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Las cartas de Amarna y el principio colonizador del periodo nuevo en el

Imperio egipcio:
El inicio de la Diplomacia en Oriente Medio

Las configuraciones diplomáticas actuales en Medio Oriente fueron determinadas


por distintas dinámicas históricas particulares (contextos sociales, económicos,
climáticos y políticos) que llevaron a su vez a tener una predisposición pragmáti
ca cuando se trata de relaciones exteriores; y por supuesto Egipto no es la exc
epción.

Cada una de las dinastías y de los períodos arqueológicos, establecidos desde l


a egiptología, han mostrado panoramas completamente revolucionarios desde el
punto de vista del proceso de configuración política, tanto dentro del Egipto mis
mo como con sus tribus y civilizaciones limitantes territorialmente: Un ejemplo fu
ndamental que permitió presenciar las dinámicas políticas, determinantes en la p
ermanencia de un poder unificado bajo una misma corona, fue el fenómeno am
arniano, aquel período correspondiente al Reino Nuevo (1550-1069 a.C) cimenta
do bajo la influencia del soberano Amenhotep IV, Akenatón.

Akenatón es históricamente reconocido por trazar la senda monoteísta en una ci


vilización donde sus deidades sobrepasaban los 100 en número, lo que llevó a
Egipto a una gran crisis interna, dada por el caos político que también eso conll
evaba1; pero lo que no se conoce muy comúnmente es que esa tendencia a m
anifestar el culto a una sola figura divina fue dada desde finales del mandato d
e Amenhotep III, padre de Akenatón, quien dio pie para que su sucesor aplicara
el cambio de panteón principal (ya no era el dios Amón, como personificación
máxima del poder de creación y fuerza sobre todo lo creado; sino Atón, dios sol
que iluminaba y hacía presencia en toda la creación).

Gracias a la decisión de Amenhotep IV, Egipto comenzó a sufrir una serie de tr


ansformaciones que lo llevaron numerosas veces a preguntarse la efectividad de

1
Recordemos que Egipto se componía de grandes centros urbanos y de culto (Menfis, Helióp
olis, Karnak, etc), a pesar de que éste ya se había unificado políticamente a manos de Menes
(3000 a.C.), de manera que suponer que tras una revolución de esa magnitud llevó muchas
veces a considerarse la división, nuevamente, del Alto y Bajo Egipto, bajo los regentes religios
os y administrativos.
la mutación social, pues decidió trasladar la capital religiosa y administrativa (K
arnak y Menfis, respectivamente) a una sola ciudad que nació desde las entrañ
as más puras de la tierra árida (pues era tierra virgen que había estado en disp
uta con el Reino de Kush, actual Nubia) y que cumplía con los términos del ori
gen cosmogónico del mundo basado en un montículo como principio: Así nació
Akenthatón, "Horizonte de Amón", sobre una llanura en tierra media del Imperio
.

Pero ¿qué connotaciones puntuales tuvo ese traslado?

En primera medida, el quiebre que significó el monoteísmo centralizado en Atón:


Los egipcios poseían sus estructuras políticas fieles a las relaciones divinas de
los dioses, manteniendo la figura del dios Amón en la tierra (Faraón) y su convi
vencia con las demás divinidades como modelo de relaciones de poder entre lo
s que rodeaban al dios viviente y el comportamiento ideal de él mismo.

Y en segunda medida, el poco interés que poseía Amenhothep IV en lo referent


e a las relaciones exteriores, en contradicción con el manejo que le había dado
Amenhothep III, donde siempre las agendas internacionales estaban como parte
de las prioridades del rey. Pero, en efecto, las necesidades antesceden a los pr
eceptos rígidos de los monarcas, de manera que Akenatón comenzó a tomar m
edidas cautelares para evitar roces con los reinos vecinos.

Con la fundación absoluta de la dinastía amarniana y a las obligaciones context


uales que ello proveía, se dio origen a los primeros indicios de una diplomacia2
y a ese principio de armonía entre los pueblos netamente estructurado: Las ca
rtas de Amarna3
Pero antes de remontarnos a revisar Las Cartas de Amarna, es preciso objetiva
r las relaciones internacionales que se habían estado llevando a cabo en Egipto
antes de Amenhothep IV.

