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Dirección de Coordinación

Bosques Bosques Nativos

PRIMER INVENTARIO NACIONAL DE BOSQUES NATIVOS


SEGUNDA ETAPA
INVENTARIO DE CAMPO DE LA REGIÓN ESPINAL
DISTRITOS CALDÉN Y ÑANDUBAY

Informe Regional Espinal


Segunda Etapa

ANEXO II

Estado de Conservación del


Distrito Ñandubay

Edición Diciembre 2006


Autoridades Nacionales

Dr. Néstor Carlos Kirchner


Presidente de la Nación Argentina

Sr. Daniel Osvaldo Scioli


Vicepresidente de la Nación Argentina

Dr. Alberto Fernández


Jefe de Gabinete de Ministros

Dra. Romina Picolotti


Secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable

Sr. Miguel Enrique Pellerano


Subsecretario de Planificación y Política Ambiental
Responsables Técnicos

Ing. Forestal Jorge Luis Menéndez


Director de Bosques

Ing. Forestal Sergio Mario La Rocca


Coordinador Proyecto Bosques Nativos
y Áreas Protegidas BIRF 4085-AR
Componente Bosques Nativos
Antecedentes

El Primer Inventario Nacional de Bosques Nativos se inició como uno de los objetivos
principales del Proyecto Bosques Nativos y Áreas Protegidas BIRF 4085 AR, operación
acordada por el Gobierno Nacional con el Banco Internacional de Reconstrucción y
Fomento (BIRF), cuyo ejecutor es la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable
(SAyDS) de la Nación.

El Ingeniero Forestal Carlos E. Merenson junto al actual Director de Bosques Ingeniero


Forestal Jorge L. Menéndez tuvieron una destacada actuación en la gestión y formulación
del Proyecto.

La Coordinación de la Componente Bosques Nativos estuvo inicialmente a cargo del


Ingeniero Forestal Sergio M. La Rocca (1997-2000), continuando al frente el Ingeniero
Agrónomo Enrique J. Schaljo (2000-2002) y retomándola nuevamente el Ingeniero
Forestal Sergio M. La Rocca (2002-2005).

La contraparte técnica de la SAyDS es la Dirección de Bosques (DB), en una primera etapa


bajo la conducción del Ingeniero Forestal Carlos E. Merenson (1997-1998) y, promovido
éste a Director de la Dirección Nacional de Recursos Naturales y Conservación de la
Biodiversidad (DNRNyCB), fue reemplazado por el actual Director de Bosques, Ingeniero
Forestal Jorge L. Menéndez (1998-2005).

Personal de Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable que ha participado en el


Proyecto:

Dirección Nacional del Proyecto


Sr. Miguel Enrique Pellerano

Dirección de Bosques

Responsabilidad de Contraparte
Ingeniero Forestal Jorge L. Menéndez

Supervisión Técnica
Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal:
Ingeniera Agrónoma Celina L. Montenegro
Geógrafa Mabel H. Strada
Ingeniero Forestal Eduardo Manghi
Ingeniero Forestal Marcelo Brouver
Ingeniero Forestal Facundo Bertolami
Licenciada en Cs. Biológicas María Gabriela Parmuchi
Licenciada en Cs. Biológicas Julieta Bono
Licenciada en Cs. Biológicas Mariana Stamati
Apoyo Administrativo
Señorita Carla R. Rubietti
Señorita Paula M. Rubietti

Unidad Ejecutora del Componente A del Proyecto Bosques Nativos y Áreas


Protegidas BIRF 4085-AR

Coordinación General
Ingeniero Forestal Sergio M. La Rocca

Asistencia de Coordinación
Ingeniera Forestal Rosa Inés Heinrich

Supervisión Técnica
Ingeniero Forestal Pablo Picchio
Ingeniero Agrónomo Enrique Wabo

Coordinación Administrativo Contable


Contador Público Nacional Marisa L. Rosano
Señor Daniel A. Osorio
Señorita Marcela E. Sayago
Doctor Martín A. Sabbatella
Doctora Mariana Tellechea

Apoyo Administrativo
Señora Nélida M. Colman
Señor Guillermo H. Rodríguez
Señor Camilo Giovaninni
Para la ejecución del inventario de la región del Espinal, formaciones de Caldén y
Ñandubay, la Fundación para el Desarrollo Forestal, Ambiental y del Ecoturismo
Patagónico constituyó un equipo interdisciplinario de técnicos y profesionales. A
continuación se presenta las personas que participaron directamente en la ejecución del
proyecto:

Coordinación General
Doctor José Daniel Lencinas

Área Teledetección
Doctor José Daniel Lencinas (responsable)
Ingeniero Forestal Diego Mohr Bell
Ingeniera Forestal María Fernanda Ríos Campano
Ingeniera Forestal Sofía B. Havrylenko
Señorita Florencia Deccechis
Señor Mariano Gómez
Señorita Luciana Heitzmann

Área Inventario
Doctor Luis Chauchard (responsable)
Ingeniero Forestal Renato Sbrancia
Técnico Forestal Alberto Rabino
Ingeniero Forestal Jorge Giunchi
Ingeniera Forestal Cecilia Monte
Ingeniero Forestal Javier Mestres
Licenciada Andrea Medina
Licenciada Eugenia Estanga
Técnico Forestal Adriano Arach
Técnico Forestal Mauricio Mazzucchelli
Técnica Forestal Dolores Zapiola
Técnico Forestal Lucas Dupy
Técnico Forestal Luis Olmos
Técnico Forestal Matías del Río
Técnico Forestal Hugo Maya
Técnico Forestal Santiago Quiroga
Técnico Forestal Darío Galván
Ingeniero Agrónomo Nicolás Villa
Ingeniero Agrónomo Diego Heinze
Señor Mariano Catalán

Área SIG y Cartografía


Ingeniero Agrónomo Fernando Salvaré (responsable)
Ingeniera Forestal María Fernanda Ríos Campano
Ingeniera Forestal Sofía Beatriz Havrylenko
Señorita Florencia Deccechis
Señor Mariano Gomez
Señorita Luciana Heitzmann
Señor Gabriel Zacconi
Área Base de Datos
Ingeniero Facundo Baudino
Ingeniero Mario Burdman

Área Conservación
Doctor Javier Grosfeld (responsable)
Doctora Valeria Ojeda
Ingeniera Agrónoma Cecilia Brion
Profesora Gelina Pieszko
Licenciado Diego Heinze
Licenciada Eugenia Estanga
Ingeniero Agrónomo Denis Rivero

Análisis Multitemporal y Fragmentación


Doctor Javier Puig (responsable)
Señor Gabriel Zacconi

Administración
Fundación para el Desarrollo Forestal Ambiental y Ecoturismo Patagónico
Master en Ciencias Silvio Antequera
Señorita Fabiana Contreras
Master en Ciencias Miguel Davel (presidente actual de la Fundación)
Master en Ciencias Alejandro Jovanovsky
Master en Ciencias Rubén Manfredi (presidente de la Fundación, a la firma del contrato)
Señorita Débora Villalobo

Además del equipo de trabajo presentado, en las diferentes etapas del trabajo se
involucraron diferentes referentes locales, especialistas y funcionarios que permitieron la
concreción del trabajo, cuyos nombres se explicitan de acuerdo a su participación en los
documentos que se generaron en el marco del inventario.
Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Índice
1. INTRODUCCIÓN. .......................................................................................................................................1
2. CARACTERIZACION GENERAL............................................................................................................3
2.1 Ubicación geográfica y descripción general..........................................................................................3
2.1.1 La denominación y los límites del ñandubaysal. .........................................................................4
2.2 Geología. .............................................................................................................................................14
2.3 Geomorfología. ...................................................................................................................................15
2.4 Red hidrográfica. .................................................................................................................................15
2.5 Suelos. .................................................................................................................................................16
2.5.1 Características generales. .........................................................................................................16
2.5.2 Aptitud del suelo. .......................................................................................................................18
2.6 Clima. ..................................................................................................................................................19
2.7 Vegetación...........................................................................................................................................20
2.7.1 Características generales. .........................................................................................................20
2.7.2 Tipos de vegetación y composición florística. ...........................................................................21
2.7.3 Estructura y dinámica de los bosques de ñandubay. .................................................................29
2.8 Fauna. ..................................................................................................................................................31
2.9 Población.............................................................................................................................................33
2.9.1 Los pueblos originarios. ............................................................................................................33
2.9.2 Evolución de la población y población actual...........................................................................33
2.9.3 Actividades económicas. ............................................................................................................35
a) Estructura del sistema productivo..........................................................................................35
b) Actividades agropecuarias.....................................................................................................38
c) Actividades forestales. ...........................................................................................................40
3. LA CONSERVACION DE LOS BOSQUES DE ÑANDUBAY..............................................................42
3.1 Impactos ambientales más relevantes..................................................................................................42
3.1.1 Reducción de la superficie boscosa. ..........................................................................................42
3.1.2 Fragmentación de los bosques remanentes. ..............................................................................47
3.1.3 Degradación de los bosques primarios. ....................................................................................49
3.1.4 Cambios en los patrones de disturbio: efectos del fuego...........................................................53
3.1.5 Desarrollo de procesos erosivos del suelo.................................................................................56
3.1.6 Otros factores que afectan al ñandubaysal................................................................................58
3.2 Impactos sociales y económicos..........................................................................................................58
3.3 Marco legal e institucional. .................................................................................................................60
3.4 Áreas naturales protegidas ..................................................................................................................62
3.4.1 Áreas protegidas de Jurisdicción Nacional. ..............................................................................63
3.4.2 Áreas protegidas de Jurisdicción Provincial y Municipal.........................................................64
3.5 Prioridades en la implementación de políticas de conservación..........................................................69
3.5.1 Detección de áreas prioritarias de conservación. .....................................................................69
3.5.2 Creación de nuevas áreas protegidas........................................................................................71
3.5.3 Desarrollo de prácticas de manejo sustentable del ñandubaysal..............................................72
3.5.4 Herramientas de incentivo económico.......................................................................................76
3.5.5 Fortalecimiento de los organismos de gestión y control. ..........................................................77
3.5.6 Generación de información básica. ...........................................................................................78
3.5.7 Difusión de la problemática ambiental eco-regional. ...............................................................79
4. CONCLUSIONES ......................................................................................................................................80
5. BIBLIOGRAFIA ........................................................................................................................................83
APÉNDICE I ........................................................................................................................................................97

Página I
Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Figuras

Figura 1. Ubicación aproximada de la región del Espinal y sus distritos ................................................................3


Figura 2. Evolución de la fitogeografía argentina I (basado en Cabrera, 1953). .....................................................5
Figura 3. Evolución de la fitogeografía argentina II (basado en Cabrera, 1953). ....................................................7
Figura 4. Evolución de la fitogeografía argentina III. .............................................................................................8
Figura 5. Evolución de la fitogeografía argentina IV ..............................................................................................9
Figura 6. Las unidades de vegetación de Corrientes y Entre Ríos.........................................................................12
Figura 7. Perfil climático .....................................................................................................................................20
Figura 8. Bosques abiertos y mixtos......................................................................................................................23
Figura 9. Sabanas y praderas. ................................................................................................................................25
Figura 10. Bosques en galería y vegetación palustre. ............................................................................................26
Figura 11. Palmares y Bosques de transición. .......................................................................................................27
Figura 12. Uso múltiple del ñandubaysal ..............................................................................................................37
Figura 13. Cambios en el uso de la tierra. .............................................................................................................44
Figura 14. Fragmentación y avance de la frontera agrícola...................................................................................47
Figura 15. Procesos de fragmentación del ñandubaysal. .......................................................................................48
Figura 16. Modificación de la fisonomía del ñandubaysal. ...................................................................................49
Figura 17. Esquema de la evolución de la vegetación del ñandubaysal. ...............................................................50
Figura 18. Efectos del sobrepastoreo.....................................................................................................................51
Figura 19. Incendio en el ñandubaysal. .................................................................................................................55
Figura 20. Erosión hídrica. ....................................................................................................................................57
Figura 21. Pérdida de actividades tradicionales.....................................................................................................60
Figura 22. Áreas protegidas del Distrito del Ñandubay.........................................................................................63

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

1. INTRODUCCIÓN

La vegetación original del Distrito del Ñandubay, perteneciente a la Provincia del


Espinal (Cabrera, 1953), ha sufrido una pérdida considerable de su superficie boscosa y un
fuerte proceso de fragmentación y degradación como resultado de la una larga historia de
ganadería extensiva, actividades de desmonte derivadas de la ampliación de la frontera
agropecuaria y sobreexplotación de los recursos forestales. En la actualidad, estas formaciones
de gran importancia por la diversidad biológica que albergan, forman un mosaico fragmentado
de numerosos parches de bosques en diferentes estados de conservación (renovales, maduros,
degradados o incendiados), dentro de una matriz de paisaje caracterizado por tierras cultivadas
en constante expansión y diferentes tipos de praderas graminosas. La destrucción de las
inmensas masas boscosas que formaban esta región ha tenido fuertes impactos ambientales
negativos como erosión, pérdida de estructura y materia orgánica del suelo, disminución de
productividad, ascenso de napas freáticas, pérdida de la capacidad de regulación del ciclo del
agua, colmatación de lagunas, entre otras. En este contexto de degradación de los recursos
naturales se ha comprobado una pérdida importante de la biodiversidad de esta región, ya sea
por pérdida local de especies o por degradación de los recursos genéticos, con las
consecuencias económicas, sociales, culturales y éticas que ello trae aparejado para el medio
ambiente y la población local y regional.
Uno de los primeros pasos para revertir esta tendencia es reunir y/o generar los
conocimientos de base, tanto ambientales como socio-económicos, con el fin de lograr un
desarrollo sustentable ambiental, social y económico que contribuya a la preservación de este
recurso amenazado. Si bien en los últimos años se han emprendido algunos esfuerzos locales y
regionales para abordar la problemática de la conservación de los bosques de Ñandubay, los
mismos se centraron generalmente en las problemáticas provinciales o sin tener en cuenta los
múltiples factores que afectan a todo este Distrito.
En el marco del “Inventario de campo de la región del Espinal, formaciones de Caldén
y Ñandubay” de la segunda etapa del Primer Inventario Nacional de Bosques Nativos, se
propone el siguiente análisis del estado de conservación del Distrito del Ñandubay desde un
enfoque bioregional, con el fin de caracterizar las condiciones del medio físico (límites,
geología, clima, suelos, cuencas hidrográficas), biológico (vegetación, dinámica de los
bosques y fauna) y socio-económico en las cuales se encuentra el ecosistema del ñandubaysal;
y realizar un diagnóstico de su estado de conservación, describiendo los principales impactos
ambientales que ha sufrido este distrito desde su colonización, sus consecuencias socio-

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

económicas, el marco legal en que se encuentran sus recursos forestales y la importancia de


las áreas protegidas existentes para la conservación de su biodiversidad. Por último, se
proponen algunas prioridades y lineamientos generales para la preservación de este valioso
ecosistema.
La información que se detalla a continuación se basa en un extensivo análisis de la
bibliografía disponible, visitas a colecciones, datos estadísticos oficiales, así como en
entrevistas realizadas a investigadores, técnicos, funcionarios y agentes que han trabajado en
este ecosistema durante los últimos años (un listado de las personas e instituciones consultadas
se presenta en el Apéndice I).

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

2. CARACTERIZACION GENERAL

2.1 Ubicación geográfica y descripción general

Desde un punto de vista biogeográfico la Provincia del Espinal, correspondiente al


Dominio Chaqueño de la Región Neotropical, está formada por los Distritos del Ñandubay,
Algarrobo y Caldén (Cabrera 1971, 1976).
Los bosques xerófilos del Distrito del Ñandubay son los más diversos del Espinal y
están dominados por Prosopis affinis (ñandubay o espinillo), Prosopis nigra (algarrobo
negro), Acacia caven (aromito o espinillo) y Aspidosperma quebracho-blanco (quebracho
blanco), siendo frecuente la presencia de la palmerita Trithrinax campestris (caranday). Se
distribuyen principalmente por el centro-sur de Corrientes, y del centro al norte de Entre Ríos
(figura 1). Su presencia en Santa Fe ha sido discutida según diferentes opiniones respecto de
la fitogeografía argentina (Cabrera, 1952, 1971, 1976; Cabrera y Willink, 1980; D´Angelo et
al., 1987; Frenguelli, 1941; Lewis y Collantes, 1973; Lewis, 1981; Morello, 1975; Parodi,
1945; Ragonese, 1941).
El paisaje predominante es de lomas, planicies y bañados de altura, ocupado
originalmente por bosques cerrados a abiertos de tipo parque o sábanas arboladas, dispersos
en una matriz de pastizales y pajonales de alto valor forrajero, surcado por ríos que ocupan
anchos valles de inundación. Los suelos en general son arcillosos-limosos, bien provisto de
materia orgánica.

Figura 1. Ubicación aproximada de la región del


Espinal y sus distritos
1) Distrito del Ñandubay, 2) Distrito del Algarrobo,
3) Distrito del Caldén.
(Basado en Cabrera, 1976 y Burkart et al., 1999).

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Es el distrito más cálido y húmedo de la ecoregión del Espinal y el de mayor


biodiversidad. Presenta un estrato arbóreo de hasta 10 m de altura, un estrato arbustivo y un
estrato herbáceo. El estrato arbustivo no está siempre presente y el estrato herbáceo es
continuo y muy denso, compuesto principalmente por gramíneas. Son frecuentes las
comunidades edáficas como los palmares de Butia yatay (yatay o palmera real) sobre suelos
arenosos, las selvas en galería sobre los cursos de los ríos y diferentes comunidades hidrófilas
como estepas y pajonales (Cabrera y Willik, 1980).
Al igual que en todo el Espinal su fauna tiene características de transición, ya que,
aunque es menos diversa, es muy similar a la del Chaco; pero recibe una fuerte influencia de
la selvas paranaense y los elementos del Delta e Islas del Paraná.
Está zona ha sido muy intervenida por el hombre y gran parte de la superficie
correspondiente a los bosques del “Distrito del Ñandubay” ha desaparecido o ha sido
transformada profundamente por las actividades humanas.

