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EL LENGUAJE
DE L A POESÍA
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TEORÍA DE L A POETICIDAD

VERSIÓN ESPAÑOLA DE

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BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA

EDITORIAL GREDOS
GREßOS MADRID
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA JEAN C O H E N
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G P O R DÁMASO ALONSO

EL L E N G U A J E
H ESTUDIOS Y ENSAYOS, 322

DE L A P O E S Í A
TEORÍA D E L A POETICIDAD

VERSIÓN ESPAÑOLA DE

S O L E D A D GARCÍA M O U T O N

BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA


EDITORIAL GREDOS
MADRID

mmmmmmmmmm- m
© 1979, FLAMMARION, Paris. Para Ella.
© E D I T O R I A L G R E D O S , S . A., S â n c h e z Pacheco, 81, Madrid, 1982, para
la version espanola.

T í t u l o original: LE HAUT LANGAGE. THÉORIE DE LA POÉTICITÊ.

y a todos los que han alentado esta

D e p ó s i t o Legal: M . 25494- 1982. investigación; en primer lugar a


André Martinet.
I S B N 84-249-0845-7. Rústica.
I S B N 84-249-0846-5. Tela.
Impreso en E s p a ñ a . Printed i n Spain.
Gráficas C ó n d o r , S. A., S á n c h e z Pacheco, 81, Madrid, 1982. —5397.
Que comprendre à ma parole?
Il fait qu'elle fuie et vole!

O saisons, ô châteaux!

Rimbaud.

t
INTRODUCCIÓN

La poesía es una segunda potencia del lenguaje, u n poder


de magia y de encantamiento; la poética tiene como objetivo
descubrir sus secretos.
Toda teoría se basa en postulados p r e t e ó r i c o s implícitos que,
sin embargo, le interesa explicitar. E l primer postulado de la
presente investigación es el postulado de la existencia de su
objeto. Si la palabra «poesía» tiene u n sentido, si su concepto
posee tanto una c o m p r e n s i ó n como una extensión, es decir, si no
designa sólo u n conjunto cuyos miembros tienen como única
propiedad el pertenecer a este conjunto, es preciso que en todos
los objetos designados por esta palabra haya algo idéntico, una
o varias invariantes subyacentes que trasciendan la infinita
variedad de los textos individuales. A l descubrimiento de esta
o estas invariantes es a lo que se consagra la poética como
ciencia.
A esta invariancia puede d á r s e l e u n nombre. Platón decía
que lo bello es «aquello por lo que son bellas todas las cosas
b e l l a s » D e f i n i c i ó n sólo aparentemente tautológica, puesto que,
al postular una esencia c o m ú n a todos los objetos bellos, quita
la belleza al relativismo y proporciona un objeto específico a
la estética como ciencia. Según el mismo modelo, Jakobson ha
forjado el t é r m i n o de «literariedad» para designar «lo que hace
2
de una obra dada una obra l i t e r a r i a » . E l objetivo de la ciencia
1
Hipias Mayor, 287 c. Puede verse l a trad. esp. publicada en la B i -
blioteca C l á s i c a Gredos, Madrid, 1981, p á g . 413.
2
«La p o e s í a es el lenguaje en su f u n c i ó n e s t é t i c a . Así, el objeto de

I
12 El lenguaje de la poesía Introducción 13

literaria ya no es, entonces, la clase abierta de los textos singu- l a r m é , Apollinaire. Quizá p o d r í a m o s incluso limitarnos m á s y
lares, sino el conjunto finito de los «procedimientos» que los atenernos sólo a Les Fleurs du Mal, texto consumado poética-
engendran. Ahora bien, dentro de la clase de los textos litera- mente desde hace siglo y medio, objeto u n á n i m e del acto de
rios se puede recortar una subclase de textos llamados poéticos amor constituido por la lectura poética. De una teoría que diera
y, t a m b i é n según el mismo modelo, llamar «poeticidad» a lo cuenta de la poeticidad de este texto, ¿ c ó m o se p o d r í a creer
que hace de una obra dada una obra poética. Tal definición que haya tenido la posibilidad de haber fallado en cuanto a
deja abierto el problema de la relación entre las dos esencias, la poeticidad en general? Confieso, incluso, que he tenido la
según se vea entre ellas una diferencia de naturaleza o sola- t e n t a c i ó n de aplicar el análisis a u n solo verso, y h a b r í a elegido,
mente de grado, como hacía Valéry, que veía en la poesía «el entonces, este verso sublime de M a l l a r m é :
principio activo» de toda literatura.
Et l'avare sílence et la massive nuit.
Quedan por localizar, evidentemente, los miembros de esta
[ E l avaro silencio y la maciza noche],
subclase, es decir, buscar u n criterio teórico válido capaz de
distinguir los textos poéticos de los textos no poéticos. ^Pero,
Pero hay que saber resistir a tales tentaciones. Y, para
a q u í , hay que romper el círculo vicioso. Si el criterio es el objeto
zanjar toda discusión, diré que el presente estudio tiene como
de la investigación, constituye su punto de llegada, y no su punto
ú n i c o fin dar cuenta de la poeticidad de los textos en él citados.
de partida. Ninguna ciencia comienza definiendo su objeto. Si
E l lector decidirá si le parecen representativos de lo que él
la biología hubiera empezado por buscar un criterio seguro de
suele llamar poesía.
lo que es la vida, todavía e s t a r í a p r e g u n t á n d o s e l o . Hay que
atenerse, pues, aquí, o a la intuición del analista, o bien al con- Sin duda, con la época c o n t e m p o r á n e a , la poesía ha cam-
senso que recorta en la totalidad textual u n objeto cultural biado. Se nos asegura que, desde Rimbaud, ya no es lírica, sino
4
l i m i t a d o al que da el nombre de poesía. T a m b i é n se pueden « c r í t i c a » . Si esto es verdad, la teoría que proponemos aquí se
combinar estos dos criterios e m p í r i c o s y obtener así u n punto c o n t e n t a r á con la poesía lírica, que considera como el género
de partida m e t o d o l ó g i c a m e n t e c ó m o d o . m á s específicamente poético. Y, de todas formas, no es malo
R. Caillois decía" que «creer en la literatura es estimar que para el analista distanciarse de su objeto. «Conocer —decía
hay, a pesar de todo, algo en c o m ú n entre Homero y Mallarmé». Valéry, y r e p e t í a Sartre— es no ser lo que se conoce». Nosotros
E n el mismo sentido, K . Varga escribe: «El moderno aficionado somos la modernidad. Y por ello nos es difícil verla como t a l .
a la poesía aprecia a la vez a Malherbe y a Eluard, es decir dos Por otra parte, si en los tiempos clásicos la diferencia p o e s í a /
estados de la poesía diferentes, y los lee con placer, sin pre- no-pqesía era tajante, hoy tiende a difuminarse. No hallaremos
3
ocuparse apenas de transformaciones h i s t ó r i c a s » . Así queda- ni una figura, n i un desvío en el Discurso del Método. No
r í a n establecidos dos límites de un corpus h e u r í s t i c a m e n t e ocurre ya lo mismo hoy. Si consideramos una obra actual como
razonable. Pero p o d r í a m o s ser m á s modestos y basarnos en un Les Mots et les Chases de M . Foucault, cuyo alcance científico
campo m á s reducido, por ejemplo, en la gran poesía francesa
del siglo x i x , digamos Hugo, Nerval, Baudelaire, Rimbaud, Mal- 4
J . - F . L y o t a r d precisa l a fecha. A partir de 1860 es cuando l a p o e s í a
la ciencia de l a literatura no es l a literatura, sino la literariedad, es decir, d e j a de ejercer u n a « f u n c i ó n i n t e g r a d o r a » , que consiste en s u p r i m i r
lo que hace de una obra dada una obra literaria», Questions de poétique, «a nivel m e t a f ó r i c o » las contradicciones que hay en l a sociedad, p a r a
p á g . 15. ejercer la f u n c i ó n «critica», que es u n a « d e s c o n s t r u c c i ó n » del lenguaje,
Discours, Figure, p á g s . 317-318.
3
Les Constantes du poème, p á g . 9.
14 El lenguaje de la poesía Introducción 15

es notorio, encontraremos desde el p r i m e r c a p í t u l o numerosas rencia poesía/no-poesía (o prosa) un c a r á c t e r propiamente cuan-


figuras, como: titativo. La poesía no es algo distinto de la prosa, es más. R. Bar-
thes expresa esta concepción, criticada por él, con esta ecua-
immobilité attentive [inmovilidad atenta], ción:
claire invisibilité [clara invisjbilidad], P o e s í a = prosa + a + b + c 5 .
miroir desolé [espejo desolado], etc.

Valéry había expresado ya con firmeza este punto de vista:


Este desbordamiento de la poesía m á s allá de sus fronteras
es altamente significativo. Tendremos que volver a él. De mo- Pero ¿ d e q u é se h a b l a cuando se habla de «Poesía»? Me a d m i r a
que no haya n i n g ú n sector de nuestra curiosidad en que l a obser-
mento, está claro que se hace m á s difícil la aplicación de un
v a c i ó n m i s m a de las cosas e s t é m á s descuidada... ¿Qué se hace?
m é t o d o comparativo entre dos lenguajes de los que uno tiende
Se t r a t a del poema como si fuera divisible (y como si debiera serlo)
a absorber al otro. ^ en u n discurso de prosa que se basta y subsiste por sí mismo y,
Hay t a m b i é n casos fronterizos. ¿ C ó m o clasificar la obra de por otra parte, en u n fragmento de una música particular, más o
Proust o de Kafka? ¿Novela o poema? Pero toda clasificación menos p r ó x i m a a l a m ú s i c a propiamente dicha... E n cuanto al dis-
conoce casos atípicos. La realidad es u n continuo cuyas fron- curso en prosa, se considera que se descompone por un lado en
teras traza arbitrariamente la lengua. E l m é t o d o consiste en- un p e q u e ñ o texto (que puede reducirse a veces a una sola palabra
tonces en examinar los centros de variación de la clase en o al t í t u l o de la o b r a ) y, por otro lado, en u n a cantidad cualquiera
6
de habla accesoria: adornos, i m á g e n e s , figuras, e p í t e t o s . . . .
cuestión, para estudiar luego los casos marginales a la luz de
sus semejanzas y diferencias con los ejemplos típicos. Hay, por
ú l t i m o , casos extremos. Tanto Novalis como M a l l a r m é hallaban La definición que daba la antigua r e t ó r i c a está, por lo d e m á s ,
poesía en las letras del alfabeto. Pero éste es u n tipo de percep- completamente conforme con el reduccionismo que critica Va-
ción sofisticada por el que sería m e t o d o l ó g i c a m e n t e poco razo- léry:
nable comenzar. La elección de un punto de partida h e u r í s t i c o Nihil aliud quam fictio, rhetorica, in música posita [Nada m á s
que l a ficción y la r e t ó r i c a puestas en m ú s i c a ] .
c ó m o d o es esencial para toda investigación que, como ésta,
avanza por terreno apenas desbrozado. Una vez construido el
modelo, h a b r á que confrontarlo con los textos excluidos de su Las t e o r í a s difieren sólo en la medida en que ese «algo», esa
corpus, para ver si les es aplicable. Si no lo es, tendremos que X que se a ñ a d e a la prosa para covertirla en poesía, dependa
refinarlo bastante para que llegue a serlo. Si es imposible, s e r á del significante o del significado del signo lingüístico.
preciso abandonarlo. Y, aun en este ú l t i m o caso, h a b r á sido E l primer punto de vista se llama, tradicionalmente, «forma-
útil, al cerrar una vía de la que h a b r á revelado que no tiene lista». E l t é r m i n o es ambiguo, ya que forma no se opone a
salida. sentido, y hay, como veremos, una «forma del sentido». Pero
podemos mantenerlo en la acepción restringida que tuvo al
principio. Tal concepción se origina en una aparente evidencia.
La poesía se describe convención al mente como arte de los
Todas las teorías p o é t i c a s conocidas hasta ahora se basan versos, y la versificación es u n conjunto de coacciones suplemen-
en u n postulado c o m ú n . Se oponen, desde la Antigüedad, según
insistan en el significante o en el significado. Pero, en los dos 5 Le Degré zéro de l'écriture, p â g . 39.
casos, se unen para aceptar como rasgo pertinente de la dife- s « Q u e s t i o n s de p o é s i e » , Œuvres, P l é i a d e , 1, p â g . 1282.


16 El lenguaje de la poesía Introducción 17

tanas dedicadas ú n i c a m e n t e al significante. Este punto de vista «Escipión», esto es u n signo adicional que convierte al texto en
es inaceptable y, hoy en día, inaceptado. Pero la t e o r í a de cuestión en el producto de u n lenguaje doble o supercodificado,
Jakobson no hace sino extender el t i p o de servidumbre de la u n algo m á s otra vez. (Lo que no quiere decir que tal f e n ó m e n o
versificación a los dos niveles sintáctico y s e m á n t i c o . E l prin- no exista. Se trata sólo, por ahora, de situarlo).
cipio de «proyección del eje de las equivalencias sobre el eje Existen igualmente teorías que buscan la poeticidad en el
de las c o m b i n a c i o n e s » generaliza a los tres niveles del lenguaje significado. E n conjunto, no ven en el sentido de la poesía una
las recurrencias formales que la versificación reserva sólo al especificidad s e m á n t i c a , u n sentido cualitativamente distinto,
nivel sonoro. Lo que se puede llamar sentido no e s t á afectado, sino sólo u n acrecentamiento de sentido. La exégesis de inspira-
en principio, por la adición de las reglas de equivalencia, y es ción psicoanalítica o marxista es fiel a la teoría del doble len-
parafraseable en prosa. Tomando uno de sus ejemplos, entre guaje. Hay u n sentido aparente y un sentido subyacente al que
remite aquél, intencionada o inconscientemente, mediante u n
1) Affreux Alfred [Espantoso Alfred] ^
montaje simbólico que el lector tiene que descodificar. Esta
supercodificación constituye la poeticidad del texto, que ya no
reside en una «superforma», sino en u n «supersentido». La dife-
2) Horrible Alfred [Horrible Alfred] rencia, en los dos casos, es cuantitativa.
La t e o r í a polisémica, actualmente en boga, es una variante
hay equivalencia s e m á n t i c a , pero a 1) se a ñ a d e una estructura
de la anterior. Con la diferencia de que no establece j e r a r q u í a s
sonora repetitiva que no existe en 2). Volvemos a hallar, pues,
entre los sentidos. Le basta que sean varios. Desaparece a q u í
la ecuación prosa + x, y la poesía no es, ciertamente, sino un
el valor de verdad concedido por la i n t e r p r e t a c i ó n freudiana o
«más», una s u p e r e s t r u c t u r a c i ó n o supercodificación del lenguaje
marxista al segundo sentido. La multiplicidad —incluso la in-
corriente. Es, en cierto modo, una « s u p e r f o r m a » . E l f e n ó m e n o
finidad— de las lecturas posibles constituye el rasgo pertinente.
que se describe aquí, precisémoslo, es p o é t i c a m e n t e pertinente.
Teorema que tiene el m é r i t o de descubrir el juego. Es la cantidad
Será tomado de nuevo por nuestro modelo, pero como momento
y no la calidad del sentido la que constituye la poeticidad.
de u n proceso de t r a n s f o r m a c i ó n estructural. Para Jakobson y
sus discípulos, al contrario, se erige en principio constitutivo. Existe a ú n otra teoría, llamada del simbolismo fonético,
Por ello, la t e o r í a sigue siendo formalista y no se libra de la que ha hecho y h a r á correr mucha tinta. Ha gozado siempre
implicación capital de todo formalismo. Hace del texto poético del favor de los poetas. Esto no es una prueba de su validez.
una especie de juego verbal, u n bello objeto lingüístico, des- Pero es al menos un indicio. Tendremos ocasión de volver a
tinado preferentemente al consumo de los expertos. hablar de ella. Quiero sólo señalar a q u í que el hecho de con-
La perspectiva c o n t e m p o r á n e a , heredada de la t e o r í a de los vertirla en el ú n i c o o esencial rasgo específico de la poesía
anagramas de Saussure y llamada c o m ú n m e n t e « p a r a g r a m á t i c a » , sigue rindiendo t r i b u t o a u n enfoque cuantitaíivista. La ana-
actúa a la vez sobre las dos caras del signo. N o obstante, como logía de los dos planos del significante y del significado no hace
el significado se desprende del juego de los significantes, se la m á s que a ñ a d i r al lenguaje no poético una d e t e r m i n a c i ó n suple-
puede relacionar con el formalismo. Pero poco i m p o r t a n las mentaria; lo enriquece, pero no lo transforma. La poesía sigue
etiquetas. Lo pertinente aquí es que, a su vez, no ve en la poesía siendo más, y no distinta.
más que u n rasgo suplementario. Si en u n texto donde se trata
de Escipión tenemos que leer en s o b r e i m p r e s i ó n el nombre
18 El lenguaje de la poesía Introducción 19
7
E l análisis que presentamos a q u í c o n t i n ú a otro a n á l i s i s , dualidad introducida en la t e o r í a entre desvío p a r a d i g m á t i c o y
intentando a la vez profundizarlo y sistematizarlo. Quisiera desvío sintagmático. Cualquier desvío sólo puede ser sintagmá-
evocar aquel análisis en lo esencial, aprovechando la ocasión tico y sólo se constituye a p a r t i r de la aplicación incorrecta de
para responder a algunas de las objeciones que se le han hecho. las reglas combinatorias de las unidades lingüísticas. E l tropo
Al contrario de las t e o r í a s precedentes, tal análisis hace del o cambio de sentido no es desvío, sino reducción del desvío,
lenguaje p o é t i c o no u n s u p e r c ó d i g o , sino como u n anticódigo. y como t a l interviene en todas las figuras. A l distinguir dos
Define la poeticidad por la figuralidad, constituyendo la figura tiempos en el proceso figural, 1.°) posición del desvío, 2 ° ) re-
misma un proceso en dos tiempos, el primero de los cuales ducción del desvío, se devuelve su unidad profunda-a la figura-
u
puede ser descrito como «desvío» o «desviación» con respecto lidad . E n el análisis clásico de una frase como el hombre es
a las normas del lenguaje. un lobo para el hombre, se debe distinguir: 1) la incompatibi-
R e c u é r d e s e ante todo que la palabra «desvío» o «desviación» lidad s e m á n t i c a entre hombre y lobo, 2) la vuelta a la compati-
es s i n ó n i m a de lo que la g r a m á t i c a generativo-transforntacional bilidad mediante la sustitución de lobo por malvado. Pero en-
ha llamado «agramaticalidad», y es, por consiguiente, p a r a d ó - tonces se plantea la pregunta del p o r q u é de la figura. ¿ P o r
jico que la palabra «desvío» haya levantado críticas que sus q u é decir lobo queriendo decir malvado? Cuestión fundamental
s i n ó n i m o s no han conocido*. ¿ E s u n efecto de c o n n o t a c i ó n ? que la r e t ó r i c a no ha resuelto nunca y a la que todo este estudio
Lejos de m í la idea de negar la existencia de la c o n n o t a c i ó n tiene como único fin intentar responder.
en el sentido que Hjelmslev da a la palabra. Pero ¿ p o r q u é la Pero el desvío presupone la norma. Noción que ha suscitado
c o n n o t a c i ó n peyorativa ha afectado a «écart» (desvío) antes muchas reservas. Y es preciso, ante todo, disipar la confusión
que a sus equivalentes? Confieso que soy incapaz de responder que se establece fácilmente entre normatividad y normativismo.
a esta pregunta. Existen, sin duda alguna, normas lingüísticas. Se puede i r a ú n
La definición de la figura como desvío se remonta a Aris- m á s lejos y pretender que la lengua es toda ella una sistema de
9
tóteles. «Para ton kyrion» o «para to e i ó t h o s » . Y como t a l ha normas, que no tiene m á s existencia que la que le confieren
10
atravesado los siglos . Pero sólo podremos emplearla d e s p u é s sus «reglas constitutivas». Por oposición a las «reglas norma-
de haber disipado una grave confusión. La retórica, en efecto, tivas», que reglamentan u n estado de cosas previo, las reglas
u
distingue dos tipos de figuras, según que modifiquen el sentido constitutivas crean el objeto que codifican . Tales son las reglas
n
(tropos) o no lo modifiquen ( n o - t r o p o s ) . Es é s t a una falsa del juego, y la c o m p a r a c i ó n que hace Saussure con el ajedrez
i Structure du langage poétique, 1966; trad, esp.: Estructura del len-
es en este punto significativa.
guaje poético, Madrid, Gredos, 1970. Como t e n d r é o c a s i ó n de referirme E l juego de ajedrez no tiene existencia concreta. Es, en
a esta obra con frecuencia, lo h a r é mediante las siglas: E. L . P. cuanto tal, objeto abstracto, que sólo existe a p a r t i r de las
* Así, T . Todorov ha podido hablar, a p r o p ó s i t o de la n o c i ó n de des- reglas que lo constituyen. Jugar al ajedrez es poner en p r á c t i c a
vío, de u n a verdadera « c a z a de b r u j a s » , que revela, s e g ú n é l , « u n oscu-
rantismo m u y antiguo, s e g ú n el cual l a literatura es u n objeto incognos-
estas reglas, como hablar es poner en p r á c t i c a las reglas de la
cible», « S y n e c d o q u e s » , Communications, 1970, 16, p á g . 27. lengua. La diferencia es que no existen infracciones en las reglas
9 Retórica, 1458a23 y 1458b3. del juego de ajedrez, mientras que sí las hay en las del juego
"> Se h a l l a r á una excelente e x p o s i c i ó n de sus principales etapas en
la obra de P. Ricceur, La Métaphore vive, 1975. 1 2
P a r a u n desarrollo de esta idea, cf. m i a r t í c u l o « T h é o r i e de l a
» S e g ú n l a t e r m i n o l o g í a de P. Fontanier; cf., Manuel classique pour figure», Communications, 1970, 16, p á g . 21.
l'étude des tropes, 1821, Figures autres que les tropes, 1827. Reeditados 1 3
L a o p o s i c i ó n entre estos dos tipos de reglas se debe a J . Searle,
conjuntamente en Les Figures du Discours, 1968. Les Actes de langage, p á g s . 74 sigs.
20 El lenguaje de la poesía Introducción 21

de la lengua. Abundan, en efecto, en el habla corriente. Pero y como normales, por el contrario,
se pueden cometer faltas sabiendo que son faltas. S e r á mejor
adieu, madame [adiós, señora]
la c o m p a r a c i ó n con un juego como el fútbol, en el que es nece-
sario un a r b i t r o para sancionar las numerosas faltas cometidas y
por los jugadores, lo cual no les impide reconocer la validez de papa est parti [ p a p á se h a ido].
las reglas que han infringido. Del mismo modo, los hablantes
cometen faltas, pero saben reconocerlas como tales en función Es cierto que la desviación, aquí, actúa sobre los niveles
de ese conocimiento implícito del código lingüístico que Chom- fonológico y sintáctico de la lengua, que están fuertemente ins-
sky llama «competencia». Estas reglas, al ser i m p l í c i t a s , son titucionalizados. Las faltas de p r o n u n c i a c i ó n y de sintaxis son
m á s flexibles que las del fútbol, j u r í d i c a m e n t e instituidas. Mas e x p l í c i t a m e n t e sancionadas en el aprendizaje de la lengua, sobre
14
no por ello dejan de e x i s t i r . Y la c o m p a r a c i ó n puede con- todo en el n i ñ o . Pero las cosas se hacen m á s difíciles al abordar
tinuarse. Hay, en los dos casos, faltas m á s o menos graves, lo el nivel s e m á n t i c o . ¿ S o n a ú n constitutivas, en este nivel, las
que introduce la noción de «grado de g r a m a t i c a l i d a d » y, corre- reglas combinatorias?
lativamente, de grado de desvío. Pero la normatividad de la Comparemos estas tres expresiones:
15
lengua no implica n i n g ú n normativismo . Nadie e s t á obligado
1) El marido de mi tía es soltero.
a respetar las reglas. Todo depende de la función del lenguaje.
2) El marido de mi tía es oro fino.
Y, precisamente, lo que he querido mostrar es que la fun- 3) El marido de mi tía es un marciano.
ción p o é t i c a no sólo tolera, sino que incluso exige la transgre-
sión s i s t e m á t i c a de estas normas. E l lenguaje «normal» no es, Las tres nos resultan, en diferente grado, e x t r a ñ a s , y parecen
pues, el lenguaje «ideal». M u y al contrario; en su d e s t r u c c i ó n igualmente susceptibles de una i n t e r p r e t a c i ó n tropológica, sus-
se basa la i n s t a u r a c i ó n de lo que M a l l a r m é llamaba «le haut tituyendo por un sentido «figurado» el sentido «propio» o «lite-
langage» *. ral». Esta oposición plantea un problema, que es esencial para
la teoría de la figura. Volveremos a él extensamente. Acepté-
La intuición lingüística del usuario es el único criterio acep-
mosla de momento. E n i n t e r p r e t a c i ó n figurada, 1) puede querer
table de la desviación. N i n g ú n locutor francés nativo d u d a r á
decir que m i tío aprovecha la ausencia de su mujer para llevar
en reconocer como desviadas las expresiones:
una vida de soltero; 2) que es una persona estupenda. Estas
Attieu, montane (Balzac) lecturas no son evidentes, pero lo que es seguro, en cambio,
Est parti papa ( S . 2 a ñ o s y 3 meses) es que ninguna de las dos frases, fuera de contexto, puede
aceptar una lectura literal. Por el contrario, 3) tiene dos lecturas
posibles: literal, si el destinatario cree que los marcianos exis-
1 4
L a c o m p a r a c i ó n s ó l o es v á l i d a en s i n c r o n í a . L a s reglas del fútbol ten y que uno de ellos ha podido bajar a la tierra para casarse
son estables; las de la lengua c a m b i a n a cada instante. con m i tía; figurada, si sabe que los marcianos no existen y
1 5
Ghomsky h a respondido precisamente a los reproches de normati- que, por consiguiente, la frase debe significar que m i tío es una
vismo que no se trataba de censurar o de prohibir el uso de frases des-
persona algo rara. Las tres frases implican, pues, desvío, mas
viadas. V é a s e « S o m e methodological r e m a r k s on generative g r a m m a r » ,
Words, 17, 1961. no por la misma razón.
* M a l l a r m é llamaba «le haut langage» al lenguaje p o é t i c o ( N . de la T . ) . La frase 1) viola, indiscutiblemente, una regla semántica.
E l sentido del predicado es incompatible con el del sujeto.
22 El lenguaje de la poesía Introducción 23

Siendo la definición de soltero « p e r s o n a no casada» y la de Mientras no se haya explicitado la regla en cuestión, el locutor
marido « p e r s o n a casada», la frase llega a una contradicción tiene derecho a reconocer como s e m á n t i c a m e n t e desviadas ex-
entre los t é r m i n o s . E l desvío s e m á n t i c o puede considerarse presiones como
aquí como u n desvío lógico, una infracción del principio de obscure ciarte (Corneille) [oscura c l a r i d a d ] , bleus ángelus (Mallar-
c o n t r a d i c c i ó n " . E l caso de 2) es menos claro. No puede decir- m é ) [azules á n g e l u s ] y poissons chantants ( R i m b a u d ) [peces can-
se, en efecto, que el predicado contradiga al sujeto, ya que tarines],
en la definición de la palabra marido no entra la materia de la
que e s t á n hechos los maridos. Pero a q u í se puede r e c u r r i r a e x t r a í d a s del corpus poético y que corresponden a los tres tipos
17
las «restricciones selectivas» de Katz y F o d o r . Así, marido de desvío, lógico, s e m á n t i c o y enciclopédico, anteriormente se-
posee el rasgo s e m á n t i c o inherente [ 4 - animado], mientras ñalados.
que oro fino tiene el rasgo contextual [ + a n i m a d o — ] . Si estos Se ha podido reprochar a la idea de «gramaticalidad» el
rasgos entran en la descripción s e m á n t i c a de los dos\ t é r m i n o s , implicar la existencia de un locutor ideal. Es verdad. Pero hay
es posible considerarlos incompatibles según las reglas ¿ie la una idealización necesaria en toda investigación, incluso en el
lengua. E n cuanto a la frase 3), se puede elegir entre dos inter- campo de las ciencias de la naturaleza. N i n g ú n planeta describe
pretaciones, pero esta elección no depende en modo alguno de la elipse perfecta que suponen las leyes de Kepler. Y, a d e m á s ,
las reglas constitutivas de la lengua, y a t a ñ e sólo a lo que puede en el caso que nos ocupa, la idealización no es grande. Las
llamarse el saber enciclopédico de los locutores. Existe, pues, desviaciones de que se trata pueden ser percibidas como tales
una diferencia indudable entre estos tres tipos de anomalía. por cualquier locutor nativo, a condición de que no sea analfa-
Pero esta diferencia es quizá m á s de grado que de naturaleza. beto n i tenga mala fe.
Es difícil zanjar la cuestión, ya que las discusiones sobre este Por lo d e m á s , los tipos de desvío analizados en E. L . P.*,
problema, actualmente en curso, no han permitido a ú n resol- cualesquiera que sean sus niveles, fónico, sintáctico o semán-
18
verlo . tico, dependen de una misma categoría desviacional. Rima, no-
Hay, sin embargo, una cosa evidente, en la que es preciso pertinencia, inversión, etc., pertenecen a la categoría de los des-
insistir mucho. Una teoría s e m á n t i c a sólo será considerada víos en «para», interiores al enunciado. Se oponen como tales
como válida si da cuenta de nuestras intuiciones lingüísticas. a otras dos categorías, relativas a la enunciación, oponibles ellas
No es la t e o r í a la que debe decir al locutor lo que implica mismas como desvíos en «hiper» y desvíos en «hipo».
desvío o no; es el locutor quien tiene que decírselo a la teoría. Consideremos una frase como:
La misión de la t e o r í a no es indicar q u é expresión implica des-
El marido de mi tía es un hombre.
vío, sino decir sólo por q u é lo implica. E l conocimiento del des-
vío, en cualquier caso, precede al de la regla y no lo implica.
Esta frase no tiene nada reprochable desde u n punto de vista
1 6
estrictamente lingüístico. No viola n i el principio de contradic-
P a r a u n a tentativa de r e d u c c i ó n del conjunto de las figuras s e m á n -
ción, n i las reglas de selección, n i el saber enciclopédico. Y, sin
ticas a formas o grados diferentes de la c o n t r a d i c c i ó n , cf. «Théorie de la
figure», Art. cit., p á g s . 4 sigs.
embargo, parece rara. Es una frase que uno no esperaría en-
1 7
« T h e structure of a semantic t h e o r y » , Language, 1963, p á g s . 170-210.
1 8
L a o p o s i c i ó n entre estas frases recuerda l a d i s t i n c i ó n c l á s i c a entre * E. L . P. = Estructura del lenguaje poético, Madrid, Gredos, 1970,
a

«juicio a n a l í t i c o » y « j u i c i o s i n t é t i c o » , que tampoco queda libre de crítica. 2. r e i m p r e s i ó n , 1977; trad. esp. de Structure du langage poétique, Paris,
Cf. Quine, Two dogmas of empirism. F l a m m a r i o n , 1966 ( t í . de la T . ) .
24 El lenguaje de la poesía Introducción 25

contrar en u n contexto ordinario o, al menos, en u n discurso lisis muestra que el desvío sintáctico tiene generalmente su
de función informativa o didáctica. Aquí reside, en efecto, su correlato s e m á n t i c o . Es lo que sucede aquí. Si comparamos
anomalía. La frase no es, en grado alguno, portadora de infor- dos frases como
mación, ya que el predicado hombre está comprendido en el
1) César fue asesinado...
sujeto marido. Un principio no escrito, que puede llamarse «ley 2) Bruto asesinó...,
1 9
de i n f o r m a t i v i d a d » , se ha transgredido a q u í . E l discurso tole-
ra, e incluso exige, una tasa de redundancia. Pero no una re- comprobaremos que la primera es s i n t á c t i c a m e n t e completa,
dundancia total, que lo haga inútil. Y se puede distinguir a q u í mientras que la segunda no lo es. Son, sin embargo, equivalentes
redudancia interna, como en la frase citada, y redundancia ex- desde el punto de vista de su compleción semántica. La frase
terna, en la que el discurso enuncia una verdad supuestamente se define s e m á n t i c a m e n t e como un enunciado provisto de u n
conocida por el oyente. Así sucede, por ejemplo, en 2 y 2 son sentido completo por sí mismo. Pues bien, en los dos casos, el
cuatro o en la tierra es redonda en u n discurso a cuya, destina- sentido no es completo, en la medida en que a i le falta el
tario se considera ya instruido en estas cosas. Ahora bieq, el sujeto agente y a 2 el objeto. Pero si la lengua exige la presencia
lenguaje p o é t i c o está lleno de tales redundancias, internas o del objeto, parece que debe ocurrir lo mismo, a fortiori, con el
externas. Este lenguaje dice sujeto. P o n i é n d o l a en voz activa, la frase 1 resulta: ...asesinó
La nuit est noire (Hugo) [ L a noche es n e g r a ] , a César, donde la laguna es evidente. Se p o d r í a responder que
1 es la t r a n s f o r m a c i ó n de
o incluso
César fue asesinado por alguien,
2 et 2 font 4 ( P r é v e r t ) [2 y 2 son 4 ] .
pero lo mismo ocurre con 2:
En realidad, como veremos, se puede considerar el discurso
Bruto asesinó a alguien.
poético entero como una inmensa redundancia, una r e p e t i c i ó n
perpetuada.
Se p o d r í a enunciar una regla o principio de compleción que
Queda la tercera categoría, quizá la m á s eficaz, que es la de
obligara al locutor a proporcionar todas las informaciones per-
la elipsis. Es u n desvío en hipo; peca no por exceso, como la
tinentes o, lo que es igual, a responder a todas las preguntas
redundancia, sino por defecto. Así, en la frase:
pertinentes que susciten sus palabras: quién, por q u é , cómo, etc.
El marido de mi tía es un... Este problema, abordado ya por Aristóteles, es muy complejo,
y sólo h a b l a r é a q u í de él incidentalmente, a p r o p ó s i t o de la
Los puntos suspensivos indican que la frase no está termi- novela policiaca, en que la elipsis s e m á n t i c a constituye la figura
nada. Pero el c a r á c t e r incompleto de tal enunciado puede de- capital, si no la única.
ducirse de su estructura sintáctica. E l a r t í c u l o indeterminado Quedan a ú n desvíos inmediatamente visibles, pero cuya regla
un exige un predicado nominal, que aquí falta. Y a este déficit correspondiente no aparece con claridad. Si comparamos estas
sintáctico es a lo que se refiere el sentido estricto de la figura dos frases:
registrada por la r e t ó r i c a con el nombre de elipsis. Pero el aná-
1. Dos cosmonautas americanos desembarcan en la luna

Así lo l l a m a O. Ducrot, Diré et ne pas diré, p á g . 133. 2. Dos cosmonautas rubios desembarcan en la luna,
26 El lenguaje de la poesía Introducción 27

y suponemos que cada una de ellas constituye el t i t u l a r de u n Y no acaba a q u í la cosa. Todas las categorías desviacionales
p e r i ó d i c o informativo, aparece una diferencia. La primera es examinadas se refieren a cierto tipo de discurso, caracterizado
n o r m a l ; la segunda no lo es, o lo es mucho menos. ¿ P o r q u é ? por una misma fuerza «ilocucionaria» (illocutionary forcé). Se
Intuitivamente r e s p o n d e r í a m o s que es importante saber la na- trata de enunciados «informativos» (constatifs), que sólo tien-
cionalidad de los cosmonautas, sin que importe, por el contra- den a describir u n estado de cosas, y se oponen así a los enun-
rio, saber cuál es el color de su cabello. Pero ¿ c ó m o definir la ciados «actualizadores» (performatifs), que llevan a cabo el acto
« i m p o r t a n c i a » de una información y con q u é criterio valorarla? que describen, como la orden, la promesa, la petición, etc. Pero
Sin embargo, en la conversación normal, la pertinencia de este estos tipos de enunciado tienen sus propias reglas de uso,
rasgo está garantizada, y así lo prueban expresiones como: llamadas «condición de éxito» (felicity conditions), de las que
«Pero ¿ q u é importancia tiene eso?» o «No veo q u é i n t e r é s puede se deriva toda una serie de desvíos posibles . M

tener lo que dices», que sancionan precisamente el grado cero Hay que distinguir, por ú l t i m o , subcódigos dentro del código.
de dicho rasgo. Ahora bien, en poesía, las desviaciones de este La lengua escrita no tiene exactamente las mismas reglas que
tipo son innumerables. Un ejemplo, en el célebre soneto Les la lengua oral, lo que explica el c a r á c t e r desviado del «passé
Conquérants de Heredia: composé» ( « p r e t é r i t o perfecto compuesto») en El extranjero
de Camus, n a r r a c i ó n escrita que supone normalmente el empleo
Ou, penchés à l'avant des blanches caravelles,
del «passé simple» ( « p r e t é r i t o perfecto simple»). Y, en esta
Ils regardaient monter en un ciel ignoré
misma perspectiva, podemos hacer justicia a la noción, intro-
Du fond de l'océan des étoiles nouvelles *.
ducida por Rifaterre, de « n o r m a contextual», es decir, de cierto
« p a t t e r n » inducido por un texto, con respecto al cual una forma
La m e n c i ó n del color blanco de las carabelas recuerda bas-
normal puede aparecer como desviada. E l autor cita, a este
tante la del cabello rubio de los cosmonautas. Y, sin embargo,
p r o p ó s i t o , el siguiente poema de Tardieu:
basta suprimir este adjetivo para debilitar gravemente la poe-
ticidad del verso que lo contiene, como si su significación poé- la dame qui passit
tica fuera proporcional a su escasa significación informativa. la main qui se tenda
Y lo mismo sucede con estos versos de Apollinaire: le baiser que je pris *

Je passais aux bords de la Seine en que el pasado correcto del ú l t i m o verso equivale a un desvío
Un livre ancien sous le bras con respecto a la serié de desinencias aberrantes que le pre-
Le fleuve est pareil à ma peine ceden . 21

Il s'écoule et ne tarit pas **.


2 0
Searle enuncia, para l a promesa, nueve reglas de empleo distintas,
¿A qué viene aquí este libro y por q u é es viejo? Sin embargo, Op. cit., p á g s . 98 sigs.
* L a d a m a que p a s ó / l a mano que se t e n d i ó / el beso que cogí. L a s
si lo suprimimos...
formas correctas de los dos primeros verbos s e r í a n passa y tendit ( N . de
la T.).
2 1
Essais de stylistique structurale, p á g . 94. Subrayemos con r e l a c i ó n
* O, apoyados en la proa de las blancas carabelas, / v e í a n ascender a esto que el d e s v í o , expulsado p o r l a puerta, vuelve a entrar por l a
por u n cielo ignorado / desde el fondo del o c é a n o estrellas nuevas. ventana. L a i n t r o d u c c i ó n del « m i c r o c o n t e x t o » vuelve a introducir, en
** Y o pasaba a orillas del S e n a / con un viejo libro bajo el brazo; efecto, el d e s v í o absoluto, como demuestra el ejemplo de « o s c u r a clari-
/ el r í o es semejante a m i pena, / fluye y no se agota. d a d » , del que se nos dice que « e n el microcontexto de un e p í t e t o , el nom-
28 El lenguaje de la poesía Introducción 29

Hay que concluir. Existen reglas, m ú l t i p l e s y diversas, del por q u é la frecuencia de tales desviaciones en la poesía francesa
lenguaje. Su descubrimiento es el fin de la lingüística. Pero la aumenta a lo largo de su historia, según prueba la estadística.
p o é t i c a no puede esperar a que la lingüística esté completa, y La teoría propuesta en E. L . P. tiene la ventaja de reducir
tiene perfecto derecho a confiar en las intuiciones del analista el conjunto de estos f e n ó m e n o s a la unidad, mostrando que el
—si es preciso, confirmadas por jueces— para fijar lo que es- desvío es el p r i m e r tiempo de la figura y que la figuralidad cons-
tima como formas desviadas con respecto a las normas en cues- tituye la poeticidad. Esta teoría no es, ciertamente, la ú n i c a
tión. Es lo que ha intentado hacer la primera parte de este aná- que obedece al imperativo categórico de todo estudio científico:
lisis. A l mismo tiempo, dicho sea de paso, ha tenido la ventaja reducir la multiplicidad a la unidad. La teoría jakobsoniana de
de esclarecer problemas que h a b í a n permanecido en la oscuri- las equivalencias hace lo mismo. Sólo falta remitirse al segundo
dad hasta ahora. Una teoría es fecunda, aunque sea e r r ó n e a , imperativo de la cientificidad, que es la verificación.
cuando establece una p r o b l e m á t i c a ignorada por las t e o r í a s Ahora bien, la p o é t i c a no tiene generalmente esta preocupa-
anteriores. t ción. Los poeticistas suelen proceder mediante ejemplos, m é -
Tal es, por ejemplo, la p r o s c r i p c i ó n de la r i m a gramaticaj en todo que sólo es válido para construir hipótesis, no para veri-
la poesía francesa a p a r t i r del siglo x v n . ¿ P o r q u é renuncia el ficarlas. En u n corpus tan vasto como el de la poesía, aunque
poeta a este vasto y c ó m o d o repertorio de rimas constituido fuera la de una sola lengua, siempre es posible encontrar ejem-
por los sufijos y las desinencias? Del mismo modo, ¿ p o r q u é plos de cualquier cosa. Así ha sucedido con los anagramas de
la s u p r e s i ó n , generalizada en el texto poético c o n t e m p o r á n e o , Saussure. Existen, desde luego, ejemplos irrebatibles, como el
22

de la p u n t u a c i ó n , conjunto de signos necesario para la estruc- que cita S t a r o b i n s k i :


t u r a c i ó n sintáctica del enunciado? Estos problemas, con toda
Je sentís ma gorge serrée par la main terrible de l'hystérie (Baudelaire)
evidencia, deben plantearse. Se puede considerar, desde luego,
[ S e n t í m i garganta apretada por la terrible mano de l a h i s t e r i a ] ,
que tales hechos provienen de una tendencia a la dificultad
misma, ya que el arte no es insensible a los valores buscados donde encontramos la palabra hystérie repartida entre las dis-
por los juegos circenses. Pero, si es así, hay que decirlo. Si no, tintas sílabas de la frase. Pero éste es un hecho excepcional,
buscar otra cosa. La poética, que yo sepa, no lo ha hecho no atestiguado en la mayor parte de los textos poéticos, a no
nunca, y ha tratado estos problemas por p r e t e r i c i ó n . ser al precio de contorsiones totalmente arbitrarias. Se le puede
Lo mismo ocurre en los otros dos niveles. La poética, por hacer el mismo tipo de reproche a la teoría de Jakobson. Las
supuesto, h a b í a reconocido la frecuencia de los desvíos sintác- equivalencias no se encuentran en toda clase de poemas, por
ticos y s e m á n t i c o s en poesía; pero los consideraba como re- una parte, y, por otra, pueden encontrarse en la prosa, como lo
percusiones de otra cosa, consecuencias contingentes de rasgos prueba G. M o u n i n a p r o p ó s i t o de «Nicole, apportez-moi mes
distintos. E x t e n s i ó n , en cierto modo, del f e n ó m e n o de «licencia pantoufles et me donnez mon bonnet de n u i t » . 23

poética», que permite al poeta algunas libertades frente al có- La teoría del desvío, a su vez, basa su propia verificación en
digo en nombre del supercódigo. Queda por explicar, entonces, tres tipos de hechos:
1.° La conmutación: ya utilizada por Aristóteles, y sistema-
bre debe ser s e m á n t i c a m e n t e compatible con este e p í t e t o » ( p á g . 74). Por
tizada por Bally, se apoya en un procedimiento corriente en la
lo d e m á s , el autor m i s m o declara que este microcontexto constituye una
especie de « m a c r o c o n t e x t o m e n t a l » . Se vuelve, por consiguiente, a l a Les Mots sous les mots.
n o r m a absoluta. La Communication poétique, p â g . 23.
30 El lenguaje de la poesía Introducción 31

lingüística estructural. Aquí, se trata de manifestar la correla- adecuadamente. Fontanier alega, para explicar el efecto, el ca-
ción constante entre la anulación del desvío y la d e s a p a r i c i ó n r á c t e r elíptico de Qu'il mourüt con respecto a J'aurais voulu
de la poeticidad. R e c u é r d e s e u n solo ejemplo, el del verso de qu'il mourüt. Pero en Qu'il se fit tuer tenemos la elipsis, y no
Virgilio: el efecto.
Ibant obscuri sola sub nocte, 3.° La estadística: es el ú n i c o medio de verificación real-
mente convincente. Se utilizó en E. L . P. de dos maneras: A)
traducido literalmente por: c o m p a r a c i ó n con el lenguaje no poético, siendo éste represen-
tado por el uso científico de la lengua, que es, por consensus
Iban oscuros en la noche solitaria.
omnium, la muestra m á s representativa de la no-poesía; B )
c o m p a r a c i ó n de la poesía consigo misma a lo largo de su propia
Pero basta con restablecer la pertinencia y escribir historia. Me he valido a q u í de u n «principio de involución»
25

Iban solitarios en la noche oscura \ que ha sido c r i t i c a d o , pero que no es en modo alguno necesa-
r i o para la d e m o s t r a c i ó n . Sigo convencido de que todo arte
para matar su poeticidad. P o d r á verificarse en todos los ejem- obedece, a lo largo de su evolución, a necesidades internas que
plos practicando la misma o p e r a c i ó n siempre que sea posible. lo impulsan a acusar sus rasgos constitutivos, por una especie
M

2." Los contraejemplos: constituyen el ú n i c o medio —muy de proceso e n d o g e n é t i c o . Pero la d e m o s t r a c i ó n no se basa


utilizado en lingüística— de criticar una t e o r í a : producir ejem- en este principio, sino en el hecho probado de una densidad
poética mayor en los textos de los poetas simbolistas que en
plos que la contradigan. La teoría debe probar en este caso, si
los textos m á s antiguos. Encontramos todavía en Hugo versos
puede, que esos contraejemplos no lo son y que sólo aparecen
ripiosos como:
como tales porque e s t á n insuficientemente analizados. Hallare-
mos, a lo largo del análisis, numerosos ejemplos de estos pseudc- // faut aller voir la-bas ce qui se passe
contraejemplos. Me l i m i t a r é , una vez m á s , a citar uno solo.
Dumarsais pretende que no hay figura en el verso «sublime» de y hallamos a ú n algunos incluso en Baudelaire. No se encuen-
Corneille: tran ya en Rimbaud n i en M a l l a r m é . Si, por consiguiente, en
Que voulez-vous qu'it ftt contre trois?- Qu'il mourút!
v i r t u d de este juicio, que es intuitivo pero general, se consti-
[ ¿ Q u é q u e r í a i s que hiciera contra tres? - ¡Que m u r i e r a ! ] . tuye una escala de poeticidad creciente desde los clásicos a los
r o m á n t i c o s y luego a los simbolistas, es lícito considerar el
Es, sin embargo, fácil probar que mourir no contiene el aumento e s t a d í s t i c a m e n t e significativo de los desvíos en los
rasgo s e m á n t i c o de «faire» y que, por consiguiente, sólo u n textos de estos tres grupos como una verificación de dicha
verbo factitivo p o d r í a responder a la pregunta. Por ejemplo, hipótesis.
Qu'il se fít tuer (Que se hiciera matar), y aquí tenemos otro Una ú l t i m a objeción al m é t o d o adoptado se basa en la ex-
ejemplo de c o n m u t a c i ó n en que, con el desvío, desaparece la tensión de los fenómenos observados. Los desvíos han sido
24
poeticidad . Por lo d e m á s , es preciso usar el procedimiento
2 5
Cf. G . Genette, «Langage p o é t i q u e , p o é t i q u e du langage» Figures
2 4
H e mostrado en otro lugar que figuras como l a g r a d a c i ó n o l a I I , p á g . 128.
2 6
a n t í t e s i s , presentadas por T . Todorov en calidad de contraejemplos, en P a r a u n a clarificación de esta endogénesis en m ú s i c a , v é a s e la
realidad no lo eran. Art. cit., Communications, 16, p á g s . 11 sigs. obra de H . B a r r a u d : Pour comprendre la musique d'aujourd'hui.
32 El lenguaje de la poesía Introducción 33

descritos y contados a p a r t i r de fragmentos de la obra. ¿ S e tiene Se plantea entonces u n problema. E n el campo del compor-
derecho a considerar la poeticidad como un valor que no e s t á tamiento humano, toda estructura cumple cierta función y toda
ligado a la totalidad del texto sino que se distribuye entre sus función sólo se lleva a cabo a p a r t i r de cierta estructura. Si el
partes? A esto hay que responder apelando a la experiencia rasgo pertinente de la diferencia poesía/no-poesía es el desvío,
efectiva de la c o n s u m a c i ó n poética. Es u n hecho que ciertos queda por averiguar c u á l es su función. Son posibles dos res-
versos aislados perviven como tales en nuestra memoria. Y que puestas. La primera es negativa. Puesto que el desvío es, como
a veces, incluso, su contexto echa a perder su belleza. Lo que tal, pura negatividad, resulta tentador pensar que constituye
obsesiona a la protagonista de Las tres hermanas de Chejov por sí mismo su propio fin y que la poesía no tiene m á s objeto
no es el poema de Pushkin, sino estos dos versos: que la d e s c o n s t r u c c i ó n del lenguaje, la i m p u g n a c i ó n de esa
función de c o m u n i c a c i ó n que asegura la intersubjetividad. Teo-
Cerca de una ensenada se alza una encina verde ría que ha sido sostenida y presenta la ventaja de inscribirse en
Una cadena de oro está enrollada al árbol,
la corriente de crítica radical, que es uno de los aspectos de
1 la modernidad. Sin embargo, es una respuesta positiva la que
y estos versos pierden magia en cuanto se les a ñ a d e su contexto. la presente teoría aporta a la cuestión.
U n ejemplo m á s llamativo a ú n es el célebre verso de Corneille: En la primera parte de este análisis, se le h a b í a reconocido
Cette obscure ciarte qui tombe des étoiles a la poesía como función la t r a n s f o r m a c i ó n cualitativa del sen-
[ E s t a oscura claridad que cae de las estrellas], tido, descrita, según una terminología clásica, como paso de
un sentido «conceptual» a un sentido «afectivo». Volveremos a
incomparable logro p o é t i c o que queda apagado por su contexto: estudiar esta descripción de manera m á s elaborada. A p a r t i r
de una oposición fenomenológica de los dos lenguajes como
Enfin avec le flux nous fait voir trente voiles
«intensidad» vs « n e u t r a l i d a d » , se d i s t i n g u i r á n dos tipos de sen-
[Por fin, con el flujo, nos muestra treinta v e l a s ] .
tido llamados «noético» y «patético», ambos presentes, de ma-
nera virtual, en las expresiones de la lengua, a p a r t i r de los
Y podemos recurrir, por ú l t i m o , al testimonio de B r e t ó n , quien
dos componentes de la experiencia en que se origina el sentido.
prefería por encima de todos este verso de Poe, que no es m á s
Queda entonces p o r asegurar el paso de la estructura a la
que u n segmento de frase:
función, del desvío a lo p a t é t i c o . Y, para hacerlo, es preciso
And now the night was senescent construir un modelo teórico del funcionamiento del lenguaje,
[ Y ahora la noche e n v e j e c í a ] , modelo que p e r m i t i r á al análisis pasar de la descripción a la
explicación y constituirse así en a u t é n t i c a teoría del fenómeno
traducido por M a l l a r m é : poético. A esta tarea e s t á n consagradas las páginas que siguen.
Et maintenant, comme la nuit vieillissait. Para asegurar mejor su inteligibilidad, creo útil indicar a q u í sus
articulaciones esenciales.
Pero es cierto que el texto existe y que la integración de la Los dos tipos —o polos— del lenguaje se caracterizan a
parte en la totalidad textual plantea un problema. Problema p a r t i r de dos lógicas a n t i t é t i c a s . La no-poesía depende de una
que s e r á tratado en su momento. lógica de la diferencia, en la que cada unidad se basa en su
relación con lo que ella no es, según la f ó r m u l a del principio
* ** de c o n t r a d i c c i ó n : A no es no-A. La poesía, por el contrario, se
322. — 2
34 El lenguaje de la poesía Introducción 35
rige por una lógica de la identidad, en la que la unidad se basa Hay que s e ñ a l a r a q u í que estas dos hipótesis son indepen-
en sí misma y por sí misma, según la f ó r m u l a del principio- de r
dientes >'. La verdad o la falsedad de la primera no implica l a
identidad: A es A. La lógica de la diferencia es la que inspira de la segunda. Pero forman juntas, al menos eso espero, u n
al estructuralismo saussuriano, según el cual una unidad semio- modelo coherente.
lógica sólo funciona por oposición a otra unidad. La presente I I ) Sintagmático: el discurso poético depende de u n prin-
t e o r í a propone l i m i t a r este principio y definir el lenguaje poé- cipio de coherencia interna o conveniencia del predicado a l
tico por la abolición de la estructura opositiva. sujeto. Esta coherencia queda asegurada, en los niveles frás-
E l modelo comporta dos paneles correlativos pero distintos, tico y transfrástico, por la concordancia o «correspondencia»
relativos a los dos ejes del lenguaje: p a t é t i c a de los t é r m i n o s que asocia el discurso. E l texto poético
puede ser considerado, en este sentido, como una tautología
I ) Paradigmático: constituido t a m b i é n él por dos hipótesis:
patética, por la que se constituye como lenguaje absoluto.
1.1.) lingüística: compuesta a su vez por dos procesos inver-
Es cierto, sin embargo, que el lenguaje poético no crea su
sos y complementarios, que pueden enunciarse co^no dos prin-
propia poeticidad, sino que la toma del mundo que describe.
cipios: *" Se introduce aquí un segundo postulado p r e t e ó r i c o : hablar
I . l . a ) de negación: el principio de oposición saussuriano sólo es comunicar la experiencia. (Tomo esta fórmula de A n d r é Már-
funciona en el nivel de lo v i r t u a l ( m absentia). Su actualiza- tinet: «La función fundamental del lenguaje humano es permi-
ción {in praesentia) queda asegurada por la estructura de la t i r a cada hombre comunicar a sus semejantes su experiencia
frase gramatical —sujeto nominal + predicado verbal—, que p e r s o n a l » . La Linguistique synchroriique, pág. 9). Sin duda sabe-
restringe la p r e d i c a c i ó n a una parte del universo del discurso mos, desde Austin, que el lenguaje es t a m b i é n algo m á s . Hablar
y reserva así su sitio al predicado opuesto. 28
es hacer . Pero la definición del lenguaje como t r a n s m i s i ó n de
I . l . b ) de totalización: la estrategia desviacional tiene como la experiencia se aplica sólo a su función descriptiva, que es,
efecto, al bloquear la aplicación del principio anterior, descons- como veremos, l a función esencial de la poesía. La poesía puede
t r u i r la estructura opositiva y extender, por consiguiente, la ser, claro está, exhortativa o imprecativa, pero sólo en cuanto
p r e d i c a c i ó n a la totalidad del universo del discurso. La negati- descriptiva se opone a la no-poesía. Y, si hay dos tipos de len-
vidad de la desviación poética aparece, pues, p a r a d ó j i c a m e n t e , guaje, es que hay dos tipos de experiencia que cada uno de
como el medio de asegurar al lenguaje su total positividad se- ellos describe adecuadamente. Por consiguiente, u n medio de
m á n t i c a , por u n proceso de negación de esta negación inherente probar la validez del modelo propuesto es intentar aplicarlo a
a la no-poesía. la experiencia no lingüística misma y pasar del texto al mundo.
1.2) psico-lingüística: esta segunda hipótesis asegura el en- Tentativa que será abordada al fin del análisis, como u n simple
lace entre la estructura (totalización) y la función (patetización). esbozo que espero continuar ulteriormente en forma de una
Constituye la « n e u t r a l i d a d » prosaica como la resultante de un poética del mundo y de la existencia en el mundo.
proceso de neutralización del sentido p a t é t i c o original, por la Para concluir, esta es la ocasión de denunciar el error en
acción antagonista de su opuesto. Por consiguiente, la intensidad que se ha hundido l a poética actual. Definir la literariedad a
p a t é t i c a de la p o e s í a aparece como el resultado de u n proceso 2 7
Por esto el orden lineal de la e x p o s i c i ó n no es imperioso. S u lectura
inverso de desneutralización, a p a r t i r de la anulación de la es-
p o d r í a comenzar por el c a p í t u l o I I I , y luego volver al c a p í t u l o I .
t r u c t u r a opositiva. 2 8
S e g ú n la t r a d u c c i ó n francesa del t í t u l o de la obra de Austin: How
to do things with words, 1962.
36 El lenguaje de la poesía

p a r t i r de la opacidad o intransitividad del lenguaje es negar


el ser mismo del lenguaje. Este es signo, y el signo sólo es tal
en cuanto que e s t á desligado de sí mismo, y en él se rompen,
se separan para constituirlo como tal sus dos caras; y en cuanto
que el significante remite al significado como a un m á s allá de
sí mismo, diferente de sí mismo. Este es el sentido profundo
de lo arbitrario saussuriano, en que el signo se anuncia a la vez,
p a r a d ó j i c a m e n t e , como unidad y dualidad. Unidad, ya que no
CAPÍTULO PRIMERO
hay significado sin significante, y t a m b i é n dualidad, puesto que
el significado implica un significante, pero no tal significante.
EL PRINCIPIO DE NEGACIÓN
Desligamiento y diferencia que fundamentan la posibilidad de
un mecanismo de p a r á f r a s i s en que el signo lingüístico halla su
especificidad: poder de significar su propio sentida y, por con-
siguiente, de ser al mismo tiempo signo y metasigno. Esto* hace E l fin del análisis siguiente es la i n t r o d u c c i ó n de una regla
de la p a r á f r a s i s el criterio del sentido. De donde surge una o principio del discurso que llamaremos «principio de negación
nueva paradoja. Pues la poesía es a la vez inteligible e intradu- c o m p l e m e n t a r i a » o, m á s brevemente, «principio de negación».
cibie. A esta paradoja d e b e r á enfrentarse toda poética, y en En efecto, la presencia o la ausencia de la negación comple-
su poder de superar tal aporía c o m p r o b a r á su propia validez. mentaria es lo que constituye, como intentaremos mostrar, el
Esto sólo puede hacerlo buscando el sentido del sentido a p a r t i r rasgo estructural pertinente de la diferencia poesía/no-poesía.
de una p r o b l e m á t i c a de la experiencia misma donde se origina En el nivel de la lengua, pero no del discurso, este principio
y arraiga la poeticidad. está enunciado desde hace tiempo. Es, de hecho, el postulado
Es decir que la teoría que aquí proponemos se s i t ú a en la fundamental del estructuralismo lingüístico. Se halla contenido
antigua t r a d i c i ó n de la mimesis. La poesía, como la ciencia, todo él en la célebre f ó r m u l a de Saussure: «En la lengua, no
l
describe el mundo. Es ciencia de su propio mundo —el mundo ^ h a y m á s que diferencias» . E l concepto de diferencia, en efecto,
a n t r o p o l ó g i c o — , descrito por ella en su propia lengua. M a l l a r m é abarca el de negación. Decir que A es diferente de B, es decir
lo dice: «...las cosas existen, no tenemos que crearlas; sólo que existe al menos un predicado P que debe afirmarse de B
tenemos que captar sus relaciones; y son los hilos de estas y negarse de A. De hecho, la negatividad es e x p l í c i t a m e n t e in-
relaciones los que forman los versos y los o r q u e s t a n » . Una vez 19
troducida p o r Saussure en sus formulaciones sucesivas del
m á s , poesis ut pictura. principio. «Una diferencia —escribe— supone en general unos
t é r m i n o s positivos entre los que se establece; pero en la lengua
2 9
« R é p o n s e à des e n q u ê t e s » , Oeuvres complètes, P l é i a d e , p á g . 871. sólo hay diferencias sin términos positivos». Afirmación que
vale para las dos caras del signo.
Y a tomemos el significado o e l significante, la lengua no com-
porta n i ideas n i sonidos preexistentes respecto a l sistema lingüís-
tico, sino s ó l o diferencias conceptuales y diferencias f ó n i c a s de
este sistema ( p á g . 166).

