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EL ESPEJO CHINO EN EL PERÚ*

Por: Wilfredo Kapsoli Escudero

La abolición de la esclavitud negra en 1854 generó una crisis de

mano de obra en las haciendas costeñas del Perú. Su situación fue tal

que motivó una comparación alegórica con la Venus del Nilo, es decir,

tenía fertilidad y belleza pero carecía de brazos. Fue así que la mirada

de los propietarios se proyectó hasta el Oriente Asiático y se puso en

práctica la moderna trata chinera.

1. REVUELTAS DE COOLIES EN ICA: 1868-1872


a. Los acontecimientos

Entre 1868 y 1872 lca se convirtió en el escenario de acciones

violentas de los colíes contra los patrones, mayordomos y

caporales de las haciendas. En 1868 asesinaron a Pedro

Herrera, dueño de la hacienda Achaco; en 1869 a Pedro de la

Cruz, caporal de La Venta; en 1870 a Pedro Farfán, dueño de

Arrabales; en 1872 a José Murguía, propietario de San

Gerónimo y, el mismo año, al asiático Dimín, caporal de San

Gerónimo (de los Picasso). En cada uno de los asesinatos los

chinos actuaron con una pasmosa frialdad y ensañamiento.

Armados de cuchillos, hachas y lampas degollaron y

descurtizaron a más de una víctima. Sólo el auxilio de la tropa y

de las guardias urbanas pudo contener la violencia. Apresados,

torturados, finalmente sometidos a procesos judiciales, los

rebeldes fueron confinados en las cárceles de Lima y de lca.

*
Tomado de: Guillermo Dañino, “China y Perú, en el arte y la cultura”, Universidad
Ricardo Palma y el Instituto Confucio URP, 2014.

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b. La Composición Social
¿Quiénes y qué rasgos tuvieron los protagonistas de aquellas

escenas? fin su mayoría fueron colíes procedentes del "Imperio

Celeste" (Macao y Cantón). Vinieron al país en condición de

contratados para servir por ocho años en las haciendas de la

costa. Se dedicaban indistintamente a las labores de labranza.

Algunos eran lamperos, otros regadores, leñadores y, en

general, su actividad dependía de la naturaleza de la

producción y del nivel de división del trabajo en la hacienda.

Por ejemplo, en Achaco, que se dedicaba al procesamiento y

comercialización de la cochinilla, unos se encargaban de

recoger la semilla y otros a preparar los cartuchos y las bolsitas

para su almacenamiento. San Gerónimo producía viñedo y los

chinos debían regar, sembrar, podar, o recoger los productos y

llevarlos al alambique.

Al producirse el ciclo de las revueltas, algunos ya residían

varios años en las haciendas y otros recién habían llegado. En

su mayoría eran jóvenes, pero también quedaban unos cuantos

viejos. Casi en su totalidad eran solteros y de religión pagana.

En el cuadro que sigue se puede observar con mayor precisión

las particularidades de nuestros actores. En él se ha

considerado a aquellos que, directa o indirectamente,

estuvieron comprometidos en las acciones de violencia. Los

colíes que conforman el cuadro proceden indistintamente de las

haciendas que estamos analizando.

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Los rostros y los rasgos somáticos más precisos sólo se

confeccionaron para los autores directos de los asesinados. En

el Cuadro N°2 podemos verlos a cada uno de ellos.

En lo que a las víctimas se refiere, no hemos encontrado

precisiones tan claras. En las

partidas de defunción se han

consignado ciertos datos

generales, como edad,

estado civil y la forma de

muerte: José Murguía,

hacendado de San

Gerónimo, de "cincuenta y

ocho años de edad, casado,

murió de muerte violenta


Frutero chino
ocasionada por los chinos,

se le dio sepultura con entierro mayor". Pedro Herrera, dueño

de la hacienda Achaco, natural de España, de cuarenta y seis

años, no dejó testamento ni recibió auxilios cristianos, murió en

forma violenta asesinado por los chinos. Se le dio entierro

mayor. Pedro de la Cruz, mayordomo de La Venta, de treinta y

siete años, soltero, "muerto a puñaladas y palos por los

asiáticos de la hacienda", se le dio cristiana sepultura.

c. Las formas de la violencia


Si bien los colíes solo recurrieron al asesinato de sus opresores,

sus modalidades específicas variaron tanto en uno como en otro

caso.

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En 1868 un hecho inesperado trastornó el orden y la rutina que

imperaba en la hacienda Achaco. Un grupo de colíes armados

con palos, lampas y cuchillos ultimaron al patrón Pedro Herrera.

Acay le propinó el primer golpe con un hacha en la cabeza. Sus

compañeros Asey, Nubon y otros lo secundaron con lampas y

cuchillazos, hasta dejar examine a la víctima. En el acto

participaron 31 chinos y sólo el caporal (Afo) y los pajes (Ayo y

Afo el chico) no intervinieron y aun intentaron socorrer al

patrón. Fue un acto de venganza colectiva y de solidaridad,

como lo testimonian los mismos protagonistas. Nubon

preguntado ¿sí conocía a los que mataron al hacendado?,

respondió: "Como habían tantos no conoce quiénes fueron ni

malicia los que pueden haber sido". A la pregunta ¿quién fue el

promotor del tumulto para matar a Herrera?, dijo: "Que todos a

la vez, que todos los asiáticos se pusieron en movimiento y

acometieron contra el patrón con lampas, hachas, cuchillos y

palos que la mayor parte pudo armarse". Similares

declaraciones dieron Asen, Amuy y Apen.

En mayo de 1869 los colíes de la hacienda La Venta ajusticiaron

al mayordomo Pedro de la Cruz. Como a las seis de la tarde, al

acercarse el mayordomo a pasar lista, Achuay que "había

tomado un palo de leña le dio un garrotazo en la cabeza y lo

tiró al suelo y en ese momento Aton, con el mismo cuchillo que

se le cayó, le clavó dos o más puñaladas"'.

Cuadro N°1
Composición social de los colíes

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Nombres Procedencia Edad Ocupación
Acay Cantón 23 Regador
Asen Cantón 27 Labrador
Nubon Cantón 33 Labrador
Amun Cantón 31 Labrador
Pasen Cantón 30 Labrador
Ape Cantón 29 Regador
Ayon Cantón 19 Cocinero
Ayun Macao 22 Jornalero
Acan Cantón 27 Jornalero
Achan Cantón 32 Jornalero
Aman Macao 24 Jornalero
Alí Macao 26 Jornalero
Conmuy Macao 33 Cuidador de caballos
Alan Cantón 25 Jornalero
Amian Pekin 24 Labrador
Aliú Macao 34 Jornalero
Macán Macao 29 Jornalero
Alín Cantón 31 Labrador
Ajui Cantón 28 Jornalero
Achon Cantón 30 Jornalero
Afa Cantón 22 Jornalero
Aton Cantón 35 Jornalero
Achun Cantón 24 Jornalero
Achuay Cantón 24 Jornalero
Aquion Cantón 30 Jornalero
Alo Cantón 30 Jornalero
Uchun Cantón 21 Lampero
Achu Cantón 26 Lampero
Ajuay Cantón 20 Lampero
Amy Cantón 24 Lampero
Acuai Cantón 23 Jornalero
Azen Cantón 20 Lampero
Achuay Cantón 24 Lampero
Fuente: Expedientes judiciales, causas criminales, Ica S. XIX A.G.N.

