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Vauchez en Robert Fossier.

La edad media, el despertar de Europa


Capitulo 9: una severa normalización
Los siglos X y XI fue para la cristiandad una época de discusión e innovación, en medio de sufrimientos
y lágrimas había nacido una nueva organización de poderes: la sociedad feudal. La iglesia romana se
había propuesto liberarse de la tutela del imperio y se había puesto a la cabeza de un movimiento
de reforma que sustraía lo espiritual de la influencia de lo temporal. En los siglos XII y XIII esto se va a
ir apaciguando, debido a que las cosas iban evolucionando en todos los terrenos hacia una estabilización.
LA JERARQUIA RESTAURADA

La iglesia comienza a entablar una serie de pactos con los poderes civiles a principios del siglo XII con
objeto de poner fin a los conflictos que enfrentaban. Los clérigos mas vinculados a los principios
gregorianos y a los ideales reformadores no eran menos hostiles a lo que alterara el orden establecido.
En ellos predominaba el sentimiento de que existía un orden fijado por la Providencia divina, en la
sociedad como en el universo, y que cada individuo pertenecía a un grupo estable, que tenia derechos y
deberes. La innovación de modelos obró en el sentido de inmovilismo. A diferencia de nuestra sociedad,
orientada al cambio y hacia un futuro que se espera mejor, la de los siglos XII y XIII realzaba la
estabilidad y consideraba la mutabilidad de las cosas como consecuencia del pecado. El único progreso
posible consistía en restaurar la iglesia y la sociedad cristiana.
El orden y la ley de Dios.
La iglesia no podía mas que unirse a los poderes contra los que acababa de rebelarse. Con el imperio las
relaciones continuaron siendo bastante difíciles y tuvieron nuevos enfrentamientos. Sin embargo, con
las monarquías nacionales las cosas sucedieron de otro modo. En todas partes los reyes se rodean de
prelados (el prelado es un preferido en relación con el resto del clero. Un prelado es un miembro de alto
rango del clero que es un ordinario o que tiene prioridad con los ordinarios) y monjes.
Una de las causas de este acercamiento entre las dos jerarquías fue el temor de ver a las masas
cuestionar su situación de dependencia y de subordinación frente a las clases dirigentes. La iglesia
prohibió a los laicos establecerse como jueces de sus pastores. Si algunos sacerdotes se comportan de
una manera indigna de su condición, es a los obispos y solo a ellos a quienes corresponderá a partir de
ahora castigarlos. en contra de la tesis de Gregorio VII que habían sido amplificadas por movimientos
religiosos populares, se afirma que la validez de los sacramentos no está vinculada a la integridad moral
de quienes los celebran. El clero inquieto por esos predicadores heterodoxos cierra las filas y se une a la
aristocracia señorial.
En numerosas regiones, Francia e Italia, comienzan el movimiento comunal, en contra del poder de
los obispos. Estos movimientos subsistían en las ciudades y en los campos, donde se desarrollaba una
aspiración a la libertad que a menudo va acompañada de una hostilidad muy marcada respecto a un
clero dominador y poco virtuoso.
La iglesia no rompe con el espíritu de la reforma gregoriana. En el siglo XI había luchado por recobrar
su libertad y desembarazarse de la influencia de los laicos. En los siglos XII y XIII, puso mas bien el acento
en la preponderancia de lo espiritual en relación a lo temporal y trató de reforzar su influencia en la
sociedad. Desde Gregorio VII, el objetivo que perseguían los clérigos mas consientes no era ya tanto la
constitución de algunas comunidades fervientes que aseguraran con sus oraciones la salvación. El
monaquismo permaneció a todo lo largo del siglo XII activo. Pero la nueva característica del periodo es
el renacimiento de la iglesia secular, en conexión con la nueva concepción de la vida religiosa. El
monaquismo no es ya el único modelo de la vida religiosa. Este ultimo se va distanciando de la sociedad.
Entre los concilios de Letrán I y Letrán II, la iglesia latina cambia de rostro. Los monjes dejan de
desempeñar un papel protagonista, se concretan y refuerzan las prerrogativas de los obispos. La
jerarquía dioclesiana empieza a encontrar una cierta coherencia gracias al movimiento de restitución
de iglesias y de diezmos por parte de los laicos.
Esta renovación de las estructuras e instituciones eclesiásticas es sensible en la cúspide de la jerarquía.
La reforma gregoriana había conducido a la exaltación de las funciones y prerrogativas del papa.
provisto de las insignias del poder en el momento de su coronación, en que recibe la tiara, el papa actúa
cada vez más como un soberano a la vez temporal y espiritual. El papado vinculando su causa a la de la
reforma, se convierte en la cabeza y el eje de la iglesia universal. Sus legados tienen presencia sobre los
arzobispos; pueden reunir y presidir los concilios regionales o nacionales, obligar a los obispos a dimitir
y excomulgar a los soberanos cuyo comportamiento moral no responda a sus leyes.
La iglesia se provee de códigos normativos cada vez más precisos, que tienen un alcance universal.
Entre 1125 y 1140 se elabora una colección canónica conocida bajo el nombre de Decreto. Este texto
que se sitúa en la línea del movimiento gregoriano, define a los clérigos como seres separados a la vez
de la masa de los fieles y superiores a ellos a causa de su misión sobrenatural. Hace hincapié en la
autonomía de la justicia de la iglesia y su poder coercitivo por la vía de sanciones canónicas. Su
concepción de la iglesia es la de una monarquía centralizada en la que los obispos estaban sometidos al
papa y donde los metropolitanos no gozaban mas que de poderes limitados de presidencia y control. En
esta obra se puede observar una síntesis entre el antiguo derecho y del nuevo derecho. Estos textos,
reunidos en colecciones oficiales por iniciativa de Gregorio IX en 1234 tuvieron la manifestación de la
voluntad del papa. La iglesia se dota de un derecho unificado puesto que ya no habrá en su seno más que
una única autoridad que legisle en ultima instancia y que tenga el poder de conceder facultades a las
reglas que ella misma haya fijado.
