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SACRA CONGREGATIO SANCTI OFFICII, Normae ad processus de sacerdotibus lapsis apparandos, 2
februarii 1964, en EV S 1, nn. 26-29, págs.., 16-21; Leges ecclesiae, nn. 3162 y 4119.
2
PAULUS pp. VI, Litterae encyclicae Sacerdotalis caelibatus de sacerdotali caelibatu, 24 iunii 1967, en
AAS 59 (1967), 657-697. EV 2, nn. 1415-1513, pp. 1186-1257.
3
PAULUS pp. VI, Litterae encyclicae Sacerdotalis caelibatus de sacerdotali caelibatu, 24 iunii 1967, en
EV 2, n. 1498, pp. 1244-1247.
4
SACRA CONGREGATIO PRO DOCTRINA FIDEI, I. Litterae circulares omnibus locorum Ordinariis et
Moderatoribus Generalibus Religionum clericalium Litteris encyclicis de reductione ad statum laicalem,
Prot. N. 128/61, 13 ianuarii 1971, en AAS 63 (1971), 309-312. II. Normae Antequam causam reductionis
ad apparandas in Curiis dioecesanis et religiosis causas reductionis ad statum laicalem cum dispensation
ab obligationibus cum sacra Ordinatione conexis, en AAS 63 (1971), 303-308. III. Declaratio Die XIII
ianuarii 1971 editis, statutae sunt, Prot. n. 128/61, 26 iunii 1972, en AAS 64 (1972), 641-643. Cf. EV 4,
nn. 72-111, pp. 54-81.
la ordenación sagrada.5 Las normas ampliaban las causales antes y después
de la ordenación. Veamos:
b) Causas y circunstancias de las dificultades que sufre el peticionario, o de la
defección, antes de la ordenación: como enfermedades, inmadurez, en el orden físico
o psíquico, caídas respecto al sexto mandamiento del decálogo en el tiempo de
formación del Seminario o en Instituto religioso, presiones por parte de la familia,
errores de los Superiores, tanto en el fuero interno (con tal de que haya licencia del
peticionario) como en el fuero externo, al juzgar sobre la vocación; después de la
ordenación: defectos de adaptación al ministerio sagrado, angustias o crisis en la vida
espiritual, o en la misma fe, errores acerca del celibato y del sacerdocio, costumbres
disolutas, y otras cuestiones de este tipo.6
Finalmente, las normas de 19807 que, tratando el mismo tema, pero que
volvían a la tramitación separada de la solicitud de dispensa del celibato y de la
pérdida del estado clerical. Fue notoria la distinción entre los papas Paulo VI y
Juan Pablo II. Las más recientes están en proceso con el Papa Benedicto XVI.
C. Canon 292
«El clérigo que, de acuerdo con la norma de derecho, pierde el estado clerical,
pierde con él los derechos propios de ese estado, y deja de estar sujeto a las
obligaciones del estado clerical, sin perjuicio de lo prescrito en el can. 291; se le
prohíbe ejercer la potestad de orden, salvo lo establecido en el can. 976; por esto
mismo queda privado de todos los oficios, funciones y de cualquier potestad
delegada».
Este canon ha de leerse en el tenor de las normas del 14 de octubre de 1980,
pues son fuente del presente canon. Sobre todo en lo que se refiere a algunas
prohibiciones una vez dejado el ministerio diaconal o sacerdotal y recibido la
dispensa del celibato y de la pérdida del estado clerical. Lo veremos en los
siguientes puntos.
D. Canon 293
«El clérigo que ha perdido el estado clerical no puede ser adscrito de nuevo entre
los clérigos, si no es por rescripto de la Sede Apostólica».
Conviene señalar dos aspectos importantes en torno a este canon: primero,
que el sacramento del orden imprime carácter, por lo que no se habla de una
reordenación, sino de una licencia para admitirlo y que recupere el estado
clerical perdido. Esto siempre y cuando hablemos de una ordenación válida.
Segundo, que para la readmisión, la persona en cuestión, haya superado su
5
Cf. EV 4, n. 86, pp. 64-65, que dice «2. Sin embargo, esta investigación no tiene las características de un
proceso judicial. No se ordena a demostrar, conforme a los can. 1993-1998, la invalidez de la ordenación
sacerdotal o de la asunción de las obligaciones, sino sólo a conceder la dispensa de las obligaciones, si
fuera el caso, del sacerdote, que a la vez es reducido al estado laical. Por esta causa, la autoridad
competente no debe constituir un tribunal propiamente dicho, sino que, por sí misma, o por un sacerdote
delegado, debe realizar una investigación que corresponde más bien a la misión pastoral».
6
EV 4, n. 87, pp. 66-67.
