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CAPÍTULO 50
EPISTAXIS Y CUERPOS EXTRAÑOS NASALES
Dres. J. Chacón Martínez, J. M. Morales Puebla, M. Padilla Parrado
A. EPISTAXIS
1. INTRODUCCIÓN
La epistaxis es un proceso hemorrágico cuyo origen se encuentra en las fosas nasales o senos
paranasales, y se exterioriza a través de las narinas o de la boca.
La rica vascularización de las fosas nasales y su especial distribución en la fina y débil
mucosa, hace que la epistaxis sea una urgencia frecuente en la práctica otorrinolaringológica. La
mayoría de los casos ceden de manera espontánea o con maniobras sencillas. Cuando no es así,
requieren asistencia médica y en ocasiones, ingreso hospitalario. En casos extremos puede amenazar
la vida del paciente.
La actitud fundamental ante una epistaxis es diagnosticarla, valorar la repercusión
hemodinámica de la hemorragia y buscar la causa, una vez asegurado el tratamiento.
La vascularización de las fosas nasales depende del sistema carotídeo externo a través de las arterias
maxilar y facial, y del sistema carotídeo interno a través de las arterias etmoidales anterior y posterior,
ramas de la arteria oftálmica. Existen múltiples anastomosis que comunican estos dos sistemas. Éstas
se hacen más evidentes sobre todo en la región anterior del séptum nasal, donde llegan a formar la
mancha vascular o área de Kiesselbach o de Little. Más del 90% de las epistaxis proceden de esta
región. (Fig.1)
introduce en el canal palatino anterior para anastomosarse por abajo con la arteria del subtabique. A
lo largo de su trayecto, da las ramas septales. La rama lateral o arteria nasal posterolateral sale de la
parte inferior del agujero esfenopalatino para emitir la arteria nasal media que irriga la región del
meato medio, y la arteria nasal inferior que va al cornete inferior y al antro.
De la arteria facial nace la arteria palatina ascendente que irriga el cavum, las coanas, el paladar
blando y las amígdalas palatinas. A nivel del labio superior da la arteria labial superior que se
anastomosa con su homóloga contralateral para formar la arcada coronaria superior, y finalmente la
arteria angular en el surco nasogeniano.
De la arcada coronaria superior nace la arteria del subtabique para emitir las ramas septales y
vestibulares.
La arteria angular da las ramas para la parte lateral de la pirámide nasal.
Fig1
Es muy rico a nivel de las cavidades nasales. Está dispuesto en una red subepitelial y una red
profunda yuxtaperióstica e intraósea.
Está especialmente desarrollado a nivel de los cornetes, donde existe un verdadero tejido cavernoso.
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3. DIAGNÓSTICO.
Ante toda epistaxis la actitud del médico debe ser siempre la misma: identificarla, valorar su
repercusión y encontrar la causa una vez asegurado el tratamiento.
Si la epistaxis es anterior, se exterioriza a través de las fosas nasales. Es la forma más frecuente en
todos los grupos de edad. Si es posterior, lo hace a través de la orofaringe.
Es fácil identificarla mediante rinoscopia anterior (Fig.2) u orofaringoscopia. Debe hacerse
una exploración cuidadosa de las fosas nasales con el paciente sentado frente al explorador y una
fuente de luz que le permita tener las dos manos libres. La extracción de los coágulos facilita la
hemostasia y ayuda a la localización del punto sangrante.
Cuando el paciente está inconsciente o en decúbito, la hemorragia podría exteriorizarse con la tos,
en forma de vómito o en las heces, por lo que habría que hacer diagnóstico diferencial con la
hemoptisis, hematemesis y melenas. Para ello bastará con una exploración endoscópica de las fosas
nasales y orofaringe.
La utilización de mechas de algodón con anestesia tópica con adrenalina, favorece la hemostasia por
el efecto vasoconstrictor de la adrenalina y la compresión que producen en las fosas nasales. Además,
la retracción mucosa que se produce junto con el efecto anestésico en la misma facilita la exploración
posterior y el taponamiento si lo precisa.
4. CLÍNICA.
Cualquiera que sea el cuadro clínico inicial, hay que valorar la potencial gravedad de la epistaxis.
La repercusión en la exploración clínica (diaforesis, pulso, tensión arterial) y de laboratorio
(hemograma, hematocrito), y el contexto en el que se produce (edad, antecedentes personales, modo
de presentación…); nos servirán para determinar la importancia del episodio.