1
Cours de linguistique générale ( C . L . G.), pág. 166.
38 El lenguaje de la poesía El princìpio de negación 39
En lo que se refiere al significante, Saussure escribe: principio en el nivel de la lengua. Y, en p r i m e r lugar, tratar de
Los fonemas son ante todo entidades opositivas, relativas "y definir rigurosamente lo que hay que entender por oposición
negativas ( p á g . 164). lingüística. Sabemos que la oposición constituye el paradigma.
Pero el paradigma mismo se define corrientemente como el
En cuanto al significado, se compone de «valores que emanan conjunto de t é r m i n o s sustituibles en el mismo punto del con-
del sistema». Y, precisa Saussure, texto. Pues bien, en la frase

cuando se dice que dichos valores corresponden a conceptos, se Pedro es alto,


sobrentiende que é s t o s son puramente diferenciales, definidos no
positivamente por su contenido, sino negativamente por sus rela- se puede sustituir «alto» por muchos t é r m i n o s , como bajo,
ciones con los otros t é r m i n o s del sistema. S u c a r a c t e r í s t i c a m á s gordo, inteligente, soltero, etc. ¿ F o r m a n por ello un paradigma?
exacta es ser lo que los otros no son ( p á g . 162). Una respuesta afirmativa no tiene suficientemente en cuenta
el parentesco, intuitivamente reconocido, entre alto y bajo. E l
Podemos medir, según estas citas, el radicalismo negativista criterio de sustituibilidad contextual es demasiado débil. Para
de Saussure. Negativismo que ha causado las consabidas pro- obtener un criterio m á s vigoroso, es preciso introducir la noción
2
longaciones filosóficas en el pensamiento c o n t e m p o r á n e o y lógica de contradicción. Así, la frase
3
contra el que Jakobson h a b í a protestado y a .
Pues bien, si se puede admitir la total vacuidad del signo en Pedro es alto, gordo, inteligente, soltero

lo que se refiere a su cara significante, unida a su « t r a n s p a r e n -


cia» funcional, es difícil hacer lo mismo con el significado. no es en modo alguno contradictoria, mientras que
¿Cómo creer que el sentido de la palabra verde consiste única- Pedro es alto y bajo
mente en el hecho de no ser azul n i amarillo? Pero no vayamos
más lejos. Toda l a teoría está ahí para mostrar que el estruc- es una contradicción, lo que permite ver en sus predicados
turalismo lingüístico sólo define un polo del lenguaje, en el s- verdaderos opuestos. Se establecerá, pues, como criterio de
que el signo se vacía al m á x i m o de toda sustancia para des- opositividad de dos t é r m i n o s , la imposibilidad lógica de asignar-
vanecerse en la nada, mientras que, en el otro polo, el signo los como predicados a un mismo sujeto i n d i v i d u a l . 4

recupera su plenitud, a la vez en el nivel del sonido y en el Admitido este criterio, vemos que la opositividad tiene
nivel del sentido. Limitación, pues, del estructuralismo lingüís- muchas lagunas en el sistema léxico de una lengua como el
tico a u n polo del lenguaje, definido por la diferencia o nega- francés. Muchos t é r m i n o s se ajustan al criterio, los que el dic-
ción, mientras que el otro polo se define, a l contrario, por la cionario llama «antónimos». Es inútil citar ejemplos. Pero son
no-negación o identidad. Y esto sucede en los dos ejes del len- muchos los t é r m i n o s que precisamente no tienen a n t ó n i m o s .
guaje, p a r a d i g m á t i c o y s i n t a g m á t i c o . E n este segundo polo, lo ¿Cuáles son, por citar sólo algunos ejemplos entre los adjetivos,
adivinamos, es en el que se sitúa la poeticidad. los opuestos de ciego o sordo? La lengua no ha previsto n i n g ú n
Pero, antes de llegar a esto, es preciso mostrar, mejor de
lo que lo hizo Saussure mismo, la pertinencia lingüística del 4
E s t e criterio puede parecer trivial. Pero l a tendencia de l a s e m á n -
tica c o n t e m p o r á n e a es recurrir a la l ó g i c a p a r a definir las relaciones
2
Cf. l a o b r a de J . Derrida y de G . Deleuze. s e m á n t i c a s . Así, J . Lyons define la sinonimia por la i m p l i c a c i ó n recíproca:
3
Six leçons sur le son et le sens, p â g . 75. «Si P[ ~ » P y P j
2 P j , entonces P, =. P » , Linguistique
2 genérale, p á g . 344.
40 El lenguaje de la poesía El principio de negación 41
t é r m i n o para designar al que ve y al que oye. Y esto, dicho sea mediano, n i en caliente / frío, donde se interponen templado y
de paso, no debe e x t r a ñ a r n o s . La deficiencia de la lengua es^el tibio. En efecto:
efecto de su función informativa y confirma por esto mismo
x no es grande
el prevalecimiento lingüístico de esta función. La lengua no ha
previsto un nombre para lo que juzga normal y previsible.
Existe u n t é r m i n o para designar el caso, marginal e improba- ya no es igual a la afirmación de pequeño, sino a
ble, de la ceguera o de la sordera; no lo hay para expresar la x es mediano o pequeño.
capacidad, considerada natural, de ver o de oír. E n este sentido,
puede decirse que la lengua está totalmente marcada. E l autén- En este ú l t i m o caso, los t é r m i n o s extremos se llaman «contra-
tico caso no marcado es el silencio, que corresponde sólo a las rios», y la contrariedad resulta la forma extrema de la oposi-
situaciones que no hay necesidad de expresar por ser naturales. 5
c i ó n . Observamos, sin embargo, que la lengua corriente sigue
Pero de las lagunas de la antonimia no hay que deducir la llamando contrarios a los opuestos binarios, sin duda porque
caducidad del principio de oposición. Porque, de hecho, la lengua la dicotomía no corresponde a nuestra intuición de lo real como
posee u n dispositivo universal de oposición, que es sintáctico, un continuum. Hay seres que son, digamos, « m e d i a n a m e n t e
constituido por la forma negativa del verbo. A h e r m o s o s » , lo que la lengua, por otra parte, puede expresar
gracias al morfema gramatical «ni... ni», que traduce, m á s que
x es sordo
una doble negación, la afirmación del t é r m i n o neutro ausente
de la lengua.
se puede oponer, en efecto,
Si se tienen en cuenta las lagunas del sistema léxico de opo-
x no es sordo. siciones, es posible validar el principio a nivel psico-lingüístico.
En los experimentos de asociación verbales, a p a r t i r de cual-
Así, la simple posibilidad sintáctica de oponer a una forma
quier e s t í m u l o , las respuestas opositivas son ya favorecidas
afirmativa no marcada una forma negativa marcada (4- no...)
^ desde el doble punto de vista de la frecuencia y del tiempo de
basta para asegurar la validez universal del principio de oposi- x
reacción. Pero si los experimentos se hacen a p a r t i r de adjetivos
ción. E n ú l t i m a instancia, pues, el sistema léxico es demasiado o de verbos que poseen en la lengua opuestos igualmente «dis-
rico y el paradigma inútil, ya que, para establecer u n t é r m i n o , ponibles», la respuesta opositiva (del tipo caliente —frío, va-
basta con negar el otro. Y no hay lengua en que se ignore esta cío —> lleno) se muestra claramente superior a todas las d e m á s :
posibilidad. en su frecuencia, mayor, y en su tiempo de reacción, menor . 6

Recordemos, sin embargo, que entre las negaciones léxica La presencia de u n opuesto que «flota», como dice Saussure,
y s i n t á c t i c a existe una diferencia lógico-semántica en todos los alrededor de cada t é r m i n o , queda confirmada por el estudio
casos en que el paradigma léxico consta de m á s de dos térmi- de los lapsus. «El lapsus m á s corriente es el que consiste en
nos. Si, en un paradigma binario, la negación s i n t á c t i c a de uno decir exactamente lo contrario de lo que se quería decir» . Y 7

de los t é r m i n o s equivale a la afirmación léxica del otro, si, en los niños, las asociaciones opositivas son menos acentua-
x no es verdadero = x es falso, das que en los adultos, hecho sobre cuya i n t e r p r e t a c i ó n volve-

no ocurre lo mismo en u n paradigma como grande / pequeño, S o b r e estos problemas, v é a s e R . B l a n c h é , Structures intellectuelles.
6
Cf. F r a i s s e et Piaget, Traite de psychologie, t. V I I I , p á g s . 110 y 113.
donde se intercala u n t é r m i n o llamado neutro (ne-uter), como 7
F r e u d , Introduction á la psychanalyse, p á g . 23.
42 El lenguaje de la poesía El principio de negación 43
remos, es cierto, sin embargo, que el n i ñ o aprende muy pronto este t é r m i n o en la presencia, mientras que su opuesto frío es
a pensar por contrarios. remitido a la ausencia. Sólo caliente es apto para describir la
experiencia, y no hay nada en él que diga que esta aptitud sea
L o que es posible comprobar al principio es l a existencia de
limitada y que frío haya podido y pueda en algún momento
elementos emparejados... Por regla general, toda expresión está
poseerla a su vez. Lo que el locutor afirma a s í es la presencia
í n t i m a m e n t e u n i d a a su contrario, de tal manera que no puede ser
pensada sin é l . U n a idea se define en primer lugar y con la mayor
del calor y nada m á s . Por consiguiente, el equilibrio entre los
fuerza por su contrario . 8 dos t é r m i n o s queda roto, y el principio de oposición parece
invertirse. Si la implicación r e c í p r o c a de los opuestos es el
Así, la semiología y la psicología se unen en la afirmación de un principio constituyente de la lengua, el discurso parece regido
principio que se puede formular, si T es un t é r m i n o y T su por u n principio inverso. E n el nivel de la lengua, los opuestos
opuesto: se implican; en el nivel del discurso, se excluyen.
T - » T', y Lengua: T —> V
<
Discurso: T w 1".
principio de oposición que parece regir a la vez y correlativa-
mente el pensamiento y la lengua. Queda por averiguar si reina Aquí e s t á el punto crucial de la teoría propuesta. Esta dife-
del mismo modo en el habla. rencia entre lengua y discurso, entre virtual y actual, es sólo
Aquí, en efecto, surge un problema que, al parecer, no ha superficial en el discurso no poético. De hecho, los dos niveles
merecido la a t e n c i ó n de los lingüistas. Este problema se plan- son isomorfos, y este isomorfismo define este tipo de discurso.
tea a p a r t i r de la distinción saussuriana entre lengua y habla, En poesía, p o r el contrario, el isomorfismo desaparece. La es-
que se oponen como ausencia y presencia. La lengua es, en tructura profunda del lenguaje no poético se rige por el prin-
efecto, un sistema virtual que sólo existe «in absentia», mien- cipio de oposición, mientras que en lenguaje poético la aplica-
tras que, por el contrario, el habla o discurso es un conjunto ción del principio está bloqueada. Tenemos:
actual, que existe «in p r a e s e n t i a » . Pues bien, la solidaridad
Lengua = T —» T '
de los opuestos sólo a c t ú a en el nivel de la lengua. En cuanto
/ \
se pasa al habla, esta solidaridad se rompe. La u n i ó n de los
Discurso: T —> I " T w T
contrarios se transforma en exclusión. A l ser los opuestos, por
(no-poesía) (poesía)
definición, incompatibles, no pueden actualizarse juntos sin
c o n t r a d i c c i ó n . Virtualmente, T implica T , caliente implica frío. Esto es lo que el análisis va a intentar demostrar sucesivamente,
Pero la actualización s i m u l t á n e a de los dos t é r m i n o s está pro- comenzando por la no-poesía, considerada como norma del len-
hibida. Supongamos que la experiencia que se quiere comunicar guaje natural, al menos en nuestra cultura.
es la que se puede calificar m e t a l i n g ü í s t i c a m e n t e con el t é r m i n o Un t é r m i n o de la lengua, léxico o no, no puede actualizarse
de « t e m p e r a t u r a » . E l locutor, para describir su experiencia, aisladamente en el habla. La palabra-frase es un caso marginal,
tiene que hacer necesariamente una «elección» entre t é r m i n o s excluido de la gramaticalidad. Un t é r m i n o como chaud sólo
9
que se «excluyen m u t u a m e n t e » . Elegir caliente es introducir puede entrar en el habla en forma de una frase como il fait
chaud (hace calor) o ceci est chaud (esto está caliente). Razone-
* H . Wallon, Les Origines de la pensée chez l'enfant. mos, en p r i m e r lugar, sobre estas frases simples o unidades
* A. Martinet, Eléments de linguistique générale, p â g s . 32-33. m í n i m a s del discurso.
El lenguaje de la poesía El principio de negación 45
44
Para llevar a cabo la d e m o s t r a c i ó n , fijemos primero nuestra
E l rasgo c o m ú n de estas dos frases es que dividen la expe-
terminología con un ejemplo. Sea la frase:
riencia en dos partes; a una de ellas se aplica el t é r m i n o per-
tinente, y a la otra no se le aplica. E n il fait chaud, la flexión La mayor de las dos hijas de Valéry es hermosa.
verbal lleva una marca temporal, llamada «presente», que de-
signa la parte de la experiencia c o n t e m p o r á n e a de la enuncia- Llamaremos, siguiendo la tradición, «sujeto lógico» (S) a la
ción, por oposición a la parte no c o n t e m p o r á n e a (pasada o fu- «cosa de la que se habla», es decir: la mayor (de las dos hijas
tura). A l m i s m o tiempo, se proporciona una posibilidad de de Valéry), y. «predicado» (P) a «lo que se dice de ella», a la
a c t u a c i ó n al t é r m i n o opuesto. La división de la experiencia propiedad, en el sentido m á s amplio del t é r m i n o , que la frase
según la c a t e g o r í a del tiempo anula la incompatibilidad de los atribuye al sujeto, o sea: es hermosa. E l sujeto la mayor per-
dos t é r m i n o s y hace posible, sin contradicción, la presencia de tenece al conjunto representado por las dos hijas de Valéry,
los dos opuestos. Por ejemplo, al que llamaremos: «universo del discurso» (U). Este conjunto
comprende, a d e m á s de la mayor, a otra hija, digamos la menor,
Il fait chaud et il faisait froid 1 que constituye el «sujeto c o m p l e m e n t a r i o » (S'). Llamaremos
[ H a c e calor y h a c í a f r í o ] igualmente «predicado c o m p l e m e n t a r i o » (P') al t é r m i n o opuesto
a hermosa, es decir, no hermosa o fea.
o, en una e x p r e s i ó n m á s natural: Tenemos, pues, u n universo del discurso que comprende dos
t é r m i n o s , uno explícito (la mayor), y otro implícito (la menor).
Aujourd'hui il fait chaud, mais hier il faisait froid
[ H o y hace calor, pero ayer h a c í a f r í o ] .
La p r e d i c a c i ó n sólo alcanza al sujeto explícito. Del sujeto com-
plementario implícito, la frase no dice nada. A l menos explícita-
mente. Mas, por el hecho mismo de su existencia presupuesta
La misma conclusión se aplica al segundo ejemplo, con la
en el interior del discurso, existen dos posibilidades. O bien el
única diferencia de que aquí la p a r t i c i ó n de la experiencia ya
sujeto complementario se deja indeterminado y, en tal caso,
no es temporal, sino espacial. En
uno de los predicados opuestos le es necesariamente aplicable.
Ceci est chaud De que de la mayor se afirme que es hermosa, se pueden de-
[ E s t o e s t á caliente], ducir dos cosas: o que la menor es hermosa t a m b i é n o, por el
contrario, que no lo es. La frase será llamada entonces limita-
el t é r m i n o no se asigna m á s que a una parte del espacio, desig- tiva y designaremos como «principio de limitación» la f ó r m u l a :
nada como «cercana al locutor», por oposición a la parte no cer-
(S = P ) - * ( S ' = PVP').
cana. Al mismo tiempo, los dos opuestos son actualizables en el
mismo discurso sin c o n t r a d i c c i ó n : Esta es la forma débil del principio discursivo de oposición.
Ceci est chaud et cela est froid
Pero hay otra posibilidad de i n t e r p r e t a c i ó n . De que sólo la
[ E s t o e s t á caliente y aquello e s t á f r í o ] . mayor sea juzgada hermosa se d e d u c i r á que de la menor se
dice que no lo es (o que lo es menos). La frase es entonces
Queda por generalizar esta conclusión, es decir, mostrar que restrictiva, y llamaremos «principio de negación complementa-
se aplica a todas las frases posibles, sean cuales fueren sus ria» o, m á s brevemente, «de negación» a la f ó r m u l a :
formas superficiales. ( S = P ) - > ( S ' = P').
El lenguaje de la poesía El principio de negación 47
46
Tenemos aquí la forma fuerte del principio de oposición. Es, ticulares, efectivamente, se oponen como dos « s u b c o n t r a r i a s » ;
como vamos a mostrar, la que representa la i n t e r p r e t a c i ó n ser' las dos pueden ser falsas, pero las dos pueden ser verdaderas.
m á n t i c a m á s natural de la frase. Si se afirma una, la otra puede ser indiferentemente afirmada
La perspectiva que adoptamos aquí para el análisis semán- o negada. De algún hombre es inteligente debemos concluir que
tico es la que la lógica hizo suya en sus albores. Distinguía, en algún (otro) hombre es inteligente o no inteligente. Así pues,
efecto, las proposiciones según dos rasgos pertinentes: la cuali- volvemos a hallar nuestro principio de limitación enunciado
dad (afirmativas o negativas) y la cantidad (universales o par- como regla lógica expresa.
ticulares). E l p r i m e r rasgo establece la estructura opositiva de Sin duda, el opuesto sigue siendo sólo posible. Pero lo posi-
la lengua; el segundo, la estructura extensiva del discurso. Todo ble actual no debe confundirse con lo virtual. Es preciso dis-
ocurre como si la lógica considerase que la frase está a h í para tinguir dos tipos de actualización, explícita e implícita, que se
responder a dos preguntas, igualmente pertinentes: 1) ¿ E l pre- oponen igualmente a lo virtual, según el esquema:
dicado debe afirmarse o negarse, 2) de todo o de alguna parte
del sujeto? Ahora bien, estas dos preguntas son correlativas ^y virtual vs actual
afectan, como veremos, al lenguaje en su estructura m á s pro-
funda.
Estos dos rasgos, cualidad y cantidad, dan, al combinarse, explícito vs implícito
r e c o r d é m o s l o , cuatro tipos de proposiciones:
Lo implícito está presente en el discurso del mismo modo que
A) Universal afirmativa: Todo S es P. lo explícito, aunque no se manifieste, como lo explícito, me-
E) Universal negativa: N i n g ú n S es P. diante un significante específico. E n el clásico ejemplo del enti-
I) Particular afirmativa: A l g ú n S es P.
mema: «Sócrates es mortal, ya que es h o m b r e » , la presencia
O) Particular negativa: A l g ú n S no es P.
de la mayor es indispensable para la inteligibilidad del discurso,
y su ausencia en el nivel del significante no excluye en modo
A ellas se a ñ a d í a la p r o p o s i c i ó n llamada «singular», incluida
alguno su presencia en el nivel del significado. Todas las formas
entre las universales, porque «su sujeto, por el hecho mismo de
10
de la elipsis son otras tantas ilustraciones de esta verdad: que
ser singular, se toma necesariamente en toda su extensión» .
hay, no en la lengua sino én el discurso, significados sin signifi-
Las particulares, desde nuestro punto de vista, no plantean
cantes.
problemas. Son, en efecto, explícitamente limitativas, y éste es
el rasgo que las define. Asignan el predicado sólo a una parte Establecido esto, podemos pasar a las universales, cuya for-
del sujeto lógico. E l sujeto se comporta, pues, como u n universo ma, por definición, parece excluir toda limitación. A l ser asig-
del discurso dividido en dos partes, de las que sólo una soporta nado el predicado a la totalidad de la extensión del sujeto, parece
la predicación. La parte complementaria queda, pues, disponible que el predicado opuesto queda expresamente excluido de toda
para la aplicación del predicado opuesto. Posibilidad que la actualización posible. Si es cierto que todo hombre es inteli-
lógica clásica ha codificado de manera expresa. Las dos par- gente, la p r o p o s i c i ó n complementaria todo hombre no es in-
teligente es necesariamente falsa. Conclusión ineludible si nos
1 0
atenemos a la forma superficial de la universal. Pero ¿ q u é
Logique de Port-Royal, p á g . 115. Leibniz opina lo mismo. «Las
proposiciones singulares e s t á n comprendidas, en cuanto a l a forma, e n T a s
ocurre con la estructura profunda?
u n i v e r s a l e s » , Nouveaux Essais, I V , X V I I , 8.
El lenguaje de la poesía El principio de negación 49
48
Consideremos una p r o p o s i c i ó n como: La g r a m á t i c a transformacional, por su parte, distingue dos
y
tipos de relativas, una «explicativa», separada del nombre por
Todos los hombres casados sueñan con el celibato.
una pausa, otra « d e t e r m i n a t i v a » , sin separación. La aposición
es el producto de una t r a n s f o r m a c i ó n por d e s a p a r i c i ó n de la
Se trata sin duda de una p r o p o s i c i ó n universal, ya que ^él sujeto I2
primera; el epíteto, de la segunda . Por consiguiente, es posible
incluye el cuantificador universal todos. Si se considera sólo considerar la frase
la forma superficial, el predicado se asigna a q u í a toda la ex-
t e n s i ó n del sujeto. Pero en una frase como ésta, cuyo sujeto es Todos los hombres casados sueñan con el celibato
u n sintagma epitético, el campo del cuantificador constituye un
problema. Es evidente, en efecto, que el predicado sueñan con como derivada, por t r a n s f o r m a c i ó n generalizada, de las dos
el celibato no se asigna a todos los hombres, incluso solteros, frases:
sino tan sólo a los que e s t á n casados. E l sujeto lógico es dis-
1) Ciertos hombres están casados.
tinto del sujeto gramatical. E l epíteto tiene aquí, pues, función
2) Todos sueñan con el celibato.
restrictiva. Divide la clase del nombre en dos subclases: los¡
hombres casados, por una parte, los hombres no casados, por
La particular reaparece en estructura profunda, subyacente a
otra. E l epíteto a c t ú a , pues, como u n cuantificador subyacente.
la universal. Es un todo de algo. E l opuesto es, pues, t a m b i é n
Idea que ya expresaron claramente los logicistas de Port-Royal.
aquí, actualizable. De la clase complementaria los hombres no
A h o r a bien, esta r e s t r i c c i ó n o estrechamiento de l a idea general casados se puede afirmar o que s u e ñ a n con el celibato o que
en cuanto a su e x t e n s i ó n puede hacerse de dos maneras. no s u e ñ a n con él. E l sintagma epitético ofrece u n privilegio
L a p r i m e r a , mediante otra idea, distinta y determinada, que se analítico. E l universo del discurso se manifiesta en él en forma
le a ñ a d e ; como s i a l a idea general del t r i á n g u l o le a ñ a d o l a de de sujeto gramatical (los hombres), cuyo sujeto lógico cons-
tener u n á n g u l o recto: a s í restrinjo l a idea a u n a sola especie de
tituye una subclase (los hombres no casados). Se trata ahora
t r i á n g u l o , el t r i á n g u l o r e c t á n g u l o .
¿ e mostrar que esta estructura es subyacente a todas las formas
L a otra, a ñ a d i é n d o l e s ó l o u n a idea, indistinta e indeterminada,
ue frases.
de parte, como cuando digo: a l g ú n t r i á n g u l o ; y se dice entonces
que el t é r m i n o c o m ú n se torna particular, porque se extiende s ó l o Dicha estructura es manifiesta en las frases del tipo:
a u n a parte de los sujetos a los que se e x t e n d í a antes, sin que, no
obstante, se h a y a determinado c u á l es esa parte a l a que lo hemos Todos los ministros han dimitido.
11
restringido .
No se trata en este caso, evidentemente, del conjunto total de
Vemos que entre el «triángulo rectángulo» y «algún trián- los ministros, sino de una parte de ellos, los de tal gobierno,
gulo» existe una total equivalencia extensiva. Sin duda, la ya que la referencia la proporciona a q u í el contexto, verbal o
primera e x p r e s i ó n es determinada, mientras que la segunda no situacional. La función del a r t í c u l o determinante es r e m i t i r a
lo es. E l triángulo rectángulo identifica al sujeto, mientras que este conjunto. Sabemos que este artículo funciona, al modo del
algún triángulo no lo hace; pero, desde el punto de vista de la pronombre, como un sustituto de un segmento lingüístico ante-
cantidad lógica solamente, la diferencia es nula.
1 2
C h o m s k y reconoce l a convergencia de su a n á l i s i s con el de Port-
» Logique, p á g . 88. Royal en este punto. Cf. Linguistique cartésienne, p á g . 16.
El lenguaje de la poesía El principio de negación
50 51
u
r i o r o posterior o de un elemento no lingüístico . E l cuantifica- «forma a b r e v i a d a » (short form), del el genérico, que aparece
dor, a q u í t a m b i é n , totaliza una parte de u n universo del dis- en frases como el tigre vive en las cuevas . n

curso, situado esta vez fuera de la frase. Pero ¿ o c u r r e lo mis- Una frase así es, en efecto, una c o n t r a c c i ó n de
mo con las universales stricto sensu, como los hombres son
el animal [que es tigre'] vive en las cuevas,
mortales o el fósforo se funde a 44 grados? Frases a s í se en-
cuentran rara vez en el lenguaje corriente. Son privativas de en que el segmento que va entre corchetes se ha suprimido.
cierto tipo de discurso, didáctico o sapiencial (ciencia, filoso- Volvemos a hallar aquí, pues, la estructura restrictiva del sin-
fía, etc.). Pero, al existir, crean el problema. Aquí, en efecto, el tagma epitético. E l tigre es, desde luego, todo tigre; pero, una
predicado se asigna a la totalidad, sin restricción, de la clase vez m á s , el todo es solamente el todo de la parte, ya que la
considerada. Se dice que son mortales todos los hombres, y no clase de los tigres es remitida por el a r t í c u l o a la clase de los
una parte de ellos. Sin embargo, hay que subrayar u n hecho: animales, que la incluye. Así, la universal se revela en profun-
la presencia aparentemente indebida del artículo determinante. didad como sólo una particular. Si el tigre es cierto animal,
La lógica clásica no lo empleaba. Decía todo homjpre y no todos decir que es feroz es l i m i t a r el predicado a una parte de los
los hombres. Pero esta forma es m á s natural. A d e m á s , la uni- animales, quedando la otra, la de los animales no-tigres, dis-
versal debe limitarse al a r t í c u l o (el fósforo) cuando se trata ponible para la negación: no feroces.
de u n sustantivo no contable, pero puede hacerlo t a m b i é n en
Se puede aplicar el mismo análisis a las proposiciones llama-
otros casos. Los hombres son mortales es un equivalente de
das «singulares», cuyo sujeto se refiere a un individuo. La len-
todos los hombres. Por esta razón, se ha podido establecer la
gua conoce dos formas distintas de referencia individual, el
oposición entre el a r t í c u l o determinante y el a r t í c u l o indefinido
nombre propio por u n lado y la «descripción» (Russell) por
sólo desde el punto de vista de la cantidad lógica. Los hombres otro: Sócrates o el maestro de Platón. E n esta segunda forma,
son todos, por oposición a unos hombres, que significa algunos. encontramos de nuevo el sintagma epitético, con la ú n i c a dife-
Este es el uso llamado «genérico» del artículo determinante. rencia de que la subclase consta de un elemento único. Se trata
Pero podemos preguntarnos si pierde entonces su valor prono- .-de u n predicado suplementario, la unidad, atribuido a una parte
minal. Demos la palabra a S. Vendler: de la clase.
E l a r t í c u l o determinante remite siempre a u n a p r o p o s i c i ó n pre- En cuanto a los nombres propios, el francés conoce dos
sente o s u p r i m i d a (présent or deleted). Cuando l a p r o p o s i c i ó n se tipos, sin a r t í c u l o (Pierre) y con a r t í c u l o (La Seine), que corres-
suprime, tenemos u n f e n ó m e n o de « c o n t r a c c i ó n » que funciona s e g ú n ponden a la d i s t r i b u c i ó n animado/inanimado, con excepciones
el modelo siguiente: (Paris). E n el ú l t i m o caso, el artículo d e s e m p e ñ a su función
el N que es A - > el A anafórica ordinaria y remite a un t é r m i n o suprimido. Así, Ven-
el N i que es N j —» el N j , dler deriva el Hudson de
1 4
donde el es g e n é r i c o .
el Hudson el [río llamado] Hudson.
La segunda fórmula, en que N i representa el t é r m i n o supri-
mido, nos permite, dice el autor, dar cuenta de la embarazosa En francés, el género del a r t í c u l o aboga por una lectura así.
Prueba de ello es la tendencia a decir le Normandie, donde el
1 3
Cf. J . Dubois, Grammaire structurale du français: le nom et le a r t í c u l o concuerda, no con el nombre, sino con o t r o t é r m i n o
pronom, p á g . 148.
4
1 Adjectives and Nominalisation, p á g . 15. 15
Ibid., p á g . 18.
52 El lenguaje de la poesía El principio de negación 53
16
subyacente (el barco, paquebote N o r m a n d i e ) . ¿ P u e d e aplicarse donde el adverbio funciona como u n epíteto que l i m i t a a la
la misma derivación al nombre propio sin a r t í c u l o , como y subclase de los franceses que vivían en otro tiempo la clase
París —> [la ciudad llamada] París, englobante de los franceses en general. En 1), el artículo es
genérico; en 2), es específico. Pero la diferencia es sólo super-
con s u p r e s i ó n , esta vez, del artículo? Ciertos usos parecen per- ficial. E l artículo determinante, de hecho, conserva siempre
m i t i r l o . Así, la r e a p a r i c i ó n del a r t í c u l o ante un nombre propio su valor específico. Esta i n t e r p r e t a c i ó n permite, pues, una ge-
colectivo {Los Beatles), o ante un nombre a c o m p a ñ a d o de ad- neralización interesante, ya que unifica los dos empleos, aparen-
jetivo (la Roma antigua, el joven Hegel), donde el a r t í c u l o con- temente distintos, específico y genérico, del artículo determi-
cuerda con u n nombre propio subyacente (la ciudad de Roma, nante.
el filósofo Hegel). Estos ejemplos verifican la función limitativa
Ahora bien, este doble sentido no ha existido siempre en
del a r t í c u l o determinante. La Roma antigua se opone a la Roma
francés. Cuando el artículo se introdujo en la lengua, fue en
moderna; el joven Hegel, al Hegel de la madurez. E l individuo
calidad de demostrativo, es decir, con un valor específico evi-
considerado en su d i m e n s i ó n temporal funciona^ como u n con-
17
dente. «Desde los m á s antiguos p e r í o d o s del francés, les, le, la
j u n t o cuyos elementos e s t á n constituidos por sus momentos .<
indican que la extensión del sustantivo se limita a ciertos obje-
Es lícito incluir entre las singulares el conjunto de las frases
tos o ciertas ideas que son comunes o están determinadas de
con verbo finito. Es una particularidad de ciertas lenguas el 18
cierta m a n e r a » . En líneas generales, fue a p a r t i r del Renaci-
marcar obligatoriamente el tiempo de asignación del predicado.
miento cuando el a r t í c u l o generalizó su empleo y a s u m i ó la
Es cierto que esta modalidad se neutraliza en frases como las
doble acepción. Pues bien, si, en su sentido genérico, sigue
plantas viven o Sócrates es filósofo, en que la marca gramatical
siendo un sustituto de un t é r m i n o suprimido, los dos sentidos
del presente encierra, de hecho, un intemporal s e m á n t i c o . Pero
ya no constituyen m á s que uno. En los dos casos, el a r t í c u l o
en la medida en que la marca temporal se refiere a u n tiempo
determinante conserva su sentido específico originario; la única
definido, nos hallamos ante una singular. E n Pedro estaba can-
diferencia es que, en su uso específico, remite al discurso, y,
sado, tenemos una doble referencia, a Pedro, por una parte, y e n s u u s o
' genérico, a la lengua. Demuestra, entonces, la existen-
al pasado por otra. Esto puede interpretarse como una división
cia de un isomorfismo entre la estructura del léxico nominal y
del sujeto Pedro en dos partes, Pedro-pasado y Pedro-no pasado,
la de la lógica de las clases. Y éste es un hecho que queda con-
de las que sólo la primera recibe el predicado. Además, la forma
firmado por la experiencia psicolingüística.
epitética puede reaparecer. Obsérvese la equivalencia entre
La relación entre cada t é r m i n o nominal de la lengua y otro
1) Antaño, los franceses eran pobres t é r m i n o que lo engloba ( t é r m i n o superordinado) queda mani-
festada por los experimentos de asociación verbal. Cuando el
y estímulo, en efecto, es un nombre, la medida del tiempo de
2) Los franceses de antaño eran pobres,
reacción muestra que la respuesta m á s r á p i d a e s t á constituida
19
16 Cf. J . Dubois, Op. cit., p á g . 78. por un t é r m i n o superordinado (del tipo: col-verdura) .
17 L e Bidois cita este ejemplo: «.Le Paris de Haussmann vaut, à plus Pasemos ahora a la forma fuerte, es decir, al principio de
d'un égard, le Paris de Louis XIV» ( « E l Paris de H a u s s m a n n , en m á s de
negación propiamente dicho. La lógica clásica, como vimos,
un aspecto, vale tanto como el P a r í s de L u i s X I V » ) ; y comenta: « E l nom-
bre de ciudad recibe a q u í , por parte del pensamiento, u n a d i s m i n u c i ó n
de e x t e n s i ó n ; el a r t í c u l o determinante, al acusar el hecho, e s t á m u y en F . B r u n o t , Histoire de la langue française, t. I , p á g . 273.
su papel», Syntaxe du français moderne, I , p á g . 60. Cf. Fraisse et Piaget, Op. cit., p á g . 110.
El lenguaje de la poesía El principio de negación 55
54
sólo a d m i t í a entre particulares opuestas una r e l a c i ó n de sub- ¿significa, para usted,
contrariedad. Pues bien, es curioso que la lógica h i n d ú sólo y «Los otros ó x i d o s no son c o n d u c t o r e s »
conozca tres clases de proposiciones, dos universales y una
particular, que significa ciertos, pero no todos. Algufto tenía, O

pues, el valor de alguno solamente y no de alguno por lo menos. « E s posible que los otros ó x i d o s sean conductores también»?
En este ú l t i m o sentido, adoptado por la lógica moderna, hay
20
confusiones posibles, ya s e ñ a l a d a s por J. N . Keynes , y Jesper- Los resultados (166 frente a 25) están ampliamente a favor
sen, a su vez, protestaba formalmente contra este uso. E l logi- 22
de la lectura r e s t r i c t i v a . Resultado que h a b r í a sido a ú n m á s
cista R. Blanche opone a la lógica formal, creada con el ú n i c o claro en la forma negativa. ¿Cómo creer, si se afirma que algunos
fin de dar cuenta del razonamiento, una «lógica n a t u r a l » , la óxidos no son conductores, que ninguno lo es, o, frente a ciertos
única aplicable al lenguaje. Escribe: pasajeros no han resultado muertos, que ninguno haya perdido
la vida?
E n todas las grandes lenguas de nuestra civilización occidental, Lo que es verdad de las particulares lo es t a m b i é n de las
y t a m b i é n en er uso c o m ú n , el t é r m i n o que corresponde al f r a n c é s
singulares. Un biógrafo de Proust ( H . Painter) cuenta que, a este
quelque y a l l a t í n aliquis tiene un sentido tanto restrictivo como
cumplido dedicado a la baronesa de Jouvenel: «Se ha puesto
existencial. S i n perder su c a r á c t e r afirmativo, incluso se suele per-
21
usted esta noche sus ojos de terciopelo», la baronesa replicó:
cibir m á s bien en su o p o s i c i ó n con todos .
«No es usted demasiado amable en cuanto a los otros días». Y
¿ q u i é n ignora que es poco galante, ante dos damas, alabar sólo
Así lo confirma nuestra intuición lingüística. Supongamos un a una de ellas? Si la otra se molesta, será inútil escudarse en
titular de p e r i ó d i c o como: la lógica clásica para pretender que no se ha dicho l o contrario
sobre ella. La lógica natural da la razón a dicha dama. No decir
El tren de París-Roma ka descarrilado; algunos pasajeros han
nada en t a l caso es decir i m p l í c i t a m e n t e lo contrario de l o que
resultado muertos.
' s e ha dicho.
E n cuanto a las universales, la experiencia cotidiana es,
Deduciremos, con toda evidencia, que algunos pasajeros no han t a m b i é n aquí, una prueba favorable a la i n t e r p r e t a c i ó n restric-
resultado muertos, y no es posible que todos hayan perecido. tiva. Quien afirme que las mujeres no son creativas es, evidente-
Un psicólogo ha juzgado ú t i l someter el problema a experi- mente, u n falócrata retrasado, que reserva la creatividad para
m e n t a c i ó n . Dio a elegir a un grupo de estudiantes entre dos lec- los hombres. Es cierto que la universal tiene dos negaciones.
turas, una restrictiva y otra no restrictiva, de cuatro enuncia- A todo S es P se oponen a la vez ningún S es P y algún S no es
dos; he aquí uno de ellos: P. E l falócrata, pues, puede querer decir i m p l í c i t a m e n t e o que
todos los hombres son creativos o que algunos de ellos lo son.
« E l enunciado: algunos ó x i d o s son conductores» E l principio de negación tiene, por consiguiente, una forma
débil y otra fuerte. En el ejemplo citado, la forma débil es la
m á s probable. La i n t e r p r e t a c i ó n natural es indudablemente
M Formal logic, 4.» ed., p á g . 200.
é s t a : las mujeres son rara vez creativas; los hombres lo son
2i Structures intellectuelles, p á g . 37. P a r a u n a d i s c u s i ó n profunda del
problema de « q u e l q u e » , v é a s e O. Ducrot, Dire et ne pas dire, p á g s . 134 sigs.,
y La Preuve et le Dire, p á g . 274. P. O l é r o n , en Fraisse y Piaget, Op. cit., t. V I I , p á g s . 37.
56 El lenguaje de la poesía El principio de negación 57
24
con frecuencia. E n ambos casos, la excepción confirma la regla. plicación de c o n v e r s a c i ó n » . La deontología del lenguaje com-
Podemos señalar, a d e m á s , que la universal del tipo Los hombres prende una «ley de exhaustividad» que «exige que el locutor
son P no significa «todos» sino «la gran m a y o r í a de ellos». Pero dé, sobre el tema de que habla, las informaciones m á s fuertes
poco i m p o r t a nuestro punto de vista. En ambos casos, el opues- que posea y que sean susceptibles de interesar al destinata-
2S
to se actualiza necesariamente. E l principio aparece con igual rio» . E n cuanto a las implicaciones de conversación, suponen
evidencia en las afirmaciones de tipo racista. Pretender que un «principio de cooperación» (cooperative principie) que re-
los negros son perezosos sólo es insultante si el predicado no quiere que se den todas las informaciones pertinentes. Así, pues,
se aplica a los blancos. Nadie se ha sentido nunca herido por si el locutor l i m i t a su afirmación a «algunos», es porque esta
una injuria dirigida a los hombres en general. P o d r í a m o s mul- afirmación no se aplica a todos. ¿ P o r q u é decir ciertos capítulos
tiplicar los ejemplos de lectura restrictiva de las universales, de este libro son interesantes si de hecho todos lo son? A menos
y este hecho confirma, de rechazo, la asimilación de las univer- que el autor de la frase no haya leído todo el libro. Pero, en
sales a las particulares efectuada anteriormente. este caso, debe precisarlo y a ñ a d i r a su información u n «comen-
Podemos preguntarnos a ú n cuál es el fundamento de una tario» de este tipo: pero es verdad que no lo he leído entero.
lectura así. ¿ P o r q u é no admitir, simplemente, que no se dice Sólo puede ser dispensado de esta afirmación de ignorancia si
nada de aquello de lo que no se habla? esta ignorancia es conocida por el alocutario. Así, Valéry no
Este problema, de hecho, es doble. Hay que fundamentar el se s e n t i r á molesto, volviendo a nuestro primer ejemplo, por la
paso de la limitación a la r e s t r i c c i ó n . Y como la r e s t r i c c i ó n sólo a d m i r a c i ó n expresada sólo con respecto a su hija mayor si sabe
es posible a p a r t i r de la limitación, h a b r á que plantearse luego que el locutor, por una parte, no conoce a la menor, y, por otra,
el problema del fundamento de la limitación misma. Pero, antes sabe que Valéry lo sabe. De hecho, si nos paramos a pensarlo,
de proceder a ello, es preciso s e ñ a l a r que es una labor de la que toda afirmación es restrictiva. Pero la diferencia está en el
la t e o r í a p o d r í a quedar dispensada. Si, en efecto, el rasgo per- campo s e m á n t i c o que abarque. En un caso se aplica al ser;
tinente de la diferencia poesía/no-poesía se basa sólo en el en el otro, al saber. La afirmación es, en su alcance, objetiva o
principio de negación, como vamos a intentar demostrar, a la subjetiva. La regla pide, en este último caso, que la subjetividad
teoría le basta con haber establecido e m p í r i c a m e n t e su realidad. sea explícita. Pero desarrollar este punto nos llevaría demasiado
lejos.
* ** E l principio de negación no es sino u n reforzamiento del
principio de limitación. Puesto que el enunciado l i m i t a la pre-
E l paso de alguno por lo menos a alguno solamente se funda, dicación, el oyente interpreta esta limitación como una restric-
al parecer, en el acto de enunciación. Una de las diferencias ción. Así, pues, es este principio el que constituye el núcleo del
esenciales entre lógica y lenguaje reside en esto. La lógica con- modelo. Para que la negación d e s e m p e ñ e su papel, basta con
sidera sólo el enunciado, mientras que el lenguaje incluye dos que sea actualizada. Se plantea entonces una pregunta: ¿en
elementos distintos: por una parte, el enunciado, lo que se dice, q u é necesidad se basa esta limitación? Si hablar es t r a n s m i t i r
y, por otra, la e n u n c i a c i ó n , el hecho de decir. Ahora bien, la la experiencia, ¿ p o r q u é no transmite el locutor simplemente
e n u n c i a c i ó n e s t á sometida a ciertas reglas específicas, que han la totalidad de esta experiencia? La respuesta, en función de los
23
podido llamarse «deontología del l e n g u a j e » o t a m b i é n «im- análisis precedentes, aparece con claridad. Es la gramaticalidad
2 4
H . P. Grice, Logic and conversation, 1975.
2 5

O. Ducrot, Dire et ne pas dire, 1972. O. Ducrot, Op. cit., p á g . 134.


El principio de negación 59
El lenguaje de la poesía
58
Correlativamente, las categorías gramaticales o partes del
de la frase la que tiene la responsabilidad del límite. Una frase discurso se reagrupan en dos tipos. Por u n lado, las que son
gramatical e s t á necesariamente formada por u n sujeto nominal aptas para c u m p l i r la función descriptiva, como los verbos y
y u n predicado verbal. Es la primera regla de la g r a m á t i c a los adjetivos de sentido puramente «intensional». Designan pro-
generativa, la ú n i c a universal: piedades o cualidades abstractas y, como tales, e s t á n despro-
P - » SN + SV. vistos de extensión. Verde no significa la clase de los objetos
verdes, sino el «verdor», es decir, una pura esencia que per-
Hemos visto que es el verbo, con su doble forma positiva y manece idéntica a sí misma a t r a v é s de los sujetos a los que es
negativa, el que da a la lengua la posibilidad de expresar um- aplicable como predicado. Por el contrario, las nominales tienen
versalmente la oposición. Pero, en el nivel del discurso, es el 27
como única función referir . Un nombre propio, como Sócrates,
sujeto nominal el que hace posible la actualización de la oposi- no describe. Se l i m i t a a referir, es decir, a indicar a q u é parte
ción. La modalidad temporal del verbo, como hemos visto, de la experiencia se aplica la descripción predicativa. Por esta
cumple la misma función, pero, al ser fácilmente neutralizable, razón, sólo puede c u m p l i r la función de sujeto. En cuanto al
p o r una parte, y, por otra, s e m á n t i c a m e n t e asimilable al sujeto, nombre llamado «común», si puede ser a la vez sujeto y pre-
podemos l i m i t a r el examen a este ú l t i m o . dicado es porque no es un t é r m i n o simple, sino que constituye
La lógica de los predicados, r e c o r d é m o s l o , ha reducido a de hecho una p r o p o s i c i ó n elíptica. Así, u n t é r m i n o como el
2t
dos las partes del discurso: la función o predicado y el argu- antropólogo se analiza en el x en cuanto que x es antropólogo .
mento o sujeto. La función proposicional, / (x), es el n ú c l e o de Contiene, pues, a la vez, u n sujeto y un predicado, y por ello
toda p r o p o s i c i ó n , y los t é r m i n o s de la lengua se distribuyen es el único que posee a la vez c o m p r e n s i ó n y extensión. Los
según su a p t i t u d para ejercer el papel de función ( f ) o de argu- hombres es la clase de los x en cuanto que x es humano. De
mento (x). Los resultados recientes de la s e m á n t i c a generativa este modo, describe (humano) y t a m b i é n refiere (la clase de
confirman este análisis. Todas las relaciones gramaticales se re- los x). Una frase como los hombres son mortales implica una
ducen a la relación sujeto-predicado. do_ble descripción: los x que son humanos son también morta-
La frase Juan ama a Sofía no se analiza como sujeto-verbo- les. La primera descripción es supuestamente conocida por el
complemento, sino como predicado de dos fases y dos sujetos destinatario. Por esto se llama «identificante», y es corriente
29
atribuir a la referencia una función de identificación . Pero
o argumentos. Esto puede representarse así:
esta función es secundaria con respecto a la limitación y es,
Frase de hecho, neutralizable. Frases como alguien llama o me han
dicho o pasa algo o t a m b i é n eso ocurre a veces son casos de
Pred, Arg. I Arg. I I referencia no identificante. E l alguien de alguien llama no res-

amar
I Juan
I I"
Sofía
2 7
L a s e m á n t i c a c o n t e m p o r á n e a coincide en esto con el a n á l i s i s de
P l a t ó n y t a m b i é n de los g r a m á t i c o s indios, que clasificaban los t é r m i n o s
Sólo existen, pues, dos funciones u operaciones logicosemán- s e g ú n s u aptitud funcional; el verbo como predicado, el nombre como
26
sujeto. Cf. L y o n s , Linguistique genérale, p á g . 12.
ticas: describir («décrire») y referir ( « r é f é r e r » ) . La primera 2 8
Cf. E . B a c h , Universal in linguistic theory, 1968.
pertenece al predicado; la segunda, al sujeto. 2 9
« L l a m a r é ' e x p r e s i ó n referencial' a toda e x p r e s i ó n que sirva para
identificar...», J . Searle, Les Actes de langage, p á g . 64.
26 S e g ú n l a t e r m i n o l o g í a de P . F . S t r a w s o n , Les Individus, p á g . 155.
El lenguaje de la poesía El principio de negación 61
60
ponde a la pregunta quién. Pero l i m i t a el predicado a la parte el espacio-tiempo puede responder, según parece, a esta defini-
de la experiencia designada por alguien. Del mismo modo, ción. E n este punto, B . Russell y H . Reichenbach e s t á n de acuer-
a veces no dice c u á n d o ocurre eso, pero l i m i t a la referencia do. «Damos nombres propios, dice Russell, a ciertos fragmentos
31
de eso a una parte del tiempo. La función p r i m a r i a del sujeto, de espacio-tiempo c o n t i n u o s » . La definición de Reichenbach es
por consiguiente, no es decir a q u é parte de la experiencia se m á s completa. «Algo que ocupa una parte continua y limitada
32
aplica el predicado, sino significar ante todo que sólo se aplica de espacio y de t i e m p o » . A ñ a d e al espacio-tiempo la idea de
a una parte de esta experiencia. E n definitiva, la limitación un «algo» que lo llena. E n esto hay que reconocer sin duda la
y, por consiguiente, la negación tiene como único fundamento «sustancia» que ha convertido al nombre en u n «sustantivo».
la necesidad gramatical que tiene el locutor de atribuir el pre- Pero la sustancia, al ser por definición diferente a sus propieda-
dicado a u n sujeto nominal. des, está s e m á n t i c a m e n t e vacía y es imposible en ú l t i m o caso
Podemos preguntarnos ahora por q u é el sujeto nominal tiene distinguirla de lo que ella llena. M á s interesante es la noción
que referirse necesariamente sólo a una parte de la experiencia. de «límite», que la segunda definición a ñ a d e a la primera. ¿ P o r
¿No es posible asignar el predicado a un sujeto que designe la q u é el individuo no puede ocupar m á s que una «parte limitada»
totalidad de la experiencia, el mundo fenoménico entero? Hemos del espacio-tiempo? L a respuesta se halla sin duda en la estruc-
visto que todo t é r m i n o n o m i n a l e s t á necesariamente inscrito tura misma de la espacio-temporalidad fenoménica. E l espacio
dentro de u n t é r m i n o englobante, del que sólo designa una parte. no puede ser concebido como totalidad consumada porque todo
Pero, remontando la j e r a r q u í a de los t é r m i n o s , ¿ n o se puede espacio sólo es representable dentro de o t r o espacio, -y lo mismo
llegar a u n t é r m i n o límite, una clase de todas las clases, que sucede con el tiempo. Volvemos a hallar aquí el problema de
incluya todas las otras y no se incluya a su vez en ninguna? las antinomias kantianas. Toda experiencia es divisible por ser
Conviene observar que no existe en francés un lexema ú l t i m o , espacio-temporal. Y todo nombre, p o r r e m i t i r al espacio-tiempo,
superordinado a todos los nombres, clase de todas las clases . 30 puede actualizarse sin actualizar su opuesto al mismo tiempo.
Pero ¿no se p o d r í a expresar el t é r m i n o ú l t i m o con una frase Pedro designa el fragmento de espacio-tiempo llamado «Pedro».
^El hombre designa el conjunto de los fragmentos de espacio-
como: todo x es P?
tiempo que son « h u m a n o s » . Y , entonces, Pedro implica necesa-
Plantear esta c u e s t i ó n es preguntarse cuál es el equivalente
riamente otro fragmento de espacio-tiempo que no es Pedro,
s e m á n t i c o de esta x que simboliza en lógica el argumento en
y el hombre, otro conjunto de fragmentos que no son humanos.
general. Los semantistas lo suelen traducir por palabras como
Por el contrario, los predicados no implican nada de esto. Ca-
«objeto» o «individuo». Por definición, ninguna propiedad le
liente no remite directamente al espacio-tiempo; p o d r í a aplicar-
es aplicable. Toda propiedad es, en efecto, predicativa, y el
se, pues, sin c o n t r a d i c c i ó n a todo lo que existe.
argumento está al margen de toda predicación. Es el soporte
obligatorio de la d e s c r i p c i ó n y no puede por ello ser descrito a E l espacio-tiempo es el que fundamenta, en definitiva, el
su vez. Se constituye necesariamente como un cero s e m á n t i c o principio de negación. Dos t é r m i n o s opuestos son igualmente
absoluto. Pero ¿ q u é ser posee así la existencia sin esencia? Sólo actualizables si, y sólo si, se asignan en calidad de predicados
33
a partes diferentes del espacio y / o del t i e m p o . Sólo el espacio-
30 « N i siquiera el t é r m i n o m á s o menos t é c n i c o entidad puede desem-
p e ñ a r este papel, ya que abarca solamente los nombres contables, y sus
31
equivalentes m á s p r ó x i m o s en f r a n c é s corriente, chose (cosa) y objet Signification et Vérité, p á g . 45.
3 2
(objeto) tienen u n a a p l i c a c i ó n a ú n m á s restringida», J . L y o n s , Éléments Elements of simbolic logic, p á g . 266.
3 3
de sémantique, p á g . 241. L a r e l a c i ó n í n t i m a entre el espacio y la lógica de las clases h a sido
62 El lenguaje de la poesía El principio de negación 63
tiempo tiene poder para s u p r i m i r las contradicciones. P sólo Pero, entonces, una de dos. O el sujeto no se refiere de hecho
excluye a P' si los dos predicados se aplican a la misma región a la totalidad absoluta sino a un mundo particular, a nuestro
del espacio-tiempo. E n el caso contrario l o implica, y p o r esto mundo por ejemplo, y entonces se opone a otro mundo en que
pueden atribuirse sin c o n t r a d i c c i ó n P y P' a u n mismo universo el predicado no es verdadero, como ese otro mundo en el que,
del discurso. Si se dice dice Kierkegaard, «el tiempo no pasa». O bien el sujeto remite
efectivamente al Gran Todo, sin limitación alguna; pero entonces
(S = P) -+ (S' = P')
podemos preguntarnos si estas frases pertenecen al lenguaje
no poético. ¿ N o es significativo que las dos frases estén precisa-
y
U = S + S'
mente tomadas de poemas? La primera, de Hugo:

On doute
resulta que La nuit...
U = P y P*.
J'écoute:
Tout fuit,
Si ciertos hombres son malos implica ciertos hombres son Tout passe;
buenos, entonces es cierto que los hombres son buenos y L'espace
malos . 34
Efface
Le bruit *.
Si u n predicado, a su vez, se aplicara umversalmente a los
hombres, su opuesto se a t r i b u i r í a al universo del discurso en
La segunda, del E c l e s i a s t é s :
que se incluye la clase de los hombres. E l mundo como en-
globante ú n i c o es, pues, en v i r t u d del principio de negación, Vanidad de vanidades, dice Quehotl, y todo es vanidad.
necesariamente contradictorio. Del mundo se puede, y se debe,
decir todo y lo contrario. Porque en realidad nunca se habla Lo inconcebible no es lo inefable, y, si la totalidad existe, hay
del mundo como de u n todo, sino como de u n conjunto de nn medio de expresarla, que es la poesía.
partes. E l mundo como totalidad es indecible. A l menos en el
lenguaje gramatical. Podemos, claro está, construir una frase * * *
cuyo sujeto sea «el m u n d o » , o bien, m á s simplemente, el pro-
nombre indefinido «todo». Así: Existen, en el lenguaje gramatical, frases sin sujeto. Así,
todo pasa las expresiones llamadas «impersonales» por la g r a m á t i c a tra-
dicional (llueve, hace calor, etc.). Ahora bien, precisamente en
O
estos casos, el sujeto revela su función por su ausencia misma.
todo es vanidad. Estas frases, en efecto, e s t á n reservadas en general a la expre-
sión de hechos meteorológicos, que constituyen, a su vez, fenó-
puesta de relieve hace tiempo. L a r e l a c i ó n de i n c l u s i ó n que rige la l ó g i c a (menos de experiencia global. La referencia en il fait chaud
de las clases es isomorfa a l a r e l a c i ó n espacial parte-todo. (hace calor) por oposición a ceci est chaud (esto está caliente)
34 Del mismo modo, u n a frase como la bandera es blanca y negra no
es contradictoria, porque los dos predicados se aplican a partes del * Se duda / de noche... / E s c u c h o : / Todo huye, / todo pasa; / el
sujeto espacialmente diferentes. espacio / borra / el ruido.
El lenguaje de la poesía El principio de negación 65
64
37

o j'ai chaud (tengo calor) es el espacio total, la «atmósfera» d o l o r » . Pero, aquí, el lenguaje es v í c t i m a de su propia grama-
en el sentido corriente del t é r m i n o , con el que designa sin l i m i - ticalidad. E n efecto, sólo a 2) se le aplica adecuadamente la
tación el espacio englobante. E l t é r m i n o il, aquí, o es sólo u n p a r á f r a s i s . En j'ai mal, el predicado se remite expresamente a
falso pronombre, del que, por otro lado, prescinde el latín cierta experiencia, la del locutor, por oposición a una experiencia
(pluit) o bien, si es u n verdadero pronombre, su antecedente total de la que es sólo una parte. E l sujeto «je» se opone a
no es u n individuo determinado, sino la totalidad del mundo. «non-je» (tu o il), lo cual, en v i r t u d del principio de limitación,
Al menos su totalidad espacial, ya que la flexión verbal la l i m i t a excluye el non-je y, en nombre del principio de negación, le
en el tiempo. Es significativo que, en francés, la misma palabra asigna el predicado opuesto. A j'ai mal se opone tu o il ría pas
designe la temporalidad y el clima. E l «tiempo» que hace es un mal. (Por lo d e m á s , para hacer que aparezca a plena luz la
acontecimiento, como t a l limitado en el tiempo, pero u n acon- negación, basta con utilizar el procedimiento de poner de relieve
tecimiento global, ilimitado en el espacio. Y la p a r á f r a s i s de el sujeto. C'est moi qui ai mal (es a m í a quien le duele) significa
una expresión como il pleut (llueve) no es la pluíe tombe (la a m í y no a ti). Por el contrario, ¡ay! no implica ninguna limita-
lluvia cae), como pretende Postal, que deriva la expresión de ción de este tipo. La interjección es u n predicado sin sujeto.
3S
«pluie + verbo m e t e o r o l ó g i c o » , sino algo mo le monde est Por esto se asigna a la experiencia total. Sin duda, en el con-
pluvieux (el mundo e s t á lluvioso). texto ordinario, el oyente sabe bien que la expresión emana del
locutor y que, por consiguiente, sólo expresa la experiencia de
Queda ese otro tipo de frase sin sujeto constituido por las
éste. Pero, al interpretarla así, reduce reflexivamente el sentido
expresiones llamadas «interjecciones» ( ¡ o h ! ¡ah! ¡ay! ¡Dios
de la interjección. Desde el punto de vista fenomenológico, el
santo!, etc.). La g r a m á t i c a clásica nunca ha sabido muy bien
locutor no efectúa esta r e d u c c i ó n . E l dolor expresado no es
c ó m o tratarlas. Desde el punto de vista s e m á n t i c o , se las con-
el suyo. Sin duda, ay sólo se suele utilizar, como precisa Gre-
sidera generalmente, j u n t o con las exclamaciones, con las que
visse, para expresar u n dolor físico, generalmente localizado,
comparten la marca gráfica llamada «signo de exclamación»,
es decir, referido a una parte del espacio corporal. Pero supon-
como expresiones específicas de la emoción. «La interjección
gamos que esta misma experiencia traduce el dolor llamado
es una especie de grito que se lanza en el discurso para expre- 31
36
a m o r a l » , estado afectivo difuso y no localizado ; entonces, lo
sar u n movimiento del alma», dice Grevisse , y Jakobson las
que predica es sin duda la experiencia total.
asocia a lo que llama «función emotiva» del lenguaje. Sin embar-
go, como ya se ha dicho, la e m o c i ó n puede expresarse mediante La psicología de la e m o c i ó n ratifica esta lectura. Ha mos-
una frase gramatical. Sean estas dos expresiones: trado que la e m o c i ó n se traduce por una simplificación del
campo fenoménico, una especie de generalización de las signi-
1) Me! [ ¡ A y ! ] . ficaciones, positivas o negativas, que desemboca en la homoge-
2) J'ai mal [Me duele],
neidad del espacio, por d e s t r u c c i ó n de las diferencias. Así, la
angustia no es miedo a t a l objeto, situado en tal lugar, sino
¿Qué diferencia hay entre ellas? . . miedo al mundo, revestimiento del espacio total por la sensa-
S e m á n t i c a m e n t e , parecen equivalentes. Una y otra describen ción del peligro. Hay, pues, dos tipos de experiencia, estructu-
la misma experiencia. Se p o d r í a n parafrasear las dos con una
frase como: «La experiencia del locutor es descrita como
3 7
Dejaremos de lado, p a r a simplificar, la n o t a c i ó n « e x p e r i e n c i a pre-
3 5
Cf. Ruwet, Introduction à la grammaire generative, p á g . 412. s e n t e » introducida por la flexión verbal.
3 8

^ Le Bon Usage, p á g . 1002. Entonces, la p r o p o s i c i ó n correspondiente sería m á s bien «sufro».

322. — 3
66 El lenguaje de la poesía El principio de negación 67

r a í m e n t e diferentes. Una es «la experiencia analítica», en la que 2) p r o p o s i c i ó n (yo sufro):


cada elemento conserva su identidad y su valor propio, por
oposición a lo que lo rodea. La otra es «la experiencia sincré- Mundo
39
t i c a » , en la que se derrumban las estructuras diferenciales
para dar paso a u n espacio h o m o g é n e o provisto desuna signi-
ficación única.
A estos dos polos de la experiencia responden los dos tipos sufrimiento
de expresiones que a q u í se estudian. La interjección es u n enun-
ciado predicativo puro. E n ella, el sujeto, por su ausencia mis- no-sufrimiento
ma, se iguala al mundo. \Ay\ traduce el dolor, pero sin referirlo
a una región determinada del mundo; por consiguiente, lo atri-
buye al mundo en su totalidad. La paráfrasis de esta expresión
no es yo sufro, sino todo es sufrimiento. La proposición, por el Esta r e p r e s e n t a c i ó n manifiesta una diferencia entre dos es-
contrario, al referir el predicado a yo, Ico-niega del no-yo, y pacios. Uno es u n espacio unitario, el otro es diferenciado. Es,
por decirlo así, un espacio oposicional, en el que cada contenido
supone, por lo tanto, un mundo que es a la vez sufrimiento y
sólo se establece en relación necesaria con su propia negación.
no-sufrimiento.
Tal estructura binaria del espacio no es, por lo d e m á s , una
La diferencia entre las dos expresiones no es, pues, descrip-
simple implicación lingüística. Refleja la estructura del campo
tiva, sino referencial. No se refiere al contenido de la descrip-
fenoménico. Lo que p o d r á p e r m i t i r —volveremos sobre ello—
ción, sino, si puede decirse así, a su extensión. N ó es cualitativa,
una t r a n s p o s i c i ó n del modelo al á m b i t o no lingüístico.
sino cuantitativa. Se sitúa sólo en el nivel de l a extensionalidad.
La interjección no es la poesía, pero es su modelo estruc-
Esto se puede poner de manifiesto r e p r e s e n t á n d o l o así:
tural. Merleau-Ponty lo h a b í a intuido. La poesía, dice, «se dis-
1) interjección ( ¡ a y ! ) :
t i n g u e del grito porque el grito se sirve de nuestro cuerpo tal
como nos lo ha dado la naturaleza, es decir, pobre en medios
Mundo de expresión, mientras que el poema se vale del l e n g u a j e . . . » . 40

La poesía utiliza los mismos predicados que el lenguaje no poé-


tico. Dice, como éste, que las cosas son grandes o p e q u e ñ a s ,
blancas o negras, calientes o frías. Pero cada uno de estos
^ > - sufrimiento t é r m i n o s la poesía lo convierte en una palabra-grito. La poesía
es de esencia exclamativa, y basta con aguzar el oído para o í r
en la voz del poeta el eco reprimido de la exclamación sub-
yacente. La exclamación, se nos dice, expresa el grado alto del
41
predicado comprendido por e l l a . Pero entonces es necesaria
una condición. Es preciso que el predicado designe una magni-
3» Segiin l a terminologia de G . Guillaume, Psychologie de la Forme,
pag. 121, que a su vez los toma de Gelb y Goldstein. 4 0
Phénoménologie de la perception, p á g . 176.
4
1 J . - C . Milner, De la syntaxe à l'interprétation, cap. V I I .
68 El lenguaje de la poesía

tud. Se puede escribir ¡qué hermoso! con signo de exclamación,


ya que la belleza es una variable de la que puede expresarse el
grado alto. Pero en una expresión como ¡una flor!, la exclama-
ción cambia de registro. Adquiere el valor de una c o n n o t a c i ó n
enunciativa. Expresa la actitud del locutor: sorpresa", alegría,
indignación, con respecto al objeto designado. Pero el poeta,
hay que decirlo, no quiere expresar nada de eso. Lo que quiere
significar es la esencia misma de la flor, la «floralidad», que es, CAPÍTULO I I
en cierto sentido, el grado alto de todas las flores. No puede,
pues, contentarse con la exclamación, y aunque la poesía la use
abundantemente, p o d r í a pasar sin ella. Para expresar la florali- LA TOTALIZACIÓN
dad en su grado m á x i m o le basta, en efecto, con rechazar la
negación que asedia a la frase gramatical.
Tiene que poder decir la flor sin evocarNal mismo tiempo la
Definida como sistema de desvíos, la poesía aparece como
no-flor, cuya necesidad es afirmada por el principio estructura-
pura negatividad, d e s c o n s t r u c c i ó n de la estructura misma del
lista. Necesita arrancar lo que quiere describir al espacio como
lenguaje. Pero si es la no-poesía la que se constituye como nega-
sede de la alteridad e h i p ó s t a s i s de la negatividad. Igual que el
ción de sí misma, entonces la apariencia se invierte. La estra-
cisne de M a l l a r m é , del que se dice:
tegia desviacional, como negación de la negación, devuelve el
Tout son col secouera cette Manche agonie lenguaje a su positividad plena. Y puede proponerse ahora esta
Par l'espace infligée á l'oiseau qui le nie definición: la poesía es un lenguaje sin negación, la poesía no
[Todo su cuello s a c u d i r á esta b l a n c a a g o n í a tiene contrario. Es, como tal, un procedimiento de totalización
por el espacio infligida a l ave que lo niega], del sentido. En la frase gramatical, el sujeto restringe la predica-
ción a una sola parte del universo del discurso:
el poeta tiene como único fin construir u n mundo desespaciali-
U = P + P'
zado y destemporalizado, en que todo se dé como totalidad
consumada: la cosa, sin exterior, y el acontecimiento, sin antes
En la frase poética, por la d e s t r u c c i ó n de la estructura oposi-
n i d e s p u é s . Con este ú n i c o fin, como vamos a intentar demostrar tiva, el sujeto se iguala al universo del discurso:
ahora, se constituye la estrategia de la figura como negación de
la negación. U = P.

