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REPRESAS HIDROELÉCTRICAS EN LOS ANDES VENEZOLANOS:

PROBLEMÁTICA AMBIENTAL, CRISIS ENERGÉTICA Y ENERGÍAS
ALTERNATIVAS

Article · January 2018

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3 authors:

Enrique La Marca Marelis Arriojas

University of the Andes (Venezuela) Freelance
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Francisco Silva Costa

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 ARTÍCULO DE REVISIÓN
CIENCIAS BÁSICAS
Y TECNOLOGÍA
Saber, Universidad de Oriente, Venezuela. Vol. 30:582-598. (2018)
ISSN: 2343-6468 Digital / Depósito Legal ppi 198702SU4231 ISSN: 1315-0162 Impreso / Depósito Legal pp 198702SU187

REPRESAS HIDROELÉCTRICAS EN LOS ANDES VENEZOLANOS:

PROBLEMÁTICA AMBIENTAL, CRISIS ENERGÉTICA
Y ENERGÍAS ALTERNATIVAS
HYDROELECTRIC DAMS IN THE VENEZUELAN ANDES: ENVIRONMENTAL PROBLEMS,
ELECTRIC ENERGY CRISIS AND ALTERNATIVE ENERGIES

ENRIQUE LA MARCA1, MARELIS ARRIOJAS2, FRANCISCO COSTA3

1
Universidad de Los Andes, Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales, Escuela de Geografía, Laboratorio de Biogeografía, Mérida,
Venezuela, 2Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas - IVIC, Punto Fijo, Venezuela, 3Universidade do Minho, Campus de Azurém,
Departamento de Geografía, Guimarães, Portugal
E-mail: enrique.lamarca@gmail.com

RESUMEN

Las represas hidroeléctricas conforman un importante componente de la generación eléctrica en Venezuela. No

obstante, el sector eléctrico atraviesa una crisis energética importante debido a malas políticas, poca inversión y
falta de mantenimiento de las centrales generadoras de electricidad. Se analizan las centrales hidroeléctricas
andinas dentro del contexto nacional y se identifican los principales problemas ambientales y energéticos en el
área. Se presentan una serie de alternativas de energías renovables para afrontar la crisis.

PALABRAS CLAVE: Embalses, gestión, impacto ambiental, energía hidroeléctrica, energías renovables.

ABSTRACT

Hydroelectric dams are an important component of electricity generation in Venezuela. However, the electricity
sector is undergoing through a crisis of great importance due to bad policies, little investment and lack of
maintenance of facilities generating electricity. In this study, the Andean hydroelectric plants are analyzed
within the national context and the main environmental and energy problems in the area are identified. A series
of renewable energy alternatives are presented to face the crisis.

KEY WORDS: dams, management, environmental impact, hydroelectric energy, renewable energies.

INTRODUCCIÓN Los Andes están en segundo lugar, después

El sistema hídrico constituye uno de los
recursos naturales renovables de mayor
importancia de Venezuela. Las condiciones
geográficas e hidrológicas excepcionales, sobre
todo al sur del río Orinoco y en menor grado en
la región andina, han propiciado la construcción
de represas con el propósito de generar energía
eléctrica (Córdova Rodríguez y González
Sanabria, 2007). En función de la capacidad
instalada en estas represas, el país ha sido
reconocido como uno de los principales
productores de hidroelectricidad (noveno a nivel
mundial y segundo a nivel latinoamericano)
(Pietrosemoli de Dikdan y Rodríguez-Monroy,
2016). De igual manera, Venezuela ocupa el
primer lugar como mayor consumidor de energía
per cápita de América Latina (4.179 kW/h por
habitante), por encima de países como Chile
(3.393 kW/h); Argentina (2.860 kW/h), Uruguay
(2.750 kW/h), Brasil (2.317 kW/h), México
(1.999 kW/h), Ecuador (1.575 kW/h) y Colombia
(1.331 kW/h) (CORPOELEC 2016). No
obstante, en los últimos años, el país ha
experimentado la disminución más grande de
generación eléctrica a nivel mundial (BP 2017).
de la Guayana venezolana, en términos de
generación de hidroelectricidad en el país. Sus
ambientes montañosos están surcados de
numerosos ríos que tienen su origen en elevados
páramos y bosques montanos húmedos. El
abundante recurso hídrico se ve favorecido por la
alta nubosidad y precipitaciones en la región,
temperaturas bajas a moderadas, alta capacidad
de retención de humedad por la vegetación y los
suelos, e índices de evaporación relativamente
bajos. El componente hídrico andino destaca por
aportar la mayor cantidad de agua al río Apure
(importante afluente del río Orinoco) y a la
cuenca del Lago de Maracaibo (Vivas 1992).
El objetivo de este trabajo fue hacer una
revisión documental de las represas hidráulicas
en los Andes de Venezuela en asociación con su
problemática ambiental, identificar la crisis de
energía eléctrica en Venezuela, y vislumbrar
alternativas dentro del concierto de generación de
la energía eléctrica en este país.
SISTEMA HIDROELÉCTRICO EN
VENEZUELA
En términos de generación de electricidad, la

Recibido: julio 2018. Aprobado: julio 2018.

