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ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 53, julio-diciembre, 2015, 647-660, ISSN: 1130-2097
doi: 10.3989/isegoria.2015.053.10

La noción de “pasividad” en la ética


de Emmanuel Levinas
The notion of passivity in Emmanuel Levinas Ethics
SANDRA PINARDI
Universidad Simón Bolivar, Venezuela

RESUMEN. El objetivo de este artículo es inda- ABSTRACT. This purpose of this paper is to in-
gar acerca de la noción de “pasividad” que ca- vestigate about the notion of “passivity” which
racteriza al sujeto en el proyecto ético de Em- characterizes the subject in Emmanuel Lev-
manuel Levinas. Un sujeto que es y está inas ethical project. A subject that is, and is
entregado al Otro (Autri), más allá de toda de- dedicated to, the Other (Autri) beyond all vol-
cisión voluntaria y de cualquier relación fác- untary decisions and any factual relationships.
tica. La “pasividad” es la noción que permite The “passivity” is the notion that permits the
comprender la contextura de la subjetividad le- understanding of the levisianic contexture of
vinasiana, su modo de constituirse, de “reali- subjectivity, its mode of constituting, of “ma-
zarse”, así como algo que denominaremos su terializing”, as something which we will call
“condición segunda”. La pasividad aparece en its “second condition”. Passivity appears in
el pensamiento de Levinas como la noción que Levinas’ thinking as the notion that allows
le permite articular su ética, en tanto que ésta him to articulate his ethics, as far as it is based
se funda en una responsabilidad que acontece in a responsibility which occurs in the ex-
en el extremo abandono de las certidumbres treme abandonment of the certitudes of the
del “si mismo”, del “yo”. “self”, the “I”.

Palabras clave: Levinas; pasividad; ética; el Key words: Levinas; passivity; Ethics; the
Otro. Other.

El objetivo de este artículo es indagar acerca de la noción de “pasividad” que caracte-


riza al sujeto en el proyecto ético de Emmanuel Levinas. Un sujeto que es y está en-
tregado –dado- al Otro (Autri), más allá de toda decisión voluntaria y de cualquier po-
sible relación fáctica o particular. La “pasividad” es la noción que permite comprender
la dimensión y contextura de la subjetividad levinasiana, su modo de constituirse, de
“realizarse”, su condición “segunda”. A partir de esa noción Levinas articula la posi-
bilidad misma de su ética, en tanto ésta se funda en una responsabilidad que acontece

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Sandra Pinardi

en el extremo abandono de las certidum- —que anula la exterioridad— de la ética,


bres del “si mismo”, del “yo”. Esta noción y entiende propiamente la ética como in-
de “pasividad” está directamente vincu- terlocución, a saber, ese tipo de Decir1 ca-
lada al modo cómo Levinas piensa la re- paz de hacerse cargo del cuestionamiento
lación con el Otro: esa relación que excede que la irrupción del Otro (de la exteriori-
el poder y el dominio del sujeto, su capa- dad) efectúa sobre la identidad y el
cidad de comprensión y apropiación, mundo, sobre el presente y la presencia.
“dándole lugar” y determinándolo. La ética es soberana, entonces para Levi-
En el pensamiento de Levinas, la ética nas, cuando se instala como una crítica ra-
es una ética soberana, una “filosofía pri- dical al pensamiento que comprende al
mera”, que persigue entender el “ser” de hombre y sus acciones desde la primacía
los que existen —de los hombres— a par- del saber, y del poder que de él deriva, así
tir de una perspectiva diferente de la que como también de las éticas particulares
nos ha sido legada por la tradición filosó- que se realizan a partir de ese mismo prin-
fica occidental, que está sustentada sobre cipio. Una crítica radical a la tradición fi-
la supremacía del saber. Una ética que, en- losófica, a la que le opone un decir abierto
tendida como “filosofía primera”, nos per- hacia lo que se resiste, lo que se retrae a la
mita dar cuenta de otro modo de atender y totalización, a lo que se desborda, como se
entender al existente —al hombre—, pen- desborda el rostro del otro en su expresión.
sándolo más allá del “ser”, fuera de la pri- Sólo a través de este decir que trasciende
macía de la identidad y del dominio. Que la identidad es posible, para Levinas, con-
lo piensa y lo entiende, entonces, en la re- vertir el poder en justicia, y la compren-
gión del ser-juntos, del con-otros. Esta re- sión en responsabilidad.
gión de la existencia es, para Levinas, an- En la ética soberana de Levinas, el
terior al mundo y al saber, y acontece en Otro (Autri: el prójimo anónimo) es lo
el encuentro con el Otro (con el prójimo, primero, lo absolutamente previo2, y la
con su “rostro”), en el que se restituye el responsabilidad es el modo como ese Otro
acontecimiento fundamental gracias al que irrumpe con su rostro, como rostro3, en la
el hombre es y desde el que es. existencia da cada hombre (de cada sin-
En el proyecto filosófico de Levinas la gularidad), mostrándole su finitud al afir-
ética desplaza a la ontología, porque nues- marse como su exterioridad, y obligán-
tro filósofo entiende que la ontología es un dolo a abandonar sus certidumbres y
modo de conocimiento, y por tanto re- dominios. La relación con el Otro es, en
duce el ser a la identidad (el Mismo) y al este sentido, el lugar originario donde ocu-
sentido. La ontología aparece entonces rre, acontece, propiamente la existencia.
como un pensamiento del poder —y la De allí que esta ética sea una en la que el
injusticia— en la medida en que atrapa y “si mismo”, el ser que soy, se constituye
posee la alteridad convirtiéndola en en la captura de mí por ese Otro (extran-
mundo y comprensión, y obliterando por jero e infinito) del que soy rehén. Esta su-
ello su condición de exterioridad. En este perioridad del Otro nos obliga a modificar
sentido, Levinas distancia al conocimiento nuestros modos de pensar; en principio,