7
SACRA CONGREGATIO PRO DOCTRINA FIDEI, I. Litterae circulares Per Litteras ad universos ómnibus
locorum ordinariis et moderatoribus generalibus religionum clericalium de modo procedendi in examine
et resolutione petitionum quae dispensationem a caelibatu respiciunt, Prot. N. 128/61s, 14 octobris 1980,
en AAS 72 (1980), 1132-1135. II. Normae procedurales Ordinarius competens de dispensatione a
sacerdotali caelibatu, Prot. N. 128/61 (Sub secreto), 14 octobris 1980, en AAS 72 (1980), 1136-1137. Cf.
EV 7, nn. 572-586, pp. 550-567 Se agregan interrogatorios para la parte en cuestión y el formato del
Rescripto de dispensa del celibato.
crisis, tenga un Ordinario que lo reciba y se pueda probar que los conflictos que
provocaron su salida del estado clerical, mediante peritajes, estén resueltos.
Art. 2. preocupación pastoral, por otra parte, concierne a todos los Pastores de
la Iglesia, quienes tienen el deber y el derecho de vigilar, ya sea
individualmente, ya sea reunidos en Concilios particulares o en las
Conferencias Episcopales, para que no se lesionen la fe y las costumbres de
los fieles a ellos encomendados.
Para ese fin ellos pueden servirse también de las Comisiones Doctrinales, que
constituyen un órgano consultivo institucionalizado para ayudar a las mismas
Conferencias Episcopales y a cada uno de los Obispos, en su celo por la
doctrina de la fe.
Ello fue realizado por medio de las normas tituladas Reglamento para el
examen de las doctrinas, ratificadas y confirmadas, junto con sus artículos,
aprobados en forma específica, por el Sumo Pontífice Juan Pablo II.
8
BENEDICTO PP. XIV, Constitución Sacramentum Poenitentiae, del de junio de 1741, en Código de
Derecho Canónico, compilado por mandato de Pío X Máximo Pontífice, promulgado por autoridad de
Benedicto PP. XV, Documentos, Documento V, en AAS 9 (1917), Parte II, pp. 505-508.
9
Cfr. Código de Derecho Canónico promulgado en el año 1917, cans. 817, 2316, 2320, 2322, 2368 § 1,
2369 § 1.
10
PABLO PP. VI, Constitución Apostólica Regimini Ecclesiae Universae sobre la Curia Romana, 15 de
agosto del año 1967, n. 36, en AAS 59 (1967), 898.
11
JUAN PABLO PP. II, Constitución Apostólica Pastor Bonus sobre la Curia Romana, 28 de junio de
1988, art, 52, en AAS 80 (1988) 874.
12
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Agendi ratione in doctrinarum examine, 29
de junio de 1997, en AAS 89 (1997) 830-835.
Doctrina de la Fe, sino también las normas procesales especiales «para
declarar o irrogar sanciones canónicas».
Así pues, por estas Nuestra Carta Apostólica dada en forma de Motu Proprio,
realizamos, y mediante ella promulgamos, las Normas de los Delitos más
graves reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe, divididas en
dos partes, la primera de las cuales contiene Normas sustanciales, y la
segunda Normas procesales, ordenando a todos los que tienen interés que las
observen eficaz y fielmente.
13
JUAN PABLO PP.II, Constitución Apostólica Pastor Bonus sobre la Curia Romana de 28 de junio de
1988, art. 52, en AAS 80 (1988), 874.
14
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Ratio de actuar en el examen de doctrinas, de
29 de junio de 1997, en AAS 89 (1997), 830-835.
15
SUPREMA SAGRADA CONGREGACIÓN DEL SANTO OFICIO, Instrucción Crimen sollicitationis,
Ad omnes Patriarchas, Archiepiscopos, Episcopos aliosque locorum Ordinarios «etiam Ritus orientales:
del modo de proceder en el caso de solicitación, 16 de marzo de 1962, Typis Polyglottis Vaticanis
MCMLXII.
Aprobado todo ello por el Sumo Pontífice, se confirman y aprueban por Letras
Apostólicas dadas Motu Proprio, cuyo inicio se toma de las palabras
Sacramentorum sanctitatis tutela.
Los delitos más graves tanto en la celebración de los sacramentos como contra
las costumbres, reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe, son:
16
Cfr. Código de Derecho Canónico, can. 1367; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can.
1442. Cfr. también PONTIFICIO CONSEJO PARA LA INTERPRETACIÓN DE LOS TEXTOS
LEGISLATIVOS, Respuesta a una duda propuesta, 4 de junio de 1999.
17
Cfr. Código de Derecho Canónico, can. 1378 § 2, n.1; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales,
can. 1443.
18
Cfr. Código de Derecho Canónico, can. 908 y 1365; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales,
can. 702 y 1440.
19
Cfr. Código de Derecho Canónico, can. 927.
20
Cfr. Código de Derecho Canónico, can. 1378 § 1; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales,
can. 1457.