Versión final: agosto 2018.
582
 LA MARCA et al.

hidroenergía representa el 64% del total encuentra en la región de Guayana, en la cuenca

producido en Venezuela. La potencia baja del río Caroní (estado Bolívar), con una
hidroeléctrica instalada en el país ha venido cadena de embalses que aportan poco más del
sufriendo una merma considerable en el 60% de la demanda de Venezuela. El segundo
componente nacional de generación eléctrica con núcleo se encuentra en la región andina. Se
una reducción a tan solo un 49% de los 24.000 estima que en conjunto produzcan 16.229 MW
megavatios (MW) de potencia instalada, del cual (Fig. 2), aunque no toda la potencia está
solo está disponible el 43,9% (Gómez 2015). disponible; por ejemplo, varias de las turbinas de
la central de Gurí se encuentran en proceso de
Actualmente, la generación hidroeléctrica en reconstrucción, al igual que ocurre con las
Venezuela presenta dos núcleos bien turbinas de la central José Antonio Páez en el río
diferenciados de centrales generadoras de gran Santo Domingo (estado Mérida).
potencia (Fig. 1). El primero de estos núcleos se

Figura 1. Ubicación de los complejos hidroeléctricos más importantes de Venezuela: (1) Bajo Caroní, (2) José Antonio
Páez o Santo Domingo; (3) Uribante-Caparo; (4) Masparro-Boconó-Tucupido.

Figura 2. Ubicación y potencia instalada (en MW) de las principales centrales hidroeléctricas en Venezuela [fuente de
datos: Gómez y Sánchez (2008), Gómez (2015) y Ballesteros (2016)].

Saber, Universidad de Oriente, Venezuela. Vol. 30: 582-598. (2018)

583
 Represas hidroeléctricas en los Andes venezolanos…
El potencial de generación para todo el país
es mucho mayor. Para el año 1985, el extinto
Ministerio del Ambiente y de los Recursos
Naturales Renovables presentó un Inventario
Nacional del Potencial Hidroeléctrico (INPH),
tras inventariar 55 cuencas, e identificó alrededor
de 400 sitios posibles de aprovechamiento
hidroeléctrico con una energía media anual de
155.000 MWh (Gómez 2015).
REPRESAS HIDROELÉCTRICAS EN LOS
ANDES VENEZOLANOS
A pesar que en los Andes venezolanos existen
diversos embalses, como los de Yacambú (en el
estado Lara), Agua Viva (estado Trujillo), Onia y
Santo Domingo (estado Mérida), Masparro y
Boconó-Tucupido (estados Barinas y que solo un 6,3% de la cuenca puede soportar
Portuguesa), Uribante y Caparo-Camburito
(estados Táchira y Mérida), solo cinco han sido
aprovechados para generar electricidad. Estos
embalses forman parte de los complejos
hidroeléctricos José Antonio Páez, Leonardo
Ruíz Pineda y Boconó-Tucupido-Masparro.
(I) Complejo Hidroeléctrico José Antonio
Páez
El Complejo Hidroeléctrico José Antonio
Páez, conocido también como Represa Santo
Domingo, está ubicado en el sitio de confluencia
de los ríos Santo Domingo, Pueblo Llano y
Aracay, a un lado de la carretera trasandina entre
La Mitisús y Barinitas, en la parroquia Las
Piedras, municipio Cardenal Quintero del estado
Mérida, cerca de la población de Santo Domingo
(Gómez y Sánchez 2008, Doreste 2014). El agua
del embalse es conducida por un túnel de unos 14
km de largo y unos 3 m de ancho hasta la planta
generadora en Altamira de Cáceres, en el estado
Barinas.
Todo este sistema hidroeléctrico se apoya en
un embalse construido entre los años 1970 y
1973 (Fig. 3). El mismo ocupa una superficie de
12 ha, con un volumen útil de 2,6 millones de
m3. Originalmente estaba contemplado para
generar 80 MW de potencia eléctrica, aunque
desde marzo de 2017 la planta no produce
energía por avería en sus turbinas (Angulo 2018).
El río Santo Domingo fue represado en una
garganta profunda a partir de la desembocadura
del río Aracay y frente a los poblados de Las
Piedras y La Mitisús (Valbuena Gómez 2009).
Los afluentes que alimentan el embalse
provienen de elevadas montañas en la Sierra de
Santo Domingo y en la Sierra de La Culata. La
cuenca alberga principalmente unidades
ecológicas de bosque nublado y páramo. La
Saber, Universidad de Oriente, Venezuela. Vol. 30: 582-598. (2018)
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precipitación promedio anual en toda la cuenca
es de 1.400 mm (Córdova et al. 2016) y posee un
patrón de tipo biestacional, con meses húmedos o
lluviosos desde abril hasta octubre y
precipitaciones máximas que superan los 200
mm entre los meses de junio y septiembre. Los
meses secos con una precipitación menor a los
100 mm se desarrollan desde noviembre a marzo,
con un mínimo de precipitación en enero
(Doreste 2014).
El área destinada al uso agrícola representa el
17,5% del total de la cuenca. En
aproximadamente 4.600 ha se está llevando a
cabo actividad agrícola en suelos no aptos para
dicho fin (Artigas 2014). Existe un conflicto de
uso del suelo por malas prácticas agrícolas, ya
siembras bajo criterios conservacionistas; sin
embargo, el uso agrícola actual representa un
11,2% de la superficie de la cuenca, lo que trae
como consecuencia una degradación del recurso
suelo y un aumento en la producción de
sedimentos (Córdova et al. 2016).
(II) Complejo Hidroeléctrico Leonardo Ruíz
Pineda
El Complejo Hidroeléctrico Leonardo Ruiz
Pineda, mejor conocido como Uribante-Caparo,
se ubica en el piedemonte andino-llanero entre
los estados Barinas, Táchira y Mérida, y recoge
las aguas del sistema fluvial Uribante-Doradas:
Agua Linda-Doradas, Doradas-Camburito y
Camburito-Caparo (Barbonaglia S/F). La
electricidad que se genera allí es transmitida
hacia el sistema eléctrico occidental y el sistema
interconectado nacional de Venezuela (Gómez y
Sánchez 2008).
Este complejo se apoya en un sistema de
cuatro presas construidas entre 1980 y 1986 que
dan origen a tres embalses y que ocupan una
superficie de 2.000 ha. Los principales ríos que
sirven de soporte al sistema son Uribante,
Doradas, Caparo y Camburito (Valero 2009). Los
planes originales contemplaban la construcción
de tres estaciones hidroeléctricas, alimentadas
por los tres embalses de donde se transportaría
las aguas por túneles, y tendría una capacidad
instalada de 1.260 MW y una producción de
energía media anual de 4.400 GW/h. El proyecto
total se esperaba que generara el 3% del total
nacional de energía hidroeléctrica (Vivas 1992,
Valero 2009). La inoperatividad o inexistencia de
algunas estaciones contribuye con el
racionamiento frecuente que se presenta en la
región y afecta la disponibilidad de un volumen
importante de energía y potencia que debe ser
transmitido a otras regiones de Venezuela.
 LA MARCA et al.

