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El buen gobierno
MANANTIAL
Buenos Aires
Título original: Le bon gowernement
Éditions du Seuil, París
© Éditions du Seuil, 2015
Rosanvallon, Pierre
El buen gobierno / Pierre Rosanvallon. - la ed.. - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires : Manantial, 2015.
368 p .; 22 x 14 era.
Derechos reservados
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las leyes 11.723 y 25.446.
índice
1. La consagración de la ley y la
desjerarquización del Ejecutivo ................................... 39
2 . E l culto de la impersonalidad
Y SUS METAMORFOSIS............................................................ 53
3. La ERA DE LA REHABILITACIÓN............................................. 69
II
LA PRESIDENCIALIZACIÓN
DE LAS DEM OCRACIAS
z. D e la excepción gaullista a la
PRESIDENCIALIZACIÓN GENERALIZADA................................. 12-7
III
IV
3. Integridad ............................................................................... 32 1
1. Así sucedía sin duda en los siglos xvm y x ix, cuando el término
“gobierno ” se tomaba como sinónimo de régimen y la noción corres-
pondiente^ en consecuencia, englobaba tanto el legislativo como el Eje
cutivo. La expresión común “gobierno representativo” designaba de tal
modo lo que a continuación yo llamo forma parlamentaria representati
va del régimen democrático.
DE UNA DEMOCRACIA A OTRA 17
LA R E LA C IÓ N GOBERNADOS-GOBERNANTES
11. Hay que señalar, en efecto, que la idea del sorteo jamás se propo
ne para cargos ejecutivos. La razón es simple: el sorteo valoriza la cate
goría del h om b re cualquiera (con la dimensión estadística de muestra
que puede tener) y, en ese sentido, se inscribe en el registro de los proce
dimientos de representación-figuración. El ejercicio de funciones guber
nativas, en tanto, requiere a priori competencias, es decir que se trata de
una elección basada en la distinción. El sorteo es apto así para constituir
un jurado ciudadano o un grupo de expresión,V las formas técnicas de
la operación pueden variar según los modos de determinación de las
poblaciones dentro de las cuales se apela a ese procedimiento.
12 . Este aspecto decisivo se aborda precisamente en el capítulo 1 de
la parte III.
DE UNA DEMOCRACIA A OTRA 25
13. Esa es en todo caso la meta que en teoría se le asigna: “La elec
ción”, recuerda en tal sentido Bernard Manin, “constituye la institución
central del gobierno representativo”. Bernard Manin, Principes du gou-
vernement représentatif, París, Calmann-Lévy, 1995, p. 18 [trad. esp.:
Los principios del gobierno representativo , Madrid, Alianza, 1998].
14. Debido también a que la elección de representantes siempre es
plural: lo que se elige es una asamblea de representantes. Volveremos a
este punto.
26 F.L BUEN GOBIERNO
sin duda. Pero las nuevas patologías del siglo x x i han cambiado de
naturaleza. Derivan ahora de la restricción de la democracia guber
nativa al mero procedimiento de autorización. Si hay enfermedad
del presidencialismo, la hay en el sentido de esta atrofia .15
El objeto principal de este libro es definir los rasgos de esa demo
cracia de ejercicio. Es, de manera vacilante y muy general, lo que
hoy se busca en numerosos sectores de la sociedad civil y en el mun
do militante con la proclam ación de un imperativo como el de la
transparencia, el llamado a la construcción de una dem ocracia en
red e incluso la referencia a la noción de gobiern o abierto , para uti
lizar algunas palabras que están en boca de todos y en todas las plu
mas. El presente trabajo propone, para ordenar esas aspiraciones y
reflexiones, distinguir las cualidades requeridas de los gobernantes y
las reglas organizadoras de la relación entre ellos y los gobernados.
Reunidas, unas y otras forman los principios de una democracia de
ejercicio como buen gobierno.
Esta obra explorará sus elementos constituyentes bajo dos rúbri
cas. La aprehensión de los principios que deben regir las relaciones
de los gobernantes con los gobernados en dem ocracia, en primer
lugar. Destacaremos tres de ellos: la legibilidad , la responsabilidad y
la responsividad (término que, mal que bien, traduce la noción de
responsiveness en inglés). Estos principios esbozan los contornos de
una dem ocracia d e apropiación . Su plasmación permitiría a los ciu
dadanos ejercer más directamente funciones democráticas que desde
hace mucho ha acaparado en forma exclusiva el poder parlamenta
rio. Los principios m encionados tam bién dan todo su sentido al
hecho de que el poder no sea una cosa sino una relación y, por lo
tanto, de que son las características de esta las que definen la dife
rencia entre una situación de dominación y la de una simple distin
ción funcional, dentro de la cual puede desarrollarse una forma de
apropiación ciudadana del poder. La determinación de las cualida
des personales requeridas para ser un “buen gobernante”, a conti
nuación. Cualidades que no se discernirán para trazar un retrato
robot idealizado, superposición de todos los talentos y todas las vir
tudes, sino para considerar de manera más operativa las que son
necesarias para el establecim iento de un lazo de confianza entre
ser la del interior del mundo político, la vida de las tendencias inter
nas, los congresos, las batallas de aparato que rigen las relaciones de
fuerza de las que saldrán los gobernantes.
