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¿En qué consiste la electrocoagulación?

Es un proceso electroquímico que consiste en suministrar corriente eléctrica a


electrodos de diversos materiales. En estos electrodos se generan coagulantes por la
disolución de iones, lo que permite aglomerar las partículas coloidales y, por flotación,
estas se depositan en la superficie. De esta manera, el agua se clarifica y puede ser
recogida, mientras que el lodo que queda en la superficie se retira.

¿Qué contaminantes se pueden eliminar con este proceso?

Una gran variedad. Con este proceso se reducen altos valores de demanda química de
oxígeno (DQO), de demanda bioquímica de oxígeno (DBO), sólidos suspendidos
totales, turbiedad, metales pesados, etcétera. Además, nos permite, simultáneamente a la
remoción de contaminantes, desinfectar el agua, eliminando microorganismos
patógenos, lo cual permitirá reducir el uso de altas concentraciones de cloro en la etapa
final del tratamiento.

¿Con qué tipo de aguas residuales trabajan ustedes?

Utilizamos este proceso para descontaminar el agua residual de tipo industrial y


doméstico, así como el agua de río para consumo humano. En este último caso, el
principal parámetro a remover es la turbiedad. Para eliminar este parámetro, las plantas
de tratamiento de agua potable en el Perú utilizan coagulantes químicos, con la finalidad
de precipitar el lodo y luego pasar a la filtración y desinfección. Con la
electrocoagulación, en cambio, los coagulantes se generan en la celda y el lodo se
acumula en la parte superior. A diferencia del lodo, proveniente del proceso físico-
químico y biológico, el que se obtiene en la electrocoagulación es más seco y más
estable, lo que permite una mejor disposición y reutilización. Uno de los problemas en
las plantas de tratamiento de aguas residuales es la cantidad de lodo que se produce, que
eleva los costos de tratamiento, puesto que deben ser tratadas para su disposición final
en rellenos de seguridad.

¿Desde cuándo vienen realizando este trabajo?

Desde 2012. Al inicio, empezamos con aguas residuales de tipo industrial y tuvimos
mucho éxito. Luego tratamos el agua del río Rímac. Nos mudamos a un punto cercano a
la bocatoma de la planta de la Atarjea para monitorear el agua en sus condiciones
naturales y determinar si era viable su tratamiento. Obtuvimos buenos resultados con
agua recolectada en diversos meses del año, con valores de alta y baja turbiedad. Luego
empezamos a enfocarnos en el agua residual de tipo doméstico, que es uno de los
efluentes que se producen en mayor cantidad y genera un serio deterioro del medio
ambiente.

¿Es económico este tratamiento?

Estamos evaluando esa parte, pero sí, los resultados indican un ahorro económico,
porque no se usan coagulantes químicos y su tiempo de tratamiento es más corto, lo que
permite un menor consumo de energía.

¿Y se podría implementar este proceso en una planta de gran escala para abastecer a
toda Lima?

No se ha escalado en esos términos. Lo que estamos haciendo ahora es recolectar


información y trabajar con pequeños equipos a escala. Sin embargo, ya estamos tratando
el agua de algunas industrias. La idea es pasar por etapas, con reactores a nivel
laboratorio, luego a una planta piloto y, finalmente, a la implementación. Por otro lado,
hay un costo de energía eléctrica y eso puede hacerlo viable en algunas zonas y en otras
no. No obstante, podríamos trabajar otras soluciones, como la utilización de paneles
solares para suministrar la corriente eléctrica. Ahora, nuestra prioridad es trabajar con
agua real y ver si el proceso se cumple en esas condiciones.

¿En qué sector tendría mayor utilidad?

Una planta de tratamiento de electrocoagulación se puede implementar en una empresa


minera, en una industria de cualquier tipo, en una localidad que no tenga servicio de
agua potable, en lugares donde no sea factible la implementación de los tratamientos
convencionales.

¿Para probar este sistema en otros lugares se necesita trasladar muchos aparatos?

No. A diferencia de las plantas de tratamiento convencionales, esta requiere menos


espacio y menor equipamiento. Tenemos diversos reactores. Al inicio, empezamos con
unos pequeños que usábamos en el laboratorio. Ahora tenemos, para las pruebas
experimentales en campo, reactores de diversos tamaños y fuentes de poder que son
fáciles de transportar.
¿Esta investigación recibe algún apoyo?

Además del IDIC, que financia y apoya este estudio, tuvimos la colaboración del Centro
de Investigación en Tratamiento de Aguas Residuales y Residuos Peligrosos de la
Universidad Nacional de Ingeniería (Citrar UNI). Este centro nos facilitó el ingreso a
sus instalaciones y nos ofreció un área para instalar nuestros equipos y realizar pruebas
de campo con el agua que tienen a disposición, por contar con una planta de tratamiento
de aguas residuales específica para investigación.

¿Qué buscan lograr con este proyecto?

Estamos enfocados en su aplicación. Buscamos resultados que nos permitan evaluar las
ventajas y desventajas del proceso, para saber hasta dónde podemos llegar y presentar
alternativas a los tratamientos convencionales que se usan actualmente en el Perú. En
otros países existe un mayor interés por este tipo de tratamiento y se está investigando e
implementando en mayor medida. Utilizar de manera óptima la electrocoagulación nos
permitirá descontaminar el agua para que cumpla con la norma ambiental vigente,
reutilizarla en los procesos industriales y, de ser factible, para el consumo humano.

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