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La noción de “pasividad” en la ética de Enmanuel Levinas

nos obliga a transitar de un sujeto cerrado mundo y el “si mismo” que soy siempre
y pensado desde la identidad, a un sujeto me llega con retraso: una relación en la
abierto (“formación segunda”, “criatura”) que el Otro se excluye, o excede, toda po-
que acontece y se inicia en la relación con sibilidad de presencia y, por ende, de re-
ese Otro, desde el Otro. Un “si mismo”, presentación. En este sentido, la relación
que es el resto de un encuentro inmemo- con el Otro no se da como totalización, fu-
rial e infigurable (fuera de toda memoria sión, reconocimiento o comprensión, sino
o figuración), en el que se da una relación más bien como apertura radical. Es una re-
de in-diferencia (la fraternidad, el en- lación irreversible en la que se restituye un
cuentro en un sentido absoluto) que ex- encuentro originario e inmemorial, gra-
pone, desnuda y lacera el “yo”. cias al que el Mismo sale de sí, de su ip-
¿Cómo pensar esta ética soberana? seidad, arrancado violentamente por el
¿Con qué nociones acercarnos a eso que se Rostro del Otro que, en su expresión, ins-
ubica más allá de la comprensión, en la taura el Decir —la interlocución, lo entre-
impotencia o en la exterioridad del saber? ambos— como un “entre” entre dos sin-
Para pensar esta ética soberana, Levinas gularidades por siempre separadas, por
propone que es necesario pensar al hom- siempre distantes.
bre como una singularidad irreductible, Esa es justamente la infinitud del Otro:
irremediablemente sola, que es “otro que un modo de “ser” cuyo existir acontece
un ser”, que es “más allá de las esencias”, fuera de las determinaciones de lo pre-
y en la que toda identidad proviene de sentable, de aquello que es susceptible de
una instancia previa y fundante que es el significación, de contención y compren-
encuentro con el Otro, entendido como sión: que acontece exterior al mundo. El
nadie en particular, como prójimo, como Otro es lo que no soy yo, e irrumpe desde
lo humano mismo expuesto en su vulne- una anterioridad absoluta, un “tiempo” in-
rabilidad4, antes del mundo y del saber. La memorial e infigurable. Por ello, la cone-
noción que nos permite reconocer ese su- xión con el Otro (Autri) desarma la auto-
jeto ético es la de pasividad. nomía del “si mismo” entendido como
En efecto, Levinas propone que la co- conciencia o subjetividad, y da cuenta de
nexión con el Otro (el prójimo) es anterior un sujeto -una individualidad- que es cre-
al “si mismo” y al mundo, por ello, no ado desde esa conexión, una individuali-
puede pensarse como presencia (ni como dad consecuente, posterior al Otro. Como
presente), tampoco como una conexión dice Lévinas, el Otro no es un ser que en
en la que dos términos (el yo y el otro) se relación a mí es de otro modo, sino que es
envuelven o se implican, como una rela- de otro modo que el del “ser”: es infinitud,
ción de reciprocidad5; no puede compren- es excepción primera, lo que es más allá
derse nunca dentro de los espacios del sa- de las figuras y del mundo.
ber o del poder. Por el contrario, debe Esta relación con el Otro, en su ante-
entenderse como una “relación” absoluta- rioridad absoluta, es un “abismo” que pro-
mente asimétrica y diacrónica, en la que el voca el desfallecimiento de la conciencia
Otro nunca está en el horizonte de mi intencional; en efecto, esa “relación” no es

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exactamente una relación sino, como dice Otro es esa imposibilidad de contención y
Levinas, una obsesión6, en la medida en apropiación, que elude todo reconoci-
que no se da en términos de pre-com- miento o identificación, y que determina y
prensión ni tampoco de “conexión fác- define al sujeto como un eco, un trazo, una
tica”, sino que acontece quebrando, frac- huella, un resto. El si mismo es (y está)
turando o rompiendo la posibilidad misma arrojado (jecto) ante el Otro y, desde allí,
de comprensión (y de apropiación) por ante los otros, existe entonces como rehén
parte del sujeto. Levinas nos dice: de una obligación (y una responsabilidad)
…el sujeto es afectado sin que la fuente absoluta que acontece más allá del “ser”
de la afección se convierta en tema para que es, que le es previa, una obligación y
la re-presentación. Nosotros hemos lla- una responsabilidad que provienen de la
mado obsesión a esta relación irreduc- solicitud inmemorial y sin-presencia de
tible a la conciencia: relación con la un prójimo que es nadie y que, sin em-
exterioridad, ‘anterior’ al acto que la bargo, da lugar a todos10. Tal como refiere
abrigaría, relación que no es precisa- el autor: “…es una asignación de mi por
mente un acto, que no es tematiza- otro, una responsabilidad respecto a los
ción…7 hombres que no conoceremos”11.
Levinas funda el advenimiento mismo
La obsesión cancela el dominio del de la subjetividad, del sujeto, en esta no-
sujeto, lo retira de los espacios de la apro- relación con el Otro, a saber, antes de po-
piación y la propiedad, y lo hace de una der ser-en-el-mundo estoy ya obligado al
forma tan radical que es difícil entenderla Otro (a todo otro hombre), proponiendo
propiamente como una experiencia, ya con ello un desplazamiento fundamental
que en ella no se dan significados o senti- gracias al que la ética se entiende como
dos8, sino sujeción y responsabilidad: su- una labor constante de apuesta por lo emi-
jeción a ese Otro (a su infinitud y su exte- nentemente humano. La ética no es un co-
rioridad), responsabilidad absoluta de nocimiento o una doctrina, es un evento:
resguardarlo. el evento fundador del “si mismo”, desde
Debido a su extrema fragilidad (que le y en el que cada singularidad existente
es dada justamente por estar excluida de (cada quien) se instala como sujeto encar-
los ámbitos de la significación) podría- nado. Un evento de apertura radical a la
mos decir que esta es más bien una espe- exterioridad, al afuera, un evento de tras-
cie de no-relación9, en tanto que el Otro es cendencia en el que la “identidad” de los
“ningún otro” (nunca un otro particular, sujetos es ya, desde siempre, una “identi-
específico, sino el prójimo anónimo, na- dad” hipotecada, dependiente12. Este des-
die), y se encuentra fuera de cualquier po- plazamiento no es algo distinto a com-
sible conjunción, excluyéndose de cual- prender esa no-relación como lo primero,
quier totalización o recuperación que como el “lugar” anterior a todo en y por el
pudiera reducirlo al Mismo o integrarlo al que se funda el “ser”. Se da, entonces, un
mundo. En efecto, lo que marca —y de- cambio sustancial por el cual el “si
fine— propiamente esta no-relación con el mismo”, el “ser que se es” proviene de la

