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LA VIUDA ALEGRE

Opereta vienesa en tres actos, original de FRANZ LEHAR


Versión española de Manuel Linares Rivas y Federico Reparaz

Estrenada en el Teatro-Circo Price de Madrid el 12 de febrero de 1909

PERSONAJES Y REPARTO

Sonia Glavary .................................. Dolores Pérez


Valentina ..................... María Francisca Caballer
Conde Danilo ................................. Luis Sagi-Vela
Fernando Rosillón ........................ Fernando Bañó
Mirko Zeta ................................ Santiago Ramalle
Vizconde de Anglada ..................... Pascual Bloise
Raúl de Saint Brioche ....................... Gregorio Gil
.

ACTO I La acción de la obra transcurre en París, en la


Embajada de Marsovia, país imaginario. Al
iniciarse la opereta se celebra una gran fiesta en la Embajada para celebrar
el cumpleaños del rey, en dicha fiesta se habla de Sonia Glavary, una
antigua muchacha aldeana que casó con un riquísimo banquero y es hoy
una viuda millonaria a la que asedian los hombres; pero el embajador dice
que no debe casarse con ningún parisién, ya que debe haber algún
marsoviano que se sacrifique aceptando por la patria los millones de la
viuda. La señora embajadora coquetea con Fernando y ése escribe en su
abanico una declaración de amor: “Te quiero”. Llamado por el embajador
Mirko, llega el conde Danilo, un noble secretario de la Embajada de París
que se divierte alegremente, pasando más tiempo en los reservados del
Maxim’s que en las oficinas diplomáticas. Llega también la viuda Sonia,
promoviendo una gran revuelo en todos los caballeros que la asedian por
sus millones y no por sus prendas personales. La embajadora tiene como
candidato para matrimoniar con la rica viuda a su adorado Fernando, pero
el embajador aboga por Danilo. Este, cansado por las muchas noches de no
dormir, se echa en un sofá y roncando le sorprende Sonia, que queda
asombrada al encontrarle, aunque le asegura que su nombre es una de las
muchas cosas que ha olvidado para siempre al venir a París. Le recuerda
cuando sus parientes no le dejaron casarse con una muchachita aldeana,
aunque tal vez ahora no vieran con malos ojos que se desposara con sus
millones. Terminan declarándose la guerra y diciéndose que se odian.
Scamadovich, que es un hombre celosísimo, ha encontrado el abanico y
supone que es de su mujer. El embajador trata de calmarle, asegurando que

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pertenece a la suya, y a ésta se lo entrega, proporcionándola el susto
correspondiente por creer que está enterado de todo, que sólo se le pasa
cuando su marido la dice que lo tome para despistar a Scamadovich, pues
sería capaz de matar a su esposa. El embajador dice a Danilo que le
necesita para una misión delicada: “Necesita que se case”. La patria lo
exige. Ya está en conde dispuesto al sacrificio, pero al decirle que la esposa
ha de ser Sonia, Danilo se niega. Promete al embajador que él ahuyentará a
los parisienses que traten de matrimoniar con la viuda; pero casarse él,
jamás. Para finalizar el primer acto se celebra un gran baile. Todos los
concurrentes pretenden bailar con Sonia, pero ella dice que no quiere ser
causa de disgustar a tantos sinceros admiradores y que bailará con el más
indiferente. Y elige como pareja a Danilo.

EN MARSOVIA
Vizconde Ilustres y nobles amigos,
cual siempre al barón honráis,
mi fuerte no es la oratoria,
mas tengo sinceridad.
Quiero expresar el sentimiento
de adhesión más firme y cabal
que me inspira nuestro Mirko Zeta
por su finura proverbial.
Coro Nos encantan nuestro Mirko Zeta
por su finura proverbial.
Mirko Celebro que mi fiesta os guste,
y es doble mi felicidad;
la intimidad va de consumo
con el carácter oficial.
Valentina El acto no responde sólo
al hecho de nuestra amistad;
mañana es del rey cumpleaños
y hoy lo debemos festejar.
Mirko Embajador de Pontenegro,
por cortesía y dignidad
desde París deseo honrar al rey
y al suelo nacional.
Todos Embajador de Pontenegro,
por cortesía y dignidad
desde París desea honrar al rey
y al suelo nacional.