2.1.1 La denominación y los límites del ñandubaysal

El distrito del Ñandubay ha sido caracterizado en forma bastante discordante por los
botánicos y fitogeógrafos desde el siglo XIX hasta nuestra fecha.
En 1876, Pablo Lorentz, quien sería el autor de una de las primeras floras de América
Latina con su “Flora de la Región del noreste de Entre Ríos” (Juan de Dios Muñoz, 1999),
denomina como “Formación Mesopotámica” a la vegetación de las provincias de Corrientes y
Entre Ríos y a toda la vecina República del Uruguay, limitando al norte con la “Formación
Paraguaya” que descendería por las costas del Paraná hasta Entre Ríos y al oeste con la
formación del Chaco (figura 2A). Holmberg (1898) mantiene la misma denominación y la
extiende a los bosques costeros de Celtis tala (tala) de la costa bonaerense (figura 2B).
Rovereto (1914) es el primero que identifica una zona “(3) Foreste e macchie a leguminose
spinose...” en la que sería la primera caracterización del Espinal que lo extiende hasta el
noroeste de Entre Ríos (figura 2C). Hauman (1920), separa la región “Mesopotámica” de la
zona de “Bosques y sabanas subtropicales”, en la cuenca del complejo Iberá (figura 2D).
Kuhn (1930) discrimina en Entre Ríos una zona centro-sur que correspondería a la “Estepa
original pura de gramíneas” y la porción norte perteneciente a la región de la Mesopotamia
que la agrupa con el Chaco y la zona del Delta bajo la denominación de Notohyle (figura 3A;
Cabrera 1953).

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

A B

C D
Figura 2. Evolución de la fitogeografía argentina I (basado en Cabrera, 1953).
A) Lorentz, 1876, B) Holmberg, 1898, C) Roveretto, 1914, D) Hauman, 1920

En 1931, Hauman denomina como “Sabana uruguaya” a la región que abarca el sur de
Corrientes y Entre Ríos, y que limita en la zona del Iberá con las “Selvas y Sabanas del Brasil
austral”, el distrito oriental en el que divide su zona de “Bosques y sabanas subtropicales” de

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

1920 (figura 3B). Cabrera (1953) proporciona un detallado mapa del Instituto Geográfico
Militar en el que se denomina “Formación mesopotámica” a la zona suroeste de Corrientes y
oeste de Entre Ríos, con extensiones hacia el río Uruguay que penetrarían en la “Formación de
las praderas” que caracterizarían la porción oriental de Entre Ríos, reconociendo núcleos de
palmeras en el interior de la formación mesopotámica (figura 3C). Parodi (1934, 1945, 1964)
reúne la vegetación de Corrientes y Entre Ríos bajo la denominación de Parque mesopotámico
(figura 3D). Incluyendo una porción oriental del centro de Santa Fe, Castellanos y Perez
Moreau (1941) y Ragonese (1947) mantienen el mismo nombre, pero lo separan al norte del
Iberá del “Parque Correntino-paraguayo”; sin embargo en una versión posterior (1944) los
primeros autores sitúan el límite entre estas dos provincias al sur del Iberá (figura 4A).
Frenguelli (1940) denominó “Monte Periestépico” a todo el bosque espinoso que rodea la
estepa pampeana, reconociendo el “Monte Entrerriano” que abarca el sur de Corrientes y
centro y norte de Entre Ríos, limitando al norte con el “Parque Correntino” y al sur de Entre
Ríos con una zona de estepas. A su vez, denomina “Monte Cordobense-Santafesino” a la
vegetación xerófila del centro de estas provincias (figura 4B). Más tarde, Cabrera (1953,
1971, 1976) define el “Distrito del Ñandubay”, cuyo nombre se debe a la abundancia de esta
especie en la zona, dentro de la Provincia del Espinal del Dominio Chaqueño, que limita al
oeste con los bosques del “Distrito del Algarrobo”, abarcando el sur y oeste de Corrientes, y el
noroeste y centro de Entre Ríos, donde limita con la “Provincia Pampeana” hacia el sur. En su
versión de 1953, también incluye dentro de la “Provincia del Espinal” el “Distrito del Tala” de
los bosques de Celtis tala de las costas bonaerense y reconoce dentro del “Distrito del
Ñandubay” en Entre Ríos una franja de bosques xerófilos paralela al río Uruguay (figura 4C);
sin embargo en su versión de 1971 (figura 4D), está franja ya no es señalada y los bosques de
tala los atribuye a la “Provincia Pampeana”. Morello (1975) separa el “Espinal” del centro de
Córdoba y Santa Fe de la denominada “Pampa Semiarida” (que se ubica al sur y corresponde
a los bosques de Caldén) y la “Mesopotamia”, que incluye también una porción oriental del
centro de Santa Fe (figura 5A). En el trabajo más global sobre el Espinal, Lewis y Collantes
(1973) subdividen esta provincia en 8 distritos de los cuales el “Distrito Entrerrianense”
involucra a los bosques de ñandubay y su cohorte de especies acompañantes, que aparecerían
también en forma de relictos en Santa Fe y centro de Córdoba (figura 5B).
Finalmente en 1999, el trabajo conjunto de un grupo de especialistas en biogeografía
argentina propone un mapa de ecoregiones de Argentina donde el distrito del Ñanbdubay
forma parte del Espinal, limitando al norte y noroeste con la región chaqueña, al este con los
“Campos y Malezales correntinos” y al sur con la “Pampa” (Burkart et al., 1999) (figura 5C).

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

A B

C D
Figura 3. Evolución de la fitogeografía argentina II (basado en Cabrera, 1953).
A) Khun, 1930, B) Hauman, 1930, C) IGM, 1934, D) Parodi, 1934

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

A B

C D
Figura 4. Evolución de la fitogeografía argentina III.
A) Castellanos y Perez Moreau, 1944, B) Frenguelli, 1940 (tomado de Jozami, 1964), C) Cabrera, 1953, D)
Cabrera, 1971

Recientemente, un análisis de las ecoregiones terrestres de Sudamérica incorpora los


bosques xerófilos de Corrientes y Entre Ríos en la región de las Pampas que se extiende hasta
Uruguay y Brasil, separándolos de una gran región chaqueña que incluye los otros distritos del

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Espinal (Jossé et al., 2004) (figura 5D).

A B

C D
Figura 5. Evolución de la fitogeografía argentina IV
A) Morello, 1944, B) Lewis y Collantes, 1973, C) Burkart et al., 1999, D) Jossé et al., 2004

Al igual que lo que sucede con el Distrito del Caldén, la delimitación del área potencial
que presentan estos bosques tiene complejidades teóricas y prácticas, ya que la antropización

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

del paisaje de esta región sucedió desde la fundación de las primeras ciudades en territorio
argentino. Más allá que antes de la llegada de los españoles a la región mesopotámica el litoral
contaba con una extensa población indígena, es a partir de la fundación de Buenos Aires,
Montevideo, Santa Fe, Corrientes y Asunción que comienza una actividad económica
intensiva en la zona, que traerá profundos desequilibrios ecológicos. La temprana introducción
del ganado en la Mesopotamia y su rápida expansión probablemente modificó tempranamente
la fisonomía original de la vegetación. En tiempos de la independencia, el espacio entrerriano-
correntino es muy codiciado por su paisaje de cuchillas, la frecuencia de fuentes de agua y su
accesibilidad por los grandes ríos, comenzando un lento reemplazo de la vegetación que
afectaría incluso a los grandes palmares de yatay (Gaignard, 1989; Braylovsky y Foguelman,
1991). En consecuencia, además de los procesos naturales que determinarían una importante
dinámica de expansión-retracción de la superficie boscosa, al momento de llegada de los
primeros geógrafos y naturalistas, probablemente la región ya había sufrido importantes
modificaciones en la distribución y dominancia de la vegetación original, como consecuencia
de la ganadería, el desmonte, la extracción selectiva, el sobrepastoreo y los incendios
forestales, actividades que se intensificarán luego con el desarrollo de la agricultura en la
región. Desde entonces surgen los problemas en la delimitación ya que sus límites son muy
imprecisos o difusos, en especial los de esta región con la “Provincia Pampeana”, que en las
sucesivas reseñas fitogeográficas no deja de incrementar su área (Lewis y Collantes, 1973).
Afortunadamente, los trabajos de Baez (1937, 1942), Ibañez (1962), Jozami y Muñoz (1982)
en Entre Ríos y de Capurro et al. (1973), Carnevali (1994), del IBONE y el grupo de Recursos
Naturales del INTA (2002) de Corrientes aportan una visión más detallada de la flora de estas
provincias.
Para este trabajo, denominaremos el área como Distrito del Ñandubay y para la
determinación de la región se propone una actualización y revisión de los límites definidos por
Cabrera (1953, 1971, 1976), tomando como base al análisis de la bibliografía y entrevistas a
especialistas, técnicos e investigadores (listado de personas consultadas en Apéndice I).
Con respecto a la demarcación del límite norte del “Distrito del Ñandubay”, fueron
respetados los límites con la región del Chaco acordados entre la Secretaría de Ambiente y
Desarrollo Sustentable (SAyDS) y las provincias implicadas. Lo mismo sucede al oeste con la
ecoregión del “Delta e Islas del Paraná”. Al norte limita con la ecoregión de los “Bañados y

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Esteros del Iberá” por el curso inferior del río Corrientes1. Al centro-este de Corrientes, donde
también recibe el nombre de Monte Payubre, forma ecotonos con la ecoregión de los “Campos
y Malezales correntinos” en el cual penetran ejemplares aislados de espinillo y ñandubay. Al
este, tanto en Corrientes como en el norte de Entre Ríos, abarca la angosta franja de las
terrazas del Uruguay, que presentan dominancia de elementos florísticos austro-brasileros
(figura 6A y B; Carnevali, 1994; INTA, 2002). Este fuerte componente de la “Selva
Paranaense” también está presente las selvas en galería de los ríos más caudalosos, que según
Lewis y Collantes (1973) deben considerarse enclaves de esta provincia fitogeográfica.
Al centro y sur de Entre Ríos, donde limita con la región de los pastizales pampeanos,
su área original ha sido reducida y alterada producto del desmonte y expansión de la frontera
agrícola. Baez (1942) propone un mapa de la vegetación de Entre Ríos en el cual circunscribe
los bosques xerófilos de esta provincia a la porción noreste de la misma, en la denominada
Selva de Montiel (figura 6C). Los límites históricos dados por este autor están definidos por
una línea que parte del río Paraná, al norte del Depto. Paraná, inflexiona al S-SE y abarca el
centro y oeste del mismo departamento, norte del Depto. Nogoyá y sur del de Villaguay;
desde allí el límite incluye dentro de la Región la mitad occidental de los departamentos de
Villaguay, Concordia y Federación (Nota: estos departamentos del año 1942 no son los
mismos que los actuales ya que se subdividieron más tarde). Ibañez (1962) señala que hacia el
sur quedan algunos vestigios en arroyos y pequeñas reservas naturales, tal es el Parque San
Martín (Campo Berduc), y rezagos en forma de isletas, como el Monte de Cuadri de Nogoyá,
y la isleta de Teggiardo en Victoria, aunque estos dos últimos hayan experimentado la
influencia modificadora del hombre.
Esta distribución coincide con la dada para la porción oriental del Espinal por Cabrera
(1953, 1971, 1976) y la dada por Morello (1975) para la Mesopotamia; al igual que Roveretto
(1914) y Kuhn (1930) se asigna la porción meridional de Entre Ríos a la estepa pampeana y en
términos generales concuerda con la zonificación natural oficial de la Provincia de Entre Ríos
(Ministerio de Asuntos Agrarios de Entre Ríos, 1973) (figura 6D). Sus límites son
coincidentes con los dados por Lewis y Collantes (1973) para separar los distritos
Uruguayense, típicamente una sabana arbolada dominada por gramíneas, del Entrerrianense.
Según estos autores, la transición entre los distritos entrerianense y uruguayense es muy
gradual existiendo dos extremos opuestos, uno con bosques florísticamente muy ricos y otro

1
Es de destacar que según Carnevali (1994), observaciones personales y consultas a especialistas locales, entre
Perugorría y Colonia Libertador, existe en la cuenca de los Arroyos Barracas y Sarandí una porción de
vegetación de la región del Iberá dentro del área correspondiente al Espinal.

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con pastizales sin árboles, con todos los intermedios entre estos dos extremos, señalando la
presencia en el entrerrianense de Trithrinax campestris y Aspidosperma quebracho-blanco
para distinguir entre estos dos distritos.

A B

C D

Figura 6. Las unidades de vegetación de Corrientes y Entre Ríos.


A) Capurro et al., 1973, B) INTA EEACorrientes, 2002, C) Baez, 1942, D) Ministerio de Asuntos Agrarios
Provincia de Entre Ríos (1973)

Otros autores como Hauman (1920, 1931), Parodi (1934, 1945, 1964) y Castellanos y
Perez Moreau (1941, 1944) tratan al sur de Entre Ríos como perteneciente a una misma región
(“Parque Mesopotámico”) en las que el bosque dominado por Prosopis sp se va
transformando gradualmente hacia el sur en una sabana abierta hasta convertirse en una

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pradera. Finalmente, Chebez (2005) delimita una porción de pastizales pampeanos en el


sureste de Entre Ríos al sur de Gualeguaychú, dejando el resto de esta provincia como
perteneciente al Espinal. Como se ha dicho, aunque sea probable la existencia de bosques en
el sur de Entre Ríos antes de la introducción de ganado vacuno, la presencia de pastizales o
sabanas muy abiertas en esta región está documentada desde los primeros exploradores. La
existencia de reducidos relictos boscosos, alejados del límite propuesto puede deberse tanto a
un proceso de reinvasión o tratarse de relictos verdaderos.
Respecto del límite occidental con el distrito del Algarrobo, es el más degradado de
todos y son pocos los datos que aporta la bibliografía respecto de su delimitación
biogeográfica histórica. Cabrera (1953) en su descripción del Espinal enuncia que el centro de
Santa Fe pertenece en parte al distrito del Ñandubay como al del Algarrobo pero sin dar
precisiones acerca de este límite. Ragonese (1941) y Lewis (1973) en sus análisis de la
vegetación de Santa Fe incluyen en la zona central de esta provincia (al sur del río Salado) una
porción de bosques de espinillo, ñandubay, algarrobo, quebracho blanco y caranday, que
serían similares a los del distrito entrerrianense. Sin embargo, en un trabajo posterior
(D`Angelo et al., 1987) los relictos de este tipo de bosque en Santa Fe son incluidos como de
vegetación sub-chaqueña, ya que el sotobosque sería esencialmente chaqueño y asociaciones
similares se encuentran a lo largo de toda esa ecoregión. Lo mismo sucedería con los relictos
de este tipo de bosque en Córdoba ubicados cerca de Noetinger, el Fortín y Chilibroste.
Los palmares de Butia yatay al sur del Iberá son comunidades edáficas asociadas al
Espinal. Lewis y Collantes (1973) los describen como un distrito propio, en el que las
palmares de yatay se encuentran más o menos agrupadas con una comunidad
predominantemente herbácea con algunos elementos del Espinal. Martinez Crovetto y
Piccinini (1950) las mencionan como relictos de clímax anteriores ya que presentan muy poca
regeneración natural. Estos manchones fueron muy bien identificados por estos autores y por
Baez (1937), quien además describió los manchones de caranday situados en Entre Ríos.

Como lo señalábamos en un principio, cualquier delimitación dentro del Espinal es


arbitraria o hipotética, ya que no sólo su estado de deterioro es muy importante, sino porque
los cambios florísticos son muy graduales. Inclusive la noción de Espinal ha sido
recientemente discutida por varios autores (ver resúmenes de las XXX Jornadas Argentinas de
Botánica o de Jossé et al., 2004). En consecuencia, se requerirán estudios a un nivel más
detallado e inter-disciplinarios para poder obtener un límite preciso. La lectura crítica de la
bibliografía disponible y la consulta a diferentes especialistas en biogeografía y vegetación

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regional nos sugieren apoyar la idea de Cabrera y Baez acerca de una zona boscosa en el
noroeste de Entre Ríos, rodeada por el sur y el este de una región de pastizales y pajonales,
típicos de la región pampeana. Sin embargo, estos límites son difusos en la actualidad por la
invasión de espinillo y ñandubay, promovida por el ganado y se sugiere utilizar el límite
histórico propuesto por Baez (1942) e Ibañez (1962). El límite occidental estaría dado por el
valle del río Paraná perteneciente a la ecoregión del “Delta e Islas del Paraná”, ya que los
relictos de Santa Fe y Córdoba serían de origen chaqueño. El límite oriental en el norte de
Entre Ríos y Corrientes estaría dado por el Río Uruguay y su vegetación cuyos orígenes se
relacionan con las selvas misioneras y brasileñas. El límite norte y noreste lo constituyen las
regiones del Iberá y los Campos y Malezales respectivamente.

2.2 Geología

La mayor parte del distrito del Ñandubay se desarrolla sobre el extremo austral de la
denominada Cuenca Sedimentaria del Paraná, de amplio desarrollo en el sur del Brasil. Está
constituida por una llanura ondulada muy antigua, de origen Precámbrico, que fue recubierta
por espesas series sedimentarias de origen marino, eólico y aluvial, así como de coladas
basálticas de diferente edad que afloran en parte en la cuenca del río Uruguay. Durante el
Cenozoico se produjeron ingresiones marinas, que formaron bancos calcáreos y yesíferos, e
importantes sedimentaciones continentales en llanuras aluviales con diferentes espesores de
arenas, sedimentos loéssicos y limo-arenosos. El plegamiento andino originó extensas líneas
de fallas o reactivó otras que hoy constituyen los valles de los principales ríos longitudinales,
como el Gualeguay o el Feliciano (Gentili y Rimoldi., 1979; Chiozza y Figueira, 1981). A su
vez la zona quedó fracturada en varios bloques inclinados con diferentes rumbos que dieron
origen a las denominadas Cuchillas Correntino-Entrerrianas. Estas nunca superan los 200 m
s.n.m., son suavemente onduladas, de cresta muy ancha y de pendiente poco pronunciada. En
el norte de Entre Ríos las cuchillas Grande y de Montiel se fusionan en un solo eje que,
prolongándose hacia Corrientes, es reemplazado por el escudo mercedeño o Payubre,
básicamente perteneciente al grupo Solari-Serra Geral. Este termina hacia el norte en la línea
de falla de orientación NE-SO ocupada por la depresión del complejo Iberá y hacia el oeste
está limitada por la falla del río Miriñay que empalma con la primera. Está formación se
dispone en colinas escalonadas que presentan afloramientos de areniscas y basaltos.

En síntesis, la geología de la región del ñandubaysal es predominantemente


sedimentaria, originada en diferentes edades y por diferentes procesos, cuyas sucesivas capas

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están posadas sobre un basamento cristalino y que fueron fracturadas y dislocadas por los
movimientos tectónicos andinos del mesozoico-terciario. En la zona del ñandubaysal los
agentes de modelado del paisaje que predominan son los procesos de erosión hídrica,
vinculados a la extensa red hidrográfica y los procesos de acumulación vinculados a la acción
eólica (Chiozza y Figueira, 1981; Tasi y Bourband, 1986; Ligier et al., 1998).

