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DEFINICION DE ANCIANATO:

Es una institución (en ocasiones administrada como centro gerontológico, en


ocasiones como casa particular con o sin servicios médicos adicionales) en el que
viven temporal o permanentemente personas mayores en la mayoría de los casos
con determinado grado de dependencia. En las residencias se ofrecen servicios
de desarrollo personal y atención socio sanitaria. En los casos en los que incluye
servicios gerontológicos, se trata de un equipo de profesionales adecuados con
formación gerontológica específica, con formación en diferentes especialidades.
https://es.wikipedia.org/wiki/Residencia_de_personas_mayores

TODO SOBRE LOS ANCICANATOS:


En los ancianos estudiados predominaron como características biológicas el sexo
femenino, las edades comprendidas entre los 60 y 79 años y la osteoporosis.

1. Tener vocación
La vocación es, sin ninguna duda, una cualidad imprescindible para un cuidador
de ancianos. Las profesiones relacionadas con el trato a los demás, en especial, la
atención a personas dependientes, exigen gran dedicación física y psicológica.
Por ello, la vocación de servicio es tan importante para atender a una persona
mayor con todo el esmero que requiere y sin despersonalizar al anciano.

2. Tener empatía
La empatía es probablemente la principal característica de un buen cuidador de
ancianos. Es fundamental saber ponerse en el lugar de la persona mayor a la
que se atiende, tratando sus demandas con normalidad y respeto. En definitiva,
se trata de mostrar nuestro lado más humano poniendo el foco de atención en la
situación de vulnerabilidad del anciano. Hay que tratar de romper la distancia
para conseguir un trato cercano y familiar, mantenido siempre el respeto a la
individualidad y a la intimidad.

3. Ser servicial
Atender a una persona mayor implica que hay que estar disponibles en todo
momento dispuestos a servir de manera rápida a sus peticiones. Éstas pueden
ser cuidados físicos, como asearlos o darles de comer, o simplemente escucharles
y tratar de solucionar cualquier problema que plantee el anciano. Ser servicial
significa ser diligente y generoso con una actitud positiva.

4. Ser paciente
Muchas personas mayores se pueden mostrar exigentes, olvidar cosas, tener
dificultades para moverse. En ocasiones, se sienten demasiado controlados. Un
buen cuidador de ancianos necesita un alto grado de paciencia y ser consciente
de que es algo natural. En ciertos momentos, pueden producirse situaciones
tensas o de mucha presión. Hay que ser paciente para sobrellevarlas
con tolerancia y comprensión para resolver con eficacia los conflictos que
puedan surgir.

5. Poseer inteligencia emocional


Ser psicológicamente estable y saber gestionar las emociones es una cualidad
intrínseca a un buen cuidado de ancianos. Es necesario potenciar estas
habilidades para controlar los impulsos, los sentimientos negativos, el estrés y la
frustración para afrontar con entereza las situaciones cotidianas que se puedan
presentar.

6. Capacidad de comunicación
Atender a una persona mayor con la calidad que merece implica poseer habilidad
para hablar y escuchar activamente. Esto es importante para que el anciano se
sienta apreciado y para ayudarle a trabajar la memoria, a prevenir la
depresión y hacerle sentirse partícipe de sus cuidados. Un buen cuidado de
ancianos debe interaccionar para generar confianza y seguridad, así como para
establecer un vínculo con la persona mayor.

7. Buen estado físico


Manejar a un anciano con un alto grado de dependencia, falta de movilidad o
deterioro cognitivo requiere fuerza física y ciertas habilidades para moverlo sin
hacerle daño a él ni a nosotros mismos. Por tanto, el cuidador necesita un buen
estado de salud físico para trabajar de forma adecuada.

8. Ser observador
Saber detectar cambios en el anciano, ya sean físicos o en su estado de ánimo, es
muy importante, puesto que en esta etapa de la vida pequeñas alteraciones
pueden darnos mucha información sobre su salud física y mental. Además,
un cuidador de ancianos debe ser capaz de entender cuándo la persona necesita
disponer de su espacio, de su intimidad, para que no se sienta invadida.

Hay que tener presente que el papel del cuidador es ayudar sin limitar el espacio
personal del anciano. De la misma manera, hay que poder percibir en qué
momentos el anciano desea compañía y cuándo prefiere estar solo. El
acompañamiento de una persona mayor requiere vigilancia respetando la
privacidad.

9. Transmitir energía positiva


Incluso en el caso de que se esté trabajando con una persona que no posea todas
sus capacidades cognitivas, con movilidad reducida o que esté tenga cualquier
enfermedad, el cuidador debe saber transmitir energía positiva para influir en
el estado de ánimo del anciano.

En la última etapa de la vida no debe faltar la alegría ni la ilusión. Un buen cuidado


de ancianos debe mostrarse optimista para ayudar a la persona a superar sus
altibajos emocionales.

10. Saber auto cuidarse


Para poder cuidar a otros hay que saber cuidarse uno mismo. En el caso de los
cuidadores de ancianos esto cobra gran importancia, ya que el desgaste físico y
psicológico puede llegar a ser importante.

Ser capaz de prestarse atención a uno mismo y saber pedir ayuda es necesario
para cumplir con la función de cuidador. En caso contrario, se puede producir
el síndrome del cuidador quemado a causa del estrés prolongado y el cansancio
físico.

Un cuidador de ancianos también debe tener conocimientos y habilidades


profesionales para ejercer su labor. Sin embargo, las cualidades personales son
indispensables en un trabajo en el que la implicación, la vocación y el servicio a
los demás es la parte más importante. En caso contrario, la relación con el
anciano se verá deteriorada y la el estado anímico de ambos se puede resentir.

https://www.joyners.es/blog/caracteristicas-cuidador-ancianos/

¿Por qué llevan a los papas a un ancianato?

El momento en el que los padres ya no pueden cuidarse por sí mismos y pasan a


depender de los hijos resulta crítico. Es doloroso y difícil para ambos. Claves para
pensar.

El panorama se torna crítico cuando los padres ya no pueden cuidarse por sí


mismos y pasan a depender de los hijos hasta para lo más básico. Esto implica un
cambio muy trascendente para ambas partes, pues el adulto mayor pierde su
independencia física y sus costumbres, teniendo que adaptarse a los tiempos y
maneras de hacer de los demás y, por otra parte, el hijo adulto tiene que asumir y
aceptar el papel de cuidador, al tiempo que sigue siendo hijo.
El punto más crítico y doloroso se alcanza cuando, por variadas y válidas razones,
se plantea la posibilidad de la institucionalización del anciano, circunstancia que
afecta profundamente a toda la familia y genera enormes sentimientos de culpa.

Una variable muy importante a tener en cuenta, en estos casos, es el estado de


lucidez mental en el que se encuentre el anciano. El adulto mayor, en lo cotidiano,
realiza un gran esfuerzo para sobrellevar uno de los signos de envejecimiento más
usuales como es la pérdida de memoria. No vamos a equivocarnos si a la hora de
afrontar esta difícil decisión aplicamos el principio de no hacerle al otro lo que no
quisiéramos que nos hagan, por lo que, si nos vemos en la situación de
institucionalizar a un ser querido, sería bueno preguntarnos qué desearíamos para
nosotros si nos halláramos en esas circunstancias pues, si tenemos la suerte de
llegar hasta esa etapa, no hay duda de las altas probabilidades que tenemos de
ocupar ese mismo lugar.

https://www.clarin.com/entremujeres/hogar-y-familia/tercera-edad/opcion-
geriatrico_0_ryIdFhtDml.html

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