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Lord Byron Ediciones
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Wallace Stevens
El acto de crear presencia
El idioma de la poesía
Es una crónica del acontecimiento.
Un sujetarse a la nada,
Una libertad de nombrar en todo momento,
Como si captar el instante fuera lo único que existe.
El idioma de la poesía
Es la necedad del mundo creando presencia.
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3 La poesía es un alejamiento del mundo,
Una visita a ciertas dimensiones
Para nombrar a un hombre Donde se extrae un espacio que no existía
se necesitan todas las palabras. Y que sólo las palabras definen.
La poesía es una entrada “brusca” en la realidad.
Roberto Juarroz
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A veces, cuando un mundo distinto se nos viene encima,
Buscamos la referencia por todas partes Vivir en la poesía,
Como si definir fuera lo más sencillo. Acomodarse a un espacio
Donde haya que aniquilarse
A veces, por un simple afán del instinto, A cada instante.
Dejamos que las palabras nos retumben la frente,
Creyendo muchas veces que todo está dicho. Vivir en la poesía
Como se vive la última batalla,
Y así, pensamos que lo más justo Ser parte del simulacro del mundo.
Es aquéllo que nos habla de frente,
Y que ningún nuevo mundo contiene Vivir en la poesía
La palabra que resuelve vidas. Y reconstruirse,
No sea que se termine
Nombrar sin palabras a un hombre Por ser lo definido.
Es inventar un pretexto
Para no decir nada. Vivir en la poesía
Como el mejor sitio
De supervivencia.
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Y las palabras adquieren presencia. Alguien puso en mi corazón un lote baldío
Habitar a un costado,
Ser fieles al silencio
Y al mar que se agita en el pecho.
Habitar como un simulacro, 1
Una puesta en escena
En las inmediaciones del ser. Hay una raza de hombres que caminan de costado
y guardan un rostro distante en cualquier funeral.
Habitar el lado más incómodo,
Ser de aquellos Nosotros: los que vivimos en cavernas ocultándonos,
Que marchan por oficio pidiendo al viento su soplo más vil.
Llevando a cuestas un ligero atavío.
Nosotros: los avasallados, cuya presencia mide rostros,
Habitar invocando y enferma de ansiedad a quien nos nombra.
Con el corazón desierto
Y el ansia de quien vive Hay una raza de hombres que padecen en silencio,
Anhelando la noche. como todo dios padece un pedazo de su creación...
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Quien habita en lo profundo Alguien incrustó una daga
mira de frente por costumbre, en mis ojos
camina desnudo en praderas de nadie y espera que grite su nombre
y lleva en la sangre una caída. cuando miro hacia el cielo.
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Un giro que sea de otro, Soy buscador de deshechos,
que corte la respiración y el sentido, caminé junto al creador
que sea bucólico, laxante, la vez que decidió
y que sepa marear el alma, que ninguna criatura sería perdonada.
igual que un vino barato
marea la conciencia. Por eso celebro al mundo
toda la parte incómoda
Un giro que sea dolor exquisito, que a veces le sobra...
suicidio de creador
o placer de condenados;
un giro por lo que menos abunda, 8
o por cualquier funeral
en los brazos de quien se ama. Padecer la insuficiencia,
el viento seco y los placeres sin rumbo.
Y giro también por
la necesidad de consumirse, Atarse una soga en el pecho
como se consume una braza cuando algo nos hostigue los días.
que nadie notó. Un giro sí:
que sea de esos que de veras arrasan. Pregonar el evangelio y dividirse el alma,
igual que se divide el botín de un vagabundo.
7 Padecer la insuficiencia
como el grito que acostumbra perseguirnos
Soy buscador de espacios, cada vez que alguien decide no avanzar más.
hay tantas quimeras desperdiciadas
que a veces me enredo en una sonrisa Padecer la insuficiencia
para buscar los paisajes que niegan la luz, como se padece la mirada de alguien que muere,
como todo hombre se niega al mundo. como el crepúsculo en silencio y el olor de un ataúd.
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9 y comience por creer en ese principio
iracundo llamado realidad.
Hay días en que sólo soy
como una patada en el rostro 11
de alguien que nunca ha sido.
Hay veces en que prendido
Días en que sólo de un abismo me rehúso a caer,
me dedico a señalar espejos, como si el alma fuera un cielo
en que mi lengua perece que saliera del pecho.
y ni yo mismo sé de mí.