21
Cfr. Código de Derecho Canónico, can. 1387; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can.
1458.
22
Cfr. Código de Derecho Canónico, can. 1388 § 1; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales,
can. 1456 § 1.
de apelar válidamente contra la sentencia de primer grado, sea por parte del
reo o de su Patrono, sea por parte del Promotor de Justicia, permanece
únicamente y sólo ante el Supremo Tribunal de la misma Congregación.
Debe recordarse que la acción criminal de los delitos reservados a la
Congregación para la Doctrina de la Fe, se extinguen por prescripción a los
diez años23.
La prescripción corre según las normas del derecho universal y común24; en el
delito cometido por un clérigo con un menor la prescripción comienza a correr
desde el día en que el menor cumple dieciocho años.
En los Tribunales constituidos ante los Ordinarios o Superiores, solamente
sacerdotes pueden cumplir válidamente para estas causas el oficio de Juez, de
Promotor de justicia, de Notario y de Patrono. Terminada la instancia de
cualquier modo en el Tribunal, todas las actas de la causa se deben transmitir
de oficio cuanto antes a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Todos los Tribunales de la Iglesia Latina y de las Iglesias Orientales Católicas
están obligados a observar los cánones de los delitos y de las penas tanto en lo
que se refiere al proceso penal de sus respectivos Códigos, como las normas
especiales emanadas para cada caso singular por la Congregación para la
Doctrina de la Fe.
Todas estas causas están sometidas al secreto pontificio.
Mediante esta Carta, enviada por mandato del Sumo Pontífice a todos los
Obispos de la Iglesia Católica, a los Superiores Generales de los institutos
religiosos clericales de derecho pontificio, y de las sociedades de vida
apostólica clericales de derecho pontificio y a otros Ordinarios y superiores con
interés, se tiene el deseo no sólo de evitar en absoluto los delitos más graves,
sino principalmente que se tenga una solícita cura pastoral por parte de los
Ordinarios y Superiores, procurando la santidad de los clérigos y fieles también
mediante las necesarias sanciones.
23
Cfr. Código de Derecho Canónico, can. 1362 § 1 n.1; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales,
can. 1152 § 2, n.1.
24
Cfr. Código de Derecho Canónico, can. 1362 § 2; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales,
can. 1152 § 3.
después por su sucesor Benedicto XVI el 6 de mayo de 2005, han sido
introducidos:
1. El derecho, previo mandato del Romano Pontífice, de juzgar a los Padres
Cardenales, a los Patriarcas, a los Legados de la Sede Apostólica, a los
Obispos y a otras personas físicas a las que se refieren los cc. 1405 §3 del CIC
y 1061 del CCEO (art. 1 §2).
2. La ampliación del plazo de la prescripción de la acción criminal, que ha sido
llevado a 20 años, salvando siempre el derecho de la Congregación para la
Doctrina de la Fe de poder derogarlo (art.7).
3. La facultad de conceder al personal del Tribunal y a los abogados y
procuradores la dispensa del requisito del sacerdocio y del requisito del
doctorado en derecho canónico (art. 15).
4. La facultad de sanar los actos en caso de violación de leyes procesales por
parte de los tribunales inferiores, salvo el derecho de defensa (art. 18).
5. La facultad de dispensar de la vía procesal judicial, es decir, de poder
proceder por decreto extra iudicium: en tal caso, la Congregación para la
Doctrina de la Fe, evaluados los hechos, decide caso por caso, ex officio o a
instancia del Ordinario o del Jerarca, cuándo autorizar el recurso a la vía
extrajudicial (en todo caso, para imponer una pena expiatoria perpetua es
necesario el mandato de la Congregación para la Doctrina de la Fe) (art. 21 § 2
n. 1).
6. La facultad de presentar directamente al Santo Padre para la dimissio e statu
clericali o para la depositio, una cum dispensatione a lege caelibatus. En tales
casos, salvado siempre el derecho de la defensa del acusado, debe resultar
manifiesta la comisión del delito que se examina (art. 21 § 2 n. 2).
7. La facultad de recurrir a la instancia superior de juicio, esto es, a la Sesión
Ordinaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en caso de recursos
contra decisiones administrativas emanadas o aprobadas por las instancias
inferiores de la misma Congregación, concernientes a delitos reservados (art.
27).
B) Se han introducido en el texto otras modificaciones, a saber:
8. Se han introducido los delicta contra fidem, es decir, apostasía, herejía y
cisma, en relación a los cuales, a tenor del derecho, ya estaba prevista la
competencia propia del Ordinario para poder proceder judicialmente en primera
instancia o extrajudicialmente, incluido el derecho de apelar o de recurrir ante la
Congregación para la Doctrina de la Fe (art. 1 § 1 y art. 2).