Figura 3. Embalse y presa Santo Domingo, en el Complejo Hidroeléctrico José Antonio Páez (fotografía de Enrique La
Marca).

Las Centrales Hidroeléctricas contempladas Colorada (en fase de proyecto), Embalse

originalmente son tres:
(1) Central hidroeléctrica Leonardo Ruiz
Pineda, San Agatón, Embalse Uribante o La
Honda, con dos turbinas tipo Pelton y una
capacidad instalada de 300 MW (Fig. 4).
(2) Central Hidroeléctrica Las Cuevas o La
Doradas, con dos turbinas tipo Francis y una
capacidad instalada de 460 MW.
(3) Central Hidroeléctrica Borde Seco-La
Vueltosa, Embalse Camburito-Caparo, con tres
turbinas tipo Francis y una capacidad instalada
de 540 MW.

Figura 4. Embalse La Honda, en el Complejo Hidroeléctrico Leonardo Ruiz Pineda o Uribante-Caparo (fotografía de
Enrique La Marca).

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 Represas hidroeléctricas en los Andes venezolanos…
De las tres centrales hidroeléctricas, solo está
en funcionamiento la de San Agatón, del
Desarrollo I, la cual presenta fallas recurrentes.
El Desarrollo II (Doradas-Camburito) está
conformado por la presa Las Cuevas, su túnel de
trasvase y la Central Hidroeléctrica Las
Coloradas. Este complejo no está desarrollado, lo
cual limita la energía disponible en la otra central
finalizada (La Vueltosa) al no recibir ésta el
volumen de agua que se trasvasaría a través de
Figura 5. Embalse La Vueltosa y presa sobre los ríos Camburito y Caparo, en el Complejo Hidroeléctrico Uribante-
Caparo (fotografía vía Jaque Mate TV).
La cuenca alta del rio Uribante está bajo un
fuerte y acelerado proceso de intervención a
través de actividades agro-pastoriles que ha
provocado la desaparición masiva de la cobertura
boscosa, erosión de los suelos y alteración en la
calidad de las aguas que comprometen el
Complejo Hidroeléctrico Uribante-Caparo por el
alto aporte de sedimentos generados aguas arriba.
La tasa media de pérdida de suelo es alta, con
193,39 Mg/ha/año, siendo la erodabilidad del
suelo el factor de mayor influencia, seguido por
el factor climático (Márquez et al. s/f ).
(III) Complejo Hidroeléctrico Boconó-
Tucupido-Masparro
Este complejo consta de tres embalses que
abarcan un área de 450.000 ha y dos centrales
hidroeléctricas entre los estados Portuguesa y
Barinas (Aquino 1979).
(1) La Central Hidroeléctrica Juan Antonio
Saber, Universidad de Oriente, Venezuela. Vol. 30: 582-598. (2018)
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un túnel y que pasaría por las turbinas en la
central Las Coloradas. El desarrollo III, cuya
construcción finalizó hace más de 25 años, está
integrado por las presas Borde Seco y La
Vueltosa sobre los ríos Camburito y Caparo (Fig.
5); sin embargo, la central hidroeléctrica allí
instalada aún no está operativa y se desconoce la
fecha de entrada en operación (Gómez 2015).
Ambas presas generan un potencial
hidroeléctrico de 514 MW (Pino 2011).
Rodríguez Domínguez es alimentada por el
embalse Boconó-Tucupido y está ubicada entre
los municipios San Genaro de Boconoíto y
Guanare del estado Portuguesa y el municipio
Alberto Arvelo Torrealba del estado Barinas. La
mayor porción corresponde al estado Portuguesa.
Los afluentes directos son el río Boconó y el río
Tucupido, que aportan su caudal a los embalses
homónimos. La represa, también denominada
embalse La Coromoto, se considera un sistema
de embalses porque se construyó un canal de
trasvase que permite adicionar volumen del
embalse Boconó al Tucupido (Briceño 2014).
La planta hidroeléctrica está ubicada en el
sector Peña Larga (Fig. 6), de ahí que la misma
originalmente recibiera también ese nombre. El
proyecto de represamiento de los ríos Boconó y
Tucupido se inició en la década de 1950 y no fue
sino hasta 1983 que se construyó la Presa
Boconó, el aliviadero y la tubería forzada de la
Central con las válvulas de riego. Más tarde se
 LA MARCA et al.
concluyó la Presa Tucupido y se inició la
construcción de la casa de máquinas, montaje de
las unidades generadoras, el edificio
Figura 6. Central hidroeléctrica Juan Antonio Rodríguez, en el embalse Boconó-Tucupido (fotografía vía Mapio.Net).
La Central Hidroeléctrica fue puesta en
servicio en noviembre de 1986. En 1987, le fue
cambiado el nombre a Central Hidroeléctrica
Juan Antonio Rodríguez Domínguez (Briceño,
2014). En sus comienzos solamente entraba en
funcionamiento en horas pico de demanda
eléctrica, por no contar con las condiciones ni la
tecnología para la distribución eficaz del servicio
(Abrebrecha 2008, CORPOELEC 2017). La
Central aporta 30 MW que favorecen la
estabilización de los niveles de tensión en el
sistema suroccidental de Venezuela
(CORPOELEC 2017).
La planta hidroeléctrica cuenta con dos
turbinas de capacidad instalada de 40 MW cada
una, que están totalmente disponibles en la
