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PROFESORADO N°4
ÁNGEL CÁRCANO
Lengua y Literatura
Curso: 2° año
1
CAPÍTULO LXXIV
De cómo don Quijote cayó malo, y
del testamento que hizo, y su
muerte. (Fragmento)
FIN
(Cervantes, 1615)
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Índice Páginas
El Barroco 5
La obra. 7
Rasgos generales 7
Argumento 7
Género 7
Ámbito:
Temporal y geográfico. 8
Espiritual 8
Social 8
Personajes 8
Estilo y lenguaje 9
Temas y motivos 11
El autor 13
Vida 13
Obra 13
Inspiraciones 14
Trascendencia 14
Conclusión 15
Bibliografía 16
3
Introducción general al presente trabajo
Don Quijote de la Mancha es una obra cúlmine de la literatura universal. Escrita por Miguel
de Cervantes Saavedra es un ícono ineludible de la modernidad, es la segunda obra más
traducida y editada, superada sólo por La Biblia. Pertenece al llamado “Siglo de Oro
Español” que se produjo entre los siglos XVI y XVII en España. Es considerada la primera
novela moderna debido a su:
Estructura orgánica (episodios engarzados)
Polifonía (encuentro de gran variedad de voces)
Narrador (que se involucra y se mete dentro de la obra formando un vínculo con sus
personajes)
El curioso
impertinente
Se ubicará en los aspectos relevantes sobre la misma, el contexto en el que fue producida y
en su autor. Siendo así, se encontrarán cuatro apartados; además de los tres puntos
nombrados anteriormente, se incorporará uno con una síntesis de todo lo expuesto
anteriormente y la bibliografía donde poder buscar lo aquí referido.
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Tanto desde lo social, como lo económico, como en lo literario, es en este período donde se
producen grandes cambios, o se finalizan las etapas de transición de los mismos. El Quijote
es “exactamente el momento de cambio” según Dámaso Alonso.
Miguel de Cervantes, autor sin igual, puede ser recordado y amado hoy, sin embargo y para
su desdicha, no fue reconocido de esta manera por sus contemporáneos. Por esto, es tal
nuestro deber de inmortalizarlo y alabarlo por esta genialidad que ha dejado en el mundo
para nuestro deleite.
Esta novela se desarrolla a principios del siglo XVII, momento en el cual la ruina de España
comienza a ser completa en todos los ámbitos. Sucesivas guerras, gobiernos arbitrarios y un
creciente poder inquisidor de la Iglesia, afirmado por la Contrarreforma, estaban provocando
el socavamiento de las instituciones tradicionales. Don Quijote desarrolla entonces un
mundo donde no hay cabida para ellas: los héroes idealizados por el espíritu español, no
cumplen ya ninguna función en este proceso. Consecuentemente, aparece una nueva
mentalidad que tratará de buscar otros valores que sustituyan a los que se están
desmoronando.
En el plano literario se finaliza el cambio paulatino de predominio de la novela sobre la
poesía. Cervantes expone de forma sumamente rica la presentación de las diferentes
perspectivas adoptadas por los hombres del siglo XVII para enfrentar este proceso: don
Quijote niega el cambio enajenándose en una locura que, paradójicamente, alcanza los
límites de la subversión. Sancho es al mismo tiempo, comentarista y partícipe de la
situación. El bachiller, el barbero y el cura son portavoces de la sociedad establecida del
momento, e intentan destruir la actitud rebelde del Quijote, aunque con intenciones
diferentes: el bachiller representa el cambio hacia adelante, el barbero y el cura el freno
recordatorio de ese cambio. También como narrador, asume una postura frente a la
caducidad de valores tradicionales: por una parte, propone una actitud vital diferente a
través de la figura generosa del Quijote, por otra, la crítica al mostrar su derrota final.