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La noción de “pasividad” en la ética de Enmanuel Levinas

sujeción al prójimo, y de la obligación y bre, es prójimo y está fraternalmente vin-


responsabilidad que de allí derivan; en- culado a todos los otros.
tonces, previo a cualquier comprensión o Esta in-diferencia originaria que marca
saber, lo que se instala es el “amor”, un la no-relación con el Otro es la fraternidad
no-saber devoto al requerimiento del Otro. (el ser “hermanos”)13, a saber, una “rela-
En este sentido, la noción de sujeto, de ción” asimétrica, que se da con respecto a
“subjetividad”, propuesta por Levinas es uno que está ausente (fuera) de la relación
una en la que se ha cancelado toda posibi- (el Padre), una relación establecida más
lidad de pensarla desde la esencia, una en allá (antes) del “sí mismo” que cada quién
la que se ha extraído al sujeto de su mis- es, pero gracias a la que es posible ser el
midad, des-centrándolo radicalmente (sa- que se es (el hermano); una relación frente
cándolo de si, sin retorno). Es en la no-re- a la que el sujeto no tiene decisión, ni
lación con el Otro que el “si mismo” surge puede comprenderse como origen. La fra-
como la recurrencia de lo humano en la sin- ternidad es lo que resta (lo que queda) de
gularidad de cada hombre, por ello, para una conexión anterior, previa, que ante-
Levinas lo fundante es algo que inevita- cede, y que por ello mismo excede y frac-
blemente se impone sobre el poder y la de- tura la comprensión, la producción de sen-
cisión del yo, des-armándolo. En efecto, en tidos y significaciones, la autoría y la
sí el hombre es una singularidad indeter- autoridad del sujeto, haciéndole patente su
minada, cuya determinación (individuali- finitud, su absoluta dependencia y, ha-
zación) ocurre únicamente en ese encuen- ciéndole patente también su impotencia,
tro, a la vez, imposible y obligatorio con el convirtiéndolo en huella, en rastro.
Otro (el prójimo) a través del rostro de otro La impotencia se muestra en el hecho
(alguien): a partir de aquel que lo mira, de que ante ese Otro anónimo, ningún
aquel con el que se encuentra. sentido o significado que el sujeto pueda
En otras palabras, el hombre para Le- producir resulta adecuado, se encuentra
vinas es radicalmente subyacente a lo hu- entonces en indefensión, no puede instau-
mano mismo, y el sujeto es creado origi- rar figuras de comprensión con las que
nariamente desde unos vínculos dominar o apropiarse de ese infinito (sin
fraternales que eluden la auto-certeza, que límites) que lo antecede como su propio
se retiran de la auto-representación, que no lugar de origen, de “ser”. Sin embargo,
entran en la presencia y no están destina- esta impotencia no resulta en resignación
dos al aparecer. Un sujeto pasivo, paciente ni en quietud, por el contrario, le impone
y apasionado, devoto a una obligación que al sujeto una responsabilidad sin decai-
lo excede: el (re)querimiento de ese Otro miento: la del Decir, la de la búsqueda
que es anónimo, que es todos, cualquiera, constante de significación14 y, desde ella,
nadie; ese Otro que es simplemente lo hu- de sentido (búsqueda, atención, obliga-
mano mismo. Sólo en su apertura ese “in- ción, nunca encuentro o resolución).
finito” que es el Otro puede ser el singu- El que es sólo es en tanto es Otro, sólo
lar un sujeto, puede ser un yo, en la es en tanto se entrega, sólo es en tanto es
medida en que antes de ser “yo” es hom- Otro, es nadie. Este “ser” que se hace en

