Professional Documents
Culture Documents
Urbanidad
Principios generales
-Llamase urbanidad el conjunto de reglas que nos sirven para ir desarrollándonos
como mejores personas cada día.
-Es nombre al ceremonial de usos, estilos y costumbres, que se observan en las
reuniones de carácter elevado y serio.
-Las leyes de urbanidad, en cuanto se refieren a dignidad y decoro personal y a
las atenciones que debemos a los demás.
-Siempre que en sociedad ignoremos la manera de proceder en casos dados,
sigamos el ejemplo de personas cultas que en ella se encuentre.
-Es claro, pues que, sin la observancia de estas reglas, más o menos perfectas,
según el grado de civilización de cada país, los hombres no podrían inspirarse
ninguna especie de amor ni estimación; no habría medio de cultivar la sociabilidad,
que es el principio de la conservación y progreso de los pueblos; y la existencia de
toda sociedad bien ordenada vendría por consiguiente a ser de todo punto
imposible.
2-- Los hábitos del aseo revelan además hábitos de orden, de exactitud y de
método en los demás actos de la vida; porque no puede suponerse que se
practiquen diariamente las operaciones que son indispensables para llenar todas
las condiciones del aseo, las cuales requieren cierto orden y método y una juiciosa
economía de tiempo, sin que exista una disposición constante a proceder de la
misma manera en todo lo demás.
De las conversaciones:
-La conversación es el alma y el alimento de toda sociedad, por cuanto sin ella
careceríamos del medio más pronto y eficaz de transmitir nuestras ideas, y de
hacer más agradable y útil el trato con nuestros semejantes.
-Nada hay que revele más claramente la educación de una persona, que su
conversación; el tono y las inflexiones de la voz, la manera de pronunciar, la
elección de los términos, el juego de la fisonomía y los movimientos del cuerpo.
- No tomemos nunca la palabra, sin estar seguros de que hallaremos con facilidad
todos los términos y frases que sean indispensables para expresar claramente
nuestras ideas.
-En el caso de conocer que la persona con quien hablamos no nos ha
comprendido, guardémonos de decirle usted no me entiende, ni ninguna otra
expresión semejante que pueda ofender su amor propio.
De las visitas:
-Las visitas pueden ser en persona o por tarjeta. Una visita en persona es aquella
que hacemos presentándonos en la casa del que ha de recibirla, ya sea que
lleguemos a verle, ya sea que le dejemos nuestra tarjeta, y una visita por tarjeta, la
que hacemos limitándonos a enviar ésta desde nuestra residencia.
-No es libre en todos los casos hacer las visitas en una y otra forma; las reglas de
la etiqueta ofrecen gran variedad en este punto, y, según vamos a verlo.
-También hay variedad en las mismas visitas en persona, pues hay algunas que
no se nos imputan como tales si no llegamos a ver a las personas a quienes las
hacemos y otras que son válidas aun en los casos en que limitándonos a llenar la
fórmula de presentarnos en persona.
-Entre caballeros, una visita de ceremonia y cualquiera otra de etiqueta que no sea
de negocios o de presentación, puede reducirse a dejar el visitante su tarjeta sin
llegar a anunciarse, aunque el visitado se encuentre en su casa.
De la mesa:
-La mesa es uno de los lugares donde más clara y prontamente se revela el grado
de educación y de cultura de una persona, por cuanto son tantas y de naturaleza
tan severa.
-Según esto, jamás llegará a ser excesivo el cuidado que pongamos en el modo
de conducirnos en la mesa, manifestando en todos nuestros actos aquella
delicadeza, moderación y compostura que distinguen siempre en ella al hombre
verdaderamente fino.
-Es importante advertir, antes de entrar en el pormenor de las reglas de esta
sección, que la mayor parte de los excesos y desaciertos en que suele incurrirse
en las reuniones de mesa, aún por personas bajo otros respectos recomendables.
-No tomemos nunca asiento en la mesa antes que lo hayan hecho nuestros
padres, o cualesquiera otras personas de mayor respetabilidad que nosotros, de
quienes estemos acompañados.
-No apoyemos nunca en la mesa todo el antebrazo, y en ningún caso pongamos
sobre ella los codos en el momento de comer.
-El cuchillo y el tenedor se toman empuñando el mango con los tres últimos dedos,
y adhiriendo a éste el pulgar por el lado interior y el índice por encima.
Del juego:
-El juego es, como la mesa, una piedra de toque de la educación. El amor propio
ejerce en él un imperio tan absoluto; tenemos todos tal propensión a enfadarnos
cuando nuestra habilidad queda vencida por la de los demás.
-El juego tiene una etiqueta que le es enteramente peculiar, y consiste en todas
aquellas finas y generosas demostraciones que se hacen entre sí las personas
que juegan, por medio de las cuales manifiesta cada una de ellas que sólo la
anima el deseo de pasar un rato de honesto entretenimiento.
-Ya se deja ver que no hablamos aquí de esas reuniones de inmoralidad y de
escándalo, donde el azar arrebata el producto del trabajo y lo hace pasar
instantáneamente a otras manos.
-Al ponernos a jugar, demos por hecho que la suerte no habrá de favorecernos, a
fin de que este resultado no llegue nunca a sorprendernos, y a hacernos perder la
serenidad y buen humor que entonces más que nunca debemos manifestar en
sociedad.
- Cuando juegan señoras y caballeros, la etiqueta exige aún mayor delicadeza y
desprendimiento entre todos los jugadores.
De la correspondencia epistolar:
- Las personas elegantes escriben actualmente una gran cantidad de cartas.
Quienes viven de los recuerdos nos dicen que la escritura a mano es ahora un
arte perdido, puesto que no se escribe mucho a mano en nuestros tiempos.
-El papel de carta o para recados de las damas, no debe llevar rayas ni filo
dorado, ni ser excéntrico o artístico.
-Continuamente cambian las modas en el papel de escribir. Hubo un tiempo en
que aquél se usó enteramente blanco, pero ahora se acostumbra en los más
variados matices, aunque el color de rosa resulta un tanto cursi.
-El sentido común es el mejor consejero con respecto a la clase de papel que
debemos usar en determinados casos.
-Los hombres son muy parcos en su papel de escribir; blanco, crema y en algunas
ocasiones gris claro.
- Las cartulinas que se usaban para la correspondencia epistolar han pasado a la
historia, substituyéndolas el pliego de papel.
Reglas diversas:
-Uno de los objetos a que debemos consagrar mayor suma de atención y estudio
es el hacer agradable nuestra persona, no ya por el conocimiento y la práctica de
los usos y estilos de la buena sociedad.
-La moderación es la reguladora de los modales exteriores, así en el hombre como
en la mujer; pero la organización física y moral del hombre.
-Al sentarnos, hagámoslo con suavidad y delicadeza, de modo que no caigamos
de golpe y violentamente sobre el asiento; y después que estemos sentados,
conservemos una actitud natural y desembarazada.
-Solo entre personas que se tratan con confianza puede ser tolerable el acto de
cruzar las piernas.
-Es extraordinariamente descortés el situarse por detrás de una persona que está
leyendo, con el objeto de fijar la vista en el mismo libro o papel en que ella lee.
-Fijar detenidamente la vista en una persona.
- Manifestar grandes cuidados con la ropa que se lleva puesta, con el peinado o
con la barba.
- Estornudar, sonarse o toser con fuerza, produciendo un ruido desapacible.
-Reír a carcajadas o con frecuencia.
-Llevarse a menudo las manos a la cara, hacer sonar las coyunturas de los dedos,
jugar con las manos, con una silla, o con cualquiera otro objeto.