2.3 Geomorfología

Los paisajes dominantes en el Distrito del Ñandubay son las llanuras onduladas y las
serranías bajas o “cuchillas” escalonadas, planicies anegables, planos de altura, albardones y
valles aluviales (Carnevali, 1994: Escobar et al., 1996, Tasi y Lopez, 1980; Sabatini et al.,
2002).
Las cuchillas están constituidas por altillanuras y peniplanicies levemente onduladas,
con largas lomadas de suaves relieves y ancho dorso, que son atravesadas por innumerables
arroyos y pequeños ríos, afluentes de los grandes ríos Paraná y Uruguay, que forman un
importante drenaje dendrítico, con cauces definidos y en ocasiones sobre tramos de lecho de
piedra. La energía de relieve es baja a muy baja. Topográficamente tienen una baja amplitud
de relieve, ya que presentan menos de 200 m entre sus cotas extremas.
La parte norte del Distrito corresponde a una planicie suavemente ondulada con rumbo
NE a SO, cuyas lomadas están formadas por arenas ligeramente limosas, con drenaje
indefinido y pobre (Carnevali, 1994; Escobar et al., 1996). El sector centro-sur es una planicie
ondulada y surcada por una densa red hidrográfica, donde la falla del río Gualeguay separa las
cuchillas de Montiel, a occidente y la Cuchilla Grande, hacia el oriente, que a su vez
constituye la divisoria de aguas entre los ríos Gualeguay y Gualeguaychú (Tasi y Lopez, 1980;
Tasi y Bourbard, 1986; INTA, 1984).
Hacia el oeste se encuentra la planicie de erosión y la región aluvial del Paraná,
mientras que hacia el este se encuentra una planicie extensa que termina en las terrazas del
valle del río Uruguay, de curso bien definido (Gentili, y Rimoldi, 1979).

2.4 Red hidrográfica

La densa red hidrográfica pertenece en su totalidad a la cuenca del Río de la Plata, que
está representada por los grandes ríos Paraná y Uruguay, de régimen alóctono y enorme
caudal que drenan las regiones de abundantes precipitaciones ubicadas más al norte. Dentro de

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la región una importante cantidad de afluentes menores desaguan en estos grandes ríos, la
mayoría de los cuales presentan su caudal máximo en el verano y principios de otoño, en
concordancia con el régimen de precipitaciones (Chiozza y Figueira, 1981). En la provincia de
Corrientes se destacan por magnitud: los ríos Miriñay, Ayuí Grande, Mocoretá y el arroyo
Barrancas; mientras que en la Provincia de Entre Ríos las principales subcuencas son las del
Guayquiraró, Feliciano, Las Conchas y Gualeguay y hacia el este los arroyos Yuquerí grande,
Yuquerí chico, Palmar y Yeruá.
La rica red de drenaje es compleja y de estructura dendrítica, donde avenan un
sinnúmero de pequeños afluentes, frecuentemente con ángulos casi rectos de inserción. Los
ríos y arroyos que desembocan en el Paraná presentan rumbo noreste-suroeste, con la
excepción del río Gualeguay de orientación norte-sur. Los tributarios del río Uruguay en
general son más cortos, con la excepción del Mocoretá, el Miriñay y el Ayuí, dispuestos
paralelamente. Al sureste de la región aparece la densa red del río Gualeguaychú, también de
orientación norte-sur. Los valles de los ríos principales suelen tener una ancha terraza de
inundación, donde el desborde periódico de los arroyos tributarios generan una amplia zona de
bañados conformada por vegetación hidrófila y rodeada de selvas en galería.
Sobre el río Uruguay se ha construido la represa de Salto Grande que inundó los
famosos saltos que fueran destacados por Dimitri y Rial (1955) para la creación de un Parque
Nacional por su belleza escénica, y se han construido otras pequeñas represas para su uso
regional.

2.5 Suelos

2.5.1 Características generales

Los suelos dominantes del Distrito del Ñandubay son arcillosos, con predominio de
arcillas expandibles, drenaje generalmente moderado a imperfecto, con una profundidad
restringida para las raíces y riesgos de erosión hídrica. Los suelos están formados sobre
sedimentos loéssicos cuyo material originario es lacustre, palustre y aluvial, y están
fuertemente determinados por las condiciones climáticas húmedas, subtropicales a templadas.
Presentan un régimen de humedad variable de tipo údico, en el que la la mayoría de los años
el perfil de suelo no se seca por más de 90 días consecutivos. En ciertos casos, como los
bañados de altura, el régimen es ácuico permaneciendo por varios meses bajo condiciones de
inundación, característico de suelos de drenaje pobre a imperfecto. En consecuencia, en las
planicies mal drenadas son frecuentes los suelos hidromórficos, de texturas arcillosas y limo-

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arcillosas, con una capa freática relativamente alta. En los arroyos y sus terrazas bajas, así
como las terrazas que bordean el Río Uruguay, el material es fino y de origen aluvial. En los
sitios donde los suelos son de naturaleza arenosa, como frecuentemente se observa en el sur de
Corrientes y este de Entre Ríos, la baja capacidad de retención de agua determina la formación
de sabanas y parques, bosques aislados y depresiones con lagunas y pajonales que están bien
adaptadas a estas condiciones edáficas (Escobar et al., 1996; Ligier, 1999; Tasi y Lopez,
1980; INTA, 1984).
Desde un punto de vista de la clasificación de suelos (según Soil Taxonomy, USDA
1999), los suelos presentes son principalmente Alfisoles, Vertisoles y Molisoles, y también hay
algunos Inceptisoles (Escobar et al., 1996, INTA, 1984, 1988).
Los suelos del orden Alfisol se encuentran en paisajes suavemente ondulados. Son
suelos imperfectamente drenados, con permeabilidad lenta, quedando el agua de lluvia
estancada por períodos prolongados. Tienen horizontes superficiales muy lavados, con un
epipedón arcilloso ócrico oscuro, y un duripán, un fragipán, o un horizonte petrocálcico
subsuperficial muy denso, impenetrable para las raíces. La mayoría se formó bajo bosque o
vegetación de la sabana.
Los Vertisoles de la zona son suelos oscuros y presentan una alta proporción en
arcillas (2:1), predominantemente expandibles del tipo montmorillonìta, que se contraen en
seco e hinchan en húmedo, provocando movimientos en masa dentro del perfil. Pueden tener
un epipedón mólico con un alto contenido de materia orgánica y un volumen alto de bases
pero esto no se refleja en su fertilidad, debido a períodos de anaerobiosis con disminución de
actividad microbiológica. Presentan una permeabilidad muy lenta ya que muchos también
tienen un horizonte subsuperficial argílico y algunos tienen un duripán o un horizonte
petrocálcico, en consecuencia con facilidad se producen anegamientos temporarios o semi-
permanentes. La mayoría se formó bajo praderas o vegetación de sabana (INTA, 1988).
También se pueden desarrollar Molisoles en paisajes de peniplanicie con pendientes de
2% a un 8%, son suelos pardos oscuros, con epipedón mólico, de estructura granular, bien
provisto de materia orgánica y fácil de trabajar, seguido de horizontes subsuperficiales
generalmente densos, arcillosos, poco permeables y penetrables. Estos suelos son
relativamente aptos para el uso agrícola, siendo sus limitantes el grado de erosión actual y la
gran susceptibilidad a la misma.
Los suelos están influenciados por los paisajes fisiográficos, en planicies suavemente
onduladas y lomeríos son evolucionados a incipientes, presentan predominio de texturas finas
con rasgos de expansión y contracción generando agrietamientos superficiales y

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aplanamientos de raíces (Argiudoles y Argiacuoles vérticos). Se encuentran bien provistos en


materia orgánica (2-3%). En laderas cortas se presentan suelos someros sobre areniscas y
basaltos, de color pardo grisáceo muy oscuro a negro, bien provistos en materia orgánica, que
presentan rajaduras en períodos secos. En terrazas medias con bosques, los suelos son
alcalinos, someros y muy restrictivos para el desarrollo del tapiz herbáceo. En planicies
anegables los suelos presentan rasgos redox visibles, fuertemente ácidos. En casi todos los
suelos se evidencian concreciones de carbonato de calcio dentro de los 100 cm y en ocasiones
el exceso de algunas sales, generalmente sódicas puede determinar la presencia de suelos
halomórficos (Escobar et al., 1996; Tasi y Lopez, 1980, INTA, 1984).

2.5.2 Aptitud del suelo

Los suelos del ñandubaysal presentan limitaciones a la producción fundamentalmente


debido a factores edáficos, ya que la alta proporción de arcillas plásticas y adhesivas
prácticamente en todo el perfil provocan un drenaje insuficiente de los suelos (INTA, 1988;
PROSA, 1988). Bajo un régimen de pluviosidad importante, aunque con un período de stress
hídrico estival frecuente, esta característica edáfica determina diversas limitaciones al uso del
suelo como: diferentes grados de anegamientos, encharcamientos o inundaciones, elevación
de napas, disminución de la fertilidad, cambios en la composición química de los suelos (alto
contenido de sales y deficiencias de fósforo), compactación superficial, degradación
estructural del suelo por pisoteo, enmalezamiento con especies altamente invasoras, erosión
laminar en sectores con sobrepastoreo y erosión hídrica (Escobar et al., 1996; Ligier et al.,
1998; Tasi y Lopez, 1980; INTA, 1984, 1988). La mayoría de los pastizales naturales
presentan signos importantes de degradación con serias limitaciones edáficas que afectan la
oferta forrajera primaria (Escobar et al., 1996; Casermeiro et al., 2003). Tanto los factores
naturales como los antrópicos actuaron aumentando los riesgos de deterioro del suelo y
determinando una marcada disminución de su productividad. Sin embargo, estos aspectos
pueden variar en función de las condiciones locales, principalmente la naturaleza del suelo, la
pendiente, las condiciones climáticas en general y tipo de uso (Escobar et al., 1996; Ligier et
al., 1998; Tasi y López, 1980; Casermeiro y Spahn, 1999a).
En los suelos arenosos cercanos al río Uruguay, se han realizado importantes
inversiones en forestaciones de especies exóticas en los últimos años. Las principales
limitaciones edáficas que afectan su aptitud productiva son la baja capacidad de retención de
agua y la profundidad de los suelos (SAGPyA y CFA, 1995).

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2.6 Clima

Las condiciones climáticas se transforman gradualmente de norte a sur, desde un clima


subtropical húmedo a uno templado-húmedo de llanura. En general los inviernos son
relativamente suaves y las precipitaciones son de distribución irregular con aumentos
estacionales en otoño y primavera (De Fina y Ravelo, 1975; Cuello, 1979).
La temperatura media anual aumenta latitudinalmente de sur a norte de 18 a 20.5º C,
siendo enero el mes más cálido con temperaturas promedio de 25 a 27° C, y julio el mes más
riguroso con una temperatura media de 12 a 14º C respectivamente. La amplitud térmica
invernal oscila entre los 11 y 12º C y la estival de 25 y 26º C de sur a norte respectivamente.
La temperatura mínima absoluta registrada oscila entre -4 y -3° C, mientras que la máxima
absoluta se encuentra entre los 40 y 44º C. El período libre de heladas es de entre 330 y 295
días, pudiéndose extender ocasionalmente de mayo a septiembre. La amplitud térmica no
excede los 13º C. La amplitud térmica diaria es mínima ya que la humedad relativa diaria
anual supera en toda la región el 60% pudiendo llegar al 75% en la porción norte y en las
cercanías del embalse de Salto Grande.
La precipitación media anual disminuye en forma gradual de NE a SO y oscila entre
1.000 a 1.300 mm, concentradas entre octubre y marzo. Entre los meses de octubre y febrero,
las precipitaciones mensuales son superiores a 100 mm y varían entre 100 y 150 mm
dependiendo del lugar, ocasionando frecuentes excesos hídricos en otoño y primavera que
pueden ocasionar inundaciones, anegamientos o encharcamientos en función del relieve y las
condiciones de drenaje de los suelos. Los meses de julio y agosto son los más secos, con
precipitaciones medias que no superan los 50 mm (SMN, 2005), produciendo un déficit
hídrico moderado en el invierno y en el período diciembre-febrero (figura 7). Ocasionalmente
puede precipitar en forma de granizo durante la primavera y verano. La media anual de
evapotranspiración potencial supera los 1000 mm. (Cuello, 1979; SMN 2005).
El clima presenta una importante influencia del anticiclón del Atlántico Sur, ya que
predominan los vientos cálidos y húmedos provenientes del noreste y los vientos más fríos y
húmedos del sureste. Los ocasionales vientos provenientes del sur y suroeste causan
repentinas disminuciones de la temperatura, aunque su influencia se hace sentir
principalmente en el invierno. Los promedios mensuales de la intensidad de los vientos
oscilan entre los 10-12 km/h.

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Figura 7. Perfil climático


Temperaturas y precipitaciones medias mensuales en
el norte de la región del ñandubaysal (Mercedes,
Corrientes). Tomado de Cuello, 1979.

2.7 Vegetación

2.7.1 Características generales


La vegetación del Distrito del Ñandubay se caracteriza por sus bosques xerófilos
caducifolios, generalmente abiertos compuestos por un estrato arbóreo bajo (6 a 12 m), con
algunos ejemplares aislados que excepcionalmente sobrepasan los 12 m. Las especies
dominantes principalmente son Prosopis affinis (ñandubay o espinillo), Prosopis nigra
(algarrobo) y Acacia caven (aromito o también espinillo) que son acompañas por otras
especies leñosas como Aspidosperma quebracho-blanco (quebracho blanco), Prosopis alba
(algarrobo blanco), Geoffroea decorticans (chañar), Celtis tala (tala), Schinus longifolia
(incienso), Schinus molle (molle), Bumelia obtusifolia (guaraniná), Jodina rhombifolia
(sombra de toro), Acacia atramentaria (brea), Scutia buxifolia (coronillo), entre otras. Es
característica la presencia de Trithrinax campestris (caranday), una palmera de poca altura que
puede formar asociaciones puras o mezclarse con las especies típicas del bosque. El estrato
arbustivo es pobre o nulo, de 2 a 4 m de altura con una cobertura de hasta 50%. El estrato
herbáceo es de hasta 1 m, con una alta cobertura y rico en gramíneas, dominado por especies
de los géneros Paspalum, Axonopus y Andropogon. Las plantas leñosas sirven de soporte a
enredaderas, lianas y a numerosas plantas epífitas entre las que se encuentran musgos,
líquenes, helechos y plantas superiores (Cabrera, 1953; Carnevari., 1994).
Habitualmente la vegetación tiene una fisonomía de parque o sabana arbolada, con
árboles aislados o en isletas dispersas dentro de una matriz de pastizal donde las plantas
herbáceas corresponden en su mayoría a gramíneas propias de los pastizales pampeanos.
También existen estepas arbustivas y halófitas, palmares de Butia yatay y Trithrinax
campestris, praderas y sabanas graminosas. En los bañados de altura y esteros predominan
ciperáceas, gramíneas hidrófilas y una importante vegetación palustre que también se asocia a

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los cursos de agua. En los albardones y proximidades de los ríos y arroyos la vegetación
leñosa es más diversa, rica en especies higrófilas y mesófilas de buen desarrollo, formando
verdaderas selvas en galería en arroyos angostos, cuya diversidad va disminuyendo de norte a
sur y de la desembocadura a las nacientes en los ríos secundarios. En la zona de transición
hacia la región del Parque Chaqueño, en el suroeste de Corrientes, los bosques bajos y abiertos
de Prosopis sp. se entremezclan con bosques de tipo higrófilo de origen chaqueño (Burkart,
1947; Carnevalli, 1994). Mientras que la sabana arbolada se vuelve cada vez más abierta a
medida que se aproxima a la selva marginal de las terrazas del río Uruguay.
En general, las especies leñosas del ñandubaysal se encuentran también en la Provincia
Chaqueña, pero en el Espinal presentan una menor diversidad. Las especies de gramíneas
serían de origen pampeano. Prácticamente no hay taxones endémicos del ñandubaysal.
Los bosques de este distrito han sido muy afectados por las actividades antrópicas,
reduciéndose drásticamente su superficie, incrementándose el proceso de fragmentación2 y
afectándose su estructura y composición. En muchos sitios ha sido eliminado el rico estrato
arbustivo original para favorecer la ganadería extensiva y el desarrollo de especies de alto
valor forrajero, aunque frecuentemente por malas prácticas de manejo se desarrollan malezas
como Baccharis coridifolia (mio-mio), Aloyssia gratissima (azahar del campo) y Eupatorium
sp. (chilcas).

2.7.2 Tipos de vegetación y composición florística


En la región del ñandubaysal se presentan importantes variaciones fisonómicas en
cuanto a la composición y fisonomía de los bosques, sabanas y pastizales, debido a su
posición fitogeográfica (prácticamente un ecotono entre las provincias pampeana, chaqueña y
paranaense), su gran heterogeneidad de relieve y suelos y a una serie de factores antrópicos
que han llevado a la conformación de un ecosistema con un importante estado de alteración.
Los bosques, con características xerófilas, se disponen en forma de un mosaico heterogéneo e
intrincado con amplias discontinuidades que son ocupadas por diferentes tipos de vegetación
que en ocasiones se entremezclan entre sí. Se reconocen las siguientes variaciones

2
La fragmentación es un proceso de ruptura de la continuidad espacial del paisaje que implica la reducción del
área original, la redistribución de los parches remanentes y el aumento de los efectos de borde con la matriz,
originando condiciones diferentes a las del bosque original. Este proceso trae como consecuencia la pérdida de
los corredores de biodiversidad naturales y el aislamiento de las poblaciones, cuya viabilidad futura va a estar
determinada por el tamaño del parche remanente, la distancia a los parches vecinos y la disminución de los
efectos de borde. Por lo tanto, el grado de fragmentación de un hábitat va a condicionar las medidas de
conservación y manejo que se adopten ya que afectan diferencialmente a los grupos de seres vivos (Harris, 1984;
Mefe y Caroll, 1994).

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

fisonómicas principales: bosques semi o sub-xerófilos, bosques muy abiertos formando


sabanas arboladas, distintos tipos de praderas de gramíneas, bañados de altura, bosques en
galería o higrófilos y palmares (Burkart, 1947; Cabrera, 1953; Carnevali, 1994; Escobar et al.,
1996; Jozami y Muñoz, 1984; Martinez Crovetto, 1962; Muzzachiodi, 2002; Lewis y
Collantes, 1973; Tortorelli, 1956).
La distribución de estos tipos de vegetación depende en gran parte de las
características topográficas y edáficas que regulan el drenaje, tanto en superficie como en
profundidad, y consiguientemente determinan el régimen de humedad del suelo. La fertilidad
del suelo también influye en la distribución de estas formaciones vegetales, que en el caso de
las formaciones leñosas se trata en general de estadios sucesionales post-disturbios.

