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HALLAZGOS RECIENTES
Walter Álvarez En la garganta de Gubbio, apuntaba al lugar exacto donde se concibió la
teoría del asteroide
Richard Butler, tuvo como idea: unir los conocimientos sobre los diferentes grupos de
dinosaurios y las distintas técnicas analíticas para reexaminar la forma en que los
dinosaurios evolucionaron durante los 10 o 15 millones de años anteriores a su extinción.
Decidimos analizar los cambios en la diversidad del grupo mediante un método denominado
disparidad morfológica. Se trata de una medida anatómica de la biodiversidad que
cuantifica la variabilidad en el tamaño, forma y anatomía corporales de un grupo a lo largo
del tiempo o en diferentes ecosistemas.
atravesaban una época de dificultades que no guardaban relación con los problemas que
surgieron a causa del impacto.
La mayoría de los dinosaurios mantuvo un nivel de disparidad constante durante los 10 o 15
millones de años previos a la colisión, entre ellos los terópodos carnívoros (como
Tyramwsauru.s y Velociraptor), los saurópodos de cuello largo y los dinosaurios herbívoros
de tamaño pequeño o medio (como los paquicefalosaurios, con cráneo abombado). Pero en
dos subgrupos la disparidad estaba disminuyendo: los dinosaurios con cuernos (Triceratops y
otros afines) y los de pico de pato. Ambos eran herbívoros de gran tamaño que consumían
enormes cantidades de plantas.
Los equipos dirigidos por Paul Upchurch, del Colegio Universitario de Londres, y Paul Barrett,
del Museo de Historia Natural de Londres, realizaron un censo de la diversidad de especies
de dinosaurios a lo largo del tiempo y observaron que en conjunto eran unos animales muy
diversos cuando impactó el asteroide, pero había un grupo, que incluía los dinosaurios con
cuernos y los de pico de pato, cuyo número de especies estaba disminuyendo.
Un estudio innovador realizado por Jonathan Mitchell, entonces estudiante de doctorado en
la Universidad de Chicago, ofreció algunas pistas. Mediante modelos informáticos, Mitchell y
su equipo reconstruyeron las redes tróficas de varios ecosistemas de dinosaurios del
Cretácico y simularon qué sucedería si eliminaban algunas de sus especies. El resultado les
sorprendió: las redes existentes cuando el asteroide impactó, que constaban de un número
menor de grandes herbívoros por el descenso en su diversidad, eran más frágiles que las
redes que había unos pocos millones de años antes del impacto.
UN MAL MOMENTO
Tras revisar todos los datos, llegarnos a la siguiente conclusión: los dinosaurios parecían
hallarse en una buena situación a finales del Cretácico. No había señales de que su
diversidad global (tanto en lo que se refiere al número de especies como a la disparidad)
hubiese disminuido durante los últimos millones de años. Todos los grupos principales
persistieron hasta la última parte del Cretácico y, al menos en América del Norte, donde el
registro fósil de los últimos dinosaurios del Cretácico es muy completo, sabemos que el clan
de los Tyrannosaurus y Triceratops fue testigo del impacto del asteroide.
Estos hallazgos permitían descartar la antigua hipótesis de que los dinosaurios se habrían
debilitado poco a poco a causa de posibles fluctuaciones en el nivel del mar y la temperatura
que alterarían la disponibilidad de territorios y sus fuentes de alimentos. Por el contrario, su
extinción fue abrupta en términos geológicos, por lo que era lógico pensar que había sido
provocada por el impacto del asteroide, un acontecimiento repentino e inesperado.
Justo al final del Cretácico, los grandes dinosaurios herbívoros estaban atravesando un
pequeño declive. No sabemos la causa exacta de esa crisis, pero tal vez guardara relación
con un descenso en el nivel del mar que habría reducido en gran medida su hábitat en los
últimos millones de años de su existencia. A l ser los herbívoros más abundantes, los
dinosaurios con cuernos y los de pico de pato fueron los primeros que notaron los efectos de
los cambios en la disponibilidad de territorios y alimentos. Su declive debió sin duda tener
consecuencias: los ecosistemas se volvieron más propensos a sufrir un colapso porque la
base de la red trófica se había vuelto inestable, lo que aumentó las probabilidades de que la
extinción de unas pocas especies generase un efecto en cadena en todo el ecosistema.
Lo que ocurrió hace 66 millones de años, cuando ese trozo de roca y hielo procedente del
espacio se estrelló contra México en un momento inoportuno para los dinosaurios, tiene
consecuencias aún hoy en día. Las extinciones masivas son trágicas pero también dejan
espacio para que nuevas plantas y animales evolucionen y ocupen su lugar. La muerte de los
dinosaurios ofreció una oportunidad a los mamíferos que habían vivido en la sombra
durante más de 100 millones de años y que se aprovecharon de esta circunstancia para
evolucionar sin impedimentos. Los mamíferos florecieron casi inmediatamente después de
que se extinguiesen los dinosaurios. Aparecieron grupos de gran tamaño, con numerosas
nuevas dietas y comportamientos, y se propagaron a Jo largo de todo el planeta. Su auge
llevó al origen de los primates Y, en última instancia, al de nuestra especie.
Los humanos hemos estado aquí, a lo sumo, durante pocos cientos de miles de años. Estamos
cambiando el entorno a un ritmo tan acelerado que se está produciendo lo que se conoce
como la sexta extinción, con una disminución muy rápida en la biodiversidad mundial.
¿Quién sabe si en este proceso nos estamos haciendo más vulnerables a nosotros mismos?
En síntesis
La extinción de los dinosaurios constituye uno de los grandes enigmas de la ciencia. Hace décadas se
propuso la popular teoría de que el impacto de un asteroide llevó a la desaparición de todo el grupo.
Pero algunos escépticos se preguntaban si otros factores habrían contribuido a su extinción. Un
nuevo estudio indica que en el momento en que impactó el asteroide las comunidades de
dinosaurios se hallaban en una situación vulnerable.