En la práctica, las pretensiones de los papas a la autoridad universal se enfrentaron a resistencias serias.
Aunque los clérigos se sometieron al nuevo derecho que incrementaba sus prerrogativas, los
emperadores germánicos y sus partidarios en Alemania e Italia se opusieron con todas sus fuerzas al
establecimiento de este poder teocrático. Algunos trataron de reforzar los fundamentos ideológicos de
su autoridad volviendo a tomar por su cuenta las concepciones universalistas del derecho romano, que
exaltaba el papel del príncipe. Otros poderes como los municipios en Italia, o monarquías nacionales en
otros lugares, no deseaban someterse en todo a la voluntad del pontífice. Mientras que el sumo
pontífice afirmaba su derecho de intervenir en los asuntos de los príncipes a causa del pecado,
el rey de Francia rechazó esta pretensión y afirmó su autonomía absoluta en el dominio
temporal. Desde el primer tercio del siglo XII, el papa rodeó de un autentica corte, la curia, y tuvo a su
disposición servicios perfeccionados como la Cancillería o la Cámara apostólica, cuya eficacia fue pronto
temida.
Una cultura común a los dominantes
Frente a la presión de los clérigos, que avanzan en el dominio de la cultura intelectual y el derecho, el
grupo dirigente, la aristocracia laica, reaccionó dotándose de un sistema de valores y de
representaciones homogéneo. Esta evolución no fue obra de los soberanos, ni de los príncipes
influyentes. Las cortes reales siguieron siendo foco de la cultura tradicional con una influencia de la
iglesia. Las iniciativas innovadoras proceden de la basa, del mundo de los milites y de los vasallos, que
constituyen el grupo más numeroso de la aristocracia. Las familias ducales o condales que en el siglo XI
estaban en posesión del poder no se confundían con el grupo de los vasallos militares. Pero a medida
que su poder se hacia hereditario y que la concesión de feudos por los poderosos a cambio de su
fidelidad incrementaba su poder, estos caballeros tendían a fundirse en el grupo aristocrático. Se crea
una clase señorial. A lo largo del siglo XII se establece una nueva nobleza, a la que se puede pertenecer
si se practica un genero de vida caracterizado por ritos y signos que son el fundamento de la ideología
caballeresca.
Esta cultura constituida por un doble proceso. El primero es la extensión al conjunto de la clase señorial
de costumbres y concepciones que eran el principio de las de una reducida minoría. El “modelo real”
continua luego difundiéndose en las capas inferiores de la aristocracia. En el siglo XII, estas concepciones
se vulgarizan y marcan todos los clanes señoriales. A partir de entonces se puede definir como nobles al
conjunto de hombres que comparten los privilegios y las costumbres propias del rey algunos siglos
antes.
La evolución no se efectúa únicamente de arriba abajo. Se puede comprobar la difusión de la ceremonia
de armar caballero. Esta señalaba la entrada en la edad adulta era habitual entre los milite, pero la alta
aristocracia parece ser que lo ignoro durante mucho tiempo. Hacia mediados del siglo XII, no hay hijo ni
príncipe que no se haga armar, esta ceremonia se había convertido en un atributo de nobleza y en un
codiciado honor.
El marco en el que nació la nueva literatura aristocrática en lengua vulgar fue el mismo en todas partes,
sus expresiones varían según las regiones. La emergencia de esta literatura es un acontecimiento
importante en la historia de occidente medieval. Se constituye una cultura en lengua vulgar fundada en
el rechazo de los valores religiosos y morales del cristianismo. Al matrimonio monogámico que el alto
clero y monjes tratan de hacer prevalecer entre los laicos, la nobleza opone su propia concepción del
amor fundada en una poligamia de hecho y ene el desprecio del vinculo matrimonial. Junto a la
concepción tradicional de la mujer procreadora y respetable en tanto que madre se afirma la idea de
que el verdadero evite de la relación entre el hombre y la mujer es placer.
La literatura cortesana se convirtió en un verdadero código de comportamiento para todas las minorías
selectas de la cristiandad occidental. La cortesía se presenta como un rechazo de todas las formas de
vilenni, es decir, de la cultura y del comportamiento de las clases subalternas.
Triunfo de lo escrito, extinción de otras culturas
En el plano lingüístico el hecho mas destacado de los siglos XII y XIII es la entrada en escena de las
lenguas vulgares. El fenómeno mas precoz en los países germánicos y complicado en Inglaterra por los
traumatismos que siguieron a la conquista normanda, se verifica sobre todo en Francia. La iglesia pierde
su monopolio cultural, y el latín, aunque conservando posiciones fuertes, apenas será mas que la lengua
técnica del pensamiento abstracto. Aunque los caballeros se mostraban preocupados por liberarse de la
tutela de los clérigos, sufrían su influencia y se sentían más próximos a ellos que a los campesinos o los
artesanos.
Las mayores tensiones entre los clérigos y laicos a nivel cultural tuvieron lugar en el ámbito de lo
religioso. Un bloqueo se había establecido en torno a las escrituras, y el clero, velaba por ese tesoro
celosamente, lo consideraba su patrimonio. Las traducciones de la biblia en lengua vernácula estaban
prohibidas por temor a que los laicos interpretaran de manera incorrecta los pasajes de los textos
sagrados y que derivara en una herejía. El riesgo no era imaginario, los cataros y su éxito sobre la
interpretación del evangelio dualista y gnóstica es uno de los ejemplos. De esta situación se derivó una
dicotomía entre la reflexión teológica y las expresiones espontaneas del sentimiento religiosos popular.
Nace la literatura mística, obra de mujeres, que exploran la vía de unión con dios empleando palabras
de la vida cotidiana.