Es l á s t i m a que la palabra «totalitario» haya recibido de su


contexto político una c o n n o t a c i ó n peyorativa. Este t é r m i n o de-
fine adecuadamente la esencia misma de la poesía. La poesía
'es un lenguaje totalitario.
Falta desmontar, entonces, los mecanismos mediante los
cuales la desviación expulsa del campo s e m á n t i c o a la negación
complementaria. La d e m o s t r a c i ó n sería inútil si se dispusiera
70 El lenguaje de la poesía La totalización 71
de u n principio general de transferencia desviacional que enun- malía semántica», f e n ó m e n o que Katz y Fodor explicaban por
ciara que, si una frase es desviada, su complementaria necesa- la violación de los «rasgos de selección» ligados a cada unidad
riamente lo es t a m b i é n . Principio que se p o d r í a formular así, léxica. Adoptaremos a q u í , sin embargo, de acuerdo con la se-
siendo P una frase y P' su complementaria, y estando marcada m á n t i c a generativa, una i n t e r p r e t a c i ó n basada en el concepto
la desviación con un asterisco: de presuposición. Recordemos ante todo l o que hay que enten-
*p *p\ der p o r este t é r m i n o .
Sea el célebre ejemplo de Collingwood:
Pero este principio no es evidente. Particularmente en lo
X ha dejado de pegar a su mujer.
que se refiere a la negación sintáctica. Intuitivamente, se ten-
dería incluso a creer lo contrario. Basta, aparentemente, con Se pueden distinguir en esta frase dos afirmaciones distintas:
aplicar el principio del tercero excluido. Si la negación de una
1) X no pega a su mujer
frase falsa es necesariamente verdadera, paralelamente, la nega-
2) X ha pegado a su mujer;
ción de una frase desviada d e b e r í a ser a su vez necesariamente
no desviada. Si >^
ya que, por definición, sólo puede dejar de hacerse una cosa si
César es un número primo (Carnap) se ha hecho anteriormente.
Si ahora negamos la frase:
es una frase desviada, ¿ n o sería legítimo concluir que
X no ha dejado de pegar a su mujer,
César no es un número primo
resulta que la negación afecta a 1), pero no a 2). Si X no ha
es no desviada? Esta es, como veremos, una conclusión induci- dejado de pegar a su mujer, entonces es falso que no le pega
da. Pero sigue siendo verdad que nuestro principio necesita ser actualmente, pero sigue siendo verdad que le ha pegado ante-
establecido. Lo que en cierto modo sólo puede hacerse induc- riormente. Llamaremos a 1) lo puesto, y a 2), lo presupuesto.
tivamente, demostrando su validez con respecto a cada tipo 1
Y podemos dar, a partir del experimento de la negación, la
de figura e m p í r i c a m e n t e observado en poesía. Y aquí manten- siguiente definición de la presuposición, que es de Strawson:
dremos, preferentemente, el mismo modelo de expresión (sin-
tagma epitético), y, a ser posible, en los tres niveles, s e m á n t i c o , Una e x p r e s i ó n a presupone una e x p r e s i ó n b si y s ó l o si, para
que a sea verdadero o falso con respecto a un objeto X , es preciso
sintáctico y fónico, los mismos ejemplos analizados en E. L . P.
que b sea verdadero con respecto a X .
En el nivel fónico, como veremos, las cosas son diferentes. La
negación de la desviación no es desviada. Pero el resultado es
Comentando esta definición, Searle escribe:
p r á c t i c a m e n t e el mismo.
Comencemos, pues, por el tipo de desviación p o é t i c a m e n t e Correlativamente a la n o c i ó n de u n predicado cualquiera, e s t á
m á s productivo, al que se h a b í a dado el nombre de «no-perti- la n o c i ó n de c a t e g o r í a s o de tipos de objeto con respecto a los
nencia». Se llama «no-pertinente» el e p í t e t o que no concuerda cuales este predicado p o d r í a ser verdadero o falso. Por ejemplo,
correspondiendo al predicado es rojo e s t á la n o c i ó n de objetos
s e m á n t i c a m e n t e con el nombre. Ejemplo: azules ángelus, blanca
coloreados (o susceptibles de ser coloreados). Es rojo s ó l o puede
agonía o negros perfumes, l i m i t á n d o n o s sólo a los adjetivos de
aplicarse a objetos que tienen un color o que pueden tenerlo. Pode-
color. La no-pertinencia es sólo una especificación de la «ano- mos (de u n a forma verdadera o falsa) predicar el t é r m i n o rojo a
72 El lenguaje de la poesía
La totalización 73
p r o p ó s i t o de ventanas, pero no a p r o p ó s i t o de n ú m e r o s primos.
Podríamos formular este punto diciendo que es rojo presupone «pone» entra en c o n t r a d i c c i ó n con lo que se «presupone», visi-
tiene un color... '. ble. Ahora bien, en v i r t u d del principio de Strawson, existe la
misma c o n t r a d i c c i ó n al sustituir azul por su negación:
Esta cita desarrolla la quinta regla del «acto de predicación»,
— ya sea léxica: los ángelus son rojos (o amarillos, verdes, etc.)
enunciada así por el autor: «X pertenece a una categoría"?) a u n — o gramatical: los ángelus no son azules.
tipo tal que es l ó g i c a m e n t e posible que P sea verdadero o falso
con respecto a X». Podemos preguntarnos entonces c ó m o carac- La c o n t r a d i c c i ó n es evidente en el p r i m e r caso. Lo es menos
terizar la categoría o el tipo al que debe pertenecer el objeto X en el segundo. La frase los ángelus no son azules puede aparecer
para que el predicado es rojo pueda serle lógicamente atribuido. como literalmente verdadera. De hecho, sólo lo es si se da a
¿ D i r e m o s que se trata de la c a t e g o r í a «material»? Pero existen la negación una acepción m e t a l i n g ü í s t i c a como: no es posible
objetos materiales que no son coloreados, como los electrones, aplicar el predicado azules al sujeto ángelus. Pero en su acep-
o el viento, lo que hace de vent noir (viento negro) ( M a l l a r m é ) ción lingüística, la negación, en v i r t u d de la definición misma
una expresión s e m á n t i c a m e n t e inaceptable. ¿ P o d e m o s entonces de la p r e s u p o s i c i ó n , acepta lo «presupuesto». Decir de un objeto
atenernos a una categoría como «visible», qíte supone a su vez que no tiene tal color, es decir que tiene un color, y los ángelus
una superficie que refleja la luz? Sea como fuere, repitamos tienen un color es una frase a n ó m a l a .
que la p o é t i c a no tiene autoridad para resolver tales problemas. Por consiguiente, el principio *P —» *P' queda validado en
Le basta con admitir, de acuerdo con la intuición, que los nú- este caso de figura. La negación de la frase desviada es a su
meros primos son rojos es una frase s e m á n t i c a m e n t e a n ó m a l a . vez desviada. De ello resulta —y éste es el punto capital— que
Y lo mismo ocurre con azules ángelus. La palabra ángelus, en en el nivel de lo actual, in praesentia, el predicado escapa al
efecto, tiene dos acepciones: 1) oración, 2) sonido de campanas. principio estructural de oposición. Como el opuesto de azul,
E l contexto por ejemplo rojo, no es actualizable como predicado de ángelus,
se puede decir que, en este nivel, azul no tiene opuesto. La
Et du metal vivant sort en bleus ángelus
«azúlidad» se iguala entonces al campo s e m á n t i c o del color. Y
[ Y del metal vivo sale en azules á n g e l u s ]
lo mismo sucede con los opuestos de ángelus, es decir, con los
otros t a ñ i d o s de campanas, que, por la misma razón, no pueden
muestra que se trata de t a ñ i d o s de campanas, que no entran,
recibir u n adjetivo de color como predicado. Todo ocurre, por
evidentemente, en la c a t e g o r í a de los objetos visibles o suscep-
consiguiente, como si el ángelus fuera el único tañido de cam-
tibles de ser coloreados. La expresión, pues, es s e m á n t i c a m e n t e pana, y el azul, el ú n i c o color del mundo. Totalización semán-
desviada, ya que su « p r e s u p u e s t o » —los sonidos son visibles— tica, pues, que convierte la frase en la expresión de la totalidad
es falso. del mundo.
E l recurso a la noción de p r e s u p o s i c i ó n para dar cuenta de
Este proceso de totalización por negación de la negación
las a n o m a l í a s s e m á n t i c a s ofrece, desde nuestro punto de vista,
puede ser verificado en todos los ejemplos. Así, de nuevo en
una ventaja considerable. La a n o m a l í a puede ser considerada, en M;allarmé:
efecto, como una c o n t r a d i c c i ó n entre lo «puesto» y lo «presu-
Tout son col secouera cette blanche agonie.
puesto». Los ángelus son azules es a n ó m a l o porque lo que se
Si el opuesto de blanco es negro, esta negra agonía presenta el
i Op. cit., p á g . 176.
mismo desvío y no puede, por tanto, actualizarse en el discurso.
El lenguaje de la poesía La totalización 75
74
Y es que entonces l a blancura, liberada de su propia negación, (ideas negras). La palabra noir (negro) tiene dos sentidos; uno,
queda sola en el mundo del color, como si, por consiguiente, que es el que aparece en livre noir ( l i b r o negro), nuit noire
toda agonía fuera blanca, y toda blancura, m o r t a l . (noche negra), lo define así el diccionario: «se dice del color
La misma conclusión es aplicable a la negación sintáctica. m á s oscuro y de los objetos que tienen este color». E l segundo,
que es el de idees noires, se define como: «triste, melancólico»
S e ñ a l e m o s sólo que, para negar el epíteto, hay que transfor-
A («Petit Larousse»), E n realidad, h a b r í a que decir «entristece-
marlo ante todo en frase relativa,
dor» m á s que «triste», pero no importa. E l problema consiste
azules ángelus —* ángelus que son azules, en saber p o r q u é llamamos «literal» o «propio» al primer sentido
y «figurado» al segundo. Si el criterio es el uso, ¿ p o r q u é esta
y luego aplicar la t r a n s f o r m a c i ó n negativa: j e r a r q u í a ? ¿Acaso no es puramente diacrónica y, como tal, no
pertinente? La expresión idees noires no p r e s e n t a r í a entonces
ángelus que no son azules, n i n g ú n grado de desviación y debería otorgársele el título de
perfectamente gramatical. Es una concepción que yo mismo
frase t a m b i é n desviada. Abramos un p a r é n t e s i s . Esta doble a d o p t é en E. L . P. y sobre la que quisiera volver ahora. La figura
t r a n s f o r m a c i ó n exigida por el epíteto para recibir la negación de uso es el grado m á s bajo de la figuralidad, pero no su grado
sintáctica explica quizá su vocación poética. A l menos para cero.
aquellos adjetivos que no tienen opuesto léxico, se puede decir
Hay un criterio de agramaticalidad sólido, por ser sintác-
que, en posición de epíteto, la negación no existe. E l epíteto
tico. Negro tiene, efectivamente, el sentido de color en todas
sería, pues, totalizante por sí mismo, y ésta sería la razón de la
sus funciones. E n cuanto adjetivo, ocupa dos funciones prin-
predilección que siempre ha mostrado por él la poesía. cipales, e p í t e t o y atributo. Pues bien, en francés,
Sin embargo, se puede transponer el mismo proceso sin
cambio al adjetivo atributo. Supongamos la frase: Jacques a un livre noir [ J . tiene un libro negro]

New York est une ville debout (Cocteau) y r

[Nueva Y o r k es una ciudad en p i e ] ,


Le livre de Jacques est noir [ E l libro de J . es negro]

desviada porque el predicado presupone humano. Si su opuesto son igualmente aceptables.


léxico es acostado, la frase complementaria es desviada por la
Por el contrario,
misma razón, ya que en pie y acostado tienen a humano como
presupuesto c o m ú n . Jacques a des idees noires
Todos los ejemplos de a n o m a l í a s e m á n t i c a que acaban de
ser analizados pertenecen a la categoría de figuras que Radon- es aceptable por ser usual, pero
villiers llamaba «figuras de invención» por oposición a las «figu-
ras de uso». Pues bien, esta ú l t i m a categoría plantea un pro- I Les idees de Jacques sont noires

blema. A l estar la relación significado-significante determinada


por el uso, parece contradictorio llamar figura a lo que es no es usual o lo es mucho menos.
usual. ¿Con q u é derecho llamamos «figurado» a un sentido Así pues, el sentido 1), literal, goza de t o t a l libertad semán-
que ha entrado en el uso? Pongamos como ejemplo idees noires tica, cosa que no sucede con el sentido 2), figurado. Y podría-
El lenguaje de la poesía La totalización 77
76
mos s e ñ a l a r t a m b i é n que 1) acepta tanto el singular como el noire no es la diferencia entre lo abstracto y lo concreto, como
plural, lo que no ocurre con 2). s u p o n í a la antigua r e t ó r i c a . Es la diferencia entre lo^Oponible
y l o inoponible. Lo que distingue a la figura de la no-figura es la
Jacques a une idee noire
oponibilidad o, sí puede decirse así, la «negabilidad». Se puede
no es usual. Por consiguiente, es posible aceptar como definición negar el hombre es malo, pero no el hombre es un lobo, porque
del sentido literal: el sentido que se mantiene en todas las dis- no hay animal que simbolice la bondad como el lobo la maldad.
tribuciones morfosintácticas del t é r m i n o ; mientras que el sen- En lo que se refiere a la negación sintáctica, la prueba es
tido figurado, por el contrario, sería el que sólo existe en una menos clara. Pero sigue siendo concluyente. Es usual una frase
forma, o, al menos, en una parte restringida de sus formas o como X a des idees noires, pero no lo es su negación: X ría pas
de sus distribuciones. d'idées noires. Tal frase, si existiera, sólo p o d r í a funcionar
A p a r t i r de esto, podemos llegar al punto esencial. La figura como negación de la e x p r e s i ó n positiva correspondiente. Lo
de uso tampoco acepta la negación. Y por eso conserva cierto mismo ocurre con X no es un lobo, que difícilmente se imagina
grado de valor figural, es decir, como veremos luego, cierto en boca de un locutor a no ser para invalidar la misma expre-
tipo de sentido. No acepta, y vamos a p r o b a r l o , n i la negación sión en su forma afirmativa.
léxica n i la negación sintáctica. Las figuras de uso son, pues, a n ó m a l a s , y no se las puede
A livre noir se opone livre blanc (libro blanco), y, en su considerar como no-figuras. Pero hay que distinguir entonces
sentido — l i t e r a l — de color, no hay t é r m i n o al que no se pueda grados de desvío, y considerar la figura usual no como el grado
aplicar l e g í t i m a m e n t e noir sin poderle aplicar blanc. Por el con- cero, sino como el grado inferior de la figuralidad. Esto queda
trario, aunque idees noires ha entrado en el uso, idees Manches confirmado por la prueba de negación. Como hemos visto, la
no. Si nos limitamos, por consiguiente, al nivel del uso, es decir, forma X ría pas d'idées noires puede darse en la lengua, aunque
a expresiones que el locutor halla en su memoria y que el inter- sólo sea secundaria. Es preciso en este campo, como sin duda
locutor descifra sin problemas, tenemos derecho a decir, puesto en todos los que tienen por objeto la realidad humana, revocar
que a este nivel idees Manches no existe, que idees noires no la ley del todo o nada. Existen, como ha demostrado Chomsky,
tiene contrario. Aquí falla la estructura opositiva. E l paradigma grados de gramaticalidad a los que corresponden, en el orden
es rechazado por el sintagma. Y hay que s e ñ a l a r esto: los dos inverso, grados de figuralidad. La intuición lo confirma. E l
a n t ó n i m o s , noir y Mane, conocen la figuralidad usual. Pero no «efecto» de una figura usual como idees noires, sin ser nulo,
en el mismo contexto, ni en el mismo sentido. Se dice nuit es indudablemente de fuerza inferior a la producida por la
Manche [ « n o c h e blanca» = noche en vela], pero esta expresión creatividad lingüística que cambia las reglas (la «rules-changing
no es la negación de nuit noire [noche cerrada]. Del mismo creativity* de Chomsky), sin recibir por ello la g a r a n t í a del
modo, a homme de peine (peón) no se opone filie de joie [mujer uso. Comparamos, en este sentido,
2
alegre] .
Pierre a des idees noires
Vemos ahora con claridad lo que constituye el rasgo per- con
tinente de la figuralidad. La diferencia entre idee triste e idee Et les serpents géants devores des punaises
choient des arbres tordus, avec des noirs parfums
2 Se c o m p r o b a r á que no hay regla de o p o s i c i ó n que r i j a el uso figu-
(Rimbaud)
ra! de los t é r m i n o s de color en estas expresiones usuales francesas: «Voir
rouge, peur bleue, rire ¡aune, langue verte, jaire grise mine, voir la vie en [ Y las serpientes gigantes devoradas por chinches
caen de los á r b o l e s retorcidos, con negros perfumes].
rose».
78 El lenguaje de la poesía La totalización 79

Hay casos, sin embargo, en que el efecto es realmente nulo. Incluso si admitimos la validez de esta descripción introspec-
Son las «imágenes m u e r t a s » de Bally, como tiva, es preciso que nos preguntemos por q u é es así en u n caso
y no en el otro. Ahora bien, esta cuestión propiamente lingüís-
le soleil se lève [el sol sale]
tica, Bally no se la plantea. Se l i m i t a a hacer constar, en suma,
O que en le malade baisse la expresión no está muerta porque
il court un danger [corre u n peligro] . 3
f- está psicológicamente viva. Sin embargo, el ejemplo sigue sien-
do interesante. Tenemos dos empleos del mismo t é r m i n o baisser,
Fontanier denominaba «catacresis» a estas expresiones de las con dos efectos diferentes, en este ú l t i m o caso débil pero real,
que se dice que son «obligadas» porque no hay otro t é r m i n o para en el otro nulo. ¿De d ó n d e viene la diferencia? La relación con
expresar su significado. Como tales, son no-figuras. Pues bien, las expresiones opositivas es una vez m á s esclarecedora.
es significativo que tales expresiones acepten sin r e s t r i c c i ó n la La valeur de l'argent a baissé [el valor del dinero ha bajado]
negación.
Le soleil n'est pas encoré levé [el sol no h a salido a ú n ] admite la oposición léxica:
a monté [ha subido]
O
il ne court pas grand danger [no corre gran peligro]
y sintáctica:

son frases tan usuales como sus opuestas. Sería fácil multiplicar n'a pas baissé [no h a b a j a d o ] .

los ejemplos.
A p r o p ó s i t o de la e x p r e s i ó n En cambio, difícilmente diremos le malade ría pas baissé, y
seguro que no diremos, para expresar que está mejor:
le malade baisse* [el enfermo empeora],
le malade a monté [el enfermo ha subido].
r
Bally declara que «esta imagen no está muerta, como en el caso
de la expresión: el valor del dinero ha bajado». Pero la explica- La negación léxica parece d e s e m p e ñ a r un papel preponde-
ción de la diferencia que propone es pura petición de principio. rante si observamos que las no-figuras funcionan generalmente
Escribe: por parejas de opuestos. Así:

E n le malade baisse, el cuadro que se presenta a m i i m a g i n a c i ó n lever de soleil vs coucher de soleil


e s t á borroso; ya no lo reconstituyo, o bien varias i m á g e n e s em- idée claire vs idée obscure
brionarias avanzan hacia el centro de l a conciencia sin que ninguna esprit large vs esprit étroit
llegue a él; pero se produce una i m p r e s i ó n , se tiene el vago senti- couleur chaude vs couleur froide*.
miento de u n a imagen; es u n a especie de residuo afectivo, que
4
salva l a imagen y le impide hundirse en la a b s t r a c c i ó n . Esto permite relativizar la identidad « n o r m a = uso», y enunciar
el principio siguiente: la usualidad sólo puede normalizar una
3
Traité de stylistique, 1, p â g . 195.
* Propiamente, «el enfermo b a j a » ( N . de l a T . ) . * Amanecer vs atardecer / idea clara vs idea oscura / e s p í r i t u am-
4
Traité de stylistique, p â g . 194. plio vs e s p í r i t u estrecho / color c á l i d o vs color frío.
80 El lenguaje de la poesía La totalización 81
e x p r e s i ó n si afecta de igual modo a su negación. M á s a ú n : de nuevo en el capítulo siguiente. Lo que i m p o r t a a q u í es que
una e x p r e s i ó n sólo es plenamente usual si su negación t a m b i é n depende, según Breton, del acercamiento «arbitrario» de dos
lo es .5
significados, es decir, de significados que no tienen n i n g ú n rasgo
Podemos, a fin de cuentas, distinguir los grados de la figu- s e m á n t i c o c o m ú n . Esto bloquea toda tentativa de r e d u c c i ó n
ralidad según dos factores diferentes. E l primero es la existen- tropológica de la a n o m a l í a y, al mismo tiempo, del proceso de
cia o la ausencia de u n rasgo c o m ú n al menos entre lós^ dos negación complementaria.
t é r m i n o s asociados; y, de manera accesoria, del c a r á c t e r , domi- T r a t a r é m á s brevemente de la figura que he llamado «incon-
7
nante o no, de este rasgo. E l segundo es el c a r á c t e r usual o no s e c u e n c i a » , y que es una forma emparentada con la anterior.
de la figura. Los dos factores pueden darse conjuntamente. E n Se designa como «inconsecuencia» la ausenpia aparente de todo
lazo lógico-semántico entre t é r m i n o s o sintagmas coordinados.
cet homtne est un renard [este hombre es u n z o r r o ] ,
La coherencia de u n texto es una noción intuitiva innegable,
pero su fundamento lingüístico plantea u n problema todavía no
tenemos la usualidad y t a m b i é n el rasgo c o m ú n —y dominante—
resuelto. No discutiremos a q u í de esto. B a s t a r á con hacer jus-
«astuto». Este tropo puede entonces analizarse l e g í t i m a m e n t e
ticia a la p e r c e p c i ó n intuitiva de una diferencia en las expre-
como una s i n é c d o q u e en que el todo s e m á a t i c o representa a la
6
siones siguientes, de Rimbaud:
p a r t e . Pero t a m b i é n pueden estar separados. E n
*Draps noirs et orgues [ P a ñ o s negros y ó r g a n o s
nuit blanche [noche en v e l a ] ,
Eclairs et tonnerre R e l á m p a g o s y trueno
Montez et roulez S u b i d y rodad
es difícil encontrar en el sentido de blanche algo equivalente a *Eaux et tristesse. Aguas y tristeza].
«sin sueño», y sólo la usualidad permite la descodificación
mediante la s u s t i t u c i ó n de un sentido por el otro. Si, por el Las expresiones marcadas con asterisco, a diferencia de las
contrario, la figura r e ú n e los grados altos de las dos escalas, otras, resultan un tanto e x t r a ñ a s . R e ú n e n con un t é r m i n o de
la sustitución ya no es posible. Y, al mismo tiempo, la oposición c o o r d i n a c i ó n palabras cuyo emparejamiento parece sorprenden-
queda prohibida. Tenemos entonces la figuralidad poética. te. Sin duda porque no pertenecen a la misma categoría semán-
La r e t ó r i c a h a b í a visto, por lo d e m á s , esta diferencia de tica, lo que nos remite al caso de la no-pertinencia. La relación
grado, ya que distinguía entre figuras «próximas» y «alejadas». N coordinativa parece presuponer una categoría c o m ú n a los tér-
Para acabar proscribiendo las segundas. Afortunadamente, la minos que une. De ahí la rareza de una frase corriente:
poesía no obedeció. E n conjunto, siguió el precepto de A n d r é
*Pierre est blond et triste
B r e t ó n : « P a r a m í , la imagen m á s fuerte es la que representa
[Pedro es rubio y t r i s t e ] .
el grado de arbitrariedad m á s elevado». Retengamos de pasada
esta c a r a c t e r í s t i c a nueva de la imagen, la fuerza, que hallaremos 8
Digamos, utilizando la t e r m i n o l o g í a de Greimas , que los dos
t é r m i n o s no son «isótopos», ya que uno depende de la «extero-
5 E l criterio de l a n e g a c i ó n permite revalorizar el concepto de polise-
ceptividad» y el otro de la «interoceptividad». Semejante expre-
mia. U n a d e c i s i ó n puede ser j u s t a o i n j u s t a . U n a s u m a no puede ser
injusta. Así, pues, de los dos sentidos del t é r m i n o , « e q u i t a t i v o » y «exacto», sión sólo p o d r í a reducir su inconsecuencia en una v e r s i ó n bas-
el primero es privilegiado.
7

<> O, de m a n e r a m á s exacta, como l a i n t e r s e c c i ó n de dos s i n é c d o q u e s , V é a s e E. L . P., cap. V .


8

s e g ú n el a n á l i s i s del grupo de L i e j a , Rhétorique genérale, cap. I V . Sémantique structurale, p á g . 106.


82 El lenguaje de la poesía La totalización 83
tante particular, digamos un tanto r o m á n t i c a , en la que estos A esto, según parece, podemos responder que las dos expre-
t é r m i n o s r e m i t i r í a n al joven h é r o e de triste y melancólica be- siones no son del mismo nivel. Una se presenta explícitamente
lleza. Pero entonces las palabras han cambiado de tipo de sen- ante el receptor. Su actualización es real. La otra debe ser pro-
tido, lo que nos lleva a otra cuestión. Además, sería fácil acen- ducida i m p l í c i t a m e n t e . La hipótesis es, entonces, que el lengua-
tuar la inconsecuencia describiendo a este mismo Pedro como, je implícito obedece m e c á n i c a m e n t e a las leyes del lenguaje.
por ejemplo, rubio, tartamudo y masón, ya que el efecto pro- Hipótesis, como vemos, poco arriesgada. Su i n t e r é s es que per-
ducido por la inesperada r e u n i ó n de caracteres tan dispares mite pasar a la e x p e r i m e n t a c i ó n . Si la negación implícita de
r a y a r í a francamente en lo cómico. una expresión dada se produce como respuesta a u t o m á t i c a a
Pues bien, es evidente que, si dicha expresión es anormal, un estímulo, p o d r í a m o s pedir a algunas personas que contes-
sus dos negaciones lo son t a m b i é n : v taran a la consigna « ¿ q u é es lo contrario de...?», a p a r t i r de dos
grupos de e s t í m u l o s : I ) desviados, I I ) no desviados. La medida
Pedro es moreno y alegre
del tiempo de reacción (T. R.) t r a d u c i r í a la mayor o menor
disponibilidad de la respuesta y la predicción es que el T. R.
y
será significativamente m á s largo en el grupo I que en el grupo
Pedro no es ni rubio ni triste
I I . Poniendo u n ejemplo, los sujetos r e s p o n d e r á n , conforme a
son expresiones inconsecuentes y, como tales, inaceptables . 9 la consigna, m á s r á p i d a m e n t e libro blanco ante libro negro
10

Así, en estos dos tipos de figuras que son la no-pertinencia que perfumes blancos ante perfumes negros . Se puede realizar
y la inconsecuencia, se verifica el principio de transferencia des- el mismo tipo de experimento con respecto a los otros tipos de
viacional. La negación de una frase desviada es t a m b i é n des- figuras que vamos a estudiar seguidamente. Y el valor del T. R.
viada y, en este sentido, no existe. Desde un punto de vista p o d r í a entonces constituir, a d e m á s , una medida comparativa
estrictamente lingüístico, tenemos derecho a concluir que una de las diferentes figuras entre sí y quizá validar la j e r a r q u í a
expresión no-pertinente o inconsecuente no tiene negación. Sin establecida por la intuición entre el relativo poder de poetiza-
embargo, aquí puede plantearse una objeción, o al menos pode- ción de dichas figuras.
mos hacernos una pregunta, sin comprometer por ello el modelo Un segundo tipo de figura ha sido ya estudiado en E. L . P.
con la respuesta que se le va a dar. con el nombre de «redundancia». Supongamos los sintagmas
La cuestión es de orden psico-lingüístico. Se trata de saber epitéticos siguientes:
si una expresión prohibida es una expresión imposible. E n cierto azur bleu [azur azul]
sentido, sería p a r a d ó j i c o afirmarlo, ya que la expresión poética vieilíes vieilteries [antiguas antiguallas],
prueba con su propia desviación la posibilidad de producirla.
Si el receptor se halla en presencia de ángelus azul, ¿ p o r q u é tomados respectivamente de estos dos versos:
no p o d r í a generar, sobre este modelo, ángelus rojo?
Et sa bouche fiévreuse et d'azur bleu vorace (Mallarmé)
9 E s R i m b a u d , como s e ñ a l é en E. L . P., p á g . 176, quien parece haber [ Y su boca febril de azur azul voraz]
hecho de l a inconsecuencia u n a regla del lenguaje p o é t i c o . L o confirma /
T . Todorov: «Las Iluminaciones h a n erigido l a discontinuidad en regla 1 0
Y o he llevado a cabo tan s ó l o algunos sondeos. E n general, han
f u n d a m e n t a l » (Les Genres du discours, p á g . 210), y lo apoya l a idea do- coincidido con las predicciones. Pero estos resultados tienen u n simple
minante de E. L . P., s e g ú n l a c u a l el c ó d i g o de l a p o e s í a es el a n t i c ó d i g o valor de indicio. H a b r í a que profundizar en ellos; pero é s t a es tarea de
de l a n o - p o e s í a . los especialistas de l a e x p e r i m e n t a c i ó n p s i c o l i n g ü í s t i c a .
84 El lenguaje de la poesía La totalización 85
Tout plein c'est un fouillis de vieilles vieilleries (Rimbaud) Limitemos aquí el examen a la negación léxica. Una vez m á s ,
[Todo lleno es u n revoltijo de antiguas antiguallas],
j
para simplificar, consideremos rouge (rojo) como el opuesto de
bleu (azul). La c o n m u t a c i ó n da:
El e p í t e t o no-pertinente ha sido estudiado m á s a t r á s como
un beau bleu clair rouge,
predicado. Pero sabemos que esta función cualitativa está subor-
dinada, en el caso del epíteto, a una función cuantitativa, que lo y volvemos a caer en el caso anterior. La negación de la redun-
distingue del atributo y de la aposición. R e c o r d é m o s l o una vez dancia es una no-pertinencia. En cuanto al segundo ejemplo,
m á s . En posición epitética, el adjetivo se asigna sólo a una su redundancia es a ú n m á s flagrante a causa del parentesco
parte de la extensión del nombre, y determina así una subclase morfológico de los dos constituyentes, vieille y vieillerie. Y lo
de la clase nominal. E l t r i á n g u l o r e c t á n g u l o constituye una^ sub- mismo ocurre con la negación jeune vieillerie, que constituye
clase de la clase de los t r i á n g u l o s . Pero, para que esto ocurra, un oxímoro, forma extrema de la no-pertinencia.
se requieren dos condiciones s e m á n t i c a s . Es preciso que el ad- T a m b i é n la redundancia admite grados. Los dos ejemplos
jetivo sea aplicable: que acabamos de citar son su grado alto. Por esta razón, sin
duda, sólo los encontramos en una é p o c a t a r d í a de la poesía
1) a u n a parte, al menos, de-tes miembros de l a clase;
francesa, en la que sin eipbargo abundan. Citemos estos dos
2) a u n a parte, como m á x i m o , de los miembros de esta clase.
versos de M a l l a r m é :
Et, force du silence et des noires ténèbres
E l epíteto es no-pertinente si no cumple la condición 1) (trián-
Tout rentre également en l'ancien passé
gulo cuadrilátero). Es redundante si no obedece a la condición
[ Y , fuerza del silencio y de las negras tinieblas
2) (triángulo trilátero). No-pertinencia y redundancia son, pues,
todo vuelve igualmente al antiguo pasado],
dos desvíos de sentido inverso. Si es no-pertinente, el epíteto
no se aplica a ninguno; si es redundante, se aplica a todos. Pero en los que hallamos dos expresiones epitéticas cuyos predicados
el resultado es el mismo: en ambos casos, la expresión escapa noires [negras] y ancien [antiguo] repiten un c a r á c t e r definicio-
al principio de negación. Lo hemos visto en el p r i m e r tipo. nal de sus sujetos respectivos, ténèbres [tinieblas] y passé
Examinemos ahora el segundo. [pasado]. Y este bello ejemplo de Aragon: fleuve liquide [río
En la definición que el diccionario da de la palabra francesa líquido].
azur, el rasgo azul entra como constituyente. Si se conmuta el En cambio, en los textos anteriores, si el epíteto redundante
t é r m i n o por su definición: es frecuente, lo es siempre bajo una forma que podemos con-
siderar como u n grado m á s débil del desvío. Así, en:
un beau bleu clair ( « P e t i t R o b e r t » ) [un hermoso azul c l a r o ] ,
La verte émeraude a couronné sa tête (Vigny)
[ L a verde esmeralda c o r o n ó su cabeza],
la expresión resulta: o en:
Et sur elle courbé l'ardent Impérator
un beau bleu clair bleu [ u n hermoso azul claro azul].
Vit dans ses larges yeux étoiles de points d'or
Toute une mer immense où fuyaient des galères * (Heredia)
E x p r e s i ó n perfectamente redundante. E n cuanto tal, de igual
modo que la no-pertinente, no soporta la negación. * [ Y sobre ella inclinado el ardiente I m p é r a t o r / vio en sus rasgados
ojos estrellados de puntos de oro / toda u n a m a r inmensa por donde
h u í a n galeras].
86 El lenguaje de la poesía La totalización 87
se pueden considerar las expresiones verte émeraude y mer Soudain, tournant vers moi son regará émouvant:
immense como redundantes, pero ¿ p o r la misma razón que en «Quel fut ton plus beau jour?» fit sa voix d'or vivant
los ejemplos anteriores? (Verlaine)
Aquí vuelve a surgir el problema de la diferencia entre lo [De pronto, volviendo h a c i a m í su mirada conmovedora:
s e m á n t i c o y lo enciclopédico. Incluso dentro de estas categorías, «¿Cuál fue tu m á s bello día?» dijo su voz de oro vivo].
se pueden introducir matices. E l color verde, en efecto, es u n
rasgo definicional de la esmeralda, puesto que constituye su La misma expresión, 5a voix d'or vivant, acumula las dos
ú n i c o c a r á c t e r diferencial en el seno de la clase de las piedras figuras. Pero se trata de un tipo de redundancia diferente del
preciosas. anterior. Hay, en efecto, dos modalidades de redundancia epi-
Sería difícil admitir que comprendemos el sentido de la J tética, según que el adjetivo determine a un individuo o a una
palabra francesa émeraude si no sabemos que designa una piedra clase. Sólo la clase posee una extensión susceptible de dividirse.
verde. Y por esto la negación émeraude rouge es desviada. Pero E l individuo, por definición, es indivisible, y, en cuanto tal, no
es cierto que la a n o m a l í a no es tan evidente como la de azur puede aceptar una d e t e r m i n a c i ó n extensiva suplementaria. Si
rouge. La diferencia estriba sin dudaren el hecho de que la tal d e t e r m i n a c i ó n viene dada por el texto, se transforma por
palabra « é m e r a u d e » designa u n objeto concreto, constituido por ello en desviada por redundancia. Este es el caso de sa voix,
propiedades invariantes pero diversas, cuya asociación se mues- donde, habiendo sido marcada .¿por el posesivo la unicidad del
tra, como tal, contingente. Una esmeralda roja no es inconcebi- referente, el sintagma epitético d'or vivant ya no puede cumplir
ble, y p o d r í a ser descubierta algún día como se d e s c u b r i ó el su función restrictiva.
cisne negro. La desviación de la expresión aparece, pues, como A la misma modalidad pertenece el epíteto que la r e t ó r i c a
dada de hecho y no de derecho. No parece, por esta razón, se- clásica llamaba «epíteto de naturaleza», como Andrómaca de
m á n t i c a m e n t e prohibida. Pero el análisis t e n d r á que volver brazos blancos o Héctor el domador de caballos. La redundan-
sobre este importante problema. cia no proviene aquí de la r e p e t i c i ó n incansable de la misma
¿Qué diremos de la inmensidad del mar? ¿Rasgo definicio- notación en el texto h o m é r i c o . La repetición, volveremos sobre
nal? Sí, si la extensión es el rasgo pertinente de la oposición ello, es redundancia s i n t a g m á t i c a , diferente de ésta, que aparece
mar-lago (existen lagos salados). Pero la extensión es u n con- desde su primera manifestación y se constituye como desvío
t i n u u m cuyas fronteras son difíciles de precisar. Hay, a d e m á s , paradigmático.
lagos (el lago Superior) m á s grandes que mares (el mar Muerto). E l nombre propio designa a un individuo y no puede, por lo
Es cierto que la redundancia se refuerza con el uso. Mer immen- tanto, aceptar epítetos. Salvo si se deja dividir según su dimen-
se es u n cliché, citado por Grevisse como ejemplo de «epíteto sión espacial (América del Norte vs América del Sur) o temporal
de n a t u r a l e z a » . Heredia sólo pudo utilizarlo inscribiéndolo en (la Roma antigua vs la Roma moderna). Sólo la ausencia de una
una expresión t a m b i é n desviada: toute une mer (toda una mar). Palmira moderna asegura la redundancia del epíteto antique
Lo que constituye, por lo d e m á s , un procedimiento figural gene- en:
ralizado. Volvemos a hallarlo en el nivel de la no-pertinencia. / Mais les bijoux perdus de Vantique Palmyre (Baudelaire)
Un buen ejemplo es el de voix d'or (voz de oro), expresión tras- [Pero las joyas perdidas de la antigua P a l m i r a ] .
nochada, revitalizada sin embargo por u n adjetivo no-pertinente
que se a ñ a d e al complemento: Y ^ c o n este único ejemplo, se mide la relatividad del desvío
según el saber del lector. ¿ E s posible basar la figura en un
La totalización 89
88 El lenguaje de la poesía
fume negro, y t a m b i é n sus negaciones respectivas. Este perfume
saber c o m ú n a la comunidad lingüística, como en el caso de la es blanco constituye el mismo tipo de desvío que un perfume
esmeralda verde? La lectura, en este caso, depende de una es- ' blanco.
pecie de dialecto cultural y, al mismo tiempo, pone de relieve E l caso de la redundancia es diferente. E l atributo redun-
cierto aspecto elitista de la poesía. dante no es desviado por las mismas razones que el epíteto, y
Este c a r á c t e r queda m á s claro a ú n en el ejemplo: existe una diferencia lingüística radical entre l'azur bleu y l'azur
est bleu. E n el p r i m e r caso, la función restrictiva del e p í t e t o
La blanche Ophélia flotte comme un grand lys
no puede efectuarse, ya que la expresión designa a la vez la
[ L a blanca Ofelia flota como gran azucena].
parte y el todo. E n el segundo, no hay nada de eso. L'azur est
bleu es n o r m a l en el nivel del enunciado, y sólo puede ser des-
E l c a r á c t e r redundante del nombre propio es su capacidad viado si entra en juego la enunciación. La «ley de informativi-
indefinida de homonimia. Para asegurar la redundancia del dad» que proscribe las tautologías, truismos o pleonasmos, a t a ñ e
e p í t e t o , es necesario que Ophélia designe a una sola y misma a la enunciación. Lo hemos visto ya y volveremos sobre ello.
persona, y que no exista una Ofelia negra como hay una Isolda «Pero tenemos la ocasión de probar la universalidad de nuestro
negra frente a la blanca. Aquí interviene el f e n ó m e n o de inter- principio mostrando que se aplica t a m b i é n a este nivel. Por la
textualidad. E l texto remite a otro texto, el «Hamlet» de Sha- evidente r a z ó n de que la negación de una redundancia enuncia-
kespeare, en que el lector debe saber que no existe m á s que tiva es a su vez redundante. E l eje*nplo de la tautología es fla-
un solo personaje con este nombre. Entonces y sólo entonces grante. Si A es A es tautológico, no-a no es no-A lo es igualmente.
existe la figuralidad. Para darse cuenta de ello, basta, en efecto, La misma ley de informatividad que prohibe el enunciado el
con imaginarse u n universo del discurso donde se incluyeran triángulo es trilátero prohibe su complementario, el círculo no
dos muchachas con el mismo nombre y de distinto color. En es trilátero. Ninguna de las dos expresiones proporciona infor-
cuanto que en dicho universo la blanca Ofelia no tiene opuesto, m a c i ó n y las dos, por lo tanto, son redundantes por el mismo
la blancura e s t á totalizada en el campo s e m á n t i c o y se con- motivo.
vierte, hablando propiamente, en e p í t e t o de naturaleza, es decir,
de esencia. Como si la blancura equivaliese a la Ofelidad, La profunda identidad de las dos figuras queda precisamente
atestiguada por la complementariedad de sus negaciones res-
como si toda muchacha fuese blanca, y toda blancura, virginal.
pectivas. E n efecto, si consideramos sólo sus formas exteriores,
Efecto que da m á s fuerza al comparante de la c o m p a r a c i ó n ,
lá negación de una no-pertinencia epitética es una redundancia
la azucena, que es la flor blanca por excelencia. Pero esto es
y la negación de una redundancia es una no-pertinencia. Esto
tocar prematuramente el eje s i n t a g m á t i c o del lenguaje poético.
facilita un criterio de distinción entre las dos formas o grados
u
Terminemos este análisis de las dos figuras, no-pertinencia de desviación que son la no-pertinencia y el o x í m o r o . E n el
y redundancia, con esta observación. Todos los ejemplos dados primer caso, la incompatibilidad a c t ú a entre « p r e s u p u e s t o s » .
pertenecen a una misma forma, el sintagma epitético. Pero se Como en perfume negro. Pero entonces, la negación es t a m b i é n
puede generalizar y mostrar que lo que es cierto del epíteto una no-pertinencia: perfume blanco. E n el segundo, la incom-
t a m b i é n lo es del atributo. Con una di/erencia, no obstante, _ 4
entre las dos figuras. La no-pertinencia es, en efecto, la misma, 1 1
L l a m a d o t a m b i é n « p a r a d o j i s m o » (paradoxisme) por Fontanier, se
e s t é el adjetivo en posición de e p í t e t o o de atributo, ya que sólo define como artificio del lenguaje por el cual llegan a relacionarse y com-
binarse ideas o palabras normalmente opuestas y contradictorias entre
es no-pertinente en su función predicativa. La expresión este
sí. Les 'Figures du discours, p á g . 137.
perfume es negro es a n ó m a l a por las mismas razones que per-
El lenguaje de la poesía La totalización 91
90
patibilidad a c t ú a entre rasgos «puestos». Como en oscura clari- La poesía es totalización de la predicación, mientras que la
dad. Pero, entonces, la negación es una redundancia: clara prosa es su p a r t i c i ó n . Este es el rasgo estructural pertinente
claridad. de la diferencia poesía / prosa.

Según Strawson, la p r o p o s i c i ó n resuelve una tensión entre En la primera parte de este análisis {E. L . P., cap. X ) , se
la universalidad del predicado y la particularidad del referente. e s t u d i ó u n tipo de figura no descubierto hasta entonces. Se
Análisis que sólo es cierto para la frase gramatical. Con la des- trata de las formas llamadas «shifters», como yo, aquí, mañana,
viación, la particularización referencial queda desestimada, y la etcétera, que sólo pueden cumplir su función referencial refi-
frase recobra su d i m e n s i ó n universal. Esto pueden ilustrarlo riéndose a la instancia de la enunciación. Instancia proporcio-
los dos esquemas siguientes: nada en el lenguaje oral por la presencia física de la locución.
En el lenguaje escrito, en que falta ese punto de referencia
1) prosa situacional, ésta debe ser relevada por las indicaciones internas
del enunciado. Por ejemplo, la fecha o la firma del texto epis-
tolar. Si estas indicaciones faltan t a m b i é n , el shifter adolecerá
de incapacidad referencial. ^
Y como la mejor manera de apoyar la validez de una teoría
es demostrar que los contraejemplos no son en verdad tales,
elegiré deliberadamente dos expresiones que se me han citado
como contraejemplos.
En primer lugar:
Aujourd'hui, maman est morte
[Hoy ha muerto m a m á ] .

Es cierto que, en un p r i m e r análisis, esta frase puede parecer


2) poesía
figuralmente inocente. Lo sería, en efecto, en una c o m u n i c a c i ó n
oral o incluso en una carta fechada y firmada. Pero p e r d e r í a ,
al mismo tiempo, todo su c a r á c t e r de literariedad. Constituye,
en realidad, la primera frase de una novela, L'Etranger de
Camus, y su inscripción en este lugar la hace tres veces des-
viada.
Pasemos por alto la figura constituida por el empleo del
«passé composé» en u n relato marcado literariamente. La frase
contiene a d e m á s otras dos figuras, ligadas a los dos shifters:
aujourd'hui y maman. A l no estar identificados el tiempo de la
enunciación n i la persona del enunciador, los dos t é r m i n o s son
92 El lenguaje de la poesía La totalización
93
incapaces de c u m p l i r su función referencial y pueden, por con- terminante pueda cumplir su función anafórica, sería el inde-
siguiente, ser l e g í t i m a m e n t e tachados de agramaticales. E n au- finido el que h a b r í a debido ocupar su puesto. Pero la frase:
sencia de toda indicación sobre el tiempo de la enunciación, nous passerons la nuit dans des villages h a b r í a perdido, al mis-
hoy designa contradictoriamente cierto día y cualquier día. Y , mo tiempo, no sólo su desviación, sino t a m b i é n su efecto.
del mismo modo, mamá, madre de u n locutor no identificado, La oposición determinante/indefinido e s t á profundamente
remite a una persona a la vez cualquiera y determinada. Estra- inscrita en la g r a m á t i c a del francés, en la medida en que el
tegia deliberadamente perversa del lenguaje con vistas a obtener sujeto nominal exige la presencia del a r t í c u l o . Cada vez que el
siempre el mismo resultado. A hoy no se le puede oponer n i n g ú n locutor se refiere a un individuo, tiene que especificar si es
otro día; a mamá, ninguna otra persona. Así queda asegurada identificable o no identificable. La estrategia desviacional, en
la totalización de la predicación. Hoy ha muerto mamá asigna j este caso, consiste en presentar a la vez el objeto como iden-
normalmente el predicado a una zona del espacio-tiempo dos tificable y no identificable. Un ejemplo m á s :
veces localizada. La carencia referencial suprime la doble l i m i -
Souvent sur la montagne, a l'ombre du vieux chéne
tación. La muerte ha alcanzado a la ú n i c a persona del mundo
(Lamartine)
en este ú n i c o día del mundo.
[Con frecuencia en l a m o n t a ñ a , a l a sombra del viejo roble].
E l segundo ejemplo está tomado de la t r a d u c c i ó n francesa
del Cantar de los Cantares (Biblia de J e r u s a l é n ) :
¿Qué m o n t a ñ a y q u é roble? E l contexto no lo dice, y es el ar-
Viens, mon Bien-aimé, tículo indefinido el que habría^debido figurar aquí. Sin embargo,
Allons aux champs. b a s t a r í a con operar la c o n m u t a c i ó n :
Nous passerons la rtuit dans les villages *.
Souvent sur une montagne, á l'ombre d'un vieux chéne
[Con frecuencia en u n a m o n t a ñ a , a la s o m b r a de un viejo roble]
M i interlocutor, en este caso, señalaba el artículo determinante
les del sintagma dans les villages como origen de lo que él
para medir, por la p é r d i d a de poeticidad, la eficacia poética de
llamaba «un efecto de ilimitación». Feliz coincidencia. La i l i m i - 12
un simple a r t í c u l o .
tación es otro nombre de lo que yo he llamado totalización.
El mismo paradigma rige en francés el sistema de los pro-
Pero lo que a q u í i m p o r t a es reconocer que dicho efecto no es
nombres, cuya tradicional clasificación en personales, posesivos,
producido por el a r t í c u l o determinante en sí sino por sü uso
demostrativos, indefinidos, oculta la oposición subyacente entre
indebido. Para convencerse de ello basta con remitirse a cual-
definidos e indefinidos, según que los pronombres remitan o no
quier frase en que este a r t í c u l o se emplee normalmente. Ya sea
a un t é r m i n o identificable. Existe, en el estilo moderno de la
genérico o específico, el a r t í c u l o no produce n i n g ú n efecto de
n a r r a c i ó n , una figura, desgastada, que transgrede la ley del sis-
ilimitación, y, para abolirlo en este texto, b a s t a r í a con producir
tema: el relato se inicia con u n pronombre definido: II ouvrit
la referencia ausente como se quiera: Nous passerons la nuit
dans les villages indiques. E l artículo sólo produce su efecto en
1 2

ausencia de toda referencia contextoaL A falta de segmento E l empleo del determinante para designar seres indeterminados
parece s i s t e m á t i c o en R i m b a u d , como indica Todorov: Les pierres pré-
antecedente o consecuente con relación al cual el a r t í c u l o de- Icieuses [las piedras preciosas], les fleurs [las flores], la grande rué
[la gran calle], etc. « R i m b a u d no parece advertir esta i n d e t e r m i n a c i ó n y
* V e n , amado m í o , / salgamos al campo. / Pasaremos la noche en las sigue empleando el a r t í c u l o determinante para introducirlos como si
aldeas. nada s u c e d i e r a » , Op. cit., p á g . 210.
El lenguaje de la poesía La totalización 95
94
la porte... [ É l a b r i ó la puerta]. La identificación suele venir comodidad taxonómica, imitando a la r e t ó r i c a clásica, que dis-
luego, pero, mientras tanto, el efecto dura. tinguía las «figuras de significación» (los tropos) de las «figuras
M
E l simple uso del nombre propio puede constituir t a m b i é n J
de c o n s t r u c c i ó n o de sintaxis» .
el objeto de una estrategia figural. E l nombre propio es el Entre estas figuras, consideremos la «inversión» o transgre-
identificador por excelencia, pero con la condición de que su sión de la regla que fija la posición de los t é r m i n o s en la cadena
referente sea conocido por el destinatario. Sin lo cual, en el lineal. En una lengua como el francés, esta posición está im-
lenguaje escrito, necesita un contexto presentativo. «...En una perativamente fijada por reglas. Así, la frase
novela, el nombre del personaje va a c o m p a ñ a d o al principio
13
Pierre a toujours été mal compris
por su 'definición'>> . Pero la regla sólo se respeta en la novela [Pedro h a sido siempre m a l comprendido]
clásica, que asocia ritualmente a la primera aparición del noin-
bre u n «retrato» físico, moral y social: es gramatical, mientras que las frases
Eugéne de Rastignac avait un visage tout meridional, le teint Pierre a mal été toujours compris,
blanc, des cheveux noirs, des yeux bleus ( B a l z a c ) Pierre a été mal toujours compris
[ E u g é n e de Rastignac t e n í a u n rostro totalmente meridional, tez
blanca, cabello negro, o|gs azules]. no lo son, residiendo la diferencia sólo en la posición de los
15
adverbios .
Pero la primera frase de La Condition humaine es:
E n E. L . P. (cap. V I ) , por razones puramente p r á c t i c a s , sólo
Tchen tenterait-il de lever la moustiquaire? se e s t u d i ó u n tipo particular de inversión: la del adjetivo (epí-
[ ¿ I n t e n t a r í a T c h e n levantar el mosquitero?). teto). Es cierto que, en francés, las obligaciones que se refieren
al lugar del epíteto no son universales. Hay adjetivos que nor-
No sigue la p r e s e n t a c i ó n . E l personaje es nombrado, pero con- malmente se anteponen (vieux, beau, long, etc.). Escasos en
t i n ú a siendo desconocido. Y toda la figuralidad de los shifters, n ú m e r o , son a r c a í s m o s , restos de la lengua antigua, que tendía
pronombres o nombres propios, tiene esta única función: re- a la anteposición, y deben sin duda la supervivencia de su posi-
ducir lo conocido a desconocido. Es el proceso inverso al atri- ción a su doble c a r á c t e r de brevedad y de usualidad. Hay otra
buido c l á s i c a m e n t e a la ciencia. Y esta oposición no se debe al 16
clase de adjetivos , normalmente pospuestos, que toleran la
azar. Por no ser reconocido como tal, el referente ya no puede inversión, pero que cambian de sentido al cambiar de lugar.
oponerse a tal otro. E l nombre propio, en este caso, no tiene «Sin que sea posible indicar una regla fija con valor de ley,
contrario.
i* Fontanier distingue c o n s t r u c c i ó n y sintaxis. « H a y reglas generales
* **
de sintaxis comunes a todas las lenguas, y estas reglas generales no im-
piden que cada lengua tenga u n a construcción particular, con frecuencia
La existencia de la sintaxis como nivel a u t ó n o m o del len- totalmente opuesta a la de otra l e n g u a » , Op. cit., p á g . 283. Nos pregunta-
mos si no e s t a r í a pensando aquí en algo como estructura profunda y
guaje se discute hoy en día. La g í ^ m á t i c a transformacional la estructura superficial.
acepta; la s e m á n t i c a generativa la rechaza. Sin tomar partido / 1 5
E j e m p l o de N . Ruwet, Op. cit., p á g . 196. L a simple o b l i g a c i ó n posi-
en cuanto al fondo, adoptaremos la primera actitud por simple cional b a s t a p a r a distinguir dos clases de adverbios que se h a n confun-
dido hasta ahora.
1 6
u J . Dubois, Op. cit., p á g . 158. Unos cuarenta, s e g ú n L e B i d o i s , Op. cit., p á g . 82.
96 El lenguaje de la poesía La totalización
97

parece que la mayor parte de estos adjetivos conservan su donde la regla impone N . A.? A menudo se invocan motivos
sentido propio cuando e s t á n colocados d e t r á s del nombre, y p r o s ó d i c o s . Para convencerse de lo contrario, basta con apelar
toman u n sentido derivado o figurado cuando le p r e c e d e n » . 17
al siguiente poema en prosa:
Como prueba, podemos invocar de nuevo a q u í los hechos dis-
Et, á Vaurore, armes d'une ardente patience, nous entrerons aux
tribucionales. Pauvre (pobre) significa «de poca fortuna», a la splendides villes... (Rimbaud)
vez en función de e p í t e t o y en función de atributo. Significa
[ Y a l alba, armados de u n a ardiente paciencia, entraremos en las
«digno de l á s t i m a » sólo en primera posición. Así, pues, pode-
e s p l é n d i d a s ciudades...].
mos considerar la anteposición como una figura de uso sin-
táctica. Pero observemos aquí que el cambio sintáctico acarrea
Dos inversiones en una frase libre de toda obligación versifica-
un cambio s e m á n t i c o , signo de la profunda solidaridad de los 4
cional. ¿ P o r q u é no, entonces, patience ardente y villes splendi-
dos niveles. des? Sentimos inmediatamente que el texto p e r d e r í a con ello.
Salvo excepciones ya citadas, la regla de la sintaxis francesa Pero este déficit tiene que ser explicado.
es la p o s p o s i c i ó n del epíteto. Esto es particularmente cierto E l uso autoriza, como hemos dicho, que ciertos adjetivos
para los adjetivos que designan propiedades físicas, como los cambien de lugar, pero cambiando de sentido. Así,
adjetivos de color. N i n g ú n locutor francés a c e p t a r í a sin sor-
presa una frase como: un pauvre homme [un pobre h o m b r e ]

elle a mis sa noire robe et ses bleus souliers [se ha puesto s u no es


negro vestido y sus azules zapatos].
un homme pauvre [un hombre pobre],

Ahora bien, en el corpus poético, la tendencia es la inversa. igual que


Citemos estos ejemplos de M a l l a r m é :
un sale gosse [un n i ñ o malo]
un noir vent
du blanc couple
no es
tes noirs mensonges
un gosse sale [un n i ñ o sucio].
une blanche nue
ce blanc flamboiement
en bleus angélus Antepuesto, el adjetivo toma un «sentido figurado», dice la
le rouge lever g r a m á t i c a , mientras que en su posición normal conserva el
le blond torrent, sentido propio. Esto prueba claramente q u é falaz es la dis-
etc. * tinción de las figuras en tropos y no-tropos. La inversión es
no-tropo por ser una figura sintáctica. Pero, al cambiar de sen-
Y entonces se vuelve a plantear la c u e s t i ó n de la funcionalidad tido, es t a m b i é n u n tropo. De hecho, como toda figura, es las
figurai. ¿ P o r q u é la inversión? ¿Por^qué adoptar el orden A. N . dos cosas: desvío y r e d u c c i ó n de desvío. Pero queda por ex-
plicar el cambio de sentido. E n la a n o m a l í a s e m á n t i c a , la ex-
17 L e B i d o i s , ibid. plicación parece evidente. Es preciso restablecer la compatibi-
* u n negro viento / de l a b l a n c a pareja / tus negras mentiras / una
lidad contextual. Pero, en el caso de la inversión, la explicación
blanca nube / este blanco resplandor / en azules á n g e l u s / el rojo ama-
necer / el rubio torrente / etc. no puede ser la misma. La anteposición no hace al adjetivo
322^—4
98 El lenguaje de la poesía
La totalización 99

s e m á n t i c a m e n t e incompatible. Entonces, ¿ c ó m o explicar este


la lengua. Es fácil verificar este hecho en unos cuarenta adjetivos
cambio de sentido? La g r a m á t i c a , que yo sepa, nunca se ha
que cita la g r a m á t i c a . Así, un sale gosse es usual; un propre
planteado la cuestión. gosse no lo es. Un gosse sale se opone a un gosse propre [ u n
Hay sin embargo una excepción, pero que no hace sino n i ñ o l i m p i o ] , pero un sale gosse no es oponible. Hallamos de
aplazar el problema. P. Guiraud asocia a la diferencia posicio- nuevo el fenómeno señalado a p r o p ó s i t o de las no-pertinencias
nal una oposición s e m á n t i c a : genérico/específico. Escribe: usuales. Cuando el uso permite una asociación desviada entre
En s u p o s i c i ó n n o r m a l , el e p í t e t o , se h a dicho y a bastantes t é r m i n o s , suele l i m i t a r su permiso a u n solo miembro del para-
veces, tiene valor cuantitativo. Determina u n a especie dentro de digma. E l opuesto sigue afectado por la prohibición y no puede,
u n g é n e r o . Antepuesto, pierde este valor y cualifica la c a t e g o r í a . por consiguiente, acceder a la actualización implícita. Y este
Un homme grana [ u n hombre alto] se opone por s u estatura a los 4 hecho queda verificado por los usos que constituyen una ex-
otros miembros de l a clase de los hombres... Un grand homme cepción a esta ley.
[un gran hombre] es un hombre de gran h u m a n i d a d
En efecto, si los adjetivos normalmente antepuestos no cam-
bian de sentido, es decir, no pasan de lo específico a lo genérico,
Pero la explicación es insuficiente. Se puede admitir, en efecto, es porque sus opuestos normalmente se anteponen t a m b i é n .
que el adjetivo está obligado a cambiar de sentido para hacer Así, vieil homme (anciano) es normal, pero jeune homme (joven)
honor a su valor genérico. Puesto que en un grand homme es lo es t a m b i é n . La negación implícita, pues, es actualizable,
la « h u m a n i d a d » la que se califica de grande, sólo puede tratarse y el adjetivo conserva entonces su valor específico. Un vieil
de una grandeza moral. E l autor da otro ejemplo: «Una blanca homme es un homme vieux, mientras que un pauvre homme
paloma es una paloma en la que la palomidad es blanca, de no es un homme pauvjte. La diferencia tiene su explicación.
donde se desprenden los valores m e t a f ó r i c o s propios de la Sólo en el primer caso, el mismo modelo sintáctico, en el orden
paloma (castidad) y de la blancura (candor)» ( p á g . 112). adjetivo + nombre, acepta la oposición. A un vieil homme se
Pero, aunque la explicación es buena, exige a su vez una opone un jeune homme, a un pauvre homme no se opone un
explicación. Claramente, el adjetivo toma u n sentido metafó- riche homme. La negación es posible en el primer caso, imposi-
rico porque, al i r antepuesto, tiene valor genérico. Pero queda ble en el segundo. Podemos verificarlo en estos ejemplos:
la cuestión esencial. ¿ P o r q u é la anteposición da al adjetivo
precisamente este valor genérico? Este es el verdadero proble- grande ville [gran ciudad] vs petite ville [ p e q u e ñ a ciudad]
ma planteado por la c u e s t i ó n tan debatida del adjetivo en long terme [largo plazo] vs court terme [corto plazo]
francés. beau temps [buen tiempo] vs mauvais temps [mal tiempo]
Pues bien, nuestro modelo ofrece la ventaja de adelantar
una explicación posible. La diferencia entre un homme pauvre etc. Este ú l t i m o ejemplo es significativo. Beau [hermoso] tiene
y un pauvre homme consiste en una palabra: un homme pauvre como a n t ó n i m o laid [feo], pero un laid temps, sin duda por
se opone a un homme riche [ u n hombre rico], mientras que razones de eufonía, no es aceptable. Entonces, el t é r m i n o cam-
un pauvre homme no se opone a nada. Si el uso ha ratificado, bia de a n t ó n i m o y acepta mauvais como opuesto. E l mismo
en efecto, la inversión para u n t é r i m n o del paradigma, no lo f e n ó m e n o para el primer ejemplo. Vieux se opone a jeune, pero
ha hecho para su opuesto. Un riche homme no ha entrado en /este ú l t i m o t é r m i n o sólo se aplica, al parecer, a seres animados.
No se dice
18
La Syntaxe du franeáis, p á g . 111.
un jeune costume [un traje j o v e n ] .
100 El lenguaje de la poesía La totalización 101
La lengua cambia de nuevo aquí el paradigma y da a un vieux
mostrado que es m á s difícil hacer dos transformaciones que
costume un opuesto aceptable: 20
hacer una sola . Por consiguiente, la negación ya no es imposi-
un nouveau costume [un traje nuevo]. ble, es sólo difícil. Ahora bien, esta diferencia entre imposible
y difícil está de acuerdo con la intuición, según la cual la figura
La que es en sí pertinente no es, pues, la posición del t é r m i n o ,
sintáctica es p o é t i c a m e n t e menos poderosa que la figura semán-
sino la del conjunto oposicional. Cuando el uso permite la mis-
tica, la inversión menos que la no-pertinencia. Da cuenta tam-
ma colocación a los dos opuestos, el efecto de sentido desaparece.
b i é n de este hecho atestiguado por los textos. La inversión del
La figura sintáctica funciona, pues, siguiendo el mismo mo-
adjetivo suele a c o m p a ñ a r a un desvío semántico. Así sucede en
delo que la figura s e m á n t i c a . Bloquea la negación t a c h á n d o l a
noirs parfums, en que el adjetivo es a la vez no-pertinente y
de agramaticalidad. E l t é r m i n o desviado escapa al principio
e s t á invertido. La diferencia entre los dos tipos de figura, lejos
universal de oposición. Incluso una realización t r i v i a l como
de constituir una objeción a la teoría, viene de hecho a confir-
blonds cheveux [rubios cabellos], para volver a nuestro ejem-
marla.
plo canónico, mantiene cierta eficacia. La t e n d r á mientras no
La inversión del adjetivo no es sino una forma débil de la
haya en la lengua noirs cheveux [negros cabellos] para oponer-
figura, que puede alcanzar mayor amplitud. Se puede medir su
se a ella. E l color rubio se hace entonces genérico. No es ya
eficacia c o m p a r á n d o l a con su propia forma normal.
color variable y contingente, sino color esencial de la cabellera.
Habiendo eliminado toda oposición, la t r a n s g r e s i ó n s e m á n t i c a E l verso de Apollinaire
. se ha convertido en el predicado único de u n sujeto con el que, Sous le poní Mirabeau coule la Seine
en ú l t i m o caso, se identifica, según una e c u a c i ó n : cabellera = [ B a j o el puente Mirabeau fluye el S e n a ]
color rubio; corresponde a la s e m á n t i c a p o é t i c a fundamentar
la validez de esta ecuación. no debe su poeticidad sólo a la inversión. Pero, indudablemente,
pierde algo si recobra el orden normal:
Sin embargo, aparece una diferencia entre figuras semán-
ticas y s i n t á c t i c a s . Una e x p r e s i ó n no-pertinente no es oponible. La Seine coule sous le pont Mirabeau.
Parfums noirs no tiene opuesto porque parfums blancs no
existe. Pero no ocurre lo mismo, al parecer, con la inversión. A Más sorprendente es el ejemplo que nos proporciona el
blonds cheveux se puede oponer, simplemente, cheveux noirs. t í t u l o de la novela de Fitzgerald:
¿Cómo hacer frente a esta objeción? Tender is the night [ T i e r n a es l a noche].
Son posibles dos respuestas. Según la primera, la negación
implícita, por ser inducida, tiende a reproducir la forma de la Basta con restablecer el orden, The night is tender, para re-
expresión que la induce. Hipótesis que se basa en hechos esta- ducirlo a la indigencia figural. Una vez m á s , el orden normal
19
blecidos por la e x p e r i m e n t a c i ó n p s i c o l i n g ü í s t i c a . La segunda es oponible, el orden anormal no lo es; tender is not the night
pone en p r á c t i c a el modelo transformacional. La negación, lé- no es, ciertamente, una frase gramatical, como tampoco Sous
xica o sintáctica, es una t r a n s f o r m a c i ó n ; si el locutor, a d e m á s , le pont Mirabeau ne coule pas la Seine.
tiene que cambiar de sitio el adjetivo, necesita operar una se- La inversión no es sino una de las m ú l t i p l e s formas de la
gunda t r a n s f o r m a c i ó n . Y, una vez m á s , la e x p e r i m e n t a c i ó n ha desviación gramatical, cuyos distintos tipos no podemos pensar
1 9
Como «el efecto de a t m ó s f e r a » que s e ñ a l a n Sells y K o o b , J. eáuc. 2 0
V é a s e G . Miller, « Q u e l q u e s é t u d e s psychologiques de la g r a m m a i r e » ,
Psychol., 28, 1937. *V Langages, 16, 1969.
La totalización 103
102 El lenguaje de la poesía
Por el contrario, en M a l l a r m é , muchas frases no tienen nin-
en inventariar aquí. Se n e c e s i t a r í a todo u n volumen. Chomsky, guna estructura de base identificable. Muchas veces es imposible
en «Aspects», propuso una clasificación de las desviaciones en saber q u é palabra se refiere a q u é palabra, cuál es el sujeto y
tres tipos; los dos primeros son s i n t á c t i c o s : 21
cuál el predicado . Así, en el Toast fúnebre:
1) L a v i o l a c i ó n de l a c a t e g o r í a léxica.
Vaste gouffre apporté dans l'amas de la brume
2) E l conflicto con un rasgo de s u b c a t e g o r i z a c i ó n estricta.
Par ¡'irascible vent des mots qu'il n'a pas dits,
3) E l conflicto con un rasgo seleccional.
Le néant a cet Homme aboli de jadis *.

Tomemos un ejemplo célebre, que parece pertenecer al pri-


Los dos primeros versos constituyen una aposición, es decir,
mero de estos tipos. Se trata del verso de Cummings:
un predicado secundario; no podemos decidir si se refiere a
he sang his didn't he danced his did. néant o a cet Homme. Entonces, ¿ c ó m o negar un predicado del
que no se sabe lo que predica?
La segunda frase p o d r í a traducirse al e s p a ñ o l por bailó su hizo,
La voluntad a n t i s i n t á c t i c a de M a l l a r m é , por lo d e m á s , queda
t r a d u c c i ó n que tiene el m é r i t o de conservar la agramaticalidad
abiertamente manifestada por el procedimiento de no-puntua-
del original. E l t é r m i n o did (hizo) es u n verbo, incapaz, por lo
ción que inaugura antes que Apollinaire. Y sabemos que, en este
tanto, de cumplir la función n o r m a l de complemento objeto
camino, la poesía c o n t e m p o r á n e a en conjunto le ha pisado los
que le asigna el contexto. Nos enfrentamos aquí con una especie
talones. Por falta de e s t r u c t u r a c i ó n sintagmática, muchos poe-
de o x í m o r o gramatical, ya que did es a la vez nombre y verbo.
mas actuales parecen simples listas de palabras en que la fun-
En cuanto tal, no es oponible. La agramaticalidad misma, en
ción predicativa es indecidible y, al mismo tiempo, inoponible.
efecto, prohibe la p r o d u c c i ó n de
En este prejuicio asintgctico de la poesía c o n t e m p o r á n e a no
he didn't dance his did [no b a i l ó su hizo]. hay que ver n i moda n i capricho, sino procedimiento figural de
negación de la negación. Privada de oposición, la palabra se
Este verso se cita frecuentemente como ejemplo de agrama- afirma como totalidad s e m á n t i c a y se otorga u n sentido absolu-
ticalidad m á x i m a . Sin embargo, conserva todavía una estructura to. Este es el «sentido m á s puro» que la poesía da a las palabras
de base correcta. E n él se pueden reconocer el sujeto, el verbo de la lengua. M á s puro por estar depurado de lo que lo niega
y el complemento. La g r a m á t i c a generativa puede dar de él en el uso que de ella hace la t r i b u .
la descripción estructural siguiente:
P

Podemos abordar ahora el nivel sonoro, en el que, durante


mucho tiempo, la poesía ha creído hallar su especificidad única.
2 1
V v sv A pesar de los esfuerzos de A.-M. Pelletier {Fonctions poetiqu.es),
quien reconoce no poder hallar la secuencia de base en muchos casos,
¿ o r ejemplo en los versos citados seguidamente.
Det. N * Vasto abismo t r a í d o en el m o n t ó n de l a b r u m a / por el irascible

he danced
L
his
I
did
viento de las palabras que no ha dicho, / l a nada para este Hombre
abolido de a n t a ñ o .
V-
104 El lenguaje de la poesía La totalización 105
La versificación, a primera vista, es una simple superestruc-
factor de d e s e s t r u c t u r a c i ó n sintáctica. Y, al mismo tiempo,
tura, u n adorno del discurso que se le a ñ a d e sin modificarlo. como veremos, el juego del principio de negación queda blo-
Poesía = prosa - f m ú s i c a . Apariencia que no es, quizá, total- queado. Una escalera secreta se opone a una escalera que no
mente ilusoria. Hay que guardarse de todo dogmatismo. Es lo es. Pero una escalera / secreta no se opone a nada.
posible que la recurrencia de rasgos fónicos que define el verso
Si, como se ha admitido, el locutor implícito obedece mecá-
pueda constituir una capa estética a u t ó n o m a . Puede ser tam- nicamente a las reglas del lenguaje, no puede producir u n epí-
bién que la repetición cree una especie de efecto de «hipnosis», teto separado por una pausa de la palabra a la que modifica.
favorable a la inducción de la actitud poética en el receptor. Se ha objetado que «estamos habituados a i r a buscar a la
Pero lo que ha mostrado el análisis es que hay t a m b i é n una línea siguiente el complemento objeto directo de u n verbo
antiestructura, en sus dos aspectos constitutivos: el metro y la transitivo, incluso el final de una palabra cortada por u n
2 2
rima . 23
g u i ó n » . Pero el sentido de la disposición tipográfica no es el
La batalla de Hernani empezó con el p r i m e r verso: mismo. En prosa, el cambio de renglón viene materialmente
Serait-ce déjà lui? C'est bien à l'escalier impuesto y no tiene, por consiguiente, el valor de una pausa.
Dérobé... Sólo cuando esta imposición no es física adquiere su significa-
[ ¿ S e r í a ya él? E s sin duda en la escalera
ción lingüística (fin de una unidad sintáctica y / o s e m á n t i c a ) .
secreta...]. Ahora bien, en poesía, el cambio de renglón, al no ser física-
mente obligado, conserva su sentido lingüístico, y este sentido
Desde su punto de vista, los «rancios» no iban descaminados no es el sentido normal de fin de unidad. No es la sustancia
al abuchear este audaz encabalgamiento. Con él se iniciaba, en gráfica la que se detiene, sino el discurso; y se para donde no
efecto, la modernidad poética. La evolución del verso, como ha t e n d r í a que pararse. ^
mostrado la estadística, siempre se ha hecho en la misma direc- Tenemos que creer que este procedimiento es p o é t i c a m e n t e
ción: la ruptura cada vez m á s frecuente y cada vez m á s fuerte eficaz, ya que es el único que la versificación ha legado a la
del paralelismo entre la frase fónica y la frase sintáctica. poesía moderna. La dislocación sintáctica es el único rasgo
La poesía clásica se esforzaba en mantener el paralelismo que permite distinguir hoy el verso libre del no-verso. Y he
entre el verso y la frase. La pausa m é t r i c a separaba siempre podido probar con un ejemplo que la frase m á s prosaica p o d í a
grupos sintácticos coherentes, frases, proposiciones o constitu- alcanzar, tan sólo con este procedimiento, cierto grado de poeti-
24
yentes de frases. Y el encabalgamiento, raro y a d e m á s conde- c i d a d . Se ha podido decir t a m b i é n que, en este ejemplo, la
25
nado (Boileau), no era m á s que u n procedimiento para poner s e p a r a c i ó n sólo era d é b i l m e n t e aberrante . Cargando u n poco
algo de relieve, y era percibido como tal. Con la poesía moder- la mano, se p o d r í a obtener algo así:
na, pasa a ser la regla. Ahora bien, no por ello pierde la pausa Hier, sur la Nationale
m é t r i c a su valor sintáctico. Separa lo que debe ser separado. Sept
E l e p í t e t o nos proporciona a q u í un ejemplo privilegiado: sólo Une automobile roulant
la pausa lo distingue de la aposicióri y, por consiguiente, sólo A cent á
debe su identidad funcional a su u n i ó n inmediata con el nombre L'heure
al que determina. E l conflicto metro-sintaxis a c t ú a como un 2 3
D é l a s y Filliolet, Linguistique et Poétique, pág 170
2 4
E. L . P., p á g . 75.
2 2
E. L . P., cap. I I I . \_, 2 5
D é l a s y Filliolet, Op. cit., p á g . 169.
La totalización 107
106 El lenguaje de la poesía
26
es la motivación de lo i n m o t i v a d o . A forma semejante, con-
S'est jetée sur un
Platane
tenido semejante, y viceversa. Saussure lo h a b í a señalado ya;
Ses quatre occupants ont été y t a m b i é n Jakobson: «La equivalencia de sonidos implica in-
27
Tués *. discutiblemente la equivalencia s e m á n t i c a » . E n realidad, Ja-
kobson va demasiado lejos. En el uso ordinario de la lengua,
Se p o d r í a escribir, claro está, la negación de este texto el significante permanece transparente y el locutor aprende a
según el dispositivo gráfico normal. Mas para ello h a b r í a que ignorar las equivalencias sonoras, parciales o totales. Ningún
reorganizar su estructura, es decir, pasar a otro texto. francés nativo establece identidad entre la bière (cerveza) y
¿ Q u é hay de la h o m o f o n í a ? ¿ P o r q u é la rima? ¿ P o r q u é el la bière ( a t a ú d ) . Pero el verso tiene precisamente como rasgo
oído se complace en la r e p e t i c i ó n ? ¿ P a r a asegurar el cierre del pertinente el énfasis del significante. Por su e s t r u c t u r a c i ó n
verso? ¿Por q u é constituye un lugar privilegiado para las equi- interna, la capa sonora pierde su transparencia y recobra su
valencias? Ninguna de estas explicaciones da cuenta de este significación propia. La rima, por su posición privilegiada en
28

hecho h i s t ó r i c o : la p r o h i b i c i ó n tan e s p o n t á n e a como u n á n i m e fin de verso, y la consonancia , por la proximidad de los fone-
de la r i m a gramatical. Du Bellay a ú n hacía r i m a r terceras per- mas que une, imponen al receptor la p e r c e p c i ó n de las seme-
sonas del imperfecto: janzas fonológicas. E l paralelismo fono-semántico recobra por
esto su validez. Lo que es semejante por el sonido lo es t a m b i é n
Déjà la nuit en son parc amassait por el sentido.
Un blanc troupeau d'étoiles vagabondes
La rima gramatical se ajusta al principio del paralelismo.
Et, pour entrer aux cavernes profondes,
Fuyant le jour, ses noirs chevaulx chassait **.
La r i m a léxica, por el contrario, toma el principio al revés. Y
t a m b i é n la consonancia. A significados diferentes se les aplican
significantes parecidos. Y, en esto, falla el principio de nega-
A p a r t i r del siglo x v n , tales rimas quedan prohibidas, sin que
ción.
nunca se haya explicitado la razón.
Pues bien, ¿cuál es el rasgo diferencial de las rimas grama- A este efecto recurrente del sonido sobre el sentido, Jakobson
ticales con respecto a las rimas léxicas? No hay m á s que uno. le ha dado el nombre de «paronomasia». Tomemos de nuevo su
E n el primer caso, a la identidad fónica responde una identidad ejemplo del affreux Alfred [horrible Alfred].
s e m á n t i c a . La homonimia cubre una homosemia. En el segundo
«Una muchacha hablaba siempre del 'affreux Alfred'». «Pero
caso, sucede a la inversa. A la semejanza de los significantes se
¿ p o r q u é affreux?» « P o r q u e lo d e t e s t o » . « P e r o ¿ p o r q u é no terrible,
opone la diferencia de los significados. Ahora bien, si la econo- horrible, insupportable, dégoûtant?» « N o s é por q u é , pero affreux
m í a de la segunda articulación ha podido imponer a la lengua le va m e j o r » . «Sin darse cuenta, estaba aplicando el procedimiento
similitudes arbitrarias, es cierto, sin embargo, que el locutor 2 9
p o é t i c o de la p a r o n o m a s i a » .
tiende a la m o t i v a c i ó n . Lo que Bally llamó «instinto etimológico»

* Ayer, en l a Nacional / siete / u n a t i t o m ó v i l que circulaba / a cien 2 6


Traite..., I , p á g . 32.
por / h o r a / se l a n z ó c o n t r a u n / p l á t a n o / sus cuatro ocupantes resulta- 2 7
Essais..., p á g . 235.
ron / muertos. 2 8
Por este t é r m i n o , entiendo a la vez la asonancia o identidad vocá-
** Y a l a noche en su parque agrupaba / un blanco r e b a ñ o de estrellas lica y la a l i t e r a c i ó n , identidad consonantica.
2 9
vagabundas / y, para entrar en las cavernas profundas, / huyendo del Essais..., p á g . 219.
día, sus negros corceles espoleaba. *
108 El lenguaje de la poesía La totalización 109
Según Jakobson, este procedimiento tiene como fin «la insisten- por ejemplo, o «énfasis», se refiere a un rasgo de este tipo. Una
cia puesta en el mensaje por su propia c u e n t a » . Se puede expresión como c'est Pierre qui est venu sólo p o d r í a ser válida-
proponer otra h i p ó t e s i s . En lugar de los s i n ó n i m o s conmutables mente negada por una expresión isomorfa, y no por la simple
con affreux, introduzcamos a n t ó n i m o s : frase Pierre n'est pas venu. Del mismo modo, podemos pretender
que, si la negación pierde el efecto p a r o n o m á s t i c o , ya no tiene
merveilleux [maravilloso], délicieux [delicioso], adorable [ado-
la misma fuerza que la frase negada. Se puede decir en este
r a b l e ] , etc.
caso que, si la negación sigue siendo posible, ha perdido, no
obstante, fuerza negadora.
Ninguno de ellos realiza la paronomasia. Sin duda, ninguna
regla, lingüística prohibe la similitud fónica de los dos antóni- Consideremos ahora u n ejemplo a u t é n t i c a m e n t e poético. (Y
mos. Pero parece que la lengua tiende a evitarla, quizá con el h a b r á que dar cuenta del hecho de que el ejemplo jakobsoniano
fin de prevenir los riesgos de confusión. Sea como fuere, en el no lo es). Sea, en el verso de Hugo
caso que nos ocupa, merveilleux Alfred ha perdido el efecto
Un frais parfum sortait des touffes d'asphodèles
p a r o n o m á s t i c o del que goza su opuesto. Por ello, se instaura
[ U n fresco perfume s a l í a de las matas de asfódelos],
un desequilibrio entre la expresión y su negación. La relación
de los dos t é r m i n o s posee una especie de g a r a n t í a sonora de la
que está desprovista la segunda expresión. Alfred no puede ser el sintagma epitético frais parfum. Tiene el privilegio de con-
merveilleux del mismo modo que affreux, en cuanto que, en el densar tres figuras de niveles diferentes, s e m á n t i c o (no-perti-
p r i m e r caso, la r e l a c i ó n predicativa ha perdido la semejanza nencia), sintáctico (inversión) y, por ú l t i m o , fónico (consonan-
sonora entre sus t é r m i n o s , semejanza que garantiza la validez cia). Esta ú l t i m a está constituida por la repetición invertida de
del segundo caso. tres fonemas: œfr/rfcè; de ellos, el que sirve de eje, /, se repite
a d e m á s otras dos ve&es en el mismo verso. La homofonía garan-
Con la negación gramatical, el desequilibrio se manifiesta tiza, una vez m á s , la homosemia. La paronomasia es un ejemplo
a ú n m á s claramente. En Alfred n'est pas affreux, el significado de signo «diagramático» en el que la relación de los significantes
niega lo que el significante afirma. La heterosemia contradice repite la de los significados. Es decir que, si en poesía el sig-
a la homonimia. Las dos expresiones no son ya equivalentes, nificante se presenta de nuevo, no lo hace por su propia cuenta.
puesto que una instituye la relación en las dos caras del signo, Nunca hace m á s que r e m i t i r al significado, cuya estructura en
mientras que la negación ú n i c a m e n t e puede establecerla en la cierto modo reafirma. Pero esta repetición sonora de la relación
cara del significado y en contra del significante. predicativa no t e n d r í a gran i n t e r é s si no se opusiera a algo, a
Aparece, sin embargo, una diferencia importante entre esta la negación en este caso, que se revela incapaz de realizarla a
figura y el conjunto de las otras figuras observadas. Aquí, en su vez. Cualquiera que sea el opuesto léxico de frais, por ejem-
efecto, la negación no está prohibida. A l no presentar n i n g ú n plo tiède (tibio) o chaud (caliente), el hecho esencial es que la
grado de agramaticalidad, es t e ó r i c a m e n t e producible por el paronomasia se ha perdido. Un parfum no es tiède o chaud
lenguaje implícito. Pero, incluso si se produce, t a m b i é n es cierto de la misma manera que es frais, porque, en el p r i m e r caso, el
que no tiene el mismo peso. No t i e n e ^ o d r í a m o s decir, la mis- significado ya no tiene el aval del significante. E n cuanto a la
ma «fuerza» que lo que niega. Esta noción de fuerza de un n e g a c i ó n sintáctica, puede decirse que se niega a sí misma,
enunciado es un rasgo lingüístico tradicionalmente aceptado por puesto que separa en el sentido lo que el sonido une. E n un
la g r a m á t i c a . Lo que la g r a m á t i c a llama «acento de insistencia», parfum qui n'est pas frais, el significado rechaza al significante.
110 El lenguaje de la poesía
La totalización 111
Así queda roto el equilibrio que la frase no poética mantiene Las rimas deben ser gramaticales o antigramaticalesuna
siempre entre lo que afirma y lo que niega. r i m a agramatical, indiferente a la r e l a c i ó n entre el sonido y l a es-
De este modo, la p r o s c r i p c i ó n de la r i m a gramatical halla tructura gramatical, p e r t e n e c e r í a , como todas las formas de agra-
una explicación. E n este caso, efectivamente, la s i m i l i t u d fónica maticalismo, a l a p a t o l o g í a verbal 31.
de los dos c o m p a ñ e r o s de r i m a es conservada por sus opuestos
respectivos. Tomemos de nuevo, en el poema citado de Du Pero, como vemos, las rimas categoriales y anticategoriales
Bellay, el ejemplo de r i m a amas s ait / chas s ait. Y ya que la grafía e s t á n igualadas. Aquí se revela —éste es el momento de seña-
es pertinente en la versificación francesa ( r i m a para los ojos), larlo— la debilidad del modelo jakobsoniano. Lo que él define
consideremos como significante el conjunto ait. La flexión verbal como «equivalencia» comprende, en efecto, tanto la identidad
amalgama el triple rasgo del tiempo, de la persona y del modo. como la oposición. Ahora bien, como la rima sólo puede perte-
Para simplificar, nos detendremos sólo en el p r i m e r o de estos necer, por definición, al tipo categorial o anticategorial, el mo-
rasgos, ya que el razonamiento se puede transponer fácilmente delo queda asegurado como vencedor en todas las ocasiones.
a los otros dos. Admitamos t a m b i é n , igualmente por comodidad, E l principio de equivalencia es demasiado poderoso, y esto es
que el significado «pasado» tenga como opuesto el rasgo «fu- lo que constituye su debilidad.
t u r o » . Entonces aparece claramente una cosa. Los dos opuestos La igualdad establecida entre los dos tipos de r i m a es a ú n
de amassait y chassait, que son amasseront y chasseront, con- m á s p a r a d ó j i c a al haber hecho suya Jakobson la afirmación
servan entre sí la misma similitud fónica. E l efecto p a r o n o m á s - de Hopkins:
tico interviene de la misma manera en ambos casos, y el des- H a y dos elementos en la belleza de l a r i m a para el e s p í r i t u , la
equilibrio que observamos en la rima léxica ha desaparecido semejanza o l a identidad de los sonidos y l a diferencia o el con-
aquí. traste de los sentidos.