El 1° de febrero de 1870 murió asesinado Pedro Farfán, dueño

de la hacienda Arrabales. Los colíes Ajui y Cahon lo victimaron

de varios hachazos en la pierna, barriga y cabeza, quedando el

cadáver literalmente seccionado. Consumado el delito los

autores salieron del cuarto "alumbrándose con velas de

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espelma, se juntaron con el resto de sus compañeros. Se

pusieron a cocinar y comieron con toda normalidad".

En enero de 1872 el asiático Dimin, caporal de la hacienda San

Gerónimo (de José Picasso), fue ejecutado por sus propios

paisanos. Alí "le descargó un palo en la cabeza" y Amin "un

lampazo, repitiendo los golpes hasta dejarlo muerto". La escena

se produjo en el galpón de los chinos, en horas de la

madrugada, "cuando todavía no había luz". Aparte de los

indicados no intervinieron los otros, quienes se limitaron a

"especiar la ejecución".

En febrero de 1872 José Murguía, dueño de San Gerónimo, fue

víctima de un cruel asesinato. Acan, le asestó el primer golpe

en el cerebro; Ayun y Ayon "cooperaron a acabar de matarlo,

dándole fuertes golpes con lampas y palas". Le cortaron el

cuello y escondieron su cuerpo mutilado entre las botijas de

vino de la hacienda.

d. Los elementos desencadenantes


El hacendado Pedro Fárfan quería obligar a sus colíes al trabajo

nocturno. Ordenó, por intermedio del caporal Afo, que preparen

los cartuchos y las bolsitas para recoger y asemillar la

cochinilla. Los colíes se negaron a la orden, "bien sea porque se

encontraban agobiados por los trabajos que en el día habían

desempeñado, o porque según sus contratos no estaban

obligados a trabajar de noche". Fue entonces cuando el patrón

intentó imponer su autoridad: "Le pegó un cachazo en la

cabeza del chino Nubon". La reacción de sus compañeros no se

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dejó esperar. Todos se pusieron en movimiento, se armaron

con lo que encontraron a la mano y procedieron a asesinarlo.

Al mayordomo de La Venta lo mataron con premeditación.

Varios meses antes Achuay y Antón "se habían comprometido a

quitarle la vida cuando viniera a pasar lista".

Esta decisión la había tomado después de que los castigó

diciendo que "no sabían trabajar".

Los colíes Ajui y Achon comentaron que al propietario de

Arrabales lo liquidaron en la siguiente circunstancia: que

hallándose ambos "exasperados por el hambre, a punto de

desear morir; fue Achui a pedirle comida y en cambió se le

mandó castigar. Pidió dos cigarros, que también le fueron

negados, aplicándole en el acto bofetadas y patadas". De modo

que, como reacción, lo mataron.

La muerte del caporal de la hacienda San Gerónimo "la tenían

convenida días antes". Los chinos Amian y Alin habían tomado

esa decisión porque "le daba muy maltrato". El homicidio lo

consumaron una madrugada, cuando el caporal ingresaba al

galpón con un palo, para levantarlos al trabajo.

El asesinato de José Murguía, propietario de San Gerónimo, se

produjo en circunstancias similares. En la madrugada del 2 de

febrero de 1872 los chinos salieron al trabajo. Como a las seis

de la mañana Ayon y Ayun se regresaron al galpón por hallarse

enfermos. El hacendado los siguió y de inmediato les empezó a

pegarles increpándoles que "eran mañosos y flojos y que

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vuelvan al trabajo". Ayon le respondió que con la ayuda de

Ayun y Acan lo ultimaron.

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Cuadro N°2
ROSTROS Y RASGOS SOMÁTICOS

Nombre Procedencia Edad Estatur Color Cara Frente Cejas Ojo Nariz Boca Labios Barba
a
Nubon Cantón 33 1.35 Claro Larga Pequeña Despobladas Pequeños Aplastadas Pequeña Gruesos Poca
Ajut Cantón 29 2.1 Indio Larga Pequeña Rala Pardos Ñata Pequeña Delgados Sin pelo
Achon Cantón 24 1.35 Indio Larga Pequeña Rala Pardos Ñata Pequeña Gruesos Sin pelo
Ayon Cantón 19 1.34 Indio Redonda Pequeña Regulares Pardos Ñata Pequeña Gruesos Sin pelo
Ayun Macao 22 2.0 Indio Redonda Pequeña Regulares Pardos Ñata Pequeña Gruesos Sin pelo
Acan Cantón 27 2.0 Indio Aguileña Pequeña Regulares Pardos Ñata Pequeña Delgados Sin pelo
Allu Macao 31 2.4 Indio Aguileña Pequeña Muy poca Pardos Chata Regular Medianos Lampiño
Amian Pekín 25 2.2 Trigueño Larga Pequeña Muy poca Chicos Chata Chica Delgados Lampiño
Aton Cantón 35 2.0 Indio Redonda Pequeña Despoblada Pardos Ñata Regular Gruesos Sin pelo
Achuan Cantón 24 2.0 Indio Pequeña Despoblada Pardos Ñata Regular Gruesos Sin pelo

Fuente: Expedientes judiciales, causas criminales, Ica S. XIX A.G.N.


Nota: Hemos respetado el lenguaje y la descripción de cada caso. La medida de la estatura, es en varas, de manera que las fracciones son pulgadas.

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e. La Organización y Liderazgo
En la mayoría de los casos, la reacción de los chinos afloró

como consecuencia de un largo proceso de maduración. El odio

hacia sus opresores directos o indirectos comenzaban en el

instante en que se daban cuenta de que los habían engañado

con los "contratos" o que éstos no eran tomados en,

consideración por sus amos. Los colíes desencadenaron la

violencia, sobre todo, en aquellos casos en que el trato de

recibían era injusto e inhumano. Su acción fue más bien

individual que colectiva. Muchas de ellas se produjeron de un

momento a otro, en forma inesperada, y otros se planificaron

con antelación. Así, la muerte del caporal Dimin "lo tenían

convenido días antes". La del mayordomo Pedro de la Cruz, fue

también concertada con anticipación: Aton y Achuy "se habían

comprometido a quitarle la vida".

