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Bancos (golosos), sin apuro para subir las tasas de plazo fijo

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Si una virtud tuvo el esquema pergeñado por la conducción de


Sturzenegger al frente del BCRA fue “socializar” el acceso a las elevadas
tasas de interés reales que el régimen de metas de inflación requería.
Lo hicieron vía las, ahora añoradas por los pequeños ahorristas, Letras
del BCRA (Lebac). Ese “virus” que el programa con el FMI prometió
extirpar había llegado a un stock de más de $1,2 billones (equivalía a la base
monetaria de ese entonces). Era un verdadero dolor de cabeza. Pero no era el
problema, era la consecuencia de financiar el déficit fiscal con deuda externa (y algo
de emisión) que obligaba a esterilizar el fuerte ingreso de dólares. Así el BCRA licitaba
semanalmente Lebac donde grandes y pequeños inversores pugnaban por los
atractivos rendimientos ofrecidos. Esto siempre estuvo vedado para los “ahorristas”,
que sólo podían acceder indirectamente a mejores rendimientos a través de los
bancos. Fue, en realidad, una manera de inducir a los bancos para que mejoraran los
rendimientos ofrecidos a los plazos fijos. No fue muy efectiva, lamentablemente.

Nobleza obliga, hay que reconocer que ningún banco central deja que los ahorristas
locales y extranjeros compren su deuda y por ello intervienen con deuda del Tesoro,
precisamente, para evitar el “Día D”, cuando los capitales internacionales deciden
retirarse, afectando a la moneda local. O sea, se da vuelta el carry trade.

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Ahora bien, cierto es que al sucumbir las Lebac y con el advenimiento de las Letras de
Liquidez (Leliq), los pequeños ahorristas quedaron, nuevamente, marginados de las
atractivas tasas ofrecidas por el BCRA. Porque sólo los bancos pueden participar de
las subastas, diarias, de Leliq. Así se fue ampliando el diferencial entre la tasa que se
ofrecía a los pequeños y medianos ahorristas y la que los bancos obtenían del BCRA.
No debe soslayarse que los bancos se nutren, precisamente, de los depósitos de los
ahorristas (familias y empresas) para otorgar préstamos al sector privado y público.
De modo que los fondos que terminan colocando en Leliq provienen, en su mayoría,
de los ahorros de familias y empresas. Lo que viene pasando desde la
implementación de la nueva política monetaria es una fuerte retracción del crédito
privado, no sólo porque la demanda crediticia retrocedió ante la recesión, sino
porque también es “mejor” negocio prestarle al BCRA que a las pymes en plena
estanflación. No hay duda de que el sistema financiero es el más adecuado y eficaz
para intermediar entre la oferta y demanda pero que, a veces, frente a ciertos
desequilibrios no deseados nadie se ocupa de corregirlos.

Ahora la tasa de Leliq volvió a la zona de 60% anual que imperaba a fines de
noviembre y comienzos de diciembre pasado. En ese tiempo la tasa promedio de
plazo fijo en pesos rondaba el 48%. O sea, que había un seudo spread de 12 puntos.
Mientras las expectativas inflacionarias apuntaban a un 28%.

Sobrevino el ajuste de las tasas de Leliq en enero y hasta fines de febrero y los
rendimientos de los plazos fijos acompañaron la tendencia bajista. Así el spread entre
Leliq y plazo fijo tocó fondo al promediar la primera quincena de febrero a 7 puntos.
Las tasas de plazo fijo siguieron bajando y las de las Leliq comenzaron a subir, para
luego saltar junto con el reverdecer del dólar. De esta manera el spread se amplió a
más de 14 puntos, para luego llegar a más de 21 puntos el 8 de marzo pasado, último
dato oficial.

Hoy la tasa de un plazo fijo en pesos a 30 días ronda el 35% anual en bancos de
primera línea mientras la tasa de las Leliq se elevó ayer a 60,73%. O sea, que el spread
entre ambas tasas se eleva a 25 puntos, un margen nada despreciable. Se ve, como
de costumbre, cierta lentitud de la banca para ajustar los rendimientos de los plazos
fijos a una nueva realidad de tasas de mercado. Si bien se entiende que deben ser
prudentes porque el contexto no deja demasiada holgura para arriesgarse y salir
agresivos a captar más depósitos, no puede soslayarse su nivel de gula. Vale señalar
que a pesar de los bajos rendimientos los plazos fijos siguieron, creciendo, pero a
menor ritmo en febrero. Pero el renacer del dólar ha inquietado a los ahorristas y
ahora por lo que es clave ver si deciden que es momento de salir del peso dado los
menores alicientes. Por el momento, no se registran movimientos significativos en las
tasas pasivas. Hay mucha liquidez. Pero el “trade off” entre tasa y dólar ya comenzó a
quitarles el sueño a los pequeños ahorristas.

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