9. Los delitos contra la Eucaristía de “quien atenta realizar la acción litúrgica del
Sacrificio Eucarístico” (can. 1378 § 2 n. 1 CIC) y la simulación de la Eucaristía
(can. 1379 CIC y el can. 1443 CCEO) (art. 3 § 1 nn. 2 e 3) no serán
considerados unitariamente bajo el mismo número, sino separadamente.
10. En relación a los delitos contra la Eucaristía, se han eliminado dos incisos
del
texto precedentemente en vigor: “alterius materiae sine altera”, y “aut etiam
utriusque extra eucharisticam celebrationem”, sustituidos respectivamente,
por: “unius materiae vel utriusque” y por: “aut extra eam” (art. 3 § 2).
11. En los delitos contra el sacramento de la Penitencia, se han introducido los
delitos a los que se refiere el can 1378 §2 n. 2 del CIC (“quien, fuera del caso
de que se trata en el §1, no pudiendo administrar válidamente la absolución
sacramental, trata de darla, u oye una confesión sacramental”) y los cc. 1379
CIC y 1443 CCEO (“quien simula la administración de un sacramento”) (art. 4 §
1 nn. 2-3).
12. Se han introducido los delitos de la violación indirecta del sigilo sacramental
(art. 4 § 1 n. 5) y de la captación o divulgación maliciosa de las confesión
sacramental (según el decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fe del
23 de febrero de 1988) (art. 4 § 2).
13. Se ha introducido como un tipo de delito penal la atentada ordenación
sagrada de una mujer, según quedó establecido en el decreto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe del 19 de diciembre de 2007 (art. 5).
14. En los delitos contra la moral, se ha equiparado al menor la persona adulta
que habitualmente posee un uso imperfecto de la razón, con expresa limitación
al número de que se trata (art. 6 § 1 n. 1).
15. Se han añadido como delitos la adquisición, la posesión y la divulgación por
parte de un clérigo, con finalidad libidinosa, en cualquier modo y con cualquier
tipo de medio, de imágenes pornográficas de menores de edad inferior a los 14
años (art. 6 § 1 n. 2).
16. Se ha aclarado que las labores procesales preliminares pueden, y no
necesariamente deben, ser efectuadas o realizadas por la Congregación para
la Doctrina de la Fe (art. 17).
17. Se ha introducido la posibilidad de adoptar las medidas cautelares, a las
que se refieren los cc. 1722 del CIC y el 1473 del CCEO, también durante la
fase de la investigación previa (art. 19).
1. Normas Sustanciales.
Artículo 1
§1. La Congregación para la Doctrina de la Fe, a tenor del art. 52 de
la Constitución ApostólicaPastor Bonus[1], juzga los delitos contra la fe y los
delitos más graves cometidos contra la moral o en la celebración de los
sacramentos y, en caso necesario, procede a declarar o imponer sanciones
canónicas a tenor del derecho, tanto común como propio, sin perjuicio de la
competencia de la Penitenciaría Apostólica[2] y sin perjuicio de lo que se
prescribe en laAgendi ratio in doctrinarum examine.[3]
§ 2. En los delitos de los que se trata en el § 1, por mandato del Romano
Pontífice, la Congregación para la Doctrina de la Fe tiene el derecho de juzgar
a los Padres Cardenales, a los Patriarcas, a los legados de la Sede Apostólica,
a los Obispos y, asimismo, a las otras personas físicas de que se trata en el
can. 1405 § 3 del Código de Derecho Canónico[4]y en el can. 1061 del Código
de Cánones de las Iglesias Orientales[5].
§ 3. La Congregación para la Doctrina de la Fe juzga los delitos reservados
de los que se trata en el § 1 a tenor de los siguientes artículos.
Artículo 2
§ 1. Los delitos contra la fe, de los que se trata en el art. 1, son herejía,
cisma y apostasía, a tenor de los cáns. 751[6] y 1364[7] del Código de Derecho
Canónico y de los cáns. 1436[8] y 1437[9] del Código de Cánones de las
Iglesias Orientales.