Bosques semi-xerófilos: Presentan un estrato superior abierto principalmente dominado por


P. affinis, P. nigra, Aspidosperma quebracho blanco, Celtis tala y Acacia caven. Otras
especies arbóreas que pueden acompañar en bosques más cerrados son: Fagara hyemalis
(tambetarí chico), Fagara rhoifolia (tambetarí grande), Prosopis alba (algarrobo blanco),
Schinus longifolius (incienso), Schinus molle (molle), Geoffroea decorticans (chañar),
Bumelia obtusifolia (guaraniná), Jodina rhombifolia (sombra de toro), Achatocarpus praecox
(îvirajú), Tabebuia nodosa (totoratay) y Scutia buxifolia (coronillo). El ñandubay, quebracho
blanco y aromito son elementos casi constantes en este tipo de vegetación.
El estrato arbustivo lo compone Acacia atramentaria (brea), A. bonariensis (ñapindá),
A. praecox (garabato), Castella tweedii (granadillo), Aloysia gratissima (azahar de monte o
niño rupá), Eugenia uniflora (ñangapirí), Parkinsonia aculeata (cina-cina), Berberis
ruscifolia, Rollinia emarginata, Allophyllus edulis (cocú o chal-chal), Tabernamontana
australis, Ephedra tweediana (tramontana), Buddleja stachyoides y varias especies de
Baccharis, Vernonia y Eupatorium, entre otras. Un elemento frecuente es la presencia de
Trithrinax campestris en el sotobosque formando asociaciones puras o mixtas. Existen varias
especies de cactus que son áfilos (Cereus argentinensis, C. uruguayanus, Cleistocactus sp.) o
con hojas muy diminutas y deciduas (Opuntia sp.). También puede desarrollarse un estrato
rico en lianas, enredaderas y epífitas, como Piyhecoctenium cynanchoides (peine de mono),
Passiflora coerulea (pasionaria), Smilax campestris (zarzaparrilla) y especies de los géneros
Tillandsia, Rhypsalis, Mikania, Herreria, Clematis, Dolichandra, entre otras (Cabrera, 1971;
Carnevari, 1994).
El estrato herbáceo está compuesto por una pradera dominada por gramíneas de los
géneros Paspalum, Andropogon y Axonopus, y otras gramíneas de los géneros Aristida sp.,

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Bothriochloa sp., Briza sp., Bromus sp., Chloris sp., Coelorhachis sp., Deyeuxia sp., Distichlis
sp. Eragrostis sp., Eleusine sp., Eriochloa sp., Hordeum sp., Luziola sp., Melica sp., Phalaris
sp., Piptochaetium sp., Setaria sp., Schizachyrium sp., Sporobolus sp., Stipa sp. y Tridens sp.
Las leguminosas herbáceas pertenecen a los géneros Adesmia sp., Trifolium sp., Desmanthus
sp. Desmodium sp., Galactia sp. y Rhynchosia sp.. Además se encuentran otras familias como:
Amarantáceae, Ciperaceae, Asteraceae, Quenopodiáceae, Euforbiáceae, Apiaceae, Juncaceae.
Son comunes las colonias de Bromelia serra (caraguatá) en el bosque y de Eryngium
horridum en los claros.

Figura 8. Bosques abiertos y mixtos.


A y B) Bosque de ñandubay y espinillo abierto (Deptos. Monte Caseros y Concordia), C) Bosque de ñandubay y
espinillo con otras especies (Depto. Curuzú Cuatiá) y D) Bosque mixto con ejemplares aislados de yatay (Depto.
Federal)

Son bosques fisonómicamente bajos, abiertos y espinosos (figura 8A y B). Dentro de


esta formación se incluyen los renovales que se regeneran luego de disturbios y que suelen ser
muy densos por la capacidad de rebrote de las cepas de las principales especies arbóreas y que
localmente puede recibir el nombre de monte sucio. También en sitios húmedos se puede
desarrollar una estructura forestal más cerrada y rica en especies que correspondería a un

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bosque mixto de ñandubay y espinillo con otras especies (figura 8C y D). Los bosques con
dominancia de Prosopis nigra son más altos, de hasta 12 metros y de densidad variable.

Sabanas arboladas: Vegetación tipo parque con árboles o grupos de árboles espaciados,
principalmente P. affinis, P. nigra, Celtis tala y Acacia caven donde el estrato graminoso
constituye la matriz dominte del ecosistema (figura 9A y B). El estrato herbáceo generalmente
lo componen Paspalum notatum (pasto horqueta), Andropogon lateralis (paja colorada),
Axonopus argentinus, A. compressus (pasto jesuita), Sporobolus indicus, Eragrostis lugens,
Aristida venustula (flechilla), Eryngium sp., Schyzachirium sp., Eleocharis sp., Cynodon
dactylon, etc. Existe una amplia gama de transiciones desde sabanas herbáceas con ejemplares
muy aislados, hasta las arboladas y sabanas-parque.

Praderas de gramíneas: Estas comunidades, que según la dominancia florística, reciben


diferentes nombres locales como pastizales, pajonales, malezales, flechillares, cortaderales o
espartillares, están muy bien representadas en el distrito y se relacionan con la red fluvial del
área (figura 9C). Los pastizales y pajonales presentan un estrato de porte alto a medio y tienen
como especies dominantes a Andropogon lateralis, Paspalum notatum y Axonopus
argentinus, que es reemplazada por A. compressus (pasto jesuita) en lugares más húmedos.
Están enriquecidas con especies acompañantes como Sporobolus indicus, Bothriochloa
lagunoroides, Eryngium horridum, Senecio grisebachi, Schyzachirium sp (cola de zorro),
Eragrostis sp., Setaria sp., entre otras. A veces puede dominar Aristida venustula formando
flechillares. En las praderas más húmedas el tapiz vegetal está compuesto por: Axonopus
affinis, A. compressus, P. almum, P. notatum, Eleocharis minima, E. nodulosa, Sorghastrum
agrostoides, Hypogynium virgatum, Rhytachne subgibbosa, Luziola leiocarpa y A. lateralis
que normalmente se dispone formando matas aisladas. En áreas donde hay mayor
acumulación de agua se pueden formar “ojos” circulares donde se encuentran: Panicum
prionitis (paja brava) y varias especies de Rhynchospora (cortaderas) y Cyperus. Los
espartillares son estepas o sabanas muy abiertas de Elyonurus muticus (espartillo amargo),
siendo las especies herbáceas acompañantes más frecuentes Schizachyrium microstachyum,
Schizachyrium spicatum, Paspalum notatum, P. simplex, Bacharis coridifolia, Vernonia
chamaedrys, Sorghastrum agrostoides, etc. En los suelos con microrelieves tipo “gilgai” se
encuentra Bouteloua megapotamica en los lomos del mismo, acompañada por Stipa y Aristida
(Escobar et al., 1996). En todas estas formaciones herbáceas es posible encontrar individuos
muy dispersos de P. affinis y más frecuentemente de A. caven (Pizzio et al 1993).

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Bañados de altura: Se trata de una vegetación higro-hidrófila que está localizada


generalmente en las depresiones de los sectores altos mesetiformes que permanecen gran parte
del año anegados o inundados con suelos sin horizonte superficial definido (figura 9D). La
composición florística es variable dependiendo de la profundidad de la lámina superficial y de
la cantidad de días al año en que permanece el agua, pero se observa una mayor presencia de
ciperáceas y juncáceas. Las especies que se encuentran más comúnmente son: Eleocharis sp.,
Luziola leiocarpa, Panicum prionitis (paja brava), Typha domingensis (totora), Rhynchospora
corymbosa (cortadera), Zizaniopsis bonariensis (espadaña), Cyperus giganteus, Thalia
multiflora, Fiurena robusta, Schoenoplectus californicus (junco), Oxycarium sp., etc. Otras
comunidades palustres son denominadas localmente como pirizales, totorales, espadañales o
achirales.

Figura 9. Sabanas y praderas.


A) Sabana arbolada con buen estado del pastizal nativo y B) Sabana arbolada con estrato herbáceo muy
modificado, C) Pajonal, y D) Bañado de altura

Bosques higrófilos o en galería: Se trata de una franja de vegetación estrecha que acompaña
los cursos de agua de cierta envergadura, constituyendo verdaderos relictos de la selva
paranaense (figura 10). Son muy diversos en especies arbóreas, arbustivas, trepadoras y

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epífitas. Entre la especies arbóreas generalmente no existe dominancia y entre otras se


destacan Nectandra falcifolia (laurel), Myrcianthes cisplatensis (guayabo), Blepharocalix
salicifolius (arrayán, murta o anacahuita), Ruprechtia laxiflora (marmelero), Bumelia
obtusifolia (guaraniná), Eugenia uniflora (ñangapirí), Rapanea laetevirens (canelón), Ocotea
acutifolia (laurel negro), Enterolobium contortisiliquum (timbó colorado), Cathormion
polyanthum (timbó blanco), Schinus fasciculata (molle), Sapium haematospermum (curupí),
Tessaria integrifolia (aliso de río), Tabebuia nodosa (toto-ratay), Cupania vernalis
(camboatá), Salix humboldtiana (sauce criollo) y las especies de Prosopis y Acacia
características del distrito. La vegetación selvática subtropical que se desarrolla en la ribera e
islas del río Uruguay es aún más rica en especies ya que recibe una influencia florística directa
de la región Paranaense, como Peltophorum dubium (ibirá pitá), Terminalia australis (palo
amarillo), Pouteria salicifolia (mataojo), Inga vera (Ingá), Cephalanthus glabratus (sarandí),
Eugenia uruguayensis (guayabo blanco), entre otras.

Figura 10. Bosques en galería y vegetación palustre.


A) Bosque hidrófilo en galería sobre el Ao. Feliciano, B) Bosque hidrófilo en galería con palmeras yatay y
pindó, (10 km al sur de Perugorría, Depto. Curuzú Cuatia),), C) Selva en galería sobre el Ao. Ayuí Grande
(Depto. Mercedes), D) Vegetación acuática con bosque semixerófilo en isletas (Depto. La Paz)

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Palmares: Son comunidades edáficas que por su fisonomía particular son tratadas
separadamente. En suelos arenosos con substrato rocoso sub-superficial se pueden desarrollar
palmares de Butia yatay (figura 11A), con un sotobosque variable que puede ser graminoso,
arbustivo o invadido por especies exóticas. Los palmares de yatay están formados
frecuentemente sólo con plantas adultas ya que con la sóla excepción del PN El Palmar, se
desarrolla en los palmares una actividad ganadera que afecta la regeneración del yatay, cuyas
plantas jóvenes son muy apetecidas por el ganado. Debido al importante grado de regresión de
esta especie ha sido considerada como vulnerable3. Los palmares puros o mixtos de Trithrinax
campestris están ampliamente distribuidos en toda la región y localmente se los denomina
carandayzales. Esta palmera generalmente de 2 a 4 m de altura, tiene hojas flabeladas y
punzantes que persisten largo tiempo adheridas al estípite y que son usadas para extraer las
fibras de sus hojas que se utilizan en la elaboración de artesanías locales (figura 11B). En el
límite con la región del Iberá también aparecen rodales de Copernicia alba (carandaí)
entremezclándose con los bosques xerófilos formando un bosque de transición (figura 11C).

Figura 11. Palmares y Bosques de transición.


A) Palmar de B. yatay con sotobosque dominado por Prosopis sp. B) Palmar de T. campestris C) Bosque de
transición con C. alba , D) Bosque de transición con especies de origen chaqueño.

3
Para mayores detalles acerca de distribución, composición florísticos y otros aspectos biológicos, ecológicos y
ambientales ver Báez, 1937; Burkart, 1947; Martinez Crovetto y Piccinini, 1950

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En el límite noroeste del Distrito del Ñandubay, limitando con la región del Iberá, se
desarrolla un tipo de vegetación de transición con la Provincia Chaqueña. El mismo se trata de
un bosque xerófilo enriquecido por varias especies arbóreas de origen preferentemente
chaqueño o en algunos casos de la Selva Paranaense y que no son frecuentes en el Espinal,
como: Myrcianthes pungens (guaviyú), Myrcia selloi (cambuín), Nectandra angustifolia,
(laurel blanco), Ocotea diospyrifolia (laurel), Holocalix balansae (alecrín), Luehea divaricata
(azota caballos), Lithraea molleoides (chichita), Prosopis kuntzei (itín), Erythroxylon
microphyllum, Cissampelos pareira, entre otras. También se desarrollan palmares puros de
Copernicia alba (carandaí) o bosques mixtos con esta especie o con ejemplares de Syagrus
romanzoffiana (pindó) (figura 11D).
Por otra parte hay que señalar que en los cauces de ríos y arroyos, así como en sitios
que permanecen inundados todo el año, se desarrolla una rica vegetación palustre
hidromórfica, mientras que en suelos salobres se desarrolla una vegetación halófita o
xerohalófita, conformada por un estrato arbóreo abierto con algarrobos y quebracho blanco,
con matorrales de chañar, molle, y otros arbustos adaptados a estas particulares condiciones
del suelo como Atriplex montevidensis, Maytenus vitis-idaea, Lantana balansae, Eupatorium
christieanum, Lippia villafloridana, Coccoloba spinescens, Cestrum guaraniticum, entre
otras. Asociados a este tipo de vegetación, en suelos con drenaje imperfecto y alto tenor de
sodio se encuentran proporciones irregulares de suelo desnudo (blanquizales y peladares), que
en ocasiones también se pueden desarrollar luego de la tala del bosque primario.

En la actualidad es muy difícil hallar dos áreas similares dentro del ñandubaysal, ya
que sus propiedades florísticas, estructurales y funcionales se ven condicionadas por
variaciones en el relieve y el material parental de los suelos, y han sido afectadas por múltiples
disturbios antrópicos. En consecuencia, los diferentes tipos de fisonomías resultan variaciones
de un mismo tipo de vegetación, provocados por distintos factores ecológicos y antrópicos que
provocan cambios estructurales y florísticos de gran magnitud, alcance temporal y espacial
incrementando la heterogeneidad de la vegetación. Entre estos cambios, debe mencionarse que
varias especies arbóreas exóticas se han naturalizado en toda la región, tal es el caso de
Gleditsia triacanthos (acacia negra) y Melia azedarach (paraíso), que dominan en muchas
formaciones boscosas, mientras que otras especies leñosas invaden localmente algunos sitios,
como Pyracantha coccinea (crataegus), Morus alba (mora), Ligustrum sinensis y L. lucidum
(ligustros). También están naturalizadas las siguientes especies: Cirsium vulgare (cardo
negro), Ricinus communis (ricino), Silene antirrhina, Geranium carolinianum y otras malezas.

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Kalanchoë tubiflora y Briophyllum pinnatum son algunas de las muchas especies cultivadas
en los jardines de las viviendas.

2.7.3 Estructura y dinámica de los bosques de ñandubay


Las formaciones boscosas del Distrito del Ñandubay se disponen como un mosaico de
rodales de estructuras sumamente variables en relación con las condiciones de clima, suelo y
topología y que casi en su totalidad han sido modificadas por distintos tipos de perturbaciones
antrópicas que dificultan la interpretación de los procesos ecológicos.
Los bosques de ñandubay experimentaron cambios profundos en sus tipos fisonómicos
desde las primeras descripciones y en consecuencia existen pocos datos acerca de la estructura
y producción de bosques no intervenidos en la zona. Por otra parte, históricamente existió un
desconocimiento importante acerca de la biología de las principales especies arbóreas y del
funcionamiento y dinámica de los bosques de ñandubay, lo que ha contribuido a que su
potencial no haya sido apreciado para diseñar e implementar sistemas de producción
adecuados a su problemática específica. En los últimos años el desconocimiento respecto de
los bosques nativos y su problemática comenzó a ser superado gracias al interés de científicos,
técnicos y funcionarios. A pesar que a la fecha se disponen de varios estudios acerca de
aspectos estructurales, ecológicos y productivos de los bosques de Ñandubay (ver Dorsch y
Sabattini, 1995; Altuve y Pizzio, 2002; Ligier et al., 1996; Ligier, 2002; Muzzachiodi 2003;
Muzzachiodi y Sabattini, 1993, 2002; Sabattini et al., 1993, 1997, 1998, 1999, 2002; Wilson y
Sabattini, 2001), aún es dificultoso establecer pautas de manejo sustentable para los diferentes
tipos de vegetación del Distrito de Ñandubay.
Muchos autores consideran al bosque xerófilo de ñandubay y sus especies
acompañantes como la comunidad “clímax” de este distrito (Cabrera, 1953; Carnevali, 1994),
pero debe tenerse en cuenta diversos mecanismos biológicos y ecológicos involucrados en los
procesos de transición que modifican la vegetación del ñandubaysal. Estos procesos de
cambio pueden ser comprendidos a través del conocimiento de la dinámica de crecimiento y
regeneración de las especies involucradas (Westoby 1989). Así, varios aspectos de la
fenología y crecimiento de las especies arbóreas principales, como el inicio de la floración y
fructificación, la producción y viabilidad de las semillas, la capacidad de rebrote vegetativo o
el crecimiento primario y secundario, están influenciadas por las condiciones ambientales
(topografía, exposición, tipo de suelo, intensidad de las precipitaciones, temperaturas
extremas, presencia de polinizadores, régimen de fuego y pastoreo) o dependen de
condiciones estructurales de la población, principalmente la densidad.