La actividad de los partidos se redujo al mismo tiempo a la ges
tión de los plazos electorales, cuyo eje central es la elección presi
dencial, que gobierna todo el resto de la vida política. Los partidos,
cuyo número de afiliados “ordinarios ” 22 se ha mostrado en casi
todas partes en caída libre, a causa de su repliegue en la función
gubernativa auxiliar, ya solo se preocupan por volver a ellos en la
perspectiva utilitarista de las primarias (donde existen), en vista de
las cuales su control es un capital decisivo. Sea cual fuere el rodeo
por el que se considere la función democrática de los partidos, la
conclusión es que están ahora limitados al funcionamiento de la
democracia de autorización y nada más.
Como los partidos han abandonado de hecho la función repre
sentativa, ahora es preciso darle vida por otros canales. Estos serán
necesariamente múltiples, ya se trate de desarrollar formas de repre
sentación narrativa o de “representar problemas de sociedad” por
intermedio de asociación activas en los diferentes dominios de la
vida social y cultural. Hay que cumplir en este aspecto una tarea de
importancia para salir del sentimiento de mala representación que
sigue corroyendo las democracias y las hace sensibles a los cantos
de sirena del populismo. En L e Parlement des invisibles ,23 que sirvió
de manifiesto al proyecto “Raconter la vie” [“Contar la vida”] lan
zado en 2 0 1 4 ,24 he propuesto instrumentos de análisis y acción para
ir hacia una revitalización “pospartidaria” de la representación.
22. Con ese calificativo nos referimos a los afiliados “por convic
ción”, a quienes podemos oponer a los que participan directa o indirec
tamente en el sistema político.
23. Picrre Rosanvallon, Le Parlement des invisibles, París, Seuit,
2014.
24. Véase raconterlavie.fr.
32 EL BUEN GOBIERNO
LA DEMOCRACIA DE CONFIANZA
i. L as fig u ra s d e l bu en go bernante
z . H a b la r v eraz
3. I ntegridad
1
EL PURO ELEGIDO
es como una planta sin semilla; se la puede cultivar cuando brota, pero
no podría reproducírsela a voluntad. Siempre la hay en cantidad sufi
ciente a todos los fines en la masa de la sociedad, pero no tiene punto
fijo; varía de continuo. Hoy aparece en un hombre, mañana en otro, y
tal vez haya visitado y abandonado sucesivamente a todas las familias
del mundo.18
EL HOMBRE-PUEBLO
tió una vez más en la fórmula mágica con estas típicas palabras ilni
gidas a las muchedumbres reunidas en los mítines:
Cuando yo los veo, cuando ustedes me ven siento algo que me díte
Chávez, ya tú no eres Chávez, tú eres un pueblo, Chávez se hizo pueblo
[...], ya yo no soy yo en verdad, ya yo no soy yo, yo soy un pueblo y
ustedes, así lo siento yo, yo me siento encarnado en ustedes, como lo
dije lo voy a repetir, tú también eres Chávez muchacha venezolana, tu
también eres Chávez muchacho venezolano, tú también eres Chávez tra
bajador, trabajadora, abuela, abuelo, tú también eres Chávez niña vene
zolana, niño venezolano tú también eres Chávez. Porque Chávez ya no
soy yo, ¡Chávez es todo un pueblo!3132
39. Tomo estas fórmulas de una de las figuras típicas de ese medio,
Franqois Bloch-Lainé, Profession. Fonctionnaire. Entretiens avec
Frangoise Corriere , París, Seuil, 1976.
40. Simón Nora, “Servir l’État: entrenen avec Marcel Gauchet”, Le
Débat, 40, mayo-septiembre de 1986, p. 102.
41. No sería difícil mostrar que se consideraban a la manera de los
“cuerpos de luz” que un Henri Franqois d’Aguesseau se había dedicado
a teorizar para hablar de la magistratura en el siglo xvii.