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DUO DE VALENTINA Y FERNANDO
Valentina ¡Buena ocasión!
¡No hay nadie aquí!
Fernando Estamos solos... ¡Qué placer!
Valentina Tenemos que hablar hoy en serio.
Fernando Quiero ante todo decir a usted que...
Valentina No, no, soy yo primero,
ya hablará después.
Fernando Harto he callado.
No puedo más.
Piedad, piedad,
no sea tan cruel.
Valentina Preciso es no hacerse ilusiones
y que terminemos.
Fernando ¿Por qué?
Valentina Casarse usted debe.
Fernando ¿Casarme yo?
No puede ser.
¡Mi vida y mi amor
a ti consagraré!
Valentina No me hable de amor,
ya sabe que no puedo
oírle a usted.
Yo soy una dama de honor,
mi pecho detesta al traidor;
respeto mis juramentos,
dispuesta a sufrir mil tormentos.
Fernando Su ruego no puedo atender,
ni puedo dejar de sentir.
Valentina Jamás faltaré a mi deber,
pues antes prefiero morir.
Yo aquí sola pierdo
y usted nada alcanza;
dejemos que el juego
no pase de chanza.
Es tentador hablar de amor.
¿Por qué nos hemos de exponer?
Hay que callar y termina,
resignación ha de tener;
con el fuego yo no he de jugar,
pues me podría al fin quemar,

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y usted por mí
sólo es aquí
quien el incendio ha de apagar.
Fernando Hablar de amor
es lo mejor;
inmenso es mi querer.
Yo quiero amar
y en ti buscar
la dicha y el placer;
quiero confiar,
de amor hablar
con frenesí,
que sólo así
ser puedo yo
quien el incendio ha de apagar.

CANCION DE SONIA
Sonia ¡Pues señores míos!
¡Cuántas reverencias!
¡No más, por Dios! ¡Basta ya!
¡Señores míos, por piedad!
¡Oh, qué exageración!
¡Yo tango no merezco, no en verdad!
Coro ¡Tan peregrina perfección
que cause admiración
es natural!
Sonia Yo las costumbres de París
no puedo practicar;
ignoro la etiqueta chic
de la alta sociedad.
Pontenegrina neta soy,
nacida en pobre hogar;
yo del gran mundo nada sé,
mas digo la verdad;
cuando me veis, venís a mí
cual si fuera un imán;
como imán yo no lo soy,
mis millones lo serán.
Coro ¡Oh, oh, oh, oh!
Sonia ¿Por qué tal estupor?
Las viudas, a mi ver,
porque lo son, suelen gustar;
mas las viuditas millonarias
me parece a mí que gustan más.

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Coro Viuda con caudal
doble valor siempre tendrá.
Sonia Pero la viuda sin capital
menospreciada será.
Coro Tiene razón,
es verdad, es verdad;
lo que fascina
es el caudal.
Sonia En Pontenegro, mi país,
pecado es adular,
y perseguir a la mujer
también vedado está.
Si zanganea alguno allí
con importunidad,
le dicen lo que os digo yo:
¡No me fastidien más!
No, no, no más cortesías;
basta ya de hipocresías.
¡Ah!, a otro can con ese hueso.
¡Señores, dejadme en paz!
¡En paz!
Coro Soy un caballero
franco y leal;
odio la intriga,
odio la falsedad.
Yo no sé fingir,
yo no sé adular.
Un caballero siempre soy,
franco, sincero y cabal.

SALIDA DE DANILO
Danilo ¡Oh, patria, durante el día,
bastante ya me das que hacer!
Y por la noche un diplomático
es natural que libre esté.
Al dar la una, muy puntual,
me encuentro ya en la Legación,
y muchos días no me ausento
de la oficina hasta las dos.
Cuando tratan asuntos importantes
me salgo antes de la hora
y así guardo el secreto más severo,
pues nadie dice lo que ignora.
En la mesa amontono los papeles,
sin llegarlos jamás a resolver,

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y es que las cosas difíciles y graves,
con las prisas se echan a perder.
Pero después de tanto afán
y tan asidua ocupación
¡me parece que merezco
unas horas de expansión!
Al restaurant Maxim’s
me suelo encaminar,
seguro de encontrar
quien me consuele al fin.
Loló, Dodó, Jou-Jou
Clo-Clo, Margot, Frou-Frou,
me alejan de la patria
y de la Legación.
Y en cuanto conseguí
estar con ellas solo,
lo que es el protocolo,
¡buen rato pasa allí!
Loló, Dodó, Jou-Jou,
Clo-Clo, Margot, Frou-Frou,
vosotras sois dichosas,
¡y con vosotras yo!

