JosÉ VAItALLAN05

EL CHOLO
Y EL PERÛ
INTRODUCCIÔN AL ESTUDIO SOGIOLÔGICO DE UN HOMBRE
Y UN PUBELO M.RSTIZOS Y SU DESTINO CULTUR.AL

(Con ilustraciones)

Jii.é Var.iII.uios. Fotet tomada oit Sait Jusé de Costa IGea. 960.

IMPRENTA LÔPEZ
BUENOS AIRES
1962
“~ w’s w_n,.

Aiïos ha publicamos wnos apuntes sobre et Cholo y el Mestizaje eu

aigunas regiones de! Perz~ Su favorable acogida nos obligô, enton
~.

ces, a ocuparnos con més antplitud de la materia, constztuyendo e! pie—

sente voluinen. Es éste, pues, un viejo lrb: o y acaso de viejas ideas.

Descendiente de los espafioles que arriba, on desde ci siglo xvi

y de las indias oriun d’as de este suelo, et cholo es e! personaje miSs
sefiero de! Perr1 actual. Desde aque! siglo, encuadrado en un peculiar
medio teliSrico, es cl permanente acto, de nuestra mûltiple vida social,
y encarna en si e! proceso de! aima nacional; o, en otios térininos, es ci
factor determinante de las caracteristicas econômnicas, sociales y cultu—
raies de este pals. Aiim: nids, las manifestaciones de su genlo, con e! tien:—
po, dosificarén la nueva cultura, la cuIt ura indiana que los soc:ôiogos
pregonan se forjaiid en estos Jacks de! mundo.
De aqul que, nosotros, al tratarlo, b hagainos en ~relaci6a y fun
ciôn de! PeriS, de su paisaje, ternas y problemnas. Porque como opina
Rosenblat, e103 probiemas ~politicos, sociales y culturales de An: érica
se entremezclan a cada paso con los probleinas étnicos”.
Por otra parte, su usinera mayoritario eu la poblaci6n peruana,
es la comprobacién de un hecho clésico: cl mestizaje :ndo—espaiiol o
judo-bianco.
Este fenômeno que condeuza en los ~rim cr03 dias de la Con quista,
coutinûa en~ la Colonia en grado creciente. Al extreino que, ya a me—
drados dcl siglo xvIIi, las cholos —Ilamados entonces mestizos— for—
k inaban e! grupo miSs numeroso después dcl indio. El proceso de esta
inixtiéms prosigue boy ininterrumpidamente, aun que bajo e! signo de!
cosmopoittismo. Pues, a raiz de! advenimiento de la Repûbirca, borra

1 Et Mestizaje eu Hu~nuco. Enotogia dcl Cholo Huamatiano ‘Et Comerno”. Lu,,.,, 28

de ;,ibo, 1939. — Genealogia, ubicacion y viloracién dit oholo “La Preusa”. Lima, 12 di
,narzo, 1944—
Este l,lno fué escr,to en 1947, y solo boy la elitregailiOs u la ,mjsrenta, agregdndok
uno que dru dab o ,dea
f ‘ff”f’f~’fW’ff~’~’f f
12 ELCHOLOYELPERÛ
das las castas y abiertas las fronteras, cl blanco, cl indic, cl negro y e!
chino se han cruzado originando nuestro hibridisnzo. Pero es al mes
tizo dcl blanco con cl indio al que Proclamamos, por ser nuestra 11$
histôrico ~er excelencia; o, si se quiere, en cl concepto etnolôgico, cons
tituyc la actual r traza ~eruana”.
Precjsa,,,ente ~or cl cumule de mezclas de sangre, no puede hablar—
se en cl Perui de ~J.’ureza racial”; ni siquiera refiriéndonos a los nids
auténticos indios.
,, * *
Con cl presente libre ~retendcmos lerciar en cl retôrico debate
entre indianistas e hispanistas, cuyos sostenedores méximas son les
escritores Luis E. Valcércel y VIcIer Andrés Belaunde. Para les pri
nieras, cl Per ii es indic, vielle (le 5W estirpe y se estructurard al modelo
de su genio; y de aquh cl pregô;i: tevuelta al Tahuantinsuyo”. Para
las segundos, le espafiol encarna nuestra »niltiple vida social y su es—
piritu ruinbard su destine corne puebla, coin.o progeiitora nuestra:
ermadre Espafia”. Atenidos a la realidad etno-socioldgica peruana,
nos ubicai os en ci campe medio y desde 61 dcseam.os esclarecer cier—
tas concepies. La tesis que Plantea nies es, pues, ecléctica; somas mesti
cistas, cabe ci términa: cholistas.
Sostene unes que cl mestizaje indo-espat~oi, bajo la C’olon.ia, na sMo se
rcalizô couic simple un.iôn sangumnea, sine también como uniân de espiri—
tus. Futé, al inismo tiempo, un mestizaje étuico y un mestizaje cultural,
corne consecuencia dc la revoluciôn social que implicô la Canquista
espaflola en estas tierras. Este, la inezcla, la siinbiosis, la trascultu—
raciôn de le espahiol y de le indio, es ~recisamente b que caracteriza
al choIe y a le choIe y, po; ende, al Pcr:~ y e b peruano.
Ni sôlo Espa fia, ni sélo cl Tahucnthzsuyo. Tenernos de ambas na—
ciones y dc sus cultu ras, fusionadas y fusionéndose a tracés de los
sigles. En aires ténninos, (le la conjunciân dc las elementos principa
les y firimordiales es~afi oies e incaicos, cmergiô, en cl sigle XVI, nues—
Ira pat ria inestiza, i’ emerge hoy la esencial y termin.olôgicarngnte pe—
ruano al conjure dc la civilizacicjn occidental, a cnj;o ritmo ~reten_
dciii 05 incorporarnos, antique sin renunciar a nuestras auténticas bases
étnice-socialôgicas. Recalcando que la cultura original de Ainérica
Lati,ia se forjard a base dc la indigena,
En la determinaciân antre polôgica de sus tipo.s hurnanos, en cl
esludie cinoidgico dc sus grufros sociales, en cl andiisis sociolôgico
‘f ‘f ‘f%W~W”ffl’f f ‘f ‘f ‘f ‘f “‘f ‘f”W’f’f’f’f’f ‘f ‘f W
INTRODUCCIÔN 13
de su vida y costumbres, hallaremos que todo en este pals es mezcta,
que nuestra naciôn es mestiza per excelencia, que ci Perû es frute de
esa inixtura. ‘Y cl amestizamiento en estes suelos es antiguo, profwide
y mûltiple; es un hecho evidente en la vida social peruana; una verdad
que rebasa los limites de nuestra geografia.
Desdc cualquier dngulo que nos juzgucmos, seines, pues, inestizos,
somos choIes. El propie indio es choie una vez que usa vestimenta
curepea o habla él castellano. Perque cl idioma, principal elemento de
cultura, es cl lazo inisterioso que le une al inundo y le cenduce a un
modo especial de ver y juzgar las casas; de adoptar un cstilo de vida.
Asirnisina podemos decir que el indio se identifica con cl choie o que
cl indic dc ayer es cl cholo de bey. Ya que cl erindio es cada vez menas
indio y es cada ~ijez mis mestize”, como expresa Reseublat, Per eso,
para nuestro planteamicnto, cl choie es la soluciân dcl in die; y rumba
mas e elle, a la cholizaciôn dcl indic. O también, cl rechelo es une cape
su~erior sobre ci indic; es cl indic emancipado y superado”, segi2n la f ra
se de Binilie Romere.
Indianistas e bispanistas discrepan, desde un éngula libresco, reté—
rico, remmntice. Perque ioda culte al pasado —india o es~afiel— es
romanticismo.
Las diverses capitules dcl prescnte veluinen constitu yen, en ver—
dad, una introducci6n al estudia histdrico dcl mestizaje étnico y cultu—
raI inda-hispano o choIe. No inadura ni original investigaciôn; ligero
esbozo de un estudia que, acase, podré cmprenderse con inayeres fuen
tes bibliegréficas ly ajustades métodos cientificos.
Per esa cl lcctor hallard idcas, argumentas, citas y enfeques ya cana
cidas y divulgades; y cl ctnélego o cl sociâloga ne podrmn calificar
de definitivas nu est ras conclusiones.
Particularmcntc este libre ticne cl cardcter de informative; e, mejar,
es una estirnativa dcl chalo en les diverses aspectos dc la vida social perua—
na. Y aiîn dentre de este éngula de apreciaciân, es sâlo un deficiente es
querna. Elle se justifica porno haber hallado trabaje alguno que nos bu
biera servide de pauta. Es que les cscritores e investigaderes peruanos me
nasprcciaran su traie, i..nbuidos en les conceptos dc la vieje antrepologia
que censideraba al mestiza un eemnonst,~o o ser antinatural” y empe—
fiados en identificarnas con Europa, abvidaron que nucstre pueble
es inda—hispano, mestize, choIe. Semas, ~itcs, las p, imeres que incur—
 — 9f f~55
14 fl Ci-lOLO Y EL flaC
sianamos en flua ancha y izueva rida uidit paner planta sobre huche-,
ajena”, al decir dcl célebre tiatadista Salôrzana Pereira
For aira parie, iniciamos la tarea —placeniera para nasotras~— de
valarar al cholo, de reivindicarla, aun que séla sea desde cl plano de la
niera especulacid;.t mielcci ual.
J3stas pégmas son, tain bién, un pequeila nzdeario defensiva” —la
f rase es de Feinando Orizz, cl notable cscriiar cubano— para nues—
tros campatriotas, para quzenes heinos escrita. Para las inesiizos que
se debaten ioda via en campkjos creadas par cl prejuicia de la ~~nj_
pe;sarzdad dc los blancos” e ru~,iferiaridad de la inezcla”, etcétera;
~afisuzas divulgadas con fines de post; acz6n econômica y social,
ayer por las con quistado; es colanialistas, y boy par los agentes de!
impe; ;alzs~na anglo—sajén y sus aliados: esas escritores de ideas reira—
sadas, de inenialidad medie val y encadenados a la ~a; isioc; ada blan—
ca”. Son ellas las aniiwesiicistas en un pals, cama cl Perz~, profun—
damenie mestizo. Y cuyas querellas arraigadas en cl ambiente popu—
lar tif ameutais adias y son cl secreta de nuestras querellas politicas”,
diwdienda a nuestra sociedad, sobre ioda en las provincias, en in,—
niisculas cavias sociales.
Asunisma, pretendemos despe, tar, al fluja pnwario (le la sangre
y de la tierra, liacia una canciencia colectiva, nacionalista, que debe iccos
taise sobre nuest,a admuable i,adicicjn y persanalzdad;dc pueblo. non—
diendia terrigena, peruana, que es urgente en estos afios en que cl
cosmopolsiismo y cl capitalisina estandardizan a las hambres y basta
al espiritu Ilay que cl Perz~ sufre vira ciisis de su destina coma
.
puebla y vas despe; nanizamas debida a la incapacidad de camp render a
la Patua en su nztiundad mis irascendente y prafunda. Parque la respeia—
bilidad de un pais cwuo vii clea social, séla senS posible con una séhida
canciencza izacioual; (le çcnfirnas seiena, himpia y cabalmente inestizos,
cholas. 5m afia; anzas (lei Tahuantinsuyo ni de Espafia, cama afu ma—
De lu que se ha escralo sobre e? eholo es, sen du,ia, e? inejor irabajo et ululaI, LI cholo
‘oluntid dcl por~ ami-, de Seraf,,, ciel Mur ttReznsi., Amaties’, La Habana, peteso, 1940
lai ensaj o cl es’ îlot pcrua,;o, antique luge rameute, Étala e? problu,ia lie 53 proceso beologuco
y su ac/auud calfatai f renie ai “blanco” j al initio, esiud,ando, a la -nez, su ajioric eu la vida
social fserua,,a, cl arilo CIL su me nie etc adora, su lucha fre paie al ~ode, oso, en ansej,arablc abanza
con e? ,,,dao
3 î aslznzosanzenue, lu que e? l,em~o y e? gento e? ,lso,nbre ho personalulad —cal aclerasuaca,
orq~iutal,dail, C ar,cda I de uda—, u,ende ,s lu uniforme, u (o inonolono Toi, se nnwersabza o,
Juejor, se ‘ni ofsc sza, se j anquelsaza Y ienslrunos, jsroufo, gracias ci los cammos carreferos, al
ai an,, al an li ç, u,,,a ‘‘u çraslal,k y , efiugitan h” monolo,, au en e? j’ensar, en e? s niai, cas cl co “ter
j en panestras eus! u un bres
INTRODUCCIÔN 15
cién de nuestra se~aria ‘en este suela, en la marcha hacia la estructu
racién de la peruana-universal. Tierra y sangre son las fundamentos
en que se afianza tada razén de ser de un pueblo y ambas son las ingre
dientes bésicas en una etapa de transicién histérica, cama la que vivisuas.
— t *
Coma pudiera supaner la errada apreciacién, na pretezzdemas des
pertar o famentar lucha de utrazas~~; ni dividir en bandas al india y al
chalo. Menas azin creeinas en la raza para. Para izasatras, ya la diji
mas, na existe clin dia sina cl chalo, etnolégica y cuhiuralnienie bablan—
do; tues, ambas se identifican y san las legitimamenie ~eruanas. Tain—
p aca nas atrevemos a sasiener —danda péb nia al vieja prejuicia racista—
que eh chala sea superiar al india. Y pese a que utel chaba representa a la
fuerza argmnica de la raza rejuvenecida y vigarizada para hacer f rente
al nueva dIa”, al decir de Maisés Séenz.
Para nasairas no existe escala de .razas. Par osa, va sobamenie pra
clam amas la iguabdad racial, sino la igualdad econéinica. Ya que al uttjr_
mina cholo le damas una naminacién je inter~retaci6n culiural y eco—
némica”. Parque, anahizando en su estruciura y funcianamienta, ha
demacracia que vwimas, es meramenie tcôrica y en la que una mi—
varia fublanca~~ y carrampida dispane de las iquezas y disfritta de
priinlegias, posterganda a la iua~a mestiza e india, que es cl inzlsculo
y e! nervia de la Nacién, en adiasa diseriwmnaci6n social. (Es verdad
que -mu chas cholas ban figurado y figurais en nnesira ~~alia saciedad”
y han desempeûada y desempefian cargos en la pahitica, la banca y la
cultu; a. Fera 5m condieucia y sentimienia teluricas, no se han iden—
tificado con su clase, con rrel PenS inesiizo, cholo”; séla han sida
calaboradares, a iituba de rebenefici0 persanal”, dcl caudîllo, de la chase
o familia irblai,cas~ dirigente y vin f ruciua; ia dcl poder estatal. Extra—
viadas de su destina social y de 5u propia espirziu, san esias choIes las
que, mncluso, pracedienda de nuesiras nids alias serrantas y ssenda de
En
la mis auténiica chalada, identificindase con las «blancos” han prega
nada un érbal genealégica o reclaniado un iiiulo nab,liario en Espafla.)
• .
Cabe asiinisina, en estas hineas, la mencién de un libra. En 1930
Jasé Uriel Garcia pubhicé tiEl Nueva India”: hibro de ureusayas indu
genistas”, coma su p~ o~io auior la califica.
En iesis general, Garda sastiene que en las Andes iado se indianiza,
444 ‘4444444444 4 * ‘4
j “ “4 ‘“e” 4t4~4’4 444’

16 ELGHOLOYELPERÛ
INTRODUCCIÔN 17
se lama in dia; y de aqul cl término et,iea..,,tdjo~~ para nambrar a la que
f
en cl alto panera ma andina habita o crea. (Garda ha armada cl vaca tas antiguas que transcribimos en sus cap ltula~, las bernas arrcglado ai
bio ee,,eo..indio~~ e ignoramos basta dônde pitede set aceplada o usado. casteilana actual, sin alterar, en absaluta, su cantenido y expresi6n.
Nasatros empleamos ci término cholo: creado par cl puebla y recogida Ojalé estas pdginas pudicran Ilegar a la chalada, que rcaliza su vida
par la histo,za, desde hace t,csc,entos alias y vigente dc Bolivia al y destina en las lindes patries. Po, dande anduvimas —en actitud dcl
Ecuador.) rebambre en timnsita, en movimienta”— gastanda dias y izaches, en
El distin guida esci ibm conforma su idea a la doct; ma socialôgica peregnnaciàn de peruanidad; en sintpatla al tenta y coma abana de
determinista —ya rebatida boy— citai es: que cl media absorbe al ana deuda al plasma sanguinea que bafia nuestra cantextura corpôrea
hombre, y cree en la trasuochada tea, la dcl Coude dc Gabineau y se e incursiana en nuestra rntnnidad espiritual y farinas de vida social, si
guidares, que la mezcla de sangres degenera. Par eso afirma que cl aceptamos la vieja verdad reque la sangre es tainbiéu espiritu”. Deber
ercholo es cicadar de una nueva barbarie amencana”, que es un eeespl_ nuestro era, jutes, acufrarnas dcl chala —aun que iio exentos de pasiôu—
utu de transictôn”, una d1arva~~, y que sus actas sociales son impulsa— dc tCcuya sangre say y mc la ilaino ya a boca Ilena, y me han ra con §1”,
dos na par las senti,nientas alt ruistas y de soltdaridad, sino par cl rtadia cama dijeta aycr e! Inca Garcilasa de la Vega: uno de las que hace
y la envidia”, deinostrando —dice— su inferioridad racial. Agrega: hanar y da lustie a la estir~c.
erel ,ndio antigua, boy, es mds sang’e que esplritu; cl nueva indzo debe
ser mis espéritu que sangre”. Lima, Per~i, 1961.
JosÉ VARALLAN05.
Culturalmente hablanda, cl indic cama calegarla histôrica, cama
aima original, no puede set ni nueva ni viejo, ni antigua ni moderne;
siita simplcmente india. De afro modo, es una verdad tan profunda
coma la muette, que cl dde india ha terminada; ha sida superado par
cl de otra técnica, par otto esplritu. Tan es asi que su sala genia na
uinba boy, ni puede ruinbar en cl futura, cl nueva sentida histôrica,
la tmnueva cultura de América”. Par dIa inay lejas estarnas en creer
con Gregary, Koseil y afros, que los pueblos y las razas con quistadas
sufren sôla un trauma social, para insurgir lités vigarasam ente; que
la cultura es cl patrimoine de inia raza o puebla, y que dia es obra
de tina erraza pura”, etc.
E! indic y la india es sôlo companente con ci blanco de un nueva
fipo y espiritu: ci dcl mestizo cholo. Parque cl fenô,nena que se obsci—
va en América de! Sur y particularmente en cl Perû, es que, par ley
fatal, tada se inezcla, se amestiza, coma ya tenemas dicha. Y, preci—
samente, cl inestiza es cl nueva hombre de América. (He aqul, pues,
la errada tests dcl distin guida escritor, pese a que se efiere, casi exclu—
sivamente, al Cusca, en cuyo panorama telir,ca-sacial es imponente la
ina~a india.)

Finalmente, bernas cm pleada, en la posible, un lenguaje libre de

tada follaje iiferario. Na para salaz de eruditas, recalcamas, es para
la comprensiôn dci pi2blica que escribimas. Con este propôsito las tex—
 CAPITULO I

ETIMOL0GIA DE LA PALABRA CHOLO

J. Su elimologia segûc, (os cro,,Js/as y escriiores, clef sigb, XVI cd XX. — If. Cholo: palabra
des/,cctica, ‘le )jzsulto. — 11f. El firoceso de su sustautjvgcjcj,,,

I. No se ha esclarecido, hasta hoy, la etimologia dcl vocablo choie;

ni se ha valorizado su contenido etno-sociolôgico.
Recurrarnos a los pocos cronistas que expiican su origen filolégico,
asi como a les escritores que usaron de tal palabra, ya corne despectivo
o ya para designar a una individualidad o grupo social.
A comienzos dcl siglo XVII, Garcilaso escribia: tcai hijo de negro
y de india o dc indio y de negra, dicen mulato y mulata. A los hijos
de éstos llaman cholo, es vocablo de las islas de Bariovento, quiere decir
perro, no de los castizos, sine de les muy bellacos gozones; y les espa
iioles usan dél por infarnia y vituperio”’.
Guaman Poma de Ayala, por aquellos mismos a5os, apostrofando
del mestizaje, emplea, repetidas veces, cl término. “Y se Ilame dofla
Juana o doi3a Maria y si se casare su hija con espa5ol o la viuda no se
Ilame doua ni se ponga cl dicho h~bito sine que traiga cl h~bito comtin,
porquc dc casta buena se hizo mestiza y chola y.. si casaren con .

negro o mulato sea negra” En erras llneas: CCcômo las dichas mujeres
andan . cômo las justicias mayores y Padres de las confesioncs y de
.

la doctrina, encomenderos y todos sus hijos y hermanos y espaiioles y

sus negros cst~n arnancebados con las indias y asi salen muy muchos
mesticillos choies y cholas mala casta, aprenden dellos las dich~s in
dias
Acaso ,a fines del sigle XVI, cl vocable habria sida asimilado per
las indios airnaras, o introducido en su fabla. En ci vocabulario dcl
1 Les Cornenlarius reales de Jas Incas. Primera parte, Libr. IX. Cape. XXX. P. 84.
2 Nacra crônica y buen gobicrno. r. ~sg.
3 Muera crônjea y bue,, gobierno. r. s~i.
~ •.r :~. ~ ~
EL V0CABLO Y SU CONcEPTO 23

Padre Bertonio, se halla la palabra chhulu por decir mestizo. Y cu

rioso es que se le, emplee para calificar a anocara: perro; afianzando a
la idea de Garcilaso. Copiemos: ~‘ChIndu anocara, perro Inestizo de
un mastinazo y perrillo” ~.
Guaman Poma confirma al cronista cusqueflo, dando ,a la palabra
eholo e! significado de perro americano. “Que los indios” . . cricri .

buenos perros cazadores y galgos pastores y cholos perros de los incas

los maten y los acaben
En cl curso de ios siglos XVII y XVIII, pocas veces hallamos cl vo
cablo usado por los escritores cultos. Lo que no exciula, por supuesto,
su empieo por e1 vulgo y en forma oral.
De Jorge Juan y Antonio de Uiloa es la siguiente frase: “Cuando
las cholas o cholitos pastean ganados por los campos inmediatos a ios
caminos, o andan ocupados en alguna otra faena, y yen venir de lejos
a algûn espafiol, abandonan los rebafios y sementeras, y corren despa
voridos por las quebradas m6s ésperas a quitarse de la vista de los es
pafloles, como de gente que no dejaré de maltratarios”. Estos mismos
autores dicen también que cholo equivalla n ccindio muchacho” ~ “A
los nii3os robados y vendidos se les deba e! nombre de cholitos” afirma
un cronista dcl terremoto que asolara Lima en 1746v.
Hipélito Ruiz, refiriéndose a la poblacién de la ciudad de Huâ
nuco, escribia en 1778: “apenas pasa de seis mil aimas, entre Blancos,
Mestizos, Indios y Cholos, pues Ios Esclavos negros y mulatos no pasan
dc treinta” ~
En e! propio sigio XVIII se le emplea, en e! Perû, como equivalente
de huérfano o forastero. Pues, en un testamento otorgado en Huinuco
—1747—se expresa: t~It ,deciaro que tengo un cholo en mi casa
Ilamado Marcos Pérez y Achapuri que b criamos y le tuvimos como a
nuestro propio hijo; dijo que era naturai de la villa de Chachapoyas” °.
Con esta misma equivalencia, o sea de muchacho ai servicio de un amo,
aparece en ios autos que, en 1812, se siguieron a los autores de la Re
volucién de Huénuco de aquei afio.

4 Vocabulcsrio dc la lengita aymara. Scgunda parte. P. 91.

n Nueca crônica i barri gobit’rno. P. s si.
Noticias secretas dc .s4mérica. Segunda parte, Capt. H. P. 315. —‘— lteiaeid,s bistôrica dcl
naja a la Arnérica meridional. T. 1. Libr. V. Capt. 1~. P. 293.
“Mercurio Peruano.” Entrega de 27 dc junio de 1793.
Relaeiôn hisiârica dcl viaje, que bizo a toc reinos de? Perd y Chue cl boidnico D. Iliftdlito Un capitin mdi,’ entrega doncdllas s loi conquistadores espa5oles. (Natta c,’énica y
«raz en e? aiio dc 1777 basta cl dc 1778, en raya é~oca rcgresô a Madrid. Capt. XXI: Descripciôn hue;’ gobicrno por Felipe Guaman Pon,a de Ayala. P. 379.)
de l~ provincia y ciudad de Hu6nuco de loi Cabafleros. P. 141.
~ MowsizÇ,o,t FRANcisco RuBÉN BEaRoA: Monogra fia cclesi,istica de la Didt’esis de Flué
nue,’ y Jan!,,, P. 24. (Testament,’ dc dofia Graciana Ilia-Topa.)
 ‘r~e
w’~a’~unua’ X Et» niw

El graciasa tC~~p~jjOl’ que se hiciera pasar par descendiente de incas,

• Concolarcarva, utiliza, asimismo, el término: “Esto es, que se laven la
ÎEWTP cara, se peinen y corten las ufias, y aunque mantenga su propio traje,
con aquella providencia y una camisita limpia, aunque sea de tocuyo,

1141E pasan par cholos, que es io mismo que tener mezcla de mestizo” ~°.
En cl siglo XIX es tomado despectivamente por los escritores y
poetas limefios. Asi, entre otros, Juan de Arona, quien afirma que cl
chalo es tcuna de las muchas castas que infestan cl Perû. . no es
m~s que cl individuo dcl puebla, o de la saciedad, o de la palitica” ~‘.
Para Gonz~lez Prada es también peyarativo, ya que expresa aversién
par e1 cholo: teexplatador dcl indio”. “Los cholos y mulatas —sub
raya— (nacidas por la general dcl hombre blanca y de la mujer aman
Ila o negra) adquieren cl argulla dcl padre, blasanan de alta alcurnia
y desde5an a la madre” 12
“Con este mate —escribe un filélago contemparânea— es cana
cida roda peruano par e1 extranjera. . Esta palabra ha nacido de
.

chiillo, que es cl garro de hula de lana de vaniadas colores y labares que

hoy misma usan los peruanas de las serranias. Los conquistadares, sea
par sarcasma o par falta de algûn apado genérica que aplicar a sus
venci4as, las llamaron par cl distintiva de la prenda de la cabeza y,
coma en aquellas tiempas recién nacia la LI, la que se pranunciaba en
latin cama dable L, par canfusién de sanidas, la palabra escrita chullo,
las chisicas leian cama chut-b; y cama, par otra parte, huba necesidad
de distinguirlas de las chulas espafiales, se generalizô la denaminacién
de cholo peruano” 13•

10 Et lazarillo dc ciegos camisiaut es. Capt. XX. P. 271.

Un corregidor espa5oi observa ci sono de un, mdi,. (PJas’ca e’rd,,h’a y biceji ~obn rua
por Guaman Poma dc Ayai,. P. 503.)
11 PaoRo PAZ SOLOAN y UNANUE: DiccioIJariO dc peruaflissuos. P. 170. En estas lincas,
Arona, dico: “cl chuta es tan peculiar a la costa, como cl lus!10 a la Sierra; aunquc uno y otto
se suelen encontrar en un, y, ocra, na est6n alU m~s que dc paso, suspirando por abar, cl vuelo;
cl ludjo para volverse a sus puisas y a su huma, y cl chola pot bajar a la costa, a cor diputado,
magistrado o presidente dc la lteØblica; porque, cm duda pot exageracién democritica, Ios
primeros puestos de nucstro esccnario politico han cstado ocupados con frecuencia pot cholazos
de tomo y loma. Es pues un grandisimo error creor que con decir cholo ccci designado ci
pucblo peruaflO, 00mo b estin en Méjico y Chue cuando se dice cl lêjwra o cl rota”. Como
se desprcnde dc b trascrito, Arona demuestra su prejuicio racial, au inquina pot cl chobo e indio;
asi como su sorprensfente desconocimiento de la reaiidad étnica, geogrifica y social peruanas.
12 Haras de lucha. P. 211.
13 JUAN BENJAMIN fliv,aos: Cueslioucs filolôgicas de la Icugua castehiana. “La Prensa”,
Lima, 19 de abril dc 1936. P. 16.— El cscritor R.aél Ferrero, asegura que cholo es; palabra
mochica y quiere decir muchacho. Segén la Gransdhica de ta leugna de tas chbuus hlarnesta
ycenga o ,nochica, dcl PADRE FeraqANs,o DE LA GARRERA, cyohsc — y no chulo— significa
nuachacho. “Revista Peruana”. Tomo X, Lima, I 179.— /s.rte sic la leugua )‘ss’SM. (1644).

26 EL CHOLO Y EL PEitCi
SegCan Gustavo Adolfo Otero, cholo proviene de c/.ntlo, palabra
castellana con que se Ilamaba y se Ilama a la gente dcl bajo pueblo ma
drile6o. Con este epiteto se conocia en la sociedad colonial, a los nacidos
dc espafloles en sus concubinas indias de la servidumbre doméstica” 14,
En un curioso ensayo, Pedro I. Cisneros afirma que la voz cholo es
oriunda de Indost~n, donde floreci6 la nacién chola y de la que arribé
al Perû la prirnitiva cultura dcl litoral. “Cholo —escribe puede ser — nunciaban para calificar al indio y al negroide peruanos, a los que cl
palabra ta-cruul, sanscrito o china, nunca espaûola, y mucho nie-
nos con la significaciôn de mestizo que se le atribuyc” ‘~L
lteedicion, con introduccion y notas de Radimes A Altieri Publicaciones dcl Instituto de
Antropologia de la tjnivcrsidad de Tucuman 1936 P. 17— Para et Pitor fla. J M B
I ARS An, cholo dent s dc echu Un “Cliolo, s (quech ) cehulla (solo) LI mestizo para loi
blancos, cl indio pars loi meiti,’os, y cl peruino pin loi c~tran;eros (Peyor ) Dzccsouarso caste.
Iiano-quechnaj—-— Fuera dcl Peru se hi pretendido denivar cholo de chololan, verbignacia. Al
respecro escnibe cl escnitor cubano FriiNAwno Orcraz “La etiniologia académica de choie, denivada
sic chafouin, boy Chotula, ciudad de Mejico, no psrece eonv,ncente Li cogaîo sic las razas
P 37 — Acaso podriase tambitn sostener que la etimologia de cholo vaene de cliolon En las
selvas dcl Partido de Cajamarquilli, habirabin, en la Colons,, los cholones e hibiros Historia eh
las in,ssoncs dc Casamancpoila Antzgno Mcrcnrio Pcr,ns,so T I P. 22 — En la regaén de
Carabaya, Puno, loi narivos Ilaniin elsolo a un feroz tigrillo Asiniusmo, cliolo se dice, en
la ‘ona dc Mollendo, a un pet
14 la z isa aornzi CIL! colonuqr P 1 6
Loi cholos ~ sus an/cpasailos — C1SNLR0S comienza su erabajo con las sugusentes pilabras
‘‘LI desco dc haut tissa e’cplicacion s loi origenes de mu patria, nie undujo a nurar en la
nacion que Le Bon Ilama «Clsola~, airuada al sur de la India, algo iii co’no loi antepasados
pre-Isiseoricos dcl choie pcruano’’. Sostiene dsclso autan, loego, que las vscjas razas autoras de
lis pnimituvis civili,aczonei preincaicas, fucron emsgridas dcl Indostin, por esertas inaloguas
en li arquireceur,, costumbres, dibujos, etc • que la palabra “cliolo” no designa al fruro de
la union dcl blinto con li indus, sino que ci “una raza transplantada s u que loi sndios
kiclsuas y ahanas le Ilamaban yinaconas o gente coma en e1 Indouran . . a la degeneradi raTa
autoctona dol Dckin”, quc “loi cliolos y negros habitantes de la misma zona dcl Indostan,
Isubicran emigrado jusuos ~ guirdado aqui h diferencus de case~”; que “cl cholo es una mczcla
de rias. y que solo en los ultinios tiom1,os ac ht convertsdo en tan apodo denigrante”, que
probable es ‘que loi cliolones —tribu espircidi en cl Huallaga y Perene— scan sus descendsentcs”.
“Yo creo que clsolo’ es un apoirrofe a la rata, usado en San principuo por loi abonagenss y
despues por las conquistadores, en cl senrido de menosprecio, igual al que sienten loi sobcrbios
sa;ones cuindo se refieren a otras rwas “ “Entiendo que nos dicen cholos porque b somos en
efecto, porqus, segurimente, es si nombre de vncstra rata desconocida de spoca reniota en
aquellos panses qtie dIa conquisrsl, conterridos lioy en odnssos cinulos nuestros desde que nos
sieron eaidns” — “ri seilor Wiesse no lui tenido oportunudad . . de escuehir est dulce
ezpresion echololisa de la midre indigena atrayendo a su pequeflo dentro de su pobre elsoza
las frises que se dsrigen loi indsgenas cuando se encuentran, en 1a que campea la palabra cholo,
siempre en senrstlo c,n,~io o y entusiasta . . . que en otra tiempo debié servir para indicar la
nacionil,sJad, y cl uso la lia conservada eomo voz de confraternidad entre ejempiares de la
nusma rua” Hoy se “aplica a loi que entran a nuestra ,nesm,dad o merecen nusutra simpatia,
t se la emples entre mucisos coma espccie de provancialssmo Es fraie eorriente aqueila de «buen
thom», «ru.o cholo» que expresa noestra sdmuraeion ““ Revisti Historica” T V Entre-
sa 2’ 1916 t nus P 163.167— Valuéndonos de un admirado escritor aniigo que, coma
s- s
EL VOCAtLO Y SU CONCEPTO 27
st * sa
II. Indudable es que cl término idiomftico que tratamos, signifi
cando perro, vino al Peri~ con los primeros conquistadores, desde las
Antillas, donde hasta hoy se le usa 10.
Aquellos propios espafioles que b introdujeron a este suelo, b pro
orgullo de ttblancos5~ y la truhaneria de la soldadesca y de la plebe aven
turera, consideraban como a seres irracionales.
Tan comCin era la nominacién de perros que se daba a los indios,
que hubo de ponerse valla por los gobernantes, dcl Perû. El Capitulo
XXI de las OIWENANZAS l’ARA C0RItEGIDORES dictada por cl Virrey
Garda Hurtado de Mendoza, se refiere a db. “Primeramente —reza cl
texto— tengan particular atencién al buen tratamiento de los caciques
y demis indios, asi en palabras como en obras, procurando castigar con
ejempbo y no llam~ndoles perros ni otros nombres con que los
afrentan” 17
En todo cl periodo colonial, a los hijos de espafloles habidos en
mujeres indias se les tenia a menos, diciéndoles perros o cholos, indis
tintamente. Porque la mayor parte dc tales mestizos, como veremos
mâs adelante, apostrofados por la sociedad de entonces, procedian de las
uniones ilicitas o prohibidas. A elbos, como a los espafloles de la clase dcl
pueblo, se les decia también chulos. Las palabras per; o, cholo y chulo
dipIom~rico viviera en la India, denias unos datoi mis sobre “los Cholos hindûes’’. LI a6o mii
de Nuestra Ers, en cl sur de la Peninssula. Indastana, emergio uns gran dinastia Ilamada de
loi ChoIsi. Después ,de crueles gucrras dc predoimnso, bu ChoIsi elsmsnaron s bu Panyas, loi
Pallavas, loi chslukyas Rastrakutas, qsrsbleciendo tan Imperso que duro doscientos csncuenta
aflos y renia “ranto de guennero como de arristsco”. Las Choisi “mancaran époea en la histo
ria dol arec y la arquitectura isind~es”, ‘y eniancharon loi Ismites de su Impenio hasts lejanas
rcgsones de3de Tanjore s Ceylan par et S , e1 Ganges por cl N y Birmsnia al E. Sus reyes
)
mis notables fueron Rajaraja “cl Grande” (985-1018 D C y su hijo Rajandra I (1018.1033
)
D. C Las pandyas arrojaron dcl poder s la dinastia de las Chalas y se proclamanon sus empera—
dores. (Las restos de la notable arqustectura Chola, pueden verse boy en cl destriro de Trichs—
nopolss; cl templo—fortaleza de Bnihadcsvana, en Tanjorc, y e1 de Gangaikondachoiapuram,
cerca a la ciudad de Khumbakanam. (Juitw M&siln La radia ctcrna Lo “gotico” Sivasco bajo la
dinastia de loi Cholas en cl Sur de la Jndsa P. 20 5.)
16 “Cbo!o es cierto «perro» en Ghsle —escrsbe FrstNANno Owra— y chuta, que es ocra
forma dci mismo vacabbo, aûn se usa en Cuba, sobre toda en dumenutivo, para uagnsfscae «perrita)
o chu lita, coma dicen loi campesinos. Chuta fué «perro) entre loi sndios dc Nicaragua. En ose
pais, donde hablan la masma lengua que en Nueva Espa6s, al pcrra Ilaman ,.ulo y dc estas
xulos crian muchas, «segûn reficre cl cranista Fern&ndcz de Oviedo). ti engalle sic las
s’azas P 37.
17 “Revista de Archivos Bibliotecas Nacianales “ Lima A5o III. Vol IV. P 467.