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y como Otro, en y como nadie, es lo que culiar de encontrarse con el Otro en la no-
llamamos pasividad (y que comprende- relación que los conecta, tiene en el pen-
mos también como paciencia y pasión) samiento de Levinas distintos matices y
¿Qué está implicado en esta noción de pa- diversos modos de exponerse. Todos esos
sividad, a qué apunta, qué nos revela? matices, que trataremos con más detalle
¿Qué significa esta entrega y esta “susti- posteriormente, ponen en evidencia un su-
tución? ¿Cómo opera, cómo acontece? jeto que es “otro-que-ser”: que no se ins-
En principio, la noción de pasividad, tala o acontece desde la identidad, la sig-
en cualquiera de sus aspectos, da cuenta nificación o la comprensión, sino en el
del modo cómo el receptor del encuentro que, por el contrario, la identidad y la sig-
con el Otro, el rehén de la no-relación, nificación se realizan como efecto (ob-
acusa, se hace cargo, es determinado por jeto) de su vulnerabilidad: de su ser afec-
ese encuentro, esa epifanía del Otro-hom- tado, de su pasión, en la ausencia de
bre. Pasividad porque da cuenta de una autonomía y decisión.
pura afección, de “una pasividad más pa- Ni visión de sí por sí, ni manifestación
siva que toda receptividad”, de lo que su- de sí a si, el si mismo no coincide con
cede sólo en uno de los involucrados en la la identificación de la verdad, no se
no-relación: el sujeto, el singular, para el dice en términos de conciencia, de dis-
que el Otro es, a decir de Levinas, un curso y de intencionalidad. La identi-
maestro. Considerar y hacerse cargo del dad injustificable de la ipsidad se ex-
Otro en su excepcionalidad (en su infini- presa en los términos mi, yo, si-mismo,
tud y exterioridad), implica sustraerse a y a partir del alma, de la sensibilidad,
cualquier familiaridad o semejanza que de la vulnerabilidad, de la maternidad y
éste pudiera suscitar con respecto del de la materialidad que describen la res-
Mismo (del “si mismo” o del “yo”). Por ponsabilidad para con los otros.17
ello, la noción de sujeto pasivo (de pasi-
vidad) tiene que ser pensada desde una ló- En otras palabras, un sujeto que se
gica distinta a la de las relaciones simétri- constituye “más allá de la esencia”,
cas entre sujetos (inter-subjetivas); una cuando el hombre (el singular) se abre ra-
lógica de lo no-familiar, lo extraño, lo ex- dicalmente a su exterioridad y allí se hace
tranjero15. Una lógica que está necesaria- existente. El sujeto se constituye, enton-
mente enraizada en una “actitud” dife- ces, en la acogida de lo que no es, de lo
rente, en un modo otro de ser, un modo de que no le pertenece, de lo que lo excede,
ser no-dominante en la que lo que priva es y desde la responsabilidad de “no matar lo
la pasión. “Pasión, absoluta en aquel que humano” que le es donada, como man-
se sobrecoge sin a priori alguno. Con- dato, por el Otro. Una responsabilidad que
ciencia padeciente, en consecuencia, antes es una exigencia infinita; una responsabi-
de hacerse una imagen de aquello que lidad que, más allá de figuras o personas
viene a ella, padeciente a pesar de sí.”16 específicas, tiene que ver con el cuido de
En términos generales, la noción de lo humano, en todo otro, en cualquiera, en
“pasividad”, esa que describe el modo pe- nadie en particular.

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La noción de “pasividad” en la ética de Enmanuel Levinas

Este es un sujeto surgido del recono- prójimo que, a la vez, lo apasiona y lo


cimiento de su singularidad y su finitud, obliga.
de la presencia de la muerte, en tanto que Esta noción de pasividad (esta com-
la muerte le anuncia ese acontecimiento prensión del sujeto como criatura paciente
impensable en que él deja de ser: la muerte y apasionada) es lo que da su lugar sobe-
(signo de la finitud) es el enfrentamiento rano a la ética, en tanto que la acción, el
con aquello para lo que no hay respuesta; actuar humano, es desde siempre el res-
ante la muerte se entra íntimamente en re- guardo de ese Otro, inmemorial y tras-
lación con la exterioridad, con el misterio, cendente, que se encuentra fuera del “ser”,
con lo que excede. La proximidad de la “más allá de la esencia”, del horizonte del
muerte abre el sujeto al Otro y lo hace res- mundo. Para Levinas, la ética está deci-
ponsable de él, por una parte, porque le dida por -y destinada a- la infinitud del
muestra la fragilidad propia de lo humano Otro, del prójimo, con respecto del que el
y, por la otra, porque le muestra los re- “yo” o el “si mismo” es una encarnación
querimientos de su propio existir. En este exigida: el lugar singular e irremplazable
sentido, su finitud, o lo que es lo mismo, en el que la responsabilidad y la acción se
la imposibilidad de toda posibilidad, se efectúa, acontece, tiene lugar. En este sen-
hacen patente en la proximidad incom- tido, la acción ética no proviene del “yo”
prensible de la muerte, y allí, en esa pro- y sus dominios, sino de la apertura a la ex-
ximidad, el sí mismo, el sujeto se arroja de terioridad: eso previo al ser y al mundo, en
sí para constituirse, sale de su identidad, el que acontece desnudo lo humano
en una salida en la que la recuperación de mismo, en su vulnerabilidad.
sí es la “recurrencia” del Otro (del pró- Ese “otro modo de ser”, ese ser por-
jimo) y no un retorno a sí. otro es el que convierte la existencia en
Este sujeto es, en alguna medida, una algo distinto a un mero transcurrir, al de-
“formación a posteriori”, surgida en y terminarla desde esa responsabilidad ab-
desde la afección que ese “encuentro” – soluta con el prójimo que pone constante-
la irrupción del Otro, de lo humano, de mente en cuestión al sujeto y sus
otro singular cualquiera- le ha inflingido; propiedades. La pasividad es el modo de
un sujeto que se da como el resto (lo que ser de la subjetividad (del sujeto) en el
queda, la huella) de esa experiencia ex- existente, un modo de ser que está ya, de
cesiva y excedente, en la que se ha puesto antemano, abierto radicalmente a lo otro
en juego –y se ha patentizado- su finitud de sí, un modo de ser que es siendo otro de
irreductible. El sujeto, entonces, adviene sí, y en virtud del que se es siempre en-
como lo que acontece –y queda- de una pregunta, siempre en-cuestión. La pasivi-
experiencia que es, por su propia condi- dad, como dice Levinas es “más pasiva
ción, in-dominable, incompleta e impo- que toda pasividad del efecto”, porque es
sible, signada por lo que huye, se escapa, la pasividad del que está impelido a actuar
se retrae, por lo propiamente trascen- cumpliendo una exigencia que le es im-
dente. En efecto, este sujeto es eco, in- propia, una obligación establecida más
completitud, es la “recurrencia” de ese allá de sí, perteneciente a todos y a nadie,