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En los bosques de la región, la participación de las clases de edades es altamente


variable, siendo posible encontrar masas boscosas formadas por individuos de
aproximadamente la misma edad (coetáneas) o de edades diferentes (multietáneas), ya que la
regeneración se produce tanto a partir de semillas, como por rebrotes y por ambos procesos
conjuntamente, teniendo importantes implicancias para la producción y manejo de estos
bosques. Por lo tanto, la composición específica y estructura diametral de los rodales son las
principales variables que determinan la productividad de estos bosques. En bosques mixtos
maduros se observan generalmente densidades de 300 a 600 ind/ha y en casos excepcionales
llega hasta 1.500 ind/ha luego de importantes disturbios (Dorsch y Sabattini 1993 y 1995).
Tortorelli (1956) señala que en las mejores masas de ñandubay y algarrobo con densidades de
320 a 950 individuos por hectáreas existían unas 42 toneladas de madera por hectáreas (rollizo
y leña), y que en las masas mezcladas se obtenía entre 30 a 35 toneladas de madera por
hectáreas, indicando que eran valores interesantes ya que se trataban de masas jóvenes en
pleno desarrollo. Recientemente, Reynero et al. (2006) señalan para distintos tipo de rodales
del Espinal de Entre Ríos que la producción primaria aérea varia de 8 a 19 t/ha dando una
producción económica acumulada de 4 a 10 t/ha de leña, con distintas proporciones de P.
affinis, P. nigra y A. caven en función de los características e historia de cada tipo de rodal.
Para bosques dominados por esta última especie, que presenta un gran poder colonizador de
áreas que sufrieron algún tipo de disturbios, Plencovich et al. (2006) indican una producción
aérea de 15 tn/ha que puede ser empleada para leña, carbón, varillas y otros usos. En lo que
respecta al crecimiento, en un ensayo de reacción a poda y limpieza de árboles, luego de
analizarse la estructura dasométrica, se demostró que en densidades de 320 a 360 ind./ha y con
áreas basales de 2.4 a 2.6 m2/ha existe un mayor crecimiento en área basal de P. nigra que de
P. affinis. (Sabattini et al 2000a, 2002). En otros ensayos se han medido incrementos anuales
de área basal de 2 a 20 cm2/ha/año para P. nigra (Sabattini et al, 1999a) y de 4 a 6 cm2/ha/año
para P. affinis (Sabattini et al, 2000b).
Desde el punto de vista de la dinámica forestal debe considerarse que varias especies
arbóreas presentan la posibilidad de multiplicarse vegetativamente, y luego de la tala
desarrollan rebrotes vigorosos formando densos renovales, con una clara dominancia de P.
affinis y A. caven, que en general tienen un fuste corto a diferencia del quebracho blanco.
Rufini et al. (2006) recientemente encontraron que el crecimiento de los rebrotes de ñandubay
varían directamente en función del tamaño de la sepa original y que factores de competencia
pueden condicionar su desarrollo. El tradicional manejo del ganado vacuno es un factor que
afecta fuertemente la regeneración del bosque, ya que no hay comunidades vegetales que no

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hayan sido pastoreada, por lo menos el estrato herbáceo y arbustivo, que presentan una larga
historia de selección por parte del ganado (Báez, 1944; Leon y Movia, 1981; Carnevali, 1994).
Por otra parte los avances del bosque nativo sobre praderas y pastizales podrían ser
favorecidos por el ganado, como sucede con Prosopis nigra, cuyos frutos son excelentes
forrajes al igual que en otras especies de Prosopis.
Se ha elaborado una clasificación basada en rangos de densidad total de árboles por
hectárea y la altura promedio de los mismos, incorporando una evaluación del estado de los
montes a través de un indicador ecológico combinado que contempla el grado de erosión y el
porcentaje de enmalezamiento del monte (Sabattini et al. 1999b). Un trabajo similar realizan
Casermeiro y Spahn (2000), quienes caracterizan la condición del bosque nativo entrerriano y
establecen una guía de condición de sitio para diagnosticar y evaluar rápidamente el impacto
ambiental en cada rodal.

2.8 Fauna
La fauna del Distrito del Ñandubay no presenta endemismos regionales, pero tiene la
particularidad de albergar a un ensamble de fauna muy diverso, proveniente de diferentes
ecorregiones. Esto se debe a que es una zona de contacto entre faunas diferentes, al igual que
toda la región del Espinal, por su posición como un cinturón divisorio entre grandes
ecorregiones con fauna característica. El ensamble faunístico recibe aportes de pastizales
rioplatenses, y la presencia de cursos y cuerpos de agua (lagunas, ríos y esteros) en la sabana
mesopotámica, con el desarrollo en sus márgenes de selva ribereña, facilita que especies de la
Provincia Paranaense también ocurran en áreas mayormente ocupadas por Espinal. La
diversidad también se explica por la alta heterogeneidad ambiental interna del ñandubaysal,
aumentada por una fuerte intervención antrópica.
Existen escasos antecedentes regionales sobre la vinculación de los grupos faunísticos
con las distintas unidades ambientales, siendo mayormente inéditos, publicados en revistas de
circulación restringida, o bien disponibles en internet, aunque muchas veces carentes de un
formato citable (p.e., sin año de publicación o elaboración). En un rastreo de la literatura
relativa a la fauna de la región Mesopotámica argentina se hace evidente un énfasis mayor en
la producción de documentos referidos a los Esteros del Iberá y a la fauna acuática de la
cuenca Parano-Platense, en comparación con otras formaciones ambientales de la región,
históricamente menos estudiadas. No existen, como tales, caracterizaciones publicadas de la
fauna de vertebrados del “ñandubaysal”.

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Aproximadamente 77 especies de mamíferos se encuentran potencialmente en la zona


(Olrog y Lucero, 1981; Redford y Eisenberg, 1989 y Barquez et al., 1993). Alrededor de la
mitad de estas especies potenciales serían micromamíferos (murciélagos, marsupiales y
roedores) de difícil detección. Muchos de estos pequeños mamíferos (como por ejemplo
Oligoryzomys delticola y Akodon kempi) están restringidos en su distribución ya que habitan
sólo en ambientes de islas. Entre la macrofauna de mamíferos, también se listan varias
especies de distribución marginal, no típicas del ñandubaysal, y además aquellas con
distribución histórica en dicho ecosistema, que están localmente extinguidas y permanecen
refugiadas más al norte. Unas 33 especies de anfibios y unas 61 especies de reptiles habitan la
región (Lavilla et al., 2000; Álvarez, 2002). Trece de estas especies (12,2%), casi todas
correspondientes a reptiles, están amenazadas o bien son inadecuadamente conocidas, y por lo
tanto potencialmente vulnerables. De acuerdo a Navas (1982), a Narosky e Izurieta (1993) y a
relevamientos efectuados en la Selva de Montiel (S. Frucella y J.C. Chébez, inédito), en el
área habitarían unas 300 especies de aves, un tercio de las cuales está asociado a ambientes
acuáticos en sentido amplio. La proporción de especies amenazadas es moderada, con 5 aves
terrestres y 9 aves acuáticas o asociadas a humedales, que enfrentan amenazas en algún grado.
El grado de amenaza de los vertebrados de esta región es alto, con varias especies
listadas en apéndices de la CITES, especialmente los carnívoros y herbívoros de gran tamaño
afectados por la pérdida y fragmentación de hábitat, y las especies (aves, reptiles y mamíferos)
utilizadas para mascotismo y cuero. En concordancia con su categorización por UICN, varias
especies de esos grupos y otros (p.e. el oso hormiguero y el mono carayá) están ubicadas en
categorías de alta amenaza a nivel nacional.
Entre las especies animales terrestres amenazadas más conspicuas se encuentran el
aguará guazú (Chrysocyon brachyurus) y el venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus), y
otras que probablemente se hayan extinguido localmente como el oso hormiguero
(Myrmecophaga tridactyla), el yaguareté (Panthera onca), el coatí y el pecarí de collar
(Pecari tajacu). Existe además una gran variedad de aves vistosas que son intensamente
capturadas para su comercialización como mascotas (cardenales, jilgueros, tordos, viuditas,
etc.) o para comercializar sus plumas, huevos y carne, como el ñandú (Rhea americana). El
impacto del mascotismo adquiere dimensiones enormes en el caso de los loros, en especial el
loro hablador Amazona aestiva, con valores oficiales de exportación de hasta 100.000
animales por año y una enorme mortalidad de individuos y destrucción de nidos en las
operaciones previas a la venta final. También tortugas, monos y en menor medida lagartos
(Tupinambis sp.) son frecuentemente comercializados vivos.

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Existe una fuerte explotación de especies cotizadas por su carne (p.e. Lagostomus
maximus, Leptodactylus sp., Cervus elaphus y Sus scrofa, estas dos últimas exóticas) y por su
piel. Los mamíferos mas utilizados en marroquinería han sido los chanchos de monte
(Tayassu tajacu y Tayassu pecarí), que se encuentran hoy en día protegidos a nivel nacional.
El carpincho (Hydrochaeris hydrochaeris) es comercializado por su cuero en el mercado
interno. Entre los reptiles, el grupo mas utilizado por el cuero ha sido el de los yacarés
(Caiman latirostris y Caiman crocodylus), muy explotados en las décadas de ´60-´70; hoy se
encuentran comprometidos siendo mas grave la situación de C. latirostris. Las boas Eunectes
notaeus y Boa constrictor occidentalis (la última, marginal al área de interés) son
comercializadas en un volumen anual medio de alrededor de 20.000 animales. Los lagartos
(Tupinambis sp.) han alcanzado volúmenes alarmantes de comercialización: 1.100.000 cueros
es el promedio de lo exportado en la década del ´80.

2.9 Población
2.9.1 Los pueblos originarios.
Hasta la época de la conquista, la región mesopotámica y sus alrededores estuvo
habitada durante al menos 5.000 años por pueblos cazadores, recolectores y pescadores, como
los charrúas, chanáes, mocoretáes, timbúes y guaraníes, estos últimos además practicaban una
agricultura rudimentaria (Canals Frau, 1986; Guignard, 1989).
Estos pueblos tenían una economía de subsistencia y hacían un uso muy extensivo del
bosque, por lo tanto probablemente el impacto de sus actividades haya sido reducido, siendo
los principales disturbios los ocasionados por la utilización del fuego para la caza de venados
y ñandúes.

2.9.2 Evolución de la población y población actual


Luego de los primeros contactos entre pueblos originarios y europeos, es a partir de la
fundación y consolidación de los principales centros poblados de la región (Buenos Aires,
Montevideo, Santa Fe, Corrientes y Asunción) que comienza una actividad económica
incipiente. Ya al fundar Santa Fe en 1573, Juan de Garay otorga tierras en la “otra banda del
Paraná” para ser dedicadas a la ganadería cuyos primeros animales son introducidos recién en
1588 y se expandieron rápidamente. No obstante, en los primeros tiempos coloniales, la
Mesopotamia no era un lugar predilecto para las “vaquerías”, dedicadas a la búsqueda y caza
del abundante ganado cimarrón, ya que presentaba grandes dificultades para transportar y
sacar el ganado (Guignard, 1989). Luego de este primer período de ocupación parcial de la

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región que culmina con la desaparición de los últimos reductos de resistencia indígena,
comienza hacia 1750 la etapa de colonización territorial y consolidación de las actividades
agropecuarias. La zona centro y norte de Entre Ríos y sur de Corrientes era disputada por
ganaderos de Buenos Aires, Santa Fe y de la Banda Oriental que instalan las primeras grandes
estancias en los bordes de los ríos dedicadas casi exclusivamente a la explotación y cría del
ganado. Hacia 1780, el Virrey Vertiz hizo el primer intento de instalar colonos españoles para
desarrollar pequeñas explotaciones agrícola-ganaderas en la región mesopotámica (Guignard,
1989). A medida que se desarrollaba la actividad ganadera y en los poblados aumentaba la
necesidad de madera y leña, nuevas áreas boscosas de la región fueron afectadas por la quema
y el desmonte, favoreciendo la paulatina colonización de las tierras. Desde principios del siglo
XIX comienzan sucesivas corrientes migratorias, tanto de criollos como de colonos europeos,
dedicados esencialmente a la ganadería. En 1850 se estimaba para Entre Ríos una población
de 50.000 habitantes, que contaban con 4.000.000 de vacunos, 1.800.000 equinos y 2.000.000
de ovinos, mientras que la provincia de Corrientes cuenta en 1869 con 150.000 pobladores
con cerca de 3.000.000 de equivalentes vacunos (EV), lo que marca la fuerte influencia de las
actividades ganaderas en la zona, en la que también existían saladeros, graserías y curtiembres
(Carnevali, 1994; Gaignard, 1989). Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX se
consolida una importante colonización, principalmente de origen europeo (alemanes, italianos,
suizos, rusos, polacos, judíos y árabes), que diversifica la producción agrícola y a su vez
tecnifica la explotación ganadera. A lo largo del siglo XX, en las épocas de crisis se generó
una fuerte emigración del campo hacia las ciudades, como en el resto del país. Desde
mediados de la década del ´50 se reinicia un proceso de crecimiento demográfico, aunque se
mantiene el proceso de concentración urbana de la población. Además de las capitales
provinciales, algunas ciudades del área pasan a ser un polo de atracción demográfica de
importancia moderada, debido a un dinámico impulso económico (como Concordia, La Paz,
Gualeguay, Mercedes, Curuzú Cuatiá). En las dos últimas décadas, una combinación de
factores sociales y económicos favorables provocaron un nuevo proceso de intensificación
agrícola regional, aumentando tanto la superficie dedicada a la agricultura como los
rendimientos obtenidos, teniendo como consecuencia una disminución de los saldos
migratorios y una mayor retención de la población regional, aunque se mantuvo la tendencia a
la concentración de la población urbana en detrimento de la población rural.

En la actualidad, según datos del INDEC (2001), la zona que involucra los bosques de
Ñandubay tiene una población cercana al millón de habitantes, con una densidad poblacional

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promedio menor a 14 hab/km2, siendo en Entre Ríos tres veces superior que en Corrientes
(Tabla 1). Gran parte de la población está concentrada en los núcleos urbanos de mayor
tamaño: Colón, La Paz, Concordia, Villaguay, Federal, Feliciano, Monte Caseros, Curuzú
Cuatiá y Mercedes.
Provincia Población Superficie Densidad
Departamento hab km2 hab/km2
ENTRE RIOS
Colón 52.718 2.890 18,24
Concordia 157.291 3.259 48,26
Federación 60.204 3.760 16,01
Federal 25.055 5.060 4,95
Feliciano 14.584 3.143 4,64
La Paz 66.158 6.500 10,18
Nogoyá * 38.84 4.282 9,07
Paraná * 319.614 4.974 64,26
San Salvador 16.118 1.282 12,57
Tala * 25.892 2.663 9,72
Uruguay * 94.07 5.855 16,07
Villaguay * 48.416 6.753 7,17
TOTAL 918.96 50.421 17,18 Tabla 1: Número de
habitantes, superficie y
CORRIENTES
densidad poblacional de los
Curuzú Cuatiá 42.075 8.911 4,72
Departamentos involucrados
Esquina * 30.372 3.723 8,16 (* abarcados parcialmente por
Mercedes 39.206 9.588 4,09 los límites del Distrito del
Monte Caseros 33.684 2.287 14,73 Ñandubay) Datos: INDEC,
Sauce 9.151 1.760 5,20 2004.
TOTAL 154.488 26.269 5,88

La población económicamente activa representa entre 30 y 40% de la población total,


siendo la población rural entre el 20 y 25% (INDEC, 2003). Un porcentaje importante de la
población presenta Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), siendo muy variable entre
departamentos, yendo de un mínimo de 13,4 % en Colón (Entre Ríos) hasta un máximo de
38,8 % en Sauce (Corrientes), aunque en general se ubican por encima de la media nacional
(INDEC, 2001). Los indicadores de desarrollo humano (IDH), que asocian salud, educación y
empleo arrojan valores críticos para Corrientes (puesto 20), y valores menores pero
preocupantes en Entre Ríos (puesto 11).

2.9.3 Actividades económicas

a) Estructura del sistema productivo


La principal actividad económica es básicamente primaria, de escaso valor agregado.
Predomina la ganadería extensiva (figura 12A), principalmente de vacunos en campos
naturales de alto valor forrajero que tiene pocos requerimientos de mano de obra y favorece la

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

dispersión de la población local. También se realiza cría de ovinos tanto de razas productoras
de lana como de doble propósito. Hoy en día, la explotación forestal selectiva del bosque para
rollizos y leña es una actividad marginal (figura 12B). Las actividades agropecuarias más
importantes son los cultivos anuales de cereales y oleaginosas (figura 12C), los cultivos de
forrajeras y las plantaciones intensivas de cítricos, que son más demandantes de personal. Los
bosques implantados (figura 12D) de especies exóticas de rápido crecimiento (eucaliptus y
pinos) ocupan superficies significativas. Dentro de la producción primaria, las explotaciones
mineras destacables son las de cuarcitas, salinas y diversas canteras.
En las ciudades más importantes pueden existir industrias relacionadas con la
producción local, como frigoríficos para el procesado de carne vacuna, tambos, molinos
arroceros, empacadoras de cítricos y jugos, así como pequeñas industrias dedicadas al
procesado de productos provenientes del monte nativo.
El sector terciario está bien desarrollado, dedicándose principalmente a servicios
comunitarios y personales, comercios, transporte, construcción, etc. (Ministerio de Economía,
2004). La actividad turística no está muy desarrollada, contando con algunos centros
hidrotermales, siendo los más visitados algunos atractivos turísticos puntuales como el Parque
Nacional El Palmar y diversos monumentos históricos.
Casi la totalidad de las tierras comprendidas en el Distrito del Ñandubay son de
propiedad privada, siendo las escasas tierras fiscales de dominio provincial o nacional.

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Figura 12. Uso múltiple del ñandubaysal


A) Extracción de leña y ganadería extensiva (Dpto. Curuzú Cuatiá), B) Extracción selectiva de algarrobo (Dpto.
Federal), C) Cultivo bajo riego (Dpto. La Paz), D) Forestaciones de eucaliptos (Dpto. Monte Caseros)

Siguiendo un dominante eje norte-sur, la infraestructura de circulación y servicios está


bien desarrollada. Existe una importante red caminera pavimentada, que desde las costas del
Paraná y Uruguay hacia el interior de la región permite integrar las principales ciudades de la
zona. La circulación al interior del área de montes nativos se realiza en general por una red
secundara de caminos de tierra, provinciales o vecinales. A pesar del aislamiento que durante
mucho tiempo afectó a toda la región mesopotámica, hoy existen numerosas obras viales que
permiten franquear los grandes ríos y facilitan una buena interconexión carretera con las
regiones pampeana y chaqueña, así como con Brasil y Uruguay. La navegabilidad de los ríos
Paraná y Uruguay permitió el desarrollo de puertos regionales para el transporte de la
producción local, aunque el mismo se realiza principalmente por vía terrestre. También se
desarrolló una extensa red ferroviaria que, salvo la línea paralela al río Uruguay, ha sido en

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

gran parte desmantelada en los años ´90. La mayoría de las ciudades y pueblos de la región
está bien abastecida de servicios eléctricos, agua y telecomunicaciones.

b) Actividades agropecuarias
La estructura del sector agrario es heterogénea y esta conformada aproximadamente
por un 60% de explotaciones menores a 100 hectáreas que ocupan un 9% de la tierra, mientras
que un 30% de las explotaciones se dan en propiedades mayores a 500 hectáreas utilizando
cerca del 25% de la tierra. En la zona correspondiente al Espinal de Corrientes la superficie
afectada a la actividad agropecuaria alcanza 1.678.000 hectáreas, abarcando aproximadamente
un 71% de la superficie total (SAyDH, 2006a), en la porción entrerriana los agro-ecosistemas
abarcarían porcentajes aún superiores (Gobierno de Entre Ríos, 1994).