En todos los casos la decisión la tomaron individualmente. Sólo

contra el hacendado José Murguía la venganza se optó por

incitación de los chinos viejos. Ayon declaró: "Si procedió del

modo que lo hizo fue por instigación de los viejos". Que entre

éstos, los que hicieron "cabeza de complot" fueron Alí y Acuni,

secundandos por más de 20 longevos que "prestaban su

asentamiento y lo aconsejaban así".

f. Las Motivaciones
En el contexto de las relaciones de producción semiesclavista,

las contradicciones de clase surgieron con frecuencia. Los colíes

formalmente contratados para trabajar en las haciendas por el

lapso de ocho años eran, en la práctica, sometidos a niveles de

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esclavitud. Los testimonios de la época, tanto de los propios

chinos como de las autoridades, parecen refrendar esta

afirmación: Acay preguntado por su vinculación con el

hacendado Pedro Herrera, respondió que lo conocía "por ser su

esclavo". Asen fue coincidente al señalar que "era su esclavo y

que le trabajaba en la hacienda Achao junto con otros

paisanos". Por su parte, José María Bermuda, al reclamar

justicia por los chinos, decía: "No puede haber igualdad entre el

amo que hostiliza y el esclavo que sufre, ni entre los arranques

por el ánimo exasperado por el dolor y los actos espontáneos

del rico afortunado". Pedro José Suárez igualmente denunciaba

que los chinos, "privados de su libertad personal, llevan perdida

hasta la libertad de pensar conforme a la razón". Ángel Ubilluz

iniciaba su alegato de defensa diciendo: "Ante todo hay que

considerar a favor de mis defendidos su violenta situación de

esclavos, como lo denomina con verdad el subprefecto de lea

comunicando que don Pedro Farfán ha sido víctima de sus

chinos esclavos". En suma, los colíes "eran tratados como viles

esclavos. Como puras máquinas o instrumentos de labranza.

Hasta a las bestias se les consideraba porque el maltrato

ocasiona su muerte y a las máquinas se les maneja con mesura

conveniente para que no se descompongan".

En realidad, el calificativo esclavo no correspondía in toto al

colíe, más bien se le podría considerar como un "semi-esclavo",

pues, los chinos "encerrados en las haciendas no conocían más

autoridad que la del amo, ni más ley que su voluntad. Ni

siquiera tenían oportunidad de elegir a sus patrones, porque

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ellos venían en Partidas y eran escogidos como ganado, como

bestias por los especuladores". Recibían una paga y una ración

alimenticia que les permitía subsistir en las haciendas, en la

construcción de ferrocarriles o en la extracción de guano de las

islas.

Chinos en el Perú

Pero, volvamos al asunto que nos preocupa: ¿cuáles fueron las

motivaciones concretas que impulsaron la violencia de los

colíes? Su respuesta es fundamental para comprender la

naturaleza y el carácter de la lucha. Serán los propios actores

quienes nos digan sus impulsos colectivos e individuales:

En la hacienda Achaco dijeron que el exceso de trabajo, la

escasa alimentación y el maltrato, motivaron la rebelión contra

el patrón. Nubon declaró: que "les daba muy poco de comer,

los estropeaba dándoles de palos, bofetadas, patadas y los

hacía trabajar mucho y les cobraba por los vestidos más de lo

que valían, dándoles sólo cuatro reales a la semana".

Achan que "la causa es el maltrato, les daba mucho que

trabajar y poco que comer".

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Aman que "el patrón no los trataba bien, les daba muy poco de

comer, los maltrataba a golpes y los obligaba a trabajar

demasiado aún enfermos".

Alí que "les daba muy poco de comer, mucho trabajo. También

les pegaba, algunas veces que se negaban a trabajar".

El abogado defensor sintetizó aquellas quejas puntualizando:

"No se les daba el alimento necesario para su sustentación,

pero sí se les daba trabajo como si hubieran sido animales,

pues no solamente se les obligaba al trabajo durante el día sino

en horas de la noche, horas destinadas por naturaleza al

descanso". En una palabra, era "gente reducida a la miseria y

estaban acosados por los rigores del hambre, como es público y

notorio".

En las condiciones descritas, a los colíes les quedaban dos

alternativas: la fuga o la muerte del opresor. La primera

alternativa la habían ensayado en varias ocasiones; pero los

castigos que recibían por ello eran tanto o peores que en caso

de asesinato: "Cuando se les coge se les flagela hasta el punto

de dejar a muchos incapacitados por algún tiempo a seguir

cumpliendo sus compromisos". No quedaba otra opción. "En

guarda de su personalidad, tuvieron el derecho de quitarle la

vida en un acto de defensa de sus vidas amenazadas por el

hacendado".

Los colíes de la hacienda La Venta presentaron, como causas de

su rebeldía, los siguientes testimonios:

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Afa que "todos los chinos le tenían odio al mayordomo, porque

les quitaba un peso o cuatro reales todos los meses, y si no les

daban los azotaba y cuando estaban enfermos les quitaba un

real o dos para dejarlos en la cama o si no los hacía trabajar

así".

Aton que "todos los paisanos le tenían odio, porque todos los

meses les quitaba un peso o cuatro reales diciendo que era

para cigarros y cuando no tenían los castigaba".

Achuay que "el mayordomo tenía por costumbre quitarles a

cada uno de ellos un peso o cuatro reales todos los meses y

cuando no les daban los azotaba y les hacía trabajar el doble".

Acuan que "el declarante y sus demás paisanos le tenían odio al

mayordomo, porque todos los domingos les quitaba un real o

dos para cigarros y cuando no le daban les castigaba y les

aumentaba el trabajo".

En base a aquellas quejas el defensor calificó a estos chinos

como "esclavos a plazos", remarcando que sufrían el robo de su

jornal y se hallaban tiranizados por el látigo y el hambre y que

fue el mismo mayordomo quien “les compelió a la desesperada

resolución de matarlo para libertarse de la larga y pertinaz

opresión". En suma, que sus defendidos habían optado por

enfrentarse a la muerte en vez de soportar "los abyectos y

oprobiosos suplicios a que son sometidos por sus amos”.

Por su parte, los colíes de Arrabales dijeron que "estaban

exasperados por el hambre, a punto de desear morir. Que al

pedirle qué comer al patrón, éste les mandó castigar". Por esto

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su abogado demandó: "Hay que considerar, en favor de mis

patrocinados, su violenta situación de esclavos, situación

criminal que infringe la ley de la naturaleza, la ley civil y la

Constitución de la República Peruana". De las "soberbias de los

potentados resultan los castigos bajo la forma de asesinatos de

los amos ejecutados por los esclavos".

Los colíes de San Gerónimo fueron más explícitos en sus

declaraciones:

Ayon que "ayudó a matarlo, por los ultrajes que

constantemente le hacía el patrón, dándoles muy poco de

comer, palo y patadas, forzándolo a trabajar más de lo que le

permitían sus fuerzas". En una palabra, puede considerar que

actuó "por venganza de lo que les hacía padecer".

