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Esta obra, del fundador de la Escuela de los Anales, salió a la luz pública gracias a su amigo
y cofundador de la nueva corriente histórica, Lucien Fevbre, a quien dedico esta obra literaria.
Al morir fusilado en 1944 por defender su patria de los invasores alemanes, Bloch no pudo
finalizar su libro. El libro contiene una introducción del autor, cinco capítulos y un apéndice.
Iniciando el texto el autor habla de lo fácil del lenguaje que se utilizo para su realización,
para que este mismo pudiese llegar a diferente tipo de público, además habla de su interés
por la historia desde su infancia. También busca dar una idea de que la historia debe necesitar
a las demás para reinventarse ya que el objetivo de todas las ciencias debe ser llegar al
conocimiento.
En el primer capítulo, el autor relaciona la historia, los hombres y el tiempo, establece una
relación dinámica entre el presente y el pasado, de tal manera que uno de estos tiempos sirva
para analizar y entender al otro. La historia no es sólo la ciencia del pasado, es más bien la
ciencia sobre los hombres, de todos los hombres y no sólo de los héroes y personas de la
nobleza, es el estudio de los muertos y de los vivos. Se debe indagar los orígenes de los
acontecimientos y no detenerse en las personalidades de los mismos. El fenómeno histórico
debe ser explicado desde la perspectiva de su tiempo.
De esta manera la historia según Bloch debe pensarse desde el pasado y los sucesos que los
hombres, es decir todos los sujetos de la sociedad, ayudan a construir historia desde los
inicios, rastrear e indagar acerca de cada detalle que ayude a construir la historia para que el
presente de todos los hombres se esclarezca aún más.
El tercer capítulo, trata de la crítica como método de búsqueda de los errores en la historia,
de esta forma poder reinventarse y reformar las cosas que no han podido salir bien, la crítica
nace en el momento que no aceptamos los testimonios históricos, debemos no creer a la
ligera y tener una duda que otorgue otras perspectivas, pensar que nada puede ser absoluto,
y que se pueden encontrar vestigios que cambien las teorías y demás, muchos historiadores
aluden el retraso de la historia como ciencia, a que los historiadores no critican su propia
disciplina, y por ende no se ha solidificado como otras muchas disciplinas; Indicar la
procedencia del documento que trabajamos es importante (el estilo del lenguaje establece si
es de un mismo autor, por ejemplo). En muchos archivos hay documentos falsos y plagios, y
el historiador está obligado a indagar su veracidad. Hay que evitar pasar por alto hechos
vitales pero que no están en la mira de nuestras investigaciones: vemos sólo lo que buscamos
y las emociones pueden distorsionar los hechos.
Las prácticas colectivas son similares para todos los hombres que la vivieron, las excepciones
son sospechosas. La estadística y la ley de las probabilidades corroboran nuestras
suposiciones porque sus resultados son similares en diferentes autores, todas las experiencias
tienen una perspectiva diferente, aunque el suceso ocurra en un colectivo, y se tengan puntos
en común, siempre van a existir miradas desde diferentes lados, todos no tienen lo mismo
que decir de dichos sucesos.
El cuarto capítulo habla de la facilidad que tenemos para juzgar en vez de analizar un caso
de manera profunda y así comprender mejor el caso estudiado, por esto se necesita algo de
objetividad a la hora de entrar a investigar los sucesos, es decir dejar un poco de lado los
sentimientos y demás, para llegar a precisar la historia tal cual fue.
Aquí también se habla del valor y significado de las palabras según la época y lugar en que
tuvieron trascendencia, el lenguaje dentro de la historia no ha sido el fuerte en la disciplina,
no tiene un lenguaje especifico como otras ciencias, pero si depende de un lenguaje algo
preciso y para el autor en particular poético, no debería perder ese tinte para que sea flexible
a la hora de otorgar más confianza al lector.
El último capítulo, es una crítica al positivismo que en vano pretende eliminar de la ciencia
la idea de la causa, porque todo investigador piensa en términos de preguntas y respuestas.
Explicar cada suceso, desde la acción – reacción y que de esta reacción puede llegar un
sinfín de causas que deben ser determinadas e investigadas para poder dar veracidad a los
hechos.
En conclusión, no existe una causa única. “Para decirlo todo, en una palabra, las causas, en
la historia más que en cualquier otra disciplina, no se postulan jamás” (Bloch, 1949).