La actividad agropecuaria de mayor importancia en la región es la ganadería extensiva


de bovinos y ovinos, que se realiza en todos los tipos de suelo y vegetación, siendo uno de los
mayores centros ganaderos del país. La misma se basa en el pastoreo continuo de las pasturas
naturales en sistemas silvopastoriles y recientemente se incorporó como actividad
complementaria en los bosques implantados. Ocasionalmente se complementa la
disponibilidad natural de forrajes con algunas pasturas perennes cultivadas. La explotación de
vacunos y la cría mixta extensiva de bovinos y ovinos son los sistemas de producción
característicos, ya sea mediante el sistema de ciclo completo como de cabaña, en donde se
adiciona la venta de reproductores (toros y/o carneros). También se realiza invernada a partir
de ganado de compra. En establecimientos grandes se realiza preferentemente la cría vacuna y
en relación indirecta con la superficie aumenta la proporción de ovinos en relación a los
vacunos y se incrementa el uso de la mano de obra y el autoconsumo familiar. El manejo del
ganado se realiza muchas veces en superficies muy pequeñas o con cargas animales
inadecuadas a la disponibilidad real de forrajes, con falta de potreros y sin descansos. La carga
animal esta dada en primer término por bovinos y equinos, y en segundo término por ovinos y
caprinos, siendo la media entre 0,8 y 0,9 UG/ha/año en Entre Ríos (Casermeiro, et. al., 2002)
y entre 1,2 y 1,6 UG/ha/año en Corrientes (Carnevali, 1994), con una tendencia general a
aumentar (Burns, 1990). La producción ganadera se destina a la zona de invernada de Buenos
Aires, Córdoba, La Pampa, sur de Entre Ríos en el caso de los terneros (150-160 kg), mientras
que el ganado más liviano (140 kg) se engorda en “feedlot” y sólo una pequeña parte de la
producción se engorda para cuota Hillton (480 kg). La mayor parte de la producción de
corderos se dedica a consumo en las grandes ciudades (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe) y la

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

producción de lana a la industria textil nacional y la exportación. En general, la incorporación


de tecnología es escasa, teniendo como consecuencia bajos niveles de producción de carne
(entre 40 y 42 kg/ha/año). Existió una importante industria frigorífica, lechera y de curtiembre
que se ha desarrollado en el pasado y que aún subsiste. Los datos oficiales para la totalidad de
la producción de animales no están discriminados por departamentos provinciales. Sin
embargo, se sabe que los departamentos de Curuzú Cuatiá y Mercedes abarcan más del 60 %
de la producción ovina de Corrientes con más de 500.000 cabezas (INTA, 2001), mientras que
la región del Espinal entrerriano concentra el 45 % de los vacunos de la provincia con
1.700.000 cabezas, el 65% de los ovinos con 280.000 cabezas, así como el 46 % de los
porcinos y el 78% de los caprinos (CNA, 2002).

Entre las producciones agrarias, se destacan principalmente soja, arroz, maíz y sorgo,
cultivándose también trigo, algodón, lino y pasturas perennes. En pequeñas y medianas
propiedades se realizan también cultivos de secano y hortalizas. Se desarrollan grandes
extensiones con cultivos de arroz con y sin riego principalmente en Corrientes y de cítricos
principalmente en el noreste de Entre Ríos. Además se realizan otras actividades
complementarias como avicultura (carnes y huevos), apicultura que presenta buenos
rendimientos con un bajo nivel de explotación y diversas actividades artesanales familiares.
En concordancia con la aplicación de nuevas tecnologías y una mejora en la
rentabilidad del mercado, se observa un fuerte proceso de avance de la frontera agrícola, en
detrimento de la ganadería que gradualmente se desplazó hacia zonas marginales. La
magnitud de reconversión en el uso de la tierra es impresionante en la zona del Espinal
entrerriano, donde en tan sólo 15 años se duplicó la superficie cultivada, pasando de 523.000
hectáreas de cereales y oleaginosas en 1988 a 1.166.000 hectáreas en 2002, con una mayor
proporción de soja, en detrimento de las superficie sembrada con arroz, trigo, maíz, algodón y
lino (CNA, 1988, 2002). Debe tenerse en cuenta que este avance de la frontera agrícola se
realiza en zonas donde el suelo no tiene una aptitud preponderantemente agrícola y ha
promovido un creciente desmonte de las superficies remanentes de bosque nativo. Por otra
parte la intensificación del uso de los recursos del suelo se produce a través de rotaciones sin
descanso, roturación de tierras con pastizales, uso indiscriminado del fuego, mecanización y
uso de agroquímicos.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

c) Actividades forestales
La actividad forestal tiene un buen desarrollo en la región, principalmente la
plantación de especies exóticas de rápido crecimiento y secundariamente la explotación del
bosque nativo.
Según la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la República
Argentina, Corrientes y Entre Ríos ocupan el segundo y tercer lugar entre las mayores
provincias forestadas del país. La superficie cultivada con bosques implantados en la
provincia de Corrientes es de 200.000 hectáreas (SAGPyA, 2004), que en la región correntina
del Espinal alcanza cerca de 11.000 hectáreas, mayormente de eucalipto (SAyDS, 2006a).
Entre Ríos cuenta con más de 110.000 hectáreas (SAGPyA, 2004), de las cuales 85.000
hectáreas abarcan las plantaciones forestales de los departamentos Colón, Concordia,
Federación, San Salvador y Uruguay (Brizuela y Rosatto, inédito). Las forestaciones se
realizan principalmente con Eucalyptus grandis y Pinus taeda, siendo muy escasa la
participación de otras especies forestales. La franja costera del río Uruguay es la zona donde
se concentra la actividad de plantaciones forestales, contando con un clima propicio y suelos
arenosos con buen drenaje, aptos para un buen crecimiento forestal, cuyas limitaciones
principales se relacionan con un a stress hídrico estacional y pH relativamente altos por
presencia de calcio en el perfil. Esta zona cuenta además con adecuados servicios e
infraestructura, viveros comerciales, universidades y centros de investigación forestal
(SAGPyA, 1997). En el año 2001 en las provincias de Corrientes y Entre Ríos se procesaron
59.000 m³ y 548.000 m³ de madera, respectivamente, en productos como tableros de fibra,
compensados e impregnación, principalmente de madera proveniente de plantaciones
(SAGPyA, 2004). Por otra parte, la provincia de Entre Ríos ocupa el cuarto lugar nacional en
capacidad instalada para producir pasta celulósica y papel.
El aprovechamiento del bosque nativo se desarrolló desde los primeros tiempos
coloniales, sin embargo a principios del siglo XX los bosques del Distrito del Ñandubay
comienzan a ser fuertemente explotados industrialmente debido a la calidad de la madera de
ñandubay y algarrobo principalmente, a lo que se sumó un impresionante desmonte por el
constante incremento de la actividad agropecuaria. La estructura de estos bosques, su
heterogeneidad florística y baja frecuencia específica, que determinan la escasez de
ejemplares maderables por unidad de superficie, así como un deficiente estado sanitario
determinaron que el aprovechamiento se realice siguiendo diferentes modalidades a lo largo
del tiempo (Muzzachiodi, 2003). En la actualidad es una actividad marginal, ya que la

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

existencia de rodales comercialmente explotables ha disminuido considerablemente (Sabatini


et al., 2002).
Casi la totalidad de los bosques nativos de Ñandubay se encuentran bajo dominio
privado, pero se desconoce el total de la población asociada a la producción forestal del monte
natural, ya que no está precisado el número de explotaciones agropecuarias que participan en
ella. La producción del Espinal entrerriano se estimó en aproximadamente 375.000 toneladas
de madera, como producto de la extracción selectiva y de la deforestación total (datos del
Gobierno de Entre Ríos, 1994). La madera extraída de los bosques naturales es utilizada para
carpintería, postes para alambrados e instalaciones rurales, rodrigones y varillas, carbón, y
leña. El destino de la producción de madera proveniente del bosque nativo es especialmente
para consumo interno, siendo la leña y carbón el producto más utilizado, mientras que los
rollizos de algarrobo representan menos del 2% de la producción total. Por otra parte, existe
una situación contrastante entre las dos provincias que ocupan este Distrito ya que si bien en
Corrientes existe una clara normativa y se ha elaborado un adecuado dispositivo de contralor,
en la provincia de Entre Ríos se reconoce una importante falta de control en el
aprovechamiento de los recursos forestales. Sin embargo, es de destacar que la formulación de
pautas de manejo silvícolas adecuadas es hasta el momento incipiente.
Relacionado con el ambiente boscoso es frecuente la caza para autoconsumo y la caza
deportiva. Esta actividad fue muy importante el siglo pasado, cuando se cazaban
comercialmente nutrias, yacarés y carpinchos, así como venados, liebres, cerdos cimarrones,
jaguares, pumas, entre otros animales silvestres.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

3. LA CONSERVACION DE LOS BOSQUES DE ÑANDUBAY

En los puntos siguientes se describen los principales procesos que intervinieron en la


degradación de los bosques nativos de ñandubay y se analiza su relación con la conservación
de la biodiversidad, estructura, funcionamiento y servicios ambientales que brinda este
ecosistema, así como su impacto social y económico. También se describe el marco legal para
el manejo de los recursos naturales comprendidos en esta región, se detallan las áreas
protegidas y se proponen algunas líneas generales para su conservación.

3.1 Impactos ambientales más relevantes

La larga historia de degradación ambiental dificulta la interpretación de los diferentes


procesos naturales y antrópicos que tuvieron lugar en el área del ñandubaysal. La vegetación
original se ha reducido en superficie en una gran proporción y su estructura ha sido
transformada profundamente en relación a los bosques naturales anteriores al proceso de
colonización, explotación de recursos forestales y expansión agropecuaria que se
intensificaron en el último siglo. Estos procesos antrópicos afectaron los recursos físicos y
biológicos del ecosistema con un alto grado de intensidad, ya que muchas veces lo realizaron
de forma sinergética, como es el caso de la ganadería, los incendios y el tipo de regeneración
del bosque. En los puntos siguientes se analizarán los principales impactos sobre este
ecosistema, tratando de comprender como interactúan los diferentes factores entre sí y como
se vinculan con las decisiones de manejo.

3.1.1 Reducción de la superficie boscosa

Desde los relatos de los primeros viajeros y naturalistas que recorrieron la región en la
primera mitad del siglo XIX, como Félix de Azara, Alcides D Orbigny, Jean Beaumont, Aimé
Bonpland, Germán Burmeister, W. Mc Cann, o Martín de Moussy, se señala la existencia de
una importante cobertura leñosa original, que fue reduciéndose paulatinamente a medida que
se fue profundizando la colonización de las tierras, afectando casi toda la masa boscosa del
Distrito.
La introducción del ganado en la Mesopotamia comenzó en 1588 con la fundación de
Corrientes y el arribo de 1.500 cabezas de ganado vacuno provenientes de Asunción y sobre la
costa del Uruguay a partir de 1626 al establecerse las reducciones guaraníticas de Yapeyú, La
Cruz, San Carlos y Santo Tomé. Este ganado creció rápidamente como lo demuestran los

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corrales con capacidad para más de 20.000 cabezas usados por los jesuitas que en 1768, casi
un siglo y medio después, contaban en sus reducciones con más de 900.000 vacunos y
225.000 ovejas (Carnevali, 1994) mostrando el éxito de la explotación ganadera. Desde finales
del siglo XVII, los ganaderos bonaerenses, santafecinos y de la Banda Oriental emplazan las
primeras estancias en los bordes de los ríos, mientras que se instalan colonos españoles en
pequeñas explotaciones agrícola-ganaderas, siendo la región boscosa denominada Selva de
Montiel, la única que permanece impenetrable en esa época (Gaignard, 1989). Las grandes
estancias ganaderas de los primeros tiempos se establecieron luego de quemas incontroladas
“para abrir el monte”. En las sucesivas colonizaciones, ante el requerimiento de nuevas tierras
para actividades agropecuarias se ocupaban enormes superficies mediante la utilización del
fuego sobre las tierras forestales remanentes (Gaignard, 1989). En ocasiones, el cambio en el
uso del suelo era precedido por la explotación selectiva y el empobrecimiento y degradación
del bosque. Por otra parte, la explotación minera a la cual fueron sometidos los bosques
cercanos a las ciudades provocó la degradación de este recurso, incluso su extinción local,
obligando a los carboneros y hacheros a avanzar sobre bosques cada vez más lejanos. La
necesidad de madera era tan importante que en Buenos Aires no había tablados suficientes
para las construcciones y debían importarse del Paraguay o el Brasil (Braylovsky y
Foguelman, 1991). A finales del siglo XVII, el naturalista Félix de Azara relata que desde el
Río de la Plata hasta las Misiones jesuíticas sólo hay bosques a las orillas de los arroyos y ríos,
pero que son destruidos a medida que aumenta la población, ya que la escasez de madera en
los alrededores era tan grave que en Buenos Aires se tenía que quemar cardos y los huesos, el
sebo y la grasa de los animales para alimentar el fuego.
Las explotaciones forestales, que en un primer momento abastecían de madera y leña a
los grandes centros urbanos, se realizaron mediante talas indiscriminadas o por desmontes
selectivos que tenían en cuenta exclusivamente los beneficios económicos a corto plazo.
Incluso se llegó a destruir palmares para destinar las tierras a una efímera actividad
agropecuaria, a pesar que no constituían suelos aptos para tal fin. A partir de la segunda mitad
del siglo XIX, en una importante etapa de desarrollo agrícola del país, el proceso de
deforestación se vio incrementado por la demanda de los afamados postes para alambrados de
ñandubay, empleados tanto en la región como en la región pampeana, y con el impulso del
ferrocarril que requerirá de grandes volúmenes de leña, favoreciendo así la rápida
transformación del paisaje (Gaignard, 1989). Los períodos de mayor explotación forestal
coincidieron justamente con las dos guerras mundiales, cuando se suspendió el abastecimiento

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

de carbón mineral proveniente de Inglaterra destinado para los ferrocarriles y se explotaron


intensamente los bosques nativos cercanos a las vías férreas.
En el siglo XX, el vertiginoso avance de las superficies cultivadas se realizó afectando
grandes superficies boscosas en áreas que la producción agropecuaria era marginal o sin
aptitud del suelo. Al crecimiento territorial de la agricultura debe sumársele técnicas
inapropiadas que ocasionaron una muy importante erosión del suelo a partir de los años ´30 y,
más tarde, surgieron problemas de agotamiento de las reservas de nutrientes (Soriano, 1992).
Luego, importantes períodos de sequía y sucesivas plagas provocaron ciclos de abandono de
los cultivos, durante los cuales algunas especies forestales, especialmente ñandubay y
espinillo, pudieron recolonizar las tierras formando extensas sabanas artificiales, erosionadas
y degradadas pero aptas para ganadería. Sin embargo, a partir de la década del ´50, el
desarrollo e implementación de nuevas prácticas y de modelos conservacionistas del suelo
promovieron el desarrollo de la agricultura aunque surgieron nuevos problemas como el
excesivo uso de herbicidas y fertilizantes. El proceso de desmonte y degradación continúa en
la actualidad (figura 13) merced al incremento de nuevas superficies afectadas para cultivos
intensivos, principalmente soja, y la continuidad de la extracción forestal selectiva, como
sucede con la eliminación masiva de los mejores ejemplares de algarrobo para mueblería,
principalmente en Entre Ríos.

A B
Figura 13. Cambios en el uso de la tierra.
A) Izquierda y arriba: bosques mixtos de ñandubay y pastizales y una importante área quemada. Centro:
cultivos tradicionales y bajo riego en tierras ya desmontadas, intercalados con remanentes de bosques.
Derecha: mayor proporción de bosques y sabanas abiertas, acompañadas por bosques higrófilos sobre
los cursos de agua. Provincia de Entre Ríos, Departamento La Paz (Imagen LANDSAT).
B) Deforestación para reconversión hacia actividades agrícolas (Depto. Feliciano)

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

El avance de la frontera agrícola de las últimas décadas se ve favorecida por la mayor


rentabilidad de los productos agrarios, el aparente aumento de las precipitaciones y la
utilización de modernas técnicas agropecuarias (sistemas de riego, siembra directa, uso de
agroquímicos, etc.) que permiten el uso de áreas que en el pasado no eran deseables para
cultivos, provocando el desplazamiento de la ganadería hacia zonas marginales, especialmente
los bosques nativos remanentes.
Bajo estos factores de presión, los bosques actuales del Espinal mesopotámico han
perdido gran parte de su extensión original, sin existir tierras que no hayan tenido un pasado
agrícola a lo largo del último siglo (León y Movia, 1981). En general, adquirieron una
condición de marginales o residuales, con una estructura de parches o bosquetes aislados en
una matriz de praderas o sabanas abiertas. Algunas formaciones fueron altamente afectadas
como los palmares de Butia yatay, cuya población más importante se extendía paralela al río
Uruguay en una estrecha faja casi continua desde Colón a Concordia (Báez, 1937; Dimitri y
Rial, 1955; Martinez Crovetto y Piccinini, 1951); y que hoy subsiste sólo en el Parque
Nacional El Palmar y algunos relictos esparcidos en una matriz de agroecosistemas (APN
1994). Sólo la vegetación leñosa ribereña a los cursos de agua se salvó del desmonte masivo,
ya que en general se las preservaba para disminuir el riesgo de erosión en las cabeceras y
bordes de cuencas; sin embargo, en numerosos casos han sido desmontados totalmente y
reemplazados por cultivos ya que se asientan sobre tierras con aptitud agrícola (Carnevali,
1994).
La explotación irracional de los recursos forestales de la región, sumada a la
prolongada práctica de ganadería extensiva limitaron en muchos casos la posibilidad de
regeneración natural del bosque nativo y el mantenimiento de su calidad ambiental, ya que se
realizaron sin tener en cuenta estrategias de manejo apropiadas, en suelos con aptitudes
específicas incompatibles para determinados usos, con tecnologías o ciclos de producción
inadecuados o fueron explotados más allá de su capacidad de carga. Como resultado, en la
porción correspondiente al Espinal de ambas provincias los bosques remanentes quedaron
distribuidos en parches relativamente pequeños y aislados entre sí, y cuya composición
florística, estructura y funcionamiento se encuentra muy modificada.