Acan que "intervino por venganza a la crueldad con que los

había tratado".

Ayun que "el patrón les daba muy poco que comer, los

estropeaba dándole de palos, bofetadas y patadas y les hacían

trabajar mucho y les cobraba por los vestidos más de los que

valían".

Achán que "el patrón les daba mucho que trabajar y poco que

comer. Les propinaba bofetadas y patadas por cualquier falta".

Aman que "no les traban bien, les daban muy poco de comer,

los maltrataba a golpes y les obligaba a trabajar demasiado y

aun enfermos".

Alí que "les daba muy poco que comer, mucho trabajo y les

pagaba algunas veces porque se negaban a trabajar".

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Finalmente, los asiáticos de la hacienda San Gerónimo (de José

Picasso), inqueridos por las causas que motivaron la muerte del

caporal Dimin, respondieron:

- Yó platlón, tú comé y no pagando……


Y el mulato rodó al suelo agazapándose.

Amian que "atacó al caporal con ánimo de quitarle la vida, pues

estaba muy obstinado por el maltrato que le daba como a sus

demás compañeros, obligándolos a levantarse para el trabajo

demasiado temprano, aparte de que los chismeaba y les

minoraba la ración".

Aliu que "actuó con ánimo de matarlo porque los estropeaba

diariamente al levantarlos para salir al trabajo, los calumniaba

acusándoles de ladrones y les quitaba parte de su ración

alimenticia". A su vez, les repetía: "Si se mueren, el patrón

tiene plata para comprar otros y reponerlos".

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Pedro Suárez, que actuó como defensor de los chinos, se

preguntaba: ¿cómo impedir que despierte en los asiáticos esos

instintos de venganza si la culpa no radica en ellos?:

"Acosado por el hambre, por el cansancio, por las vigilias

matinales y por el látigo y el palo, no era posible que tuvieran

calma ni la suficiente razón para sujetarse a una resignación

propia de una persona en quienes la educación ha moderado

esos ímpetus de desbordamiento".

g. La Represión
La respuesta de los hacendados y de las autoridades a la

rebelión de los chinos fue violenta. Muchos colíes se fugaban de

las haciendas a los montes y quebradas intentando ponerse a

salvo, pero rápidamente eran capturados. En las cacerías

participaban, en alianza, algunos hombres de la hacienda y la

tropa armada. En más de una oportunidad, una vez presos, los

chinos sufrían flagelos y torturas. Finalmente, se les depositaba

en la cárcel para que sean sometidos a proceso judicial.

A los chinos de la hacienda La Venta se les capturó en las

quebradas de la hacienda Ocucaje, a donde habían huido.

Procesados judicialmente Aton y Achuay fueron condenados a

quince años de penitenciaría.

Achon, colíe de la hacienda Arrabales, en relación a su captura

evocó que "lo aprehendió el hijo del patrón con mucha gente

armada, que estropeó a todos los chinos". A él y a su

compañero Ajui se les sentenció a "muerte por sorteo". Esta

pena fue revocada por quince años de cárcel.

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En la hacienda San Gerónimo una partida de tropa armada

apresó a los siete chinos inculpados. Igual fenómeno ocurrió en

la hacienda Achaco. Todos sufrieron la pena de seis años de

cárcel.

Sólo en el caso de los agresores del caporal Dimin, de San

Gerónimo, hay evidencias del flagelo a que fueron sometidos.

Luego "se les cargó de grillos y cadenas terminando como unos

ex-homos por los látigos que recibieron". Remitidos a la cárcel

debieron purgar su delito, con doce años de confinamiento.

En todas las sentencias, que tenían carácter profiláctico, se

puntualizó que cumplida la pena debían regresar a las

haciendas, a "seguir con su contrata".

h. Un Balance Provisorio
Lamentablemente, no tenemos referencias sobre cuál fue la

conducta de los hacendados o sus administradores al término

de la violencia desatada por los chinos. ¿Recrudecieron en el

trato redoblando la vigilancia y los castigos o por el contrario se

ablandaron y mejoraron el trato y las condiciones de vida? Son

interrogantes que por ahora dejamos sin respuesta. Parece que

la primera actitud es la que tomaron las haciendas. De otra

suerte no nos podríamos explicar el comportamiento que

tomaron los chinos pocos años después. En 1879, durante la

guerra con Chile, se volcaron contra sus amos. Fueron sostén

del ejército invasor. Sobre una masa predispuesta ("fue la

reacción natural de una clase social subyugada al nivel de la

esclavitud") actuó la experiencia y la habilidad política de

Patricio Lynch, "antiguo oficial al servicio del ejército y la

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armada Británica en las Guerras del Opio". El tacaba las

propiedades de los hacendados y liberaba a los colíes

convirtiéndose en el famoso Príncipe Rojo y considerado por los

chinos como su salvador. Por ello, el líder chino Quintín de la

Quintana, una especie de Espartaco oriental, organizó a todos

sus paisanos asumiendo actos de fe (bebieron en masa sangre

de gallo, arrodillados ante Buda como juramento de lealtad) y

se puso al servicio del general Lynch. Ellos cumplieron el papel

de vigías, guerrilleros como ejército de avanzada en los puntos

más peligrosos en la toma de Lima.

Concluida la guerra los chinos fueron nuevamente capturados y

devueltos a las haciendas. La comisión especial encargada de

investigar su situación, al referirse a los colíes de lea (distritos

de lea, San Juan Bautista, Palpa, Nasca y Santiago) remarcó:

"Encontramos a los chinos satisfechos del trato de sus

patrones. En las haciendas, donde se encontraron algunas

pequeñas dificultades, por contrata prolongada por adelantos

suministrados a los chinos se obtuvo la rebaja de tiempo de

servicios y aumento de salarios y alimentación". Era la época

final de la explotación de la fuerza de trabajo de los colíes. De

unos cuadros, elaborados al año siguiente (1888), hemos

podido sacar las referencias que siguen:

Cuadro N°3
Situación de los colíes

Distritos y N° de N° de chinos a la
Libres Muertos Heridos
haciendas chinos fecha (1888)
Nasca 31 4 2 - 25
Palpa 31 16 1 1 19

19
San José 30 7 - 1 22
Hda. Ocucaje 84 6 2 3 73
Total 182 33 5 5 139

Fuente: Doc. N° D.5347. Biblioteca Nacional Sala de Investigaciones


Nota: En Nasca se consignan las siguientes haciendas: Angelina, Ma, Huachuca y San
Javier. En Palpa La Máquina, San Fermín, Juaranga. En San José: San Gerónimo,
Santa Rosa, Chavelina, Trapiche.

De esta manera concluye la historia de los trabajadores chinos,

tanto de la región, de lea como del resto del país. Ellos fueron

reemplazados por los migrantes serranos enganchados

(contratados con anticipo de dinero o especies para devolverlos

con trabajo), que inician una nueva etapa de la historia de la

explotación en el Perú.