2
2. f. Conjunto de los procedimientos que regulan las relaciones entre los Estados. (RAE, 201
7)
3
He de resaltar que no solo hablaré de ellas al rededor de lo que se ha escrito, si no tambi
én me remontaré a fuentes primarias que me llevarán a exponer los comportamientos que po
seía Amenhotep IV a nivel diplomático con los reyes de otros reinos del 'exterior', además de
las concepciones de otredad que serán de gran ayuda para entender las lógicas de un Faraón
de tan alta polémica.
Normalmente las relaciones que el Imperio establecía con sus vecinos era de c
arácter pacífico, siempre en consecuecia con el fin de comerciar e intercambiar
elementos con otras poblaciones aledañas. A mediados de la dinastía XII (1800
a.C.), Sesostris III logró tomar parte de territorio nubio para sí, creando allí un p
uerto de comercio y control migratorio no solo con el Reino de Kush, sino con l
as tribus que se constituían apartadas de la cuenca del Nilo:

Estela transcrita por Sethe en Galán (1995)

Pero no solo contactaban con otros reinos para comerciar. Ese es el caso de la
interceptación de Kamose en una carta enviada por el entonces mandatario de
ese momento (1570 a.C. - Dinastía XVII) al rey de Kush, con la intensión de so
licitar su ayuda para unificar Egito bajo una misma corona. (Galán, 1995. p 109-
110); o el caso de la reina Hatshepsut (dinastía XVIII) donde mandó una expe
dición al reino de Punt (Somalia actual) para obtener arboles o frutos que pudie
ran ser replantados a las orillas de Karnak, no sin antes ofrecer productos típico
s de los egipcios como pan, cerveza, vino, carne y frutas al rey de Punt, con el
objetivo de darle reconocimiento frente a los ojos de la Faraón.
Así mismo, remontándonos a Tel-El-Amarna, vemos como existieron una serie
de campañas de vasallos egipcios que estuvieron ubicados en diferentes lugares
del mundo antiguo (Punt [Somalia], Jaru [Siria/Palestina], Kush [Nubia], etc) y q
ue informaban al rey Akenatón cada una de las dinámicas internas de los territo
rios donde se hallaban: Tutu, uno de aquellos vasallos, expresa numerosas vec
es ante Amenhothep IV y los hombres de Jaru que viajan hasta Amarna a ofrec
er sus tributos
De esta forma vemos que la presencia de Egipto en otros paises no se daba c
omúnmente para gobernar o invadir, sino para establecer alianzas de poderes, c
omercios y sociedades, todo de acuerdo a los niveles de disposición de los reg
entes.
Pero además de hacer envío de vasallos como medio de intercambio en repres
entación del Imperio Egipcio, hubo una manifestación oficial de documentación q
ue se utilizaba para manifestar los deseos de los 'hombres-dioses' egipcios, las
ya mencionadas anteriormente Cartas de Al Amarna: Numerosos documentos ha
llados al interior de la abandonda Aketatón referentes siempre de alianzas o trat
ados establecidos desde todos los rincones del mediterráneo, principalmente que
oscila entre 15 y 30 años, aproximadamente, desde el
año 30 de Amenhotep III (1360 a.C) y el año 1 de Tuta Imagen perteneciente a una estela en l
nkhamon (1336 a.C) (Morán en González, 2015), en es a tumba de Tutu. Traducción de Galán,
critura cuneiforme y en lo que parece ser acadio... ¡Aca 1995 (pp 116 y 117)
dio! (oralmente en babilonio y escrita en caracteres gen
éricos en la Baja Mesopotamia) Y entonces... ¿Por qué estaban en Amarna?
Al respecto se especula que el idioma selecto para establecer relaciones oficiale
s entre Estados era el acadio (como actualmente el inglés), partiendo del supu
esto de que era ampliamente utilizado en todo el mediterráneo. Pero hay un ele
mento fundamental del que creo preciso partir: Los egipcios, debido a sus condi
ciones de vida históricas, han sido gentes pertenecientes a una civilización que
geográficamente habían sido aislados (que precisamente concuerda con un perí
odo historiográfico establecido como pre-dinástico [3100 a.C.] hasta la Dinastía II
, o Período Intermedio [2181 a.C.]), lo que llevó a su desarrollo cultural centraliz
ado y un tanto sociocentrista, generando siempre una separación entre nosotros
y otros como categoría de comportamiento o naturaleza.
Volviendo a las cartas y a su contenido, nos remontamos al análisis detallado r
ealizado por Navarro-Reverter (2003): Las cratas de Amarna contenían tres quie
bres temáticos Regalos, comercio y Créditos internacionales.
Referente a los regalos, hubo aspectos definidos como el envío mutuo de vasal
los o embajadores:
“Y así año tras año, yo enviaré mi mensajero a tu presencia y tú enviarás tu m
ensajero a mi presencia” (Egipto y Asiria 36). 4
Teniendo como objetivo la demostración de interés de un rey por el otro:
“Que mi hermano me envíe sus mensajeros para que me traigan su saludo y y
o sepa de él” (EA 17).
Pero otro de los códigos asociados a obsequios mutuos es la cuestión de la rec
iprocidad o de gastos para los viajes de los embajadores. Para lo primero, recur
ro al texto de Mauss (1925) donde el regalo obtiene un valor asociado a un do
n que debe ser dado recíprocamente; es por eso que, según lo expuesto por N

