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Nuestros niños y niñas conviven la gran mayoría de las horas del día en los

establecimientos escolares siendo este un grupo de riesgo propenso a sufrir


diferentes tipos de accidentes por variados motivos: una de ellas es la
hiperactividad propia de su edad, el gusto por desafiar las normas y estar al
límite de su integridad física por acciones de peligrosidad, ya sea para
autoafirmarse o probar ante sus semejantes su valentía, o la curiosidad, que en
ocasiones conlleva meterse de lleno en situaciones peligrosas, poniendo en
peligro su integridad personal y hasta su vida.

A menudo los niños no prevén las consecuencias de sus acciones, ello ocasiona
que su sentido del peligro sea distorsionado y asuman riesgos innecesarios.

La OMS define accidente como un “suceso previsible”1; y es que los accidentes


en la mayor parte de los casos ocurren debido a factores que podrían haber
sido controlados con medidas de prevención, las cuales hay que tener en
cuenta y fomentarlas, pero una vez que ocurren, los Primeros Auxilios aplicados
con rapidez son determinantes para reducir las consecuencias y en ocasiones
salvar vidas. De vez en cuando las personas se encuentran en situaciones en
las que tienen que aplicarlos; la mayoría de las veces son leves (heridas,
contusiones, etc.), pero es posible que se

Los accidentes infantiles son la primera causa de muerte en niños y niñas y una
de las diez primeras causas de muerte en los países en camino al desarrollo.
En todas las naciones la mayor causa de muerte son los accidentes de tráfico,
el cual representan el 41% de todas las muertes infantiles por lesiones en las
naciones industrializado. El resto de las causas de mortalidad infantil más
frecuentes son el ahogamiento, las quemaduras en incendios, caídas de distinto
nivel, envenenamiento y lesiones intencionales. Si se respetasen todas las
medidas de seguridad y se educara forma consciente de las consecuencias que
conllevan estas acciones a los niños/as, se estima que se reduciría los riesgos
en estos infantes (UNICEF, 2015).

Durante la estadía de los estudiantes en los establecimientos educacionales


pueden ocurrir enfermedades y accidentes que les causen problemas de salud
de variadas+ índol, 4 de cada 100 estudiantes sufre algún percance en la salud
física durante el año escolar. Un 55% de las emergencias escolares se deben
a caídas durante los recreos, las clases de educación física o en las escaleras
de los establecimientos, según consignó un estudio realizado por la UTE 3-
Manabì.

Las manos, pies y cabeza son las partes del cuerpo de los estudiantes
mayormente afectados por estas eventualidades. Un 44% de estos accidentes
ocurre en educación básica, siendo los más pequeños quienes están más
expuestos, por lo tanto, los accidentes pueden ocurrir en cualquier momento y
lugar. En este contexto, es indispensable que los funcionarios en las escuelas,
liceos y colegios puedan tomar diversas medidas antes de que llegue la
atención médica a fin de estabilizar a la persona que vive la situación de
emergencia y prepararla para el tratamiento y traslado oportuno.

Según la Onemi y la Superintendencia de Educación entregaron orientaciones en


materia de seguridad escolar.

Este último organismo, en el año 2017 se ha recibido un total de 302 denuncias de


accidentes escolares, cifra que implica un alza del 15,7% con respecto a igual
periodo del año pasado, cuando se registraron 261 denuncias.
La mayoría de estas (89,7%) obedece al incumplimiento de los protocolos para
enfrentar estas situaciones, es decir, falta de medidas de prevención y/o traslado
oportuno a un centro asistencial, falta de personal vigilante y de atención,
elementos básicos de primeros auxilios, falta de aviso a los padres, desestimar
gravedad del accidente y falta de salubridad e higiene.

Un 10,3% tiene relación con problemas de infraestructura escolar deficiente. Entre


los casos más denunciados figuran accidentes por fierros sin protección,
implementos deportivos en mal estado, desniveles en pisos, escaleras sin
pasamanos, rejas defectuosas, arcos sin anclaje, interruptores dañados,
escombros e implementos deportivos en mal estado.

El nivel más afectado con las denuncias es la Educación Básica, donde el mayor
número lo concentra el Primero Básico (13,2%), seguido del Tercero Básico
(12,9%) y del Segundo Básico (9,3%).

El superintendente de Educación, Alexis Ramírez, afirmó que se está trabajando


con las escuelas en un concepto más integral de la seguridad, "basado en la
garantía de derechos y en la protección de bienes jurídicos, en materia de
integridad física, psicológica y moral de los niños, niñas y adolescentes. Esto
implica un espacio y un entorno seguro, de buen clima escolar y libre de toda forma
de agresión".

En esa línea, el director nacional de ONEMI, Ricardo Toro, señaló que "somos un
territorio con un historial altamente expuesto a desastres de origen natural, como
también a emergencias generadas por la acción humana día a día, para lo que
debemos estar preparados".

Por lo mismo, Toro convocó a potenciar la implementación del Plan Integral de


Seguridad Escolar (PISE), elaborado por la Oficina Nacional de Emergencia y
puesto a disposición del Ministerio de Educación, para ser desarrollado en todos
los establecimientos educacionales del país.

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