El Barroco
5
La literatura barroca tiene un estilo propio que se manifiesta en el modo de tratar los temas y
las formas. Se puede hablar de los excesos formales que tienen por fin romper con la
serenidad clásica. El recargamiento ornamental, lo desmesurado y lo intenso caracterizan la
escritura barroca. El lenguaje se somete a la voluntad del creador, que lo deforma y retuerce
hasta obtener las más recónditas posibilidades expresivas. La intensa elaboración formal
conduce a la búsqueda de un léxico sonoro, exquisito y colorista; al latinismo sintáctico, que
rompe el orden lógico en fortísimos hipérbatos; a la agudeza de juegos de palabras y
conceptos; al uso y abuso de numerosas figuras retóricas. Las referencias mitológicas
tienen la finalidad de lograr una estética deslumbrante, llamativa, artificiosa.
Los contrastes son otro elemento que define la literatura barroca. Los claroscuros, las
contradicciones son rasgos fundamentales en este periodo. Es frecuente la reunión en un
mismo texto de lo religioso y de lo pagano, lo aséptico y lo mundano, lo espiritual y lo
sensual, lo cómico y lo trágico, lo grotesco y lo sublime…
El desengaño es un sentimiento central en la expresión barroca. Esta idea evidencia el
malestar histórico e íntimo del creador, que se plasmará en algunos temas recurrentes. Uno
de ellos es el de la vida como lucha constante, del hombre consigo mismo y con los demás
individuos. La brevedad de la vida es otro motivo literario de enorme aceptación durante el
Barroco. Todo cambia y todo muere. Como consecuencia de esta concepción negativa del
tiempo y su transcurrir, la vida se percibe como inaprensible, con la inconsistencia de un
sueño; en el mismo sentido hay que entender el enfrentamiento entre realidad y apariencia.
Al tratar de literatura barroca con frecuencia se habla de dos corrientes estilísticas opuestas
y enfrentadas: el culteranismo y el conceptismo.
La lírica barroca se destaca por la variedad de subgéneros y temas, que van de lo fantástico
y lo épico a lo religioso y lo amoroso. Los poetas recurren a todas la formas métricas
posibles, bien populares o bien extremadamente cultas.
En la narrativa barroca cabe destacar la culminación de determinados subgéneros que se
habían ido pergeñando a lo largo del siglo anterior. Decaen la novela pastoril, morisca y
caballerescas y la novela picaresca encuentra definitivamente su forma de expresión y
constituye una vía de expresión del desengaño ante las injusticias y las lacras morales. La
novela cortesana tiene un tono y una función muy diferentes. Generalmente se desarrollan
en ambientes elegantes, y da cabida a muy diversos temas, desde los amorosos y los
moralizadores al retrato costumbrista y autobiográfico. La prosa narrativa de este siglo llega
a la cumbre con la producción de Cervantes.
El teatro en el periodo barroco adquiere una excepcional importancia. La perceptiva
dramática en esta época se va desarrollando hacia la creación de la llamada comedia
española, cuyo principal artífice y preceptista es Lope de Vega. Entre las premisas de este
nuevo teatro nacional está el quebrantamiento de los preceptos aristotélicos, la división de
las obras en los tres actos y la creación de las rígidas estructuras dramáticas a favor de una
creativa mezcla de elementos trágicos y cómicos, variedad de estrofas y estilos, acciones
paralelas, etc. Todo ello con un fin primordial: el deleite del público.
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LA OBRA. Rasgos generales
Argumento
Género
7
Narrativa. El Quijote es la primera novela moderna de la literatura universal. En esta obra,
las aventuras se desarrollan no como meros episodios aislados, sino engarzadas,
constituyendo una estructura orgánica. Hasta ese momento, la producción novelesca (de
caballería, pastoril, picaresca) narraba hechos vinculados entre sí, interrelacionados por un
hilo conductor- generalmente el personaje central-, aunque sin llegar a constituir una unidad
estructural.
