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do también así un mestizaje intelectual poco aparecen, especialmente lasrelacionadascon


corriente que ayuda sin duda a dar pasos el multiculturalismo, están tratadas de forma
adelante en el programa de investigación un tanto superficial. Pero, más allá de esto,
todavía a desarrollar. el interés de esta obra está en su propia hete-
Quedan sin duda muchos vacíos en sus rodoxia y, sobre todo, en las herramientas
reflexiones y propuestas y algunas de las que teóricas que emplea para justificarla.

NOTA
1. Para vma referencia a los antecedentes y el con- Francia, el Informe del Grupo «Territorios y nuevas
texto en el que emerge la nueva juventud de las perife- formas de control social» de la Fondation Copemic,
rias urbanas de origen inmigrante, tiene interés el tra- titulado «Los significados de la revuela de los jóvenes
bajo de L^aurent Bonelli, «Obsesión securitaria e ile- de las barriadas», reproducido en Vienlo Sur, n.° 84,
galismos populares en Francia, desde principios de enero 2006, Madrid; también, para el caso belga, el
1980», en Política criminal de la guerra, de Roberto artículo de Olivier Bailly, «Belgas en MarriKcos, ma-
Bergalli e Iflaki Rivera, coords., Anthropos, Barcelo- rroquíes en Bélgica», en Le Monde Diplomalique,
na, 2005; para un análisis de la recienterevueltaen edición española, n.° 124, febrero 2006.

FORMAS DE PERTENENCIA Y TEORÍA DISCURSIVA

Neus Campillo
Universitat de Valencia

SEYLA BENHABIB: LOS derechos tomo a «situar el Sujeto» y a las relaciones


de los otros. Extranjeros, residentes entre «nosotros» y «los otros».
y ciudadanos, En sus análisis es central la idea de que
no hay que concebir las identidades colec-
trad. de Gabriel Zadimaisky, Gedisa,
tivas como datos o hechos, sino entender-
Barcelona, 2005, 191 pp. las como procesos deformación determi-
nados por conflictos y enfi^ntamientos so-
Seyla Benhabib es una filósofa muy cono- ciales, económicos y culturales complejos.
cida en los debates internacionales de cien- De esta manera, el «nosotros» y «los otros»
cia y filosofía política, ética y feminismo. noresponderiaa un antagonismo ontológi-
Sin embargo, hasta ahora ninguno de sus co entre amigo-enemigo en los términos de
libros había sido traducido al castellano.' Cari Schmitt. Benhabib, por el contrario,
Su concepción enfilosofíamoral es la ética se acercaria más bien al enfoque construc-
del discurso y en filosofía política, la de- tivista (E. Gelber, B. Anderson), para el que
mocracia deliberativa. Desde la teoría cri- resulta central la pregunta relativa a cómo
tica de la sociedad de Jürgen Habermas, se establecen en el curso de la historia las
dialoga con el comunitarismo, el feminis- líneas de delimitación entre géneros, razas,
mo y el postmodemismo. Hay tres concep- etnias, naciones. La diversidad cultural ha
tos clave en su filosofía política: critica, de ser compatible con la igualdad demo-
identidad y cultura, cada uno de los cuales crática por lo querechazarápropuestas po-
forma una constelación de problemas en líticas dereconocimientode las diferencias

