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INTRODUCCIÓN

Los modelos tutoriales han estado presente a lo largo de la historia en muchas


naciones, los cuales hacen alusión a la educación individualizada, dando mayor
peso a la profundidad de conocimientos, más que a la amplitud de los mismos. En
el Reino Unido y Estados Unidos, se conocía al tutor como al profesor que informa
a los estudiantes universitarios y regula la disciplina. El modelo de educación a
distancia (UNED) señala al profesor tutor como el “orientador del aprendizaje
autónomo de los alumnos (Arredondo, 2008).

En México, el sistema de tutorías comienza a operar a nivel de postgrado,


específicamente, en la Universidad Autónoma de México, específicamente en la
década de los cuarenta, alcanzando un rango legal en 1980. Este sistema surge a
partir de que se reconoce la necesidad de abatir problemáticas como la deserción,
abandono de estudio, rezago y baja eficiencia terminal en estudiantes de nivel
superior (Arredondo, Et. al).

Las instituciones educativas se han ido transformando gracias a los cambios que ha
conllevado la globalización económica y social, lo cual ha tenido como
consecuencia una crisis en la enseñanza tradicional, dando énfasis a la tutoría en
la educación formal. Enseñar ya no sólo es la transmisión de conocimientos, en
donde el profesor aparecía como único poseedor de la información y se establecía
una relación vertical entre el que sabe y el que no sabe (Narro, J. y Arredondo, M.,
2013).

Dada la problemática mencionada líneas arriba, en el año 2000, la Asociación


Nacional de las Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES),
publicó el documento La educación Superior en el Siglo XXI; Líneas estratégicas de
desarrollo, en donde básicamente habla de las acciones que se emprenderían, entre
las que destacan la operación de un programa denominado Desarrollo Integral de
los alumnos, que busca apoyar a los mismos a través de sistemas de tutorías y
desarrollo integral, favoreciendo elevar el número de alumnos que cumplen con los
objetivos educativos establecidos en los planes y programas de estudio (ANUIES,
2011, en Rosas, A.,2011).

En este trabajo se pretende hacer una revisión de las tutorías como modalidad en
la educación actual en México, que busca que los estudiantes adquieran una
educación integral, más que limitarse a lo cognoscitivo. Durante muchos se ha
hecho énfasis en este aspecto, sin tomar en cuenta que el aprendizaje tiene
diversos componentes, entre ellos, lo que se refiere al aspecto emocional. Si se
toma en cuenta a los alumnos como un todo, el docente conseguirá desarrollar de
manera óptima sus diferentes potencialidades, haciendo de ellos individuos
exitosos.
La educación en México ha sufrido una serie de transformaciones que han
respondido, por un lado, a las demandas internacionales, pues se han puesto en
evidencia los bajos niveles de desempeño de los estudiantes en los diferentes
niveles, a partir de la aplicación de evaluaciones externas. La Secretaría de
Educación Pública en 2007, pone en acción diversos programas y estrategias, cuyo
fin es abatir las problemáticas en materia educativa (Rosas, A., 2011).

Uno de los acontecimientos internacionales que ha sido fundamental en el rumbo


que han seguido los cambios en el panorama educativo, se dio en 1993. La
Comisión Internacional sobre educación para el Siglo XXI realizó trabajos en los que
participaron pensadores de todo el mundo; es ahí donde surge la propuesta de los
Nuevos Pilares de la educación: Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a
vivir juntos y aprender a Ser (Delors, 1996, en Romo, A., 2011).

Lo anterior implicó un cambio profundo en las estructuras educativas, en especial


porque tradicionalmente la figura principal en la acción educativa era el docente; a
partir de esta nueva postura, la atención se centra en el estudiante. En este sentido,
el alumno se convierte en el centro del proceso enseñanza aprendizaje, hecho que
se retoma en Planes y Programas de estudio 2011 en México, lo que implica un
cambio de paradigma importante.