actualidad. Junto con la planta generadora de la
Central Masparro, es la única de la región andina
cuya capacidad disponible iguala a la capacidad
instalada (Ballesteros 2016).
(2) Central Hidroeléctrica Manuel Palacio
Fajardo, alimentada por el embalse Masparro y
ubicada en el municipio Cruz Paredes del estado
Barinas, cerca de la localidad de Barrancas. Este
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administrativo y la carretera de acceso desde
Puente Páez hasta la Subestación Peña Larga.
es un humedal artificial de importancia para la
región de los Llanos occidentales de Venezuela.
Fue construido para el riego de tierras agrícolas,
control de crecidas e inundaciones, recreación y
contemplaba desde un principio la posibilidad de
generar energía eléctrica (Duque Ramírez y
Sandoval Molina 2001).
La represa abarca un área de 45.000 ha, y se
encuentra aproximadamente 2 km aguas arriba
del puente sobre el río Masparro en la vieja
carretera nacional Barinas-Guanare (Troncal 5), a
40 km de la ciudad de Barinas y a 8 km del
puente Páez sobre el río Boconó (Aquino 1979,
Duque Ramírez y Sandoval Molina 2001).
La construcción de la planta generadora de
electricidad (Fig. 7) comenzó en junio de 2005 y
la misma fue inaugurada en mayo de 2009.
Consta de dos turbinas tipo Francis de 12,5 MW
c/u, línea de transmisión y la subestación
Masparro. La planta beneficia directamente a
unas 55.000 personas, cubriendo la demanda de
sectores residenciales, industriales y agrícolas de
la zona (Portal Barinas 2009, CORPOELEC
2018a).
 Represas hidroeléctricas en los Andes venezolanos…
Figura 7. Central Hidroeléctrica Manuel Palacio Fajardo, alimentada por el embalse Masparro, Masparro (fotografía
CORPOELEC).
PROBLEMÁTICA AMBIENTAL
ASOCIADA CON LAS REPRESAS
HIDROELÉCTRICAS ANDINAS
Las represas son elementos tecnológicos que
tienen repercusiones ambientales de diversa
índole. Los daños que estas causan en los ríos,
las cuencas hidrográficas y los ecosistemas
aledaños han sido ampliamente documentados.
Generalmente estos vienen acompañados de la
pérdida de especies y hasta de ecosistemas
enteros. Con la construcción de las represas se
degradan los ecosistemas terrestres y acuáticos;
de esta manera se han perdido en todo el mundo
por lo menos 400.000 km2 de ecosistemas
ribereños (Kopas y Riaño Puentes 2009).
En Venezuela existen más de 80 embalses
que sirven no solo para abastecimiento del
recurso agua a poblaciones sino también para
riego y control de inundaciones (Fig. 8). La
mayoría de estos emplazamientos podría tener
pequeñas centrales para la generación
hidroeléctrica cuya energía podría incorporarse a
una red de distribución local o regional. Sin
embargo, los costos del impacto ambiental
podrían ser muy altos, a juzgar por la experiencia
regional como la han descrito varios autores:
(1) Ocupación de tierras de uso residencial y
áreas potencialmente útiles para las actividades
agrícolas. En la sub-cuenca del río Puya se
construyó una presa de 140 m sobre el río en el
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sitio denominado La Honda, para suplir la central
San Agatón aguas abajo, lo cual generó un
embalse con una superficie de 2.000 ha y un
volumen de 775 millones de m3. Al concluirse en
1987, el embalse cubrió totalmente el fondo del
valle hasta la cota de 1.100 m.s.n.m., afectando
de esta manera los sectores bajo uso agrícola y
residencial donde estaba la villa de Potosí, capital
del municipio del mismo nombre que
desapareció al llenarse este reservorio artificial
(Rengel-Avilés y Marvez 1997).
(2) Desplazamiento de la agricultura hacia
otras áreas, donde las malas prácticas propician
pérdida de vegetación, erosión de los suelos y
contaminación de las aguas. Si ocurre aguas
arriba de los embalses, las actividades agrícolas
generan sedimentos a través de procesos erosivos
que contribuyen con la colmatación de las
represas. Este ha sido el caso en la cuenca del río
Santo Domingo, que se ha potenciado por la
presencia del Sistema de Fallas de Boconó. Una
alta producción de sedimentos a la larga causa
una significativa reducción de la capacidad de
almacenamiento del embalse e incluso daña las
turbinas, con el consiguiente impacto negativo en
la generación de energía hidroeléctrica (Córdova
et al. 2016).
(3) Pérdida de suelos. En el caso del
Complejo Hidroeléctrico Leonardo Ruiz Pineda,
la remoción de material para la construcción de
las presas La Vueltosa y Borde Seco provocó la
 LA MARCA et al.
consecuente destrucción de la vegetación y la
pérdida total de los suelos en los sitios de
extracción con el consiguiente aporte de gran
cantidad de sedimentos a la presa (Florida y
Florida 2005).
(4) Afectación de las comunidades humanas
cercanas. Durante el llenado del embalse
Camburito-Caparo se afectaron las poblaciones
