Professional Documents
Culture Documents
27
La m i g r a c i ó n y
sus efectos en La
cultura
YERK O CASTRO N E IR A
Coordinador
MÉXICO
2012
Edición: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes
Colección Intersecciones
Coordinación: Dirección General de Vinculación Culcural
o m é to d o m ecánico, ele ctró n ico o cibernético, sin la autorización p o r escrito d e los autores. Los anexos y fo rm a to s p o d rá n ser to
m ad o s co m o base para los p ro p io s proyectos, d a n d o el crédito co rresp o n d ien te a la fu e n te en caso d e publicaciones, talleres y cursos.
Introducción 9
P r im e r a a p r o x im a c ió n
E xtran eus y e x t r a r iu s .
L as b io p o l ít ic a s de l a m ig r a c ió n
B er n ar d o B o la ñ o s G u er r a 21
I C ultura , g én ero y g e n e r a c io n e s en la s m ig r a c io n e s 43
S u b j e t iv id a d e s j u v e n i l e s y m ig r a c ió n in t e r n a c io n a l .
A l e ja n d r a A q u in o M o r es c h i
M a t e r n id a d t r a n s n a c io n a l : e f e c t o s d e l a m a t e r n id a d a d is t a n c ia
H ir o k o A s a k u r a
N iñ o s m ig r a n t e s y t r a b a j a d o r e s : u n a r e f l e x ió n s o b r e l o s m á r g e n e s
d el E stado y l a s n u e v a s m o d a l id a d e s d e g o b ie r n o 83
V a le n t in a G loc k n er F a g etti
II C u l t u r a , p o d e r y s u b je t iv id a d 109
E l ra n c h o y l a c iu d a d : u n a r e v is ió n h is t ó r ic a de l o s s ig n if ic a d o s
S h i n j i H ir a i
R a c is m o y s u b j e t iv i d a d . E fec t o s d e l rech a zo
Y e r k o C as tr o N e ir a
7
LA M I G R A C I Ó N Y SUS EFECTOS EN L A C U L T U R A
Galemba, Rebecca B. 2011 “Un poco legal, un poco ilegal; la vida cotidiana en un camino
clandestino de la frontera México-Guatemala”, en Agudo Sanchíz, Alejandro y Marco
Estrada Saavedra, (ed.) (Transformaciones del estado en bs márgenes de Latinoamérica:
imaginarios alternativos, aparatos inacabados y espacios transnacionales, , El Colegio de
u ia
México.
Kauffer Michel, Edith 2005 “La frontera indígena: Una frontera étnica generada en las inte
racciones sociales” en Salvador Hernández (coord.) Frontera sur de México: Cincoformas
de interacción entre sociedady ambiente, ecosur , México.
Malinowski, Bronislaw 1986 Los argonautas del Pacífico Occidental: un estudio sobre el comercio
y aventura entre bs indígejtas de bs archípíébgos de la Nueva Gidnea Melanésica, Península,
Barcelona.
Martínez Velasco, Germán 1994 Plantaciones, trabajo guatemalteco y política migratoria en la
Frontera Sur de México, Gobierno del Estado de Chiapas, Instituto Chiapaneco de Cul
tura, Ocozocuautla de Espinosa, Chiapas, 197 pp., México.
Mintz, Sydney, W. 1982 “Sistemas de mercado interno como mecanismos de articulación
social” en Revista Nueva Antropología, año vi, junio, no, 19, pp. 11-28, México.
Universidad de San Carlos de Guatemala, Centro Universitario de Occidente
2008 “Reporte del proyecto ‘Sistema Productivo Local del municipio de Almolonga, Depar
tamento de Quetzaltenango”’, Guatemala.
Sánchez, Miguel Angel (coord.) 2009 El huracán Stan en Tapachula: (investigación para su
ordenamiento y desarrolb urbano), El Colegio de la Frontera Sur, Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología, 218 pp., San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México.
180
I m á g e n e s d e v io l e n c ia c o n t e m p o r á n e a : a p r o x im a c io n e s a l a r e a l id a d d e l
c o r r e d o r m ig r a t o r io M é x ic o - E s t a d o s U n id o s
S o le d a d A lv a re z V e la s c o 1
“El m undo en que vivimos en cualquier momenco dado es el mundo del pasado”.
Hannah Arendr
Entre 1970 y el 2009 el número de migrantes internacionales en nuestro pla
neta se quintuplicó pasando de 45 a 214 millones ( o i m , 2010). Ese incremento
sin precedentes es una de las características que marcan la así llamada: “era de las
migraciones” (Castles y Miller, 2004). Otra de las particularidades de los actuales
procesos migratorios es la multiplicación de migrantes indocumentados que, sin
importar el nivel de riesgos y vulnerabilidad al que se exponen, transitan por rutas
clandestinas globales con el propósito de internarse en los principales destinos, casi
siempre hacia los países ricos. Al mismo tiempo, y como parte de la dinámica social
y política contemporánea, esos tránsitos indocumentados han estado signados por
formas complejas de violencia al punto de que es posible identificar una tendencia
generalizada a la deshumanización de las relaciones sociales y estatales que se tejen
en torno a los migrantes indocumentados.
