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Seis Colores
Por
BLANCO
AZUL
ROJO
PÚRPURA
VERDE
AMARILLO
INTERMEDIO
Veinte años después, los niños y niñas del relato se volvieron adultos.
Claudio el niño de la primera parte de la historia, era un pianista entregado a
su oficio, el cual desempeñaba ofreciendo conciertos en la ciudad y en varios
países. Alternaba sus giras artísticas con la docencia musical en un prestigioso
conservatorio. La pequeña Clara era una reconocida bióloga que llevaba a
cabo una investigación sobre la preservación de la fauna en una universidad de
la ciudad. El niño travieso Luís estaba perfeccionando el ballet con su novia
cuyo nombre era Leticia. En la tercera parte de la narración, ella era la niña
que recibió la flor que Luís tiró al aula de ballet. Él se enamoró de ella. Eran
inseparables, puesto que tenían en mente casarse cuando tuvieran su primera
actuación exitosa en el teatro de la ciudad.
Fanny se encontraba trabajando en el extranjero como geóloga sin
embargo, tenía pensado regresar al país en un par de días para visitar a sus
padres. En cuanto a Ernesto, él trabajaba como columnista literario en un
periódico local. Publicaba novelas y ensayos sobre el campo y la fantasía
infantil. Violeta vivía con su hermana Patricia en la ciudad donde estuvieron
de vacaciones con sus padres, hecho que se pudo apreciar en la parte anterior
de la narración. Eran administradoras de un restaurante de comidas típicas
cuyo nombre era “Minino Gourmet”. La gente del lugar le gustaba comer allí.
Eran aparentemente adultos felices y exitosos con lo que hacían. Quizás
habían olvidado lo que soñaron de niños. No recordaban el propósito que
hicieron de hallar las hojas de colores, debido a que ya eran adultos y la
capacidad de imaginar prácticamente había desaparecido en ellos. Como
Ernesto estaba dedicado a la literatura, él si tenía vivo el recuerdo del acertijo
de las hojas de colores. Una noche en su estudio estaba planeando como hallar
las otras hojas. “Debe haber una forma de encontrar a las otras personas que
tengan esas hojas”. Reflexionó arduamente a la luz de la lámpara de su
escritorio.
Una hora más tarde tuvo una idea: escribir cuidadosamente una especie de
cuento de ficción sobre lo que había soñado hacía veinte años en el campo. Al
final del cuento, a manera de acertijo colocar el siguiente mensaje: “Es mi
deber moral conseguir las otras hojas de colores. Sé que otros adultos en este
momento han de tener las susodichas hojas. A esos señores o señoras les
agradezco contactarme para poder descifrar el misterio de las hojas de colores.
Muchas gracias”. Por último, publicar todo el relato en el periódico de la
ciudad y en diarios foráneos, con el fin de llegar a muchas personas en todo el
mundo. Escribió toda la noche la narración incluyendo el mensaje especial.
Durmió un par de horas en la madrugada, luego se levantó a corregir el escrito.
No quería dejar pasar ningún detalle, para que su audiencia tuviera claro el
mensaje final, en especial las personas que tenían las hojas de colores en su
poder y no se acordaban. Entrada la mañana, Ernesto fue al periódico a
publicar su cuento. Primero fue al despacho del jefe de redacción: -Aquí tengo
mi nuevo trabajo señor Oscar. No me creerá que trabajé en él toda la noche y
esta madrugada-. Dijo Ernesto quién tenía ojeras y cara sin rasurar. Oscar el
jefe de Ernesto, leyó minuciosamente el relato. Minutos después dijo: -Esto es
realmente asombroso y tierno diría yo. Es como si sucediera algo fabuloso si
aparecieran las personas que tienen esas hojas de colores. Tienes una gran
imaginación Tico. Publiquemos tu nuevo trabajo. Tal vez recibas un premio
por esto-.
Ernesto ni siquiera sabía lo que podía pasar si encontrara las hojas y las
personas que las tenían. Por supuesto él no le dijo a su jefe que era una historia
real de la infancia. Él tenía la hoja verde pero ignoraba los colores y el
contenido de las hojas restantes. -¿De qué colores crees que sean esas hojas?-
Preguntó Oscar con actitud inquisitiva. –Eh…la verdad no lo sé, señor-.
Respondió lentamente Ernesto. – No hay problema. Dejemos que haya un
factor sorpresa en el relato-. Dijo Oscar. En horas de la tarde el relato de
Ernesto fue publicado en el periódico. Fue divulgado en la prensa
internacional. El artículo del cuento fue leído por más de tres millones de
personas en el país y en el mundo aquella tarde. Al día siguiente fue leído por
seis millones de personas más. Quedaron cautivadas por el relato de Ernesto,
quién recibió no menos de cincuenta llamadas telefónicas de felicitaciones.
Era la sensación del momento.