2g EL CHOLO Y EL PERÛ
cran, pues, sinénirnas; significaban o se pretendia significar con ellas:
infima condici6n social, baja raica de un individuo ~
Coma adjetivo despectivo Ilegé a su agudeza cuando perro y cholo se
unicron para formar una sola palabra; perrocholo o perricholo. (De este
términa compuesto empleado coma insulta par la sociedad y pueblo de
Lima, dernra Pe richoli, cuya paternidad se le atribuyc ai Virrey Amat
para nombrar a la muy limcfla doûa Micacla Viilegas y Hurtado de
Mendoza, la hermasa concubina de dicho gabernante, y la misma que
era hija de espafloles americanos y no mestiza de espaflal e india.)
Los espafioles y criallos b usaban para nambrar despectivamente
a las americanos y mestizos, aûn~en cl sigla XIX. ttCu~ndo ser4 ci dia
que nos hartemos con la sangre de estas cholos americanos”, fué la frase
que empujô a las patriotas huanuque5os para que tomasen las armas
contra cl Rey en la revolucién de Huânuco de 1812 ~
Su condicién de palabra deprimente no ha pasado aûn en nuestros
dias. Es empleada, en cl PerCi, no par la gente cuita y sin prejuicios
de raza o de clase, 5mo par individuas dcl pueblo y par las que mantic
nen instintivo e ingenuo desdén par ci indio y cl mestiza indo-blanco.
Para chas significa vituperio, y equivale a bajo y cobarde. Todavia mis,
las habitantes de la costa o litoral, usan de tal palabra para designar al
serrano u oraundo de nuestras andinas y altas tierras; par eso, al calor
de una reyerta, en la cxpresaén dcsdeaiosa y malquciiente, se escucha,
con mayor o menor énfasis: 150 pedazo de chola!, 1chalo! En cl extran
jero —.América Latina— como expresién cordial o coma apodo para
ci peruano.
Ya Gonzilez Prada escribia: “Cuanda riiien las limefios y agotan
cl diccianario de las insultas, apelan a tratarse de zambos o dc chalos:
cl zambo y cl chola equivalen a un cartucho de dinamita” 20~ Par su
parte, Emilio Ramera dice: Todavia en las serranias “la palabra cholo
18 Et citado escritor Orraz se ocupa de la sinansmia de las palabras perro, cholo y chulo
“En Nicaragua il perro le Banian tub Acaso este vocable ses andio, pero pudiera cor
africano, de Jos varies que les negro, introdujeron lier aquellos tiempos, en las indias y tanibien
en Sevilla Xuio o siulo es perro’ en lenguije de les manefingas. En li pissa de tores seviliana,
ios perros que ayiadab,n en cl encierru de les toros s les negres matarifes, estes le dijeron chu?os,
en su idioma mandinga, y les mores dcl mitadero y de la plan fiaeron tamb~en chuies, y de
ose apelativo pasado s li tereria bretaron Juego varias acepciones «chulescass De ocra vos
africana bien pudo surgir j’erre chulo dc Anieries y despues jierro choie’ Li e,igaûa de las
nazes P 37
ao Cuaderno N~’ 3 Autos dc la ,nsurrrcc,o~u le Husdeuco afros doc ameutas; Es 12
(Bibiieteca Nacianil de Lini, )
20 lIeras de lusebsi 1’ 2]
n” 3 ~ tti5
EL VOCABLO Y SU CONCEPTO 29
dirigida a un cholo ce verdad, sélo se responde con la mâs dura dc las
interjecciones o con una bofetada” 21
55. * *
III. Pero la voz que, en ci siglo $VI, naciera cama apéstrofe, con
cl discurrir dcl tiempo ha perdido tal carâcter. Ella, que, luego de salir
de la jerga, se agregara al caudal dcl castellano, no sélo prasiguié en
circulacién, cual moneda nueva, sino que, lentamente, transformé
su contextura filolôgica y su significado intrinseco. El vacablo chala,
pues, coma tados los de nuestra idiama, ha sufrido un praceso histé
rico para expresar et amplio y profundo sentido que tiene hoy para
nosotros.
A mediados dcl siglo XVIII, con criteria técnico, se le esgrime para
designar al mestizo de media sangre de espafiol e india. En la Tabla dc
las clases dc gcncracioncs dc Lima, incluida en cl “Compendio Histérica,
Geogrâfico, etc. del Perû”, de dan Gregorio de Cangas, se 1cc: ttDe espa
flal e india, resulta mestizo real; de mestiza real e india resulta chola;
de cholo e indio, mestizo comûn” 22 Esta misma equivalencia le da, en
dicho sigla, cl monografista Lecuanda ~
En su acepcién contemponinea, recagido coma americanismo por cl
Diccianario de la Academia Espafiola de la Lengua, “cholo es cl mestizo
de espafial e india”, y mâs ampliamente, de “europea e india”. Esta
significacién tiene en las paises sudamericanos con poblacién de
mestizos. Aunque en cl Ecuadar, par ejemplo, opta una acepcién
un tanto restringida y despectiva, y en Chile es sinénimo de cobarde 24
21 E,,ssLso ROMLRO Per4 ~er (os senderos de Arn&ica Xii Et ehelo, et,ps de transician
P ]16.
~ “Revssta Histories”. Lima. T XIV Entrega III P. 331.
2,3 Descrujacueu grogrd’juia dc iii ~udacl y partede de Trujuilo, par don Josi JGwAcsa oc
LEcUANDA Antugne Mercerie Perna,,a. T. H (Coleccion M. A Fuentes )
P. 128.
21 Veames las expresi000s recogsdas en las enciclopedias y diccionarios “Choie, La Ad;.
Panamâ. Se diee de les andies aige civilizides, ne siivajes. SL /1 2 Chue LI undie pure dcl sur
dcl pais RL // 3 Cossa Ruca. Induo pure, y en general, mdi persena morens CG /1 4. Per6.
Indue que ya esta cru.’ado con riz, blanc,, pero en cuyes caracteres etn,cos prevalecen les
rasges andagenas EDTR. /1 s Argentins, Bel, C Ruca, Chile, Ecuader y Perû. LI plebeyo
de lis peblacuenes, genre de sangre atezclada, me,tuze de eurepeo e india AC Nu es ver despectuva.
SWB. // 6. Venez Persona e animal a quien se mini, /1 7. Ads Chute Cebarde. 7/ $ Ecuad.
Peru, Venez. Tratimiente de caraflo” Auousro MALAutET Duccze,zarue de amersca;uu5~nes.
P 340 — ‘Choie L. (de Chelollan, isoy Cholula, d,strste de Mexice ) Panama. Se dico dc
)
las undias alga csvilisides, etc. (Y se copia al anteruar auter MArruN ALONSO Liscicîej,edia
drl suborna Tome I A—Cl~ , p 1 366— La pebiacueus sudigeuza y cl snestuza]e en Auuerzca,
per Aworn. RosrlN,sLAT P. $2

tw~s
30 EL CHOLO Y EL PERU
Pero en cl Per,~, coma dice Moisés S~enz, cl “térmjno tiene una con
notacién m~s amplia y profunda. Y su empico no es soiamente natu
rai sino que con él se expresa nuestra preferencia y nuestro afecto
familiar, sobre todo cuando se le usa en diminutjvo”. tconstjtuye en
Lima —agrega cl citado autar—_, un términa de carj5o. Se dir~ de una
simpsitica muchacha que es una “adorable cholita” y de un individu0 a
quien apreciamos y admiramos, que es un “gran cholo” ~ Es que la
palabra cholo, como la afirma un escritor contemporàneo “es la ex
presiân de amistad, de confianza y ternura, que son caracteristjcas
dcl chaio”, quien Ileva la amistad, cl amor, la camaraderja hasta e! sa—
crificio; y db se hizo “popular en las provincias y se adopt6 cl titulo
de chobo, d&ndole al amigo noble; a la esposa o a la amante. Chobo, cho
lito, chololobo” 20•
De otro lado, en alta funcién dcl lenguaje, cl vocablo est~j ya ex
presando b irreal, la poética, par boca de las artistas o dcl ingenia
popular ~.
25 MossLs SALNZ, agre~s ‘in cl Ecuador cl termina cholo es un tanto despecti’.o; en Cl
Perd no solamenre es natunl, sino que constituye, en Lima, par ejemplo, un termino de cIriflo
Es que en cl l’ecu la fusion ctnica ha Ilegado al puma de isacer de los mestizos la clase predo.
aninanre en rodas lis ‘crividade, dcl plis, relicionadas con la ~sda ordinaria, sal, o las posicsone~
dirigentes de la politic,, de Jas negocios y, en menas grado, de la cultur,, que cadi, todavia,
en gran parce, en potIer de Jas blancos”. Sobre cl ,~is1,o Pcruu~,o y su s?icorjaorarsou al media
nac,onal Capt 1V. P. 274
20 E lto~.jrto Pci-û l’or las sendero, de Amine-a LI cholo, etapa de transicion P Il
27 “CIsol,, claolit,, te vin diciendo / lus arbules de la quebrida” (Guillermo Mercado,)
“Chois, claolit,, rosa.bern,eljon / dulce sangre de la alborada’’ (Anun,mo ) “Luna chola,
tu dormada, / rependo nubes blancis / dcl Nifio para su vestido / mûo Osas tiene frio
(Anonimo )
3 3_ — — 3 ~—
CAPITULa Il
SINONIMIA Y ACTUAL SIGNIFICADO ETNO-SOCIOLÔGICO
I. ~Cbolo es sinôninjo de inestjzo? — 1f. Su acel’ciôn efno-sociolôgica actuel. Cholo sigi~ifle-a
b indo—hlsjsauo, judo-biaise-o, y equivale sa (o l’eruano. — 11f. ~Es la ,suei’a razss peruana?
I. Desde los primeros afios de la conquista espafiola, la palabra
mestizo se ha empleada para nominar al descendiente’ dcl indio y espafial.
Pues, para la generalidad de las cronistas y de los juristas de los siglos
XVI al XVIII, mestiza es equivalente de claolo: la utilizan como sinôni
ma. (Hay mismo Ilaman mestizo al chola, desde cl apresurado perla
dista al improvisada profesor universitario.)
Capiemos al cronista Garcilaso. «A los ~iijos de espaflol e india, o
de india y espas3ol, nos llaman mestizos, por decir que somos mezclados
de ambas naciones; fué impuesto por los primeros espafioles que tuvieron
hijos en indias; y por ser nombre impuesta por nuestros padres, y por
su significacién, me la Ilamo yo a boca Ilena, y me honro con él. Aun
que en Indias si a uno de chas le dicen sois un mestiza o es un mestizo,
b toman por menosprecia”’.
Esta misma acepciôn, empleada en ci trata oficiai —cedularios, re
copilaciones de ordenanzas, correspondencia virreinal’— le da cl gran
jurista Solôrzano Perdra, en cl siglo XVII. “Los que nacen en las Indias
de Padres Espafioles e Indias, que se hiaman Mestizos. 2. Tomaron
. .
eh nombre de Mestizos, por mixtura de sangre, y Naciones que se junté
en engendrarbos, par donde las Latinos bas llaman Varias, e Hibri
dos
Ratificando a las autores citados, Jarge Juan y Antonia de Ulboa,
escriben: “Las mestizos son procreados de espafioles, y indios
Loi Comentarios Keales de las Incas. Primtra parte. Lbr. IX. Capt. XXXI. P. 85.
I
JUAN 0E SoLélazANo Pgnaa,p,*: I’olifica i,sdiana. Dc las criollos, nestizos y naulatos dc
2
las Indias..
3
. T. I. Capt. XXX. P 442-445.
SoLéRzANo I’EREmA: Libr. cird. P. citd.
4 Rr(aciôn Histôrjea (cl ,‘iaje sa la Amine-a Menidlonisl. I’ parte. T. i’ Lib, V. Capt V.
1’. 364.
*kk —~ k ~ k V •~ fl — 4 4

32 1~ CI-loLo Y EL PERO EL VeCABLO Y SU CONCEPTO 33

En cl sigle XVIII, cl citado Concelercerve usa la diccjôn choie
per mestize: «
de mestazo”
pasan per choies que es b mismo que tener mezcla
. . .

COREGÎ MI Et-rro
Mas si se ha venide designando mestize al choie, elle corresponde
bey si un criterie simplista. La terniinologfa de mestize per choIe, fué
dc la épeca colonial; significando dicha palabra —mestizo—— m~s que
una acepci6n étnica o social, le equivalente a hibride, a b “maudite”,
n que, cerne verernes xn&s adelante, cl mestizo era censiderado, enten
ces, per la incipiente ciencia antiopelégica cemo un “oreducto anti
natural”.
En la presente realidad etne-antrepolôgica y aun socielégica perua
na, mestize denernina, genéricamente, a teda una variedad subracial,
derivada de la mezcla de individualidades de las llamadas “razas” blan—
ca, india, amarilla y negra, y que pueblan la extensién dcl Perû, aun
que en diverse velumen y en ielaciân con la fisiegraf la y altuta de su
territerjo.
Par ese nada especifica la acepci6n mestize. Per cl centrarie, al
generalizar desvirtùa la apreciaci6n categérica de cualquiera de les tipes
e subtipes de razas humanas y su calidad espiritual. Perquc mesti
zes son: cl chele, preducte dcl blance con la india; cl mulate, preve
niente dcl blance cen la negra; cl zambe, de la india con cl negro, etc.
Dc aqul que cen la vez mestizo no puede designarse al choIe que es
ya una entidad humana diferencjada antrepel6gica y étnicarnente, en
tre les grupes que constituyen nuestre variado caudal sanguinee y
cultural.

II. Para nesetres, cl chele peruano es cl mestize que estenta, en

cualquier desis, la sangre e la tradiciôn de sus pregeniteres: eurepeos e
indies. Hembre histérice que surgiera a raiz de la invasi6n dcl Imperie
Inca per Pizarre, y que fusiona a des razas y a des culturas; y encarna
en sI la ebra trascendente dc la Cenquista espa5eba, particularmente en
la media y alta geografia de les Andes O~
Ne una casta, una ticlase baja” ~, e un individu0 dcl pueble; ferma

£1 Iazssrsllu dc Cisgos Cam,,,s,ntcs C~pt XX. P 271

O “Lu autent,can,efl~0 peruanu es, pues, lu cholu, pur venir de la t’erra y tener un,dad y
~ignificado n,c,onal Puede Inher utra expresion de! pensamientu, pero dia careceria de cuntenido
peruanista Lu que ‘nieresa es cl aima, y e! aima dcl chulo tiene la vuz ci0 la t’erra “ SCRArLN Un curregidur espaflol enc,rceia al maridu dc una india para cunvivir con cils.
“ri MAR Li cisuJo tolzg,zhs,! dci parvenir “Rev,sta America “ La Haban,, Jurno, 1940 p. 19 (Nneva crônie-a y brir;z gubierno, pot Guaman Puma de Ayala. P. 4fl.)
7 D,t,c,i es aun denrra,gar, basta de lus estudiusos, e! v,e;o, reducido u turcidu cunceptu
que se cia si cholu En un ducumento uf,ciai, lus m,en-,brus dci Serv,c,u Cuupcrativo rncerame.
 ~s’ o~~”r~ ~“

34 EL CHOLO Y fl PERI~ EL VOCABLO Y SU CONCEPTO 35

la masa ana-social mayoritaria en quç se apoya la Naciôn. Es cepropia_

mente una clase nacional”, con la certera expresiôn de S~enz 8, Parque

‘4 quien dice cholo dice el pueblo nuestro, significa la sustancial y autén

ticamente peruano histôrico Personaje que al igual dcl charro mexi
~.

ÛTP
cana, cl gaucho argentino, el flan cro venezolano o cl huait chileno, bajo
la influencia dcl media teMrico social de estos lados del mundo, ha crea
do o est~ creando sus tendencias afectivo-artistico-culturales; vale decir,
su mentalidad. Es verdad que su figura clâsica, tradicional, ha cam
~ifg~ rnutia biado debido a las transformaciones sociales, econômicas y politicas
~tL~ U71~R~t4 pg~na ~
que ha sufrido e1 pais y a nuestra incesante europeizacién; pero desde
mediados dcl siglo XVIII, la csesenciaS~ de su personalidad es la misma~
wty J4L~DflArt1A31~fl)O ~
;~~w * * *
- .

III. Aun m&s. Podemos atrevernos a afirmar que constituye la

nueva “raza peruana”, encuadrada ya dentro de una historia y medio
te1t~rico. °‘Raza”, decimos, no desde cl punit de vista antropolôgico,

ricana dcl Plan dci Sur, entidad de las gobicrnos dcl Pcrû ‘y dc las Estados Unidos de Ainérica,
clasifican n las habitantes de las pucbias dcl Sur dcl Perù en ias siguientes ciases: “Clase
baja indigena, close choie y cIas~ media y alt,”. (Clasificaciôn ésta, como observamos, im—
buida de un, simpiista camo d~primcnte idea de quienes se dicen de “raz, superior”, y quo no
han comprendido que cl mcstizajc es hoy mâs culturai que racial, y naminase chaI, a toda
mezcla india.hispana o india-curapca.) Esgrimen t,mbién conclusioncs de escritores como
Luis E. Vaicircel, Uriel Garcia y otros surc&s. Asi, afirmase, verbigracia, que, “la clase
baja o chois ha venida a ocupar las aldeas en gran parte”; que “ci paso dcl indigena s cholo
es un praccso individual de cholificacidn, que para cl indigena es equivalente a la urbanizaciàn”;
que “et cholo es et indio en proceso de irasculturaciôp, que ha aprendido a ber y habla
casteilano coma lenguaje secundaria, aunquc su bagua materna as cl quechua ae sicntc incômoda”.
Es mâs. Se sostiene, asimismo, que: “ta tcndencia urbanisca, la agresividad, e’ vestido europci—
zado, cl intcrés par alfabetizarsc y la gran maviiidad, son caracteristicas de la clase «hala»,
adcmâs dol intcrds comercial insistente”. Agrcgan: “la clasc baja o «cholai’, que rcpresenta ci
36 % de la pablaciôn distritai, bien puede eansidcrarse coma una ciase dc transiciôn entre
la clase mâs baja o dndigcna», artesanos, sirvientes domésticas, chaferes, pequcûas comerciantes,
ayudantes de carras, negaciantes dc lanas, aibafluies o pcquc5as eenprcsarios. Tiende a habitar
en las centras urbanos”. (La copia ha sida literai.) Pion regioflai ~ara e? giesarroilo de? Sur ;cîcl
Perd. Informe. Los recursos humanas en iqs departamcntas dcl Cusca y Apurimac. Vol. V,
Ps. B. lb. P. 23, 24.
“Bi término chalo en cl Pcrù ticnc una cannot,ciôn mâs amplia y mis profunda que
en cl Ecuador. Aiic~ las chaios forman un, ciase rcstringida, son rcalmcntc las mestizos mdi—
genizados dci campa, cuando mis, et pucbia bajo de las ciudados. En cl Pcr6 cl chaio cons
tituye propiamente un, ciase nacionai”. SÂr,’Nl, Libr. citd. P. 273.
Las isijas mestizas de un Frayle Doctrincro san candueidas a Lima par un arriero La gcneralidad de las saciôiogas bicu entcrados, taman la palabra cholo coma equiva
cspaùai, (Nueva crônica y base;; ,çabierno, par Guaeuan Poma dc Ayala. P. 606.) lente n pcruano. “Cholos, mestizos o neo.indios, eso somas las pcruanas, escribc Jm,co C.
Gu’rrÉstp,Ez: Ca,zco o froués rie las Iiemfros. “Rcvista dcl Instituto Panamericana dc Arte”. N9 9.
Cusea. 1959. P. 270 — ‘Cama peruanas auténticas nos scntimas chaios a mestizas.” La rebeliô,,
de las jsrouincia~sas, parJ. GOCLLERM0 GUEvARA. P. 24.
 —~

36 EL CHOLO Y EL PERÛ

sino en ci concepto etnolôgico: como un hecho histérico social, como

una mezcla de sangres y tipos que, aunque sin un idioma propio nativo,
entrafian un espiritu. Es decir, un grupo natural de hombres que habita
nuestra geografia, determinado por un conjunto de caracteres somâticos
y culturales.
Coma ser individual y segûn la preferencia que da la holgada eco-
nomja o la afhcciôn a que lieva la miseria, al cholo se le encontrarâ,
indistintamente, en la clase alta, media y popular. Empeiiado est& en
cl discurrir de las disciplinas intelectuales o en la ruda labor manual;
y vive en las ciudades y en los campos, ya sea en las bajos valles andinos SEGUNDA PAlan
dcl litoral, en las frias y altas sierras, o en las calidas y profundas selvas
peruanas Ii,
Pero, cualquiera que sea la posicion social que ocupe, la labor que ~L MARCO DE LA HISTORIA
realice o ci lugar que habite, su talento es inconfundible y la expresiôn
dc su espiritu tiene un dcnominador comûn en pro de la forja de nues
tro destina y de la cultura indiana.

O He aqui b (lue flus ciste un e~crscor, respecta a la acuvidad de nuestro honibre en cl Sur
de la Itepublica ‘Al ,neatiio o cholo surperuano, se le cncuentra doadc cl carnpo a la c,udad en
todas las actividacit, Desde tI puesto mis husuilde Isasta la mh encumbrada posicion Es
ssrvsentt, es obrero, prof essonal, periodista, pobstico, cloctor, gamonal, banquero, miniscro, gerente,
poeca y diplomitico I s cura. mslsnr y capitulero; il menos cl capitulerismo fut una de sus
fasorsta~ proftssonts Il chuta sas .pc ricana, pot ‘I rorELo HuA~ssuAcA SanivAit “Revisca
dii ‘s~tscuto Pan sltstrlcaiso di. Arcs. A~o IX Cusco 1959 p 159, sgts
~ SQ —

CAPÎTULO I

NACIMIENTO BIOLÔGICO DEL CHOLO

I NarssnsefllO bsologsco y social dcl cholo. Ltapas.— II. Loi primeros cholos de prosajsla —
III LI senhinsseillO amoroso dcl conqisistaJor para con la ,ndsa y se ~role La fascsssacson Je?
espailol y la ofrenda de Joncellas aborigenes — IV. LI “servscso Je ,ndsas”, et ~araiso de?
sexo y la perversiols de las costumbres — V. Las indias sprefersdas a las espaflolas y e? ol~Jo
de las casadas en la peninsida — LI Per,i pais Je la fdlÂula y cetslrO de snmsgrar,ôn de
esjsaiïo?cs — VII. Provsdenc,as y ,sot,c,as oficrales de las inrrcyes sobre e1 inestizale

I. Ma~~tras en la Peninsula se discutia, pot teôlogos y juristas, silos

indios cran o no seres racionales y si podiaseles considerar como a hem
bres libres; cl espafiol, hombre sin prejuicio racial, proceaba con las
indias de América, desdc los mismos dias de su descubrimiento’.
En ci case dcl Perû, desde que las huestes de Pizarro pusieron sus
plantas en su suelo, o al fundar las ciudades y villas manifestaron, im
plicitamente, su desco de permanecer en ellas; comienza la criologia dcl
mestizo indo—hispano.
Pero este nacimiento biolôgico dcl cholo, se realizé en etapas listé
ricas, que, abonadas pot factore~ sociales y econémicos, le dan un selle
peculiar. Asi, desde 1533 a 1542 r—-etapa de invasién— no sôlo se pro
dujo la fusién dcl conquistador con la india comûn, sino también con
las indias de la nobleza imperial incaica. En la segunda etapa o dcl
afianzamiento dcl régimen espaflol _1543—1570 aflos de las redue—
ctones de indios a comlenzos dcl sigle XVII, tuvo lugar cl mestizaje ma
yoritarlo, proveniente dcl cruce dcl cspaàol pacificador, colonizador,
funcionario o milite con las indias y mestizas que habitaban cl territo
rio nacional.

r~ este libro, octava Parte LI Mestizo y la A,,IrolsoIo&sa — Li primer espa~oi que se

quedo en estas tierras Eut cl ~‘gilin y presumido Pedro Halcon que enioquecio de amor”
pot la cacica o capullana de Chim~, en ci primer viaje de e~cploraciori que Psrarro realizé,
en 1527 Jost 0E LA. REVA AGuERO L? primer alcaide dc Lima D NscolIs Je Ruera et vsejo,
y se posters dad P. il
 N~
40 EL CHOLO Y EL PEItÛ
Y cabe expresar, también, para una justa apreciacién social del
fenémeno, que, a partir dcl siglo XVI, en la mezcla del espafiol e india,
se sucedieron dos momentos histéricos definidos. El primer momento
fué cuando los conquistadores, reconociendo a sus descendientes sus pro
pios derechos, los incorporaron en la sociedad, Ilegando no pocos de
éstos a emparentarse con la nobleza espas3ola peninsular, como veremos.
El segundo comenzé a fines dcl siglo XVI, cuando creado cl Virreinato
de Lima, afianzada ya la organizacién y ci gobierno colonial con la Ile
gada de funcionarios1 y mujeres espafiolas que trajo en si cl auge y en
tronamiento dcl “blanco” y la cepureza de la sangre”; el cholo, cuyo
volumen crecia cn forma incesante, fué discriminado social y politica
mente, discriminacién que culminé en cl siglo XVIII con la instaura
cién, dcl régimen de las castas, en cl que se le consideré como clase baja.
Pot otra parte, desde la proclanlacién de nuestra independencia poli
tica —1821— basta hoy, aunque en minima proporciôn, la mezcla
se ha realizado con europeos de diversas nacionalidades, a raiz de la
libre concurrencia de éstos al Peri~i. Mis, cabe anotar que, con la Re
pi~blica vino cl prcjuicio racial dcl blanco no espaflol y con db la
mengua de nuestro mestizaje; o, si se quiere, fué menos cl torrente de
la sangre ~‘blanca” que se unié con la india. También, desde aqucllos
dias, no se realiza ya cl cruce entre cl blanco y cl indio, 5mo entre cl
indio y cl n’cstizo; dando por rcsultado cholos m&s indios en b san
guineo, aunquc no en b cspiritual o cultural.
II. En la denominacién dcl Tahuantinsuyo, por sobre una natu
raleza inh6spita y bravia —“tierra âspera y pedregosa”, como la califi—
caba Sancho de la Hoz— las campa5as cran duras, férrea la resistencia
de los indios que combatian en defcnsa de sus lares, costumbres y dio
ses; y muchas las enfermedades desconocidas que asolaban al con
quistador 2, Terribles fucron las mismas disputas en las que se empe
2 Li conquisti dcl Perû, con unos pocos osontos de soldados, fuC un, de las empresas ma,
Iseroic-is dol Isombro esp-sflol de todos loi t’cmpos LI opisod,o do la liii dcl Gallo, en
que Psrsrro tr-sa’ari la ssmbolsca raya, se repeesi -s dsirio Dcsnutrsdos, dcsnudos, no aclimatados
y tensendo por todis partes cl recelo en loi ,lsmentos, on cl sgsaa y en loi mssmos indios
que loi scompiiiib-sn, solo Isombres do le tremend,, coraje de accro y ,alud anme;or-sble,
pudicron sopurtar totl-ss citas vicisitudes Y en vordad, pocos de ostos temorarsos, aunque
mutiisclos, sobrevivsoron basta la consumicion do la dura cmpres-s dc la conquista Pnr oso
m,snao se lia dicl,o que la “conquista es la opopeya do la buena aalud’’ Cientos de leguas
sopsraban uns fund-scion, un campimento milst-sr dc otro, por sobre una violenti gcognfia
torridos sren-sles, curnbres inlsospiris, sels t terriblos Rocorriendo boy estos terrscorsos sobre
EL MARCO DE LA HISTORIA 41
5aron desde Almagro cl Viejo a Gonzalo Pizarro y Hern~ndez Girôn.
Par eso, disposiciones rcales prohibieron que los espaiioles pasasen con
mujeres al Perii; autorizando asi, tâcitamente, el mestizaje. (Pues, la
mujer espafiola no acompaflô a su manda a toganar la tierra” de esta
Nueva Castilla dcl Oro. Si bien una que otra castellana o esclava —como
la morisca Beatriz del Veedor Garda de Salcedo—, siguié al conquis
tador efl los embates de la invasién; la mayoria de ellas arribaron cuan
do las guerras se habian extinguido, Ilegaron en plena etapa de coloni
zacién o afianzamiento dcl Estado espaflol Solamcnte entonces pudieron
~.
guardar las moradas de rûsticas construcciones —adobe, caflas y barra
en la costa, y adobes, piedras y pajas en las sierras— que fueron las
primeras •residencias delos espafloles en las incipicntcs ârcas de las ciu—
dades y villas fundadas.
Hombres de fogosa contextura biolégica y psiquica, los conquis
tadores espafioles dcl sigbo XVI necesitaban de la hembra para calmar
su tthambre sexual”, para mitigar sus pasiones y sufrimientos, para
tisuperar la soledad” ¶ como para tener “quien les haga cl pan”. En
tonces, por razén de proximidad, pot necesidad y por la atraccién de
b exético, tomaron a las mujeres nativas. Y calmando su lascivia por
los lugares por donde pasaban, dejaban fecundados los vientres de las
indias, ttcomo huchas de su paso”, al0 decir dc Otero. O procrearon con
las que tenian como parte de botin de guerra. Botin de mujeres tan pre
ciado como cl oro; ya que ambos fueron cl principal aliciente en la dura
aventura militar.
un mucHe automévil, nos asalta la fatiga; y enciéndese nuestra admiraciôn pot esos oxtranjeros
quo viajaban a pie, con pesadas armaduras, o sobre cabillot mal sostenidos; comiéndose en
siltimo trance, est robanadas, las snataduras dc ostos animales. 5m embargo, ho aqul una
interpretacién original: “La conquista fui pasco inquioto, pero paseo al cabo. — Y 00mo no
hay opopeya dcl eurismo, y 00mo cl conquistador fui turista de arcabuz y caballo —eqssivalentes
al Smith y la radio de boy— la Conquista en~presa épica, al parecer, carecié d~ cpopeya”.
Luis AussaitTo SAwctsi~: Lia iiierat,sra dcl Perd. P. 34.’— Hubo epopeya, gran epopeya. Lo que
faIt-ô fui cl pueta que b cantara; que tradujera la omociôn épica en verso, como opina
IManco Fombona.
~ La primera snujer ospaaola que llegà al ~ fui la dc un soldado que vin0 en la
oxpedicién de don Pedro de Alvarado, 1534’— Acsu~tfN 0E ZAanss, cuya nOticia cosnenta
Garcilaso, dico: “Donde aconteci6 quo, Ilevando un ospa~ol consigo a su neujer o hijas se
sentaron de cansadas, y que il no las podia socorrer ni Ilevar, se quodô con ellas, de mancra
que todos cuatro se -Isolaron”. Historia de? dcscscbrhnicnto y eonqseista de? Perd. Capt. X. P. 74.
Las otras mujeres, quo llegaron en 1543, fuoron doùa mis de Muaoz, mujor dc Martin Aldntara
—primer encomendero de Huénuco—, y la esposa de don Nicol&s de Rivera cl Moto. Arribaron
luogo, indistintamente muchas consones de loi conquistadores. Pero fui en 1590 que Ilegé con
doP~ Teresa de Castro, mujcr dol Virroy Garcia Hurtado do Mendoza, 4~ Marqués de Cafiote,
cl mayor loto do damas, las quo se casaron en Lima.
4 “Una vez que todo quoda oinparentado entre si, entonces, pero sôlo entoncos, queda defi—
s /
- -
~74t’1tsçqr\ »~ ~ ~~
El mestizaje de este perioclo, fuera del anônimo que acabamos de
manifestar, provino también dcl maridaje de los “primeras conquista—
dores” con las indias de la nobieza imperial incaica: fiEstas o princesas,
hijas y parientes dci inca, o de las Apus que formaban la nobleza re
glanaI ~.
Estos mestizos fueron los primeros cholos de prosapia. Asi don Gon
zaio y do5a Francisca Pizarro Yupanqui Inca, liijos dcl Conquistador dcl
Persi en la hermana de Atahualpa: doa3a Isabel Huaylas Yupanqui, hija
de Huayna Capac, y don Francisco hijo dcl propio Pizarro en la fiusta
dofia Angélica Yupanqui; doa3a Leonor Soto Coriocoilior, vâstago
dcl conquistador de la Fiorida don Hernando de Soto en Leonarda
Toccto Ghimbo Coricoilior, la protagonasta dci romance con Qui
liacho Yupanqui; cl famoso cronista Inca Garcilaso de la Vega Chim
pu 0db Inca o par otro nombre Diego Su~rez de Figueroa, hijo dci
Capit~n Garciiaso de la Vega y doua Isabel Chimpu 0db o par su
nombre espafiolizado Isabel Su~irez, sobrina de Huayna Capac; dofia
Ana Maria noya Inca de Loyola, dcl matramonio dcl Capit&n don
Martin Garda de Oiiaz y de Loyoia, deudo de San Ignacio de Loyoia,
con dofla Beatriz Clara Saire Tupac Coya, hija dc don Diego Saire
Tupac Inca Don Juan Mancio Sierra de Leguizamo, hijo de don
~.
Mancio Sierra de Leguizamo en matramonio con doi3a Beatriz Huaylas
~usta Coya, hermana dcl Inca Manco II; doua Maria Diez Betanzos,
heredera de don Juan Dicz de Betanzos habada en dofla Angélica Yu
panqui; Rias Vaiera, cl famoso cronista, hijo de don Luis de Valera en
una flusta de la corte de Atahualpa, y su hermano Jerénimo de Valera
llcsvamente superada li soledid ‘, escribe e! filusefo FILstMANN De Krvsrgr ‘s~o (Meciciacso,tea
seGa,,, cru as,,,, P 94 )
Numerosos cronistas le confit min Garcilise ‘j’erque algunos de tos onestuos cran
patientes tIc les Incas per vii de sus niidres, siendo liijos de cenquist’sdores de aquel ilnpcrso
y de tendres nituriles de cl, qui algunas de cUis cran de ii ssngrc real y ocras mucliss
n,u;eres nobles, lujas, sobrinis y nions de les cuncis, safleres de vasallos Les comenlar,os
realt-s dc le, as,,,,, Segunda pires Libr vnr, Cape VII P 244
~ Les Isijos dcl Marquts I’iesrro, Luaren Ilevados i Espirii en nitrite de li Reil Ciduli
dol Il de nnrie dc 1550, en’, cula n I i Cisci, quien remittu tiinb,in a dos laijas mestitas de
Juin Pi.’arro y n un Isijo de Gonsalo Pi.’irro Estoc vistagos de conquistadors, en axidris,
fucron conducidos n laradriel pot I ‘r,ncisco de T seobar y Ililti,ir Dira (sarI,, sic! Lgeencrasio
La Gasca ai Conaejo dc lais!,,,,, dc Los l&eyes, 15 dc febrero, 1549 Gobcr,aa,,ic, sic! Per,,
Canas y papelcs Sigle xvr ‘r. I P. t 62 ) Dascendientos dc tuas mestiros son les ictus—
les Marquoses de la Conquists linier,,, dc las G,,crra, de lus nU,mes “se,,, fser;caaao, cuisis,,
cl fiesta r esfsalie!, a,or Rois,» o Cusgro VIDAs. (1535-1572) P 24.
Oeils Ana Mina Ce> s Inca de Loyela, fut neminada Marques, de Oropesa pur Felape
il Caso, en ripaii, con don Juan Enrsquez de Borja, hije dcl Murques de Alcaûices y nieto,
en unes muterni, de Sus, Eruncisco de Borja, Duquc de Gandia Sus descendientes con
ralsuperaneos son les Marqueses de Alcufilces,
s rsapepsxnnsssss~~ s ~ s
EL MARCO 0E LA msTolcA 43
-franciscano y escritor teolégico; Juan Balsa, hijo de Juan Balsa, casado
con Leonor Coya, hija de Huayna Capac; don Meichor Carias Inga,
hijo de Carlos Inga Paullo y nieto de Huayna Capac, en la espaflola
doua Maria de Esquivel; don Juan Bctanzos, hijo de Juan Betanzos y
de dofia Angelina, manceba de Francisco Pizarro; dofla Maria Josefa
Ampuero, dcl matrimonio dcl Capit~n Francisco Ampuero con Inés
Yupanqui, que fuera otra manceba de Pizarro; Catalina Ortiz, hija
de Pedro Ortiz y Maria Tupac Usca, hija de Manco Inca; Juana Z~rate
que tuvo por padre a don Juan Ortiz de Z4rate y por madre a dofla
Leonor Yupanqui, de la casa de Manco Inca, la que a la muerte de su
padre recibié coma dote cl Adelantazgo dcl Rio dc la Plata, casada con
Juan de Torres Vera que llegô a ser Adelantado dcl Rio de la Plata ~.
-5.
111. Las conquistadores —a las que no puede imponérseles un pa
drôn comfin— no se unieron a las indias par cl mero apetito dcl sexo,
coma sostiene Blanco Fombona, verbigracia Sintieron par chas, se
~.
lectas o no, cl sentimiento amoroso 10, También, al tomar par mujeres
a las naturalcs, afianzaban la cstabilidad dcl gabierno dcl que cran
actores; fué una accién dc espalitica calanizadara” Y, acasa, secreta
~‘.
mente, camprendieron que la raza inca era digna dc su prestancia caste
ilana, por sus virtudes y ia belieza de sus mujeres.
Par otra parte, la vida marital dc las espafiaies con las indias, cl con
cubinato —que fué cl casa generai, ya que pacos se mati imaniaron— 12
Vcase las neticias que trie ÂNons. R0SLN(sns’i, in su libre Ls poblac su,, ,a,dq,c,sa e!
reshza;c cia /si,,ér,ca (Et snestszajc en et Paru). P. 82.
~ RuriNa BLANca F0MBONA LI couqsazsiasler esflaliel de! sigle Xvi ‘Corne iban pocis
mujeres de Espa5i, maxime con tes primeres conquistadores, e! amer de la naujer faIts en
la epepeya La dulzura de este sentcmsente de lsogsr es nota ausente en uquellas aventuras y
entre aquetles aventureros, y ocras passones sustituyen et anaor’’, dcce et eserseor uenezolane
Capt IX. Crueldad. P. 266.
141 LI elersgo Martin Gona’alez deelara que les espa~oles, euando se enfarmaban, ne que
rian que las andias les abindenasen, y merlan lIansindelas “ estando delante de elles y
no queriendo que se partan de detante 5mo que esten alt,, dsciendo Hulaneji, ~poe qué no
vsenes iquc delante de nui’ ~No ves que nie quiero mont’ 0Ne subes que te qucero bien’
Ne te vayus de aqul que me da pena de ne verte . . y st se las ecluaban de ahi daban veces; y
osto es mu>’ generat y asi espsraban, y a te que demoscrabun Ilevaban gran pena en dejarlas”.
darta de Martin Gonzalez, 10 de julso de 1556 Carias dc nichas (dsd. en Les as; jettes extrais—
jeres n cl tre,,ce dc nuesira Raz,,, per E est GANofA “Nesotres”, 1930 N’ 252
11 Gracias s acta petstsca, se pude ebtener et equilsbrco de! peder gubernamentat Lu Case,,
entre etres, daso n vsudis indias de la nebleas con espaioles
12 Al respecte, centande dot matrimenso de les cenqusstaderes de Mexice don sndsas,
para legstsmar a sus hsaos habidos en ettas, Gareslase refsere “algunos lia lsabsdo en et Paru
 N N
44 EL CHOLO Y EL PERÛ
estaba visto camo algo normal en aquella sociedad naciente, y era aun
tolerada par la Iglesia. Por eso les dieron amparo y apellido a sus hijos,
en pi~blico reconocimiento. El conquistador de calidad no negô, pues,
a sus vàstagos; por cl contrario, los solicitô habiéndolos, incluso, dejado
en lejanas tierras. Tal cl casa de los campafleros de Pizarra en la Con
quista dcl Perû, a cuya pedimento cl Rey diô cédulas para que pudieran
Ilevar de Tierra Firme y Nicaragua tealgunos hijos que abiste en indias
naturales de las dichas provincias” ~
De otro aspecto, esta unién sexual na fué, en todos los casas, actos
de violencia, como pretenden generalizar las historiégrafos interesados.
Se realizaba con la voluntad de las propias mujeres y la complacencia
de sus familiares; especialmente en los primeras afios de la ~onquista,
en que campeô la tefascinacién dcl conquistador”. Las mismas indias,
por la atraccién dcl hambre m~s fuerte, acudian ante los espa5oles,
aun en los instantes m~s arduos de la lucha Las seducian, sexual
~
mente, esos hombres exéticos, barbados, de brazos fuertes, tez blanca
y ojos claros. Par esta seduccién, tante indias como indios trataron,
sagazmente, de emparentarse a los conquistadares; impulsados, adem~is,
por cl instinto de superacién y seleccién humana, que se realizé en
toda América ‘~. “Desde cl primer instante cl indio procura que cl
espafiol posea y fecunde a la india, si dia es de calidad, y quiere que la
que Isin hocha b mssmo, que isin casido con ,ndi,s, aunque pocos • sus Isijos yen gonr
105 hqos ajenas b que sus padre, ganaron y sus madres y parsentes ayudaron s ganar”. Los
Coinentarsos Reaks Je loi Incas. Lsbr4 H Capt I P. 242.
13 Ctdula expedidi en Zaragozs en 8 dc sniyo dc 1533, obten,da por Rodrigo de M,zuel,s
como Procurador de las provincias de Cistilla de Oro, Nicaragui y Cuatemila Cedalarto ciel
Fera, publicido por R~ut POliRAS BJARRrNECFIEA T. I P 121
‘~ Los primeros cronistas not,cnn de estoc hechos AGU5TÎN DE Zhiun~ “Preso Atabaliba,
otro dia de mffiana fueron a coger cl campo, que ers maravilla de ver tintas vasijas de plats
y de oro como en aquel tes! habi,, y muy buenas, y muchas tiendas y otris ropas y m~s de
cinco mil mujeres -s lot espa5oles se vinieron, de su buena gina, de las que en ci real andaban
Ilutoria dcl descubrununto y conqanta dol Pers~ Capt VI. P. 60— G0MARA, pot su parte
‘Harto tuvieron que hacer aquelli noche las espai3oles en alegr-irse unos con osto, de tan
iictorsa y prisionero y en doscinssr dol trabijo, es en todo aquel dii no habian comido, y a la
ma~ana fueron D carrer cl canspo Hall-iran en ci biGo y rosi de Atabalibi canco mil mujeres,
que aunque trines y desisnparadas, holgiron con loi cristianos”. Historia sinseral de (as milite
Cipt CXIV P 19 —4 Idtntici cosa, afirm-s Csr2A, ,uced la antes de la batilla de Chup-is
1~ ~ desco de pirentesco aintieron, incluso, los mexicanos, araucano, y guannies que Liseron
los que mayor resistencia opusieron s las armas castellanas. Berna! Diaz dol Castillo, Gémara
y otto, cron,sras traen noticias sobre cl p-srtscular. Cuando en 1610 cl Osdor de Charcis
Licenciaclo Francisco de Alf-sro Lue comssionido para vasitar s las yanaconas y regiamentar cl
servscso personal en cl Pariguiy, los ,nd,os le mansfestaron que “clos sirven cu&ndo y cômo
quieren . . que vienen s ayudir a las espafioles, no a titulo de casa ni servscio, 5mo como
parientes”. (citd por ENseQut ut G~woi~, en Las ns;ertos eviranyeros en et tronco de nceestra
raz., “Nosotros” Buenos Aire, Aflo XXIV N’ 252 P 162)
n ç ç ~
n MARCO DE LA ~nSTORIA 45
utilice en oficios serviles, si es de baja extraccién”, camo afirma Pc
reira ~ Este desea de parentezco fué tanta mis estimado, cuanto la
mentalidad india concebia a los hispanos cama seres extraardinarios,
coma a sefiares dcl raya (ilîapa-rwnas), como a wiracochas: todopode
rosa. De aqul también, que los indios tuviesén a orgullo mezclarse can
103 espafioles. Acte que, de atro modo, no era extrafco a sus costumbres,
ya que los Incas se emparentaran con sus sometidos de linaje, en su
palitica asimiladara.
Asimisma, çan cl fin dcl parentesco y amistad, se1realizaba la ofren
da de mujeres. ComCin fué, pues, cl hecha de que las propios padres o
los caciques entregaban escogidas doncellas indias a las espafiales, coma
presente de paz y amistad. Prâctica usada en todo pueblo primitivo,
para calmar cl furac y la venganza de las vencedares. De tales casas
nos informan los primeras cronistas y hasta cl propia Guaman Poma
de Ayala la hace en forma grifica Y, par su parte, Garcilasa sobre
~
cl particular escribe: “ en aquellos principios, viendo los indios
. . .
alguna india panda de espafial, tada la parentela se juntaba a respetar y
servir al espafiol coma a su idalo, parque habla emparentado con c11os.
Y asi fueron estos tales de mucho socarro en la canquista de las
Indias” ~
* * *
1V. Cronalégicamente, de 1535 a 1560, cl mestizaje tomé propor
ciones par ei llamado tservicio dc indias” y ci dcsenfreno de las place
res dcl sexo que se apoderé de los descubridores, pacificadores y pobla—
dores, que se radicaron en las zonas mis saludables y ricas dcl tcrritorio
peruano. Porque la colonizacién se lIevé a cabo simultjnea o inmedia
tamente de las guerras; pues, cl ethombre en armas” pasaba a convertirse
en poblador, si no se le empleaba en nuevas conquistas y descubrimien
tas. De aqui, que la fundacién de ciudades se realizé después de las
guerras de la conquista o de las civiles entre espafloles, siguiendo la polIt!
ca y las métodos de colonizacién disefiados par la Corona. (Asi, Arequipa
y Trujillo se fundaran después dcl sitio dcl Cusca par Manca 2~; Hua-
10 CiisLos PERCeRA Las huchas de (os conquestadores P. 191
a-r 7J,,eva Cron,ca y J3,nen Gobserno. P. 379. “Doncelias presenta s las cristianos e1 capit&n
Rumiflau,” Ests costumbre de dit mujeres persistio, en uns u otra forma, en la Colonsa
Razôn por la que se ordené, en dsversas cédulas, como en la de 17 de deciembre de 1537,
dada pot Carias I en Vabladabid, que los caciques no recsbieran en trabuto a bas hsyas de
su, indias. Recafr,lacséie de las layes de los Rcenos de las Incisas. Libr. VI Tit. VIL Ley 3(1V.—
Taledo y otros verreyes recalcaron sobre cal coitumbre, prahibséndola. Pero no por db deiô
de practscarse, hasts los propsos aaos de la Repûbbica.
18 Los Cocnentarsos Reales de los Incas Lsbe. U Capt. I P 113
 _q,__
>4
46 EL GIOLO Y EL PERÛ EL MARCO DE LA. HISTORIA 47
manga, Hu~nuco y Chachapoyas luego de la batalla de Chupas. Las
otras ciudades y villas, coma Caijete, Vilcabamba, se erigieron antes
de 1570.) Por eso, las ciudades fueron centros de trabajo y de nueva
I4EGROs
EOMO[OSCRIOLWS
vida; verdaderos nûcleos y ejes de colonizaci6n. Y en verdad, los con
quistadores cran pobladores y colonizadores, y no soldados de profesiôn.
Porque la conquista dcl Perù, aunque autorizada por la Corona, no fué
realizada por las huestes dcl Rey, sino por particulares; fué una cm — êt(9t3S~tWbt1p~m$4L4A.n.9