Entre las estrategias puestas en marcha en este país, se menciona el Programa


Sectorial de educación (2007-2012), en donde se marca que se brindará una
educación integral, promoviendo el desarrollo de valores ciudadanos y de
competencias y conocimientos que favorezca la creación de ambientes de
convivencia democrática e Intercultural (Rosas, Et al.).

En el mismo documento, como parte de sus estrategias y Líneas de acción, se


señala que, para la educación superior se implementarán programas de apoyo y
atención diferenciada a los estudiantes, favoreciendo con ello su formación integral,
su permanencia, egreso y titulación; entre las estrategias para estimular la
formación y/o capacitación del personal docente, se propone la acción tutorial de
los mismos (SEP, 2007, en Rosas, A., 2010).

Badillo, J. (2007), señala que las instituciones educativas, especialmente las del
nivel superior, tienen retos importantes a enfrentar, a raíz de las innovaciones
educativas y la entrada de las nuevas tecnologías. Entre ellos podemos mencionar:

 Generar espacio de innovación permanente e integral.


 Favorecer el aprendizaje a lo largo de la vida
 Proporcionar a los estudiantes servicios educativos de calidad, favoreciendo
una formación derivada de factores humanistas y culturales, “con una sólida
capacitación técnica y científica” (p. 5).

Con el fin de alcanzar propósitos educativos, es importante reformular planes de


estudio y utilizar métodos innovadores con el fin de ir más allá del aspecto
cognoscitivo del aprendizaje. Se busca “propiciar la adquisición de conocimientos
prácticos, competencias y aptitudes para la comunicación, el análisis creativo y
crítico, la reflexión independiente y el trabajo en equipo en contextos
multiculturales” (Romo, A., 2011, p.14).

De acuerdo con Pablo Latapí, investigador de una Universidad y reconocido


precursor de la investigación educativa en nuestro país, la tutoría es un importante
medio para elevar la calidad de la educación superior. En este sentido, la tutoría
se refiere a lo que todo buen docente hace espontáneamente por sus estudiantes.
La acción tutorial implica sistematizar y generalizar estos procedimientos, atender
de manera personalizada a alumnos que muestran mayores dificultades para
aprender (Narro, J. y Arredondo, M., 2013).

En este sentido, se menciona que los alumnos requieren de estímulos diferentes


dejando de lado la educación tradicional. Para ello, también se requieren maestros
diferentes, que realicen el papel de mediador del aprendizaje y que no teman a
salir de los espacios acostumbrados, pues un ambiente de aprendizaje se puede
crear fuera de los límites de la escuela (Romo, A., 2011). Con ello, se favorece en
los alumnos la motivación suficiente para aprender, conservando la curiosidad
natural del que aprende y permitiendo la construcción del conocimiento y del
aprendizaje significativo.

Como se había mencionado, la tutoría se ha considerado una medida importante


que disminuye la deserción y estimula una mayor eficiencia terminal. Se busca
potenciar el desarrollo integral de los educandos, por lo que resulta de la mayor
relevancia que se les considera como parte central de la acción educativa (Romo,
A., 2011). Es este momento histórico de la vida educativa del país cuando el
docente está aprendiendo a ver al estudiante no sólo como el aprendiz, sino
cambia su mirada y lo ve como persona, en todas sus dimensiones.

En tanto el maestro centre su atención en los estudiantes, comprenderá en mayor


medida su problemáticas relacionadas con la vida escolar y le brindará una
atención más personalizada, convirtiéndose en tutor. Esto conlleva ventajas, y
entre las más importantes podemos mencionar: favorecer la adaptación del
estudiante al ambiente escolar, disminuyendo las tasas de abandono de los
estudios; el fortalecimiento de diversas habilidades, como las cognitivas, abatiendo
los índices de reprobación y rezago (Badillo, J., 2007).

De acuerdo con la ANUIES, la tutoría es una modalidad de la acción docente, que


integra una serie de actividades sistematizadas centradas en el estudiante. A través
de ello, es posible “brindar al estudiante servicios educativos de calidad, orientados
a proporcionar una formación que integre elementos humanistas y culturales, con
una sólida capacitación técnica y científica” (Badillo, Et. al, p. 7).