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anárquica (sin principio ni estructura), con es también el único modo de ser existencia,
respecto de la que lo que hay es sólo el de ser siendo fuera de sí:
(re)querimiento de una labor constante (la …el si mismo es producido como una
labor de recuperar cada vez lo humano, de singularidad irremplazable, como lo
retrazar constantemente la inhumanidad). consagrado, sin dimisión posible de los
Como decíamos, la noción de pasivi- otros, y así encarnado es para el ‘ofre-
dad posee en el pensamiento de Levinas cerse’ —para el sufrir y para el do-
distintos modos de hacerse presente. Pri- nar— y, así, uno y único irrumpe como
mero, la pasividad es pensada como el pasividad, disponiendo de nada que le
acontecimiento de un “ser” que es propia- permitiera no ceder a la provocación:
mente “encarnación” del Otro (del pró- uno, reducido a sí mismo y como con-
jimo), es decir, como aquello donde lo traído, y en contraste, como expulsado
humano creado, la “huella de lo divino” en sí mismo fuera del ser.19
anónimo ha encontrado, temporalmente,
existencia y cuerpo. El sujeto es invocado porque es la re-
Es una recurrencia a sí a partir de una currencia del Otro. Es invocado, como re-
exigencia irrecusable del otro, un deber currencia, en dos sentidos: por una parte,
que desborda mi ser, deber que se con- porque acontece desde y en la solicitud, la
vierte en deuda y pasividad extrema interpelación, de ese Otro, ese nadie o ese
más acá de la tranquilidad, incluso de la todos, que requiere esa pasividad extrema
tranquilidad relativa en la inercia y la (esa corporalidad) para hacerse, para “ser”
materialidad de las cosas en reposo, in- existente; por la otra, porque acontece sólo
quietud y paciencia soportadas antes en tanto se entrega absolutamente a la res-
de la acción y la pasión. Es lo debido ponsabilidad que la exterioridad le im-
que desborda el tener, pero que hace pone. En efecto, el sujeto invocado es
posible el dar. Recurrencia que es “en- esencialmente nada, nada otro que una
carnación” y donde el cuerpo, por el encarnación del prójimo, de lo humano,
cual es posible el dar, se hace otro sin realizada en la apertura radical hacía ese
alienarse, porque ese otro es el corazón Otro que recoge como huésped y del que
—y la bondad— del mismo…18 es responsable. “Responsabilidad anterior
a todo compromiso libre, el si-mismo
En este sentido, el existente es un ser- fuera de todos los tropos de la esencia,
para-el-Otro (es aquella materialidad en la será la responsabilidad por la libertad de
que el Otro (Autri) puede ser, existiendo); los otros.”20 Esta apertura radical, esta re-
un sujeto que, como “encarnación”, es pro- currencia: pura entrega apasionada a la
piamente la concreción de lo que no es, de responsabilidad, es lo que sustituye, para
lo que es exterior a sí. Un ex–sistente en sen- Levinas, el “retorno a sí” propio de la con-
tido radical: un sujeto invocado (consa- ciencia.
grado: excluido de sí), porque la “encarna- En efecto, la pasividad del sujeto en-
ción” es siempre impotencia, indecibilidad, carnado, invocado y consagrado, es un
in-ocupabilidad e im-presentabilidad, pero modo de actividad, un requerimiento de

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La noción de “pasividad” en la ética de Enmanuel Levinas

acción, en tanto que esta condición pa- El caso o modo acusativo está vincu-
ciente no sólo tiene que ver con esa “en- lado con la transitividad (con acciones
carnación” desde y en la que el que real- transitivas): no es el caso de la “causa”
mente “es” es el Otro: el prójimo; sino que sino el del “efecto”, aquel en el que el
tiene que ver, también, con una impoten- “sujeto” es el objeto de una acción y en el
cia: el sujeto no puede comprender ese que, en la mayor parte de los casos, el
Otro (lo humano mismo) que encarna, por ejecutor de la acción es anónimo22 o está
ello, debe situarse constantemente en un tácito. Gramaticalmente, es el caso en el
“fuera de sí”, atendiéndolo, cuidándolo. que el “complemento directo” se convierte
En este sentido, el sujeto está impelido, en “sujeto paciente”. Un sujeto-acusativo
obligado, a ponerse en cuestión, a elabo- sólo puede ser signado con un pronombre
rar siempre nuevamente su propia huma- en “tercera persona”23, y se instala en el
nidad, la huella, el eco que es, en tanto que mundo siendo “acusado”, siendo objeto: a
resto y preservación de ese Otro que, ex- la vez, como donación y sufrimiento.
cediéndolo, se le impone. Levinas nos dice: “El sujeto es el acu-
Podemos ver cómo este modo de com- sativo que no encuentra indulto en el ser,
prender la pasividad hace manifiesta la el expulsado del ser, el que está fuera del
condición ética fundante del hombre, es ser y del uno, como en la primera hipóte-
decir, su obligación de velar por el ha- sis de Parménides, sin fundamento…24” El
cerse de lo humano entre los hombres, en acusativo es, para Levinas, el modo de in-
sí, en cada hombre, en todos. Un hacerse formación de la materia (la manera como
lo humano siempre imposible, que se ex- la materia se hace “algo”), en ese sentido,
pone y se manifiesta, humilde, como lugar el sujeto-acusativo es el objeto (la in-for-
del decir, como interlocución, dando lugar mación) de una acción inmemorial (la cre-
al respeto, la enseñanza, el trazo de la ación), pero también de una acción que lo
bondad, el deseo de trascendencia, la de- acusa (que lo afecta y lo responsabiliza):
fensa de la libertad, y a la labor siempre que le hace patente como el “sí mismo”,
urgente de prevenir o aplazar el momento en tanto que saber y poder, está siempre en
de inhumanidad. la posibilidad inminente de asesinar al
Segundo, otro modo como Levinas Otro (Autri), y le exige, por ello, depo-
piensa la pasividad, comprende este sujeto nerse, desnudándolo desde y en su sufri-
invocado, es entendiéndolo como siendo miento. Este sufrimiento tiene, para Levi-
en un “modo acusativo”, a saber, como nas, un sentido positivo, en él se da, en
siendo el “objeto” en el que recae la ac- toda su intensidad, el vínculo del si-mismo
ción, el afectado y el efecto, su destino. El consigo mismo: con la singularidad en-
sujeto aparece entonces como aquello en carnada que es, con la soledad irremedia-
lo que la acción acontece, ocurre. Un su- ble de su existir, con su impotencia y su fi-
jeto-acusativo21 es aquel en el que la ac- nitud.
ción es siempre un efecto (y un afecto), un Tercero, la pasividad es la des-pose-
momento segundo, un después, y por ello sión del tiempo en la temporalidad de la
está determinada desde algo otro. existencia encarnada. La temporalidad del