__
presa de carâcter privado.
~ Lt
Estos “pobladores”, como los que prosiguieron arribando, contra
toda prohibicién de la religién y de las reales cédulas, tomaron para su - ‘;;; ~pOèta$n~tn5a55a1dnqtg
servicio a las mujeres que quisieron; y usaron de ellas, en concubinato, r
harén, etc., muchas veces, 5m reparar que fueran madre, hija o hermana.
A esto se Ilamaba “servjcjo de indias”.
Tan escandaloso fué cl uso que de estas mujeres hacf an, en cl campo
o en los nacientes centros urbanos, que Vaca de Castro, en sus Orde
nanzas de Tambos de 31 de mayo de 1543, mandé que no se abusase de $
las indias; prohibieS que Jos negros tomasen sus mujeres a los indios y las
Ilevasen consigo tepara vicios y cosas feas y otras so color que son me
nester para hacerles cl pan, comida”; y que los espaûoles, en adelante,
no se hiciesen acompam3ar por indias, en sus descubrimientos, ni se detu
viesen en los tambos llevando vida airada con las indias. teEs ~I y
otras personas —dice e1 texto— que andan por los pueblos de los indios
vagabundos tomândoles sus mujeres e hijas, ganados y ovejas.. que .

no b hagan so pena de cien azotes y destierro” ~

A m~is de los dcpobladores~~, los mismos clérigos —curas, doctrineros

y visitadores— convivian con las indias en forma péblica y desenfrenada.
Conducta que trataron de morigerar los Concilios Limenses.
Estas tierras fueron, pues, un verdadero paraiso dcl sexo. Para
cuyos placeres de la carne no sôlo se brindaban las indias, sino las mis—
mas mujeres espaûolas que Ilegaron en gran nl~mero y las que <tense_
fiaban sus artes eréticas” a las mestizas. (Lope Garda de Castro,
encargado dcl gobierno en 1565, refiriéndose a ellas escriMa a la Coro
na: Wv• M. debe mandar que no pasen a esta tierra tantas mujeres,
porque sobran las que acâ hay, y como las que de ahh vienen, vienen
con necesidad, dan muchas de ellas mal ejemplo a las que ahora de nuevo
e
z
-
se crian acâ, que no son pocas” 20
=~z
19 Ontenanzas ‘le tambos Dist,ncsa de unos s otroc, modo de c,rgar lot indios y obliga—
monet de las justicias respectivas, hechss en la csudad dcl Cusco en 31 de Mayo de 1543. Publi—
-~

t z—~’---
fl ‘4 t-4 a
-~=~- ~
LIC ni ~
cado en “Revisti I-l,srorica” Lirni T 111, Trimestre IV, 1909. P 473
20 Cana dcl Licenciado Cistro s S M Lot Reyes, 23 dc setiembre dc I 565 Ju:cw de
livides entre cl Perd y Bohi ta Prueba Peruana T I Virreinato dcl Pcrt~ P 71 Un negro da dinero robado s su concubins india. (Nueva crônica y buciz Gobierno,
por Guaman l’on,,. P. 709.)
 Li. MARCO Dli La t,..,TORJA 49
48 n CHOLO Y n PERÛ

COM EL4DERO V. Este libertinaje hizo que las mandas, embebidos en la vida
marital con sus mancebas indias, olvidasen a sus mujeres ~dejadas en
Espafia. El reclamo de estas «abandonadas” ante cl Consejo de Indias,
origineS varias ,cédulas tal coma la fechacla en Valladolid a 17 de oc
tubre de 1544, que mandaba a los ‘tcasados o desposados en estas partes,
y tengan en eflas sus mujeres... se embarquen y vengan par sus mu
jeres, y no vuelvan a residir a esas partes si na fuera Ilevândolas con
sigo’’ 21, -

El Virrey Toleda puso en prâctica este mandata real, y encarcelé

y desterré a las que lievaban disoluta vida con las indias y negras; salvo
a las que se nupciaron con aquellas en las que tenlan hijos. £1 propio
Virrey dispusa que los corregidores requisasen a las espafioles que anda
ban con las indias, abandonando a sus mujeres. Y cl Arzobispado ordené
a los visitadores eclesiâsticos, terminar con las concubinatos pûblicos.
Pero, en varias ciudades, coma en cl Cusco, donde Toledo ballé e1 ma
yor némero de mestizos, las cspaûoles se negaron a cumplir tal orden,
par la arraigado de la costumbre 22 Este tenor de las mandatas real y
eclesiâstico, persistié durante toda la era colonial, involucrado en los
capitulas de los visitadores de doctrinas y en los titiilos de las corregi
dores, quienes tenian obligacién de apresar a las espafloies revoltosos y
n las casados que no vivian con sus mujeres, remitiéndolos, previa su-
maria informacién, al Virrey o a la Audiencia 23~

21 Texto de la cédula. Revista “Li Ateneo”. Lima. T. 1V. ~ XXVI. 1902. Casas de
In Colonie: CAnas A. Ro,sm~o. P. 806.— Esta cédula’5fué incluida en la Recopilacidn de 1680,
Tit. III, Libr. 1V, y establece las licencias, e1 procedimiento para repatriarlos, etc. Pese a est,
disposiciôn y a las cédulas de 12 de agosto de 1693, 7 dc octubre de 1750 y 23 de setiembre de
1799, las espafioles abandonaban a sus mujeres.
22 Una instruccién de Toledo al respecta. “L quicareis de las amancebamientos que entre
los iodlas lsubiere; e las iodlas que estovicrcn amancebadas con espa~olcs y otras personas, e
que den mal ejemplo se las quitareis y procedereis contra chas conforme a derecho ...““Para
que sancbo Vera’ugo, Algnacil Mayor, revisite las ina’ios de las Parroqnias y sieUrs de la ciudad
ciel Cesco. Libro de Provisiosses Reales de las Virreyes ...“ (“Revista de Archivas y flibliotecas
Nacionales”. Lima. 1899. T. I. P. 44).—En 6 de noviembre de 1575, desde Arequipa, se diô
esta orden. Pero se produjo un rozamiento entre Sancho y ci Padre Molina, par empadronar
indias amancebadas con espafloles que se reaiscieron g acatar la orden dcl Virrey, yendo cl
asunto ante cl prapio Toledo y s la Audiencia de Lima. En esta ciudad se dié sobrecarca en
~Omtm~~tto 20 de octubre de 1576, para que Sancho Verduga cumpliese su cometido. “Revista de Archivas
y Bibliotecas Nacionales”. Lima. 1899. T. i. P. 138.
Un encomendero espa~ol recibe a una indiecita para su “serviciO”. (Nneva crânien 23 En la Jnstrucciôn dada par cl Virrey Talcda al Lic. don Pedra Mejia, Visicador de
y bite» gobierno, par Guaman Poma. P. $52.) las pueblos de indios dcl Arzobispa de Lima, y par don Alvaro Ponce de Leén, Oidor de la
Audiencia de Lima, se 1cc: 11. “0e las casadas en Espa~a. Item; saber si hay par las pueblos
t tt t t’
50 EL CHOLO Y EL FEKÛ
También Tolede, en su desee de morigerar la vida licenciesa, abo
liô ci ttservicio de indias”, del que no sélo nacieron choies anônirnos y
descarriados, sine que se intredujo la prestitucién entre las indias, no
cenecida bajo les Incas, en cuye régimen se castigaba a las prestitutas e
panipay-riuza con pena de muerte.
Baltazar Ramirez, en, 1597, a la vez que subraya la labor dcl no
table gebernante dcl Perù, nos refiere de tan depravada costumbre.
“Destruyô ci servicio de las indias, mujeres muy ocasionadas y deshe
nestas, de las cuales se servian con muche escândalo todo génere de
gentes y de todes estados, teniéndolas en sus casas y trayéndelas por los
camines 5m ningûn recate, puso este negocie de suerte que en su tiem
pe se tenian por afrenta, aun entre hembres de pecas prendas” 24,
Guarnan Poma dedica muchas pâginas de su NuEvA CR6NIcA para
relatarnes de este abuse dci sexe. Y refiriéndese al denigrante heche de
la premiscuidad, cuenta ci clérige Martin Genzflez, en cl case dcl
Paraguay, que cada espafiel estaba amancebade con ochenta y mâs
rnujeres 25,
Tedavia, si en les dias de la Cenquista sintieron per las indias cl
sentimiento amerese, en plene celoniaje les espafieles las prefirieron a
las mujeres de su raza. El Virrey Marqués de Mentesclares, manifiesta
este heche. ttTambién cl poco nûmere que al principio hube de mu
jeres de Castilla, y la sabra con que después crecieron, ha ocasionado,
ya per necesidad, ya per hastie, a que las indias scan apetecidas de les
espa5eles, y de estas dos naciones salen mestizes
* s
donde anduviéredes algunos espaAolcs casados eu Espaâa o fuera de este Rdno mandarlesséis
ir S sus mujeres y daréis noticia de db’. “Revista sic Arcl,ivos y Bibliotecas N,cionalcs”,
cit. A~o 111. Vol. IV. P. 40f.
21 Deserqiciân dcl Reino ils! Perd. 1587. Jnicio sIc limites entre et Perd y Bo(hù. T. I.
P. 559.
25 Pot la visla libre que Ilevaban Inc espa~oIes en Açunciôn, casa ciudad fui Ilamada FI
Purssisc, de Mahoma. Martin Gonz&lez, dcci,: “Querer contar y numerar las indias que al
presente cada uno dccc, es iniposible, pero paréccme que hay cristianos que tienen y oehenta y
cien indias, entre ias cuales no puede cor 5m que iiaya madres e hijas, hermanas y primas’.
Caris, de Manu: Go uzsilez, dingo, al Tmf,srador slo,, Cerlor. Asu ncié n, 2 de j un o, 15 6.
Canas de Indias. T. I. P. 609.
2G Relaridu dcl Vinrey don Juan ‘le Mcn,!o:a y Lima, ?sfarq::ss Je Mon iesclaros. Culecciôn
de las mesnorias o rolaciones que eseribieron los virreyes de! Perù, aeorca dcl estado en que
dejaron las cocas generales dcl reino. P. 168.
‘n t’t~t.7~’~”t t ‘n ~tt’4~~t< n,st4
> t 4? ‘
EL MARCO DE LA HISTORIA 51
VI. Este derroche dcl sexe y ci creciente indice dernôgene dcl
choie, se debi6 a les espa5eles que habitaban en el Perû y a les que, in
cesantemente, acudian a su frea.
Si bien en les aa3es de la invasién pasaren per la tCsed dcl ere”,
desde ci gebierno de Felipe H —principalrnente les pequefies funcie
naries y les celenizaderes, prevenientes de las clases media y baja—
llegaren empujades per la crisis que azetaba a Espafia, asi cerne huycnde
de las guerras de la Peninsula. El econ6rnice fué, pues, cl principal re
serte que,ies impulsé a venir a las Indias, unide, siempre, a esa llarna
dc aventura que ne se extinguié en la raza y que cra la emecién que
se vivia en el Vieje Continente a raiz del descubrimiente de América.
£1 Perû de entences era la insula dorada, cl pais de la fâbula, que
intuycra la literatura espauiela del génere fantâstice, Y cl espauiel 5m—
fié pasién per la tierra mâgica que deslumbrara al munde con su ere;
pasién que abrigaren ne sôle les que venian de la Peninsula, sine les
ya radicades en otras celenias —Nicaragua, Méxice— que dejaren sus
bienes y encerniendas para embarcarse hacia dIa. De aqui que llegascn
a nuestres lmndes, antigues cenquistaderes de Centre Arnérica, cerne
les Arias Dâvila, les Alvarade, les Telle, Sema, Valdivia, Puelles, etc
Éstes y etres vinieren cerne pacificaderes, ya aisladamente e ya cen
tratados por les Adelantades. Pere tedos arribaren a este suele que
hincharia sus arcas, para vivir en libertad, per ese ergullose sefierie
espaûel que es patrirnenie de la raza, y ci que se fortificé en América.
Ya que, prâcticamentc, en la distancia terminaba la ley y cl pedcr real.
Per cso se ha diche que los espafleles, muches, vinieren a las Indias mâs
que per cl are, per su libertad.
Per la semejanza fisiegrâfica a las tierras dejadas allende les rnares,
per la cvocacién dcl paisaje materne de Espafla, cerne per las ventajas
ccenémicas que repertaban; gran parte dc estes inrnigrantes, prefi—
ricren las zonas dc la sierra para instalarse y hacer en chas ci centre de
sus actividades. O cuando fracasaron las expcdiciones que fueren en
viadas a nuevos dcscubrimientes, en la gcegrafia ilusersa dcl Dorade;
muches se ternaren en tretamundes que calmaban su desilusién con
la panacca dcl sexe, per campas y ciudades. Asi esperaban nucvas cm
presas militares e mercedes dcl Rey. Y de tante csperar, terminaren
per rnezclar su sangre cen la dc las indies.
Talede neticia de estes espauieles traides de la Peninsula per les
erganizaderes y capitulantes de cxpediciencs. “En cuante a les espa
sieles si~bdites y vasailes de eses reynes dc vuestra rnagcstad sen traidos
a estas neticias y dcscubrimicntos dc esta tierra came a ncgros de Guinea
 flfl—~i ~ ~—
52 ELCHOLOYLLPERÛ
en su género con falsos presupuestos y fiziones y enga6os y haciéndoles
vender y dejar cl cjercicio de esas tierras y labores y la parte de los.
que no muriô con harta desventura y lastimosos sucesos se entraron y
derramaron por este reino ‘. Prosigue; ceDe esta visita resulta ha—
berse entendido algunas partes cômodas donde hacer poblaciones en
que se recojan y tomen asiento algunas personas de los muchos que
andan vagando por este reino que esia pestilencia mayor que en él
hay ...‘‘‘~.
La Corona, hasta donde habian ilegado las quejas de los indios, dié
terminantes érdenes a los virreyes para reducir a estos vagabundos.
“y por que somos informados que los vagabundos espaiioies —dicen las
Instrucciones a don Martin Enriquez, Virrey del Per~i y sucesor de
Toledo— no casados que viven entre los indios y sus pueblos les liacen
muchos dafios y agravios tomândoles por la fuerza sus mujeres e hijos.
echareis algunos de la tierra para que los que quedaron con temor de la
pena vivan de su trabajo y hagan b que deben b cual se remite n
vuestra prudencia y si fueren ofieiales de algunos oficios mec~nicos
o de otra cualquiera hareis que los usen y se empleen en ellos o en otras
en que ganen de corner y se entretengan para que no anden vagabundos
y si arnolestados no b hicieren los echareis de la tierra...” 29
VII. Tan grande fué cl volumen demégeno que originaron estos
espafioles antes de 1570, que ci Licenciado Castro, en 23 de setiernbre
de 1565, noticiaba desde la ciudad de los Reyes de Lima: “Hay en
esta tierra tantos negros y rnulatos y nlestizos que si se concertasen, no
serla parte los espafloles que aci estân contra elios, y b peor es que
cada bora van creciendo mâs” ~°.
El nombrado Marqués de Montesclaros, en 1615, hace también
hincapié de los espafioles trotamundos causantes de mestizos. “Anda
otra gente suelta en este Reino con nombre de soldados, que suele traer
Caria g 5 M clef Virre) don Francisco de Toleclo sobre inater;as rie gobserno
27
I’ de marzo, 1572 Qoberncsntes dcl Perd Carias y papales Ssglo XVI T. IV P. 86, 87.
2S Carias ciel V,rrey TokIo ci S M sobre sic veaje y visita Cusco, 10 dc marzo de
8572 Gobernantes dcl Perd Carns y papales Ssglo XVI, T. W. 2 126.
29 Instrucceones ci rio» Mari!» E’zr(qne~ electo Vsrrey ciel Per»
Carias y papales Siglo xvi. T. IX P 20
30 Carias clef L,eenc,aclo Castro a S 18f, clencto cnenta, entre otras rosas,
las fsoblacsones rie inclsos jsor j,rotsncsas, etc Los Rayes, 23 dc setsembrc, 1565,
entre cl Per» i flous sa Prueba Peruana T I P 71
~‘““~ ~‘~‘ —
EL MARCO DE LA I-I1STORIA 55
vida muy licenciosas; son los que en otras partes ilarnarian vagarnundos,
peligrasisimo género y ernbarazoso al buen gobierno; tiene grandes con
. .
tradictorias cl adrnitirlos y expelerbos, porque a todo suceso viene a ser
éste cl principal cuerpo en cuanto a nurneroso para el acornetirniento...
Su Majestad ha mandado diversas veces no se consientan en la tierra;
yo lie procedido con algûn tiento, porque acosado en las ciudades prin
cipales se andan entre Indios, y por las ventas y mesones, que liamaré
tambos, donde sus insolencias valen y obran 5m resistencia” ~
Espafia, corno vemos, se vaciô a Arnérica y preferentemente al Perù
que era la ilusiôn y la esperanza de todos, Se vacié lenta, incontenible
rnente, “como quien se desangra”. He aqui b que escribia Toledo, en
1572. “I as! con estas cédulas de largas mercedes de vuestra rnajestad
e1 primer daflo es engafiar allit hartas inujeres con quien se casan tornân
doles las dotes y haciendas que tienen, con ei engaflo de acâ serân sefiores
por razôn de las tales cédulas. Vi rnorir en Panam8ii un capitân y otro
espafiol con dos cédulas de vuestra rnajestad con las cuales e1 uno traia
veintiocho mujeres entre cufiadas y sobrinas de la suya a quien de eada
una habla tomado todo b que tenia con la promesa de casarlas y re
mediarlas con la merced que vuestra rnajestad le habla hecho en ChUe
y e1 otro con siete con otra cédula de merced que naia para este reino
y ser menester andar repartiéndolas por aquella ciudad y envMndolas
a la de Lima a que las acojiesen por amor de Dios, esta prktica par
. .
ticular es la que pasa cada dia y se ve” 32~
Cusco,
31 ReIaciôn ciel Virrey don Juan Je Mencloza y Laina, oit. ~olecci6,s de las inemnorias,
Gobernantes ciel Perd etc. P. 172.
Cit.
32 Caria ci s. M. dcl Virrey Toledo sobre materias Je gobierno. . . Cusco, I de ,nano,
de haber clic «‘scie 1572. Qobernantes dcl Perd, cit. T. IV. P. 79.— Las viajeros relatan que, en e1 siglo XVI,
Jsrecso rie I; mites la regi6n de Extremadura y Andalucla, daban la impresién de estar despoblados par la in
migraciôn a las Indias.
 CAPITULO H

ARRAIGO Y CARACTERISTICAS DEL MESTIZAJE

I. Et en! roncainiento dcl es~a,7o( con (os caciques. A¼unos casos. — II. Los funcionarios civiles
y eclesiésticos, progeuifores de cholos. — III. Matri,nonios y concubinatos. E! servinscuy. —
IV. LI hogar inesiizo. La chola. — V. La condicién legal y social Sel cholo y las castas colo
s,iales. — VI. Los exiranjeros en ci ,nes!izaje peruano.

I. Si la mezcla del espa5ol e india fué un hecho corni~n, cl paren

tesco con los caciques liegé a tener trascendencia social. Y desde la
segunda mitad dcl siglo XVI, ios espaffoles se unen con las hijas de los
caciques, o son éstos ios que se matrimonian con espaiîolas. Se casan,
religiosamente, con las ttindias nobles”, no precisamente individuos
an6nimos, 5mo los de figuracién social en los corregimientos, villas y
ciudades. Impulsados por cl ~in econérnico b hacen 5m reservas, para
heredar cl cacicazgo y gozar de las preeminencias mnherentes a tal
titulo. Ya que, por reales cédulas, a los cacique~ les estaba permitido
et uso dcl don, se les concedié honores semejantes a los hijosdalgos,
etc.1. k
Estos casos se contaron tan por docenas, que para evitar que los
cacicazgos pasasen a manos de mestizos, Felipe II dispuso que los ca
ciques debian ser ~c~ dis de pura sangre”. Mas, pese a esta ley, que
pocas veces se cumplié durante toda la época colonial, los cspaiioles
prosiguieron cas~ndose con indias herederas de los cacicazgos; resul
tando asl, con cl transcurso de los aflos, mestizos la mayoria de los
caciques dcl territorio peruano. (Como puede verse de los documen
tos que aCm quedan como fuente médita de investigaciôn, y de sus
descendientes que viven entre nosotros.)
Guaman Poina se refiere a estos~ parentescos de espafioles con los
caciques: «Por qué causa se casan algunos espafioles o algunos mesti
zos o mulatos con indias hijas de los caciques principales o indios po

1 Recofrilaciôn Je las lc’yes de (os Reinos de las Indias. Libr. VI, Tit. VII.
56 FL CH0LO Y EL PERÛ
bres en los dichos corregimientos, con color y a fin de molestar y
quitar y coda y cuanta hacienda y meterse en sus tietras y casas y te
ner ruido, esc~nda1o, y revolver coda la tierra y cl se sirve de los
indios. .,sin pagarle y a sus mujeres indias b lievan a las ciudades
. gobierno “temporal y espiritual”; los que, por razén de sus mandos,
y a los hijos mestizos o mestizas b detiene dicho corregidor
Sin guiarnos dcl terrible juicio de este escritor, citemos aigunos
casos ocurridos en los actuales departamentos de Junin, Huânuco, Pu-
no y Arequipa.
En cl pueblo de Sicaya, tepartimiento de Hanan-Huanca, corre-.
gimiento de Jauja, cl cacique don Juan Apo Alaya casô, por 1600, con
doAa Maria Alba, espa5ola; dofla Maria Teresa Apo Alaya, descen
dienta dcl citado cacique, b hizo en primeras nupcias con ci mestizo
Blas Astocuri y en segunda con cl Capitân Benito Troncoso de Lira,
y cuya hua dofia Maria Astocuri Apo Aiaya se eniazô con ci espafiol
Antonio Jiménez, hijo dcl General Francisco Jiménez de Cisneros.
Y doi3a Catalina Jiménez Astocuri matrimonié con don Joaquin
Benito Martinez de Aguirie. En Jauja do5a Josefa Astocuri Limaylla,
de la misma rama de las nombradas, contrajo enlace con cl Corregidor
don Francisco Dâvila En 1770, en cl puebio dcl Dulce Nombre de
~.
Jesûs, Corregimiento de Huamalies, actual provincia de Dos de Mayo
—que fuera centro aurifero y de azogue—, hallamos radicados hasta
tres capitanes espafioles: don Pedro Falcôn, don Bernardo Bonilia y
don Nicoliis Sânchez. Don Manuel Chuquiyauri, dc ascendencia pre
incaica, se desposé, en 1761, con dofia Paula Boniila, espafiola, hua
dcl Capitân Bonilla y de dofia Marcela Segunda Lozano, hija de don
José Lozano, espauiol radicado en la estancia de Huapachac~in, mmc
diato al mencionado pueblo. Aflos mils tarde, don Felipe Chuquiyauri
y Bonifia, primogénito dcl anterior matrimonio, a su vez, nupcié, en
ci mismo pueblo, con dofia Maria Falcôn hcrcdera dcl Capitân Falcén.
En Caima, airededores de la ciudad de Arequipa, en cl siglo XVIII, don
Agustin Aipaka, cacique de aquel lugar, casé con doi3a Andica Con
zaies, espafiola ~.
2 Nuet ix
e, unie,, y bite,, gobwrno P 510
3 ELxs DUMBAR TLMPLr Loi catiques Afroala~tr (Sobi euro de F,, ‘Rev,st-i dcl Musco
Nacion,l”. T. Xi N’ 2 ) los curas de aquella nacién que se radicaron o ingresaron en misién de
~ Libre juirroq,,sal de la eloctrena chi pueblo Je Jesds Do, dc lJayo Huinuco
mento de la f,m,l,a chuquiyauti — LI ,,l/nno enraca Je Canna, por AuGusTe AournRu MORA
tri Ls Cron,c~ Lin,i, 28 di. julio, 1946 p 25
EL MAi~CO DE LA 1-I15TORIA 57
II. No sélo simples individuos espafioles, se injertaron al tronco dc la
raza india, ya dijimos, la hicieron también corregidores, escribanos, visi
tadores, soidados, oficiales reales, curas y demâs representantes dcl
permanecian en las sedes •de los eorregimientos, asientos mineros, doc
trinas y “fuertes” miiitares de las cifronteras de bfrbaros”
De estos funcionarios, algunos se nupcian con las indias y rnesti
zas dc holgada economia y distincién social, radicândose en las loca
lidades sedes de sus cargos, e inclusive, renunciando a ellos cuando, eo
ma en cl casa dc los corregidores, reales cédulas les prohiblan casarse
en la jurisdiccién de sus distritos. Pero, la mayoria, por cl llamado im
perioso dcl sexo, mantuvieron relaciones maritales con las indias o natu
raies y originaron los nacimientos ilegitimos e inflando, poderosamente,
las cifras demogrâficas dcl choio hasta en las zonas mâs apartadas de
nuestro territorio.
En cl âmbito de los repartimientos, en la jurisdiccién dc las enco
miendas, en cl ârea dc los pueblos o reducciones de indios y dc los
campamentos misionales, desde los comienzos de la conquista, ci doc
trinero y cl misionero —ese conquistador de aimas— han sido ios
permanentes progenichres dcl cholo. Sobre coda, a partir de la segunda
mitad dcl siglo. XVI a los siglos XVII, XVIII y XIX. Podemos afirmar,
por eso, que si en los afios dc la invasién cl cholo procede dcl conquista
dory cobonizador espafiol, en los ùltimo4 siglos mencionados, b originan
las ecicsiâsticos al mezclarse con bas indias, ya secreta o pûblicamente.
Pese a los capitulos de los concilios Limenscs, a las instrucciones dc
los visitadores y al rigor que implanté cl Tribunal dcl Santo Oficio
de la Inquisiciôn, creada, precisamcnte, para morahzar a los miembros
de las érdcncs rciigiosas ~.
Es que cada doctrina o parroquia, era una especie de feudo; campo
propicio 4e la voluntad omnimoda dcl cura, siempre aliado dcl co
rregidor y dcl encomendcro. De aqui que, en nucstros pueblos serra-
nos y costeflos, existan tantos mcstizos cuyas genealogias no pueden
ser esclareeidas; pues, gencralmentc las hijos o dcscendientcs de eclc—
siâsticos licvaban y licvan las apeilidos maternos. Si se quiere, este
mestizaje proveniente de los curas, ha sido permanente durante coda
la era repubhcana, hasta nuestros djas. Porque no vinieron ya espa
fioles de la Peninsula por habcrnos separado polîticamente dc Espafla,
Docu
5 En Anales de Fa I,;qnisiciôu de Li,,,a, pot RIcARDo PAuJA, puede verse de casos de
,acerdotes, espafloles y ,nestbos, juzgados pot conviv~r con indus.
 ~ ~ ~

EL MARCO DE LA HISTORIA 59
EL CHOLO Y EL ~taO
58

su euRo, continuaron siendo los ûnicos causantes dcl cholo y amesti

zadores dcl indio.
Guaman Poma, como nadie, refiere de la faena de las autoridades ÎI~s
civiles y eclesiâsticas. “Las dichas justicias y corregidores y padres de
las doctrinas y tenientes de las ciudades y villas y provincias de este
reino, con poco temor de Dios y de las justicias y de la ley dcl cristiano,
andan rondando y mirando las vergûenzas de las mujeres casadas, don
cellas. . las desvirgan y asiandan perdidas y se hacen putas y paren
muchos mesticillos y no multiplican los indios y halMndose aman
. .

cebadas b depositan a casa dcl padre a donde paren mestizos, y entre

clos son pan y agua y se defienden entre ellos
Tan notoria era esta vida discola de los clérigos, que no escapa
aun n los documentos oficiales dc la época. En su Rclaciô’z de Go
hierno cl Principe de Esquilache decia: “Uno de los da~os que mâs
justamente se puede temer en ci buen ejemplo y honcstidad. de los
Curas es que se sirvan dc Indias, y asl ordené que de aqul adelante ni
a ellos ni a los Corregidores solteros se les dé mita de mujeres”

III. Legalmente, la unién dcl espafiol con la india no sélo fué te

conocida, 5mo que se recomendé por la Corona. Y pasados los primeros
tiempos, la misma Iglesia proclamé esta unién, ya que cl indio no era
ni esclavo ni judio, y gozaba, aunque teéricamente, de los mismos
derechos politicos y civiles que los habitantes de Castilla, a cuya Co
rona habian sido asimiladas las Indias.
Cuando Pizarro y los suyos llegaron al Per& —40 afios dcl descu
brimiento de América—, tal politica matrimonial se hallaba sancio—
nada por numerosas cédulas y cuya doctrina fué incorporada, mâs tar
de, a la Rccopilacién de 1680 8 De aqul que, cl enlace con la india no
C Nuits crd”iea y banc gobieruo. 2. 504.
V Relui-16,t que et 2rinci~e de Esquitacbe hues al sciîor Marqués de Guadalcézar sobre ci
niado en q ne dejcz tas frroeh:cias tIc! Perd. “Coleccibn de las inenlorias o relaeiones de lus
virroyes, etc., cit. P. 240.
8 En una lnstrucciôn dc 29 dc ns,rzo dc 1502, expedida por loi Reyes Catôlicos, se les:
y au niamo procure que algunOs cristianos se casen con algunas mujeres indias, y las
nujeres eristianas con algunos indios”. Este tenor se ratifica por la Provisiôn de 19 de octu
bec dc i 514. “ . . . Don Fernando . . . doy licencia y facultad s cualtjuicr personas naturales
de estos dichos Reinos, para que libreenente se puedan casse con niujeres naturales de cas dicha
isla 5m caer ni incurrir por db en pena alguna”. M~s tarde Felipe II, por OEdula de 22 de
octobre de I 5CC: ° . . . y mandarnos que ninguna orden nuestra pueda impedir cl snatrimonio Un espaflol rapta, a viva (uerza, s uns india y apalea a sus padres gus salen en su
entre indics con espafioles o espa~olas Docu,nesilos inédilos dci archh’o Je Indécis. Citados defensa. (Nueva crônica y bitta gobierno,, pur Guaman Poma. P. 867.)
por cONSTANnno BAYuZ S. J. en Esjnsfla en Indécis.— J. M. Ors C~PoEQUf: InsliInciolIes so
ciales dc ta /sncérjea es]saffota en et periodo coio,,iai, IV. 2. 118. — Recojsiiacieiii de las lryes
sic (os Rsb,os le lis l,,Jias. Libr. VI. Tit. I. Ley 11 y pertinentes.
 6 /> 61

EL CHOLO Y EL PERÛ EL MARCO DE LA. HISTORIA 61

60
fué, en el Perù, un caso nuevo que realizaban los conquistadores. Aun
que, en verdad, los que en mayor nCimero liegaron a nupciarse con las
hijas de los caciques, verbigracia, fueron de la clase media: soldados o
peque5os funcionarios. Tales los casos que dejamos dicho y que suce
dieron en los lindes del Virreinato.
Estos matrimonios, en la ritual y formalidad legal, se efectuaron
conforme a las disposiciones de los Concilios Romanos y de Trento; y
su régimen se sujeté a ttLas Siete Partidas” y a la teNueva Recopila
cién”, ésta promulgada por Felipe II en 1567 y reformada en 1598.
Pero la mayoria de los espa6oles, casados o solteros, funcionarjos
o no, vivieron pûblicamente amancebados con las indias y mestizas,
procreando hijos a los que tuvieron como a legitimos y los criaron
en sus casas. Toledo, en 1572, escribia al respecto: tcPor otra parte
parece que estos son hijos de madres libres y de padres espafioles auto
res de la pacificacién de estos reinos, que por ningûn derecho divino
ni humano parece que no son incapaces de las honras, dignidades y
preheminencias que se deben a sus padres, pues ya que no scan hijos
legitimos aunque algunos si son a b menos la mayor parte dc ellos
naturales los cuales me dicen que conforme a leyes de estos vuestros
reinos gozan de las libertades y esenciones de sus padres como legiti
mos y que estos se crian de ordinario con sus padres cuya farnilia y
nombre siguen” °.
De esto resulté que fueran insuficientes cl poder de la Iglesia y dcl
Estado para impedir la vida dc escândalo que Ilevaban los espaûoles.
Porque tal procedimiento b habjan implantado los propios adelanta
des, gobernadores y jefes de expediciones, y prosiguiendo en toda la
época colonial.
Los primeros conquistadores dcl Persi, como ya vimos, en la libre
~ Caria dcl ilirrey don Francisco dc Tolea’o e S. M., sobre su viaje y visitas... Cusco, I’
de marzo 1572. Gobernantes dcl Perd. Cartas y Papetea. Siglo XVI. T. IV. P. 125. — Par
otra parte, en la sociedad colonial dc entonces, en la que figuraban los conquistadores, no fui
niai niirado un Isijo narurat o bastardo. Ni b prolsibié la ley. Pué tolerado y adnsitido, con,o
en la Peninsula. La historia de Espafia est& Ilena de casos de hijos ilegitisnos que ocuparon las
anis altas posiciones poliricas e intelectuales. Conrindose muchos entre los principes y grandes
de la Carre. Tal hecho fui tan generalizado en Europa que, a las siglos XIV y XV se Ilaniaron
aiglos de las bastardos. Pues, la cran pot su origen, las dinastias reinantes de Castilla, Portu
gal y Nipoles, Y en lot aflos en que naciera cl “ilegicirno” don Francisco Pizarro, conquis.
tador dcl Perû, isabia gobernado la monarquia Castellana et bastardo don Juan II de Alvaro.
par Vuera de ego, los Papas, previa gestién y abono, legirimaban a los hijos lsabidos fuera de ma—
rrimonio. Clenienre VII, al legitimar s lot hijos de Hernin correz, habla escriro: “La hermo.
Mérodo çénso un Doctrinero o Cura casaba a las ,ndsos, por et servscso de Osos - sur, de las virrudes lupin en los hijos la mancha dcl nacimienco, y con la limpieza de cos.
(Nuesa crrii,ica y lsnen •çobiers;o, por Guaman Poma. P. 573.) tunibres se barra la vergiienza dcl origen”. Bula de 16 de abril de 1529. Cita de ÀNOEL Ro—
5ENBL~T, en La jsoblacidn indigena dc /tinérica. Ps. 49-210.