humanas de Santa María de Caparo, Punta de
Piedra y El Cantón, que dependían
económicamente de los recursos ictícolas de los
afluentes fluviales (Peña y Quevedo 2001). Las
comunidades aguas abajo del río Boconó
estuvieron sin agua durante tres meses cuando
este fue represado (ni una gota aguas abajo
durante el llenado de la represa) y el impacto
sobre el ecosistema fue inmediato: pérdida
innecesaria de peces así como comunidades de
personas que soportaron escasez hídrica
(Fernández del Valle y Taphorn 1984). Un
estudio previo (Chapman 1980) ya había
advertido que la construcción de los canales y
presas en el área de los embalses Boconó-
Tucupido y Masparro podría tener un efecto
nocivo sobre la pesca y la estabilidad económica
de la región.
(5) Repercusión negativa sobre la
reproducción y desove de la fauna dulceacuícola.
La utilización de las aguas para la generación de
electricidad por intermedio de turbinas genera
alteraciones en parámetros tales como la
temperatura, lo cual afecta la reproducción de los
peces aguas abajo. El represamiento de las aguas
hace perder lugares estratégicos para la
reproducción y desove de ciertos peces y reptiles.
Destaca el caso, durante la construcción del
embalse Boconó-Tucupido, de la disminución
drástica de una población de caimanes del
Orinoco (Crocodylus intermedius) (Fernández
del Valle y Taphorn 1984).
(6) Disrupción de los procesos migratorios de
los peces. Los peces migratorios están
imposibilitados de franquear el obstáculo que
representa toda represa que no cuenta con
escalones o vías alternas para su paso, lo que a la
larga limita mucho las pesquerías al impedir su
normal reproducción y alimentación. Aún
represamientos de pequeña elevación pueden ser
barreras importantes; por ejemplo, la presa sobre
el río Guanare (estado Portuguesa) puede ser un
factor principal en la desaparición de la pesca en
aquella zona (Fig. 9); es dramático ver como
miles de peces tratan de saltar la pequeña presa
en época de ribazón, estrellándose contra el
concreto. Los lugareños aprovechan la situación
y no los pescan, sino que los sacan a palos y
piedras (Fernández del Valle y Taphorn 1984).
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(7) Inmigración humana y destrucción de la
cobertura vegetal en áreas aledañas. El desarrollo
de algunas represas, como la de Uribante-Caparo,
ha propiciado el desplazamiento y
establecimiento de poblaciones humanas en áreas
previamente boscosas, lo cual ha traído como
consecuencia grandes niveles de deforestación y
aporte de sedimentos a los embalses. Un estudio
multitemporal (Pino 2011) mediante la
interpretación de imágenes satelitales de los años
1990 y 2008 mostró que la extensión de tierra
donde se ubica el Parque Nacional Tapo-Caparo
tuvo una reducción de 15.657 ha de bosques en
tan solo 18 años. Al aumentar la tala y la quema
de los bosque para establecer pastos y cultivo sin
protección permanente de cobertura vegetal,
aumentó también las áreas desprovistas de
vegetación en unas 2.363 ha (Pino 2011).
(8) Contribución al cambio climático. Todas
las represas contribuyen con la emisión de gases
de efecto invernadero que contribuyen con el
calentamiento global, pues la descomposición y
putrefacción de la biomasa emite grandes
volúmenes de dióxido de carbono y de metano,
los dos gases del efecto invernadero más
importantes. En algunos casos puede haber
aportes orgánicos colaterales que incrementen la
contribución de emisión de gases de tipo
invernadero en las represas, como en el caso del
aporte de lixiviados del basurero del pueblo de
Motatán, estado Trujillo, que terminan llegando
al embalse de Agua Viva (Mendoza 2015).
(9) Contribución a la sismicidad local. No se
han hecho estudios para los Andes venezolanos,
aunque sería interesante evaluar represas
profundas, como la de Boconó-Tucupido (con
una profundidad de 150 m), ya que grandes
embalses pueden producir, por alta presión del
agua y disminución del rozamiento entre las
superficies de las rocas subterráneas, la
activación de fallas tectónicas. En febrero de
2018 hubo deslizamientos en el canal de
descarga de la casa de máquinas y la base de la
subestación en la Presa del Embalse Masparro.
Se ignora la causa de este evento que afectó la
producción de 22 MW (CORPOELEC 2018b),
pero de otros lugares del mundo se conoce que
presas profundas contribuyen con sismos y
deslizamientos (Gupta 2002). Diferentes estudios
en el mundo corroboran que solo un pequeño
porcentaje de represas inducen sismicidad, sobre
todo cuando el área donde están ubicadas está ya
bajo estrés tectónico casi crítico; sin embargo, es
oportuno recalcar que bajos niveles de sismicidad
natural no necesariamente implican un menor
riesgo de sismicidad inducida (Assumpção et al.
2002).
 Represas hidroeléctricas en los Andes venezolanos…