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ANEXO N°1
PARTIDA DE DEFUNCION DEL HACENDADO JOSE MURGUIA

En el año del Señor de mil ochocientos setenta y dos años: Certifico

yo, el Inter Mayor de la Iglesia Matriz del Señor de San Gerónimo de

la ciudad de lea, que en cuatro de marzo, el Señor Cura propio Dr.

Dn. Mariano Lescadio Garda, dio sepultura eclesiástica en el

Cementerio General con entierro mayor al cadáver del Dr. Dn. José

Murguía, como de cincuenta y ocho años, casado; murió de muerte

violenta ocasionada por los chinos de su hacienda; para que conste lo

firmo.
Fdo. Antonio Chuecas
Fuente: Expedientes judiciales, causas criminales, lea. Leg. 2 A-48, fs. 37.
A.G.N.

ANEXO N°2
ALEGATO EN FAVOR DE LOS COLIES DE LA HACIENDA SAN

GERONIMO

José María Bermuda, defensor nombrado de oficio de los reos Acan, y

Ayon, asiáticos colonos de la hacienda San Gerónimo por el homicidio

perpetrado en la persona del Dr. Dn. José Murguía, contestando el

traslado de la acusación fiscal, digo:

Que en justicia se ha de servir Ud. desestimar semejante oposición

por su falta de fundamentos legales y en consecuencia absolver a mis

defendidos y cuando lugar no hubiera, imponerles una pena inferior a

la de penitenciaría pedida por ese ministerio, por ser así conforme a

derecho, según paso a demostrar:

Por lo que aparece del sumario los acusados mis defendidos y sus

compañeros sufrían en la Hacienda San Gerónimo crueles

tratamientos, trabajo penoso, falta de alimento y vestido y se les

21
reducía a cuatro reales por semana el estipendio de los ocho a que

estaba obligado el patrón. Cuando no tuviéramos otros hechos de

hostilidad que el presente practicados por algunos hacendados,

dejaríamos de prestar asenso a lo expuesto por los acusados en sus

declaraciones. Pero esos malos tratamientos no son raros y por tanto

no es extraño que a ellos se atribuyan en muchas partes los crímenes

cometidos en las haciendas por esa clase de colonos en -momentos

de su exasperación. Si la conservación de la vida y la salud

constituyen el primer derecho del individuo, mis defendidos, tratados

como viles esclavos, como puras máquinas o instrumentos de

labranza sin que les fuere concedido aun la satisfacción completa de

sus necesidades físicas, no pueden ser considerados como

responsables del delito que se les atribuye.

Unos seres como los colonos asiáticos destinados a ser encerrados en

las haciendas, separados de la vigilancia de toda autoridad protectora

y siendo sólo objeto de especulación de los poderosos, no pueden ser

considerados disfrutando los derechos de los demás hombres en

sociedad. Por tanto, tampoco deben ser juzgados por las mismas

leyes ni estar sometidos a las mismas penas. Mientras más

degradado se encuentra el hombre en su dignidad personal es menos

responsable de sus actos. No puede haber igualdad entre el amo que

hostiliza y el esclavo que sufre, ni entre los arranques del ánimo

exacerbado por el dolor y los actos espontáneos del rico afortunado.

A los asiáticos ni siquiera puede atribuírseles la culpa de la mala

elección en el patrono que les toca, porque ellos vienen en partidas y

son ellos los escogidos como el ganado o como bestias por el

especulador que busca colonos, y éstos son precisados a seguirlo sin

22
saber quién es ni dónde los llevan. Seguramente van a ser sepultados

en una hacienda donde no conocen más autoridad que el amo, ni más

ley que su voluntad o conveniencia; y los que de hecho o por fuerza

quedan fuera del alcance de toda ley que debiera protegerlo contra la

codicia del especulador. ¿Será justo que sean sometidos a ella

cuando se trata de las ofensas a este que los ha provocado con sus

actos de hostilidad y tiranía? La sana razón dice lo contrario y la ley

no podrá dejar de prestarle su apoyo.

Por lo que el sumario demuestra, mis tres defendidos salieron al

trabajo de labranza a las cuatro de la mañana y por enfermedad se

regresaron a las seis para procurar su curación. Fueron entonces

estropeados y apaleados por el patrono suponiendo ser fingida la

enfermedad, y los estropeados, irritados de antemano por iguales

tratamientos, se consideraron en el caso de hacer su personal

defensa, creyendo con esto poner un término a las penalidades que

les aguardaban algunos años. El inciso 4o del Artículo 8o (CP.) exime

de responsabilidad criminal al que obra en defensa de su persona o

derechos y aunque se diga que los palos provocaron la ira no

debieron impulsar a mis defendidos a un homicidio, tal consideración

podrá tener un valor si se tratase de personas libres para eludir el

lance o alejarse del agresor y no de los colonos asiáticos obligados a

continuar bajo la dependencia del patrono, sujetos a las genialidades,

prisiones, castigos, venganzas de todo género. El inciso 8o del mismo

artículo habla en el mismo sentido. ¿Qué fuerza más irresistible que

la del patrono en ese acto y a los que podrían seguir a él, contando

no sólo con su persona, sino con la de los demás colonos, su

mayordomo y allegados?

23
Empero, si estos motivos no fueran suficientes a eximir a mis

defendidos de toda responsabilidad, serian siempre atenuantes en

alto grado según los incisos 14°, 5o y 8o del mismo código. ¿Qué

provocación mayor para producir una impresión violenta que el

castigo del palo inferido sobre un ánimo ya irritado?

El Juzgado, atendiendo estas razones que también ha tomado en

consideración el ministerio para producir después una acusación

inconsecuente, resolverá en su oportunidad conforme a la justicia que

ellos demanda y con tal propósito.

A. V. E. que habiendo por contestado el traslado se sirva proceder y

mandar como pido en el exordio y es de justicia, lea, julio veinte y

dos de mil ochocientos setenta y dos años.

24
2. MORIR EN LIMA: 1879 – 1883
A lo largo de este estudio y a partir de fuentes documentales

novedosas trato de revalorizar el papel cumplido por la población

de Lima para enfrentar la ocupación chilena. Busco, en particular,

matizar el papel que tuvo la población de origen chino a favor del

Perú.

El 17 de enero de 1881 las fuerzas chilenas, encabezadas por el

Regimiento "Biun", Batallón Bulnes y Carabineros de Yungay

ocuparon la ciudad de Lima. Banderas extranjeras de todas las

naciones flameaban sobre la mayor parte de las casas. Las

familias, medrosas y consternadas, se habían retirado a sus

domicilios "cerrado herméticamente sus ventanas y puertas;

colocando sobre éstas, escudos y placas con designación de

pertenecer las propiedades a súbditos foráneos". Las campanas

habían enmudecido, cesado el fuego y Lima parecía una ciudad

abandonada. Una catacumba con sus habitantes asilados en los

sótanos de las viviendas. No era para menos. La terrible

devastación, los saqueos, los pillajes cometidos en Barranco,

Chorrillos y Miraflores hacían presagiar la llegada del apocalipsis.