Además, la iglesia procuro limitar la difusión de los textos y los sometió a una censura de los clérigos
con el pretexto de que estaban contaminados por la influencia herética.
Progreso del derecho erudito
Desde la alta edad media, occidente no tenía una legislación civil que se impusiera a todos los súbditos
de un príncipe. Tras las invasiones bárbaras prevaleció el sistema de la personalidad de las leyes, que
varían según la pertenencia étnica y el rango social de las personas. Con la desaparición de toda justicia
estatal y centralizada, la diversidad se incrementó, una vez establecido el orden señorial y feudal, la
noción de ley desaparece y cede el lugar a la costumbre, no escrita. Italia era el foco donde la noción de
derecho había sido menos olvidada. Las ciudades continuaban siendo los centros administrativos de las
regiones vecinas, y de los jueces que dictaban sentencias según el derecho lombardo, muy impregnado
de influencias romanas. Para formar a estos escribanos funcionaban escuelas de notarios. A partir de
este renacimiento del derecho civil y de los estudios jurídicos cuyo centro fue la ciudad de Bolonia. Su
principal artífice fue un maestro de la escuela de esta ciudad. Se opero un notables renacimiento de los
estudios jurídicos que se pone de manifiesto por un redescubrimiento de los estudios jurídicos que se
pone de manifiesto por un redescubrimiento progresivo de textos auténticos del derecho romano
imperial, en particular el digesto de Justiniano, que solo se conocía a través de compilaciones
fragmentarias y cargadas de interpolaciones posteriores.
Las razones de este recurso a fuentes dispersas u olvidadas. De debe sin duda a la voluntad de retorno
a la antigüedad y a tradiciones mas fiables que caracterizan al siglo XII. Pero es sobre todo el
renacimiento, mas precoz en Italia que en otras partes, de la actividad económica de los intercambios y
de las ciudades lo que favoreció la búsqueda de un derecho en materia de contratos, que sobrepasara
los particularismos locales y la diversidad de las costumbres. A esto se añade la voluntad de un numero
de intelectuales idealistas, apasionados de la lógica que aspiraban a una autoridad única haciendo
aplicar una ley común. Los profesores de derecho en Bolonia creen haber encontrado su defensor en la
persona de Federico Barbarroja, que procuraba restablecer en Italia la autoridad imperial. Pero este
tardío redescubrimiento del derecho romano no podía desembocar en un puro y simple retorno a la
legislación de Justiniano. El derecho romano conserva todo su prestigio y esta por encima de otros
derechos, aunque no consigue eliminarlos. Hasta el final de la Edad Media, la situación jurídica de Italia
se caracterizará por la coexistencia del derecho común con el derecho de las diversas comunidades. Pero
hay que subrayar que los estatutos comunales como los que fueron puestos por escrito en el siglo XIII
no son simples reglas practicas o empíricas, sino una verdadera legislación municipal sancionada y
ratificada por los organismos políticos.
La difusión del derecho romano fue muy precoz y rápida en la Francia meridional. El derecho
consuetudinario había permanecida bastante vigente y el uso del acta no había desaparecido nunca. Los
vínculos contractuales se transforman en todos los niveles y se rodean de garantías jurídicas. El derecho
romano influencia las costumbres locales y las hace evolucionar en un sentido mas racional, volviendo
a valorar nociones olvidadas como la de la equidad.
En el norte de Francia, el derecho romano no experimento la misma fortuna. Los Capetos (dinastía de
Francia), que veían con desconfianza estos textos prohibieron su enseñanza en parís, lo que no impidió
que se estudiara en Orleans a partir del final del siglo XII. Las regiones septentrionales no quedaron al
margen del movimiento de renacimiento jurídico. La redacción de las costumbres orales se inicia en el
oeste y luego en se extiende al centro de Francia. En Alemania el movimiento es idéntico. En el caso de
Flandes se ve aparecer un derecho penal de un nuevo tipo que tendía a quitar los delitos criminales el
carácter privado que tenían en el derecho germánico y feudal. Para legitimar la intervención activa de
las autoridades públicas en los asuntos de sangre, los clérigos del circulo condal debieron volver a poner
en vigor la noción de un orden público del que el poder era el garante. Los crímenes se convertían en
trasgresiones de la autoridad condal, que estaba habilitada para castigarlos, y la represión en un servicio
público. El proceso deja de ser un combate entre particulares. El antiguo procedimiento acusatorio es
remplazado al final del siglo XII y principio del XIII por un procedimiento inquisitorio. La parición de
este “ministerio público” encargado de entablar diligencias por su propia iniciativa contra los
criminales, es una de las creaciones maestras de la edad media. Todo este movimiento de racionalización
de la justicia y de desarrollo del derecho dará sus frutos en el siglo XIII. Directa o indirectamente procede
de la creciente influencia ejercida por el derecho erudito.
LAS DESVIACIONES APLASTADAS

En 1120 se multiplican los movimientos religiosos populares que ponen en cuestión el poder y la riqueza
de la Iglesia. Ésta había salido reforzada y enriquecida de la querella de las investiduras. Los señores
comenzaron a restituir las porciones de los bienes temporales eclesiásticos de los que se había
apoderado en los siglos precedentes: iglesias, diezmos, y diversas prestaciones volvieron a manos del
clero y de monjes.
Movimientos populares entre la oposición y la herejía.
Los mejores cristianos experimentan la influencia del ideal de la vida apostólica, caracterizado por el
deseo de una vuelta a la vida en común y por la renuncia a la propiedad privada. Para realizar estas
aspiraciones, algunos laicos se asocian a los religiosos según diversas modalidades y se asocian como
conversos, como servidores y labradores, a sus comunidades. Pero muchos se apartaron de ella y
entablaron violentas polémicas contra el clero, incitando a los fieles a no pagar el diezmo y a rechazar
los sacramentos, en particular el bautismo y el matrimonio.