Hay veces en que hasta aquello de Dios
Hay días en que no se existe es algo que también me duele.
para la escala zoológica...
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Yo camino con bandera de impreciso
A veces los días no bastan y siembran vientos y una sonrisa oculta en las entrañas;
que como espinas silenciosas me dirijo a quienes se consumen con paso firme
van deslizándose por todo el cuerpo y pregonan que existe un sitio deshabitado.
hasta cubrir aquello que nos define.
Yo no regalo amuletos ni paraísos de carne;
A veces, como si fuera una estaca de vida, pido al viento que sople sin prisa
la fe se nos va de las manos, y reposo a la intemperie,
igual y a esas mañanas cuando se piensa buscando los tesoros que nadie escucha.
que seguir adelante es un privilegio,
como si bastara con saber
que alguien ya no respirará más. 13
A veces, cuando una luz cegadora se cuela por mis ojos, Quiero gritarle al mundo
prefiero unirme a un canto aparente, que ya no sea esa piedra aparente.
no sea que el mundo se me venga encima, Que soy terreno baldío,
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y que de nada sirve llorar un accionar silencioso
y ser como esas bestias buscando la belleza
que se alimentan en tierras en paisajes humanos.
donde ya nada existe.
¡Sí! Quiero gritarle al mundo Mi vida ha sido
que yo también fui blasfemia. tomada por un imperio,
es resultado de un
encuadramiento oblicuo
14 donde todo es
demasiado cercano.
No, yo no quería libertad.
Sólo una salida.... Mi vida es, por cierto:
una constante desigualdad.
Franz Kafka
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Hay puertas hacia
un trasfondo de vida, Abro una puerta
salidas que sólo y me inquieto desde el otro lado
dibujan cavernas. sintiendo al mundo erosionar,
Hay puertas que igual a como erosiona toda
sirven de consuelo, criatura de Dios.
recordando la falta
que alguien cometió Abro una puerta
por creer en la necesidad y escucho lo que está en otra parte,
de toparse consigo mismo. una condena a mi carne,
un acontecer sin patria
en las horas de calma.
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Abro una puerta,
Mi vida ha sido una y un precipicio me envuelve
constante desubicación, como a cualquier cazador
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condenado al paisaje. añorando la noche,
como la brújula del marino
añora un lugar de reposo.
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He creído en el mundo 19
hasta cansarme,
tomé de éste un sitio Hoy le puse a la verdad
para guarecer nimiedades. un atuendo
He caminado en el mundo, descalzo, y reposé en el extremo
como atravesando un pantano. del mundo,
quise saber dónde se está
He vivido en el mundo, es cierto, cuando se piensa en él,
me alimenté de sus laberintos y no queda más remedio
y de ciertos manjares que consolarse
que cuestan menos con tocar un punto firme,
que un simple tropiezo. al menos un sueño.
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y crecen sin medida, Dicen que hay palabras
exigiendo un cobijo divino. que pueden cambiar a un hombre,
y es que desde hace mucho
El amor es el horizonte yo ya no sé lo que soy,
donde reposa una voz mas sigo creándome,
pugnando por salir, destruyendo lo que alguna vez fui,
y si unos oídos le llaman esperando que de un momento a otro
ha de aparecer como te atrevas tú a nombrarla.
un negro desierto
en el que no existe el día.
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Alberto Caeiro
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Poemas desde la raíz II
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y cultives semillas en aquellas costas
con tus labios, que carecen de viento.
los mismos labios Yo tengo un nombre
que alguna vez que se prolonga por todas partes,
sellaron mi abismo, consume los años
y si quieres, que inyectan cicatrices,
si aún te apetece, y llora de incendios;
descubras cómo el viento sabe del temblor
seca tus ojos. que ocultan las entrañas.
IV V
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a través de una tormenta. VIII
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la silueta interior el trago que inventamos
y ver con el lenguaje del vidente... para ahuyentar a las fieras.
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se alimenta de carne. y reclaman un sitio
en la corteza del tiempo.
Soy del exterior
hijo del viento, Hay voces que expresan
tengo la mirada distante, la dicha de amanecer sin cadenas,
el hambre de un siervo, que nos miran de reojo
la irritación en la piel con la sonrisa incierta,
y una nostalgia enterrada. robándonos el hambre
que alimentamos con fieras.