4
Fragmentos extraídos de Gadd en Navarro-Reverter (2003) y traducciones realizadas por Ibid.
avarro-Reverter, hay ocasiones en las cuales las cartas reflejan el incumplimient
o del mismo por parte del faraón:
“Me has enviado […] de oro y no es suficiente para pagar el viaje de vuelta de
mis mensajeros” (EA 16).
“A pesar de ser amigos, has mandado tres veces a tus embajadores sin un sol
o regalo para mí” (EA 10).
Los regalos jugaban un papel fundamental, pues evidenciaban el interés mutuo
en las alianzas políticas, además de denotar acontecimientos importantes entre l
os estados aliados (bodas, ascenciones en puestos de alto rango en ambos est
ados, nacimientos, etc).5
Si nos adentramos en detalles del intercambio comercial y los créditos mutuo
s que a partir de las alianzas comerciales se conforman, vemos que lo escrito e
n las tablillas muchas corresponde a una forma diplomática de pedir favores con
cretos, reclamos, y comentarios, de manera que daban muchos rodeos o enalte
cían al soberano ajeno con el afán de despistar o disimular la intensión principal
. Tal es el caso de una de la carta:
“Como me han dicho en el país de mi hermano hay todas las cosas y mi herm
ano no necesita absolutamente nada; también en mi país hay de todo y yo no
necesito nada”
en continuación con:
“Todos ellos lloraron mucho diciendo ‘¿Es esto oro?’ No lo parece. En Egipto el
oro es tan abundante como el polvo. Además tu hermano te ama mucho, pero
a alguien que amase no le daría estas cosas. Cuanto se necesita es tan abund
ante en Egipto como el polvo y cualquiera puede dar a otro tantas cosas que e
stán fuera de cualquier cálculo, ‘Yo les dije’: Ya no podré decir delante de vosot
ros como lo hacia antes, mi hermano, el rey de Egipto, me ama mucho, mucho”
(EA 20)
Es curioso como en la mayoría de las tabletas que asignaban relaciones entre
Babilonia con urnaburiash o Kadashman-Enlil en las épocas de Amenhothep III,
en Egipto, la mayoría hacen referencia a un terrible abandono por parte de la c
orte faraónica, lo que deterioró fuertemente la relación entre las dos naciones.¿
Por qué existía ese abandono? Precisamente por los aspectos que determinaron
las brechas entre los egipcios y el resto del mundo, pues nadie era considerad
o igual o superior al reino del dios hecho hombre.
Aquí es donde haremos un breve recuento sobre las fromas en que esos conce
ptos fueron conformados.
Para empezar a hablar en estos términos es necesario aclarar que la población
egipcia no fue una unidad cultural ni social, pues como referenciamos a principo
del texto, el problema nos remonta a la centralización de poderes y cultos al re
dedor de las orillas del Nilo, donde más tarde se constituirían como Alto y Bajo
Egipto (o mejor conocidas como 'Las dos tierras') y finalmente se unificarían p