EL CI-lOLO Y EL PERÛ
accién de su voluntad y de su sefiorlo, canvivieron con las indias sin
reparo alguno, Ilevândolas, incluse, en las campaûas militares. Pro—
creando mestizos hasta en las visperas de las batallas, coma un des
quite a sus sufrimientos, coma un adiôs a la carne y a la vida que
inmolaban por su honor, o par su conveniencia.
Cieza de Le6n, al describir dcl encuentro en Chupas entre Aima
gro e’ Mozo y Vaca de Castro, noticia de la que afirmamos. “E habla
en los Reales muchas sefiaras pallas, naturales dcl Cuzco, las cuales,
coma viesen cl dia final dc la guerra, siendo par los espa5aies muy
queridas, y ellas tenienda para con ellos cl mismo amor, dcleit4ndase
por andar en servicia de gente tan fueite, y de ser comblezas de las
mujeres legitimas que elles tenian en Espafla, barruntando la muerte
que par chas habla de venir, aullâban gimiendo al usa de su patria
descabelladas andaban de una parte a atra” Agrega: ~ todos las
~
inâs dc las suyas —las de Vaca— no entendian 5mo en rabar, y bus-
car caballas de las que andaban sueltas, y las indias, que es b que mâs
buscaban las saldadas en aquellas tiempas. Las alcaldes y alguaciles
.
también mastraban remisién; y las mujeres de las se5ores y las indias
hermasas cran Ilevadas en cadena para tenerlas par mancebas, y si
sus mandas quejândase las pedian las mataban, o les daban golpes con
palas 6 can las pamas dc las espadas” El prapia Cieza, refiriéndase
~
a la muerte de Blasco Nûfiez dc Vela, subraya: “No eche nadie la
culpa, na, de las casas que en cl Peri~ pasaran, â la venida dcl visarrey,
5mo a las grandes pecadas que cometian las gentes que en él estaban;
pues ya canoci algunas vecmnas que en sus mancebas tenian pasados
de quinee hijas; y muchas dejan â sus mujeres en Espa5a quince o
veinte afias y estân amancebados con una mndma, hacienda la compleza
de su natural mujer” 12
Escasa fué, repetimas —hasta 1565 en que se pramulgé en Lima
cl Concilia de Trenta—, la fucrza de la Iglesia para moralizar las cas
tumbres, ante la impetuasidad, la saberbia y cl apetita lûbrica de!
conquistador o calanizadar en plena crisis cspinitual. Par eso, en mu
chos casas, se limité chIa a hcgalizar cl cancubinata. Pero aun pasada
e1 sigle XVI y pese al Tribunal dc h Inquisicién, en tada la épaca virrei
nal, la religién catélica na puda marigerar las castumbres nacidas a
raiz de la canquista y que, coma la barragania, tamanda nueva ma
dalidad, se habla extendida entre las mestizos e mndias.
~ CulA or LroN, Prono Gui rois cii us ç lit Pi ru, Fa ~uurrra ils Chujsas T ii Capt
LXXVII P 271
~ CrLn, Libr cit Cspt LXXVIII P 282 T I, Cip IXXXVIT P 243.
i2 CiLzt la çuuua dc Quito r i Cip XIX P M
w ~ — ~V”
EL MARCO DE LA HISTORIA 63
(Acaso esta liceiciasa vida, en parte, fué pravocada par tas mis-
mas indias, las que acudian hasta a las tambas a negaciar con sus
cuerpas ~Y ya que, coma sucedia, no se castigaba a las indias aman
cebadas o prastituidas par los espa5oles, ni padian denunciar a las
que la usaban 5m tener pruebas fehacientes.)
Consistia la institucién de la barragania, segûn “Las Siete Parti—
das” 14 en que tarie hambre nable o caballera padia tamar una mujer
no vil ni menar de dace aflos “5m miedo de pena temporal”; pracrean
do can dIa y nambrando a sus hijas: “naturales”.
En Amériea, las canquistadares y sus descendientes revivieran esta
castumbre ya extinguida en Espafia en ci siglo XVI. Y tamaran par
barraganas o cancubinas a las abarigenes de sus encomiendas que, par
cl roi de la mita, acudian para prestar sus servicias damésticas; y las
tuvieron en nûmera que variaba segûn la halgura econômica y e1 grade
de rendimiento erético dci espafiol. Este maridajc, ciâsico en la Cola
nia, difundido en el Perû y principalmente en sus serranias, se exten
dié y arraigé entre las mestizas e mndias, las que prasiguen, hasta hoy,
en cl liamada siruinacuy: cancubinata prematnimanial; prueba reca—
nacida par las castumbres indigenas y no sancianada par nuestras
leyes positivas ~
i~ La Ordcnanzt Xi dc Taledo, reza “Que no se cansientan en las sambas indias dc mal
tiv,r — Item Parque algunas indias suelen tener en las tambos iodais de mal ejemplo, usanda
sus cuerpos con las caminantes y con ocras, sa calor que es part pagar isa tisa, y parque cita
causa mal ejempla Mando que de aqus ~delante cese tan mai usa “ Orde,,anzhs dcl Vsrre’y
Totedo. P. 371
14 Las siele parndas. Cuarca partida Tic XiV. Ley ii.
13 ~l sirvsuacuy o cancubinato pre—macrimanial, muy irraigada en las departamentos se—
rr,nas dci Peru, cansiste en que ci hambre casadera toms uns mujer, con cansencimienca de
sus padres y famaliares, y canvive con dIa algunas meses, a ailas Si en este lzeuijIa de prueba,
It mujer lia demastrada candicianes para cl trabajo ‘y pars ci hagar, cl hombre se casa con
dIa, y si na, la regresa s sus padrcs, juntamente con sus hijas. Ests mujcr no es mirada con
recclo alguna par la sociedad s la que pertenece, ni es baidon para un hombre, en ci casa
que la precendiera, su vida anteriar. Eisa unsôn ilegal es tenida por las mil informados cama
‘‘cascumbre e inscicucion tucclar india”. Pcra ci ssrs,nacuy, cama ya tenemos dicho en ci
sexto principal, es cascumbre nacida en 1a caiann, parque bijo cl regimen inca, niai pudo
existir par li escrieta vigilancia y ci cumplimienca de las Ieyes dcl Impersa, las que solamence
permician que un india tuviese uns sala mujer. Su misma etimalagia denuncia su origen
ealoniii; pues, ssruiuacuy es carrupciost quechua del vocabla cascellano servieso, que ha per
dido su ultima sflaba (cio), para agreg&rsele cl cérmina quechua nacuy, resultinda ssri’suacu~
En las dais de la conquises y ‘foi de I, Calonis, cama ys vsmos, en cl desenfrena dcl sc’so
y en ci relajamienco de las cascumbres, las cspa6oies canvivieron, niaritaimente, con lis indias
las que las cenian bajo ci pretexta dc que 1cs ayudaban t hactr cl pan Las indsa, qpc
coda la imitaban e imitan, siguieran con cita costumbre dci cancubinata pubisea adaptandala
s su temperamento y candicion sacial Y tan es colonial que, cl Vsrrey dan Garcia Hurtsdo
dc Mendazi, en 26 dc diesembre de I IPO, escribia il Rcy “ stem que en sus reparti—
rt’
sanie ‘J

£4 EL Cl-lOLO Y EL PERÛ
Y pese a la infinidad de reales cédulas, instrucciones, pragmâticas
y demis érdenes legales para combatir cl amancebamiento, desterrar
a los espafioles, mestizos y negros de los pueblos de indios, apresar a los
casados que hab jan dejado a sus mujeres y demâs, prosiguié en creci
miento cl mestizaje, particularmente e’ proveniente de las relaciones
iljcitas, b que creé una condicién de verdadero malestar social. Porque
las indias carentes de recursos econémicos, abandonaban a sus hijos
que resultaban de la unién sexual ocasional con los espafioles y mesti
zos. Estos v6stagos preocuparon a las autoridades virreinales, princi
palmente cuando se trataba de criaturas de sexo femenino. Por b que,
desdc 1 Y53, se fundaron las Casas de Recogimiento y, nils tarde, se
depositaron a los expésitos en Ios conventos, de cuyos claustros salian
ya legitimados 1~. Fucron tales mestizos los que sufrieron cl conflicto
de las dos sangres que portaban, y, al ser dejados a su propia suerte,
resultaban clementos nocivos a la sociedad, por cuya educacién se
clamaba ~
nsscsstos —los ciciquco— toman muchas inugeres lis cuiles tienen en au casa por mancebas
t nndo deIlss en presencia y consentisiistntO dc sus naugeres anse hecho castigos e~emplarcs
dents mansebis de loi caciques y de los demis indios y de muchos espaùoles que con la
Isbertad y sibidurs t de lis justicias bsuian en este pecado con nueva part ests tara porque
Ilegaba a tanto li hbtrtid en este csso case se tensa por licico Carta de tion Garcia
de Mendon t S M sobre mitersas dc gobserno temporal Loi Rei es 26 dc dscsembrc de 1590
Gobernantes dcl Ps.ru Cirtas y Iuipeles 51gb XVI T XII Primera parce P 114 — Joi L
VAI5AL5 ANuS I I h ra ho s’ira seçsin G,,usnase Ponz,r de Aj alu P 126 Li de-recho ,,,sl,ano y su
snfineue ii? s-n la t nia sot sa! fies-nana Capc VIII P 178
16 rn Lima se fundo uns Ciii de RecogsnuscistO para las mestizas desamparidas LI Mar
ques de Cailece crasssformu csca Casa, nomsnindola Ssn Juan de la Penstencia y le designo
rentas resles Toledo, en 1576, alc~i,ado que solo lnbsa en dIa cres nsescs.’as, dono cl local pari
funtlar li Unit erssdad de San Marcos Vesse “Relacsones Geograficas de indus” T I P. 2
17 Toledo cscrsbia dc estos mestsc,llos “En este resno lsay un linaje de gentc que Ilanian
niest,Ios lss;os de cspaiiolc.s y dc indios los cuales por la lsbercid de la tserra y con la mdi—
ssadion que se lia pega de las nids-es, isan silsdo de ruines coscumbres no tIejin en algo
dc ser nocados en esco loi nacsdos y criados en cita tics-ra, aunque sein por codas partes
Isijos de espi~oles Para rcinedssr esco ningussi coi-z nsejor se hi podsdo encender que es
enderezarlos bien desde li asile’, ocupsndolos en estudios y e;erdsdsos vsrcuoaos A este
fin lue ordcnado en ests cuudad se biciese case y renta, de que se lsucsesc un coleglo pars
crsar usiioS pobres y esssefrsrles en l,tinmdad” Cas-ta dcl Virrey Toledo -s S M. sobre su vas;e
Cusco, i~ de marIn, 1572 Goher,iasiirs de! Perd Carcas y Papeles Sigbo XVI T 1V
P 125 — £1 Padre Rnero, por su parte, decis “Ses-la ntayor m—,or remedso quc Vucscra
Jvlagestad mandase Isacer en loi pueblos prsncupales de estos reussos unas casas y se les diese
renta de unduos s acos, donde en uns puce se cruasen todos escos mestscillos, y en ocra las
naestsrus, y aIls se les enscilise la ley dc Dios y su temor y amor, y de aIl, salsesess s aprender
ilgunos ofucuos y isentarlos con imos u otris mh atentajidas dosas, conso b piduesen la cals
dad tic sus pidres, y las ,ssilis enseiidas s lebrar e lsslar, saluesen o pin canne o para
rnonyss s otrss partes conforme b que en estos reinos se hace” Citado por Rosaustro LnvstLsiR
en Don Triais sic o de Tokjo Snjsremo Organîzados ciel Perms Su t cdii su abri: T I Lsbr IV.
P 245
EL MARCO DE LA HISTORIA 65
*
IV. Pero cuando en su relacién carnal con cl patrd;z, cl hacen
dado u otro mestizo de rango, la chola procrea, dia jamâs abandona
a sus hijos. Con clos constituye su hogar, al margen dcl formulismo
legal y del prejuicio religioso o moral de la sociedad colonial. Porque,
generalmente, la chola no se casé; fué concubina y partidaria dci amor
libre. Es que, si es de la masa popular, elia no tiene, al igual que la
india, e1 concepto dcl amor virginal. Se entrega al var6n por amor,
por la libre expresién de su sentimiento y de su çvoluntad. En tanto
que la india y la espafiola b hacen por la conveniencia social o eco
nômica.
En el hogar la chola ejercié, directa o indirectamente, una especie
de matriarcado. Diferente a la mujer espafiola que es la figura deco
rativa, la flor de los salones coloniales, o cl ama de la linajuda familia
en que impera la dura voluntad dcl esposo y sefior; o la sndia que es
la sumisa servidora dcl marido, en la condicién de una menor de cdad;
la chola es la jefe de la casa, cuya responsabilidad moral y econômica
asume. Ella no sôlo sostiene y educa a los hijos, sino que se desenvuel
ve en todos los negocios de la aldea, o de la ciudad y en la pequc5a
industria. (En tanto cl marido apenas acude al lecho para ci placer
dcl sexo, o se entretiene en f~ciles menesteres.)
Mujer de energia y de masculina voluntad, yendo contra los pre
juicios, es la revolucionaria social de su medio y de su tiempo.
De aqul que, en los hogares mestizos, tanto en los aflos coloniales
como en los dias de la Repi~blica, débese a la madre cl piancipal pape1
en la formaciôn espiritual, en la modelacién dcl carâcter y dcl h~bito
al trabajo de bos hijos, para los que lucha, fervorosamente. Y en su
afimn de superacién, nunca colmada, los empuja a éstos por cl camino
dcl triunfo. Madre, ama, administradora, maestra y se6ora, la chola
con su sacrificio, con su esfuerzo y tesén, sigue forjando, hoy mis—
mo, cl hogar de la clase media en todo cl territorio nacional. Es que,
la chola representa cl caso de todo un proceso social en nuestra vida
histérica, cuyo pape1 no ha terminado en estos dias.
Pero aûn mâs, su accién no se limité al de los menesteres domésti
cos o dcl negocio. Cuando la llama de la revolucién alumbré a los
cruzados de la libertad, como expresa Gustavo Adolfo Otero; cuando
los hombres abonaban cl tributo de su sangre para romper cl yugo de
Espafia; la chola contagiada de la emocién colectiva, ya como simple
 ~. ~. ~,
66 EL GHOLO Y n PERÛ
auxiliar o coma protagonista, fué la que aportô a la causa libertaria
su mMtiple e importante concurso 18
* ~i’
V. Ya hemos expresado en el capitula anterior, que la condiciôn
social y legal dcl cholo pasô, en la Colonia, par dosixnomentos hist6-
ricos: primero se le asimilô, y después se le discriminâ politica—socjal_
mente. Esta discriminacj6n se operé a raiz de su incesante crecirniento
y en tanto se fué dando ntis importancja a la “pureza de la sangre”
o color “blanco de la piel”. Pureza quqa sirviô para establecer una je
rarqula, una aristocracia étnica, instaurândose cl régimen legal de las
castas, en cuya tabla cl indohispano fué clasificado como grupo de
tercera categoria, valga el,término.
Expongamos en via jde ilustracién y aunque brevemente, c6mo
surgié y en qué consistia este régimen de castas o grupos étnicos
sociales; subrayando, claro est&4, cl marco en que se puso a nuestro
mestizo.
Coma acabamos de ver, desde las primeras dias de la conquista
espaiïola,blancos, indios y negros se mezclaron sexualmente dando on
gen a las mestizos: cholos (espaûol-indio), mulatos (espa5ol-negro),
y zambos (negro con indio) Estos tipos ûltimos que aparecen ya ci
*
tados en las Memorias de las Virneyes dcl siglo XVI, se unieron a su vez,
a la largo de las a~os, con blancos, indios y negros o entre si, resultan
do una variada serie indefinida de tipos étnicos que, en cl Perû, dcsde
cl siglo XVII, se nominaban: mulato, toma a bianco, tercerôn, cuarte—
rôti, quinterôn, espafiol, zambo, zainbohigo, tente en cl aire, toma a
es~a flot, inestizo reai, -in estizo com.iin, cholo, salta atrds, chino, rechino
o criollo, tonic, ci initia, no te entienclo, etc. ~
18 En este libro, s’ Parte. Capt. II.
~0 BI coronel GRucoaxo DE CANGA5, asator dcl inddito Comiien I/o bistôrico, geogrdf1cc,
genealôgico y ftoii/ico dcl reino ciel Perd, escrito entre 1762 a 1766, ô, la siguiente Tabla ‘le
Castes, “De las claies de generaciones de Lima. 1’ cl~~ De espa~ol y negra resuita mu
lato. De espaaol y mulata, testerôn o cercerôn. De tercerân y espa~ola, cuarterân. De espa~o1
y cuarterôn, quinterôn. De espa~ol y quinterona, requinterôn. De espaûola y requinterona,
blanco o espa~oi comûn. De negro y mulata, zambo. De zambo y mulata, zambohigo. — 2’
Claie: de zambohigo y mulata, tente en cl aire. De tente en cl aire y mulara, toma s espaflol.
De espa~ol e india, mestizo real. De niestizo reai e india, elsolo. ~—. 3’ Clase, De cholo e
india, mestizo comi~n. De mestizo comûn e mdi,, salta atr&s. De negro e mdi,, china, De china
e india, mechino. — 49 dace: De rechino y china, criollo. De eriollo y recisina, toma a
india”. “Revista Histôrica”. T. XIV. Entrg. III. 2. 331. — Extractemos de un ensayo de
don FIse’ÔLITo Ueq*aqsj~, Inf/nc,zcic, dcl cErna, (Observaciones sobre et clima de Lima), escrito
fines dci sigla XVIII, una relaeiôn de la mezcla de razas de honsbres que habitaban Lima.
~5~\ ~q~r”4~ 9 ~
EL MARCO DE LA HISTORIA 67
Segi~n la tabla oficial, las castas en cl Perû, cran: I clase: blanco o es
paiiol 20; ~ las indios ~; III, las mestizos; IV, las negros 22; y, las
reT4j,J4 De las diferentes castas que habitan en Lima, su origen, eotor y propiodades. Bi
color blanco es cl primitivo dcl hombre. Su Caltima degeneraciôn es et negro. N’ 1. Enlaces.
Hijos. Color. Mezcia. — Europeo-europea: criollo, hianco. (Rctrato de sua padres, corazén
mis suave, aima mis pronta, y penetrante; pero menos Luette en ci pensar ‘y obrar.) Criollo
crialia: eriollo, blanco. (Retrato de sus abuelos, si han sida andatuces. Si dcl norte de Espa~a
pierde ci rajo de las mejilias, cl bianco se quiebra, y permanece aai en las generacionea ai—
guientes. Suefe retroccdee en cHas sacando el peI~ rojo, y ojoa azules dci tronco de su familia.
Propiedades, las dcl espaûol criolio.) Bianco-india: anestiza, bianco. (Meatizo. Habita por b
regular a las faidas de la sierra. Constituciôn herc6lea, espiritu y dispasicianes exteriores coma
las de los galiegas, y ocras puebios montafleses dc Espaôa. Su coior un bianco que tira algo
a amariillo, muchas veces blanco enteramente, sacando las hijos ios ojos saules, y demis
rasgos de sus padres europeos.) Blanco-mestiza: criailo, bianco. Blanco-negra: mulata, 36 ne
gro, 36 blanco. (Pierde la robustez de sus padres. Su aima adelanta infinita sobre la de tos
negros. Imaginacién acalorada, lengua voluble, amar ai lucimiento. Hans progresas en la
ebacuencia y poesia si la educacién auxiliara al genio. Este ente media entre bianco y negno
iegicima atrae con mucha fuerza la atencién de un fiiésofo. La naruraieza se lia campiacida
en que s. veces en ci mulato entren por iguales partes ci coior blanco y et negro . . .) Bianco.
muiata: cuarterôn, ¼ negro, % blanco. (Cuarterôn y quinterén adeiantan en ci color ai
muiato, pero pierden de su fuego). Bianco-cuarterona: quinter.6n, ¼ negro, ¼ blanca. Blanco
quinterona: bianca. Negro-india: Chino. — Tabla N’ 2. Salca.atrés o degeneraciones dci coior
primitivo. Negro-negra: negro. (Et negro criolto en disposiciones de cuerpo y aima, y tambidn
en vicias aventaja a sus padres nacidos en Àfrica. Las saita-atris, ni tienen la robustez afri—
cana, ni et taiento espa~oi, ni la imaginacién mndiana; psro heredan las mains inciinaciones
de sus padres.) Negro-mulata: zambo, 3j negro, ¼ bianco. Negro-zamba: zambo priera,
¼ negro, ¼ blanco. Negra-zamba priera: negro, 15/~ negro, 1/10 blanco. Negro-china:
samba. — Observaciones sobre ci cli,,,,, de I,i,,,a y sic infinencia en (os sert: orga’aizados en
esjsecial ri hornbre. P. 60-61.
20 Ei blanco o espa5oi ocupaba la primera posiei6n poiitica, econômica ‘y social. En e1
siglo XVI, en las ciudades y villas, se les distinguia entre: conquistadores, fundadores y po
biadores; desde fines de aquel siglo, en: encomencieros y vecinos; y, mis tarde, en: espafloles
europeos y espaioles americanos o criolios, es decir, isijoa de espa~ioies nacidos en ci Perù.
Las que cran calificados como biancos, debian tener soiar o casa propia, servir en las milicias
o ser miembro de! gobierno centrai o de un cabildo. Empero, para obtener las nuis altos
cargos politicos, eciesiisticos o tituios de ensefianza o de nobleza, les cm menester otros
requisitos, coma: poscer renta, tener industria o comercio saneados, ses de aboiengo o lsaber
obtenido “limpieza” de coscumbres o pureza de sangre, etc. Solamente las blancns podian
ilustrarse, usar armas y cabailo, ostentar lujo en et vestir y vivir, viajar un restniccioncs, dis-
paner de iglesias o parroquias y cementerios propios, estindoles prohibido reaiizar trabajos u
ocupaciones de campa o serviles, abonar tributo personal y demis. La legislaciôn daba las
mismos dercehos a las blancas, en general. Pero, desde ci sigio XVII, se esrableciô, de lseciso,
la distincién entre espaûoles europeos y espa~oies americanos o criollos. Las primeros cran las
oriundos de la Peninsula que Jsabian pasado a las Indias con cargos burocriticos: funciona—
rias poiiticos, jefes dcl qércita o de la Igiesia, o partando cédulas para rehabilirarae de sus
gastadas fortunas. Las segundos cran descendienres de loi canquistadores convertidos en ricos
encomenderos, grandes propictarios, mineras, comercianres e ilustrados doctares. (Estos crin
lb, dcsde cl siglo XVII, igualaron en paderio y riqueza a la aristacracia espaiola; pues, nsuchos
se entroncaron con las mis vicjas casas en decadencia en Espaùa, obreniendo tirulos de Casrilla
y privilegios propias de su ranga.) Las espaftolcs europeos, que mostmaban desdén par todo
la arnericano y su tendencia de abarcar todos las mis altos cargos de la administracién cola-
 t~wIgwPsnsEyEsq1swwpw— s s ‘554
EL CHOLO Y EL PERO
£8
niai cii iL eclesi iscica, nilicar aunquc de oscuro orsgen y ninguns iluscracion, cran prefe—
ridos pur la Corona Ln tanto que los criollos oscentaban cl ‘orgullo de la tierra” y su
asubicion dc coinpartit tales cargos, b que origino una permanente rivalidad entre ambos
grupos I I resentimiento de 5cr poscergados, buo quo lus crsollos, muclios con teculos nobi—
Isarios, abra.’asen la causa de la lsbercad, produciendose la revoluceon de la Independencia;
Isecho l,ssce,rico que fut en beneficio, eau exclusevo, dcl blanco y sus descendsentes, ya que
sIlos consaron cl qobierno, li bancs, la diploinacia, etc Pero si bien Ilamarse espaiiol o cl
color de la pic1 decid i-a k posicson social, las prerrogativas dcl blanco cran relatsvas Pues
~I concepto 01151150 de bknco no implsco absoluci pureza de sangre, menos se cerro, en forma
infranqus.abls, cl ingreso al grupo u obcencion de cacegoria social Ya que, en la practica, se
Ilegaba a ser blanco pot cl crut-e de castas dcl naesciao con espa~ola ers castizo, y de este
con espa~oIa resultaba espa~ol o hlanco, o por la limpie,a de sangre que consistia en abono
de derechos s la Corona, la que b liberabi dii color y le extendsa un “carnet” de blanco,
buego de seguirse un e’tpedis.ntsllo ;udicsal Regs-in para los blancos las le) es espa~olas —La
Nues a y la Nos min-s Resopilacion—, las indu sdas, en sus respectss os ts tubs, e s la lterof’slss
son de las le) es de los Regs, os le las Induis, y di versas orden in z as y pragm i t scas, etc
21 rI indio, en principio juridico, en sassllo libre de la Corona espasiola Pero contra—
dscsorsamentt a esta declaracissn oficsal, est iba aujeto a leyes especiales que rescringian su
Iibtrtad y linsicabin sus dereclios h unianos, Iormando un grupo aparte Y, tanabiun, coma
en cl caso de los espasioles o blancos, en la practica se escablecieron cacegorsas dentro de elbos,
cesstiendo dcsde los yansse oasis, naisornss o eorjsas (especse de sien os adscrstos a la tiers-a)
lus cributarsus (indius llanos) y caciques, que disfrutaban de csertss prerrogatsa ss y de
bieiststar economito Conforme a diclsis normas especsales, que se hallan resumidas en la Recu—
plwion ds lis I C) Ci de Indus y ocras, loi indios debs ais abon-ar tribuco personal (en cl
Perû, sagun las regsones y su productsvsdad, sbonsban de 3 s pesos anuales), de cuya
nblsg-acson tub podian ser nones-ados pur peste, sncendso u otra calainsdad, escaban obligados
j as’ ir en asis rejuctiones, pueblos o comunsdades, gobernados pur sus propias autorsdades
que constitu san et Cal~ildo de Indios. conservando sus costumbres, sdsoma y poseswn de sus
cserras situ1 adas, tu) O trabajo debian realizarlo conforme il ssscesna ancestral, deb ian con—
currsr a le mita —trabajo mmcm, de plan y obra1es— pot turno, desde los 18 a las 50
silos, escaban prolssbsdos de comprsr y lle’ar armas, and-ir s caballo, usas- traje espasiol Regia
un coclil,o especsal p-ira sus pleitos y juidmos, loi que debsan ses- sumarius y gr-ituitos, aseso—
s-ados, en segunda instances, pot los defensos-es de nacurales, no tenia cl Santo Oficmo de la
lnqussscsun jssrssdiccsun sobre ellos, viendo sus delitos de herej sa loi obispos y e’ctirpadores
de islolats sas 1 en min facultad para sluscrarse concurrsendo j lis escuelas, cois cuya fsnalsdad
se abrmcmosi varias dcsde sI propso sij,lu XVI, debsendo, fsnalnaence, abonarsele su crabajo en
dsncro y personabnasnte, etc Loi caciques estaban exonerados dcl trmbuto Podian educarsc,
us-u- caballo y ostentar cl ra,sgo de caballeros, Ilamandose don y demis Llegando muchos de
sIlos, conao Isenaus vssto, a emparencar con np-ssiules de h snedia y baja burocracia espaaola
de los corrcgsmsemscos Pues aunque las reales cedulas mandaban que los caciques debian ses
“sndsos de pura sassgme”, nauchos fueron mestszos o descendsentes de espasioles Emrcmo, todo
b que massd-aron lis cmtadas le> es de sndsas, prudentes y sabsas, conao jaumanas, jamas se
cunsplssross ~n su plsnstud pot la bus-la que de ellas jsscseron loi gobernadures, corre5sdores,
s ssscasbores y denaas -aucorsdades encargadas dc ejecucarlas, y de aqus que, la masa sndsa
estuvsen sometida s lsumsllance conao inlsumana esclavstud Declarada l-a Independencsa, San
Marcsn l’or Decretos de 27 y 28 dc agosco de 1821, abolso cl trsbucu y los servscsos personales
O poisg 5)55, csscomsendas, assacona~gos y ocras servsdumbs-es Pero estas declaracsosaes fueron
cessrscas, -s que perssscseron, en unas zonas dcl terrstorso mas que en otras, tales trabajos
cscl as sstas, como perssstesa hasts boy. (Re’e ojsslacton cir Lsbr IV Tsr I s XIX Legzalacsôn
)
(sssl:assa As Jnslil,ransi, pot Joss VAISAssANos
22 lus negros Ilegaron con cl conquistador, desde loi prsmeros daas de la Conqussca y,
dessle encunces, no cesu su sngreso anual e sncesantemnente Los negros crin lsbres y esclas os
EL MAl~CO DE LA HIStOKIS / “‘5~’~ “5‘5W’’5 4~5
mulatos 23; VI, las zambos ~ y otras mezelas 25, Dentro de esa tabla
cabian las subtipos que mencionamos mis arriba y las que, en pirimide.
ascendian z la espafîol o hianco 26,
Las esclavos podian obtener su hsbercad abonando su release o auna de dsnero, o por mereed
de sus anaos. Se les adqusria en las ferias de “piezas de ebano”, la prancepal en cl Peru era la
de Lsma, por cantsdad de pesos que vsrsaba en relseson al sexo, edad, sabud y demh, des—
de los 300 a 600, nombr~ndo5e negreros s los comerceantes que loi traian dcl Âfrsca, ya por
la via de Panama o e1 Cabo de Homos. La raza negra se devidea en- negresians y bancs).
En cl ssgbo )CVTI las cascas de africanos, en e! l’ers), se reduesan a dset ts-rr,enol’aS, suciLiné~,
s,,ansl;iigs’S, ca,,sbce,sdsls, carabalses, cangan, s-halas, bmssacb,rirr, congos. ,n:sa;igas, nombres que
se dersvaban dcl pais natsvo o de los prsmeros lugares de desesubarco Tanabeen se llamsban
bos-ales a los recien Ilegados, y negros crsolbos a lus nscsdoi en este tcrrstorio. Lus negros, ya
fueran esclavos o libres, escaban aujetos a leyes rigsdas y crueles Se les marcaba con fuego
en la frente o en las espaldas (practica suprenaida poe la Real Orden dc 4 de novsembre de
1714); se les imponsa el azote, la castracson, la mutelacson y la assuerte por las faltas o
delstos que cometsan, s jusclo dcl amo. Conforme s las Ordenanzas, nsngun negro, libre o
esebavo, pocha Ilevar armas, bajo pena de castranaiento, sndar de noche, ni por las csudades,
villas y pueblos, convivsr con sndsas o servsrse de ellas; no podsan vescsrse ssno de ténsca,
y sus mujeres estaban prolsibsdss dc usar sedas, msncos, perlas u ocros adornos, les escaba
vedado cl sngreso a los estabbecsmsencos de anscruccsàn e anstrusrse, euando fallecian no podssn
enterras-5e en cajas funerarsas y solo en lugares designados para elbos, no podean utsls,ar para
cl culto cacobsco 5mo l-a parroe!uia descinada a su clase, y en las csudades y villas, cuando
no estaban al lado de sus amos, debean vevsr en barrsos o galpones especiales, y no podian
juncarse negros de haciendas dsferentes, aun para la diversion Tanabmen, conforme a las
Ordenanzai y leyes, loi amos debian snstruir s sus esclavos en la relsgsun catolsca, alsmen
t-arlos y vestsrlos adecuadamcnte, darles descanso lus dsas de fiesta o guarda, trabajo en
relacson s su edsd y se’so, dejarlos de libre eleccson para cl macrssnonsO, debsendo cl anao
comprar a la mujer, o e1 duesio de la mujes- al marsdo, reglamentar sus dma erssones, prohs
bsendoles las obscenas o contra cl espirscu ersstsaoO, Ilevar un padron de elbos, con nacsmsentos
y defuncionem Et amo era cl duefso y scior dcl esclavo, a euya condscson ec000naica y mando
se sometsa Éscos, en las csudades, generalmente, bos ocupaban a servmcso domestsco, o lot
slquslaban, percsbsendo un monco pot db, o los dcdscaban al cultsao de la tserra, al trabajo
de las musas, partscularmente en loi fundos de la cossa o quebradai de la sierra, s bos que
estaban sdscrscOi cumo cosas muebles Los libres tensan ofscsos mec~nsco5 o serviles, en las
ciudades, como zapateros. sastres, etc , formando los gremmos. La esclavstud ers Iseredstaris
£1 bern de uns. mujes- esclava nacia esclsvo y pcrtenecsa al dueflo de la madre, sunquc cl
padre fuese libre, de uni mujes- libre era libre, -aunque de padre escbavo En generil su tra
to varso segûn loi passes, l-as regmones y las costumbres de bos pueblos, y la mesma legmsla
cion legsl al respecto se modifico en la pmactsea Pues, pese a que estaba prolsibsdo al negro
Ilevar armas ni formar en la mabscma, se constetuyeron batalbones de pardos o mors-nos libres,
con ofscsalsdad blancs Y respecto n su trato, en cl Pets) foc cl mis benmgno Sobre todo en
Lima y csudades dcl bitos-al marstsmo, en las que las fanselsas espafiolas mmsnaban a loi negros
y los socorrian, basta que Ilegaron a tener granjerias propsas florecientes, y soportaron, en
muchos casos, que “imstaran s sus amos en cl lengusje, la ostent-acson y lus placeres” O lot
conimntserOn en sus vscsos —robo, verbsgracia al extrenao que Ibegaron -a ses- salceadores,
empesiandose en sustraerloi de loi brazos dc la juscscsa, gsstando soda au snfluenesa social
23 Loi mulacos resultaban de la mercIs dcl cspafiol con la nebri La istuacson jus-idica
de lus mulstoi ers sdentsca s la de bos negros, aunque socsalstente se les trataba m4s favorable
mente (Como bu negs-os no podian iogresar a los centrus de enseûanza, ni mnstruirse, etc
Conforme a la ley, bus hijos de espasioles en negras cran eaclavos, pero euando se les vendu
y tos padres qucrsan bsbemtarbos cran ps-eferidos a otros conspradorei Loi naulatos, en las
 t BLMAKCÔ1YE L&flISTOM&
ciudades, constitulan gremios de arcesanos: curanderos, cuyn profesi~n acaparaban; zapateros,
sastres, barberos, carpinteros, comerciantes; otros aunque los nsenos, merecieron la conaide—
raciôn de la socicdad y se distinguieron en las letras, ocupando posiciones ventajosas en la
politica y en la cconomia; y a que procedian de padres nobles y ricos o esrabasi emparentados
las inejores familias coloniales, como en Lima, México, 1~uenos Aires, Caracas. A fines dcl
siglo xviii, los perdus —nombre con cl que se designaba a roda gente descendienre de ne—
gros— forsuaron en la milicia, bajo 6rdenes de oficialidad blanca. Algunos mulatos, pur su
talenro o dinero, obtuvieron cl “color blanco” o consiguicron la “dispensa de sangre’’ por
gracia real. Pero, pese a rodo db, la nobleza blanca se opuso a admitirbos en matrimonio,
vituperando su origen bastardo, a su sangre africana. (Entre lus mularoa que sobresalieron
en la Colonia est&n Fray Mania dc Porres, dominico, beatificado pur Bula de 8 dc agosto
de 1837; cl Ur. José Manuel DAvabos y cl famoso Protomédico José Manuel Valdés. Bajo la
Kepûblica, cl acuarelista Pancho Fierro (1803-1879); et gran escritor don Ricardo Palma,
cuyo padrc don Pedro Manuel Palma era natural de Cajabamba (Cajamarca), cl cucntista
Enrique Lôpez Albujar, y otros m&s). (Recopilaeiôn. Libr. VII. Tit. V.)
24 Lus zambos cran los que provenian de la uniôn dcl negro con la india, o viceversa.
La ic>’ proclamaha su condiciôn y dcbcres al igual que lot negros. No podian Ilevar armas,
vestirse s la espa~ola, instruirac, vivir 5m amo conocido, etc. Conforme a las Ordcnanzas,
bos l,ijos de esclas’a e indio cran esclavos, lus de negro con mndia debia tributar como bos indios.
Socialmenre cra tenida cornu la cana ms4s vil y dcapreciable “por sus perversas costumbres”,
cornu dicen los cronisras Y e1 “more de zambo implicalaa una dcscalificacién social”. Como
ya tenemos dicho, dcsde comicnzos dc la Conquista la Corona espaflola traré de impedir la
unién, licita o ilicira, dc negros con indias o al rcvés, y cualquier otro trato. Empero, cornu
también vimos mls adelanre, pose a toda prohibiciôn los negros se encastaron con las indias,
particularmente en los valles célidos serranos. Rccopilaciôn. Libr. VII, Tir. V, Ley II. Libr.
Vi, Tit, V., Ley III.
25 Fuera dc loa grupos que acabarnos de resc~ar, de la mexcla de éstos exiatia una strie
de subtipos, cuyos nombres hemos dado. Pero, en la Colonia, a las merdas se nominaba gené—
ricansentc con la palabra “mixtos”. (Sobre cl rema, entre tantos autores, véase ci notable
libro de ÂNons RosstxsntAr: La pob!aciôn indigeste y cl ,ues/inajc en América.)
20 La esclavitud fui alaolida por cl Gcneral San Marrin, por Decretos de 12 de agosto
y 24 de novienibre de 1821. Por cl prisncro de ellos, se declaraba que “todos los bijos de
esclavos que Isayan nacido, y siacieren en t:rritorio dcl Perû, dosdc cl 28 dc Julio, en que se
declaré au Independencis, serin libres y gozarin dc lot mismos derochos que cl resto dc los
ciudadanos peruanos”. l’or cl segundo encomcndé n bos antiguos amos cl tutelaje de éstos,
basta los 24 aûos en lus hombres y 20 en las mujeres; obligindoles a ensc6ar a leor y cscribir
y una industria a carnbio de los servicios que les prestaban los libertos. Ordenose tanabién
que todo csclavo que dcl exrrancro ingresase ai Perô, sens libre, asi como los nacionales que
sirviesesi a la Pacria por 3 aiios o se distinguieran por servicios prestados n la causa liber—
rania. Los Congresos dc 1823 y 1828, ratificaron los decretos dc San Martin. BI Congreso
dc Fluancayo —1839— dccrctô que e1 patronato de los amos sobre bos libertos, Ilegaba a bos
50 aflos. BI Gcneral don Ramén Castilla, como jefc rebcldc al gobierno de Echenique, aboliô
la esclavirud dc los negros ssacidos antcs dcl 28 de julio de 1821, por Decreto de 3 de no—
viembrc de 1854, dictado ess l-iuancayo; ratificado después pur cl Congrcso Nacional, cuando
tniunfante Castilla en la batalla de Las Palmas fucra elegido Presidcntc dcl Perù. Conforme
s diclsa ley, abonô cl Estado a todos lus propietarios cl prccio de sus esclavos; Ilarnindose a rai
operaciôn inanumisiôn; votando cl Estado 7 millones y medio de pesos, siendo cl nilmero
de manusnisos de 25.500, operacisin que ssibo terminé bajo cl gobierno de flaIra. (Segén bos
censos de diclsos asios, czstian en e1 Pcré 41.200 csclavos; de ellos 30.000 dodicados a la
agnicultura) - La presentacién dc falsos documcntos —como partidas de faliccidos— trajo cl
cobro de 9.000 supuestos vivos. (Rccofrilacién, cit. Libr. VII. Tic. V.) Colecciân de leyes,
dccrclos y ôrdcnes, pur M. 5. on Qunroz, T. I, Lcyes 23, 129. Es. 16, 84.
~ ~ rr>~ ‘~z
Como cl volumen de estos cruces aumentaba dia a dIa y era con
veniente a la politica de la Corona sostener y proclamar la primacia
del blanco, instaur6 cl régiinen de las castas dentro de la sociedad co
lonial5 dictando leyes al respecto.
Conforme a la legislacién, que asignaba a las personas derechos y
deberes segûn su composiciôn étnica, distintas cran las posibilidades
para cl acceso a los cargos pûblicos, cl servicio dcl ejército, cl sacerdocio
y e1 ingreso a los centros de ensefianza, etc. También, scgi~in su cale-
goda racial, debian realizar cierta calidad de labores o trabajos; les
estaba prohibido vivir enjciudades, villas o pueblos; no podian ostentar
lujo, debiendo vestirse de manera diferente; no les era permitido ma
trirnoniarse con individuos de otras castas; les regia un procedimiento
y justicia~especial; debian concurrir para cl culto a iglesias o parro
quias que les estaban designadas; y basta distintos cran los cementerios
o lugares en que debian sepultarse.
De estas castas o grupos, la blanca era la de mâs alta jerarquia
Tenta todos los derechos y gozaba de privilegios politicos, econômicos
y sociales; siendo dia, particularmente en sus miembros m~s humildes,
la orguliosa y celosa guardiana dcl “color de la piel” 27
Los mestizos indo-hispanos, como hemos dicho, en los dias de la
conquista tenian todos los derechos de los biancos, y emparentaron
con la nobleza espa5ola adquiriendo hasta titulos nobiliarios. En todo
cl siglo XVI estuvieron en la mâs alta sociedad americana, a la que per
tenecian sus padres y de cuyos halagos gozaban, segûn su riqueza,
poder politico e ilustracie5n. Fueron jefes de expediciones, fundadores
de ciudades y villasa encomenderos, sacerdotes y doctores. Pero a fines
de dicho siglo por temores politicos, dadas sus sobresalientes dotes y su
“orgullo te1s~rico” —pues se decian hijos de conquistadores y de ma
dres naturales y duefias de la tierra—; se restringieron sus disfrutes y,
finalmente, se les clasificô como casta inferior al resultar un ni~cleo
mayoritario de la poblaciôn, dictândose leyes que normaban su vida y
actos. Ello sucediôa como hemos visto mâs adelante, al consolidarse la
Colonia a base de espafioles peninsulares que constituyeron la alta clase
social- Y se les prohibiô ser militares, encomenderos, protectores de
27 Es comén boy, en cl Peré, sobre codo en sus serranias, la prefercncsa n las gentes
biancas, tin dsscnmsnaccon de su origcn, sicuacién econémaca o cultura Basta tende ci cutis
blanco y ser forastero, para sec considerado de la mis aira soc,edad Es tambsén frecuente
oir frascs o ds&logos cornu éste’ “qué se dccc Ud.? ~No vi que aoy blanco ?““ Puede ser
Miniscro, Pres,dente o Dma; pero no es blanco”. Humsldcs gentes dc las ciudades cifran su
orgubbo en tener sangre blanca y estimais su val,, a cualquiera otras, mescizias o de cobor,
pcsc a que éstas ocupan una posesson social debido a su economia o cuitura.