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que confundan la ontología con la toma de puestas de esta índole es desde dónde se
posición política. están contemplando nuevas experiencias
Desde la ética dialógica, los derechos políticas que hagan viable el ideal kantiano
específicos del grupo han de ser fundamen- de ciudadanía cosmopolita. Desde el análi-
tados discursivamente con el objeto de que sis del «derecho a la hospitalidad» de Kant
puedan ser considerados como condiciones y el «derecho a tener derechos» de Arendt,
necesarias de la participación universal y expuesto en los dos primeros capítulos del
de la autonomía de los sujetos morales. De libro, Benhabib nos va adentrando en esa
manera que el derecho a la diferencia cul- paradoja. Defiende la necesidad de intro-
tural signifique el derecho a la renovación, ducir el nivel moral de manera articulada
interpretación e incluso la posibilidad de con el social y el político, ya que entiende
rehusar a la propia cultura. Defiende, pues, que se trata de un problema de justicia y de
un concepto narrativo de cultura como diá- consideración de «los otros» como perso-
logo entre generaciones que genera nuevas nas morales. La afirmación de que «Nin-
narraciones. gún ser humano es ilegal», el grito de los
La ética del discurso tiene su traducción trabajadores ilegales en 2003 en Nueva
política en la democracia deliberativa y des- York, vendría a sintetizar ese núcleo de in-
de ella se defiende una afirmación del indi- terrelación. Es significativo que el libro
viduo con capacidad para formar su propia empiece y acabe con dicha fi-ase.
versión de la idea de bien y la cooperación Benhabib ve un problema central en la
con los otros a respetar reglas comunes. Del cuestión de la «membresía» {membership),
liberalismo mantiene la necesidad de un sis- en la pertenencia política de los inmigran-
tema universal de derechos y deberes, pero tes, extranjeros, forasteros, refugiados etc.
rechaza la separación entre esfera pública y Lo que observa es que ante la situación que
esfera privada. La democracia deliberativa estos «otros» representan para el Estado, las
promovería más bien la formación de una teorías de la justicia internacional se man-
cultura de la creatividad civil. tienen en silencio y no cuestionan las fi-on-
Desde este planteamiento. Los derechos teras de los Estados (Pogge, 1992; Bucha-
de los otros intenta dar respuesta a los nue- nan, 2000; Beitz 1979, 2000). Sin embar-
vos retos de las migraciones transnaciona- go, tampoco está de acuerdo con las teorías
les, la globalización o la desagregación de que consideran que el problema de ser
la ciudadanía. Su propuesta estribaria bási- miembro por parte de un extranjero, inmi-
camente en la defensa de un «constitucio- grante, etc. sea una cuestión de redistribu-
nalismo internacional» que pueda materia- ción de recursos y derechos. Su alternativa
lizarse en un «federalismo cosmopolita». es defender la «membresía» justa desde una
Ya al inicio del libro se pone de relieve teoria cosmopolita de justicia que se centre
la tensión entre los atributos tradicionales en cuáles han de ser los principios normati-
de la soberanía nacional y el respeto a los vos guía en un mundo de políticas desterrí-
derechos humanos universales, una parado- torializadas. Cree que, aunque se ha produ-
ja considerada ya por Hannah Arendt como cido por parte de la ley internacional un
«un dilema constitutivo de las democracias cuestionamiento de la legitimidad exclusi-
modernas». La terrible experiencia política va de los estados nacionales sobre el dere-
del siglo XX condujo a que las democracias cho de admisión, el mapa normativo no ha
actuales buscaran superar ese dilema con cambiado. Para su análisis introduce una
recursos como la Declaración Universal de metanorma de la ética discursiva que pre-
Derechos Humanos de 1948. Desde pro- supone «respeto moral universal» y «reci-

