You are on page 1of 12

Rodolfo Cerr6n-Palomino (Lima)

Guam~n Poma redivivo o el


castellano rural andino

“y algunos yndias se hacf an ladinos, las


yanaconas dezf an: “Obeja chincando
pacar tuta buscando, mana tarinchos,
uira cocha”. Como los mestisos del
Cuzco y de Xacxauana y de Cochacafla
dicfa: “Ya, sefior, sara paruayando,
cap6n asando, todo comiendo, nu madre
pariua, yo agora mirando chap{n de la
mula”. Y ancf los unos como los otros
pasaron grandes trauajos, los yndios
como los cristianos [1”
Guam~n Porna Π1615] 1980: 367)

0 Introducciân

En la presente comunicaciôn’ daremos a conocer la experiencia


lingii{stica de TALPUY, instituci6n de carkter privado, tal como se
trasunta en Minka, revista que ha sido concebida como ôrgano de
difusi6n y consulta para las poblaciones rurales del Valle del
Mantaro, en la sierra central del Pet-û. La labor de la instituci6n
mencionada est~ orientada, fundamentalmente, hacia el rescate y la
revaloracién de la ciencia y tecnologfa ancestrales andinas, coma un
esfuerzo por contrarrestar los efectos devastadores de las tendencias
modernizantes y desarrollistas propiciadas par la sociedad dominante

Ponencia presentada en el seno dcl Coloquio Internacionai ‘Et espafiol hablado


y ja cuitura oral en Espafia e Hispanoaniérica”, organizado por e1 Ibero
~4merikanisches Institut PK de Berlin, dcl 23 al 25 de setiembre de 1993. Agra
decemos a Jasé Luis Rivarola y Juan Carias Godenzzi par sus oportunas
Sugerencias.
r

162 Rodolfo Cerr6n-Palomino


Guam&n Poma redivivo o cl castellano rural andjno
163
que, a la par que subestima y silencia dicho saber ancestral, agrava las récon que el visitante se asome a los alrededores del mercado central
condiciones de explotaci6n y marginaci6n en las que se encuentra de I-luancayo, durante la feria dominical, para asistir a un espectéculo
surnido cl campesino. Dentro de tal contexto, la revista Minka, en su
asombroso de interaccién lingiifstica en cl més puro y castizo
aMn por llegai- a la poblaci6n rural, se ha visto en la necesidad de
quechua huanca.
buscar una mejor sintonizaci6n con el destinatario, hallindose de
Lo dicho, sin embargo, tampoco quita que reconozcamos que la
pronto involucrada en medio de los conflictos idiom~ticos propios
supervivencia de la lengua se distribuya desigualmente en las tres
de la regién. En b que sigue, luego de ofrecer cl contexto general
provincias del valle. As{, en lfneas generales, el quechua persiste
dentro del cual se efectûa la experiencia mencionada, se ver~ de qué
mayormente en la provincia de Fluancayo antes que en la de Jauja y
manera Fie perfilkdose, a b largo del trabajo directo con las en ésta antes que en la de Concepcién. En efecto, es en los distritos
comunidades, la urgencia de revalorar no s6bo los aspectos materiales concepcionmnos de la pane baja dcl valle donde la lengua ancestral
de la cultura 5mo también los espirituales, en este caso las lenguas, parece estar— si ya no b esté en vii-tuai proceso de extincién,

tanto en su manifestacién vernacular como en su ahormaci6n con el pudiendo hablai-se entonces de una verdadera mudanza idiomética en
castellano de la zona. Sobre la base de los materiales publicados por favor dcl castellano. Un proceso semejante, aunque en ciernes, parece
la revista se podr~n apreciar algunas de las particularidades m~.s afectar igualmente al resto de las comunidades ribereflas tanto huait-
saltantes del castellano rural forjado en el terreno de los conflictos camas como jaujinas. En ellas, especialmente en la poblacién adulta
idiom&icos generados por la situaci6n de dominaci6n secular. En la y anciana de las éreas rurales, y entre las mujeres predominan
proximidad de los cuatrocientos afios de escritas las mil p4ginas temente, la lengua es manejada aiin, casi clandestinamente en cl
dirigidas al rey por el cronista indio Guam~n Poma de Ayala puede contexto cerrado del hogan y en la privacidad de la interaccién
advertirse de qué modo la prosa dif{cil y escabrosa, traspasada de intracomunitania. Dicho uso se hace ligeramente extensivo a bos
quechuismos de todo orden, contini~ia reedit~.ndose en el castellano pueblos altoandinos de las tres provincias. En todos los casos, salvo
de los escribientes rurales del ~rea andina. quizés entre la poblacién eminentemente rural y anciana, el empleo
del quechua se ve avasallado pot cl dcl castellano, que constituye la
lengua dominante en todo cl valle. En efecto, tendremos que admitir
I Diglosia y gbotofagia que, en cl estado de cosas actual, es diffcil que haya en todo él un
hogar donde se practique un monolingiijsmo quechua absoluto: hasta
Quienquiera que recorra turfsticamente los pueblos de la parte en las chozas més humildes e inaccesibles de las estancias — y en cl
baja dcl valle dcl Mantaro se llevar{a la impresi6n de estar frente a peor de los casos — por b menos se entiende cl castellano. De
comunidades monolingUes de habla castellana. En verdad, casi igual manera que, en lfneas generales, podemos afirman que las comunida
percepci6n podrfa obtenerse de una r~pida excursi6n por los pueblos des vallemantarinas presentan una situacién tfpica de bilinguismo con
altoandinos, a una y otra banda del rf o Mantaro. Es mas, no duda digbosia.
mos que dicha impresién podrfa f&cilmente confirrnarse mediante Ahora bien, decir que las comunidades dcl valle son castellano
estadfsticas censales que, en materia lingii{stica, siempre han sido hablantes prcdominantemen~~ requiere de una prccisién. Porque
defectuosas, por b menos en relacién con la poblaci6n valleman ciertan-lente cl tipo dc castellano que corre en boca de los pobladores
tanna. 5m embargo, un recorrido m&s detenido por bos mismos (exceptuando entre éstos a los citadinos, de procedencia por b
pueblos, y sobre todo empleando como lengua de relacién el huanca, general forénea) dista mucho de aproximanse al normativo. Se trata,
podr~. convencer hasta al més escéptico que la lengua ancestral sigue en efecto, dcl llamado castcblano motoso, que acusa una fuene
vigente, aunque practicada en e1 fuero interno del hogar y a espaldas influencia quechua. Dicha impronta no sMo se manifiesta en la
dcl citadino. Pero incluso sin necesidad de hacer tal excursiôn, basta- pronunciacién y en cl manejo frecuente de términos quechuas o
164 Rodolfo Cerr6n-Palomino Guam~n Poma redivivo o el castellano rural andino 165