72 n cl-lOLO y Et. PEItÛ
indios, escribanos, notarios, recibir ôrdenes sagradas, salvo previa ave
riguacién de costumbres; que portasen armas, siempre que tuvieran
heredad, y previa licencia ~
Se les postergé coma método politico. Pué e1 miedo, cl temor que
inspiraba su nûmero cada vez m~s creciente, sus condiciones de energia
e inteligencia; y, sobre todo, su innata rebeldia. As! se ‘explica que
sufnera verdaderas etapas cl trato que les diô la Corona espafiola.
Pero estas prohibiciones de orden politico-social fueron burladas.
Pues, si al cholo se le postergaba por no tener la sangre blanca, y como
esta pureza se alcanzaba por la °‘limpieza de sangre” y previo abono de
derechos al gobierno, aigunos cholos adinerados adquirieron su “carnet”
de blancos; as! como también llegaron a legitimar a sus hijos habidos
fuera de matrimonio, valiéndose de las autoridades que tenian facultad
de hacerlo, pagando a la Caja Real. Estos pocos liegaron a ocupar cargos
pùblicos y consiguieron dignidades especialmente los descendientes de
los caciques. En tanto, que a la masa se la mirô,como clase baja y des
preciable, basada en cl prejuicio de la inferioridad de la mezcia, idea
csgrimida ya en ilos propios dias de la Conquista por cl Padre Acosta
y otros, y que cobré carta cientifica y valedera en la mentaiidad dcl
hombre cspai%ol colonial. Fueron esos cholos postergados por su fa
lencia econômica, los que se convirtieron en sencillos artesanos, se
dedicaron a la pequefia agricuitura o al comercio, hicieron de capata
ces en las minas y obrajes, y basta liegaron a ser yanaconas o siervos
adscritos a las tierras de las haciendas, o se mezclaron con las indias,
que las asimilaron a sus comunidades, como trataremos m~s adeiante.
Recalcamos, que las restricciones, al parecer de sôlo canicter legai,
fueron de orden social, politico y econômico. Por eso pesaban mils
sobre la masa, sobre cl pueblo. Parque ya tenemos diclio, habia mes
tizos adinerados y en todos los pianos de la sociedad, aunque siempre
en limitado nùmero. Por «sa, desde cl siglo XVI, puede hablarse ya dcl
cholo no como una casta, 5mo coma una ciase social equiparada a las
explotados, tan iguai a los indios; aunque aigunas individualidades con
conciencia de su vahmento y de su sangre y tradici6n. Por db mismo
2~ CARCILASO, cl cclebre escritor cusqucijo, nos hace saber que, en cl grupo de loi
mestiios, existnn diversas gradiciones ‘‘A las hijos de espaùol ‘y mestiz,, o dq mcsc,zo y
ospanola, ilamin cuatralbos, por decsr que tienen cuarta parte dc and,o y troc de espaflol
A ios hijos de niestizo e inclia o de indio y ,nestin Il-iman tresaibos, par decir que tienen troc
partes de ,ndio y uni de cspa5ol Todas ostos nombres, y otros que por excusar lsastio dejamos
de decir, se hi anventido en mi t’erra p-ira nombrar las generaciones que han habido despuci
que loi espa~oles fueron a dia, y podemos decir que dia, loi lievaron con hi demis cosas
que no habia antes .‘‘ Los Come,,Iar,tss Reakr le las ‘unis Segundi parte Libr IX Capt
XXXI P 279
575 -~ “7 7
EL MARCO DL LA HISToRIA 73
m&s temido par las espafioles en la sorda, obscura y secreta lucha de
razas que alimentaban aquellos ya a fines dcl siglo XVIII y acentuada,
5m lâgica histôrica, en la Repi~blica con la llegada de bic-incos de otras
nacionalidades y que boy mismo pervive, inconfesadamente 29,
‘ $ *
VI. ~Empero, fueron nada mâs que espaûoles las que contribu
yeron, sanguineamente, a la genealogia y etiologia dcl cholo? A mils
de eilos, también b procrearon hombres de razas diversas y de dis-
tintas nacionalidades, en todo el lapso colonial,
Gran nilmero de extranjeros pululaban en e1 Perù desdc los pri
meros dias de la Conquista, pese a la prohibicién para que no pasasen
a estas tierras. Ya que el extranjero, conforme al criterio oficial de la
Corona, era jiulaizante o hereje y, par tanto, enemigo de la politica y
de la religién de Espafla. Pué esta causa por la que, desde bos afios de
Isabel la Catôlica, se rechazô de mancra general e incluyendo a las
frailes, su admisiôn en las Nuevos Descubrimientos, quedando pro
hibido que tuvieran encomiendas, navios, etc. 30,
Esta poi!tica fué modificada bajo e1 gobierno de Carbos I, quien
autoriz6 la expediciôn de los alemanes Federman y Bartholomeus Blu
menthal para la conquista de las hoy Venezuela y Colombia, no esta
bleciendo restriccién a las particularcs, la que pcrmitiô su ingreso en
nûmero considerable como meciinicos, artiileros y navicros: Bajo Pc-
20 Aunque las castas estan proscritas legalmente, en et Peru, en la vida re,I, en nuestra
sociedad, se practica la discriminacson racial Nn otra cosa significa, verb,gr-sci-i, que en loi
colegios regentidos pot ssociacsones relsgiosas o Incas, tildados de primera categori,, ~c exclu—
yan, en uns u ocra forma, matrsculsr a los ni(jos de “color” —cliolos, negro, e indias—
d~ndose preferencii a los de cutis blanco Son frecuentes, il respecta, las denuncias de los
agraviados, que liegin Easta las C&marai Legislativas Y es mii LI propio Estado pone en
practica, oficialmente, la segregacion social y racial o, mejor, la preferencia dcl color
blanco con cl Ilamado “esa,nen dc preseucia” y “talla” p-ira tl ingreso -i las escuelis supersores
o de niando, o capacinciôn pira ci gobierno De aqus que nuestro cuerpo diplomacico, nuestra
marina y aviacion, scan elegidos, seleccionados mejor, de entre loi de “rasa bla,ca” Coma
s, cl Peri~ no fuera en su rais ctnic,, hustorica, ,profunda, y c-ic, on cl total volumen de sus
habitantes, un pais de mestua-oc, de cholos e indios’ Solo un -ibioluto desconocimiento de
nue,tra realid,d, puede llevarnos a pretender identificar al Peru con Europ-i, ,cuai Lue cl
pensamiento plan de loi gobiernos dcl sigio pas,do, en agra~ 10 de Ii personalidad de loi
pueblos de .America1
30 En cl concepto juridico, csgrsmido por la Corona, ci extranjero era “gente foraitera,
de disinsil naturaleza, coscumbres, y ministerios, desmembr-indose de sus domicilios, y Repu
blicas apotecen ,nger,rse en las ajenas y toner participaciôn de sus honores, ofucios, comercio
titiliddes, granjerias “ G~ss’,&i,. or EscALoNA Y Acuriso Gsszoplsiladum ri’çrurn jseruv;
cnn; Ltbr I Cipt XXXIX P 130
F
74 EL CHOLO Y fl PERfl
lipe II, valvié cl contrai de las extranjeras y se ordenô cl censo de chas
“aun no se si se pueden dcci» tales, parque al huma destas riquezas
par Cédula de 15 de julio dc 1568. Pero coma no podia echarse a
andan bârbaras africanos e levantiscos de muchas generacianes, e ha
muchas que era gente pacifica, laboriosa y necesaria en las artes me
lianas de tadas partes y pravincias de Italia y alemanes, y franceses,
c~nicas, etc., después de 1600 se dieron diversas reales cédulas para
e ingleses, y ide atras nacianes tantas, que sala Dias las puede acâ cana
natutalizarlas: tal la de 2 de octubre de 1608 ~‘.
cer, si chas se quisiesen manifestar par quien son” ~.
Fué éste siempre restringido trato para ci extranjeto, cl que per—
ststiô en toda la Colonia. Sin embargo. ~iicesantcmente, ingresaron al
Perû, burlando cl contrai aduanero, disfra;&ndose de espa5oles; por
que hablaban castellana, castelianizaron sus apelhdos y hasta sus mis—
mas talantes las denunciaban coma a espafioles.
Et Lic. Vaca dc Castro, en noviembre de 1542, al comunicar al
Rey la sublevacién de Di~ga de Almagia cl cholo, menciana al griega
Candia “y otros quince o veinte griegas que trala consigo, que no sé
quien las habla traido ~ esta pravincia”
En la Memoria redactada pot ei Lic. y Oidar de la Audiencia de
Lima don Andrés de Cianca, Juez en las autos contra Ganzalo Pizarra,
figuran griegas, flamencos, partugueses, alemanes, hûngaros, napahi—
tanas
La audiencia de Lima, en 16 de maya de 1607, refiriéndose a chas
escribe al Rey: “Es tanta cl n~zmera que hay de extranjeras, y se van
aumentanda cada a6o con las venidas de las flatas y galcanes, de ma-
liera que no hay rincén en tada cl Reino en que na las haya, y seria
casa dificultasa hacer la relacién de chas . . . Y la mayor parte de
chias son partugueses y corsos, y muchas griegas de las islas de Candia,
ci Zante y Corf ù y de la costa de Esclabania, sujetas de la Repéblica
de Venecia y Ragusa y algunos también de la isla de Gb y de otras
sujetas al Turco, que cama gante maritima, navegando par marineras
en las flotas y armadas, se quedan en Tierra—firme, y de ahi se pasan
a tadas Reinos, donde se avecindan y casan y se ‘acomodan & las oficios
mecânicas de la Repébhica y a la labranza y cuitura dcl campa y a otras
menesteres, y muchas de ellos vienen a tener grandes caudales y hacien
das, y aunque hay algunos italianas, pero franceses, flamencos e ingle
ses muy pocos, é casi ningunos” °~.
31 Rrcofislzrson dc tas ttyes dc ta, Ratios dc las lndrns 1680. Libr VI Tic. VII Lcy VI.
Libr 111 Tic X Ley XII
12 Ctn dcl Licenciido Cristobal \‘ica de Cistro al Empcrador Don Carlos, dandole
cuenti de I, sublevicion y ciscigo de don Diego de Ainiagro, cl Mozo, y dc otros importan—
tts sucesos Cusco, 24 dc ssovicsnbrc de I 542. Carias dc bitas. T I P. 480
3~ Cit dc R CuNi O VIDAL en cl articula Extranjeros “Revista Hi,térica”. 1918. T. VI.
lntrg I’ P 60
.~l Cire, de la Audiencia dc Loi Reyes a S M sobre isuntos dc gobserno, 16 de mayo,
1607. Juccia iii !,m,fls cistre ci J’era Bottier T ïr P. 284
EL MARCO DE LA HISTORIA 75
Respalda a estas documentes, un pârrafo de Fern&ndez de Oviedo:
También un Cranista An6nimo —portugués o judia— de comien
dcl sigla XVII, nos dice de la diversidad de extranjeras en las suelas
dcl Peri~. “En Lima y par tado ci Perû viven y andan gentes de tadas
las mejares lugares, ciudades y villas de Espafia, y hay gentes de la
nacién partùguesa, hay gailegas, asturianas, viscainos, navarras, ara
goneses, valencianos, de Murcia, franceses, itahianas, alemanes y fla
mencos, griegas y raguceses, corsas, genaVeses, mallorquines, canarios,
ingleses, mariscas, gente de la India y de la China, ~y atras muchas
mezclas y mixturas. Y cama son diferentes en nacianes la san también
en condicién y valuntades,. particularmente san enemigas las extre
me5as de los viscainas, parque las extremefios ganaran e1 Perù y las
viscainas san ahora la gente m~s rica dcl Pcrs~t y’ las que tienen mejares
cargos dcl rey” ~
De estas extranjeras, cuya mayor nûmero fué de portugueses, dis
persas par tada cl Virreinata, las que na hicieran fartuna se unieran
can las mujeres indias, pracreando al mestiza inda-blanco, y apartan
do no sélo su sangre sina su cultura y las elementos civihizadores para
cl mûltiple mestizaje~ peruana.
Instalada la Repûbiica y rata la barrera impuesta par Espafla, arri
baron a nucstras playas: inglcses, alemanes °~, italianos, chinas, japo—
ncscs. Liegaran después de 1830, al normalizarse la vida dci pais. De
chas fueron chinas las que, en gran nûmcra, invadieran las vahics
dci Pacifica, después de la manumisiôn de las negras y para rcempla
zarlas a éstas en las duras faenas dcl campa. El primer «cargamento
35 GaNtAI_O FERWJ.NOEZ DE OVIEDO. Historia griserai y vautrai rie tas Iodlas. Isias y
iicrra firme dci issar océano. (En “Las I-rutilas de loi Conquistadores”, por Carlos Percyra.
P. 208.)
30 Dcscripciciss ciel Virrcinaio dci Pcru. Crénica médita de comienzo dcl siglo XVII.
Ediciôn, prélogo y notas de Boleslao Lewin, p. 73.
37 Para suplir la falta de brazos, ocasionada por la libcrc,d de los negros, dccretada pot
cl General Rasnôn Cuti11,, 1854, a m~s dc chinos, recibinios “inmigrantes’ indigenas dc
Hawai y de la Polinesia. £1 niayor lote de inmigrantes blancos fué et de alemanes. En il 57
llcgaron 300 faniulias droItisas pari colonizar las inontaflas dcl Pozuzo y Chanchamayo;
sigiuiendo otro grupo en 1868. Pero éstos no mczclaron su sangre con loi indios; prefiriendo
unirsc entre familiares, produciendo casos de dcgencr,cién. Apenas en lot presentes ailos,
sus descendientes se unen con mestizos e mndios de P,chitea y Tarma.
 76 ELcfloLOy.~Lpnpy3

de colles” Ilegé en 1845. Embarcados en Macao, vinieron como escla

vos, obligados a trabajar por ocho aflos y con cl haber de cuatro pesos
semanales. Fueron estos chinos campesinos los esclavos republicanos.
Con los aflos se mezclaron con las indias de baja estirpe, originando
ese mescizo indo-chino o injerto (chino-cholo), cuyas caracteristjcas
raciales y espirituales no nos toca estudiar 3~.
Los otros inmigrantes de raza blanca, aunque la mayoria de ellos
de la clase popular curopea —pequeflos artesanos y labriegos—, por
innato prejuicio racial, se negaron a unirse con las indias. Lo hicieron,
m~s bien, con las mestizas o criollas de solvencia econômica, o muy TERcERA PARTE
pocos fueron los que originaron al drnlo. LA GEOGRAFIA DEL MF.STIZAJE

~ Loi apodes dol negro y ciel eh,no n dej,n sentir, en este mestizaje, en sentiejo
cati s,rinfrre izeqain o o desorbstajo”, escribe JosL CAitLQS MARIATEGUC Serte enta) os de in—
/erjsre/ar,o n ,1~ la rraledajl fret ‘catin P 2 59
 CAPfTUL0 t

LA TRANSCULTURACIÔN INDOESPAROLA
I. Persi pais ,nestizo. — II. La ,saciôn Inca y su culhsra u la llegada de Pizarro, — III. Et
Derecho Indiano; las instituciones indigenas, y la inestizacidu Sel indio. — 1V. La trans—
for,naciôu Sel .indio par et régirnen politico de las reducciosses o nuevos pueblos. PI cabilsto
consunal. —‘— V. La Iglesia:j planificadora de? ,sentirniento religiaso. — VI. Las costumbres
espailotas inyectadas u las initias: profanas, retigiosas, econônsicas. (Las oficios, e? folklore, la
vestiin enta.) Su arraigo entre las indios actuales. La intro,nisiôn de la clelincuencia y
de las vicias.

T. A raiz de la Conquista, no sélo nacié cl nuevo ho;nbte —cl

cholo— que sintetiza en si la unién de los componentes psi quicos y so
ciales de! espa5o! y dcl indio; sino que cl propio antigno hoinbre, cl
que venia dcl Tahuantinsuyo, se amestizé. De aqui que sostengamos
que e! Peri~t todo, es mestizo; un pais cholo por excelencia. Por db,
precisamente, no es Espafia ni es Tahuantinsuyo. Porque cl Periz histô
rico surge después de 1533; emerge de la fusién indo-hispana, de!
mestizaje étnico y del mestizaje cukural, en su expresiôn y estructu
raciôn mâs jntima, compleja y profunda. Y !a mestizacién que se
gesté desde los mismos dias de la Conquista espafiola, pese a la espec
tacular lucha y choque que imp!icé elba, es un hecho rea!, un fené
meno histérico y es también e! devenir peruano’.
Para la prolifcraciôn de esta mezcla, !os espaxioles transportaron a
estas tierras: su derecho, religién, arte, métodos de vida y costumbres.
Y dcsde la etapa inicia! de la cobonizacién, b hicieron en plan dirigido
estatalmente. Pues, la Conquista, aunque empresa particu!ar en su mi
cio, no fué una simple hazafia de aventureros echados a su propia suerte,
como la califican los cultores de la historia anecdética o la banderla
politica.
Desde que, por ci texto de la Capitulacién de Toledo, se autorizé a
Pizarro cl ctdscbrimiento conquista y cobonizacién” dcl Perû, cl
1 Estas misnts ides, sostenemos en nuestro libro P1 derecha indiano a frayés de nneva
crônica y su inflnencia en la vida social pernana. Capt. VIL
 V
‘182 flcnOLOYEL?ERÛ
Estado espafiol fué cl regulador oficial dcl vario e incesante traspiante
que se realizô durante los largos afios coloniales.
H. ~Qué organizacién politica, econ6mica, social; qué manifes
tacién estética y religiosa; o, mcjor, qué estructuracién cultural hallô
Pizarro al invadir estas tierras, en 1533?
Politicamente cl Tahuantinsuyo era una monarquia teocr~tica, de
sucesién hereditaria, gobernada por cl Inca que era, al mismo tiempo,
la ni~s alta autondad pol!tica, militar, religiosa y judicial. Verdadero
sefior de vidas y de haciendas, permanecia en cl Cusco, sede dcl Imperio,
donde tenia palacios, jardines, etc., y una carte de sangre real y de
cuya ciudad salia a visitar sus dorninios o enviaba a sus comisionados.
Dependia de él un eficiente eslabén de funcionarios, pertenecientes a la
nobleza, y las mismas que servian para la relaciôn dcl individuo con cl
Estado y para la administracién dcl Imperia. Estos que hacian a la vez
de autaridades politicas, judiciales, militares; pues, administraban jus—
ticia, repartian tietras, cobraban tributos, regulaban cl trabajo, etc.,
eran cl chunca-ca;;uiyuc o jefe de diez familias, cl pachaca-ca;;;aync, de
cien; cl huaranlza—ca;nayuc, de mil; cl /aunocainayuc, dc dicz mil; cl
suyuyoc—a~o o pesquisador; las tiwuy o gobernadares reales de pro—
vincias; los tahua;ztmsuyo—camachicuc o miembros dcl Conscjo Real
compuesto por los grandes apus dcl Chinchaysuyo, Collasuyo, Antisu
ya y Cuntisuyo, que eri’n las cuatro regiones en que se dividia e1
Imperio. Después dcl Inca estaban los inca—rantin o virrcyes que, en
nombre dcl soberano, visitaban cl Imperio y los acompafiaban en las
campaflas militares.
Regian a los habitantes leyes civiles, penales y de orden social y
asistencial. EntLe las penales, se conocia desde cl castigo por faltas a
la pena de mucrtc y cl traslado, en masa, dc todo un pueblo y de un
lugar a otro —mitnnaes— para los que atentaban contra la vida, la
salud, cl orden pûblico y la religién.
La familia tenla coma célula bâsica de continuidad cl ayllo, ani
mada par cl vinculo de la sangre, de la tradicién y cl econémico. Esta
familia cstaba dividida en grupos de diez, cien, mil y dicz mil, estric—
tamente vigilados por Ios tucu3’;ycnc. Esta distribuciôn de familias en
grupos servia para cfccto dc la formaciôn dcl ejército y de la orga
nizacién dcl trabajo que cia obligatorio para hombres, mujeres, niijos
e invâhdos. Par este trabajo obligatorio, se destcrrô la mendicidad y la
miseria. Y con su reglamentaciôn y cl reparto equitativo de los pro-
PEP~Ù MIXTO 183
ductos de la tierra, cl Estado era cl regulador de la vida econénilca
y colectiva. Pues, tenia funciones de asistencia social y de benefi
cencia. Pero si esta asistencia estaba a cargo de los ayllos para los huér—
fanos y viudas, la ejercia cl Estado en los casos de hambrunas, sequlas,
heladas, enfermedades, etc. Para cuyo fin se guardaban en las colcas
los productos agropecuarios excedentes del consuma ordinario. Estas
• colcas cran las depésitos o bastimentos dcl Imperia.
La,sociedad se dividia en nobleza y pueblo; clases ‘subdivididas en gru—
pos o castas. (As!, dentro de la nobleza coexistian la imperial o de los
orejones, la regional o de los grandes caciques sometidos; y en la masa
dcl pueblo, los yanacunas, ha4unrunas y los vencidos.) ‘La nobleza se
dedicaba al gobierno y a la religién, y el pucblo a los trabajos manuales
y al servicio de las armas, en conformidad con su eonstitueiôn fisica y
aptitudes, coma obligaciôn impucsta por cl Estado. Para efecto ciel tra—
bajo se clasificaba la vida dcl individua en grupos de edades, desde 2
afios —llullnhutnnbra-— a los de ochenta aflos —roctomacho—; pero
prestaban servicios desde los nueve aflos hasta las setenta. Por eso, mien
tras unos se dedicaban al cultiva dc la tierra, a la construccién de for
talezas, caminos, terrazas, canales y puentes, etc., otros ‘laboraban en las
minas, manufacturaban tejidos, fabricaban los utensilios dcl hogar, o
cran artifices que trabajaban los metalcs preciosos, para dar esplendor
al cuita.
Las tierras pertenecian al Inca o, mejor, al Estado que personifi—
caba cl Inca, y se distribulan par totos, cada une de los que equivalia
a dos mil setecientos metros cuadrados, y la posesién dc chas era de
mero usufructo par cl pueblo y ayllos, no pudiendo vcnderlas ni trans
ferirlas. Sôla cl Inca y las grandes sefiores —a~us y curacas— padian
tener propiedades y riquczas, par privilegia.
Tadas debian tributar al Inca, de cuya obligaciôn no padla eva
dirse bajo ningi~n pretexta. El tributo era en espccies o en trabaja.
Par la que habla pravincias que proporcianaban indias para cl cultiva
de las sementeras dcl Inca, cl Sol y las Huacas, cl beneficia de la caca, e1
pastareo de animales, etc.; y atras que enviaban indias para las labares
en la Carte dcl Cusco o servicios pcrsonales, Ilamadas aquéllas yana—
cunas y que cran, generalmente, las maestros •de oficios.
Bajo severas penas, a las plcbcyos les estaba prahibido cl lujo, cl
cambia de residcncia y de vestidos; as! cama que tuviesen mâs de una
mujer. 5Mo cl Inca y las grandes seflores dcl Impcrio padian practicar
la paligamia.
Tante para la estadistica dcmogrâfica cama para eh cabra dcl tri—
184 ELCI-iOLOYELPERÛ
buta, c6mputo dcl ejército y demis, usaban de los quipus o manojos
de huas de colores, y tablas pintadas.
Para cuidar las fronteras conio para cl cumplimiento de las leyes,
existfa un poderoso ejército, reclutado de los hombres hfl,iles y adies
trados, el que se trasladaba raipidamente pot todo cl territorio, gracias
a los caminos reales.
El ejército estaba formado por legiones de 100, 1.000 y 10.000
hombres pertrechados de armas blancas y de arrojo, como el dardo,
la ‘lanza, la honda, cl mazo, cl broquel, la macana, cl ribite o ailla, la
maza de madera, cl hacha de cobre o plata y cuyos miembros, si pro
cedian de las punas o tierras frias, no podian permanecer en el litoral
—costa— o, viceversa, sino un limitado tiempo y reemplazados, para
evitar la acciôn climaitica y las enfermedades.
No ~6lo para fines miitares, los caminos servian también para la
raipida administraci6n politico-judicial y el intercambio de productos.
Caminos que, partiendo dcl Cusco, se bifurcaban en direcciôn de los
cuatro puntos cardinales recorriendo miles de kilémetros, y en cuyos
bordes, a distancias, se hallaban los aposentos reales o tambos, y en cada
legua aguardaban los chasquls o mensajeros o correos, para Ilevar ôrde
nes o recaudos oficiales.
Los incas y sus sûbditos, como idôlatras, adoraban a deidades que per
sonificaban las fuerzas de la naturaleza, tales: Huiracocha, o dios dcl
mar, Pachacamac o hacedor dcl mundo, cl sol, la luna y demais astros, y
a las muertos. A estos dioses de extraccién panteista, les dedicaron sun—
tuosos templos, en los que, asi como en sus huacas, les rendian cuIta,
ofrendaindoles especies, y sacrificios de animales. Para cl cuita a estos
dioses tenian sacerdotes precedidos por cl huillac-huma, y conventos
de virgenes escogidas o sacerdotisas o acilas.
Alcanzaron a levantar sôlidas fortalezas, ba6os de piedras pulida
mente labradas, grandes templos y adoratorios, con sus muros cubiertos
con laiminas de oro y plata. Estos monumentos mostraban una arqui
tectura de severas lineas y de estilo escalonado, ilevando sus mo
nolitos o piedras esculpidas altos relieves con representaciones zoomor—
fas. Tenian, también, esculturas en piedra, aunque no con e1 pulimento
y arte de los de Chavin o Tiahuanaco, verbigracia. Pero mostraban
genio artistico en la fabricacién de los huacos, queros o vasijas de ba—
rro cocido y dc madera, en cuyas motivaciones, particularmente los
costc5os —yungas y nazcas— representaban desde las expresiones dcl
rostro humano a las estilizaciones simbôlicas de motivas fantaisticos.
Asimismo, en sus tejidos demostraban arte, por la finura de la trama,
el mata de sus colores y e1 feliz combinado de sus motivos ornamen
tales.
En la orfebreria trabajaron prendas como las htpus, brazaletes, aros,
mascarillas, tanto de oro como de plata y cobre; metales que extraidos
de los lavaderos y minas los beneficiaban al fuego.
En las artes de expresién, aunque no habian llegado a mayor grado,
porque su idioma, cl quichui p runa-simi no conocia la escritura, la que
se suplia con las quipus y los bastones y las telas pintadas. Pero tuvieron
maùifestaciones coreogrâficas, y de poesia ôpica y lirica, representadas en
los bailes y cantos guerreros, en las canciones bucôlicas, coma los hara
wek, etc., que se cantaban acompafiadas de instrumentos: la tinya, la
quena, cl pincullo, la antara, de escala musical pentafônica.
Pueblos de agricultores y pastores. Cultivaban la papa, e1 maiz, la -
cafiibua, la inaca, cl uiluco, la quinua, cl frijol americano o pushpu, la
oca, la inashua y algunos airboles frutales, con las que se alimentaban;
cl algodôn, cl agave y demais plantas fibrasas, que las empleaban en sus
tejidos e industrias. Y para e1 mejor rendimiento de estas plantas, usa—
ran de las abonos naturales —cl huano— y emplearon cl sistema de los
andenes, con que protegian cl limo de las laderas lavadas par las llu
vias; irrigaron las tierras iridas mediante una admirable red de acuc—
ductos, muchos de los que recorrian ciento de cientos de kilômetros.
Tenian domesticados animales como cl llama, cl guanaco, cl paco, la
vicufia, cl perro o afro, la gallina o gualpa, cl cuy; de las que servian
para la carga, para su alimentaciôn y de sus pelambrcs para la confec—
cién de sus vestidos.
De estas variadas manifestaciones de vida de su pueblo, de la con
sonancia dcl mcdio en que vivian, dcl suelo que habian dominado con
su esfuerzo ~ inteligencia, O fie la fraternidad con la naturaleza, na
cieron sus h,âbitos psicolôgicos, su manera de vivir, su régimen de tra—
bajo, su estilo dc rapaje, su forma alumenticia; y se forjaron sus costum—
brcs: ceremoniales, religiosas, domesticas, etc.; sus artes, ciencias y
educaciôn fomentadas por los amautas o sabios. Todo db animado de
un sentido mâgico, propio de la mentalidad de un pucblo primitivo.
Pero en cl que, mediante la aplicaciôn drâstica de las ieyes imperiales,
pudieron set desterrados cl robo, la vagancia, la prostituciôn, cl bando
lerismo y otros delitos.
Tuvieron, pues, enmarcados a su medio telûrico y al genio de su
raza, instituciones juridicas, econômicas y sociales, las que conforma—
ban las manifestaciones de una cultura original: la Inca o genuinamente
americana.

186 Et PERÛ
* * *
III. Algunas de estas instituciones y elementos culturales incaicos,
se confundieron o coexiscieron con ‘os venidos de lia Peninsula; ya per
mitido por la Corona espafiola o impuesto por la necesidad de la vida
social, en la convivencia de conquistadores y conquistados.
Este fenômeno, como veremos luego, estâ m~s nitidamente expre
sado en cierta modalidad dcl derecho, en varias instituciones juridicas
que, durante la dominacién espaûola en América, rigieron para los
indios.
Cuando Colôn descubriô cl Nuevo Mundo, las leyes imperantes en
la Peninsula estaban contenidas en cl ttFuero Viejo de Castilla”, cl ~~01•_
denamiento de AlcahY’, «Las Siete Partidas” de Alfonso £1 Sabio, “Las
Leyes de Toro”, los Fueros Municipales, “La nueva Recopilaciôn”. De
recho seûorial en cl que la religién catôlica era su inspiradora y su sos
tén, al decir de Silvio Zavala.
Pero, con estas leyes dictadas para un régimen social medieval que
se vivia en Espafia, no podia cumplir su cometido el descubridor y
conquistador, ni podi an ellas regular las relaciones de la nueva sociedad
que nacia en América, precisamente a raiz de su descubrimiento y cuya
base principal cran los indios o habitantes originarios de estas “nuevas
tierras”. Aquel derecho castellano no correspondia, pues, a las condi—
ciones de vida, trabajo, propiedad y costumbres en la América, menos
a la psicologia y vida social dcl indio. Por eso se dié para las Indias leyes
especiales contenidas en infinidad de cédulas, pragmfticas, provisiones,
instrucciones, etc., y en las Ordcnanzas de Burgos, Valladolid, Granada,
en las Nuevas Leyes de 1542, en las Ordcnanzas Sobre Nuevos Descu
brimientos, Conquista y Pacificaci6n de 1573 y otras disposiciones, re
sumidas, m~s tarde, en la Recopilaciôn de 1680.
En e1 caso dcl Per~z, las leyes que se dicton para cl gobierno dcl Vi
rreinato, tomaron caracteristicas especiales; n tal extremo, que muchas
instituciones incaicas fueron incluidas a la Legislacién Indiana, consti—
tuyendo una rama principal dcl Derecho Indiano o colonial; mejor di
cho “las instituciones indigenas de naturaleza econômica fueron utili
zadas adaptândolas y haciéndolas servir a los fines de la administraciôn
hispana”, segûn la acertada exprcsiôn dcl profesor Levene 2, (De otto
modo, al igual que sobre los legendarios muros de piedra dcl Cusco los
2 RICARDO LEVENE: Historia dcl derecijo argenhino. capt. xxr. In&tituciones tndigenis
Ac]apcadas a la LcgisI,ciôn Indiana. P. 54.
k k y
castellanos elevaron las torres de las iglesias cristianas o, en el vientre de
las mujeres indias dejaron la simiente de su raza; asi ciertas costumbres
y la masa~de la poblaciôn ,indigena sirvieron de insustituible base a la
.organizacién politica, econémica y social de la nueva nacién mestiza
que nacia con cl nombre de Perû.)
Es que la Conquista,—y por ende el Coloniaje—, en cierto grado
y modo, f ué tiempo de asimilacién y conjuncién indo-hispana. Pese a
que los ingredientes culturales correspondian a diferentes tiempos bis
tôricos, a diversos medios gcogràficos y al genio creativo de distintos
hombres. Y pese, también, a la inhumana explotacién de la masa india,
a la destrucciôn inclemente de b india por los funcionarios subalter
nos y por los cspa5oles de escasa ilustraciôn e infame conducta.
Conjunciôn, transculturacién, auspiciada estatalmente. Porque cl
gobierno espafiol no declaré la extinciôn de la raza india, ni subestimé
la creacién de su cspfritu. Por cl contrario, incorpor6 las Indias a la
Corona de Castilla y Leôn, y, legalmente, en principio juridico, se con
sideré n los indios como sûbditos e iguales derechos a los naturales de
tales reinos. Y proclamando las doctrinas de humanidad, tolerancia,
proteccién o tutela y respeto a sus instituciones bâsicas y originarias,
amparé su libertad, y heredad tradicional. Pues, desde las primeras
instrucciones que se dictaron a Pizarro, 1529, hasta las ùltimas cédulas
expedidas antes de ‘~nuestra” Independencia politica nacional, se ve
clara y abundantemente este afân dcl Estado espaflol: para que se con
serven a los aborigenes en sus agrupaciones ancestrales; a fin de
amparar a sus personas y heredades; de respetar e1 libre disfrutc
de sus tierras, cl régimen dc sus ayllus, la sucesién dc sus cacicazgos;
asi como para que se les permita la prâctica de sus costumbres, siempre
que no daflaran a la moral ni al culto catôlicos.
Subrayamos, desde cl aspecto juridico, la norma fué instrumento
de amestizacién, a la larga. Fué un medio de la mutua, aunque desi—
gual, transferencia de b espafiol e indio, y para cuyo cfccto obré dc
modos diversos. Porque al mismo tiempo que las leyes espafiolas se
adaptaban a ciertas ,instituciones dcl derecho primitivo de bos Incas,
impusieron las castellanas a los indios, desterrando de éstos muchas
prâcticas ancestrales. Y finalmente, tal legislacién regulando la vida,
economia y cl trabajo de los aborigenes, “injertô en c1ios bos nuevos
gérmenes de la civilizacién espafiola”. Aùn mâs, las instituciones “ver—
nâculas” que se crearon bajo la matriz dcl Derecho Indiano, como se
vcrâ mâs adelante, perduran en su canicter de consuetudinarias entre
los indios de boy, constituyendo su mis genuina expresidn social.
 ~v*v~ ~ “‘ ‘»
188 ELCHOLOYELPERtÎ
* * *
IV. Particularmente la amestizacic5n dcl india se efectué en las
reduccioncs y en cl ~1mbito de chas, que hacieron en ejecucién de la
politica colonizadora de la Corona espaflola. Porque la amalgamacién
juridico-ecanômico-social se realiza, plenamente, en los nuevos pueblos
que, sobre e1 suelo indio, surgieron al modela de los castellanos con
iglesias, torres, plazas, con sus calles paralelas, sus casas con patios, puer—
tas y ventanas, techos dc madera y muros de adobes, y en sitios pIanos
y asequibles. Sustituyendo a las poblados preincaicos e incaicos que, sia
orden ni concierto, se habian formado sobre promontorios y reductos
infranqucables, a base de la piedra y barre, que fueron los iinicos y
principales clementos de construcciôn, sobre todo en las Altos Andes.
En estos pueblos coloniales no es ya cl ayllo, bajo la protecci6n dcl
totem, la i~nica base y sostén espiritual dcl indio; no es la huaca la que
ampara sus tierras y anima a sus antiguos ritos panteistas. Son los ba—
rrios constituidos par ayllos diferentes y hasta adversos —pues en estos
pueblos cada ayllo formô un barrio distinto— los que cimentan la
nueva agrupaciôn; es cl SantoPatrôn, es la imagen venerada por la fe,
cl nuevo totem dcl pueblo; son’las fiestas de la Iglesia Catôlica sinteti—
zadas en cl Corpus, las que le hacen holgar y encender su alegria o su
tristeza. No cl tocoricoc, cl michoc, cl suyuyoc a~o, las camayoc; no
son estos funcionarias dcl Inca las que vendrân a visitarlos distribuycn
do tierras, cabrândolcs cl tributa o vigilando su conducta. Son los
alcaldes, los regidores, cl .tesorero y demis miembros dcl Cabildo y las
autoridades politicas, las que estar6n cerca a chas administrando justicia,
reglainentando sus vidas; y scrân repartidas las tierras par las remensu—
radores y oficiales reales, coma funcionarios dcl Rey de Espafla.
Es que las reducciones o nuevos pueblos de indias, coma dijimos, se
erigicran, administrativa y legalmente, a la usanza de las Comunas de
Castilla, con cl régirnen de su Cabildo.
La instalaciôn de estos pucblos o marcas, fundados par espafioles,
constituyô, pues, e1 acontecimicnta verdaderamcnte trascendental para la
vida social dc las indias y para su historia poscalambina. Con ellas, re
pctimas, se inicia un nuevo ciclo en la existencia dcl abarigen, cl que
se amestiza dejanda dc ser ya cl auténtica hombrc incaico. (Pot esa,
desdc la Conquista, etnalôgica y culturalmente no puede hablarse sino
dcl mestizo.)
El Virrey Toleda fué cl que jugé cl principal pape1 en esta trans—
formacién, cama fundadar de las reduccianes a camunidades de indige—
~t t
PEP.ÛMIxTa 189
nas. É! rcglamenté su existencia iegai,~y las amparé a las indios de la
voracidad dcl encomendera, carregidor, doctrinero, cacique, escribano
y dcn~s funcianarias que las asistian. Pues, par sus Ordenanzas, res—
petanda la antigua forma colectiva incaica dcl trabaja, las indias ab
tuvieran ganadas, tierras prapias camunales y se creô la Caja de la
Comunidad. Mâs tarde, las reyes de Espafia ampliaran e’ carâcter de
estos daminios camunales, dândales “pastas, mantes, términas, aguas”;
prahibienda la venta y enajenaciôn de ellas y defendienda sus tieri4s
les asignaran a las indias, geogrâficamente, “en las mismas lugares,
cabidas y:extensién que habian tenida sus antepasadas.” ~
(Estas heredades camunales, en la Calania, se labararon par las
indias cama en las dias dcl Imperia, par el sistema de la iniuga a cl
trabaja de ayuda calectiva, ya que, cama tenemas dicha, las leyes es
pafiolas fartificaron este régimen. La atestiguan numerasas praviden
cias existentcs en nuestras archivas caloniales, y la misma supervivencia
de tal castumbre entre las indias que actualmente habitan en e1 te
rritoria peruana.)
Can estas institucianes en ei sena misma de las antiguas ayilus, Es
pafla, ya dijimas, na sélo pracuré adaptar sus normas juridicas al modo
de ser de las aborigencs, respetanda las formas prapias de su genio,
5mo que incarporôlas al tronca de la Legislacién Indiana. Entre estas
modalidades incluidas y que persistieron durante cl Virreinato, estân:
la mita, cl régimen tributaria, las chas quis, cl cacicazgo y cl yanaconajc.
(Este yanacanaje, en formas deprimentes, existe aén en cl régimen cco
némico de nuestra vida social presente.)
En efecto, e1 origan de las mitas coloniales, especiaimente la mita
minera, estâ en la mita incaica. Coma la aseveran las cranistas y hasta
e1 propia Guaman Pama, las incas candenaban a la mita a trabaja for
zada a las delincuentes reincidentes, remitiéndolos a las minas de ara,
o a Ios sembrias de caca de los Antis a seins. Las mismas initi;nacs o
traspiante par castiga de ayllits, era una modalidad de la mita. Las es
pafloies generalizaron, par turnos, estas mitas o trabajo forzado a todos
las indias hâbiles, par las exigencias de la industria minera que, en ci
Virreinato, era la mâs efectiva fuente de riqueza.
El régimen espaiiol conservé, asimisma, las chasquis, casi sin madi
ficacianes en cuanta a su funcionamiento; pera sj abanândoies, aun
que teéricamente, su trabajo a las indios.
La persistencia dcl cacique es uno de las renglones importantes dci
Derecha Indiano. El Estado espa5al no sélo respeté esta institucién an-
RecoPilaciôn je las (eyes de (os reynos de las muas. Libr. VII. Tit. III. Loyes VIII y IX.
 9 w,fl~fl
190 EL CHOLO Y EL l’EPS
cestral de gobierno, sino que le rode6 de atribuciones que no tenfa bajo
la era inca, en la que se Ilamaba curaca. También cl tributo se cobraba
casi en idéntica forma que hablan establecido los emperadores incaicos,
cuyo estudio b realizaron los comisionados de Toledo, para la impian
taci6n de la tasa. Pues, la Corona aceptô cl tributo en especies. La dife—
rencia estaba en que los encomenderos y empleados espafloles pedian
màs. Y si en el gobierno incaico los indios entregaban el tributo en las
ciudades cabezas de regién —Hu~nuco, Cajamarca, Jauja, Hatun Co
lla, Quito, Cusco—, en la Colonia, los recaudadores deblan cobrarlo
en las propias casas y pueblos de los indios. Acaso esta circunstancia
dié motivo para que, los encomenderos y dem!s, se apropiaran hasta
de las miserias de los indios.
Por otra parte, sociolôgicamente juzgada, la Conquista espa5ola en
cl Pertt implicô una vcrdadcra rcuolucidn social, transformando la or
ganizacién politico-econômica y cl espiritu de los hombres de estas tic
rras americanas. Y la consecuencia directa de la revolucién social que
implicô la Conquista, puede observarse en la vida y organizacién de las
actuales comunidades indigenas, que forman cl 60 % de la poblaciôn
rural peruana, y que son los nûcleos, las cédulas politico-econémicas en
las que se afianza cl auténtico Perû, y de chas dependerâ su nueva es—
tructura pohitico-econômico-social, cuando, por mandato irrenunciable
de la vida e historia, se desenvuelva su personahidad de pueblo ~.
En estas entidades, pese a las leyes dictadas para suprimirlas, per
siste, indisolubie, cl organismo dcl Cabildo Colonial indiano, enmar
cado casi en los mismos moldes castellanos en que naciera.
Los miembros de este Cabildo indio —iMmense varayoc o nômbre
se de la Directiva Junta Comunal— como hace 400 arios, se renueva ca
da 1~ de enero. Este dia se oye Misa que establecla las ordenanzas de
Toiedo y se clige, en ceremonia piblica, a los alcaldes de barrio, regi
dores, tesoreros; se efectûa cl arqueo de la Caja Comunal y se confir
ma o se da posesién dø las tierras comunales, de mero usufructo, a sus
miembros. Como ayer, como en ios dias y aûos de las reducciones, no
ya los ayllos —que casi no existen como entidad politico-econômica—,
4 Segt~n un docuinento oficial (Diciembre dc 1960), las comunidades Indigenas inscriras
en la Direcciôn de Asuntos Indigos,,,, sun,an: 8.571. Distribuidas pot departarnentos asi:
An,azon,s, 34; Anc,sh, 108; Apurimac, 85; Arequija, Il; Ayacucho, 162; Cajamarca, 46;
Cusco, 21 8, 1-tuancavélica, 147; 14u~nuco, 83; Ion, 6; Junin, 277; La Libert,d, 12; tain
bayeque, 12; Lin,,, 237; Loreto, 1; Moquegua, 11; Pasco, 40; Piura, 39; Puno, 35; Tacs,,,
10. Total: 8.571. (Padrôn de las Comunidades Indigenas oficialmente reconocidas en la
Reps1blica, basta ci 3 t dc Abril dc 1958, pot departainentos. Anexo al Padrôn, a la Locha,
Diciembre 1960. Ministerio de Trabajo y Asuntos Indigenas. Dirccciôn Central de Asuntos
Indigenas.)
s s ~ — Wfl~
PERS MIXTO 191
sino los barrios, se mueven en sus miembros, en una emociôn comunita
ria, terrigena, inmemorial. Es que la comunidad ests asentada sobre la
base inconmovible de latierra y de la raza; del bien econômico y de
la tradici6n. As! han permanecido durante la Colonia, en defensa de
sus fueros y, sobre todo, de sus tierras adquiridas y confirmadas en
su disfrute y tenencia por los remensuradores, contra la codicia de los
encomenderos, corregidores y doctrineros, en la época virreinal; y en
la Repûblica contra la voracidad de los gamonales y tinteriilios, los
que, a sus expensas, formaron los actuales latifundios, tanto en la sie
rra como en la costa.
En estas comunidades se han perdido, es cicrto, algunos aspectos de
la vida colonial, como los gremios, que han dejado sôlo a los artesanos
de oficios libre. Pero, por su estructura juridica y funcional, son mes
tizas, as! como en b racial y cultural. Porque, ya tenemos dicho, con
tra toda prohibicién de la ley escrita, formando verdaderas colonias,
los espa5oles se introdujeron a los pueblos de los indios, desde los pri—
meros afios del siglo XVI y procrearon con las naturales, amestizando,
fuera de la sangre, sus costumbres con la introduccién de los elemen
tos culturales de occidente.
* *
V. Entre todas, la principal instituciôn que portaron los espaflo
les fué la Iglesia Catélica, ya que Espafia fué en Europa la campeona
dcl catolicismo. Bajo su sombra nacieron y se desarrollaron los paises
hispanoamericanos; en torno a dia giraron las actividades espirituales
y culturahes dcl hombre colonial. Siendo la universalizacién de la fe y
la conversién dc los indios, la principal finalidad de la conquista. Por
db, antes de que se plantara la picota de las ciudades o se trazara cl
ârea dcl nuevo poblado de indios, se ponia la Cruz. Si se quiere, los
actuaies pueblos, villas y ciudades dcl Perû, surgieron a la vida bajo
cl signo de la Cruz. De aqui que la Iglesia, la religién catélica, haya
sido la principal instituciôn oficial para la transformacién dcl senti
miento rehigioso dc los nativos.
Los curas de las doctrinas y de las encomicndas, los visitadorcs y
extirpadores de idohatrias, etc., emprendicron, desde los mismos dias
de la invasiân conquistadora, la m~s dura batalla para la amcstiza—
ciôn religiosa de la conciencia dcl indio. Elbos, en cl dcsempeflo dcl
~‘gobierno espirituai”, al irnponer cl culto catôlico, violenta o sagaz—
mente, destruyeron sus antiguos adoratorios o huacas, terniinaron con
las costumbrcs dc los sacrificios de animales que practicaban los indios.