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procidad igualitaria», como ya había pro- zadas. Sus análisis se realizan desde varios
puesto en Situating the Self. Gender, Com- planos: mediante el diálogo con los clási-
munity and Postmodemism (1992). Pero cos, Kant, en concreto (cap. 1), que le sirve
observa que las estipulaciones de la ética para afirmar que «una reconstrucción del
discursiva para tratar el problema de la per- concepto kantiano de derecho a la libertad
tenencia o membresía política, tal y como extema llevaría a un sistema de derecho
se da en el caso de las migraciones transna- cosmopolita más amplio que el que ofreció
cionales, por ejemplo, necesitan de una el propio Kanb> (p. 35).
mayor elaboración normativa. Hannah Arendt deconstruyó las catego-
Pongo de relieve este aspecto porque rías políticas del s. xvill porque no servían
quiero destacar que se trata de un libro so- para comprender las terríbles experiencias
bre la teoría de la justicia necesaria en un del s. XX. Esas categorías suponían que los
mundo global, de manera que, al abordar el derechos surgen de la naturaleza misma del
problema de los derechos lo hace desde la hombre cuando «el derecho a tener dere-
obUgada disyunción entre lo moral y lo éti- chos» debería ser garantizado por la huma-
co, lo moral y lo político, aunque señalan- nidad misma (cap. 2). Ahora bien, mientras
do simultáneamente la necesidad de una que Arendt no exploró cómo constituir co-
mediación entre dichas esferas (p. 22). Son, munidades democráticamente soberanas
pues, estos problemas de mediación los que que no siguieran el modelo del Estado-na-
la autora analiza de forma densa y rigurosa. ción, Benhabib propone que el experimen-
Toma como punto de partida tres ámbitos to del Estado moderno podría ser analiza-
de problemas —crímenes contra la huma- do en términos diferentes: la formación del
nidad, intervenciones humanitarias y migra- pueblo democrático con su historia y cultu-
ción transnacional— en los que se observa ra únicas puede verse como un proceso con-
un régimen internacional de derechos hu- tinuo de transformación y experimentación
manos, entendiendo por tal «un conjunto de reflexiva con una identidad colectiva en un
regímenes globales y regionales interrela- proceso de iteraciones democráticas.
cionados que se superponen parciahnente Aunque reconoce que tanto Kant como
y que incluyen tratados de derechos huma- Arendt ya se percataron de la paradoja bá-
nos junto con la ley internacional» (p. 17). sica (el derecho de asilo, por ejemplo es
Centrándonos en el caso de las migra- universal, pero la capacidad de otorgarlo
ciones transnacionales, la autora observa aún es dependiente de cada Estado), Ben-
que en el derecho a la libertad de movimien- habib quiere salir del dilema de hacer del
tos a través de las fronteras, contemplado cosmopolitismo un particularismo legal. Es
en la Declaración Universal de los Dere- en ese sentido en el que intenta demostrar
chos Humanos (Naciones Unidas, 1948) no que los «derechos cosmopolitas» crean re-
se especifica nada sobre la obUgación de des de obligaciones e imbricaciones en tor-
los estados soberanos de permitir el ingre- no a la soberanía.
so de inmigrantes. De esta manera se man- Si bien el cosmopolitismo de Kant aún
tienen ima serie de contradicciones entre la tiene virtualidades para nuestro tiempo, pues
lógica de los derechos humanos (especifi- «todas las personas morales eran miembros
cados en documentos legales internaciona- de una sociedad mundial en la que podían
les) y la soberanía territorial. Tras la cons- interactuar potencialmente entre sí», nues-
tatación de esos dilemas, Benhabib se pre- tra autora piensa que no ocurre lo mismo
gunta por los principios normativos guía en con la propuesta de J. Rawls, «quien ve a
unas políticas cada vez más desterritoriali- los individuos como miembros de los pue-

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blos y no como ciudadanos cosmopolitas» dades distinta. Les cuestiona, por ejemplo,
(p. 64). Benhabib critica su «Derecho de que la admisión de los inmigrantes y la fija-
gentes» (cap. 3) por considerar que en el ción de la calidad y cantidad de los movi-
mismo se defiende una concepción de los mientos a través de las fronteras debieran
pueblos como un «cosmos morab>. Ella, por seguir siendo privilegios soberanos del pue-
el contrario, argumenta que una base teóri- blo democrático. Es particularmente preci-
co-discursiva del lenguaje de los derechos sa su discusión con Michael Walzer al res-
no necesita de premisas metafísicas ni im- pecto porque señala las dificultades para
poner im programa específico de derechos. realizar políticas de admisión en base a la
Por eso no está de acuerdo con Rawls en comprensión que tenga de sí misma una
que el principio de que todas las personas comunidad particular, tal como mantiene el
comparten los mismos derechos y liberta- autor de Las esferas de la justicia (1983).
des básicas enraiza los derechos en una Ve necesario por ello introducir en la dis-
política (moral) de justicia cosmopolita. El cusión la distinción entre «integración cul-
pluralismo político se ve socavado, a su tural» e «integración política». Entiende que
entender, por la concepción de una socie- al confundirlas, Walzer hacer descansar las
dad cerrada cuyas consecuencias para la políticas de inmigración y naturalización,
imnigración, por ejemplo, serían enormes. muchas veces acertadas, más en una buena
Rawls introduce condiciones que serían le- voluntad moral y generosidad política que
gítimas para limitar la inmigración entre las en principios. Ella sugiere que «en las de-
que se encuentran la de «proteger la cultura mocracias liberales robustas la porosidad
política de un pueblo y sus principios cons- de lasfionterasno es una amenaza, sino más
titucionales». Benhabib, por su parte, sos- bien un enriquecimiento de la diversidad de-
tiene que «lejos de dañar la cultura política mocrática existente» (p. 91).
de un pueblo y su constitución los inmigran- Como quiere aclarar las contradicciones
tes pueden revitalizarla y hacerla más pro- intemas de los compromisos normativos de
funda» (p. 73). Por ello defiende que «el las democracias liberales investiga cuál será
desafío cultural planteado al liberalismo el lugar de los derechos en una teoría dis-
político por el influjo de nuevos iiunigran- cursiva de la ética y si ésta podrá llevamos
tes lleva a una profimdización y ampliación más allá de los debates sobre derechos.
del programa de derechos en las democra- Benhabib se pregunta (cap. 5) si es posible
cias liberales» (p. 73). Ella entiende que los una justificación postmetafísica de un dis-
pueblos liberales tienenfi-onterasrelativa- curso de los derechos y sostiene que el de-
mente abiertas, «porosas» y que «los dere- recho humano básico a la libertad comuni-
chos de los otros» no amenazan el proyecto cativa nos permite justificar «el derecho
del liberalismo político, sino que lo hacen humano a ser miembro» y proponer la pro-
«más inclusivo, democrático y deliberati- hibición de la desnaturalización: «El dere-
vo» (p. 73). cho humano de membresía es más general
No menos interesante resulta su puesta que la legislación específica sobre la ciuda-
en cuestión de las teorías de la «declina- danía de tal o cual país» (p. 105). «Ser miem-
ción de la ciudadanía» (cap. 4). Coincide bro» es un derecho que está a caballo de
con sus defensores en que el autogobiemo dos categorías amplias: derechos humanos
democrático es un bien político fundamen- y derechos civiles y políticos.
tal, pero cuestiona sus visiones de integra- ¿Cómo habría que hacer la transición
ción ética y política porque piensa que hace desde esas consideraciones formales univer-
falta una perspectiva de derechos e identi- sales a la libertad comunicativa? Su respues-