Según la cuantía y las consecuencias de la hemorragia podemos dividir a la epistaxis en:
Es el cuadro clínico más frecuente. El estado general del paciente es bueno. Se caracteriza
por la exteriorización de sangre de forma brusca, a través de las narinas; inicialmente unilateral. Suele
ceder de manera rápida, espontáneamente o por simple compresión. En general es debida a una
hemorragia a nivel del área de Kiesselbach, y el diagnóstico es sencillo mediante rinoscopia anterior.
Aproximadamente en el 10% de los casos la epistaxis puede ser grave por su abundancia o su
repetición.
En cada episodio, la epistaxis aparece como benigna, pero su repetición provocará pérdidas
hemáticas importantes. Esto puede llegar a necesitar de hospitalización por su potencial gravedad.
5. ETIOLOGÍA.
5.1.1. Traumáticas.
5.1.2. Tumorales.
Los tumores de las fosas nasales, de los senos o del cavum; pueden producir una
epistaxis debido a su riqueza vascular o a las sobreinfecciones asociadas. La epistaxis es con
frecuencia uno de los signos indicadores y esta etiología siempre debe ser descartada ante
toda hemorragia recidivante, sobre todo si es unilateral. Obstrucción nasal, algias y déficits
neurológicos, son otros signos que debemos buscar en la anamnesis. Por su frecuencia
nombraremos al angiofibroma nasofaríngeo y al angiofibroma del tabique.
Los estados infecciosos e inflamatorios de las fosas nasales, cualquiera que sea su
origen, producen una hiperemia difusa de la mucosa que puede ser responsable de epistaxis,
generalmente de escasa cuantía.
Suelen producir una hemorragia unilateral poco intensa asociada a rinorrea purulenta
y fétida.
Bien por una rinitis seca o por factores ambientales, la mucosa nasal está debilitada
y predispuesta a la hemorragia.
Sólo recurriremos a estos diagnósticos cuando la investigación etiológica diferida del proceso
hemorrágico no encuentra ninguna otra causa.
Toda alteración en uno de los tiempos de la hemostasia, cualquiera que sea su causa, puede
producir hemorragia. Aparecen espontáneamente o después de traumatismos mínimos. La
hemorragia habitualmente es difusa, en sábana y sin tendencia a la hemostasia espontánea. El
tratamiento local no será efectivo mientras no se corrija el problema hemostático que la ha
desencadenado. Las alteraciones de la hemostasia se pueden producir en cualquiera de sus tres
tiempos:
6. TRATAMIENTO.
Fig.3
Compresión
digital.
Fig: 4
• Pomada antibiótica.
Fig. 5:
• Espongostán.
• Surgicel.
10
Fig.7
11
Fig.8: Sonda de neumotaponamiento, especial Fig. 9: Sonda de Foley aplicada a fosa nasal.
Pueden aplicarse en epistaxis poco abundantes. Se puede utilizar agua oxigenada al 10%,
trombasa o tetracaína con adrenalina en mechas reabsorbibles o no.
6.1.4. Cauterizaciones.
Al igual que ocurre con las sustancias esclerosantes, éstas tampoco deben usarse de
manera repetida por el riesgo de necrosis, y posterior perforación septal.
6.1.4.1. Cauterización eléctrica. Se realiza con pinza bipolar o con bisturí
monopolar previa anestesia tópica de las fosas nasales. Muy útil
para sangrados anteriores. En casos posteriores debe realizarse bajo
control endoscópico.
6.1.4.2. Cauterización química. Útil para el tratamiento de pequeñas
lesiones angiomatosas. Se emplean sustancias como el nitrato de
plata (Fig.10), cloruro de zinc glicerinado, ácido crómico 1/3, o
ácido tricloroacético 1/3.
6.1.4.3. Fotocoagulación. La utilización del láser para la coagulación tiene
efectos similares a la cauterización eléctrica. Pueden utilizarse el
láser de argón, el láser CO2, láser YAG y el láser KTP, siempre bajo
control microscópico.
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Fig.10:
barras de
nitrato de
plata.
13
6.4.1. Cauterizaciones. Eficacia limitada. Sólo están indicadas en las formas menores. Si se
realizan de forma repetida, pueden producir perforaciones septales. La crioterapia y la
coagulación láser tienen efectos similares.
6.4.2. Inyecciones intramucosas. Con cola de fibrina, o mejor de Ethibloc®. Bajo control
endoscópico se realiza una infiltración en la base de implantación de la telangiectasia. Es
un tratamiento sencillo pero de efectos transitorios, lo que obliga a inyecciones reiteradas.