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sujeto es siempre un lapso, un “entre” el propiedad, para el que la presencia es


nacimiento y la muerte, un lapso contra la siempre un “estar después (detrás) del
inminencia de la muerte, contra la pre- Otro, y respondiendo a él”. La pasividad
sencia de la finitud. Esta temporalidad, del sujeto es este retraso, este después,
acontece gracias a que el Otro proviene de que es una permanente defección del pre-
un tiempo absoluto, del absoluto del sente: inestabilidad, labor, procreación,
tiempo, de la que la temporalidad exis- un “entre” contra la muerte. “…el inves-
tencial está excluida. Un tiempo absoluto, tido, el presente y el expuesto, en tanto que
la dimensión inmemorial, anárquica, pre- su proximidad es exterioridad absoluta,
originaria, esa dimensión de pasado para sin medida común con el presente, nunca
la que no hay ningún modo posible de está constituido en sí, es siempre ‘ya pa-
presencia. En este sentido, la temporalidad sado’ —alguien en quien el presente se re-
(el tiempo de la existencia) se inicia en tarda—…”26
cada sujeto como “recurrencia” de un ese En definitiva, la pasividad del sujeto
tiempo absoluto e imposible. Levinas nos enfrenta a una “comprensión” para-
afirma: dójica del existir y del existente, y lo hace
“El si mismo no puede ser constituido, desde una fórmula inaprensible, ubicada
está realizado ya de una pasividad ab- “más allá” del dominio y del saber27. El
soluta (…) pasividad de una adhesión sujeto es el desposeído de sí, es el Otro de
irreversible y urdida previamente, an- sí, y existe justamente porque es poseído
terior a toda memoria, a toda invoca- por esa (des)posesión. El yo o el si mismo
ción. Urdida en un tiempo irrecupera- de la identidad han sido suplantados, en el
ble por el presente, representado en la pensamiento de Levinas, por un alguien
invocación, incomparable, en el tiempo que es eco, resto, trazo: que es lo que
del nacimiento o la creación, del que la resta, la reverberación, la huella de su ex-
naturaleza o la criatura conservan un terioridad, de lo que lo sobrepasa y lo ex-
trazo, inconvertible en recuerdo. La re- cede, de un deber inmemorial. Un eco, un
currencia es más pasado que todo pa- trazo, una huella que acontece como res-
sado rememorable, que todo pasado ponsabilidad y obligación; el eco, el trazo,
convertible en presente…”25 la huella de una solicitud previa e ince-
sante: la de no permitir que lo humano sea
La temporalidad del existir enfrenta al asesinado en la totalización y en el saber,
sujeto con su condición de formado, con la de abrir el mundo y abrirse al encuen-
su condición de criatura, y no es más que tro con todo otro, procreando entre todos
un “trazo” y un lapso, aquel en el que el un lugar para el ser en el existir, para el
tiempo se muestra en su presencia, en su Decir28.
presente, imposible. En este sentido, una A partir de esta noción de pasividad,
criatura es siempre una existencia retra- esencialmente paradójica, en la que el
sada de sí, un existencia que es en sí- sujeto es la encarnación de su exteriori-
misma retraso, posterioridad, una existen- dad, y en la que la acción es el efecto de
cia en la que su “ser” no tiene presencia ni una afección inmemorial y absoluta, po-