Muchos fieles esperan que la iglesia se acomode a la pobreza de cristo y sus apóstoles. Numerosos laicos,
dado el tipo de vida pobre y austero que adoptan, se consideran habilitados para ejercer la función de
predicación. Pero la iglesia hace de ella una tarea reservada únicamente a los clérigos.
Por estas razones, el clima de entendimiento y de colaboración que se había creado en el siglo XI entre
la minoría reformadora del clero no es mas que un recuerdo a mediados del siglo XII. Los gregorianos
habían preparado a sus sucesores un difícil futuro. Se colocan toda una serie de obstáculos entre una
iglesia que desarrollaba sus estructuras y reforzaba su armadura jurídica y las corrientes evangélicas
que tendían a deslizarse hacia un espiritualismo exacerbado. Estas tensiones ponen en evidencia la
historia de Valdo y los valdenses.
Según las fuentes, la secta de los valdenses había sido creada por un rico ciudadano llamado Valdo. Este
abandono, al ser convertido, todos sus bienes y se propuso observar la pobreza y la perfección
evangélica. Se hizo traducir en lengua vulgar los evangelios, algunos libros del antiguo testamento y
algunos pasajes de los padres de la iglesia. Habiendo adquirido un conocimiento se puso a predicar en
las calles y las plazas públicas, arrastrando muchos hombres y mujeres que envió en misión a las
ciudades y pueblos. En 1179, una delegación de una pequeña comunidad se dirige a roma, conducida
por Valdo, que quería que el papa y el III concilio de Letrán aprobaran su genero de vida. A partir de allí
tienen problemas con el clero que los dirige a respetar la regla canónica que prohíbe la predicación a los
laicos.
En un primer momento, la reacción del papa fue mas evidente que la de sus colaboradores. Valdo recibió
una confirmación oral del tipo de vida religiosa que se proponía observar, así como una autorización
para predicar siempre que estuviera de acuerdo con ello el párroco del lugar. Pero no tardaron en
producirse dificultades en la práctica. El nuevo arzobispo trató de poner el movimiento bajo su control.
Al no conseguirlo, reitero a Valdo y a sus compañeros el permiso para predicar. No se sometieron y le
respondieron que hay que obedecer a dios ante que a los hombres. Fueron expulsados y excomulgados,
primero por el arzobispo y luego por otro papa en 1184. Esto no impidió la difusión del movimiento que
se extendió. Compartían con la iglesia católica su aversión frente al catarismo, contra el que no
polemizaban menos airadamente que los apologistas católicos. Los discípulos de Valdo pertenecían a la
burguesía y las clases populares. estaban en contacto con la jerarquía eclesiástica y continuaban
frecuentando las iglesias. Como puede verse, el debate gira en torno a los mismos problemas: los laicos,
a causa de su inferioridad cultural ¿no debían tener contacto con la palabra de dios más que a través de
los clérigos debidamente delegados por la jerarquía? La iglesia afirma que los fieles no tienen que
juzgarlos ni construir sectas o conventículos clandestinos que destruirán la unidad de la parroquia.
Estaba prohibido que los laicos se arrogaran el derecho a predicar, ya que era función de los laicos en la
iglesia.
Otro movimiento, el de los humillados, se desarrolla en Lombardía. Había ciudadanos que habían
escogido una cierta forma de vida religiosa: evitaban la mentía y el juicio, se contentaban con un vestido
sencillo y se comprometían a luchar por la fe católica. Como los valdenses, rechazaban el juramento y
reclamaban el derecho a la predicación. De entrada, se ponen a anunciar la palabra de dios en la plaza
pública, en el estilo directo propio de las asambleas urbanas. Esta audacia afecta a todos los movimientos
religiosos populares. El carácter especifico de los humillados radica en su modo de vida y en la
importancia que le atribuyen al trabajo. Muchos de los que se les unían estaban casados. Los esposos se
prometían continencia y algunos de ellos se reagrupaban en casas donde coexistían comunidades
distintas a la de los hombres y mujeres entregados al trabajo y la oración, mientras que otros
permanecían en sus casas. El trabajo manual era una necesidad. No existía nada herético en sus
prácticas, pero la afirmación de que los laicos podían llevar una existencia religiosa y dar testimonio
evangélico les parecía escandaloso a los clérigos, inclinados a englobar en una reprobación común a
todos los movimientos populares.
Un peligro mortal: el catarismo
Mucho mas peligrosa para la iglesia que estos movimientos fue la oleada del catarismo. Se a discutido si
este conjunto de creencias fue introducido en occidente por orientales o tenían un origen indígena. Este
ultimo se presentaba como un esfuerzo por alcanzar la realización plena y total de la vida cristiana tal
como se desprende del Nuevo Testamento. La iglesia católica es acusada de haber disimulado la verdad
revolucionaria del Evangelio, que reside en el siguiente dualismo: Dios, asimilado al Bien y al Espíritu,
opuesto a Satanás, príncipe del Mal y señor de la Materia. El diablo se convierte en los cátaros en una
potencia divina. El objeto de la vida religiosa pasa a ser ascenso, un esfuerzo del hombre para liberarse
de la corrupción bajo todas sus formas: vida carnal, sociedad e instituciones, trabajo, etcétera. Es
necesario seguir el ejemplo de Cristo, que no es para los cátaros una persona de la Trinidad, sino el
mayor de los ángeles del que Dios ha hecho su hijo. Lo que dice de él en la Iglesia es por alcanzar la
realización plena y total de la vida cristiana tal como se puede encontrar en los evangelios y en san juan.
En el seno del catarismo existían tendencias y se halla un dualismo mitigado, que insiste mas en el papel
de Jesús ángel enviado por Dios para revelar al hombre lo que hay de recto en él y ofrecerle una
posibilidad de salvación a través de la ascesis y de un ritual de unión con Dios. Para los dualistas
absolutos, la liberación de los vínculos de la materia no podrá consumarse mas que al cabo de un proceso
de rencarnación, cuando el alma de los que hicieron el bien cuando estaban vivos pase por
metempsicosis a las especies superiores.
