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Taller de lectura, escritura y oralidad. ISFD Nº 13. Zapala.

Ficha de cátedra producida por la Prof. Andrea Arévalo Smith.1º “C”.-


1º “D” Prof. Analía Campos
La enunciación y el análisis del discurso:
Contextualización:
El problema del contexto es, sin duda, complejo por las diversas perspectivas que lo han abordado. Un
concepto amplio y polisémico: puede ser definido de muy diferentes maneras. De ahí que, el empleo del término
ofrece una variedad de acepciones.
Diccionario de la RAE :
Contexto (Del lat. contextus). 1. m. Entorno lingüístico del cual depende el sentido y el valor de una palabra,
frase o fragmento considerados. 2. m. Entorno físico o de situación, ya sea político, histórico, cultural o de cualquier
otra índole, en el cual se considera un hecho. 3. m. p. us. Orden de composición o tejido de un discurso, de una
narración, etc. 4. m. desus. Enredo, maraña o unión de cosas que se enlazan y entretejen.
Al ocuparnos de la (inter)acción discursiva, nos centraremos exclusivamente en el ámbito de la lingüística del
discurso, donde el contexto es clave para el estudio del sentido ya que desempeña un papel fundamental en la
descripción e interpretación de los discursos, lo que marcará una línea divisoria respecto de los enfoques puramente
gramaticales. Siguiendo a Otaola Olano (2006), Charaudeau (2009) y Maingueneau (2009) existe una primera
aproximación en el reconocimiento de ciertos aspectos interdependientes que se tienen en cuenta para (re)construir
el contexto desde el análisis del discurso:
o En el contexto interaccional – situacional podemos distinguir a los participantes y ancla al discurso en
el marco espacio-temporal. Se incluye al número de co-enunciadores, las identidades del locutor-
alocutario, su relación de igualdad o subordinación, sus condiciones sociales, el papel que
desempeñan (escritor, alumno, público, etc.), el grado de conocimiento compartido sobre un tema,
los conocimientos que tienen el uno del otro, la intención del hablante, sus opiniones, su estado
psíquico, etc. El marco espacio-temporal involucra el lugar y tiempo en que se enuncia el discurso.
Aquí aparecen los elementos “indiciales o deícticos” vinculados con la situación de enunciación,
requieren de información contextual para ser comprensibles y organizan las relaciones de persona,
espacio y tiempo que ubican al texto en un contexto que a la vez construyen.
o Se ha denominado cotexto al entorno textual inmediato de una unidad discursiva. Es el entorno
lingüístico verbal y lugar de copresencia en el que los signos se combinan en un juego constante de
forma y sentido, tanto en lo escrito como en lo oral. Destacamos la presencia de los elementos
“anafóricos y catafóricos”, que situados al interior del texto reenvían a elementos anteriores o
posteriores del mismo – que constituirán la coherencia interna del texto y facilitará su lectura.
1. El contexto interaccional-situacional
2. El cotexto
3. El contexto interdiscursivo
4. El contexto global o sociocultural
El interdiscursivo es el conjunto de relaciones explícitas e implícitas que mantiene un discurso con otros.
Textos anteriores hacen eco en el texto que estoy analizando. Esto es, todo lo que digo está ligado con lo que se ha
dicho antes y lo que se dirá después (aquí está presente el “dialogismo” de Voloshinov/Bajtín).
El contexto global o sociocultural está constituido por el conjunto de saberes previos a la enunciación, que
permiten que sepamos de qué se está hablando cuando se nombran lugares, personas, problemáticas, objetos, etc.
Se trata de nuestro conocimiento del mundo, de las estructuras sociales y culturales. Las “representaciones” de un
saber cultural de la sociedad, las circunstancias históricas, sociales, económicas y políticas que rodean al discurso.
Otaola Olano señala que “todos los factores externos al discurso constituyen el componente extralinguístico,
el cual es imprescindible considerar en relación con el componente lingüístico a la hora de explicar el significado del
discurso, pues influyen en él y lo condicionan. Pero de hecho se produce una interacción entre ambos” (2006: 82). De
ahí entonces la idea dinámica de contexto, no es un dato previo y exterior al discurso. Los participantes de un
intercambio comunicativo, definen y redefinen la situación, su propia relación; crean, mantienen y cambian el marco
en que se interpretan y adquieren sentido las expresiones.
En relación con esto, Maingueneau (2009: 9-10) aclara: “El contexto no está simplemente colocado alrededor de un
enunciado que contendría un sentido parcialmente indeterminado, que el destinatario no tendría más que especificar. En efecto,
todo acto de enunciación es fundamentalmente asimétrico: el que interpreta el enunciado reconstruye su sentido a partir de
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indicaciones dadas en el enunciado producido, pero nada garantiza que lo que reconstruye coincide con las representaciones del
enunciador. Comprender un enunciado no es simplemente remitirse a una gramática y a un diccionario, es movilizar saberes muy
diversos, hacer hipótesis, razonar, construyendo un contexto que no es un dato preestablecido y estable”.
Por último, es de destacar que el contexto es algo que se construye discursivamente a través de lo que
Gumperz denominó indicios contextualizadores: el uso que hacen los hablantes y los oyentes de signos verbales y no
verbales. El tono de voz, el ritmo, una selección léxica, la elección de una determinada construcción sintáctica, de un
registro o de un estilo, de una lengua determinada, una variante fonética, una mirada, un movimiento son elementos
que crean contexto.