El mismo Cervantes, en la segunda parte del Quijote, se critica el haber interpolado la
novela corta El curioso impertinente en la adición de 1605, lo que, de acuerdo con su
novedosa concepción de la trama novelesca, constituía una ruptura del hilo narrativo.
Pueden mencionarse los géneros de esta y otras novelitas insertas en El Quijote: Marcela y
Crisóstomo, episodio pastoril al modo de la novela del mismo género La Galatea. Marcela y
Grisóstomo habían leído tantas novelas pastoriles que vivían como verdaderos pastores
(algo parecido a don Quijote con las de caballería); novela morisca, en la historia del capitán
cautivo y Zoraida. En la línea de sus novelas ejemplares, están la serie de historias que
intercala en los capítulos 28 y siguientes de la primera parte, y del género sentimental o
amoroso, El curioso impertinente que se narra en tres capítulos (I, 33, 34, 35).
Espiritual
El humor es la tónica fundamental de esta novela, ya que logra crear un clima de diversión
aparente, aunque con un trasfondo a veces lastimoso.
Social
8
Esta novela es un muestreo de los diferentes estratos sociales de España a principios del
siglo XVII:
La nobleza linajuda (los duques);
La nobleza advenediza (los hidalgos provincianos, pobres como Alonso Quijano);
La burguesía en ascenso económico (el padre cautivo, los mercaderes, algunos
profesionales);
La clase baja (campesinos como Sancho, venteros, servidores);
Otros sectores (no llegan a constituir una clase ni se integran necesariamente con
los anteriores): bachilleres, literatos, soldados, entre otros.
Personajes
Hay cientos de personajes, que conforman un abanico humano excelente para representar a
la sociedad de la época. Los personajes principales son:
Los personajes sufren una evolución a medida que avanza el relato. Don Quijote y Sancho
Panza. Ambos aparecen perfectamente individualizados, cada uno es como es y no se
parece a ningún otro. No se contentó Cervantes con singularizarlos psicológicamente y les
otorgó plena autonomía, su comportamiento en la obra es como habría sido en realidad si
hubieran existido. Esto hace que den una impresión de vida y realidad inigualables con otros
personajes literarios. Don Quijote y Sancho se presentan en continua evolución, no acaban
nunca de cambiar. El caso más destacado de esta evolución lo constituye el proceso de
influencia que el amo ejerce sobre el escudero y recíprocamente, la que el escudero ejerce
sobre el señor. Esa mutua influencia se consuma en el capítulo final de la novela, cuando el
loco Don Quijote vuelve a ser el “buen” Don Alonso Quijano, mientras que el “prudente”
Sancho anima a su amo y le incita a salir otra vez de aventuras. Parece que los papeles se
han cambiado. Pero este final no es inverosímil sino que ha sido graduado sabiamente a lo
largo de la novela. Al comienzo la relación entre ambos personajes no es estable; hay
amenaza de ruptura constantemente; Sancho, que se debate entre la codicia y la ignorancia,
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duda si seguir a su amo para ganar el gobierno de la ínsula prometida o por otro lado volver
a casa. Más adelante, sin embargo, Sancho cae en las redes de la ilusión de Don Quijote:
por más locuras que haga siempre le será fiel; aunque la verdad es que Don Quijote hace
cada vez menos locuras. En este sentido es palpable el hecho de que en la primera parte el
caballero busca aventuras y en la segunda le salen al encuentro. Lo que sucede es que el
caballero andante es cada vez menos andante. Podemos hablar de un proceso de
Sanchificación de Don Quijote y un proceso de Quijotización de Sancho. El escudero se va
impregnando poco a poco del espíritu aventurero de su amo, y Don Quijote recibe la
influencia de su criado (al principio de la novela Don Quijote afea a Sancho el vicio de usar
refranes y al final cuando Don Quijote desea volver al orden y a la realidad también los
utiliza).