El objetivo de este artículo es indagar en esa compleja relación, migración in
documentada y violencia, que, de manera acelerada, al parecer estaría señalando
el modus operandi de los Estados y de las sociedades frente a los así llamados “sin
papeles”. Específicamente, interesa responder a una pregunta central: ¿por qué las
experiencias de los tránsitos migratorios indocumentados parecerían estar inevita
blemente teñidas por formas de violencia? Para sugerir algunas respuestas críticas,
se analizarán dos imágenes que, de algún modo, sintetizan el conflicto que se cuece
1 Este trabajo contó con el apoyo del proyecto de Ciencia Básica 20 09 ( s e p - c o n a c y t ) adscrito al c i e s a s
“C onstrucción y efectos del m iedo en la m igración indocum entada: un estudio com parativo sobre fronteras,
vulnerabilidades y subjetividades”, cuyo responsable técnico es el D r. Shinji H irai (No. de referencia: c b -
2009-01-127972).
2 Esta cita, sin fuente ni fecha original, la tom é de la introducción de Jerom e K ohn al libro de H annah A rendt
(2007), Responsabilidad y juicio, Barcelona, Paidós Básica.
181
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA CULTURA
182
Y E R K O CAST R O N E I R A COORD.
torno a cómo el modus operandi del actual sistema capitalista detona esos procesos
migratorios, y particularmente, esa relación, supuestamente inquebrantable, entre
migración indocumentada y violencia.
El incremento de ese tipo de migración debe comprenderse como parte intrín
seca de la: “desigual integración capitalista global”, como acertadamente llama Da
vid Harvey al momento histórico-político contemporáneo (2004). La instauración,
hacia finales de la década de 1970, del nuevo régimen de acumulación capitalista
flexible incidió directamente en una polarización acelerada y cada más honda entre
países ricos y pobres. A partir de esa misma década, la adopción de nuevas formas de
trabajo desregulado y flexible; la consolidación de la economía de libre mercado; la
emergencia de economías informales; el surgimiento de nuevas prácticas de consu
mo; el desarrollo — sin precedentes— de nuevas tecnologías de la comunicación y
de la información ( t i c s ), así como de medios de transporte; se han extendido a nivel
planetario. Y, derivado de ese reacomodo hacia la acumulación capitalista flexible, la
desigual integración económica-financiera global se ha acrecentado traduciéndose
en un aumento enorme en la disparidad de ingresos, en las condiciones sociales, en
el cumplimiento de derechos humanos y en la seguridad social existente entre unos
países y otros. Así, la pobreza, el desempleo, la falta de oportunidades profesionales
y vitales, y el crecimiento de la economía informal han permeado en las realidades
sobre todo de los países pobres (Harvey, 2004). La consecuencia obvia de ese contex
to de desigualdad, complejo y nada alentador, ha sido, entre otras, la permanente y
creciente movilidad humana de millones de hombres y mujeres que buscan solventar
sus necesidades de supervivencia básica emigrando desde sus lugares de origen hacia
destinos aparentemente promisorios en las regiones más ricas del mundo.
Una pieza esencial del modus operandi del capitalismo contemporáneo, también ha
sido la integración entre países bajo los llamados: “tratados marco”. En las últimas tres
décadas, a nivel global se ha privilegiado explícitamente la integración con fines estric
tamente comerciales. Así, se han adoptado políticas macroeconómicas mundiales y
medidas estatales (entre normas, leyes y políticas públicas) que permiten que las fron
teras nacionales “selectivamente” se abran y den paso al libre comercio global (Sassen,
2001). No obstante, a la par y de manera conflictiva, la integración social y cultural ha
sido poco impulsada. Es más, una serie de medidas de contención migratoria han sido
183
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN L A CULTURA
incorporadas y las fronteras lejos de abrirse para el libre paso de personas, salvo si se
trata de ciertos tipos de flujos migratorios (calificados, turistas, inversionistas, agentes
económicos, diplomáticos, etc.), cada vez se han vuelto más restrictivas, por decir lo
menos, y más bien son altamente violentas (Sassen, 2001).
De hecho, un giro generalizado hacia la securitización de las políticas migratorias
y al exacerbado control fronterizo ha primado a nivel global, particularmente en los
países ricos, principales destinos de la migración proveniente de los países pobres. La
“guerra contra el terror” de la era Bush, derivada del contexto post-septiembre 11 de
2001, justificó y legitimó dicho giro, y Estados Unidos, desde entonces, ha desple
gado una campaña internacional, sobre todo en Europa central y Canadá, con el fin
de restringir el ingreso a los así considerados: “actores clandestinos transnacionales”
(Andreas, 2008:79), es decir, a todos aquellos hombres y mujeres considerados como
“amenazas” a la seguridad interna de los países. Dependiendo del contexto histórico y
político nacional, esos “actores clandestinos”, sin mayor distinción, bien podrían ser
migrantes indocumentados, incluso refugiados, tratantes y traficantes de personas,
de drogas, de armas, contrabandistas, terroristas, entre otros. El giro a la securitiza
ción migratoria ha tenido una directa repercusión en el incremento “justificado” de
una mayor estigmatización, criminalización, discriminación, y, por su supuesto, de la
ejecución de “legítimas” formas de violencia estatal y social en contra de esos “actores
clandestinos” particularmente de los migrantes indocumentados.