294 EL BUEN GOBIERNO
EL HOMBRE DE CONFIANZA
43. “Lo bastante segura para fundar sobre ella la acción práctica”,
dice Simmel, “la confianza es también un intermediario entre el saber y
el no saber acerca del otro. Quien sabe todo no necesita confiar. Quien
no sabe nada ni siquiera puede, razonablemente, confiar” (ibid.).
44. Hay que destacar aquí la necesidad de trazar una distinción
entre el papel insoslayable de la confianza entre personas, “institución
invisible” indispensable, y el de la necesaria desconfianza hacia las insti
tuciones, constitutiva de la vertiente “contrademocrática” de la activi
dad democrática.
45. B. Manin, Principes du gouvernement représentatif, op. cit., pp.
282-283, había reparado en este punto.
296 E L B U E N G O B IE R N O
Hablar veraz
UTOPÍAS Y TRAICIONES
27. Existió una indudable atracción recíproca entre los dos medios.
Los blanquistas leían a Joseph de Maistre, y más adelante Cari Schmitt
también daría testimonio de esa atracción.
28. Juan Donoso Cortés, Essai sur le catholicisme, le socialisme et le
libéralisme, París, aux bureaux de la Bibliotheque nouvellc, 1851, p.
223 |original: Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialis
mo, considerados en sus principios fundamentales, Barcelona, Rivade-
ncyra, 1851],
29. Véanse sobre este punto las penetrantes observaciones de Domi-
nique Colas, Le Léninisme. Philosophie et sociologie politiques du léni-
nisme, París, Presses Universitaires de France, 1982.
LA DEMOCRACIA DE CONFIANZA 307
vista dem ocrático .52 “Cuando los oradores se limitan a leer lo que
han escrito en el silencio de su Gabinete, ya no discuten, amplifi
can”, señalaba, y proseguía:
Integridad
les. Los delitos de algunos, con los escándalos que provocan, ali
mentan en ese ámbito la sospecha respecto de todos. La transparen
cia apunta en ese caso a aportar elementos de inform ación que
permitan limitar la constitución de nebulosas de sospecha y también
tener un efecto preventivo, al forzar a las personas en cuestión a
rendir cuentas de la estructura de su patrimonio y de las variaciones
o la índole de sus ingresos. Es una custodia pública de la integridad.
En una época en la que la existencia de cierta impotencia política se
siente intensamente como la expresión de una falta problemática de
influencia sobre la marcha del mundo, la moralidad de los dirigentes
políticos constituye en efecto un punto de referencia compensatorio
fundamental. La transparencia lleva a la práctica un control de tipo
preventivo sobre ellos.
8. Ibid., p. 1019.
9. Recordemos lo que Rousseau escribía en el libro I de Emilio, o De
la educación (1762): “Forzados a combatir la naturaleza o las institu
ciones sociales, hay que optar entre hacer un hombre o un ciudadano,
pues no se pueden hacer a la vez uno y otro”. Jean-Jacques Rousseau,
Émile, ou De l’éducation, en CEuvres com pletes , vol. 4 , París, Galli-
mard, 1969, col. “Bibliothéque de la Pléiade”, p. 248 (trad. esp.: Emi
lio, o De la educación, Madrid, Alianza, 2011, entre otras ediciones |.
10. Jbid., pp. 604-605.
11. Jean Starobinski, Jean-Jacques Rousseau. L a transparence et
l ’obstacle , París, Gallimard, 1971 [trad. esp.: Jean-Jacques Rousseau.
La transparencia y el obstáculo , Madrid, Taurus, 1983J.
12. Ibid., p. 303.
LA DEMOCRACIA DE CONFIANZA 327
INTENTOS DE DILUCIDACIÓN
papeles invertidos, esos tres universos. Es preciso por ello hacer una
distinción esencial entre una transparencia de em poderam ien to y
una transparencia d e intrusión , según que uno sea su actor o su
sujeto. Sería absurdo ponerlas en un pie de igualdad y tom ar las
amenazas que las formas de transparencia intrusiva representan
para la vida privada como pretexto para descalificar la transparen
cia democrática como instrumento de regulación de la integridad de
los hombres y mujeres de la política. En cuanto a estos últimos, no
pueden aducir un derecho a la protección de la vida privada equiva
lente al de los ciudadanos, toda vez que la parte política de su vida
personal es de orden público y no privado. Puede advertirse además
un acercam iento cada vez más marcado entre la situación de los
individuos particulares que son las celebridades y la de los persona
jes públicos-políticos.29 El cursor que regula su relación varía según
los países, pero la evolución se encauza por doquier hacia una prio-
rización del derecho del público a la transparencia por encima del
derecho de las “personalidades” a la protección de la vida privada.