La enunciación
La teoría de la enunciación se propone un acercamiento al acto de producción discursiva, ocurrido en el aquí
y el ahora de una circunstancia histórica determinada, por medio del rastreo de las huellas de este hecho individual y
momentáneo que el sujeto hablante imprime en su discurso. Los trabajos de Benveniste inauguran la lingüística de la
enunciación y nos aproximan a una teoría del sujeto. Este autor afirma que es por el lenguaje que una persona se
constituye frente a otra como tal, y es por lo tanto el lenguaje el que funda en su realidad el concepto de ego (yo).
Desde este enfoque se considera al lenguaje como un instrumento de comunicación y un aspecto constitutivo
fundamental de los individuos, así lo expresa en “De la subjetividad en el lenguaje” publicado en el Journal de
Psychologie en 1958:
“Es un hombre hablante el que encontramos en el mundo, un hombre hablando a otro (…) Es en y por
el lenguaje que el hombre se constituye como sujeto, porque el solo lenguaje funda en realidad, en su
realidad, que es la del ser, el concepto de “ego” (…) La subjetividad (…) es la capacidad del locutor de
plantearse como “sujeto”. Se define (…) como la unidad psíquica que trasciende la totalidad de las
experiencias vividas que reúne, y que asegura la permanencia de la conciencia (…) esta subjetividad (…)
no es más que la emergencia en el ser de una propiedad fundamental del lenguaje (1985: 180-181)”
De esta manera, para Benveniste la subjetividad se construye al interior de la propia lengua, tiene una
fundamentación lingüística expresada en la polaridad de las personas, el conjunto de deícticos y la temporalidad. A
partir de lo que este autor denomina “el aparato formal de la enunciación”, se caracteriza al discurso como una
“manifestación de la enunciación” y a la enunciación como el “acto mismo de producir un enunciado”. Pone entonces
el acento en este mecanismo de producción y subraya que la enunciación supone la conversión individual de la lengua
en discurso. En este proceso, el sujeto hablante se constituye en locutor porque se enuncia como tal, asumiendo este
rol mediante un conjunto de signos específicos (pronombres personales, tiempos verbales, etc.) o procedimientos
accesorios (modalidades). Implanta también a otro (siempre se habla para alguien) y se establece cierta relación con
el mundo (la referencia). Así, el locutor se apropia de una parte del sistema de la lengua, de un conjunto de signos y
formas que le permiten dominar esta situación.
Al comenzar a hablar el locutor instala el yo- aquí-ahora (persona, lugar, tiempo): éste es el centro de
referencia de todo discurso. Por lo tanto, los primeros elementos constitutivos de un proceso de enunciación son, por
un lado, el locutor, el que enuncia, y por otro, el alocutario, aquel al que se dirige el enunciado. Ambos se definen
como interlocutores. A partir de allí, se puede concebir la organización de las elementos lingüísticos indiciales, es decir,
aquellas formas vacías que nos remiten a los participantes como así también a algún elemento espacio-temporal de
la situación de comunicación. El esfuerzo de esta teoría es rastrear los diferentes índices de persona, espacio, tiempo,
modalidad, etc. que revelan la presencia del locutor en lo que está diciendo. Permiten identificar cuál es la posición
del enunciador frente a lo que está enunciando. Teniendo en cuenta la presencia o ausencia de dichos elementos
podemos llegar a establecer las variaciones entre un discurso más o menos subjetivo.
Marta Marín define la problemática planteada como: El concepto de enunciación (…) se refiere a que en un
enunciado hay elementos lingüísticos que no tienen el valor de una información que se comunica, sino que son huellas
que deja en el enunciado el sujeto que lo ha producido. Estas huellas son formas gramaticales y léxicas que el sujeto
que enuncia ha elegido usar, y esa elección es portadora de sentidos. El uso de una palabra u otra, de una "forma de
decir" u otra no es indiferente, es una marca que significa y puede ser interpretada. Hay "modos de decir" que son
indicativos de lo que piensa el hablante o de lo que quiere que piense su interlocutor, o también indican a quién se
dirige.
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La teoría de la enunciación y el análisis del discurso han categorizado esas huellas:


• Los índices de persona (yo, tú, él o ello) marcan a los partícipes de la comunicación y a su referencia. Cuando
un sujeto se apropia del sistema, es decir, enuncia, se establece como locutor y establece también u locatario/
enunciatario y un referente; es decir un yo, un tú o vos y un él o ello.
Esta instauración de los participantes de la comunicación se hace mediante elementos gramaticales: los
pronombres y/o las desinencias de verbos que indican persona. Tanto los índices de persona como las palabras que
indican lugar y el tiempo de la situación enunciativa, reciben en nombre de deícticos, y su presencia en el enunciado
se conoce como deixis.
En Yo señala la persona que enuncia, aquí el lugar desde el cual produce su enunciado y estas, señala objetos
cercanos a este sujeto enunciador. Todas estas palabras son pronombres: pronombre personal, adverbio pronominal
y pronombre demostrativo. El sistema de pronombres del español se organiza en torno a los dos interlocutores y al
referente:
Pron. personales Adv. pronominales Pron. demostrativos
Yo Aquí / Acá Este, esta, esto
Tú Ahí Ese, esa, eso
Él Allí / Allá Aquello, aquella

• Los índices espacio-temporales (aquí, ahora, esto, aquello) señalan el espacio y el tiempo inherentes a la
situación comunicativa.
Son señales de lugar y tiempo en que se realiza la enunciación. No todas estas señales son pronombres. Por
ejemplo, en el enunciado “te llamo a la tarde”, “Tarde” es un sustantivo con función deíctica porque muestra que el
enunciado fue emitido probablemente durante la mañana. Existen distintas formas gramaticales para señalar el lugar
de la enunciación:
Demostrativos: ese, este, aquel
Adv. Pronominales o demostrativos espaciales: aquí, allá, ahí
Adverbios (no pronombres) como mañana, ayer, ahora, cerca, lejos.
Construcciones nominales: al lado, la semana próxima, en este mes
Verbos venir e ir: sólo en los casos que señale, posiciones del locutor y locutario.
Ejemplo:
¿venis a la oficina hoy? (el locutor está en la oficina)
¿Vas a la oficina hoy?
Son deícticos (remiten al momento de la enunciación):
- En ese momento -Ahora, hoy- Mañana, pasado mañana- El año próximo - El próximo mes- El
lunes- Esta mañana- El próximo verano-La semana pasada- La temporada pasada- La temporada anterior- En
el primer cuatrimestre - Hace un rato- Recién -El año pasado –
No son deícticos ya que están relacionados con el cotexto y no con el momento de la enunciación:
- Al día siguiente- Más tarde- El año anterior- Los días posteriores- A continuación- Poco
después- Algunos días más tarde- En los meses siguientes- El otro día-Un rato antes.
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• Los tiempos verbales: el presente indica el momento de la enunciación y los otros tiempos se organizan a
partir de ese eje.
Hoy es un lindo día; ¿te parece que mañana será igual?
Existen otros usos del presente que no indican el presente de la enunciación. En el caso del presente genérico,
que tiene valor a temporal. Es propio de los textos teóricos y científicos, de las máximas y los proverbios.