Siendo así, si en la época contemporánea sólo se prioriza la integración económica,
evitando la integración social y cultural, y si sólo se apunta a la acumulación econó
mica y a una desigual integración entre países ricos y pobres, los costos sociales cada
vez serán mayores y por ende los procesos migratorios difícilmente se reducirán. Es
más, a pesar de ese giro a la securitización, el número de migrantes indocumentados
sólo ha venido en aumento (Sassen, 2001, Balibar, 2005). Debido a la clandestinidad
y a la permanente movilidad de este tipo de migración, no es posible dar cifras exactas
del número de migrantes indocumentados a nivel global. Los sistemas estadísticos
nacionales únicamente suelen arrojar aproximaciones que las obtienen a partir del
número de migrantes efectivamente detenidos y deportados. Sólo para tener una idea,
en Estados Unidos, el mayor destino migratorio a nivel mundial, entre el2000y2010
el número de indocumentados incrementó de 8.4 a 11.2 millones (Passel, 2006).
1 84
Y E R K O CAST RO N E I R A COORD.
185
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA CULTURA
gran medida, a que transitan por rutas violentas clandestinas y sin la protección de
Estado nacional alguno: ni sus Estados de origen velan por ellos, menos aún los de
tránsito o de destino. Son algo así como individuos invisibilizados, sin Estado (state
lessperson) que no cuentan con ninguna garantía estatal, ni con el reconocimiento de
sus derechos, y que, por ende, están expuestos a un permanente, e incluso “justifica
do” ejercicio de formas de violencia estatales y sociales en su contra’. Esa condición
de statelessness no es casual, todo lo contrario, responde a un constructo social que
se deriva del paradójico y excluyen te contexto global. Construir “amenazas” sociales
encarnadas en los migrantes indocumentados, parecería ser el mayor argumento que
legitima el giro a la securitización y, por tanto, a la aplicación de medidas de control
y seguridad nacional. El lenguaje político y jurídico, que suele traducirse en políticas
públicas, en leyes y normativas, termina construyendo su objeto de intervención e
incluso del ejercicio de formas de violencia, aparentemente “legítimas”. Así, en el
caso de la migración indocumentada hay una deliberada construcción estatal y so
cial de ésta como una “amenaza” al orden social del país en tránsito y, por supuesto,
de destino. La fabricación de los indocumentados como los otros no deseados, que
dependiendo del contexto histórico-político se los relaciona con enfermos, débiles,
sucios, delincuentes, guerrilleros, terroristas, criminales, narcotraficantes, y cuanto
otro calificativo despectivo se pueda, sostiene la ideología dominante y justifica esa
tendencia hacia la integración global, donde sólo se privilegia la libre circulación de
mercancías y no así la de personas, la puesta en marcha de políticas que ante todo
priorizan la seguridad nacional, aún cuando implique altos costos humanos y per
manentes violaciones a los derechos de los migrantes (Sassen, 2001). De este modo,
esa “selectiva” apertura fronteriza se sostiene gracias a la construcción ideológica de
lo que es deseado, y de lo que no es deseado.
Así, analizada desde una perspectiva que trasciende la acumulación de datos y
cifras sobre lo inmediatamente perceptible, la migración indocumentada expresa
5 Saskia Sassen y Z ygm unt B aum an, investigadores que han sido críticos sobre la relación que se teje entre los
procesos m igratorios globales y el rol de los E stados capitalistas, utilizan el térm ino: statelessness para referirse a
la condición social y legal de ser un individuo sin Estado. Los m igrantes indocum entados por excelencia caerían
dentro de esta condición. Esto significa que no tienen un a pertenencia legal al E stado del país de acogida, y
por ende, su reconocim iento com o sujetos de derecho, queda en entredicho. E sta com pleja condición deriva
entonces, autom áticam ente en la ausencia de ciudadanía, dando paso abierto a la perm anente violación de sus
derechos y al ejercicio de violencia en su con tra (Sassen, 2008', B aum an, 2005).
186
Y E R K O CA S T R O N E I R A COORD.
una contradicción generada por la desigual integración capitalista global. Los países
ricos requieren de la mano de obra barata ofrecida por inmigrantes indocumen
tados provenientes de países pobres. Sin su trabajo, el proceso de acumulación de
sus economías no sería posible. A su vez, los migrantes salen de países en los que
las condiciones de vida son poco o nada alentadoras, apostando a la migración,
prácticamente, como si fuese la última vía para asegurar su reproducción social y
productiva. Sin embargo, los Estados ricos, mayores receptores de indocumentados,
insisten en detener a este tipo de migración, aludiendo a una supuesta “amenaza”
para su seguridad nacional que deriva en un incremento de controles fronterizos, en
el impedimento a ingresos legales y documentados y, por supuesto, en una multi
plicación de la violencia ejercida en contra de los indocumentados. Emerge así una
tensión entre la demanda de mano de obra barata, la necesidad vital de emigrar y el
imperativo de detener la migración.