quechuizados — aspectos fkilmente perceptibles incluso por el Como b hemos sefialado en otra parte (cf. Cerrén-Palomino
propio motoso — sino también, de manera m6.s sutil, en los niveles 1989: Cap. VI), en cl valle dcl Mantaro, como en ningiî n otro sitio
sint&ctico-sem~.nticos. Se da, pues, el caso frecuente de motosos que tal vez, tuvo tanto éxito el mito dcl “progreso”. Y el vehfculo m~s
se mofan de otros motosos: quienes se expresan diciendo, por eficaz de éste ha sido la escuela. El rol deculturizador de ésta fue
ejemplo, a cortar 4fa est4 yendo o silencio estaba la plaza se burlan de corroborado por los investigadores de Minka en sus repetidas salidas
los que dicen a cuchur a~/2z ist~ indu o silinciu istaba il plaza, al campo, como b prueban los diversos testimonios recogidos de
respectivamente. Nétese que, para las dos expresiones, las alternativas boca de los propios campesinos: hijos enfrentados a sus padres,
correctas, desde el punto de vista normativo, serf an va a cortar alfalfz enrostd.ndoles el seguir aferrados a técnicas agrfcolas “atrasadas’ y
y la plaza estaba silenciosa. Estas iiltimas no son, sin embargo, las burl~.ndose de sus conociniientos y creencias ancestrales. Véase, por
modalidades expresivas comunes del castellano vallemantarino — y ejemplo, la siguiente muestra. Una madre campesina esperaba que la
andino en general (cf. Cerrén-Palomino 1990) —, aprendido dentro luna “madurase’ a fin de disponerse a sembrar. Le dijo entonces a su
de un contexto diglésico, muchas veces por razones de supervivencia, hijo rnayor: “AlU vamos a sembrar todavla, falta que la luna
o a través de la escuela, que, tradicionalmente, jam&s toméen serio madure”. “jCojudezas!’, exclamé cl hijo, y agregé: “Ahora rnismo
la extraccién lingù fstica de los alumnos: indistintamente se ensefléen voy a sembrar yo; siembra y vcr~s que no faltad, yo no soy como
castellano cual si todos ellos fueran de habla castellana. Como era de t6, que creen en esas cosas’ (Minka 13: 16). De esta manera, cl saber
esperarse, los rasgos de la motosidad prevalecieron a despecho, andino, producto de una experiencia niilenaria, scgiî n cl cual no es
muchas veces, del grado de instruccién superior y de la profesionali recomendable sembrar en época de luna nucva era desbaratado de
zacién de los hablantes (ver, por ejemplo, las an&cdotas y los manera insolente por cl campesino moderno “progresista”, entrenado
comentarios proporcionados al respecto por Arauco Aliaga 1984). dentro de los cinones de la ciencia occidental. Véase igualmente el
Tenemos aquf, como se ve, una nueva situacién diglésica, esta vez al siguiente juicio: “El guano de corral es pura tonterfa, mejor es de la
interior dcl castellano peruano: los usuarios de la variante A tienda”. Con b que queda asegurada la depcndencia de la economfa
(castellano normativo) oprimen y discriminan a los hablantes de B mercantil y cl abandono de los recursos autirquicos tradicionales,
(castellano andino-motoso). con la consiguiente ruptura dcl equilibrio ecolégico debido al empleo
masivo de los fertilizantes de naturaleza quf mica.
Frente a la situacién de autodespojo cultural dictado por cl rnito
2 El reto de la autoafirmacién linguo-cultural del progreso la labor de TALPUY rcsultaba ciertamente una verdade
ra empresa de “rescate’ y “rcdescubrimiento”. Esta se harfa a través
En cl contexto caracterizado en las secciones precedentes, cl dcl di~logo, horizontal y no vertical (paternalista), especialmente con
proyecto de Minka se propone la recuperacién del saber andino las generaciones ancianas de campesinos, verdaderos depositarios dcl
mediante el trabajo sistemitico y coordinado entre el técnico y el saber ancestral, a quienes felizmente no alcanzéel mensaje dcculturi
campesino. Se trata de un intento por redescubrir los valores ances zador dc la escuela. Gracias a db, al relato de abuelos y abuelas, fue
trales, en materia de ciencia y tecnologfa, menospreciados — cuando resurgicndo cl auténtico saber andino reflejado en las distintas
no suplantados por la ideologla dcl ‘progreso” y dcl “desarrollo”
— técnicas de la ciencia agrfcola, ganadcra, abimentaria, médica, astroné
de coite capitalista. Ello significaba, de entrada, enfrentarse con una mica y humana en general, muchas de ellas no sélo compatibles con
actitud hostil no sélo de los miembros de la sociedad dominante 5mo las de la cultura occidental 5mo incluso superiores y menos dafiinas
incluso de los propios campesinos que interiorizaron para al cl mito en cuanto a sus cfectos y secuelas ulteriores. Pero no solamente se
de la modernizacién. trataba de la recuperacién de tales conocimientos (tarea, al fin, propia
dc bos antigualleros): tarnbién era forzoso incentivar la retransmisién
166 Rodolfo Cerr6n-Palomino Guam4n Ponaa redivjvo o cl castellano rural andino 167