No es cierto que los adeptos del catarismo conocieran y comprendieran todas las sutilezas del dogma
cátaro. La fuerza de este último consistía en presentarse como un sincretismo cuyo aspecto gnóstico
satisfacían a los espíritus exigentes o sutiles. Su obsesión por la carne se relacionaba con viejas
tradiciones de la cultura folclórica era percibido como un movimiento evangélico ya que rechazaba por
completo por completo en el antiguo testamento. El catarismo era portador de un virulento
anticlericalismo que agrandaba a muchos laicos. Una época en que la iglesia les imponía a los caballeros
una apremiante moral sexual en que los comerciantes eran objeto de sanciones económicas en materia
de usura y en que las mujeres no podían esperar desempeñar un papel activo en las comunidades
cristianas, se comprende que un movimiento que rechazaba la mediación del sacerdocio institucional
fuera acogido con simpatía en amplios círculos sociales.
Por primera vez en la historia de edad media se constituye en ciertas regiones de occidente una
verdadera iglesia al margen de la iglesia oficial, con su jerarquía y sus estructuras. Los cátaros con
motivo de controversias publicas en que no falta argumento para denunciar las insuficiencias del clero
y su ignorancia, como la riqueza de los monjes y de los prelados. En el propio seno de la cristiandad nace
una contra-sociedad que se desarrolla hasta el punto de poner en cuestión los fundamentos del orden
existente e incluso la base del dogma, la encarnación.
Durante mucho tiempo, los cátaros no se distinguieron de otros movimientos religiosos. En los últimos
decenios del siglo XII, aparecieron tratados que ponían en evidencia los aspectos de sus creencias mas
opuestos a la doctrina católica. La única fuerza que la jerarquía encontró para enfrentarse a ellos provino
de los cistercienses que se establecieron cerca de las ciudades a donde acudían a predicar. La eficacia de
estas misiones fue limitada, los monjes procedentes del mundo rural apenas estaban preparados para
enfrentarse a auditorios urbanos y contradictores belicosos y sutiles.
Recuperación
Frente a esta situación que ponía en tela de juicio el dominio ideológico de la iglesia sobre la cristiandad,
el papa Inocencio III opuso una doble reacción: se esforzó por reintegrar al seno del catolicismo los
movimientos religiosos populares y emprendió una encarnizada lucha contra los cátaros, que se esforzó
por adherir a los poderes públicos para conferirle el máximo de eficacia.
En 1201 reconoció la legitimidad de los humillados en Lombardía concediéndoles una regla que
consagraba la mayoría de las costumbres que practicaban desde hacia una décadas integrándolos en un
orden canónico tradicional. La fraternidad primitiva dio origen a 3 ordenes religiosas: la primera
formada por hermanos y hermanas consagrados a Dios, llevaban una vida conventual, y la segunda por
laicos, hombres y mujeres, que vivían en comunidades dobles. La tercera reunía a quienes continuaban
viviendo en sus casas en familia, centrada en la penitencia y el trabajo. Para incorporar a la iglesia de los
humillados. Sus homilías (practicas sobre la materia religiosa) debía limitarse al ámbito moral y no
interferir a la predicación dogmática, reservada al clero. esta distinción se basa en la idea de que en las
sagradas escrituras existen dos tipos de texto: la aperta y los profunda. El papa desbloquea una situación
que se hacía explosiva y abría el camino a nuevas experiencias como la de san francisco y sus
compañeros. Los humillados no tardaron en sacar partido de las posibilidades ofrecidas.
Esta política de apertura de papado tuvo menos éxito en el caso de los valdeses. Inocencio III les recibió
en roma y los puso bajo su protección. Bajo el nombre de Pobres católicos, continuaron su existencia de
predicadores itinerantes, polemizando contra los cataros y predicando el evangelio. A ellos se les otorgo
el derecho de practicar el ministerio de la predicación y de vivir en pobreza. Se sometían a la autoridad
de la jerarquía eclesiástica local y de la iglesia romana. A pesar de las persecuciones que se abatieron
sobre ella a lo largo de los siglos, la iglesia valdesa existe aún hoy.
El pobre de Asís.
Más cargada de consecuencias estuvo la aprobación dada por Inocencio III a un grupo de penitentes de
Asís conducidos por el hijo de un comerciante, Francisco. Llamaban la atención de sus contemporáneos
por su deseo de vivir el evangelio al pie de la letra. Inocencio III supo discernir la profunda ortodoxia de
san francisco, su voluntad de someterse a la Iglesia, y en particular a la de Roma, así como su celo por la
salvación de las almas. Tuvo confianza en él y aprobó la regla que se le presento. Su sucesor aprobó una
regla solamente que regiría lo que se había convertido entretanto en la orden de los hermanos menores.
A los ojos de los laicos y sobre todo de los humildes, pertenecían al mundo aristocrático, aun cuando se
encontraran entre ellos individuos de una gran santidad que practicaban en gran medida la pobreza o
al menos lo intentaban. La orden franciscana se caracterizaba por un completo rechazo de la riqueza e
incluso de cualquier forma de posesión. San francisco detestaba el dinero, prohibía a sus compañeros y
a sus discípulos poseerlos; los hermanos menores debían estar en un pie de igualdad con los hombres
mas pobres. El proverello impedía que pudieran poseer alguna cosa, individual y colectivamente. Toda
apropiación implicaba a su entender una negativa a compartir y exponía al hombre al pecado de avaricia.
La idea de propiedad era el origen de discordias y odios. Quien desea vivir conforme al Evangelio debía
pues rechazarla.