A partir de esa tensión se producen una serie de consecuencias que parecerían
imprevistas y contradictorias. Por ejemplo, que a mayor control fronterizo, mayor es
la emergencia de vías clandestinas que, inexorablemente, alojan formas de violencia.
O que, en la medida en que se requiera de mano de obra migrante en las economías
de países ricos, menos medidas estatales se tomarán para regularizar su condición
migratoria. No obstante, como varios autores han argumentado, estas aparentes
paradojas son constitutivas del proceso migratorio y del modo en el que funciona
la economía capitalista flexible global (Sassen 2001). M antener a una gran masa de
migrantes indocumentados expuestos a formas de violencia parecería ser, aunque
parezca alarmante, uno de los elementos constitutivos de los Estados capitalistas
contemporáneos. Estas paradojas de nuestro tiempo se pueden ejemplificar anali
zando experiencias de tránsito de indocumentados.
2. Dos imágenes de la violencia contemporánea
Susan Sontag (2005) en su libro: Ante el dolor de los demás, afirma que las imáge
nes, las fotografías particularmente, pueden ser una potente vía para dar a conocer
el sufrimiento de los otros. Sin ellas, por ejemplo, poco se hubiera conocido sobre
la crueldad de dolorosos episodios modernos, como la Guerra Civil Española o
la Segunda Guerra Mundial. “Algo se vuelve real — para los que están en otros
1 87
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN L A CULTURA
188
Y E R K O CAST RO N E I R A COORD.
189
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA CULTURA
(el 56%) de países de Centro, Sudamérica y el Caribe— y 2.7 millones (el 22%)
de Asia, Africa o Europa (Passel, 2006). Se conjetura que alrededor de la mitad de
todos los inmigrantes indocumentados registrados en 2005 habría ingresado de
manera legal y documentada y que, probablemente, sólo a partir de la caducidad
de su visa habrían permanecido de forma ilegal en Estados Unidos. Los otros seis
millones posiblemente utilizaron vías clandestinas para atravesar la frontera sur
de México, recorrer el territorio mexicano, cruzar la frontera norte y, finalmente,
internase en Estados Unidos.
Siendo así, todo el territorio mexicano y, en particular, su frontera sur, consti
tuyen una suerte de bisagra entre los países pobres del centro y sur del continente
y del mundo (los mayores expulsores de migrantes), y Estados Unidos, el mayor
receptor de migrantes en el mundo. Y asimismo, México, evidentemente, ocupa un
lugar decisivo en el proceso de las migraciones internacionales, e indiscutiblemente
su frontera sur es un punto clave dentro de este complejo escenario contemporáneo.
Por razones geográficas, aproximadamente el 95% de las detenciones que se realizan
en esta frontera son a inmigrantes guatemaltecos, salvadoreños, hondureños y nica
ragüenses; sin embargo, por este límite político administrativo también son deteni
dos anualmente migrantes provenientes de más de cincuenta países de Sudamérica,
de Africa, de Asia y de Europa ( i n m , 2011). Hecho que constata que estamos ante
una frontera global particularmente importante dentro de uno de los corredores
migratorios más dinámicos del mundo.
Ahora bien, si hay algo que define a ese mismo corredor geográfico, además de su
alto dinamismo en términos comerciales y de la alta movilidad humana, es la violen
cia que lo recorre. La diversidad de rutas migratorias clandestinas de sur a norte que
se recorren son consideradas como: “las rutas más peligrosas del mundo” (Amnis
tía Internacional [a i ] , 2010). Y dentro de éstas, los espacios fronterizos, como por
ejemplo, la frontera sur chiapaneca, son puntos rojos: se estima que el 70% de los
migrantes que cruzan este límite político administrativo es víctima de algún tipo de
violencia y que de ese total, un 80% la sufre en México y sólo un 20% en Guatemala
(Bronfman et al., 2001). La permanente violación a los derechos de los migrantes ha
llevado a que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ( c i d h ) califique a la
realidad que viven los migrantes indocumentados en tránsito por México como una
190
Y E R K O CA S T R O NE 1 R A COORD.
2010 en Cruz Martínez, 2010). Las imágenes del tren de La muerte y de los nuevos
desaparecidos, son una clara muestra de ello.