§ 2. En los casos de que se trata en el § 1, a tenor del derecho, compete al
Ordinario o al Jerarca remitir, en caso necesario, la excomunión latae
sententiae, y realizar el proceso judicial de primera instancia o actuar por
decreto extra judicial sin perjuicio del derecho de apelar o de presentar recurso
a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Artículo 3
§ 1. Los delitos más graves contra la santidad del augustísimo Sacrificio y
sacramento de la Eucaristía reservados al juicio de la Congregación para la
Doctrina de la Fe son:
1º Llevarse o retener con una finalidad sacrílega, o profanar las especies
consagradas[10], de que se trata en el can. 1367 del Código de Derecho
Canónico[11] y en el can. 1442 del Código de Cánones de las Iglesias
Orientales[12];
2º Atentar la acción litúrgica del Sacrificio Eucarístico, de que se trata en el
can. 1378 § 2 n.1 del Código de Derecho Canónico[13];
3º La simulación de la acción litúrgica del Sacrificio Eucarístico de la que se
trata en el can. 1379 del Código de Derecho Canónico[14] y en el can. 1443 del
Código de Cánones de las Iglesias Orientales[15];
4º La concelebración del Sacrificio Eucarístico prohibida por el can. 908 del
Código de Derecho Canónico[16] y por el can. 702 del Código de Cánones de
las Iglesias Orientales[17], de la que se trata en el can. 1365 del Código de
Derecho Canónico[18]y en el can. 1440 del Código de Cánones de las Iglesias
Orientales[19], con ministros de las comunidades eclesiales que no tienen la
sucesión apostólica y no reconocen la dignidad sacramental de la ordenación
sacerdotal.
§ 2. Está reservado también a la Congregación para la Doctrina de la Fe el
delito que consiste en la consagración con una finalidad sacrílega de una sola
materia o de ambas en la celebración eucarística o fuera de ella[20]. Quien
cometa este delito sea castigado según la gravedad del crimen, sin excluir la
dimisión o deposición.
Artículo 4
§ 1. Los delitos más graves contra la santidad del Sacramento de la
Penitencia reservados al juicio de la Congregación para la Doctrina de la Fe
son:
1º La absolución del cómplice en un pecado contra el sexto mandamiento
del Decálogo del que se trata en el can. 1378 § 1 del Código de Derecho
Canónico[21] y en el can. 1457 del Código de Cánones de las Iglesias
Orientales[22];
2º La atentada absolución sacramental o la escucha prohibida de la
confesión de las que se trata en el can. 1378 § 2, 2º Código de Derecho
Canónico[23];
3º La simulación de la absolución sacramental de la que se trata en el can.
1379 del Código de Derecho Canónico[24] y en el can. 1443 Código de
Cánones de las Iglesias Orientales[25];
4º La solicitación a un pecado contra el sexto mandamiento del Decálogo
durante la confesión o con ocasión o con pretexto de ella, de la que se trata en
el can. 1387 del Código de Derecho Canónico[26] y en el can. 1458 del Código
de Cánones de las Iglesias Orientales, si tal solicitación se dirige a pecar con el
mismo confesor[27];
5º La violación directa e indirecta del sigilo sacramental, de la que se trata
en el can. 1388 § 1 del Código de Derecho Canónico[28] y en el 1456 § 1 del
Código de Cánones de las Iglesias Orientales[29].
§ 2. Sin perjuicio de lo dispuesto en el § 1 n.5, se reserva también a la
Congregación para la Doctrina de la Fe el delito más grave consistente en la
grabación hecha con cualquier medio técnico, o en la divulgación con malicia
en los medios de comunicación social, de las cosas dichas por el confesor o
por el penitente en la confesión sacramental verdadera o fingida. Quien comete
este delito debe ser castigado según la gravedad del crimen, sin excluir la
dimisión o la deposición, si es un clérigo[30].
Artículo 5
A la Congregación para la Doctrina de la Fe se reserva también el delito
más grave de la atentada ordenación sagrada de una mujer:
1º Quedando a salvo cuanto prescrito por el can. 1378 del Código de
Derecho Canónico, cualquiera que atente conferir el orden sagrado a una
mujer, así como la mujer que atente recibir el orden sagrado, incurre en la
excomunión latae sententiaereservada a la Sede Apostólica;
2º Si quien atentase conferir el orden sagrado a una mujer o la mujer que
atentase recibir el orden sagrado fuese un fiel cristiano sujeto al Código de
Cánones de las Iglesias Orientales, sin perjuicio de lo que se prescribe en el
can. 1443 de dicho Código, sea castigado con la excomunión mayor, cuya
remisión se reserva también a la Sede Apostólica;
3º Si el reo es un clérigo, puede ser castigado con la dimisión o la
deposición[31].
Artículo 6
§ 1. Los delitos más graves contra la moral, reservados al juicio de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, son:
1º El delito contra el sexto mandamiento del Decálogo cometido por un
clérigo con un menor de 18 años. En este número se equipara al menor la
persona que habitualmente tiene un uso imperfecto de la razón;
2º La adquisición, retención o divulgación, con un fin libidinoso, de
imágenes pornográficas de menores, de edad inferior a 14 años por parte de
un clérigo en cualquier forma y con cualquier instrumento.
§ 2. El clérigo que comete los delitos de los que se trata en el § 1 debe ser
castigado según la gravedad del crimen, sin excluir la dimisión o la deposición.
Artículo 7
§ 1. Sin perjuicio del derecho de la Congregación para la Doctrina de la Fe
de derogar la prescripción para casos singulares la acción criminal relativa a los
delitos reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe se extingue por
prescripción en 20 años.