También soy heredero
de las tierras baldías Hay también emociones
donde crecen memorias que nada saben de voces,
y se agitan los años; y palabras que cortan
mientras corra un mensaje sin siquiera expresarse.
en mis noches,
y un crepúsculo Mas permítanme hablar
ilumine mi rabia, desde la pérdida...,
me codearé con las alturas porque sé del terror
para mirarme de frente, acumulado en cualquier cicatriz.
como un halcón pedestre
que carece de nido.
XVI
Soy del exterior,
hijo del viento. Inventemos un juego
donde cada quien haga lo que le plazca,
un juego sin ganador ni disputa,
XV que permita deslizarnos
como viento insumiso que cual más emigra.
Hay palabras que no tienen voz, Inventemos también un solo juez,
y heridas que jamás se acumulan. que únicamente nos observe caer y levantarnos,
Hay palabras que sólo y ría con nosotros,
expresan silencio, ¡no de nosotros!
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Y si es posible aún: y nos atan a un abismo.
inventemos un conjunto de reglas
que sólo sirvan para romperse, Plantémonos en el viento
pues todos los juegos necesitan de reglas. como el polvo aparente
Así, el juego será perfecto, que resopla hacia el cielo,
como perfecto morir o como aquella mirada
habiendo jugado varias veces. que se nutre de voces
y siempre intenta
contener un destello.
XVII
Respirar en la tierra
Vengo de tierras videntes nos vuelvo obsesos del vértigo,
y cielos de arena, creemos que ahí donde nace un puente,
de ahí, también ha de nacer cualquier borde.
de más allá
de una herida.
XX
XVIII ADMONICIÓN
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de un solo puerto, Mas también hay exteriores
quienes llueven hacia adentro, que permiten a juglares
y aman la tempestad por sobre todo. deslizarse en sus dominios,
robando los rostros que aún son semilla.
XXI
XXIII
Busquemos una salida
que nos hable desde las entrañas, Vivir como una planta,
y libere nuestra carne expandiendo semillas,
de esta voz errante. caminar con la sonrisa oculta
y no dar tregua,
Busquemos por todas partes: ir con la conciencia pegada a los zapatos,
a través del espejo, igual que se lleva una espina en la sangre;
en el fondo de dos corazones, mirar la esperanza de reojo,
en cada dicha no consumada. medir la espesura de aquello que nos enfría
sin darnos cuenta,
Demos un salto hacia cualquier sitio, alimentarse de insomnios y tormentas
que nuestra vocación cada vez que el porvenir nos asfixie,
se convierta en el afuera, romper el dique que aprisiona nuestras manos,
y un frío certero nos penetre los poros. pero sobre todo:
mirar hacia todas partes,
Hay encierros que sólo son penitencia. sacudirse el polvo,
que por una azar de gravedad,
provoca que caminemos por senderos subterráneos.
XXII
Vivir como una planta: en posición vertical.
Hay cárceles que nos miran
como intentando posarse frente a nosotros.
Hay criaturas que habitan los espejos XXIV
regocijándose de ansia
cuando avanzamos a su encuentro. Soy la espina que habita en las nubes,
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el llanto de un relámpago errante, sabes que acostumbro la noche
aquella sombra interior y a mirar abismos de reojo...
que resucita a cada paso.
XXVIII
XXV
Dices que el mar está por venir
Yo amo los paisajes y que difícilmente podré izar mis velas;
que se nutren de abismos, hablas de lo sencillo que resultaría volver a aquel sitio
aquéllos donde florecen caídas donde existíamos a la par.
y siempre queda un viento inconcluso. He librado senderos con una soledad transparente,
me eduqué al trote de las langostas
y puede vanagloriarme de conocer el abismo por unos labios;
XXVI qué más da que venga el mar,
sé deslizarme sobre ríos que fluyen sin necesitar que el viento los agite...
Hay vientos
que invaden nuestros poros
y reflejan silencio, XXIX
como un río de espinas
congelando la sangre Alguna vez me preguntaste si mi pluma se movía pensando en ti,
de quienes sólo saben tú sabes que escribo
salir de su piel. desde el sitio donde habitas rodeada de tu silencio,
desde aquel mar que nos envuelve como una nube.