Diariamente cientos de migrantes indocumentados, sudamericanos y sobre todo
centroamericanos, cruzan la frontera sur chiapaneca con el anhelo de tomar el tren
carguero que sale desde la dudad de Arriaga, Chiapas, y así avanzar en la ruta mi
gratoria hacia el norte. Ese medio de transporte, que data desde inicios del siglo xx,
sin regulación oficial estatal alguna, transporta en el techo, en las escaleras laterales
en y entre los vagones, a hombres y mujeres adultos, a adolescentes, niños y niñas,
todos ellos indocumentados. Los testimonios de quienes han subido y sobrevivido al
tren son escalofriantes: asaltos, hacinamientos en los vagones, accidentes, mutilacio
nes, violaciones, torturas, secuestros masivos, asesinatos y caídas mortales son parte
inexorable del viaje férreo.
¿Cómo es posible que un tren destinado al transporte de minerales, petróleo y sus
derivados, productos agrícolas y para la industria maquiladora también lleve perso
nas, sin ninguna seguridad, en condiciones inhumanas? Una posible respuesta podría
ser que la compleja dinámica del tren es reciente, o poco conocida. Sin embargo, a
la hora de interpretar esas imágenes de violencia contemporánea, urge dejar de lado
cualquier argumento ingenuo o que apele al sentido común. Las experiencias de los
indocumentados en torno a la “Bestia”, como también se le llama al tren, desde hace
por lo menos una década, han sido ampliamente difundidas en medios de comu
nicación escrita, en documentales, a través de estudios académicos y por denuncias
públicas, y a pesar de ello, las respuestas estatales y sociales han sido prácticamente
nulas. De hecho, parecería que lo que ha prevalecido es más bien una estratégica
ceguera colectiva frente a esa cruenta realidad.
Los migrantes sólo por tomar un tren que no está destinado a llevar pasajeros y que
además se encuentra en malas condiciones, tienen el enorme riesgo de sufrir acciden
tes o de morir en el camino. Y a esos riesgos se suman las diversas formas de violencia
ejercida por un enjambre de ilegalidad que se ha configurado en torno a la dinámica
del tren. Desde 2005 y como consecuencia del paso del huracán Stan, el tren carguero
parte del municipio de Arriaga, por lo menos, tres veces por semana. Con total nor
malidad, como si se tratase de un tren de pasajeros, mientras los migrantes esperan
1 91
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA CULTURA
la salida del tren, negocios ambulantes rondan en las vías férreas: venta de comida,
de agua, de frutas o de plásticos para la temporada de lluvia. Además, no falta gente
solidaria que les regale comida, bebida o incluso les ofrezca posada. Generalmente
son personas de recursos bajos quienes se solidarizan con los migrantes en tránsito.
Muchas veces son arriaguenses que también tienen familiares fuera de México y que
se solidarizan con los migrantes". El día previo a la partida, las vías férreas suelen irse
llenando de migrantes que prefieren dormir a la intemperie para ganar un buen puesto
en el techo y sobre todo en un vagón vacío, algo que puede ser determinante para no
accidentarse o morir en el camino. Pero en las noches es muy frecuente que bandas de
asaltantes, miembros de la Mara Salvatrucha, 13, Barrio 18, que suelen pulular
o m s o
la ruta del tren, o coyoteros, encuentren entre los migrantes a sus víctimas. Así mismo,
es posible que algún miembro de los tres tipos de policía (federal, estatal o municipal),
soldados o agentes migratorios, con total impunidad, paseen por el lugar buscando
sacar alguna ventaja económica o de otro tipo. El testimonio de Margarita, una mi
grante salvadoreña de 27 años que fue abusada sexualmente por un soldado mientras
esperaba en las vías y que se recoge en el informe: Víctimas invisibles, migrantes en
movimiento elaborado por a ida cuenta de ello:
(2 0 1 0 ),
Ir en un vagón resulta mucho más seguro, pues, tal como lo afirma Mercedes,
una migrante guatemalteca entrevistada en 2008: “así sólo se oye lo que pasa con la
gente cuando la secuestran o cuando se caen del tren, pero no se ve nada” (Mercedes,
/ O tro ejem plo de la solidaridad que tam bién se puede encontrar en las rucas m igratorias, es el trabajo que
hacen las “Pacronas”. Son un grupo de mujeres que viven en un poblado llam ado La Patrona, perteneciente a!
m unicipio de A m atlán de los Reyes, V eracruz. Por este poblado tam bién pasa el tren carguero, y com o ellas
m ism as dicen, esa tam bién es: “una región que vive fuerces historias con el tren y sus m igrantes”. Estas mujeres,
a pesar de ser pobres, diariam ente, y desde hace más de diez años, ofrecen agua, com ida, ropa y m edicinas
a los m igrantes. M uchas ellas tam bién tienen fam iliares m igrantes en Estados U nidos. Véase: http://w w w .
lapacrona.org/index.htm l.
192
Y E R K O C A S T R O N E I R A COORD.
migrante guatemalteca, Arriaga, junio 2008). Sin embargo, dentro de los vagones
también suelen suceder cosas: gente hacinada, y a veces, revuelta con mercancías,
abusos sexuales, sobre todo a mujeres o niños, perpetrados por los mismos migran
tes o por “infiltrados” (delincuentes, coyoteros, o miembros de la Mara, m s 13, o
Barrio 18). Cuando ya no hay espacio en los vagones los migrantes van sentados en
el techo, amarrados con cinturones o telas a las vigas metálicas del tren, colgados de
las escaleras laterales de los vagones o sentados en las barras de metal que los unen.