Respecto de la superficie afectada por desmonte, en primer lugar es dificultoso


establecer la superficie que originalmente cubrían estos bosques y tampoco se han
desarrollado monitoreos regulares que cuantifiquen los efectos del desmonte sobre el medio
ambiente.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Para la provincia de Entre Ríos se estimó, a principio del siglo XX, una superficie de
2,5 millones de hectáreas de montes naturales incluyendo los renovales y las zonas de montes
abiertos o parques (Raña, 1904), aunque el Censo Nacional Forestal de 1915 estima una
superficie forestal de casi el doble. En el Censo Nacional Agropecuario de 1937 se calcula
casi un millón y medio de montes naturales, mientras que 1941 se estimó en 1.200.000 de
hectáreas la superficie de bosques naturales de esta provincia. El Censo Nacional
Agropecuario realizado en 1947 sitúa esta cifra en cerca de un millón de hectáreas. La ex
Dirección de Forestación y Bosques de la Provincia de Entre Ríos estimó en 1958 una
existencia total de 774.940 de hectáreas de bosques naturales, mientras que las evaluaciones
del CFI de 1963 estiman una superficie de aproximadamente 830.000 hectáreas de bosques
xerófilos en el Espinal de Entre Ríos. En 1981, Jozami estimó en 530.000 hectáreas la
superficie remanentes de bosques naturales provinciales (datos tomados de Muñoz, 1999;
Muzzachiodi, 2003; CFI, 1963). Finalmente, según el “Informe preliminar de la superficie
ocupada por bosques nativos y selvas ribereñas en la provincia de Entre Ríos” (FCA-UNER,
2003), en la actualidad esta provincia contaría con 1.360.056 hectáreas de vegetación leñosa
de los cuales 855.00 hectáreas corresponden a bosques nativos y el resto a vegetación
ribereña. En consecuencia, si se tiene en cuenta las evaluaciones más conservadoras, a lo largo
de un siglo se han perdido tres cuartas partes de las masas forestales de esta provincia, a una
tasa promedio de 16.500 hectáreas de pérdida boscosa por año. El efecto arrasador de las
deforestaciones durante los conflictos bélicos se ve reflejado en el aumento de la tasa
promedio a 46.000 hectáreas desmontadas por año entre los censos de 1937 y 1947, tasa que
disminuye en los años sucesivos.
La superficie ocupada por las formaciones boscosas originales del distrito ñandubay en
Corrientes fueron estimadas potencialmente en 1.335.000 hectáreas (Carnevali, 1994),
mientras que evaluaciones hechas en la década del ´60 calculan un total de casi 530.000
hectáreas de bosques nativos en los departamentos que componen el Espinal correntino (CFI,
1963). Una reciente estimación computa 293.849 hectáreas de formaciones boscosas en el
Espinal correntino, de las cuales 73.617 hectáreas corresponden a tierras forestales y bosques
rurales (SAyDS, 2006a). Este último trabajo señala que, entre los años 1998 y 2002, no se
evidenciaron cambios en la superficie de bosque nativo en esta provincia en respuesta al
avance de la frontera agrícola. Sin embargo, tomando sólo los datos de los últimos 40 años,
el desmonte implicaría una reducción de casi la mitad de la superficie boscosa original, a una
tasa de pérdida boscosa de 6.000 hectáreas por año.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Los desmontes incontrolados originaron cambios acelerados y muchas veces


irreversibles del paisaje, erosión del suelo y disminución de su fertilidad, pérdida de materia
orgánica del suelo, deterioro en la capacidad de regulación del ciclo hidrológico, así como
otros disturbios ambientales de carácter global, entre ellos contribuir a cambios climáticos por
aumento de las emisiones de CO2 y metano. Desde un punto de vista biológico, se han perdido
grandes superficies boscosas que actuaban como refugio de la diversidad biológica y es
probable que los relictos boscosos no aseguren los intercambios genéticos necesarios para la
supervivencia de las poblaciones remanentes, debido a su grado de fragmentación y
aislamiento. Como consecuencia, se han extinguido regionalmente o están en serio peligro de
extinción varias especies muy frecuentes en otros tiempos como yaguareté, puma, oso
hormiguero, ciervo de los pantanos, venado de las pampas, aguará guazú, cardenal amarillo, y
probablemente un número importante de plantas, hongos, líquenes e invertebrados.
Igualmente se ha perdido o degradado gran parte de la los recursos genéticos locales,
incluyendo extremos naturales de la distribución de algunas especies o poblaciones
genéticamente aisladas.

3.1.2 Fragmentación de los bosques remanentes


Asociado a la reducción de la superficie boscosa total, un proceso creciente de
fragmentación de las masas boscosas afecta la integridad ambiental del ñandubaysal (figura
14).

A B
Figura 14. Fragmentación y avance de la frontera agrícola.
A) En la actualidad el proceso de fragmentación se evidencia en el avance de zonas agrícolas sobre las
áreas remanentes que se encuentran en mejor estado de conservación. Provincia de Entre Ríos, Dpto.
Federal
B) En la región sur y sobre las costas de los ríos Paraná y Uruguay la fragmentación del ecosistema es tan
importante que es difícil distinguir remanentes de vegetación nativa. Provincia de Entre Ríos, Dpto.
Villaguay (Ambas imágenes a una misma escala, fuente LANDSAT).

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

La fragmentación de los bosques del distrito del Ñandubay también es consecuencia


del modo de explotación de los recursos naturales que se estableció a lo largo de los últimos
siglos: ganadería extensiva, desmonte, explotación selectiva y avance de frontera agrícola. En
la actualidad, el alto grado de subdivisión de la tierra, con una mayoría de la superficie
repartida en propiedades menores a 500 hectáreas, no hace más que agravar esta problemática,
ya que aumenta los efectos de borde y estimula la construcción de alambrados, caminos y
picadas.
Toda la superficie del Espinal mesopotámico ha sido afectada por este proceso. En la
mayoría de los casos, los bosques remanentes están aislados entre explotaciones agropecuarias
o al interior de las mismas, en una matriz de pasturas naturales muy modificadas y de cultivos
(figura 15). El tamaño de los fragmentos remanentes de bosques de ñandubay es en general
pequeño, variando desde menos de una hectárea hasta 1.000 hectáreas y sólo
excepcionalmente superan este tamaño. En general, las grandes extensiones de sabanas
arboladas son formaciones boscosas muy degradadas que posiblemente funcionen como
hábitat efectivo sólo para ciertos grupos de animales y plantas. Sin embargo, la rica red
hidrográfica, con su relativamente bien conservada vegetación ribereña, permite cierta
comunicación entre los ambientes acuáticos y las zonas de bosques xerófilos aledaños. Tal
como sucede en otros bosques xerófilos, es posible pensar que la diversidad florística y
estructural de los parches remanentes, no depende de su tamaño o grado de aislamiento, sino
de su historia de uso (Harris, 1984).

A B
Figura 15. Procesos de fragmentación del ñandubaysal.
A) Pequeños fragmentos de ñandubay (puntos oscuros) sobreviven en medio de una matriz netamente
agrícola. Provincia de Entre Ríos, Depto Concordia (Imagen LANDSAT)
B) Pequeños parches boscosos o ejemplares aislados se encuentran a lo largo de toda la distribución de
los bosques de ñandubay

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Desde un punto de vista biológico, la fragmentación de estos bosques xerófilos,


fuertemente asociada al desmonte, contribuye ampliamente a la disminución de la diversidad
biológica, afectando la dispersión de muchas plantas y la distribución de insectos, anfibios,
aves, vertebrados medianos y grandes.

3.1.3 Degradación de los bosques primarios

Siglos de ganadería extensiva y explotación forestal sin planificación y manejo


adecuado, así como el desplazamiento de la fauna nativa y la probable modificación del
régimen natural de disturbios (en especial los incendios), provocaron no sólo la retracción y
fragmentación espacial de los bosques, sino también una profunda modificación florística,
estructural y funcional que contribuye ampliamente a la degradación de la vegetación nativa
remanente con importantes consecuencias ecológicas, económicas y sociales (figura 16).

A B

Figura 16. Modificación de la fisonomía del ñandubaysal.


A) Transformación a arbustal, probablemente causada por rebrotes post-fuego y exclusión de ganado
B) Degradación del ñandubaysal luego de fuego y altas cargas ganadera.

Es sumamente difícil inferir como era la fisonomía, composición y productividad de


los bosques originales del Distrito del Ñandubay y probablemente no queden restos del bosque
original ya que la mayoría de las comunidades están en alguna etapa de sucesión secundaria.
Las primeras descripciones detalladas de esta región son dadas en 1878 por el botánico y
naturalista alemán Pablo Lorentz, quien describe para el noreste de Entre Ríos, bosques
abiertos muy homogéneos dominados por varias especies de leguminosas nativas, con pocas
especies arbustivas y un rico estrato de forrajeras. Sin embargo hay que tener en cuenta que,

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ya entonces, era el resultado de siglos de una intensa carga ganadera que seguramente
modificó los estratos arbustivo y herbáceo, como relata Mac Cann (1853) quien hace mención
a muchos terratenientes con más de 250.000 cabezas en Entre Ríos, y grandes existencias de
ovejas. Lorentz (1878) también describe los bosques en galería de los ríos y arroyos,
aportando el primer listado de especies de plantas de la región. Para esa época relatos
históricos de antiguos pobladores señalan bosques prácticamente impenetrables en la cuenca
del arroyo Feliciano a lo largo de las cuchillas de Montiel. Estas formaciones boscosas serían
denominadas Selva de Montiel, más por su baja transitabilidad que por un carácter selvático.
También los pastizales naturales fueron transformados en su totalidad en agro-ecosistemas.
Leon y Movia (1981) proponen un esquema de los sucesivos procesos de
transformación desde un bosque abierto o sabana de acuerdo a diferentes tipos de manejo de
actividades agropecuarias o forestales (figura 17), sugiriendo que sólo bajo un manejo integral
adecuado es posible mantener estos agro-ecosistemas estables y productivos.

Figura 17. Esquema de la evolución de la vegetación del ñandubaysal.


Evolución a partir de un bosque abierto y teniendo en cuenta diferentes decisiones de manejo.
León y Movia (1981)

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Como sugieren estos y otros autores, el mayor factor de modificación de la vegetación


probablemente haya sido el intenso pastoreo, pisoteo y ramoneo del ganado, que ha
transformado la cubierta vegetal nativa y alterado algunos de los ciclos naturales. Si bien
existían importantes poblaciones de herbívoros nativos en la zona (como indican las
exportaciones de cuero de venados de las pampas y venados de los pantanos y los relatos de
viajeros), resulta evidente que la presencia de este ganado y su manejo relacionado al fuego
por parte de los colonizadores determinaron importantes cambios en el paisaje (Soriano,
1992). El mismo Darwin menciona el impacto del ganado en la vegetación, así como en
poblaciones de guanacos, venados y ñandúes. A lo largo del tiempo, el ganado constituyó una
presión selectiva muy grande sobre los estratos herbáceo y arbustivo que favoreció la
dispersión de ciertas especies en perjuicio de otras. Además debe tenerse en cuenta que la
explotación ganadera de estos ecosistemas naturales se realizó en el último siglo con
densidades muy cercanas a la capacidad receptiva potencial de los suelos (Carnevali, 1994).
La larga historia de ganadería extensiva ha afectado principalmente los mecanismos de
regeneración de las poblaciones arbóreas y arbustivas, el régimen de incendios y la estructura
de los pastizales naturales, además de aumentar los riesgos de erosión provocando cambios en
la estructura del suelo por el pisoteo en sitios con sobrecarga animal (figura 18).

A B
Figura 18. Efectos del sobrepastoreo.
A) El sotobosque es prácticamente eliminado en sitios con sobrepastoreo.
B) Los pastizales naturales también sufrieron profundas modificaciones florísticas y estructurales, como
la invasión por malezas, que favorecen la proliferación de hormigueros

Los pastizales naturales también fueron modificados en su estructura y composición


florística por 4 siglos de ganadería asociada a incendios, que llevaron a la formación e
comunidades semi-naturales o la sustitución de los pastizales y pajonales por praderas

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antropogénicas o espartillares (Casermeiro y Spahn, 1999; Carnevali, 1994). Uno de los


primeros signos de transformación dados por el sobrepastoreo es el enmalezamiento con
especies indeseables (Baccharis salicifolia, Baccharis punctulata, Baccharis coridifolia,
Baccharis dracunculifolia, Eupatorium hecatanthum, Bromelia serra) que llevan a la
formación de fachinales o matorrales espinosos y en el mejor de los casos sabanas abiertas de
Acacia caven y/o P. affinis con especies forrajeras de bajo valor. Estos arbustales pueden
reincorporarse al sistema productivo sólo bajo quemas controladas ya que la alta densidad de
arbustos y herbáceas origina una fuerte competencia por luz, espacio y agua (Carnevali,
1994).
Los bosques higrófilos se han visto proporcionalmente menos afectados, ya que
históricamente se ha evitado su explotación para prevenir procesos erosivos, aunque
igualmente hayan sido pastoreados y muchas veces desmontados debido a la buena aptitud
agrícola de sus suelos. Sin embargo su estructura lineal y estrecha los vuelve susceptibles de
disturbios provenientes de los ambientes que atraviesan, como incendios forestales e invasión
de especies exóticas. Los humedales presentes en la región (bañados, esteros y vegetación
ribereña) presentarían en general una mayor tolerancia a la transformación y una buena
capacidad de recuperación (Canevali et al., 1998), sin embargo la ganadería también ha
afectado su composición florística. Es de destacar que estos ambientes son los más ricos en
fauna y flora, en consecuencia tienen un alto valor de conservación.
También contribuyó a la transformación fisonómica la extracción selectiva de
productos forestales. La explotación forestal ha sido tan intensa en el pasado que, en la
actualidad, quedan pocos rodales maderables y un alto porcentaje de las especies forestales
deseables son utilizadas en forma destructiva y se encuentran en franco retroceso con
individuos deformados o enfermos. Por otra parte, la alta humedad relativa ambiental favorece
la aparición de enfermedades. Una evaluación reciente demuestra que el potencial forestal del
Espinal entrerriano es de regular a pobre. Por lo tanto, puede considerarse que este recurso
prácticamente está agotado en términos industriales y sólo puede ser explotado para leña y
carbón (Casermeiro y Spahn, 2000). En muchos casos, las masas forestales remanentes
constituyen bosquetes o arbustales sin valor comercial y con problemas para el manejo de la
hacienda por invasión de malezas como chilcas y caraguatá, entre otras.
La naturalización generalizada de Gleditsia triacanthos (acacia negra), Melia
azedarach (paraíso) y, en algunos sitios puntuales, de otras leñosas exóticas invasoras como
Pyracantha coccinea (crataegus), Morus alba (mora), Ligustrum sinensis y L. lucidum.
(ligustros), ha profundizado este proceso de transformación, ya que modifican fuertemente las

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condiciones estructurales de los rodales en los cuales estas especies dominan gracias a su
buena capacidad de dispersión y fuerte crecimiento. También resultan muy exitosas varias
especies de herbáceas nocivas para el ganado. Este tipo de invasiones fue identificado como
una amenaza para los ecosistemas forestales por el Convenio sobre Diversidad Biológica, ya
que podrían tener fuertes implicancias ante el actual escenario de cambio climático.

El grado de transformación de los bosques del distrito depende en gran medida de su


aptitud de uso para otras actividades, así en las últimas décadas extensas superficies de bosque
nativo fueron reemplazadas por plantaciones forestales y de cítricos, principalmente en el
sector oeste de la región. Además de causar la pérdida local de biodiversidad, una deficiente
gestión de estas forestaciones monoespecíficas provoca compactación del suelo, modificación
de las condiciones físicas y químicas del suelo, aumento de riesgos de incendios por quema de
residuos, aumento de los riesgos de contaminación de aguas y erosión hídrica al final del ciclo
de corte (INTA, 2006). Asimismo, varios palmares de Butia yatay fueron talados y
reemplazados por agricultura, mientras que la ganadería ha restringido la tasa de reclutamiento
de ejemplares jóvenes y, consecuentemente, la mayoría de los palmares de esta especie están
compuestos por individuos adultos, con la excepción del PN El Palmar que, sin embargo,
presenta un alto grado de invasión de especies leñosas exóticas y otros problemas de
conservación debido a la exclusión total del ganado y un inadecuado manejo el fuego (ver más
adelante el punto 3.4.1.).

3.1.4 Cambios en los patrones de disturbio: efectos del fuego

Tampoco puede saberse hoy en día como era la dinámica de disturbios de estos
ecosistemas antes de la colonización. Sin embargo se sabe que el fuego es un factor ecológico
natural en la mayoría de los ecosistemas semiáridos leñosos que ha tenido una influencia muy
importante en la evolución de las especies, en la dinámica de la vegetación y en la modelación
del paisaje (Martinez Carretero, 1995).
Los incendios naturales en la región se presentan con mayor probabilidad en el período
de octubre a marzo, con temperaturas altas y cuando el suelo presenta un moderado déficit
hídrico y una buena acumulación de material combustible. Su intensidad es moderada a baja,
según los diferentes tipos de vegetación que afecta.
Si bien los incendios espontáneos y el empleo del fuego por parte de poblaciones
originarias para la caza eran factores presentes en el ecosistema, la acción del fuego aumentó

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considerablemente con el desarrollo de la ganadería y agricultura. Los pueblos originarios


probablemente utilizaban técnicas de caza en las que empleaban el fuego para ahuyentar los
animales y cazarlos en las periferias de los incendios (Tortorelli, 1947). Luego, la actividad
ganadera se impuso utilizando el fuego como la principal herramienta de manejo, tanto por su
practicidad como por su economía (Brailovsky y Foguelman 1991). La práctica de incendiar
la vegetación natural era una costumbre muy arraigada entre los gauchos y productores
ganaderos tal como señalaba Darwin (1845) en su visita a la región y como se continúa
haciendo hasta nuestros días.
En general, el fuego es una herramienta que se ha utilizado con poco control, afectando
superficies mayores que las planeadas originalmente. Las quemas mal manejadas, alcanzan
frecuentemente a los bosques nativos y cultivados. En general los incendios ocurren en
superficies pequeñas de hasta 50 hectáreas. Los objetivos de las quemas controladas o
prescriptas son principalmente aumentar la productividad de los pastizales favoreciendo el
rebrote de los pastos forrajeros para la cría extensiva de ganado e impedir el avance de árboles
y arbustos controlando su regeneración. Un resultado “secundario” de estos incendios
intencionales es la disminución del riesgo de incendios ocasionales. Así, tras varios siglos de
explotación ganadera relacionada con quemas controladas o no, se alteraron no sólo las tasas
de dispersión y reclutamiento en las poblaciones de leñosas, sino también se ha modificado la
intensidad y recurrencia de los fuegos al cambiar el balance entre leñosas y diferentes tipos de
pastos. El efecto de una alta recurrencia de fuegos en los cambios estructurales se tipifica en el
reemplazo paulatino de bosques nativos por espartillares, malezales o sabanas abiertas
(Eskuche, 1992) y la sustitución por especies pirófilas, más duras y menos palatables, como
Melica macra, favoreciendo el rebrote de especies con raíces gemíferas, como el chañar, el
ñandubay y el aromito, que forman densos matorrales espinosos (Carnevalli, 1994; Sabattini
et al., 2002) (figura 19). Por otra parte, se ha modificado la intensidad de los fuegos, ya que
en los sitios donde el estrato herbáceo se ha vuelto de pastos finos los fuegos son menos
intensos y difícilmente lleguen a la copa de los árboles. En cambio en los ambientes donde
hubo procesos de arbustización, que favorecen la continuidad vertical, la intensidad del fuego
puede ser mayor afectando gravemente a las especies arbóreas e incrementando los riesgos de
erosión. Asimismo es probable que en otros tiempos los incendios naturales y las quemas no
controladas abarcaran grandes superficies al no existir barreras naturales que los contuvieran;
sin embargo, el alto grado de fragmentación de los bosques remanentes constituye una fuerte
disrupción horizontal a la dispersión de los fuegos naturales o intencionales, de modo que en
la actualidad los fuegos abarcan proporcionalmente menores superficies.