Estilo y lenguaje
Hay que tener en cuenta que Cervantes empezó a escribir en un período conflictivo en que
dominaban dos tendencias opuestas: los etimologistas, que defendían la escritura derivada
del latín, y los defensores de la escritura fonética, la de los erasmistas, defensores del
castellano primitivo, admiradores de refranes, la naturalidad... Cervantes está en esta línea.
El estilo de Cervantes responde, sobre todo, a los ideales renacentistas: exaltación de lo
espontáneo y natural. Él mismo critica la afectación y artificiosidad, ya desde el prólogo a la
primera parte. Aunque estos rasgos se perciban en los pasajes idealistas, bucólicos y
sentimentales, este estilo pomposo se ha de interpretar como una parodia del estilo de las
novelas de caballería. Cervantes sabe armonizar el estilo barroco y el natural.
En el Quijote aparecen los diversos estilos de la prosa de la época con predominio del estilo
familiar, llano, pero escogido.
La lengua se caracteriza por la polifonía, es decir, por la gran variedad lingüística:
La lengua de germanías (lengua de los delincuentes) (I, 22).
Parodia de la literatura mercantil (I, 22).
Epístola caballeresca (I, 25).
Lengua de la oratoria (I, 11).
Discurso de las armas y de las letras (I, 27-28).
Amplio uso del refranero, sobre todo, en boca de Sancho. A veces, usa los refranes
en circunstancias imprevistas y de modo disparatado o los modifica para
acomodarlos al momento. Es la acumulación de refranes, más que el refrán en sí, lo
que caracteriza a la lengua de Sancho.
En la novela hay pequeños errores que los críticos achacan a la precipitación: la mujer de
Sancho recibe varios nombres distintos, intercalaciones del tipo “olvidávaseme decir” con los
que el autor da datos a destiempo, hay algún lapsus como el del robo del rucio de Sancho
por parte de Ginés de Passamonte, que después ha recuperado Sancho sin que se nos
cuente cómo. En la segunda parte (II, 3) Cervantes pone de manifiesto que ha tomado nota
del error (Sansón Carraco se le comenta ese error a DQ).
En el prólogo de la primera parte, el amigo con quien dialoga le aconseja “con palabras
significativas, honestas y bien colocadas”, en “oración y período sonoro y festivo” que pinten
la intención y los conceptos “sin intricarlos y escurecerlos”. Llama Rocinante a su rocín,
Dulcinea a Aldonza Lorenzo... por ser más significativos y musicales. Las palabras debían
estar subordinadas a la honestidad, al decoro. Respecto a la sonoridad, a la música,
destaca el ritmo de la prosa. Y, junto a ésta, la llaneza y la claridad. Lengua, en fin, para
todos. La lengua literaria es rica en los más variados recursos.
Destacamos los más significativos:
Uso de tópicos. Incorpora la lengua popular con sus más variados refranes, frases
hechas, etc. que modifica a su antojo.
Comparaciones: “Iba Sancho en su jumento como un patriarca”.
Metáforas (tropos): “Llegaron a la mitad de las entrañas de Sierra Morena”. A
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veces el juego metafórico es una parodia.
Antítesis. El recurso más común en la obra. Aparece en el habla culta y en la
popular. “El ventero, por verle ya fuera de la venta, con no menos retóricas,
aunque con más breves palabras, respondió a las suyas.”
Sinonimia. Usa sinónimos con profusión en la primera parte, y bastante en la
segunda. Era común en la época el desfile de palabras por parejas. En Cervantes
no es un recurso de alarde retórico, sino de realce expresivo y, a veces, intención
burlesca.
Repetición. No es descuido, sino que responde al juego expresivo. El
redoblamiento de palabras era propio de la lengua poética. Las formas son muy
variadas: se dan a comienzo, en el interior o a final de frase. A veces, con el
políptoton: “Desde que Apolo fue Apolo, y las musas, musas”; “Vestida de finísima
bayeta por frisar, que a venir frisada (políptoton).