de dichos valores entre las generaciones j6venes, especialmente entre castellano rural, ml como corre en boca de los campesinos. No es
los nifios, de modo de contrarrestar los efectos nocivos y alienantes dificil advertir que esta soluci6n al problema de la comunicaci6n no
de la escuela en materia de cultura andina. De ail que otra de las sélo escrita, por medio de la revista, 5mo también oral, en cl tram
tareas que se impuso la mencionada instituci6n fue la organizacién con los campesinos, flic surgiendo gradualmente, a través del trabajo
de concursos, en convenio con la Direcci6n Departamental de Educa constante con los comuneros, recogiendo sus criticas e incorporando
ci6n, entre los escolares. Teniendo como objetivo fundamental el sus sugerencias.
urescate y revaloraci6n del conocimiento andino”, tales concursos De esa mariera, en cl esmero por entablai un di~.logo fluido, los
fomentaban el conocimiento de aspectos tanto prkticos e inmediatos mencionados investigadores cayeron muy pronto en la cuenta de que
como propiamente teéricos y humanlsticos. Asi, por un lado, se les la tarea de recuperacién de la ciencia y cultura andinas no seria plena
pedla la confecci6n de muestras de herbolarios (medicinales y si no se las abordaba no ya solamente a través dcl castellano rural
daûinos), semillas, insectos maléficos y benéficos y tipos de tierras; 5mo por su vIa genuina de acceso: cl quechua. Como b sefialan acer
de otro lado, se les pedla también la redaccién de testimonios sobre tadamente, dicho “conocimiento se comunica y entiende mejor en la
diversas actividades, ocupaciones y recreos, como el ciclo agrf cola, las lengua materna o sea cl quechua o en su dialecto (wanka). Esta [sic]
fiestas y costumbres, el manejo de suelos, aguas y fertilizantes, la pierde esencia cuando se convalida con cl castellano” (Minka 15: 4).
elaboracién de instrumentos, etc. Obviamente, como seflalan sus No es, pues, suficiente contentasse con una informaci6n “traducida”
patrocinadores, “m&s que ubicar a los mejores alumnos, el objetivo al castellano; hay que aprehenderla, en b posible, en su propia
principal de [los concursos era] continuar con la reflexién e identifi lengua. ‘Nuestras abuelas (11chacuashmaana”) son las que m~.s han
caci6n campesina entre escolares y pueblo en general” (Mï nka 18-19: acumulado anécdotas, mitos, leyendas, cuentos y narraciones relacio
38). De esta manera, los concursos tuvieron la virtud de romper la nados con la actividad agrlcola. Ellas son uno de los soportes m~s
barrera de la transmisién cultural impuesta entre padres e hijos, importantes de la cultura andinal (Minka 15: 4). La lengua aparece
increment~ndose cl di~1ogo entre abuelos y nietos, ante el estupor de entonces no s6lo como la puerta de acceso obligada, y a veces insusti
los propios padres, que no podlan entender la revaloraci6n de aque tuible, para redescubrir y revalorar la cultura andina 5mo que ésta
llos conocimientos que la escuela les habla hecho abjurai. AsI, pues, misma se sustenta y preserva por medio de ella: es su vehfculo
la autenticidad de la ciencia campesina habla que redescubrirla de natural. La restauraci6n dcl saber andino, por consiguiente, implica
entre los ancianos para ponerla al servicio de las nuevas generaciones. la revaboraci6n de la lengua: ésta es la garantia de su supervivencia
frente a los mecanismos desestructuradores de la sociedad gbotoMgica.
AsI b entienden bos dcl grupo TALPUY cuando apuntan que “[las]
3 La lengua: entrada y recept&culo alternativas de desarrollo s6lo sed.n posibles si los comuneros dcl
Valle dcl Mantaro seguimos firmes en nuestras costumbres, fiestas y
Siendo bilingUes digl6sicas las comunidades del valle, no existla, tradiciones. Si seguimos hablando nuestro idioma huanca, si creemos
aparentemente, ningûn problema de comunicacién entre los investi en nuestras propias fuerzas y trabajamos con toda la comunidad en
gadores del grupo TALPUY y los campesinos. Cualquier barrera la soluciân de nuestros problemas” (Minka 14: 2, énfasis agregado).
comunicativa achacable al manejo de distintas variedades de castella AsI, pues, la revista asume la defensa de la lengua como elemento
no quedaba descartada toda vez que cl equipo de técnicos incluia en consustancial de la cultura. En las secciones siguientes nos ocupare
su seno a profesionales de la regién. Pero, adem~.s, la revista constitu mos de este esfuerzo por reivindicar la lengua ancestral.
ye un esfuerzo por conseguir la mayor accesibilidad posible, valien
dose para db de un registro que reduce al m&ximo todo metalen
guaje técnico y cientificista y, de otro lado, haciendo uso regular dcl
168 Rodolfo Cerr6n-Palornino Guam~n Poma redivivo o el castellano rural andino 169