Dos más dos son cuatro.
Otro caso del uso del presente no relacionado con el comento de la enunciación es el presente histórico.
Aparece en relatos de acontecimiento que ocurrieron anteriormente al momento en que se los enuncia, ocurrieron
en el pasado, pero el locutor los narra en presente.
Facundo resiste, vacila, pero se decide al fin. El 18 de diciembre de 1835 sale de Buenos Aires, y al subir a la
galera dirige, en presencia de varios amigos, sus adioses a la ciudad.

• Las cargas valorativas en el léxico seleccionado, que aparecen como expresión de la subjetividad del sujeto
que enuncia.
En un acto de enunciación se comunican intenciones, y también valoraciones acerca del mundo. En este
sentido, nombrar objetos y sus cualidades o estados manifiesta valoraciones que hace el enunciador. Esas valoraciones
están relacionadas con la ideología y la cultura y con factores psicosociales que intervienen en la comunicación. El
lenguaje no es solo un instrumento lógico sino que también ideológico, por lo tanto es portador de la subjetividad del
usuario, más allá de las pretensiones, deseos o necesidades de comunicar con la mayor objetividad posible.
La actitud objetiva o subjetiva que adopte el sujeto que enuncia, además, está relacionada con los tipos de
textos y con el hecho de que la sociedad acepta que ciertos tipos textuales mayor carga de objetividad o subjetividad.
Es decir, según sea el tipo de texto que componga el enunciador, el consenso social acerca de los discursos lo obligará
a ser lo más objetivo que pueda, o le permitirá dosis tolerables o máximas de subjetividad.

Alta subjetividad

Poesía lírica

Literatura narrativa y teatro

Textos académicos

Información periodística

Baja subjetividad Información científica y técnica

Las palabras, construcciones, frases y expresiones que comportan la subjetividad del enunciador reciben el
nombre de subjetivemas.
Kerbrat – Orecchioni clasifica a los subjetivemas vinculados con:
 Lo afectivo.
 Lo evaluativos, pueden ser axiológicos, relacionado con los valores. También pueden ser no
axiológicos.
El sujeto de la enunciación, cuando debe verbalizar un referente determinado, sea real o imaginario,
selecciona ciertas unidades del repertorio de la lengua, debiendo optar por las siguientes dos opciones:
a) un discurso objetivo, donde intenta borrar toda huella del enunciador individual;
b) un discurso subjetivo, en el que enunciador asume explícitamente su opinión, como en el ejemplo “me
parece horrible”, o bien se reconoce implícitamente como fuente evaluativa de la información: “esto es horrible”.
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Los rasgos semánticos de los elementos léxicos que pueden considerarse subjetivos son:
-afectivos
-evaluativos.
Éstos últimos se dividen en dos tipos:
a) axiológicos, como el rasgo bueno/malo que afecta al objeto denotado;
b) modalizador, que atribuye un rasgo del tipo verdadero/falso, también en cierta forma axiológico, puesto
que “verdadero” implica “bueno”.