No creas que no comprendo que unos brazos
XXVII te cubren para mirar el crepúsculo,
que labios nocturnos recorren tu epidermis,
Conozco mujeres de viento, y que sabes de un faro
las tierras donde su soplo corta confundiendo el rumbo de los náufragos.
y el ámbar que las envuelve, Pero yo sé de una costa y de un paisaje sin nombre.
tú sabes que soy vertical, Sé del viento que te enfría
me muevo de un sitio a otro y de una cicatriz que ocultas en la piel,
y tengo oficio de cascada, de esa sonrisa que guardas al final de un encuentro,
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y de una lágrima a la espera del mejor instante. Memorias del vigilante
Por eso: no me preguntes si tu nombre reposa en mi pluma...
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Fue así que tomé mis pertenencias: donde habitan criaturas que crean su propio calor
una brújula eléctrica, y miran de vez en cuando un haz de luz.
la cantimplora de mi madre,
los dardos que descubrí en la pradera. Mi hambre es de viento,
de soledad en creciente,
Lo primero que hice fue sentirme pastor, es la escasez de un sitio en la penumbra.
”si he de ser tal llevaré mi rebaño hasta el más alto monte,
todas mis ovejas conocerán la caída...” La fiesta me enseñó el cadáver ceniciento
de una princesa bestia.
Soy el filo del vértigo inundando el horizonte, Ingerí el elixir que hace tormentas,
construyo el movimiento sin medida, las vírgenes supieron de mí
la cábala insuficiente y vil. cuando visité sus dominios una lluviosa mañana.
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CANTO II se ha desprendido de sus raíces?
¿Acaso sus pétalos ya no se humedecen?
Fui de aquellos infantes que se atrevieron a sublevarse, Miras de reojo como buscando un murmullo
luché con la rabia de un siervo, que secuestre tus noches.
y mis aires de conquistador supieron de la tregua
oculta en la sonrisa y los labios de una mujer... Has abandonado tus dominios,
¡Una mujer es un puerto que no acepta ancla!, necesitas volver a la isla
conoce los faros que guían a la tempestad, donde algunos náufragos
su rastro es el más dulce, se alimentarán con la corteza de tu nave.
sus ojos un abismo sin fondo.
Eres la de todos los rostros,
¿A dónde fuiste marítima mujer? el aire de tormenta inundando
¿Qué estrella fugaz ha corrompido tu brújula? los sueños de quienes todavía
Las velas de tu nave repelen el viento, humedecen sus mejillas.
marchas a la deriva invocando un atardecer y dos lunas.
Yo aposté por un incendio
Hoy que mi amor se resguárdese, y me brindaste la epidermis solar,
te diriges al sitio donde acostumbras reunir tus ejércitos, pero tu medida es de silencio,
háblame desde más allá de aquel lugar prefieres que el viento consuma tu eco.
en que te cobijas con palabras rotas.
¿A dónde irás liberadora de anclas?
Combates a las bestias con la energía de los esclavos, ¿Acaso ningún mar puede llevarte al equinoccio?
llenas de humedad lo que tocan tus manos, ¿Al crepúsculo donde habitan los herederos
y siempre consigues que alguien del brebaje que nutre de amor a todo puerto abandonado?
se ahogue frente a ti con el banquete ancestral.
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Fui el consejero de un dios terrestre y sé también llorar en el subterráneo.
cuyos dominios atentaron contra el mar,
obtuve los favores de una princesa de agua
y robé el corazón de la tormenta. CANTO IV
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Sé de una guerra en la punta del abismo, siempre será posible inundarse,
poseo la destreza del artesano,
el aire que intoxica los pulmones librar batallas de ansia,
y el refugio de sangre no derramada. romper los umbrales celestes;
el filo del viento sopla
Aprendí la entonación celestial y penetra en los poros más ocultos.
con esa perversidad
que acumulan los infantes, Soy metafísico lo mismo que lunático,
me limpio los labios con un líquido espeso expando la virtud del verdugo más cruel,
y siembro de brazas las profundidades del mar. también dormí a la intemperie
y supe de paraísos subterráneos.
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supe de rostros de vidrio CANTO VII
y cenizas espurias
que habitan en la piel. De entre todos los paisajes,
tan sólo amé los del instante.
Muchas veces fui cortesano
en reinos de arena Era el tiempo donde nada reposa,
que atentan contra el viento. donde emprender un vuelo
resultaba peligroso,
Otras me batí en duelos sin tregua, y las aves viajaban a una isla desierta.
me alié con el desierto
para asesinar ciclones Era el tiempo de callar,
y escalar todas las dunas. un sitio más allá del crepúsculo
donde en plena comunión
Mis viajes abarcan cualquier horizonte, con las horas parcas,
tengo mi propia estrella se descubre una esencia voraz.
y un faro errante.