5
Para mayores detalles de las razones de los obsequios internacionales, véase Ibid. p 112
olíticamente en un solo reino; pero su heterogeneidad siempre estuvo presente,
a pesar de que el éxito de la unificación se debió, según Gerván, Olivia y Rom
ero (2014), basados a su vez en términos del antropólogo Fredrik Barth, debido
a que había una interacción étnica donde con el tiempo se llegaron a ciertos ac
uerdos entre grupos diferentes en torno a códigos y valores comunes que posibi
litan el contacto, generando a su vez un acuerdo común sobre lo que salía de
esos códigos y sobre aquellos que ejercían el caos como medida contraria a lo
que incitaban los egipcios netamente originarios (Barth en Gerván et. al, 2014).
De esta forma, similar a la que aumieron los griegos frente al resto del mundo,
estabecieron obligaciones al rededor de quienes desearían hacer parte o tener a
lgún tipo de contacto con el Imperio, como el hecho de hablar egipcio por parte
de aquellos que quisieran establecer ese contacto; pero a pesar de esas limitant
es, los egipcios consideraban que puede que fuese útil ese tipo de alianzas, per
o siempre teniendo en cuenta que no afectaran la Maat (o el orden universal), a
sí que ess encuentros afortunados dependían de la complementariedad respecto
a algunos de sus rasgos culturales característicos, lo cual se tradujo en una co
ngruencia de códigos y valores.
Esas alianzas eran dadas bajo una figura unificadora (pues, recordemos que a
pesar de que los egipcios luego del P. Intermedio estaban dispuestos a generar
múltiples lazos exteriores, siempre existía una supremacía del Faraón), y es just
amente cuando esa figura hegemónica cae con fuerza desde Atón como foco d
e unidad universal. Un ejemplo es una de las estelas de la tumba TA7:
Imagen tomada de Gerván et. al (2014) donde se referencia, bajo Akenatón, las figuras de
seis sujetos un asirio, un nubio, un semita, un shasu (migrante de algún lugar de Oriente M
edio), otro nubio y otro asirio.6

En conclusión, las cuestiones internacionales dadas por el Imperio Egipcio para


con otras naciones se dan bajo el marco de arraigo cultural, principalmente
permeado por su pasado histórico/social que influye profundamente con la int
ención conductual que tiene para con naciones como Punt, o Kush, principales
enemigos históricos que fueron tratados con profundo desprecio dada su infe
rioridad frente a la moral egipcia, la Maat; de esta forma, confirmo que la po

6
Es fundamental observar los datos que nos son expuestos por la estela. Ibid. nos muestra q
ue existe un patrón simbólico que nos remite al alcance divino de la pareja estrella de Amarn
a: Nefertiti y Akenatón, ya que son alcanzados por los brazos/rayos abrazadores del dios Atón
, a su vez que hacer referencia que está sobre todos los pueblos, pues bajo los reyes egipcio
s y a sus costados, hay gente proveniente de todo el mediterráneo mientras son garantizados
con la protección del faraón y su hueste divina.
blación egipcia en general basaba todo su mundo, tanto interno como extern
o, bajo los modelos fundamentados en la cosmogonía y epistemología divina,
es por eso que al haber sido trasladado el panteón de 150 deidades a una s
ola, Atón, configuró una alteración profunda desde el génesis de las tradicione
s egipcias, fragmentando enormemente las cohesiones que hasta ese momento
se habían constituído y por ende reconfigurando las posibilidades de entende
rse ellos como comunidad cultural frente al resto del mundo.

Referencias (Aún no citadas correctamente)

https://addi.ehu.es/bitstream/handle/10810/21409/TFG_Gonzalez_Leon.pdf?sequenc
e=2&isAllowed=y

http://digital.csic.es/bitstream/10261/19177/1/20091119101339972.pdf

https://biblioteca.unirioja.es/tfe_e/TFE001220.pdf

http://tablilladecera.com/las-cartas-de-el-amarna-diplomacia-en-el-mediterraneo-ori
ental-entorno-al-siglo-xv-a-c/

http://tauja.ujaen.es/bitstream/10953.1/1917/1/DelaTorre_Contreras_JuanAdolfo_TFG
_GeografiaeHistoria.pdf

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