3.1 Quechuismos inevitables: cl a’esquite léxico-semctntico la pichana’ (barredor de terroncito que abre bien la apertura de zurco),
en el arado en la parte que abre el zurco, y empieza a abrir el srhéka’
Salvo raras ocasiones, los textos de Minka constituyen comenta (zurco) y su esposa la Mujuika’ (sembradora), sigue el srhéka recién
nos o acotaciones, cuando no parafraseos, de las versiones recogidas abieno tras del ‘srhékador’ (abridor de zurco) haciendo el ‘piwan
de los propios campesinos; pero también son frecuentes los relatos y (hechadora de mai z en el srhéka abierto), o sea el jala talpuy.
testimonios directamente transcritos o redactados por los colaborado Los srhékas hechados de maiz es tapado a que se llama el jala pampay
res. En cl primer caso estamos frente a textos que, expresados en un (tapar con los pies el srhéka de mai z) hecho por los peones minkados,
estilo sencillo e informai y usando cl castellano regional, se refuerzan y los hijos de los mismos agricultores, que ellos, en la hora dcl jala
pampay, de paso antes de tapar cl ‘srhéka de maiz; van haciendo cl
y apoyan con citas directas y espont~.neas entresacadas de los testimo
Mulupay’ (echando habas en cl zurco de maiz hechado). Et jala talpuy
nios recopilados; en el segundo caso, que constituye un discurso
con et mulupay es tapado por los pies los srhékas de mai z. El hijo
eminentemente coloquial, estamos frente al empleo dcl m~s puro y mayor dcl srhékador o un minkado hace el Manyanchay’ que consiste
fresco castellano rural de la zona. Un tercer tipo de texto b forman en complementar cl srhékay con el allachu grande, por los lados de los
las composiciones, relatos y resémenes en quechua, frecuentes en los bordes de la chacra.
éltimos némeros de la revista. Dejando de lado dicho corpus, los Este es cl jala talpuy, que a la vez ha sido terminado como cinco o seis
demis textos aparecen saturados de térrninos quechuas correspondien terrenos de mai z en todo cl dia. Con tres buenas descansadas. Luego
tes a los campos sem4nticos tratados en cada uno de los némeros de descanzan y vuelven todos a la casa dcl ‘talpuchigu (cl que se hizo
la publicaci6n. 5m pretender agotar la lista, alU est~n los léxicos sembrar maiz en su chacra), llegado a la casa guardan las herramientas
pertenecientes a las calidades de tierra, las etapas de cultivo, los ciclos en su sitio de donde cogi6, ya llegado a la casa meriendan cl rico
de producci6n agricola, su almacenaniiento, los sistemas de trabajo, patachi’ (Minka 12: 16).
la elaboracién de productos, las herramientas, la alimentacién, las
enfermedades y su cura, las fiestas y los juegos, para no hablar de las Como puede advertirse, a excepci6n dcl quechuismo mincado (de
plantas, hierbas, animales e insectos, etc. Tales vocablos aparecen a minkay ‘contratar los servicios de una persona), los demis aparecen
menudo con su traducci6n respectiva al lado (y entre paréntesis o o traducidos mediante sus heterénimos castellanos (ml bos casos de
entre comillas) y en otras ocasiones, cuando ello no es suficiente, se shuka ‘surco’ y de nzuhuqkaq ‘la que sicmbra’, de muhu ‘scmilla’ y -q
recurre a la definici6n. De otro lado, los quechuismos sirven para ‘agentivo’ m~.s cl articulo -kaq, lit. ‘a que echa semilla o dcfinidos
sintetizar o resumir las dcscripciones hechas en castellano. En ambos mcdiante una cxplicaci6n. De esta manera se sabe que la pichana (dc
casos se busca garantizar la comprensién del texto por parte de los pichay barrer) es cl “barredor de tcrroncito que abre bien ancho la
que no se sienten muy c6modos con el castellano regional como por apertura dcl zurco”. Definido asi es muy poco b que se puede
quienes ignoran su variedad rural. entender ciertamcntc, pero por fortuna en un pasajc previo dcl texto
Como prueba de b se5alado citamos el siguiente pasaje del texto se nos da la siguiente dcfinicién: “palitos chicos amarrados en
“Jala talpuy” (siembra de maiz), que constituye una descripci6n hecha conjunto para abrir amplio cl surco’, que se colocan ‘por la pane de
por el dibujante Mario Villalba, del distrito de Huand.n (la cita se su reja [dcl arado]”. Esta dcfinici6n, con la ayuda dcl dibujo ofrecido
ajusta al original en forma fidedigna, respetando incluso los deslices en la misma pigina, nos pcrmitc la comprensi6n dcl objeto descrito:
ortogrificos; salvo aclaraci6n previa, la misma observacién debeni se trata, pues, dc un dispositivo consistentc en un haz de palitos que
tenerse en cuenta en las dem~.s acotaciones): se atari sobre la reja dcl arado de modo que ésta pueda abrir los
surcos m~s o menos anchos depcndiendo dcl largo dc los palitos. Dc
“Et hira, su esposa, sus hijos y sus peones mincados, ya en la chacra, otro lado, la piwaq (en cl texto aparecc por errata como piwan) es
haciendo un peque5o descanso con el chaccheo de la coca, el hka pone definida como la “hechadora de maiz en cl srhéka abierto”, es decir
170 Rodolfo Cerrén-Palomino Guammn Poma redivivo o cl castellano rural andino 171
es la persona (mujer en este caso) que se encarga de colocar las haya que esperar que se tome Ilena, es decir pula: entonces los
seniillas de maiz en los surcos. Asimismo, el hala-pampay, definido sembrios tendrk vigor y producirmn al m~ximo.
como “tapar con los pies cl srh~ika de maï z”, alude a la acci6n de De esta manera, los textos de Minka constituyen un rico arsenal
cubrir la seniilla de maiz enterrmndola en el surco con la ayuda de ios lexicogi4fico. En efecto, no scSbo aparece alU un enorme caudal léxico
pies. Del mismo modo se explica la acci6n del tnnlupay (de mulu no registrado basta la fecha sino que, en muchos casos, conforme
‘semulla’ y dcl repetitivo -pa) como “[echar] las habas en el zurco de vimos, se ofrecen definiciones que responden a un control semktico
maiz hechado”, que, aunque tautolégicamente definido, consiste en hecho “desde dentro”, es decir a partir dcl conocimiento y la
intercalas la siembra de habas en los surcos previamente sembrados experiencia vital de los hablantes.
de maï z Qo que se conoce con el nombre técnico de “siembra En prueba de b ~ltimo, quisiéramos citas la definici6n detallada,
intercalada). Ahora bien, manyanchay (de manya ‘orilla’, -n ‘partiti casi enciclopédica, dcl término mallic-hiy, ofrecida en la contratapa
vo’ y -cha ‘verbalizador’) se nos dice que consiste en “complementar posterior del No. 23 de la revista, y con ilustraciones, para una mejor
el srhtikay con cl allachu grande, por los lados de los bordes de la y total comprensién. Para ello, comencemos sefialando que, tal como
chacra”. Segiin db, la operaci6n consiste en “redondear” el sembr{o aparece en los vocabularios mencionados, inalliy y su derivado
de todo el perimetro de la chacra, en cuyos bordes no pueden abrirse mallichiy se traducen simplemente como ‘probar o gustar algo’ y
surcos con la yunta 5mo con la ayuda de un pico (tal el a11achu~. Fi ‘hacer que alguien pruebe algo’, o m~s precisamente ‘convidar’.
nalmente, cl talpuchigu (es decir, tatpuchikuq; de talpu- ‘sembrar’, <hi Veamos aliora la definici6n que trae la revista, gracias al aporte de
‘causativo’ y -kit ‘benefactivo’, con sonorizaci6n propia de la zona, uno de sus colaboradores. Se dice alU:
y -q ‘agentivo’, cuya realizacién en la forma de una oclusiôn glotal
ha sido pasada por alto por cl narrador) viene a ser “cl que se hizo “El ‘mallichi’ es una costumbre que consiste en ‘hacer probar alimentos
sembrar mai z en su chacra”, es decir la persona que hace sembrar en cocinados o crudos’. En ocasiones como: [aJ nacimiento de la cria de la
general, pero que en cl relato aparece como haciendo que le siembren vaca, con la leche coi-ta’ o ‘kufiun’; [b] preparaciôn de la chicha de jora
maiz. (el upi); [c] la pachamanca o ‘watya’; y [d] matai- cl chancho o carnero
El texto demuestra as1 que el relato sobre una actividad tipica Çkuchi’ o ‘uwish-tripi’). Se llcva la racién de casa en casa: para evitar el
como la siembra de maiz (o cualquier otra actividad en cl mundo ‘munapay’ (antojo) de las gestantes y no provocar el ‘shullo’ o aborto.
rural), cuando es ofrecido en castellano, no puede prescindir dcl Los ‘mitrash’ (tacafios) viven marginados por la comunidad en toda
ayuda colectiva”.
quechua, que, como dijimos, es cl vehiculo natural de tales conteni
dos: de alU la inevitabilidad dcl présta.mo Ihico, que, una vez
La voz mallichiy resulta siendo asi toda una institucién andina
introducido, se emplea libremente, incluso castellaniz&ndolo, como
cuyo rol fundamental consiste en garantizar y reforzar bos vinculos
en los casos de shukador, tninkado, etc. Como bien b advierten bos
sociales y la reciprocidad entre los miembros de la comunidad.
investigadores mencionados, los términos quechuas traducidos pier
Nétese, dc paso, cômo la definicién del término exige simultkea
den su fuerza denotativa y connotativa y se descontextualizan. ‘T’aI
mente cl recurso a nuevos conceptos (como cl dcl inunapay o ‘mal
ocurre, por citar un ejemplo, con el paralexema luna nueva, para de antojo’ y cl consiguiente shulluy o ‘aborto’), que a su vez tienen
tçaducir mushu-quilla (es decir, mushuq-killa), pero al hacerlo pierde que ser explicados o precisados mediante la traducci6n o la heteroni
toda su connotaci6n, pues en quechua “tiene un mensaje m4s rico,
mia (que se proporciona entre paréntesis). Salvando las imprecisiones
que quiere decir: luna convaleciente, recién nacido [sic], débil,
y suprimiendo algunos detalles irrelevantes, he aquf una hermosa
inconsistente, etc., b cual posibilita una mejor explicacién” (Minka
definicién dcl concepto dcl mallichiy, que ya quisiéramos encontrar
15: 4). S6lo as1 entendemos por qué cl campesino evita la siembra en cualesquiera de los diccionarios quechuas existentes. De
cuando hay luna nueva: los sembr{os resultarin estériles; de al11 que
172 Rodolfo Cerrén-Palomino Guamin Poma redivivo o cl castellano rural andino 173
puramente intuitiva y sin proponérselo, Minka nos ofrece una buena cuca tratrayta ni upyayta munanchu! (jno se olviden de llevar fiambre;
pauta de c6mo deberfan elaborarse los futuros diccionarios quechuas. al Elfas no le gusta chacchar coca ni tomai-!)”. (Subrayado nuestro).
Ya en la chacra, los bueyes aradores (cl “Chivillo” y cl “Bayo”) se
ponen ariscos y amenazan pelearse. Teodora advierte entonces:
3.2 De la traducciôn a la cita directa 7Pilli, jaycunacta chapiluyl” (jFeliciano, sep~ralo a pedradasO; pero
don Elfas da una contraorden: “jArna manchachicho, jina pish~pacu
A partir dcl No. 10 de la revista se advierte un cambio en los chun!” (jNo b asustes, que se cansen asf!). Luego comenta: “Es bueno
textos, sobre todo en aquellos en los cuales se ofrecen estampas de la hacerlo jugar antes, porque ya cansaditos se les puede amarras al
actividad agi-kola, o se relatan costumbres y creencias relacionadas yugo Mcilmente. Adem~.s no van a estar jaloneando cuando se esti
con la vida campesina. El discurso, que antes se vehiculizaba a través arando. jMansitos van a estar!” (subrayado nuestro).
del castellano rural, taraceado de quechuismos inevitables, ahora Como se ve, los pasajes en quechua son citas directas, tomadas de
aparece por momentos entretejido por el quechua: se trata de b que labios de los personajes, y cuyo parafraseo (no traduccién) se ofrece
se conoce con cl nombre de Hcambio de c6digo”, s6lo que esta vez de inmediato. En un caso, 5m embargo, cl narrador cambia de
se da en el registro escrito y no en el oral, que suele ser su canal c6digo, y comenta directamente en quechua: db ocurre cuando nos
ordinario (pci-o no se olvide, por otro lado, que ‘os textos buscan dice que la anciana Delfina, aunque débil ya para las faenas dcl
calcar la performance oral). El paso de una lengua a otra es entonces campo, no olvida las cosas que deben alistarse para cl laboreo:
un nuevo recurso empleado para conseguir una mayor naturalidad en imaktapis yalpalaykan. En este caso no se ofrece traducci6n alguna,
cl relato: se busca reproducir la realidad, para reflejar precisamente pci-o la oracién, que significa “anda acordindose de todo”, no hace
la situacién diglésica descrita. En una situaci6n tal, cl cambio de 5mo recapitular y resumir b dicho previamente en rclacién con la
c6digo — cl apearse dc una lengua para cabalgar en otra — est4
habiljdad de la anciana.
dictado por una serie de factores, entre los que destacan cl tema de
Como muestras de citas directas, pero igualmente insertas demi-o
la narraci6n y, naturalmente, los interlocutores. De esta manera, la de un texto castellano comentaremos dos pasajes, muy interesantes
lengua quechua, frenada e impedida salvo en cl nivel léxico
— — en no sélo dcsde cl punto de vista formal-estilfstico 5mo sobre todo por
un principio, logra romper la barrera digl6sica para alternar con el cl significado de los mismos demi-o de b que suele llamarse la
castellano, consiguiéndose un vehfculo lingù ustico entrelazado, muy “religiosidad andina”. El primero corresponde al distrito de Marco
sinjilar al discurso guamanpomiano. Asombra constatas, asf, la reite (valle de Yanamarca, Jauja) y cl segundo al de Pucari (Huancayo): se
raci6n de un estilo discursivo, luego de m~.s de 350 afios de empleado trata, por consiguiente, de dos realidades dialectales diferentes,
por cl ilustre “motoso” de la historiograffa peruana. Adem~.s, debe aunque perfectamente inteligibles entre sf (cf. Minka 12: 18 y Minka
observasse que también en la revista Minka cl texto escrito y cl visual
18-19: 27, rcspectivamente).
se dan la mano, enriqueciéndose mutuamente, en verdad constituyén
En Marco, como en todos bos pueblos dcl valle, se profesa una
dose en lecturas paralelas.
vencraci6n profunda a la tierra: “hay que pisar su suelo con respeto,
Obsérvense, en prueba de b dicho, los siguientes pasajes dcl
persign~.ndose, mirando hacia cl cielo y la tierra. El m4s anciano de
relato titulado “Acshu talpuyninchik”, cuya traduccién ofrecida
la familia, con reverencia dice: Pacha-marna jamllam yapan-familiatam
debajo es “Nuestra siembra de papa’ (cf. Minka 17: 27). En pleno
mantianinqui, chaymicanan, lioja upiashata chaqjchashrata muqashrata,
preparativo para trasladarse al campo, la anciana Delfina, que “ests
convidata siempre, huatam-hua tani allirnmicuy jumanayquipaj (La
incapacitada para realizar trabajos ffsicos, [...j en cambio tiene mente
tierra es quien da los frutos para toda mi generaci6n y que auio tras
~gil, irnactapis yalpalayan. Va haciéndoles recordai- [a sus hijos y
aflo debo brindarte siempre igual, b que bebo, b que mastico y
nietos] /arnam uhuanquichu inilcapayquicunacta, jay Eliasca rnanam
174 Rodolfo Cerr6n-Palomino Guam~n Poma redivivo o el castellano rural andino 175