Toda acción tutorial se considera hasta cierto punto, como una especie de
orientación. Los buenos maestros cumplían con esta función, y sin embargo, es
necesario diferenciar la acción tutorial de la orientación, pues cubren áreas y
contextos particulares. Una acción tutorial es una forma de orientación, pero no
podemos llamar a la orientación, tutoría (Arellano, 2001, en Romo, A., 2011).
Hasta este punto se ha expuesto que el origen de la acción tutorial se origina en el
nivel superior de educación, con los fines ya descritos. Sin embargo, el tema ha
trascendido a los demás niveles educativos. En el nuevo modelo educativo, se
plantea: “la tutoría es el mecanismo mediante el cual se puede acompañar a los
estudiantes y ayudarlos a fortalecer su capacidad socioemocional, cognitiva
y académica durante su trayecto por la educación secundaria” (Aprendizajes Clave,
SEP, 2017, p. 524).

Lo anterior resulta muy relevante, ya que se ha reconocido a las tutorías como una
herramienta capaz de favorecer el desarrollo integral de los alumnos. Los cambios
que han tenido lugar en el paradigma educativo en donde el estudiante se ha
convertido en la parte central del proceso enseñanza aprendizaje, impulsan
positivamente la implementación de estrategias, como las tutorías. De esta manera,
es posible que los docentes tutores sean una pieza fundamental en mejorar la
calidad educativa.

Las tutorías se implementan en el nivel de secundaria, atendiendo a estudiantes


que están en un momento de desarrollo importante; es una etapa de cambios físicos
y emocionales significativos, lo cual da mayor relevancia a la acción tutorial, pues
se espera que brinde a los estudiantes los elementos para el desarrollo de sus
habilidades socioemocionales. Las acciones propuestas de acuerdo con el nuevo
modelo educativo tienen que ver con construir espacios de reflexión individual y
colectiva para los estudiantes, a través de los cuales cuente con la guía y
acompañamiento de un tutor.

Las acciones que se marcan en el nuevo modelo educativo consisten en


“acompañar a los estudiantes en el proceso de confirmación de su identidad,
mediante el autoconocimiento. Planear momentos en los cuales los estudiantes
adquieran estrategias para la expresión y regulación de sus emociones”; promover
espacios de diálogo y reflexión que favorezcan la convivencia y la resolución de
conflictos, entre otras (Aprendizajes Clave, 2017, p. 524).
El tutor que se plantea en el documento mencionado, es un docente que se asigna
a un grupo y realiza actividades de análisis, deliberación, evaluación e intervención
ante las problemáticas cotidianas de la vida de los estudiantes en la escuela. Se
considera una alternativa importante, en el contexto actual, en el que privan la
violencia y el desorden social y familiar. Los docentes hemos observado con
preocupación cómo las relaciones violentas se incrementan día a día en las
escuelas.

Se espera también que el tutor sea sensible a las necesidades, intereses e


inquietudes de sus estudiantes, las cuales serán de su conocimiento a través de las
actividades y estrategias que se lleven a cabo en la hora semanal que tiene frente
al grupo. El trabajo con el diagnóstico del grupo será una actividad permanente, en
donde se espera que el docente tutor contribuya al crecimiento socioemocional de
sus estudiantes (Aprendizajes clave, 2017).

Del mismo modo, se establece que el tutor será un docente cuya personalidad
facilite la empatía y la integración en su grupo. Se espera que genere confianza en
los adolescentes y tenga capacidad de liderazgo. En términos generales, esto sería
lo ideal; sin embargo, la realidad es muy diferente: los grupos son numerosos (al
menos son 35 alumnos), los docentes que se asignan como tutores son elegidos
sin un criterio claro o válido. Las autoridades lo ven como trámite administrativo, de
modo que tampoco se percibe a la tutoría como una herramienta valiosa para
contribuir en la formación de los alumnos.