Figura 8. El embalse "Ing. Víctor Martín Elvira" (represa Onia ), estado Mérida, controla inundaciones durante la
temporada de lluvias (aquí se aprecia en la época seca). Fotografía de Enrique La Marca.

Figura 9. Las represas de los embalses, como esta sobre el río Masparro, constituyen una barrera importante para el
desplazamiento de peces, e inundan áreas anteriormente ocupadas por diversas especies, afectando su distribución y
ecología. Fotografía de Enrique La Marca.

CRISIS DE ENERGÍA ELÉCTRICA condicionado “crisis de energía eléctrica”; es

EN VENEZUELA
El sistema eléctrico de Venezuela cubre más
del 97% de toda la población. Este servicio se ha
visto en el presente siglo amenazado por
constantes fallas en el sistema que han
decir, interrupciones en el flujo normal del fluido
eléctrico que afecta a la totalidad de la población
en su bienestar general y a las industrias y
actividades económicas de la Nación (Lara et al.
2010).

Saber, Universidad de Oriente, Venezuela. Vol. 30: 582-598. (2018)

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 LA MARCA et al.
Venezuela tenía para finales de 2009 una
capacidad instalada de generación eléctrica de
aproximadamente 23.670 MW, de los cuales un
62% (14.630 MW) correspondían a las represas
hidroeléctricas y un 38% (9.040 MW) al parque
termoeléctrico. Al cierre del año 2009 el
consumo de energía era de 123.000 GW/hora,
con una demanda máxima histórica de 17.300
MW (Lara et al. 2010). La demanda de energía
es cada vez mayor; por ejemplo, de 1998 a 2009
aumentó cerca del 60%, lo cual representa unos
6.500 MW adicionales, aunque solo se pusieron
en servicio 4.000 MW que no estaban operativos
en su totalidad (Lara et al. 2010). Parte de la
crisis de energía viene por fallas en la
planificación, mantenimiento e inversión y
formación de personal calificado en el sector
eléctrico nacional.
La demanda máxima de electricidad actual en
Venezuela se sitúa cerca de 14.000 MW, nivel
muy por debajo a todas las estimaciones de
demanda que se formulaban hace unos cinco
años, cuando los escenarios más conservadores
estimaban una demanda superior a 18.000 MW
para 2017 (Guevara Baro 2017). Actualmente lo
que alimenta la generación hidroeléctrica es casi
el 80% de la demanda, cuando antes era el 60%,
y eso es porque el parque termoeléctrico no está
completamente operativo (Los #Sinluz 2018).
Las crisis de energía se ve potenciada durante
los períodos de sequía cuando disminuye el nivel
de las represas y cuando bajo esas circunstancias
las plantas son adicionalmente puestas a trabajar
sobre su capacidad. Por ejemplo, en el año 2009
hubo un 15% menos de aporte de agua a la presa
Guri, en la región de Guayana, que a su vez se
sumó a un incremento de más del 25% del
promedio anual de “turbinación” debido a que no
se contó con la oferta energética de plantas
termoeléctricas que no fueron concluidas cuando
estaba planificado. Situaciones como esta ya
habían sido predichas en 2001 y durante la crisis
energética de 2002-2003. Por su parte, el
Embalse Uribante-Caparo experimentó a
comienzos de junio de 2009 el nivel más bajo
desde el inicio de sus operaciones en el año 1987,
con la consecuente crisis de energía (Cárdenas
2010). Crisis energéticas adicionales se
suscitaron también durante los años 2010 y 2015.
Por último, en los últimos 18 años no se
realizaron obras que incrementaran la generación
eléctrica en Venezuela al promedio requerido
inter anual de 1.200 MW (Lara et al. 2010).
La situación actual de las represas
hidroeléctricas en los Andes de Venezuela es
sumamente grave. La Central José Antonio Páez
no está produciendo electricidad (Angulo 2018,
Saber, Universidad de Oriente, Venezuela. Vol. 30: 582-598. (2018)
591
Arias 2018). La presa La Vueltosa solamente
tiene instalada una turbina, mientras otra está en
reparación y una tercera nunca se instaló, debido
a que no se hicieron los trabajos de obras civiles
necesarios para ponerla en funcionamiento. La
Central Hidroeléctrica Peña Larga no trabaja a su
completa capacidad y la Central Hidroeléctrica
Masparro no está produciendo ningún megavatio
para el sistema eléctrico nacional (Arias 2018).
El actual ministro de Energía Eléctrica afirmó en
marzo de 2018 que una fuerte sequía estaba
afectando los niveles de las hidroeléctricas San
Agatón (Táchira), Masparro (Apure) y Peña
Larga (Barinas) y concluyó que “de 1.100 MW,
solo estamos generando 150 MW, que incide
negativamente en el servicio de energía eléctrica
en los estados suroccidentales” (Versión Final
2018).
Ante este tipo de problemas, deberían estar
disponibles otros tipos de centrales generadoras
para paliar las deficiencias de electricidad.
Lamentablemente la realidad es otra. La Planta
Táchira, de tipo convencional de turbina a gas y
con capacidad para 250 MW, no está trabajando
a plena capacidad ya que sólo se encuentra activa
una sola turbina. De los 35.000 MW de las
centrales termoeléctricas instaladas en el país, a
duras penas hay disponibilidad entre 10.500 y
11.000 MW, lo cual es aproximadamente la
demanda que tenía todo el país a principios de
los años 80 del siglo pasado.
Las plantas termoeléctricas de Santa Inés y
Termo Barrancas, al igual que muchas otras en
Venezuela, no están trabajando por problemas de
combustible. Guanape I y Guanape II no están
aportando ningún megavatio porque se
encuentran completamente apagadas (Arias
2018). La planta termoeléctrica Don Luis
Zambrano, cerca de El Vigía, estado Mérida,
debería operar con gas para una mayor eficiencia,