Transcurrió un mes y aunque el cuento fue todo un éxito, el mensaje final
no llegó a las personas que tenían las hojas de colores es decir, Claudio, Clara,
Fanny, Violeta y Luís. Posiblemente no habían visto el cuento, más Ernesto no
perdió la fe. En cualquier momento captarían el mensaje en el cuento y
entonces buscarían a Ernesto para reunir las hojas de colores y así descifrar un
misterio de la infancia de todos ellos. Un día los personajes estaban pasando
por crisis personales en sus vidas. Claudio sintió que su talento se había ido al
drenaje. No era capaz de tocar una sola nota; había cancelado un concierto a
última hora, cosa que molestó a su manager e irritó a los patrocinadores del
evento; permanecía encerrado en su estudio, sentado en el sillón de su padre
deprimido y poco conversador. Se negaba a recibir llamadas o visitas de sus
padres, hecho que los entristecía mucho. La investigación de Clara en la
universidad fue cancelada, lo que supuso su despido inminente de la
institución. No tenía valor para decir a sus padres la noticia. Para sostener el
hogar Clara consiguió trabajo como profesora de biología en un colegio
pequeño pero no le gustaba para nada ese cargo dado que ella había dado su
vida entera por la investigación universitaria sobre la conservación de la fauna.
Un día tuvo que contar a sus padres los detalles de su despido. Ellos fueron
conscientes del empeño que Clara le puso a la investigación. -No te sientas
triste. Pronto tendrás mejores proyectos-. Dijo Vicente el padre de Clara. –Tu
padre tiene razón. A lo mejor podrás salvar miles de elefantes pronto y
reconocerán tu labor-. Afirmó la mamá de Clara, la señora Virginia. Hubo un
momento de silencio hasta que Clara dijo: -Espero poder retomar mi
investigación pronto. Este trabajo de docente de colegio no es lo que yo
quiero. Salvar animales es lo mío-.
Por otro lado, la feliz pareja de bailarines, Luís y Leticia pasaba por
momentos críticos. Discutían todos los días por los gastos de la casa. Estaban
viviendo en un apartamento pequeño, hacinados y pasando dificultades debido
a que no conseguían la anhelada presentación de ballet. Leticia tenía que
vender discos compactos y revistas en el mercado para obtener algo de dinero.
Luís seguía con la esperanza de conseguir esa presentación. –Ya estoy cansada
de que estés en ese sillón tumbado pensando en la presentación. Yo deseo con
toda mi alma la presentación pero tenemos muchas deudas que pagar, así que
párate ya de ahí y haz algo por Dios que las cuentas no se pagan solas,
consigue un trabajo-. Dijo Leticia llegando de la calle bastante cansada. Temía
que les pidieran el apartamento. -No puedo seguir viviendo en este cuchitril-.
Agregó Leticia. En cuanto a Luís, estuvo a punto de romper en llanto:
-Amor tienes razón soy un bueno para nada. Tienes que entender que no
puedo vivir sin bailar. Acuérdate que te conocí bailando y por esa razón me
animé a estudiar ballet-. Sollozó amargamente. Leticia empezó a lloriquear
también. –Voy a tomar el periódico y buscaré un trabajo así sea de lustrabotas
para salir de esta situación-. Dijo Luís. Se sentaron y se abrazaron. –Me
disculpo por haber discutido contigo diariamente-. Dijo Luís. –Yo también te
pido perdón por todo lo que te he dicho. Saldremos adelante-. Afirmó Leticia.
En cuanto a la geóloga Fanny, después de visitar durante dos semanas a sus
padres partió al extranjero y esto fue lo que le sucedió: estaba a punto de
contraer nupcias con un empresario de bienes raíces. Al momento de hablar
con sus padres sobre su decisión, se dio cuenta de que su prometido fue
arrestado por negocios turbios en el país. Ella creía ciegamente en su novio.
Pensaba que era un hombre honesto que había trabajado muy duro en la vida
para llegar hasta donde estaba. Fanny lo conoció en una junta de geólogos con
inversionistas y entre los invitados estaba él.
El nuevo temor que sentía Fanny en estos momentos era estar implicada en
las acusaciones de su prometido. Deseaba volver a casa pero eso complicaría
más la situación. Después de una serie de investigaciones por parte de la
policía y el gobierno, Fanny resultó ser inocente más su ex-novio tuvo que
pagar veinte años de prisión. Ella estaba destrozada, no creía en el amor. –Me
siento tan pequeña al haber entregado mi corazón a un ser deshonesto-. Dijo
ella para sí misma en la habitación del apartamento donde residía.