Ricardo Palma, nuestro genial tradicionista, comenta los sucesos

posteriores: "tan pronto como entraron los chilenos comenzaron

las intrigas y empezó también a fermentar la podredumbre de la

política". Los civilistas sin caudillo, y sin dirección impulsaron

reuniones con los chilenos. Crearon un gobierno provisorio y

eligieron como mandatario a Francisco García calderón. Mientras

tanto, Rufino Torrico, Alcalde de Lima, entregaba la llave de la

ciudad a los invasores.

25
Pero, transcurridos algunos días de la ocupación, surgieron los

primeros miembros de resistencia. Los soldados chilenos fueron

hostilizados, el pueblo se negaba a entregar las armas y se formó

un "Comité Patriótico de Conspiradores". Fue entonces cuando el

jefe del Ejército de Chile, decretó:

Artículo 1°: Desde esta fecha quedan sujetos a la Ley Marcial las

ciudades de Lima y del Callao; los territorios circunvecinos y todos

los demás a que se extiende actualmente o se extienda más tarde

la ocupación militar.

Artículo 2°: Los Tribunales Militares que se constituyan con

arreglo a este Decreto, sólo darán sentencias verbales.

Artículo 3°: Fuera de la Contribución de Guerra, que se impondrá

oportunamente a las ciudades de Lima y el Callao se procederá,

desde luego, por las autoridades que para ello se nombren a hacer

efectivo el pago en dinero o especies de las sumas necesarias para

alimentar al ejército de ocupación. Mensualmente se determina la

suma que cada contribuyente debe pagar con este objeto.

Por tanto: para que llegue a conocimiento de todos publíquese por

bando y por carteles que se fijarán en los lugares más públicos de

esta ciudad y del Callao. (Firmado). General Manel Baquedano.

Como es de suponer, los de la argolla (hombres para quienes el

negocio es todo y la honra de la Patria nada), no tuvieron

problemas: se amoldaron a la dominación. Frailes, oficiales, jefes y

hasta mujeres vestidas iban a denunciar los depósitos de armas

por el mezquino interés de la gratificación pecuniaria. Por ello,

Ricardo Palma sentencia: "estas líneas hacen enrojecer el ostro de

26
todo buen peruano; porque, desgraciadamente, son verdaderas.

Mejor que a Génova es aplicable a Lima aquel proverbio:

"Hombres sin fe, mujeres sin vergüenza".

Como resultado de aquellas delaciones vesánicas cayeron presos y

fueron multados muchos limeños. En el cuadro que sigue podemos

observar algunos nombres y las sanciones a que se hicieran

acreedores. (Cuadro N° 1).

Antonia Moreno, esposa de Andrés Avelino Cáceres, anota en sus

Memorias:

CUADRO N°1
CONDENADOS POR REQUISA DE ARMAS

Fecha Nombres Armas Sanción


07/ ago /1881 Manuel Rocco 2 rifles 300 pesos
07/ago/1881 Reynaldo Delgado 3 rifles 300 pesos
13/ago/1881 Emetrio Benites 3 rifles 3 meses de prisión
18 /ago/1881 Carlos Álvarez 3 rifles y 2 carabinas 1,340 pesos
18/ago/1881 José Navarrete 1 fusil 100 pesos
11 / ene/1882 Vicente Sotelo 2 rifles 300 pesos
11 / ene/1882 Francisco Goveia 2 rifles 300 pesos
13 /ene/1882 Juan Villa 1 fusil 100 pesos
17 /ene/1882 Lorenzo Bocanegra 1 rifle 100 pesos
24/ene/1882 José García 2 rifles 200 pesos
28/mar/1882 Marino Salazar 1 rifle 100 pesos
18 /abr/1882 Jean Mathy 1 pistola 25 pesos
18 / abr/1882 Juan Portal 2 rifles 200 pesos
Fuente: Libro copiador de Sentencias del Tribunal de Ocupación Archivo General de la
Nación. 3 tomos.

"La atmósfera de Lima, en aquellos momentos, estaba turbia; era

inquietante el movimiento de las tropas enemigas en son de

combate, alardeando por las calles de la ciudad con el rumor de la

ley marcial. Era grande la desconfianza del vecindario, alarmado

con los destierros y prisioneros y el despliegue de fuerzas

militares".

27
Un testimonio similar nos ha dejado Hugo Zólier, viajero alemán

que, por entonces, residió en nuestra vejada y disminuida "ciudad

virreinal":

En aquellos sectores del territorio que estuvieron varios años bajo

la ocupación chilena, como por ejemplo Callao y Lima,

introdujeron ellos un régimen excesivamente rígido, quizás hasta

despótico y dictatorial... toda la administración reposaba en manos

de los Chilenos: jueces chilenos, policías chilenos, aduaneros

chilenos, administraban allí donde anteriormente lo habían hecho

los peruanos.

28
a. El Patriotismo del Pueblo
Ayer amanecieron dos banderas peruanas izadas, una sobre el

cerro de San Bartolomé; otra sobre las ruinas del reducto de

Vásquez.
Lima, 11.07.1881. Ricardo Palma, Crónica N° 2.

¿Cuáles fueron las modalidades de la resistencia popular a la

dominación chilena? Este es un tema, sin duda, apasionante

que diseñaremos esquemáticamente. Habiendo estudiado la

reacción y la conducta de las habitantes de Chiclayo y de la

Sierra Central (cf. la bibliografía) podemos afirmar que la

resistencia se manifestó pacífica y violentamente, sin contar las

actitudes desbordantes que afloraron producto de odios raciales

y de la miseria lacerante.

Los chinos sufrieron no sólo el saqueo de sus casas, fondas y

bienes, sino que fueron asesinados por turbas enardecidas

después de las derrotas de San Juan y Miraflores. En el Callao,

muchedumbres hambrientas asaltaron los mercados y centros

comerciales y, en fin, las pasiones acumuladas se

desencadenaron frenéticamente en esos días aciagos.

Los chinos que se habían identificado plenamente con los

invasores, marcharon con ellos hacia la toma de Lima. Su

conducta es explicable por la violenta opresión a que habían

sido sometidos por los propietarios antes del conflicto. Fue un

instinto de clase que impulsó la actitud de los chinos. Por el

mismo instinto también se lanzaron contra los chilenos en los

días de la ocupación, como se desprende de estos dos casos.