§ 2. La prescripción inicia a tenor del can. 1362 § 2 del Código de Derecho
Canónico[32] y del can. 1152 § 3 del Código de Cánones de las Iglesias
Orientales[33]. Sin embargo, en el delito del que se trata en el art. 6 § 1 n. 1, la
prescripción comienza a correr desde el día en que el menor cumple 18 años.
2. Normas procesales
Artículo 21
§ 1. Los delitos más graves reservados a la Congregación para la Doctrina
de la Fe se persiguen en un proceso judicial.
§ 2. No obstante, la Congregación para la Doctrina de la Fe puede:
1º en ciertos casos, de oficio o a instancia del Ordinario o del Jerarca,
decidir que se proceda por decreto extrajudicial del que trata el can. 1720 del
Código de Derecho Canónico[38] y el can. 1486 del Código de Cánones de las
Iglesias Orientales[39]; esto, sin embargo, con la mente de que las penas
expiatorias perpetuas sean irrogadas solamente con mandato de la
Congregación para la Doctrina de la Fe.
2º presentar directamente casos gravísimos a la decisión del Sumo
Pontífice en vista de la dimisión del estado clerical o la deposición junto con la
dispensa de la ley del celibato, siempre que conste de modo manifiesto la
comisión del delito y después de que se haya dado al reo la facultad de
defenderse.
Artículo 22
El Prefecto constituya un Turno de tres o de cinco jueces para juzgar una
causa.
Artículo 23
Si, en grado de apelación, el Promotor de Justicia presenta una acusación
específicamente diversa, este Supremo Tribunal puede, como en la primera
instancia, admitirla y juzgarla.
Artículo 24
§ 1. En las causas por los delitos de los que se trata en el art. 4 § 1, el
Tribunal no puede dar a conocer el nombre del denunciante ni al acusado ni a
su Patrono si el denunciante no ha dado expresamente su consentimiento.
§ 2. El mismo Tribunal debe evaluar con particular atención la credibilidad
del denunciante.
§ 3. Sin embargo es necesario advertir que debe evitarse absolutamente
cualquier peligro de violación del sigilo sacramental.
Artículo 25
Si surge una cuestión incidental, defina el Colegio la cosa por decreto con
la máxima prontitud.
Artículo 26
§ 1. Sin perjuicio del derecho de apelar a este Supremo Tribunal, terminada
de cualquier forma la instancia en otro Tribunal, todos los actos de la causa
sean cuanto antes trasmitidos de oficio a la Congregación para la Doctrina de
la Fe.
§ 2. Para el Promotor de Justicia de la Congregación, el derecho de
impugnar una sentencia comienza a partir del día en que la sentencia de
primera instancia es dada a conocer al mismo Promotor.
Artículo 27
Contra los actos administrativos singulares emanados o aprobados por la
Congregación para la Doctrina de la Fe en los casos de delitos reservados, se
admite el recurso, presentado en un plazo perentorio de sesenta días útiles, a
la Congregación Ordinaria del mismo Dicasterio, o Feria IV, la cual juzga la
sustancia y la legitimidad, eliminado cualquier recurso ulterior del que se trata
en el art. 123 de la Constitución Apostólica Pastor Bonus[40].
Artículo 28
Se tiene cosa juzgada:
1º si la sentencia ha sido emanada en segunda instancia;
2º si la apelación contra la sentencia no ha sido interpuesta dentro del plazo
de un mes;
3º si, en grado de apelación, la instancia caducó o se renunció a ella;
4º si fue emanada una sentencia a tenor del art. 20.
Artículo 29
§ 1. Las costas judiciales sean pagadas según lo establezca la sentencia.
§ 2. Si el reo no puede pagar las costas, éstas sean pagadas por el
Ordinario o Jerarca de la causa.
Artículo 30
§ 1. Las causas de este género están sujetas al secreto pontificio[41].
§ 2. Quien viola el secreto o, por dolo o negligencia grave, provoca otro
daño al acusado o a los testigos, a instancia de la parte afectada o de oficio,
sea castigado por el Turno Superior con una pena adecuada.
Artículo 31
En estas causas junto a las prescripciones de estas normas, a las cuales
están obligados todos los tribunales de la Iglesia latina y de las Iglesias
Orientales Católicas, se deben aplicar también los cánones sobre los delitos y
las penas, y sobre el proceso penal de uno y de otro Código.