FINAL ACTO PRIMERO


Caballeros La elección debe al punto principiar;
de la viuda espero conseguir
honor tan especial.
Yo bien quisiera ser
el vencedor galán.
Bailar hoy con usted
es la mayor felicidad.
Sonia La elección es costumbre
digna de respeto,
y elegir galán,
señores míos, les prometo;
mas dejad que en un sillón
reflexione la elección.
Otras hay en los salones.
Danilo ¡Pero no con sus millones!
Caballeros Hoy bailar con usted
es mi solo afán.
Danilo Estoy viendo que se ponen
por demás impertinentes,
y si quiero yo vencer,
de alejarlos hay que ver.

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Vizconde La pena más grande, señores,
que a un hombre le pueden causar
está en que le den calabazas
las damas que invite a bailar.
Raúl Pretenden las damas hoy día
al hombre poderse igualar;
tenemos aquí a una electora
con voto y no quiere votar.
Vizconde ¡Hay que ingeniarse!
Raúl ¡Hay que ingeniarse!
Los dos Los candidatos
deben trabajar.
Vizconde Deme usted su voto.
Raúl Deme usted su voto.
Los dos Que en la elección
yo merezco triunfar.
Caballeros Deme usted su voto
que en la elección
yo merezco triunfar.
Sonia Cuestión de política es todo,
según acabáis de afirmar,
y hoy tengo que ser electora
y debo a la fuerza votar.
Sabréis mi elección sin demora,
mas, ¡ay!, que no quiero pensar
aquel que mi voto no obtenga
los votos que va a pronunciar.
Vizconde ¡Hay que ingeniarse!
Raúl ¡Hay que ingeniarse!
Sonia Los candidatos
deben trabajar.
Voy a dar mi voto;
pronto va a saberse
en la elección quién merece triunfar.
Caballeros Deme usted su voto,
que en la elección
yo merezco triunfar.
Sonia Vamos a bailar;
con todos a la vez es imposible;
quiero a todos contentar.

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Damas ¡La elección! ¡La elección!
Danilo ¡Llego a tiempo todavía!
Venid aquí las bellas,
que la vida endulzaréis,
y a los gratos compases del vas,
festejadas, amadas por siempre seréis.
Venid aquí las damas,
los galanes ahí están
y os esperan impacientes.
Damas ¿Quiere usted ser mi galán?
Danilo Cuando llegan las horas dichosas
y se escucha el sonido de un vals,
no comprendo que pase por nadie
más que el ansia febril de bailar,
y siguiendo su ritmo suave
en silencio girándose va,
que ya son de la orquesta las notas
como frases que vibran de afán.
Damas No perdamos la ocasión.
Todos Venid aquí,
venid, sirenas,
que los bailes nos aguardan.
Disponeos, hermosas; henchid
la ventura de las almas,
rendid al gentil galán,
alzad el pie, girando raudas,
que del pecho del amante
mil suspiros brotarán.
Danilo ¡Oh, patria, durante el día
bastante ya me das que hacer,
y por la noche un diplomático
es natural que libre esté!
Vizconde ¿Podré lograr, señora?
Raúl Si logro sus mercedes...
Sonia Dejadme un poco meditar.
Danilo ¿Por qué no aceptará?
Sonia Pues bien,
uno de ustedes.
Valentina Un candidato os presento.
Danilo Rosillón... no me parece mal.
Valentina Bailando es un maestro,
lo puedo asegurar.