La nueva hermandad se distinguía de las órdenes religiosas anteriores por sus estructuras y por su modo
de vida. Cuando se detenían en un lugar, vivían en simples cabañas o en casas modestas puestas a su
disposición por clérigos o laicos para su estancia entre dos campañas de evangelización. Cuando
comenzaron a establecerse en residencias permanentes, salían a menudo para ir a predicar o mendigar
al exterior y no llevaban una existencia enclaustrada.
Mas revolucionario era el hecho de que en el seno de la orden se hallaban reunidos, en un pie de
igualdad, clérigos y laicos. Esta concepción rompía con las formas de organización monásticas. Francisco
quiso superar estas separaciones dando a todos los miembros de la hermandad los mismos derechos y
los mismos deberes ya que lo esencial era la práctica común y sin limites de pobreza. El mismo debió
someterse a la tonsura que hizo de él un clérigo. Tenía una gran preocupación por abolir en el seno de
la orden todo tipo de distinción fundada en la cultura o en el rango social. Admitía entre los clérigos y
los laicos era que los primeros debían leer cada día el oficio, los segundos se contentaban con recitar el
Pater.
En la misma época nació y se desarrollo una orden religiosa en la que el papado se apoyaría mucho en
su lucha contra la herejía y la reconquista de la sociedad: la de los hermanos predicadores, instituida en
1216 por santo Domingo, no se trataba de un grupo de laicos sino de sacerdotes. La novedad reside en
sus objetivos apostólicos: a diferencia de los canónigos o de los monjes, los nuevos religiosos no se
encerrarán en los claustros. Llevan una vida conventual, tratan de llegar a los hombres circulando y
desplazándose para ir a anunciar la palabra de dios. Trataron de combatir a los cátaros y decidieron
vivir pobremente y no poseer nada.
La naciente orden se replegó en los principales centros universitarios de la época, donde consiguió
adhesiones. Su fundador había comprendido que la ignorancia del clero en materia religiosa era una de
las causas del éxito de las herejías. Puso el acento en la formación teológica para dotar a la Iglesia de un
cuerpo de predicadores especializados de alto nivel. Esta iniciativa respondía a los deseos del papado.
A partir de 1220, la orden de los hermanos predicadores comienza a implantarse en las grandes
ciudades, proporcionando a la iglesia un valioso apoyo en defensa de la ortodoxia.
Represión
El otro aspecto de la política religiosa de Inocencio III fue la lucha armada contra la herejía que
simultaneo con la recuperación de los movimientos religiosos populares. se decidió por la vía de la
cruzada en 1208. Tendría graves consecuencias. Implicada que regiones enteras de la cristiandad habían
llegado a ser tan ajenas a la fe como las tierras de paganos o de musulmanes. Pero el papa no dudó, era
preciso destruir la “contra-iglesia” de los cátaros antes de que pudiera mas que la otra. Se apoyo en los
señores del norte.
A través de una eficaz política de intimidación y sanciones, los tribunales de la Inquisición, en los que
los dominicos desempeñaron un papel muy activo, acorralaron a los faydits, y al final del siglo XIII el
catarismo sólo subsistirá ya en alejados valles rodeados de montañas y bajo formas populares en que
los mitos dualistas se asociaban a creencias folklóricas.
En Italia la represión revistió otras formas, donde el contexto político y social era diferente. La
autonomía de la que gozaban los municipios hacia ineficaces las medidas generales. Los conflictos de
poder y competencia que existían en numerosas ciudades entre las autoridades municipales y los
obispos creaban un clima favorable para los heréticos. El papado procuró hacer incluir estas
constituciones, ciudad por ciudad, en la legislación. Se valió de las ordenes mendicantes. En Bolonia y
en Venrona en 1233, el dominico Juan de Vicence hizo quemar a numerosos cátaros una vez dotado de
plenos poderes, en Lombardía, donde los franciscanos actuaron del mismo modo. Estos episodios no
tuvieron continuidad. Las ordenes mendicantes se propusieron entonces crear agrupaciones de laicos y
piadosos, asociaciones católicas y milicias clericales, harían frente a los partidarios de la herejía y a los
gibelinos, tratarían de conquistar el poder en el plano municipal para que la represión se hiciera efectiva.
HACIA EL CONFORMISMO

A partir del ultimo tercio del siglo XII, la iglesia romana se pudo entregar a la realización del segundo
punto de su programa de reforma, que trataba de asegurar el triunfo de la religión no solamente en la
cumbre de la pirámide social sino en la base. Las masas comenzaban a salir de su pasividad en todos los
terrenos como atestigua el éxito alcanzado por los movimientos heréticos. En el corazón mismo de la
cristiandad se abre un frente pionero: la reconquista del interior, cuyo primer testigo y animador fue
san Bernardo. Los progresos del catarismo obligaron al papa a reaccionar rápidamente. Se hizo un gran
esfuerzo en el III Concilio de Letrán para conformar las creencias y las practicas de los fieles con las
exigencias de la iglesia.
La ofensiva de los pastores
Este decisivo viaje pastoral no se puede reducir a una simple reorganización de las estructuras
eclesiásticas. Se trata de una mutación de la catequesis fundada en la valoración de la palabra como
instrumento de mediación y seducción. La iglesia prefirió adaptarse a su cultura esencialmente oral.
Pero era un profundo cambio, la religión vivida y practicada por la inmensa mayoría de los bautizados
se reducía a un conjunto de signos y de gestos rituales. La lengua litúrgica se había hecho ininteligible
para los fieles. La jerarquía y los clérigos mas conscientes de los problemas de su tiempo comprendieron
que era preciso hablar un lenguaje adaptado a su situación concreta. Entre los campesinos subsistían
restos de una cultura flklórica que la Iglesia no había conseguido eliminar. Lo comprendieron e
intentaron amansar a su público utilizando en sus sermones temas o relatos profanos. De ahí proviene
la boga de los exempla, breve relatos llenos de imágenes tomadas de los cuentos o las leyendas que
desembocan en una moraleja que no tenían implícita. Tomaron conciencia del hecho de que el pueblo
cristiano no era ya uno, de la misma manera que la sociedad no era tripartita. Era necesario acercarse a
ellos en sus centros de interés específicos. La iglesia introdujo, a finales del siglo XII, una pastoral de
estados de vida extendió al mundo de los trabajadores el esfuerzo de adaptación que había emprendido
desde hacia casi un siglo con respecto a la clase caballeresca. Hicieron su aparición santos artesanos o
comerciantes, protectores de los oficios que se multiplicaban en las ciudades.