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La noción de “pasividad” en la ética de Enmanuel Levinas

demos comprender la soberanía de la ético que se instale desde el saber, desde


ética que Levinas propone, su condición las figuras y como permanencia. Porque
de filosofía primera. Antes del saber o la única verdadera acción ética es la que
del hacer, lo que hay es una responsabi- se engrana en la fraternidad, en mi “ser-
lidad irrenunciable, fundante, irreducti- para-el-Otro”: donde cada uno es otro, y
ble, solitaria y anárquica: la obligación nadie es si mismo.
de dar lugar a lo humano, la de retrasar Una ética que se hace en la pérdida
constantemente la inhumanidad. Por ello de propiedad, en la ausencia de dominio,
esta es una ética sin estructura o sistema, en la entrega. Una ética imposible y, por
que coloca a los hombres en la necesidad ello mismo, absolutamente inminente y
de rehacer constantemente sus modos de necesaria. Una ética de la evacuación, de
comprensión y valoración bajo el impe- la erosión de la presencia (de la tempo-
rativo de cuidar y dar lugar a la vida del ralidad): un compromiso anónimo con
Otro: de todos, de cualquiera, de nadie. la alteridad que llama y que disuelve
Una ética entendida como responsabili- toda relación de apropiación. No hay una
dad con lo humano mismo, que se realiza ética apropiada, no hay tampoco una au-
en la atención permanente a lo que ex- sencia de ética, lo que hay es el llamado
cede, a lo que es inapropiable e imposi- del Otro (su requerimiento) que nunca
ble de dominar. En este sentido, la no-re- deja de plantearse como exigencia, como
lación con el Otro es el evento una demanda excedente. Por ello Levi-
originario: ni revelación ni representa- nas nos dice:
ción, un apasionamiento que está más
allá de cualquier imagen posible, en la “La responsabilidad para con el pró-
ausencia misma de figuras, y que como jimo no puede haber comenzado en mi
el amor es, a la vez, una experiencia im- compromiso o mi decisión. La respon-
posible y urgente, emergente29. sabilidad ilimitada en la que me encuen-
Esta ética soberana es, por otra parte, tro viene de más acá de mi libertad, de
la afirmación de que ninguna moral, nin- algo “anterior-a-cualquier-recuerdo”, de
guna ética empírica, es suficiente ni algo “ulterior-a-cualquier-realización”,
puede ser permanente. En efecto todo de lo no-presente, de lo no original por
sistema ético es, en algún sentido, una excelencia, de lo anárquico, de un más
traición, en tanto que en su saber y su fi- acá o un más allá de la esencia.” 30
guración se hacen insuficientes para aco-
ger aquello humano desnudo que excede
siempre la comprensión. Justamente, esa
insuficiencia es la que obliga, a cada
quien, a no poder permanecer indife-
rente, a entenderse como responsable de
la supervivencia de lo humano, del Otro,
del prójimo. En este sentido, la ética de
Levinas interrumpe cualquier sistema

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Sandra Pinardi

BIBLIOGRAFÍA

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Levinas, Emmanuel. Totalidad e Infinito. Sa- York, 1999.
lamanca, Ediciones Sígueme, 2002

NOTAS
1
Levinas propone una diferencia entre “el Decir” y nas. Catherine Chalier. La Fraternidad. Claro-oscuro
“lo Dicho”. El Decir es distinto de lo dicho, es la pala- de una esperanza. Valencia, Editorial diálogo, 2007
bra que excede el logos: el ser, lo significado, el mundo. 3
“El rostro del prójimo significa para mí una res-
Tiene que ver con la resonancia de significaciones olvi- ponsabilidad irrecusable que antecede a todo consenti-
dadas, con la posibilidad de aproximarse al prójimo que miento libre, a todo pacto, a todo contrato. Escapa a la
no se agota en la donación de sentido. Levinas dice: representación, es la defección mismo de la fenominali-
“…será necesario remontarse al Decir que significa dad no porque sea excesivamente brutal para el aparecer,
antes de la esencia, antes de la identificación (…) Se sino porque en un sentido es excesivamente débil, un
trata de una significación referida al otro en la proximi- no—fenómeno, porque es “menos” que el fenómeno. El
dad que decide sobre cualquier otra relación, que se descubrimiento del rostro es desnudez, no-forma, aban-
puede pensar en tanto que responsabilidad para con el dono de sí, envejecimiento, morir: más desnudo que la
otro y se podría llamar humanidad…” Levinas, E. De desnudez (…)”. Levinas, Otro modo… Cit., p. 151
otro modo que ser o más allá de la esencia. Salamanca, 4
Es importante destacar que eso “humano mismo”
Ediciones Sígueme, 2005. P. 97 a que hacemos referencia no es un “concepto”, una ide-
2
Es lo absolutamente previo en dos sentidos, por alización ni una suerte de “naturaleza humana”, sino que
una parte, el “Autri” en tanto que “nadie en particular”, es, por el contrario, la fragilidad, la vulnerabilidad, la
en tanto que prójimo, aparece y se expone desnudando impotencia, la finitud propio del ser hombre en su modo
la fragilidad y la impotencia de lo propiamente humano, más elemental, desnudo.
de lo humano mismo. Por la otra, la existencia humana 5
Como la relación Yo-Tú que encontramos en
se realiza en la “unicidad insustituible de una persona Buber, en la que ambos, yo y tú están en posición de
que se expone a la otra persona, hombre o mujer, porque igualdad.
de entrada, de forma inmemorial, esa relación de único 6
“La obsesión es persecución; la persecución no
a único da sentido a todas las demás relaciones huma- conforma aquí el contenido de una conciencia que se ha

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La noción de “pasividad” en la ética de Enmanuel Levinas