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Las polkas y mazurcas
son su especialidad;
domina la pavana,
famoso es en el vals,
y, en fin, las niñas todas
siempre anhelan con él bailar.
Hay que ingeniarse,
hay que ingeniarse.
Los candidatos deben trabajar.
Vote usted por Rosillón,
de renombre universal;
en la elección,
él merece triunfar.
Todos Vote usted por Rosillón,
vote usted por Rosillón;
en la elección,
él merece triunfar.
Fernando Me pongo a su disposición.
Sonia No sé qué hacer... Quizá.
Pues por galán elijo...
Danilo finge que es primor,
sabe muy bien disimular.
Baile usted conmigo.
Danilo ¿Yo?
¡Es que yo no sé bailar!
Sonia ¿Entonces renuncia usted?
Danilo ¿Renunciar? ¡No tal!
¡Favorecido fui!
Sonia Y bien, ¿qué hacer?
Danilo Soy diputado en propiedad,
puedo del baile disponer.
¿Esto es verdad o no?
Sonia Lo es.
Todos ¿Qué intentará?
Danilo Por diez mil francos cedo mi derecho;
diez mil francos ha de dar
quien pretenda ser
de mi electora el galán.
Ya lo sabéis.
Todos ¡Nos fastidió!
Uno ¡Qué atrocidad!

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Danilo Suma que a los pobres donaré.
Raúl ¿No viene usted?
Danilo En fuga los he puesto ya.
Todos ¡Diez mil francos!
¡Qué atrocidad!
Danilo Mire usted, abandonan el salón,
en las redes han caído,
demostrando su ruindad.
Les di la gran lección;
corridos todos van
y la aventura resultó
graciosa de verdad.
Fernando Yo entregaré los diez mil francos
y así probaré mi dignidad.
Danilo Lejos de aquí la sociedad huyó.
De los moscones
libre usted quedó.
Sonia Mil gracias le doy.
Danilo Ya estoy dispuesto.
¿Quiere bailar?
Sonia ¿Yo bailar? No, señor;
no sabe usted.
Danilo ¡Qué tontería! Puedo seguir
el movimiento del vals.

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ACTO II El acto segundo tiene lugar en el jardín de la
casa de la viuda millonaria. En el centro hay un
pabellón elegante y discretamente dispuesto. Hay bailes y canciones de la
patria lejana, aunque la viuda asegura que prepara como sorpresa una gran
fiesta parisiense al estilo de Maxim’s. Sonia y Danilo se tirotean con frases
de doble intención entre el amor y la guerra que hay entre ellos. Todos los
caballeros andan desafiándose por el amor de Sonia, pero Danilo interviene
para sembrar entre ellos la duda, terminando por no saber cada uno cuál
puede ser su rival. El famoso abanico con las palabras “te quiero” va a
parar a manos de Sonia, y ella sospecha que es de Danilo, que no queriendo
dar su brazo a torcer se le declara de ese modo; mas la rica viuda asegura
que se lo habrá de decir de palabra y en voz muy bajita. Para darle celos le
dice que está dispuesta a casarse con un parisién. La embajadora y su
adorador Fernando entran en el pabellón, pero los ve Niegus, que queda
aterrado pensando en el mal papel que está haciendo el embajador. Cuando
éste llega y pregunta quién está en el pabellón, el pobre Niegus no sabe qué
contestar y dice que es Fernando con... Y cuando se abre la puerta del
pabellón salen de él Sonia y Fernando. Hay una gran sensación en todos. El
más molesto es Danilo, sobre todo cuando ella asegura que se casará con
Fernando. Ella goza al verle sufrir, y al ver que hace intención de
marcharse le pregunta a dónde va, contestando él que al restaurante
Maxim’s.

VILIA
Sonia Dentro de poco, amigos míos,
la fiesta que os preparo, empezará.
Igual que en Pontenegro, todo aquí
por nuestro rey traté de combinar.
Coro Nivelino dase dase veslino Heiacho.
Hoy alegres cantar queremos, ¡hey!,
recordando la patria amada, ¡hey!
Son los aires de Pontenegro, ¡hey!,
los que nutren de amor mi alma, ¡hey!
Sonia Los cantos han de ser aquí
de nuestros lares en honor
al recordar
del hada Vilya la canción.
La ninfa divina,
la ninfa de amor,
tenía en la selva
segura mansión.