Pueden considerarse los elementos léxicos en sus clases tradicionales, para observar cómo se realizan
lingüísticamente estos rasgos.
1. sustantivos
La mayor parte de los sustantivos afectivos y evaluativos son derivados de verbos o de adjetivos, por lo que
los consideraremos en el análisis de este grupo, como amor/amar o belleza/bello. Existen, sin embargo, un cierto
número de sustantivos no derivados que se pueden clasificar dentro de los axiológicos como peyorativos
(desvalorizadores)/elogiosos (valorizadores).
a) el rasgo puede estar representado en un significante mediante un sufijo:
-acho: comunacho
-ete: vejete
-ucho: pueblucho
-azo: vinazo

b) el rasgo axiológico está en el significado de la unidad léxica. No son fijos, sino que dependen de varios
factores: fuerza ilocutiva, tono, contexto, entre otros. Por ejemplo:
“La casa de José es un tapera”
Tapera tiene casi siempre el rasgo peyorativo, algo que no impide que alguien muestre su casa y diga. “¿te
gustó la tapera?”, donde el rasgo puede ser elogioso mediante el uso de la ironía. Otros ejemplos de rasgo peyorativo:
“Tu auto es una cafetera”, “Mi jefe es un perro”, “Pedro es un pescado”. Ejemplos de rasgo elogioso: “Eso es un
hombre”, “Juan es un león”, “Tenés flor de bulín”.
2. adjetivos. Se puede dividir según los siguientes rasgos:

A) Afectivos: además de una propiedad del objeto, enuncian una reacción emocional del hablante respecto
de él, como por ejemplo: “Fue una escena terrible” o “Es un pobre hombre”

B) Evaluativos axiológicos: además de la referencia a la clase de objetos al que se atribuye la propiedad, al


sujeto de la enunciación y sus sistemas de evaluación (ético y/o estético), aplican al objeto un juicio de valor, como
por ejemplo: “Se dirigió a mí un hombre ambicioso”

C) Evaluativos no axiológicos: implican una evaluación cualitativa o cuantitativa del objeto, sin enunciar un
juicio de valor ni un compromiso afectivo del locutor. Su uso es relativo a la idea que tiene el hablante de la norma
devaluación para la categoría de objetos, como por ejemplo: “Esta casa es grande” o “este camino es largo”.

Adjetivos objetivos: “Juan es soltero/casado”, “Este perro es macho/hembra”, “Este auto es verde” (adjetivos
de color)

Adjetivos subjetivos afectivos: “Dijo algo desgarrador”, “Francisco es alegre”, “Lo que hizo fue patético”.
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Adjetivos subjetivos axiológicos: “Me gustan las películas buenas/malas”, “Es una persona linda/fea”, “Lo que
hizo es incorrecto”

Adjetivos subjetivos no axiológicos: el uso de grande/pequeño, cercano/lejano, caliente/frío,


abundante/escaso, etc.

3. verbos
Algunos verbos están marcados subjetivamente de forma muy clara, por ejemplo “gustar”, “desear” o
“pretender”. La evaluación puede referirse el proceso denotado, al alocutario o al no-alocutario: “dejate de rebuznar”,
“Pedro chilló de lo lindo”.