Elipsis. Muchos pasajes que parecen incomprensibles o incorrectos se aclaran si
se tiene en cuenta este recurso: “Sé, tan cierto como ahora es de día, que
Durandarte acabó los de su vida en mis brazos”.
Juego de palabras: “Os ruego que escuchéis el cuento, que no le tiene, de mis
aventuras” (No “tener cuento” era ser incontable); “En ese tiempo solicitó don
Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien (si este título se puede dar al
que es pobre)...
Paronomasia, aliteración, rima. El juego fónico ocupa lugar especial:
“Cosas y casos acontecen a los tales caballeros” (paronomasia); “Como no hallé
derrumbadero ni barranco de donde despeñar y despenar el amo...” (aliteración y
paronomasia).
Niveles de habla. Cada personaje habla como le es propio a su condición y
cultura. Pero, a veces, Cervantes introduce la palabra, la expresión que no es
propia al discurso del personaje. Esta mezcla de niveles lingüísticos es uno de los
aspectos más sobresalientes del estilo.
Temas y motivos
Temas principales:
La misión caballeresca y el choque entre realidad y fantasía. Estos temas se proyectan en
dos dimensiones diferentes: el primero, emerge de la lectura en forma objetiva; el segundo
se muestra al lector como consecuencia de lo anterior, y evoluciona a lo largo de la novela.
Tal como señala el crítico Martín de Riquer, en su primera salida es don Quijote el que
desfigura la realidad desdoblando su personalidad; ya en la segunda el hidalgo y el
caballero son una misma persona, aunque la confusión entre realidad y fantasía subsiste; en
la tercera salida, en cambio, el héroe percibe la realidad tal cual es y son los que lo rodean
quienes intentan retenerlo en el plano de la fantasía.
Otros temas son:
El hombre como un ser en continua evolución. Don Quijote: cuerdo, loco, loco-
cuerdo, cuerdo. Sancho también evoluciona, es mucho más inteligente y completo en
la segunda parte.
El hombre en conflicto entre la realidad y la ficción; entre la realidad interna del
personaje y la realidad exterior. Este contraste produce, en muchos pasajes, efectos
cómicos. Lo que parece desprenderse del Quijote es que el mundo del hombre, la
vida humana es, ante todo, equívoco; que no hay certeza posible, que el mundo es
susceptible de varias interpretaciones. DQ confunde la realidad en la primera parte.
En la segunda mucho menos, pero entonces son los demás los que se esfuerzan en
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que interprete erróneamente la realidad (Sancho que quiere que crea que las tres
labradoras son Dulcinea y sus damas, los duques que quieren que viva en la ficción
de los libros de caballerías). También Sancho distorsiona su percepción de la
realidad, se sumerge en la aventura de Clavileño, dice que ha visto la tierra desde el
cielo, que ha jugado con las cabritas, etc. Pero hay otros personajes que distorsionan
la realidad. Por Ejemplo: doña Rodríguez que no se percata de todo el montaje que
los duques hacen para burlarse de DQ y divertirse ellos y su corte, y cree que don
Quijote es realmente un caballero andante.
El amor, pero un amor ideal por parte de don Quijote, que es un ser casto, y un amor
más real por parte de otros personajes que puede traducirse en deseo, impotencia,
frustración, fantasía, consumación...
La libertad. “Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”
(II, 58). Otros ideales: el valor, la justicia.
El honor. La dignidad del hombre no depende de circunstancias externas (fama,
opinión...), sino de la intimidad de la virtud individual.
La literatura. En el Quijote se habla de poesía, libros de caballería, teatro; de las
letras en general. En ocasiones, Cervantes, en la segunda parte, se convierte en
crítico de su primera parte o del Quijote de Avellaneda.
Amistad entre don Quijote y Sancho. Su relación es cada vez más estrecha.
La justicia. Don Quijote como caballero andante tiene que impartir la justicia, pero no
una justicia basada en las leyes sino en unos principios utópicos.