29
1. En la noche del treinta y uno del mes próximo [Marzo de

1881] como a las nueve horas pasado meridiano, un piquete

de tropa del regimiento Curicó que perseguía a un asiático

con el objeto de aprehenderlo, por sospechoso de hurto, fue

acometido a balazos por un grupo de individuos de la misma

nacionalidad que salían del teatro chino de esta ciudad y del

callejón de Otaiza. Trabóse, con este motivo, entre los

chinos y las tropas una ligera refriega de la cual resultaron

muertos y heridos algunos asáticos y un soldado del Curicó

herido de bala, habiéndose tomado prisionero a más de

quinientos chinos.
Los asiáticos Ajui y Acai fueron condenados a la pena

ordinaria de muerte y José Tubá, Ypole y Ascensión Leufón,

"a sufrir el castigo de cien palos y el resto de los prisioneros

a que paguen una multa de cinco pesos y quince días de

trabajos públicos".

2. "El 19 de Setiembre de 1881, a las dos de la tarde fue

asaltado, a inmediaciones de la Estación de Monserrate, el

paisano [chileno] Dionisio Arenada por un grupo de asiáticos

trabajadores dei camal, dando por resultado la muerte de

aquel, por varias heridas inferidas con instrumentos punzo

cortantes y golpes de garrote y piedra". El jefe del Batallón

Lontrue tomó "en ese sitio y en las inmediaciones a 22

asiáticos". Akiama "incitó a los chinos que atacaran al Señor

Oficial", Acuasi "tenía un garrote o pica ensangrentado" y

Alelí que "estaba armado con armas de fuego, según

30
expusieron los mismos aprehendidos". Estos coolíes fueron

sancionados con prisión y multas hasta de 200 pesos.

b. Los Editores de la Calle Vireyna


Hugo Zóller afirma: los agresores habían "sojuzgado

plenamente toda la prensa nacional. Ni en el Callao ni en Lima

aparecía ningún periódico. Los habitantes recibían sus noticias

solamente a través de las tres hojas redactadas por los

chilenos: Situación, Día y Comercio.

Por su parte, Ricardo Palma enfatiza la utilidad de la prensa

para la causa nacional. Refiriéndose a El Canal (periódico

properuano que se editaba en Panamá) decía: "en Lima se

arrebatan y corren de mano en mano los números-sostener ese

periódico no es tanto o más necesario que aumentar el ejército

con un batallón. Como dijo, no me acuerdo quién, la prensa es

el cañón rayado de la inteligencia; y más barata en todo caso,

que una batería de seis cañones Krupp y de efectos más

seguros".

En la condición descrita, era obvio que no se podía alentar

abiertamente ninguna publicación. Aún los empingorotados

"murciélagos" civilistas embadurnados con don de peruanos

fueron amonestados cuando hicieron circular una hoja suelta

rotulada A los pueblos de la República. Ellos (Felipe Paz Roldán,

Manuel A. Fuentes, José Bazagoita, Mariano Alvarez, Manuel

Odriozola) que buscaban adherentes para el "Gobierno de La

Magdalena", fueron multados con 100 pesos.

Empero, dentro de aquel contexto, hubieron gestos

encomiables como el de Ricardo Palma, cronista y corresponsal

31
de Cáceres; de Abelardo Gamarra "El Tunante", de Luis

Carranza, director de El Comercio, entre los más conocidos.

Una acción más de apoyo y de divulgación patriótica fue la que

asumieron los editores de la Calle Virreyna. El parte consignado

en el Libro de Sentencias del Tribunal Militar Chileno

(02.12.1881), es tan elocuente que nos exime de todo

comentario:

Vistos: el 18 de noviembre del corriente año aprehendió la

policía a dos individuos González y Guillermo Rojas que vendían

en un portal de la Plaza Principal un folleto que contiene

expresiones denigrantes y ofensivas al Ejército y Marina de

Chile. De las indagaciones resulta que esa obra se imprimió en

época anterior a la ocupación; pero cuya circulación se verifica

ese mismo día y que en ella tenía parte los vendedores ya

citados, Trinidad Domínguez administrador del establecimiento

de encuadernación sito en la calle Virreyna N° 171 y su

propietario Juan Amecké. El número de ejemplares recogido

ascendió a doscientos, de los cuales había veinticinco en poder

de los vendedores. En mérito a estos antecedentes y teniendo

presente el malicioso y culpable proceder de los citados

individuos.

Acuerda: Condenar a Juan Amecké, alemán, casado y platero;

a Trinidad Domínguez, peruano, casado y encuadernador; a

Jorge González, colombiano, soltero y comerciante; y, a

Guillermo Rojas, peruano, soltero y comerciante, mayores de

edad y reos del delito de circular publicaciones ofensivas e

inmorales a la pena de prisión que sufrieran en la cárcel de esta

32
ciudad, a contar desde el día que fueron aprehendidos por un

año el primero, conmutable en doscientos pesos por seis meses

el segundo, conmutable en cien pesos y por tres meses el

tercero y cuarto conmutable en cincuenta pesos cada uno.

Cúmplase.

D. Fuenzalida. E. del Canto. Diego Donoso.

c. Los Montoneros del Valle de Yangas


Derrotado el ejército nacional, destruida la armada naval, toda

posibilidad Je resistencia frontal era imposible. El general

Cáceres, recuperado de las heridas recibidas en el campo de

batalla, se internó, en la Sierra Central donde organizó sus

huestes indias con los que libró la memorable "Campaña de la

Breña". Una táctica móvil, sorpresiva y oportuna era la

modalidad de lucha que impulsó al mando de sus guerrilleros.

Triunfos reconfortantes, Testas elevadas del nacionalismo inca

fueron los combates de Sierra Rumi, Pucará, Concepción y

Sangrar.

Lima, corazón del país, situado y dominado por los chilenos

estuvo presente también en la forja de montoneras de apoyo a

Cáceres y de hostilización del enemigo. Se hacían colectas, se

recababan armas, ropas y vituallas que, con mil ingenios,

llegaban hasta los campamentos de los defensores de la Patria.

De este apoyo logístico su expresión más grande fue la toma

del ferrocarril que iba de Lima a Chilca y contó con el apoyo de

hombres armados en las estaciones de Surco y Matucana.

En cuanto a los montoneros del valle de Yangas, bástenos

transcribir el Acta de la Sentencia del Tribunal Chileno para

33
comprender su significado, hubieron otros focos en Chosica,

Naranjal y Matucana que no merecieron mayores comentarios.