Cualquiera de estas formas de viaje son en extremo peligrosas por el riesgo de las
caídas, mutilaciones o de la muerte.
La “administración” de las vías férreas y de los “lugares para pasajeros” están a
cargo de los maquinistas o de los garroteros (empleados de ferrocarriles) quienes
fungen como cobradores de pasajes, y, en ciertas ocasiones, también como aparta
dores de lugar. El pasaje individual puede variar, dependiendo de las necesidades de
los maquinistas o garroteros, de 50 a 200 pesos. Un cálculo aproximado da una idea
de lo estratégico que resulta para los empleados del tren dejar subir a migrantes. Si
el tren lleva en cada viaie que hace, a mínimo cincuenta migrantes desde Arriaga,
y suponiendo que el maquinista cobre 100 pesos a cada uno, esto implicaría una
ganancia neta de $ 5.000 pesos por viaje, que a no dudarlo redondean su salario.
Además, usualmente estos empleados del ferrocarril tienen nexos con coyoteros o
mareros, se sabe que hay acuerdos con la policía local, con agentes migratorios y
con los jefes de las estaciones de trenes para repartirse el total por los “pasajes” de
migrantes.8 El dinero que ganan los maquinistas en algunas ocasiones es comparti
do sólo con los jefes de las estaciones o con trabajadores de las mismas, sobre todo
con los guardias privados. Estos últimos suelen también cobrar a los migrantes que
duermen y/o se guarecen en las vías cercanas al paso del tren.
Testimonios de migrantes entrevistados, así como reportajes e investigaciones
de prensa e informes de organizaciones de derechos humanos locales y nacionales,
8 El diario La Jornada, del 22 de noviem bre de 2008 reportó precisam ente que en la ruta A rriaga-Ixtepec, el
m aquinista y dos garroteros del tren fueron cóm plices del secuestro de 12 m igrantes. Estos últim os después
de haber sido liberados relataron que el m aquinista, en la estación de A rriaga, cobró 100 pesos a cada uno
y si no se pagaba ese m o nto se: “arriesgaban a ser tirados a las vías”. A dem ás, se inform a que el tren salió a
las ocho de la m añ an a de A rriaga y que ai pasar po r el m unicipio de Las A nonas se detuvo y fue cuando los
secuestraron. Este hecho es m uy com ún y ya es parte de la dinám ica local del tren (Vélez Ascencio, 2008: 37).
193
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA CULTURA
dan cuenta de que últimamente los maquinistas trabajan para el cartel de sicarios
y narcotraficantes de los Zetas ( , 2010). Así, una vez que el tren ha partido desde
ai
que ellos extorsionan directamente a los migrantes, trabajando coludidos con los
maquinistas para obtener dinero e incluso operan a favor de los Zetas y no sólo eso.
Información recabada en reportajes de prensa y en informes de derechos humanos,
documentales y sobre todo a partir de experiencias de migrantes, se sostiene que
cuando hay operativos de detención en torno al tren, las así llamadas volantas, la
fuerza pública usa toda la violencia física para detenerlos y que incluso ni siquiera
los detiene, sino que los “caza”: los extorsiona, abusa física y/o sexualmente de ellos
y ellas e incluso los empuja hacia afuera del tren con total impunidad’.
El modus operandi de este entramado apenas se empieza a evidenciar, y tal como
se ha descrito, las actividades ilícitas monopolizan la escena, y plasman claramente
9 En el inform e “Crisis de derechos hum anos en la Frontera S u r” (2008) elaborado por d p l f et al (2008), se
hace referencia a tres operativos que el in m jun to con soldados y elem entos de la policía hicieron en 2003,
2005 y 2008 con el fin de detener a m igrantes y m areros. Según se detalla los m iem bros de la fuerza pública
agredieron física y verbalm ente a los m igrantes, les pegaron con garrotes, los em pujaron del tren, atentando
contra su integridad y vida. Véase: d p l f , 2008.
194
Y E R K O C A S T R O N E I R A COORD.
concepciones históricas de los migrantes como los no deseados, y como los posibles
blancos para todo y todos. Las imágenes de miedo y horror que deja el tren cargue
ro cuando parte de Arriaga son difíciles de imaginar. Generalmente, en el medio de
parajes de la ruta férrea, la Bestia suele parar y, los Zetas, muchas veces en colusión
con los maquinistas o con las propias autoridades locales, toman el dominio de la
escena y es ahí cuando dan paso a los violentísimos secuestros colectivos. Al parecer
sin control alguno, un tren en decadencia va llevando la monstruosidad de la época
contemporánea. Monstruosidad que sólo se comprende como parte de la desigual
integración capitalista contemporánea, la cual requiere y permite que esos tráficos
globales (drogas, armas, personas y contrabando) se cuelen entre los vagones del
ferrocarril. El tren lleva violencia y dolor. Es la m áquina que acerca a los nuevos
“parias” del siglo xxi, a los migrantes indocumentados, a su destino final. Y, en ese
periplo, son muchos los que se benefician, lucran y, sobre todo, violentan im pu
nemente a los migrantes. Todo esto en silencio, y más aún en una época en la que
pocos son sujetos de derechos y, donde cada vez y con más frecuencia, la violencia
se ha vuelto la “normal” forma de convivencia.
