You are on page 1of 3

LA NEUROCIENCIA Y EL AUTISMO

La neurociencia nos ha demostrado que el autismo no es causado por una diferencia


fundamental ni por un déficit en la estructura del cerebro como se asumía previamente.
En cambio, la investigación actual nos indica que el autismo es la manifestación
conductual de una “mala conexión” cerebral, un cerebro con insuficiente
interconectividad y sincronización entre múltiples regiones dispares. Como resultado de
esto, los niños con autismo tienden a enfocarse en actividades que requieren una
coordinación mínima entre las regiones del cerebro (ejemplo: recitar palabras aisladas
y detalles, o enfocarse en estímulos estáticos y tareas repetitivas) y evitar actividades
que requieren coordinación de múltiples regiones del cerebro (ejemplo: comprender
historias, ver “todo el panorama” o aprender nuevas tareas en donde las reglas
previamente aprendidas no se aplican).

Este enfoque a su vez refuerza las partes del cerebro que facilitan la interconectividad
local a expensas de las partes del cerebro que facilitan la interconectividad global;
acelerando un circuito de retroalimentación. La buena noticia es que la investigación ha
demostrado que el circuito de retroalimentación puede ser revertido. A través de varias
formas de interacción, los niños pueden establecer conexiones en el cerebro que
mejoren la interconectividad global y su capacidad acorde para realizar tareas que
involucran múltiples regiones del cerebro. Evidencia proveniente del campo de la
psicología nos muestra qué tipo de interacciones (con personas y objetos) ayudan a
reducir los síntomas principales del autismo y facilitan el incremento de la interacción
social, la comunicación y el rango de intereses.

El autismo es el resultado de un cerebro pobremente conectado y sincronizado. El


hallazgo más robusto en la neuro-anatomía con respecto al autismo es que las
personas con autismo tienen un incremento de volumen cerebral. Este incremento en
el volumen del cerebro está compuesto principalmente por sustancia blanca, que es la
sustancia que conecta las diferentes regiones del cerebro. La sustancia blanca puede
dividirse en una zona externa que contiene el compartimiento radiado (el material que
interconecta las regiones locales del cerebro) y una zona interna que contiene
compartimientos sagitales y con sistemas puente (que interconectan las regiones
distantes del cerebro). En el autismo el incremento se localiza en la sustancia blanca
radiada, mientras que en la zona interna los compartimientos de sustancia blanca
mostraron que no hay diferencia en volumen comparando con los controles. En otras
palabras, las personas con autismo tienen cerebros conectados de una manera que
favorecen la comunicación local por sobre la comunicación global.
En las personas con autismo este patrón del aumento de la interconectividad local y
disminución de la interconectividad global es mucho más pronunciado en las áreas pre-
frontales, las áreas del cerebro que típicamente están más globalmente interconectadas
dado que son responsables de la integración de la información proveniente desde
múltiples regiones del cerebro para procesamientos de alto orden o abstractos.

Las áreas del cerebro que están pobremente conectadas no procesan información de
una manera que está sincronizada con otras áreas del cerebro, un proceso que es
necesario para procesar información multisensorial. Las revisiones más recientes
sugieren que los síntomas del autismo pueden, por lo tanto, ser el resultado de cerebros
que están pobremente conectados y pobremente sincronizados. En la ausencia de
fuerte interconectividad y sincronización global, las tareas que requieren integración de
la información dinámica desde múltiples canales (como ser la interacción social, la
comunicación y el razonamiento abstracto) son un gran desafío para las personas con
autismo. Mientras que las tareas que involucran el procesamiento de información más
estática desde canales mínimos llega más fácil debido a la relativa fortaleza de la
interconectividad localizada.

A medida que los niños interactúan con el mundo de las personas y objetos, sus
cerebros se organizan y se conectan para apoyar la conducta adaptativa. Un niño cuyo
cerebro no procesa fácilmente la información dinámica multi-sensorial que requiere
integración, interactuará con las personas y los objetos de formas atípicas. Esto podría
ser muy sutil al principio pero comenzaría a notarse desde los doce a los dieciocho
meses de edad cuando los principales hitos de comunicación no se alcanzan.

A medida que el niño pasa menos tiempo procesando información multi-sensorial y


social, y subsecuentemente pasa más tiempo procesando información menos compleja
(usualmente no social), el niño se pierde la “educación social” que ganan sus
compañeros de desarrollo típico. A medida que pasa el tiempo, el trayecto del desarrollo
en el niño se aleja cada vez más de sus compañeros típicos. Los patrones alterados de
interacción con el mundo conducen al desarrollo de un circuito neural que favorece más
conductas sintomáticas del autismo en un circuito de retroalimentación acelerado.

Mucha investigación ha sido publicada en las dos últimas décadas indicando que el
cerebro es maleable y que las neuronas forman conexiones en respuesta a nuestras
interacciones con el ambiente. Un estudio reciente de resonancia magnética funcional
(fMRI) capturó imágenes de la sustancia blanca creciendo para formar una conectividad
más típica en regiones del cerebro previamente menos conectados en niños con
dificultades en el aprendizaje. Luego de haber recibido instrucciones de lectura
intensiva, esos niños mostraron un aumento de conectividad en la sustancia blanca y
aumentaron significativamente sus habilidades de.

Estudios como este y otros indican que proporcionando entradas de forma frecuente y
consistente a los niños autistas, estimulando el procesamiento de información dinámica
y multisensorial, podemos ayudarlos a formar nuevas conexiones en sus cerebros de
una forma que se mejore la interconectividad global y la sincronización. Para llevar a
cabo cambios neurológicos significativos, las estimulaciones en el autismo deben:
impactar en cómo un niño interactúa con su ambiente físico y social, proporcionando
entradas intensivas, multisensoriales y estimulación frecuente de forma diaria.

Fuente: SCIENCE BEHIND GROWTH THROUGH PLAY SYSTEM

Traducido por Sonia – mamá de Max-

Foto: stutteringmedia via Compfight cc

You might also like