Mis pasos no dejan rastro, El tiempo de un paisaje oblicuo,
nadie puede seguirme la esencia de nuestras tormentas
pues ninguna sombra reposa detrás de mí. y de aquellas emociones
que encerramos en la carne.
Llevo el signo de los años
como una llaga invisible Yo amé los paisajes etéreos,
que lubrica mi piel. calcomanías de un solo rostro
que existen detrás del espejo.
En cada reino que visito
soy el juglar incómodo Y amé también las distancias
que relata los tiempos como a cualquier cicatriz,
donde escasea la sangre. forjé un imperio
cada vez que hablaban mis años,
Alguna vez hice de príncipe y bufón, y pude codearme con híbridos santos.
usurpé el lecho de los reyes,
y fui el profeta de un dios de barro. De entre todos los paisajes,
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prefiero aquellos donde no hay paraísos. que ha robado al viento
su soplo más vil.
CANTO VIII
CANTO IX
Soy de raza silvestre
que suele inventar ríos. Cuando dormí a la intemperie
Por mis venas corren espinas y lluvia supe el secreto que guardan las flores,
y un huracán innombrable. respiré la espesura del éter,
y ya no fue necesario cobijarme los poros.
Ciertos siglos visité el monte
donde habita la voz He conocido criaturas de viento
que acostumbra alabanzas, que viven por el horizonte
ella me mostró un sitio profundo donde habitan espejismos.
y una verdad concurrida.
Reposé junto a moiras grises,
Soy también de una raza vírgenes perpetuas
iniciada en el arte hermético, y diosas con cara al sol.
fundé mi propio santuario
y fui el verdugo Mis manos asían los remos
de un paraíso pedestre. de una embarcación lunar
que visita cualquier estrella.
En ciertas guerras vestí
con hábito púrpura, También pude mojar mis labios
me atrincheré en mi esqueleto con la sábila eterna del vagabundo;
y pude ganar la batalla sé dormir a la intemperie
de un sueño luz. como un cíclope vigía
al que le angustia el crepúsculo.
Tengo raíces en la piel
y una patria en las venas, En praderas de nadie cultivé mi voz,
soy de raza silvestre, asistí al nacimiento de un laberinto,
el vigía con mirada de espina y pude hurtar la sonrisa
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que guarda el rocío. Exvotos
CANTO X
I
Vengo de atrás del horizonte,
donde los sueños Yo no quiero que me definan con una costilla de barro,
construyen su propio epitafio ni que digan que mi sangre pesa menos que el mercurio;
y una sombra divina mi vuelo es vertical, sin orillas...
se posa desesperada. Yo no quiero una sombra amartillada a mis huesos,
ni un silencio meloso que ensordezca a la angustia.
Vengo de más allá del instante, Busco una cama de espinas donde pueda reposar sin paz
camino quebrando espejos, y mi llanto se pierda en la penumbra,
viendo eclipses solares sin siquiera escuchar el eco de los dedos recorriendo mi carne.
y hurtando a las vírgenes Yo no quiero un retrato decorando las casas de quienes buscan consuelo.
su sal más profunda. Sólo deseo un rincón para mirar el horizonte azaroso,
derramando una gota seca que me libere, me aterrice, me desangre...
Me alimento de distancias
y de una que otra cicatriz,
fui pederasta y burgués II
con la misma delicadeza
con la que el arriero Hay que buscar la hipodérmica libertad
rehuye de su imagen. que nos brinda el eco de las nubes al pasar por el viento,
la inaugural dimensión de sentirse ensimismado en sí mismo,
No tengo inicio ni fin como una lubricante piel ahogándose en su propio sudor.
pues vengo de tierras distantes,
de ahí donde habita Hay que tender la frente al corazón de las llagas que consumen la risa,
nuestro insípido abismo, como cuando asistimos a un funeral en una lluviosa mañana,
y se cultivan raíces siempre y cuando los nervios no se nos atoren en los huesos...
que crecen sobre el viento. Habrá que ver hacia el fondo de un lago,
antes de despertar todas las noches implorando a las sombras una
concesión más;
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seamos como una astilla incrustada en la palma del pie, V
de esas que constantemente nos recuerdan nuestro verdadero peso.
