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Inseguridad alimentaria en Colombia

Desde la década de los 60 Colombia se enfrenta ante un conflicto armado que tuvo como

resultado crisis humanitarias y problemas de índole social como el desplazamiento forzado

y el narcotráfico. Esta problemática, sumada a la dependencia alimentaria que dejó la

apertura económica de la década de los 90, la cual generó la entrada masiva de alimentos

agrícolas con bajos aranceles, y conllevó la caída de exportaciones agropecuarias y el

aumento de las importaciones para el abastecimiento del mercado interno, tuvo como

resultado, entre otras cosas, el incremento en los índices de pobreza extrema, la inequidad

en la distribución de los ingresos, el abandono del campo y el envejecimiento de la población

rural (Locarno, 2008).

Como consecuencia de las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales que

ha sufrido el país en las últimas décadas, y que fueron mencionadas anteriormente, los

colombianos se encuentran vulnerables ante la capacidad de obtener seguridad alimentaria a

pesar de ser una de las necesidades humanas mas básicas.

El concepto de seguridad alimentaria surgió en la Declaración de Roma sobre Seguridad

Alimentaria Mundial de 1966, basándose en la producción y disponibilidad alimentaria a

nivel global y nacional. En los años 80, se añadió la idea del acceso, tanto económico como

físico. Y en la década del 90, se llegó al concepto actual que lo define como la capacidad

que tienen las personas en todo momento de acceso físico, social y económico a los alimentos

suficientes, inocuos y nutritivos que satisfagan sus necesidades energéticas diarias y

preferencias alimentarias para llevar una vida sana y activa (FAO, 1996).

Según Deborah Hines, representante del Programa Mundial de Alimentos en Colombia,

durante el año 2016 y 2017 aproximadamente 25 millones de colombianos se sumaron a la

Valentina Mateus Hernández


situación de inseguridad alimentaria y desnutrición en el país (El espectador, 2017). En la

última década murieron 63.634 personas por desnutrición y patologías asociadas, tal número

equivale, en promedio, a 18 muertes diarias (DANE, 2016). Además, se estima que para el

2040 aumentará en un 20% las personas con inseguridad alimentaria a nivel mundial (FAO,

2017). Lo cual significa que, si Colombia sigue en la misma ruta del conflicto, la violencia,

los desastres naturales y el cambio climático, millones de personas se convertirán en víctimas

de esta nueva tendencia.

El problema de esta situación radica en varios factores: en primer lugar, la salud y la

capacidad física e intelectual de la población se ve malograda por la carencia de vitaminas y

minerales; asimismo, la disminución del desempeño escolar y la calidad educativa, el

aumento en el desarrollo de enfermedades como anemia, obesidad y osteoporosis; el

incremento de los índices de mortalidad por desnutrición y por último, el crecimiento de los

índices de inseguridad nacional, generados a partir de delitos como el hurto, las riñas y la

extorsión.

Tanta es su relevancia que, desde sus inicios, las Naciones Unidas han establecido el acceso

a una alimentación adecuada como derecho individual y responsabilidad colectiva. La

Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 proclamó que: "toda persona tiene

derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el

bienestar, y en especial la alimentación (...)". Sin embargo, para que lo anterior se cumpla

se requiere que los alimentos sean culturalmente aceptables, que se produzcan de forma

sostenible para el medio ambiente y la sociedad y que su suministro no interfiera con el

disfrute de otros derechos humanos, es decir, que no cueste tanto adquirir suficientes

alimentos para tener una alimentación adecuada.

Valentina Mateus Hernández


De igual manera, consagró en el artículo 22 de dicha declaración que: “toda persona, como

miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y (…) la satisfacción de los

derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo

de su personalidad”. Derecho que peligra al estar gravemente relacionado con la inseguridad

alimentaria.

Posteriormente, en 1966 el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y

Culturales elaboró estos conceptos más detalladamente, resaltando el derecho a la

alimentación y especificando el derecho fundamental de toda persona a estar protegida

contra el hambre (FAO, 2012). Esto se ve materializado en la obligación del Estado de

asegurar que las personas no mueran de hambre, es decir, de proteger el derecho a la vida,

además de hacer todo lo posible por promover un disfrute pleno del derecho de todos a tener

alimentos adecuados.

Ahora bien, en virtud del bloque de constitucionalidad planteado en la carta magna

colombiana, se deben respetar, por encima de la constitución, los “tratados y convenios

internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos y que

prohíben su limitación en los estados de excepción (…)” de los cuales hacen parte los

expuestos previamente.

Estos derechos fundamentales pueden llegar a ser quebrantados con el nuevo proyecto de

ley de financiamiento planteado por el presidente Iván Duque, el cual está dividido en cuatro

grandes ejes: los impuestos a las personas naturales, los impuestos a las empresas, las

modificaciones al IVA y la reforma a la Dian (Dinero, 2018).