Motivos:
Aunque la posteridad ha analizado e interpretado esta obra desde las perspectivas más
inauditas, el caso es que el fin último de la obra es la parodia de los libros de caballería.
Gracia y comicidad hicieron que “...los niños la manoseen, los mozos la lean, los hombres la
entiendan, y los viejos la celebren” (dice Sansón Carrasco, personaje de la novela).
La segunda parte acaba con las siguientes palabras: “No ha sido otro mi deseo que poner
en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de
caballería… (…)”
Cervantes compartía con los detractores de los libros de caballería sus ideas sobre
moralidad (enseñaban obscenidades), sobre lógica (enseñaban cosas absurdas) y sobre
estilo (estaban mal escritas).
Los hechos fabulosos de la caballería se mezclaban en los romanceros impresos con los de
los paladines épicos; en ellos, junto con los temas de la pérdida de España o de las hazañas
del Cid, aparecían las proezas del Marqués de Mantua o la penitencia de Amadís, según
ocurre, por ejemplo, en el Cancionero de romances de Amberes.
Pero, aunque su estructura paródica es innegable, tal vez vaya más allá de lo que el propio
autor imaginó. El Quijote abunda en intenciones y tienen un profundo sentido. Su validez es
tal que se ha impuesto universalmente a través de los siglos y de todos los hombres.
Menéndez Pelayo dice: “La obra de Cervantes no fue de antítesis, ni de seca y prosaica
negación, sino de purificación y complemento. No vino a matar un ideal, sino a transfigurarle
y enaltecerle. Cuanto había de poético, noble y humano en la caballería, se incorporó en la
obra nueva con más alto sentido...”
A lo largo del siglo XVI, moralistas y autores graves censuraron los libros de caballería (así
como La Celestina). La lista de detractores es muy larga: Juan Luis Vives, Juan de Valdés,
Melchor Cano, Fray Luis de Granada, etc. El público, evidentemente, no escuchaba las
censuras; tampoco, los autores e impresores. Algunas de las acusaciones que se vertían
eran:
Los escritores son personas ociosas.
Son iletrados (escriben mal y ha leído poco).
Son mentirosos, enemigos de la verdad y de la historia auténtica.
De los lectores decían:
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Son incitados a la sensualidad y al ocio.
Hacen perder el tiempo.
Algunos fragmentos de El Quijote que ejemplifican esto son:
“Mira, hermano – dice el cura al ventero-, que no hubo en el mundo Félix Marte (...),
ni otros caballeros semejantes que los libros de caballería cuentan, porque todo es
compostura y ficción de ingenios ociosos...” (I, 32).
“No he visto ningún libro de caballería – dice el canónigo al cura – que haga un
cuerpo de fábula entero con todos sus miembros, de manera que el medio
corresponda al principio, y el final al principio y al medio; si no que los componen con
tantos miembros, que más parece que llevan intención a formar una quimera o
monstruo que hacer una figura proporcionada. Fuera desto, son en el estilo duros...,
necios en razones...y, finalmane, ajenos de todo discreto artificio...” (I, 47) (I, 49)
De todos los aspectos censurados, hay ejemplos en la novela.
“Por consiguiente, los libros de caballería deberían ser prohibidos”. (I, 47 Fragmento)
Respecto a algún aspecto censurado, como el de que no cuenta historia verdaderas, los
escritores ya lo sabían; no engañaban a nadie. Aplicaban los principios de la Poética de
Aristóteles según la cual “la misión del poeta no es referir las cosas sucedidas, sino cosas
que hubieran podido suceder...”
Quienes apelaban a la inmoralidad, simplemente enfrentaban la literatura doctrinal y la
mundana o de entretenimiento. La crítica en este aspecto no recayó sólo sobre los libros de
caballería, sino también sobre la novela pastoril, sentimental, etc. Si bien en España no se
llevó a cabo las prohibiciones que proponían los censores, en América, sí. Una real orden de
1531 prohibía pasar a las Indias “libros de romances, de historia vanas o de profanidad,
como los Amadís...”
