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E.

HapnNs RODRÉGUEZ ~campea~~» del «cetra» de la muerte, trastacadas las mecanismas


ertinent al ejercicia de la medicina en figura de aparata guerrero,
EL DESFNG1kJ~o EN LA POESIA DE VALLE CAVIEDES ~1artffera, par un juego seméntica favarita de Caviedes: «me segufan
~ idiatas, / que me venfan tiranda, / par las espaldas huidaras, /
friccianes y sajaduras, f jeringas, calas, ventasas, / aceites, palvas, em
f El poeta, ante la pérdida de vigencia del ideal caballeresco de5. plastas~ / parches, bilas, y atras casas / que liaman dragas, can que /
carga su desilusi6n en el humar, usando b heraica —transfarm~d~ ineten las vidas a draga / Y vienda no me alcanzaban / dijeran can
b— para satirizar,] La s4tira de la guerrero, en este sentida, cuy0 vaz furiasa / a un baticaria artillera I dale fuega a esa panzofia’»
mâs claro modela la confarman las géneras épico-burles~~5 —las epo. (224)
peyas de animales, por ejempla—, se adhiere al escepticisma que acam. FI enferma, liberada de la persecuci6n de sus medicas verdugas,
pafia al anhelo de recuperacjân de las tiempos del valor y la Lama ca designa cama «heraica» la causa que le pasibilit6 el rescate: «Esca
ballerescos p6me de esta furia / la naturaleza heraica» (224).
Ya cl tftula del que parece mal denominada Diente del Parnaso En el «Caboquia que tuva can la Muerte un médica» (230), nas
[véase Ckeres, 1972] —y que ha sido estatuido aproximadamente encantramas can la figuracién biperb6lica de la ridiculez de una sabe
camo Guerra fisica, proezas medicales-,, hazagas de la ygnora~~j~. rafla y su ejércita; un corteja transfarmada en caricatura de la heroico.
alude a las intencianes «épicas» de Caviedes, que, par la dem~s, pro Cama la seriamente épica suele quedar registrada en cr6nicas, bis
porciana diversas apelativas a la obra en sus campasicianes aunque tarias, poemas, etc., Caviedes prapane parédicamente hacer difusiôn
conservanda un comcin espiritu «bélica», y memaria de «asafias» en tadas las dimensiones de su Dienge como
En el Dieute las «héraes» del poeta san: la imagen —medjeval~, «puntual caranista»: «Libre de ellas, recanazco f que de justicia me
de la muerte; las médicas matadares; las baticarios, c6mplices de mé. toca / ser un puntual caranista / de sus criminales abras. / Y habien
dicos; las malas paetas, etc. La imagen de la muerte, de pracedencia do escrita este carta / cuerpo de libro, que bagra f tituba de cuerpa
medieval en su persanificacién, se campane can las factares m~s tra muerta, / pues vivezas no la adarnan; f par cuerpa muerta y tratar f
dicianales de su iconagraffa: un esqueleta femenina armada can gua de médicas, que es histaria / fatal de vuestras soldadas, f la dedico
dafia, flechas, redes o telarafias, y que impera absolutamente sabre a vuestra sombra» (225).
casas y hambre, sabre la «vanidad del munda». F1 paeta decide la La «Respuesta de la Muerte» puede canfirmar can aras matices la
variacjc3n burlesca de esta imagen aI ampliar las aditamentos a ins mativaci6n «heraificante»: «las hazafias de las doctas / aye, mudando
trumental de la muerte al grupa prafesianal de médicas y baticarias: de metra» (226).
«Muy paderasa esqueleta, / en cuya guadafia carva / est6 cifrado e! Par su parte, ya la dedicataria que abre las poemas antimedicales
pader, / del imperia de las sambras; / tu, que trapelias tiaras, / té, ofreciéndabas a la muerte, comporta un remedo de la retérica de cama
que diademas destrazas, / y a toda el glabo del munda / le d~ tu épica antigua.
furia en la bola; / t, que para quitar vidas / tantas fracasas te sa- Reducienda la exhorbitada amplitud que Caviedes, satfricamente,
bran / y que, para m6s lagrarba, / fatalidades embascas / de médi da al términa «asafias», habremos de analizar una selecci6n de poemas
cas ...» (Dedicataria, 222). del Diente en las que la inversién jocosa se encuentre dependiendo
FI rasga pseudaheroica se genera al arganizarse las médicas cama con m~s «pureza» de campartamientos propios de gesta.
El poema «A un desaffo» toma cama asunto un «duela» de ri
Eduarda Hapkjns Rodrfguez, «BI desengaijo en la poesfa de Juan dcl Valle dfculas guerreras, dirimido finalmente par la aparicidn de su protec
Caviedes», Revista de Critica Literai-la Latinoarnericang, 1:2 (1975), pp, 7-19 tara, la Muerte, a modo de farsesca deus ex machina. Con el enfren