La r a z ó n de la diferencia entre los dos tipos de r i m a es Verdad confirmada p o r la diacronía. La poesía procura al mismo
evidente. E l azar es el que determina la semejanza de dos lexe- tiempo la r i m a rica y la r i m a anticategorial. Una vez m á s , si
mas, y por ello no podemos esperar volver a hallarla en sus nos negamos a ver en esta doble exigencia una simple proeza
opuestos m á s que excepcionalmente. Por el contrario, la r i m a verbal, hay que buscar una explicación conforme a la idea que
gramatical r e ú n e dos casos del mismo signo. No se trata de nos hacemos de la poeticidad. La que a q u í se propone tiene
semejanza, sino de identidad, y esta identidad se vuelve a dar, el m é r i t o de ser coherente dentro de la teoría.
naturalmente, entre los dos opuestos. Hay que recordar a q u í que la r i m a puede considerarse como
Otro hecho significativo en la evolución de la r i m a francesa desviada en la medida en que implica, en v i r t u d del principio
es la evicción de la r i m a categorial, r i m a entre palabras per- del paralelismo, una similitud s e m á n t i c a que no existe. Entre
tenecientes a la misma parte del discurso. Se trata, en este caso, soeur y fleur (hermana y flor) o profondes y vagabondes (pro-
de una simple tendencia, y no de una regla. Pero, si la tendencia fundas y vagabundas), no existe ninguna relación de sentido . 32

e s t á atestiguada, hay que buscarle una justificación. N i n g ú n A no ser, precisamente, la que cubre la categoría. Entre dos
poeticista, que yo sepa, se ha planteado el problema.
3 0
Por « r i m a g r a m a t i c a l » hay que entender lo que llamamos a q u í
Jakobson se contenta con s e ñ a l a r la pertinencia del rasgo
«rima categorial».
categorial. Escribe: 3 1
Essais..., p á g . 234.
3 2
Por lo menos en cuanto a lo que se suele entender por «sentido»,
V gue v a a ser discutido precisamente por el a n á l i s i s siguiente.
112 El lenguaje de la poesía La totalización 113

nombres persiste el rasgo «sustancia»; entre dos adjetivos, el La motivación, en este poema, viene dada por la analogía
rasgo « p r o p i e d a d » ; entre dos verbos, el rasgo «proceso». Y, entre el sentido de la lectura —de arriba abajo— y el significado
entonces, el principio del paralelismo no falla del todo en la —caída de una hoja— expresado por el sintagma que va entre
rima categorial. Entre las dos palabras que riman persiste u n p a r é n t e s i s (a leaf falls)*. Motivación de tipo d i a g r a m á t i c o , ya
rasgo s e m á n t i c o c o m ú n , que es, en cuanto t a l , oponible. Por el que la relación entre los significantes es idéntica a la relación
contrario, en la r i m a anticategorial, este m í n i m o c o m ú n se anula de los significados. Pues bien, esta identidad se invierte en la
y no queda nada a lo que la oposición pueda aferrarse. versión negativa de la misma frase, si se repite la misma dis-
E l simbolismo fonético, a su vez, puede explicarse según el posición gráfica. Queda anulada si se l i m i t a a adoptar la posi-
mismo modelo. Desde luego, en la medida en que existe, es u n ción horizontal de acuerdo con nuestras costumbres lingüísticas.
factor p o é t i c o a u t ó n o m o . La poesía se rige por la lógica de la En los dos casos, queda roto el equilibrio entre la frase una
identidad, y el signo icónico obedece a esta lógica, ya que anula hoja cae y su negación una hoja no cae, o una hoja persiste,
o debilita la alteridad radical implicada por lo arbitrario de la que pierde, por ello, fuerza de negación.
relación entre la cara del significante y la cara del significado. Para el conjunto de estas figuras del significante, puede con-
Pero el modelo permite atribuirle una eficacia suplementaria. cebirse u n procedimiento de verificación. Si se interpreta el
Como, efectivamente, el azar es el ú n i c o origen de la analogía juego del principio de negación, en un sentido psicolingüístico,
interna de u n signo, su opuesto tiene pocas probabilidades de como mayor o menor facilidad del destinatario para producir
realizar la misma analogía. De nuevo se establece u n desequili- la negación, la medida del tiempo de reacción de las respuestas
brio entre los dos t é r m i n o s de la oposición. A signo motivado opositivas, según que en el sintagma-estímulo las palabras sean
se opone signo a r b i t r a r i o y, en este sentido, podemos decir que h o m ó f o n a s o no, p e r m i t i r í a someter a prueba la hipótesis según
el primero no tiene opuesto. Lo probaremos con u n ejemplo. la cual la negación es m á s difícil en el caso de la h o m o f o n í a
Tomaremos este ejemplo de entre los textos que tratan de que en el caso contrario.
integrar el aspecto gráfico del significante en el juego de la Queda por precisar u n punto. E l conjunto de estas figuras
motivación. Ofrecen la ventaja de basar la analogía en u n aspec- fónicas no tiene como efecto prohibir la negación, sino, como
to indiscutible de la r e p r e s e n t a c i ó n gráfica. E n u n poema sobre hemos dicho, entorpecerla o debilitarla. Así pues, son poética-
la bomba a t ó m i c a , cuya disposición tipográfica evoca el célebre mente menos poderosas que las figuras s e m á n t i c a s . E n esto,
33
hongo, la semejanza está fuera de d u d a . Y lo mismo sucede el modelo se muestra capaz de dar cuenta de los hechos. Puesto
con este poema de Cummings: que, por una parte, existen versos perfectamente construidos
Ka desde el punto de vista sonoro que son, sin embargo, poética-
le mente débiles o nulos («aleluyas»), y, por otra parte, la poesía
af ha demostrado que puede servirse del verso, pero t a m b i é n
fa pasar sin él. No hallaremos fácilmente en los textos versificados
11 algo m á s intensamente p o é t i c o que esta frase de «prosa»:

one
1 3 4
Insertado a su vez dentro de l a palabra loneliness.
iness.

33 « B o m b » de G . Corso. \
114 El lenguaje de la poesía

...j'écartai du ciel l'azur qui est du noir,


et je vécus, étincelle d'or, de la lamiere nature
(Rimbaud)
[...aparté del cielo el azur que pertenece a lo negro
y viví, destello de oro, de l a luz naturaleza].

Por lo d e m á s , la esencia del verso es el «versus», el retorno


s i s t e m á t i c o de una misma estructura sonora. Esto significa que
CAPÍTULO I I I
d e s e m p e ñ a su papel principal en el eje s i n t a g m á t i c o , es decir,
al nivel del texto, y s e r á el estudio del texto, como veremos,
el que se h a r á cargo de la explicación de su pertinencia poética LA SIGNIFICACIÓN POÉTICA
principal.
* * *

Es preciso concretar. E n la lengua, dice Saussure, hay sólo


« ¿ C ó m o comprender mis p a l a b r a s ? » . Esta es la ú n i c a pre-
diferencias. Principio estructural que la no-poesía confirma y
gunta p o é t i c a m e n t e pertinente. Pues el poema es lenguaje, y
la poesía contradice. Por la estrategia desviacional, la poesía
el lenguaje sólo es tal en cuanto que significa. Pero esta pre-
bloquea la realización de la diferencia, impide la actualización
gunta misma puede ponerse en tela de juicio. ¿Qué es, en efecto,
de la negación. Por consiguiente, devuelve el lenguaje a su posi-
« c o m p r e n d e r » ? ¿ C a p t a r el sentido? Esta definición se basa en
tividad. E n la lengua, la palabra sólo conquista su identidad
u n postulado, implicado por su formulación misma. Decir «el
como residuo de su diferencia y ya sólo se define como lo otro
sentido» es postular su unicidad; es admitir, sin decirlo, que
de lo otro. Lo mismo sucede con el lenguaje prosaico, isomorfo
hay u n solo tipo de sentido, una modalidad ú n i c a de la inteli-
con respecto a la lengua, en que la restrictividad de la predica-
gibilidad. Y este postulado inicial es el que el análisis debe
ción permite a la oposición hallar su puesto en el universo del
empezar por examinar.
discurso y negar, así, lo que la frase afirma. E n el lenguaje
poético, por el contrario, liberadas de toda oposición, las pala- Desde el punto de vista estructural, se ha hecho evidente
bras recobran su propia identidad y, al mismo tiempo, su total una diferencia. E l lenguaje p o é t i c o destruye la estructura opo-
plenitud s e m á n t i c a . La palabra verde ya no significa «no rojo», sitiva, en la que opera el semantismo de la lengua. Libera al
sino sólo el «verdor» puro y espléndido. La poesía es la absolu- significado del lazo interno con su propia negación, lazo que
tez del signo y el esplendor del significado. constituye el nivel de la lengua y que la no-poesía actualiza en
Queda por averiguar c ó m o se manifiesta al destinatario esta el nivel del discurso. E l significado poético es totalitario. No
diferencia estructural entre los dos tipos de lenguaje. La inves- tiene opuesto. H a b r í a que preguntarse c ó m o se traduce fun-
tigación cambia aquí de perspectiva. Pasa de la estructura a cionalmente esta diferencia estructural. Quiero decir: desde
la función. Una reserva antes de exiprenderla. Los dos análisis el punto de vista del destinatario que consuma p o é t i c a m e n t e
no son interdependientes. E l análisis estructural tiene valor el lenguaje. Para esto, hay que cambiar de perspectiva, pasar
por sí mismo, y el esquema que lo resume —desviación —» tota- / de lo lingüístico puro a lo psicolingüístico, y hacerlo desde el
lización— es independiente de la i n t e r p r e t a c i ó n funcional que doble punto de vista descriptivo (la función) y explicativo (el
vamos a intentar darle ahora. i funcionamiento). Empezaremos, claro está, por la descripción;
116 El lenguaje de la poesía La significación poética 117

es decir, por u n enfoque fenomenológico del lenguaje en cues- definición. Hablar, repito, es t r a n s m i t i r la experiencia. Pero,
tión. si se adopta tal concepción, no por ello se puede negar, nos
E l análisis siguiente se basa en un postulado: la poeticidad parece, el valor de la p a r á f r a s i s como criterio del sentido. Ahora
del poema es el producto de su sentido. Es o t r o postulado bien, el sentido de la poesía escapa a este criterio. La p o e s í a
p r e t e ó r i c o de nuestra teoría. Pero, éste, p o d r í a m o s transfor- tiene un sentido y, sin embargo, no es parafraseable. Esta ú l t i m a
marlo en evidencia. E l poema es lenguaje y, por lo tanto, sig- afirmación se cuenta entre las opiniones admitidas. Tiene, no
nifica. E l significante no tiene m á s finalidad que introducir en obstante, dos sentidos diferentes. Si Ei es un enunciado poético,
el significado, y toda p o é t i c a del significante cae en el absurdo, o E2 no puede ser producido, o puede serlo pero no es poético.
ya que priva al signo de su constituyente esencial. Y, sin em- E l primer caso es el de la poesía llamada «hermética». E l
bargo, esta evidencia tropieza, de entrada, con una a p o r í a . recorrido E¡ —> E2 resulta imposible, ya sea porque E no es 2

Porque el criterio del sentido es la traductibilidad, y el lenguaje producido por nadie, o porque se fragmenta, según los exegetas,
poético es a la vez inteligible e intraducibie. en enunciados diferentes sin que se opere el consenso. Este es
3

Traducir es dar, de u n enunciado E , un enunciado E2 semán-


(
el caso, por ejemplo, de las Illuminations de R i m b a u d , o tam-
ticamente equivalente, ya sea en otra lengua, o en la misma bién de muchos de los poemas de M a l l a r m é .
(paráfrasis). Sabemos los problemas que suscita la o p e r a c i ó n . A p r o p ó s i t o de su poema:
Pero, sean cuales fueren las dificultades t e ó r i c a s , e s t á amplia- Ses purs ongles très haut dédiant leur onyx,
mente admitido que, en lo que se refiere al lenguaje o lenguajes L'Angoisse, ce minuit, soutient, lampadophore,
prosaicos, la o p e r a c i ó n es practicable, siendo variable, ^-por lo Maint rêve vespéral brûlé par le Phénix
d e m á s , el residuo de no-equivalencia según el tipo de lenguaje, Que ne recueille pas de cinéraire amphore.
científico o cotidiano. E n cuanto a la poesía, por el contrario, Sur les crédences, au salon vide: nul ptyx,
su intraductibilidad es admitida por todos. Aboli bibelot^O.'inanité sonore,
Antes de emprender la respuesta, hay que precisar los tér- (Car le Maître est allé puiser des pleurs au Styx
minos del problema. Si la traductibilidad es el criterio del sen- Avec ce seul objet dont le Néant s'honore).
tido, no por ello constituye su definición. Con r e l a c i ó n a esto, Mais proche la croisée au nord vacante, un or
dos concepciones dividen a los autores: el sentido como rela- Agonise selon peut-être le décor
ción signo-cosa, o como relación signo-signo. B . Russell es u n Des licornes ruant du feu contre une nixe,
buen ejemplo de la primera. Escribe: «Nadie puede compren- Elle, défunte nue en le miroir, encor
der la palabra queso si no tiene de antemano una experiencia Que, dans l'oubli fermé par le cadre, se fixe
no lingüística del queso» De scintillations sitôt le septuor,
A esto responde Jakobson que toda persona puede com-
M a l l a r m é mismo escribía:
prender esta palabra si sabe que significa «alimento obtenido
2
por la f e r m e n t a c i ó n de la leche c u a j a d a » . Me adhiero per- Extraigo este poema, en el que u n a vez h a b í a pensado, de un
sonalmente a la teoría de Russell. Creo haber utilizado correcta- estudio proyectado sobre l a palabra: es inverso; quiero decir que
mente toda m i vida la palabra queso sirr tener i n mente dicha 3
Z V é a s e , sobre este punto, el a n á l i s i s de Todorov, Les Genres du
discours, p á g s . 204 sigs., donde se analiza este texto como una serie de
1
«Logical positivism*. Rev. int. Phil., 18, p á g . 3. lo que yo he llamado d e s v í o s no reducibles. E l autor concluye que « s u
2
Essais..., p á g . 78. J sentido... es no t e n e r l o » ( p á g . 219).
118 El lenguaje de la poesía
La significación poética 119
el sentido, s i lo tiene (pero me c o n s o l a r í a de lo contrario, gracias
a l a dosis de p o e s í a que encierra, a m i parecer), es evocado por un para darse cuenta del déficit poético de la operación. Podemos
espejismo interno de las palabras mismas. Cediendo al deseo de repetirla cien veces con el mismo resultado. Surge entonces la
m u r m u r a r l o repetidas vece», se experimenta u n a s e n s a c i ó n bas- aporía. Si la poeticidad emana del sentido, ¿ c ó m o a d m i t i r que
4
tante c a b a l í s t i c a . . . . esté presente y ausente en dos textos de igual sentido?
Se puede, ciertamente, discutir la p a r á f r a s i s . La de Borges
Recordemos esta confesión. M a l l a r m é no rechaza la concurren- no es evidente. Confunde la causa ( h a b í a llegado la noche) con
cia de u n sentido ausente y de una «dosis de poesía» presente. el efecto (la hierba estaba negra). Para zanjar toda discusión,
H a b r í a que preguntarse si este sentido no lo constituye esa pongamos como ejemplo una figura usual o, al menos, lo bas-
«sensación bastante cabalística» que evoca el poeta, la «in- tante extendida como para tener un sitio en el diccionario. Así,
quietante extrañeza» (Unheimliche) de Freud que confiere a la expresión
las cosas «la noche», título inicial del poema. Pero, aquí, me
cheveux d'or [cabellos de o r o ] .
estoy anticipando. De la experiencia hermetista sólo hay que
deducir o que tales poemas no tienen sentido o que el criterio
A pesar de su trivialidad, no parece haber perdido toda su
supuesto no es u n criterio.
fuerza. La encontramos a ú n en Nerval:
Pero no toda poesía es h e r m é t i c a . Y si, como señala Aragon,
el hermetismo se ha convertido en el c a r á c t e r específico de la En lui donnant ce baiser, je ne puis m'empêcher de lui presser
p o e s í a moderna, el corpus clásico sigue siendo, por su parte, la main. Les longs anneaux roulés de ses cheveux d'or effleuraient
generalmente parafraseable. Pero veamos el hecho capital. I n - mes joues. Dès ce moment un trouble inconnu s'empara de moi *.

cluso cuando la p a r á f r a s i s se estima como posible, y, por consi- (Aurélia)


guiente, cuando E2 es un equivalente s e m á n t i c o aceptable de Ei,
Y t a m b i é n en M a l l a r m é , con una variante sintáctica:
queda este hecho atestiguado por muchos: si Ei es poético, E2
ya no lo es. En el recorrido que va de uno a otro, el sentido, Le soleil sur le sable, ô lutteuse endormie
por definición, permanece, pero la poeticidad desaparece en el En l'or de tes cheveux chauffe un bain langoureux.
camino. Un solo ejemplo. J. L . Borges dice de Hugo: [ E l sol sobre la arena, ¡oh luchadora dormida!
en el oro de tus cabellos calienta un b a ñ o l á n g u i d o ] .
E l milagro de s u p o e s í a es haber sabido utilizar palabras sen-
cillas. Por ejemplo, para decirnos que l a noche había llegado,
Victor Hugo escribe: l'herbe était noire. ¡Qué maravilla! . 5
Es preciso creer que existen f ó r m u l a s p o é t i c a m e n t e indes-
gastables. E l uso, a pesar de lo que se piense, no es el desgaste.
Pues bien, basta con practicar la c o n m u t a c i ó n : La expresión es, en todo caso, lo bastante usual como para
que el diccionario la mencione bajo la palabra or con su pará-
Ej: Ruth rêvait et Booz dormait; l'herbe était noire
frasis: «-cheveux d'or: d'un blond doré» [de u n rubio dorado],
[ R u t h s o ñ a b a y Booz d o r m í a ; l a hierba estaba negra]
dice el «Petit R o b e r t » . Una vez m á s , si comparamos las dos
E :
2 Ruth rêvait et Booz dormait; la nuit était tombée expresiones, no podemos sino comprobar la p é r d i d a total de
[ R u t h s o ñ a b a y Booz d o r m í a ; la noche h a b í a llegado]

* «Lettre à Cazalis». Cf. H . Mondor, Vie de Mallarmé, p á g . 267. * «AI darle aquel beso, no pude evitar apretarle la mano. L o s largos
s E n t r e v i s t a en Le Figaro (29-10-1977). bucles de sus cabellos de oro rozaban mis mejillas. A partir de aquel
momento, u n a t u r b a c i ó n desconocida se a p o d e r ó de m í » .

/
120 El lenguaje de la poesía La significación poética 121

poeticidad. E l diccionario no es, desde luego, un evangelio, y niveles de sentido invocados. E l recurso a la connotación, en
podemos discutir de nuevo a q u í la p a r á f r a s i s . Alegando, por el sentido clásico de «sentido adicional», no cambia nada. Cual-
ejemplo, rasgos s e m á n t i c o s presentes en or que la definición quiera que sea la naturaleza de la connotación, ya e s t é ligada
no incluye. Por ejemplo, los rasgos «belleza» y «rareza». al significante o al referente, ya sea de tipo p a r a g r a m á t i c o o
Pero basta entonces completar la p a r á f r a s i s : asociativo, psicoanalítico o ideológico, siempre puede figurar
explícitamente en la p a r á f r a s i s sin conferirle por ello la menor
cheveux d'un rare et beau blond doré poeticidad. Hay que rendirse a la evidencia. Si se aplica el tér-
[cabellos de u n raro y hermoso rubio dorado],
mino de poesía a un texto que repite incansablemente «te
8
a m o » , y no a la Crítica de la razón pura, es sin duda porque
y podemos continuar. No hay nada en lo definido que la defini-
los criterios de valor atribuidos al sentido, riqueza, originalidad,
ción no pueda contener. Según el principio de Searle, el len-
6
profundidad, etc., no son p o é t i c a m e n t e pertinentes.
guaje puede decirlo t o d o . Pero, por muy completa que sea la
En cuanto a la teoría de la «polisemia», actualmente en boga,
p a r á f r a s i s , no por ello se h a b r á salido del grado cero de la
que relaciona la poeticidad —o, de manera m á s general, la litera-
poeticidad. Por lo d e m á s , para resolver la cuestión, basta con
riedad— con la pluralidad de sentidos, es decir, con la m u l t i p l i -
mantener el t é r m i n o inicial y desarrollar la m e t á f o r a en com-
cidad de las p a r á f r a s i s posibles de un mismo texto, es preciso
p a r a c i ó n explícita: cabellos de un color que recuerda el del oro
examinarla. ¿Cómo entiende esa teoría dicha polisemia? La
es, sin duda, la p a r á f r a s i s de cabellos de oro. Si se admite, al
pluralidad s e m á n t i c a , ¿es virtual o actual? Siendo virtual, re-
menos, que no puede tomarse la expresión en su sentido literal
sulta inoperante en el nivel de la lectura efectiva, en el que el
de «cabellos de oro» y que es, entonces, lo que se Harria clásica-
lector actualiza sólo uno de esos sentidos. Si es actual, podemos
mente un tropo, es decir, un mecanismo de p a r á f r a s i s a p a r t i r
hacer la pregunta: ¿es posible una p a r á f r a s i s múltiple y simul-
de relaciones motivadas (semejanza, contigüidad, etc.) entre
t á n e a ? Todos sabernos que se puede comprender un texto en
sentido literal y sentido figurado. Pero resulta que la m e t á f o r a
7 lengua extranjera t r a d u c i é n d o l o interiormente a la lengua pro-
es poética cuando la c o m p a r a c i ó n no lo es . Toda t r a d u c c i ó n
pia. Pero, ¿es posible dar varias traducciones s i m u l t á n e a s del
de un texto p o é t i c o puede someterse a la misma prueba con el
mismo texto? Y, en caso afirmativo, ¿ e s t á por ello poetizado
mismo resultado.
dicho texto? De hecho, la a m b i g ü e d a d es corriente en el len-
En realidad, ninguna explicación de texto poético ha aspira-
guaje cotidiano. Así, en el famoso el temor de los enemigos,
do nunca a la poeticidad, y esta misma observación se aplica
que nadie puede pretender que sea p o é t i c a m e n t e superior a
al texto literario en general. E l comentarista o exegeta dice su
una expresión unívoca como la cólera de los enemigos. Sería
sentido. Pero, al mismo tiempo, sabe que su propio texto no 9
fácil multiplicar los ejemplos . La teoría nació, en realidad, de
tiene esta cualidad, este c a r á c t e r , la literariedad, que constituye
el valor del texto de partida y lo hace digno de ser explicado.
Y esto sigue siendo cierto, cualesquiera que sean las capas o 8
Como en el caso del soneto de Louise Labe: «O beaux yeux bruns,
ô regars détournez», analizado por N . Ruwet, Langage, Musique, Poésie,
6
Searle l l a m a « p r i n c i p i o de e x p r e s a b i l i d a d » al principio s e g ú n el p á g . 176.
9

cual « t o d o lo que se pueda querer significar puede ser dicho», Les Actes E s t a es l a o c a s i ó n de denunciar la denuncia de la univocidad como
de langage, p á g . 55. «fascista» o « c a s t r a d o r a » . E l lenguaje científico, hay que recordarlo, es,
7
Hay comparaciones p o é t i c a s , claro e s t á . Pero entonces son t a m b i é n o se esfuerza en ser, u n í v o c o . No sería serio ver en Kepler al primer
ellas desviacionales. Cf. J . C o h é n , «La comparaison p o é t i q u e » , Langages, fascista porque p a r a él «órbita de V e n u s » tenga u n sentido y solamente
12, 1968. 1 uno.

/
122 El lenguaje de la poesía
La significación poética 123
una e x t r a p o l a c i ó n del mecanismo tropológlco. Pero —todo este
la poeticidad desemboca en la antigua aporía de lo mismo y
análisis está destinado a mostrarlo— el tropo poético, si es
de lo otro. Lo dice el poeta:
que hay tropo, no es un «cainbio de sentido», al menos en el
sentido dado generalmente a la palabra «sentido». Les mots que j'emploie
Ce sont les mots de tous les jours et ce ne sont point les mêmes*
Hay que refutar un ú l t i m o argumento. Si cabellos de oro
(Paul Claudel).
es una figura, posee, en cuanto tal, u n sentido suplementario,
una «connotación estilística» que caracteriza la figuralidad como Para anular la aporía, sólo queda un camino. I r m á s allá de
signo de cierto tipo de lengua que es la poesía. Tales connota- sus t é r m i n o s , situando el problema en otro nivel. Hay que dia-
ciones existen, no cabe duda, y aparecen en cualquier parte. lectizar la noción de sentido introduciendo el dualismo en el
Todo discurso es a u t o n í m i c o y marca su propio código. Así, seno de la significación. Si existen dos sentidos de naturalezas
onde (onda), zéphyr (céfiro), trepas ( t r á n s i t o ) , connotan la len- diferentes, será posible admitir sin c o n t r a d i c c i ó n que el sentido
gua poética francesa en los siglos clásicos, y, del mismo modo, es a la vez igual y diferente, y que la poesía se opone a la no-
la abundancia de figuras puede señalar la poeticidad sin que, poesía en que tiene no orro sentido, sino un sentido diferente.
por ello, la explique. No se puede recurrir, a t í t u l o de explica-
Esta solución suscita el problema del «sentido del sentido»,
ción, a esta tautología: la figura es poética porque la hallamos
terreno por el que uno no puede aventurarse sin temblar. Las
en los poemas. E n realidad, se le da la vuelta a la explicación.
dificultades, aun hoy, parecen insuperables, y las páginas que
La figura no es poética por ser frecuente en poesía, sino que es
siguen no pretenden superarlas. Estas páginas no constituyen
frecuente en poesía por ser poética. Y volvemos a la pregunta:
una teoría del sentido consumada, sino sólo una tentativa de
¿ p o r q u é es p o é t i c a la figura, mientras que su p a r á f r a s i s no
descripción que aspira a aclarar el problema por la dificultad
lo es?
misma de su solución. Este nuevo enfoque se sitúa en dos
Y se plantea la misma cuestión con toda figura, tropo o perspectivas, correlativas pero distintas: fenomenológica y psico-
no-tropo. Sería difícil sostener que entre lógica. La primera intenta describir cómo se dan los dos len-
Ej: Sous le pont Mirabeau coule la Seine
guajes, cuáles son los rasgos diferenciales de su aparecer, en
el nivel de lectura inmediata e irreflexiva, que es el único feno-
y m e n o l ó g i c a m e n t e pertinente.
E :
2 La Seine coule sous le pont Mirabeau En este nivel, la diferencia es evidente. Es cierto: las pala-
bras son las mismas y no son las mismas. Para verlo mejor,
no hay equivalencia s e m á n t i c a . La única diferencia admitida basta confrontar dos enunciados que incluyan un mismo tér-
por la lingüística es la del «focus», desplazado del puente en mino. Por ejemplo, oro en cabellos de oro y monedas de oro,
Ei al r í o en E . Pero no vemos claro c ó m o esta diferencia focal
2 o verde en
p o d r í a dar cuenta de la diferencia poética entre los dos enun-
Ce soir-là, elle portait une robe verte
ciados. Volveremos a hallar la misma evidencia a p r o p ó s i t o de
[Aquella noche, ella llevaba un vestido verde]
cada tipo de figura reconocida por la r e t ó r i c a . Si no queremos
volver a la vieja teoría de la poesía ^ b m o «música de las pala- r y J'ai rêvé la nuit verte et les neiges éblouies
b r a s » , si queremos que la poeticidad esté ligada al sentido, [ H e s o ñ a d o l a noche verde y las nieves deslumbradas].
tenemos que aceptar que dos enunciados, Ei y E , son semán- 2

ticamente a la vez idénticos y diferentes, y la p r o b l e m á t i c a de * L a s palabras que empleo / son las palabras de todos los d í a s y
no son las mismas.
/
124 El lenguaje de la poesía La significación poética 125

La diferencia salta a la vista; pero ¿ c ó m o definirla? Aquí es indistintamente son s i n ó n i m o s y no e s t á n definidos. Con razón:
donde hay que i n t r o d u c i r la noción de M a l l a r m é de «forma del designan algo experimentado, lo cual es indefinible.
sentido», en que «forma» cobra su sentido fenomenológico y Hay una m e t á f o r a corriente, que es de tipo musical. Las
original de «apariencia». Puede decirse entonces l e g í t i m a m e n t e palabras p o é t i c a s «cantan». Metáfora peligrosa, si remite al sig-
que el sentido de las palabras es el mismo en cuanto al con- nificante sonoro; justa, si recurre al significado. La poesía es el
tenido y diferente en cuanto a la forma. canto del significado. « P e n s a m i e n t o cantado», dice Rimbaud.
Esto quiere decir que el sentido poético actúa sobre el receptor
Hay un rasgo fenomenológico de pertinencia indiscutida,
al modo de la m ú s i c a . «Un accionamiento desde fuera», dice
puesto que está homologado por la lengua. Es el rasgo «clari-
Valéry. Y, en este sentido, la poesía, con una misma m e t á f o r a ,
dad». La lengua dice de u n enunciado, de un texto, que es m á s
puede ser llamada «lírica». No porque exprese el «yo», sino
o menos «claro» u «oscuro». T e n d r é ocasión de volver extensa-
porque hace que el sentido cante. Pero, entonces, toda p o e s í a
mente sobre esta oposición. De momento, me c o n t e n t a r é con
es lirismo, y las dos palabras, en ú l t i m o t é r m i n o , confunden
evocar su existencia para fundamentar la validez del enfoque
su sentido. Las palabras se animan, a c t ú a n , nos imponen su
fenomenológico del lenguaje. Dos textos pueden tener igual sen-
manera de ser. Una segunda m e t á f o r a se une a la primera. E s t á
tido y diferir, sin embargo, en cuanto a su grado de claridad.
tomada del f e n ó m e n o físico de la resonancia. Comprender un
La p a r á f r a s i s , por lo d e m á s , tiene generalmente como único fin
poema es entrar en resonancia con él. Kandinsky declara que
trasladar u n texto de la oscuridad a la claridad, es decir, man-
«cada palabra que se pronuncia (cielo, hombre) provoca una
tener su sentido c a m b i á n d o l o al mismo tiempo: conservar el n
vibración interior» . Esta vibración, no nos c o s t a r á admitirlo,
contenido o el ser del sentido, transformar su forma o su" apa-
es claramente m á s marcada en poesía que en prosa. E n contexto
riencia.
poético, las palabras parecen animadas por una especie de
Existe otro rasgo fenomenológico del lenguaje que llamare-
«vibrato» interior. La palabra vert, en nuit verte, vibra, emite
mos intensidad ( a n t ó n i m o : neutralidad). Este t é r m i n o está toma-
una especie de i r r a d i a c i ó n que va hasta el destinatario y se le
do de Edgar Poe, que basa en él la ú n i c a ley poética existente.
comunica. De manera opuesta, a las palabras de la prosa se
Volveré sobre él. De momento, el análisis lo introduce como
10
las llama «anodinas», «frías», « m u e r t a s » ; a las de la poesía,
un t é r m i n o p r i m i t i v o del metalenguaje poético . Por esto, no
«vivas», «coloreadas», «animadas», «ardientes». Son « m o r e ener-
puede y no necesita ser definido. Pero podemos describirlo con
gized», dice Ezra Pound. «Se encienden», dice M a l l a r m é ; son,
ayuda de una serie de m e t á f o r a s .
dice Barthes, «signos en pie». «Es bastante sabido —escribe
La r e t ó r i c a clásica, no lo hemos recalcado suficientemente, Merleau-Ponty— que si un poema incluye una primera significa-
define las figuras desde u n doble punto de vista, estructural ción traducible en prosa, tiene en el espíritu del lector una
pero t a m b i é n funcional, es decir, con relación a cierto «efecto» segunda existencia que lo define como p o e m a » . n

que se propone conseguir. Este efecto lo describe, por ejemplo,


Fontanier, mediante t é r m i n o s recurrentes como «fuerza», «ener- ¿Cómo describir esta segunda existencia de la significación?
gía», «vivacidad», «brillo», «vida». Estos t é r m i n o s empleados E l autor opina que es idéntica en todas las artes. «Un poema,
una novela, un cuadro, un fragmento de m ú s i c a son individuos,
x
1 0
H u m b o l d t menciona u n « a u m e n t o de i n t e n s i d a d » que revisten las es decir, seres en los que no se puede distinguir la e x p r e s i ó n
palabras en el poema, pero sin definir el t é r m i n o . Cf. Chomsky, La Lin-
guistique cartésienne ( T r a d . esp.: Lingüística cartesiana. Un capítulo de
11

la historia del pensamiento a


racionalista,) Madrid, Gredos, 2. r e i m p r e s i ó n , Du spirituel dans l'art, p á g . 105.
1 2

1978). ' Phénoménologie de la perception, p á g . 177.


La significación poética 127
126 El lenguaje de la poesía
neutralidad del texto no poético no sería originaria, sino que
de lo expresado, cuyo sentido sólo es accesible por u n contacto
constituiría la resultante de u n proceso de neutralización opera-
directo, y que irradian su significación sin abandonar su puesto
da por la negación. Todas las palabras de la lengua, en diversos
temporal y espacial». A estos t é r m i n o s de «irradiación» —o de
grados, e s t a r í a n dotadas en sí mismas del c a r á c t e r de intensi-
resonancia— se les ha podido asignar u n alcance ontológico.
dad, del poder de acción, específico a primera vista, del lenguaje
«La sensibilidad estética es sin duda una aptitud para entrar
en resonancia, en a r m o n í a , en sincronía, con los sonidos, olores, poético. Su neutralidad no es, por consiguiente, sino el efecto
formas, i m á g e n e s , colores, profusamente producidos no sólo de la negación, y la negación de la negación operada por la des-
por el universo, sino t a m b i é n , ahora, por el homo sapiens. Aquí viación p o é t i c a no constituye m á s que una r e c u p e r a c i ó n de su
hallamos el gran misterio que liga un rasgo físico fundamental poder perdido. Esta es la hipótesis que se a d o p t a r á aquí. Pero,
propio de todo sistema vivo (el c a r á c t e r oscilatorio de los sis- v para darle u n fundamento e m p í r i c o , hay que i r m á s allá del
temas metaestables), incluso la naturaleza ondulatoria de la enfoque fenomenológico y emprender la vía, tan peligrosa, de
physis, con lo m á s sutilmente vibratorio que hay en el cerebro la psicología del lenguaje. Interrogarse acerca del estatuto
13
de sapiens» . Pero no abordaremos aquí este problema y nos «mental» de las entidades lingüísticas.
quedaremos en el plano fenomenológico. Lo que la m e t á f o r a Valéry escribe sobre M a l l a r m é :
de la resonancia traduce es el poder de acción de la poesía. La
Parece como si quisiera que la p o e s í a , que debe distinguirse
poesía dinamiza las cosas, que ya no son objetos distantes, esencialmente de l a prosa por la forma f o n é t i c a y l a m ú s i c a , se
encerrados en el círculo del no-yo, sino que cruzan su frontera distinguiera t a m b i é n de é s t a por l a forma del sentido M
.
para penetrar en m í y convertirse en otros tantos objetos de
experiencia. ¿Qué debe entenderse por esta «forma del sentido»? E l análisis
La respuesta al problema funcional — ¿ p o r q u é la figura?— ya la ha aplicado, desde el punto de vista estructural, al c a r á c t e r
halla así su respuesta en el análisis fenomenológico. La función desviacional y totalizante del sentido. Desde el punto de vista
de la figura es la intensidad. La poetización es una intensifica- funcional, el sentido poético se caracteriza por su intensidad.
ción del lenguaje. La palabra poética no cambia de sentido, es Queda p o r buscar su c a r á c t e r mental, el estatuto psicológico.
decir, de contenido. Cambia de forma. Pasa de'•••la neutralidad Pues bien, es así como lo e n t e n d í a Mallarmé. Dice Valéry:
a la intensidad. E l análisis llega así al descubrimiento de dos
rasgos pertinentes de la figuralidad: es, estructuralmente, una Para él, el contenido del poema debía ser tan diferente del pen-
samiento ordinario como el habla ordinaria del habla versificada.
totalización, y, funcionalmente, una intensificación. Totalizar
para intensificar: é s t e es el modelo propuesto, y el análisis
p o d r í a detenerse aquí. Así evitaría el camino erizado de obs- Esta frase, subrayada por el autor, es perfectamente explícita.
t á c u l o s que van a emprender las p á g i n a s siguientes. La tentación A la diferencia lingüística entre los dos lenguajes debe corres-
es grande, pero hay que resistir a ella. Pues queda por llenar ponder una diferencia en el «pensamiento». Se trata, indudable-
una laguna. La relación entre los dos t é r m i n o s , totalidad e in- mente, de una distinción psicológica.
tensidad, no es evidente. ¿Por q u é v b a s t a con expulsar la nega- La lingüística, bajo la influencia de Bloomfield y del beha-
ción implícita para intensificar el discurso? E n cuanto se plan- viorismo, ha desconfiado durante mucho tiempo de cualquier
tea el problema en estos t é r m i n o s , surge una hipótesis. La I recurso al «mentalismo». Hoy, é s t e vuelve a escena con la l i n -

1 4
« S t é p h a n e M a l l a r m é » , Œuvres, P l é i a d e , 1, p á g . 668.
E . Morin, Le paradigme perdu, p á g . 119.
128 El lenguaje de la poesía La significación poética 129
1S
güística americana . E n realidad, nunca la a b a n d o n ó . Saussure nismo tropológlco. Razonemos sobre u n sencillo ejemplo toma-
lo declara expresamente: «Los t é r m i n o s implicados en el signo do de Aristóteles. La p a r á f r a s i s de la vejez es el ocaso de la
lingüístico son, ambos, psíquicos» (C. L . G., p á g . 98), y precisa: vida es la vejez es el término de la vida. Tenemos, pues, la equi-
«Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y u n nombre, valencia: término = ocaso. Pero el paso de uno a otro no es
sino u n concepto y una imagen acústica» ( p á g . 99). Pero, en el paso de u n concepto a otro, sino de u n concepto a una imagen,
mismo pasaje, establece la naturaleza mental del signo e iden- del concepto de término a la imagen de ocaso, y en este cambio
tifica el significado con el concepto. de naturaleza mental del significado es donde la figura encuen-
Pues bien, la primera idea no implica la segunda. E l signifi- tra su función. Si no, ¿ p o r q u é la figura? Si el locutor no tiene
cado es una realidad mental, pero ¿cuál? Saussure acepta sin m á s objetivo que el de expresar el concepto de término, ¿por
discusión la igualdad sentido = concepto. Escribe: «desde el qué dice ocaso? ¿ P o r q u é impone el «rodeo» al destinatario?
punto de vista del significado o concepto» ( p á g . 158). Pero ¿es El rodeo sólo se explica en el caso de las «figuras obligadas»
evidente esta e c u a c i ó n ? Es cierto que se remonta a la m á s lejana que Fontanier llama «catacresis», como alas de molino, en que
t r a d i c i ó n . La escolástica decía ya: «voces significant res median- la lengua toma una palabra suya para llenar una laguna de su
tibus c o n c e p t i b u s » , prefiguración del t r i á n g u l o de Ogden y léxico. Pero, en el caso de las «figuras libres», donde la palabra
Richards en que hallaremos una vez m á s el concepto en lugar propia existe, ¿ p o r q u é no utilizarla? La figura sólo alcanza su
del significado. Del mismo modo, Chomsky define la s e m á n t i c a finalidad si opera un cambio, no ya del contenido, sino de la
como la ciencia del «sistema de los conceptos posibles» , sin 16
í v forma del sentido, si transforma el concepto en imagen, lo
preguntarse hasta q u é punto es legítimo identificar lo semán- ! inteligible en sensible. Lejos de ser, por lo tanto, u n puro «ador-
tico y lo conceptual. Pues bien, este postulado es el que nuestro I no» del discurso que tenga como única función la de hacer que
análisis quisiera examinar ahora. «Concepto» es u n t é r m i n o i el lenguaje sea «opaco» o «autotélico», como dicen los moder-
psicológico, designa una entidad mental. Pero tenemos derecho j nos, la m á s antigua — s e g ú n la r e t ó r i c a — de las figuras tiene
a preguntarnos si es el ú n i c o candidato posible al papel de j como fin la t r a n s m u t a c i ó n mental del significado. Sustituye lo
correlato mental del significado. conceptual por lo imaginario. E l cambio de sentido ya no es,
Ya la antigua r e t ó r i c a h a b í a planteado el problema en este si se interpreta según el esquema:
terreno, al identificar «figura» e «imagen», es decir, una entidad
Se —> Se»! —> S o ,
2

lingüística y una entidad psíquica. La t r a d i c i ó n se remonta a


Aristóteles. La m e t á f o r a , dice, «constituye imagen», literalmente: el paso de un concepto inicial a un segundo concepto:
11
«pone ante los ojos» , y esta concepción sigue hoy viva. Por
«imagen» hay que entender lo sensible, ese residuo de formas, 1) Se —» concepto 1 —»• concepto 2,
colores, sonidos, olores, etc., que la imagen, aun siendo gené-
rica, conserva de su origen perceptivo, y que la idea o concepto sino el paso de u n concepto a una imagen:
no posee. E l efecto de la figura, por lo tanto, tiene como origen j 2 ) Se —» concepto —» imagen.
un cambio mental, y así es como debe interpretarse el meca- i
í Esta i n t e r p r e t a c i ó n , sin embargo, es insuficiente. E n efecto,
el esquema 2) sólo puede aplicarse a la codificación; se supone
15 G. L e e c h lo llama « n e o m e n t à l i s m o » . Cf. Semantics, pàg. 93.
i* Aspects of the theory of syntax, p â g . 160. que es el locutor quien sustituye término por ocaso, el concepto
17 Rhétorique, I I I , 10, 1410. j! por la imagen. Pero, para el descodificador, el esquema se in-
322.-5
<
130 El lenguaje de la poesía La significación poética 131
vierte, va de ocaso a término, de la imagen al concepto. E l cam-
En su célebre análisis de las funciones del lenguaje, Jakob-
bio va de lo sensible a lo inteligible, según el esquema: son opone la «función emotiva» a la «función referencial». La
3) Se —» imagen —» concepto.
primera se centra en el destinatario; la segunda, por el contra-
rio, se centra en el «contexto», es decir, en el mundo. Esto se
basa en realidad, p e n s á n d o l o bien, en u n grave contrasentido.
¿ D ó n d e está entonces la ventaja con respecto al esquema 1),
Se llama «emotivo» al lenguaje en cuanto que expresa «la acti-
si el punto de llegada sigue siendo el concepto? La solución 18
tud del sujeto con respecto a aquello de lo que h a b l a » . Con-
está en la identificación de la m e t á f o r a con la c o m p a r a c i ó n
sideremos una frase como:
elíptica. Es la «analogía» o cuarta proporcional de Aristóteles.
La p a r á f r a s i s de la vejez es el ocaso de la vida resulta la vejez 1) la muerte de mi padre me causa mucha pena o me angustia
4
es el término de la vida como el ocaso es el final del día. Así, la situación actual.
tenemos a la vez la idea, el término, y la imagen, el ocaso, sir-
viendo la imagen para ejemplificar la idea. Pero esta solución Estas frases responden a la definición jakobsoniana de la fun-
no es buena, ya que vuelve a plantear el problema. Si la metá- ción emotiva. Son expresiones de la actitud del sujeto con res-
fora es una c o m p a r a c i ó n abreviada, ¿ d e d ó n d e viene la diferen- pecto a aquello de lo que habla. Pero ¿ d e s e m p e ñ a n por esto
cia funcional entre las dos expresiones? Si la c o m p a r a c i ó n es una «función emotiva»? ¿ E n q u é se diferencian de frases como
la p a r á f r a s i s de la m e t á f o r a , ¿ c ó m o explicar la diferencia de
2) hoy llueve o la crisis económica se prolonga,
efecto? Si este efecto de fuerza o de vivacidad que hemos
llamado intensidad se origina en la imagen, ¿ p o r q u é está pre-
que son igualmente frases de función referencial? En los dos
sente en la figura y no en la c o m p a r a c i ó n , en la que, sin embargo,
casos, la frase expresa u n estado de cosas al que se refiere.
la imagen sigue presente? Volvemos a caer en la misma aporía.
E l hecho de que, en 1), el referente pertenezca en cuanto tal
Figura y c o m p a r a c i ó n son a la vez iguales y distintas.
al campo afectivo, mientras que no es así en 2), no permite en
Lo que, sin embargo, persiste de la teoría clásica es la pre- modo alguno oponerlos funcionalmente. Es preciso distinguir
o c u p a c i ó n p o r investigar la naturaleza mental del significado a q u í con claridad referente y significado; la naturaleza afectiva
figural, el no considerar la figura como simple s u s t i t u c i ó n con- de uno no implica de n i n g ú n modo la naturaleza afectiva del
ceptual, sino como paso de lo conceptual a lo no conceptual. otro. E l significado de angustia en me angustia la situación
Pero el simple recurso a la imagen no basta. Si la figura es actual sigue siendo conceptual, aunque su referente sea afectivo.
imagen, entonces es que hay dos tipos de i m á g e n e s : una, el Una clase de enunciados no puede especificarse lingüísticamente
significado de la figura; y la otra, el de la c o m p a r a c i ó n . E l rasgo a p a r t i r del referente, sino sólo a p a r t i r del significado. Existe
de poeticidad divide a la imagen misma, y hay que admitir que verdadero lenguaje afectivo si, y sólo si, el afecto es el signi-
existen i m á g e n e s p o é t i c a s e i m á g e n e s no p o é t i c a s , y entonces, ficado de este lenguaje. Una frase puede r e m i t i r a u n significado
el problema es saber en q u é consiste la diferencia. y a un referente igualmente afectivos. Es el caso de:
La lingüística, desde siempre, ha establecido una tipología
de los lenguajes según el criterio funcional. Y, entre estos w Essais..., « P o é t i q u e » , p á g . 214. E s cierto que Jakobson dice «ex-
tipos, se halla una constante, el lenguaje llamado «afectivo», p r e s i ó n d i r e c t a » r e f i r i é n d o s e con esto a hechos como la e n t o n a c i ó n o la
o «emocional», o «expresivo». Pero ¿ q u é quiere decir exacta- i n t e r j e c c i ó n . Pero, s i estos elementos tienen f u n c i ó n emotiva, no es por-
que se refieran a sentimientos, sino porque provienen de un tipo espe-
mente esto? i
cífico de significado.

m
132 El lenguaje de la poesía La significación poética 133
Je suis le ténébreux, le veuf, Vinconsolé experimentado. Si, paralelamente, admitimos que el sentido p r i -
[Soy el tenebroso, el viudo, el inconsolado].
mero de una palabra de la lengua es conceptual, entonces la
figura poética es cambio de sentido, según el esquema:
Pero el significado puede ser afectivo sin que el referente lo
sea. Así en significante —> concepto —> afecto.

Et la treilte oü le patnpre á la rose s'allie (Nerval)


(Pero no sé si a este cambio mental puede llamársele tropo o
[ Y la p a r r a en que el p á m p a n o se alia con la r o s a ] ,
si hay que reservar esta palabra a la simple sustitución concep-
tual. Los tropos diacrónicos pueden ser considerados como
cuyo significado afectivo remite a un referente material.
simples sustituciones de conceptos. Pero dejo a un lado la
Esta confusión entre sentido y referente es s i m é t r i c a j a
cuestión de saber si en sincronía existen tales fenómenos. Si el
otra, que es preciso disipar t a m b i é n , y que se produce entre
desvío se percibe como tal, ¿ p u e d e ser conceptual su reduc-
sentido y efecto en el destinatario. Una frase como se ha
ción?).
declarado la guerra es susceptible de producir efectos afectivos
Esta teoría puede parecer p a r a d ó j i c a . Antes de dedicarnos
intensos en quienes la oigan. Pero estos afectos son efectos del
a responder a las objeciones que suscita, pongámosla bajo la
sentido, no el sentido, que sigue siendo conceptual. Lo prueba
m á s ilustre de las cauciones. M a l l a r m é , a quien se suele consi-
la variabilidad de estos efectos, dolor en los m á s de los casos,
derar actualmente como un pionero del formalismo, es en reali-
pero quizá t a m b i é n indiferencia, o incluso alegría en los parti-
dad un adepto de la t e o r í a afectiva. Ya he tenido ocasión de
darios de la guerra. Ahora bien, el sentido de una frase tal es
citar esta frase, muy explícita: «...invento una lengua que debe
unívoco. Como debe serlo t a m b i é n el sentido de una frase con
surgir de una poética muy nueva, que p o d r í a definir en dos
significado afectivo. Si su sentido es algo experimentado, lo
palabras: no pintar la cosa, sino el efecto que p r o d u c e » . Pero,
experimentado debe entonces ser lo mismo para todos los re-
' ¿en q u é consiste este efecto? M a l l a r m é prosigue: «En ella, el
ceptores, dentro de los límites, claro está, de las dificultades
verso no debe, pues, componerse de palabras, sino de inten-
de la descodificación.
ciones, y todas las palabras deben borrarse ante las sensaciones».
En conclusión, si queremos preservar la existencia de un
Además, lejos de reducir el texto a su estructura verbal, la poé-
lenguaje afectivo, debemos entender p o r esta e x p r e s i ó n u n
tica de M a l l a r m é insiste en el significado, que es aquí la sensa-
lenguaje cuyo afecto no es la causa o el efecto del significado N
ción. La naturaleza de esta sensación se precisa en la cita si-
sino que es este significado. Es preciso a d m i t i r que, en el verso
guiente: «Queda abolida la p r e t e n s i ó n , e s t é t i c a m e n t e un error...,
de Nerval que acabamos de citar, los significantes treille, pampre, de incluir en el sutil papel del volumen algo que no sea, por
rose remiten directamente a afectos, es decir que sólo son com- ejemplo, el horror del bosque o el mudo trueno disperso en
prendidos en la medida en que su sentido es experimentado. el follaje, no el bosque i n t r í n s e c o de los árboles» . «El h o r r o r 19

Con la t e r m i n o l o g í a de Austin, p o d r í a m o s expresar esto dicien- del b o s q u e » es sin duda algo experimentado, del mismo modo
do que la función emotiva no se s i t ú a n i en el valor ilocutivo, que, en m e t á f o r a , el « m u d o t r u e n o » del follaje, y es este algo
n i en el valor perlocutivo, srap en el interior mismo de lo que experimentado lo que constituye el «efecto», por oposición a
constituye el enunciado, en su valor propiamente locutivo (locu-
| / la cosa misma, aquí «el bosque intrínseco de los árboles». Ma-
tionary forcé). I liarme escribe t a m b i é n :
Así, pues, en resumen, sólo podemos definir u n tipo de len-
guaje afectivo si la significación dada por este lenguaje es algo 1 9
« V a r i a t i o n s sur un s u j e t » , (Euvres completes, Pléiade, p á g . 365.