Un autor de la época comenta que Cervantes acaba con los libros de caballerías porque en
vez de usar la seriedad de los censores moralistas usa la ironía.
El autor. Vida
Miguel de Cervantes Saavedra nace en Alcalá de Henares en 1547; hijo de un cirujano, vive
en varias ciudades españolas adonde su padre se traslada para ejercer su profesión.
Estudió en Valladolid y Segovia o en Sevilla y Salamanca según diversas fuentes. Viaja a
Italia donde integra el séquito del cardenal Acquaviva; aprende el italiano con corrección, lo
que le permite leer directamente a los autores más importantes de la época, impregnándose
del espíritu del Renacimiento. Como soldado, asiste a la batalla de Lepanto donde un
arcabuzazo le inutiliza la mano izquierda. Participa de otras expediciones militares, y, al
regresar a España, cae cautivo de los turcos (1575) y pasa cinco años cautivo en Argel
hasta que los frailes trinitarios pagaron el rescate. Ya en España, comienza una vida sin
relieve ni fama. Se casa, ocupa cargos públicos menores (recaudador de impuestos,
comisario para el acopio de trigo, etc.) en distintas ciudades del país. Estuvo varias veces en
la cárcel, acusado de irregularidades en la recaudación para abastecer a la Armada
Invencible y por un supuesto homicidio. Fue protegido por el conde de Lemos; escritor no
comprendido por sus contemporáneos y de vida conyugal no feliz.
Luego de una existencia heroica primero y casi miserable después, Cervantes enferma y
muere en 1616. Murió pobre y atormentado por sus desdichas.
Obra
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Aunque presumía de poeta, Cervantes fue ante todo un gran novelista que cultivó todos los
géneros narrativos que predominaban en su época. Su obra en verso consta de diez piezas
extensas de teatro, dos entremeses y diversas composiciones distribuidas a lo largo de su
obra. Escribió también:
“Los tratos de Argel”: que relata su vida de cautiverio;
“Numancia”
“El gallardo español”
“Los baños de Argel”
“La casa de los celos” comedias
“Laberinto de amor”
“El rufián dichoso”
“Pedro de Urdemalas”: novela picaresca llevada a escena;
“El rufián viudo”
“La elección de los alcaldes de Dagano” Teatro (entremeses en verso)
“La guardia cuidadosa”
“El vizcaíno fingido”
“El retablo de las maravillas” Teatro (entremeses en prosa)
“La cueva de la Salamanca”
“El viejo celoso” y otras.
“La Galatea”: novela pastoril;
“Novelas ejemplares: (La gitanilla, Rinconeti y Cortadillo, La española inglesa, El
licenciado Vidriera, La fuerza de la sangre, El celoso extremeño, La ilustre fregona,
El coloquio de los perros, etc.)”
“AVENTURAS DEL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA”:
Novela moderna.
Inspiraciones
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Además cabe consignar la influencia ejercida, en algunos aspectos por las siguientes obras
españolas:
“La Celestina”, de Fernando de Rojas: que influyó en la introducción de elementos
realistas y en la composición de algunos diálogos.
“Pasos”, de Lope de Rueda: en la presencia de ciertas expresiones populares.
“El Corbacho” del Arcipreste de Talavera: en la utilización de numerosas sentencias.
“El libro del conde Lucanor”, del Infante Juan Manuel: en la elaboración de ciertos
recursos narrativos.
Por otra parte, a lo largo de toda la novela se mencionan los autores en boga a comienzos
del siglo XVII, autores que Cervantes conoce y valora con un criterio selectivo (Cf. Capítulos
VI y VII de la primera parte).