Estos intentos por acercar la religión a la ida no fueron coronados siempre por el éxito. Al predicar en el
idioma local, el mensaje que transmitían conservaba un tono abrumador. Sus oyentes no disponían de
los instrumentos necesarios para remontarse a las fuentes de esta enseñanza y controlarla. La cultura
eclesiástica continúa privilegiando los valores rurales, a mediados del siglo XIII, un gran predicador
Humberto de Romans opondrá aun los campesinos.
Los objetivos que trataba de alcanzar. El fin perseguido por las ordenes mendicantes y por los clérigos
que se consagraban al cuidado de las almas, no eran tanto la lucha contra la incredulidad. Se trataba
sobre todo de hacer creer ya actuar correctamente. Numerosos fieles habían experimentado la
influencia de los movimientos heterodoxos; y otros seguían apegados a practicas que los clérigos
procedentes de escuelas o universidades calificaban fácilmente como mágicas o diabólicas. Entre la
herejía y la superstición, los predicadores trataron de definir para uso de sus oyentes un camino
intermedio, imponiéndoles prácticas de devoción y de piedad idénticas en todas partes.
Los efectos fueron a la larga excelentes. La practica religiosa se uniformizó. La devoción a la Virgen y a
la humanidad de Cristo se convirtió en el lenguaje universal de la cristiandad romana. La propia liturgia
ganó en homogeneidad, las nuevas nuevas ordenes difundieron las costumbres y el calendario de la
curia romana. Hasta que surgió el problema de las ultimas penas que se convirtió en una de las
principales preocupaciones de todos los fieles. Algunos clérigos habían afirmado la existencia de un
lugar donde las penas corporales debidas al pecado serian expiadas después de la muerte. Era sabido la
importancia que alcanzaría el tema del purgatorio.
Algunos laicos se mostraron capaces de sostener no sólo un dialogo de igual a igual con los clérigos, sino
incluso de imponérseles espiritualmente. El desarrollo de la predicación es contemporáneo al de la
inquisición. A fuerza de querer imponer un modelo religioso que implicara la adhesión a una cultura y a
un sistema de valores que fuera el suyo, los clérigos acabaron por marginar a una buena parte de los
fieles y por provocar la desesperación de muchos otros.
UNA EXPRESION UNIFORME
Se ha denunciado la ficción de un siglo XIII estable, la época de monseñor san Luis, la época de las
universidades y de las catedrales. Toda la primera mitad de siglo esta atormentada de
deslumbramientos y violentas agitaciones. Solo hay errores en la visión de una comunidad reunida en
torno a la oración y el estudio. Quedan en el olvido las guerras, la usura, la represión espiritual, quedan
borrados el aplastamiento de la cultura popular, el triunfo de los ricos, el orgullo de una iglesia cegada.
La explosión escolar
Una de las grandes innovaciones del siglo XII en el plano de la cultura es el desarrollo de las escuelas
urbanas. No desaparecieron los monasterios súbitamente. En Inglaterra y en Italia, vivieron el esplendor
hasta la época de las universidades. No es allí donde se elaboraron las nuevas formas de saber cuya
influencia desborda el medio eclesiástico para tomar contacto con grupos sociales cada vez mas amplios.
Su éxito esta relacionado con el desarrollo de las ciudades. Y se fundamenta en el desarrollo de los
campos, que proporciona medios materiales para construir hermosas catedrales, y mantener algunos
profesores de manera permanente. El papado alienta el movimiento con la esperanza de elevar el nivel
cultural del clero. desde 1079, se obliga a los cabildos catedralicios a abrir y tener a su cargo una escuela.
Un siglo más tarde, el papa pide a los obispos que paguen los servicios de un maestro teólogo que pueda
entregarse al estudio y a la explicación de la palabra de dios. Estas escuelas siguen siendo instituciones
de la iglesia. Bajo la dirección de un canónigo del cabildo. En los mejores centros escolares será una
practica habitual llamar a clérigos de fuera de la ciudad o la región, pero famosos por su ciencia. Los
alumnos gozaban del estatuto jurídico y de los privilegios de los clérigos. Entre ellos futuros sacerdotes,
la mayoría no aspiraban a la tonsura ni incluso a las ordenes menores. Al considerarse la enseñanza
como ministerio de la Iglesia, los profesores estaban obligados al celibato.
A media que avanza el siglo XII, se va aflojando el lazo que unía las escuelas a las estructuras eclesiásticas
locales. La influencia de estudiantes obligó a dar autorización para enseñar a un creciente numero de
maestros sobre los que apenas ejercieron algún control. La enseñanza no se laiciza, pero los maestros
gozan de mas libertad de expresión.
El papa reglamento en un sentido liberal la concesión de la licencia de enseñanza, que permitía abrir
una escuela. Estas medidas permitieron multiplicar el numero de maestros y hacer frente a una
verdadera “explosión escolar” que al final del siglo XII afectó a todos los medios sociales. la demanda de
enseñanza era intensa. Muchas ciudades crearon en esta época instituciones escolares que difundieron
una enseñanza de nivel elemental. En Italia se abren escuelas independientes de la iglesia y se forman
los notarios y los comerciantes. El latín sigue estando en la base de la enseñanza, pero las escuelas dan
también nociones practicas en lengua vulgar, útiles para los negociantes y los campesinos acomodados.
