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La sociedad anónima, como toda sociedad ya sea civil o mercantil, tiene

como elemento esencial la contribución o aportación patrimonial que cada uno


de sus accionistas realiza a la misma, poniéndolo en común para alcanzar el fin
social. A esas aportaciones, a sus limitaciones, modalidades y requisitos se
refieren los arts. 58 a 92 de la LSC.

A la hora de analizar qué puede ser aportado a la sociedad hay que tener en
cuenta lo dispuesto en el art. 58 LSC del que resulta:

a. Que únicamente pueden ser aportados los bienes o derechos


patrimoniales susceptibles de ser valorados económicamente.
b. Que en ningún caso puede considerarse como aportación el trabajo o
servicios , con independencia de que éstos puedan constituir el
contenido de prestaciones accesorias
c. Que se admite la aportación de bienes no a título de propiedad sino de
uso o disfrute.

En cuanto a la susceptibilidad de valoración económica, la conclusión a la


que la doctrina mayoritaria llega es la de que únicamente pueden ser aportados
los bienes o derechos que puedan integrar el activo de la sociedad y como tales
será necesario que esos bienes o derechos tengan naturaleza patrimonial; sean
susceptibles de ser inscritos en el balance; puedan ser valorados de acuerdo
con criterios objetivos; sean enajenables o negociables; objeto de un contrato
de cambio; susceptibles de apropiación y, en consecuencia, convertibles en
dinero y aptos para producir una ganancia” ( INES FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ “
Aportaciones no dinerarias en la Sociedad Anónima”)

Además de dinero pueden ser objeto de aportación bienes tan diversos como
coches, maquinaria, patentes, una marca, derechos de utilidad,entre otros.
Por lo que respecta a la prohibición de aportación del trabajo o los
servicios como contraprestación a la adquisición de accionista, resulta claro
que no se está impidiendo que un socio decida poner al servicio de la sociedad
su trabajo ya sea éste intelectual o manual, sino que lo que se impide es que
sea esa actividad la contrapartida económica de las acciones en que se divide
el capital social. Nada impide que los estatutos sociales establezcan con
carácter obligatorio para todos o algunos accionistas prestaciones accesorias
que sí pueden ser de trabajo o servicios.

En la medida en que el art. 60 LSC admite la posibilidad de realizar una


aportación de otro modo que no sea a título de propiedad, se está
permitiendo realizar aportaciones de uso,tales como derechos reales de
uso como el usufructo o la cesión de un contrato de arrendamiento, siempre y
cuando sean susceptibles de ser transmitidos de forma efectiva a la sociedad,
sean aptos para cumplir la función de garantía exigida por la ley y tengan un
valor patrimonial determinado conforme a criterios objetivos de manera que
cubra el valor nominal de las acciones que se reciban como contrapartida.
Una vez vistos los requisitos que deben reunir los bienes o derechos que
pretenden ser aportados y el título en virtud de cual se realiza la aportación,
vamos a referirnos a las modalidades de aportaciones: las dinerarias (art. 61
LSC; art. 132 RRM) y las no dinerarias (art. 63 y ss. LSC; art. 133 RRM).

Las aportaciones dinerarias son, sin duda, las más habituales . El art. 61 de
la LSC establece que deben en moneda nacional y si fueran efectuadas en
moneda extranjera debe determinarse su equivalencia en euros.

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