Mi piel es sumamente áspera,
repele la sangre, el viento,
III no existe una sombra que le acomode,
cuando río produzco un eco aparente, inusitado;
Espiar en nuestra propia sombra cuando no haya más que residuos... cada vez que suelo morir, las aves conocen el vértigo.
Aprender el arte de mirar la transparencia,
de ir por la orilla del río espiando; ****
internarse en algún laberinto
dirigiendo nuestro ocio, reír ante cualquier precipicio. Ser como una grieta en el cielo
Asistir a hospitales vestidos para un banquete, propagando un grito ensordecedor que macere las cosas,
caminar bajo la lluvia con los ojos cerrados, como la fe,
no sea que alguna vez intentemos una ejecución de malabarista. que se derrumba a cada rato.
Quebrantar nuestros huesos hasta el amanecer, En las mañanas,
sumarse a la conquista de una que otra pesadilla. nos pesa el exceso de luz,
El terror es tan insano que siempre nos engaña con espejos. ningún resplandor nos acomoda,
la fluidez de tanta verdad ha cegado la vista.
Cuando creemos que por fin una causa decente nos ha convencido,
IV escupimos el cristal que refleja esa imagen sin sombra;
medimos los días con una regla transparente,
Por sobre la llanura silenciosa donde reposan mis restos, no sea que alguna vez la oscuridad nos agarre por sorpresa,
por la pálida simplicidad de sentirse quebrado, tieso, sentimos terror frente a un atardecer,
así me cubre el porvenir puesto que,
cuando acostumbro detenerme a mirar el rastro que deja mi esqueleto. una vez más:
Sé limpiarme el sudor con los labios, pediremos tregua.
no sea que hasta mi propio veneno me asfixie; Ser una grieta,
me uno a quienes disparan flechas, fracturar la epidermis de todo,
quienes sienten simpatía por los parásitos que se alimentan con la con el sólo propósito
propia bilis, de robarle esa corteza aparente que a veces ahorca.
aquellos insanos del común uso.
Por eso también navego en una balsa de espinas. ****
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Ser también la corteza olvidada del viento, ****
internarse en nuestros poros
por el simple hecho de mostrarse aparente. Sé lo que es permanecer derrotado como un ave sin alas,
A veces pensamos que padecer estriba en dolerse, si alguien se atreve a robar mis tormentos,
igual que una herida sangrando hacia adentro, sólo podrá regocijarse con la parquedad.
o como el llanto anterior del recién nacido; A veces me harta el ser únicamente yo mismo
padecer no es materia que se recicla en temporadas, y no ese otro que sepa engañar a una imagen;
ni los gritos encarnizados de quien sufre cómodamente. si debo deslizarme junto a los demás
Seamos esa corteza olvidada, escondo mi sombra,
que nada se libre de nosotros, lo insípido siempre me desangra.
atentar contra sí mismos,
moverse a la deriva como un puerto sin nombre. Voy a crear un imperio
que sepa también derrumbarse de vez en cuando.
****
64 65
Excepciones aprendí que la tempestad no necesita de algún pretexto
para que su paso ahogue a cualquiera.
****
I
A veces,
Preciso pues congelar la mirada me da por excavar un hoyo en el viento
cuando hemos dispuesto salir gritando para fugarme hurtándole al cielo
que no somos ni una mínima parte, aquellas cadenas que guarda celosamente,
la que nos coloca al borde de aquello sentir cómo se desprende de mi carne
que solemos dibujar con movimientos. la gravedad de un esqueleto,
Yo busco un abismo en cada río arremeter contra las cosas sin ningún fin,
donde nado a contracorriente; porque,
ni siquiera he podido inventar una fábula no es para menos cuando nuestros pies
para expulsar el dolor que me ciega la piel. se han cansado de cargar una piel
Vago como cualquiera, que se disfraza en las mañanas.
me interno en los dominios de lo mundano,
del fuego inhóspito que abraza los sueños, A veces,
de la aterradora libertad para disponer de mi esqueleto. también quisiera desprenderme de mi sombra,
¡Por eso puedo ser también una excepción! de esa tibia y frágil corteza
que recubre una mentira.