En Inglaterra, a mediado del siglo XIII, un cierto numero de personas eran capaces de llevar libros de
cuentas o de redactar contratos de arrendamiento rural.
El contenido y el programa de estudios eran en principio iguales en todas partes. La organización escolar
remontaba a la época carolingia, se inspiraba al mismo tiempo en la concepción del saber cristiano y en
la clasificación de las siete artes liberales heredada de la antigüedad tardía. Las materias enseñadas se
dividían en quadrivium (aritmética, geometría, astronomía, música) y trívium (gramática, retorica
dialéctica). Pero se trataba mas bien de una clasificación teórica que de un programa de estudios
obligatorio. El estudio del quadrivium fue descuidado. En el mejor de los casos, la interpretación del
mundo material apenas va más allá de las teorías cosmológicas inspiradas por el génesis o por Platón y
Aristóteles, para quienes la distinción moderna entre filosofía y ciencias positivas no existían. Solo
algunos espíritus curiosos manifestaron un interés por las ciencias. Incluso abordaron el estudio de las
ciencias de la naturaleza en un sentido empírico y técnico.
La cultura dispensaba en las escuelas medievales literaria y muy influida por los modelos antiguos. La
enseñanza fue también el objeto del texto. El maestro no es mas que el interprete de estas auctoritates,
pero en el siglo XII su comentario se amplía y acaba por construir un texto autónomo que se escribirá al
margen del otro. Se trata de extraer el sentido profundo del texto o su contenido doctrinal. Los maestros
mas osados no dudan en adoptar una actitud critica respecto a los grandes pensadores de la antigüedad
y los doctores de la iglesia primitiva.
Ser dueño de su “pensamiento”
Aunque la iglesia no aparto de la escena el conocimiento y la meditación. Son eclesiásticos quienes se
preocuparon por extender el conocimiento de los antiguos, pero también el de los musulmanes, que
pueden transmitir el mensaje enriquecido de sus propias reflexiones. Otros imaginaban lo que ganaría
la fe en una confrontación con el saber de los demás. Es el momento, pleno periodo de las cruzadas, en
que la cristiandad abre a las lecciones musulmanas. Se traducen, se leen las obras matemáticas, tratados
médicos. Lejos de sucumbir al desprecio o a la adulación, ambos signos de subdesarrollo, los pensadores,
los médicos, o los geómetras de Palermo, escrutan, critican, seleccionan. Se aviva el fuego del
razonamiento.
El uso de la razón, el método dialectico, forman parte de las artes liberales enseñadas en las escuelas
catedrales. Se temía demasiado el efecto corrosivo sobre la fe y el dogma de sus escritos sobre la física
o metafísica, en que la materia se olvidaba de la divinidad; y en parís su enseña seguía estando prohibida.
Algunos nombres darían ejemplo de esta rebelión del pensamiento. En Francia, Abelardo, profesor de
historia. Este clérigo fue el primero en romper con la tradicional enseñanza de los claustros. En abierta
rebeldía contra el obispo de parís, acabo más, perseguido por los envidiosos y los místicos. En una de
sus obras maestras experimenta un método que permite superar las contradicciones existentes entre
las autoridades. Llegará a escribir que la autoridad tiene una nariz de cera que apenas es ya mas que
una referencia obligada tras la que se expresa un pensamiento original. Mas importante a nivel de la
cultura general y de la evolución de las mentalidades, es el desarrollo de la lógica. Los grandes maestros
de escuela del siglo XIII hicieron hincapié en la dialéctica, el arte y la manera de juzgar todo en el plano
de la inteligencia y de la verdad. El primero que aplicó este método fue el propio Abelardo.
Bajo la presión de sus discípulos no dudo en lanzarse a una especulación racional sobre lo revelado a fin
de construir una teología que escandalizo a los tradicionalistas. Abelardo condenado en 1140, estuvo
considerado como un vencido. Pero fue él el verdadero vencedor pues su método será la base de la
escolástica medieval. Con el aparece además un nuevo tipo de hombre culto: el intelectual, que se
llamara universitario. En el seno de la sociedad eclesiástica su papel consistía en consagrarse al análisis
de los textos sagrados, a estudiar las palabras, a buscar sentidos ocultos. Estos clérigos tenían una visión
unitaria y global del saber y de la vida que trataban de transmitir sin tropiezos a las siguientes
generaciones. El campo del saber se fracciona. Los intelectuales se ven obligados a introducir nuevas
formas de solidaridad para poder ejercer una actividad que se separa del magisterio religioso para
acercarse a otras profesiones.
La naciente universidad: ¿un humanismo?
Aparecen universidades entre 1180 y 1230. Se trata de asociaciones profesionales que agrupan a los
maestros y a los estudiantes. Su formación no fue la misma en todas partes. Se trataban de centros
especializados a donde se iba desde muy lejos a formarse. Al igual que las ordenes mendicantes, la
universidad reúne hombres de todas las capas sociales, y de todos los países. Posee su legislación
autónoma, estatutos, garantizados por las mas altas agrupaciones civiles y religiosas, y da origen a un
nuevo grupo social que trasciende las tradicionales distinciones entre laicos y clérigos. Los que asisten
a ellas buscan una cualificación superior que les permitiera acceder a las altas funciones del estado o en
la sociedad.
En las universidades se desarrolla una mentalidad común a todos los que la frecuentan, aunque se les
clasifique por naciones. Esta nueva cultura erudita se funda en un amplio uso de los textos, ya que la
enseñanza tiene como punto de partida el comentario de autores que son autoridades de las materias
de que se trate. Como los libros eran caros los estudiantes los copiaban en la librería de la universidad.
El libro, poco a poco, pierde el carácter sagrado para convertirse en el objeto de trabajo.
Desde principio del siglo XIII se inicia un cambio en el seno del mundo universitario. Aunque los teólogos
continúan un papel eminente sufren una fuerte competencia por parte de juristas.

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