Las imágenes que deja el tren de la muerte inevitablemente nos rem iten al H o
locausto. Hace seis décadas en la Alemania de la guerra, los trenes de carga tam
bién llevaban en sus vagones a los parias de aquella época, los judíos, que irían a
parar a los campos de exterminio nazi. Primo Levi, un judío italiano sobreviviente
de la planta petroquímica en Auschwitz, rememora lo que ocurrían en los “Tre
nes hacia la muerte”, como se conocía a los trenes cargueros durante la Segunda
Guerra Mundial. Para él, la imagen epítome del horror nazi, no era el campo de
concentración, sino la del tren de carga. A partir de su propia experiencia, esto se
debía a que en los vagones los presos perdían su voluntad, se volvían inermes, ya
no tenían la capacidad para distinguir la violencia, de la no violencia, e incluso
perdían su humanidad y se acercaban a la barbarie. Para Levi, las condiciones del
transporte en vagones: “era uno de los síntomas más claros de la voluntad nazi de
reducir a los humanos a bestias” (Levi, 2002). Esa violencia del tren era lo que
producía, en palabras de Levi: “muertos vivientes” o “cadáveres ambulantes”, esos
cuerpos indefensos, sin voluntad alguna, que más tarde eran depositados en los
campos de concentración.
195
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA CULTURA
196
YE R K O C A S T R O N E I R A COORD.
197
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA CULTURA
estatal era tomada inmediatamente, esa cifra sólo aumentaría. Y efectivamente eso
fue lo que sucedió. A pesar de la existencia de contundentes evidencias, como las
que mostraba ese primer informe y las que daban organizaciones de la sociedad civil
como la , además de las continuas denuncias también mostradas en repor
c o f a m id e
2011, confirmó esos presagios: entre abril y septiembre de 2010, es decir, un año
198
Y E R K O CAST R O N E I R A COORD.
1 99
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA C U L T U R A
11 Este ejem plo es tan sólo uno de los más de 6 m il hondureños que se han “perdido” en su transito por M é
xico. Según datos del Foro N acional para las M igraciones ( f o n a m ih ) , con el afán de llegar a Estados U nidos,
desde el 2005, cada año alrededor de 100,000 hondureños cruzan el corredor m igratorio y de ese total 6,000
han desaparecido en M éxico, es decir, el 6% de los m igrantes indocum entados hondureños en tránsito (En el
diario La Jornada, 23 de enero de 2011).
200
Y E R K O CAST RO N E I R A COORD.
201
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA CULTURA
202
Y E R K O CAST R O N E I R A COORD.
tos de control se incorporan de diversos modos para crear y dominar a esos cuerpos
indóciles que bien pueden venir desde fuera, como los migrantes indocumentados,
o ser .parte del flujo de la acción estatal y social, por ejemplo, los locos, los enfer
mos, los desviados, ios marginados, los delincuentes, etc. (Foucault, 2001). Así,
los Estados modernos crean continuamente a cuerpos: “no autorizados”, indóciles,
que pueden tener muchas caras, para aplicar acciones estatales, dominarlos y legiti
mar su soberanía y existencia. Históricamente los migrantes han sido parte de esos
otros, es decir, han sido “cuerpos indóciles”, como dijera Foucault, a quienes se debe
intencionalmente dominar. Siendo así, existiría una relación que si bien parecería
tácita, es construida, entre Estado-violencia y migración indocumentada. Ineluc
tablemente a la hora de analizar la migración indocumentada, estamos entrando
en un análisis respecto de las formas en las que opera el Estado, y cómo éste crea
intencionalmente cuerpos indóciles que deberán ser dominados para legitimar la
existencia y permanencia estatal.