Un último elemento de importancia con respecto a los antecedentes que ofrece El Quijote,
es una fuente fingida: la “Crónica de la vida del héroe”, atribuida a Cide Hamete Benengeli,
un autor supuestamente árabe, que Cervantes inventa para dar autenticidad a su obra.
Trascendencia: el cervantismo
Aunque el influjo de la obra de Cervantes es obvio en los procedimientos y técnicas que
ensayó toda la novela posterior, en algunas obras europeas del siglo XVIII y XIX es
perceptible todavía más esa semejanza. Se ha llegado, incluso, a decir que toda novela
posterior reescribe El Quijote o lo contiene implícitamente. Así, por ejemplo, uno de los
lectores de Don Quijote, el novelista policíaco Jim Thompson, afirmó que hay unas cuantas
estructuras novelísticas, pero sólo un tema: «las cosas no son lo que parecen». Ese es un
tema exclusivamente cervantino.
En España, por el contrario, Cervantes no alcanzó a tener seguidores dignos de su nombre,
fuera de María de Zayas en el siglo XVII y José Francisco de Isla en el XVIII. El género
narrativo se había sumido en una gran decadencia a causa de su contaminación con
elementos moralizadores ajenos y la competencia que le hizo, como entretenimiento, el
teatro barroco.
Solamente renacerá Cervantes como modelo novelístico en España con la llegada del
realismo. Benito Pérez Galdós, gran conocedor de DQ, del que se sabía capítulos enteros,
será un ejemplo de ello con su abundante producción literaria. Paralelamente, la novela
suscitó gran número de traducciones y estudios, suscitando una rama entera de los estudios
de Filología Hispánica, el cervantismo nacional e internacional.
Conclusión
El carácter universal sobre los temas principales que hacen al hombre hombre y su forma
tan particular de narrativa hacen de esta obra, entretenida, reflexiva, y cánonica a la vez. Su
carácter fundamental es la parodia, pero su abundancia de temas y personajes hacen que
como lectores no podamos despegarnos de sus páginas y rememorarlas al leer escrituras
posteriores que proceden de ella. Existe una maravillosa combinación de elementos hasta
ese momento inutilizados en conjunto que hacen de esta una producción excepcional, con
sus juegos de narradores, su polifonía tan marcada y su estructura inaugural.
Cervantes, aunque no reconocido por la mayoría de sus contemporáneos, es el autor de
esta genialidad, creación de su autenticidad en la opinión sobre las acciones de los hombres
y tan crítico de sus coetáneos escritores que vale la pena poder recordar su nombre y
siempre considerarlo como un autor maravilloso.
Considerando todo lo declarado hasta aquí es posible decir que El ingenioso hidalgo y
caballero Don Quijote de la Mancha es la obra no religiosa más editada, continuada,
impresa, vendida y leída del mundo. Como dice Menéndez y Pelayo: ”Cervantes no
compuso o elaboró a su “Quijote” por el procedimiento frío y mecánico de la alegoría, sino
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que le “vio” con la súbita iluminación del genio, siguió sus pasos atraído y hechizado por él y
llegó al símbolo sin buscarle, agotando el riquísimo contenido psicológico que en su héroe
había. Cervantes contempló y amó la belleza, y todo lo demás le fue dado por añadidura. De
este modo, una risueña y amena fábula que había comenzado por ser parodia literaria, y no
de todo el género caballeresco, sino de una particular forma de él, y que luego por
necesidad lógica fue sátira del ideal histórico que en los libros se manifestaba, prosiguió
desarrollándose en una serie de antítesis, tan bellas como inesperadas, y no sólo llegó a ser
la representación total y armónica de la vida nacional en un momento de mayor apogeo e
inminente decadencia, sino la epopeya cómica del género humano, el breviario eterno de la
risa y de la sensatez…”
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Bibliografía
Páginas web
http://es.wikipedia.org/wiki/Don_Quijote_de_la_Mancha
http://nodulo.org/ec/2008/n074p09.htm
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