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Universidad Nacional Abierta

Dirección de Investigaciones y Postgrado


Maestría en Educación Abierta y a Distancia
Área de Incumbencia: Diseño y Medios
Unidad Curricular: Comunicación Interpersonal
Análisis del discurso: posibilidades de aplicación

Material 1
(Unidad 4)
Consideraciones
Introductorias

Prof. Saskia Sánchez


Unas palabras iniciales:
Hemos llegado a la etapa final de la planificación prevista para tratar la
temática propuesta sobre Análisis del Discurso. Insistimos en hacer presente la
advertencia inicial: es un tema, globalmente conceptualizado, de complejidad
intrigante, lleno de posibilidades por profundiza y desarrollar; potencialmente útil
para el desempeño profesional y enriquecedor para el ejercicio cotidiano, y más
allá, de la comunicación. Sólo aspiramos a sembrar interés por el tema y dejar
alguna información inicial. Confiamos en su iniciativa para continuarlo.
Para la presente unidad IV hemos seleccionada como tema especifico el
discurso argumentativo. Aparte del interés que siempre ha despertado el
estudio de la argumentación, que cuenta con una tradición histórica que se
remonta al siglo V a.c., en la actualidad hay un interés renovado por su estudio,
bajo nuevos enfoques que permiten aceptar argumentaciones consideradas
cotidianas o comunes. La existencia de una “Sociedad Internacional para el
estudio de la argumentación”, la publicación de la Revista “Argumentación” (1987),
son muestra de esta actualización del tema, que se podría ubicar entre 1945 y
1950, hasta el presente.
“La argumentación en una lengua natural maneja conjuntamente la lógica y
la retórica. Las teorías modernas de la argumentación se esfuerzan por articular
esas dos formas de argumentación sin por ello reducirlas” (Plantin, 2001,
pág. 16).
En la motivación por renovar los estudios de la argumentación está “La crisis
del discurso político con la aparición de los regímenes totalitarios y las formas
modernas de propaganda” (Plantin, Ob. Ci. pág. 6)
En el hoy, la comunicación persuasiva constituye capítulo de importancia
de la comunicación humana en las múltiples formas del quehacer
democrático. Cualquiera que sea la tendencia con la cual se nutra el estudio de
este tema especifica –la argumentación- lo importante es que se busca mediante
el pensamiento argumentativo un instrumento adecuado para crear una
racionalidad especifico, una práctica para tratar los asuntos humanos con el
propósito de contextualizar el estudio del tema bajo la óptica de su tratamiento
actual, nos parece útil revisar la información que Ch. Plantin (2001; pág. 20, 21)
nos suministra; la información de este autor se basa o parte de la consideración de
que “La pragmática es una disciplina que estudia el uso de los enunciados
teniendo en cuenta su contexto” (conceptos que hemos revisado en la unidad
DOS, y a los cuales puede volver para refrescar dichos aspectos). Los estudios
sobre la argumentación se apoyan en los nuevos enfoques pragmáticos, para
hacer posible el estudio de “argumentaciones “cotidianas” o “comunes” que se
producen fuera del marco institucional”. Las teorías de Austin, Searle, Grice
proporcionan base para plantear el estudio del “debate argumentativo en general,
sea o no polémico”. De lo cual se desprenden las tendencias de investigación de

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la argumentación, relacionadas con la pragmática, y que según el autor ya citado
son las siguientes:
o La pragmadialéctica: Que estudia la argumentación como un tipo de
diálogo sujeto a normas. Propone un sistema de reglas explícitas para el
debate argumentativo racional.
o Argumentación y análisis de la conversación (escuela de Ginebra):
Se interesa en el análisis de las interacciones verbales, en el análisis
lingüístico de la argumentación en la conversación.
o Pragmática lingüística “integrada” en la lengua: Se desarrolla en
Francia, a partir de la década de los ochenta, es una concepción original
de la argumentación. Se redefinió la noción de argumentación a partir del
campo de la lingüística –“La argumentación de la lengua”, obra de
J. C. Anscombre y O. Ducrot, 1983-
o Pragmática sociológica y filosofía de la “acción comunicativa”: Se
nutre fundamentalmente de la obra del filósofo J. Habermas (1981)
“Teoría de la acción comunicativa” que orienta la investigación hacia el
sentido de una ética de la argumentación.
o Lógica pragmática: Cubre las preocupaciones de los lógicos de la
argumentación que tratan de construir lógicas naturales (se considera en
esta tendencia los autores siguientes: G. Vignaux, 1988, Les discours,
acteur du monde: J. B. Grize, 1990, Logique et langage; la escuela de
Neufchatel con D. Mievill y M. J. Borel)
Vamos a finalizar estas consideraciones introductorias con la lectura de una
sección del libro La argumentación, por Christian Plantin (2001) que también ha
sido la fuente de la información de esta introducción.
Los discursos en torno de la palabra. (Plantin (2001), pág. 24 – 25 y 26