II ****
Las excepciones son escasas, es cierto, Yo formo parte de quienes han mirado la debilidad en sí mismos,
abren brechas, aquellos que fingen llorar en silencio.
inundan de sombras que maceran un porvenir, Me uno a la embriaguez que provoca una tormenta,
aunque difícilmente soportan la inmovilidad. a los que lanzan piedras al mar,
Soy una excepción como las rocas del desierto, sabiendo que no conocerán libertad sin pérdida.
como el lamento de los coyotes en la espesura nocturna; Soy camarada de los pederastas,
aun así, sé gritar hasta disolver mis pulmones, de cualquier iracundo que vende su rastro por el simple hecho de
marchar un codo adelante; mostrarse,
66 67
por la obstinada conciencia de asesinar todos sus ídolos. Impío
68 69
**** Soneto
A Pablo, mi hermano.
(1973-2003)
Ha nacido un espíritu robado
Estoy enfermo de una palabra ausente que todo padre oscuro ha concebido,
que condena mi carne a temblar, ángeles y demonios lo han prendido,
si miro al horizonte, coronando su dicha ¡sea alabado!
acostumbro a posarme sobre brazas de ceniza,
he visto una caverna en el cielo, Sea su nombre misterio desterrado,
el lunar que oculta el sol. sea su sombra reflejo incomprendido;
este ser vive más que lo invivido,
Estoy enfermo de silencio, peca más cuando todo ha terminado.
de una carencia total de aliento,
de ansia, Nuevos dioses le brindan soledades,
aquella sonrisa de la hiena. antiguas llamas cubren su regazo,
traspasa noches, mitos, cavidades,
He mezclado mi sangre con la sal más profunda.
Mi nombre es la humedad del viento Habita un universo de rechazo,
moviéndose sobre praderas abandonadas. suele contar historias de verdades,
suele morir, nacer en el ocaso.
Mido el dolor sin mirar hacia abajo,
sé que cualquier guerra es un tributo al espejo,
a esos rastros que deja la muerte.
¡Sí!, mi enfermedad es un combate...
70 71
FÁBULAS IRRESPONSABLES
Todo es escritura, es decir fábula.
¿Pero de qué nos sirve la verdad que tranquiliza al propietario honesto?
Nuestra verdad posible tiene que ser invención,
es decir
escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura,
todas las turas de este mundo.
Los valores, turas,
la santidad, una tura,
el amor, pura tura,
la belleza, tura de turas.
Julio Cortázar
El hacedor o la elaborada mentira
77
Pero hay otra clase de eructos que provocan una risa sofocante,
como aquellos que expulsan los bebes frente al seno materno, o los
Eructos de la mascota favorita cuando juega con algún niño.
****
****
78 79
Cómo llorar de pie Parábola de la caza
80 81
Vacuidad cotidiana Vuelo Vertical
Ayer caminaba de la mano del silencio y me detuve a escu- Todo comienza cuando uno se harta de mirar hacia abajo.
char el eco de las hojas caer, la fluidez con que se desliza el sudor Primero que nada, olvidémonos de medir el tamaño del vérti-
sobre mi piel, un sonido de cadenas cuando la realidad le pasa a go, cualquier batalla con lo pedestre, así nuestra guerra no conocerá
uno por enfrente. tregua alguna.
No supe qué hacer y me dediqué a regocijarme con mi esque- Ser la insuficiente libertad de virar por sobre el nivel menos es-
leto, a planear simulacros en pos de las costras que suelen dejarnos carbado, permanecer en silencio manteniendo nuestra sombra bien
nuestras falsas arremetidas. oculta, descubrirse cómplices del viento, aunque las aves nos miren
Hoy quizá abra los ojos y decida cobijarme con mi sombra, con rabia.
cada vez que se fracture un monumento. Después, logremos la conquista de una que otra nube, ense-
ñémosle a llorar de a de veras, no sea que su crepitadora sonrisa
nos ahogue los nervios. Todos los vuelos necesitan de alas, los ríos
nacen del mar, la angustia de los atardeceres, el deseo de su propio
filo, volemos a la deriva, con las alas bien puestas, desplegando un
ensordecedor lamento. ¿Por qué no habríamos de visitar una cima?
Miremos hacia arriba, que la sangre nos fluya pesadamente, como
aquella primera vez donde se descubre que el llanto nos roba movi-
lidad.
Habrá que acordarse de nuestros pulmones, de ese pedazo de
carne incrustado en el pecho. Pero sobre todo, que también es posi-
ble alimentarse de las alturas.