-verbos de decir
Cuando el emisor no prejuzga de la verdad/falsedad de los contenidos enunciados, se encuentran verbos del
decir: afirmar, declarar, comunicar: “Juan afirmó que Pedro tenía razón”.
Cuando el emisor toma posición se encuentran verbos del tipo pretender, confesar, reconocer, especular, etc.:
“Juan confesó que Pedro tenía razón”
-verbos de juzgar
Cuando el emisor emplea la estructura “Juan critica a Pedro por lo que hizo” está admitiendo como verdadera
la proposición “Pedro es responsable de haberlo hecho”.
Cuando el emisor emplea la estructura “Juan acusa a Pedro por haberlo hecho” no se pronuncia sobre la
verdad de esta imputación.
-verbos de opinión
Enuncian una actitud intelectual del enunciador frente a lo que enuncia: “Me imagino que a Pedro no le va a
gustar”, “Supongo que ya lo debe saber”

• Las modalidades, esto es, la manera como se dicen las cosas, la actitud que el hablante adopta en relación
con la interacción comunicativa o con el mismo enunciado. Los más importantes de los adverbios son los
modalizadores. Se pueden clasificar de la siguiente manera:
a) modalizadores de la enunciación o del enunciado
1. de la enunciación: remiten a una actitud del hablante con respecto a su enunciado: “Francamente, no sé si
vendré mañana”
2. del enunciado: remiten a un juicio sobre el sujeto del enunciado: “Posiblemente, Juan no lo sepa”.

b) modalizadores que implican un juicio


1. de verdad: “Quizás pueda curarse pronto”, “Sin duda esto terminará rápido”
2. sobre la realidad: “En efecto, Juan no vino ayer”, “De hecho, estuve totalmente equivocado”
Por último pueden mencionarse los adverbios restrictivos y apreciativos:
“Apenas me alcanzó para hacer la torta”, “Resultó casi perfecto”.1

• La polifonía, es decir, la aparición de otras voces dentro de un enunciado.

1
Adaptado de Kerbrat-Orecchioni “La enunciación. De la subjetividad en el lenguaje"
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El sujeto que toma la palabra para producir un enunciado no se limita a mostrar su propia voz, su propio
discurso, sus enunciados. También pone en escena las voces de otros, esa presencia de distintos locutores en un mismo
texto recibe el nombre de polifonía (poli: muchos; Foné: voz). Esto es frecuente en el discurso cotidiano:
Me dijo que no lo esperara que estaba retrasado.
En el texto el ejemplo se puede observar que aparecen dos voces enunciando:
a) La que enuncia todo el texto.
b) La que solo ha dicho: “no me esperes, estoy retrasado”
Lo mismo puede verse, y más claramente aún, en este otro caso:
Estoy por terminar el trabajo – me dijo Juan.
a) Una voz dice: “Estoy por terminar el trabajo.”
b) Otra voz dice: “Me dijo Juan”