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ARGUMENTACIÓN

La palabra argumentación en si misma es una palabra que pertenece al uso


ordinario de la lengua. Como

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tal, no escapa al destino común de las palabras de la lengua, que consiste en


funcionar en red. Este hecho tiene consecuencias seguras para la reflexión sobre
la argumentación.
El texto siguiente, producto de un montaje de términos frecuentemente
asociados con la argumentación, permite hacerse una primera idea de esa
red. Se han recompuesto algunos elementos recurrentes de ese campo
“estereotípico” o “asociativo” en forma de un discurso espontáneo sobre la
argumentación, es decir un metadiscurso. Su organización se deja recorrer
según las líneas siguientes:
“La argumentación tiene una cara cognitiva: argumentar es ejercer un
pensamiento justo. Para llevar a cabo un recorrido analítico y sintético
se estructura un material; después, se examina un problema, se
reflexiona, se explica, se demuestra, a través de argumentos, de
razones, de pruebas. Se proporcionan causas. La conclusión de la
argumentación es un descubrimiento, produce una innovación o, al
menos, conocimiento”
“Quien argumenta despliega la intuición. Articula una lógica en un
discurso, en una lengua que se domina en la que se expresa un
pensamiento correcto, pero igualmente seductor, que puede ser serio o
irónico, sin dejar de ser coherente”.
“La argumentación funciona en situación, en la vida corriente. En la
esfera social, está en contacto con la economía (permite hacer
publicidad, ayuda a vender), con lo judicial (proceso), con la política y
con el poder. Se argumenta en todas las situaciones en las que existe
una alternativa, una posible contestación, en la que hay que
justificar(se), en las que hay que comprometerse en la acción y se tiene
que tomar la decisión justa”.
“Quien argumenta, puesto que gusta de examen crítico, manifiesta
sus capacidades en el debate de

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ideas, donde las opiniones se confrontan, encuentran objeciones y se
refutan. La multiplicación de los puntos de vista conduce a la tolerancia
lo cual no implica que se renuncie a convencer al interlocutor. Supone
un distanciamiento que permite elegir lo mejor”.
“Pero es preciso desconfiar de este aspecto angelical. La
discusión se convierte fácilmente en disputa. La argumentación es una
actividad sospechosa con sus paralogismos, sofismas, seudo-
razonamientos capciosos y falaces. Deja el campo libre a las argucias y
la mala fe. El argumentador se convierte en un razonador, un
quisquilloso, un sofista. La argumentación no es más que la máscara de
una pura relación de fuerzas: entonces, el esfuerzo consiste en poner a
punto las estrategias, en utilizar armas para ganar, en un combate al
que pone fin el hecho de mantener una argumentación capaz de dar
una vuelta de tuerca más sobre el adversario a quien se ha hecho
perder el hilo de su discurso”
He aquí un fragmento de un discurso anónimo en lengua española
sobre la argumentación, organizado, si resumimos, según cinco “sub-
discursos”:
- discurso sobre lo cognitivo,
- discurso sobre lo lingüístico,
- discurso sobre lo social,
- discurso sobre la interacción cooperativa,
- discurso sobre la interacción polémica.
Este vocabulario contiene sugerencias ricas, y podemos decidir profundizar
en ellas o no. Se dirá, por ejemplo, a propósito de la palabra razón, que no hay
que destruir lo razonable por las exigencias de lo racional, ya que un
razonamiento justo no conduce necesariamente a una decisión justa: la justeza
no implica forzosamente la justicia. Se observará que la acumulación de razones
produce sin ninguna duda una argumentación, pero que no se obtiene por lo
mismo un razonamiento.
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