Una vez hecho esto, preciso disponerse a caer en picada, sin
concesiones, hasta que el horizonte se disuelva como la cálida brisa
al final de una tormenta. Hasta que nuestros pies aborrezcan posarse
sobre una superficie que nunca ha podido reflejar nuestra verdadera
sombra.
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Odio Justificado Remedio contra la esperanza
Platón desterró a los poetas de su república, pues supo desde el Salgamos a las calles a gritar, a desgarrar nuestro insano esque-
principio que éstos eran los únicos capaces de vencerlo. leto, a sentir los nervios incrustarse en la piel, aunque las cosas nos
sigan mintiendo. Después, sentémonos en silencio, miremos hacia el
cielo, despleguemos las alas, y si perdemos la esperanza no importa,
ya hemos aprendido a movernos, ciertamente.
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Lienzo labrado líricamente Perdido en una cadena montañosa
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eran un espejo que mostraba la claridez más insípida; a lo lejos, una guardar airadamente.
voz dibujó dimensiones donde alguna vez pensé pernoctar; esa voz Mi profesión es ser hombre de imágenes, perdido en una cade-
era dulce, cálida como la piel de un recién nacido, húmeda y etérea na montañosa, supe que la magia existe cuando es posible construir
como la brisa nocturna. con las entrañas, sufrir el hambre más insaciable. El terreno que ca-
—Serás constructor de imágenes —dijo—, no hay nada que rece de realidad es esa cadena montañosa donde resulta preciso ex-
impida a tus nervios desdoblar la sonrisa de quienes buscan y bus- traviarse, donde el verdadero fundamento lo hace uno mismo, bus-
can, y sólo descubren aquello que llevan en la piel, en la epidermis cando un reflejo que de veras provoque vértigo. Mis ojos se abrieron
del alma. Tú estas hecho para lanzar disparos, para impedir que el y ya nunca pude mirar como antes.
terror intente vedar cualquier vuelo. Soy Tlaculinatzi, ¡sí!, el que aprendió a labrar la corteza de la
Desde ese momento el comienzo y el fin serían tenues como la flor, el eco de las nubes, la rugosa piel de cobre. Yo estuve ahí, es
sombra de una embarcación en un mar de silencio. más, ni siquiera sé si sobreviví para dar testimonio. Hacer llover no
En el horizonte, una extraña melodía me indicó el sitio del es fácil, consume sin siquiera uno darse cuenta.
mar, las aves volaron por las nubes mojando sus alas para no llorar.
Aquí era, lo presentí, soy un hombre que va entre montañas, no sé
de la lluvia, mas sí de luciérnagas hambrientas, de cuando alguien
muere en soledad; vi desmoronarse ciudades, ahogar verdades en
vino, prometer paraísos inciertos, ¡pero lo mejor de todo fueron
esas canelígenas vírgenes que roban la dicha!, su piel es profunda
como los atardeceres, ellas saben que un hombre necesita llorar, su
táctica es simplemente mostrarse, son tan ligeras que vedan en el
día, ¡sí!, esas vírgenes son la exquisitez, la tempestad invernando
en las venas, el dolor más dulce incrustado en el rostro, ¡ah!, pero
¡cómo edifican imperios!
El terreno montañoso es un sitio preciso para inventar fábulas,
para inundarse de reinos, de universos paralelos donde se descu-
bre la profundidad de aquello que sólo a los hombres les pertenece.
Cada monte surgió majestuoso, mostrando una corteza escabrosa,
atrayente, revelando esa majestuosidad de sentirse ensimismado en
un esqueleto, en los poros de una piel que construye su propia men-
tira...
Aquí me extravié, no hace falta decir cómo me regocijé mi-
rando una tempestad que ahogó lo que alguna vez mi morada supo
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Me gusta el azar y que el tiempo me hostigue de vez en cuando.
Aunque otras veces me gusta que no me guste nada.
Me gusta sentir el vacío envolverme de mí mismo. ÍNDICE
Me gusta el silencio y el frío,
el amor con cicatrices,
los abismos con vértigo.
Y hay tanto que me gusta, 13 El acto de crear presencia
que acabaría no gustándome saber que ya no pueda decir lo que me 17 Alguien puso en mi corazón un lote baldío
gusta, 30 Poemas desde la raíz
si en todo esto faltases tú... 47 Memorias del vigilante
61 Exvotos
66 Excepciones
69 Impío
71 Soneto
FÁBULAS IRRESPONSABLES
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