<
La significación poética 135
134 El lenguaje de la poesía
2 1
distinto, « a p u n t a n a», «están puestas en lugar d e » algo que no
Como l a p o e s í a consiste en crear, es preciso captar, en el a l m a
humana, estados, fulgores de u n a pureza tan absoluta que, bien
es verbal, algo «preexistente», expresado, pero no creado, por
cantados y bien manifestados, constituyan, en efecto, las joyas del el discurso. La ciencia del lenguaje puede reducir el signo, como
hombre; en esto, hay s í m b o l o , hay c r e a c i ó n , y a q u í e s t á el sentido hace Saussure, a una doble entidad mental. Pero, entonces,
de l a palabra p o e s í a : es, en suma, la ú n i c a c r e a c i ó n h u m a n a posible. abandona el nivel fenomenológico, el único pertinente para el
Y si, verdaderamente, las piedras preciosas con que nos adornamos locutor, que no oye una imagen acústica sino u n sonido, y no
no manifiestan un estado de alma, nos adornamos indebidamente... 20. busca a t r a v é s de él un concepto, sino una «cosa» o «referente»,
real o irreal, abstracta o concreta.
Así, pues, esta «poética muy nueva» consiste en esa transmuta- Abramos u n p a r é n t e s i s . E l referente en cuestión no es el
ción del lenguaje por la que la cosa se da en forma de algo^ referente de Frege, es decir, la cosa real tal como existe en sí.
experimentado. Este es el sentido del símbolo mallarmeano. Según esta versión ontológica de la referencia, una palabra
Surgen entonces dos cuestiones; la primera concierne a la como «Ulises» no tiene referente, ya que Ulises no existe. Pero
existencia misma de t a l significado, y la segunda, a su conteni- este problema de existencia sólo puede interesar a la lógica. E l
do. Nuestro análisis va a intentar dar respuesta a ambas, pero punto de vista pertinente en cuanto al lenguaje es fenómeno-
22
c o n t e n t á n d o s e con preparar el terreno. Por los problemas psi- l ó g i c o . Para el locutor, «Ulises» se refiere a un personaje de
cológicos, sociológicos y epistemológicos que suscitan, estas La Odisea, es decir, a un ser ficticio, y su c a r á c t e r ficticio carac-
cuestiones exigirían largos desarrollos que se s a l d r í a n del ám- teriza precisamente su modalidad de existencia. Del mismo
bito de una poética y quizá t a m b i é n de la competencia del modo, la referencia fenomenológica no está reservada a los
poeticista. t é r m i n o s que designan a individuos. La palabra «verde» no
La primera cuestión es la planteada por la existencia — m á s remite a una sensación, sino a una propiedad de las cosas, y,
allá de la pareja significante-significado— de otro t é r m i n o , que de igual modo, la palabra «diferencia» remite a una relación
es el objeto o referente, tercer t é r m i n o del triángulo semiótico. entre las cosas, siendo propiedad y relación los referentes res-
23
La pertinencia del referente en la descripción del signo lin- pectivos de los dos t é r m i n o s .
güístico no ofrece duda. Comprender una palabra o una frase Ahora bien, tal c a r á c t e r sólo pertenece, al parecer, al con-
es pasar del significante al significado, pero nunca se capta el j u n t o de los contenidos mentales llamados «representativos»,
significado como realidad mental. E l locutor apunta necesaria- percepciones, i m á g e n e s , conceptos. Es decir, a ese orden de fenó-
mente, a t r a v é s de las palabras, a una realidad no lingüística, menos mentales que no se viven como tales, sino como capta-
que existe en sí, independientemente de toda expresión verbal ción directa de la realidad no mental. Pues bien, éste no es el
o no verbal. E l sentido de la palabra mesa no es «idea de mesa». caso, según la concepción tradicional, de los fenómenos afec-
Comprender la luna brilla no es captar la conveniencia de un tivos. Lo experimentado, en cuanto t a l , parece no representa-
verbo con relación a u n nombre, n i tampoco de una representa- tivo, cerrado sobre sí. Se puede decir «concepto de rosa» o
ción con respecto a otra, sino la pertenencia de una propiedad «imagen de rosa», pero en «emoción» o «afecto de rosa», ¿ n o
real a una cosa real. «Toda conciencia es conciencia de algo»;
este axioma vale t a m b i é n paráNla conciencia lingüística. Las 2 1
Expresiones de N. F r y e en Anatomie de la Critique,
palabras de la lengua son intencionales, trascienden hacia algo i 2 2
Cf. la e x p r e s i ó n «referente i n t e n c i o n a l » de Mac Cawley. M . Gal-
miche, La Sémantique generative, p á g . 169.
2 3
Sobre este problema, v é a s e G . O. Martin, Language, thruth and
20 «Réponse à des enquêtes», Œuvres complètes, P l é i a d e , p â g . 870.
poetry, cap. V I I : « D o e s Literature refers?».
L a cursiva es m i a .
136 El lenguaje de la poesía
la significación poética 137
24
hay acaso una c o n t r a d i c c i ó n en los t é r m i n o s ? . Miedo, ira,
Aquí tenemos que remitirnos a la obra capital de Merleau-
alegría, dolor, son estados del yo, captados como tales por la
conciencia que los experimenta. Una m e t á f o r a espacial describe ponty, Phénoménologie de la perception; c i t a r é muchos frag-
la diferencia. La r e p r e s e n t a c i ó n capta su propio contenido como mentos de ella, que no pueden, sin embargo, suplir su lectura.
«objetual», es decir, como un ser exterior al yo. Ver un objeto Recordemos solamente que el procedimiento fenomenológico
no es ver los propios ojos. Por el contrario, el afecto sólo capta intenta describir la experiencia «ingenua» tal como se da pre-
su propio contenido como «subjetual», como f e n ó m e n o interno, viamente a las construcciones de las reflexiones y del saber. A l
acontecimiento interior al yo que lo experimenta y que, en últi- contrario que la ciencia, la fenomenología intenta volver a la
mo t é r m i n o , se confunde con él. Así, los contenidos de con- pura apariencia inmediata. Descubre entonces en ella el sentir,
ciencia e s t á n dicotomizados: a una « r e p r e s e n t a c i ó n sin afec- acto del «cuerpo propio», que no es, n i para sí n i en sí, ni sensa-
ción» responde una «afección sin r e p r e s e n t a c i ó n » . E l afecto, ción n i reflexión, y que debe ser descrito en su modo de ser
por consiguiente, no puede ser candidato al papel de significado, original y ambiguo.
ya que, al contrario que la r e p r e s e n t a c i ó n , no puede referirse
Así, la cosa es el correlato de m i cuerpo y, m á s generalmente,
a una cosa como a u n m á s allá objetivo de sí mismo.
de m i existencia; mi cuerpo es tan s ó l o su estructura estabilizada,
Puede leerse u n ejemplo típico de esta concepción en Robbe- que se constituye al apoderarse de ella m i cuerpo; no es al prin-
Grillet, que abre el proceso de la m e t á f o r a con estos t é r m i n o s : cipio u n a significación para el entendimiento, sino una estructura
accesible a l a i n s p e c c i ó n del cuerpo, y, si queremos descubrir la
U n a vez admitido el principio de esta c o m u n i ó n , h a b l a r é de la realidad tal como se nos presenta en la experiencia perceptiva, l a
tristeza de u n paisaje, de la indiferencia de una piedra, de l a fa- hallaremos cargada de predicados a n t r o p o l ó g i c o s ( p á g . 369).
tuidad de u n cubo de c a r b ó n . Olvidaré que soy yo, s ó l o yo, quien
2S
experimenta la tristeza o la s o l e d a d .
La tristeza de u n cielo nublado no es, pues, captada p o r la
conciencia como su propia respuesta a u n estímulo neutro en
E l responsable de este olvido es, según el autor, «el humanis-
sí mismo. Esta tristeza es leída en el cielo como su cualidad
mo» que nos hace creer en un mundo a n t r o p o c é n t r i c o , poblado
propia, emana de él como un olor. No hay que distinguir tres
de almas semejantes a la nuestra. Pero se le puede preguntar
momentos: 1) percepción de u n cielo gris, 2) experiencia de tris-
de d ó n d e viene esta creencia y si el error que incluye no se
teza, 3) juicio de causalidad que une 1) y 2). E l sujeto percibe
origina en la p e r c e p c i ó n misma. E l fundador del «Nouveau
el cielo y experimenta la tristeza mediante u n único y mismo
R o m á n » suprime, sin decirlo, la adquisición fundamental de la
acto de conciencia. E l cielo es triste del mismo modo que es
fenomenología, el descubrimiento de u n aparecer del mundo
gris, y quizá no sea a ú n decir bastante. En ú l t i m o extremo,
que no se confunde con su ser tal como lo presenta el saber.
ver el cielo como gris es ya distanciarlo, integrarlo en un saber.
La p e r c e p c i ó n originaria, inmediata, «no tética y no reflexiva»,
2
* S i n embargo, el a l e m á n dice « A b e n d s t i m m u n g » , « M o n d s c h e i n s t i m - no percibe ya el gris como color, sino como tristeza. Así escribe
m u n g » , « M o r g e n s t i m m u n g » . L a palabra « S t i m m u n g » no tiene equivalente Heidegger:
f r a n c é s [ni e s p a ñ o l ] . Se p o d r í a traducís, por « s e n t i m i e n t o - d e - c r e p ú s c u l o » ,
«sentimiento-de-claro-de-luna», « s e n t i m i e n t o - m a t i n a l » , y el g u i ó n m a r c a r í a / E l hecho de estar en tal tonalidad afectiva (das Gestimmtsein)
el c a r á c t e r « o b j e t u a l » de lo experimentado. Cf. Bollnow, Les Tonalités
no depende en primer lugar de lo p s í q u i c o , no es de suyo un estado
affectives, p á g . 145.
interior, que se exterioriza luego de forma e n i g m á t i c a e influye en
25 Pour un Nouveau Roman, p á g . 62.
las cosas y en las personas... (la tonalidad afectiva) no viene n i del
La significación poética 139
138 El lenguaje de la poesía
E l análisis nos lleva, pues, a distinguir dos tipos de expe-
interior n i del exterior, sino que surge en el mundo como modo
2 6
riencia. Una neutra, la otra intensa; la primera, conceptual; la
del ser de este mismo... . /
segunda, afectiva. Pero admitir la existencia de una p e r c e p c i ó n
o de una imagen afectiva lleva a examinar el estatuto de la afec-
Es cierto, sin embargo, que esta experiencia no es una invariante tividad misma. Leer un poema, comprender u n poema, es sentir
de la p e r c e p c i ó n y que se puede percibir el cielo a la vez como su sentido. E l lenguaje poético sólo tiene sentido si suscita
gris y como neutro. Pero es que hay dos percepciones, del mismo una experiencia constituida por la manifestación misma de este
modo que hay dos i m á g e n e s , dos tipos o, m á s exactamente, dos sentido. Pero surge u n problema. Leer u n texto de tonalidad
polos de la experiencia. Una experiencia «ingenua» no integrada triste es experimentar tristeza, pero ¿es estar triste? ¿Del mis-
y una experiencia reflexiva e integradora. Dos polos de la visión mo modo que por la muerte de un ser querido o por un fracaso?
o de la conciencia del mundo. Respecto a la conciencia integra- En caso afirmativo, ¿ c ó m o explicar la simultaneidad de tal sen-
dora, el cielo está triste aparece como frase desviada. Este tipo timiento con el encanto poético? Hay a q u í u n problema de
de conciencia es sin duda el que se instituye normalmente en psicología estética sobre el que no han sido suficientemente
«el adulto civilizado», y toda la función de la poesía aparece consultados los especialistas. E l teatro de Chejov es todo él
ya entonces sólo como una t r a n s m u t a c i ó n mental, un cambio variación sobre u n mismo tema, el h a s t í o de vivir, y sólo se
de conciencia operado mediante las palabras, u n retorno a u n puede consumar a u t é n t i c a m e n t e este texto experimentando esa
contacto con el mundo, en el que éste se revela cargado de lo tonalidad afectiva que todo el arte de Chejov aspira a comunicar
que Merleau-Ponty llama «significaciones vitales» o «existen- a sus destinatarios. Pero ¿se h a s t í a el espectador de una re-
ciales»; significaciones halladas por las palabras tan pronto p r e s e n t a c i ó n de Las Tres Hermanas? Si se responde negativa-
como el artificio figural les concede el poder de hacerlo. mente, h a b r á que superar una nueva a p o r í a . ¿Cómo puede el
E l tropo, como segundo tiempo de la figura, es decir, como mismo sujeto, a la vez, experimentar y no experimentar el has-
r e d u c c i ó n del desvío que ella utiliza, ya no es, entonces, «una tío? Una vez m á s , la respuesta exige una distinción entre dos
palabra por o t r a » . Comprender tipos de e x p e r i m e n t a c i ó n : una, efectivamente vivida, es la emo-
ción propiamente dicha, con sus manifestaciones fisiológicas,
Le del est triste et beau comme un grana reposoir (Baudelaire)
[ E l cielo es triste y bello cual gran descansadero]
de las que W. James dice con razón que, sin ellas, la emoción
q u e d a r í a privada de su sustancia; la otra, desprovista de toda
no es cambiar un concepto por otro y sustituir triste por attris- N r e p e r c u s i ó n periférica consciente, que sería experimentada sin
tant (entristecedor). Solución pobre, a la vez inútil y costosa. ser por ello vivida. Valéry había señalado ya la necesidad de
L a lectura poética es, desde luego, u n cambio, pero un cambio esta distinción. Si la función del poema es «producir una emo-
fundamental, ya que va de u n modo a otro de nuestra relación ción», t a m b i é n es cierto que esta emoción es específica. «Nos
con las cosas o de nuestra visión del mundo. Ver el cielo triste interesa oponer lo m á s claramente posible la emoción poética
2i

es u n modo a u t é n t i c o de visión, y el poeta no hace m á s que a la emoción o r d i n a r i a » . Y t a m b i é n : «Es ésta una de las
decir las cosas como las ve . 27 c a r a c t e r í s t i c a s m á s curiosas del arte, que produce en nosotros
un efecto sensible, pero no del mismo orden de sensibilidad
29
/ que el de la sensación original» '. Este tipo de sensibilidad lo
2 6
Sein una Zeit, p á g . 136.
2 7
« O r i g i n a r i a m e n t e , el color gris de u n día de invierno se vive como 2 8
« P r o p o s sur l a p o é s i e » , Œuvres, P l é i a d e , 1, p á g . 1363.
s o m b r í o y triste. Y esta 'cualidad' no se construye. E s , de entrada, ob- 2 9
« N é c e s s i t é de l a p o é s i e » , Œuvres, Pléiade, 1, p á g . 1389.
j e t i v a » . A. de Waelhens, Une philosophie de l'ambiguité, p á g . 78.
140 El lenguaje de la poesía La significación poética 141

define Valéry con un t é r m i n o : «esta sensación de universo que Pero esta sensación de calor o de dureza, que constituye el
30
es la c a r a c t e r í s t i c a de la p o e s í a » . F ó r m u l a que resume los dos sentido de las palabras, es distinta de la realidad experimentada.
temas de nuestro análisis, «totalidad» y «objetividad» de la
No se trata aquí de reducir la s i g n i f i c a c i ó n de l a palabra chaud
experiencia poética. a sensaciones de calor, s e g ú n las f ó r m u l a s adoptadas. Porque el
M i k e l Dufrenne, a su vez, distingue claramente estos dos calor que yo siento a l leer l a palabra chaud no es el calor efectivo.
tipos, a los que llama «emoción» y «sentimiento». L o ú n i c o que sucede es que m i cuerpo se dispone al calor y dibuja,
por decirlo a s í , s u f o r m a ( p á g . 273).
Así, l a e m o c i ó n del miedo no es el sentimiento de lo horrible:
es cierta m a n e r a de reaccionar ante lo horrible cuando h a sido
captado como u n c a r á c t e r del mundo presente, y de debatirse en Al igual que la imagen no es la percepción, aunque ésta
el mundo de lo horrible. Del m i s m o modo, la alegría no es el sen- conserve su contenido, porque establece su objeto como «irreal»
timiento de lo c ó m i c o , sino l a m a n e r a de penetrar en el mundo de (Sartre), del mismo modo la experiencia poética, por no ser
la a l e g r í a y servirse de él. Igualmente, el terror y la piedad no vivida como acontecimiento o estado del yo, sino como cualidad
son el sentimiento de lo t r á g i c o , sino reacciones debidas a la ma- objetual, tiene la marca de la irrealidad. Se la puede llamar
nera en que entramos en el mundo de lo t r á g i c o a s o c i á n d o n o s a
3I
imagen afectiva y, correlativamente, afecto imaginario. Es mues-
los h é r o e s de l a t r a g e d i a .
tra de lo que Baudelaire llamaba «sensibilidad de la imagina-
E n cuanto a Merleau-Ponty, si hace del cuerpo el tercer tér- ción». Esto no quiere decir que sea «fingida» o « r e p r e s e n t a d a » .
Sigue siendo, r e p i t á m o s l o , una experiencia efectiva, pero en
mino, intermedio entre el en-sí del objeto y el para-sí de la
cierto modo «distanciada». Se ha podido hablar así de una
conciencia,
«distancia psíquica», obtenida por una especie de «desembra-
objeto sensible a todos los otros, que resuena con todos los so-
gue» {a putting out of gear) que desolidariza lo experimentado
nidos, vibra con todos los colores y da a las palabras su significa-
de las reacciones propias del organismo, ligadas a su vez a sus
c i ó n p r i m o r d i a l por su m a n e r a de acogerlas ( p á g . 273), 33
intereses vitales . La m e t á f o r a espacial, aquí también, puede
sin embargo, para él, esta significación no es algo auténtica- ayudar a la descripción. Se dirá de tal experiencia que es inter-
mente vivido. Citando experiencias de Werner sobre e s t í m u l o s media entre el ser y el conocer, n i en coincidencia con el sujeto,
verbales demasiado r á p i d o s para ser descifrados, escribe: como lo vivido, n i en total exterioridad, como lo conocido, sino
a m i t a d de camino y como en contacto con los espacios feno-
L a palabra chana (caliente), por ejemplo, induce una especie de menológicos del yo y del no-yo . 34

experiencia del calor que forma a su alrededor como un halo sig-


nificativo. L a palabra dur (duro) suscita u n a especie de rigidez de
A este tipo de experiencia que constituye el sentido poético,
la espalda y del cuello, y s ó l o secundariamente se proyecta en el ¿ h a b r á que seguir l l a m á n d o l a «afectiva» o «emocional»? Sí, si
campo visual o auditivo y toma su figura de signo o de vocablo... convenimos en dar a estos t é r m i n o s u n sentido genérico por
L a p a l a b r a no es entonces distinta de la actitud que induce, y s ó l o el que designen cualquier clase de experiencia. Pero hay que
cuando su presencia se prolonga aparece como imagen exterior y
32
su s i g n i f i c a c i ó n como p e n s a m i e n t o ( p á g . 272). tud que i n d u c e » e s t á muy p r ó x i m a a la t e o r í a de Osgood, de l a que se
h a b l a r á en el c a p í t u l o siguiente.
3 3
50 « P r o p o s s u r l a p o é s i e » , Ibid., p á g . 1363. / E . Cullough, citado por Ruyer, «L'expressivité», Revue de Métaph.
31 Phénoménologie de Vexpérience esthétique, I , p á g . 469. V é a s e tam- et de Moróle, 1956.
3 4

b i é n , del m i s m o autor. Le Poétique. «Vivir u n a cosa, dice Merleau-Ponty, no es n i coincidir con ella
3 2
L a i d e n t i f i c a c i ó n del sentido inmediato de un t é r m i n o con «la acti- ni pensarla en s u t o t a l i d a d » .
142 El lenguaje de la poesía La significación poética 143
seguir temiendo que estos t é r m i n o s se refieran a lo vivido y o «rasgos semánticos» del análisis componencial, será examinada
que, así, la f ó r m u l a «lenguaje afectivo» o «sentido emocional» m á s tarde, a p r o p ó s i t o del m é t o d o de Osgood, que propone
remita irresistiblemente a «la expresión de los sentimientos». precisamente este análisis.
E l t é r m i n o de «connotación», que yo mismo he utilizado en Queda por superar una ú l t i m a dificultad relativa a la deno-
E. L . P., es c ó m o d o . Pero es quizá u n error acaparar u n t é r m i n o m i n a c i ó n de estos t é r m i n o s . La p o é t i c a se sirve de una meta-
que los lingüistas usan corrientemente como «significación se- lengua que es t a m b i é n conceptual. Decir que rojo significa
c u n d a r i a » sin especificar la naturaleza conceptual o no de dicha violencia es legítimo en la medida en que la experimentación
significación. E incluso cuando especifican el t é r m i n o como correspondiente al uso p o é t i c o de la palabra rojo es a su vez
«connotación afectiva», no se sabe si la expresión se refiere a una realidad que podemos convertir en el referente de u n con-
las actitudes del locutor o a los efectos producidos en el re- cepto. Pero existe el gran riesgo de volver a creer que la palabra
ceptor, o, por el contrario, al significado afectivo propiamente rojo está a h í para significar el concepto de violencia. Entonces
dicho. Por esta r a z ó n t r a t a r é aquí, si no de excluirlo, de res- es cuando d i r í a m o s con todo derecho, como B r e t ó n , que si el
t r i n g i r el empleo de este t é r m i n o . Si llego a utilizarlo, será poeta hubiese querido decir violencia lo h a b r í a dicho. Si no lo
siempre en calidad de «sentido afectivo», como lo hace Osgood ha hecho es que esta palabra, en contexto ordinario, tiene pre-
(affective meaning). A v e n t u r a r é , pues, u n t é r m i n o nuevo al cisamente como significado el concepto, mientras que rojo, en
distinguir dos tipos de sentido, conceptual o noético, afectivo contexto poético, en y por la figura, remite a un significado
o p a t é t i c o . Diciendo «sentido patético» devolvemos este t é r m i n o p a t é t i c o , es decir, hace sentir la violencia del mundo, en una
35
a su origen: «que hace sentir» (pathein) , y si cofiserva una especie de cuasi-presencia, cuya p r o d u c c i ó n es la única función
«connotación» disfórica, su valor no s e r á falseado, ya que la del arte poética.
p o e s í a lírica, en la mayor parte de su corpus, explota t é r m i n o s La poesía es lenguaje p a t é t i c o y, en cuanto tal, difiere del
aflictivos, por razones que la Poética d e b e r á investigar algún lenguaje no poético. La oposición noema/patema es el rasgo
día. Por ú l t i m o , ya que noético ha dado «noema», p r o p o n d r é funcional pertinente de la diferencia poesía/no-poesía. E l len-
«paterna» para designar el contenido experimentado de la sig- guaje científico (el uso científico de la lengua corriente) es total-
nificación, su tonalidad particular, variable, claro está, según mente conceptual. Poesía y ciencia ocupan los dos polos de un
36
los textos . La cuestión de saber si estos paternas son simples eje, dentro del cual pueden situarse los otros tipos de discurso.
o complejos y, en este ú l t i m o caso, si pueden ser analizados L o que llamamos «lenguaje o r d i n a r i o » se halla en algún lugar
en unidades primarias, el equivalente p a t é t i c o de los «semas» de este eje, a una distancia variable de los dos polos, según sus
propias especies. E l lenguaje escrito de intención didáctica
3 5
S i n duda é s t e es el sentido en que Gide emplea el t é r m i n o en las (por ejemplo, un a r t í c u l o de fondo del periódico Le Monde)
l í n e a s siguientes (Les Nourritures terrestres):
e s t á sin duda muy cerca del polo conceptual, y a este género
Nathanaél, je t'enseignerai la jerveur. es al que se refiere este análisis cuando opone la poesía al len-
Une existence pathétique, Nathanaél, plutót que ta tranquillité.
guaje ordinario.
[Natanael, te e n s e ñ a r é el fervor. / U n a existencia p a t é t i c a , Nata-
nael, m á s bien que l a tranquilidad]. Pero el lenguaje conceptual parece tener una ventaja decisi-
va. Su léxico, al menos en la m a y o r í a de sus palabras, tiene
L a o p o s i c i ó n patética / tranquilidad es significativa.
3 6
u n sentido relativamente estable dentro de la comunidad. No
«Los sonidos que emite la voz son los s í m b o l o s de las afecciones
del a l m a » , escribe A r i s t ó t e l e s en De interpretatione (16 a ) . L a e x p r e s i ó n ocurre lo mismo con el lenguaje patético. Decir, en metalengua,
traduce el t é r m i n o « p a t h é m a t a » , que, en l a frase, designa el significado. que rojo — violencia, verde = paz, ¿ n o es acaso una arbitra-
144 El lenguaje de la poesía La significación poética 145
rieclad? ¿Qué p o d r í a objetarse a quien negase a estos t é r m i n o s a) Natural: a q u í tenemos que remitirnos una vez m á s a
cualquier significación de este tipo? E n ciertos casos, se le la Fenomenología de la percepción de Merleau-Ponty, dedicada
p o d r í a contestar invocando la lengua misma. Algunas figuras^ por entero a la actualización de las «significaciones existencia-
de uso, como Ies», que residen originalmente en las cosas. Lo cito, de manera
idees noires [ideas negras] algo extensa:

Pues bien, p a r a el empirismo, los objetos culturales y los ros-


o
tros deben su fisonomía, s u poder m á g i c o , a transferencias y a
voir la vie en rose [ver l a vida de color de rosa]
proyecciones de recuerdos; el mundo humano s ó l o tiene sentido
por accidente. No hay nada e n el aspecto sensible de un paisaje,
atestiguan el valor afectivo de estos colores. Del mismo modo,
de un objeto o de u n cuerpo que lo predestine a parecer alegre o
un t é r m i n o como rondeur ( l i t . redondez), definido por el diccio- triste, vivo o apagado, elegante o grosero ( p á g . 32).
nario como s i n ó n i m o de «bonhomie» (llaneza), muestra clara-
mente que, en la forma circular, no vemos solamente la equi-
Y es que el empirismo ignora el papel del cuerpo propio, que
distancia entre los puntos y un centro, sino t a m b i é n una especie es el resonador de todos los e s t í m u l o s que le afectan. Es él el
de facilidad y de acierto de la forma, que progresa de manera que da a todas las cualidades sensibles una especie de «fondo
regular y continua sin armarse nunca de «puntas», como el vegetativo y m o t o r » . Pero si devolvemos a l cuerpo propio su
57
cuadrado o el t r i á n g u l o . E n muchos casos, las diferentes figu- papel en la p e r c e p c i ó n , resulta que
ras homologadas por el diccionario son otras tantas notaciones
m e t a l i n g ü í s t i c a s de los valores p a t é t i c o s . Pero no todas las pala- todas estas proyecciones, todas estas asociaciones, todas estas
bras se benefician de esta caución metafórica. Ahora bien, pre- transferencias se basan en cierto c a r á c t e r i n t r í n s e c o del objeto;
cisamente las palabras que no tienen este privilegio son las que el mundo humano d e j a de ser u n a m e t á f o r a para volver a ser lo
que es en efecto, el medio y como la patria de mis pensamientos
la poesía, al menos la moderna, introduce en la figuralidad.
( p á g . 32).
¿Cómo puede entonces descodificarlas el lector? Para responder
a esta pregunta, es preciso buscar los fundamentos del código
poético y, para ello, examinar sus orígenes. «Estos caracteres intrínsecos», estos «predicados antropológi-
cos» aparecen en todas nuestras percepciones, pero es cierto
* * * que su intensidad v a r í a con el sujeto y las circunstancias. Para
demostrar su existencia, Merleau-Ponty recurre a los testimonios
E l conjunto de las significaciones p a t é t i c a s aportadas por de los enfermos, de los poetas o de los pintores.
las palabras de la lengua tiene doble fundamento: 1.°, el refe- E n l a persona n o r m a l , las excitaciones sensoriales, sobre todo
rente; 2 ° , el significante. Comencemos por las primeras, cuyo las del laboratorio, no tienen apenas s i g n i f i c a c i ó n vital; modifican
papel es m á s importante. Se les puede asignar u n triple origen: s ó l o muy poco s u motricidad general. Pero las enfermedades del
a) natural, b) cultural, c) personal. En cuanto tales, como vamos cerebelo o de l a corteza frontal evidencian lo que p o d r í a ser la
a ver, no son en modo alguno incompatibles entre sí. influencia de las excitaciones sensoriales en el tono m u s c u l a r si
/ no estuvieran integradas e n u n a s i t u a c i ó n de conjunto... E l gesto
3 7
L o s ciegos de nacimiento operados dicen que reconocen el c í r c u l o de levantar el brazo, que puede tomarse como indicador de la
porque no tiene puntas. No es « p u n t i a g u d o » como el t r i á n g u l o o el rec- p e r t u r b a c i ó n motriz, queda modificado de m a n e r a diferente en s u
tángulo. amplitud y s u d i r e c c i ó n por u n campo visual rojo, amarillo, azul
La significación poética 147
146 El lenguaje de la poesía
miento hacia el objeto, por q u é Baudelaire asocia este color
o verde . . . E n conjunto, el rojo y el amarillo son favorables a l a
con el amor en:
a b d u c c i ó n ; el verde y el azul, a l a a d u c c i ó n . Pues bien, de manera
general, l a a d u c c i ó n significa que el organismo se vuelve hacia el Mais le vert paradis des amours enfantines
e s t í m u l o y es a t r a í d o por e l mundo; l a a b d u c c i ó n , por el contrario, [Pero el verde p a r a í s o de los amores infantiles].
que se aparta del e s t í m u l o y se retira hacia su centro. L a s sensa-
ciones, las « c u a l i d a d e s s e n s i b l e s » , pues, e s t á n lejos de reducirse a Además, si es cierto que cada cualidad sensible tiene con-
la experiencia de cierto estado, de cierto quale indecible; se pre- secuencias vegetativo-motrices, el f e n ó m e n o de sinestesia halla
sentan con u n a fisonomía motriz, y e s t á n envueltas por u n a signi- entonces una explicación. E s t á ligado a la identidad de tales
ficación vital ( p á g . 243). consecuencias en lo que respecta a e s t í m u l o s pertenecientes a
registros sensoriales diferentes. De hecho, para el fenomenólogo,
Y a q u í aparecen explicitados los valores p a t é t i c o s de los colores: «la p e r c e p c i ó n sinestésica es la regla, y si no nos damos cuenta
de ello es porque el saber científico desplaza la experiencia, y
E l verde es considerado normalmente como u n color « r e p o s a n -
ya no sabemos ver, o í r y, en general, sentir...», afirma Merleau-
te». «Me encierra en m í mismo y me hace sentirme en paz», dice
u n enfermo. « N o nos pide n a d a y no nos lleva a nada», dice K a n -
Ponty. E l poeta sería entonces el que no ha olvidado lo que es
dinsky. E l azul parece « c e d e r a nuestra m i r a d a » , dice Goethe. Por sentir, y por esto compone esas alianzas de palabras que parecen
el contrario, «el r o j o penetra en los o j o s » , dice t a m b i é n Goethe. raras a los que ya no lo recuerdan y no ven ya en las palabras
E l rojo «desgarra», el amarillo es «picante», dice un enfermo de m á s que conceptos. É s t a s son las «correspondencias» de las
Goldstein ( p á g . 244). que habla Baudelaire en el famoso soneto que lleva este título.
Pero el f e n ó m e n o de correspondencia no se l i m i t a a los puros
Los psicólogos de la gestaltheorie aceptan, p o r su parte, qualia sensibles. Se puede generalizar el t é r m i n o y extenderlo
la existencia de cualidades afectivas naturales. La t e o r í a «ad- a esos complejos representativos que se dan como «cosas» o
mite que hay objetos que tienen por sí mismos, en v i r t u d de «acontecimientos», y tenemos entonces, en la correspondencia,
su estructura propia, independientemente de toda experiencia la clave del segundo tiempo de la figura, por lo que el desvío
anterior del sujeto que los percibe, el c a r á c t e r de lo e x t r a ñ o , se reduce y la lógica del mismo, que define la poeticidad, se
39
de lo pavoroso, de lo irritante, de lo gracioso, de lo elegante, extiende del paradigma al sintagma, de la palabra al discurso .
34
e t c é t e r a » . La escuela de Leipzig va m á s lejos: Pero no nos anticipemos. La naturalidad de los valores patéticos
puede diferenciarse según sea directa o indirecta. En el primer
Intenta remontarse a l a s formas primitivas y las encuentra... en
caso, que acabamos de enfocar, l a resonancia corporal que la
totalidades difusas, sin partes, cualitativamente diferentes y de
constituye emana directamente del estímulo en función de su
naturaleza afectiva... A s í , Volkelt muestra, mediante el estudio del
dibujo en los n i ñ o s , que el objeto es sobre todo p a r a ellos una
estructura interna. La violencia del rojo está directamente liga-
40

realidad táctil y emocional... (Ibid., p á g . 224). da a la excitación nerviosa que corresponde a este c o l o r . Pero
3 9
Ponge toma de nuevo la palabra para definir su p o é t i c a . «Son...
Tendremos que recordar todos estos testimonios en nuestra definiciones que... establecen correspondencias inéditas, que alteran las
lectura de lo p o é t i c o . Y poetemos decir ya que si el azul es u n clasificaciones habituales y se presentan así de forma más sensible, más
color apacible, se puede comprender por q u é M a l l a r m é dice [llamativa, más agradable también», Le Grana Recueil, vol. I I I , 65.
4 0

«solitude bleue» [soledad azul], y, si el verde favorece el movi- « E l rojo tal como lo imaginamos, color sin l í m i t e s , esencialmente
c á l i d o , a c t ú a interiormente como u n color desbordante de u n a vida ar-
diente y a g i t a d a » , K a n d i n s k y , Du spirituel dans Varí, p á g . 130.
3* G . Guillaume, Psychologie de la forme, p á g . 190.
El lenguaje de la poesía La significación poética
148 149
la r e l a c i ó n asociativa entre el rojo y la sangre no puede sino b) Cultural: muchos autores atribuyen el valor disfórico
reforzar este valor mediante u n doble proceso m e t o n í m i c o : del color negro al hecho de que en nuestra cultura el negro sea
rojo —» sangre —> violencia. Este proceso es natural y no debe el color del luto. Este valor sólo sería, pues, una metonimia
nada a la cultura. Del mismo modo, el verde puede significar contingente ligada al código simbólico de cierta cultura. Y po-
frescor-reposo, por sí mismo y por asociación con la eclosión nemos como prueba el hecho de que, en otras culturas, por
p r i m a v e r a l de la vegetación. Pero, una vez m á s , la asociación ejemplo en el J a p ó n , se usa el blanco como color de luto. Es
es natural, lo que no quiere decir que sea universal. L o es en muy posible. Aunque el blanco comparte con el negro el rasgo
los dos ejemplos anteriores. La sangre es roja y la hierba es a c r o m á t i c o y no se conoce casi n i n g ú n ejemplo en que la muerte
verde siempre y en cualquier lugar. Lo mismo sucede con el esté simbolizada por el color. Podemos preguntarnos, a d e m á s ,
negro, color de la noche, que en la experiencia inmemorial se si la diferencia de significante no oculta una diferencia de sig-
asocia al miedo y a la muerte. « R e m i t á m o n o s a Lucrecio, que nificado, ya que la muerte no tiene en la antigua sociedad japo-
describe en versos célebres el t e r r o r de nuestros antepasados nesa el c a r á c t e r trágico que tiene para nosotros. Las reinas de
a la llegada de la noche, o a la t r a d i c i ó n j u d í a cuando el Talmud Occidente t a m b i é n se v e s t í a n de blanco para el luto. Su simbo-
nos muestra a Adán y Eva viendo con terror c ó m o la noche, lismo es claro. E l blanco significaba la negación de la muerte
cubre el horizonte y c ó m o el h o r r o r de la muerte invade los en la perennidad de la m o n a r q u í a . «El rey ha muerto, ¡viva el
41
corazones t e m b l o r o s o s » . Pero en lo que se refiere al amarillo, rey!», f ó r m u l a que significa que la realeza no muere. A m í ,
«color picante», es posible que este color quede reforzado por personalmente, me cuesta creer que el valor aflictivo del negro
sea de origen puramente cultural. Toda cultura se arraiga en
su relación con la acidez del limón. E l reforzamiento no se
la naturaleza de la que procede y refuerza ciertos aspectos para
produce, entonces, en las culturas que ignoran la existencia de
convertirlos en su diferencia específica. Una catedral, una pirá-
este fruto. Del mismo modo, no todas las sociedades conocen
mide y un menhir no tienen nada en c o m ú n , a no ser la vertical.
el uso del tabaco; no pueden comprender las m e t á f o r a s inspira-
H a b r í a que preguntar a los etnólogos si hay culturas en que
das por el tabaco, de las que Lévi-Strauss nos dice que
esta diferencia alto-bajo, que rige tan fuertemente nuestra rela-
se s i t ú a n , de m a n e r a s e m á n t i c a , en un registro que es el de la
ción con el mundo, se ignora o se invierte s i m b ó l i c a m e n t e . Es
violencia, l a turbulencia y el desorden, (passage á tabac, coup de
posible que, en esos casos, el efecto cultural sea el simple re-
tabac, tabagie).
forzamiento de u n efecto natural. Quedan casos, sin embargo,
en que el origen puramente c u l t u r a l de la significación es in-
Sin embargo, la posición del tabaco en el registro de la violen- negable. Así ocurre con la que el nazismo confirió a la cruz
cia es natural. Así pues, es preciso dejar de confundir natura- gamada, sin relación con la expresividad natural de la esvás-
tica.
lidad y universalidad. O, por lo menos, quedarse sólo con la
v e r s i ó n «débil» de la h i p ó t e s i s universalista, como hace la se-
Este tipo de problema, no obstante, incumbe a la antropolo-
m á n t i c a reciente, según la cual cada lengua sólo toma u n sub-
42
gía, no a la poética, que sólo puede comprobar la inteligibilidad
conjunto particular del conjunto de los Universales .
variable de los textos poéticos según su origen. Cuando es na-
tural, la poesía es transcultural, y su t r a d u c c i ó n es posible.
4 1
G . Durand, Les Structures anthropologiques de Virnaginaire. En Cuándo es cultural, su lectura queda bloqueada en el seno de
la lengua de los indios cheroquis, l a m i s m a palabra significa «negro» y cierta á r e a cultural, y Baudelaire sólo sería legible en Occidente.
«muerte».
4 2
Cf. B e r l í n and K a y , Basic color terms, 1969.
S e r í a una l á s t i m a , pero el hecho no invalidaría en nada la teoría
El lenguaje de la poesía
150 La significación poética
151
del semantismo p a t é t i c o . La limitación histórico-geográfica de
se origina probablemente en una experiencia personal, al mismo
un código no le impide funcionar. Hay valores que son, con toda
tiempo que el t é r m i n o «Posilipo» remite a asociaciones cultu-
evidencia, puramente culturales. Como los que e s t á n ligados
rales muy particulares. Sin embargo, se puede comprender. De
a los nombres propios. Oímos en conversaciones corrientes in-
las palabras emana u n efluvio de latinidad resplandeciente que
numerables discusiones sobre los nombres, que intentan des-
hace que canten para todos.
tacar la especie de i m p r e s i ó n que se les atribuye. U n nombre
«resulta p u e b l e r i n o » ; otro, por el contrario, « r e s u l t a aristocrá- En cambio, el sentido e r ó t i c o de la palabra «catleya» en
tico», ya que estas impresiones e s t á n indiscutiblemente ligadas Proust sería sin duda eternamente h e r m é t i c o si él mismo no
a su uso dentro de una clase social determinada. Es conocido hubiera explicado su m o t i v a c i ó n . Hay probablemente una de-
el poder sugestivo que Hugo sabe obtener de los nombres pro- terminada parte del texto poético que es idiolectal, y cuyas
pios. Un ejemplo típico es Jerimadeth, en el verso: raíces m e t o n í m i c a s e s t á n sumidas en los recuerdos conscientes
o inconscientes del poeta. Aquí se abre el campo de investiga-
Tout reposait dans Ur et dans Jerimadeth ción del psicoanálisis. Con la reserva de que sus resultados no
[Todo reposaba en U r y en J e r i m a d e t h ] . pueden integrarse en una lectura inmediata y permiten casi
sólo una lectura instruida, cuya eficacia poética puede ponerse
Este nombre, como es sabido, se debe al h u m o r lingüístico de en duda.
Hugo (Je r i m e á deth), pero tiene un sentido, que no puede ser Las asociaciones personales d e s e m p e ñ a n su papel a la vez
conceptual, sino p a t é t i c o . Es portador de u n paterna «bíblico», en el nivel de la codificación y de la descodificación. Para que
en v i r t u d de sus asociaciones fonológicas y gráficas (Jericó, se produzca la resonancia, es preciso, sin embargo, que el re-
J e r e m í a s , Ruth, Seth, etc.). Pero, entonces, este sentido es inin- sonador esté afinado. Hay oscuridades p a t é t i c a s para lectores
teligible para los que ignoran la Biblia. Es cierto, pero peor cuyos valores son opuestos a los del texto. U n ejemplo intere-
para ellos. sante de bloqueo p a t é t i c o nos lo ofrece este testimonio de
c) Personal. A d e m á s de ser natural o cultural, el código A. Martinet:
de la lengua p o é t i c a puede, al mismo tiempo, arraigarse en la
idiosincrasia del autor. E l texto es entonces u n idiolecto cuya Aunque soy muy sensible a l arte de Baudelaire, tropiezo cons-
tantemente en sus poemas con l a s u g e s t i ó n de connotaciones tan
descodificación se hace difícil. Sólo el recurso al contexto de la
diametralmente opuestas a las m í a s que una sorda i r r i t a c i ó n se
obra permite su lectura. La recurrencia c o n t e x t ú a ! es la única impone casi constantemente a l a a p r e c i a c i ó n positiva. Desde el
que permite al analista descubrir que, en Baudelaire, el violeta primer verso de l a Invitation au voy age
es «el color de la i n t i m i d a d melancólica y de la vida recluida»,
Mon enfant, ma soeur
mientras que en Rimbaud el violeta es «vibrante, vivo y lleno
43 [Hija m í a , hermana m í a ]
de s a v i a . . . » .
Este verso de Nerval se produce u n choque t a l que todo el arte desplegado a continua-
c i ó n me h a l l a r á crispado e incapaz de abandonarme plenamente a
Rends-moi le Pausíttppe et la mer d'Italie
las sugestiones de la obra. P a r a m í , « m a s o e u r » es una hermana
[ D e v u é l v e m e el Posilipo y el m a r de I t a l i a ]
/ mayor, que no p o d r í a ser « m o n enfant»; las relaciones entre her-
mano y h e r m a n a se s i t ú a n menos en el plano de la ternura que en
el de l a c a m a r a d e r í a y la c o m p e t i c i ó n amistosa. E l empleo de
« J.-P. R i c h a r d , Poésie et Profondeur, p á g . 105.
« m a s o e u r » p o r el amante saciado lleva consigo u n a s u g e s t i ó n de
La significación poética 153
152 El lenguaje de la poesía
Verde es el amor de niño, m á s casto que erótico, que el poeta
incesto que me indigna. Quizá esta c r i s p a c i ó n inicial h a b r í a podido
describe t a m b i é n como:
atenuarse y desaparecer gradualmente si hubiera encontrado, en
la c o n t i n u a c i ó n del poema, connotaciones en las que hubiera podido L'innocent paradis plein de plaisirs furtifs
reconocer las m í a s . Pero la simple m e n c i ó n de cielos nublados me [ E l inocente p a r a í s o lleno de placeres furtivos].
h a r í a declinar toda i n v i t a c i ó n a l viaje. Todo cielo que no es azul,
claro, o incluso negro, presagio de la tormenta que estalla para Y hay que decir que, si bien todo sujeto normal es apto para
dar paso a u n sol m á s radiante, no tiene p a r a m í n i n g ú n atractivo.
percibir el sentido conceptual de las palabras, hay ciegos paté-
U n a infancia pasada en una r e g i ó n de m o n t a ñ a de veranos c á l i d o s
ticos. Para ellos y sólo para ellos, el poema es verdaderamente
y tormentosos, u n a e d u c a c i ó n no sin huellas de puritanismo, u n
h e r m é t i c o . Rivarol ha escrito esta frase: «No se dice nada en
contacto t a r d í o con Baudelaire y los simbolistas, el complejo fisio- 1,1

p s i c o l ó g i c o que llamamos temperamento, todo esto p o d r í a ser in-


verso que no se pueda expresar t a m b i é n en prosa» . Este es un
vocado p a r a explicar la resistencia a los atractivos de u n a forma ejemplo a r q u e t í p i c o de ceguera poética. Si «decir» es expresar
p o é t i c a c u y a influencia noto en m í s ó l o cuando consigo abstraerme un contenido conceptual puro, entonces es verdad que el verso,
de lo que constituye mi personalidad p r o f u n d a . 44
como el conjunto de las figuras poéticas, es no sólo inútil, sino
fastidioso. Pero si «decir» es t a m b i é n manifestar algo m á s , e l
rostro emocionante del mundo, el estrato de expresividad, el
Otra dificultad de la lectura p a t é t i c a es la polisemia de los
patetismo de las cosas y de los seres, entonces sólo tiene ese
t é r m i n o s de la lengua. Una misma palabra puede r e m i t i r a
poder cierto lenguaje, el lenguaje de los versos y de las figuras,
referentes o n t o l ó g i c a m e n t e ú n i c o s , pero fenomenológicamente
que llamamos poesía.
diversos. La p o é t i c a de Bachelard es una b ú s q u e d a de las
invariantes p a t é t i c a s ligadas a un referente dado, el fuego, J'ai trouvé le secret, je sais parler si
la tierra, el agua, el espacio. Pero esta b ú s q u e d a que podemos Je veux je saurai dire
llamar «patética» —y que naturalmente explora las cosas a Cela que chaque chose veut dire *,
t r a v é s de su e x p r e s i ó n poética— tropieza con la ambivalencia
de las cosas. Así, el agua tranquila no es el agua violenta, lo escribía Claudel.
mismo que el agua clara no es el agua t u r b i a . La noche no es 45
Hay valores p a t é t i c o s suplementarios que se atribuyen al
afectivamente unívoca. Baudelaire puede evocar a la vez la significante. Puesto que la c u e s t i ó n se trata extensamente en
douce nuit qui marche y l'horreur des ténébres. El término otro lugar, le d e d i c a r é sólo unas palabras. Para subrayar a la
amour es en francés altamente polisémico. Designa modos muy vez su existencia y su secundariedad. Estos valores son de dos
diferentes de relación con el objeto. Baudelaire, como hemos tipos: directos e indirectos. Los primeros provienen de esa
visto, asocia el color verde con el amor. E n el diferencial de clase de f e n ó m e n o que se suele llamar «simbolismo fonético».
Osgood, sin embargo, las palabras amor y rojo ofrecen perfiles Este punto me parece muy bien resumido en el siguiente frag-
46
correlativos a 0,89 . ¿ C o n t r a d i c c i ó n ? De ninguna manera: no mento de una obra reciente:
se trata del mismo amor. La «pasión ardiente» puede ser roja.
1: L o s sonidos poseen i n t r í n s e c a m e n t e , en virtud de sus pro-
piedades f í s i c a s y sobre todo a c ú s t i c a s , y de las asociaciones ana-
4 4
«Connotation, poésie et c u l t u r e » , To honor Roman Jakobson, 11, 1 .
4 7
1967. Discours sur l'universalité de la langue -française, p á g . 12.
5 4
L'Eau et les Rêves. * H e hallado el secreto, s é h a b l a r si / quiero s a b r é decir / lo que
H . H o r m a n n , Introduction à la psycholinguistique, p â g . 170. cada cosa quiere decir.
f
154 El lenguaje de la poesía
La significación poética 155
l ó g i c a s que se incrustan en estas propiedades, ciertas virtualidades 4 9
[ t e ñ i r ] ; tic tac nos parece expresivo, y tactique [ t á c t i c a ] n o » .
de significación cuyo origen es, por consiguiente, cinestésico y
sinestésico.
Pues bien, lo contrario no es verdad. La tonalidad s o m b r í a y
2: S i n embargo, se distribuyen de manera casi aleatoria entre triste de los versos de Apollinaire p o d r í a actualizarse sin las
las palabras del c ó d i g o , que son en su mayoría fonéticamente nasales y, en el poema de M a l l a r m é , la blancura p o d r í a des-
arbitrarias. plegar su paterna de pureza aun sin la ayuda de las i. A d e m á s ,
3: No obstante, la palabra en acto, y singularmente la palabra el problema no es de dosificación. Lo que interesa subrayar es
p o é t i c a , intenta, consciente o inconscientemente, luchar contra ese que se ha podido aceptar la existencia del simbolismo fonético
azar y limitar ese c a r á c t e r arbitrario aumentando l a frecuencia de sin medir sus implicaciones s e m á n t i c a s . Si, en efecto, puede
4S
los sonidos adecuados al c o n t e n i d o . establecerse una relación de semejanza entre el sonido y el
sentido, es sin duda porque el sentido no es conceptual. El
E l simbolismo fonético es, en efecto, un caso de sinestesia.
simbolismo se basa en la convergencia de dos efectos proce-
Dado que toda «Gestalt» tiene su «Stimmung», puesto que toda
dentes de las dos caras del signo que son necesariamente de
forma e s t á dotada de potencial p a t é t i c o , los sonidos articulados
igual naturaleza.
del lenguaje y sus combinaciones lo poseen en la misma medida
en que las cualidades sensibles constitutivas del significado Podemos llamar « p a r a g r a m a t i s m o » a un efecto indirecto del
y los paternas nacidos del significante pueden entrar en corres- significante, ligado a la d e s c o m p o s i c i ó n de las palabras en
pseudomorfemas que a ñ a d e n sus significados propios a los de
pondencia con ellas. Y si tal a r m o n í a es infrecuente en las pala-
las palabras. Sartre nos da un ejemplo típico:
bras de la lengua, el discurso es capaz de realizarla multipli-
cando la frecuencia de los sonidos que corresponden al sentido. Florencia es una ciudad y flor y mujer; es ciudad-flor y ciudad-
En el soneto del Cisne de M a l l a r m é , la recurrencia paralela m u j e r y muchacha-flor al m i s m o tiempo. Y el e x t r a ñ o objeto que
del sonido i y del tema blancura no es ciertamente aleatoria, aparece así posee l a liquidez de las flores, el dulce ardor leonado
50
como tampoco la frecuencia de las nasales en estos versos de del oro y, por ú l t i m o , se abandona con d e c e n c i a . . . .
Apollinaire:
Así se instituye un juego s e m á n t i c o entre morfemas que e s t á n
Mon automne éternelle ó ma saison mentate
representados fonológicamente, total o parcialmente, en el tér-
Les mains des amantes d'antan jonchent ton sol
mino inductor y le a ñ a d e n la expresividad de sus propios signi-
Une épouse me suit c'est mon ombre fatale
Les colombes ce soir prennent leur dernier vol *.
ficados. Pero esta especie de duplicación patética es posible
porque existe una correspondencia entre los paternas implicados.
Sin embargo, estos valores de expresividad sonora sólo se Una contraprueba lo demuestra. En Florence tenemos femme
actualizan al r e c u r r i r al significado. Esto es cierto incluso en [ m u j e r ] , fleur [ f l o r ] , or [ o r o ] y décence [decencia], pero tam-
el nivel de las onomatopeyas, como se ha señalado ya. «Decimos b i é n ranee [rancia]. Y, sin embargo, este t é r m i n o no se actua-
que bombe [ b o m b a ] es expresivo y bombonne [bombona] no liza, porque v e n d r í a a romper la a r m o n í a p a t é t i c a exigida por
lo es; o í m o s una resonancia en tinter [ t a ñ e r ] y no en teinter el sentido primero de la palabra, con el que designa la ciudad
de Florencia, que por fortuna tiene el mismo nombre que las
t* C . Kerbrat-Orecchioni, La Connotation, p á g . 35. c o s í s a las que, p o é t i c a m e n t e , se asemeja.
* Mi o t o ñ o eterno oh m i e s t a c i ó n mental / L a s manos de las amantes
de a n t a ñ o alfombran tu suelo / U n a esposa me sigue es mi sombra fatal / 4 9
J . Marouzeau, Précis de stylistique française, p á g . 53.
L a s palomas esta tarde emprenden su ú l t i m o vuelo. 5 0
Qu'est-ce que la littérature?, p á g . 21.
El lenguaje de la poesía La significación poética 157
156
Estas notaciones, claro está, no agotan el vasto problema no el mismo. E l mundo de la ciencia es el mundo cosmológico
planteado por la existencia de un código p a t é t i c o . Pero, de hecho, en que las cosas se predican a p a r t i r de sus relaciones con las
esta investigación compete a la antropología general, y la poéti- otras cosas, mientras que el mundo p o é t i c o es antropológico.
ca p o d r í a contentarse con afirmar la existencia de dicho código. Las cosas, en él, sólo tienen propiedades a p a r t i r de las relacio-
«No hay que preguntarse c ó m o n i por q u é el rojo significa el nes que traban con nosotros mismos. T a m b i é n la poética busca
esfuerzo o la violencia, y el verde, el descanso o la paz. Hay la esencia de las cosas. Y, contrariamente a lo que se ha pre-
que aprender de nuevo a vivir estos colores como los vive nuestro tendido, su objeto no es el individuo en su singularidad, opuesta
cuerpo, es decir, como concreciones de paz o de violencia», a la universalidad del concepto. En la palabra verde, expresa el
escribe t a m b i é n Merleau-Ponty. «Aprender de nuevo a vivir»; «verdor»; en la palabra mujer, la «feminidad», única e idéntica
é s t a es la finalidad profunda de la poesía. Por eso sigue estando a t r a v é s de sus encarnaciones.
conforme con la función r e t ó r i c a general, que es la de cambiar,
Soy la misma que María, la misma que tu madre, la misma tam-
mediante el discurso, el estado del que lo recibe. Pero, en la bién a la que bajo todas sus formas has amado siempre. Tras cada
poesía, no se trata de cambiar la creencia, sino la visión. Su una de tus pruebas, me he quitado una de las máscaras con que
fin no es el de persuadir, sino, como decía ya la antigua retórica, velo mis rasgos, y pronto me verás tal como soy (Nerval).
el de «tocar», en el sentido m e t a f ó r i c o del t é r m i n o , por el que
significa exactamente: hacer sentir. Se trata de una esencia y, como tal, podemos decir que es
abstracta y general. Pero esta esencia es esencia patética. Por
esto, y sólo por esto, es poética.
En este sentido, por consiguiente, podemos hablar de una
¿ C ó m o entender mis palabras? Pues entendiendo ú n i c a m e n t e verdad de la poesía, en el sentido tradicional de la « a d a e q u a t i o
lo que dicen. Las palabras del poema no remiten a otro con- rei». Con la condición de pasar de lo ontológico a lo fenómeno-
cepto n i tampoco a otro referente. E l objeto al que apunta la lógico y sustituir, en la f ó r m u l a , «cosa» p o r «experiencia». E l
conciencia a t r a v é s de las palabras es el mismo en los dos poema describe la experiencia vivida en t é r m i n o s de algo vivido,
lenguajes. E l t é r m i n o verde no designa algo distinto en noche expresa la existencia en su propio lenguaje. La poesía, por esta
verde y en libro verde. Pero, en esta ú l t i m a expresión, es un razón, no depende, como la novela, de lo ficticio, y no debe
color entre los d e m á s , entra en una estructura opositiva y N nada a lo imaginario. La i m a g i n a c i ó n de los poetas es totalmente
remite al concepto de color. E n noche verde, por el contrario, verbal, y si tomamos la palabra en su sentido ordinario como
arrancado del paradigma por la desviación, invade el campo capacidad de invención de algo irreal, comprobaremos el hecho
s e m á n t i c o y remite al paterna. Lo que cambia no es el objeto, de que los m á s grandes poetas carecen a menudo de imagina-
sino el sujeto, su estructura de recepción, el tipo de conciencia ción. Y por eso sin duda tienen, en general, poca habilidad para
que percibe el discurso. Por esta r a z ó n podemos definir la poe- la novela, al menos en su forma narrativa clásica. E l género
sía, con todo derecho, como lenguaje de acción. novelesco que les va mejor es el fantástico. Porque lo f a n t á s t i c o
La figura, toda figura es, pues> cambio de sentido, y la poe- es portador de poeticidad; la poética d e b e r á buscar el p o r q u é .
sía u n « i n m e n s o t r o p o » (Novalis), si por t a l entendemos un Pero ^hay que guardarse de confundir los dos géneros. Lo fan-
tropo mental, una m u t a c i ó n de nuestra visión del mundo, en la tástico es desvío referencial; la poesía, desvío lingüístico. E l
que las cosas ya no son m á s que u n haz de predicados antro- primero cambia las cosas; el segundo, las palabras. Así, en estos
pológicos. La poesía, como la ciencia, describe el mundo. Pero versos de Rimbaud
La significación poética 159
158 El lenguaje de la poesía
metalengua puede significar conceptualmente mediante t é r m i -
J'aurais voulu montrer aux enjants ees dorades
nos como « a b r u m a d o r » , « a p l a s t a n t e » . Esta es una primera
Du flot bleu, ees poissons d'or, ees poissons chantants
carga de significación que puede expresarse por el grito, la
[ H a b r í a querido mostrar a los n i ñ o s estas doradas
interjección o la exclamación:
De l a ola azul, estos peces de oro, estos peces cantores],
lourd!
caben dos interpretaciones. E n u n cuento de hadas, «había una
vez unos peces de oro, unos peces cantores», las palabras con- Hay una segunda significación, que se refiere a la experiencia
servan su sentido conceptual y son las cosas las que cambian instruida, integrada, ya reflexiva, en que el objeto pesado se
de propiedades. Los peces son realmente de oro y cantan real- compara con los d e m á s . Decir
mente. E n el poema, se trata de peces que permanecen con-
ceci est lourd
formes a su tipo y las palabras or y chantants no atribuyen
[esto es pesado]
propiedades sobrenaturales a los peces; manifiestan su expresi-
vidad, ese valor p a t é t i c o de esplendor vivo que oblitera su con-
es relacionar lo percibido con otras cosas percibidas, es captar
cepto. Y por esto el poeta necesita, para serlo, a d e m á s de la
la cosa en relación con otras cosas. E l objeto pesado se percibe
creatividad lingüística, sensibilidad patética. N o van siempre
—se juzga— como m á s pesado que la media de los d e m á s . Y se
parejas las dos cualidades. Se puede tener una profunda sensi-
perfila ya su propia negación, puesto que toda relación es re-
bilidad p o é t i c a sin n i n g ú n don de i m a g i n a c i ó n lingüística. Tal
versible, y si X es m á s pesado que Y , es que Y es m á s ligero
es la clase de los lectores de poemas.
que X . Esta reversibilidad, en la que Piaget ve el c a r á c t e r espe-
E n y por la figuralidad p o é t i c a queda desvelado el sentido 51
cífico de las operaciones intelectuales , e s t á potencialmente
a n t r o p o l ó g i c o del universo que habita el hombre. contenida en esta p e r c e p c i ó n relativa y, por eso mismo, vir-
E l Dasein, dice Heidegger, e s t á sin cesar y desde siempre im- tualmente negativa.
pregnado de tonalidad afectiva (Stimmung). En ú l t i m o extremo, el objeto pesado es sólo el t é r m i n o de
una relación. Decir
E l mundo p o é t i c o es el mundo humano, y la poesía es el dis-
curso que lo describe en su verdad. La poesía, como ha visto ceci pese cent kilos
[esto pesa cien k i l o s ]
bien Bachelard, es la a u t é n t i c a fenomenología. Porque si la
fenomenología filosófica describe estos mismos valores, lo hace
es pensar una simple relación m a t e m á t i c a entre el objeto y u n
en lenguaje conceptual. La poesía, por su parte, mediante el
objeto p a t r ó n , el peso del l i t r o de agua. Relación puramente
uso del lenguaje p a t é t i c o nos permite, no pensar en este mundo,
reversible, ya que a > b es estrictamente sinónimo de b < a.
sino verlo y vivirlo, en cierto modo verlo vivir.
La cualidad propiamente dicha, pesantez en cuanto tal, es eva-
* * * cuada. Hemos pasado de lo sentido a lo percibido, de lo perci-
bido a l o concebido.
Tres niveles, pues, de la experiencia, o tres maneras de cap-
Tratemos de resumir en u n solo ejemplo. Sea la palabra
taba. E l habla científica e s t á en el tercero; el habla cotidiana.
lourd [pesado]. La significación existencial, llamada aquí paté-
tica, tal como la capta la experiencia ingenua, es el esfuerzo
Psychologie de l'intelligence, capítulo V .
y la dificultad, el abatimiento y el derrumbamiento, que la
160 El lenguaje de la poesía

en el segundo. La poesía es retorno al p r i m e r nivel. Y así es


como el poeta —Rene Char— puede hablar del «peso de la
m u e r t e » . Metáfora, si se quiere, pero que no es paso de un
concepto a otro, sino retorno del concepto de. «peso» al paterna
originario de «pesantez»; de lo construido, a lo a u t é n t i c a m e n t e
dado, en que el mundo humano recobra su d i m e n s i ó n humana,
es decir, p a t é t i c a .
Y por esto la relectura p o é t i c a no es nunca redundante. E l CAPÍTULO I V
poema es inagotable porque es captado como experiencia, y la
experiencia es u n acontecimiento. A diferencia del concepto,
no puede ser almacenada en la memoria, integrada en el saber NEUTRALIZACIÓN Y DESNEUTRALIZACIÓN
del sujeto. La experiencia es siempre para vivirla o para re-
vivirla. Y el lenguaje que la expresa es t a m b i é n él algo vivido,
u n momento de la existencia. Toda poesía, en este sentido,
tiene c a r á c t e r de acontecimiento. Y en esto reside su especi- Nuestro análisis ha destacado hasta ahora dos rasgos per-
ficidad. tinentes de la diferencia poesía / no-poesía. E l primero es es-
tructural. La no-poesía está ligada a la presencia de la negación
implícita; la poesía, a la ausencia de esta negación. E l segundo
rasgo es funcional. Opone el sentido de los dos lenguajes como
noético y p a t é t i c o , siendo estos dos tipos de sentido fenómeno-
lógicamente oponibles como neutralidad e intensidad. Queda
entonces por mostrar la relación existente entre estos dos ras-
gos. Vamos a intentar probar que esta relación es de tipo
causal, ya que la totalidad produce la pateticidad. La teoría se
hace entonces explicativa. Da cuenta del fenómeno de la poe-
ticidad como un mecanismo de p r o d u c c i ó n de un efecto, la
naturaleza del sentido, por una causa, la estructura del sentido.
A p a r t i r de la estructura y de la función, se trata de esclarecer
el funcionamiento del f e n ó m e n o poético.
A decir verdad, la explicación vale igualmente para los dos
lenguajes, y el modelo lo mismo puede ser considerado como
una p r o s á t i c a que como una poética. Quizá es incluso lógica-
mente una p r o s á t i c a antes de ser una poética. E n efecto, el
sentido p a t é t i c o de cada t é r m i n o de la lengua es, como hemos
vis4o, original. Por esto hay que entender que no está creado
a p a r t i r de la estructura contextual, sino que pertenece propia-
mente a cada palabra considerada aisladamente. Por consiguien-
322.-6
162 El lenguaje de la poesía Neutralización y desneutralización 163
te, nuestro problema se invierte. De lo que hay que dar cuenta l í m i t e en ciertos g é n e r o s de obra en prosa, como Robinson Crusoe
no es del sentido p a t é t i c o , sino de su d e s a p a r i c i ó n en contexto (que no reclama l a unidad), nunca p o d r á ser sobrepasado sin in-
normal, donde lo sustituye el sentido noético. La hipótesis es conveniente en u n poema. Y , aun dentro de este l í m i t e , la exten-
entonces la siguiente: la negación, i m p l í c i t a m e n t e presente en s i ó n de u n poema puede ser calculada de manera que tenga u n a
r e l a c i ó n m a t e m á t i c a con s u m é r i t o , es decir, con el grado de ver-
contexto normal, es la que neutraliza la carga p a t é t i c a de cada
dadero efecto p o é t i c o que el poema es susceptible de crear, pues
t é r m i n o , y su r e a p a r i c i ó n en contexto desviacional es una se-
e s t á claro que la brevedad debe ir en razón directa a la intensidad
gunda operación, o p e r a c i ó n de desneutralización, que devuelve del efecto buscado
al t é r m i n o su sentido original. Tenemos, por lo tanto, dos opera-
ciones o mecanismos inversos, de los que el primero es lógica-
La relación m a t e m á t i c a de la que habla Poe podría expresarse,
mente anterior. E l análisis comienza, pues, por el mecanismo
siendo D = d u r a c i ó n , mediante la f ó r m u l a :
de neutralización, es decir, de prosaización del lenguaje.
Supongamos dos t é r m i n o s opuestos. T i y T . Llamemos SoN2
I x D = Cte.
al significado noético y SoP al significado p a t é t i c o . Tendremos,
en v i r t u d del principio de oposición (Ti —> T ) , el significado 2
La ley que me propongo establecer es del mismo tipo. Sin
total embargo, si la intensidad, como veremos, es una magnitud
( S o N j + SoPO + ( S o N 2 + SoP ) 2
mensurable, la claridad no parece que pueda serlo. ¿Qué hay
que entender entonces por este t é r m i n o ?
o, reuniendo los factores semejantes: Descartes llama «claro» a un conocimiento «que está presente
2
y manifiesto a u n e s p í r i t u a t e n t o » . Pero, en el discurso car-
(SoN) + S o N ) + ( S o P j + S o P ) .
2 2

tesiano, el t é r m i n o «clara», applicado a «idea», aparece rara


vez sin el t é r m i n o «distinta». Podemos preguntarnos entonces
Esta segunda f ó r m u l a da la composición s e m á n t i c a de todo
si, en la expresión recurrente «idea clara y distinta», los dos
paradigma de la lengua.
t é r m i n o s no son s i n ó n i m o s . Sin embargo, en un mismo texto,
O c u p é m o n o s ante todo de la parte izquierda de la fórmula
Descartes define el conocimiento «distinto»:
(S0N1 + SoN ), que sólo implica los dos significados noéticos
2

opuestos. Dos variables fenomenológicas, como hemos dicho, el que es tan preciso y diferente de todos los d e m á s que no com-
e s t á n en juego: la claridad / oscuridad y la intensidad / neutra- N
prende en sí m á s que lo que se muestra manifiestamente a quien
lidad. E l análisis va a intentar demostrar que varían en sentido lo considera como es debido.

inverso, según la fórmula, siendo I = intensidad y C = claridad,


Con esto se nos hace ver que los dos rasgos, claridad y distin-
I x C = Cte.
ción, son t a m b i é n ellos distintos. Una idea puede ser clara pero
no distinta, sin que la r e c í p r o c a sea verdadera. Así ocurre con
Una ley similar fue ya enunciada por Edgar Poe. Los dos
el dolor, idea clara pero no distinta. No obstante, la lógica de
rasgos que pone en juego SQn la intensidad, por una parte, y Port-Royal toma este ejemplo con reservas.
la d u r a c i ó n por otra. Plantea luego su relación inversa.
—f
Resulta, pues, evidente que, en lo que se refiere a la longitud, 1
«La Philosophie de la c o m p o s i t i o n » , Trots manifestes, p á g . 61 (la
se impone u n limite preciso a todas las obras literarias, el l í m i t e
cursiva es m í a ) .
de u n a s e s i ó n , y que, incluso si se juzga ventajoso sobrepasar este 2
« P r i n c i p e s de l a p h i l o s o p h i e » , Œuvres, P l é i a d e , I , 45.
164 El lenguaje de la poesía Neutralización y desneutralización 165
S i n embargo, se puede decir que toda idea es distinta en cuanto Aún es necesaria una precisión. En el lenguaje corriente se
que es clara, y que s u oscuridad s ó l o viene de su c o n f u s i ó n , como
dice que un texto es oscuro si no permite —o permite difícil-
en el dolor el ú n i c o sentimiento que nos afecta es claro, y es dis-
3
mente— su descodificación, es decir, la c a p t a c i ó n de un signi-
tinto t a m b i é n .
ficado supuestamente claro en sí mismo. La oscuridad se inter-
Y, en el p á r r a f o siguiente, toda diferencia entre los dos térmi- preta, pues, como una deficiencia ú n i c a m e n t e del significante.
nos queda abandonada: Los diferentes lenguajes cifrados son otros tantos ejemplos
de textos oscuros por esta razón. Su sentido es claro, pero sólo
Tomando, pues, como u n a m i s m a cosa la claridad y la distin-
aparece como tal si se conoce la clave del código. Por el contra-
c i ó n de las ideas...
rio, la oscuridad del lenguaje poético designa un rasgo inherente
Así, una idea es clara en cuanto que es distinta, y la feno- al significado mismo. La claridad es una variable ligada al con-
menología cartesiana recobra el principio de oposición. Esto lo cepto en cuanto tal y que v a r í a en función de la imposición de
confirma nuestra propia intuición. Una idea es clara sólo si la estructura opositiva. E n el límite de la oscuridad, el concepto
podemos situarla en el interior de un sistema de oposición desaparece para dejar sitio al paterna. Una experiencia corriente
Por esta razón se explica la mayor claridad de los t é r m i n o s es la de entrar en un lugar familiar y sentirse bruscamente
abstractos, que son generalmente oponibles en la lengua. Pero, invadido por un sentimiento de extrañeza. No sabemos q u é ha
en el discurso, todos los t é r m i n o s son oponibles o no según la cambiado, pero sentimos como una especie de a t m ó s f e r a —de
estructura del discurso. En poesía, el desmantelamiento —por Stimmung— de cambio. Por el contrario, en cuanto compren-
la estrategia desviacional— de la estructura opositiva elimina demos lo que ha cambiado —el armario ha cambiado de sitio—,
el opuesto (S0N2), y el componente noético del significado pasa con la idea clara de cambio desaparece el sentimiento de extra-
de (S0N1 + S0N2) a (S0N1). Privado de oposición —de «distin- ñeza. Tenemos aquí un ejemplo de dos tipos de visión de una
ción»—, el significado noético pierde su claridad. E n no-poesía, misma estructura objetiva, dos modalidades distintas de la
por el contrario, la presencia de la oposición asegura al signi- «conciencia de», una clara y neutra, otra oscura y afectiva. Decir
ficado la claridad. Esto permite, si no definir el concepto, al del lenguaje poético que es oscuro no significa que oculte su
menos describir algunos de sus rasgos. Es conceptual toda re- sentido, sino que remite a u n sentido oscuro, es decir, accesible
p r e s e n t a c i ó n oponible a otra, que es clara en cuanto que es a una especie de conciencia t a m b i é n oscura. E l juicio de valor
opuesta. E l lenguaje no poético, p o r su estructura nomino-ver- negativo atribuido generalmente al t é r m i n o «oscuridad» debe,
bal, se compone de t é r m i n o s oponibles, y por eso es conceptual, por consiguiente, ser desechado. E s t á ligado a una tradición
y t a m b i é n por eso es claro. Por el contrario, el lenguaje poético intelectualista que no es pertinente aquí. Hay aspectos de las
—por la razón inversa— debe ser considerado como natural- cosas que la conciencia clara no ve y que capta la conciencia
mente oscuro. Toda poesía es oscura en cuanto que es poética. oscura. Tales aspectos son los que constituyen la poeticidad del
Y é s t a es la razón de que la poesía sea intraducibie. Transponerla mundo.
a lenguaje claro es quitarle su poeticidad. Se comprende entonces el «oscurismo» de Mallarmé. No hay
ocultación de sentido que la exégesis tenga como tarea elucidar.
3 Op. cit., p r i m e r a parte, cap. I X .
4
Pues^la luz lo mata. E n este punto, M a l l a r m é es categórico.
S ó l o u n ejemplo: l a diferencia s e m á n t i c a entre « u n p o c o » y «poco» 5

s ó l o se aclara si oponemos « u n poco de d i n e r o » a « n a d a de d i n e r o » , y


« S i e m p r e debe haber enigma en p o e s í a » . Citemos t a m b i é n :
« p o c o d i n e r o » a « m u c h o d i n e r o » . V é a s e , para u n a d i s c u s i ó n m á s pro-
funda del ejemplo, Ducrot, Diré et ne pas diré, cap. 7. «Je disais q u e l q u e f o i s . . . » , Œuvres, P l é i a d e , I , p á g . 365.
Neutralización y desneutralización 167
166 El lenguaje de la poesía

Digo que existe entre los viejos procedimientos y el sortilegio espacio. Pero lo que está localizado es el peligro, la amenaza.
que siempre s e r á l a p o e s í a un parentesco secreto... E v o c a r en u n a E l miedo, a su vez, no e s t á circunscrito a una parte del campo
sombra, a p r o p ó s i t o , el objeto callado, con palabras alusivas, nunca de la conciencia. Tener miedo es sentirse totalmente invadido
directas, que se reduzcan a un silencio igual, comporta u n a tenta- por él. Tener miedo es ser miedo. E l afecto, por consiguiente,
tiva p r ó x i m a a la c r e a c i ó n . no puede tolerar oposición. No es sentido por diferencia. «¿Quién
p o d r í a , pregunta Shakespeare, ser sensato y estar deslumhrado,
La oscuridad no es el accidente de un pensamiento claro que ser moderado y estar furioso, ser leal y neutral en el mismo
no halla su expresión adecuada. Es procedimiento deliberado, momento?».
puesto que es constitutivo de la poeticidad. Valéry d i r á de los E l concepto psicoanalítico de ambivalencia se refiere, es
poemas mallarmeanos: «La oscuridad les era casi esencial». verdad, a efectos antagónicos copresentes. Pero se trata de im-
Y no hay que ver en este «casi» m á s que u n resto de timidez pulsos que emanan de dos sistemas psíquicos diferentes. Sólo
ante u n rasgo que echa por tierra la norma occidental heredada uno de los dos impulsos entra en el sistema percepción-con-
de Descartes y que iguala pensamiento claro y pensamiento ciencia, quedando el otro inconsciente. E l sujeto edipiano no
verdadero. E l poema h e r m é t i c o puede definirse p a r a d ó j i c a m e n t e experimenta conscientemente a la vez el odio y el amor hacia
como expresión clara de u n pensamiento oscuro y que quiere el padre.
serlo porque en la oscuridad del concepto encuentra su propia Una situación objetiva puede presentar aspectos contradic-
verdad p a t é t i c a . torios desde el punto de vista de sus significaciones afectivas.
Queda por examinar ahora la segunda parte de nuestra fór- Este es, t í p i c a m e n t e , el caso de G a r g a n t ú a al enterarse al mismo
mula, componente p a t é t i c o del significado: (S0P1 + S0P2). Por tiempo de la muerte de su mujer y del nacimiento de su hijo.
h i p ó t e s i s , nos hallamos ante dos experiencias opuestas, como Existen entonces dos posibilidades. O las dos informaciones,
alegría y tristeza, violencia y paz, etc. Dos conceptos opuestos negativa y positiva, se disocian subjetivamente y, en este caso,
pueden ser pensados a la vez. Pero ¿ p u e d e n ser experimentados los dos afectos correlativos se suceden en la conciencia: «Y, al
conjuntamente dos afectos antagónicos? Sin duda, dicha expe- decir esto, lloraba como una vaca, pero de pronto reía como un
riencia no es, como hemos dicho, algo vivido. Pero el paterna, ternero cuando Pantagruel volvía a su m e m o r i a » . O bien, por el
como imagen afectiva, sigue siendo efectivamente experimenta- contrario, las dos informaciones concurren en el seno de la con-
do. Podemos, pues, razonar ante todo a nivel de lo vivido. ¿Pue- v
ciencia y la reacción afectiva tiende a anularse.
de la subjetividad acoger en el mismo momento dos experiencias ...Al ver, por un lado, a su m u j e r Bebedec muerta, y a su hijo
opuestas? Tomando el problema al nivel m á s elemental, ¿ p u e d e Pantagruel nacido tan hermoso y tan grande, no sabía q u é decir
estar el sujeto, en el mismo momento, de buen y de mal humor? ni q u é hacer, y l a duda que trabajaba su entendimiento era la de
Dos i m á g e n e s en dos ideas distintas pueden coexistir en la con- si d e b í a llorar por el duelo de su m u j e r o reír por la alegría de su
ciencia porque e s t á n ligadas, en cuanto r e p r e s e n t a c i ó n de obje- hijo.