6.4.3. Embolización selectiva. A nivel de ramas maxilares y faciales. Si se hace bilateralmente,
aporta remisiones más prolongadas. Se debe reservar para casos de epistaxis recidivantes y
cuando han fracasado otras medidas terapéuticas más sencillas, ya que ésta no está
desprovista de riesgos.
6.4.4. Dermoplastia nasal. Resección de la mucosa nasal afecta y su sustitución por un injerto de
piel fina o de mucosa bucal. Los resultados a largo plazo son desalentadores por la
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La presencia de cuerpos extraños en las fosas nasales es una afección frecuente en la práctica
clínica otorrinolaringológica, fundamentalmente en la consulta de urgencias pediátricas. Es
importante realizar un diagnostico precoz para evitar complicaciones. Para su tratamiento es
importante conocer bien la anatomía de las fosas nasales, así como tener el lugar y material adecuado,
para proceder a su extracción.
Se denomina cuerpo extraño nasal a todo elemento exterior introducido voluntariamente o no
en la fosa nasal.
2. ANATOMÍA PATOLÓGICA.
3. LOCALIZACIÓN.
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Los cuerpos extraños se pueden alojar en cualquier área dentro de las fosas nasales, únicos o
múltiples; y pueden ser uni o bilaterales, aunque son más frecuentes en la fosa nasal derecha
(predominio de población diestra). Se suelen encontrar en la región anterior (meato inferior, entre
cornete medio y tabique, cornete medio y techo nasal…). Y en ocasiones extraordinarias, pueden
penetrar por vía posterior, como consecuencia de regurgitaciones, vómitos y tos; siendo en estos
casos de contenido alimenticio.
4. CLÍNICA.
Suelen ser niños pequeños (alrededor de los 4 años) cuyos padres refieren que se han
introducido un cuerpo extraño en la nariz. Ellos mismo cuentan de qué objeto se trata.
A veces, el único síntoma presente es la presencia de rinorrea unilateral mucopurulenta o
serosanguinolenta, fétida y resistente al tratamiento convencional; acompañándose de obstrucción
nasal, epistaxis recurrente, cacosmia, ronquidos, rinolalia, halitosis, dolor dental. En ocasiones, puede
llegar a ser un diagnostico casual al realizar una radiografía de senos paranasales por otra razón (si
éste es radiopaco).
5. DIAGNÓSTICO.
Fig.14
6. COMPLICACIONES.
Van a depender de su naturaleza. Unos pueden permanecer en las fosas nasales y pasar
desapercibidos hasta que son detectados casualmente. En otras ocasiones, al no haberse extraído por
las razones que sean (no haberse encontrado, no haber demandado la atención sanitaria, etc), generan
lesiones inespecíficas tales como edema reactivo, rinorrea mucopurulenta y formación de tejido de
granulación. Pueden originar úlceras y posterior necrosis osteocartilaginosa cuando se trata de
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cuerpos con componente reactivo (pilas). Ésta puede llegar a dejar secuelas como perforación septal,
necrosis del cornete inferior, pansinusitis, rinitis atrófica, sinequias.
Las complicaciones graves son extraordinarias. Puede llegar a generar celulitis facial
complicada con fistula gingivo-labial, o algún caso de meningitis.
7. TRATAMIENTO
Consiste en la extracción cuidadosa por el orificio nasal. El instrumental necesario para tal
fin consta de:
7.1. Gancho romo: el más frecuentemente utilizado. Se pasa por detrás del cuerpo extraño,
arrastrándose hacia la narina. (Fig.15).
7.2. Aspirador: para la succión de la rinorrea.
7.3. Sonda con balón: se introduce, sobrepasando el cuerpo extraño, al llegar al cavum, se
infla, y a continuación se extrae hacia narina, empujando al mismo.
7.4. Electroimán: puede ser útil en caso de cuerpo extraño metálico.
7.5. Presión positiva de oxígeno insuflada por la fosa nasal contralateral o bucal.
Tras la extracción se recomienda lavados nasales con suero fisiológico. Si ha habido erosión
en pared medial y lateral, es recomendable la interposición de algún material tipo espongostan® que
evite la formación de sinequias.
Fig.15
PALABRAS CLAVE
Epistaxis; Zona de Kiesselbach; Rinoscopia; Taponamiento; Cauterización; Cuerpo extraño
nasal; Rinolito; Gancho romo.
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