Estos modos de mostrar palabras de otros no son los únicos casos de polifonía: sino que esta abarca varios
procedimientos discursivos como:
- La ironía,
- El discurso referido (los dos ejemplos anteriores
- Las citas,
- El uso de las comillas.
La ironía
Supongamos una situación en que dos amigos se han citado para ir a pescar, hace muy mal tiempo, pero los
dos aciden a la cita. Uno le dice al otro: - Lindo día ¿No? La mayor parte de los hablantes reconocen que este enunciado
es irónico, porque el que habla dice una cosa queriendo dar a entender lo contrario, y confía, además, en que será
adecuadamente interpretado.
La ironía tiene la función de poner distancia entre el enunciador y su enunciado. Lo mismo ocurre en el
ejemplo, en que la ironía amortigua la expresión de la contrariedad y el fastidio. Es claro para todos que la ironía
consiste en dar a entender algo contrario de lo que efectivamente se dice. Su función es evitar la expresión directa de
lo que se piensa o se siente. ¿Pero en qué consiste el procedimiento?
Enunciar algo irónicamente consiste en hacer oír la vos de otro locutor que expresa un punto de vista
insostenible o absurdo, con respecto a la situación. Esa otra voz evita que el que está realmente hablando muestre
sentimientos: ira, envidia. Que socialmente no conviene manifestar.
Para que la verdadera intención sea comprendida, esta “puesta a distancia” de la ironía se marca con gestos,
tonos, cuando se trata de una comunicación oral. En cambio, cuando la comunicación es escrita es necesario valerse
de signos de exclamación, de puntos suspensivos, comillas, aclaraciones entre paréntesis (“dicho irónicamente”, por
ejemplo). Pero salvo en este último caso, siempre, en los textos escritos se corre el riesgo de que no se comprenda el
carácter irónico de lo dicho.
El discurso referido:
Con este término se designan varios casos de polifonía, es decir situaciones en que un enunciador hace hablar
a otro dentro del texto o discurso propio. Ya no se trata de hacerlo en forma ambigua, como en el caso de la ironía,
sino mostrarlo explícitamente que se introducen las palabras de otro. Dentro de esta categoría de discurso referido se
encuentra:
El discurso directo: llamado estilo directo, generalmente se lo opone al indirecto y se lo caracteriza como una
transcripción fiel, literal de las palabras de otra persona. Sería como una teatralización de otra enunciación ya que
muestra a otras personas en el acto de hablar.
Esto es utilizado en la literatura mediante los diálogos. Otro tipo de texto que recurre a las palabras de otros
es el periodístico. En el caso de los discursos literarios muestran en el discurso directo con guiones y el periodístico lo
hace con entrecomillados, así crea el efecto de verdad, con valor testimonial.
Bajó la cabeza y se tomó la frente con la mano derecha.
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—Eso es lo que está buscando este mocoso —dijo, como para sí, pero en voz alta—. Que me dé un ataque
al corazón y me muera. . .
Ricardo había vuelto lenta y silenciosamente a asomarse a la puerta de la cocina. Había recogido,
incluso, su camisa del suelo.
—Ahí vas a estar contento, ahí vas a estar contento —prosiguió Clara, advirtiendo su reaparición—. Ahí
sí. Ahí ya no vas a tener a la pobre vieja imbécil controlándote, ahí vas a estar feliz. Eso es lo que querés.
Eso.
“La pura verdad”, de Roberto Fontanarrosa

El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro
jugador le dice: "Te apuesto un peso a que no la haces".
“Algo muy grave va a suceder en este pueblo”, de Gabriel García Márquez

El discurso indirecto:
Se trata de la narración de enunciados ajenos, es decir que las palabras de otras personas no se teatralizan,
sino que se relatan. En este caso, no existe ruptura sintáctica y tipográfica, de modo que como efecto discursivo podría
decirse que la presentación del discurso referido se muestra con menor intensidad dentro del texto. Su presencia es
menos fuerte.
Y una de las alumnas, que había venido a la capital desde un pueblo perdido en el campo, se quedó charlando
conmigo. Me dijo que ella, antes, no hablaba ni una palabra, y riendo me explicó que el problema era que ahora no se
podía callar. Y me dijo que ella quería al maestro, lo quería muuuuuucho, porque él le había enseñado a perder el
miedo de equivocarse.
“El profesor”, de Eduardo Galeano

El discurso indirecto libre:


Es un discurso referido en el que no hay marcas claras para distinguir cual es la voz del narrador y cual la voz de
otro que él hace aparecer. No se utilizan marcas gráficas para introducir las palabras del personaje (guiones, comillas,
verbos como dijo, pensó, etc.). El narrador no reproduce las palabras del personaje sino que adopta su perspectiva.
Aunque la perspectiva de participar en un conflicto bélico lo sacudió con violencia, procuró mantener la calma
para desvanecer el temor que se había apoderado de sus padres y, sobre todo, de Julieta, incapaces de aceptar la idea
de tan súbita separación. Será por unos días. Todo se arreglará muy pronto.
“El pozo”, de Ángel Balzarino

Abandonó la música. ¿Para qué tocar?, ¿quién la escucharía? Como nunca podría, con un traje de terciopelo de manga
corta, en un piano de Erard, en un concierto, tocando con sus dedos ligeros las teclas de marfil, sentir como una brisa
circular a su alrededor como un murmullo de éxtasis, no valía la pena aburrirse estudiando. Dejó en el armario las
carpetas de dibujo y el bordado. ¿Para qué? ¿Para qué?

