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La Fianza

La fianza es un contrato por el cual una persona llamada fiador o fidejusor contrae el
compromiso de pagarle al acreedor, si el deudor, llamado deudor principal, no cumple.

Fianza solidaria: En la fianza solidaria el fiador ha renunciado anticipadamente al beneficio de


excusión, en interés del acreedor, y cuya situación frente a este es semejante a la del
codeudor. Se obliga por toda la deuda.

Fianza judicial: es aquella que se construye por mandato judicial, es decir, nace por disposición
del juez competente, siempre que una norma legal se lo permita.

La fianza, sea voluntaria, legal o judicial, implica las mismas obligaciones para el fiador y de
igual manera es una garantía convencional; nadie es fiador sin haberlo querido.

EXTINCIÓN DE LA FIANZA

La fianza puede llegar a extinguirse por diversos motivos que se verifican por actos u omisiones
en que incurran las partes involucradas, y que constituyen formas mediante las cuales las
instituciones de fianzas se liberan de la obligación de cumplir.

La extinción de la fianza puede producirse por vía accesoria: compromiso subsidiario, la fianza
desaparece con la obligación principal; o por vía principal: compromiso personal, la fianza
puede extinguirse por razones que le sean peculiares, al margen de toda extinción de la
obligación garantizada.

Extinción por vía accesoria

La fianza desaparece con la obligación principal. Las excepciones “rei coherentes”. El fiador
puede oponerle al acreedor, lo mismo que el deudor principal (“rei coherentes”). En todos los
casos en que haya desaparecido la obligación principal. El fiador dispondrá, pues, de una
excepción para rechazar la demanda del acreedor la regla se justifica fácilmente: la fianza no
existía, sino como garantía de la obligación principal; esa obligación se ha extinguido; la fianza
carece ya de razón de ser.

Extinción por vía principal

Si no resulta posible concebir una fianza sin una obligación principal que garantizar, de tal
suerte que la extinción de esa obligación lleve consigo la de la fianza; nada impide que la fianza
se extinga por sí sola, por subsistir la obligación principal desprovista de garantía. El fiador ha
contraído una obligación personal, distinta de la del deudor principal; esa obligación es
susceptible de extinguirse directamente por los modos normales de extinción de las
obligaciones (art. 2034 del Código Civil).

El pago hecho por el fiador extingue su obligación, pero no la obligación principal; porque el
fiador se subroga en los derechos del acreedor. La dación en pago surte el mismo efecto.

La remisión de deuda hecha al fiador libera a éste, aunque deje subsistente la obligación
principal.

La compensación que se produzca en las relaciones entre el acreedor y el fiador extingue la


obligación surgida de la fianza, aunque deje subsistente la obligación principal (art. 1294,
párrafo 2do, del Código Civil).
La confusión en la persona del fiador que sucede a su acreedor, así como la confusión en la
persona del acreedor que suceda al fiador, hace que desaparezca igualmente la obligación
accesoria; pero deja subsistente la obligación principal (art. 1301, párrafo 2do, del Código
Civil). Sobre el supuesto en que haya varios fiadores o en que el pago, la remisión de deuda, la
compensación o la confusión extingan la obligación de uno de los cofiadores.

Existe un modo particular de extinción de la obligación del fiador: la excepción (o beneficio) de


subrogación (o cesión de acciones). Para garantizar su repetición contra el deudor principal al
fiador que haya pagado, el derecho romano le forzó al acreedor a cederle al fiador todas sus
acciones, derechos y garantías del acreedor; y sanciona que, por un hecho suyo, haya
comprometido la repetición del fiador: según los términos del artículo 2037: “El fiador se libera
cuando no se pueda realizar ya a su favor la subrogación en los derechos, hipotecas y
privilegios del acreedor, por obra de éste”. Por ejemplo, el acreedor, que, ante la certeza de
ser pagado por el fiador, hubiere descuidado la renovación de una inscripción hipotecaria,
sobre el inmueble del deudor principal, perdería su acción contra el fiador que pudiera contar
con la hipoteca para garantía de su repetición.

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