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El sistema nervioso autónomo

El sistema nervioso autónomo comprende todas las neuronas que transmiten mensajes entre
el sistema nervioso central y los órganos internos del cuerpo (las glándulas y los músculos lisos
como el corazón y el sistema digestivo). El sistema nervioso autónomo es crucial para
funciones corporales como la respiración, la digestión y la circulación, pero también figura en
la experiencia de varias emociones, un hecho que reviste especial interés para los psicólogos.

El sistema nervioso autónomo consta de dos ramas: las divisiones simpática y parasimpática.
Esas dos divisiones actúan casi en completa oposición entre sí, pero ambas están implicadas en
el control e integración de las acciones de las glándulas y los músculos lisos dentro del cuerpo.

Las fibras nerviosas de la división simpática están más ocupadas cuando se está asustado,
enojado o despierto. Transmiten mensajes que le dicen al cuerpo “¡Ésta es una emergencia!
Prepárate para actuar ahora”. En respuesta, el corazón late más rápido, la respiración se agita,
las pupilas se agrandan y la digestión se detiene. El sistema nervioso simpático también le
indica al sistema endocrino que empiece a bombear sustancias químicas en el torrente
sanguíneo para fortalecer esas reacciones (como se describe más adelante). Las fibras
nerviosas simpáticas se conectan con cada órgano interno del cuerpo, lo que explica por qué
es tan generalizada la reacción del cuerpo al estrés súbito. Sin embargo, la división simpática
también puede actuar de manera selectiva sobre un solo órgano.

Las fibras nerviosas parasimpáticas conectan los mismos órganos que las fibras nerviosas
simpáticas, pero tienen efectos contrarios. La división parasimpática dice “Está bien, pasó la
crisis y todo vuelve a la normalidad”. El corazón vuelve a latir a su ritmo normal, los músculos
del estómago se relajan, se reanuda la digestión, la respiración se hace más lenta y las pupilas
de los ojos se contraen.

Tradicionalmente, se consideraba al sistema nervioso autónomo como la parte “automática”


del mecanismo de respuesta del cuerpo (de ahí su nombre). Se creía que uno no podía
indicarle al sistema nervioso autónomo cuándo acelerar o disminuir el latido cardiaco o
cuándo detener o comenzar los procesos digestivos. Sin embargo, algunos estudios han
demostrado que los seres humanos (y los animales) tienen cierto control sobre el sistema
nervioso autónomo.

Por ejemplo, la gente puede aprender a moderar la severidad de la alta presión sanguínea
(Buist, 2002) o de las migrañas (Hermann y Blanchard, 2002), e incluso a regular su propio
ritmo cardiaco y sus ondas encefálicas (Monastra, Monastra y George, 2002) mediante la
biorretroalimentación.

El sistema endocrino

El sistema nervioso no es el único mecanismo que regula el funcionamiento de nuestro cuerpo.


El sistema endocrino desempeña un papel clave al ayudar a coordinar e integrar reacciones
psicológicas complejas.

Las glándulas endocrinas liberan sustancias químicas llamadas hormonas que son
transportadas por todo el cuerpo por el torrente sanguíneo.
Las hormonas interesan a los psicólogos por dos razones. En primer lugar, porque en ciertas
etapas del desarrollo, las hormonas organizan al sistema nervioso y los tejidos corporales La
segunda razón es porque las hormonas activan conductas.

La glándula tiroides se localiza justo por debajo de la laringe o caja de voz. Produce una
hormona primaria, la tiroxina.

Alojadas en la glándula tiroides se encuentran las paratiroides, cuatro órganos minúsculos que
controlan y equilibran los niveles de calcio y fosfato en el cuerpo, lo que a su vez influye en los
niveles de excitabilidad.

La glándula pineal, del tamaño de un guisante, se localiza en la mitad del encéfalo. Secreta la
hormona melatonina que ayuda a regular los ciclos de sueño-vigilia.

El páncreas se encuentra en una curva entre el estómago y el intestino delgado; controla el


nivel de azúcar en la sangre secretando dos hormonas reguladoras: insulina y glucagón. Esas
dos hormonas trabajan en oposición para mantener un balance apropiado del nivel de azúcar
en la sangre.

La hipófisis, que se localiza en la parte inferior del encéfalo, está conectada con el hipotálamo.
La hipófisis produce el mayor número de hormonas diferentes y por tanto tiene la gama más
amplia de efectos sobre las funciones del cuerpo.

Las gónadas (los testículos en los varones y los ovarios en las mujeres) secretan hormonas que
tradicionalmente han sido clasificadas como masculinas (los andrógenos) y femeninas (los
estrógenos). Ambos sexos producen los dos tipos de hormonas, pero los andrógenos
predominan en los varones mientras que los estrógenos predominan en las mujeres.

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