TERCERA PARTE – EXPULSIÓN DEL ESTADO CLERICAL EN VIRTUD DE LAS
FACULTADES ESPECIALES DE LA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO
La carta circular enuncia dos motivos para los que se concedieron las Facultades
especiales: un indirecto: honrar la misión y la figura de los sacerdotes que se
esfuerzan por ser fieles a su propia vocación y misión; y otro directo: socorrer a los
Obispos diocesanos que luchan por conservar y promover la disciplina eclesiástica
en beneficio de la sociedad eclesial, ayudándolos a resolver aquellos casos
especiales que se van encontrando durante el ejercicio de su ministerio pastoral y
que no han podido solucionar con medios pastorales y canónicos, previstos ya en el
Código de derecho canónico, o que estos recursos no sean suficientes ni idóneos
para alcanzar la finalidad de la pena, es decir, reparar el escándalo, restablecer la
justicia y lograr que el acusado se enmiende (c. 1341).
25
Cf. J.I. ARRIETA, «El cardenal Ratzinger y la revisión del sistema penal canónico en tres cartas inéditas
de 1988. Un papel determinante», en L’Osservatore romano 42/49 (2010), 10.
26
Cfr CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Cost. dogm. Lumen gentium, nn. 10, 18, 27, 28;
Decr.Presbyterorum Ordinis, 2, 6; Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1538, 1576.
27
Cfr JUAN PABLO II, Exhort. ap. post-sinodal Pastores dabo vobis (25 marzo 1992), n. 15: AAS
84 (1992), pp. 679-681; Catecismo de la Iglesia Católica, n. 875; CONGREGACIÓN PARA EL CLERO,
PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS LAICOS, CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE,
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS,
CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, CONGREGACIÓN PARA LA EVANGELIZACIÓN DE LOS
PUEBLOS, CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA Y LAS
SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA, PONTIFICIO CONSEJO PARA LA INTERPRETACIÓN DE
LOS TEXTOS LEGISLATIVOS, Instrucción sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los
fieles laicos en el ministerio de la Iglesia Ecclesiae de mysterio (15 Agosto 1997): AASZ9 (1997), pp. 860
ss.
consecuencia, una sincera y total adhesión a lo que la tradición eclesial ha
identificado como la apostolica vivendi forma.
2. La Iglesia, como Esposa de Jesucristo, desea ser amada por el sacerdote
del modo total y exclusivo con el que Jesucristo, Cabeza y Esposo la ha
amado. El celibato sacerdotal, por lo tanto, es el don de sí mismo en y con
Cristo a su Iglesia y expresa el servicio del sacerdote a la Iglesia en y con el
Señor28. El celibato sacerdotal, así como -en general- el celibato apostólico es
un don que la Iglesia ha recibido y quiere custodiar, convencida de que es un
bien para sí misma y para el mundo29. En este sentido el can. 277 CIC
establece:
«§1.1 Los clérigos están obligados a observar una continencia perfecta y
perpetua por el Reino de los cielos y, por tanto, quedan sujetos a guardar el
celibato, que es un don peculiar de Dios mediante el cual los ministros
sagrados pueden unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y
dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres.
§ 2. Los clérigos han de tener la debida prudencia en relación con
aquellas personas cuyo trato puede poner en peligro su obligación de guardar
la continencia o ser causa de escándalo para los fieles.
§ 3. Corresponde al Obispo diocesano establecer normas más concretas
sobre esta materia y emitir un juicio en casos particulares sobre el
cumplimiento de esta obligación».
3. El obispo tiene, entre otros, el deber de recordar la obligación de los
presbíteros, libremente asumida en el momento mismo de la ordenación, de
observar la perfecta y perpetua continencia por el reino de los cielos. Y más en
general el Obispo debe vigilar siempre para que el sacerdote sea fiel en el
cumplimiento de sus deberes ministeriales (cf. cáns 384 y 392).
En este contexto, «dado que tiene obligación de defender la unidad de la
Iglesia universal, el Obispo debe promover la disciplina que es común a toda la
Iglesia, y por tanto exigir el cumplimiento de todas las leyes eclesiásticas» (c.
392, § 1 CIC) y debe vigilar para que no se insinúen abusos en la disciplina
eclesiástica (cf. can. 392, § 2 CIC).
De hecho, el Obispo diocesano debe seguir con especial solicitud a los
presbíteros, también tutelando sus derechos (cf. can. 384). La inmensa
mayoría de los sacerdotes vive serenamente, a diario, su identidad y desarrolla
fielmente su ministerio, pero «en los casos en que se verifiquen situaciones de
escándalo, especialmente por los ministros de la Iglesia, el Obispo debe ser
fuerte y decidido, justo y sereno en sus intervenciones.
El Obispo tiene la obligación de actuar con prontitud, de acuerdo con las
normas canónicas establecidas, tanto para el bien espiritual de las personas
28
Cfr Cfr JUAN PABLO II, Exhort. ap. post-sinodal Pastores dabo vobis (25 marzo 1992), n. 29: l.c. p.
704.
29
Ibid; Cfr CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Decr. Presbyterorum Ordinis, n. 16; PABLO VI,
Litt. Enc.
involucradas, como para la reparación del escándalo, y para la protección y
asistencia a las víctimas»30.