tos, concretos o abstractos, a una estructura de universo espacio-


temporal. E l concepto soportaba presencia de su opuesto en la Pues bien, este segundo caso es el realizado por el principio de
medida en que su objeto sólo ocupa una parte del espacio feno- negación. Se trata de dos factores concurrentes que no pueden
m é n i c o , es decir, del campo de conciencia. La experiencia, por disociarse temporalmente y deben producir un efecto resultante
el contrario, es global. E l sujeto puede sentir una emoción, de su interacción, efecto que es nulo o que tiende a cero, ya
miedo por ejemplo, con respecto a u n objeto localizado en el que los dos factores se neutralizan r e c í p r o c a m e n t e .
168 El lenguaje de la poesía
Neutralización y desneutralización 169
La experiencia subjetiva de la droga, tal como la describe
cual permite mantener las dos caras del signo en el campo de
H e n r i Michaux, nos lleva a las mismas conclusiones. Bajo el
lo observable. Este modelo tropieza, sin embargo, con una ob-
efecto de la droga aparece u n estado caracterizado por «una
jeción evidente. Si el signo sólo se constituye por asociación
oscilación y s e p a r a c i ó n total de los impulsos antagónicos y
6 con el objeto que representa, no suscita nunca las mismas
puntos de vista o p u e s t o s » . E l sujeto pasa sin cesar de un im-
reacciones abiertas que dicho objeto. E l lenguaje no es alucina-
pulso «hacia» a un impulso «contra», y, precisa Michaux, «sólo
dor y, si es u n representante de la experiencia, no se confunde
el resultado final es ambivalente, pero nunca aparecen juntos
con la experiencia misma. ¿ E s preciso por ello abandonar el
los dos impulsos en u n cuadro que los contenga a ambos»
modelo behaviorista? Charles Morris ha propuesto una versión
(pág. 28). De manera que el equilibrio o « e s t a d o n o r m a l » es
mejorada de este modelo, sustituyendo la respuesta total por
considerado por el autor como «mezcla de los impulsos y las
una simple «disposición» del organismo a producir esta res-
impresiones antagónicas» ( p á g . 30). Así, el estado de neutrali- 8
puesta . Pero el contenido exacto de esta disposición quedaba
dad afectiva no sería una simple ausencia de afectos, sino, por
por definir. Osgood propone entonces que se la confunda con
el contrario, la resultante de la interacción de afectos contra-
una parte separable de la respuesta, formada solamente por
rios. Conclusión que converge notablemente con nuestra propia
las reacciones glandulares y posturales («glandular charges and
h i p ó t e s i s , según la cual la neutralidad prosaica de un enunciado
m i n i m a l postural a d j u s t e m e n t s » , p á g . 6). F e n ó m e n o s fisiológi-
verbal no se debe a la ausencia de carga p a t é t i c a en los tér-
cos, relativamente reducidos, que corresponden a débiles gastos
minos, sino a la presencia de cargas antagónicas, cuyos efectos
de energía, cuya t r a d u c c i ó n psicológica es de naturaleza afectiva.
se anulan.
A esta parte latente y reducida de la reacción, Osgood le da el
Pero no se ha tratado hasta aquí m á s que del efecto en gene- nombre de «proceso m e d i a d o r » (mediating process). Así, la
ral, y no de ese tipo particular de f e n ó m e n o que no es algo palabra araña no provoca la huida, como o c u r r i r í a con el objeto
vivido, sino una r e p r e s e n t a c i ó n afectiva (paterna). Pues bien, en mismo, sino una reacción práctico-afectiva (miedo-repugnancia
el plano lingüístico, las investigaciones emprendidas por Osgood + disposición a h u i r ) , y esta reacción es la que constituye el
y sus colaboradores proporcionan un doble apoyo a nuestro sentido de la palabra. A su vez, esta reacción puede actuar como
1
modelo t e ó r i c o . Aportan la confirmación del proceso de neutra- e s t í m u l o capaz de inducir otras reacciones, entre ellas, palabras
lización opositiva, por una parte; p o r otra, y previamente, pro- como «horrible, r e p u g n a n t e » , en el conjunto considerado. Lo
curan a la concepción del sentido que aquí adoptamos una posi- representa el esquema siguiente:
bilidad de validación experimental. Para p e r m i t i r comprender
mejor los resultados de estas investigaciones, es conveniente,
sin embargo, evocar su trayectoria.
La teoría se origina en una crítica de la concepción behavio-
rista del signo, aunque conserva su esquema fundamental: es-
t í m u l o - r e s p u e s t a (E R). E n el nivel de la descodificación, el
significante es el e s t í m u l o y el^significado es la respuesta. Lo
donde E es el objeto (la a r a ñ a ) , RT la reacción total, [E] el
significante araña, r m la parte latente de la reacción, es decir,
6 Connaissance par les gouffres, p á g . 30. el sentido, que a c t ú a como e s t í m u l o , em, de una respuesta ver-
7 The measurement of meaning, 1957. [ T r a d , esp.: La medida del sig-
nificado, Madrid, Gredos, 1976]. 8
Signs, language and behaviour, 1946.
Neutralización y desneutralización 171
170 El lenguaje de la poesía
La e x p e r i m e n t a c i ó n muestra que muchas de estas escalas
bal nueva, Rx. E l conjunto r m ... em constituye el proceso me-
9
son correlativas, ya que las respuestas de la escala «bueno /
diador o «impresión s e m á n t i c a » .
malo» son paralelas, por ejemplo, a las de la escala « h e r m o s o /
La teoría suscita, sin embargo, una crítica a la que Osgood
feo». E l análisis factorial permite entonces separar tres grupos
ha hecho justicia. ¿Se puede reducir el sentido de una palabra
de escalas o dimensiones fundamentales, llamadas «valor» (va-
a este conjunto limitado de reacciones, y la palabra araña no
lué), «actividad» (activity) y «potencia» (potency). E l conjunto
significa nada m á s que «horrible», «repugnante»? E s t á claro
de estas escalas constituye el «diferencial semántico» (semantic
que no p o d r í a m o s parafrasear «la a r a ñ a es un insecto» por «lo differential), instrumento de medida del sentido afectivo de una
que es horrible y repugnante es un insecto». Por consiguiente, palabra por su posición en el seno de un espacio tridimensional.
el proceso mediador no puede ser en sí m á s que una parte o un Así:
aspecto del sentido. Osgood ha admitido que este proceso sólo
representa lo que él llama «connotación» o «sentido afectivo» Padre

por oposición a la d e n o t a c i ó n o «sentido cognitivo» . 10


+ 3 0 —3

Así es como Osgood, habiendo partido de u n enfoque beha- Feliz I I I X I I I I I Triste

viorista del problema, llega a la teoría dualista de la significa- Duro I I X I I I I I I Blando

ción que hemos adoptado aquí b a s á n d o n o s en u n enfoque feno- Lento I I I I i i x I I Rápido

menológico. E l sentido de las palabras no puede reducirse única-


mente al concepto, y debe dejar sitio a un componente de otro Este sujeto califica el t é r m i n o «padre» de bastante bueno, muy
tipo. activo y bastante poderoso.
Una vez admitida esta descripción del sentido, la intención Este simple ejemplo basta para probar que el diferencial
de Osgood es establecer un medio para medir este componente sólo califica un aspecto del sentido —el que hemos llamado
connotativo. Para hacerlo, se van a predeterminar las respuestas patético— y no el sentido total. Sin embargo, esta restricción
al e s t í m u l o verbal pidiendo a los sujetos sometidos a experi- sigue siendo insuficiente. ¿ P u e d e acaso reducirse la riqueza y
m e n t a c i ó n que elijan, para caracterizar un t é r m i n o dado, entre la variedad del paterna a estas tres ú n i c a s dimensiones? Osgood
pares de adjetivos a n t a g ó n i c o s , como bueno / malo, r á p i d o / mismo ha reconocido que el diferencial sólo estimaba el 50%
lento, fuerte / débil, etc. La cuantificación de la respuesta se de la variación (pág. 38). Si las tres dimensiones reconocidas
obtiene construyendo, a partir de estos adjetivos, escalas bipo- son dominantes, no es menos cierto que u n dispositivo m á s
lares de siete grados, de — 3 a + 3, correspondientes a las esti- perfecto p o d r í a tener en cuenta una mayor diversidad de res-
maciones bastante, muy, sumamente, representando el grado puestas. Sin embargo, tal como es, el diferencial resulta utili-
medio, o punto cero, el t é r m i n o neutro (ni...ni). zable. Y si es u n instrumento a ú n tosco, «no puede decirse
que lo que ha estudiado Osgood no sea el verdadero sentido. E l
espacio s e m á n t i c o de Osgood es quizá muy pobre en dimensio-
9
T a l como lo llama F . Jodelet, «L'Association verbale», en Fraisse nes, pero no deja de tener tres m á s que lo que c o n o c í a m o s
et Piaget, Traite de psychol., t. V I I I , p á g . 124.
antes»
10 Existe, escribe Osgood, « u n sistema mediador afectivo que e s t á
determinado b i o l ó g i c a m e n t e y es susceptible de un n ú m e r o limitado de Lo particularmente interesante para nuestra propia teoría
variaciones bipolares. E s t e sistema es el que se supone que explora la es ver aparecer en el diferencial la variable de intensidad que
t é c n i c a del diferencial s e m á n t i c o » . Y a ñ a d e : « L l a m o connotación al as-
pecto del sentido así d e t e r m i n a d o » . « S t u d i e s on the generality of affective
ii H . H ó r m a n n , Introduction á la psycholinguistique, p á g . 134.
meaning s y s t e m » , Amer. J. Psychol., 1962.
172 El lenguaje de la poesía Neutralización y desneutralización 173
la fenomenología había concedido a la significación. E n efecto, neutralizan r e c í p r o c a m e n t e y l a intensidad correspondiente a
a d e m á s de la «dirección» (positiva o negativa), los t é r m i n o s sus cargas p a t é t i c a s respectivas se anula.
sometidos a e x p e r i m e n t a c i ó n se diferencian por su mayor o Consideremos u n ejemplo simplificado. Sea solamente la di-
menor distancia del punto cero (de 1 a 3), y Osgood llama «cua- m e n s i ó n de «valor» y, en esta d i m e n s i ó n , supongamos dos tér-
lidad» del sentido a lo que corresponde a la dirección, e «inten- minos Ti y T estimados respectivamente en + 3 y — 3 . ¿Cuál
2

sidad» a lo que responde a la distancia. Dos t é r m i n o s , p o r consi- será el valor del sintagma: Ti y T ? E n v i r t u d del principio de
2

guiente, pueden diferir por la cualidad y / o por la intensidad y, congruencia, los dos t é r m i n o s sufren un desplazamiento de
para una cualidad idéntica, no separarse m á s que por la varia- dirección inversa y de igual intensidad. E l resultado será, pues,
ble de intensidad. Pues bien, lo que propone nuestra teoría es una a n u l a c i ó n (cancellation) de la evaluación de ambos (evalua-
oponer, para u n mismo t é r m i n o , dos grados de intensidad dife- tion of both). Tenemos que 3 + (—3) = 0. E l sintagma T¡ y T2,
rentes, m í n i m o en su uso prosaico, m á x i m o en su uso poético. por consiguiente, conserva su sentido cognitivo, pero pierde
E l diferencial, no obstante, sólo ha medido hasta aquí el todo sentido afectivo.
sentido afectivo de los t é r m i n o s aislados. ¿Qué ocurre con los Basta entonces con aplicar el principio de congruencia a
t é r m i n o s asociados? ¿Cómo van a interactuar los sentidos de nuestro propio modelo para obtener la explicación buscada.
cada uno de los t é r m i n o s de la asociación y cuál será el sentido Aunque la oposición, en este caso, no sea s i n t a g m á t i c a sino
resultante del conjunto? La teoría de Osgood establece enton- p a r a d i g m á t i c a , el principio puede aplicarse t a m b i é n en este se-
ces, con el nombre de principio de congruencia (principie of gundo caso. Por consiguiente, ya que en v i r t u d del principio
congruity), una f ó r m u l a que permite prever este resultado. De de negación toda frase gramatical (prosaica) suscita su propia
manera general, el principio enuncia que la c a r a c t e r í s t i c a de negación implícita, la congruencia de los dos opuestos debe
cada uno de los t é r m i n o s «se desplaza hacia la congruencia desembocar en una neutralización p a t é t i c a de los t é r m i n o s de
con la c a r a c t e r í s t i c a del otro» (shift toward congruence with the la frase. Puesto que S0P1 + SoP = 0, el componente s e m á n t i c o
2

caracteristic of the other), «siendo la magnitud del desplaza- de la frase resulta S0N1 + S0N2. Queda reducido a su dimensión
miento inversamente proporcional a las intensidades de las noética y pierde, con el sentido p a t é t i c o , la poeticidad.
reacciones que i n t e r a c t ú a n » ( p á g . 201). Así, a p a r t i r de las pun- Indudablemente, uno de los t é r m i n o s sólo está presente de
tuaciones obtenidas para las palabras «tímida» y « secretaria», forma implícita, y podemos preguntarnos si su intensidad no
la f ó r m u l a permite prever la p u n t u a c i ó n del sintagma «secretaria queda reducida. Si es así, resulta solamente que las palabras,
tímida». Los resultados obtenidos en este experimento ofrecen, aun en uso prosaico, no e s t á n nunca desprovistas de valor paté-
sin embargo, una p u n t u a c i ó n ligeramente diferente, debido al tico. Poeticidad y proseidad no son m á s que caracteres relativos,
mayor peso del adjetivo con respecto al nombre. y todo lo que la teoría reclama es que existe entre ellos una
Supongamos ahora que los dos t é r m i n o s son a n t o n í m i c o s : diferencia de intensidad, tendiendo la prosa hacia el grado cero
¿cuál s e r á el resultado medido por el diferencial s e m á n t i c o de y la poesía hacia el grado m á x i m o . Podemos imaginar de la
su asociación? Si, medidos aisladamente, son de igual intensi- misma manera que t é r m i n o s opuestos no son forzosamente
dad y de dirección inversa, eL,resultado teórico será, en v i r t u d a n t i t é t i c o s en las dimensiones. Pero basta con que la neutrali-
12
del principio, igual a cero . Los dos t é r m i n o s asociados se zación opere en una de estas dimensiones para ser efectiva,
aunque no sea total.
12 « S i n c e the signs are equally polarized, the result should be a La teoría es capaz de dar cuenta del sentido del t é r m i n o
cancellation to zero evaluation of b o t h » . Ibid. «prosaico» en el lenguaje cotidiano. Los equivalentes que da
174 El lenguaje de la poesía Neutralización y desneutralización 175
el diccionario (anodino, c o m ú n , vulgar) no son sino una traduc- el conjunto de la descripción predicativa es de orden patético.
ción aproximada de u n c a r á c t e r fenomenológico que puede de- Así, «azules ángelus» p o d r í a parafrasearse (en metalengua) por
finirse ahora con rigor. Es prosaico todo enunciado cuyos tér- algo como «ángelus sé lo que es; pero azules, no sé, algo tran-
minos presenten u n grado de intensidad igual a o p r ó x i m o a quilo, hermoso, p u r o . . . » . Estos t é r m i n o s no son de Osgood.
cero, tal como p o d r í a medirlo el diferencial s e m á n t i c o de Os- Pero traducen mejor —aunque muy toscamente— m i propia
good. intuición poética. Y es que, una vez m á s , la metalengua queda
La poeticidad puede ser definida entonces con el mismo por construir a p a r t i r del análisis del sentido p a t é t i c o en sus
rigor por el c a r á c t e r inverso. Es lenguaje intenso, es decir, constituyentes básicos. Pero, para hacerlo, hay que a d m i t i r ante
m á s o menos p r ó x i m o al grado m á x i m o de intensidad y, en este todo que este sentido existe.
sentido, puede hablarse de los grados de poeticidad del len- Aquí podemos interrogar a la lengua. Hay u n escritor que
guaje p a t é t i c o . La función del mecanismo desviacional halla ha tenido el raro privilegio de ver entrar su nombre en la lengua
entonces su clara definición. La poetización aparece, en efecto, cotidiana. Es Kafka. Pues bien, ¿ q u é quiere decir «kafkiano»?
como simple inversión del proceso de neutralización. A l bloquear E l diccionario («Petit R o b e r t » ) traduce: «Que recuerda la at-
la oposición, la desviación libera a los t é r m i n o s de las fuerzas m ó s f e r a opresiva de las novelas de Kafka». Lo que es perti-
a n t a g ó n i c a s susceptibles de neutralizar sus cargas afectivas nente en esta definición es la palabra «atmósfera», equivalente
originales. La desviación, pues, no es sino u n proceso secunda- exacto de lo que yo he llamado paterna. ¿Qué recuerda el lector
r i o reaccional. E s t á ahí para negar la negación, es decir, impedir cuando ha olvidado el relato y los personajes? Nada sino ese
o dificultar la n e u t r a l i z a c i ó n opositiva. La desviación no crea universo patético, ese sentimiento de extrañeza-del-mundo y de
la poeticidad. La libera solamente del encanto —estructural— sentido-de-perdición que significa la obra de Kafka y que la len-
que la t e n í a cautiva. gua ha sellado con uno de sus vocablos.
Como conclusión de su obra, Osgood se pregunta q u é suce- Quisiera decir ahora unas palabras sobre u n campo que
d e r í a si se pudiera producir en el sujeto una i m p r e s i ó n semán- no es el mismo, pero cuya relación con la poesía es intuitiva-
tica particular (a particular rm ... sm), sin la d e n o t a c i ó n corre- mente evidente. Se trata del campo de los mitos. No puedo
lativa. Y supone que el sujeto en cuestión p o d r í a describir así creer, como Lévi-Strauss, que el mito sea una construcción
su experiencia de u n sentido connotativo puro: «Algo malo, M
lógica «buena para p e n s a r » . E n m i opinión, es probable que
fuerte y activo, pero no sabría decir qué» (Something bad, cada una de las unidades constituyentes del mito tenga una
13
strong and active, but what, I don't know) . Con estas palabras esencia emocional, u n sentido p a t é t i c o , legible solamente para
se describe una especie de caso límite de la pateticidad, el m á s los participantes de la cultura que lo ha engendrado. En los
oscuro y a la vez el m á s intenso, que corresponde quizá a lo cuentos y leyendas integrados en nuestra propia cultura, este
que Valéry llamaba «poesía p u r a » . Pero este caso límite no es sentido puede aparecer. E n los cuentos de Perrault hay un tema
el caso general. La relación de los dos sentidos puede ser de recurrente (Barba-Azul, el ogro, el lobo) que p o d r í a definirse
simple dominancia. E l componente conceptual no queda borra- adecuadamente al modo de Osgood por los rasgos: malvado +
do. Queda sólo dominado —^oscurecido— por el componente activo + poderoso. Este es el n ú c l e o del sentido que e n t r a ñ a
p a t é t i c o . E l locutor sabe entonces de q u é se trata; el sujeto de ^;ada una de estas unidades narrativas. Pero sólo el sentir se
la frase o tema del discurso queda captado n o é t i c a m e n t e , pero apodera de este núcleo. E l m i t o debe comprenderse como el

1 3
The Measurement of Meaning, p á g . 325. 1 4
S e g ú n la e x p r e s i ó n de E . L e a c h , Lévi-Strauss, p á g . 52.
176 El lenguaje de la poesía Neutralización y desneutralización 177
cuento y el cuento como el poema, a p a r t i r de u n mismo tipo Podemos i n t r o d u c i r entonces en la teoría una perspectiva
de sentido, procedente de una misma estructura. diacrónica. Hemos admitido la relación sujeto-predicado como
Sin embargo, entre el modelo de Lévi-Strauss y éste, hay una estructura profunda de la frase gramatical, y la forma verbo-
semejanza a nivel de las funciones respectivas del mito y del nominal como su estructura superficial. Pero podemos pregun-
poema. Para él, el m i t o a t e n ú a las contradicciones; en m i opi- tarnos si debemos admitir, como Chomsky, el c a r á c t e r innato
nión, el poema las suprime. de lo que él llama «basic subject-predicate form». La existencia
de las interjecciones y de las palabras-frase, su anterioridad
* **
en el lenguaje del niño, su r e a p a r i c i ó n en los estados emociona-
les, parecen indicar lo contrario. Si es cierto que la forma
E l modelo establecido sugiere una c o m p a r a c i ó n , que no es, canónica sujeto nominal + predicado verbal implica la restric-
de momento, nada m á s que una c o m p a r a c i ó n . tividad de la p r e d i c a c i ó n y, al mismo tiempo, su neutralización
Sabemos que todo organismo se rige por u n principio llama- afectiva, podemos preguntarnos si esta forma no aparece en
do «homeóstasis», que podemos definir así: una época relativamente t a r d í a del aprendizaje lingüístico. Pa-
P a r a que u n organismo sobreviva, por muchos de los aspectos rece que el n i ñ o percibe el mundo por bloques inanalizables y
de su c o n d i c i ó n fisiológica y q u í m i c a , le es necesario permanecer que su p e r c e p c i ó n totalizada se expresa normalmente por medio
en u n a especie de equilibrio... S i llega a perturbarse uno de estos de esos predicados sin sujeto que son las interjecciones y las
aspectos, u otras condiciones, se ponen en m a r c h a mecanismos que palabras-frase. Y el c a r á c t e r exclamativo de tales palabras parece
tienden a la n e u t r a l i z a c i ó n de esa p e r t u r b a c i ó n y restauran el equi- que prueba, a su vez, el lazo existente entre totalización y
librio... E s t e proceso de r e g u l a c i ó n interna se conoce con el nom- emoción.
1 5
bre de h o m e ó s t a s i s .
Lo que nos interesa es la evolución de la lengua misma.
La analogía con nuestro modelo es sorprendente. Podemos Podemos imaginar —es una hipótesis— que la historia de la
considerar toda unidad lingüística actualizada como un estí- lengua francesa marca una evolución en el sentido de un refor-
m u l o que provoca en el receptor un cambio de estado o ruptura zamiento de la norma canónica. Tres hechos parecen abogar en
de equilibrio, sentido en el nivel consciente como afecto. Por favor de tal hipótesis.
consiguiente, la actualización de la unidad opuesta aparece como E l primero es la universalización del a r t í c u l o determinante.
un proceso de feed-back cuyo efecto es neutralizar (counteract) Como hemos visto, al ganar u n sentido genérico, el artículo no
el cambio de estado. E l principio de negación aparece, pues, ha perdido su sentido específico subyacente. Si el francés, por
como un mecanismo de a u t o r r e g u l a c i ó n destinado a la restaura- consiguiente, ha hecho obligatorio el a r t í c u l o ante el sentido
ción del equilibrio anterior. Podemos considerar entonces la genérico (l'homme para tout homme), ¿acaso no es con el fin
estructura opositiva —y la forma verbo-nominal de la gramati- de reforzar la distinción nombre / adjetivo, y marcar así el
calidad que permite su actualización— como el aspecto lin- nombre como signo de una clase, privilegiando con esto el punto
güístico del principio de h o m e ó s t a s i s , cuya función sería man- de vista de la extensividad?
tener el equilibrio de nuestra visión del mundo, y el correlato E l segundo es la m a n i f e s t a c i ó n a u t ó n o m a de la persona
psicológico de t a l equilibrio sería el estado neutro, p r ó x i m o al (je-chante vs chante). «Este f e n ó m e n o puede interpretarse como
16
cero afectivo, que corresponde a la proseidad del mundo. un deseo francés de atraer la atención sobre el s u j e t o » . Y,

1 5
R . Borger y A. Seaborn, The psychology of learning, p á g . 47. 1 6
P. Guiraud, La Grammaire, p á g . 90.
El lenguaje de la poesía Neutralización y desneutralización 179
178
poético a b a n d o n ó misteriosamente a los hombres de este siglo,
al mismo tiempo, de marcar su restrictividad. Basta acentuar
sólo puede explicarse su deficiencia en este campo por el con-
el pronombre o ponerlo de relieve para hacer que aparezca la
j u n t o de las normas antipoéticas de ese momento cultural.
r e s t r i c c i ó n (c'est moi —» et non pas toi — yo —» y no t ú ) , lo que
P o d r í a n acumularse aquí las citas:
no permite hacer la amalgama del sujeto con el verbo. E l fenó-
meno de énfasis nunca hace sino reforzar un rasgo preexistente. Creo, escribe el abate de Pons, que el arte de los versos es u n
E n je chante hay ya una r e s t r i c c i ó n que está ausente del verbo arte frivolo; que, si los hombres estuvieran de acuerdo en pros-
sin sujeto. cribirlo, no s ó l o no p e r d e r í a m o s nada, sino que g a n a r í a m o s mucho.
E l ú l t i m o de estos hechos es la anteposición del sujeto. Obligados a hablar el lenguaje dictado por l a naturaleza, traduci-
ríamos todos los g é n e r o s a prosa w.
Mientras que, en francés medieval, el sujeto seguía generalmente
17
al verbo , en francés moderno está situado en primera posición.
20

Esta es otra manera de ponerlo de relieve y, por consiguiente, Y, como hemos mostrado , ya el verso de esa época intentaba
de acentuar la restrictividad que implica. acercarse al m á x i m o a la prosa mediante la coincidencia metro-
Del conjunto de estos hechos parece desprenderse una lec- sintaxis.
ción. La evolución de la lengua se ha hecho en favor de la forma Y, en el mismo sentido, la figuralidad, salvo excepciones, se
c a n ó n i c a , es decir, de la proseidad. Es importante, desde este limitaba a la figura de uso. Lo que explica la reacción antifigu-
punto de vista, verificar que la gramaticalidad de esta forma ral del romanticismo. Pero, en realidad, lo que condenaba el
se estableció definitivamente en los siglos llamados «clásicos», romanticismo era solamente un tipo de figura, y no la figura
cuyo rasgo cultural dominante —volveremos a ello— es precisa- en sí, sin la cual no hay poeticidad. De hecho, si la presente
mente la proseidad. teoría es justa, la diacronía lingüística encuentra su razón de
Esto queda atestiguado por muchos aspectos de dicho perío- ser. Era lógico que los dos lenguajes opuestos se establecieran
do. L'Art poétique de Boileau es uno de estos testimonios. No al mismo tiempo. La gramaticalidad como regla explícita de la
sería un sacrilegio rebautizarla. «Art p r o s a ï q u e » es como debería prosa, y su t r a n s g r e s i ó n , o antinorma, como norma oculta de
llamarse. E l célebre aforismo «lo que se concibe bien se enun- la poesía. Y, por consiguiente, podemos suponer que existe un
cia c l a r a m e n t e » une justamente claridad y conceptualidad . 18 lazo í n t i m o y p a r a d ó j i c o entre cordura y g r a m á t i c a . E n la vida,
Pero lo que es indebido es la relación de estos rasgos con la como en el lenguaje, se inscribe un ideal de equilibrio y de
poeticidad. E n este punto, Boileau y M a l l a r m é se oponen dia- neutralidad que el romanticismo q u e r r á subvertir al mismo
metralmente. Y nadie d u d a r í a de que, en el debate, Mallarmé tiempo.
es quien tiene p o é t i c a m e n t e razón. 1 9
Dissertation sur ta poésie ¿pique, p á g . 32.
Por lo d e m á s , otro testimonio es la relativa carencia de » E. L . P., p á g . 62.
poeticidad en los poemas de esa época, y particularmente en
el siglo que se ha llamado «siglo de las luces», con una m e t á f o r a
altamente significativa. A menos que se admita que el género

n «La i n v e r s i ó n del sujeto es el gran hecho que domina l a construc-


/
c i ó n m e d i e v a l » . L . Foulet, Petite Syntaxe de l'ancien français, p á g . 307.
1 8
E l privilegio o n t o l ó g i c o de l a espacialidad en Descartes es t a m b i é n
significativo, al ser l a espacialidad l a c o n d i c i ó n a u t o f e n o m e n o l ó g i c a de
la estructura opositiva.
El texto 181

natural o convencional, pero, si es natural, no por ello es moti-


vada. Sólo la semejanza fundamenta la motivación, y no hay
m á s que dos tipos de signos, los que son motivados por seme-
janza y los que son inmotivados. En este sentido, insistimos en
ello, la relación entre el humo y el fuego, aunque natural, es
arbitraria en la medida en que el humo no se parece al fuego
y no es capaz de significarlo a no ser en v i r t u d de una mera
CAPÍTULO V relación de contigüidad. Si sólo hay motivación en la semejanza,
podemos proponer la siguiente definición de la motivación: es
motivado todo conjunto de elementos a la vez contiguos y seme-
EL T E X T O jantes.
En realidad, si pensamos en ello, la contigüidad es una forma
de la similitud, ya que t é r m i n o s contiguos ocupan la misma
región del espacio y / o del tiempo. La c o n t i g ü i d a d es similitud
E l poema no es u n conjunto aditivo de unidades aisladas. existencial, mientras que lo que llamamos semejanza es simili-
Es u n texto y, como tal, plantea el problema de su propia nece- tud esencial. La motivación constituye entonces la unidad de
sidad. E l análisis ha dado a conocer u n mecanismo de trans- la esencia y la existencia. Su principio puede enunciarse me-
f o r m a c i ó n s e m á n t i c a de cada uno de los t é r m i n o s . Pero, una diante el viejo proverbio:
vez operada esta t r a n s f o r m a c i ó n , los t é r m i n o s entran en rela-
qui se ressemble s'assemble [los que se parecen se juntan];
ción mutua y la cuestión es saber de q u é naturaleza es esta
relación. E n el eje s i n t a g m á t i c o , en el que ahora se halla, el
y, r e c í p r o c a m e n t e , los que se j u n t a n se parecen *. A la pregunta:
análisis d a r á la misma respuesta. Es en la identidad donde se
¿por q u é e s t á n juntas estas cosas? no hay m á s que una res-
basa la necesidad textual. E l texto, como el signo, obedece a la
puesta: porque se parecen. E l problema de la motivación sólo
ley de identidad, y en este sentido podemos decir que es moti-
se le ha planteado hasta ahora a la poética en el eje vertical,
vado. Antes de intentar que se vea en la m o t i v a c i ó n el rasgo
en la relación interna de las dos caras del s i g n o E n el eje
específico de la poeticidad textual, hay que examinar este con-
horizontal, en la relación de los signos entre sí, es como va a
cepto para saber lo que significa en rigor.
ser abordado ahora.
Sabemos que Peirce distinguía tres tipos de signos, según Por consiguiente, si la motivación textual sólo puede hallar
la relación entre el significante y el significado: el símbolo, fundamento en la semejanza, el rasgo pertinente de la diferencia
en que la r e l a c i ó n es convencional; el icono, en que es de seme- p o e s í a / p r o s a reside en el grado de semejanza significativamente
janza, y el indicio, en que es de simple contigüidad. Este aná- m á s elevado en la poesía que en la prosa. E n esto, nuestro pro-
lisis mezcla dos rasgos completamente h e t e r o g é n e o s , la oposición
convencional/natural y la oposición semejante/desemejante. * E l proverbio f r a n c é s «qui se ressemble s ' a s s e m b l e » equivale al
Sólo la segunda distingue lo a r b i t r a r i o de lo motivado. Todo nuestro « D i o s los c r í a y ellos se j u n t a n » , y «qui s'assemble se r e s s e m b l e »
signo está basado en la c o n t i g ü i d a d , ya que significante y signi- p o d r a equivaler a « D i m e con q u i é n andas y te diré q u i é n eres» ( N . de
la T . ) .
ficado sólo pueden constituir u n signo si se dan juntos en la 1
Sobre este problema, v é a s e el claro y riguroso estudio de Gérard
c o n t i g ü i d a d espacio-temporal. Su asociación puede ser de origen Genette en Mimologiques.
182 El lenguaje de la poesía El texto 183
pió análisis coincide con la teoría jakobsoniana de la equivalen- frases dadas por otras frases que el autor h a b r í a podido escribir
cia. Con dos diferencias capitales, sin embargo. La primera se lo m i s m o sin gran d a ñ o para el efecto ( p á g . 1468).
refiere al lugar esencial de la equivalencia, que para nosotros
es el sentido y sólo el sentido. La segunda a t a ñ e a la naturaleza Efectivamente, se puede mantener la isotopía sustituyendo cada
misma de la equivalencia. No es conceptual, sino p a t é t i c a . Si uno de los t é r m i n o s por cualquiera de sus opuestos. La mar-
2
llamamos, como Greimas , «isotopía» al conjunto de las equi- quesa, por la portera; salir, por regresar o quedarse en casa;
6
valencias que aseguran la unidad s e m á n t i c a del texto, podremos las cinco, por las seis o las doce . La isotopía rige lo posible,
llamar «isopatía» al tipo de s i m i l i t u d que rige el texto poético no lo necesario. Por definición, ya que los opuestos presuponen
y constituye su poeticidad. las mismas categorías. La similitud, en este caso, rige solamente
los rasgos presupuestos, no los rasgos puestos. Pero la necesidad
* ** sólo se establece si los rasgos puestos son similares. Pues bien,
por m á s que se e s c u d r i ñ e el sentido del t é r m i n o «marquesa»,
E l concepto de «isotopía» se define como «conjunto redun- no se h a l l a r á en él nada que se asemeje al acto de salir. Entre
dante de categorías s e m á n t i c a s que hace posible la lectura uni- la « m a r q u e s i d a d » y la «salida» no hay n i n g ú n rasgo común, y
3
forme del r e l a t o » . . . . Con esta precisión: «el sintagma que su asociación es contingente. Contingencia a ú n m á s flagrante
r e ú n e dos figuras s é m i c a s puede ser considerado como el con- en lo que se refiere a la notación temporal. ¿ C u á n t o s actos dife-
texto m í n i m o que permite establecer una i s o t o p í a » . A esta 4 rentes h a b r í a podido realizar la marquesa a la misma hora?
definición se ajusta esta frase que, según B r e t ó n , Valéry se Sin duda, en la e c o n o m í a del relato, la salida a las cinco e s t á
negaba a escribir: justificada si la marquesa tiene una cita a las seis. Pero la con-
tingencia queda diferida. ¿Por q u é esa cita a las seis? Y es que
La marquisa sortit á cinq heures [ L a marquesa s a l i ó a las cinco];
no hay nada en la notación temporal que se refiera de algún
modo a la naturaleza de la acción. No hay s i m i l i t u d y, por con-
presupone el rasgo [ -f- animado] p o s e í d o por el sujeto, la mar- siguiente, no hay necesidad. De ahí el sentimiento de gratuidad
quise, y el elemento circunstancial á cinq heures presupone el en el lector y de embarazo en el escritor ante una frase que,
rasgo [ + puntualidad] p o s e í d o por sortir. La frase es isótopa. en sí, no queda justificada por nada. Quizá sea ésta la razón
Es una frase normal, aceptable en cuanto tal para todo lector. por la cual, como dice Robbe-Grillet, «se ha hecho imposible
¿ P o r q u é rechazarla entonces? A esta pregunta, Valéry responde 7
n a r r a r » . A no ser en la forma p a r ó d i c a a la que el héroe de
con la palabra « a r b i t r a r i o » . «No sé, escribe, de d ó n d e me viene Christiane de Rochefort limitaba sus obras completas:
3
este sentimiento tan activo de lo a r b i t r a r i o » . C a r á c t e r de que
nos da el criterio: la sustituibilidad. L a marquesa s a l i ó a las cinco. L a marquesa s a l i ó a las cinco,
la marquesa s a l i ó a las cinco, la marquesa s a l i ó a las cinco, la
Me es casi imposible leer u n a novela sin darme cuenta de que, 8
m a r q u e s a s a l i ó , la marquesa s a l i ó , s a l i ó , l a marquesa, a las c i n c o .
tan pronto como se despierta mi atención activa, sustituyo las

6
2
Sémantique structurale, p â g s . 6<T~sigs. L a frase La marquise sortit à six heures sería motivada a nivel del
3
A. Greimas, « P o u r une t h é o r i e de l ' i n t e r p r é t a t i o n du récit mythique», significante. B a s t a este ejemplo p a r a poner en evidencia la ineficacia de
Communications, 8, p â g . 30. la mera similitud sonora.
7
4
I d . , Sémantique structurale, p â g . 53. Pour un nouveau roman, pág. 13.
8
s « F r a g m e n t s des m é m o i r e s d'un p o è m e » , Œuvres, P l é i a d e , 1, p â g . 1462. Le Repos du guerrier, p á g . 235.
184 El lenguaje de la poesía El texto 185

E l relato h i s t ó r i c o halla su motivación en su supuesta con- tablero del entendimiento, pero que pueden ser esto o aquello»
formidad con la realidad. Motivación externa reservada al dis- (Ibid.). Y a ñ a d e Valéry: «La realidad observable no tiene nada
curso veraz, de la que la literatura está privada por su ficticie- que sea visiblemente necesario», frase que concuerda, sin refe-
dad constitutiva. Es ficticio el discurso que rechaza la perti- rirse a él, con el célebre análisis de Hume en que se encuentra
nencia del criterio verdadero/falso. E l relato h i s t ó r i c o , es verdad, de nuevo la palabra clave: « a r b i t r a r i a » .
basa su verdad en la conformidad con los hechos singulares, Así, en u n a palabra, todo efecto es distinto de su causa, y la pri-
que la novela «realista» sustituye por la «verosimilitud» o con- mera i n v e n c i ó n o concepción que de ella nos hacemos a priori
formidad no con los hechos, sino con las leyes que los rigen. debe ser necesariamente arbitraria. E incluso u n a vez que el efecto
Pero verosimilitud no es necesidad y, desde este punto de vista, se ha sugerido, su c o n j u n c i ó n con la causa debe parecer igualmente
la novela no gana nada p r e t e n d i é n d o l a . Porque la verosimilitud arbitraria; pues siempre hay muchos otros efectos que deben mos-
novelesca no es m á s que una falsa apariencia. trarse a l a r a z ó n t a m b i é n como plenamente coherentes y natura-
les w.
La prueba está en esas verdades generales que el discurso
está obligado a inyectar en el relato. E n la novela clásica, todas
E n esta breve cita, hallamos de nuevo la m e n c i ó n de la arbi-
las acciones de los personajes e s t á n motivadas por entimema.
trariedad (subrayada dos veces por el autor), su criterio (la
Pero la universal que sirve de premisa es siempre y visiblemente
sustitüibilidad) y, por ú l t i m o , su r a z ó n : el efecto y la causa son
verdad ad hoc. Que no teme, a d e m á s , la c o n t r a d i c c i ó n . Así, en
distintos. Y , por ser distintos, su relación sólo puede ser con-
Le Curé de Tours, se enuncia:
tingente.
Como l a naturaleza de las mentes estrechas les lleva a adivinar
Ningún objeto, escribe también Hume, descubre jamás, me-
las minucias, se e n t r e g ó de pronto a muy grandes reflexiones sobre
diante las cualidades que se manifiestan a los sentidos, ni las causas
estos cuatro sucesos imperceptibles p a r a cualquier otro.
que las producen, ni los efectos que surgen de ellas (Ibid.).

Y, cuatro líneas m á s abajo:


Por consiguiente, la relación entre la causa y el efecto no tiene
E l vicario acababa de reconocer, u n poco tarde en verdad, los fundamento, y se basa sólo en la recurrencia de su asociación
signos de una persecución... cuyas malas intenciones sin duda espacio-temporal. A l unirse sin parecerse,
9
h a b r í a n sido adivinadas mucho antes por u n hombre de talento .
anything may produce anything [cualquier cosa puede producir
cualquier c o s a ] .
Así, el vicario, en v i r t u d de dos m á x i m a s inversas, d e b e r í a a la
vez haber adivinado y no haber adivinado. E l discurso sapien-
La magia escapa a este defecto, si para ella lo semejante es lo
cial camufla m a l la arbitrariedad del discurso narrativo.
que produce lo semejante. Sus leyes son entonces motivadas, y
Pero hay que i r m á s lejos y buscar lo inmotivado m á s allá
su ú n i c o defecto es ser falsas.
del lenguaje, en la realidad misma que el lenguaje tiene como
Este análisis del lenguaje narrativo puede aplicarse sin cam-
m i s i ó n contar o describir. Valéry lo h a b í a apuntado: «No puede
bios al discurso descriptivo. Los sofistas, por su parte, rechaza-
ser de otra manera: la vida que -vemos, y la nuestra misma,
ban una frase como «Sócrates es h o m b r e » , porque sería pre-
está tejida de detalles que deben ser, para llenar tal casilla del
ciso o que todos los hombres fueran S ó c r a t e s , o bien que Sócra-
9
V é a s e G . Genette, « V r a i s e m b l a n c e et m o t i v a t i o n » , Communications,
11, p á g . 12. i° Enquête sur l'entendement humain, p á g . 56.
186 El lenguaje de la poesía El texto 187
tes no fuera S ó c r a t e s . Crítica que se basa en la i n t e r p r e t a c i ó n de lo mismo, que abandonarlo. E n favor de la relación, la única
de la c ó p u l a como identidad. Si «es» significa solamente «tener capaz de anclar la identidad en el ser. Si a, b, c, d son cualidades,
la propiedad de...», la c o n t r a d i c c i ó n queda suprimida, pero la y como tales irreductibles, a p a r t i r de la diferencia:
arbitrariedad persiste. Afirmar que «la cera es amarilla» equivale
a # b c 5¿ d,
a decir que este color es contiguo a las otras propiedades de la
cera. Contigüidad inmotivada, ya que no hay ninguna semejanza
que una estas propiedades entre sí. Relación contingente por podemos recobrar la identidad, al obtener:
tanto, demostrada por la posibilidad que tiene la cera de cam- R (a, b) = R (c, d).
biar de color sin dejar de ser cera. Así, de la misma manera que
el devenir, el ser no es motivado. La arbitrariedad es, por con- E l materialismo antiguo fue desde su origen una filosofía
siguiente, la única regla a la que se somete la naturaleza. Nace anticualitativa. «Lo dulce y lo amargo, lo caliente y lo frío, el
del azar y su falsa necesidad sólo se basa en regularidades a color, no son sino opiniones; no hay nada verdadero salvo los
su vez aleatorias. Y por esto el discurso ordinario, que se limita á t o m o s y el vacío», decía D e m ó c r i t o . Se distinguen así dos
en su función informacional a reproducir sus rasgos, está con- partes en la experiencia. Lo cualitativo, que se remite a la sub-
denado t a m b i é n a la inmotivación. jetividad. Y lo no cualitativo, á t o m o s y vacío, sustancia descuali-
ficada, la única asignada a lo real. Sin embargo, subsiste una
Jamáis un coup de des... [ N u n c a un golpe de suerte...].
diferencia formal entre á t o m o s que desaparece con la extensión
cartesiana, hipóstasis de meras relaciones cuantitativas. Esta
A esta inmotivación de la realidad, la cultura occidental ha tentativa de «descualificación» la hallamos claramente expresa-
opuesto una doble réplica. La del arte, o al menos de cierta ten- da en los escritos de la ciencia naciente del siglo x v n . «Se equi-
dencia del arte ligada a la modernidad. Romper con la mimesis vocaría quien dijera que las cosas reales son grandes o peque-
y crear el objeto absoluto, regido solamente por las leyes de su ñas. En esta proposición no hay verdad n i error. Tampoco hay
propia necesidad formal. Y, paralelamente, la de la literatura. verdad ni error en la afirmación de que las cosas e s t á n cerca
Arrancar el lenguaje de su función representativa y remotivarlo, o lejos; esta i n d e t e r m i n a c i ó n hace que las mismas cosas puedan
ya sea sviprimiendo el significado (letrismo), o generándolo a llamarse muy p r ó x i m a s o m u y lejanas, m u y grandes o muy
p a r t i r del significante (pragmatismo). E l formalismo en arte p e q u e ñ a s ; que las m á s p r ó x i m a s puedan llamarse lejanas, y las
responde a esta t e n t a c i ó n de abandono de un contenido de suyo m á s lejanas, p r ó x i m a s ; que las m á s grandes puedan llamarse
inmotivable en favor de una forma motivada. p e q u e ñ a s , y las m á s p e q u e ñ a s , grandes», escribe Galileo (Saggia-
E l segundo tipo de réplica aparece en los albores de la filo- tore). E l positivismo, desde este punto de vista, parece mante-
sofía occidental. La ciencia sigue fiel al proyecto m i m é t i c o , pero nerse en la línea de la inspiración galileana. Abandonar la causa
b u s c a r á la identidad m á s allá de la diversidad de la apariencia. en favor de la ley es promover la mera relación al rango de
Es la cualidad, por su esencia misma, la que castiga al ser con absoluto noético.
la m a l d i c i ó n diferencial. Describir las cosas como rojas o azu- Ya sabemos a q u é paradoja epistemológica ha llegado la
les, calientes o frías, r á p i d a s o lestas, etc., es condenarlas a la ciencia por tal concepción. «Explicar es identificar», escribe
alteridad. No hay nada en la cualidad, al parecer, a lo que pueda u
E. Meyerson . La lógica de la identidad rige el proceder cien-
aferrarse la semejanza. Lo cualitativo es por esencia radical-
mente distinto. Y no hay m á s remedio, para obedecer a la lógica
11 Identité et Réalité, p á g . 96.
188 El lenguaje de la poesía El texto 189

tífico del mismo modo que el de la magia. Lo semejante produce allá, sino m á s a c á de lo real. Por lo menos, de esa mezcla de lo
lo semejante, con la diferencia de que, para la ciencia, la simi- dado y lo construido, de lo irreflexivo y lo reflexivo que nos
l i t u d ya no es cualitativa, sino cuantitativa. Una expresión como ofrece la p e r c e p c i ó n y que llamamos realidad. La vuelta al
2
la e c u a c i ó n einsteniana: E = MC sólo es posible si los t é r m i n o s f e n ó m e n o , como hemos dicho ya, es el procedimiento constitu-
correspondientes, energía y masa, son vaciados de los compo- tivo de la descripción poética. E n las significaciones p a t é t i c a s
nentes cualitativos que constituyen su sentido lingüístico. La que ofrece la apariencia inmediata de las cosas, encuentra el
identificación o x i m ó r i c a de la energía y de la masa implica la principio de su motivación.
e l i m i n a c i ó n de la oposición d i n á m i c o / e s t á t i c o que constituye Entre los signos asociados en la contigüidad textual, hay
la diferencia. La a n o m a l í a queda reducida aquí no por un cam- tres tipos de similitud: del significante, del significado, del
bio de sentido, sino por u n vaciado s e m á n t i c o total. Los prin- signo. Los analizaremos sucesivamente.
cipios de c o n s e r v a c i ó n de materia o de energía a los que Meyer-
son, en su rechazo del positivismo, concede un privilegio onto-
lógico reducen la realidad a entidades vacías. Y , al mismo tiem- 1) El significante:
po que la cualidad, queda excluida, por definición, la tempora- La recurrencia puede afectar al conjunto de los rasgos fóni-
lidad. La ciencia ya no puede dar cuenta del devenir. Como a cos, pertinentes o no pertinentes. Hablaremos de homofonía
la novela, se le ha hecho imposible narrar. en el p r i m e r caso, donde la s i m i l i t u d a c t ú a entre fonemas; de
Aparece entonces, con la ciencia, el grado absoluto de nega- prosodia, en el segundo, donde afecta a las sílabas, semejantes
ción, u n paso al límite a p a r t i r de la negación relativa propia por el n ú m e r o o por la d i s t r i b u c i ó n acentual. T a m b i é n podemos
del lenguaje e m p í r i c o . De la fórmula a t r i b u i r al significante las equivalencias sintácticas, morfológi-
cas o posicionales, a las que Jakobson ha otorgado un papel
U = P + P',
predominante.

en que el universo del discurso admite dos opuestos que se En el discurso ordinario es inevitable cierta tasa de redun-
neutralizan r e c í p r o c a m e n t e pero permanecen como cualidades dancia fonemática. Pero hay una regla no escrita que proscribe
distintas, pasamos a u n mundo en que la estructura opositiva las similitudes demasiado grandes. Hasta tal punto que, cuando
queda abolida, según la f ó r m u l a : se trata incluso de u n mismo significado, la regla prescribe la
N sinonimia o la perífrasis. Si se ha dicho «Racine», hay que decir
U ,t P + P'. d e s p u é s «el autor de Fedra». E n poesía, por el contrario, la
s i m i l i t u d fónica es la regla. Es el rasgo definicional único de la
E l proceso de n e u t r a l i z a c i ó n es entonces superfluo, ya que lo versificación. Tenemos un ejemplo límite en este dístico holorri-
real es neutro de suyo, cualitativamente vacío y p a t é t i c a m e n t e mo de la escuela parnasiana:
nulo.
Dans ees meubtes laques, rideaux et dais moroses
* * * Danse, aimé, bleu laquais, ris d'oser des mots roses *.

/—
Hay otra respuesta posible al desafío de la alteridad. Y es
* L o s dos versos suenan casi exactamente igual, pero su significado
la poesía. Como la ciencia, se mantiene dentro de la mimesis. literal sería: E n estos muebles lacados, cortinas y doseles morosos /
Pero, al contrario que la ciencia, busca la semejanza no m á s Danza, amado, azul lacayo, ríete de atreverte a palabras rosas ( N . de la T . ) .
El texto 191
190 El lenguaje de la poesía
u

Pero el verso regular no es m á s que una forma débil de esta gundo punto de vista es el que se ha adoptado a q u í . Y pode-
identidad fónica total, que sigue siendo el polo hacia el que mos incluso i r m á s lejos y pretender que la r i m a misma cons-
tiende profundamente la poesía. ¿ C ó m o explicar esta tendencia, tituye una equivalencia s e m á n t i c a específica. Como en esas
de la que se ha apartado el poema c o n t e m p o r á n e o , pero que palabras-rima del soneto del Cisne de M a l l a r m é : ivre, délivre,
fue durante mucho tiempo la norma del poema en todas las vivre [ebrio, libera, v i v i r ] , entre las cuales existe la analogía
lenguas? p a t é t i c a en la que el análisis, como vamos a decir ahora, halla
la clave de la textualidad poética. Como si sólo pudiera vivir
Su papel en el proceso de negación de la negación se ha
aquel a quien libera la embriaguez, verdad ya p o é t i c a m e n t e
analizado m á s arriba. Pero, como ya hemos dicho, en el eje
expresada, por ejemplo en Le Bateau ivre.
s i n t a g m á t i c o es donde el verso d e s e m p e ñ a su papel principal.
Como imagen icónica del significado.
Su función esencial es efectivamente ésta. E n su relación 2) El significado:
d i a g r a m á t i c a con el significado, según la f ó r m u l a :
A la homonimia del significante responde la sinonimia del
(Se, = Se )
2 (SO[ = S o ) .
2 significado. Estamos aquí en el punto crucial del análisis. E l
texto poético es una larga sinonimia patética.
Esto es lo que Saussure llamaba «motivación relativa». Con el Una frase cuyo sujeto es repetido s e m á n t i c a m e n t e por el
verso, este tipo de motivación se extiende a la totalidad textual. predicado es una definición. Constituye una expresión meta-
E l significante a c t ú a como el «análogon» del significado. E l lingüística. A nivel lingüístico, es una tautología. La frase
«versus» o r e p e t i c i ó n fónica remite a la equivalencia semántica.
Los solteros no están casados
En el lenguaje, todo es sentido. La identidad fónica significa,
pero no de manera a u t ó n o m a . Remite a su vez al sentido, seña-
e s t á proscrita por estar desprovista de toda informatividad. Y
lando la obediencia de éste al principio de identidad. Y por
lo mismo sucede con las verdades «demasiado evidentes para
eso, privado de identidad semántica, el verso, c o n f o r m á n d o s e
ser dichas», como «él se acuerda de su n o m b r e » o «tiene cinco
perfectamente a sus normas, resulta p o é t i c a m e n t e ineficaz. Así 14
dedos en la mano derecha» . O bien con esas expresiones en
ocurre con las «aleluyas». Y por eso, t a m b i é n , la poesía puede
que se repite solamente una parte del significado, como «salir
prescindir de estas normas. Pero cuando la identidad existe en
afuera», condenadas tradicionalmente por la g r a m á t i c a con el
los dos niveles, provoca ese sentimiento de perfecto logro poé-
nombre de «pleonasmos». E n p o e s í a sucede lo contrario, y pode-
tico, del que todavía siente nostalgia el poema desversificado
mos describirla en ú l t i m a instancia como puro lenguaje tauto-
de hoy.
lógico. Es lo que va a intentar mostrar ahora nuestro análisis,
Edgar Poe decía: «El verso tiene como origen el placer que yendo de lo sencillo a lo complejo, del sintagma binario al texto
12
el hombre encuentra en la i g u a l d a d » . Debemos creer lo que entero. Pero previamente hay que tomar ciertas precauciones.
dicen los poetas al hablar de poesía. Pero h a b r í a que pregun-
tarse si dicha igualdad es fuente de placer a u t ó n o m a o si su 1 J
V o n Schubert escribe: « E l ritmo p o é t i c o por sí mismo d e s e m p e ñ a
efecto estético no e s t a r á subordinado a esa igualdad profunda, un papel de encantamiento m á g i c o , suscita u n a euforia reveladora de
de nivel s e m á n t i c o , de la que ella es el significante. Este se- cierta a r m o n í a que se h a despertado, de u n a correspondencia m á s profunda
que ha sido restablecida entre nosotros mismos y el universo del que for-
mamos parte». Citado por A. B é g u i n , L'Ame romantique et le réve, p á g . 110.
1 4

i 2
Op. cit., p á g . 95. J . Searle, Op. cit., p á g s . 193 sigs.
192 El lenguaje de la poesía El texto 193
Y, ante todo, repetir que, a falta de u n instrumento de veri- la «feminidad». H a b r á que encontrar, en cualquier caso, tér-
ficación, el análisis no puede evitar cierta arbitrariedad. Puesto minos aplicables al paterna correspondiente. Recordemos que
que el diferencial de Osgood es insuficiente para dar validez lo importante a q u í es menos la a d e c u a c i ó n de estos t é r m i n o s
a las equivalencias, h a b r á que acudir a la intuición del analista. que la realidad de su recurrencia, p o r la que el paterna se
Lo cual no e s t á exento de peligro, sobre todo cuando pretende, constituye en isopatía.
como en este caso, tratar el texto como una especie de objeto
A esta i s o p a t í a o equivalencia p a t é t i c a de los t é r m i n o s aso-
a u t ó n o m o , sin referencia alguna al contexto. La poética, en
ciados puede d á r s e l e el nombre que le confirió Baudelaire:
efecto, debe responder al desafío provocado por la lectura. Un «correspondencia». Pero, en el célebre soneto que lleva este
texto puede estar p o é t i c a m e n t e consumado sin que el lector nombre, sólo se pone en p r á c t i c a u n tipo de correspondencia.
sepa nada n i del autor n i siquiera de los otros textos del mismo En psicología se conoce con el nombre de «sinestesia», y designa
autor, aun cuando fuesen elementos de una misma obra. La la s i m i l i t u d a la vez natural y directa de las cualidades sensi-
poeticidad, por lo tanto, tiene que ser inmanente al texto estu- bles:
diado, incluso si este texto se reduce a un fragmento, en la
II est des parfums frais comme des chairs d'enfants,
medida en que, como demuestra la experiencia, este fragmento,
Doux comme les hautbois, verts comme les prairies.
verso o estrofa, agrada por sí mismo. Todo lo que el análisis
[Hay perfumes tan frescos como carne de n i ñ o s ,
exige del lector de u n poema es, pues, el conocimiento de la
Suaves como los oboes, verdes como p r a d e r a s ] .
lengua en que está escrito el poema. Pero conviniendo en que
el sentido de las palabras de la lengua no es su definición, sino
Pues bien, en esta forma, hay sin duda pocos ejemplos poéticos
el conjunto de los caracteres o propiedades que el lector sin
de sinestesia pura. A no ser, quizá, en el eje vertical de la rela-
cultura atribuye a las cosas designadas por esas palabras. A
ción sonido-sentido. Pero en el nivel del significado, en el que
este precio puede inscribirse efectivamente en la lectura el
;
se sitúa ahora el análisis, tal relación constituye la excepción.
cerramiento del texto. E l cerramiento se considera actualmente
Las identidades sonidos-colores que afirma Rimbaud en Voyelles
como u n rasgo definicional de la literariedad. Hay que darse
e s t á n probablemente influidas por asociaciones personales. Es
cuenta de lo que implica: el texto sólo remite a sí mismo y se
preciso recordar a q u í las conclusiones del análisis de la signi-
revela en cuanto tal como independiente de todo contexto.
ficación poética. E s t á fundada en valores que son naturales
Es preciso t a m b i é n reafirmar que el sentido del texto es —directos o indirectos—, culturales y personales. Sólo las aso-
inagotable y que el análisis que vamos a hacer no aspira de ciaciones naturales directas constituyen la sinestesia propia-
n i n g ú n modo a la exhaustividad. E l fin que persigue no es la mente dicha. Pues bien, para volver a tomar desde el principio
p r o d u c c i ó n de u n equivalente m e t a l i n g ü í s t i c o de la totalidad nuestro ejemplo canónico, azules ángelus ya no es una sines-
del sentido. Es sólo dar validez a una hipótesis sobre este sen- tesia.
tido, según la cual el texto halla su unidad en la r e i t e r a c i ó n de Existe, a primera vista, una equivalencia entre puras cuali-
unidades s e m á n t i c a s de cierto tipo. A estas unidades, claro está, dades sensibles, sonido por una parte y color por otra. Pero el
hay que darles un nombre. Y esto constituye una nueva dificul- sonido es el del ángelus, y con este t é r m i n o se sumerge en la
tad para el análisis. Porque los t é r m i n o s de la metalengua están significación toda una red de metonimias culturales. E l ángelus
tomados de la lengua-objeto, que no dispone necesariamente no es sólo u n sonido de campana. Es t a m b i é n plegaria de de-
de los t é r m i n o s requeridos. Pero el análisis no puede limitarse voción mariana. Y, con la Virgen M a r í a , entra en juego todo
a decir, como desearía, que azul significa la «azulidad», o mujer un conjunto de valores p a t é t i c o s ligados al contexto cultural
322.-7
194 El lenguaje de la poesía El texto 195

cristiano, con sus dos dominantes, 1) divinidad, 2) virginidad. De los dos caracteres asociados a la plegaria mariana, divi-
E l nombrar este conjunto con un t é r m i n o de la metalengua es nidad y virginidad, el primero es preponderante. Puesto que
p r o b l e m á t i c o . Lo es menos la recurrencia de estos valores en sólo es pertinente el nivel de la lectura, hay que tener en cuenta
el predicado: azules. el hecho de que el lector medio puede saber que se trata de
Hay u n hecho cierto. La divinidad se asocia en nuestra cul- una o r a c i ó n ignorando que está dirigida a María. Este segundo
tura, como en muchas otras, con el t é r m i n o cielo, que está, a rasgo, no obstante, halla su correlación en la pureza del azul,
su vez, indisolublemente ligado al t é r m i n o azul. Con este juego puesto que el cielo está limpio cuando está azul.
de asociaciones, el azul se anuncia como color de la divinidad. Por ú l t i m o , se a ñ a d e n al significado componentes personales.
Color t a m b i é n de los ángeles, cuya huella p a r a g r a m á t i c a lleva El análisis t e m á t i c o ha señalado que, en M a l l a r m é :
el (ángel)us. Hugo decía ya: E x i s t e u n a e n s o ñ a c i ó n vivida del azul, portadora de valores de
origen, de delicadeza a é r e a , de fragilidad, de virginidad 1«.
L'ombre était nuptiale, auguste et solennelle.
Les anges y volaient sans doute obscurément,
Car on voyait passer dans la nuit par moment Pero tales valores, aunque se inscriben en la línea de la isopatía
Quelque chose de bleu qui paraissait une aile *. libre, resultan idiolectales y sólo pueden actualizarse en la lec-
tura al nivel de la obra entera. Ahora bien, al lector le es posi-
Pero existe t a m b i é n u n valor natural directo vinculado al color. ble captar intuitivamente la correspondencia fuera de todo
E l azul es la paz, es la tranquilidad. Identidad que refuerza la contexto. Y esto es lo que hace de este simple sintagma u n
n

relación natural indirecta entre este color y la calma del mar texto poético consumado .
y del cielo. Hallamos su m a n i f e s t a c i ó n en V e r l a i n e : 15
Si este análisis p a t é t i c o del color azul es válido, se hace
posible intentar la explicación de este verso de Eluard, aparente-
Le ciel est par-dessus le toit mente provocador:
Si bleu, si calme
La terre est bleue comme une orange
[ E l cielo e s t á por encima del tejado
[ L a tierra es azul como u n a n a r a n j a ] ,
tan azul, t a n tranquilo].

cuya «verdad» queda atestiguada por el verso siguiente:


Y la plegaria, a su vez, asume el mismo valor fundamental. N

Es el momento de la paz interior, en la medida en que no es Jamáis une erreur les mots ne mentent pas
petición sino recogimiento y consentimiento. Con relación a esto, [Nunca u n error las palabras no mienten].
es significativo que la misma a t m ó s f e r a de paz y de recogimiento
se desprenda del cuadro de Millet: el Angelus. 1 6
J.-P. R i c h a r d , L'Univers imaginaire de Mallarmé, p á g . 45. S e ñ a l e m o s
de pasada que el a n á l i s i s se h a l l a en la necesidad de recurrir, para desig-
n a r el valor p a t é t i c o del azul, a u n a u n i ó n h e t e r ó c l i t a de t é r m i n o s de l a
* L a s o m b r a era nupcial, augusta y solemne. / L o s á n g e l e s en ella
lengua.
volaban sin duda oscuramente, / Pues se v e í a p a s a r en l a noche de vez 1 7
U n p e q u e ñ o experimento realizado con estudiantes muestra que l a
en cuando / Algo azul que p a r e c í a una Ufa.
a s o c i a c i ó n / e n t r e á n g e l u s y uno de los cuatro colores, negro, azul, amarillo
1 5
S i n que, por supuesto, estas correlaciones que dan validez al aná- y rojo se da, en l a gran m a y o r í a de los sujetos sometidos a l experimento,
lisis sean necesarias p a r a que el lector capte las relaciones p a t e m á t i c a s en favor del azul. L o s mismos sujetos asocian el t a ñ i d o f ú n e b r e con el
que se dan en el texto. negro, y el rebato, con el r o j o .
196 El lenguaje de la poesía
El texto 197
¿ E n q u é medida podemos admitir que este verso no expresa Y , para u n s o ñ a d o r de palabras, ¡qué tranquilidad hay en la
n i error n i mentira? palabra redondo! ¡Qué apaciblemente redondea la boca, los labios,
E l texto presenta dos adjetivos no pertinentes: la tierra el ser del soplo!
azul y la naranja azul. Pasemos por alto la tierra. Pero ¿y la
naranja? Es el fruto que ha dado su nombre al color, y este Y m á s arriba:
origen queda reafirmado por el papel de comparante que se
Y en un paisaje redondeado, todo parece descansar. E l ser re-
atribuye al fruto. E n cuanto tal se convierte en el arquetipo 19
dondo propaga su redondez, propaga la calma de su r e d o n d e z .
de u n color que no es el suyo. ¿Cómo reducir este alto grado
de a n o m a l í a ? ¿ H a y que ver en él una simple significación Indi-
Esta asociación encuentra, por último, la g a r a n t í a de Kandinsky.
ca, o la d e s c r i p c i ó n fiel de algo superreal, que se divertiría
Se sabe que para él formas y colores estaban ligados en una
cambiando los colores de lo real, o incluso la de una visión
especie de unidad «espiritual». Pues bien, Kandinsky asocia el
onírica en que el hecho de poner un color en lugar de su com-
t r i á n g u l o con el amarillo, el cuadrado con el rojo y el círculo
plementario c o b r a r í a valor de símbolo? Hay otra explicación
con el azul. Si Kandinsky está en lo cierto, es p a t é t i c a m e n t e
posible.
necesario que la naranja sea azul. La frase halla entonces su
Los rasgos perceptivos dominantes de la naranja son el sabor,
motivación. E n una necesidad que ia naturaleza no ha respeta-
la forma y el color. La forma redonda queda reimplantada por
do. Pero la naturaleza a veces comete errores. La frase, en este
la alusión evidente al cliché aprendido en la escuela: la tierra
18
punto, no es e m p í r i c a m e n t e cierta. Pero lo es en nombre de
es redonda como una naranja , mientras que el color es refor-
una ley p a t é t i c a respetada por ella en su conjunto. Así lo dice
zado por el predicado azul. Queda por encontrar una corres-
Merleau-Ponty.
pondencia entre estos dos rasgos. Ahora bien, la redondez es
una forma ligada a u n sentimiento de relajación y de descanso, C é z a n n e d e c í a que u n cuadro contiene en sí mismo hasta el olor
como prueba el sentido figurado del t é r m i n o «rondeur» (tran- del paisaje. Q u e r í a decir que la avenencia del color con la cosa...
quilidad). Valor que reconocen estos versos de Rilke: significa por sí m i s m a todas las respuestas que daría a la interroga-
c i ó n de los otros sentidos, que una cosa no t e n d r í a ese color si
...Ce rond cri d'oiseau no tuviese t a m b i é n esa forma, esas propiedades t á c t i l e s , esa sono-
Repose dans Vinstant qui ¡'engendre ridad, ese olor, y que la cosa es la plenitud absoluta que proyecta
Grand comme un del sur la forét janee ante sí m i s m a m i existencia indivisa... Por ejemplo, la fragilidad,
Tout vient docilement se ranger dans ce cri la rigidez, la transparencia y el sonido cristalino de un vaso tra-
2 0
Tout le paysage y vient s'y reposer *. ducen una sola manera de s e r .