fumo en sefial de agradecimiento, porque «t mantienes a toda mi “hechicerias” y “embustes”, vocabulario propio de los fanéticos extir
familia, recibe b bueno como ofrenda que te doy)’. padores:
El pasaje en quechua adolece de una serie de erratas y posible
mente también de algunas inexactitudes en la transcripci6n, amén del “Y asimesmo a bisto [el testigo] que esta Ganta Francisca Cocha
caos ortogr&fico reinante. El texto, reinterpretado y normalizado es Dorningo China Chaupis Pedro Rirnay Malqui Juan Malqui Yanac
el siguiente (aqu( y en citas semejantes, los préstamos del castellano Francisca Poma Cama Xptoual Runto Isabel Muchuy todos son
ir6n en cursivas): echizeras enbusteras y echan suertes con anafias y son quando uno esta
rnuy al cabo para sauer si a de morin o no quando no Iluebe si a de
ilober o no y los puquios an de tener agua o no. Los susodhos cogen
Pacha marna, qarnllarn llapanfamilyaata rnantiniykanki; chaymi kanan
unas arafias pequefias y las ponen en la rnano y hacen conjuro adoran
fiuqa upyashqaata, traqtrashqaata, mukashqaata, kwnbidak simpri,
a Libiac al sol y le disen estas palabras: Yaya Punchao yaya Libiac
watan-watan ahi rnikuy qumaanaykipaq’
puchayquita cornay orcoyquita comay ca[n]mi puchaiyoc canquin orcoyoc
can qui maquiqui[c]ta cornay Sefior Libiac sefior Sol da a estas uuestras
En Pucar&, asf como en los demis puebbos, se venera al insecto criaturas. Y diciendo estas palabras las arafias lebantan todos las pies o
conocido como mariquita, y que en el quechua local recibe los manillas y entonces el dho echizero be si le falta algun pie o mano que
nombres de marna-chu cha, puqutinway o puqu-tinkuy. Se le considera lebantan y si es el denecho es mal aguero y dize que rnorira el enferma
coma la mensajera de la buena cosecha: de alU su nombre, que y secaran bos puquios y si es de pie o mano izquierdo eh sucesso sera
significa literalmente “el punto (el encuentro’) de la maduraci6n”. En bueno el enferrno no rnorira los puquios tendran agua [
el relata, dos nifios van a la sementera, enviados por la madre, a
coger las mariquitas que ehla vio el dIa anterior para ilevarlas a los Como en los viejos expedientes de Cajatambo, los campesinos del
sembrfos de modo que trasmitan su bendici6n. Dice el pasaje, que valle no han olvidado sus plegarias a la madre-tierra y a sus mensaje
esta vez ofrecemos en versi6n normalizada, siguiendo las c~nones del ros benéficos, pues de elbos depende su propia existencia. Dichas
alfabeto oficial v~Jido para el huanca: invocaciones persisten, a no dudarlo, en la medida en que se traits
miten en la lengua ancestral. Una vez mis: lengua y cultura como las
1Mama puqu-tinkuy! Qammaa siilupi taytacha katramushunki, mikuy dos caras de una misma medalla.
kunakta puquchinaykipaq. Partikuyari bindisyunniykita hlapa-Ilapa
rnikuykuna qishpinanpaq. ~Halallaa kachun an, akshullaa kachun anil
Taytacha alun allinta puquchiflay talpuykunakta, ayhlullaakunapta, 4 Entre el quechua y el castellano: la angustia del mestizo
rnalka-masihlaakunapta. ~Ruyguhlaata traskikullay, taytay! Misirikurdyak
tam mafiakuhlak, alfin huchayuqpis, mana huchayuqpis lliwrni chuliyki
AsI rezaba un pequeflo artlculo de Arguedas (1939), en el que des-
kanchik. Manamaa warclakuyta atipapaakuuchu, simprimaa huchaman
cribla sus propias vivencias de escritor mestizo ante el conflicto que
palpuykalkaa. Imanaw kalpis, qampa lulashqaykitr kapaakuu: fi4rti,
significaba expresar su mundo interior a través de una lengua que no
diibil, wafiurinku kurasunniyuqkunakta. Ama an qunqapaakamaychu,
arna an katraykapaakamaychu distiinnurnan”. era sentida como propia, y, sobre todo, que ‘no [decla nada] deb
paisaje”. Dicho conflicto expresivo se resolverfa, segiSn el autor,
Asombrosamente, las textos citados parecen entresacados directa mediante la forja de un castellano hfbrido, cuyas primeras manifesta
mente de las expedientes sobre juicios de idolatrf as, como los publica ciones las vefa él entre sus alumnos mestizos del colegio Mateo
dos por Duviols. Compérense, por ejemplo, con el siguiente pasaje Pumacahua de Canchis (Cuzco). De esta manera, Arguedas entrevefa
(cf. Duviols [1656] 1986: 66), aunque aquf se habla m~s bien de la formacién del castelbano andino, que se gestaba 5m
embargo desde
los primeros afios de la colonia, teniendo en Guamb Poma, Santa
176 Rodolfo Cerr6n-Palomina Guam&n Poma redivivo o cl castellano rural andino 177