Es más, en el proceso histórico de construcción de las fronteras geográficas, uno de
los elementos “fundantes” de los Estados nación modernos, también se dio una suer
te de: “determinismo ambiental”, territorial y con él, la supuesta aparición “natural”
de la otredad (Harvey, 2004: 279). El otro sería el ajeno, el distinto e incluso, en la
mayoría de los casos, el que podría suponer una amenaza. Así, el lugar que le corres
ponde necesariamente estaría fuera de los límites nacionales, o fuera del centro del
poder; es decir, en los “márgenes”. Por tanto, las fronteras “naturalmente” habrían de
ser erigidas para contener a los otros (Harvey, 2004: 279). Usualmente, dirá Etienne
Balibar (2005), los otros son todos los que cargan una identidad predefinida, supues
tamente fija e inamovible, la de ser los no nacionales. Todo aquel que cae del lado
de lo no nacional puede ser inmediatamente vinculado con amenazas a la seguridad
nacional y frente a él, el Estado podrá hacer uso de dispositivos de control fronterizo
y territorial. Así, desde la creación de los Estados modernos: “los aparatos de control
fronterizo se vuelven instrumentos estatales de discriminación y selección” y también
para la aplicación de formas de violencia justificadas en contra de esa otredad “na
turalmente” no deseada (Balibar, 2005: 79-81). Sin embargo, esa “naturalidad” que
configura distancias sociales entre unos y otros, que más tarde pueden derivar en el
ejercicio de una violencia normalizada, tendría que ser cuestionada. La otredad no
2 03
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA C U L T U R A
es más que una categoría vacía que dependiendo del contexto histórico y político
fabrica individuos no deseados, cuerpos indóciles, amenazas estatales que han de ser
controladas, que pueden ser legítimamente violentadas, e incluso desaparecidas. In
dagar en las prácticas sociales para comprender cómo se han fabricado esos espacios,
y sobre todo esos: “estigmas impuestos y naturalizados sobre los otros” que los habi
tan. Estigmas que en nuestro caso se construyen en relación al migrante como aquel
que por excelencia representaría la otredada ser negada (GofFman, 2008: 13-15).
Siendo así, y a partir de la reflexión hecha, esa inacción estatal frente a la violencia que
entraña la migración indocumentada y la deshumanización de las relaciones sociales y
estatales que se tejen en tomo de estos tipos de migrantes se explicaría el porqué hay una
clara construcción y estigmatización de los indocumentados como los otros no deseados,
como las amenazas estatales a quienes no se los reconoce como sujetos de derecho y, por
ende, a quienes se los puede “justificada” y legítimamente violentar. Sólo así se com
prende por qué los indocumentados transitan por rutas clandestinas sin la protección
de ningún Estado nacional, y por qué parecería, a su vez, que existe una ceguera colec
tiva ante su situación crítica. Para el caso analizado implicaría que históricamente se ha
dado un proceso de construcción de los indocumentados como los otros no deseados.
Si bien en este espacio no cabe referirse a detalle sobre ese proceso, un análisis histórico
efectivamente confirma que desde la definición de la frontera sur de México a finales
del siglo xrx, los indocumentados fueron concebidos como la otredad que justifica cier
tas acciones estatales. Así han sido concebidos como posible invasor, como el ajeno, el
débil, el vulnerable, y el blanco de todo abuso. Registros históricos, que datan de finales
del siglo xrx, demuestran cómo los migrantes eran considerados como los explotables,
sobre todo los jornaleros guatemaltecos en las plantaciones de café. A principios del
siglo xx, ese otro también será visto como el no deseado en oposición directa al extran
jero europeo deseado y promisorio que llegó a la frontera como parte de las políticas
de colonización de tierras (De Vos, 1996). En las últimas tres décadas del siglo pasado,
esa construcción estuvo marcada tanto por el contexto de las guerras centroamericanas
como por concepciones estadounidenses que desde entonces ya estigmatizaban a los
migrantes como amenazas relacionadas con la guerrilla, con posibles refugiados, con el
narcotráfico, con pandillas juveniles violentas, con la Mara Salvatrucha centroamericana
( m s 13, o Barrio 18) o con el terrorismo (Aguayo, 1985).
2 04
Y E R K O C A S T R O N E I R A COORD.
205
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA CULTURA
206
YE R K O CAST RO N E I R A COORD.
Bibliografía
207
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA C U L T U R A
Comisión Nacional de Derechos Humanos, (2011). Lnforme especial sobre secuestros en México.
México: cndh .
2 08
Y E R K O CAST RO N E I R A COORD.
De Vos, Jan (1996), Oro verde. La conquista de la selva Lacandonapor los madereros tabasqueños
1822-1949, México, . fce
Passel, Jeffrey S (2006), The Size and Characteristics of the Unauthorized Migrant Po
pulation in the U.S. Estimates based on the March 2005 Current Population Survey.
Research Report, Washington, pew Hispanic Center.
Sassen, Saskia (2001), ¿Perdiendo el control? La soberanía en la era de la globalización.
Barcelona: Editorial Bellaterra.
, (2007), “Going Digging in the Shadows of Maesters Categories”, en Deflem,
Mathieu (editor) Sociologists in a GlobalAge. Biographical Perspectives. Great Britain:
Library of Congress.
2 09
LA MIGRACIÓN Y SUS EFECTOS EN LA CULTURA
Sontag, Susan (2005), Ante el dolor de los demás, Buenos Aires: Alfaguara.
Williams, Raymond (2003), Palabras claves. Un vocabulario de la cultura y sociedad.
Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.
Zavala, Edith (2011), “En la búsqueda de desaparecidos. Equipo Argentino de Antro
pología Forense ( ) ” , Presentación enpowerpoint expuesta en: México Frontera
eaaf
tiembre 2011.
- Margarita (nombre ficticio), migrante salvadoreña de 27 años. En Amnistía Internacional,
2010 .
210