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Un día de invierno
la halló un cazador
y al ver sus encantos
prendado quedó.
Ya repuesto de su asombro,
anhelante de pasión,
dijo así,
suspirando, el cazador:
Vilya divina,
por ti muero yo;
te doy mi alma,
tú dame tu amor.
Ninfa del valle,
que me cautivó,
calma
mi triste dolor.
Coro Vilya divina,
por ti muero yo;
te doy mi alma,
tú dame tu amor.
Sonia Ninfa del valle,
que me cautivó,
calma
mi triste dolor.
Coro Nivelino dase dase veslino.
Hoy alegres cantar queremos, ¡hey!,
recordando la patria amada, ¡hey!
Son los aires de Pontenegro, ¡hey!,
los que nutren de amor mi alma, ¡hey!
Mi velino dase veslino,
mi velino dase veslino, ¡hey!

DUO DE SONIA Y DANILO


Sonia ¡Hupa! ¡Mira! ¿Quién va allá?
Es un caballero;
le podrías conquistar,
pero... va ligero.
¡Hupa!, que se escapa ya
y es un buen partido.
Si le puedes atrapar,
¡hip!, tendrás marido.
Danilo ¿Sólo porque huye el doncel
clavas los ojos en él?

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Sonia Suele a veces ocurrir
que se finge no sentir.
Caballero zancarrón,
paladín de vanidad,
sigue galopando
y cabrioleando,
que a la meta llegarás.
¡Hupa, hupa, hop!
¡Hala con velocidad!
¡Caballero zanca, zanca, zancarrón,
no dejes de galopar!
¡Hupa! Grupas vuelve ya
nuestro caballero
y te mira muy tristón.
¡Pobre marrullero!
Ignorante, se creyó,
¡hip!, que sólo él monta.
Vaya al diablo, porque yo,
¡hupa!, no soy tonta.
Danilo El que vuelve arrepentido
no merece tal olvido,
y usted injusta puede ser
no escuchando su querer.
Sonia Caballero zancarrón,
paladín de vanidad.
Los dos Sigue galopando
y cabrioleando,
que a la meta llegarás.
¡Hupa, hupa, hop!
¡Hala con velocidad!
Sigue galopando
y cabrioleando,
que a la meta llegarás.
Sonia Sigue galopando
y cabrioleando,
que a la meta llegarás.

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LAS MUJERES
Danilo Las mujeres...
Todos Las mujeres...
Danilo Son mujeres.
Todos ¡Claro está!
Danilo Y eso es todo lo que de ellas
he podido averiguar.
Vizconde Si la esposa...
Todos Si la esposa...
Vizconde Tiene instintos...
Todos Sí, ya..., ya.
¡No hay remedio conocido
contra la infidelidad!
Danilo Si son avaras y gruñonas...
Todos ¡Son muy duras de pelar!
Vizconde Si a la mujer le gusta el lujo...
Todos ¡Cuesta al año un dineral!
Raúl Pues si los viajes le entusiasman...
Todos ¿Dónde vamos a parar?
Vizconde Y si en política se mete...
Todos ¡A ninguno deja en paz!
Danilo Y si resulta literata...
Todos No se puede soportar.
Mirko Y si aburrida del marido...
Todos ¡Vaya en pos de un ideal!
Vizconde Capaz es de meter un gato...
Todos ¡En el lecho conyugal!
El tratado femenino
es difícil de estudiar.
Danilo Lindas flores
de un bello pensil,
donde impera
Cupido gentil.

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Las mujeres por siempre serán
de los hombres loco afán.
Y pensando en el árbol fatal
de la ciencia del bien y del mal,
las mujeres serán como han sido
y hoy son...
¡De los hombres la perdición!
¡Qué mujeres!
Todos ¡Qué mujeres!
Lindas flores
de un bello pensil, etc.