Cruz Pachacuti y Francisco Tito Yupanqui a tres ilustres paradigmas (1) “Al verse descubierta [cl maestro de mésica juganda con las
del hablar motoso (cf. Cerr6n-Palomino 1990, 1992). muchachos] se pù ~acuba (molestaba) un poca y se iba, mur
Pues bien, la mayorfa de los textos de Minka constituyen precisa muranda”.
mente magnificos ejemplos dcl conflicto lingiifstico sefialado. Como (2) ‘iodas las veces que fbamos [al sembrfo de papas] iiusr-cdba
se dijo en la secci6n 3, para entablar una comunicaci6n fluida con el mas [tanteibamas] con ambas manas, despacita, con cuidada,
cainpesino dcl valle era necesario sintonizar su propia registro para saber si nuestra carneta estaba grande’.
dialectal: en cl mejor de las casos, y donde el quechua sigue vigente, (3) “Otras veces yo era paciensoso, él [su hermana] hacfa pasali
en esta misma lengua; y dande aquél ha dejada de emplearse, a través chir (se sobrepasaba). Entances se armaba cl lia”.
dcl castellana rural. Descartada cl quechua, sin embargo, como (4) “f...] las mayares trataban de agarrar nuestra papacorneta con
vehfculo 6nico de expresién escrita (aspecto que también fue puesto la intenci6n de liaquichirnos (entristecernos) y hacernas llorar,
en tela de juicio acertadamente en la revista), quedaba el castellana pera después de un rata nos la devolvian”.
rural, refiida con la norma de la modalidad urbana, y, par cansi
guiente, desterrado dcl usa formaI escrito ~a menos que pasara por la Nétese que, can excepcién dcl ejempla (2), las quechuismos inser
purga previa dcl normativista). Dicha variedad, estigmatizada en las tados aparecen con su traduccién al lada. En tal sentida, uno se
textas profil&cticos (cf., por ejemplo, Arauco Aliaga 1984), aparece pregunta qué razén hay para na evitarlas (y canste que cl texto ha
sin embargo reivindicada: se trata de la chaurpi-lengua o “media sida “normalizada” ya, en parte al menas, par las redactares, a juzgar
lengua”, camimn entre las campesinos de las valles interandinos dcl parla restituci6n de algunas cancardancias), de manera de afrecer un
Ecuador y de las zonas quechuas de Bolivia. Esta media lengua, que texto castellana mis “limpia”. La respuesta tiene que ver, indudable
la escuela busca erradicar las m~s de las veces infructuasaniente, mente, can la fuerza expresiva que canllevan las vacablas quechuas
constituye no abstante, par decirlo as{, la materia prima que nutre en camparaci6n can sus versianes castellanas, que ademés na tradu
y ahorma al castellano andino que, ante cl desborde popular y la cen fielmente en cada casa las matices semkticos de aquéllas: para
recamposicién social de las urbes, va arrinconando al castellano aca canseguir esta habria sida necesario un esfuerzo descriptiva de
démico-normativa peruano, en franco proceso de retirada (Rivarala naturaleza perifristica que hubiera desembacada en un frasea sabre
1990: Cap. VII). N6tese, par la demis, que esta misma interlengua, cargado e inexpresiva. De hecha, par ejempla, en (2) la expresi6n
pero afiejada par cl pasa de las siglos, constituye hay dfa cl deliquia llushcdba,nos (dcl quechua liushkay ‘tentar con las manas algo encu
y reguste de las estudiasos de la cultura andina: nos referimas a la bierta’) quiere expresar la accién consistente en “intraducir o deslizar
prasa dcl cranista india Felipe Guamin Pama, cansiderada coma una las manas bajo las matas de papa para palparel estado de madurez de
muestra de “behetria mental” par algunas hispan6filas cama Parras las tubérculas”, en este casa de aquellas que tienen la forma de una
Barrenechea (1948). carneta.
Cama ilustracién dcl castellano rural ofreceremos aquf algunos Las ejemplos carrespandientes al segunda puma cl de Huaris—