‘~
192 EL CHOLO Y EL PflÛ
Por cl trabajo lento, continuo, de los eclesMstjcos, cl indio cambia
o se enriquecen las deidades de su arsenal panteisca. E! indio «se toma
catôlico”, al curioso decir de Victor Andrés Belaùnde, aunque no
comprenda su dogma. Diremos mejor, cl aborigen se habitùa al rito
catôlico. Lo que se manifiesta en la ocasiôn de las fiestas de sus Santos
Patrones, no exentas de la antigua pompa religiosa de los incas. Por
ejemplo, la celebraci6n dcl Corpus Christi, cl~sico en los pueblos de las
comunidades serranas, en que se entremezclan las ceremonias dcl rito ca—
télico con las dcl Inti-Raymi y les hace evocar los antiguos dias dcl 1m—
perio. Estas pompas, tan de boga hoy, nos hace pensar dcl originalisimo
catolicismo que profesan los indios. Pues, no sabemos si son actos de
arrepentimiento, de humildad, de devoci6n religiosa o de embriaguez
panteista. En chas, en las procesiones, las ‘m~genes de la Iglesia se con—
funden con las mojigangas, los rezos misticos con las canciones profa
lias dcl folklore; y no faltan en las fiestas las corridas de toros, la reco—
Ieccsén dc dinero y hasta las representaciones obscenas.
VI. A mûs de sus leycs, su ieligiôn, su idioma escrito —el caste—
Ihano—, su sistema de trabajo, cl régimen dc la propiedad privada, etc.;
los espai3oles impusicron a los indios, los nuevos cultivos e industrias, y
sus usos de vida y costumbres. Estas Mtimas, particularmente divuiga
das por los encomenderos, curas y demis funcionarios, fueron primero
asimiladas por los caciques y familiares y finalmente por la masa comi.~in
de los indios, en los que es caudal cl instinto de imitaciôn.
Espafia, pues, impuso, con sus hijos, e1 rigor dc sus costumbres, de
sus hiibitos sociales. Mejor, vinicron con cl conquistador, pacificador,
colonizador y funcionano, en las experiencias de sus vidas, en cl flujo
de sus sentimientos. Costumbres, que en su mayoria, pertenecian a las
clases media y popular de la Penjnsula, ya que cl grueso de gentes que
pasaron a América y al Peds, fueron hijosdaigo —clase intermedia en
tre las caballeros de alcurnia y los pecheros—, y labriegos y aventu—
reros, procedentes de las ciudades, pueblos y campos.
De todas estas costumbres, las religiosas son las que mâs se arraigan
en los indios, participando éstos, desde cl siglo XVI, en las ceremonias
de la Iglesia: matrimonios, bautizos, entierros, velaciones, compadraz
gos, procesiones y llmosnas. También dcsde aquel siglo practican las
profanas: juegos de bolas, naipes, dados, ajedrez; celcbran banquetes,
oycn bandos, corren chismes, imponen a su paladares cl sabor de las
W~%
PERIYMI3Œ0 193
viandas espafiolas, etc. ~ Puera de elle, los indios aprenden los oficios
manuales, que implantan les espaffoles y, agrupados en gremios, resul
tan: pintores, tejedores (confecciôn, bajo padrôn importado, de pafios,
alfombras), sangradores, vendedores, carpinteros, sileros, curtidores,
mûsicos (de instrumentos como el tambor, la flauta, la chirimia, cl
bajo, el ôrgano, ,el viol in, la guitarra, etc.), olleros (utensiios domés
ticos y vasijas de barre cocido y loza como plates, tinajas, etc.). Asi
mismo los indios sirven en las industrias derivadas de la cafla de azi~icar,
en la elaboraciôn de ceras, cueros, etc.
También los espafioles introdujeron y ensefiaron a los indios, cl cul
tivo dcl trigo, la cebada, el ajo, la cebolla, cl perejil; de diversos fru
tales y flores como cl naranjo. cl aliso, cl guinde, la rosa, el clavel, etc.;
la crianza dcl caballo, de la vaca, dcl carnero, dcl asno, de las aves de
corral como gallinas, gansos, pavos, palomas, cl cerdo, cl conejo y otros
animales ~
Particularmente cl espaflol transportô la multiple expresiôn de sus
sentimientos y genio en su folklore, formado éste por cl bloque de le
yendas, cuentos, sentencias, proverbios, juegos infantiles, adivinanzas,
chistes y demâs, que impuso, casi pedagôgicamente, al indio para efec
te de su conversién o catequizacién. O tales motivos fueron ganândolo
paulatinamente, con cl correr de ios dias, en cl contacte inevitable con
los espafioles. Entre estas muestras dcl viejo folklore medieval espaflol,
estân: cl cuento dcl pelado, cl dcl caldo de piedras, la mula dcl Cura,
cl aima perdida, cl ose y cl burro; las danzas de los diablos, las moji
gangas, les villancicos de navidad; cl carnaval, los juegos de cintas,
cl jalapato, las corridas de toros; las peleas de gallos, las retretas, los
bandos, etc.
Ya en cl siglo XVI, los indios practecaban las costumbres y las juegos de etiqucta por—
tados par las espa&les. particularmente et de las naipes, d,straian a las andias en tat minera
que hubo de legislarse sobre cita. Et tenar de uni Ordenanaa de Toteda, dire Ordenanza VI.
‘Que no jueguen naipes, ni dadas, y pena en ~ue sncurren las india,, y las que jugaren con
chas. Item: parque las ,ndsos han empezado a jugar juegas de naspes, que es causa de hacerse
arioso, y halgazanes y aizarse de une sus aficeas ... .Qrdena y manda que ningûn cacique, ni
prsncspal, ni ,ndsa particular jueguen juegas de naspes, ni dadas con ningunas personas”.
Memornil y ordena,,zas de don Fra,,c,sco Je Taledo, cit. r. 288
a Una real céduta de 17 de dscsembre de 1551, ardcna que las indsas criasen “ganada
mayar y menar”. ~.—. En las Ordenanza3 de Corregidores dada par Garcsa Hurtada de Mendoza,
se 1cc “XXXII. Item, ardena s las dschas corregsdares y a cada una de citas en sus dsscrstas,
cadi, una en parescular, ssmmbren trsga y ,naiz y demis camidas”. JOOCIIt. Item, ardeno y
manda que las dschos carregsdarcs campelen s cada snd,o de loi dc su dsstrito que tengan
dace gahisn,s o un gaik para cria?’. “Revssta de Archivas y Bibliotecas Nacionate,”. Afia
III. 1900 p. 270.
7 Et prafesar Juan Carrsza, en sus bien documentadas isbras, lia demastrada la paderasa
 w? w
194 Xi CI-lOLO Y Xi PLRCJ
E! propio Guaman Poma, tan profundamente racista y antiespa6o-
lista, nos habla de los mencionados oficios desempeflados por indios,
y de las costumbres espar3olas asimiladas por ellos ya en cl siglo XVI.
“Indios de este reino, como espa5oles de Castilla saben y aprenden
todos los oficios, artificios, beneficios; son grandes cantores y mii
. . .
sicos de canto de érgano y Ilam, y de vihuela y de flauta, chirimia,
trompeta, corneta y vihuela de arca. y como escribanos de Cabildo
. .;
y pi~bhco. y teniente y Corregidor, alcalde mayor, alcalde de ordina
. .
rio y alcalde de la Santa Hermandad, alguacil mayor y menor, regidor
y cantor mayor y menor; y sabe tirar con una escopeta y sabe jugar
con armas como espadas y montante, partesana; juega con todos los
juegos como espafiol, y es gran jinete y domador y jugador de toros.
Saben latin y romance. Si los aprueban se ordenarian de sacerdotes de la
Santa Madre Iglesia. Los indios de este reino son grandes maestros
. .
de artiftcios, oficiales, pintores, talladores, escultores, doradores, esto—
fadores, bordadores, sastres, zapateros, carpinteros, canteros, albafiiles,
herradores, laerreros y silleros; plateros, olleros,’tejedores, labradores, po—
dadores y arrieros y rescatadores, mercachifles, tejedores de obrajes
y otros oficios que saben los dichos espafloles y que viéndolos luego b
aprenden sin enscaiarles Las dichas indias de estos reinos devotas
. . .
cristianas entran a los conventos de monjas, saben leer, escribir, y
mûsica, costura, saben lavar, coser tanto como espaflolas ladinas,
y hacen puntas, lavanderia limpia, panaderas, cocineras, despenseras
y demils oficios; todo b que saben las espafiolas b saben ellas los . .
dichos indios cristianos de habilidad tienen cargos de la Iglesia, fiscal
mayor y menor, como cantores a falta y ausencia de los dichos padres
entierran a los difuntos con su letania y oraciones y responsos; las vispe—
ras b dicen con mûsica cantada “
Con cl transcurso dcl tiempo, al coexistir las costurnbres espai3olas
snflucncia espaflola en loi cinrires, pros erbios, refranes etc liansados intiios pot muchos
estudiosos de nuostro continente — Tamb,tn GusrAvo .AooL, o OToto, en su iibro La titis
Souci! ciel Culoititije, ha estudiado, la colons,acson de Jas costumbres espaflolas en loi ai3os dtl
Virreinato 1 que osto e,cr,bc, In csbozado ii influencia espaflola en cl cantar popular snob
gena LI qento esj,.sflol en nos alto ca,,lar jsopsslar ‘‘Li Comercio”, Lima, i~ de Enero de 1944
As,nassmo, cl escriror peruano Dionisio Rodolfo Bernai muestra la influencia liispana en un
genero de tonada popular la nsulifl
Nitre cronica ~ butte gobserno Vs 822, 824 — Esta fonda de Guaman I’onn, Ii
respalda cl Cronisti Anunsmo —1615— cuando csersbe “Demas de loi sndsos dcl cereado
~ivess en la csudad —Lima—-— onros muchas, loi mas de choc son ofsesales castres, zapateros
y p1aeeros y ocros oficios, porque deprenden facilmenne cualquser ofscso San buenos tiers
banos muchas cocu ~ien eu siquier ,nserumtnro y ssr~ en para msisicos en sus sglesns’
Dru r,ftr,on titi z tri ‘055/0 tir I ‘‘t’a p 40
PERÛ MIXTO 195
y las indias, se entremexcian, y en esta amalgamacién se muestran en cl
Perfl actual, formando cl patrimonio mestizo, tradicional y auténtica
mente peruano. (Expresiôn dcl “alma netamente india”, al decir dcl
turista ingenuo, del siempre apresurado periodista odel vulgo ignorante.)
Pero en un ligero anâlisis de sus componentes, sabtan los abundantes
ingredientes espafioles por un minimun de indios. Es que Espafla con
quistô culturalmente al indio y éste, a su vez, por reaccién, indianizé
b espaflol, resultando b mestizo-cholo.
La presencia de Espafia se observa nitida en multiples formas: en
cl estilo arquitectônico de nuestros pueblos, como en sus costumbres
y en las diversas expresiones de su mima. Los pueblos de indios, en su
panorama, en su aspecto general, corresponden a los pueblos castella
nos, a una Espafia peculiar, empequefiecida por cl frio del tiempo.
Pueblos con iglesias, torres, campanas, arcos, plazas y calles trazadas
simétricamente; casas con patios, puertas y ventanas. Paisajes con ru—
mores de irboies y perfurnes de flores de Espafia, y animados con ejem—
plares de la fauna de Castilla y de otras tierras ailende los mares.
E! aporte cubtural de Espafia esl~ mis latente, supervive hoy mis
safiudamente, en las manifestaciones dcl arte y de la industria dcl in
dio. Verbigracia, los tejidos que realizan en telares, los estampados
o repujados en cuero, ios trabajos de plateria, etc. “Artes lucrativas”
popularizadas ayer por bos espafioles en los obrajes, o en bos talleres re
gentados por bos frailes de los monasterios. En todo db, desde la Co
lonia, ha obrado cl indio: primero asimilândolo, luego peculiarizindolo
.
a su genio, por cl proceso de la ley sociolôgica. Por eso, en nuestros dias,
se hallan ya adaptados a su mentalidad, informados de su medio, estmn
ya amestizados.
La misma indurnentaria dcl indio comenzô lcntamente a cambiar,
amestizindose y haciendo exciamar a Guamân Poma: ‘the visto.
media provincia hecho yanaconas y bellacos indios que traen camise
tas
. . Media provincia de indias traen faldellines, mangas, botines
.
y camisas” ~.
Los actuales vestidos d~ los mis auténticos indios que habitaban cl
Per~z, desde Cajamarca a Puno, tienen origen espaflol, proceden de Es
pafla. Son bos trajes populares, de los labradores de ba Peninsula, o los
usados por la sociedad o clase dominante espafiola de aquellos afios dcl
siglo XVI al XIX. Porque en cada repartimiento, pese a una ordenanza
de Toledo que prohibia a bos naturales mudar ~sus vestidos tipicos,
bos encomenderos y doctrineros, alegando cl mandato de los Concilios
Noria crônica y Intro gobirrt’o. 1’. 8115.
panw~nn~’ ~ ~
196 fi CHOLO Y Et PERÙ

para que se tecubran camo los cristianos”, eligieran para las indics los
vestidas que se Ilevaban en sus solares de Espa5a: Castilla, Extremadu—
ra, Galicia, Andalucia. “O fueron adaptados por los propias naturales,
por instinta de imitaciôn, u obligados par los encomenderos y corregi
dores, que tuvieran un grueso renglôn en la venta de ropas de Castila”,
particularmente de los ttpasados de moda”. Asi se pxplica la variedad de
trajes coloniales que pueden observarse hoy entre los indigenas. Aunque,
clara cst~, tales trajes estân modificados par cl ingenia dcl abarigen o,
mejor adaptadas a las exigencias climkicas de la economia y dcl trabajo.
El mantén, cl jubôn, la pallera, la montera que usa la india y
la casaca, cl pantalôn can huche, cl chaleco, el sombrera de copa o alas,
la ojata, la bufanda, cl gorra, cl birrete a cinillo dcl actual indio pe
ruano son prendas espafialas de pasados siglas. (‘tLos trajes femeninos,
presillados y acuchillados, cran dcl usa de las damas dcl sigla XVII.
El garra y la bufanda, de las caballeros dcl sigla XVI. La bufanda
es una versién de lana dc la escarcela, las ajatas —que las indios lIa
man ushuta— una traducciôn vern~cula de las sandalias; y hasta cl
mismo hualqul —bolsôn imprescindible para la guarda de la coca dcl
indio— es una imitacién dcl marraI de caza espaflol ~ ya que, baja las

10 ~Qut vestidns usaban las indias y las indias cuando arribaran las espafloles? Las mu~ 0
jtres Ilevaban cl chuinta, pieza cuadrada con la que se cnvolv~an cl ~‘,entrc y la cintura 00mo z
o.
dos ce6,das,fajas, uns aaya o refaja Ilamada acsu (quechua) o srco (aymarl) y la llsclla o action,
que cra 00mo una manta que se prendia con espetanes o lufrus (aymad) . Sobre h cabeza
poniense una mantelline liamada pasupacuna o Euflaca (quechua) o antis staca~a (aymari) u
Usaban tambsén mantas o ~acollas o chilpis y unos capuces o capasayos, que les cubr,an de la -c
u
garganta s los pies. Las trajes de los hombres, que cran. suça (quechua) y la ccahna (aymar&) u,
ospecie de camiseta, mantelete o sotan,lla de dos varas de largo, con una abertura por cl centro
o
para sacar la cabeza (de ests prenda, dcspucs de le Canquista, nacié cl poncho, cl que no es,
pues, una prenda ancaica, 5mo mestiza) , una manta o caps: flacolla (quechua) o llacola (ayma—
ra) la que se ponian sobre los hombros, la huaaa (quechua) o yrcara (aymar&) faja de
lienza de una tercia de ancho, espccie de pafieres franc,scanos o zara~uelles cortos Tanto
las mujeres 00mo las Isombres, llevaban su cucurucho o fasiRa (con armazôn de ichu) llamado z
C
chssco; y los pillas, hantas, huaracas y hsznchas Los vestidos de las costeEas y serranos yun. O
gas y jalcas, se diferenciaban par la forma 00mo par la materaa con que esraban elaborados; z
asi cama cran d,fcrcnrcs las dcl Inca, la nobleaa, sacerdares, funcionarios ampersales, cuya -v
lujo y canfeccianes causaban asombro Generalmenre llani&base itaco al traje real; y flatta
• la prenda dc la mujer, tcjida de colores. Y a las relas se denamsnaban chutes. Et chimpi..
essieu hallado en Pachacamac, por Marcos Jimcnez dc la Espada. (V. Trajes.) “Revasta Inca”,
Vol I. N9 4, Ocrubre.d,c,embre, 1923. P. 916 l.ste es h vescimenta que dcscribcn case radas
los croniatas, particularmente Guaman Poma dc .Ayala. — En 1570, Taledo, par sus Ordenanzas
para las and,as, manda que csras ,cubriesen sus desnudeces, y las concilias acardaran que los
“andios e and,as se vistan par honcstsdad y pudor cristianas”. CarIas I, por real cedula de 10 de ju—
ho de 1552 y Felipe III, por la de 10 de ocrubre dc 1618, mandaran que los indias “assden vestidas
para m&s lioncst,dad y decencia dc sus pcrsonas”. Reeojsilacséu dc tas leyes de bas Renias de las
tndsas Cir Libr VI Tir I Ley XXI — He aqui cl actual “vestida andio” dcscriro par un
 ç PERÛMIEtO 1Y7 ~‘
s /

«e mcas, Ios indios no podian usar las hojas de la coca destinadas a la no-.
bleza imperiai.)
Pero los conquistadores no sôlo trajeron consigo sus elementos de
culturizacién. A la par que ellos portaron sus vicios, la delincuencia
en algunas de sus variantes.. Mejor dicho, la implantacién de las nuevas
costumbres provocé la corrupciôn de las incaicas o, al revés, las cos—
tumbres espafiolas se corrompieron por el influjo del medio y de la raza
que las habla adoptado. De aqui, del implacable apetito dcl sexo, y de la
miseria, nacié la prostitucién y optaron los indios el servinacuy, que es
la modalidad de la barragania implantada por los espa5oles y que, imi

escritOr extranjero. — Vestidos y Adornos. Indumentaria en ci ville de Jauja. — Las mujeres

sassa un cotén o gab~n azul negro, de jerga de lana; muchas de chas se hacen una falda ancha y
plegada, dcl mismo material, sujet~ndose la manta a la cintura con fajas bordadas; la blusa es de
la misma tela, con busco y mangas. Sobre los hombros usan todas sana manta cuadrada .. Ésta es
la Wclla. Encima de la lucha llevan, pot b comûn, sana manta mh delgada, que se anudan al
pecho y les hace por la espalda una especie de capud~6n que les sirve para cargar. Las mujeres
de algunas parcialidades se cubren cl antebrazo con sanas manguillas primorosamente tejidas
o bordadas que se sujetan con cordones a los hombros o n la manga dcl vestido. Todas
usan sombrero de fieltro bombeado, bajo, de falda convexa hacia arriba. .. Los liom
bres portan pantaldn de jerga tejida en casa y camisa de calicot, A la cintura Ilevan una
faja tejida, semejante a la de las mujeres. El sombrero es también igual al de chIas.
Algunos ~iombres andan calzados con una sandalia delgada, de cuero. Muchos varones,
sobre u,do los mis ancianos, usan chaleco de jerga, exactanlente igual al traje europso. —
li cisisisel l,sc,sic.s cli’ Al,.-/s,,fsn-/su. ( l&ssiisss.) (ssscss. Veslis(os jaor cl Dalle dc Hua,,fa. Los hombres usan cl pantalôn y la camisa vulgates.
Algunos portan también chalecos o chaqueta; los mis calzan los pies con uns especie de
huarache que se llama ojo!ss o s,,hnta, o bien una pantufla Isecha de cuero cuyos bordes
voltean, a la suela dcl pie, que se Ilama seccoy . Mucisos hombres usan toscas medias de
lana . . Las mujeres usan sana blusa de monillo que compran ya hecha, pot regla general;
la enagua o centro es de jerga, muy ancha y plegada, Ilega Isasta los pies; Ilevan sobre
loi hombros, invariablemente, la ficha de color; muchas van calzadas con zapatos de suds
y cuero , Tanto los laombres como las mujeres Ilevan la cabcza cubierta con un sombrero
de fieltro de color oscuro. — 7rajes en ci departasncs;io dci Cusco, La indumesstaria de los
indigenas por aqui es mucho mis tipica y, exôtica que en las otras regiones dcl Pers~. Las
variaciones locales son notables, Se puede decir que en cada pueblo tiesse su traje peculiar.
Las mujeres Ilevan enaguas de jerga, largas y plegadas, sujetas a la cintura pot vistosos cintos
bordados. La blusa es una especie de corpi~o de terciopelo, con niangas anclsas y plegadas
que rematan en un pu5o ajustado. El corpi~o va adornado con cintas, avalorios y cuentas;
veces es de colores brillantes. Lo mis Ilamativo dcl traje de estas sssujeres es cl sombrero
o “montera”, redondo y grande, de copa suave, de terciopelo y con aletones dcl mismo
material a cada lado, cayendo pot las orejas. Todo va rica y bizarrasnente decorado con galo
nes y avalorios . . ., La indumentaria dcl hombre se caracteriza por cl poncho, sarape cu,
drado que se ponen sobre los hombros a la manera de cotsin y Ilega hasts mis abajo de la cm
tura - . . Debajo dcl poncho usa e1 indigena sana camisa de jerga o de manta. £1 pantalén es
de jerga de lana un poco ajustado y hlega apenas basta abajo de la rodilla. Los sombreros
son semejantes a los de las, Mujeres. Mor~ûs SAnNS: Sobre ri isnhio ~rruaflO y su iucor~ora—
ciân ai iucdio nacional. Ps. 96-102.

L’.s.s csllt sic Islcl.sci Çss,sl sel.s pur sspsruslc~, in lcss Àsssics Csiaiu~srcj
 r ~‘
tado pot los nativos, pervive boy como una costumbre, como un modo
peculiar de su moral y de su mentalidad ~
De esta vida erôtica dcl espai~ol, de las uniones ilicitas, prohibidas
pot la ley y malditas pot la Iglesia, aunque tcôricamente, nacian los
mestizos inadaptados a la sociedad; los que, en compafila de los negros
y zambos, formaban en las bandas que asaltaban en los caminos, como
bandoleros 12 Y los propios indios, como asevera Guaman Poma, apren
dieron de los espafioles a saltear; nombr~ndose1es pomarangra.
~1 En este libro Segunda Parte LI marco dc la historia Cwt 11 .Arra,go y caracceris—
ucas dcl mestisaje
12 De la delincuencia en cl ~Per6, de aquellos tiempos, noriciaba cl Varrey Garcaa Hur—
tado dc Mendoza “Como de este reyno y a cl vienen tan dc ordsnar,o genre de Espafia y laay
tanros mulatos, isegros yambalugos y mestazos son muchas los delincuentes homacsdas ladrones
y pot la rierra tan lirgi y diatintas provincias de otras no se puede remediar ns castigar las
delstos cosuo convendrsa “ Carra dcl Vsrrey D Garda de Mendoza a S. M. sobre macersas
tocantes al gobses’no temporal. Las Reyes, 26 Diciembre 1590. Gobernantes titi Perd Cartas
y Pipeles Siglo XVI II patte P 1 68
A ‘~‘~\ ~W S A ~
CAPITULO TE
EL PERÙ PAfS, PUEBLO MESTIZO, CHOLO
1. Perd: tais cholo; no indio. No existe •~f0 huila puro”. — II, £1 butin no es habitante
mayoritaria dcl Perd. Su a,nestizaci6rr for la escuela, la religidu, cl castellano, ‘(os caminos. —
11f. Ekgia ciel Tahuantinruyo.
I. El P~ri~ es un pueblo choie. O con la frase de S~enz: ‘°E1 Perû es
ya, en muchos sentidos, un, pais de choios”.
Si étnicamente existe mezcla cosmopoiita, —porque ning~mn pue-
bIo de América como ei Peri~t fusiona, en sus hijos, la sangre de todas
las razas de la tierra— el mestize indo-espaflol o indo-blanco y sus
descendientes, forman cl m~s ancho rengl6n dem6geno. Asi como su
distribucién geogr~fica es mIls compacta y uniforme en Ios Altos Andes,
que en los suelos del litoral maritimo. De aqui, que en un recuento de ci
fras, el indio constituya no la mayoria nacional, 5mo uno de los gru
pos mayoritarios de nuestra pobiaciôn ~,
1 Conforme al Censo de 2 do ,Julio de 1961, la poblacién dcl Perû asciende a j 0’j 63.000
habitantes, 5m induit a lot omisos y poblacidn selv~tica. En 1950 se calculaba 8’492.873
habitantes. BI Censo de 9 de junio de 1940, dié un total dc 7’023.1 11 habitantes y
la poblacidn peruana, scgt~n la “raza” se distribuia asi: 3’283.360 blancos y mesti
zos (52.89 %) 2’847.196 indios ~(45.86 %) 29.054 negros (0.47 %) 41.945 asiSti—
cas (0.86 %). Estas cifras totalizan 6’207.967 (registrado por cl Ccnso). La oficina dcl Censo
agrega 465.144 habitante, omitidos por deficiencia dc cmpadronamiento y calcula en 350 mil ha
bitantes de la selva. 311 Censo dc 1940 no distingue la proporcién dc blancos y de mestizos,
par razones politicas, para no ‘‘sublevar a las cholos e indios” y pregonar su derecho a gober—
nar. Seg~n EMILIO Roa,cnRo, cl Censo dc 1940 arroj6 262.631 blancos. (Geogrdfia ciel Paci
fico Sudd,ncricc,so. 1’. sI.) Referente al volumen de blancos, debemos toner en cuenta que
en cl Censo dc 1940, se declararon blan cas las n~estizos de la costa, que comûninente se lIa—
man asi. Aplicando este ,juicio, es menor a~n et porcentaje calculado. Y de Ios 3 ‘283.360,
anot,dos por las citados c~IcuIos, los snescizos acaso si cataban pot encima de las 3 inillones.
La Ilamada “raza blanca” es, desde tiempo atris, una minoria national. En cl Censo dc 1876
se calculô la poblaci6n dcl Persi en 2’699A06 habitantes. De cHas: blancos 371.195 (13.8 %)
indios 1554.678 (57.6 %) negros 52.585 (1.95 %),cholos y ra,nbos 669.457 (24.8 %)
amarillos 51.186 (1.8 %). De estas cifras consignadas vemos, pues, con verdad fria —Cen—
W9” 4444 4 44 444>444 r41\ ~~444~44>44444V 44 / 44 4 444fl44 >44»~44>44>

CAPtTULO I

UNA «CIENCIA” DISCRIMINATIVA

I. LI crilerso de la supersorsdad de la rasa 4lanca e ,nfersorsdad de la mua. Sus glosadores
en Ainérica y ci PeriL — II. RI sueslizo. monstruo hibredo y degenerado. Ri auge de cita idea
en la Colonga. RI apotegina: chohbelis nuncan bonun. In. La tFciencia!i de loi enciciopedis
tas y la i,sfersorsa’ad lei bombre arneracana. La troria dci Coude de Gobineau y sus segin
dores. Su influencte en America y ci Perû. — IV. La xaferiorsdad lei inestizo creada con
fines de do,nsnac,dn polliica y exjslotacsôn econônuca. (RI temnor de la Corona espafiola a loi
mestizos y su poluisca para con ellos). LI concepto legal dci inesiizo y las castas sociales.

L Algunos pueblos de la antigisedad, tuvieron la idea de la supe

rioridad de su raza’. Los hebreos fundaban esta superioridad sobre
bases teolôgicas, al juzgarse “pueblo elegido por Jehovâ”. Ariscô
teles, en su famosa ttPoljtica~), atribula innata inferioridad a los bâr—
baros, los que debi an ser esclavos y obedecer a los Griegos, que, como
hombres superiores, tenian el atributo de mandar. Después de los Ro
manos, que fundaban su superioridad racial en su poder politico y

1 Rasa es una palabra muy antegua, de origen arameo, y su etimologia no tiene relacsôn
con et color de la piel. Al contrario, 1en la antiguedad se le daba un conten,do biolôgico en
referencia con las zonas de vida. Pué después que loi grupos étnicos occidentales, dieron me—
diante dia mayor valor al aspecto extereor. Veamos, ahora, cu&l era cl concepto racial dc
loi Incas dcl Peru. Copiemos, al respecto, b que ha escrito un investigador “En et Impereo
de loi Incas cxiitea un criterio de1 clasificacion de los laombres, en intima venculacion con la
naturaleza y cl clima. La orientacion racial y polatica de loi incas se basaba en cl conoce—
niaento de la enfluencia que aobre la vida humana qercen las regiones de temperatura seme—
jante cratcreo que reiteraron en mûltiples ocasiones, Ilegando a divedir loi pueblos de su
vasto Imperao donde no habla diferencias de color en yungas, quechuas y kollas Loi yun
gai cran loi habitantes de regiôn calida, ya sea en la costa dcl Pacifico o en li baja cuenca
amazônica Loi quechuas o chaufss-;sengas, de chaiqu mitad, antermedio, poblaban los tem
plados valles anterandenos (quechua o quichua quiere decir tierra templada) Los kollas
habitaban la fris planicie dcl Titicaca y partes frias de Argentina y Chue . A cada grupo
se le reconocua costumbres partuculares . . . Sus cualudades fisicas y mentales cran advertidas
y aun utiluzadas, aie, a bus kollaa se tes tenta por “corpulentos, barbaros, temcrarios y gue—
rreros”. Loi yungas, que habian tenedo una etapa de florecimiento en la costa, cran poco
aguerridos, voluptuosos “gente regalada y de poco trabajo”. Su astucia y mafia y cl cono
c,m,ento de bas debsladades e anclinaciones hunianas, sirvioles en su lucha contra loi incas
 2 . I
cultural, este criterio fué mantenido en los pueblos dcl none de Europa,
favorecidos pot su prosperidad econémica y evoluci6n social.
En aquellos lejanos tiempos, no sélo se sostenia la existencia de
razas superiores e inferiores, 5mo la prioridad de la blanca sobre las
otras que habitaban “a uno y otro lado dcl Ecuador y bajo los polos”.
Descubierta América, la raza india era tenida coma ruda, bfrbara
y fiera. Razén por la que cl conquistador sajôn la eliminara con la
carabina en su papel de “civilizador”, y el hispano la sometiera a cruel
esclavitud,
Precisamente pot este inhumano trato, a los pocos aflos de la hG
zaûa de Colén, se suscité en Espaûa, por teélogos y juristas, e1 debate
sobre si cl india americano era o no set racional y, por tanto, capaz
de libertad. Debate que se agudizé con la implantacién dcl régimen de
las encomiendas o reparto de indios y el trabajo forzado a que se le
sometia y que culminé con la dacién de las Nuevas Leyes dc 1542,
las que consideraban a los 1aborigenes como a seres racionales y merece
dores de un tratamiento humano.
En la polémica que precedié a la~promulgaci6n de estas célebres
leyes y las mismas que provocaron, en cl Virreinato Peruano, la san 3lùsicss ndigcnas en u,, poblaslo dc l,,s Andcs.
grienta rebeliôn de Gonzalo Pizarro, se bifurcaron las opiniones en
bandos contrarios. “Negaron sus cualidades de ravin, voluntad y ca
pacidad politicas”, Fray Fernando d1~ Mesa, Fray Juan Quevedo, Fray
Tomas Dur~n, John Maior —cl célebre profesor de la Universidad dc
Paris— y Ginés de Sepélveda. En tanto defendieron a los indios: Pa
lacios Rubios, Fray Antonia de Cérdova, Fray Bartolomé de las Casas,
que escribiera “Historia Apologética de las Indias”, destinadas a com—
batir cl antiindjanismo.
Sepélveda csgrimié cl t5derecho de hacerles la guerra”, basado en
que los indios cran “gentes bârbaras e inhumanas, agenas a la vida
civil y a las costumbres pacificas”, y que estaban obligados, conforme
a la doctrina escoHstica, a ser gobernados por los de ingenio m~is elegante

que cran quechuas . . . Los incas observaron que estos pucblos c&lidos adoiccian dc dcgenera
ciôn aexual, prcsent&nclosc frecucntes casos sIc sodomia. M conocimiento de las regiones isa
térmicas, que cnmarcan y limitan la habitabilidad de las pueblos, era eficientemenre aplicado
por los incas. “Pueblos dc regiones dlidas cran tsasladados para establecerlos en comarcas de
temple semcjante pero carences dc poblacién; en cambio grupos sospcchoso~ dcl altiplano o que
sospechaban no cran leales. . . se les cacaba de sus comarcas envi~ndolos s regiones c~lidas
para que se debiliten y se extinguieran”. (Es curioso observar que las “divisiones ecolàgicas
concebidas par las incas, as~n persisten” en las regioncs dc las Andes, o sierra, y es la m&s
caracteristica dcl idioma quechua), M. M. VALsE: Observaçjoneç Sobre Geografia. Gcografia
Ecolôgica dcl Hombre. La influencia dcl clima en la historia. P. 141, 142, 143. Mûçicoçmcssiynç e,, ma fiesta canspest rede lis mIsas sierras amsdinas.
 tL MESTIZO Y LA ANnOPOLOGIA 233
cuales eran los çspaûoles 2, Por su parte, Francisco de Vitoria, cl fun-.
dador dcl Derecho Internacional, afirmaba que ‘~&rn bârbaros, distan
do poco de las dementes, por b tanto, parecen no aptos para forznar
o adniinistrar una repûblica legitima. carecen de ciencias y artes”3.
.

El mismo de Las Casas, sin quererlo, en defensa de su causa, sostuvo

la debilidad org~nica del indio para los rudos trabajos a los que les
sometian los espafioles; idea de la que se valieron, m~s tarde, los que
afirmaron la degeneracién de la raza americana ¶
& En América, dos sostenedores de la inferioridad dcl indio fueron
frayles y laicos espai~oles. Tuvieron tal idea, aùn contradiciendo cl cri
terjo ecléctico—humanitario de la Corona, entre otros, los dominicos
que habi an actuado en~las Antillas: Tomas Ortiz —1525— y Domin
go de Betanzos —1529-38--—; quienes, imbuidos de la concepciôn de
Santo Tomâs sobre cl ser liumano, les negaron a los indios los atribu
tos dcl racional. “Nunca criô Dios mâs cosida gente en vicios y bes
tialidades, 5m mistura de bondad o policia” escribia el primero; y el
segundo afirmaba que bos indios cran “bestias” ~.