Es posible que en el nivel de educación superior, espacio en donde se generó este


recurso, las tutorías estén operando de la manera establecida y con los propósitos
ya definidos. En este aspecto, resulta de especial relevancia observar de cerca este
proceso y sus resultados, con el fin de que se consideren como un recurso factible
de perfeccionarse en los otros niveles educativos, logrando no sólo mejorar la
calidad educativa, sino formando alumnos con mayores recursos socioemocionales
que les permitan consolidar exitosamente un proyecto de vida.
CONCLUSIONES

La tutoría fue concebida como un recurso importante para disminuir la deserción y


el abandono escolar, además de incrementar la eficiencia terminal, en los alumnos
de la educación superior. Se pretende que los alumnos cuenten a lo largo de su
formación profesional con el acompañamiento de un docente tutor debidamente
preparado. La tutoría no sólo atiende aspectos cognitivos de la formación de los
alumnos, ya que pone atención también en aspectos emocionales de los mismos,
logrando con ello que su desarrollo sea integral.

La tutoría es una herramienta adecuada, principalmente porque en la actualidad


los niños y jóvenes se desarrollan en ambientes familiares que se caracterizan por
niveles importantes de desorganización y violencia. Los contextos sociales
tampoco les ofrecen grandes posibilidades de desarrollar una personalidad estable
emocionalmente hablando; con recursos que les permitan ser adultos creativos y
analíticos, con capacidad para la toma asertiva de decisiones, tal como se
establece en el nuevo modelo educativo en torno a los ciudadanos que se
pretenden formar (Aprendizajes Clave, 2017).

El logro de los propósitos educativos actuales está seriamente comprometido,


pues se encuentra con una cantidad importante de situaciones contextuales que lo
complican. Se pretende implementar acciones que apuestan al desarrollo
socioemocional de sus alumnos, brindándoles mejores oportunidades de vida. Sin
embargo, la realidad nos presenta un panorama sombrío, en donde las
contradicciones en nuestras instituciones tienden a encontrar resultados muy
diferentes.

Es necesario ser optimistas y pensar que el proceso no va a detenerse en aras de


nuevos enfoques y políticas; es importante que como parte del sistema educativo,
seamos piezas clave para trabajar en un sentido ya marcado. Los niños y jóvenes
que se encuentran en nuestras escuelas ya conviven en espacios familiares y
sociales complicados. Los maestros, al menos, deberíamos construir al interior de
nuestras aulas ambientes inclusivos, en donde los alumnos se sientan aceptados
y tomados en cuenta. Esto al menos, es un avance.
BIBLIOGRAFÍA

Badillo Guzmán, Jessica. La tutoría como estrategia viable de mejoramiento de la


calidad de la educación superior. Reflexiones en torno al curso. Revista de
Investigación Educativa, núm. 5, julio-diciembre, 2007, pp. 1-22

Narro Robles, J. y Arredondo Galván, M.(2013) La tutoría. Un proceso


fundamental en la formación de los estudiantes universitarios. Perfiles Educativos.
Vol. 35 No. 141. Ene 2013.

Romo López, A. (2011) La tutoría: una estrategia innovadora en el marco de los


programas de atención a estudiantes. Asociación Nacional de Universidades e
Instituciones de Educación Superior, Dirección de Medios Editoriales, 123 p. –
(Colección Cuadernos Casa ANUIES).

S.E.P. (2017) Aprendizajes Clave para la educación Integral. Plan y Programa de


estudio para la educación Básica. Secretaría de educación Pública, Cd. de
México.
ENSAYO
LAS TUTORÍAS COMO HERRAMIENTA PARA FAVORECER EL
DESARROLLO INTEGRAL DE LOS ESTUDIANTES

ALUMNA: MARIA DEL CARMEN GUTIÉRREZ SALCIDO


GRUPO: 23131

DOCENTE: DR. GREGORIO PÉREZ OROZCO

ASIGNATURA
SEMINARIO DE PEDAGOGÍA 2
DOCTORADO EN EDUCACIÓN

OCTUBRE 18, 2018.


La tutoría en la Universidad de Yucatán

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