DUO DE FERNANDO Y VALENTINA


Fernando Como la rosa temprana
galana y pura brotó,
en lo profundo del alma
también brotó mi amor.
Un adorable ensueño
fundió mi voluntad,
radiante sol cuyos rayos
jamás han de brillar.
Ocultan sus fulgores
las brumas del deber,
hoy apagarlo quieres
del todo con tu desdén.
Mas siento aquí en el pecho
el eco de mi voz;
me dice que muy pronto
veré triunfar mi amor.
Valentina ¡No puedo!
¡No puedo... resistir!
Fernando Sí.
Todo el mundo ignorará
que premiaste así
mi intenso amor.
Valentina Es imposible
hablar de amor.
Los dos Mi dulce bien,
la noche nos da protección.
Ven, todo el mundo ignorará
que premiaste así
mi intenso amor.
¡Amor!

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ROMANZA DE DANILO
Danilo ¡Ah!
Mirko ¡Ah!
Sonia ¡Vamos a ver! ¡Ya estoy aquí!
Danilo ¡Es Sonia con Fernando!
Mirko Yo no soy ciega y bien la vi.
Danilo ¡No salgo de mi asombro
y el hecho cierto es!
Mirko ¿Entonces mi mujer?
Valentina ¿Me buscas?
Mirko No sé qué pensar.
Valentina ¿Qué es lo que ocurre?
Al punto di.
Danilo ¡Es Sonia con Fernando!
Fernando ¡Muy pronto te diré!
Mirko Yo por la cerradura al atisbar
pude una dama distinguir.
Sonia Usted faltó a la educación.
Mirko Y a Rosillón ha poco
hablar de amor
con la señora muy bien lo oí.
Sonia Conmigo, sí señor.
Danilo ¡Con usted!
Mirko Y a mi mujer reconocer creí.
Sonia Usted, caballero, debe afirmar.
Fernando No hay más remedio
que decir que sí.
Danilo ¿Será posible tanta falsedad?
Sonia Por ser indiscreto el buen barón
nos ha puesto en un brete
a los dos aquí.
Señor Rosillón, suplícole a usted
que cuanto me dijo me vuelva a decir.

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Fernando Debo decirlo.
Danilo Yo no he de oírlo.
Fernando Por dar a usted satisfacción cabal,
lo que antes dije, de nuevo diré.
Como la rosa temprana
galana y pura brotó,
en lo profundo del alma
también brotó mi amor.
Un adorable ensueño
fundió mi voluntad,
radiante sol cuyos rayos
jamás han de brillar.
Ocultan sus fulgores
las brumas del deber,
hoy apagarlo quieres
del todo con tu desdén.
Mas siento aquí en el pecho
el eco de una voz;
me dice que muy pronto
veré por fin mi amor;
me dice que muy pronto
veré triunfar mi amor.
Sonia Allá va, señores, la gran noticia.
Coro ¿Cuál es? ¿Cuál s?
Sonia En mí ver pueden
la prometida del señor Rosillón.
¡Es el efecto colosal!
Coro ¡Enhorabuena!
Danilo ¡Adiós mis ilusiones!
Mirko ¡La patria pierde esos millones!
Fernando ¿Permite usted?
¡No estoy dispuesto yo!
Sonia A Valentina es preciso salvar.
Mirko ¿Pero habla en serio?
Valentina ¡Falso fue su amor!
Sonia ¡Es natural!
Mirko Protesto con Danilo yo.
Sonia ¿Usted?
Danilo ¿Yo? ¿Por qué he de protestar?
Se puede usted tranquilamente con él casar.

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En obsequio de los novios
voy a contar un cuento
que aquí en este momento
no tiene aplicación,
pero quizás para otros
le sirva de lección.
Sonia Siga;
juzgarle así podré.
Venga el cuento, que me impaciento ya.
Le escucho.
Danilo Pues, señor...
De una princesa vienesa,
hija de un augusto rey,
se enamoró un gentil galán
de regia estirpe también.
Un día, porque tenía
no sé qué enfado con él,
la princesa vienesa, enojada,
le dijo una frase cruel.
Y, siguiendo su arranque soberbio,
a otro príncipe diole su amor,
y el galán, sorprendido y dolido,
así de este modo le habló:
“¡Oh, princesa vienesa, que cesas
por capricho de darme tu amor!,
en castigo te obligo conmigo
a burlarte de tu adorador.
¿Creías que por eso me ofendías?
¡Ja, ja, ja!
¡Ningún mal me hacías!
¡Ni en sueños en ti pienso yo!”
Así dijo el príncipe, yo no.
Y luego su alteza añadió:
“Que seas dichosa desde este momento.”
Y saludando, fuese contento.
Lo mismo que ahora hago yo.
Sonia ¿Y adónde va usted? ¡Oh, conde!
Danilo Al restaurant Maxim’s
me suelo encaminar,
seguro de encontrar
quien me consuele al fin.
Loló, Dodó, Jou-Jou,
Clo-Clo, Margot, Frou-Frou,
me hacen olvidar
a quien no quiere amar.