En el Perû, entre los primeros, que en cl siglo XVI, mantuvieron,

aunque con ambigfledad, la “degeneraciôn y corrupciôn de los indios”,
se seflalan a los cronistas Pedro Cieza de Leôn y Sarmiento de Gamboa.
En ios siglos XVII y XVIII descuellan José de Acosta, Lôpez de Ve
lasco, Hipôlito Ruiz y otros.
* ‘5’ *

IL De este concepto de la inferioridad de! indio, se derivé la curio

sa apreciaciôn dcl mestizo indo-espa5ol o cholo.
Los incipientes conocimientos de la Antropologia de entonces, si
guiendo la corriente clâsica alirnentada por la intuiciôn y cl prejuicio,
afirmaban que cl cruce de una raza con otra trala su degeneraciôn psi
quica y corporal. Nombrândose mestizo e hibrido al producto de la
D mezcla ~
2 SrLvro ZAvALA: La, instits,co,,es J,tridkas en la Conquista tic Ainérica. P. 73.
L) ~ Z~va.~: Libr. Cil. 1’. 79.
~ ANTONaLLo GERBa: Viejas Polénzicas Sobre et Nue-vo Mundo. P. 46. En este igil libro
dcl eseritor iraliano, ~,dieado un tiempo entre nosotros, est~n contenidos, con abundante biblio
grafia, los viejos conceptos sobre cl indio amcricano: infcrioridad, bestialidad, salvajismo, etc.
5 ZAva,.: Libr. cii. 2. 47.
~ Etimolôgicamente, meslizo proviene dcl verbo latino Iniscere, que quiere decir mez—
clar. Hibrido parecc derivar, de la palabra griega: abros, que significa injuria. Porque se supo—
nia que cl hibrido era una ofensa a la naturaleza, un producro antinatural. En estoc tiempos,
para fines de estudio, antropolôgicamente ll~mase hibrido al producro de la mezcla de dos
tipos térmicos muy diferenres; y ,,,eslilro al producro de dos tipos liumanos, que, al niargen

4
234 EL CHOLO Y E!. PERJ3
La Corana espaflala —por su politica catélico-humanitaria— nun-.
ca mantuva esta tesis; pese al fervor de sus partidarias extraoficiales e
interesados. Parque, histéricamente, el hombre espafiol era producto
de mezclas y de aqul su falta de prejuicio racial. Par cl contrario,
coma ya dijimos, Espafla, como ningi~n atro pueblo de la tierra, pro
piciô, estatalmente, cl xnestizaje, al recomendar primero e imponer des
pués el matrimonio de espaflales con indias.
Empero, se consideré al mestiza inda-hispano coma un moizstrua
hibridc. y degen crado.
El padre Jasé de Acosta decia que las mestizos eran de tCcostum_
bres paco arregladas par los resabias que les quedan de haber mamado
leche mua”, y que ~‘la mayor parte de éstas impiden m4âs con sus ca
rrompidas costumbres” Las Virreyes Taledo, Garda Hurtada de
~.
Mendoza, cl Marqués de Montesclaros y el Marqués de Guiriar, hablan
de las nialas castumbres y corrupcién de las mestizos, asi coma de sus
bajas instintas. Entre las escritares, Lôpez de Velasca afirmaba, en
1570, que aunque Cebien dispuestas, £giles y dc buenas fuerzas, e indus-
trias y mafia para cualquier casa, pero mal inclinadas a la virtud, y
par la mayor parte muy dadas a vicias” Juan de Solérzana Pereira
estampé en su “Palitica Indiana” cl siguiente juicia: Lilas mâs salen
de viciosas, y depravadas castumbres, y son las que mâs da5as, y ve
jaciones suelen hacer a las mismas indias, cama la anota cl mismo P.
Fray Jasé Acosta” ~
Tan Ilegé al auge la idea de que cl mestizo era un ser inferior,
monstrua moral, raza h! biida y degenerada, que, para calificarla nacié
cl apatcgma en jerga latina: chai!buis nuncan bonun et si boitun nun—
can perfectiun, perquc chol!biiis e sein ter, sem~er choilbilis”. La que
de las colores epids.rmicoi, paseen caricteristicas adaptativis anâlogas pur pertenecer a zonas
rermicas iguales, o dc equivalentes ecologacos . “Par otra parte, con cl mestizaje pueden
perderse los rasgos regionales, pero canservan lis caricteristicai vitales dc adapracson; en Casai—
bio, cl la,bridismo praàuce una proie que lia menguada la ad iptacién asotermica”. (M. M
VALLE, bbr. cd 1’ 73).
T Jot or Acos r~ Dc Psocnranjs, Iviliornm Salitic Libr 1V Pi 117, 118 (abras dcl
Padre Josi. de Acosti de la Compi~i de Jesus ) rstudio preliminar y edicion dcl P Fca
Miteos de la misma Compi~ia Atlas Madrid 19 84.
B LaN 7 0E VLs.Asco Ocograf ra Dc,cr,jscron Unrvcr,al de tas lotiras. P 43. No solo
las mesuras, tambis.n loi criollos caiin en ci scido juicio de las intelectuales de entonces. Fray
Juan de li Puente, atribun loi males de las, criollos, “a la constelacién de la tierra, la cuit
juzga 5cr mejor para criar erbas y metales que laombres de provecho, pues ai~n degeneran
luego los que proceden de loi de Espafia” ctd por Rasenblat “La poblaciân l,zdtgcna y et
Meahraje en Amér,ca”. P. 14!. T. 11.
~ JUAN Di. Sos.oltzANo PLaiRA PoI,tica Inchana Capt 3DCX. P. 446.
54 44 s> ,_~
E!. MESTIZO Y LA ANTItOPOLOGIA
quiere decir: “el cholo nunca es buena, y si es buena nunca es perfecto,
parque el chala es siempre chala”.
* * 55
III. El cancepta de la infcrioridad dcl mestizc., vina mantenién
dase en tada la épata colonial y se repite aûn boy, tanto par gentes
ilustradas cama par cl vulga, excluyéndasele, sistemfticamente, de
ciertas situacianes sociales, ecanémicas y politicas.
En cl siglo XVIII este aprioristica juicio se convirtié en una “ver
dad cientifica”, cama cansecuendia de afirmarse par filésafos y enci
clapedistas la “degeneracién e inferioridad de las especies animales y del
hambre en América”. O, mejor dicho, la tesis de la degeneracién de! mes—
tizo ha ida mudândose de rapaje a través de los tiempos, segûn las fun
damentos de la ciencia o de los sistemas fiaséficas sobre el india y la
naturaleza americanos, desde las ideas del Abate Carnelio de Pauw a
De Maistre. Aunque estas juicios fueran impugnados par las escrita
res de Europa y América ~
10 isuffon, en cl siglo XVIII, tué e1 iniciador de la teoria de la “debilidad e inmaturez”
dcl continente amerseano. Sostenia, cli famo,0 Lilésafo, la inferaorsdad dc la (auna de Amé—
rsca comparada con la de Europa, Ana y Àfrsca, y la decadencia de los animales domésticos,
traidos par los conqusstadores espafloles. Se Lundaba en que, la naruraleza amerscana es
hostit al desarrollo por la humedad dcl anabiente. Este criterso le Ilevé a la conclusion de ta
“juventud de América” y a calificar a las arnericanos como “hombres nuevos”. De 33uffon
nacié la corriente de los “sluminiitas”, loi que, con Hume, sostenian que las «nacione, que
vaven en lus circulas palares o las trépscos son mferiores al resto de lus hombres”. Tesis
que siguieron Montesquseu, Voltaire y discipulos; loi que calificaban a Améreca de conti
nente “impuber” y a lus americanos, de “decrépitos”. Et Abate cornelso de Pinta, par 1768,
Ilevé cita concepciôn a su extrema, afirmando que et hombre americano era un ser inferior,
parque no vsvsa en socsedad. ,Enfrent~ndose n este crsterso, Buffon modificé su antigua tesis
de “América inmatura” par et “amerscano Luette y hermoso’, consentada por Nuix y otros.
(Las extremismos de Pausa provocaron la réplica de las hombres de ciencia, tanto de Europa
coma de América; aiendo rebatido por las padres Bensto Jerônimo Feijoa autor de Esj’aioles
Mncr,canos, Juan IGNAcso MoLiNs que escrsbsô Cana jscndio de ta Historia Gcogrdf,ca, Naturel
y Civil dcl Renia de Chue (1776-78), ~aANcisco SAvuRio CLAv50ER0 que publico Historia
Antugua Je México. Y, mis tarde, par los peruanas Juan Manuel Davalas e Hipolito Uninue.
A consecuencia de cita polémica se renové la tesis de Pauw, con Robertson (1777), quc sas-
«nia la “antancia de tos Americanos’; considerando a los indias coma a ni~as, fisecamente
debiles y moralmenre Isolgazanes, Enta adea tué deiechada o modifecada mejor, par las ra—
minticoa que pretendieron dar a la Amérsca una endependencea edeal de Europa. Ilamândola
“munda infante”, y con Bernardino de Saint Pierre, que veia en Europa la virilidad, en Asea
la vejez, en Âfraca la juventud y en América la, anfancia (1796). A su ver, citas adeas y
autores fueran refutados par Baston (1766—1 SIS) y Alejandro de Humboldt (1816-23),
quienes rechazaron rodas las canclusianes de en seudociencsa de religiosos y filosofas. Humbalde
se apone a las detractores que Ilaman a la Améreca “enmatura” a decadente, cama a las que
la nombran “continente joven”. Después de las raminticos, cuya representante Lue Hegel,
236 wwwn~~~a~caoto nrnRc vv fl~r
Pero, pese a las réplicas, persistiô la idea de la tdinferiorjdad dcl
mestizo”, sostenida par las ciencias teôricas de entonces, Precisamente
a fines dcl siglo XVIII, la antropologia y la filosofia germanas repre
sentadas par Herder y Kant, se manifestaron sobre el mestizaje. El
autor de “La Paz Perpétua”, dcci a que la “mezcia de raza conduce a
la atenuacién graduai de las caracteres, y no es favorable a la especie
humana, a pesar de las tendencias pretendidamente filantrôpicas” “.
El menosprecio dcl fcn6meno dcl mestizaje, se robusteciô con la
doctrina de Darwin y la escucla dcl positivisme cientifico. Los pas1-
tivistas, basados en la ideas dcl célebre naturabsta inglés, sostenian que
triunfa cl m~is fuerte, cl mejor datado y capacitado, e hicieron de
la raza blanca —aria y anglosajona— la “raza privilegiada” y coma
tal la çùspide de la evolucién humana, arguyendo que cl cruce de dia
con otra de color mancilla su estirpe.
Esta idea racista culminé a mediados dcl siglo XIX con la teoria
dci Cande de Gobineau, cuya predecesor ci Conde Beuiainciiiers, ya en
cl sigia XVIII, proclamé la “aristocracia de la sangre germana”.
Gobineau en su obra “Expe e sobre la desigualdad de las razas”,
trata de explicar la marcha dc la humanidad a través de la historia, par—
tiendo de las pccuiiaridades que arbitrariamente atribuye a las razas y
a los pueblos, y dando valor a la “pureza” y a la “mczcia”. Para cl es
critor francés, la pureza de la raza tiene valor decisivo en las cualida—
des fisicas y psiquicas de las puebios que, ‘segûn sus potencias mentales,
la raza blanca par su beileza, inteligencia y vigor es la superior o cum
bre, luego, en escala descendente, vicne la amarilla y en tiltimo lugar
la negra; que cl cruzamiento de razas, considerada una superior y otra
inferior, produce scrcs degenerados, infecundos, en las que se afianza
e1 espiritu de frivolidad”, el mczquino ttcanicter voluble” y encuen
vsno schlcgel y Dc Maistre (1828), loi que repitieron Is “imperfeccion” dcl mundo america
no, justificando su dcgcner,czon desdc cl punto de vista teologico, y viendo la “historia coma
decadencia de un csrsdo orsginal de perfeccion” Esta tcsis, también dc ncgacion, ha sida
recogeda y nsantcnids por Buckley y Droysen, quienes siguiendo la tcor,a de flarw,n, halls—
rian dcgcncrados s los pueblos primitivos Ûltimamente, cl Isistoriador Tcrin ha scntsdo la
teorh dc la “tropicalizicion dcl blinco”. Y’, finalmente, los ,trabsjos de Carlos Monge que
prucban li “dcgcnericiun dcl blinco” pot e1 snflujo dcl clima de alturs o la “tcoris andinis—
ta”. Pues, scg6n cl ys ‘lustre profesor peruano, los scrcs supcrsorcs, pot rn’on de h clcvacion
dcl suclo sobre cl n,vcl dcl mat, ,ufrcn la disminucion dc su vitalidad y capacidad gencrstiva
En consccuencn, es cucstion de aclimitacion, b que dcterm,ni su cspacidad sntc!ectual y
f,ssca, y no existe, conforme al zriterio cksico, “mundo nuevo o viejo’’, “pcrfccto O 1m—
pcrfecto”, 5mo suelos difcrentcs Ver V,e;as jso!érn,cas sobre ci nnevo in nndo, cit
~1 Cit de A R05ENOLAT en La Pobiac,on lads guis, dc A,,,cr,ca P5 28 y 218
~fl5 ~ EL MtSTX~C Y LA. flqTKOPOLOGYA > — — ~~237’
tra en la mezcla de sangres de “América dcl Sur una yuxtaposiciôn
incoherente de las seres mâs degradados” 12
Par otra parte, la teoria feudal de Gobineau, que se esgrimié contra
la democracia y la influencia de la Revolucién Francesa de 1848, tuvo
acogida par las esclavistas de Norte América, dejando establecida la es—
clavitud dcl negro en la Carta Fundamental de las Estados Confedera
dos dcl Sur. (Su inmediata repercusién en ci Perû la hallamos nosotros
en Bartolamé Herrera. Pues, en forma indirecta, es cl sostenedor de la
“teoria” dcl Conde francés, al proclamar la “aristocracia dc la inteli
gencia” que, en nuestro pais, estaba representada par la casta o •‘raza
blanca” de su alta clase social.)
La “teorja de Gobineau”, la concepcién érnica-monistica o la su
perioridad de la,raza blanca y la “pureza racial”, la mantuvicron y di
vulgaron Houston Chamberlain, Vacher de Lapouge, R. Wagner,
Amman, Agassiz, Spencer, Gustave Le Ban, Madison Grant, Hum
phreys, Levy Bruhl y otros sociélogos y antropélogos; unos d&ndole
matiznacionalista y alimentando el argullo alem~n, y otros justificando
la tesis de que la “raza superiar” era la nacida para gobernar. Pero, para
todos éstos las mestizos heredan las defectos de sus progenitores, osten
tando cl sensualismo, la ambicién, la falta de voluntad, la holgazancria,
la incapacidad intelectual y la degencracién fisica, y que “105 mestizos
son fisiolégica y psicolégicamente inferiores a las razas ‘progenitoras’ “.
Algunos, coma J. M. Gregory y Viliar, creen también que cl mestizaje
es desfavorable para cl desarrollo de la cultura, ya que diferentes grupos
12 innumerablcs inve,tigaciones cientificas han refutado la tcoria de! erudito francés que
escribicra uns obra dc cuatro tonios en defensa de su estirpe y en contra de la plebe; pero •co—
piensos sélo la opiniôn de Georges Montandôn,,profeSOr de Etnologia en la Escuela de Antropo
logis de Londres y autor de Tratado dc Etnologia CaUscrul y otros libros. “La teoria de Gobi
neau puede, ser considerada como de gran interés desdc cl punto de vi,ta literario o filoséfico,
Pero desde cl punto de vista cientifico, es inexistente. £1 etnôlogo de oficio no formar~ par
tido ni en pro ni en contra de su tesis; no k tendra en, cuenta. No es cl tenor de la tesis
que soatiene Gobineau cl que provoca ests actitud; este tenor es indiferente. Son las razones
siguientes: s) Gobineau< parte de uns idca preconcebida (cualquicra que ses, poco importa)
b) Loi argumentos que él invoca son contradictorios o empleados falsamente; c) La princi
pal raxôn de cita manipulacién errénea de los argumentos,,prOvicne de que Gobineau confunde
la rasa, grupo humano determinado solamente por los caracteres ,om~ticos (biolégicos), con
la ci nias grupo netural determinado ,por cl conjunto de caracteres som~ticos (biolégicos) y
loi lingilisticos y culturales. No hay razas purs,. No ha haWdo nunca raz~s puras, antes
aûn menos que isa3’. La especie husnana, por Isaber nacido sobre la xnayor extensién dol mundo
terrestre s partir dc la especie que la precedié, es dccir, a partir dc la especic nominal, ers,
en su origen, no difercnciada con relacién s lai raz,, que se formaron en b sucesivo, acen—
tuindose en cada uns caracteres diversos.” “Les Neuvelles Litteraircs.” Paris. Octubre, 1939.
 238
raciales se obstaculizan reciprocamente, degenerando la “raza infe—
rior”, etc. ‘~.
De aqui que los fil6sofos, antropélogos y sociâlogos positivistas, acha
quen a la presencia de grupos mestizos cl retraso de la evolucién
de la Arnérica Latina, acusando a la raza espaflola corno la directa
causante de tal estado por haberse cruzado con la india y la negra
Por supuesto, los escritores e investigadores desposeidos dcl pre
juicio racial, discreparon de este criterjo unilateral, Novicow, Durkheim,
Juan Pinot, rebaten la pretendida incapacidad de los amarillos, negros
y mestizos, y refutan la Ilarnada ttsuperioridad de la raza Blanca” ‘~.
La ciencia verbalista dcl positivismo zoolôgico, llegada tardiarnente
de Europa a las playas americanas y a las dcl Perû, fué repetida y am—
pliarnen~~ cornentada, desde fines dcl sigle XIX. As! con la doctrina dcl
Inestizaje como estado degencratipo, los historjadores justifican los gel
pes de Estado, las guerras civiles y los levantamientos campesinos. (5m
ver en estes sacudirnientos sociales, la bi~squeda dcl equilibrio natural
que necesitan los pueblos sornetidos a las leyes, vida y condiciones eco
nôrnicas deprimentes y colonialistas, Estes teorizantes hicieron de la
Historia no una ciencia social, sine un capitule anecdâtico en cl benefi
cio de algunas farnilias “blancas”), Talcs ideas racistas se reprodujeron
por obra de los “politicos irnperialistas y ciertos escritores 5m escrûpule
cientifico puesto a su servicio incondicional, para seguir dominande
econômjca y politicamente”
‘~ B. J. Nieburlin, Gregory, RoidI y Villar, aunque na sastienen la aupcriorjdad de la
raz, blanc, 5mo la “iguald,d” dc rodas, san partidarjas de la “pureza racial” y, par cansi—
guiente, contrarios al saleatizaje, l’orque cl naestizaje, scg,i~n sus juicios, “na engendrarl una
cultura” y que la ‘‘raz, es cl origen de roda cultura”.
11 Ho aqui unas lineas dcl cacritor francés GusrAya Lu BON sobre loi paisca latina.anwri.
canas, ‘‘El desti,,o final de cita mitas] de Ansérica ci regresar a la barbarie primitiva a menas
que loi Estados Unis]a, le prcaten cl Inmcn,o a,rvicia de conqui,tarla. Hacer bajar a las m~s ricas
can,arcas dcl Globo al nis’cl de las repûblicai negras dc Santo Donsinga y Haiti, es la que la
raz, latina lia realizado en mena, de un siglo con la nitad de An,érica”, (Psico!ogia dcl Sa
ciaîismo)
~ Hasta loi Jaoctas han canrada la infcriaridad y cl conflicto dcl ,eliolo y las literatos
califican la “angustia dcl mestiza” cama manifestaciôn de un conflicro paiquica, Par au
puesto, talcs juicios no corresponde,, 5mo a trasnocl,adas tearias, y na a conacimienta cienti_
fie0 alguna, Copiemos, para su Asitolagjg clcrpcc/jvg, algunos versos. “cornu cxtraûo ra
nso,/cruce antinatural dc dos eapccies,/aay yo un ~sijo al que la madre/nu diô su pecho, ni
su nombre cl padre/ . . El blanca nie alardea aangre pura,/tcnga yo que callar/cl india re
cela o mc renicga/”mi,ti” llamindame al paaar”, La Qus’ja dcl Mcs/izo, par P. B. CASTRO,
“La Sierra”. Lima, 1929. N’ 16. P. 37. — “Ramada y tardccita de! pablada,Jc,nt, su amor
lacroico e infeliz,/entrc sentimental y entre borraclaa,/can gara, dc sudar en la nariz,/Trj,tc
cliala Ilorûn, aIma doliente,/qucclaua andaluz, pcnar y frcncsi,/la ranca y cascada de aguar
diento”, RI chuta, par Prscy GaBSON, “La Prcna,”, Lima, I dc Encra 1930, P. 4!.
LL MESTIZO Y LA ANTROPOLOqIA 239
Con este criterjo falaz y tendencioso se ha echado, gratuitamente,
sobre los Eornbros dcl mestizo, los dolores de Arnérica. Sobre su vida
han caido los mâs hirientes anatemas; no solarnente disparados por los
enemigos histôricos dc Espaûa, sine de los ocasionales o permanentes de
~
tractores dcl indio,
En Arnérica Hispana aùn representan a esta escuela, Agustin AI—
varez, Carlos Bunge, Alcides Arguedas, René Moreno, Blanco Pom
boi3a, César Zumaeta, Salvador Mendieta, Manuel Ugarte, cl brasilefio
Oliveira Vianna y otros menores. En cl Perû forman falange. Pero ce
piernos solarnente unas lineas dcl contradictorio y afrancesado Gonzflez
Prada —este artesano de la prosa— considerado corne uno dc los revalu
cionarios de su tiernpo. “Pocos grupos sociales —dice’—- han cometido
tantas iniquidades ni aparecen con rasgos tan negros, corno los espafioles
y encastados —cholos— en cl Perû. Las rcvolucione&, los despilfarros y
las bancarrotas parecen nada ante la codicia glacial de los encastados
para sacar cl juge a la carne humana. Muy poco les ha importado cl dolor
y la rnuerte de sus sernejantes, cuando cse dolor y esa muerte les ha
rendido unos cuantos soles dc ganancia” ~
Y pese a los afios que vivimos, al progreso alcanzado por la antropo
logia, etnologia y demis ciencias, cl criterio seudocientifico de la “de
generacién e inferioridad dcl mestizo” es rnantenido, en cl Peril, por
nuestros mâs destacados intelectuales y profesores o ya por la charlatane
ria que se hace pasar por ilustraciôn y cl acertijo por tarea investigadora.
Unas veces, para defender, rom&~nticamente, al indio; otras, para liberar
al peque5o grupo “blanco” dc sus errores y maldades; y las rnâs, para
justificar la explotacién de las empresas yanquis que han introducido
y mantienen la discriminacién racial en sus centros dc trabajo. Pero
siempre, estudiadamente, para negar al rnestizo indo-hispano su mcntali—
dad, genio y rnûltiple aporte al progrcso nacional.
Tales intelectuales, siguiendo a Grcgory y Villar —rejuvenecedores
unilaterales de Gobineau— que aseveran que e1 rncstizaje deterrnina con
diciones de infcrioridad, que les mestizos no engendra.r~n, jamâs, una
cultura, etc.; infaman’ al cholo, blasfemando dcl mestizaje 17 No quie—
~O MANUEL GÔNzALEZ PKA0A: Haras dc Lucha, P. 32f.
17 Entre la, cscritnrcs que, aiscemiticamente, han detractada al chala y al mcstizajc,
csti cl prafesar de Ernalogia de la U.N.M. de San Marcos de Lima, Dr. Luis E. Vatcirccl. “Et
divorcia —dico— vina a agravarse con la cxtcnsiàn dc un fcnômcna racial: e1 sncstizajc. El
mcstiza convcrdda en aliada de! blanco para oprimir al rcgnicola. La dualizaciân knica dcl
Pers~ se prcsenta cama cl mis grave prablema de su vida,palitica y social, cata iacterogencidad
que loi siglas na han padida canciliar ni mcnguar, constituyc cl pcligra que nucatro pais na
alcance en ms,cl,isimas aflos al grada dc cultura dc otres pucblos”. Dcl AyIlo ai I;npcrio. P. 28.
 t W ~ ~ W~ttW~W
240 EL CHOLO Y EL PERÛ
ren concebir que el “mestizaje no es la expresiôn sino la forma y que hay
un mestizaje universal”, con la frase de Ortiz. Menas admiten que cl
amestizamiento es la resolucién histôrica dcl Peril; que es cl fin ifitimo
de todo conglomerada humano de razas y subrazas; y que toda clvi
lizacién, que toda cultura es mestiza. Parque ninguna raza par ttsupe
rio?’ que sea, puede elaborar par si sala una cultura. Y no existen
razas puras. Ya la dijo Finat: ,‘5La pureza de sangre es un mita”. O
conforme a la frase de Schwesinger, “ci Hanta Sapiens es la m~s
mestiza de todas las criaturas” 58,
La absurda concepcién dcl “mestizo degenerado” es también motiva
de novedosa “interpretacién” de ciertos escritores-turistas que nos visi—
tan. Waldo Frank los personifica, manteniendo, bajo nueva ropaje,
la pureza de la blanca” y la trasnochada tesis dcl aristécrata
Gobineau ~
“En cl mestizo —escribe cl novelista yanqui— Espa5a y América
se unen par primera vez y la unién es la guerra. Dos voluntades dcl
mundo se encuentran y se vuelven una contra otra. cEl mestizo» fun
dido trâgicamente se hizo asi una criatura ambigua, inestabie, abû
. . .
‘‘Circula —se refiere al lsbra C,e,nbrLra dcl inundo de PEDR0 BARRANTES CASTRO— ~Of lai
relatos ,cierta vena burlesca muy s tono con la ,nvenc,ble recaida en e’ ridiculo que es cl
5mo iel cholo Cama sangre y espiritu, su actitud y conducta son inestables, despraporeio
nadas, en perfecto desequilibrio LI mestizaje como algo transitorio que es, se resuelve en
componendas y negociaciones”. La ,,oucla fndoa,,zencana (?) “La Cronica’’ Lima, Encra jQ de
1936. — “La vida dcl Cusco debe 5cr intensa y brillante, clonera de su estila secular, en cl
mismo slto nivel, en la misma noble unes de su rango Los cuaquefios deben hacerse dignos
dcl Cusco No transigir en su orgullo de incas, no bajar a la condescendencia puer’! de! “cho
lismo’, de! ‘criollismo”, fases meramente transitarias, vergonzantes, de la cultura de gran
estilo que fue 1s dcl antiguo Perû y que sera la de America futura Aspirernos ‘s mariposas
y no a simples lsrvas LI cholismo, cl criollismo, son estados “lirvados’’ de evidente inferso
ridad, incipsencia y barbarie, no, In canvirtamos en ideales Sobre cl pedestal granitico, se
al,ar& la “crescién” de la Nueva Cultura, no la hibrida msxtmôn, en due sâlo se percibe clara—
mente cl disgregsrse acelerado de In “colonial. Nnevo S:g;ufscerto dcl Cnsco ‘lion dcl Hans
bre”. Lima, Junso de 1944. P II. Coma se desprende de las parrafos trascritos, las ideas
de VaIc~rcel —seguidor de Gregory, .Agassia’, Rosel y Villas’— son idinticas a lis de rrank,
Uriel Garcia y Orrega
15 Cita de FERNAND0 Oavz en LI E,igafla de las Razac P 336.
10 Entre Ios que detractan a las mestia’as estan tambien las espsaoles Jorge y An’
toma de tillai, y cl moderno escritar Madariaga Para este ultimo autan —coma para Ios
primeros c,tsdos— “cl nsestn’o tiene un aIma coinpleja, que vive en dsarias contnadieciones
entre ci andio y cl espaflol que Ileva adentro”. “La tension entre uns y otra estirpe —agrega——
no podia sec nias agudi en ningun tiempo y lugar que dentro dcl aima dcl mestizo, donde
imbu consaven dentro de la misma envalturs humant Las dos lados dcl alms dcl mes
tiao idulteriban uno sobre atra, coma las clos placas de un condensidor electrico elevindose
mutuamente li tension “ — SALuAO0, DE MADAR5A0A LI Ocaso dcl I,njscr,o Lsj’aflol en Arné’
rien Capt VII £1 elementa meitizo p. 138
t
n MESTIZO Y LA ANTROPOLOGYA 241
lica, infeliz. Y la felicidad de los dos engendré este trâgica estan—
. .
camienta. . la paradoja dcl crecimiento hace al mestiza que es poten
.
ciaimente tan fecundo, cl hombre menas equipada para la creacién per
sana1. Cuanda las grandes rutas se cierran, cl desea se va por cl camina
de las sentidos. El hambre que na puede unificar su vida canalizando
la lealtad, la visi6n, cl valet, cl amar par media de alguna conviccién
dominante de la que él es y de la que significa la vida, queda suelto
a merced de sus caprichas. Al no marchar par ei camino de la verdad
con tada su 5cr, ser~. dominada par las verdades que le quedan: la de
sus apetitas. ‘l’ada hambre debe tener certidumbre y lealtades, Si falla
toda la demâs, aun puede echar mana de sus cancupiscencias. Ri mes
tiza es sensual, caprichosa, turbulenta, traidor, y no es ni un gran saiia
dar ni un apasionada hambre de aecién, parque la valuntad humana
en él es canfusa, obscura. Se inclina al desarden y se va con cual
. .
quiera persana plausible que afrezca una salucién. Los que han estu
diada (?) al mestiza americana, desde Méxica basta Chue, suelen decir
que es inferiar a las dos: al india puro y al blanca pura. Si juzgan par
ci resultada de la canducta, tienen razén: cl caos na crea. Es una . .
criainra de transic:6n. El ine5tiza es cl que sabe que dos sangres luchan
en su aima; ci que sabe, cuanda mira al munda india, que este munda
na es campletamente suya, y cl que sabe, cuando mira ci munda euro
pea, que tampaco este munda le pertenece en absoluto” 20
AI sastener estos negativos canceptos, que na carrespanden a ningûn
estudio cientifico nia la reaiidad, Frank se pronuncia detractar dcl choie,
al igual que Aicides Arguedas, cuyo examen patalégica ha recagida.
El chalo, para ci escritar boiiviana, es “aitiva, aunque inclinada a la ra
pifia; vaiiente, pera haigazân; timida a la vez que aitanero. Cama
el blanco repugna —agrega-—- cl ejercicio de la valuntad y siente aver
skm par tada b que significa esfuerza. es ambiciasa pot casas vu1-
. .
gares y de paca significacién. Aficionado ai brilla y al fausta, discala,
mardaz, envidiasa, engreida y susceptible en extrema, liegada a veces
20 A,ni’r,ca iI,sj,ana P, 58, 59, 60 — Frank ha canfundido hasts il tipo ctnico que
nombra Porque dice que “cisola es macla dcl negro y dcl mesuzo” (Se se quiere éste sens cl
zamba ) De cita premisi equivocs, devienen los erroneas conceptos cmitsdas en su citada libro
que Ilama ‘‘obra de Arte” y afirms que presenta cl problema de las isechos Isistoricos coma
un cuenta Cuenta es, pues, para e1 escnitor norteamericano la histania, etnolagia, saciolagia
y la realidad peruana e hispans—americans Pero ignora que, en 400 a~os de canvivencis his—
panaindigena, de simbiosis etnica y culturil, se han armon,zsdo ya en cl mestizo —en cl
cholo— li aingre y cl esphitu dcl indio y dcl espafiol — LI nambrado escritar Madariaga
esgrsme las nsismas prejumcsos sobre “cl aIma” dcl mestizo Lsbr Cit Capt. Vil.
 ~~444 4 1 __44~
242 EL CHOLO Y EX. PEIUY
a la ruina de sus intereses para alcanzar los pequeiios triunfos
sociales o politicos que ardientemente anhela su fantasia” 2i~
Por otra parte, b curioso es que Frank, con esa su “historia
cuento”, como él mismo la califica, haya dejado discipulos peruanos.
De José Uriel Garcia y Antenor Orrego a Juan Pérez y Catita Sân
chez 22
IV. En verdad, la teoria de la “inferioridad de las razas de cobor”
y, por ende, la degeneracién dcl rnestizo, fué creada y cultivada con
fines de dominacién colonial. “Todo imperialisrno necesita de una filo
21 En Pueb!c, eufersno. Contribucién s la psicologia de los pueblos 1-lispano-Ameriesnos.
capt. IV. P. 70. (Este libro que es I, Anatoania Patolâgica de Ilolivia, fué escrico bajo cl
clima dcl positivismo cientifico y cl concepto de la “supcrioridad de la raza blanca”.)
22 Son dcl escritor José Uriel Garda los siguientes juicios sobre cl cholo. “Et cholo es,
jarancro, sensualista, pagano, 00mo cl indin, — La contradiccién en que vive respecro al indio
rcmiso, s las aringencias dcl ticmpo, dià origen al cacique, al “gamonsl”, al caudillo politico,
verdugos de dstc. El cholo que buscs poder y In consigue, se vuelve contra cl indin para sec
su explotador. Es cl lsombre que lia fugado mas aIlS dc su carScter popular y ha vuelto al
ritmo de la conquista, al son de aventura, a la audacia en esta vez desprovista dc su belleza
heroica para convertirse mucha, veces en una argucia abogadil. — Eh cholo, en su valor
intiesin, es como la larva dcl nuevo liombre, de ose Isonibre mûs ideal todavia que real, como
sera cl americano dcl futuro, ose hombre “sintciis”. Eusayo sobre ci “ctsoio”. “Peruanidad”.
Lima. N’ 19. P. 210. — Antenor Orrego auna que cl mestizo es ls.ibrido, un tipo amorfo.
Croc 61 que de “la descomposicién dcl blsnco, indio, chino y negro en América ha venido cl
sncstizo. De alli —dico—--— ha surgido cl mcstizo o criollo, forma o etapa de transicién hacia
cl nuevo tipo o nuevo Isonibre de .América. .. El mcstizo cc un puente, un cslabén o un
estado transitivo, pero nunca una forma estable y orginica de vida. Asi se explica que eh
criollo o mcstizo colonial sca un producto Isibnido, san sôlo en su conseituciôn fisica 5mo
tambidai, en su estructura cspiritual y psiquica. A este hibridismo fismolôgico corresponde
ese hibnidismo cultural y ético que observamos en sodas las manifestacioncs dc la vida lad—
noamcricana. Asi 00mo cl mestizaje es uni yuxtaposiciôn de sangres, es, igualmentc, uns
yuxraposicién dc estados aninaicos que no lia llcgado todavia a liganse en un conjunto co
Iserente y unitario. Dc ahi, también osa suocién pugnaz interna que caracteriza eh aima dcl
latinoamenicano durante la Conquista, cl Cohoniaje y la Repûbhica, y que se rcsuclvc en un
ser ,scutro, lu brido, ncgativo, subalccrno, con respecto s sodas las valias cspiritualcs, morales
y psiquicas dcl hombre’. E) Pueblo Conlins-ule. La Rida de ici Jntrgraeiôn. P. 29, (l’rank,
Vslcirceh, Garcia y Orrcgo sostienen las mismas ideas y hiasta usan las mismas palabras y
figuras literarias. Idcas que no son otras que las dcl Padrc Acosta, Solérzano Pcrcira y cl
Conde sic Gobineau; pero actuahizadas por estoc “socio-litcratos”, como dm1, Luis A. S~inchez.
Estos mismos conceptos, claborados con ‘sucnosprccin racial para cl cholo y Luera dc la actual
reahidad lsistôrica, loi rcsumc TuércLo HuAvswAc.A SAtoivAn, en su trabajo inonogrlfico
E! rho!n Sur-persiano. Para diclso cscritor, como para loi miembros dcl Scrvicio Coopcrativo
Intcra,ncric,no dcl Plan dcl Sur, ya no cl indin, cl “chsolo” es un, cassa baja, aunquc nu—
mcrosa, en la regién sur pcruana, y q~sc vive en un plano algo superior al indio cuyo cstado
mental y cconônsico es dc la mas baja extraccién social. T. l-L S. ‘‘Revissa dcl Isissisuto Pana—
mericano dc Arts?’. Cusco. A~o lx. 3950. N’ 9. Ps. 159-177.
~ ‘1 111111 4 111* 4.4 .
Et MESTIZO Y Li ANTROPOLOGIA 243
sofia que le justifique”, dice Vasconcelos. Con la liamada “superioridad
dcl blanco” y nombraindose civilizaderes, les curopeos practicaron la es
clavitud y la explotaciân de las razas negra, amariila, india, y sus mez—
clas; presentando el procese histérico corne una lucha de razas.
Los ns interesados en sostener dicha “superieridad” fueron los
anglo-sajones y teutones. Para desyirtuar asi, anse la historia, el exter—
minio de los indigenas de sus colonias. Pues, la raz6n fundamental de
los esclavistas, racistas y de sus teorjas, es justificar la desigualdad social
y la opresién de bos pueblos coloniales, in’vocando la desigualdad de los
valores psiquicos propios —seg6n elbos—. de determinadas clases y de
algunos pueblos; desiguabdad de vabores que, supuestamente, depende
de sus diferencias, en el aspecto biolégico. (Esgrixniendo, en ~itimo
trance, tales conceptos, verbigracia, los cobonizadores norteamericanos
exterminaron a bos Piebes Rojas, para quienes bos puritanos crearon la
sel5tencia ya cl~sica: “cl indio buene, es e! indio muerto”. A db, a jus—
tificar la dorninaciôn pobitica y la explotaciôn econôrnica tendié toda
esa seudociencia antropol6gica europea, asi corne las teorias fiosôfi
cas que sostenian la “inrnadurez e irnpotencia de América, «infancia de
los americanos”, etc. Se -repitié y pregoné estas teorias, sisternâtica
y permanenternente y a tab extrerno, que °‘nosotros mismos hernos lie—
gado a creer en la inferioridad del mestizo, en la irredenci6n dcl indio
y dcl negro.”) ~
En la época colonial dcl Perù, los espafioles, para pro~eguir en cl
mando politico y cl disfrute econôrnico, tuvieron que esgrimir, aun
que vedadarnente, su superioridad racial, postergando a los mestizos
e indios, econôrnica, social y culturalmente. M~is todavia, ciertos go—
bernantes usaron de una pobitica drâstica para los mestizos, irnbuidos
dcl prejuicio de la época, como ternerosos de su nûmero, instintos béli
cos ~ ccdespiertas luces”. (Este ternor que ayer fuera de la Corona
cspafiola, le es hoy de algunas “farnilias blancas” dominantes, las que
ternen de la rebe1i6i~, de su conciencia, Aunquc, en rcalidad, quienes
con mâs insistencia hacen prevalecer cl prejuicio de la discriminaciôn
racial, son bos “blancos” de hurnilde condicién social: tcrnerosos de la
cornpetcncia en la esfera econômica o intelectual y no disponiendo de
otro argurnento en qué fundar su orgublo, recurren al color de su piel.)
Los mestizos fueron, pues, una grande y permanente preocupacién
para eb gobierno colonial. Heridos en ,su pundonor, postergados y bur
lados en sus begitimos derechos, osaban. alzarse y se aizaron. Este miedo
de las autoridades dc la Colonia se agravaba cuando se pensaba que,
23 VAscoNceLos: La Race Cdsrnica. La raz,, P. 23.
 — N ~ ~
244 EL CHOLO Y EL PERÙ
uniéndose a los indios, pretendian restaurar la monarquia de los Incas
y tomar cl poder para si. De aqul que, a estas inquietudes libertarias,
a este insatisfecho clamor, los virreyes Ilamasen “malas inclinaciones”.
No dejando de manifestarlas tanto en la correspondencia secreta conio
en los documentos pûblicos y controlando cl uso de las armas de
combate’
De la existencia de mestzos y criollos y de su espiritu turbu
lento, noticiaba a la Corona cl Licenciado Castro, en 1567. ttVuestra
Se5oria entienda que ya la gente de esta tierra es otra, que esta tic .
rra est& llena de criollos que son estos que acâ han nacido y Ilena de
mestizos y mulatos y como estos nunca han conocido al Rey, ni b es
peran dc conocerlo, huelgan de oir y creer algunos mal intencionados
los cuales ,lo dicen como sufris que habiendo vuestros padres ganado
esta tierra hayan de quedar vuestros hijos perdidos. que como se sufre
. .
que anden ellos muertos de hambre y con esto los traen desosegados” 24~
Por su parte, cl Conde de Nieva afirmaba: ~105 que de tal ayunta
miento nacen son de mala inclinacién, y como son tantos los mestizos y
mulatos y tan mal inclinados que se ha de temer, por los muchos que hay y
ha de haber adelante, da5o bullicios en estos estados” 2’,
Toledo fué cl que n~s los temié, hasta ilegar a deportar a muchos
de ellos, calificândolos de amotinados. “Tarnbién entraron en la acu
saciôn —escribe Garcilaso— los mestizos, hijos de los conquistadores
de aquel Imperio y de los indios naturales de él. Pusiéronles por capi
tub que se habian conjurado con e’ principe Tupac Amaru, con los
demâs incas para aizarse con cl reino. porque los gobernadores ha
. .
bian dado a sus parientes y amigos b que sus padres ganaron y habla
sido de sus abuebos maternos, y que a ellos los dejaron desamparados,
necesitados a pedir limosna para poder comer, o forzados a saltear por
los caminos para poder vivir y morir ahorcados. prendieron todo b
. .
que en cl Cuzco hallaron de veinte a6os arriba, que pudiesen ya tomar
armas. Condenaron a algunos d9 elbos a cuestiôn de tormento Asi
no condené ninguno de los mestizos a muerte, pero diéles otra muerte
mâs larga y penosa, que fué desterrarbos a diversas partes dcl Nuevo
Mundo, fuera de todo b que sus padres ganaron” 2O~
Como vimos, aunque en bos primeros aflos de la Cobonia, se auspicié
cl mestizaje y se reconocié de hecho la igualdad dcl mestizo con cl espafiol,
2+ Coberna,ztcs dil Per, Cartis y Papales Siglo XVI T Hi P 235 Carta dci Lic.
Castro dirigida si Consejo de Indias Los Reyes, 14 de Pebrero, 1567.
25 Goberna’tIcs net Perd Cit. T. lit P, 240, 241. Carta dci Lic Castro dirigida al Con.
sejo de Indus Loi Reyes, 2 dc Abri!, 1567
20 Los Con,e,starnor Rendt’s de Ion Yuccas Sc~unda Parte Libr. VIII. Capt XVII P. 243.
EL i~ŒST1ZO Y LA ANTKOPOLOGIA 245
con et transcurso dcl tiempo y los intereses de la Metrôpoli, tuvo que
modificarse esta conducta gubernamental. Pues, en e1 sigbo XVI, cl des
cendiente dcl espaûol con la india no sélo fue encomendero, sacerdote,
militar y conquistador, 5mo que Jiegé a entroncarse con los miembros
de las primeras casas de Espafla. Pero cuando se extendié cl gran mes
tizaje tuvo que usarse de una politica adversa, conculcando sus de
rechos, achadndole incurables vicios y su ilegitimidad ante la ley y
la religién. “Et cùmuio de sus vicios” fué cl pretexto que justificaba,
.
aparentemente, la razén para no concederle la plenitud de sus derechos
y libertad27.
Lépez de Velazco referia: ttLa mayor parte dados a vicios; y asi
no gozan dcl derecho de libertades que los espa5oles, ni pueden tener
hijos, 5mo ios nacidos de legitimo matrimonio. por haber tantos
. .
vienen a estar algunas partes en peligro de desasosiego y rebelién”.
Estos mismos conceptos bos esgrime Juan Solôrzano Pereira: “Lo
mâs ordmnario es, que nacen de adulterio, o de otros ilicitos, y puni—
bles ayuntamientos. . Sobre él cae la mancha dcl color vario, y otros
.
vicios que suelen ser como naturales, ya mamados en la beche. es ne
. .
cesario ir en db con mucho tiento; porque, vemos, que bos mâs salen
de Viciosas y depravadas costuznbres” ~.
A estos conceptos, sostenidos oficialmente y al volumen mayorita
rio dcl mestizo, se agregé la presencia cada vez mayor de los espa6oles
peninsulares radicados en cl Perû, constituyendo su mâs alta clase diri
gente y social, la misma que fincé su superioridad en cl mando politico
y en cl color de la piel, b que trajo, como consecuencia, la implantacién
dcl régimen dc las castas. En este régimen racial y social, como ya he
mos visto, cl cholo fué clasificado como grupo inferior, como sub
clase social que, legalmente, venia después dcl indio, estando reglamen
tados sus derechos y deberes; es decir, pesando sobre él medidas de orden
étnico, politico, religioso y econémico.
27 flescri~ciôn de las Indias. P. 45.
28 PoîItica Indiana. T. T. P. 446.
 CAPITU’LO II

EL, CHOLO ES HOMERE ETERNO

I. No exigÉe tipo ûnico: cl cholo teho,,,bre eterno”. — II. Ji4ologia y diatriba. S,, justa
posiciân. — UI. La biologla y antropologia contenspordneas, rechaza,: et ,nilo Je Fa sssj’erio
ridai de Fa “ra—a blanca” y con Jenan dcl error histôrico dc la degcneraciôn dcl inestizo.
(Las excelencias Jet ,nestizaje.)