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ta consistiría en señalar la necesidad de re- tes, los EE.UU., que mantiene un concepto
situar lo universal en contextos concretos, de ciudadanía unitario y hace de la naturali-
lo cual le llevará a la tesis más relevante del zación una precondición de la ciudadanía.
libro, a saber: que el ejercicio de los dere- Ésta es también la vía que en la práctica si-
chos así como la práctica política misma guen los Estados miembros de la UE: «acce-
puede cambiar las identidades. Los signifi- so a derechos políticos a través de la natura-
cados de las demandas de los derechos tam- lización, es decir, adoptando la nacionalidad
bién se ven alterados cuando estas deman- del país anfitrión» (p. 113). A la vista de los
das son ejercidas por sujetos cuya condi- debates en EE.UU. sobre la nueva ley de in-
ción legal y política no ha sido prevista o migración o en España y en la UE sobre la
anticipada normativamente en las formula- entrada masiva de inmigrantes masiva resul-
ciones iniciales de derechos (como sucede, tan particularmente instructivos los análisis
por ejemplo, en el caso de los inmigrantes). de Benhabib sobre la cuestión.
El empleo del término iteración, acuñado La apuesta de Benhabib por el «federa-
por Derrída, le sirve a Benhabib para dar lismo cosmopolita» requiere clarificar,
cuenta de estos cambios de significado de como ella misma es consciente, las lineas
las demandas: cada iteración transforma el divisorias entre territorialidad, soberanía y
significado, cada repetición es una varia- ciudadanía. No rechaza, además, que no
ción. Las iteraciones democráticas serían haya ningún vínculo entre tamaño del terri-
«procesos complejos de argumentación, torio y forma de gobierno, pero el vínculo
deliberación e intercambio público a través crucial no se daría, para ella, mediante un
de los cuales se cuestionan y contextuali- lazo cultural de identidad sino a través de
zan, invocan y revocan, afirman y posicio- la lógica de la representación democrática.
nan reivindicaciones y principios de dere- Autonomía pública de la democracia, ne-
chos universalistas, tanto en las institucio- cesidades institucionales y normativas pero
nes legales como en las asociaciones de la conciliables con el principio moral que sig-
sociedad civil» (p. 130). nifica el derecho a tener derechos, en el sen-
Benhabib se pregunta si se debe ver la tido de que «ningún ser humano es ilegal».
desagregación de la ciudadanía y el fin de Por ello resume su postura afirmando: «No
ese modelo de ciudadanía con consterna- me he declarado partidaria de fronteras
ción o si, por el contrario, son los indicado- abiertas sino porosas; he argumentado a
res de un nuevo sentido de «justicia glo- favor de derechos de primera admisión para
bal» precursores de nuevas modalidades de refugiados y solicitantes de asilo, pero he
entidad política que anuncian la ciudadanía aceptado el derecho de las democracias a
regular la transición de la primera admisión
cosmopolita. La globalización da lugar a la
a plena membresía; también he argumenta-
desagregación de la ciudadanía, pero tam-
do a favor de subordinar las leyes que go-
bién puede ser democrática. Esa tensión
biernan la naturalización a las normas de
entre la legitimidad democrática y las reali- los derechos humanos y rechazado el dere-
dades de la ciudadanía desagregada le lle- cho de un pueblo soberano a no permitir la
va a pensar en el potencial cosmopolita de naturalización e impedir la eventual ciuda-
los derechos. danía de forasteros en su medio. Para algu-
Junto alrigurosoanálisis teórico, Benha- nos, estas propuestas van demasiado lejos
bib introduce el análisis sociológico y de este en dirección de un cosmopolitismo sin raí-
modo se aprecia mejor la concreción de los ces; para otros no van lo suficientemente
problemas tratados teóricamente. Así, com- lejos» (p. 156).
para la UE con un país clásico de inmigran-