Violeta y su hermana tenían su negocio próspero de comidas típicas en el
exterior. Desafortunadamente hubo un terremoto de gran magnitud en la
ciudad. Alrededor de cuarenta personas murieron y 600 personas estaban
heridas. Violeta y Patricia pudieron ponerse a salvo durante la tragedia. Por
desgracia perdieron su local de comidas y varios de los fallecidos eran clientes
del restaurante. Las dos hermanas vivieron en un albergue durante tres
semanas hasta que pudieron regresar a casa. El desastre dejado por aquel
terremoto horrorizó a las hermanas. Patricia pensaba que era el fin del mundo,
lloraba todos los días con su hermana Violeta quién había hecho todo lo
posible para proteger a su hermana mayor. De hecho Patricia arrodillada, le
dijo esto: -Ten piedad de mí, hermana. No me dejes nunca, sé que te he
humillado toda la vida con mi comportamiento arrogante y quiero que me
perdones todo el mal que te he ocasionado-. Violeta le replicó: -No tienes que
pedirme perdón. Somos hermanas y estamos para apoyarnos
incondicionalmente. Demos gracias a Dios que estamos vivas. Quien sabe que
hubiese sido de nuestros padres si hubiésemos muerto. Recuperaremos nuestro
negocio o más bien lo reconstruiremos en nuestro país con el apoyo de papá y
mamá-. Patricia encontró paz en las palabras de Violeta.
Sobre el escritor Ernesto, Oscar su jefe lo convenció para que hiciera un
libro con sus cuentos incluyendo especialmente el del sueño de infancia. Era el
libro más vendido en las librerías del país. A la gente le fascinaba el libro,
sobre todo el cuento que había publicado en diarios un mes antes, más Ernesto
estaba triste porque aún no había descifrado el acertijo. “¿Es mucho pedir
hallar esas hojas alguna vez? ¿Tendré que esperar otros veinte años para dar
con esas dichosas hojas de colores?”. Pensó Ernesto. Era un escritor famoso e
insatisfecho sin mostrarlo a sus lectores, debido a que aún no había
descubierto el misterio de las hojas de colores. La suya era la verde y decía
“SIENDO”. “No me dice nada esta palabra. ¿Siendo qué? ¿Tonto?”.
Reflexionó con ira.
Por fin, un día sucedió lo que Ernesto ansiaba. Claudio, Clara, Luís, Fanny
y Violeta adquirieron el libro de Ernesto y leyeron el cuento especial sin que
ninguno de ellos se conociera personalmente y lo hicieron al mismo tiempo sin
que lo supieran. Hay que recordar que el cuento tenía una nota adicional, la
cual era la solicitud de Ernesto de hallar las hojas de colores. Todos los
personajes pusieron atención a la nota del cuento y cada uno recordó su propia
vivencia. “Vaya, yo tengo la hoja blanca guardada dentro del asiento del piano.
Debo contactar al autor de este cuento al señor Ernesto”. Analizó Claudio en
su estudio. Clara buscó en la mochila de los años infantiles y encontró el papel
azul: -Al fin podré saber la verdad de este papel, así no sea un tesoro o una
herencia-. Dijo sarcásticamente. Luís no dejaba de saltar de la felicidad
exclamando lo siguiente: -Tal vez esto de las hojas de colores sea una señal del
cielo Leti. Vamos a tener nuestra presentación pronto-. -¿Tú crees?-. Preguntó
Leticia. – Pues claro solo tenemos que contactar a Ernesto el autor de este
cuento. Voy a buscar entre mis cosas el papel rojo-. Respondió Luís y corrió a
buscar la hoja de papel roja en un baúl de recuerdos que poseía.
Fanny tenía la hoja color púrpura en un estuche donde guardaba objetos
familiares tales como retratos de familia pequeños, alhajas y anillos. –Aquí
está, no puedo creer que aún lo tenga guardado. Tiene pedacitos de escarcha
en los bordes-. Dijo Fanny. Luego empacó maletas y reservó un vuelo de
avión para el día siguiente. “Debo hablar con ese Ernesto, él puede ser de gran
ayuda”. Pensó.
Violeta se sentía motivada al leer el relato sin embargo creyó haber perdido
en el terremoto el papel amarillo. –Violeta, mira este es el papel amarillo de la
historia. Lo encontré en una de las maletas. Lo habías guardado pero lo
olvidaste-. Dijo Patricia.
–Gracias hermanita-. Dijo Violeta y la abrazó. –Ahora tenemos que
encontrar a Ernesto, quien seguramente reunirá a las personas que tienen las
demás hojas-. Añadió Violeta. Para poder contactar a Ernesto los personajes
tuvieron que llamar a su representante artístico. –Señor Ernesto, recibí cinco
llamadas esta mañana. Son cinco individuos dos hombres y tres mujeres,
quieren comunicarse con usted personalmente. Dicen tener lo que pide en la
nota final de su cuento-. Le comunicó el representante artístico a Ernesto, por
teléfono.
–Dígales que estoy encantado de charlar con ellos por favor-. Respondió
Ernesto. –Deles el teléfono de mi casa, voy a organizar una cita con todos
ellos. Para mí es vital poderme reunir con ellos-. Agregó.
Ernesto atendió las llamadas de cada uno de los poseedores de las hojas de
colores. Aunque no los conocía, sentía que había un vínculo fraternal entre
ellos. Preparó una cena especial en su casa y luego adecuó el jardín para un
evento más adelante. Tenía lista la hoja verde la cual debía unir con las hojas
de colores restantes. Era un momento trascendental para él. En la sala había un
gran piano de cola.
FIN.