pero ante sus costos mayores y escasez por la
caída en la producción de petróleo y la baja
capacidad operativa de las refinerías, está
generando con diésel (El Estímulo 2018).
La actual escasez de combustible para la
puesta en marcha de estos equipos complica aún
más el panorama. El sector eléctrico está plagado
de problemas de mantenimiento, escasez de
combustible y desinversión; es por ello que en el
suroccidente del país existen actualmente tantos
problemas de energía.
A continuación se enumera, siguiendo a Lara
et al. 2010, algunas de las posibles causas de la
crisis energética nacional:
(1) Atrasos en la construcción de plantas
 Represas hidroeléctricas en los Andes venezolanos…
termoeléctricas o, cuando se construyen, estas
generan la mitad o menos de su capacidad total.
Al no acometerse nuevos proyectos de
generación térmica se dificulta el necesario
balance hidrotérmico que soporte los criterios de
operatividad bajo los cuales se diseñó el
Complejo Hidroeléctrico del Guri.
(2) La no recuperación del parque turbo gas
que administraba CADAFE (Compañía de
Administración y Fomento Eléctrico) y hoy a
cargo de CORPOELEC (Corporación Eléctrica
Nacional, S.A.).
(3) Abandono del mantenimiento de Planta
Centro, la mayor central termoeléctrica de
Venezuela. Falta de mantenimiento preventivo y
correctivo y fallas operativas, aunado a falta de
inversión necesaria para la conversión a gas de
todas sus unidades. El grado de deterioro actual
muy probablemente hace inviable su
recuperación. Existieron momentos críticos en
los cuales la totalidad de las cinco turbinas se
paralizaron simultáneamente.
(4) Durante los últimos 20 años no se ha
construido ampliaciones significativas de la red
troncal a muy alta tensión (400 y 800 kilovoltios)
que transporta electricidad desde el bajo Caroní
hasta el Oriente, el Centro-Norte y el Occidente
de Venezuela. Este sistema funciona actualmente
por encima de sus límites normales de operación.
(5) Problemas asociados con la mala
facturación y ausencia de cobros, así como los
robos en las líneas de baja tensión y cableado en
general.
(6) Otorgamiento de ayudas por centenares a
miles de millones de dólares para el sector
eléctrico de otros países como: Cuba, Nicaragua,
Bolivia, Haití.
En los Andes el racionamiento de la energía
eléctrica viene ocurriendo desde hace años,
mucho antes de la actual crisis de energía. Para la
incorporación de mayor energía eléctrica al
sistema regional andino, que a su vez alimentaría
al sistema nacional a menores costos que la
energía térmoeléctrica, es necesario re-evaluar
los embalses restantes, como el de Agua Viva, en
el estado Trujillo, que está siendo subutilizado, o
el de Yacambú, en el estado Lara, cuya puesta en
marcha ha sido largamente aplazada.
Dada la problemática de escasez de agua a
nivel mundial, se hace necesaria una revisión del
modelo actual de aprovechamiento del recurso
para generación eléctrica, tanto para la mejora de
la calidad de vida como para los beneficios a los
Saber, Universidad de Oriente, Venezuela. Vol. 30: 582-598. (2018)
592
ecosistemas. Es imprescindible establecer un
nexo entre lo mejor de las tecnologías antiguas y
las actuales tecnologías.
ENERGÍAS RENOVABLES
Las represas hidroeléctricas constituyen una
de las fuentes de energía consideradas como de
las menos contaminantes. No obstante, la
problemática ambiental asociada con las mismas
obliga a replantearse nuevas formas de
generación de energía que contrarresten esa
problemática. Se pudiera pensar en la energía
térmica, pero esta también depende de
combustibles fósiles que arrastra toda la
problemática inherente al uso de los mismos.
Ante la disyuntiva de escoger entre la energía
hidrológica o la térmica en el caso de Venezuela,
es bueno recordar que ninguna es superior o
inferior a la otra y que ambas han servido para
concertar la Política Energética, una
conceptualización unificada de las industrias del
petróleo, del gas, del carbón y de la electricidad.
Es asunto de aprovechamiento adecuado de los
recursos disponibles (Lara et al. 2010).
A comienzos de siglo se comenzó en
Venezuela con la instalación de “plantas de
generación distribuida”; es decir, plantas de entre
1 a 15 MW que funcionan a combustible diésel y
suministran electricidad a las poblaciones
cercanas a donde están instaladas.
Desafortunadamente, y a pesar de su alto costo,
estas plantas son de corta duración. Por ejemplo,
los 100 MW de generación distribuida que se
instalaron en el año 2003 ya no estaban
operativas para 2009 (Lara et al. 2010). Son
plantas básicamente para usar en emergencia,
durante cortos períodos de tiempo, cuando los
grandes equipos fallan o llegan a su uso máximo;
aunque en el caso venezolano se usan por
tiempos prolongados.
Fuentes de energía renovables y limpias de
amplia potencialidad en Venezuela y que
pudieran contrarrestar o complementar el uso de
energías hidroeléctrica y termoeléctrica son la
energía solar, la energía eólica, la bioenergía y la
minihidráulica.
(1) La energía solar o fotovoltaica es
generada por celdas fotovoltaicas y es importante
en aquellos sitios que no cuentan con servicio
eléctrico o para abastecer núcleos mayores que
requieren de una central. En el primer caso, la
energía es almacenada en baterías para utilizarla
cuando haya demanda. En Venezuela, la
experiencia con la energía solar comenzó en el
estado Sucre, al oriente del país, donde el
poblado de Los Cedros dispone de casas que se
 LA MARCA et al.

