilenos: Mary Kalin, Olga Barbosa y Aníbal Pauchard, investigadores del Instituto de Ecología
y Biodiversidad (IEB) que aportaron en distintas áreas del reporte, el cual evidenció que ninguna de
las cuatro regiones estudiadas está a salvo del deterioro medioambiental.

En el caso de las Américas, el diagnóstico es crítico. El cambio climático fomentado por el ser
humano promueve la creciente pérdida de biodiversidad y la reducción de las contribuciones
de la naturaleza a las personas, empeorando el impacto provocado por la degradación del hábitat,
las especies invasoras, la contaminación y la sobreexplotación de los recursos naturales.

“El problema principal es que en las Américas están usando muchos más recursos naturales per
cápita que el promedio mundial. Esto porque Sudamérica en particular está produciendo muchos
alimentos para otras partes del mundo a expensas de sus ecosistemas”, explicó Mary Kalin,
investigadora del IEB y Premio Nacional de Ciencias.

Se calcula que alrededor del 25% de las áreas


forestales se han perdido en Sudamérica y
Mesoamérica, lo que ha generado un fuerte impacto
en las especies nativas, siendo las más vulnerables
las especies endémicas, es decir, aquellas que solo se
encuentran en estos lugares del planeta. En el caso
de Chile, sus bosques son los más australes del
mundo y presentan un alto nivel de endemismo,
como sucede con el bosque mediterráneo que se
ubica en la zona central, el cual es el más amenazado
y alberga a más de la mitad de
las plantas y animales (vertebrados) nativos del país.

“La huella humana en América ha aumentado fuertemente, duplicándose o triplicándose en los últimos
50 años. Lo más grave es la pérdida de hábitat natural, debido a la deforestación, urbanización y
habilitación de terrenos agrícolas. Si a esto se le suma el cambio climático y las especies invasoras,
el riesgo para la biodiversidad es altísimo”, enfatizó Aníbal Pauchard, director del Laboratorio de
Invasiones Biológicas (LIB), iniciativa de la Universidad de Concepción (UdeC) y el IEB.
Las especies exóticas invasoras son aquellas plantas, animales, patógenos y otros organismos que
no son nativos de un ecosistema y que causan la alteración de los ecosistemas locales y la disminución
o eliminación de especies nativas a través de la competencia, la depredación o la transmisión de
patógenos.

Actualmente, los bosques de Chile están siendo invadidos por especies traídas para uso agrícola,
forestal y ornamental. Un ejemplo son las plantas con elevado valor comercial que se han vuelto
invasoras como el pino (Pinus contorta), el cual aumenta la combustibilidad de los ecosistemas y, con
ello, la probabilidad de que ocurran incendios forestales. A esto se suman los animales exóticos
como el jabalí, ciervo rojo y el visón, siendo uno de los más dañinos el castor norteamericano, el cual
ha diezmado los bosques en el extremo sur del continente.

Los expertos prevén que las introducciones de especies exóticas crecerán anualmente debido a la
intensificación de las rutas de comercio y transporte. Los puertos, carreteras, aeropuertos y grandes
ciudades como Santiago (región Metropolitana) son las principales puertas de entrada para numerosas
especies no autóctonas.

Más allá del deterioro ambiental, la naturaleza es un factor determinante para la calidad de vida de las
personas al proporcionar los espacios y recursos necesarios para vivir y recuperarse después de
eventos extremos, además de ser fundamental para el desarrollo de las culturas y sus identidades.
Por ello el informe del IPBES destaca en impacto de la conservación de la biodiversidad en las
comunidades.

“La naturaleza y su biodiversidad nos proveen beneficios de los que depende nuestra calidad de vida.
Los alimentos que consumimos, el aire que respiramos y el agua que bebemos son producto del
funcionamiento de un ecosistema sano. Por tanto, la conservación del medio ambiente nos confiere,
como individuos y sociedad, una mayor resiliencia ante los cambios abruptos a los que nos
enfrentamos, por ejemplo eventos climáticos extremos como sequías e incendios, y sus consecuencias
socioambientales”, explicó Olga Barbosa, directora del Programa Vino, Cambio Climático y
Biodiversidad, iniciativa de la Universidad Austral de Chile (UACh) y el IEB, cuyo objetivo es
compatibilizar la conservación de la biodiversidad con el desarrollo de la industria vitivinícola y agrícola
nacional.

La disminución de la biodiversidad y la degradación de los ecosistemas de agua dulce tienen un


impacto directo en los beneficios que brindan, y representan una amenaza para la seguridad del agua
y la salud humana en más del 50% de la población de las Américas. El suministro de agua dulce
renovable, aunque es abundante en muchas subregiones, se encuentra localmente en un estado
alarmante, y está disminuyendo en general. Se estima una disminución del 50% en agua dulce
renovable disponible por persona en los últimos 50 años.

“En nuestro país encontramos una diversidad biológica y biogeográfica únicas, lo que nos invita a
mantener una actitud alerta, no reactiva, generando un verdadero desarrollo sustentable e incluyendo
explícitamente la correcta gestión de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos. Gracias al IPBES
ahora tenemos una herramienta para avanzar en este sentido, siempre en conjunto con la sociedad
civil, el sector público y privado”, añadió Olga Barbosa, quien también es experta en ecología
ecosistémica y presidenta de la Sociedad de Ecología de Chile.

Mary Kalin advierte que “uno de los principales problemas es que los gobiernos dan poca prioridad a
los temas ambientales y lo tratan de forma aislada, siendo que es transversal y abarca la salud, la
economía, la seguridad alimentaria, el abastecimiento de agua, entre otros”. Por ello, los científicos
recalcan que aún estamos a tiempo de proteger y restaurar la biodiversidad y sus contribuciones a las
personas, a través de políticas públicas sólidas y un trabajo mancomunado entre todos los actores.

“Debemos hacer a la brevedad un esfuerzo global, coordinado y eficiente para reducir el impacto del
ser humano en la biodiversidad y los servicios ecosistémicos asociados. No se puede esperar más
tiempo, pensando que estos problemas son locales, esto es una crisis global que va mucho más allá
del cambio climático. Si la naturaleza se sigue degradando existe una posibilidad real de que los
beneficios que esta provee al ser humano colapsen, lo que traerá implicancias profundas para la
calidad de vida de todos, especialmente aquellos en los países más pobres”, sentenció Aníbal
Pauchard.
Fuente: http://www.aqua.cl/2018/04/02/crisis-la-biodiversidad-chile-las-americas-desde-invasiones-biologicas-la-perdida-diversidad-cultural/#

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