En este contexto, también la sanción eventualmente impuesta por la autoridad
eclesiástica «debe ser vista como un instrumento de comunión, es decir, como
un medio de recuperación de aquellas carencias del bien común y del bien
individual, que se han revelado en el comportamiento antieclesial, delictivo y
escandaloso, de los miembros del Pueblo de Dios»31.
Cabe señalar, sin embargo, que el presbítero diocesano tiene un espacio de
autonomía en la toma de decisiones tanto en el ejercicio del ministerio como en
su vida personal y privada. En este ámbito responderá personalmente de los
actos relativos a su vida privada y también de los realizados en el ejercicio del
ministerio.
El Obispo no puede ser considerado jurídicamente responsable por los actos
cometidos por el presbítero diocesano que transgreden las normas canónicas,
universales y particulares. Este principio, que siempre ha sido patrimonio de la
Iglesia, implica, entre otras cosas, que la acción delictiva del presbítero, sus
consecuencias penales y también el eventual resarcimiento de daños sean
imputados al presbítero que ha cometido el delito y no al Obispo o la diócesis
de la que el Obispo tiene la representación legal (cf. can. 393)32.
4. Por lo tanto, se reitera que en el ejercicio de la función judicial, el Obispo
puede utilizar los siguientes criterios generales:
a) A condición de que esto no cause prejuicio de la justicia, el obispo
debe asegurarse de que los fieles resuelvan de una manera pacífica sus
disputas y se reconcilien a la mayor brevedad posible, incluso si el proceso
canónico ya hubiera comenzado, evitando así las permanentes animosidades a
las cuales las causas judiciales suelen dar lugar (cf. can. 1446 CIC).
b) El obispo observe y haga observar las normas de procedimiento
establecidas para el ejercicio de la potestad judicial, desde el momento en que
sabe bien que estas reglas, lejos de ser un obstáculo meramente formal, son
un medio necesario para verificar los hechos y obtener la justicia (cf. cáns. 135
§ 3 y 391 CIC).
c) Si tiene noticia de comportamientos que perjudican gravemente el
bien común eclesial, el obispo debe investigar con discreción, por sí mismo o
mediante un delegado, sobre los hechos y la responsabilidad de su autor (cf.
can. 1717 CIC). Cuando considere que ha recogido pruebas suficientes de los
hechos que dieron origen al escándalo, proceda a reprender o amonestar
formalmente al interesado (cf. cáns. 1339-1340 CIC). Pero si esto no fuera
suficiente para reparar el escándalo, restablecer la justicia y lograr la enmienda
30
CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Directorio para el ministerio pastoral de los
ObisposApostolorum Successores (22 febrero 2004), n. 44.
31
JUAN PABLO II, Discurso a la Rota Romana (17 febrero 1979): Insegnamenti di Giovanni Paolo II
(1979/2), p. 412.
32
Cfr. PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS TEXTOS LEGISLATIVOS, Nota explicativa Elementi per
configurare l'ambito di responsabilitá canónica del Vescovo diocesano nei riguardi dei presbiteri
incardinati nella propria diócesi e che esercitano nella medesima il loro ministero (12 febbraio
2004): Communicationes 36 (2004), pp. 33-38.
de la persona, inicie el obispo el procedimiento para imponer sanciones, el cual
se puede hacer de dos maneras (cf. cc. 1341 y 1718 CIC):
- mediante un juicio penal ordinario, en el caso en que, por la gravedad de la
sanción la ley canónica lo exija o el Obispo lo considere más prudente (cf. 1721
CIC);
- mediante un decreto extrajudicial, conforme al procedimiento establecido en la
ley canónica (cf. can 1720 CIC)»33.
5. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que puede haber situaciones de grave
indisciplina por parte del clero, en las que cualquier intento de resolver los
problemas con los medios pastorales y canónicos ya previstos en el Código de
Derecho Canónico no se demuestran suficientes e idóneos para reparar el
escándalo, restaurar la justicia y hacer enmendar al reo (cf. can. 1341 CIC).
33
CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS, Directorio para el ministerio pastoral de los
ObisposApostolorum Successores (22 febbraio 2004), n. 68.
llevando los relativos casos directamente al Sumo Pontífice para su
aprobación en forma específica y decisión.
III. La facultad especial de tratar los casos, comprobándolos y declarando la
pérdida del estado clerical, con la relativa dispensa de las obligaciones
sacerdotales, comprendido el celibato, de los clérigos que han
abandonado el ministerio por un período de más de 5 años
consecutivos, y que después de una atenta verificación en la medida de
lo posible, persisten en tal ausencia voluntaria e ilícita de su ministerio.
En este sentido, se formulan los siguientes puntos de vista y se señala el
procedimiento a seguir por parte de los prelados que, cumpliendo las
condiciones, consideran oportuno su uso.