pasajes seleccianadas arbitrariamente (pues, en verdad, la mejar ca — carrespanden a las pasajes “Trabajando cl ulay can los nifias”
habrï a sida transcribir {ntegramente las textas invalucradas; pera cf. (Minka 18-19: 14) y “Gastas de la casecha [de papas]” (Minka 20: 11),
con nuestra cita y las camentarios respectivos praporcianados ya en de Jesiis Linda Revilla. En chas se leen:
3.1), pertenecientes, respectivamente, a las zanas sur (Pucari) y
naroeste (Huarisca) de Huancaya. Las ejemplas dcl primer punta (1) “La farnihia, sabre toda con los chiuches (nifios) de 5 a 10 afias, salen
han sida entresacadas dcl relata “Una banda de miisicos con la papa con sus animales a las partes alias dande existen muchaas (espacias
carneta”, de Juan Rajas Medrana (cf. Minka 17: 32). As{ tenemas: libres en la pateadera de sus parcelas), para verdepachir (darles pasta
fresco) a sus burros y vacas”.
178 Rodolfo Cerrén-Palamino Guarmln Pama rediviva o cl castellana rural andino
179
(2) ‘La casecha ha sida m~s trabajosa. No hemos necesitada buscar shuflay, en el labarea espec{fica de la casecha, cansiste en la separa
gente ya que vinieran tadas las que tenian sefialada sus shufuzy o ci6n que hace cl dueiia de chacra de alguna parci6n dcl sembria
kurmaychakzcy Q,uscar papas grandes). Para tikiar (valtear) la papa, (destinanda algunas surcas, par ejempla, o, cuanda se tiene tada la
Ilegaran [las) campadres con sus taras para pagarles en papa”. papa casechada, reservanda cierta cantidad de ella) cama recampensa
par el trabaja (na asalariada) de una persana. El kunnaychakuy (de
Coma habr~ padida advertirse, las glosas ofrecidas al lada de las kurmay ‘papa que sabresale par su tamafia’, m~s cl verbalizadar -cha
quechuismas no san de gran ayuda para camprender a cabalidad el y el benefactiva -ku), par su parte, cansiste en la licencia que abtiene
cantenida de las pasajes citadas. En efecto, en (1), camenzanda por el trabajadar (cl na asalariada) de pader separar para si las tubérculas
el tftulo dcl pasaje, cuya palabra utay requiere de una aclaraciôn (en m~s grandes que encuentre durante la faena: el kurmay es, pues,
este casa, qulay significa ‘trabaja de deshierbe’, cansistente en limpiar cama un premia a galardén dcl mk empefiasa en cl trabaja; es
las sembrfas de malezas), las expresianes inuchaa y verdepachir, pese decir, hace las veces de un “seba”. Finalmente, la acci6n de tikiar
a sus glosas, aparecen imprecisas. (n6tese el reemplaza dcl infinitiva -y par cl carrespandiente -r del
De hecho, la definici6n dcl primer términa (en verdad muchaq) castellana), que aparece glasada cama ‘valtear’ permanece igualmente
aparece ascurecida al mismo tiempa par la palabra pateadera, que en canfusa, puesta que la glosa na alcanza a aclarar nada: ‘valtear la
castellano general padria interpretarse a la sumo coma ‘lugar dande papa puede hasta interpretarse cama cambiarla de pasici6n simple-
se patea’, y que, par consiguiente, requeriria a su turna de una glosa mente. La acci6n aludida en el pasaje cansiste en la prapia casecha
especial~ El segunda términa, par su parte, si bien pana una raiz de de papas can la ayuda de una yunta: cl arada penetra baja las matas
arigen castellana verde
— —,aparece tematizada con los sufijas ver remaviéndalas de rai z, de farma que éstas y las tubérculas quedan
bales derivacianales -pa ‘repetitiva’ y .chi ‘causativo’: cama se ve, un expuestas hacia arriba al par que las matas aparecen enterradas: tal cl
hibrida perfecta. N6tese, pues, que para entender plenamente el “valtea”, que na es sina una de las madalidades de la casecha de
pasaje camentada es necesaria parafrasear dichos canceptas (adem6s tubérculas.
de seflalar que chiwchi significa ariginariamente ‘pallita’): muchaq o, Cama puede apreciarse, cl castellana rural andina surge del
mejar, tnuchaqkuna (de ail la pluralizaciôn castellana de la voz emplea paralela, “en yunta” (cama dirian las campesinas chuquisa
quechua en cl ejemplo) san las linderas que separan unas chacras de quefias, segûn testimania de nuestra amiga Pedra Plaza), de las das
atras, la suficientemente arnplias cama para pader caminar par ellas lenguas en canflicta. La narma urbana dcl castellana la dequechuiza
y dande crece el pasta libremente de mada que pueda apacentarse en en parte, a través de la escuela y de airas agentes de cambio cama
él. Tales bordes na s6lo carresponden, cama dice el relatar, a la las medias masivas de camunicacién; pero dicha nivelaci6n en favar
parte pasteriar de las terrenas (pateadera alude en principia a la parte de farmas dialectales m~s generales sâla se hax4 en relacién con las
posteriar de una cama, es decir la apuesta a la cabecera) sina a manifestaciones socialingtfsticamente m~s marcadas, cama suele
cualquiera de las cantarnas. La accién de verdepachir consiste en acurrir, na pudienda eliminarse atras rasgas de naturaleza m~s
hacer que las animales caman de las fallajes tiernas que crecen en las abstracta y fundamentalmente sem&nticas: es par esta via que cl
linderas, generalmente luega de haberse alimentada de airas casas, a castellana peruana va andiniz~ndase sensiblemente (cf. Cerrén
manera de rellena fresca. Palamina 1990).
Cuanta al segunda pasaje, las canceptas quechuas de shulfay, kur Ahara bien, tampoca cl quechua se libra de influencias castella
tnaychakuy y tiklay, na abstante la glasa respectiva para las das nas, aunque éstas sean de menar cuantia, m~s alM dcl léxico, sabre
ûltimas, aparecen igualmente vagas e incampletas. En efecta, las das tada dcl Ilamada “cultural”. En este casa también, 5m embarga, es cl
primeras aluden a farmas de recampensa en cl trabaja agrfcala: una bilingue con mayar expasici6n al castellana quien suele saturar su
de cantenida genérica y atra de alcance m~s especffica. Asf, el quechua de castellanismas muchas veces campletamente innecesarias.
180 Rodolfo Cerr6n-Palomino Guamân Poma rediyjvo o el castellano rural andino 181
Tal ~s cl empleo de voces como simula, surku, tiinpu (temporada), giï enza cultural y lingilistica, estimulada y alentada por la escuela
pariiha, gustu, balur (fuerza), etc., para las cuales no faltan términos tradicional.
quechuas de abolengo: rnuhu, shuka, mita, masa, munay y kallpa,
respectivamente. Pero no 5Mo eso, pues, ml como sucede en cl
castellano rural, aquf también nos topamos con casos interesantes de 5 Conclusj6n
hibridacién dcl tipo taklliiru, chakmiyay, waniyay, wapiyay, etc. La
primera voz puede pasar por castellanismo, 5m embargo, toda vez Para terminai- con esta presentaci6n, séanos permitido destacar,
que taklla no es propia del quechua huanca (aquf el término equiva a manera de conclusién, algunos de los puntos m~s significativos que
lente es shuki) , habiendo ingresado a él a través del castellano; pero se desprenden de la lectura de las p~ginas de la revista Minka, espe
la derivacién normal en quechua seria en todo caso takllaq y no con cialmente en relaci6n con su esfuerzo por tratar de tender un puente
cl derivativo castellano -cr0. Los tres términos restantes provienen del comunicativo més fluido entre los promotores dcl cambio, prove
quechua local, pero previo reajuste derivacional en el castellano nientes de la ciudad, y los miembros de la sociedad tradicional
lugare5o: en efecto, los verbos chaktnay ‘preparar el terreno, barbe campesina.
char’, wanuchay echar abono, abonar’ y wapyay ‘alardear dando En primer lugar, debemos mencionar la constatacién dcl hecho
voces’ fueron incorporados al castellano como chacmear, guanear y de que todo intento serio por revalorar la cultura andina ancestral
guapear~ que luego reingresan al habla quechua de los bilingues como pasa por la reivindicaci6n idiom~tica. La revaboraci6n de una cultura
chakmiyay, waniyay y wapiyay. “traducida” en lengua oficial constituye, en verdad, una decultura
Debe sefialarse, finalmente, que la naturaleza de los ejemplos cién. Creemos que los cientificos sociales, que a menudo se desen
ofrecidos constituye de por si un buen indice de las relaciones tienden de la lengua, debieran reflexionar m~s seriamente sobre db.
asimétricas que guardan entre si el castellano y el quechua (y, dentro En segundo término, debe destacarse la defensa lingiiistica asumida,
de éste, entre el sureflo y el huanca) en cl contexto diglésico. En gradualmente, en favor dcl quechua, casi siempre soslayada por los
efecto, en tanto que los hispanismos dcl quechua (en este caso los investigadores (que, siendo extrafios a la lengua, no se identifican con
ejemplos citados especificamente) son prkticamente superfluos (no dIa). La lcabtad idiomitica se manjfiesta no solamente formulando
enriquecen 5mo m&s bien empobrecen al quechua), no puede decirse discursos en torno a la lengua 5mo, sobre todo, escribiéndola, es decir
b mismo de los quechuismos del castellano: aquf se est~ frente a un haciendo de ella un vehiculo formal de comunicacién. En tercer
verdadero enriquecimiento léxico-cultural dcl habla castellana local, lugar, importa asimismo constatas cl csfuerzo desinhibido por
y por consiguiente de ninguna manera pueden ser considerados reivindicar cl castellano regional, y, m~.s especificamente, cl rural.
superfluos (ya se vio la insuficiencia de las glosas ofrecidas). En el Lejos de “blanqucar” dicha variedad (aunque fuera inevitable en
primer caso estamos indudablemente ante los efectos de la relaci6n algunos casos), traduciéndola en un castdflano més castizo y acadénti
de subordinacién que el quechua guarda respecto dcl castellano. co, los redactores dc la revista la emplean, por b gcneral, en toda su
Dicha subordinacién se compensa, 5m embargo, en cl “desquite” con gcnuina y cspondnca manifcstacién, para horror dc los puristas. Lo
Ios quechuismos del castellano en tanto el t6pico de bos textos gire que nunca comprender~n los normativista.s a rajatabla es que tal
en torno a la cultura andina. Porque, como se dijo, en las esferas cul castcllano es apcnas difcrcntc dcl que mancjaron los ilustres cronistas
turales propias dcl mundo occidental el avasallamiento léxico dcl indios Fclipc Guaxd.n Poma y Joan dc Santa Cruz Pachacuti, cuya
castellano no tiene limite, sobre todo cuando los hablantes de la lectura resulta no sMo gratificante 5mo también atractiva Qcomo
lengua dominada no toman conciencia de la necesidad de asumir una producto de su venerable antigiicdad i’inicamentc?). Finalmente, en
postura de defensa idiom&tica, y, m~s bien, sucumben ante la ver- cl aspecto puramente lingiiistico, las p~ginas de Minka constituyen un
precioso arsenal de materiales para cl cstudio no s&o dcl castellano
182 Rodolfo Cerrén-Palornino