"Madame Bovary", de Gustave Flaubert

Las citas:
Los procedimientos de discurso referidos, en realidad son citas: se citan enunciados de otros, ya sea
relatándolos ( D. indirecto), dramatizándolos (D. directo) o mezclándolos con otras voces ( D Indirecto libre). Pero con
el discurso referido no se agota el fenómeno de las citas. Además de esta citación de enunciados ajenos, que es propia
de las narraciones literarias, cotidianas y periodísticas, la cita, como procedimiento general. También es un caso de
polifonía y consiste en la inclusión, dentro de un texto, de fragmento de otros textos. Esto es muy común en los textos
teóricos, académicos, de carácter expositivo y argumentativo. Este tipo de cita es un fenómeno de intertextualidad,
es decir de la relación que un texto mantiene con otros.
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El hecho de citar otro texto puede tener funciones distintas:
a- Cita de autoridad: se cita otro texto como respaldo del propio; hay una “autoridad” que protege y garantiza lo
que se dice.
b- Cita defensiva: se cita otro texto para sugerir de manera indirecta lo que se piensa, sin tener que enunciarlo.
c- Cita desautorizada: se cita otro texto sin adherir lo que se afirma, o para desautorizarlo, como puede ocurrir
en la argumentación. El que enuncia la cita no apoya lo que esta dice, pero le sirve para contraponer su punto
de vista.
d- Cita ejemplar: se cita para proporcionar un ejemplo.
Los diferentes tipos de discurso exigen diversos grados de exactitud en las citas, lo cual resulta bien evidente si se
compara un texto teórico con uno cotidiano, y esto también se manifiesta en los procedimientos gráficos. En general,
en los textos académicos y científicos, las citas son de gran exactitud, tanto en la transcripción, como en la mención
de la fuente.
Estos son algunos de esos procedimientos, conocimiento necesario para producir textos y poder leerlos:
- Cuando la cita es extensa (más de tres renglones) aparece la letra de menor tamaño y no ocupa todo el ancho
de la página.
- Cuando la cita es breve aparece en el cuerpo del texto citante, encerrada entre comillas y cursiva.
- Cuando se cita una fragmento aparece: […] para indicar que se ha suprimido texto.
- Junto a la cita se coloca; entre paréntesis, el apellido del autor, seguido de la fecha de publicación del texto
citado: (López, 1996), a fin de que pueda ser identificado en las referencias bibliográficas.
- Otra forma de consignar la fuente puede ser: “como afirma Juan López (1996:56)…”

Las comillas:
Cuando tratamos el discurso referido y las citas intertextuales mencionamos las comillas como signos gráficos de la
polifonía, es decir, como claves para delimitar las diferentes voces que aparecen en un texto. Las comillas también
pueden aparecer para marcar cierta distancia con lo que se que se expresa. El uso de la comilla o bastardilla no solo
indica distancia o polifonía sino que también puede indicar:
a) Hay que prestar atención al término.
b) Las palabras entre comillas o bastardillas pueden pertenecer a otro lecto o a otro registro diferente del que se
emplea en el texto.
c) Las palabras entrecomilladas o con bastardilla pertenecen a otra lengua.
d) El autor pone distancia entre una palabra y su discurso porque se trata de un término portador de una
ideología que no comparte.
¡Recapitulamos! Toda lengua natural encierra siempre huellas de la actividad enunciativa, el Análisis del Discurso
enfocado desde una perspectiva lingüística se orientará a buscar el eco de los coenunciadores en las marcas
discursivas. Nos centraremos especialmente en la deixis, la polifonía, las unidades léxicas llamadas “subjetivemas”
y la modalidad.

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