En la ciudad de Lima y los veintisiete días del mes de Marzo de

mil ochocientos ochenta y uno, reunido el tribunal Militar en la

sala de su despacho, hizo comparecer a su presencia a los reos

Raymundo Salinas y Manuel Ramírez, ambos peruanos,

acusados de haber sido tomados prisioneros por una partida de

caballería chilena, hallándose con las armas en la mano y

formando parte de una montonera peruana hizo fuego contra

dicha partida. Interrogados ambos sobre el particular, han

prestado las siguientes declaraciones:

Raymundo Salinas que pasaba por el paraje de Yangas en viaje

a Canta el día veintitrés del actual y se detuvo a descansar en

casa del comisario Manuel Soto; que encontrábase ahí oyó decir

que se acercaba una montonera capitaneada por un tal Romero

que pocos días antes había dado muerte a varios asiáticos y

que el comisario reunió a algunos hombres para atacar a dicha

montonera entre los cuales fue el declarante; que la partida

llevó algunos rifles Peabody y se situó en un cerro inmediato

que, poco después se vio aparecer del lado por donde se

aguardaba la montonera tres o cuatro hombres montados que

creyeron pertenecían a ella y les hicieron fuego, en seguida

vieron venir detrás de los primeros un piquete de caballería y

que habiéndose corrido la voz de que no era la montonera que

esperaba sino tropa chilena, se dispersaron los que

acompañaban al comisario, escapando todos menos los dos

parecientes que fueron tomados prisioneros por la expresa

34
fuerza de caballería y traídos a esta ciudad. Agrega que él

disparó un solo tiro con su rifle.

Manuel Ramírez confirma en todas sus partes la exposición

anterior con la diferencia de que según dice trabajaba desde un

mes en el fundo del comisario Soto y que hizo dos tiros sobre la

tropa chilena. Ambos confiesan haber pertenecido al ejército

regular del Perú, vencidos en Miraflores y Chorrillos y dice que

no se conocían el uno con el otro antes del hecho material de

este juicio.

Llamados ante el Tribunal el Sargento Mayor don Belisario

Campos y el Teniente de Cazadores a Caballo don Abel Ylabaca

que mandaba el piquete de caballería de que se ha hecho

referencia y juramentos en forma, ambos expusieron ser los

reos presentes, los mismos individuos que tomaron prisioneros

el citado día veintitrés en el Valle de Yangas; que pasando por

dicho valle en desempeño de una comisión de servicio con

veinticinco hombres de cazadores, fueron atacados por una

montonera peruana, compuesta de paisanos armados, que

mandaba el comisionado del lugar, que habiendo hecho cargar

a dicha montonera ésta se dispersó y sólo pudieron capturar a

los reos expresados, armados de rifles, escapando los demás en

los cerros y quebradas.

Teniendo en consideración que los citados reos se hallan

convictos y confesos de haber hecho armas contra fuerza

chilena, formando ellas parte de una montonera que no

pertenece al ejército regular del Perú, el Tribunal per

35
unanimidad de votos y con el dictamen del Fiscal ha condenado

y condena a los reos Raymundo Salinas y Manuel Ramírez a la

pena ordinaria de muerte, cuya sentencia deberá ejecutarse en

el término de veinticuatro horas contadas desde aquella en que

se ponga en conocimiento de los reos.

(Firmado). Letelier, González, Herreros.

En suma, la plebe limeña supo responder a su manera, a la

agresión chilena. Lo suyo no fue seguramente un nacionalismo

elaborado o meditado académicamente. Fue más bien, práctico,

activo. Mientras los miembros de las clases dominantes

compartían la mesa y la cama con nuestros enemigos; los

hombres del pueblo, humildes y anónimos, desmentían a

Ricardo Palma quien descorazonadamente exclamaba: ¡en el

Perú el patriotismo es un mito!

d. El Patriotismo en Lima
No son armas ni municiones lo que más necesitamos para

escarmentar al enemigo chileno, es patriotismo y unión o lo que

es lo mismo: virilidad y virtud.


Ricardo Palma, Carta N° 9. p. 52.

¿Cuánta gente murió en Lima resistiendo a la invasión chilena?

Esta es una pregunta que quedará sin respuesta. No hay cifras;

no las pudo haber. En una guerra como la que soportó el Perú,

inerme y desarticulado miles de patriotas tuvieron que ofrendar

sus vidas, intentando frenar con sus cuerpos, las granadas

y los fusiles. Murieron sin distingo de edad, profesión, color o

nacionalidad. Pero la mayoría, hombres del común, del pueblo.

Durante la ocupación, no faltaron brotes de nacionalismo, de

36
vendetta y de odio, al vencedor bárbaro y prepotente. Los

soldados no podían caminar libremente por las calles de Lima,

tenían que hacerlo en pareja o en grupo. Prácticamente no

salían fuera del área urbana por el temor de ser atacados. Un

caso, entre otros, es el ajusticiamiento que efectuaron los

arrendatarios del fundo "Chavarría" contra cinco soldados

chilenos del batallón "Santiago". En esta acción contaron con el

"apoyo de los sirvientes y trabajadores de la hacienda". Según

el informe chileno, intonso por cierto, "todos ellos vestían

uniforme e iban desarmados".

Hubieron muchos muertos, tanto en la ciudad como en el

campo, chilenos y peruanos; vencedores y vencidos. Y no faltó

la presencia de algunos extranjeros que seguramente

fallecieron defendiendo sus intereses económicos o sus medios

de subsistencia. El siguiente cuadro, ilustra nominalmente todo

lo que venimos afirmando.

37
Colie chino, vendedor de pescados

Cuadro N°2
CONDENADOS A LA PENA DE MUERTE

Fecha Peruanos Delito Invasores


27 / mar / 1881 Manuel Ramírez Montero ----------------------
27 / mar / 1881 Raymundo Salinas Montero ----------------------
22 / jul / 1881 Francisco Bayza Homicidio Pedro Muñoz
22 / jul / 1881 Estanislao Otarola Homicidio ----------------------
29 / ago / 1881 Gabino Salas Homicidio Juan Iturriaga
19 / set / 1881 Akaina y Acay (chinos) Homicidio Dionisio Araneda
24 / set / 1881 Hilario Roldán Homicidio David Zorilla
26 / set / 1881 Rafael Benedetti Homicidio José Santos
29 / set / 1881 José Barrón Homicidio 5 soldados
16 / dic / 1881 José Salarrayán Espionaje ----------------------
08 / ene / 1882 José Vilchez Homicidio 1 soldado
04 / feb / 1882 Manuel Falcón Homicidio José Pondeya
09 / may / 1882 Juan Reyes Homicidio 1 soldado

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* Los cinco soldados masacrados fueron: Apolinario Alegría, José Ignacio Morales, Miguel
Huertas, Remigio Navea y José Manuel Valenzuela.

Fuente: Libro copiador de Sentencias del Tribunal de Ocupación Archivo General de la Nación. 3
tomos.

De este modo se manifestó el patriotismo del pueblo limeño,

donde los coolíes chinos cumplieron un papel consciente de

nacionalismo a favor del Perú. El "Espejo chino" se refractó

entonces contra los opresores peruanos, en algunos y, contra

los invasores chilenos, en otros.

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BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

KAPSOLI ESCUDERO, Wilfredo. Ensayos de nueva historia. Lima

ed. Francisco Gonzáles, 1983.

KAPSOLI ESCUDERO, Wilfredo. Tradición y modernidad en el

Perú. Lima. Ed. Lúmen, 1996.

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