(10-14), tamiento de estos «campeanes» se retorna al muy caballeresco juicio
de Dios, mas cama na interesa la raz6n sino el hecho de hacer marir
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EL DESENGARO EN LA POESfA DE VALLE CAVIEDES 313
al enferma, la Muerte impide la «revelacién» dcl fallo y rescata a sus
blanc cl asunta para anular su «ethos»: «~Hay m6s aplaudida casa. / en
dos servidares.
tre las letras profanas, / que aquel pedo de Parnplana / que se oyéen la
Las condiciones antiheroicas del desaffa resaltan empezanda par la Gran Bretafia? / ,~Aque1 gran pedo de Muza I que tanta sanéen la Ara
«prestancia» de los duelistas y su peculiar «Kalokagathia»: «Liseras, un bia, / no hie asunta a los poetas / de sonetos y epigramas?» (0, 110).
corcobado, / con un cirujano tuerto f ambos dcl arte, y entrambos f ski
arte, por ser mal hechos, f tuvieron unas palabras / sobre matar a un Aun cuando Caviedes emplea extensivamente cl romance en sus
P enfermo» (237). obras, debe set especialmente destacado su predominio en cl Diente
Las armas, reiterando combinaciones de otros poemas, proceden de recordando su primitiva filiacién épica, su génesis coma forma estrâ
material mddico. El motiva de la lucba ests en la cuestién: dapostema o fica derivada de los cantares de gesta.
ufiera? BI drbitro, la Muerte: «BI esqueleto en sus manos / se las cogiéa El objetivo dcl Diente ciel Parnaso, que serfa la s~tira de médicos,
las guerreros, I diciendo con propiedad: / —Ea! Toquen esos huesos— / pertenece a la tradicién literaria desde la Antigiiedad, y en cada cm
Abrazfronse las dos / con un la2o muy estrecho» (239).
cunstancia hist6rica se ha asimilado los rasgos de épaca correspondien
Y para cl brindis de reconciliacién tienen al paciente: «Mano a mana
tes. La tipiflcacién par la heroico nos permite deslindar cierta contri
con la muerte I fueron casa del enfermo, I y por brindis de amistades /
se la marné el esqueleto» (239). buciân barroca a tan antigua tem~tica, patrimanio que comparte Ca
En «Memorial que da la Muerte al Virrey», la Muette aconseja al viedes con otros escritores espafioles, de las cuales quiz~s Quevedo
Virrey la formacién de una escuadra en la que embarque «a todos las sea su m6s insistente modelo.
boticarios, / barberos y curanderos / y, en fin, a los matasanos, f sin En el Diente la impericia de las médicos, sus defectos ffsicas y
exceptuar a ninguno» (250). Se pide incluso la incorporacién de una reser morales, etc., ai sen convertidos por ci poeta en «asafias» inscritas
va de poetas malos «parque éstos también disparan / y matan a cada cama crénicas heroicas, desarrollan una intencionalidad espec-fflca den
paso» (252). Nuevamente las armas y la estrategia de tales «soldados» son ira dcl objetiva antimedical: la hipérbole «heroificante», pudiéndose
las instrumentas y modos de curacién. extraer de esta un principio o factor de elaboracién en dicha obra.
En cl casa de «Al doctor Y~ffiez», la adici6n de la espada en cl md-
dico crea una postura de doble espadachfn: par cl arma y par las recetas o
curaciones. En este contexto la técnica de esgrima se transpane al apara
ta curativo. Lucir la espada en combinacién con su imprapia vestirnenta
trasluce cl barniz caballeresco creada par la vanidad del médico. Caviedes
desmenuza la autoheraificacién de su persanaje basta abarcar la pose narci
sista continuada par la superficie urinaria: «Hacerse rara es defecto I co
nacido que sefiala I mucha falta de juicia J y ésta, Doctor, es ski falta; I
qué dirén los ormaies /cuando a la vista las aizas / de ver tahalf i valo
na / que en su vidrio se retratan» (271).
Consideranda cl poema «Defensa de un pedo» (aunque un prurito de
buen gusto en la crftica suele apartar ciertas composiciones de Caviedes,
como ésta, a veces bastante ingeniasas) expondremos, dentro de su escasa
aspecta heroiflcante, dos ejemplos de extremos «épicos» a las que cl poeta
y cl Barroco espafiol pueden dirigirse.
Par comparacién, mania estilfstica de sus versos contra médicos, Cavie
des maltrata la musicalidad guerrera: «Las pifanas y atambores, I trompe
tas y las cajas, / éno son pedos que al sonido / sola mudan circunstan
cias?» (0, 109-110).
En cuanta ai género poético de las proezas memarabies, basta cam

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