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El artículo 1947 del Código Civil define la lesión enorme así: “El vendedor sufre
lesión enorme cuando el precio que recibe es inferior a la mitad del justo precio de
la cosa que vende; y el comprador a su vez sufre lesión enorme, cuando el justo
precio de la cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella. El
justo precio se refiere al tiempo del contrato”. El fundamento histórico de esa figura
jurídica está contenido en la doctrina del justo precio que prohibe obtener del
contrato un provecho excesivo con perjuicios del otro contratante y se basa en los
principios de equidad y equilibrio que orientan las relaciones jurídicas contractuales.
La lesión enorme es un defecto objetivo del contrato, no es un vicio del
consentimiento; opera de manera autónoma e independiente a las calidades o a los
actos de las partes contratantes. Cumplidos los presupuestos de la lesión enorme
el interesado, comprador o vendedor afectado, podrá en la demanda o después de
pronunciada la rescisión, optar por una de las siguientes alternativas: la rescisión
del contrato que consiste en la terminación del mismo, o el reajuste del precio
recibido o pagado, según el caso, al justo valor acreditado en el proceso. En el
primer evento las cosas volverán al estado inicial: si se trata del vendedor obtendrá
la devolución del bien, si es el comprador podrá restituirlo, sin perjuicio de que se
cumplan las correspondientes prestaciones mutuas que tal situación generó. En el
segundo evento, cuando se solicita el reajuste del precio injusto, el vendedor podrá
obtener el correspondiente aumento o el comprador lograr la correspondiente
disminución, que se verá afectada en una décima parte.
Nota de Relatoría: Ver sentencias del 5 de marzo de 1993, Exp. 6964 de la Sección
Tercera del Consejo de Estado y del 9 de diciembre de 1999, Exp. 5368 de la Sala
de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia.
La rescisión del contrato por lesión enorme, o la pretensión relativa al ajuste del
precio, según el caso, procede en cumplimiento de las siguientes condiciones: -Que
haya lesión en la proporción que establece el artículo 1947 del C. C. -Que se trate
de contratos respecto de los cuales la ley lo admite (art. 1949 C. C.). -Que la
pretensión se reclame dentro del término que la ley concede al efecto (art. 1954). -
Que el bien se conserve en poder del comprador (art. 1951 C.C.). -Que no se trate
de un contrato aleatorio.
La Sala considera que la lesión enorme es una figura jurídica predicable de los
contratos estatales, siempre que se cumplan los supuestos jurídicos que prevé la
ley. La Corte Suprema de Justicia se ha pronunciado sobre la procedencia de la
lesión enorme respecto de contratos de compraventa celebrados por sujetos de
derecho público y ha precisado que como la ley no hace diferencia alguna al
respecto, la figura prevista en el Código Civil resulta aplicable indistintamente a los
sujetos particulares y públicos. Resulta aplicable al contrato de compraventa de
inmuebles rurales que celebra el INCORA las siguientes consideraciones: -Los
principios de justicia y equidad que orientan las relaciones jurídicas también son
predicables respecto de los contratos estatales, en particular de los sinalagmáticos
o conmutativos en los que existe la equivalencia y reciprocidad de las prestaciones
a cargo de los co - contratantes. -La rescisión por lesión enorme no atenta contra el
interés público que prevalece en los contratos de adquisición de inmuebles rurales,
cuando el bien adquirido ha sido destinado a programas de reforma agraria, porque
la ley prevé la improcedencia de esta acción si el comprador ha dispuesto del
inmueble. En efecto, el artículo 1951 del C.C. establece que no habrá rescisión del
contrato cuando el comprador hubiere enajenado la cosa (art. 1951 C. C). Tal
enajenación debe entenderse como cualquier acto de disposición efectiva del bien
inmueble, a título oneroso o gratuito. Esa disposición restrictiva se edifica en uno de
los fundamentos de la rescisión por lesión enorme, cual es que el mismo jamás
puede tener efectos contra terceros de buena fe. En este caso procedería por tanto
el reajuste del precio en los términos del artículo 1948 del C. C. ya citado. -La
procedencia de la rescisión por lesión enorme no se traduce en un vicio subjetivo
de alguno de los elementos del contrato de compraventa. La jurisprudencia ha
señalado que la lesión enorme no es un vicio que afecte el consentimiento, o que
necesariamente tenga causa en una acción u omisión equivocada de alguna de las
partes. Se trata solamente de un vicio objetivo de uno de los elementos esenciales
del contrato, el precio, consiste en una desproporción económica en la magnitud
señalada por la ley para el caso de la compraventa, que debe corregirse en atención
a la equidad. Es por ello que la declaratoria judicial de la lesión enorme no se traduce
en una descalificación de los actos contractuales del INCORA, que está sometido a
los trámites y procedimientos determinados por las leyes que rigen la compraventa
agraria. Es verdad que el INCORA debe acatar el precio que fija el IGAC, pero
también lo es que frente a un contrato abiertamente lesivo e inequitativo para una
de las partes contratantes, que puede ser el mismo INCORA, cabe declarar la lesión
enorme para corregir esa circunstancia con el objeto de lograr el equilibrio que debe
imperar en estas en los contratos sinalagmáticos. -La lesión enorme no resulta
improcedente cuando el precio de la compraventa está limitado por el legislador. La
adquisición de tierras y mejoras con el objeto de ser entregadas a las comunidades
indígenas estaba regulada por la Ley 135 de 1961, con las modificaciones a ella
introducidas por las Leyes 1 de 1968 , 4a de 1973 y 30 de 1988, y sus decretos
reglamentarios; esa normatividad que rige para el sub-lite porque estaba vigente a
la fecha de celebración del contrato fue subrogada por la Ley 160 de 1994. La Sala
considera que las anteriores disposiciones no comportan de manera tácita o
expresa, la exclusión de la figura de la lesión enorme respecto de los contratos de
compraventa de inmuebles que celebra el INCORA, porque la regulación legal de
las condiciones no se traduce en la inoperancia de la noción jurídica del justo precio
que debe existir en los contratos conmutativos. Con fundamento en todo lo anterior,
la Sala concluye que la acción rescisoria por lesión enorme es procedente respecto
de los contratos estatales en general, dentro de los que se incluyen el de
compraventa de inmuebles para fines de reforma agraria.
Nota de Relatoría: Ver sentencias del 10 de noviembre de 1995, Exp. 10039, y del
24 de agosto de 2000, Exp. 12850 del Consejo de Estado; sentencias del 20 de
noviembre de 1980, del 16 de junio de 1981 y del 9 de diciembre de 1999, Exp.
5368 de la Sala de Casación Civil de la Corte.