andino sino también del propio quechua, en este ûltimo caso sobre Eva Gugenberger (Viena)
todo en el campo léxico-sem4ntico, parcela muy pobremente com
prendida aifin dentro de la quechufstica.
Conflicto lingflfstico: cl caso
de ios quechuahablantes en cl sur del Peni

Bibliograffa

Arauco Aliaga, Domingo (1984): Primeros estudios del castellano en la sierra 1 Antecedentes
central. Huancayo: Empresa Editora “La Voz de Huancayo” S.A.
Arguedas, JoséMarÇa (1939): Entre cl kechwa y cl castellano: la angustia Si nos planteamos el an~lisis del aporte de los elementos tanto
del mestizo”, en: La Prensa @uenos Aires). Reimpreso en Kapsoli, Wil europeos como indfgenas en cl contacto lingii{stico y cultural de
fredo (ed.) 1986: Nosotros los maestros. Lima: Editorial Ilorizonte, 31 -
Latinoamérica, y tratamos de delirnitarlos, nos encontramos frente
33. a un problema dif{cil de solucionar. ~Por d6nde empezar? ~Debenios
Cerrén-Palomino, Rodolfo (1989): Lengua y sociedad en el Valle del Mantaro. por ejernplo, comparar el Estado incaico del siglo XV con la
Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
“moderna sociedad europea” de hoy o con la Espafia dcl siglo XV?
— (1990): “Aspectos sociolingfl{sticos y pedagégicos de la motosidad en cl
La actual vestimenta indfgena, que nos parece tan folkl6rica y
Perta”, en: Cerr6n-Palomino, Rodolfo y SoIfs, Gustavo (eds.): Tennis de
lingiilstica amerindia. Lima: Talleres Ed. Grâf. S.R.L., 153 180.
-
auténtica, est~ compuesta en su mayor pane por elementos hisp~.ni
— (1992): ‘La forja dcl castellano andino o el penoso camino de la ladini cos. Podemos encontrar muchos ejemplos que comprueban que en
zacién”, en Hern~ndez Alonso, César (Comp.): Historia y presente del el fondo tenemos que empezar con formas minas. La dicotomfa
espauiol de América. Valladolid: Junta de Castilla y Leén, Pabecal, 201 - sociedad indz’gena versus sociedad occidental parte de dos polos
234. abstractos, de categorfas generales creadas por el colonialismo. M&s
Duviols, Pierre (cd.) (1986): Cultura andina y represiôn. Pro cesos y visitas de bien habrla que tener como punto de partida formas minas, que han
idolatr(asyhechicer(as. Cajatambo, sigloXVIL Cuzco: C.E.R.A. “Bartolo venido form~ndose a través de siglos de contacto, b que, por razones
méde las Casas”. metodol6gicas, es dificil de efectuar.
Guam~n Poma de Ayala, Felipe [1615] (1980): El primer corénica y buen Considero el contacto cultural como algo positivo, ya que el
gobierno. México: Siglo XXI. 3 Vols. intercambio puede ser fruct{fero para ambas partes, pero depende de
Porras Barrenechea, Ratll (1948): £1 cronista indio Felipe Huamén Poma de las condjcjones bajo las cuales éste se efectéa.
Ayala. Lima: Talleres Gr&ficos de la Editorial Lumen S.A.
Siguiendo a Zimmermann (1992), quisiera hacer la diferenciaci6n
Rivarola,JoséLuis (1990): Laformacién lingiUsticadeHispanoamérica. Lima:
Pontificia Universidad Cat6lica dcl Peni, Fondo Editorial.
entre:
10 El contacto bajo condiciones de igualdad, en cl cual los miembros
de un grupo étnico pueden decidir 5m presiones, si adoptan algiin
elemento externo, de modo que ellos mismos determinan su
desarrollo cultural;
2° El contacto bajo condiciones de opresi6n, en el cual la influencia
cultural externa se impone violentamente o también con sutiles
medios ideol6gicos, con frecuencia en contra de los intereses de
Ios afectados. En éste muchas veces se aparenta que cl grupo

You might also like