Este hecho es muy notable en la evolución de la jurisprudencia de la
Corte Europea de Derechos Humanos que, de manera general, privi
legia cada vez más la libertad de información sobre la protección de
la vida privada .30
El tercer punto por dilucidar es el de la índole de la transparencia
instrumental. Esta no es simplemente del orden de una técnica de
control preventivo. Es también una forma de ejercicio de un poder
ciudadano. Esta transparencia instaura, en efecto, una disim etría
entre dos agentes, el que está sometido a una conminación vinculan
te y eJ que está en posición de observador.31 De tal modo, este últi
mo se afirma como el amo. Con el imperativo de transparencia, la
dependencia del representante respecto del representado o del
gobernante respecto del gobernado se hacen sentir ahora más direc
tamente, mucho más que en el vínculo electoral, donde la dependen
cia solo es pasajera. De hecho, con las obligaciones de transparencia
41. Sobre este punto, véase Jacques Chiffoleau, “Le crime de majes-
té, la politique et l’extraordinaire: note sur les collections érudites de
procés de lése majesté du xvii siécle et leurs exemples médiévaux”, en
Yves-Marie Bercé (comp.), Les Procés politiques, xiv-xvn siécle, Roma,
École franca ise de Rome, 2007, pp. 557-662.
42. Véase Christopher P. Jones, “Stigma: tattooing and branding in
Graeco-Roman Antiquity”, The Journal o f Román Studies, 77, 1987,
pp. 139-155.
340 EL BUEN GOBIERNO
nes eran “los más dignos de la confianza pública ” .47 De tal modo,
las nociones de confianza y dignidad quedarían asociadas de manera
permanente en el corazón de la concepción política revolucionaria.
Los representantes indignos eran quienes habían “traicionado la
confianza de sus com itentes”. Esta categoría fundamental de la
indignidad política estaría en el centro de muchos debates durante
esa época, si bien sería difícil de codificar .48 El proyecto de código
penal de 1791 establecería así la degradación cívica para reprimir
las infracciones que se estimaban más graves a la vida común, y en
primer término los abusos de confianza pública. El de 1810 confir
maría esa pena .49 Se preveía el traslado del condenado al lugar
público donde sesionaba la corte y que el secretario le dirigiera en
voz alta estas palabras: “Vuestro país os ha encontrado convicto de
una acción infame; la ley y el tribunal os degradan de la condición
de ciudadano francés ” .50 Al parecer, fueron pocos los representantes
elegidos condenados a esta pena en el siglo x ix . En cuanto a la pri
vación de los derechos cívicos, fue durante mucho tiempo una pena
com plem entaria que acom pañaba ciertas condenas penales. La
espectacular degradación del capitán Dreyfus, incluida la rotura de
su espada en el patio de la Escuela M ilitar el 5 de enero de 1 8 9 5 ,
haría revivir por su parte, de manera aislada, el antiguo ceremonial
del deshonor debido a la exclusión de un cuerpo (sin que, por lo
demás, se precisaran sus fundamentos jurídicos).
La noción de indignidad n acional tendría en Francia un espectacu
lar retorno sobre todo al término de la Segunda Guerra Mundial. La
idea de sancionar los hechos de colaboración pasiva, es decir de ayu
da venial y moral al ocupante alemán, había madurado durante la
(C o n clu sió n )
La primera revolución democrática se organizó en torno de la
conquista del sufragio universal. Quería con ello hacer del ciudada
no elector el principal agente de la plasmación de la soberanía del
pueblo. Esta revolución está ahora detrás de nosotros, a pesar de
que algunos países aún la esperan. Pero distó mucho de producir
todos los efectos que se descontaban. Las palabras que Flaubert atri
buía en 1848 a un personaje de L a educación sentim ental : “Ahora,
con el sufragio universal, seremos felices”, nos parecen hoy casi risi
bles. Esta historia también fue, en efecto, la de un desencanto conti
nuo .1 Durante dos siglos las sociedades no dejaron, en consecuencia,
de buscar los medios de corregir las fallas y las perversiones que lo
alimentaban. Hoy hemos llegado al final del ciclo de esta explora
ción. Modificación de los modos electorales, mejora de la represen-
tatividad de los elegidos, implementación del principio de paridad,
limitación de la acumulación de mandatos, participación de los ciu
dadanos en la elección de los candidatos, introducción de elementos
de democracia directa o participativa: la lista de correctivos y palia
tivos está establecida desde hace tiempo. Estos tuvieron efectos posi
tivos cuando se los llevó a la práctica. Y todavía queda mucho por
hacer en este terreno para luchar contra las formas persistentes de
confiscación de la expresión ciudadana, ya se trate por ejemplo del
papel del dinero en las campañas, del predominio de los aparatos de
los partidos en la gestión del proceso electoral e incluso de la persis-