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Sonia ¡Me quiere y es suyo mi amor!
¡Ris! ¡Ras! ¡Ris! ¡Ras!
Laralarán...
Así y solamente así
casarme quiero yo,
de otra manera no.
Coro ¡Ris! ¡Ras! ¡Ris!¡ Ras!
Laralarán...
Así y solamente así
casarme quiero yo,
de otra manera no.

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19
ACTO III El acto tercero se desarrolla durante la fiesta
que da la viuda rememorando las famosas del
Maxim’s, en donde la embajadora y sus amigas remedan las canciones de
las alegres muchachitas asiduas al famoso restaurante. Danilo busca a
Sonia para pedirla, en nombre del embajador y en el suyo propio, que
después de lo pasado en el pabellón debe casarse con Fernando. Ella se
niega, él insiste y, al fin, la viuda dice que no se casará porque ella no
estaba con Fernando en el pabellón. Salió con él para salvar a una amiga.
Danilo no puede ocultar su alegría y la situación da lugar a una graciosa
escena entre los maridos que comentan la aventura del pabellón, creyendo
cada cual que la dama, al no ser Sonia, puede ser la mujer del amigo, pero
nunca la propia. Está el abanico a punto de echarlo todo a rodar, ya que
aparece por última vez, traído por un camarero que lo encontró en el
cenador y, finalmente, Sonia dice que no se puede casar, ya que el
testamento de su marido dispone que no heredará un solo céntimo si
contrae un nuevo matrimonio. Entonces Danilo la dice que él se casará con
ella, ya que ahora, siendo pobre, no creerá que sólo viene tras de sus
riquezas. Ella accede y le entera luego de que no hay tal disposición
testamentaria, disfrutando, pues, de la fortuna y del amor, que es la mejor
fortuna para el simpático conde y para la alegre viuda.

BAILE DE LAS GRISETAS


Grisettas y Valentina Aquí están las hechiceras
de París y sus afueras;
Loló, Dodó, Jou-Jou,
Frou-Frou, Clo-Clo, Margot.
Grisettas Por el boulevard, de noche,
¡tipi, tipi, tipi, tap!,
las grisettas,
pizpiretas,
paseamos sin cesar,
¡tipi, tipi, tipi, tap!
Valentina Son las plumas del sombrero
nuestro emblema singular;
nuestro mote, largo el vuelo,
y a los tontos desplumar.
Aquí están las hechiceras
de París y sus afueras;
Loló, Dodó, Jou-Jou,
Frou-Frou, Clo-Clo, Margot,
¡et moi!

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Todas ¡Ritanturi, tanturete
e voila les belles grisettes.
Les grisettes de Paris.
Ritanturi, tanturi!

VALS Y FINAL
Danilo ¡Dulce sueño que amoroso perseguí,
como dueño silencioso ven a mí!
¡Y en lo más secreto de tu corazón
guarda ocultos los hechizos
de este amor!
Sonia El alma a su ilusión
entrégase feliz,
dichosa de encontrar
quien la comprenda al fin.
Ya la angustia de esperar
se ha trocado en dulce amor;
contigo desde hoy
gozosa soy.
Danilo ¡Ámame!
Sonia ¡Siempre así!
Los dos ¡Y en lo más secreto de tu corazón
guarda ocultos los hechizos
de este amor!
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

Sonia Lindas flores de un bello pensil.


Mirko Donde impera Cupido gentil.
Danilo Las mujeres por siempre serán
de los hombres loco afán.
Todos Mas pensando en el árbol fatal
de la ciencia del bien y del mal,
las mujeres serán, como han sido
y hoy son,
de los hombres la perdición.

FIN

© 1954, Montilla

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