abastecen de la electricidad generada en paneles
fotovoltaicos (PAC 2008).
En los Andes la experiencia se limita a
contados casos de generación de electricidad
fotovoltaica para usos limitados, como el de la
generación de energía para la casa de
guardaparques en la laguna La Victoria, o para
cubrir la demanda de caseríos pequeños, como el
caso de la aldea Las González en el páramo de
Los Conejos, Sierra del Norte (Fig. 10), El Quinó
(Sierra Nevada de Mérida) y Masparro (Serranía
de Portuguesa), entre otros. La energía solar
generada por celdas fotovoltaicas es importante
en aquellos sitios donde no cuentan con servicio
eléctrico (donde la energía es almacenada en
baterías para utilizarla cuando se requiera) o para
abastecer núcleos mayores que demandan de una
central.

Figura 10. En la aldea Las González del páramo de Los Conejos, estado Mérida, funcionan cinco
generadores eólicos y siete sistemas foltovoltaicos que atienden a 12 viviendas y unas 60 personas.

(2) La energía eólica es una alternativa con
tecnología moderna amigable con el ambiente.
Una expansión hipotética de este tipo de energía
renovable solamente llegaría a satisfacer un 15%
de la demanda energética de Venezuela, con
desarrollos básicamente limitados a los estados
Falcón, Sucre, Nueva Esparta y la región de los
Andes (Lara et al. 2010).
Los lugares con mayor potencialidad para
generación de energía eólica en Venezuela se
encuentran en la Isla de Margarita, la Península
de la Guajira y en las islas del Caribe, mientras
que una mediana potencialidad se encuentra en la
Península de Paraguaná, valle medio del río
Chama (Lagunillas-Mérida) y algunos lugares
del interior con sistemas de vientos regionales
(Andressen y La Rosa 2012). El resto del país no
presenta buenas perspectivas para generación de
energía eólica. Otros lugares con condiciones
relativamente favorables son los sectores medios
de cuencas de gran extensión longitudinal donde
el fenómeno de ‘brisa de valle y de montaña’ sea
importante.
La energía fotovoltaica es más rentable que la
energía hidroeléctrica. Una política energética
que estimule tanto la energía fotovoltaica como
la eólica es más eficiente que la estimulación de
cualquiera de ellas por separado, ya que la
energía eólica tiende a estar más disponible
durante la noche mientras que la energía solar lo
estará durante el día. Esto significa que los
problemas de carga pico y carga base se vuelven

Saber, Universidad de Oriente, Venezuela. Vol. 30: 582-598. (2018)

593
 Represas hidroeléctricas en los Andes venezolanos…
menos importantes ya que estas dos fuentes de
energía renovable se complementan entre sí en su
disponibilidad máxima y cobertura de carga base
(Kahn et al. 2014). En los Andes, una
experiencia con sistemas híbridos fotovoltaicos y
eólicos se da en la aldea Las González, en el
municipio Campo Elías del estado Mérida, donde
se instalaron dos plantas que generan 61
kilovatios. El sistema suministra servicio a una
comunidad de 73 habitantes, con 20 viviendas,
una escuela y un ambulatorio médico (Correo del
Orinoco 2014).
(3) La bioenergía o aprovechamiento
energético de la biomasa, cuenta con proyectos
basados en centrales azucareros en los estados
Mérida y Trujillo. En el año 2006 se había
planteado la creación de unidades básicas
operativas de etanol, las cuales no han sido
construidas todavía (Gómez y Sánchez 2008).
(4) La minihidráulica consiste en la
implementación de pequeñas turbinas
generadoras de electricidad accionadas por agua.
Se entiende que la generación de esta energía
hidroeléctrica a través de centrales generadoras
pequeñas (CGPP) y pequeñas centrales
hidroeléctricas (PCH) es una fuente de energía
sostenible y renovable (Paish 2002). Debido a su
menor tamaño, estos tipos de plantas tienen un
menor costo de implantación, además de causar
menores daños al ambiente cuando se las
compara con las grandes centrales hidroeléctricas
(Lopes de Mello 2017). Las CGHs y PCH
también pueden instalarse en ríos de menor
caudal, contribuyendo a la descentralización de
la generación de electricidad, reduciendo los
costos en la transmisión de la energía (Yuksek y
Kaygusuz 2006, Pao y Fu 2013, Sachdev et al.
2015).
En los Andes venezolanos destaca la
experiencia de Don Luis Zambrano, un
campesino inventor popular que diseñó y puso en
práctica turbinas movidas por agua, como la que
proporcionó luz eléctrica a la población de
Canaguá entre 1950 y 1978, así como a otros
pueblos del estado Mérida, entre ellos Estanques,
San José de Acequias, Mucuchachí y Río Negro
(FUNDACITE 2018). Una variante de
generación de hidroelectricidad sería el rescate
de tecnologías ancestrales como los molinos
antiguos que se han recuperado en varios países a
través de actualizaciones técnico-funcionales
(Schülke 2012). Igualmente se podría acoplar
sistemas ancestrales de canalización de agua,
como los documentados para sector El Platanal
de los Pueblos del Sur de Mérida, con pequeñas
turbinas generadoras de electricidad.
Saber, Universidad de Oriente, Venezuela. Vol. 30: 582-598. (2018)
594
CONCLUSIONES
Venezuela posee un gran potencial
hidroeléctrico, subutilizado en casi un 70%. Los
principales núcleos de generación hidroeléctrica,
la principal fuente de energía del país, están en la
región de Guayana y la región andina. Los Andes
contribuyen con una porción muy pequeña (poco
más de 7%) del total de energía hidroeléctrica,
pero fueron contemplados como un importante
apoyo al sistema eléctrico nacional. En la región
andina hay tres grandes sistemas de generación
hidroeléctrica, uno de los cuales (Uribante-
Caparo) todavía no se ha culminado.
Las centrales más grandes de los Andes
tienen graves problemas de inoperatividad por lo
que no colaboran mucho a solucionar la actual
crisis energética que atraviesa el país. Aunado a
esto, las soluciones locales descansan sobre la
puesta en marcha de sistemas de generación
eléctrica que dependen de combustibles fósiles,
lo cual plantea una problemática ambiental
importante.
La demanda actual de electricidad en
Venezuela está muy por debajo de los estimados
de años recientes. Esto se debe principalmente a
una mala gerencia, así como a la falta de
inversión y de mantenimiento preventivo y
correctivo en el sector. La crisis de energía
eléctrica, en forma de racionamiento y apagones,
afecta sobre todo a la población en el interior del
país, particularmente en la zona central, centro-
occidental, zuliana y andina.
Las insuficiencias actuales del sistema
eléctrico venezolano serán una de las principales
limitantes en el proceso de recuperación
económica del país. Para solventar esta
problemática se requerirá inversiones
importantes en el parque eléctrico y cambios en
las políticas de producción y administración del
sistema eléctrico nacional, el cual se encuentra en
condiciones precarias de operatividad.
Ante la abundancia de recursos energéticos
renovables, los combustibles fósiles empleados
para la generación hidroeléctrica y
termoeléctrica, se sugiere que estos sean
complementados por fuentes de energía
renovables relativamente poco contaminantes,
como las eólica, solar, biomasa y minihidráulica.
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