Y Bachelard, comentando estos versos en un texto titulado Si esto es cierto, hay que decir que la naranja ha malogrado su
«Phénoménologie du rond» escribe: existencia poética, mientras que el vaso ha conseguido la suya.
Es tarea del poeta, en el primer caso, restablecer la naturaleza
1 3
Sobre el papel del c l i c h é , v é a s e Riffaterre: « F o n c t i o n du c l i c h é dans y describirla tal como d e b e r í a haber sido para seguir conforme
la prose littéraire». Essais de stylistique structurale, p á g . 161.
con su propia esencia. La naranja es azul porque la azulidad
*Este redondo grito de ave / Reposa erT~el instante que lo engendra /
Grande como u n cielo sobre el bosque marchito / Todo viene dócilmente está p a t é t i c a m e n t e conforme con su forma y con su sabor. Y,
a ordenarse en este grito / Todo el paisaje viene a reposar en él.
1 9
Poétique de l'espace, p á g . 213.
Phénoménologie de la perception, p á g . 368.
El texto 199
198 El lenguaje de la poesía

entonces, el verso alcanza su verdad. Dice que la tierra es dulce, Y hay muchos casos en que la palabra no tiene ninguna
necesidad de deformar la realidad, sino tan sólo de decirla t a l
tranquila y sabrosa, como los frutos que contiene, en v i r t u d
como es. Cocteau decía de E d i t h Piaf:
de la ley mágico-poética que quiere que lo semejante produzca
lo semejante. La realidad no ignora la contingencia; lo prueba
Sa voix de velours noir
su variabilidad. La poesía sólo conoce la necesidad, y por ello
[Su voz de terciopelo negro].
es la imagen verbal de la eternidad.
Nuestro segundo ejemplo canónico, cabellos de oro, procede
No podemos evitar el sentirnos impresionados por la exacta
a su vez de una correspondencia naturo-cultural. S e ñ a l e m o s
correspondencia del predicado con el sujeto. Otro p e q u e ñ o ex-
ante todo que la expresión se aplica p o é t i c a m e n t e sólo a la
perimento que sólo tiene valor de indicio. A l pedirles que eli-
mujer, cuya cabellera es la s i n é c d o q u e e m b l e m á t i c a . Es la mujer
gieran, entre diez cantantes célebres, aquella a la que se apli-
la que es de color de oro, porque, en lo imaginario occidental,
caba esta descripción, una gran m a y o r í a de los estudiantes
toda mujer es rubia. Así, la rubia Isolda, o las vírgenes de
interrogados c o n t e s t ó correctamente. En segundo lugar estaba
Botticelli, o la mujer cantada por Musset:
la Callas, y en este caso tampoco pueden tacharse las respuestas
Nous allons chanter à la ronde de mentirosas o de e r r ó n e a s .
Si vous voulez E l análisis puede abordar ahora una secuencia m á s com-
Que je l'adore et qu'elle est blonde pleja. Dos versos, los dos ú l t i m o s de la estrofa inicial del Bateau
Comme les blés *. ivre:

O la que recuerda Nerval: Comme je descendáis des Fleuves impassibles


Je ne me sentís plus guidé par les haleurs:
Puis une dame à sa haute jenêtre Des Peaux-Rouges criarás les avaient pris pour cibles
Blonde aux yeux noirs en ses habits anciens Les ayant cloués ñus aux poteaux de couleurs *.
Que dans une autre existence peut-être
J'ai déjà vue et dont je me souviens **.
E l t é r m i n o elegido para designar la isopatía manifestada por
A l color, el oro a ñ a d e resplandor, belleza y permanencia. Rasgos estos dos versos será el de «violencia». Es inmediatamente su-
que sólo tiene la mujer en el s o ñ a r del hombre. S o ñ a r que no gerido por el referente o el suceso narrado: el asesinato de la
puede separarse de la ilusión por él desvelada. Un arquetipo, t r i p u l a c i ó n por unos indios. Pues bien, entre este referente y
una imagen p l a t ó n i c a de la feminidad m á s real que las mujeres los significados se establece una correspondencia, homologable
reales. Quizá es éste el momento de hablar de superrealidad, en tres registros sensoriales diferentes:
pero sin prejuzgar su valor ontológico, sólo como h i p ó s t a s i s del 1) óptica: manifestada explícitamente por el t é r m i n o final
deseo humano. Y precisando que esta superrealidad no es lo colores y por el t é r m i n o inicial Pieles Rojas. Este t é r m i n o es u n
contrario de la realidad. Sino solamente la realidad misma alza- sintagma lexicalizado que designa a los indios de América por
da hasta su propia esencialidad p a t é t i c a . s i n é c d o q u e a p a r t i r del color —supuesto— de su piel. E l rojo
A -
* V a m o s a cantar en corro / si q u e r é i s / que l a adoro y que es rubia
* Cuando b a j a b a de los R í o s impasibles / Y a no me s e n t í guiado por
/ como los trigos. los sirgadores: / Pieles R o j a s chillones los h a b í a n puesto como dianas /
** Luego u n a d a m a en su alta ventana / R u b i a de ojos negros con C l a v á n d o l o s desnudos a los postes de colores.
sus ropas antiguas / Que en otra existencia quizá / y a v i y que recuerdo.
200 El lenguaje de la poesía El texto 201
queda reimplantado en el predicado «chillones» a p a r t i r del el rasgo redundante de este texto, que puede ser considerado,
cliché «color chillón». Por ú l t i m o , el mismo color se halla refe- por ello, como el poema de la poesía.
rencialmente implicado en la secuencia de los acontecimientos
en que figuran las víctimas ensangrentadas por las flechas y
* * *
los clavos. Así, pues, se puede homologar una triple ocurrencia
del rasgo rojo, que es, como se r e c o r d a r á , «concreción de vio-
lencia»; E l análisis se dispone ahora a meterse en el poema entero
2) a c ú s t i c a : los Pieles Rojas son en realidad el pueblo del para mostrar su unidad isopática. La repetitividad como rasgo
silencio. Pero aquí se les llama «chillones», lo cual coincide pertinente de la textualidad poética no es una idea nueva. E s t á
ya en la teoría jakobsoniana de la equivalencia, y su discípulo
con nuestra imagen estereotipada de los indios bailando la
m á s brillante ha podido demostrar que u n poema de Louise
danza de la cabellera, estereotipo transmitido a Rimbaud por
Labe era repetición incansable de la p r o p o s i c i ó n : Je t'aime.
las obras de Fenimore Cooper y de Mayne Reid, y a nuestra
Queda por interpretar esta p r o p o s i c i ó n misma. La unidad repe-
generación por los westerns. E l grito es el significante de la
tida ¿es de orden conceptual o patético? Sabemos que es en
violencia, y este sonido estridente y desgarrador se repite en
esta segunda solución donde se ha detenido la teoría. E l poema
el silbido de las flechas y en los martillazos sobre los clavos. entero es u n ejemplo de sinonimia patética, r e i t e r a c i ó n discur-
Tenemos de nuevo, por tanto, una triple ocurrencia de u n tono siva de un mismo paterna, como vamos a intentar mostrar
violento; ahora.
3) t á c t i l : los rasgos «duro» y «puntiagudo», asociados me-
t o n í m i c a m e n t e a la violencia, quedan atestiguados t a m b i é n aquí E l texto elegido es el ú l t i m o de los cuatro Spleen de Bau-
delaire:
tres veces, en las flechas, los clavos y los postes. E n total, tres
ocurrencias de tres significantes diferentes del paterna «violen- Quand le ciel bas et lourd pèse comme un couvercle
cia». Sur l'esprit gémissant en proie aux longs ennuis,
Una i n t e r p r e t a c i ó n tradicional nos diría que este poema fue Et que de l'horizon embrassant tout le cercle
escrito en la é p o c a de la guerra del 70, de la que Rimbaud fue Il nous verse un jour noir plus triste que les nuits;

testigo indignado. Esta violencia da entonces la motivación de


Quand la terre est changée en un cachot humide,
partida para los espacios de la navegación onírica. E l poeta, Où l'Espérance, comme une chauve-souris,
cansado de la violencia del viejo mundo, rompe las amarras; S'en va battant les murs de son aile timide
liberado de las normas y valores que simbolizan los sirgadores, \ Et se cognant la tête à des plafonds pourris;
parte hacia u n mundo nuevo. Pero, independientemente de toda
referencia biográfica, el poema cuenta la aventura de un Yo, Quand la pluie étalant ses immenses traînées
D'une vaste prison imite les barreaux,
que, harto del universo cotidiano, opta por viajar por los «ex-
| Et qu'un peuple muet d'infâmes araignées
t r a ñ o s espacios» dé u n mundo radicalmente distinto. De una
Vient tendre ses filets au fond de nos cerveaux,
alteridad que no es ontológica. Se trata sólo de otra experiencia
a la que accede la conciencia embriagada. Experiencia caracte- / Des cloches tout à coup sautent avec furie
rizada por el grado alto de su propia intensidad. Esto es lo que Et lancent vers le ciel un affreux hurlement,
el poeta l l a m a r á «voyance» (videncia), la visión «exaltada» de Ainsi que des esprits errants et sans patrie
las cosas, el punto p a r o x í s t i c o de la sensación, y en esto reside Qui se mettent à geindre opiniâtrement.

WUP-JJ,:L»L.it- ..,. ,aAWMl-U>'.


J ;
El texto 203
202 El lenguaje de la poesía
naba en aquella época un tipo de experiencia disfórica, «una
Et de longs corbillards, sans tambours, ni musique,
melancolía pasajera, sin causa aparente, caracterizada por la
Défilent lentement dans mon âme; l'Espoir,
Vaincu, pleure, et l'Angoisse atroce, despotique,
falta de i n t e r é s por todo», dice el diccionario. Así, pues, q u e d a r í a
Sur mon crâne incliné plante son drapeau noir *. por localizar la manifestación redundante de este rasgo a lo
largo de todo el texto. Sin embargo, tal isopatía es demasiado
La relación analógica se produce en tres niveles: general para resultar interesante.
1) fónico: cinco estrofas de cuatro alejandrinos regulares, Procede de la dimensión «valor» en el espacio s e m á n t i c o de
doce sílabas y cuatro acentos, dos fijos y dos m ó v i l e s . La re- 21 Osgood, de la que sabemos que e s t á presente en todos los textos
dundancia fónica queda reforzada por la abundancia de vocales no didácticos. Sería fácilmente localizable al nivel de los lexe-
nasales, â (an) y 5 (on), de las que la p r i m e r a cuenta con 28 mas, que pueden ser clasificados a su vez en tres categorías,
ocurrencias. La repetición del mismo morfema quand al co- según designen este rasgo:
mienzo de las tres primeras estrofas a c e n t ú a a q u í el aspecto a) directamente:
litánico al que tiende oscuramente todo poema; ennuis, triste, atroce, infames, Angoisse
2) sintáctico: evidente en los tres primeros cuartetos, for- [tedios, triste, atroz, infames, Angustia];
mados todos ellos por una subordinada temporal introducida
n
por la conjunción quand . Este nivel es central para Jakobson. b) por sus signos naturales:

Aquí queda subordinado al nivel s e m á n t i c o , constituyendo, con gémissant, hurlement, geindre, pleure

la equivalencia s e m á n t i c a , su significante d i a g r a m á t i c o ; [gimiente, aullido, gemir, llora];

3) s e m á n t i c o : este poema pertenece a la serie de los Spleen. c) por sus significantes m e t a f ó r i c o s y m e t o n í m i c o s :


Como este t é r m i n o designa una entidad afectiva, sería tentador noir, corbillards, cráne
constituirlo como d e n o m i n a c i ó n de la isopatía. «Spleen» desig- [negro, carrozas f ú n e b r e s , c r á n e o ] .

* Cuando el cielo bajo y cargado pesa como una tapadera / Sobre el


No obstante, el rasgo disfórico puede integrarse como com-
e s p í r i t u gimiente presa de largos tedios / Y del horizonte abrazando todo
el c í r c u l o / Nos vierte un d í a negro m á s triste que las noches; / Cuando ponente de la categoría isopática elegida. Esta ú l t i m a queda
la tierra se h a tornado calabozo h ú m e d o / Donde la Esperanza, como sugerida por el actante principal del texto, la Angustia, el único
un m u r c i é l a g o , / v a batiendo los muros con su ala t í m i d a / Y g o l p e á n d o s e t é r m i n o que lleva m a y ú s c u l a j u n t o con su opuesto, la Esperan-
la cabeza contra techos podridos; / Cuando l a lluvia esparciendo sus za. La angustia designó originalmente un lugar angosto, garganta
inmensos regueros / De u n a v a s t a p r i s i ó n i m i t a los barrotes / Y un
pueblo mudo de infames a r a ñ a s / Viene a tender sus redes en lo hondo
o desfiladero; luego, por m e t á f o r a , la sensación de constricción
de nuestros cerebros, / Campanas de repente saltan con furia / Y lanzan epigástrica y laríngea que a c o m p a ñ a a los estados de ansiedad,
h a c í a el cielo u n inmenso aullido, / Igual que e s p í r i t u s errantes y sin y, finalmente, por metonimia, estos estados mismos. A nivel
patria / Que se ponen a gemir obstinadamente. / Y largas carrozas fú- psicológico, la angustia define la modalidad del miedo, del que
nebres, sin tambores, ni m ú s i c a , / Desfilan lentamente en m i alma; l a
se distingue fenomenológicamente por la i n d e t e r m i n a c i ó n de su
Esperanza, / Vencida, llora, y l a Angustia atroz, d e s p ó t i c a , / en mi c r á n e o 23

inclinado planta su bandera negra. o b j e t o . La categoría isopática elegida vuelve al sentido etimo-
2 1
C o n u n a e x c e p c i ó n : «Où l'Espérance, comme une chauve-souris», lógico. E l / « c e r r a m i e n t o » , como realización del recorrido abier-
cortado en 5-7. to —> cerrado, parece capaz de hallar el mayor n ú m e r o de rasgos
2 2
Para m á s detalles acerca de este nivel, v é a s e Jakobson, «Une mi-
croscopie du dernier Spleen dans Les Fleurs du mal», Questions de poéti- 2
3 V é a s e J . Boutonnier, L'Angoisse.
que, p á g . 420.
204 El lenguaje de la poesía El texto 205
redundantes de este texto. Por otra parte, hay buenas razones altura, por el que es destinatario del deseo y de la plegaria y
para considerarlo como una significación v i t a l original. La psi- destinatario de su cumplimiento. E l cerramiento queda asegura-
q u i a t r í a llama «agorafobia» y «claustrofobia» a reacciones pri- do literalmente por el comparante couvercle [tapadera], que
marias ante la d i m e n s i ó n abierto/cerrado del entorno. Este es su instrumento tipo. Puede descubrirse aquí u n juego para-
« c e r r a m i e n t o » adquiere aquí una significación existencial m á s g r a m á t i c o entre el t é r m i n o couvercle y la expresión ciel couvert
amplia, a los tres niveles biológico, psicológico y espiritual, [cielo cubierto] sugerida por el referente, que se opone a la
como bloqueo de la actividad, del proyecto y de la esperanza. frase evangélica en que se reafirma la abertura: «Y veréis el
E l poema describe una serie de transformaciones de lo abier- I cielo abierto». Los tres rasgos semánticos constitutivos del lexe-
to en cerrado que afectan a las dos dimensiones constitutivas ma cielo se transforman s i m u l t á n e a m e n t e en sus contrarios:
24
del ser, cosmológica y a n t r o p o l ó g i c a . A esta segunda dimen-
sión, t r a n s f o r m a c i ó n de la Esperanza en Angustia, está consa- claridad - » jour noir [ d í a negro]
altura - > bas [bajo]
grada la segunda estrofa. Pero está presente t a m b i é n en las
fluidez - » lourd, pese [cargado, pesa].
estrofas precedentes:
E 1 = l'esprit - nous [el e s p í r i t u - nos] La tierra es el t é r m i n o cósmico complementario del cosmos.
E 2 = l'Espérance [la E s p e r a n z a ] ¡ Con el cielo, constituye la totalidad del mundo. Pero, por opo-
E 3 = nos cerveaux [nuestros cerebros] sición al cielo, es la abertura del proyecto, el objeto de la espe-
E 4 = des esprits [espíritus].
| ranza en esta vida. La tierra misma se transforma, esta vez
literalmente, en cachot (calabozo), lugar a r q u e t í p i c o del cerra-
La Angustia no es el simple efecto subjetivo de un accidente
miento, con el rasgo suplementario « s u b t e r r á n e o » , que arrastra
m e t e o r o l ó g i c o . Es la c a p t a c i ó n del cerramiento del mundo, cuya
a la tierra en u n movimiento hacia abajo reiterado, en la ter-
m a n i f e s t a c i ó n perceptiva es el cielo negro. E l hombre se angus-
cera estrofa, por el cielo convertido en lluvia. La lluvia, cuyo
tia de la angustia del mundo.
rasgo definicional es la liquidez, pasa a la solidez de los barrotes
E l cerramiento del mundo se manifiesta:
de una cárcel, equivalentes de las paredes del calabozo.
1. °) en las dos dimensiones g e o m é t r i c a s del cosmos, vertical
E l calabozo y la cárcel e s t á n ambos habitados. E l primero
(cielo) y horizontal (tierra). Se repite en la segunda estrofa, en
i por el murciélago, imagen del Yo, cuyo movimiento e s t á doble-
la oposición techos / paredes (con relación al vuelo del mur-
mente bloqueado, horizontalmente, en el sentido de la tierra,
ciélago);
por las paredes; verticalmente, en el sentido del cielo, por los
2. °) en sus tres estados físicos, gaseoso (cielo), sólido (tie- techos. A l murciélago, encerrado, responde la araña, encerrante
rra) y líquido (lluvia). (en sus redes). La conjunción de estas dos especies, a t r a v é s de
E l t é r m i n o inicial del poema es el cielo, lo a r q u e t í p i c a m e n t e su diferencia conceptual (volátil/insecto), está motivada por dos
abierto, en los dos sentidos físico y espiritual. Físico, en la me- rasgos p a t é t i c o s : objetos de repugnancia, objeto y sujeto del
dida en que sus dos rasgos dominantes, transparencia y fluidez, encerramiento.
no ponen n i n g ú n o b s t á c u l o al movimiento n i a la mirada. Es- En la cuarta estrofa, el tema del cerramiento no se encuen-
piritual, en su simbolismo cultural vinculado al tercer rasgo, tra manifestado. E l recorrido es sólo desde lo eufórico a lo
2 4
L a o p o s i c i ó n de los t é r m i n o s « c o s m o s » y « á n t h r o p o s » es el rasgo disfórico. Las campanas ya no suenan, gritan; no se balancean,
de contenido e s p e c í f i c o de la poeticidad, s e g ú n el Grupo de L i e j a , Rhétori- saltan. E l sentido de su llamada queda transformado. Ahora
que de la poésie, 1977. doblan por la Esperanza, anuncian la victoria de la Angustia.
El lenguaje de la poesía El texto 207
206
Las tres primeras estrofas, como subordinadas temporales, Es preciso repetirlo ahora. E l análisis anterior ha intentado
crean u n suspense que q u e d a r á roto por el grito de las cam- dar u n equivalente m e t a l i n g ü í s t i c o —es decir conceptual— del
panas. Pero este grito a c t ú a como señal del acontecimiento sentido de este poema. Pero la finalidad del texto no es ésa.
final, que es el triunfo de la Angustia. A l mismo tiempo se in- E l texto no tiene como objetivo proporcionarnos cierta enseñan-
troduce el tema de la muerte, que es el cerramiento absoluto. za, aunque fuera metafísica, sobre el mundo. La prosa h a b r í a
E l tema queda manifestado por dos lexemas, corbillards [ca- bastado para este fin. Sino revelar a t r a v é s de las palabras una
rrozas f ú n e b r e s ] y crâne [ c r á n e o ] , variantes f ú n e b r e s del tema equivalencia de la experiencia misma del cerramiento del mun-
«caja». La referencia al Yo viene dada por dos t é r m i n o s , âme do. U n texto como éste interroga a los que ponen en duda la
[ a l m a ] y crâne, que repiten la oposición espiritual/material ya t e o r í a de la mimesis. Porque este poema es verdad. Dice lo que
manifestada en la oposición esprits/cerveaux. Los cuatro tér- es. Para convencerse de ello, basta preguntar a los que han
minos e s t á n unidos a una p r e p o s i c i ó n espacial y los cuatro des- pasado por la prueba de la angustia. Ellos saben que este poema
e m p e ñ a n u n papel pasivo con respecto a u n objeto material dice la verdad, t a l y como la han vivido.
activo. En el espíritu, el cielo vierte u n día negro; en lo hondo
3) El signo.
de los cerebros, las a r a ñ a s tienden sus redes; en el alma, des-
filan las carrozas f ú n e b r e s y, por ú l t i m o , en el c r á n e o , la Angus- E l signo es la repetición propiamente dicha, ocurrencia
tia clava su bandera negra. Con esto se manifiesta u n aspecto doble o m ú l t i p l e del o de los mismos signos en el seno de un
mismo texto. Dentro de una misma frase, puede tomar dos for-
del ser-angustiado como pasividad esencial con respecto a u n
mas principales, según que el signo repetido tenga o no la
mundo abrumador en el que ya no puede actuar. Del cielo y
misma función sintáctica.
de la tierra se retira lo posible y, al mismo tiempo, el sentido.
E n la angustia, el mundo revela p a r a d ó j i c a m e n t e el no-sentido a ) sujeto:
como su significación ú l t i m a . Verlaine, il est couché parmi l'herbe, Verlaine (Mallarmé)
E l hombre, dice Heidegger, es ser-en-el-mundo (in-der-Welt- [Verlaine e s t á acostado entre l a hierba, Verlaine],

sein). Esto quiere decir que el hombre se abre al mundo y que b) predicado:
el mundo se abre a él. La apertura es vivida como deseo y es- • Triste, triste était mon âme
peranza. E l cerramiento es el tedio y la angustia. Cuando el j A cause, à cause d'une femme (Verlaine)
cielo se cierra, la esperanza se apaga y avanza la angustia. Anun- \
; [Triste, triste estaba m i aima
cia la nada como cerramiento del ser. Y, así, el poema puede
j A causa, a causa de u n a m u j e r ] .
leerse como t r a d u c c i ó n poética del texto heideggeriano:
Si el signo es a la vez sujeto y predicado, tenemos la pura
Que l a angustia desvela l a Nada, es lo que el hombre mismo tautología:
confirma cuando l a angustia h a cedido. Con la clarividente mirada A rose is a rose is a rose ( G . Stein)
que da el recuerdo reciente, estamos obligados a decir: aquello [Una rosa es u n a rosa es una r o s a ] ,
ante lo cual y por lo cual nos angustiamos no era realmente...
2 5
nada. E n efecto, l a Nada m i s m a —como tal— estaba a h í . ; Nada demuestra mejor la naturaleza a n t i t é t i c a de la oposi-
! ción p r o s a / p o e s í a que este f e n ó m e n o de repetición. Rigurosa-
mente prohibida en prosa, con los nombres de rabâchage o
2 5
Qu'est-ce que la métaphysique?, p á g . 32. radotage («repetición», «machaconería»), es corriente en poesía
208 El lenguaje de la poesía El texto 209

y a veces obligatoria en algunas formas fijas. Como el « p a n t u m » , el lenguaje poético. E n él, las unidades son no repetibles o,
forma tomada por el romanticismo de la poesía malaya. U n buen dicho de otro modo, la unidad repetida ya no es la misma, de
ejemplo de esto es la Harmonie du Soir de Baudelaire. Recorde- manera que se puede sostener que, una vez repetida, ya es o t r a »
mos los dos primeros cuartetos: (pág. 259). Este texto contiene una intuición muy acertada. Es
verdad que la unidad repetida ya no es la misma. Si no, ¿ p o r
Voici venir les temps où vibrant sur sa tige
Chaque fleur s'évapore ainsi qu'un encensoir;
q u é la r e p e t i c i ó n ? Pero entonces se plantea el problema: ¿ e n
Les sons et les parfums tournent dans l'air du soir; q u é consiste la diferencia? Volvemos a encontrarnos aquí ante
Valse mélancolique et langoureux vertige! una aporía. La unidad repetida es a la vez distinta e igual que
la que ella repite.
Chaque fleur s'évapore ainsi qu'un encensoir;
La diferencia no puede ser de orden conceptual. Las dos
Le violon frémit comme un coeur qu'on afflige;
Valse mélancolique et langoureux vertige!
ocurrencias de triste en el texto de Verlaine no tienen sentidos
Le ciel est triste et beau comme un grand reposoir *, conceptuales diferentes. No designan dos tipos o matices de
la tristeza. E n caso afirmativo, t e n d r í a m o s la antanaclasis, que
de forma: sólo repite el significante. Si tenemos el mismo signo, es porque
a. b. c. d. :
— b. e. d. f. el significado es idéntico. ¿ C ó m o puede ser entonces diferente?
Sólo podemos responder a esta pregunta introduciendo la
Precisamente este texto es el que cita como ejemplo de repe- variable fenomenológica, ligada al sentido p a t é t i c o , que hemos
titividad J. Kristeva, con el fin de probar que «ciertas leyes lógi- llamado «intensidad». Un mismo t é r m i n o puede conservar el
cas, válidas para el lenguaje no poético, no tienen vigencia en mismo contenido y cambiar intensivamente. La repetición ase-
26
un texto p o é t i c o » . Ocupa el p r i m e r lugar entre ellas la «ley gura u n acrecentamiento de intensidad. Un t é r m i n o repetido
de i d e m p o t e n c i a » , cuya f ó r m u l a es es m á s «fuerte» que u n t é r m i n o único. Cuando Yocasta exclama:
X X = X, X U X ^ X , Malheureux! Malheureux! Malheureux!
[ ¡Desdichado! ¡Desdichado! ¡Desdichado! ]
que quiere decir que la r e p e t i c i ó n de una unidad lingüística
no cambia su valor s e m á n t i c o , ya sean las dos ocurrencias con- y Hamlet:
juntas o disjuntas. Ahora bien, a ñ a d e la autora, «si, en la lengua Words! Words! Words!
corriente, la r e p e t i c i ó n de una unidad s e m á n t i c a no cambia la [¡Palabras! ¡Palabras! ¡Palabras!],
naturaleza del mensaje y contiene un efecto de agramaticalidad
molesto (pero, en todo caso, la unidad repetida no a ñ a d e u n los t é r m i n o s no cambian de sentido. Ninguno a ñ a d e «sentido
sentido suplementario al enunciado), no ocurre lo mismo en s u p l e m e n t a r i o » . Pero la r e p e t i c i ó n asegura el crescendo inten-
sivo. Como tal, la r e p e t i c i ó n es la ú n i c a figura que posee este
* Y a llegan los tiempos en que vibrando en su tallo / C a d a flor se privilegio: en el mismo movimiento, realiza a la vez el desvío
evapora como u n incensario; / L o s sonidos y los perfumes giran en el y su r e d u c c i ó n . Desvío por redundancia, r e d u c c i ó n por cambio
aire de l a tarde; / ¡Vals m e l a n c ó l i c o y l á n g u i d o v é r t i g o ! / C a d a flor se
de la variable. La r e p e t i c i ó n es, por este motivo, un tropo de
evapora como u n incensario; / E l violón ~5& estremece como u n c o r a z ó n
afligido; / ¡Vals m e l a n c ó l i c o y l á n g u i d o v é r t i g o ! / E l cielo es triste y
intensidad.
bello cual gran descansadero. La redundancia está desterrada del lenguaje prosaico; es la
2 6
Séméiôtiké, p á g . 247. regla del lenguaje poético. Porque los dos lenguajes no tienen
210 El lenguaje de la poesía El texto 211

la misma función. La redundancia no informa, sino que expresa. de esta tarea? E l tiempo es u n marco vacío, indiferente a lo que
Y por esto el lenguaje repetitivo es lenguaje de la emoción, ya viene a llenarlo. Todo puede suceder a las cinco, la salida de la
se trate de la e m o c i ó n ordinaria: marquesa o la muerte del torero.
Hay una i n t e r p r e t a c i ó n posible. Efecto icónico del obstinato.
C'est foutu, tu entenas, foutu. C'est mort, je te dis, mort et plus
La r e p e t i c i ó n suena como u n t a ñ i d o fúnebre. Pero hay una
que mort (frase o í d a ) .
objeción, que sigue siendo la misma. La c o n m u t a c i ó n se realiza-
[ S e h a fastidiado, ¿ m e oyes?, fastidiado. E s t á muerto, te digo,
ría sin déficit. Se p r o d u c i r í a el mismo efecto con la repetición
muerto y m á s que m u e r t o ] ;
de una n o t a c i ó n temporal cualquiera. Aquí hay que apelar a la
intuición de cada uno. ¿ N o se p e r d e r í a nada de la poeticidad
o religiosa: del texto si se sustituyeran en él «las cinco de la tarde» por
Que ton grand Nom soit béni, celebré, glorifié, exalté, loué, «las dos de la t a r d e » o por «las diez de la m a ñ a n a » ?
exhaussé et elevé (Plegaria del K a d d i s h ) Se objeta lo mismo a otra lectura posible. Quizá es la con-
[Que tu gran Nombre sea bendecido, celebrado, glorificado, exal- tingencia misma la que queda significada así. A las cinco menos
tado, alabado, ensalzado y elevado]; cinco, Ignacio estaba vivo. A las cinco estaba muerto. Insupera-
ble absurdez de la muerte que la vida no motiva. La repetición
o poética, y a q u í q u e r r í a poner u n ú l t i m o ejemplo, que consti- insiste entonces. Y ya su efecto es de intensificación. Pero una
tuye, que yo sepa, u n r é c o r d de repetitividad. vez m á s , la misma significación sería producida por cualquier
Se trata del poema de García Lorca, Llanto por Ignacio otra unidad conmutable.
Sánchez Mejías, en que la f ó r m u l a «cinco de la t a r d e » se repite Si queremos fundamentar la necesidad, hay que mostrar la
30 veces en los 52 primeros versos. E l texto comienza así: pertinencia de la n o t a c i ó n elegida. Y , por supuesto, no es posible
r e c u r r i r a la realidad. Ignacio fue muerto, efectivamente, en el
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
ruedo. ¿A q u é hora? La pregunta, claro está, no es pertinente.
Un niño trajo la blanca sábana T a m b i é n la poesía es muestra del c a r á c t e r ficticio que define
a las cinco de la tarde; la literatura. De hecho, ficticiedad y motivación son nociones
correlativas. Por no tener m o t i v a c i ó n externa, el relato debe
y termina así: buscar una m o t i v a c i ó n interna. E l poema ha elegido esta hora
A las cinco de la tarde.
por razones que sólo dependen de él.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde! A v e n t u r a r é , pues, una i n t e r p r e t a c i ó n conforme al modelo,
¡Eran las cinco en todos los relojes! como una especie de caso límite para que le sirva de prueba.
¡Eran las cinco en sombra de la tarde! Esta i n t e r p r e t a c i ó n es, desde luego, inverificable. Sólo persigue
una especie de plausibilidad en su propio tipo de lectura. Y
¿ P o r q u é la repetición incansable de una n o t a c i ó n temporal quizá hablar aquí — ú l t i m o homenaje a Aristóteles— de «verosi-
cuya contingencia ya hemos s e ñ a l a d o ? Coincidencia; tenemos m i l i t u d patética». Lectura que ofrece la ventaja de no excluir
de nuevo «las cinco» de la marquesa, pero con la circunstancia en modo alguno las dos interpretaciones precedentes, y de este
agravante de que el detalle, en sí insignificante, se repite aquí modo sería capaz de motivar tres veces una unidad textual que,
30 veces. Para responder a la pregunta, hay que motivar la en su lectura conceptual, aparece como el prototipo de la in-
n o t a c i ó n . Pero ¿acaso no hemos afirmado ya la imposibilidad motivación.
212 El lenguaje de la poesía El texto 213

Para esto, debe existir entre la acción y la circunstancia una sólo puede m o r i r a la hora de la muerte cósmica:
especie de complicidad, que una exija la otra; que haya en el
momento algo que convenga, digamos que « c o r r e s p o n d a » , a lo Lo demás era muerte y sólo muerte
que en ese momento sucede. Volver, pues, a la analogía, la única a las cinco de la tarde.
que puede probar que era a esa hora y no a otra cuando el
torero debía m o r i r . En su traje de luces, el andaluz tan claro, «con una boca
Jaspers decía que, si bien las e s t a d í s t i c a s demuestran que es llena de sol», debe recibir la muerte de u n toro «negro de pena»,
en primavera cuando el n ú m e r o de suicidios es m á s elevado, a la hora en que muere el día.
podemos « c o m p r e n d e r » que el hombre se mate en o t o ñ o . Por- Esta correspondencia natural va aumentada por una relación
que el tiempo vivido no es un marco vacío, sino que e s t á rit- cultural. Fue a la hora quinta cuando m u r i ó Cristo. Las cinco,
mado por las estaciones, cada una de las cuales posee su esencia es t a m b i é n la hora de las Vísperas, ceremonia en que se expone
patética. Y lo mismo sucede con los momentos del día. Malherbe la sangre de Cristo a los fieles, que reviven su pasión. Pues bien,
no h a b r í a podido decir que la rosa sólo vivió por espacio de una el tema de la sangre constituye el motivo central de la segunda
tarde. H a b r í a que decir: parte, que lleva el t í t u l o de La sangre derramada y comienza
así:
Et rose elle a vécu ce que vivent les roses
¡Que no quiero verla!
L'espace d'un matin
[ Y rosa v i v i ó lo que viven las rosas Dile a la luna que venga,
el espacio de una m a ñ a n a ] , que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.
porque entre la rosa y la m a ñ a n a existe una semejanza que el
lector puede « c o m p r e n d e r » , en el sentido que la fenomenología En ella se dice t a m b i é n :
da a este t é r m i n o . Por la misma razón, el poema no p o d í a hacer
que el torero m u r i e r a por la m a ñ a n a . N i a primera hora de la ¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
tarde. No antes de las cinco, porque es la hora en que el sol
¡Oh sangre dura de Ignacio!
entra en agonía, en que el d í a se acaba, en que se anuncia la
¡Oh ruiseñor de sus venas!
noche. Una «significación existencial» se une a este momento.
Es la hora en que se invierte el r i t m o vital, en que sube la
fiebre, en que, para los ansiosos, se despierta la angustia. Los Doble repetitividad, pues, de los dos motivos de la tarde y
recientes desarrollos de la cronobiología han mostrado los lazos de la sangre. Intensificación de u n doble tema unido en el pate-
que unen el tiempo y el cuerpo. E l organismo vive la tempora- rna único de la muerte. E l torero ha sabido elegir su hora para
lidad; los ritmos biológicos y sus ecos p s í q u i c o s arraigan en m o r i r : la de la sombra amenazadora y la sangre ofrecida.
la estructura del tiempo. No es a r b i t r a r i o que esta hora, en que Lectura arriesgada, lo repito, pero riesgo calculado. La poé-
llega la tarde, y no otra, haga sonar el toque de muerte para el tica nunca corre gran peligro cuando cede, como la poesía, al
h é r o e . Puesto que él es la e n c a r n a c i ó n de la Taz y de la vida. «demonio de la analogía». Baudelaire decía t a m b i é n :

Tardará mucho en nacer, si es que nace, E n los poetas excelentes no hay m e t á f o r a , c o m p a r a c i ó n o epí-
un andaluz tan claro, tan rico de aventura, teto que no tenga u n a a d a p t a c i ó n m a t e m á t i c a m e n t e exacta en l a
214 El lenguaje de la poesía El texto 215

circunstancia actual, porque estas comparaciones, estas m e t á f o r a s Qu'est-ce qu'un chapeau? Un petit récipient où l'on mange.
y estos e p í t e t o s e s t á n tomados del inagotable fondo de la a n a l o g í a Qu'est-ce qu'un gendarme? Un tube rempli d'eau chaude.
2 7
universal... . Qu'est-ce qu'un miroir? Le lever du jour *.

Una ventaja del modelo propuesto es que se muestra capaz Sólo la ú l t i m a frase me parece poética. La segunda es burlesca,
de dar cuenta a la vez del poder poético del azar y de sus límites. y la primera, insignificante. H a b r í a que preguntarse, ya que la
La poesía aleatoria ha sido el gran descubrimiento superrealis- desviación les es c o m ú n , cuál es la diferencia entre lo cómico
ta, y no se puede negar la creatividad del «cadáver exquisito», y lo p o é t i c o . Pero ésta es otra cuestión que dejo abierta.
del «cut-up» y otras llamadas al dios ciego. Pues bien, la des-
viación, como p r i m e r tiempo de la figura, se acomoda perfecta- * * .*•
mente al azar. La no-pertinencia tiene m á s posibilidades que la
pertinencia en la lotería verbal. Y los h á b i t o s lingüísticos son Para concluir este análisis, quisiera resumir el conjunto del
tan profundamente inveterados en cada uno de nosotros que modelo en u n solo ejemplo. Se puede descomponer en cuatro
con frecuencia es necesario, para romperlos, pedir la ayuda de tiempos, que, sirviéndome yo t a m b i é n de la paronomasia, ex-
un procedimiento que los ignora. presaré así:
Sin embargo, es cierto que sólo una m i n o r í a de creaciones
1) desviación
aleatorias es p o é t i c a m e n t e interesante. Se impone una elección,
y el azar p o é t i c o es u n azar selectivo; todos los que han practica- 2)
i
totalización
do estos procedimientos lo saben bien. E l segundo tiempo del
mecanismo figural da cuenta de esta necesidad. Existen los 3)
i
patetización

i
buenos y los malos azares. Los primeros son los que aceptan
la isopatía. Es cierto que si integramos en el sentido el con- 4) repetición.
j u n t o de los valores asociados, el semantismo de las palabras
se muestra tan rico que a menudo es posible hallar en él alguna Los tres primeros intervienen en el eje p a r a d i g m á t i c o ; el últi-
huella de la analogía universal. Pero no siempre. Hay azares mo, en el eje sintagmático. Los localizaremos en este único
que no tienen suerte. E n el mejor de los casos, producen comi- verso:
cidad; en otros, pura y simple mediocridad. He a q u í tres ejem- Et lavare silence et la massive nuit
M
plos del juego de preguntas y respuestas : [ Y el avaro silencio y la maciza noche].

Este verso es el ú l t i m o del Toast fúnebre («Brindis fúnebre»)


2 7
«Réflexions sur quelques-uns de mes c o n t e m p o r a i n s » , Œuvres, pá- de M a l l a r m é , poema dedicado a la memoria de Gautier.
gina 705. S e ñ a l e m o s aquí que l a redundancia es independiente de su con- E l modelo funciona en dos tiempos, como posición paradig-
tenido. Puede incluso indicar l a no-identidad y disponerse entonces en
m á t i c a y r e d u c c i ó n s i n t a g m á t i c a de la desviación.
torno a u n a i s o p a t í a de tipo « d e s o r d e n » o «caos». E s t a es la interpreta-
c i ó n que da el Grupo de L i e j a acerca de la «fatrasía» medieval, Op. cit.,
pág. 228.
/
2 8
* ¿Qué es u n sombrero? U n p e q u e ñ o recipiente en que se come. /
Citados por F . A l q u i é , La Philosophie du surréalisme, p á g . 138.
¿ Q u é es u n gendarme? U n tubo lleno de agua caliente. / ¿Qué es u n
espejo? E l amanecer.
216 El lenguaje de la poesía El texto 217

I) Paradigmática: el desvío es observable en los tres niveles c) semántico: este verso se compone de cuatro lexemas, dos
nombres y dos adjetivos, agrupados e n dos sintagmas epitéticos
a) iónico: el conjunto de los procedimientos versificacionales coordinados. L a c a t e g o r í a i s o p á t i c a elegida debe funcionar a dos
presentes en este alejandrino regular; niveles, en la r e l a c i ó n predicativa del adjetivo con el nombre y en
b) sintáctico: la doble c o o r d i n a c i ó n , et...et, m á s l a doble ante- la r e l a c i ó n coordinativa de los dos sintagmas.
p o s i c i ó n de los e p í t e t o s avare et massive, normalmente pospuestos;
c) semántico: la doble no-pertinencia de los adjetivos, ya que El sujeto implícito es la muerte, cuya definición constituyen
avare presupone [ + h u m a n o ] , y massive [+concreto].
los dos sintagmas. Se la define como pura negatividad sensorial,
a p a r t i r de los t é r m i n o s silencio y noche, que designan la ausen-
Por esto mismo, la negación complementaria queda prohibida.
cia o carencia de los e s t í m u l o s correspondientes, «ruido» y «luz».
Expresiones como silencio generoso y noche hueca son t a m b i é n
La descripción de la muerte como silencio y noche es en cierta
desviadas. manera una evidencia de lo vivido, ya que la muerte sólo puede
Los t é r m i n o s liberados de sus oposiciones invaden el campo «vivirse» negativamente, como ausencia del mundo en sus dos
s e m á n t i c o . La totalización del sentido, por el proceso de des- dimensiones perceptivas a n t r o p o l ó g i c a m e n t e m á s pregnantes.
n e u t r a l i z a c i ó n que asegura, reactiva la pateticidad original de La creatividad poética está en los dos adjetivos, en los que se
cada uno de los t é r m i n o s introducidos en el texto. halla poderosamente reimplantada la categoría «ausencia»:
I I ) Sintagmática: los t é r m i n o s reanimados hallan su moti- avaro, como ausencia del «gasto» energético que constituye la
vación textual en la s i m i l i t u d de sus paternas respectivos. vida; maciza, como ausencia de toda fisura, compactidad abso-
El principio de similitud s i n t a g m á t i c a abarca los tres niveles: luta de la negación de luz. Massive nuit es lo que constituye
aquí la genialidad poética. Perfecto o x í m o r o conceptual, pues
a) fónico: dos hemistiquios h e x a s í l a b e s , de corte acentual simé-
macizo evoca irresistiblemente la idea de materia en su aspecto
trico, 4-2-4-2, m á s una h o m o f o n í a v o c á l i c a en cinco fonemas, los
m á s denso, duro, brutal; la noche, por el contrario, e s t á ligada
tres primeros en el mismo orden:
a lo m á s fluido e impalpable. Y, sin embargo, como la luz se
I II ausenta de ella radicalmente, como en la total oscuridad de la
e -a- a -a-i e-a -a-i -a muerte no se filtra n i n g ú n rayo, es cierto que la noche es, en
29

b) sintáctico: los dos hemistiquios tienen una m i s m a estruc-


cuanto tal, maciza .
N
tura: Este verso no nos ofrece ninguna e n s e ñ a n z a nueva sobre la
I SNj muerte. Sobre el gran misterio que afronta todo ser viviente,
no nos «enseña» nada. Pero su objetivo no es éste. Rene Clair
escribe: «El poeta, a d e m á s de la idea de la muerte, tiene en sí
todo el peso de esta m u e r t e » . Esto es lo que ofrece la lectura
Conj. Art. Ad). N. del verso mallarmeano; no la idea de la muerte, sino su «peso»,

2 9
«De todos los adjetivos que, con una generosidad inagotable, h a n
prodigado a l a noc h ¿ los poetas, no hay ninguno, en mi o p i n i ó n , que le
convenga tan perfectamente como el t é r m i n o 'maciza', empleado por vez
primera, si no me equivoco, por M a l l a r m é en el ú l t i m o verso del Toast
funèbre». A. Pieyre de Mandiargues, Troisième Belvédère, p á g . 9.
218 El lenguaje de la poesía El texto 219

la i m p r e s i ó n cuasi física de su presencia como ausencia abso- villosa» de la que habla Proust, en una expresión que resulta
luta. p a r a d ó j i c a si la referimos al lenguaje no poético, porque la
* * * prosa, narrativa o descriptiva, tiene como función informar,
es decir, presentar un aspecto nuevo del mundo. E l simple hecho
E n el eje p a r a d i g m á t i c o , con relación al polo de la gramati- de la repetitividad es el signo irrecusable de la antinomia fun-
calidad, se o p o n í a n dos tipos de lenguaje: poesía y no-poesía o cional de los dos lenguajes. La poesía transgrede la ley de in-
prosa. E n el eje s i n t a g m á t i c o , y con respecto al polo de la iden- formatividad. Lo que dice lo repite, para asegurar su fin ú l t i m o ,
tidad, se pueden oponer tres tipos de lenguaje, según que tengan que no es la novedad, sino la altura de su decir.
o no en cuenta la cualificación. A p a r t i r de estos dos rasgos, Y ésta es t a m b i é n , indudablemente, la función de toda litera-
identidad y cualidad, podemos establecer el cuadro siguiente, tura. Se ha observado con acierto, por tomar sólo este ejemplo,
en el que la d i c o t o m í a inicial queda sustituida por u n paradig- que si la obra de Solzhenitsyn ha marcado una de las conmocio-
ma ternario: nes que han estremecido al mundo, no es sólo a causa de su
contenido. E n lo esencial, ya era conocido. Pero, a lo que dice,
— Rasgos
Identidad Cualidad Solzhenitsyn le ha prestado la voz de la literatura. Y el gulag
Lenguajes •——
ha venido a estar presente, ha pasado de lo conocido a lo vivido.
prosaico — + x
El horror ha cobrado vida . Pues así es la literatura. Un lengua-
je de intensidad, arte del paroxismo, técnica de a n i m a c i ó n o,
matemático + — m á s bien, de r e a n i m a c i ó n de la potencia original del lenguaje,
que la prosa ha rechazado. Y todo lo d e m á s no es literatura.
poético + +
30 V é a s e Bernard-Henry L é v y , La barbarie á visage humain, p á g . 180.
« S o l z h e n i t s y n es el Shakespeare de nuestro tiempo, el ú n i c o que sabe
La identidad es la ley inmanente de la poesía. Y quizá tam-
mostrar los monstruos, que obliga a ver el h o r r o r , que fuerza a m i r a r el
bién de toda literatura. E s t á en el texto y t a m b i é n en la obra. Mal. Nuestro Dante t a m b i é n , pues tiene, como el Poeta, el fabuloso poder
Es ella la que da la unidad de «tono» que constituye al mismo de poner en i m á g e n e s y mitos lo que por naturaleza permanece oculto
tiempo la singularidad de la obra, esa «voz» ú n i c a e inimitable para el c o n c e p t o » .
en la que se reconoce el sello personal del autor y que antes
l l a m á b a m o s su «estilo». Este t é r m i n o , tan discutido hoy, de-
signaba u n conjunto redundante de rasgos lingüísticos, especí-
ficos de u n texto o de u n autor. Pues bien, en la Antigüedad, el
estilo estaba categorizado según una escala de tres dimensiones
o «tonos», el sencillo, el moderado, el sublime, o t a m b i é n el
bajo, el medio y el elevado. Esta distinción era rudimentaria;
se basaba en criterios referenciales o léxicos mal definidos. Pero
se apoyaba en una intuición justa. Estos t é r m i n o s designan,
/
en efecto, algo propiamente «sentido» y s e ñ a l a n el c a r á c t e r pa-
tético de los rasgos redundantes. De ahí esa repetición incan-
sable de u n texto a otro dentro de la obra, la « m o n o t o n í a mara-
El mundo 221

fenoménico marcada por la estructura opositiva. Esta es una


cuestión que s e r á discutida.
Pero ante todo es preciso fijar el lugar en que se implanta,
al nivel de la cosa, la diferencia poesía/no-poesía. La palabra
«cosa» o «ser» no tiene aquí sentido ontológico. La diferencia
sólo es pertinente a nivel fenomenológico. En la fenomenalidad
del ser es donde la dialéctica de lo mismo y de lo otro, que
CAPÍTULO V I
impone el surgimiento paralelo de la poeticidad y de la prosei-
dad, halla su pertinencia.
En su recorrido de las palabras a las cosas, como transición,
EL MUNDO el análisis e s t u d i a r á en p r i m e r lugar u n tipo de texto que es,
por naturaleza, intermedio entre el lingüístico y el no-lingüístico.
Se trata de la novela, cuya literariedad interviene a la vez en el
nivel de lo verbal y de lo referencial. Y, dentro de la novela, se
Puesto que la poeticidad pertenece al mundo tanto como t o m a r á como objeto de estudio u n «género» novelesco particu-
al texto, el modelo construido a p a r t i r de la poesía verbal debe lar: la novela policiaca, en su forma clásica de n a r r a c i ó n con
demostrar su propia validez en su capacidad de trasposición a enigma, tal como la han ilustrado E. Poe, Conan Doyle o Agatha
la p o e s í a extralingüística. La poética debe mostrarse capaz de Christie.
pasar de las palabras a las cosas. Tiene el deber de seguir a la De suyo, la novela policiaca presenta dos ventajas capitales
poesía en su movimiento h i s t ó r i c o , que, del romanticismo al para el análisis. La primera es su forma, por estar estrictamente
superrealismo, la ha llevado «del papel a la vida» (T. Tzara). codificada. Se considera como u n género relativamente menor.
Para ello, la teoría dispone de una categoría universal, per- Pero ésta es una cualidad operatoria para el analista. E n cuanto
tinente en los dos campos, cuya centralidad a nivel del texto ha tal emplea, en efecto, procedimientos invariantes y, por lo tanto,
mostrado ya. E l espacio-tiempo, o digamos de manera m á s sen- fácilmente localizables. La segunda ventaja se refiere al con-
cilla el espacio, ya que éste puede representar el tiempo, es esta tenido. En cuanto n a r r a c i ó n enigmática, establece una categoría,
categoría. Hay dos tipos de espacio, el espacio diferenciado de el «rnisterio», cuyo á m b i t o existencial se sitúa tanto en la reali-
la prosa y el espacio totalizado de la poesía. E l análisis va a dad como en la ficción. Ahora bien, esta categoría está tan
intentar probar que la «cosa» es poética no por su contenido í n t i m a m e n t e ligada a la poeticidad que algunos han podido
sino por su estructura, en cuanto que llena la totalidad del es- confundirlas. Así, M a l l a r m é escribe: «Debe haber siempre enig-
pacio que habita y no deja, así, n i n g ú n lugar a su propia nega- ma en poesía». O t a m b i é n : «Los Parnasianos, por su parte,
ción. Como la palabra, la cosa poética no tiene contrario. Pero, toman la cosa en su totalidad y la muestran: en esto, carecen
1

a diferencia de la palabra, no tiene que expulsarlo fuera de su de misterio» .


universo mediante una estrategia desviacional. Porque no está Evoquemos en p r i m e r lugar cosas bien conocidas. La novela
sometida, como lo está la palabra, a una estructura normalizada policiaca es una novela al revés. No va de la causa al efecto,
que implica su propia negación complementaria. No hay «gra- del actante al acto, sino que remonta la cadena de la causalidad,
m a t i c a l i d a d » cósica. A menos que sea considerada como «nor-
mal» cierta clase de r e p r e s e n t a c i ó n , cierta estructura del campo 1
« R é p o n s e à des e n q u ê t e s » , Œuvres, P l é i a d e , p á g . 869.
222 El lenguaje de la poesía El mundo 223

del asesinato al asesino. A l principio e s t á la víctima, al final H é r c u l e s Poirot, pero ninguno aporta la menor luz. Por el con-
e s t á el culpable. La novela policiaca no es la historia de una trario, a lo largo del repetitivo interrogatorio, el enigma se hace
b ú s q u e d a , sino de una investigación. Va de la ignorancia al cada vez m á s denso. Poirot progresa, pero no el lector, a quien
saber, es una diegesis noética. Va, decían los Goncourt, «de la el detective —es la ley del género— no hace confidencias.
Z a la A». Pero su recorrido no es del á m b i t o del hacer, sino del Y, sin embargo, este misterio prolongado es el que constituye
conocer. Su h é r o e no hace nada, salvo los gestos necesarios el hechizo de la novela. Se presenta explícitamente como un
2
para su ú n i c o fin, que es el conocimiento . H é r o e intelectual, problema que hay que resolver, un enigma que hay que aclarar,
pues; sin duda el ú n i c o de su g é n e r o en toda la historia de la un desafío intelectual que el autor lanza al lector. Y, en general,
literatura. el autor se toma mucho trabajo para procurar que el problema
Pero hay que s e ñ a l a r una a l t e r a c i ó n en esta simetría. E n el tenga una solución ingeniosa. Se ofrecen todos los datos y, en
relato de acontecimientos, la diegesis progresa. La acción agrava principio, basta que el lector tenga u n poco de perspicacia. Por
o resuelve el conflicto. La novela policiaca no progresa; el relato consiguiente, la novela policiaca obedece, a su manera, a la ley
es e s t á t i c o . Si, efectivamente, el investigador avanza hacia la de la verosimilitud novelesca. La solución es lógica, no hay nin-
solución, si hace descubrimientos sucesivos, lo que descubre se guna arbitrariedad en la solución final. Bastaba con pensar en
lo guarda para sí. E l lector no sabe nada hasta las ú l t i m a s pá- ello; es la lección que saca invariablemente el detective triun-
ginas, en las que se s i t ú a una escena de revelación, donde sobre- fante ante los oyentes a t ó n i t o s de la escena final. Pero este
viene bruscamente el desenlace noético, con el descubrimiento esfuerzo es vano. Nadie ha buscado realmente. Para conven-
del culpable y el resumen de la investigación que ha llevado cerse de ello, basta interrogar a los consumidores. No hay
hasta él. E l investigador es u n ser esencialmente disimulado. ninguno —o casi ninguno— que haya intentado verdaderamente
Practica a lo largo de toda la n a r r a c i ó n la figura registrada por resolver el problema. Malraux lo dice:
la r e t ó r i c a con el nombre de «reticencia». Así es Dupin, el per- S i n d u d a es un error ver en l a intriga, en l a b ú s q u e d a del crimi-
sonaje de Poe: «Ahora le daba por rechazar toda conversación nal, lo esencial de la novela policiaca. L i m i t a d a a s í m i s m a , la
relativa al asesinato». Así es t a m b i é n Sherlock Holmes. Para el intriga s e r í a del tipo del ajedrez, a r t í s t i c a m e n t e nula. S u importan-
Dr. Watson, personaje-narrador, Sherlock es u n misterio; Watson cia viene de que es el medio m á s eficaz de traducir un hecho é t i c o
se l i m i t a a contar sus silencios. «Por su c e ñ o fruncido y su 3
o p o é t i c o en toda su i n t e n s i d a d .
mirada ausente, adiviné que reflexionaba intensamente... Pero
Holmes se e n c e r r ó en una reserva impenetrable hasta el fin del E l desenlace lo prueba. E n el enigma intelectual, la solución
viaje». E l resultado, siempre igual, es que el misterio sigue colma la espera y aporta la relajación por la satisfacción del
siendo idéntico a lo largo de toda la n a r r a c i ó n o, en el mejor deseo. En el misterio policiaco, con la solución se va el encanto.
de los casos, aumenta. Primera m a n i f e s t a c i ó n de la redundancia, La claridad final disipa el misterio y al mismo tiempo la efica-
a lo largo del eje temporal. E l r i t u a l de la investigación en las cia de la novela. La oscuridad es la ley del género y su ú n i c o
novelas de Agatha Christie ilustra esto, a veces de manera pe- resorte poético. Y, sin duda, por eso nadie busca. Porque el
4
sada. Todos los personajes son sucesivamente interrogados por lector sabe que su éxito seria el fracaso del t e x t o . En Diez

3
P r ó l o g o a l a / t r a d u c c i ó n francesa de l a novela de W. Faulkner:
2
« E n l a novela policiaca, la n a r r a c i ó n , en vez de seguir el orden de Sanctuaire. S e ñ a l e m o s de pasada la a p a r i c i ó n de l a palabra « i n t e n s i d a d »
los acontecimientos, sigue el orden del d e s c u b r i m i e n t o » . R . Caillois, Puis- en Malraux.
4

sance du Roman, p á g . 77. «El lector j a m á s pretende resolver el enigma. S i n duda busca, pero
224 El lenguaje de la poesía El mundo 225

negritos, de Agatha Christie, el personaje central ha desapareci- personajes presenta los tres caracteres, dos positivos y uno
do. No hay investigador, y el culpable se desenmascara a sí negativo, que fundamentan la sospecha criminal:
mismo a lo largo de una confesión escrita. Pero ¿ q u é importa
q u i é n sea? E l misterio ha alcanzado ahí su propio límite: todos
Personajes = Si s s
los personajes han sido muertos; ya no hay culpable, sólo víc- 2 3

timas. Y esto es lo que convierte este texto en una de las obras


maestras del género. Porque es el misterio el que constituye el
1) móvil + +
texto; la investigación es u n pretexto. 2) oportunidad + +
A l análisis le queda, pues, por estudiar la estructura del
3) coartada — — —
misterio para_explicar su poder poético. Pues bien, esta estruc-
tura aparece a p a r t i r de las leyes constitutivas del género. Van
5
Diñe propone v e i n t e . Solamente e n u n c i a r é dos: Todos tienen u n motivo suficiente de asesinato, todos han
a
1. Es necesario que uno de los personajes sea culpable. tenido la posibilidad material de cometer el crimen, ninguno
a tiene coartada. Redundancia de nuevo, pero esta vez en el eje
2. Es posible que cada uno de los personajes sea el cul-
de la espacialidad. Sólo p o d r í a escapar a la universal sospecha
pable.
el investigador mismo o, mejor a ú n , el narrador. Pero Agatha
La p r i m e r a ley excluye del campo de la culpabilidad a toda Christie, en El asesinato de Rogelio Ackroyd y en Las cinco y
persona ajena a la n a r r a c i ó n . Prohibe recurrir a un culpable veinticinco, tuvo el m é r i t o de agotar los «posibles n a r r a t i v o s »
exterior, no conocido por el lector, ajeno a la serie de actantes (les possibles narratifs), según la expresión de A. Bremond, ha-
que constituye la lista de los «personajes» de la novela. Queda ciendo culpables a estos dos personajes aparentemente fuera
establecida a p a r t i r de un procedimiento invariante que llamaré de toda sospecha.
«ley de aislamiento». Consiste en situar la n a r r a c i ó n en u n lugar
Así se plantea un doble proceso de identificación.
apartado del mundo exterior. Una isla, un castillo, un tren,
a) Del sujeto al predicado: el personaje, en el universo de
donde queda bien claro que no ha podido penetrar n i n g ú n no-
la novela policiaca, no es nada m á s que sospechoso. Lo es a
personaje. Así, los actores de Diez negritos quedan aislados por
cada momento, por lo que hace, por lo que dice, y hasta por lo
la tormenta en una isla que una exploración profunda ha reco-
que no hace o no dice. Es sospechosa la sonrisa del buen doctor,
nocido como deshabitada. Con esto queda abolido el mundo
sospechoso el desvelo del amigo de toda la vida, sospechosa la
circundante, y el lugar narrativo elegido, erigido en mundo
diligencia del criado. Porque todo es interpretable. Es la ley
total cerrado sobre sí mismo.
del género. Nada de lo que dice o hace el personaje deja de ser
La segunda ley es principal. Podemos llamarla «ley de sos- equívoco.
pecha». Todos los personajes son sospechosos. Y la investiga- b) De los sujetos entre ellos: sean cuales fueren sus dife-
ción, en su desarrollo diegético, no tiene m á s finalidad que ésta: rencias, de c a r á c t e r , de edad o de sexo, se igualan en una cate-
establecer la sospecha total demostrando que cada uno de los goría única. Pues todos son igualmente sospechosos. Una duda
idéntica se cierne sobre ellos, una misma i n t e r r o g a c i ó n los sigue.
s o ñ a n d o ; se pregunta, pero siguiendo l a lectuta, sin vigor, y evitando
cuidadosamente cualquier paso de l a reflexión que amenace con romper
Porque es otra ley del género. E l menos sospechoso en aparien-
el e n c a n t o » . Boileau-Narcejac, Le román policier, p á g . 144. cia es frecuentemente el culpable. De a h í que, por inversión
5
Se e n c o n t r a r á n en l a citada obra de Boileau-Narcejac. dialéctica, haya mayor sospecha con respecto al menos sospe-

322. — 8
226 El lenguaje de la poesía El mundo 227

choso. Y, de los personajes, la sospecha se extiende a las cosas. La novela policiaca es una inmensa elipsis. ¿Elipsis de q u é ?
Son sospechosos la puerta que chirría, el escalón que gime Ya que hemos podido considerar la n a r r a c i ó n como una frase
sospechosa la ventana cerrada y sospechoso el armario cerrado desarrollada, se hace posible proyectar el texto sobre la frase.
con llave. E n la película policiaca, basta con que la c á m a r a se La novela policiaca se convierte entonces en una frase sin su-
detenga un instante en el objeto m á s insignificante para que jeto. E l predicado se conoce. Es: ha matado. E l sujeto es des-
6
caiga sobre él la sospecha . Así, por e x t e n s i ó n al conjunto de conocido. La función referencial adolece entonces de carencia
las cosas y los seres que lo habitan, el espacio novelesco está y, como el poema, la novela policiaca puede ser considerada
totalmente unificado. E l universo de la novela policiaca es sin como lenguaje predicativo puro. Y , si se opera la misma pro-
duda lo que Nathalie Sarraute llamaba, para otros campos, «el yección en la típica n a r r a c i ó n de acontecimientos, es decir, en
universo de la sospecha». la n a r r a c i ó n con suspense, podemos oponerlas, siendo X lo
Con la solución queda roto el encanto, porque con ella se desconocido, según estas dos f ó r m u l a s :
destruye esta estructura totalizante. Reaparece la estructura 1) n a r r a c i ó n policiaca = X + P
opositiva. Si Si es culpable, S ... S son inocentes. La restric-
2 n
2) n a r r a c i ó n con suspense = S + X.
ción dada por el sujeto, que el misterio h a b í a hecho desapare-
cer, se produce de nuevo. Y vuelve al mismo tiempo la negación. En una falta el sujeto; en la otra, el predicado. E l p r i m e r
A la culpabilidad de uno responde la inocencia de los otros. El caso es el del misterio. Con el sujeto se ausenta la oposición y
misterio se disipa, y por esto mismo se opera la neutralización. al mismo tiempo el proceso de neutralización del predicado.
La culpabilidad queda neutralizada por la inocencia. Puede Esto nos lleva al problema del contenido. La estructura tota-
ocurrir, ciertamente, que todos los sospechosos sean culpables. lizante asegura la patetización del texto. Queda por determinar
Así sucede en El asesino vive en el 21, de S. A. Steeman. Pero el paterna, que depende del predicado. A p a r t i r del predicado
no importa. E l desenlace introduce el mundo circundante. Los «matar», podemos categorizarlo como «siniestro». Sin duda los
culpables ya no e s t á n solos. Con el mundo exterior aparecen personajes son sólo sospechosos. Pero la diferencia entre «cul-
los inocentes. A los culpables, aislados en el universo novelesco, pable» y «sospechoso» es meramente conceptual. P a t é t i c a m e n t e ,
se oponen ahora los no culpables. Con la solución, que la novela el sospechoso está cargado de amenaza latente; de él emana
policiaca cree deber i n t r o d u c i r como negación del misterio que el terror. E n t r a en la categoría de lo siniestro.
la constituye, penetran en el mismo texto, en forma de recorrido
N

diegético, las dos f ó r m u l a s en que hemos inscrito los dos uni- E s el miedo, como sabemos, el motor de l a i n v e s t i g a c i ó n . . . Dicho

versos a n t i n ó m i c o s de la poesía y de la prosa. Hemos pasado, de otro modo, la amenaza es lo principal, el ú n i c o resorte d r a m á -
tico de l a novela policiaca. L a amenaza tiene que ser vivida por el
si P = culpable y P' = no culpable,
lector, y el lector s ó l o puede vivirla si ella se apodera de l a imagina-
de: U = P c i ó n , si, de entrada, no se la percibe como u n problema que hay
a: U = P + P' que resolver, sino como u n a s i t u a c i ó n d r a m á t i c a que hay que su-
7
perar .

y del principio de identidad al principio de c o n t r a d i c c i ó n .