A pesar de que este proyecto se desarrolló con el propósito de cubrir el déficit fiscal que dejó

el anterior gobierno, propuestas como las de gravar el 80% de la canasta familiar dificultan

el combate en contra de la seguridad alimentaria. Por razones explicadas anteriormente, una

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posible solución es reformar dicho proyecto de ley durante sus ocho debates en el congreso,

planteando decretos cuyo propósito sean amparar el derecho a la salud, a la vida, la seguridad

social y la alimentación de las poblaciones más vulnerables.

Entre las posibles reformas se encontrarían, en primera instancia, la instauración de

comedores comunitarios y mercados campesinos localizados en los sectores de menor

estrato, con la intención de asegurar la ingesta de alimentos adecuados, a un menor costo,

para mantener un balance calórico compuesto por: vitaminas, grasas, proteínas,

carbohidratos y demás. Lo anterior, con el propósito de garantizar que toda la población, sin

importar su situación económica, tenga acceso a una buena alimentación y nutrición que le

permita desarrollarse de manera eficiente dentro de su ambiente laboral, familiar o escolar,

fomentando así su productividad dentro del entorno económico.

Del mismo modo, realizar la reforma tributaria que consiste en gravar en un 14% a todas las

personas naturales cuyos ingresos sean más de $100.000 pesos colombianos y realizar la

devolución de dicho impuesto a las personas más vulnerables que tengan ingresos mensuales

inferiores al salario mínimo, por medio de bonos de alimentación redimibles en dichos

mercados, con el fin de incentivar el apoyo económico al Estado para aumentar el

presupuesto general de la nación, reducir la informalidad laboral y promover la

bancarización.

Estas dos últimas facilitan la labor que desempeña el Estado, ya que permite conocer la

realidad del número de personas laboriosas que el país tiene y, en consecuencia, generan

valor para el desarrollo económico del mismo. Una vez alcanzado este dato real, promover

la tributación del 14% destacaría la importancia de contribuir al Estado para generar el

desarrollo sostenible de su población, ya que este haría inminente el aumento en los niveles

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de seguridad alimentaria del país, al mismo tiempo que fomentaría la contribución

equitativa, puesto que el gravamen es proporcional a los ingresos recibidos.

Por otro lado, eliminar la propuesta presentada en el proyecto de ley de incluir el IVA en

artículos de la canasta familiar, debido a que de lo contrario, las personas de escasos recursos

se convertirían en los principales afectados, ya que contarían con la limitación de su

presupuesto y un menor poder adquisitivo para suplir sus necesidades básicas referentes a la

alimentación y tendrían que reducir su ingesta de alimentos y nivel calórico, o mantenerlo

consumiendo productos de escaso valor nutricional, exponiendo así sus niveles de seguridad

alimentaria.

Sin embargo, es evidente que al realizar esta reforma se necesitaría recuperar lo que se piensa

recaudar por este concepto, por esta razón gravar las bebidas azucaradas podría llegar a ser

una solución que evitaría poner en riesgo la seguridad alimentaria de muchas de las familias

colombianas (Dinero, 2016).

Finalmente, es necesario recalcar que el Estado es una organización política y jurídica que

depende plenamente de su población, por consiguiente, es fundamental reconocer y

contribuir con la resolución de los problemas fiscales predominantes dentro de su territorio.

Sin embargo, el bienestar de la población debe primar sobre cualquier necesidad del Estado.

La seguridad alimentaria hace referencia a una de las necesidades básicas del ser humano,

tanto así que está amparada por los tratados internacionales sobre derechos humanos y por

ende, debe volverse una de las prioridades de cualquier gobierno, es decir, que satisfacer las

necesidades básicas de una nación debe ser el eje principal de trabajo conjunto entre la

población y el Estado para que de esta forma se puedan alcanzar todos los objetivos del

milenio, estipulados por las Naciones Unidas, y en especial el primero de ellos que consiste

en erradicar la pobreza extrema y el hambre en el mundo.

Valentina Mateus Hernández


Referencias

Menchú, M. T., & Santizo, M. C. (2002). Propuesta de indicadores para la vigilancia de la seguridad

alimentaria y nutricional (SAN). Publicación INCAP PCE-073. Guatemala: INCAP/OPS/OMS.

DANE. (2016). Defunciones No Fetales. Colombia.

Dinero. (23 de 11 de 2016). IVA de 18% y sin impuesto a las bebidas azucaradas, el primer acuerdo.

Dinero.

Dinero. (31 de 10 de 2018). Gobierno radicó la anunciada Ley de Financiamiento. Dinero.

El espectador. (2017). ¿Cómo está la seguridad alimentaria en Colombia a un año del acuerdo de paz?

el espectador.

FAO. (2012). 2. El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo. Roma.

FAO. (2017). EL ESTADO DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA Y NUTRICION EN EL MUNDO.

roma.

Locarno, M. J. (2008). Seguridades en construcción en América Latina. Tomo Il. Bogota: Universidad

del rosario.

Alvarez, J. F. (2000). Economía campesina y sistema alimentario en Colombia: Aportes para la

discusión sobre seguridad alimentaria. Población. Bogotá.

Valentina Mateus Hernández


Valentina Mateus Hernández

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