convertido en locura, sino que designa la forma según la defecto de la intuición, sino el exceso de la responsabi-
cual el Yo queda afectado y que es una defección de la lidad. La misma significancia de la significación que
conciencia. Esta inversión de la conciencia es induda- significa en el Decir antes de mostrarse en lo Dicho.
blemente pasividad. Pero se trata de una pasividad al Uno-para-el-otro: es decir, la misma significancia de la
margen de toda pasividad y que se define en términos significación.” Levinas, Otro modo… Cit. P. 164
totalmente distintos de los de la intencionalidad…”, Le- 15
“...designa una relación con una realidad infini-
vinas, Otro modo… Cit., p. 166 tamente distante de la mía, sin que esa distancia des-
7
Levinas,Otro modo… Cit., p. 165 truya sin embargo esta relación y sin que esta relación
8
“…la obsesión atraviesa la conciencia a contra- destruya esa distancia, como se produciría en las rela-
pelo, inscribiéndose en como extranjera: como des- ciones interiores al Mismo; sin que esta relación llegue
equilibrio, como delirio, des-haciendo la tematización, a ser una implantación en el Otro y confusión con él,
escapando al principio, al origen, a la voluntad, al arjé sin que la relación perjudique a la propia identidad del
que se produce en todo destello de conciencia. Movi- Mismo, a su ipseidad, sin que acalle a la apología, sin
miento an-arquico en el sentido original del término.”, que esta relación llegue a ser apostasía y éxtasis.” Le-
Levinas, Otro modo… CIt., p. 165-66 vinas, E., Totalidad e Infinito. Salamanca, Ediciones Sí-
9
Ver “Proximidad y subjetividad”, en Levinas, gueme, 2002, p. 65-66
Otro modo… Cit., p 143-147 16
Levinas, Otro modo… Cit., 162
10
“El prójimo me concierne antes de toda asunción, 17
Levinas, Otro modo…. Cit., 168
antes de todo compromiso consentido o rechazado. 18
Levinas, Otro modo… Cit., p. 177
Estoy unido a él que, sin embargo, es el primer venido 19
Levinas, Otro modo…. Cit., p 172
sin anunciarse, sin emparejamiento, antes de cualquier 20
Levinas, Otro modo…. Cit. P.172
relación contratada. Me ordena antes de ser reconocido. 21
“acusativo maravilloso, heme aquí bajo su mirada,
Relación de parentesco al margen de toda biología, obligado para con usted, su servidor” Levinas, E. De Dios
“contra toda lógica”. EL prójimo no me concierne por- que viene a la idea, Madrid, Caparrós, 1995 p. 123.
que sea reconocido como perteneciente al mismo gé- 22
El acusativo al que nos referimos específica-
nero que yo: al contrario, es precisamente otro. La mente es aquel en el que, por ejemplo, se estructuran
comunidad con él comienza en mi obligación a su vista. proposiciones desde conjugaciones pasivas de verbos
El prójimo es hermano. Fraternidad que no puede abro- transitivos: “ser amado”, “ser obligado”, “ser compren-
garse, asignación irrecusable…”, Levinas, otro modo… dido”, “ser visto”.
Cit.,p. 148 23
“El lleva su nombre como un nombre prestado,
11
Levinas, Otro modo…Cit, p. 159 como seudónimo, como pro-nombre.” Levinas, De
12
“El prójimo se excluye del pensamiento que lo Dios… Cit., p. 168
busca y esta exclusión tiene una cara positiva: mi expo- 24
Levinas, Otro modo… Cit., p. 175
sición a él, anterior a su aparecer, mi retraso sobre él, 25
Levinas, Otro modo… Cit., p. 165
mi sufrir desatan lo que es identidad en mí.” Levinas, 26
Levinas, Otro modo... Cit., p. 158
Otro modo… Cit., p. 151 27
En la pasividad de la obsesión, o encarnada, es
“Es la obsesión por el otro, mi prójimo, acusán- donde una identidad se individúa como única sin recu-
dome de una falta que yo no he cometido libremente rrir a ningún sistema de referencias en la imposibilidad
quien remite al Yo a sí mismo más acá de mi identidad, de desnudarse sin carencia a la asignación del otro. La
antes de toda conciencia de sí, y es quien me desnuda representación de sí la toma ya en su huella. Absolución
absolutamente.” Levinas, Otro modo… Cit., p. 155 del uno, no es un una evasión, ni tampoco una abstrac-
13
Catherine Chalier propone, en su libro acerca de ción, sino una concretez más concreta que lo simple-
la fraternidad, ciertas caracterizaciones fundamentales mente coherente en una totalidad porque, bajo la
para comprender el tipo de “relación” (o no-relación) acusación de todos, la responsabilidad para con el otro
que es la fraternidad. A este respecto nos dice que es llega hasta la substitución. El sujeto es rehén. Levinas,
“irreductiiblemente plural” (siempre dada como en- Otro modo…Cit., p. 180
cuentro de un único con un único) y que por ello nunca 28
Es por la condición de rehén que puede haber en
se da en clave de fusión. Igualmente reconoce la frater- el mundo piedad, compasión, pasión y proximidad, in-
nidad como una esperanza, no como un hecho: una es- cluso lo poco que de ello se encuentra, incluso el simple
peranza de acogida en la que no media el ‘usted delante, señor’. La in-condición de rehén no es el
reconocimiento ni la semejanza, sino que se instala caso límite de la solidaridad, sino la condición de toda
como deseo y afecto, como libertad y responsabilidad. posible solidaridad.” Levinas, Otro modo… Cit., p. 188
14
“Significación: esto es, el tropo contradictorio 29
“Lo que intentan sugerir las páginas que prece-
del uno-para-el-otro, un uno para el otro que no es un den es una significación en la cual el para del uno-para-

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Sandra Pinardi

el-otro, al margen de toda correlación y de toda finali- el rostro no es la ausencia de algo aún no-revelado, sino
dad, es un para de gratuidad total que rompe con el in- la an-arquía de lo que jamás ha sido presente, de un in-
terés; para de la fraternidad humana al margen de todo finito que ordena en el rostro del Otro y que, al modo de
sistema preestablecido. (…) El acercamiento no la re- un tercero excluido, no podría ser objeto de intención.”
presentación –por des-teorizada que esté la intenciona- Levinas, Otro modo…. Cit., p. 162
lidad- de un ser más allá del ser. Su diacronía no es una 30
Levinas, Otro modo… Cit., p. 12
insuficiencia de la intuición. La huella de un pasado en

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