I. I. La prédica de absurdos juicios alimentados por cl prejuicio ra

cial dol blanco, no corresponde a las leyes antropolôgicas, ,biolôgicas,
étnicas ni térmicas. Par eso, en estos actuales tiempos, la ctdegene_
raciôn del mestizo” no pasa de ser una simple demagogia racista, una
vieja arma dcl poiltico colonialista.
Est~ plenamente probado que no existe un solo tipo psicolégico, ni
una raza puede sufructuar sMo cualidades y no defectos; que es falsa la
“inferioridad de la mezcla”; y que, cl rendimiento fisico e intelectual
dcl hambre no depende, exclusivamente, de la herencia sanguinea, 5mo
de factores geogrâficos, econémicos, politicas e histéricos en que actûa.
Por eso, un escritor que ha estudiado al mestiza indo-hispano, ha
escrita: “Et grupo de mestizas dcl Alto Perù, como todo grupo hu
t mano, estâ en pirâmide, desde e’ mestizo psicalégicamente inferior
hasta liegar a la cumbre de la aristocracia intelectual o étnica, pasando
par las estamentos de las supervalorados, de las superiores, de las me-
diacres y de las submediocres. No existe, pues, cl cholo con una psicalogia
determinada, invariable, permanente y fija, sina simplemente cholas,
y si hay ingleses pérfidas y falsos, alemanes estûpidas, y espa6oles
(iii, ILIIUII )‘ ,iL.l1 sera. intrigantes, las hay también entre las mestizas, pera na cama mo
napolizadores de estas defectas humanos. El hombre eterna vive en el
chola cama vive en cl estudiante de Harvard o de Oxfard. Tratar de im
primirle un temperamento psicalégico exciusiva y e1 manopalia de las ta
ras humanas, seria algo as! como buscar cl chiva dcl rito israelita, para
cargarle con todas las culpas y la miseria de,la historia boliviana” ~•

1 GusrAwo AooLra Ornrta: La vida Social Jet Colossiaje. P. 24.

 fl~
248 EL CHOLO Y Li. rraÛ
Respecto al cholo peruano, a su contexcura espirituai y fisica, cl
joven antropélogo Gutiérrez Noriega nos dice: “En el casa dcl cru
zamiento dci bianco con ci indic, ~ei producto no difiere de sus proge
nitores; sus caracteres psicolégicos son en realidad, en términos gene
raies, de las caracteristicas mentales dcl blanco o dcl indio; o bien
medorninan los rasgos de une de elles, tal vez con mâs frecuencia de
la cepa indigena; mas en todo case no se suscita algo nuevo y el pro
ducto es ge,,su estiictu, sernejante a une de ambos padres”.
‘tCon frecuencia se ha afirrnado en nuestro pais, y fuera de él, en
las rep~tbhcas con poblacién arnerindia, que ei «choie,,, o sea cl produc
te dcl cruce de los tipos étnicos citados, es inferior a sus progenitores.
Esto es injustificado, por le menos en b tocante a la capacidad intelec—
tuaI. La impresién general es, no obstante, que cl indio puro es de m~s
fuerte ética que cl indionoide.”
~‘AIgunos estudaos biotipolégicos y serolégicos que bernes verificado
con cl propésito de conocer las relacienes entre les mestizos de blanco
e indio y sus progenitores, permiten sostener le siguiente: tienen una
proporcién de grupo sanguineo IV prornedial en referencia a las capas
duras; las férmulas biotipicas de blanco e indios respectivarnente. Si
les dividirnos en dos agrupaciones, mestazos con predorninio de rasgos de
blanco y mestizos con predorninie de rasgos de indio, encontramos que
los prirneros ofrecen una proporcién de tipos constitucionales y de gru
p05 sanguineos m~s préxarnes a la dcl grupo blanco; y m&s prôxirna para
cl grupo indio, atendiendo a los rnisrnes factores, para cl segundo.”
ttEn orden a estas cemprobaciones creernes advertir que ci grado
de introversién-caracteristica mental inherente dcl indio— es menos
en los mestizos que en les sujetos de raza pura o casi pura, india; corne
en b referente a les grupos sanguineos y a les biotipos, la herencia no
manifiesta —corne en cl de las mezclas dcl negro y blanco— desviacién
de las capas puras, ni ley de dorninancia; si nos anclinarnos a aceptar la
teoria de la fusién de caracteres, que e1 mestizo hereda sôlo defectos
y ne las cualadades de sus padres, corno b afirrna Agassiz, es insos
tenible. Aqui corne en otras cosas dcl cruzarniento interracial cl mes
tizo es inferior al mejor de les padres, y superior al inferior”
2 Diseflo sic sen Es! ,sslio jssicotdgico y An!rojsoieigico sic la Raza A,neri,seîia, P5. 8, 9. Ei
joven profesor peruano nombra ameriuslio al mestizo indo-hisp,no. Tal vocablo ~amerindio—
es equivalente n aquel otro pieon&stico: inslo-americajso, que quiere decir: indio-india o Amé
rica-Américo,
V, ~‘sWn~
EL ME5TJZO Y LA ANTROPOLOGIA 242
II. Desde les mismos afios en que apareciô el mestizo y se plan—
teô e! problema dcl mestizaje, se polarizaren también las opiniones.
Resultando mesticistas y antimesticistas o, mejer, cholistas y anticholis—
las. Y cl extreme de les juicios en pro y en contra, oscilé entre la apo
logia,y la diatriba.
Garcilaso fué cl primer defensor de su sangre y estirpe. Revelé no
sélo la conciencia, sine cl orgullo de su mestizaje. Pues, a les rnestizes
les nombra viii hennanos y a los indies los ilarna mix parientes.
ctDe les agudos y sutiles ingenios —escribe cl ilustre cronista cus—
queflo— h~biles para tode género de letras, valga cl vote dcl doc
tor Juan de Cuéllar, Canônige de la% Santa Iglesia Catedral de la 1m-
perial Cusce, que, siende maestro de los de mi edad y suerte, solia con
tiernas l~grimas decirnos: «oh hijos, y côrno quasiera ver una docena
de vesetres en la Universidad de Salarnanca», pareciéndole podian
flerecer las nuevas plantas dcl Persi en aquel jardin y verge1 de sabiduria.
Y per cierto que tierra tan fértil, de ricos minerales y metales precio
ses, era razén criase venas de sangre generosa y minas de entendirnientes
despiertos para todas artes y facultades, para les cuales ne falta habi
lidad a les indios naturales y sobra capacidad a les rnestizos, hijos de in
dias y espafleles o de espaflelas e indaes “
Entre les que elogian al choIe, en la época Colonial, est~n tarnbién
cl ecléctico Sol6rzane Pereira, Concelorcorvo o Caries Bustarnante Inca.
Y fuera dcl territerio peruano, Félix de Azara y les frayles Benito Jerô
nirno Feijée, Juan Ignacie Molina, Francisco Saverie Clavigere y otres.
En la épeca Republicana cl célebre escritor ecuatoriano Juan Montalvo,
quien escribié que “les mestizos de elevade sentirniento y fuerte cora
zén”, forrnaban la aristocracia de la América dcl Sur. En cl PerCi, Jesé
de la Riva Aguere, Ventura Garda Calderén, Peralta V~squez y dem~is ~.
Los cornenlarsos sectes de (os I,zcas Segunda Parte, Prologo a loi ,nd,os, mestizos y
o
criollos P 10
4 Rsva .Aguero, pose a sus contradacesones sobre cl hombre sborigen y sus probiemas, y su
devocion todo b laispano, fisc quien h,,o cl mejor elogio y defensa dcl cholo Garc,iaso, y
—
quien, en sus sfltimos escritos, iaablo de la “exaltsciôn dcl nacionaliamo hispano-andio”. Y
de la “imprescindible aoi,daridtd y confraternidad de blancos, mesti,os e ind,os’’, que “diversas
ratas dcl Pers componen ci ainsi y cl cuerpo de la Patria” etc Reclsf,cacsoss necesarea “La
—
Prensa”. Lima, 22 dc Juiso, 1944. P S Despues de Riva Aguero, entre loi que eiogaan ai
cboio, dijimos, estin GARdA CALDER0N, que en su libro Nosolros, Isa e’~aitado nuestro mesti
zaje; RaM Ferreto Rebagliati, Serafin dcl Mir, Antero Peralca V~zquez Lite ultimo ha escrito’
“Li mestizo libre, crecido es aanbiente puro, no sabe desperdaciar las virtudes heredadas de sus
progenitores Solo los que hayan compartido la vida de indios y meatizos, deade la escuela hasts
las diferentes formas de trabajo, pueden testimoniar dc las ventajas de loa unoa sobre los otros
Yo que ho vivido y observado dc tal guiia, no consengo con lo, que croen que ci elemente cholo

EL Ci-lOLO Y EL PERÛ
250
en e1 conflicto racial o social se manifestaron o manifiestan con reac—
En América dos son los escritores que han iniciada, en cl presente
clones hostiles al india y al blanco. Tales son los mestizos sin asidero
siglo, la reivindicacién dcl mestizo y la valoracién de su genio en la
familiar, moral, ni étnico y cuy; suerte fué candente preocupaciôn de
vida social dcl Continente: José Vasconcelas en México y Ricardo Ro
las autoridades, desde los primeros dias de la Colonia. Dichos casos se
jas en Argentina. A las que les siguen Manuel Ramos, Gustavo Adolfo
presentaron también en la Repûblica, con las ambiciosos dcl poder y
Otero, cl propio Conde Keyserling y Angel Rosenblat. Vasconcelos en
“Indalogia”, Rojas en etEurindiais, Otero en “La Vida Social del Co
ellos —tiempo es de rectificar errores— pertenecen al campa de la
loniaje”, Rosenblat en “La Poblacién Indigena en América”, hacen su
apologia o inician cl, estudio del mMtiple aporte del mestizo en la vida
social y cultural americana, asi como exaltan cl mestizaje. Oponiéndose
al anglo-sajonisma en su vedada guerra contra el espiritu latino y eu
yos aliados inconscientes son los que cargan a Espafia y al mestizo los
pecados de la civilizacién.
Los juicios que le atribuyen la total paternidad de los vicios socia
les —tal como “explotador dcl indio”, etc.—, son de sus gratuitos ene
migos. Tales vicios que le achacan desde e1 Padre José de Acosta a
Valdo Frank —un jesuita y un puritano— son, acaso, aplicables a las
negroides —zambos y mulatos— y a algunos cholos inadaptados y que
ci nocivo para cl resurgimiento dcl sndso (Ad~ sertise que me refiero al Per~). Si es cierto que
durante loi cien sf05 de vida repubiseana cl niestivo li-s jugido loi papeles angratos de tinte
rillo, cura, politiquero, etc , no es Labo que cl eholo sano, fruto de un ambiente sano, hayase
comportado como factor dc progreao Ln cite eoncepto debe culparse lis malandanzas criollas,
no a sana tendenesa snl,crente s dIa,, 5mo al niedjo en que actuan Mejor aun, la responsabi—
lsdad de nuestros desastres republicinos debe cargarse sobre loi elementos negromde, chinoide
y choloide que actuaron en la direccion de loi deitinos nacionale, Viendo a fondo las cosa,,
et Peru, colonia, economicimente, de las potencias cipitalistas, no lia podido actuar sssio bajo
la accion de loi amos corroptores de au, hombres Son loi amos loi que han deformado la
sicologia dc nueitros pu~bloa y han inapreso una direccion magra a nuestn civilizacion Vol—
viendo al factor eholo y considerandolo dtsde cl punto de vota dcl trabijo no debe ocultir
senos li evidencia dc que l-s igricultun, la ,ndustrrs y cl comereso —este ultimo especialniente
en la sierra lia estado y catin en manos dc aqucl En los departamentos interniedios entre la
sierra y la coin, cosno Arequspa y Ayacuclso, cl trabajo material es eau etelusivo dcl clsolo
Si nuestro afan indigenista nos presenta al sndio como il produetor de la lana, y tambien
agrieultor como Cu,co y Pono, no debemoa pcrds.r la vista al elsolo, al negro y al elsino que
produecn otras materiis priinis de esportacion como cl algodon, cl caucho, loi metales, etc
Convengo y soy uno de loi prinseros en reeonoecr que la raz, indigena es la llanvsda a la
primacia tinto por su numero como por sus anejores condiciones para la explotaeion dcl
suelo peruano Convengo tambien en que cl espiritu indigena informara nuestra eultura
Pero, cl proposito de este srticulo es poner dc relieve las icntijas dcl aporte de li aingre
blanca, por cruzamiento, en la sutoctona — Que cl eruiamiento de raz, despierta nuevos
impulsos, no cibe duda Nos b tcstsmonrin, pin no gcnerali.’ar muclso, loi propulsores
dcl indigenismo Desde Cliuquiwanea Ayubo, Valcircel, Cliurata basta los peones mas Isu—
niildes dcl indigcnismo —de todos loi que conoeco, as entscnde— tienen si no un 80 por
tiento si 30 dc aangrc curopea Son loi nco-,ndsos Los indios de purs cepa, a b menos que
cono,ca, durante nuestra vida republiesin no han sobresalido notablemcnte en cl sentido
espiritual En eh depirtimento de Ayieuelso, por ejemplo, cl cuinulo de habilsdialcs dcl
siestico es superior il ,indio juøgados en eolectsvsdades En la cseuela cl mcats,o se adapta
<‘Ç ~‘WW1WWfl ~ y \ n~ ~< w~iwwi n’vv’n~ -s—wqvw
Et MESTIZO Y LA ANTItOPOLOGIA 251
dcl manda politico, e inadaptados aun a la vida democrâtica. Todos
siquiatriay criminologia. Pero jamâs puede tomarse coma regla para
aplicar a su volumen ni para los que ,figuran en la vida politica, cultu
ral y social de las paises latino-americanos.
De su “espiritu de extorsién”, el Marqués de Montesclaros afir
maba que ei cholo era ccrayo contra cl indio”. Como vimos, este mismo
concepto sostienen cl Padre José Acosta y Solérzano Pereira. Pero cl
propia Virrey Montesclaros decia también que “muchas veces sucede
vivir en casa de sus madres indias, beneficiarles sus haciendas y no ser
perniciosos a los naturales”. °
f&cilmente s loi metodos de enseflanza, denota un desarrollo mental accleradamente progre
sivo y no tarda en mnquietarsc por algo supersor, en tanto cl incisa, aneomprendsdo es verdad
por loi maestros, se muestra generalmente refraetario a todo b que signifsquc papet y
bien demuestra siompre afieson al pastoreo y labores dcl eampo PI mestizo comerciante
prepara viajes en recuas y tiene et afan dcl luero; msentras que cl andco viaja con Ilamas
un calculo previo de perdidas y beneficios. Et mestizo snstsntsvamentc, propende a obtener
cl m&xemun de benefieso con cl minsmun de esfsaerzos, tiene cl sentido de la aceleraeion
Et ,ndio, en eambso, trabaja lents y pausadamente, un preocuparse dc las ventajas. Se
satisface con poea cosa (l’or algo tienen este proverbio Después de comer aunqoc venga la
muerte ) En euanto a superiticiones, cl mestizo es i un tanto refbexivo y cl end,o més ritua
lista Esto en igual grado dc condiciones En b que respecta a vicios, cl alcohol y la coca
son eau necesidades orginicas en cl indio, y la sensualsdad acompafada de alcobsol y tabaco,
siasgularss’an al chobo. En fin, cada sana de ostos puntos, requieren estudios especiales. Por
ahora termsnaremos dcclarassdo que cl mestizo, nco-sndio en sis coneepcmon estricta, con cl
sabor dcl auelo e historia nacionales y con las virtudes de su doble asccndrncia racial, constm—
tuye un factor poderoso para la realizaceon dc la mision dcl Tahuantinsuyo Y mi ûnico
proposito, después de todo, es conseguir que no se mire con menosprecio al chobo sano,
fuerte y digno de mejor suertc”. Revt HUARACA Arequspa. N’ 4 U 18-19 — Jose
CarIas Marsategus se bien deseché cl prcjuicio racial, toma ante e! mestia’o una actitud ne
gitiva, influido de la literiturs de V,lcarcel, Cistro Posa y demas, y debido s su des
conoesmiento dcl terretorio peruano, particularmente de loi Andes “En cl mestizo
ma— no se prolonga la tradscion dcl blanco ni dcl sndio, ambas se esteriIu~an y contras-
tan . Para cl Isombre dcl populacho mestia’o —tan solsdsmentc descrito por Valc&rccl con
pasion no exenta de preocupacsonee soeiobogscas— la csvslizacson occidental eonstituye un
confuso espectécubo, no un sentsmsento . . . basta puedc anuncear, en ciertos cjemplarcs
felsccs, loi raigos de la rias “césmica’’, la imprecissois o hssbrsdssmo dcl tipo social, se tra—
ducc, por un obscuro predonssnso dc sedimentos negativos, en uns cstagnacson sôrdida y
morbosa” Strie £szsa)os de Inierj,reiarlôn de la Rrabdad Persans P 219.
~ £1 calsfscstevo “expbotador y verdugo dcl indso’’ que se le da al cholo, es repetido
desdc cl Padre Acosta a Gonzllez Prada y Valcarcel Para nosotros, ace como hay chohos que
— ~ 252 ~ t ~L~WRÙ n —~
“Las abundantes diatribas contra los mestizos —escribe Angel Ro-~
senblat— est~n inspiradas . . en ciertos sectores mestizos, ‘os inadap—
tados, los desarraigados, sectores que en toda la historia colonial han
estado fluctuando entre la poblaciôn indigena y la espaflola, 5m encon—
trar su equilabrio. O kien se apoyan en cierto tipo de mestizos, los
que han resultado de uniones accidentales, abandonados por los padres,
criados al azar, despreciados por los blancos y temidas por los indios.
Esos mestizos han constituido siempre, efectivamente, un problema
social y politaco. La ieacciôn contra cl mestizaje se ha apoyado también
oti as veces en los resultados desarmônicos, en los descendientes que han
tesultado inferioies a sus padres. Pero los mismos argumentos que se
han usado contra los mestizos, se puede usar contra los espaa3oles en Amé
rica . . Adem~s, productos desproporcionados, inferiores fisica e inte
.
lectualmente a sus padres, resultan también dcl matrimonio entre per—
sanas de la raza blanca. Sélo arbitrariamente se han podido hacer valer
contra cl mestazaje humano las resultados disformes, inarménicos de
la hibridacién de “razas” de mariposas
Ante todo, no son las simples opiniones, mt~s o menos literarias y
apasionadas, es la historia la que justifica su vida y conducta.
III. Finalmente, la pretendida ttsuperioridad de la raza blanca”
a la amarilla, negra e india y la “degeneraciôn2del mestizo”, es recha
zada coma grave error par la biologia, etnologia y antropologia con
tempor~neas.
Ernest A. Hooton, catedr&tico de Antropologia Fisica de la Uni
versidad de Harvard, se refiere sobre cl particular. tcDesde tiempo in—
memorial ha habido quienes toman las variaciones hereditarias de la
forma dcl cuerpo humano como base para aseverar que existe la infe
rioridad racial en cuanto concierne a la mentalidad y a la capacidad
de civilizarse. Mediante este subterfugio vil, nuestros abuelos europeos
justificaron su iniquidad de reducir al negro a la esclavitud, dcl mis
mo modo que al exterminio virtual dcl indio y de otros pueblos pri
mitivos. La llamada “responsabilidad dcl blanco” ha sida principal-
mente de hipocresia. Ahora, que ya no tienen por delante mundos
salvajes que conquistar, cl blanco endereza cl mismo ilegitimo argu
explotan al ,ndio, loi hiy blinco, e indios que explotan a sus propios herm,noe de sangrc
For otra parte, db se debe al rigimen social de feudal,dad en que vivimos, no por que
tenga ci espi ritu nnsto de verdugo’’
la poblirso,, Tais geai ci Mes/,zisje en A,nersca T 11 P 29
mento contra niiembros, de su propia estirpe, cometiendo en nombre
de la “raza” mâs crimenes que las que han perpetrado en nombre de
la Libertad” ~.
Sobre todo, la draza pura” es un mita mantenido par el vulgo y los
fanâticos politicos y religiosos. Los mitos son creaciones de la fantasia
con los cuales cl saivajismo y la barbarie suplen la carencia de una
concepcién racional”, como.expresa Hertz ~ Por otra parte, los pue-
bIos Ilamados “blancos” no estân exentos de mestFzaje, ya que e1 mes
tizaje es universal. Pues, cetodos los europeos son mestizos”. El eurapeo
aparece, después de las mezelas mâs contradictorias, en donde parti
ciparon tres continentes a prorrata” °.
Con Georges Puchet, c(cada raza es a la vez superior o inferior,
segûn el lado por donde se le mira; en una palabra, que cada una tiene,
desde el punto de vista de su inteligencia, haber distinto”. La aparente
superioridad depende del tiempo y dcl medio en que actiian o se des
envuelven. Porque son las factores econômicos, clinai4ticos, los métodos
de educaciôn y otros, o mejor, son las factores ecolégicos y sociales
los que conforman su genio y hasta la constitucién anatômica dcl
hombre. Particularmente, la excelencia de sus caracteres es, sobre todo,
consecuencia de la adaptacién al media. Linton, profesor de la Uni
versidad de Columbia, nos dice al respecta: “Si, como parece probable,
cada casta humana ha desarrollado sus caracteristicas diferenciales,
como respuesta a las particulares condiciones dcl ambiente en que vi
yen, debemos deducir que la superioridad de cada casta en relaciôn
-
con las den~âs, sôlo se manifiesta en e1 media a que estâ especialmente
adaptado” 1G
Ahora, refiriéndonos, verbigracia, a que cl mestizo es teinfecundo,
inferior” a cada uno de sus progenitores de “raza pura”, etc.; son
también afirmaciones antojadizas. Por cl contrario, en los casos nor
males puede decirse que, par iey eugenésica, e1, injerto gana vitalidad
reproductiva y se renuevan en él ocultas e insabidas condiciones fisicas
coma cualidades intelectuales.
Recurramos a las conclusiones de algunos de las mâs destacados
etnôlogos y antrop6logos contemporâneos.
El tratadista Pinot, escribia ya, adelantândose a la antropologia
cientifica: “Las cruces entre las razas mâs diversas, en lugar de ser
~ Cita de FERNANDO Osx~z ca FI Engaflo de las razas. P. 314.
S FRIEDEO.rcH HEan, Raza y civ$Itzacidn. P. III.
~ lii engaiïo le las razas. P. 341. RAU,s LINT0N: Estudia dcl ho,,rbre. P. 53.
~ LENT0N. Libr. cil. P. 71.
 ç~
m~s estériles, mejor :Pr~h1.~~n un aumento de la fecundidad. La reno
vaciôn de la sangre da casi siempre resultados excelentes. Los prime—
ros y los ûltimos en la escala humana pueden contraer uniones fe
fundas. ~Qué valor tienen los mestizos? Sobre el particular hace
tiempo que andaban divididas las opiniones. En su desmesurado or
gullo, las blancos no han querido admitir nunca que las mujeres de
otras razas pueden dar nacimiento a hijos de un valor igual a la pro
genitora puramente blanca. Aûos y afios se ha venido teorizando sobre
el valor absoluto de las productos cruzados 5m tener en consideracién
circunstancias especiales que contribuyeran a su formaciôn fisiolâgica
e intelectual. Arguyendo ejemplos de mulatos anlericanos, se ha empe
fiado en arrojar al oprobia sobre todos las mestizos humanos. Tentativa
ilégica, parque ~acaso no son mestizos todos los humanos? Adem~s,
~eran estos mulatos especimenes tan deplorables de la humanidad coma
ha querido hacerse creer? Basta recordar las circunstancias que concu—
rrieron a su nacimiento, las condiciones de su juventud y las amargu
ras de su vida, para comprender f~cilmente que los blancos colocados en
idénticas condiciones, tal vez valdrian menos” ~ de vista fisico, la mayor uniformidad reina en cuanta a las facultades
Frank Boas ha comprobado, en estos ultimos tiempos, en América
dcl norte, un acrecentamiento de la fecundidad de las mujeres mesti
zas, asi coma ha observado que en la uniôn entre indios de alta estatura
y europeos de pequeùa talla, cl tamaflo de los mestizos sobrepasa, gene—
ralmente, a la de los indios. El notable antropôlogo americano sintetiza
su juicio en esta frase: “no puede admitirse la reiterada afirmacién de
que mulatos y mestizos son inferiares, ni fisica ni mentalmente, a las
razas puras” ~ -
El Dr. Vernaud, dcl rnstituto de Antropologia de Paris, resume sus
opiniones: “No estamosya en la época en que se estimaba que cl cruza
miento entre dos razas humanas consideradas una como superior y otra
como inferior, no podia producir sine seres degenerados, pronto infe
cundos”. Si se trata de padres atacados de taras psiquicas o mentales no
podia esperarse que den vida, uniéndose, a mestizos bien dotados en w
dos los aspectos. Igualmente ocurria cuando los padres y sus descen
dientes estân somctidos a condiciones particularmente desfavorables. De
las observaciones realizadas, debe concluirse que cl mestizaje no es en
modo alguno causa la degeneraciân, Lejos de su Ilamado a desaparecer
totalmente de la superficie dcl globo, en un porvenir m~s o menos prô
xirno, como predijo Gobineau, las naciones que se preocupen de admitir
11 las razas, T, ï, p. 261.
JuAN PINOT: Et jsrejnieio sic
12 Charges in hodyle3 cf sksdcnslrns cf inmigra,;lres.
ï • LI., bltalLL’J I 2~t1, nruLswrsJL.,.nn~
en su seno elementos extranjeros no har~n sino beneficiarse con las cru—
zamientos. Bi mestizaje, cuando se opera en condiciones normales, en
vez de ejercer una acciônnefasta sobre la vitalidad de un pueblo parece
par el contrario, reforzarla. Desde el punto de vista intelectual las mes—
tizos no son, de modo general, inferiores a sus progenitores. Ya he citado
a este efecto la opiniôn de varias autores —se refiere a Neuville, Boas
y otros— de los~que no se dejan cegar par los prejuicios” ‘~.
Par su parte, Etienne Rabaud, catedraitico de Biologia Experimen
tal de la Facultad de Ciencias de Paris, ha escrito en cl libro de P. Lester
y J’. Millet, estas palabras: “En un pasada lejanisimo se formaron gru—
pos humanos con genios, chas han desaparecido hace muche tiempo
por causa de la mezcla, mestizajes multiples y variados” 14,
Dcl proceso étnico de nuestros pueblos indo-hispanos, se han ocu
pado muchos investigadores. Pera tomemos solamente la ya clslsica opi
nién de D’Orbigny sobre nuestros mestizos. “Si bien las diferencias
sefialadas en las mezclas, segùn las naciones y los lugares, son de punto
intelectuales: los hombres que provienen de cruces son de una extre
ma facilidad intelectual, que en nada ceden a la de la raza blanca.
La mezcla de los guaranies con los espafioles produce hombres de talla
m~s hermosa, casi blancos y de bellas faccianes, desde la primera ge
neraciôn De todas las cruzas esta es la que parece mejor y casi
. . .
rivahiza con la raza blanca” ~
Todos estos conceptos de verdaderos hombres de ciencia y no de
literatos, desvirti~an, categôricamente, los prejuicios mantenidos hasta
hav sobre los mestizos y cl cruce de razas. Mezcla que da cualidades
insospechadas, particularmente en cl caso de los peruanos, coma res
pondienda a las cepas de dos “razas” en plena potencialidad y virtudes
histâricas.
(Tales prejuicios, la recalcamos, nos vienen de las anglosajones,
habituados a encarar los problemas humanos con cl mismo criterio que
les sirve para clasificar sus mercaderias. Ése fué siempre cl ~ngulo
desde cl cual yen las paises imperiahistas todo la que se refiere a las
pueblos colonizados o sernicolonizados. Pues bien nos dicen Les-
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tal actitud. Et acuerdo XII dcl Primer Congreso Demografaco Interameracano, dice V Reco—
mendar a loi Gobiernos americanos que rechacen en absoluto toda politica y toda accion de
discriminacion dc caracter racial La resolucion XII, de la Conferencia de cisacultepec, titu
lada Sobre fa D,scr,mj’,,ac,en, Racial, en que se acordo declarar “19. Reafirmar cl princapio reco—
nocido por todos loi tatados amer,canos de la ,gualdad de derechos y oportunidadea para
todos loi Isombres, un tonsideraciun de ra,, o religion”. En la Declaraciosi sobre la Raza,
Preparada por li UNESCO, j ulio de 1950 se expresa ‘Las investigacaones cientificas de loi
ultimos aùos tienden a corroborar et dicho de Confucio (55-478 a C.). La naturale,a dc loi
liombres es semejante, sus habitos son loi que loi separan. Gualesquiera que scan las clasif,ca—
ciones que dcl genero humano liaga cl ~ntropologo nunca tomara en cuenta para cElas las
caracteristicas mentales”. LI Art l~ de la Cana de las Nac,ones Unidas —San Francisco— de
dira” Loi proposicos de lis Naciones Unidas son Obtener la eooperacibn anternacional para
reaolver loi nroblemss ,nternacsonales de csr~cter econômico, social, cultural o hunsanitarao
y favorecer cl respero por loi dereclsos humanos y por las libertades fundimentalea de todos,
5m disemncion de riz,, sexo, idioma o religion”
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 — — • ~ ~

Seguin, Carlos Alberto: 221. Vailejo, CésarS 130.

Solorzano Pereira, Juan de. 14, 31, 234, 242, Varallanos, José. 64, 68, 80, 119, 164, 175.
245. 249. Varela, Blas 168.
Spencer, Herbert. 237. Vargas Ugarte, Rubén’ 86.
Spengier, Osvald 144. Vasconcelos, José’ 95, 134, 204, 243, 250.
Vésqisez de Espinoza, Antonio (Fray) 82,
T 84.
Velarde, flern~n: 138.
Velasco Aragôn, Luis: 212.
Terén: 236. Vernaud: 254. INDICE GENERAL
Toledo, Francisco de: (Virrey) : 142. ViIlar: 15.
Trist&n, Flora: 845, 174. Vitoria, Francisco de: 233.
Voltaire: 235. Primera Parte
U
‘V
Ugarte, Manuel: 239.
EL VOCARLO Y SU CONOEPTO
Unamuno, Miguel de: 1H, 127, 222.
Wagner: 237. Oedicatoria
Unanue, Hipéiito: 66, 122, 235.
‘Wiesse, Carios: 26.
Uexkiill, Jacobo von (Barôn): 126.
Wood: 126.
Introduccién

V z Capitubo 1
Valcircel, Luis: 12, 35, 203, 239, 249.
Valera, Blas: 168. Z&rate, Agustin de: 41, 44, 79, 129. ETIMOLOGIA DE LA PAL/sJ3RA CHOLO
Valdez, Antoniot 168. Zavala, Silvio: 186, 233.
Valery Larbaud: 221. Zea, Leopoldo: 210. I. Su etimologia segûn los cronistas y escritores, dcl siglo XVI al XX, 21. IL CIsolo: palab
Valle, M. M.: 209, 280, 232, 234. Zumeta, César: 239. despectiva, de insulto, 27. III. Et proceso de su sustantiVacién. 29.

Capitulo 11

SINONIMIA Y AaUAL SZGNIFICADO ETNO-SOCÎOLÔGICO

I. éCholo es ainéninio de mestizo?, 31. 31. Su accpcién etno.sociolôgica actual. Cholo signifi
10 indo.hispano, indo.blanco y equivale a b peruanO, 32. III. ~Es la nueva raza peruana?, 3

Seguizda Parte

EL MARCO DE LA HISTORIA

Capitulo b

NACIMrENT0 BIOLÔGICO DEL CIIOLO

I. Nacimiento biolôgico y social dcl cholo. Etapas, 39. 11. Los primeros cholos de prosapia,
III. El sentimiento amoroso dcl conquistador para con la india y su proie. La fascinacién
espaflol y la ofrenda de doncellas aborigenes, 43. 1V. III “servicio de indias”, cl paraiso
sexo y la perversi6n de las costumbres, 45. V. Las indias preferidas a las espaflolas y cl ol’
de las casadas en la Peninsula, 49. VI. LI Perû pais de la fibula y centro de inniigraciôn dc
paf~oles, SI. VII. Providencias y noticias oficiales de [os virreyes sobre cl mestizaje, 52.
 284 ““ EL cHOLO Y fl PERÛ f NDICE GENERAL 285

Capitula lE Capitulo II
ARItAIGO Y CARACTfl{I5flCAS DIZ ME5TJZAJE
EL INFLUJd TELÛRICO Y 14$ ESCALAS DE SU EPIGIE
I £1 ent~oncamiento dcl espaflol con las caciques. Algunos casos, 55. II. Los funcionarios civiles
y eclesiasescos, progenitores de cholos, 57. 111. Matrimonial y concubinatas. FI srrzzsnacuy, 58. I. Et influjo de las Andes sobre su persona y la domanaciàn de! media ambiental circun
1V. El hogar mesura La chola, 65. V. La condsc,ân legal y social del cholo y las castas colo— dante, 125. 11. Escalas de su efigie espiritual, Hacia cl Héroe, 127. III. Las gestos de su per.
males, 66 VI Las extranjeros en et mestina3e peruano, 73. sonalidad a través de la historia peruana, 12g.

Capitulo III
Tercera Parte ADITAMENTOS DE 5V PERSONA; VESTIMENTA Y AnCIONES

LA GEOGRAFIA I~EL MESTIZAJE r. Su vestimenta histôreca: cl poncho, prenda multiple, Interpretacién y signaficado pseco—
l6gsco, 131. IJ. Sus arreos cl caballo (El cholo hombre jinete ), 134. III. Sus instrumentos
musicales: la guitarra, 137. ~V. Su aficiôn a los taros, 138.
Capitula I
LOS ANDES Y EL MESTIZAJE I3IOLÔGICO INDO-IESPJSJQcJL Capitulo IV
I. Las ciudades y los campas de las Andes primer crisol de mestizaje sndo-espaflal, 79. IL Los BEUCISMO, POLITICA Y OTROS ÀNGULOS DE SU PERSONALJDAD
Andes refugio y ampara de rebeldes y delsncuentes politicos, 80 III La sntromissân dcl es—
pai~ol en las pueblas de indios, 81 lEV. Naticias de las cronsstas y virreyes, 85. r, El instinto hélico dcl cholo. Culto al corae, y cl pundonor personal. (Ratilicaci6n de
estos actas por la correspondencia oficial.), 14!. 11. Ligero an~lisis de su sentimiento politico,
‘(Caudillisino y caciquismo.), 143. 11E. La chicheria, los gallos y los naipes, 14$.
Capitulo II

U PROCF.SO LTNICO, Y U SÎLLO REGIOWAL Quhita Parte

I. La adaptacs6n dcl capaslol al media ndiq y su amestia’acsan, 89 11. La geagrafia clsmftica
economica dcl conquistador y colonizador, 90 111, Las t’erras prnpiamente andinas crisol de EL CHOLO, EL MESTIZAJE CTJLTURAL Y LA VIDA SOCIAL
permanente cholada, 9!. IV Las estadisticis de las siglos XVlr y XVIII, 92. V. La sierra
chaI, y la costa mulata—,amba, 96 VI. Lima crisol dc clsotada y bagua de mestizaje cas— Capitulo I
mico, 99 VIE Lima choIs, 100 VIII L,ms ~amba, 105
APORTE A LA ECONOMIA Y, AL PAISAJE

I. La difusiôn de ta flora y la Launa occidentales, 149. II. La mineria e industrias agrope—

Cuarta Parte cuarias. La estancia y la hacienda, 151. III. Las ciudades y villas: nûcleos de mestizaje cul—
tural. Cusco: ciudad chola, tipo y simbolo, 153.
EL HOMBRE INDO-HISPANO O CHOLO

Capitulo II
Cap, tub I
EN LAS ARTE.S, LETRAS Y LA POLFTICA
EOSQ(JZJQ DE SU GENIO Y FIGURA

I £1 chalo nuevo tipo de liombre y Isombre peruino Hombre sintesis, III. II Caracteres
psicologicos dc sus progenstores cspsilol e sndso, 112. 111 Rasgos psiquicas tipo intro, extra
vertido y amboverso, lI 6. IV Cualidados psiquscss y afsrmacion h,stôr,ca de su personalidad,
(La correspondencia oficial dcl siglo XVI il XIX ), 117. V Su retrata pisca.antropolàgsco.
(Notas de las investigadores ) , 120 VI Su actual talante, 122
I. Manifestaciones de su genlo artistico. La arquitectura ‘—cl barroco chaI0—; la pintura
—escuela cusque5a—; la escuttura, las “toritns dc Pucar&” y otras expresiones, 157. 11. El
folklore: mûsica, danzas, cantar popular, etc. (Et yaravi, la inuliza, la cacisua, la marinera, las
valses.) Escuttura en «piedra de Huanaanga”, las actuales “mates”, las miscaras, Ici. lir, Su,
exponentes en las letras, artes y mùsica, 167. IV. En la vida politica, 169. V. Su aporte en et
descubrimiento, colanizaciôn y campa5as libertarias. (Las “mantoneras’’ y la “rabona”), 171,
VI. La masa chat, pionera de la peruanidad integral. (La chola: siinbola de la nacionalidad), 176.
 286 LL CIIOLO Y EL PE1U~ tNDtCE GENERAL 287

Sexta Parte Octava Parte

PERÛ MIXTO EL MESTIZO Y LA ANTROPOLOGIA

Capitula I Capituto I

LA TRANSCUIjTURACI6N 1NDØESP/aJ~Q’L4 UNA “CIENCIA” DISCRVwfINATWA

I. Perù pais ruestizo, 181. 11. La nacién Inca y su cultura a la Ilegada de I’izarro, 182. III.
BI Derecho Indiano y las instituciones indigenas, y la mestizacién dci indio, 186. IV. La trans—
formacién dcl indio por cl régimen politico de las reducciones o nuevos pueblos. Bi cabildo
comunal, 188. V. La Iglesia: planificadora dcl aentisniento religioso, 191. VI. Las costumbres
espaflolas inyectadas a b, indios: profanas, religiosas, econômicas. (Loa oficios, ci folklore, la
vestimenta.) Su arraiga entre las indios actuales. La intromisiàn de la delincuencia y
de los vicias, 192.
Capitulo II
I. Et criterio de la superioridad de la raza blanca e infcrioridad de la india. Sus giosadore..
en América y et Perû, 231. II. Et mestizo: monsirua hlbrido y degenerado. Et auge de esta
idea en la Calonia. BI apotegma: chalibitis ,anncan bo,sn,g, 233. III, La “ciencia” de las
enciclapedistas y la inferioridad dcl hombre americano. La teoria dcl Conde de Gabineau y sus
seguidores. Su influencia en América y cl Perû, 23$. [V. La inferioridad dci mestizo creada
con fines de dominaciôn politica y expiatacién ecanômica. (Et temor de la Corona espa~oia
los mestixos y su politica para con citas.) BI concepto legal dci mestizo y las castas
sociales, 242.

EL rElu) PAIS, PUEBLO ?4ESTIZQ, CHOLO Capitula II

L Perû: pais chola; no india. No existe “b indio pi~o”, 199. 11. El indio no es habitante EL CHOLO ES HOMBRE ETERNO
mayaritario dci Perd. Su amestizaciôn pot la escuela, la religiôn, e1 caneliano, las caminos, 201.
111. Elegia dcl Tahuantinsuyo, 204. I. Na existe tipo ùnico: e1 chaio “hombre eterno”, 247. 11. Apaiogia y diatriba. Su justa
pasici6n, 249. III. La biolagia y antropobogia conten1por~nea, rechazan et mita de la superio
ridad de la “raza blanca” y condenan dcl errar hiscôrico de la degeneraci6n dcl niestizo.
(Las exceiencias dcl mestizaje), 252.
Séptima P.rte
liibliografla, 257.
DESTIN0 CULTURAL
indice de figuras, 271.
indice de liminas, 273.
Capitulo I
indice geagrifico, 27$.
EL CHOLO Y LA CULTURA INDIAN4 indice de autores citados, 279.

I. La cahquista espafiola, verdadera revalucién social para ci indio, 207. IL La simbiosis de

Espaùa y Tahuantinsuyo. Et mestizaje étnica y et cultural, 208. 111. El nuevo honibs’e y la
asueva cuitura indiana. Los ingredientes de tierra y “raza”, 210. 1V. Perû andina. I’erû pro—
fonda. Las montaùas de las Andes y cl aima heroica, 211.

Cspitulo II

MÔDULOS DE LA PERUANIDAD, AMERICANI DAD Y UNIVERSALJDAD

L M6dulos de nuestra peruanidad: ideai politica, conciencia nacional, tradicién, componente,

dci arte, distribucién de la riqueza, etc., 213. IL Libertad y democracia: fundamentos de
existencia y creaciôn, 223. III. Et sentido de nuestra educaciân, 224. IV. Bacia la forja de
un Eerù integrai, 22$. V. La efigie de la Patria y ei mundo, 226.