Esto e s t á muy JDien. Con una reserva. E l miedo no se vive,
6
como hemos visto; se experimenta, pero en la imaginación. E l
E s t a es u n a ley del discurso enunciada a s í por R . Barthes: « E n el
á m b i t o del discurso, lo notado es, por definición, n o t a b l e » . « I n t r o d u c t i o n
7
à l'analyse structurale des r é c i t s » , Communications, 8, 1966. Boileau-Narcejac, Op. cit., p á g . 89.
228 El lenguaje de la poesía El mundo 229

lector tiene miedo, y, sin embargo, no huye. Y es que el espacio trario, es misterioso de suyo, por el hecho de que escapa por
no es suyo; es una cualidad del mundo. La novela o la película naturaleza a las leyes naturales. Lo sobrenatural es inexplicable
policiaca describe u n universo de miedo, en donde el ser-en-el- y, por ende, imprevisible. ¿De d ó n d e se desprenden sus propie-
mundo es u n ser-en-peligro. dades estructurales? ¿ P o r q u é es poético un fantasma? La res-
E l misterio es una categoría general, una estructura traspo- puesta se encuentra, curiosamente, e n S i m o n e de Beauvoir, en
nible a contenidos diversos. La caza del tesoro constituye el una observación incidental de L'Invitée: «Y a d e m á s , lo que
tema de muchas novelas, cuyo n ú m e r o puede alargarse si damos me parece poético es que no está clavado al suelo, está al mismo
a «tesoro» u n sentido simbólico. La b ú s q u e d a del Graal es, de tiempo en otro lugar». I n t u i c i ó n penetrante de la relación ínti-
este modo, una caza del tesoro. Pero d e j é m o s l e su sentido lite- ma que existe entre poeticidad y espacialidad. Toda cosa, en
ral. E l paterna es a q u í inverso al anterior. E l tesoro es promesa, cuanto tal, ocupa, en un momento dado, un lugar único en el
t e n t a c i ó n ; e s t á marcado por el signo positivo en la d i m e n s i ó n campo espacial. Si está aquí, no puede estar allí. El fantasma
«valor». Pero la estructura es la misma. E l misterio, aquí, se libra de esta necesidad. No es que posea el don de la ubicui-
envuelve el lugar. E l problema de identificación sigue planteado, dad. Pero puede aparecer en cualquier momento en cualquier
pero esta vez no se refiere a la persona, sino al espacio. ¿Dónde lugar. Por este hecho, está fenomenológicamente en todas partes.
está el tesoro? La respuesta es: en todas partes. A l estar escon- Ocupa virtualmente todo el espacio y t a m b i é n todo el tiempo.
dido, puede estar en cualquier sitio. Lo que quiere decir que La presencia fantasmal invade el campo total. E l mundo entero
cada parcela del espacio contiene la promesa. E l campo e s t á se torna fantasmal y, al mismo tiempo, fuente de espanto. E l
totalizado una vez m á s . Ya no es el miedo sino la esperanza la miedo se convierte de nuevo aquí en una cualidad del mundo.
que invade el espacio novelesco. Y, de la misma manera, el des- E l conjunto de los seres sobrenaturales comparte la misma
enlace anula el encantamiento. Una vez descubierto, el tesoro propiedad. Fantasma, espectro, hada o duend^no^sori^yj^^cosas-
divide el espacio en dos partes opuestas, la parte en que está en-el-mundo, sino, por decirlo así, cosas-mundos. Estructura
y aquella en que no está. Y, al mismo tiempo, el espacio de la c o m ú n a toda entidad poética y que define estructuralmente la
novela pierde su intensidad y vuelve a la proseidad. poeticidad.
Por su poder «difusivo» y, por tanto, totalizante, el misterio
* ** se constituye en categoría poética. Y por ello el paterna inducido
por él cobra un aspecto «atmosférico». E l misterio se capta
Nos es posible ahora llegar hasta las cosas mismas. Porque siempre como atmósfera-de-misterio, y lo mismo ocurre con el
el misterio no es una categoría meramente literaria- es t a m b i é n paterna inducido. La novela policiaca, la película de terror, la
una c a t e g o r í a « m u n d a n a » . Lo encontramos en los textos V tam- novela o película f a n t á s t i c a no introducen al destinatario en
bién en la vida. Constituye en particular el c a r á c t e r esencial un peligro preciso y localizado, sino en el miedo sentido como
de lo que llamamos «lo s o b r e n a t u r a l » . atmósfera, como una especie de cualidad extendida por la su-
Hay dos tipos de misterio. Uno es subjetivo; el otro, ob- perficie del mundo.
jetivo. E l p r i m e r o no se refiere a las cosas, sino al conocimiento Pero el misterio no es el único que posee este poder difusivo.
que se tiene de ellas o, m á s bien, que no se tiene. E n la novela Hay, en la naturaleza, «cosas», seres, situaciones, acontecimien-
policiaca, el misterio lo produce la ignorancia élT^que nos halla- tos que lo pos4en t a m b i é n . Por supuesto, no por sí mismos. Es
mos acerca de la identidad del culpable. Pero, en sí mismo, el preciso repetirlo. Nada es poético o prosaico por sí, sino sólo
asesinato no tiene nada de misterioso. Un fantasma, por el con- en función de la estructura-de-campo inducida por la rosa. Y
230 El lenguaje de la poesía El mundo 231
se puede decir que una entidad cualquiera es p o é t i c a o prosaica es la figura. Comparte con ella un rasgo c o m ú n . Un ruido sólo
sólo en la medida en que, por sus caracteres objetivos, tiende puede aparecer en un campo auditivo; u n color, sólo sobre u n
a imponer —o al menos a facilitar— t a l o cual estructura feno- fondo óptico. Pero, dentro de este campo, figura y fondo se
m e n o l o g í a . Por consiguiente, antes de estudiar estas estructuras, oponen como dos t é r m i n o s opuestos en el seno de un mismo
es preciso evocar algunas de las leyes que rigen la fenomena- paradigma. Cada uno es solamente lo que el otro no es, y los
lidad. dos se constituyen juntos como dos entidades relativas y opo-
* ** sitivas. Una mancha roja sólo se percibe como tal si destaca
sobre un fondo que tiene como característica, a la vez, ser
La ley fundamental de la p e r c e p c i ó n ha sido enunciada por coloreado y no ser rojo. Así, pues, sin forzar demasiado las cosas,
los psicólogos de la Gestalttheorie con el nombre de «ley de podemos admitir la existencia de un isomorfismo entre la per-
figura/fondo». Se llaman «formas» (Gestalten) «las unidades cepción y el lenguaje, o por lo menos entre cierto tipo de per-
o r g á n i c a s que se individualizan y se l i m i t a n en el campo espa- cepción y cierto tipo de lenguaje. Esto no tiene nada de sor-
cial y temporal de p e r c e p c i ó n y de r e p r e s e n t a c i ó n » . La ley 8 prendente si se acepta que el lenguaje tiene como función
enuncia entonces que cada una de estas unidades sólo puede primordial la expresión de la experiencia perceptiva.
aparecer como figura sobre un fondo. Por consiguiente, podemos preguntarnos si no puede con-
tinuarse el paralelismo. E l análisis ha aceptado la existencia de
Todo objeto sensible s ó l o existe, pues, con r e l a c i ó n a cierto
dos tipos o polos del lenguaje, caracterizados respectivamente
fondo; esta e x p r e s i ó n se aplica no s ó l o a las cosas visibles, sino
por el dominio de la estructura opositiva o de la estructura
a toda especie de objeto o de hecho sensible; u n sonido destaca
sobre u n fondo constituido por otros sonidos o ruidos o sobre
totalizante. ¿ N o podemos igualmente admitir que hay dos tipos
un fondo de silencio, como u n objeto sobre un fondo luminoso o polos de la percepción, caracterizados de la misma manera?
u oscuro. E l fondo, como el objeto, puede estar constituido por A esta pregunta, la Gestalttheorie da una respuesta positiva.
excitaciones complejas y h e t e r o g é n e a s ; veo a una persona sobre La organización del campo perceptivo en figura/fondo, en
u n fondo constituido objetivamente por l a pared, los muebles, los efecto, no obedece a la ley del todo o nada. Implica grados. La
cuadros, etc. Pero existe siempre una diferencia subjetiva notable
9
figura puede ser m á s o menos diferente del fondo. En ú l t i m o
entre el objeto y el f o n d o .
caso, la diferencia puede desaparecer y el campo puede cons-
tituirse en totalidad homogénea. E l fenómeno es r a r í s i m o en
La experiencia m á s corriente confirma la universalidad de tal la experiencia natural, pero puede realizarse en laboratorio.
estructura. Así, no podemos percibir un objeto como móvil
a no ser sobre u n fondo de inmovilidad. De dos trenes paralelos, E n los experimentos de W. Metzger, se s i t ú a a los sujetos frente
el viajero sólo advierte que uno e s t á en movimiento si el otro a u n a gran pantalla blanca d é b i l m e n t e iluminada por un proyector
aparece inmóvil. y que ocupa todo su campo visual. E n estas condiciones, l a pantalla
misma no se ve como u n a superficie localizada a cierta profundidad.
Pues bien, al reflexionar sobre ello, no nos puede dejar de
E l color parece llenar todo el espacio. S i se aumenta l a intensidad
sorprender la analogía entre esta estructura de figura/fondo y luminosa, al principio parece que este color se condensa, pero a ú n
la estructura opositiva. Lo que caracteriza el fondo es que no con cierta lentitud y a u n a distancia que inicialmente se subestima;
por ú l t i m o , cuando la intensidad aumenta m á s , la i m p r e s i ó n de
8
G . Guillaume, Psychologie de la forme, p á g . 21. superficie se precisa al mismo tiempo que la de distancia. E s t e
9
I d e m , Ibid., p á g s . 58-59. progreso de la p e r c e p c i ó n depende de u n a m i s m a diferenciación
232 El lenguaje de la poesía El mundo 233

de l a textura superficial del papel de l a pantalla, cuyo grano se ha tirse incluso en uno de sus estados. Es decir que entonces ya no
hecho sensible. Así, pues, s ó l o hay p e r c e p c i ó n de objeto si existen es una cualidad neutra; es m á s sentida que conocida, y la
diferencias de intensidad entre las excitaciones procedentes de sensación se convierte en u n modo del sentir. Por lo d e m á s ,
1 0
varias partes del c a m p o . la lengua francesa da fe de ello, cuando dice sentir une odeur
(sentir u n olor). E l olor es a.la vez propiedad de las cosas y
Este experimento hace que aparezca la correlación existente u n estado del sujeto. Nunca es efectivamente neutro, y corre-
entre las nociones de «objeto» y de «diferencias». E l objeto se lativamente está mal localizado y tiende por d r m s r n o a e x p a n -
constituye f e n o m e n o l ó g i c a m e n t e a partir de dos diferencias,_con dirs_e_ alrededor del objeto del que emana para invadir la tota-
el sujeto y con el mundo. Diferencias que son a su vez corre- lidad del campo olfativo. Pero si los estímulos visuales y olfa-
lativas. En el momento en que la figura se opone al fondo, surge tivos pueden organizarse m á s fácilmente en figura/fondo y, al
la distancia, es decir, la tercera d i m e n s i ó n . E l objeto sólo se mismo tiempo, tienden a aparecer como cualidades de u n objeto
separa del sujeto en la medida en que se distingue del mundo. determinado, t a m b i é n pueden, como hemos visto, escapar a
La estructura ternaria del campo perceptivo se basa en una esta estructura y recobrar entonces una tonalidad afectiva pro-
doble negación. E l objeto no es el sujeto y no es el mundo. Pero pia de cada uno. Hay una relación originaria entre totalidad y
esta estructura sólo se realiza en ciertas condiciones, y puede afectividad. A l menos es lo que han afirmado los psicólogos de
atenuarse o incluso desaparecer en otras condiciones. Entonces la escuela de Leipzig ( K r ü g e r , Volkelt), para quienes
se difumina la diferencia entre el objeto y el mundo y, al mismo
tiempo, la diferencia entre el objeto y el sujeto. ...la forma p r i m i t i v a de un todo cualquiera es u n sentimiento;
r e c í p r o c a m e n t e , todo sentimiento es la forma primitiva de l a per-
Pero si la p r i m e r a p e r c e p c i ó n , que llamaremos inductora, en c e p c i ó n de u n complejo. E n este sentido, podemos hacer del senti-
1 2
vez de estar localizada en una parte muy limitada del campo y, miento u n conocimiento .
por consiguiente, en vez de organizarse con u n objeto determinado
al que parece pertenecer, del que constituye el color o el sonido; Conclusión que confirma los resultados de nuestro propio
si esta p e r c e p c i ó n , digo, envuelve todo el campo, si es u n a luz análisis. Con una precisión importante. La totalidad verdadera
coloreada en la que todo parece estar uniformemente bañado, un no es inducida solamente por la homogeneidad interna de la
sonido continuo que parece llenar todo el espacio sonoro, el sujeto
figura, sino por la del campo. Una figura h o m o g é n e a no es una
siente la i m p r e s i ó n de estar t a m b i é n penetrado por la cualidad
\ totalidad si se opone al fondo. Sólo es tal si se fusiona con él.
sensible, é s t a y a no aparece solamente como una manera de ser
Existen entonces dos estructuras de campo; una, totalizante
de u n a cosa exterior, sino t a m b i é n como u n estado del sujeto mis-
mo. A este modo de o r g a n i z a c i ó n es al que Werner q u e r r í a reservar
e indiferenciada, que es el correlato fenoménico del conocimiento
el nombre de s e n s a c i ó n (Empfindung), por o p o s i c i ó n a ese otro afectivo, mientras que la otra, distinta y opositiva, constituye
modo de o r g a n i z a c i ó n que es la p e r c e p c i ó n objetiva ordinaria . 1 1
el correlato del conocimiento conceptual. Si esta definición
tiene fundamento, el análisis puede, a p a r t i r de ella, dar cuenta
Así, la cualidad sensible no está ligada por sí misma a una del fenómeno, no descubierto pero reconocido por el roman-
región determinada del espacio. Puede llenarlo por completo, ticismo, que constituye la poeticidad del mundo.
pero entonces engloba al sujeto mismo para llegar a conver- Hay en estg mundo u n objeto poético por excelencia, una
invariante t e m á t i c a de la poesía de todos los tiempos y de todas
i» Ibid., p á g . 58.
" Ibid., p á g . 194. " Ibid., pág. 192.
234 El lenguaje de la poesía El mundo 235

las culturas. Es la luna, o m á s exactamente el claro de luna. monautas americanos han alterado quizá la poeticidad de la
Porque la luna del d í a no es poética. Sólo lo es por la noche, luna. No la han destruido. Porque el poder de la luna proviene
cuando derrama su luz suave y extraña. Entonces se convierte de condiciones perceptivas, que por esta razón podemos llamar
enf~ objetivas y, por consiguiente, generalizables. Si la noche es
...le fantôme de notre univers, la donneuse d'émerveillement, fuente inagotable de poesía, es por la misma razón estructural.
l'étrangère parmi les hommes (Hôlderlin) Todo objeto aparece en la noche como una especie de fantasma
[...el fantasma de nuestro universo, la donante de fascinación, que pertenece a lo que lo rodea en la misma medida en que se
l a extranjera entre los hombres]. distingue de ello. Es cierto que u n objeto puede estar fuerte-
mente iluminado sobre un fondo nocturno, y entonces resulta
De los análisis precedentes podemos concluir que la poetici- imposible invocar, como en el caso del claro de luna, la débil
dad dé la luna emana del c a r á c t e r particular de su luz. Por su diferencia de intensidad que existe entre la figura y el fondo.
débil intensidad, propaga una_claridad difusa. La diferencia Y, sin embargo, la poeticidad persiste. Los monumentos ilumina-
figúra/fondo se difumina, y cada objeto tiende a sumergirse dos reciben de la noche que los rodea como u n aumento de
en el espacio circundante. Toda figura posee, por sí misma, intensidad. Entonces el objeto se destaca como figura no sobre
un contorno que le pertenece, y por esto traza una frontera un fondo de mundo, sino sobre un fondo de Nada. A la luz del
infranqueable entre lo que es y lo que no es. Con la claridad día, cada objeto se percibe sobre un fondo de otros objetos.
de la luna, los contornos de cada objeto, á r b o l e s , casas, etc., Por la noche, la cosa destaca sobre un fondo de tinieblas, que
se borran como si las cosas se prolongasen unas en otras. La se oponen a la claridad, pero no a la cosa misma. E l objeto,
intensidad de la luz es demasiado débil y está repartida dema- con los caracteres que lo constituyen, queda libre de toda opo-
siado uniformemente para que aparezcan fuertes diferencias sición neutralizante. Ya no está limitado a sus fronteras, sino
entre las superficies que la reflejan. Lo que la Gestalt llama que se proyecta alrededor de ellas y parece invadir el campo
«forma débil» corresponde a diferencias reducidas, y, a la luz total. La noche no se opone al objeto, no lo limita a sí mismo,
de la luna, todo objeto se percibe como forma débil, que, como sino que, por el contrario, se deja penetrar por él. E l objeto
tal, tiende a fundirse con el espacio que la rodea. E l campo e s t á se fusiona con ella y surge en la sombra como si fuera el único
totalizado y, por ello, se patetiza. Aparece entonces la «Mond- del mundo. Según una hermosa expresión que tomo de Sartre,
s c h e i n s t i m m u n g » o tonalidad afectiva del claro de luna, tal como ^aparece «como un objeto gigante en el mundo desierto».
la expresa Verlaine:
La estructura totalitaria, según el mismo principio, da cuenta
Le calme clair de lune triste et beau de lo que puede llamarse «efecto de paisaje». Si todo paisaje es
Qui fait rêver les oiseaux dans les arbres un estado de alma, según la frase de Amiel, es decir, si se pate-
Et sangloter d'extase les jets d'eau tiza por el hecho mismo de su ser de paisaje, esto se debe a
Les grands jets d'eau sveltes parmi les marbres *. que es una totalidad h o m o g é n e a . Es paisaje todo conjunto de
objetos visto a distancia, y es la distancia la que crea la homo-
Toda clase de asociaciones mitológicas o legendarias pueden geneidad. E l debilitamiento de las diferencias luminosas y cro-
reforzar el f e n ó m e n o . Pero como factor secundario. Los cos- m á t i c a s a t e n ú a l^a oposición figura/fondo y, de hecho, sólo es
paisaje el cuadro óptico en que esta estructura queda abolida.
* E l p l á c i d o claro de luna triste y bello / Que hace s o ñ a r a los pá-
jaros en los á r b o l e s / Y sollozar de é x t a s i s a los surtidores / L o s grandes
Para darse cuenta de ello, basta recrearla enfocando uno de los
surtidores esbeltos entre los m á r m o l e s . objetos que componen el cuadro. E l objeto se convierte en
236 El lenguaje de la poesía El mundo 237

figura y el resto constituye el fondo. «Ahora bien, ¿ q u é es en- En lugar del color, de diferencias marcadas, prefiere el matiz,
focar?», escribe Merleau-Ponty. «En lo que se refiere al objeto, que, en cuanto tal, tiende a borrar las oposiciones c r o m á t i c a s :
es separar la región enfocada del resto del campo, es interrum- Car nous voulons la Nuance encor
p i r la vida total del espectáculo. E n cuanto al sujeto, es susti- Pas la Couleur, rien que la Nuance!
t u i r la visión global, en la que nuestra mirada se da a todo el Oh! La nuance seule fiance
e s p e c t á c u l o y se deja invadir por él, por una observación, es Le rêve au rêve et la flûte au cor *.
u
decir, una visión local que el sujeto gobierna a su voluntad» .
Así, enfocar un objeto es hacer que renazca la estructura oposi- Ahora podemos ver con claridad d ó n d e se origina efectiva-
tiva en el campo perceptivo y, al mismo tiempo, se disloca la mente la poeticidad de las cosas. Se trata de una pura estructura
«paisajidad», y con ella la pateticidad. fenoménica, y sólo se puede decir que una cosa es p o é t i c a en
De manera m á s general, se puede invocar como condición la medida en que favorece en su ser cierto tipo de aparecer. Así
favorecedora de la poeticidad todo «efecto de velo», todo lo ocurre con el mar. No es p o é t i c o en cuanto masa de agua salada.
que disuelve las formas, a t e n ú a los colores, ahoga las diferen- Y es que comprenderlo como tal es verlo como especie de un
cias. Como la niebla, elevada por Baudelaire al rango de «lugar género, como parte de u n todo. La poeticidad viene de las con-
M
y medio de una verdadera a n u n c i a c i ó n espiritual» . La intui- diciones de su aparecer, en el que se muestra como figura sin
ción de los poetas, en particular de los r o m á n t i c o s , ha revelado fondo o, lo que es igual, como unidad figura-fondo. Lo que
desde hace mucho tiempo el poder poético de este c a r á c t e r es- caracteriza al mar es su «ilimitación», concepto con el que ya
t r u c t u r a l que podemos designar como «vago», «borroso», «va- se ha encontrado el análisis lingüístico. E l efecto de ilimitación,
poroso», etc. Estructuralmente, lo vago equivale a lo oscuro. en todo caso, no procede de una maniobra verbal, sino de la
Se define como tal toda forma indecisa, cuyos contornos se ven cosa misma en la medida en que se da como sin límites. E l mar
mal, lo que es «confuso» en sentido literal, es decir, lo que se no tiene límites. Se aleja hasta el horizonte y se confunde in-
distingue difícilmente de lo que no es él, y así hallamos de nuevo cluso con el cielo. E n el sentido etimológico del t é r m i n o es
la intensidad fenomenológica de lo claro y de lo distinto, de lo «inmenso», f e n o m e n o l ó g i c a m e n t e infinito. E n cuanto que es
oscuro y de lo confuso. Nuestro modelo coincide en esto con
La mer, la mer toujours recommencée! (Valéry)
la lección esencial del Art poétique de Verlaine. E l poeta declara
( ¡ E l m a r , el m a r siempre recomenzado!],
que prefiere el metro impar porque es

Plus vague et plus souple dans l'air pierde, con su límite, la condición m í n i m a de organizarse en
[ M á s vago y m á s ligero en el aire] figura/fondo. Y, en cuanto infinitud percibida como infinita,
pone de manifiesto su paterna específico y se convierte en lo
y, en contra de la fuerte oposición negro/blanco, privilegia que Valéry llama «la calma de los dioses» (le calme des dieux).
p o é t i c a m e n t e la «canción gris»: E l c a r á c t e r puramente fenoménico de la poeticidad puede
quedar ilustrado por estos ejemplos en que el objeto la con-
Oü VIndécis au Précis se joint. quista o la pierde según la posición del observador. Un bosque
[ E n que lo Indeciso a lo Preciso se u n e ] . sólo es poético' visto desde dentro. Entonces y sólo entonces es

1 3
Phénoménologie de la perception, p á g . 261. * Pues queremos el Matiz u n a vez m á s / ¡ N o el color, s ó l o el Matiz! /
1 4
J.-P. R i c h a r d , Poésie et profondeur, p á g . 109. ¡Oh! S ó l o e l matiz enlaza / el s u e ñ o con el s u e ñ o y l a flauta con el cuerno.
238 El lenguaje de la poesía El mundo 239

cuando abandona sus límites y surge como totalidad englobante se extiende m á s allá de los límites físicos del campo visual.
en las tres dimensiones. Para el que lo ve desde el interior, el Sobre este fondo destaca el cuadro como figura y, entonces, ya
bosque ya no es cosa-en-el-mundo, sino que constituye mundo, es sólo una cosa en el mundo. Cualquiera que sea su belleza
se establece como mundo-del-bosque. Y por esto mismo desvela propia, queda limitado a sí mismo, y con esto se niega poética-
su esencia poética, variable t a m b i é n según las circunstancias, mente dentro del todo que lo engloba. Entonces es cuando
« h o r r o r » para M a l l a r m é , «majestad» para Hugo. interviene el marco, rompiendo la solidaridad fenoménica de
En el concepto de «límite» se opera la sutura de lo lingüís- la figura y del fondo. Separado del mundo, el cuadro se con-
tico y de lo cósmico. La noción de límite es la clave de b ó v e d a vierte a su vez en mundo. Aquí es donde se origina «un no sé
15

del modelo propuesto. Es prosaico, en las palabras o en las q u é extraño», esa « e x t r a ñ e z a » en la que se ha querido ver
cosas, todo lo que se da con su propio límite, implicando así el c a r á c t e r constitutivo de la poeticidad. E n realidad, la extra-
un m á s allá en el que se inscribe la negación. Es p o é t i c o lo ñeza no es m á s que una manera de caracterizar negativamente
ilimitado. Como t a l , invade el espacio y expulsa toda negación la estructura totalitaria en que la figura sigue siendo ella misma
fuera del campo de su aparecer: el bosque, el mar, el cielo, el y, sin embargo, se hace distinta mediante la ruptura de sus
desierto, todas las cosas que escapan por su estructura totali- lazos con el mundo.
zante a la diferencia neutralizadora, es decir, a la proseidad. Y esta es la ocasión de denunciar una confusión antigua y
Nuestro análisis va a permitirse ahora una i n c u r s i ó n por un persistente entre dos procesos distintos. Se suele confundir la
terreno que no ha abordado todavía. Es cierto que sólo lo hace poetización con la idealización. Poetizar una cosa sería perfec-
siguiendo los pasos del poeta, que escribe: cionarla, b o r r a r sus defectos, colmar sus lagunas, hacer resaltar
sus cualidades. E n realidad, no hay nada de eso. La cosa puede
Comme un beau cadre ajoute à la peinture, ser perfecta en su g é n e r o , en toda clase de valores, incluso
Bien qu'elle soit d'un pinceau très vanté, estéticos, y seguir siendo prosaica, si persiste en permanecer
Je ne sais quoi d'étrange et d'enchanté
entre las d e m á s como región del espacio o parte del mundo.
En l'isolant de l'immense nature *.
Sólo alcanza su d i m e n s i ó n poética si rompe con el mundo y
ocupa su lugar para constituirse en cosa-mundo. Aquí se ins-
Este texto de Baudelaire merece que nos detengamos en él.
cribe la diferencia entre lo bello y lo poético. La cosa es sólo
Dice l o esencial de lo que este análisis repite d e s p u é s . E l «Je
N bella si sigue siendo cosa. Sólo se poetiza en la medida en que
ne sais quoi d ' é t r a n g e et d'enchanté» es la d e s c r i p c i ó n exacta
incorpora el mundo total. P o é t i c a m e n t e , la cosa es todo o no
del efecto poético. ¿De d ó n d e procede? No del cuadro mismo,
es nada.
a pesar de su belleza intrínseca. Sino del marco, por una opera-
* **
ción estructural que el análisis ha llamado ya «aislamiento».
Es la misma palabra que utiliza Baudelaire. E l marco a c t ú a
p o é t i c a m e n t e «aislando» la p i n t u r a de «la inmensa n a t u r a l e z a » : Prosigamos este r á p i d o sobrevuelo del mundo poético. Hay
La naturaleza, aquí, es el mundo englobante, es decir, el fondo, otra categoría de objetos que consiguen alcanzar la poeticidad
que, como sabemos, no tiene límite. C o n t i n ú a bajo la figura y a p a r t i r no ya de las condiciones perceptivas propiamente dichas,
sino de una estructura fenomenológica en que se mezclan lo
perceptivo y lo imaginario. E l primero de ellos es ese objeto
* C o m o u n bello m a r c o a ñ a d e a l a pintura, / Aunque é s t a sea de u n
pincel m u y elogiado, / U n no s é q u é e x t r a ñ o y encantado / A l aislarlo
de la inmensa naturaleza. 15 E s l a « o s t r a n e n i e » de los formalistas rusos.
240 El lenguaje de la poesía El mundo 241

cuya poeticidad cantaron ya los p r e r r o m á n t i c o s : las ruinas. Es hecho piedra. Es presente-pasado, mixto de ahora y a n t a ñ o .
inútil citar a q u í textos c é l e b r e s . Quizá el pasadismo r o m á n t i c o Las ideas metafísicas que evoca, el Tiempo, la Muerte, etc., a
haya cargado las tintas. Pero las ruinas siguen teniendo una las que Diderot atribuye su prestigio, sólo vienen por a ñ a d i d u r a .
fuerza p o é t i c a difícil de negar. ¿Cuál es su origen? Para captar la poeticidad de las ruinas, no es preciso tener
Las ruinas tienen una belleza i n t r í n s e c a . grandes pensamientos. Sólo dejarse invadir por esa e x t r a ñ a
17
presencia de la ausencia y de su nostálgica pateticidad .
...el tiempo no violenta al objeto; por el contrario: l a necesidad
exterior, a l a que permite actuar, hace que aparezca l a necesidad
La ruina es al tiempo lo que la nave es al espacio. Dos ob-
inmanente al objeto, sus ejes, sus aristas, sus proporciones; el jetos en sí radicalmente diferentes, pero unidos por una misma
objeto e s t é t i c o se conserva en la r u i n a porque se desgasta según estructura. La nave es u n aquí-allá, como la ruina es un presente-
sus propias normas, y sin desfigurarse 1 6
. pasado. La nave que contemplo e s t á aquí. Descansa suavemente
sobre las aguas tranquilas del puerto. Y al mismo tiempo e s t á
Esto es cierto en muchos casos. Si la ruina ha conservado su en otro lugar. Trasciende las oposiciones espaciales como la
belleza, es decir, su semblante y su estilo, si la fortaleza me- ruina las oposiciones temporales. «El encanto infinito y mis-
dieval muestra a ú n en sus piedras rudeza y barbarie, se cumple terioso que se encuentra en la c o n t e m p l a c i ó n de una nave»
el segundo tiempo de la figura, la « c o r r e s p o n d e n c i a » entre lo (Baudelaire) se origina por entero en esta estructura doble y
que es el objeto y lo que evoca. A la medievalidad de su pasado contradictoria, por la que la nave supera su condición de objeto
corresponde el aspecto medieval de su forma presente. Pero como los d e m á s y entre los d e m á s para constituirse un mundo
la belleza no es condición n i necesaria n i suficiente de la poeti- aparte habitado por él solo.
cidad. Algunas piedras dislocadas y carcomidas, si llevan la Todos los objetos que poseen en sí tal dualidad tienen acceso
marca del tiempo, si son vestigio de una época a la vez remota al reino reservado de la poesía. Tanto el cristal baudeleriano
y prestigiosa, conservan su sortilegio. Y, por el contrario, u n como el espejo de M a l l a r m é . E l cristal ofrece a la vista lo que
hermoso edificio total y perfectamente restaurado recobra por niega al tacto, transparencia para los ojos y opacidad para la
definición su belleza, pero no conserva su poder de e m o c i ó n . mano. E n cuanto al espejo, muestra y esconde a la vez. La
Porque este poder emana del lazo sustancial, físico, de la piedra mirada no ve nada de lo que m i r a , y sólo se ve a sí misma. Hay
con su propio pasado. ¡Poder p o é t i c o de la metonimia! Bien en esta categoría de objetos, ruinas, nave, cristal, espejo, una
lo sabe el enamorado, para quien todo objeto, aunque sea ano- s especie de fantasía de la realidad, de magia natural por la que
dino, es emocionante p o r la r e l a c i ó n carnal que conserva con escapan a la fatalidad del ser-en-el-mundo para instaurar el ser
aquella a quien p e r t e n e c í a . de su propio mundo, donde reside toda poeticidad-
Si las ruinas son p o é t i c a s , es por una razón estructural que Ha llegado la hora de responder a una objeción que no
puede describirse en forma de c o n t r a d i c c i ó n . E l presente se f o r m u l é a su debido tiempo porque reservaba su p r o b l e m á t i c a
opone al pasado como lo que es a lo que ya no es. Pero estas para este momento en que el análisis tiene armas para contestar.
piedras ruinosas son al mismo tiempo presentes y pasadas, son Si, en efecto, de acuerdo con el modelo, la poesía es totalización
y ya no son. Existen en el presente, pero el pasado las habita y por negación de la negación, ¿ c ó m o explicar la poeticidad del
las asedia. Objeto contradictorio, cuya estructura es isomorfa
de la expresión verbal llamada o x í m o r o . La ruina es u r T ó x í m o r o /
1 7
Pero es preciso que realicen t a m b i é n s u aislamiento espacial. E s
M . Dufrenne, Phénoménologie de Vexpérience esthétique, 1, p á g . 218. difícil dejarse cautivar por las ruinas de Cluny vistas desde el boulevard
Saint-Michel.
242 El lenguaje de la poesía El mundo 243

o x í m o r o , verbal o cósico, en el que la estructura opositiva, abo- sentido original, la sensibilidad extremada a todo lo que afecta
lida en el exterior, subsiste en el interior? Expresiones como al ser amado, por oposición al no-sentir del no-amor. Planteada
obscure ciarte (Corneille), te amo y te odio (Catulo), según como t a l , la p a s i ó n se niega en la indiferencia. A t r a v é s del
hemos dicho, no tienen contrario. Pero tienen su negación en o x í m o r o , se la capta sin opuesto y, por la misma razón, en su
sí mismas. Así, pues, si suprimen la negación en el eje paradig- intensidad p a t é t i c a .
m á t i c o , la recobran en el eje sintagmático. E l segundo tiempo Lo mismo sucede con «oscura claridad». La coincidencia de
de la figura, que es identidad en las expresiones poéticas, es los contrarios destruye t é r m i n o s , pero conserva la categoría.
aquí, por el contrario, oposición. La ruina, del mismo modo, se E n este caso, la luz que por sí misma trasciende la oposición
totaliza por su c o n t r a d i c c i ó n interna. No deja nada fuera de de lo claro y de lo oscuro.
ella y, al hacerlo, constituye u n mundo, pero un mundo habitado
por la c o n t r a d i c c i ó n entre el presente y el pasado que es a la L'obscure clarté qui tombe des étoiles
vez la ruina. [ L a oscura c l a r i d a d que cae de las estrellas]

Podemos proponer la respuesta siguiente: una oposición


es una luminosidad difusa, propagada a través de lo visible,
p a r a d i g m á t i c a supone u n rasgo c o m ú n , una categoría con res-
que ya no hace resaltar las superficies que alcanza como figuras
pecto a la cual los dos rasgos opuestos e s t á n en relación hipo-
nímica. E n el caso de la ruina, esta categoría es el tiempo. Es claras sobre u n fondo oscuro, sino que las sumerge por igual
19

decir, el devenir. E l tiempo pasa, ésta es su esencia. E l poeta en una especie de a t m ó s f e r a l u m i n o s a . Para apoyar esta inter-
lo dice: p r e t a c i ó n , podemos evocar la figura de uso del «claroscuro»,
que designa, según los diccionarios, la «mezcla» o la «fusión»
Le temps s'en va comme cette eau courante
Le temps s'en va... (Apolhnaire)
de la sombra y de la luz. E n el claroscuro, en Vinci o en Rem-
brandt, o en el cine expresionista, la luz, m á s que mostrar las
[ E l tiempo se va como esta agua que corre
cosas, se muestra tal como es en sí misma, pura y patética.
E l tiempo se v a . . . ] .

E l pasado en ruinas, p o r consiguiente, ya no es u n antiguo pre- * **


sente, que ha podido como t a l existir sin diferencia con el pre-
sente. Es la pasadidad como símbolo de lo que pasa, hipóstasis
\ E l análisis se ha limitado hasta a q u í al objeto. Va a volverse
de la temporalidad como muerte de algo a sí mismo. Y la nos-
ahora hacia la subjetividad. E n realidad, lo que el análisis
talgia poética no es a ñ o r a n z a de lo que fue, sino desgarramiento
llamaba «objeto» no era para él cosa en sí, sino cosa para sí y,
del ser frente a lo que significa para él la condición fundadora
en este sentido, no se ha alejado nunca de la subjetividad. Sin
de su propia existencia humana. Las ruinas son el tiempo que
embargo, es cierto que la estructura fenoménica, en todos los
se ha tornado p a t é t i c o .
ejemplos descritos hasta aquí, estaba condicionada por la cosa
Del mismo modo, una frase como te amo y te odio realiza misma. La infinitud del mar es claramente u n mero f e n ó m e n o .
una «coincidentia o p p o s i t o r u m » que, como tal, d e b e r í a anularse El mar no es realmente infinito. Pero no es menos cierto que
como no-frase. Pero los dos rasgos opuestos, amor y odio, son
h i p ó n i m o s de una categoría que R. B l a n c h é llama «patía» por /
18
oposición a la «apatía» o indiferencia . Designa la p a s i ó n en su w Como ejemplo de la transponibilidad figurai, se puede s e ñ a l a r el
cuadro de Magritte L'Empire des lumières, que, representando l a noche
1 8
R . B l a n c h é , Structures intellectuelles, p á g . 104. en pleno día, realiza el equivalente p i c t ó r i c o exacto de este o x í m o r o .
244 El lenguaje de la poesía El mundo 245
este c a r á c t e r e s t á determinado a su vez por la inmensidad ob- embargo, añade Freud, no dudamos en reconocer en ellos los
jetiva del mar. A l abordar ahora u n análisis del sueño y de la caracteres del s u e ñ o ; n u n c a los confundimos con producciones del
memoria como dos momentos esenciales de la subjetividad, el estado de vigilia» 2 2
.
análisis se vuelve sin duda hacia el puro para sí. Inmenso y
complejo terreno por donde, desde luego, es aventurado caminar. Ahora bien, es curioso que, en este texto, Freud no se plan-
Pero basta con escribir estas palabras, memoria y sueño, para tee la cuestión de saber en q u é nos basamos para «reconocer
darse cuenta de que, en las p á g i n a s que siguen, se trata sola- los caracteres del sueño» en lo que es a la vez «claro y razona-
mente de t í m i d o s sondeos en el fondo de dos abismos. ble». Y es que, en realidad, el contenido del sueño le interesa
La analogía entre s u e ñ o y poesía es otro descubrimiento del m á s que su estructura. E l sueño tiene interés psicoanalítico
romanticismo. «El s u e ñ o no es m á s que poesía involuntaria», sólo en la medida en que es u n significante cuyo significado
escribe V o n Jacob, y hallamos la misma frase, siete a ñ o s m á s latente debe ser descifrado por el análisis. Ahora bien, sólo los
tarde, en Jean-Paul. Debemos preguntarnos cuál es el funda- sueños de la tercera categoría, los que «son incoherentes, oscu-
mento de esta c o m p a r a c i ó n . La respuesta, tan falsa como inme- ros y a b s u r d o s » , tienen valor simbólico. Los primeros, por el
diata, es que se trata de una semejanza de contenido. S u e ñ o y contrario, no expresan sino deseos conscientes. Como la n i ñ a
poesía c o m p a r t i r í a n la ficticiedad, concebida como libertad con que, estando a dieta, s u e ñ a que come fresas. Pero entonces, en
respecto a la realidad. Por lo que se los d e b e r í a comparar sería tales casos, ¿ c ó m o sabemos que se trata de u n sueño?
por el aspecto e x t r a ñ o , incluso fantástico, de lo que describen La respuesta que se propone es ésta: la diferencia entre el
o cuentan. E n el paradigma tradicional que opone imaginación sueño y la vigilia es una diferencia de estructura del campo
y realidad, sería en la i m a g i n a c i ó n donde s u e ñ o y poesía halla- fenoménico. E n el s u e ñ o se anula la organización del campo
r í a n su unidad. Para convencerse de lo contrario, basta observar en figura/fondo, y en esto es en lo que el s u e ñ o se asemeja a
que el poema, en su contenido, prescinde muy fácilmente de lo la poesía. La conciencia onírica, como la conciencia poética, es
imaginario y que, de hecho, como h a b í a señalado Ramuz, el una conciencia totalizada.
20
poema, a diferencia de la novela, no i n v e n t a . La creatividad Es muy difícil observar el sueño en su forma específica. Lo
poética, r e p i t á m o s l o , e s t á en la expresión, no en lo expresado. que retiene de él la conciencia vigilante es el contenido de
En cuanto al s u e ñ o , la n a r r a c i ó n que de él hace el sujeto des- acontecimientos. Pero no es fácil «volver a ver» el propio sueño.
pierto es frecuentemente absurda e incoherente a la vez. Con NSin duda ésta es la razón p o r la que se dispone de tan pocos
frecuencia, pero no siempre. Hay s u e ñ o s que relatan aconteci- estudios sobre este tema. Pero hay u n medio indirecto de acer-
mientos perfectamente verosímiles. Esto lo reconoce explícita- carse a él, dirigiendo la mirada hacia una forma de conciencia
mente Freud, que clasifica los sueños en tres categorías, situando cercana al onirismo, pero que sigue perteneciendo a la concien-
en la p r i m e r a cia vigilante. Se trata del «ensueño» o sueño vigilante, sobre
el que tenemos inapreciables observaciones de Gastón Bache-
«...los sueños claros y razonables, que parecen tomados directa- 23
l a r d . Es verdad que t a m b i é n él se dedica m á s al contenido
mente de l a vida consciente. E s t o s s u e ñ o s se producen con fre-
cuencia. S o n breves, y apenas nos interesan porque no tienen nada
2 2
2 Idem, Ibid.
que asombre, nada que impresione a l a i m a g i n a c i ó n » ^ «Y sin 2 3
Poétique de la rêverie. E s significativo comprobar que B a c h e l a r d ,
para caracterizar s u m é t o d o , p a s ó del t é r m i n o « p s y c h a n a l y s e » , en Psy-
V é a s e M . R a y m o n d , La Crise du roman, p á g . 208. chanalyse du feu, al de « p o é t i q u e » , en Poétique de l'espace y Poétique de
Le Rêve et son interprétation, p á g . 28. la rêverie.
El mundo 247
246 El lenguaje de la poesía
se sube siempre. Tiene el signo de la a s c e n s i ó n hacia l a m á s tran-
que a la forma, pero da, sobre la marcha, interesantes indicacio- quila soledad. Cuando regreso a los desvanes de a n t a ñ o , no vuelvo
nes sobre el punto q u é nos ocupa. a bajar n u n c a . 2 5

E l campo fenoménico está estructurado normalmente según


una doble oposición binaria del yo y del no-yo, y, dentro del Lo que me g u s t a r í a llamar «la paradoja de la escalera» es
no-yo, de la cosa y del mundo. E l sujeto, el objeto y el mundo ejemplar. Plantea y resuelve la a p o r í a de lo mismo y de lo otro.
forman los tres polos del campo de conciencia. E n la conciencia La escalera del s u e ñ o no es, en sí, diferente de la escalera real.
s o ñ a d o r a , esta estructura tiende a debilitarse hasta llegar, en No es n i mayor n i menor, n i m á s bonita n i m á s fea. Es la misma
ú l t i m o t é r m i n o , a desaparecer. y, sin embargo, es distinta. Porque trasciende su propia nega-
ción. Una escalera que se baja pero que no se sube es un es-
El ser del s o ñ a d o r , escribe B a c h e l a r d , es u n ser difuso. Pero cándalo racional. Escapa a su propio concepto. E l concepto
este ser difuso es, en cambio, el ser de u n a d i f u s i ó n . E s c a p a a la de escalera, por decirlo así, se sube y se baja. Lo propio del
p u n t u a l i z a c i ó n del hic y del nunc. E l ser del s o ñ a d o r invade lo que
concepto es unir dos aspectos opuestos a la vez. En el concepto
le afecta, difunde en el mundo... A l habitar realmente todo el
de «caballo» entran el macho y la hembra, el adulto y el no
volumen de su espacio, el hombre del e n s u e ñ o e s t á por todos lados
en s u mundo, en un dentro que no tiene fuera. No sin r a z ó n se
adulto. Pero el concepto choca con la evidencia de lo vivido.
suele decir que el s o ñ a d o r e s t á inmerso en s u e n s u e ñ o . E l mundo Es cierto: la escalera dé la bodega es en sí misma y por sí
y a no le hace frente. E l yo no se "opone y a al mundo. E n el en- misma descendente. Subirla es violar su ser í n t i m o , negar su
s u e ñ o , y a no hay no-yo. E n el e n s u e ñ o , el no ya no tiene f u n c i ó n : esencia patética. Indudablemente, la realidad del objeto es la
2 4
todo es a c e p t a c i ó n . de su concepto. La escalera real sube y baja. Pero el sueño
tiene sus razones, que la realidad desconoce. A l quedar libre
de la contradicción, cada una de las dos escaleras puede liberar
En este pasaje, se insiste en la d e s a p a r i c i ó n de la oposición
su propio paterna. La de la bodega baja hacia el miedo, la del
sujeto/objeto. Pero ya sabemos que las dos oposiciones son
granero sube hacia la felicidad.
correlativas. La cosa sólo se separa del yo en la medida en
que se separa del mundo, y r e c í p r o c a m e n t e . E l mundo del en- Es asombroso comprobar, en Freud, la existencia de la mis-
s u e ñ o es u n mundo sin separaciones, sin diferencias, en que, ma observación a p r o p ó s i t o del s u e ñ o propiamente dicho. Es-
como señala Bachelard, «el no ya no tiene función». La diferen- cribe:
cia entre la conciencia s o ñ a d o r a y la conciencia normal, por L o que es sumamente impresionante es l a manera de compor-
consiguiente, no es de contenido, sino de forma. La conciencia tarse el s u e ñ o con respecto a las c a t e g o r í a s de o p o s i c i ó n y de
c o n t r a d i c c i ó n . E s t a ú l t i m a queda simplemente d e s d e ñ a d a , el «no»
s o ñ a d o r a puede definirse, como el lenguaje poético, por la no- 2 6
parece no existir para el s u e ñ o .
negación y como total identidad consigo misma. Lo demuestra
otra observación p a r a d ó j i c a , donde se mezclan ya el sueño y el 27

recuerdo. Y t a m b i é n : «Parece como si en él se desconociera el ' n o ' » . Y


es que la conciencia onírica aparece como el grado absoluto d e l
L a escalera que va a la bodega se baja siempre. E s su bajada proceso de totalización fenoménica. En el sueño, la oposición
la que conservamos en el recuerdo; es su bajada la que caracteriza
su onirismo... l a escalera del d e s v á n , m á s empinada, m á s tosca. 25 Poétique de l'espace, p â g . 41.
26 La Science des rêves, p â g . 274.
27 Le Rêve et son interprétation, p â g . 65.
2 4
Op. cit., p á g . 144.
248 El lenguaje de la poesía El mundo 249

figura/fondo ha desaparecido por completo. E n él, todo es figura. 28


solo en la oscuridad» . De nuevo, el análisis halla en su camino
E l s u e ñ o no tiene segundo plano, no tiene exterior. La,escena la palabra clave «aislado», que marca la r u p t u r a de la cosa con
s o ñ a d a ocupa, tomando la e x p r e s i ó n de Bachelard, «todo el el mundo, de la figura con el fondo. Y, de manera correlativa a
volumen de su espacio». En la pesadilla, todo es pesadilla. La este rasgo estructural, se desprende lo que Proust llama «im-
amenaza no e s t á localizada en u n lugar. Emana de todas partes, presión», en la que reconocemos bastante bien lo que se ha
constituye la trama misma del universo de la pesadilla. Y lo llamado aquí paterna. «Sólo la i m p r e s i ó n , por muy endeble que
mismo sucede con el tiempo. E l s u e ñ o no conoce n i esperanza sea su materia, por muy imperceptible que sea su huella, es
n i lamento, n i antes n i d e s p u é s . E s t á todo él en la presencia; un criterio de verdad, y, a causa de esto, sólo ella merece ser
no tiene d i m e n s i ó n de ausencia por la que pudiera ser distinto 2 9
aprehendida por la m e n t e » . Y Proust relaciona directamente
de lo que es. Y, en cuanto tal, el s u e ñ o es poesía pura. Toda la i m p r e s i ó n con la poesía: «...el poeta que ha olvidado casi
poesía tiene como único fin el de producir, por medio del arte, todo de los hechos que se le recuerdan conserva una i m p r e s i ó n
este efecto estructural específico que puede llamarse «efecto fugitiva». Así se separan francamente, en el recuerdo, estos dos
de sueño», donde cada ser y cada cosa, liberados de su nega- tipos de objetos de conciencia, el noema y el paterna. E l noema
ción, son devueltos a su propia identidad p a t é t i c a . son «los hechos»; el paterna, «la impresión». La memoria vo-
En la memoria, se observa el mismo tipo de e s t r u c t u r a c i ó n luntaria retiene los hechos; la memoria involuntaria, la impre-
—o de d e s e s t r u c t u r a c i ó n — del campo. A l menos en el tipo de sión. Franz Hellens hace exactamente la misma observación:
memoria que Proust llama «involuntaria», donde el recuerdo - «Mi memoria es débil, olvido r á p i d a m e n t e el contorno, el rasgo;
no se evoca, fija y analiza, sino que surge e s p o n t á n e a m e n t e , sólo la melodía queda en m í . Recuerdo m a l el objeto, pero no
arrastrando con él ese afecto específico que la psicología ha puedo olvidar su a t m ó s f e r a , que es la sonoridad de las cosas
llamado « m e m o r i a afectiva» y cuya existencia ha podido im- y de los seres». Bachelard comenta esto diciendo que «Hellens
pugnar. E l problema, en efecto, es saber si la «felicidad» indu- recuerda como poeta». Es verdad que el poeta sólo percibe y
cida por el sabor de la magdalena es un afecto rememorado y, traduce en palabras la «sonoridad» de las cosas y de los seres.
como t a l , cosa irreal, o si, como todo afecto, no es vivido en el La vaguedad, la oscuridad de las cosas descritas no es u n pro-
presente. En nuestra descripción de lo p a t é t i c o , nos hemos cedimiento de escritura, sino fidelidad a la a u t é n t i c a represen-
inclinado por una h i p ó t e s i s que concuerda con la primera inter- tación del mundo que de él tiene la conciencia que recuerda o
p r e t a c i ó n . Hay cosas experimentadas no vividas, afectos imagi- que sueña. Podemos preguntarnos q u é representa exactamente
narios, que pueden a d e m á s pertenecer como tales al pasado y el recuerdo según Proust. ¿La idea p l a t ó n i c a ? Quizá, con la
resurgir en forma de recuerdos afectivos. Pero el problema, condición de quitar a «idea» todo parentesco con el concepto.
30
en esta fase del análisis, no reside en esto. Poco i m p o r t a saber Los t é r m i n o s con que J.-P. R i c h a r d designa los temas prous-
si el paterna propio del recuerdo es algo experimentado en el tianos,
pasado remoto o en el presente. La única cuestión pertinente
l'aéré [lo aireado],
es la de la d i s t i n c i ó n entre dos tipos de recuerdos, diferentes
l'ensoleülé [lo soleado],
según su estructura y, correlativamente, según su c a r á c t e r paté-
le fleuri [lo florido],
tico o neutro.
La imagen de Combray, que volvía a obsesionarle cada noche,
M A la recherche du temps perdu, P l é i a d e , I , p á g . 43.
es descrita por Proust como «una especie de lienzo l u m i n o s o ,
» Ibid., P l é i a d e , I I I , p á g . 880.
aislado de todo lo que pudiera haber alrededor, resaltando él M Proust et le monde sensible.
El mundo 251
250 El lenguaje de la poesía
poesía no es nada m á s que esto: una exaltación del mundo, una
no tienen nada que ver con conceptos. E l recuerdo proustiano
celebración de las cosas, devueltas por la conciencia totalizante
revela una esencia afectiva.
a su poder emocional originario.
Es una experiencia disponible en todo momento para cada
uno de nosotros. Me imagino a esa mujer que conocí mucho * * *
en otro tiempo. Digo « m e imagino», y no, «pienso». Alguien ha
pronunciado su nombre, y ahí está, viva en m i recuerdo. Pero
la veo mal, como en una foto amarillenta, en la que los rasgos E l análisis ha manifestado claramente ahora el lugar en que
e s t á n borrosos y casi han desaparecido. E s t á ahí, ante m í . Pero la diferencia poesía/ño-poesía halla su pertinencia. Esta dife-
¿ d ó n d e e s t á ? En realidad, no está en ninguna parte. Su forma rencia no afecta a las cosas, sino a la conciencia de las cosas.
no destaca sobre n i n g ú n fondo, a no ser una especie de bruma Y podemos hablar con todo derecho, como Hegel, de conciencia
que parece emanar de ella, como esos cielos dorados de los fres- poética y de conciencia prosaica. Dos rasgos, estructurales y
cos bizantinos, que no son verdaderos cielos, sino que parecen funcionales, las separan: totalidad vs partitividad, y patetici-
halos de oro difundidos por la figura. De hecho, si m i r o bien, dad vs neutralidad. Podemos plantearnos, pues, cuestiones ane-
no está fija en n i n g ú n sitio, sino que parece flotar en un espacio jas sobre las condiciones psicológicas determinantes de uno u
sin perspectiva y sin punto de vista. Y, sin embargo, es ella. otro tipo de conciencia. Este es t a m b i é n u n campo de investiga-
Es su belleza, su gracia, su sonrisa. La reconozco por una es- ción inmenso, casi inexplorado, cuyo conocimiento p o d r í a abrir,
pecie de impresión, de efluvio emocional que parece despren- sin embargo, perspectivas muy amplias. Y , en u n caso así, de-
derse de ella como un olor, que la marca como ser a la vez bemos contentarnos con s e ñ a l a r los problemas.
esencial y único, y la transforma, por gracia del recuerdo, en La poesía es para la infancia una gracia de estado. E l n i ñ o
su propia a t m ó s f e r a . no aprecia los poemas. No los necesita. Lee directamente el
poema del mundo. Todo, para el niño, está dotado de expresión,
Por ú l t i m o , unas palabras sobre lo que Baudelaire llamaba
todo tiene u n alma. La-mesa es severa; el sillón, amistoso; el
«paraísos artificiales». Con su acostumbrada lucidez, observó
armario, solemne. «Para el n i ñ o , dice Kafka, una expresión
perfectamente que el efecto de la droga no es una deformación
benévola u hostil es quizá una experiencia m á s inmediata que
de la cosa, u n embellecimiento por exclusión de las escorias o
la de una mancha azul». Y Guillaume:
a c e n t u a c i ó n de los momentos logrados. D e t e n g á m o n o s en esta
cita: L a p e r c e p c i ó n primitiva, la del animal o del n i ñ o , por ejemplo,
Que la gente de mundo y los ignorantes, curiosos por conocer parece esencialmente fisonómica. Se perciben expresiones antes de
goces excepcionales, sepan bien que no h a l l a r á n en el h a c h í s nada percibir cosas, o, m á s bien, estas cosas son realidades determina-
32

milagroso, tan s ó l o lo natural excesivo. E l cerebro y el organismo das ú n i c a m e n t e por sus cualidades sensibles p a r t i c u l a r e s .
en los que opera el h a c h í s no o f r e c e r á n m á s que sus fenómenos
ordinarios, individuales; aumentados, eso sí, en número y en Pero hay que precisarlo. E l n i ñ o es un poeta elemental, cuya
energía . 3 1
paleta p a t é t i c a es relativamente limitada.
Esta visión expresionista de las cosas e s t á í n t i m a m e n t e liga-
Hay que detenerse en esta expresión: «tan sólo lo natural ex- da a la estructura del campo fenoménico. La percepción infantil
cesivo». Resume todo lo que este análisis ha querido decir. La es una p e r c e p c i ó n integrada: el niño no capta el mundo como

3 2
3
Psychologie de la forme, p á g . 191.
i « P o é m e du H a s c h i s c h » , P l é i a d e , p á g . 355.
252 El lenguaje de la poesía El mundo 253

un conjunto de elementos s i m u l t á n e a m e n t e diferentes y unidos, La poeticidad tiene t a m b i é n sus p a r á m e t r o s socio-históricos.


sino como una serie de bloques e r r á t i c o s y fragmentos aislados. Sabemos que a b a n d o n ó el Occidente durante dos siglos y no
Para el n i ñ o , el l i b r o con estampas no cuenta una historia. Cada volvió —con fuerza— sino con el Romanticismo, «La poesía
imagen es percibida por sí misma, como una totalidad aislada, r o m á n t i c a sólo es, d e s p u é s de todo, la poesía en sí, la p o e s í a
sin lazos temporales con lo que precede y lo que sigue. Las de la poesía, el extracto que subsiste d e s p u é s de haber excluido
cosas se ven en el libro a t r a v é s de sus significaciones existen- todo elemento no poético, una poesía poetizada —de manera
ciales, y la primera t a x o n o m í a de los seres se realiza según la que toda poesía que no fuera r o m á n t i c a no sería en definitiva
oposición binaria del miedo y del deseo. La conciencia del niño 35
sino una poesía no p o é t i c a . . . » . Como es poco probable que el
es sincrética, y sólo progresivamente llega a emerger la actitud talento haya abandonado s ú b i t a m e n t e a los occidentales durante
analítica (Gelb) y lo relativo precede a lo absoluto. Y basta con doscientos a ñ o s , hay que buscar una explicación a estos hechos
hacer el esfuerzo necesario para recobrar la conciencia de niño en el terreno socio-histórico.
—no el contenido, es decir los sucesos de nuestra vida de niño, Intuitivamente, existe sin duda una relación í n t i m a entre
sino la forma o estructura de la visión infantil— para volver a «burguesía» y «proseidad». E l p r o s a í s m o b u r g u é s es u n estereo-
ver las cosas como objetos-emociones. tipo que no es arbitrario. Fue con el siglo de la «burguesía
36

Recuerdo, abuela, la rosaleda, el olor acre de su follaje, los


c o n q u i s t a d o r a » cuando la proseidad se inscribió como estilo
criados, el cabriolé amarillo, el sol, y todo esto se funde en una sola de existencia. «Mi política no es poética, decía Metternich, es
impresión radiante (Tolstoi). prosaica». Como vemos, estos dos t é r m i n o s h a b í a n perdido ya
su exclusividad literaria para designar tipos de comportamiento.
Fusión, pues, en una sola i m p r e s i ó n , de un conjunto de objetos ¿Qué q u e r í a decir Metternich? Que sus motivaciones políticas,
h e t e r ó c l i t o s que la conciencia de n i ñ o ha captado, a t r a v é s de indudablemente, ya no estaban tomadas del repertorio de los
sus diferencias objetivas, en su unidad patética. Porque toda valores-emociones, gloria, honor, tradición, caballería, sino sólo
totalidad es impresiva, y toda i m p r e s i ó n , totalitaria. del sistema de valores-cálculos que se llaman intereses. La dife-
«La poesía», dice Goethe, «es un estado de infancia conser- rencia es menos de contenido que de forma. Se trata ahora de
vado». Privilegio que la naturaleza no ha concedido a todo el pesar las ganancias y las p é r d i d a s , de compensar el debe con
mundo. Sólo el poeta ha sabido preservar en sí algo de su alma el haber. La economía, en el sentido amplio del t é r m i n o , como
3 3
de n i ñ o . E l psiquismo infantil es una especie de gran horno cálculo de los placeres y de las dificultades, de los riesgos y de
emocional donde, a t r a v é s de las palabras y de las i m á g e n e s las seguridades, se convierte en u n tipo de existencia, en un
llevadas a su m á s alto grado de temperatura afectiva, se elabo- arte de vivir. E l hombre del siglo x i x inaugura una existencia
ran esos estados p s í q u i c o s , descritos por Freud, que el adulto de tipo económico. Esto quiere decir que todo valor, todo ob-
difícilmente llega a superar. Y quizá los que lo consiguen, que jetivo, todo proyecto debe relacionarse con su propia negación.
los hay, sean los que adolecen de ceguera poética. Quizá la E l económico es u n inmenso sistema de neutralización de los
madurez intelectual deba pagarse a este precio. Valéry veía valores por sus contrarios. Los valores de intensidad se sacrifican
una relación sutil « e n t r e el á m b i t o de la necedad y el de la a los valores de seguridad. Y la seguridad es otro nombre de la
34
poesía» . existencia prosaica.
3 3
C o n una diferencia importante, que es la que hay entre lo elemental
3 5
y lo refinado. R . H u c h , Les Romantiques allemands, p á g . 179.
3 3 6
* « C a l e p i n d'un p o e t e » , P l é i a d e , 1, p á g . 1452. S e g ú n el t í t u l o de l a obra de J . M o r a z é .
254 El lenguaje de la poesía El mundo 255

En la medida en que podemos saberlo, los tiempos antiguos La primera conecta directamente con lo que se acaba de
estaban marcados por el signo de la intensidad. decir. Se refiere a la existencia poética y se pregunta q u é sentido
puede darse a tal expresión. Vivir p o é t i c a m e n t e , quizá sea esto
L a s diversiones eran escasas, pero se saboreaban intensamente; lo que Rimbaud fue a buscar a África, lo que él llamaba «la
el tedio e r a inexistente, o, por lo menos, desconocido... E n la é p o c a verdadera vida». Pero, dice Rimbaud, esta vida está «ausente».
de L u i s X I , el comportamiento humano se situaba en los puntos
Y podemos preguntarnos por el sentido de esta ausencia.
extremos del placer y del sufrimiento, del goce y de la miseria, de
Si sacamos la lección de la teoría poética que aquí se ex-
l a c ó l e r a y del arrepentimiento. L o s hombres del siglo xv gozaban
del picante sabor de u n a vida con contrastes violentos... L a luz de pone, el rasgo poético pertinente de la poeticidad es la intensi-
la é p o c a le daba a todo un aspecto resplandeciente. dad. ¿Se puede concebir una existencia marcada por el signo
de la intensidad, una vida p a t é t i c a totalmente orientada al paro-
E l que se describe a q u í no es el universo en que vive Madame xismo, una conciencia del mundo siempre exaltada, un fervor
Bovary. Es su opuesto. La tragedia de la existencia es la de una nunca desmentido? ¿ E s é s t e el tipo de existencia que Nietzsche
vaciedad. Con Flaubert, Baudelaire o Chejov, surge en la litera- reservaba al superhombre?
tura u n tema nuevo, el tedio, que m a r c a r á la modernidad. Ya sabemos cuál es la condición estructural única de seme-
jante existencia. Es la no-negación, la total identidad consigo
O Mort, vieux capitaine, il est temps! Levons l'ancre! misma, la presencia liberada de la ausencia. La noche sin día,
Ce pays nous ennuie, ô Mort! Appareillons! el invierno sin verano, el amor sin olvido, el deseo sin hastío.
Si le ciel et la mer sont noirs comme de l'encre, Una s a b i d u r í a invertida, la b ú s q u e d a sistemática del desequili-
Nos coeurs que tu connais sont remplis de rayons! *. brio, la voluntad obstinada de todos los extremos. «Todas las
formas de amor, de sufrimiento, de locura» (Rimbaud).
Así escribe Baudelaire. Y no es por casualidad si, en el mismo Ahora bien, tan pronto como esta definición queda estable-
momento, la perdida intensidad del mundo vuelve a la escritura. cida, la existencia poética muere por su contradicción. Porque
Nunca el lenguaje h a b l ó tan alto, quizá porque la existencia la existencia es temporalidad, y el tiempo es negación. La poesía
j a m á s cayó tan bajo. Coincidiríamos en esto con la vieja t e o r í a es presencia, y toda presencia no dura m á s que el presente.
de la catarsis aristotélica, purgación, no de las pasiones, sino Una cosa no puede ser sin dejar de ser algo distinto de lo que
de ese deseo de intensidad que nunca ha abandonado el alma era. «El tiempo, dice Aristóteles, destruye lo que es». Es la
del hombre, y que el mundo ya no satisface porque la poesía d i m e n s i ó n esencial de la alteridad, el m e n t í s ontológico al prin-
se ha ido... cipio de identidad. Como tal, el tiempo es la fuente esencial de
•* * * la proseidad del mundo. E n él, el corazón se desengaña y el
mundo se desencanta. La poesía vivida n e c e s i t a r í a «la profunda,
profunda e t e r n i d a d » (Nietzsche), «el tiempo que no pasa». Kier-
Toda investigación debe comenzar y acabar con preguntas.
kegaard lo sabía. Sólo «podía amar en el deseo y en el recuerdo».
Q u e r r í a hacer dos, una existencial y otra metafísica.
Jean Wahl dice de él: «Su desgracia reside en el hecho de que no
37
puede transformar la relación poética en relación r e a l » . É l
* ¡Oh Muerte, vieja capitana, y a es hora! ¡ L e v e m o s anclas! / ¡ E s t e mismo escribe: «He hecho bien; m i amor no podía expresarse
p a í s nos aburre, oh Muerte! ¡ A p a r e j e m o s ! / S i el cielo y el mar son
negros como tinta / ¡ N u e s t r o s corazones, que t ú conoces, e s t á n llenos
3 7
de resplandores! Études kierkegaardiennes, p á g . 13.
256 El lenguaje de la poesía

en un m a t r i m o n i o » . Por esto confía a Dios la tarea de realizar


lo absurdo, en u n tercer reino en que el deseo realizado puede
seguir siendo deseo y la joven amada puede ser a la vez y
contradictoriamente p o s e í d a y perdida. Por consiguiente, no
en esta vida, no en este mundo. Las puertas de asta y de marfil
s e g u i r á n cerradas.
Esto nos lleva a la segunda pregunta. L a relación entre la
p o é t i c a y lo sagrado es otro descubrimiento del romanticismo.
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tido místico, escribía Novalis. E l sentido poético está estrecha-
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BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
D i r i g i d a por: DÁMASO ALONSO

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Wartburg, W. von: La fragmentación lingüística de la Romanía. Se-
gunda e d i c i ó n aumentada. R e i m p r e s i ó n . 208 p á g s . 17 mapas.
2. Wellek, R . y Warren, A.: Teoría literaria. P r ó l o g o de D á m a s o Alonso.
Cuarta e d i c i ó n . R e i m p r e s i ó n . 432 p á g s .
3. Kayser, W.: Interpretación y análisis de la obra literaria. Cuarta
e d i c i ó n revisada. R e i m p r e s i ó n . 594 p á g s .
4. Peers, E . A.: Historia del movimiento romántico español. 2 vols.
Segunda e d i c i ó n . R e i m p r e s i ó n . 1.026 p á g s .
5. Alonso, A.: De la pronunciación medieval a la moderna en español.
2 vols.
9. Wellek, R.: Historia de la crítica moderna (1750-1950). 3 vols.
10. Baldinger, K . : La formación de los dominios lingüísticos en la
Península Ibérica. Segunda e d i c i ó n corregida y muy aumentada.
496 p á g s . 23 mapas.
11. Marley, S . G . y B r u e r t o n , C : Cronología de las comedias de Lope
de Vega. 694 p á g s .
12. Martí, A.: La preceptiva retórica española en el Siglo de Oro. Pre-
mio Nacional de Literatura. 346 p á g s .
13. Aguiar e Silva, V . M . de: Teoría de la literatura. Segunda reimpre-
s i ó n . 550 p á g s .
14. Hbrmann, H . : Psicología del lenguaje. 4% p á g s .
15. R o d r í g u e z Adrados, F . : Lingüística indoeuropea. 2 vols. 1.152 págs.

II. ESTUDIOS Y ENSAYOS

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cos). Quinta e d i c i ó n . R e i m p r e s i ó n . 672 p á g s . 2 l á m i n a s .
2. Alonso, A.: Estudios lingüísticos (Temas españoles). Tercera e d c i ó n .
R e i m p r e s i ó n . 286 p á g s .
3. Alonso, D . y B o u s o ñ o , C : Seis calas en la expresión literaria espa-
ñola (Prosa-Poesía-Teatro). C u a r t a e d i c i ó n . 446 p á g s .
4. García de Diego, V . : Lecciones de lingüística española (Conferencias
pronunciadas en el Ateneo de Madrid). Tercera e d i c i ó n . Reim-
p r e s i ó n . 234 p á g s .
5. Casalduero, J . : Vida y obra de Galdás (1843-1920). Cuarta e d i c i ó n
ampliada. 312 p á g s .
6. Alonso, D.: Poetas españoles contemporáneos. Tercera e d i c i ó n a u -
mentada. R e i m p r e s i ó n . 424 p á g s .
7. B o u s o ñ o , C : Teoría de la expresión poética. Premio «Fastenrath».
2 vols. Sexta e d i c i ó n aumentada. 1.120 p á g s .
9. M e n é n d e z Pidal, R.: Toponimia prerrománica hispana. R e i m p r e s i ó n . 45. Alonso, D.: Dos españoles del siglo de Oro (Un poeta madrileñista,
314 p á g s . 3 mapas. latinista y francesista en la mitad del siglo XVI. El Fabio de la
10. Clavería, C : Temas de Unamuno. Segunda e d i c i ó n . 168 p á g s . «Epístola Moral»: su cara y cruz en Méjico y en España). Reim-
11. S á n c h e z , L . A.: Proceso y contenido de la novela hispanoamericana. p r e s i ó n . 258 p á g s .
Tercera e d i c i ó n . 630 p á g s . 46. Criado de V a l , M.: Teoría de Castilla la Nueva (La dualidad caste-
12. Alonso, A.: Estudios lingüísticos (Temas hispanoamericanos). Ter- llana en la lengua, la literatura y la historia). Segunda e d i c i ó n
cera e d i c i ó n . R e i m p r e s i ó n . 360 p á g s . ampliada. 400 p á g s . 8 mapas.
16. Hatzfeld, H . : Estudios literarios sobre mística española. Tercera 47. Schulman, I . A.: Símbolo y color en la obra de José Martí. Segunda
edición corregida y aumentada. 460 p á g s .
e d i c i ó n . 498 p á g s .
17. Alonso, A.: Materia y forma en poesía. T e r c e r a e d i c i ó n . R e i m p r e s i ó n . 49. Casalduero, J . : Espronceda. Segunda e d i c i ó n . 280 p á g s .
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19. Spitzer, L . : Lingüística e historia literaria. Segunda e d i c i ó n . Reim- e d i c i ó n aumentada. 426 p á g s .
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20. Z a m o r a Vicente, A.: Las sonatas de Valle Incián. Segunda edición.
Edad Media hasta el siglo XIX). 247 p á g s .
R e i m p r e s i ó n . 190 p á g s .
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Valle Incián, Buñuel). Cuarta e d i c i ó n aumentada. E n prensa.
aumentada, con u n a p é n d i c e sobre la poesía de Campoamor.
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gunda e d i c i ó n corregida. R e i m p r e s i ó n . 272 p á g s .
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48. Jauralde Pou, P.: Manual de investigación literaria. 416 p á g s .
49. Quilis, A.: Fonética acústica de la lengua española. 500 p á g s . V. DICCIONARIOS
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51. Coseriu, E . : Lecciones de lingüística general. 354 p á g s . 2. Corominas, J . : Breve diccionario etimológico de la lengua caste-
52. Ebneter, T . : Lingüística aplicada (Introducción). 490 p á g s . llana. Tercera e d i c i ó n muy revisada y mejorada. R e i m p r e s i ó n .
53. García Y e b r a , V . : Teoría y práctica de la traducción. 2 vols. 874 p á g s . 628 p á g s .
54. Renzi, Lorenzo: Introducción a la filología románica. 344 p á g s . 3. Diccionario de Autoridades. E d i c i ó n f a c s í m i l . 3 vols.
55. K o n r a d Koerner, E . F . : Ferdinand de Saussure (Génesis y evolución 4. Alfaro, R . J . : Diccionario de anglicismos. Recomendado por el «Pri-
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3.088 p á g s .
6. Rogers, P. P. y Lapuente, F . A.: Diccionario de seudónimos litera- 28. Alonso, D . : Poemas escogidos. 212 p á g s .
rios españoles, con algunas iniciales. 610 p á g s . 29. Diego, G.: Versos escogidos. 394 p á g s .
7. Corominas, J . y Pascual, J . A.: Diccionario crítico etimológico cas- 30. Arias y Arias, R . : La poesía de los goliardos. 316 p á g s .
tellano e hispánico. T o m o I : A - C A . L X X V Í + 938 p á g s . T o m o I I : 31. Sender, R . J . : Páginas escogidas. S e l e c c i ó n y notas introductorias por
C E - F . 986 p á g s . T o m o I I I : G - M A . 904 p á g s . T o m o I V : M E - R E . M . C . P e ñ u e l a s . 344 p á g s .
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8. Alcalá Venceslada, A.: Vocabulario andaluz. E d i c i ó n f a c s í m i l . 676 temporánea. 536 p á g s . .
páginas. 33. Arciniegas, G . : Páginas escogidas (1932-1973). 318 p á g s .
9. Abraham, W.: Diccionario de terminología lingüística actual. 510 p á g s . 34. Verdevoye, P.: Antología de la narrativa hispanoamericana (1940-
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35. Correa, G . : Antología de la poesía española (1900-1980). 2 vols. 1.194
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s i ó n . 352 p á g s .
6. Aleixandre, V . , Premio Nobel de Literatura 1977: Mis poemas mejo-
res. Quinta e d i c i ó n . 406 p á g s .
7. M e n é n d e z Pidal, R . : Mis páginas preferidas (Temas literarios). Reim-
p r e s i ó n . 372 p á g s .
8. M e n é n d e z Pidal, R.: Mis páginas preferidas (Temas lingüísticos e
históricos). R e i m p r e s i ó n . 328 p á g s .
9. Blecua, J . M . : Floresta de lírica española. 2 vols. Tercera e d i c i ó n
aumentada. R e i m p r e s i ó n . 692 p á g s .
11. Laín Entralgo, P.: Mis páginas preferidas. 388 p á g s .
12. Cano, J . L . : Antología de la nueva poesía española. Cuarta e d i c i ó n .
438 p á g s .
13. J i m é n e z , J . R.: Pajinas escojidas (Prosa). R e i m p r e s i ó n . 264 p á g s .
14. J i m é n e z , J . R . : Pajinas escojidas (Verso). R e i m p r e s i ó n . 238 p á g s .
15. Zunzunegui, J . A. de: Mis páginas preferidas. 354 p á g s .
16. García P a v ó n , F . : Antología de cuentistas españoles contemporáneos.
Tercera e d i c i ó n . 478 p á g s .
17. Alonso, D . : Góngora y el «Polifemo». 3 vols. Sexta e d i c i ó n ampliada.
R e i m p r e s i ó n . 896 p á g s .
21. Avalle-Arce, J . B . : El Inca Garcilaso en sus «Comentarios» (Anto-
logía vivida). R e i m p r e s i ó n . 282 p á g s .
22. Ayala, F . : Mis páginas mejores. 310 p á g s .
23. Guillen, J . , Premio Cervantes de Literatura 1976: Selección de Poe-
mas. T e r c e r a e d i c i ó n aumentada. 482 p á g s .
24. Aub, M . : Mis páginas mejores. 278 p á g s .
25. R o d r í g u e z - P u é r t o l a s , ' J . : Poesía de protesta en la Edad Media cas-
tellana (Historia y antología). 348 p á g s .
26. F e r n á n d e z Moreno, C . y Becco, H . J . : Antología lineal de la poesía
argentina. 384 p á g s .
27. Scarpa, R . E . y Montes, H . : Antología de la poesía chilena con-
temporánea. 372 p á g s .

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