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Se trata de un reto difícil, pero hay que así como por los políticos que tienen que
decir que el rigor argumentativo de Ben- llevar a la práctica la regulación de las
habib para enfrentar los múltiples debates políticas de inmigración. Se trata de una
es el mejor aval para que la suya sea una obra imprescindible para el análisis teórí-
propuesta a tener en cuenta por los espe- co-político de nuestra actualidad que de-
cialistas en ciencia y filosofía política, en sarrolla una alternativa al multiculturalis-
filosofía del derecho, en derecho interna- mo, al liberalismo y al comunitarismo re-
cional en sociología y crítica de la cultura. cogiendo sus retos.

NOTA
1. Entretanto ha aparecido este otro: Seyla Ben- y diversidad en la era global, Katz, Buenos Aires,
habib: Las reiviitdicaciones de la cultura. Igualdad 2006.

HACER Y DECIR DEMOCRACIA

María José Sánchez Leyva

JUDITH ASTELARRA, nuestra historia reciente nos sigue imponien-


Veinte años de políticas de igualdad, do un escenario público sin memoria histó-
Madrid, Cátedra, 2005 rica, cuyo principal efecto es el de hacer-
nos pensar que los debates, discusiones o
M A R Í A L U I S A CAYANA, ALICIA H .
consensos no tienen orígenes, como si sur-
PuLEO, CRISTINA SEGURA (coords.), gieran ex novo en el vacío teóríco y social.
Mujeres y ecología: Historia, Este debate implica la reflexión sobre los
pensamiento, sociedad, mecanismos de exclusión que inundan la
Madrid, Al-Mudayna, 2004 concepción de ciudadanía y la idea de igual-
ÁNGELES DE LA CONCHA dad que sustenta nuestro sistema político
y RAQUEL OSBORNE (coords.), así como evidencia los rígidos límites del
marco que dicho sistema impone al debate
Las mujeres y los niños primero,
público y la reflexión política. Los espacios
Barcelona, Icaria, 2004 en los que está teniendo lugar esta reapari-
ción son principalmente la academia (en sus
Ciertos tristes acontecimientos vinculados márgenes), los movimientos sociales loca-
con la inmigración han reavivado el debate les y globales y los sectores políticos pro-
sobre democracia y exclusión que tímida- gresistas. Precisamente son éstos los tres
mente tuvo lugar durante los años ochenta lugares que hablan y son convocados en los
en nuestro país. A pesar de que las princi- libros que nos ocupan.
pales actrices de dicho debate fíieron las En los noventa son muchos los exclui-
feministas, la discusión política hoy no re- dos del ideal cívico promovido por la mo-
toma ni hace justicia al trabajo realizado por dernidad y la concepción de ciudadano en-
el movimiento en la transición. El lastre de tra en crisis no sin ayuda de un liberalismo

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