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En general las especies del Espinal tienen una cierta tolerancia a este factor ya que las
especies leñosas más importantes del ñandubaysal casi siempre rebrotan a partir de yemas
básales latentes o restos de raíces, quedando la parte aérea parcial o totalmente muerta en pie
como consecuencia de los fuegos. En fuegos moderados el daño puede no ser tan severo,
aunque en ejemplares jóvenes suele condicionar su potencial desarrollo como se observa en
muchos Prosopis.
Como se deduce, es muy posible que a partir de los cambios ambientales, sociales y
económicos que se dieron en el último siglo, el régimen natural de fuegos, su alcance espacial
e intensidad hayan sufrido fuertes modificaciones que afectan diversos componentes
estructurales y funcionales de este ecosistema.

Figura 19. Incendio en el ñandubaysal.


A) Las quemas prescriptas son frecuentes para mejorar la condición de las pasturas.
B) Luego de un incendio, el rebrote desde la base es muy vigoroso.

Respecto del área afectada por incendios forestales, sin dudas es en Corrientes donde
se presenta la mayor incidencia de los incendios ya que allí es normal su empleo. Se estimó
que anualmente se queman aproximadamente 1.800.000 hectáreas en esa provincia, donde es
común la quema en parches próximos a aguadas, mientras que en Entre Ríos la quema anual
se restringiría a rastrojos de lino y trigo (Martínez Carretero, 1995). Sin embargo, estadísticas
recientes de incendios forestales indican que en el año 1999 en Corrientes se produjeron 585
incendios, que afectaron 8.176 hectáreas de las cuales 12 correspondieron a bosque nativo,
2.523 hectáreas correspondieron a bosques cultivados, 10 a arbustales y 5.631 a pastizales;
mientras que en Entre Ríos ese mismo año se produjeron 704 focos que afectaron 20.236
hectáreas, de las cuales 7.118 hectáreas afectaron a bosque nativo, 9.710 hectáreas a bosques
implantados y 3.408 hectáreas a pastizales. Sin embargo es de destacar que existe una gran
variabilidad inter-anual, así en el año 2005, las estadísticas nacionales de incendios forestales,

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mostraron que ese año en Corrientes se quemó una mayor superficie que en Entre Ríos
(56.595 y 2.714 hectáreas respectivamente) afectando principalmente a bosques cultivados y
pastizales (SAyDS, 2006b).
Los cambios en el régimen de fuegos pueden contribuir a la extinción local de algunas
poblaciones silvestres adaptadas a una recurrencia e intensidad determinada, ya sea por
disminución del banco de semillas o de la capacidad de rebrote. Más allá de los perjuicios
materiales y económicos directos, debe tenerse en cuenta que los incendios influyen en la
pérdida de hábitat y nicho ecológico de animales silvestres, alteran las raciones de forrajes,
favorecen la pérdida del suelo, modifican la disponibilidad de nutrientes (nitratos, P y K),
afectan la recarga de los acuíferos desencadenando procesos erosivos, entre otros impactos
ambientales.

3.1.5 Desarrollo de procesos erosivos del suelo

El proceso de transformación a una escala de paisaje, ha tenido significativas


consecuencias relacionadas principalmente con una disminución marcada de la productividad
de los suelos, debido a un aumento del riesgo de erosión hídrica, procesos de compactación
del suelo, afloramiento de napas freáticas, pérdida de la estructura y materia orgánica del
suelo, modificaciones en las propiedades químicas, entre otras consecuencias edáficas. Sin
embargo, estos aspectos varían según las condiciones locales, principalmente la naturaleza del
suelo, la pendiente y las condiciones climáticas en general. Además de las condiciones
naturales, debe tenerse en cuenta que varios factores de carácter antrópico, entre los que
sobresalen la falta de planificación en el uso de la tierra, el desmonte y sobrepastoreo, las
técnicas de producción inadecuadas, la importante subdivisión de la tierra, la sobreexplotación
de los recursos naturales y la escasa generación de técnicas conservacionistas, favorecen el
desencadenamiento de procesos de degradación físico, químico y biológico del suelo entre los
que se destaca la erosión hídrica (Tasi y Bourband, 1986; Ligier et al., 1998).
Las diferentes modalidades que adopta la erosión hídrica en la región son: erosión
laminar o reticular con formación de peladares, blanquizales y/o malezales; erosión en surcos
y cárcavas y desmoronamiento de barrancas (Tasi y Lopez, 1980; Tasi y Bourband, 1986;
INTA, 1984; Ligier et al., 1998) (figura 20).

Según datos del Gobierno de Entre Ríos (2001), los procesos erosivos en esa provincia
afectan al 74% de su territorio, mientras que en la provincia de Corrientes un 36% de su suelo

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tiene un factor de erosionabilidad moderado-alto a alto (Ligier et al., 1998). Específicamente


en la región del Espinal correntino se observan signos de erosión hídrica tales como surcos y
cárcavas, también es común la presencia suelos compactados por pisoteo denominados
“peladares” con presencia localizada de erosión laminar, con suelos superficiales decolorados,
compactos y sin estructura (Ligier et al., 1998). En tierras anegables se presentan procesos de
erosión reticular y desbalances de fertilidad por acidez, provocada por aluminio (Ligier,
2002). Asociado a estos signos de erosión, el suelo pierde gran parte de su materia orgánica,
así como fósforo y nitratos.

Figura 20. Erosión hídrica.


La elevación de las napas freáticas provoca
anegamientos localizados que desembocan en
salinización de los suelos (Provincia de Corrientes,
Departamento Sauce).

El alto grado de impermeabilidad provoca procesos de escurrimiento superficial, con


un fuerte potencial erosivo en los vertisoles y alfisoles, que cuando presentan pendientes más
pronunciadas llevan a la formación de cárcavas y zanjones. En los alfisoles esto se ve
agravado por su baja estabilidad estructural y el reducido espesor del horizonte superior. Los
molisoles, a pesar de su baja pendiente, también pueden presentar una erosión hídrica ligera,
pero su susceptibilidad a una erosión futura es moderadamente alta. Como consecuencia del
desmonte, en varios sitios se ha reducido la capacidad de regulación de las aguas superficiales,
modificando los procesos de intercepción, infiltración y evapotranspiración, afectando el
régimen hídrico interno del suelo. Por lo tanto existen amplias áreas con problemas serios de
inundaciones en los que se produce alteraciones en la concentración de sales y minerales del
suelo. Los suelos que presentan mayor evidencia de erosión hídrica, son aquellos de mayor
aptitud agroecológica, donde se asienta la producción agrícola y una importante porción de la
ganadería. Asimismo procesos de erosión eólica pueden desencadenarse en los meses más
secos del año (Escobar et al., 1996; Ligier et al., 1998; Tasi y Lopez, 1980; Tasi y Bourband,
1986; INTA, 1984).

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3.1.6 Otros factores que afectan al ñandubaysal


Relacionado con el ambiente boscoso es frecuente la caza para autoconsumo de perdiz
y liebre y la caza deportiva de jabalí. La caza comercial fue muy importante el siglo pasado,
cuando se exportaban miles de pieles de nutrias, yacarés y carpinchos, y se cazaban
indiscriminadamente venados, vizcachas, liebres, cerdos cimarrones, pumas, entre otros
animales. Algunas especies silvestres fueron consideradas plagas en la región, como la
vizcacha, ya que sus madrigueras constituyen un peligro para los caballos y porque su orina es
muy ácida y acaba con la vegetación circundante, sin embargo el control natural que ejercían
los predadores ha disminuido fuertemente en toda la región ya que fueron prácticamente
eliminados ya sea por reducción de hábitat o por caza. También es frecuente la caza para
mascotas (cardenales, jilgueros, tordos, viuditas, etc.) y para comercializar plumas, huevos y
carne de ñandú (Rhea americana).
Las actividades agropecuarias comenzaron a utilizar agroquímicos de forma intensa a
partir de mediados del siglo XX. En la actualidad, varias zonas del ñandubaysal presentan
riesgos elevados de contaminación por el uso de plaguicidas y otros productos agrotóxicos de
acción residual derivados de la intensificación de la producción primaria (INTA, 2005). Estos
tóxicos, en general terminan percolando hacia las napas sub-superficiales, afectando el suelo y
los reservorios de agua y finalmente la salud de los habitantes.
Existen deficiencias en el tratamiento de efluentes industriales, que deben ser tenidas
en cuenta, no sólo para las actuales plantas industriales sino también al momento de instalarse
las futuras empresas relacionadas con el aprovechamiento de las plantaciones forestales
extendidas en el área del río Uruguay.
La presencia de numerosas canteras, constituye un impacto local a nivel de paisaje,
aunque muy focalizado.

3.2 Impactos sociales y económicos


El reemplazo y degradación de los bosques y pastizales naturales por ganadería,
desmonte y cultivos no sólo ha implicado impactos ambientales considerables, sino que ha
afectado las condiciones sociales y económicas de la población.
Al comenzar la explotación agrícola la economía se expandió, aumentando las fuentes
de trabajo ya que existió un cierto progreso económico. Pero a medida que los bosques y
pastizales comenzaron a agotar sus mejores rodales, la zona se transformó en expulsora de
población, tal como paso a lo largo del siglo XX.

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En la actualidad, se desarrolla un proceso socio-productivo, liderado por el aumento de


la superficie cultivada con soja, que lleva a la pérdida de diversidad productiva por
homogeneización de la producción y un creciente uso de tecnologías de insumos, expulsor de
mano de obra. Un número importante de pequeños productores no pueden acceder a esta
transformación agrícola, debido a los altos costos económicos que ella requiere, por lo que se
ven forzados a alquilar o vender sus campos, produciéndose profundas modificaciones en la
tenencia de la tierra y un constante proceso de éxodo rural.
La mayor parte de la población rural de pequeños y medianos productores de la región,
desarrollan estrategias de producción de corto plazo con el objetivo de satisfacer sus
necesidades básicas de subsistencia. Una consecuencia inmediata del uso intensivo es un
acelerado proceso de agotamiento y deterioro de los recursos naturales que se manifiesta
físicamente en mayores niveles de deforestación, erosión del suelo, desertificación, entre los
más importantes; cuyo impacto económico se visualiza en una persistente pérdida de ingresos
debido, en gran parte, a la marcada caída en la productividad de los mismos (Casermeiro et
al., 2002).
A una escala regional, la continuidad de las condiciones de mercado favorables a una
explotación agropecuaria intensiva que avanza sobre los ecosistemas naturales, provoca una
drástica e irreversible transformación en el uso de la tierra. Estos condicionamientos
económicos, externos al sistema, generalmente son de naturaleza cíclica, pero sus
consecuencias son tan drásticas que al momento de intentarse una reconversión con nuevas
alternativas productivas, no podrá contarse con la mayoría de los productos provenientes de
los bosques que habrán sido desvastados de continuar la tasa actual de deforestación en la
región. Por otra parte, de persistir estas condiciones, la vulnerabilidad de los ecosistemas
podría aumentar y afectar económicamente los sistemas de producción de la zona, como se
observan en los últimos años con el aumento creciente de áreas inundadas y anegadas.
Entre los impactos económicos y sociales de las actividades antrópicas, debe
considerarse la falta de disponibilidad y/o degradación de los productos primarios (madera,
postes, leña, carbón, etc.) que ha llevado a la pérdida de actividades tradicionales en la región
(figura 21) y la reducción de los productos no maderables como carne, leche, miel, frutos y
remedios naturales, entre otros beneficios. Tampoco pueden soslayarse las pérdidas
económicas por los servicios ambientales que prestan los bosques como la protección del
suelo de la erosión y de la desertificación en general, aumento de la fertilidad del suelo por
nitrificación, regulación de las napas freáticas, fijación de los suelos medanosos, provisión de
hábitat para la fauna autóctona y la protección de la insolación para el ganado, entre otros.

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Figura 21. Pérdida de actividades


tradicionales.
La degradación de los recursos forestales
ha implicada el abandono de algunas
prácticas tradicionales en la región como
los carboneros (Pcia. de Corrientes, Dpto.
Curuzú Cuatiá).

Por otra parte, la pérdida gradual de la estructura boscosa atenta contra la forma de
vida rural tradicional de esta región, que tiene una larga historia de ocupación y profundas
raíces culturales e históricas. Estas se manifiestan en diversas tradiciones, relatos y leyendas,
como los “matreros”, y que fuera retratada por varios artistas como Atahualpa Yupanqui,
Martiniano Leguizamón, Linares Cardozo, entre otros.

3.3 Marco legal e institucional


En el marco dado por el Artículo 121 de la Constitución Nacional, que consagra la
competencia provincial en temas ambientales, con una serie de presupuestos mínimos dictados
por el Estado Nacional y, el Artículo 124, que consagra el dominio provincial de los recursos
naturales; cada provincia ha fundado un cuerpo normativo específico para las actividades
forestales y la conservación de sus recursos naturales, complementario de las leyes y decretos
nacionales que brindan protección a las masas boscosas y reglamentan o promueven el uso de
sus recursos como: Ley Nacional Nº 14.251/53 y el Decreto Nacional 710/95 de protección de
la riqueza forestal, Ley Nacional Nº 13.273/95 de promoción y defensa de los bosques
nativos, Ley Nacional Nº 24.857/97 de estabilidad fiscal para la actividad forestal, Ley
Nacional Nº 25.509 de creación del derecho real de la superficie forestal, Ley Nacional Nº
25.080/98 de inversiones para bosques cultivado, Resolución Nacional Nº 222/97 de
organización del Plan Nacional de Manejo del Fuego, Ley Nacional Nº 22.421/81 de
protección y conservación de la fauna silvestre, Ley Nacional Nº 24.375/94 de adhesión al
Convenio sobre la Diversidad Biológica, Ley Nacional Nº 25.675 de gestión ambiental, entre
otras.
En los últimos años, casi todas las provincias han desarrollado una legislación acorde
con la protección de sus masas forestales y sus constituciones provinciales brindan algún
grado de protección o resguardo a sus recursos naturales.

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La legislación vigente en la provincia de Entre Ríos es de naturaleza sectorial, así la


ley provincial Nº 4.841 y sus decretos y reglamentaciones regulan las actividades de caza
estableciendo un fondo para la protección y conservación de la fauna silvestre, mientras que la
ley 4.892/70 hace lo propio con las actividades de pesca. La ley Provincial Nº 3.623 adhiere a
la ley Nacional Nº 13.273/95 de promoción y defensa de los bosques nativos, mientras que la
Resolución Nº 5.068/04 establece las pautas para los planes de aprovechamiento forestal y
desmonte y la Resolución Nº 2.619/02 prohíbe las quemas luego del desmonte. La ley
provincial Nº 9.663/05 declara de interés la protección de las especies Prosopis affinis, P. alba
y P. nigra promoviendo medidas de exenciones impositivas a quienes conserven esas especies
en sus predios. La ley 8.967/95 y su decreto reglamentario (Nº 5.574/06) establecen el
“Sistema Provincial de Áreas Protegidas”, con el fin de proteger la totalidad de los ambientes
naturales representativos de las diferentes unidades biogeográficas presentes en esta provincia
y mediante la ley provincial Nº 9.290/05 propone un régimen de promoción tributaria para
aquellos propietarios que realicen prácticas conservacionistas del suelo, flora y fauna.
Recientemente para el Espinal entrerriano se declaró por ley Nº 9.706/06 la creación de una
extensa área protegida que abarca gran parte de los mejores bosques relictuales situados en la
selva de Montiel. El decreto provincial Nº 4.233 declara Monumento Natural Provincial al
cardenal amarillo. La autoridad de aplicación de estas leyes es la Dirección General de
Recursos Naturales, Forestación y Economías Alternativas, dependiente de la Secretaría de
Producción de dicha provincia.
La provincia de Corrientes, además de las leyes sectoriales de conservación del suelo,
pesca, caza y fauna silvestre (Nº 1.863/54), cuenta con la Ley Provincial Nº 5.175/97 y el
Decreto Reglamentario Nº 1.014/01 que establece un “Régimen de Preservación y
Conservación de los Bosques Nativos provinciales”, tendiente a mantener los procesos
ecológicos y preservar los recursos genéticos de sus ecosistemas forestales nativos, lograr un
uso racional del mismo, mediante la aplicación de técnicas adecuadas de manejo y establecer
un sistema eficaz de control y fiscalización. Asimismo establece la creación de registros de
propietarios de predios con bosques nativos, así como de aserraderos, acopios y viveros y se
reglamentan los planes de manejo forestal, que debe abarcar diferentes aspectos técnicos,
económicos y ambientales. Por otra parte se propone la realización de un Inventario Forestal
Provincial, que estaría pronto a efectivizarse (Ing. Benitez Vietto, com. pers.). Asimismo la
Ley Provincial Nº 4.333/89 y sus decretos reglamentarios crean un Fondo de Promoción y
Salvaguarda de la Fauna y Flora de esta provincia. La autoridad de aplicación de esta ley es la

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Dirección de Recursos Forestales, dependiente del Ministerio de la Producción de esa


provincia.
Si bien la normativa legal vigente puede ser apropiada, el marco político e institucional
no es el preferible para mejorar la situación actual en lo que hace a la conservación y uso
adecuado de los recursos naturales del Distrito del Ñandubay. El grado de aplicación de las
leyes, reglamentos y decretos es muy variable entre las provincias, ya que los organismos
provinciales de aplicación cuentan con recursos humanos y financieros generalmente
insuficientes, aunque en términos generales se observa una situación más regulada en
Corrientes que en Entre Ríos. Asimismo, existe una baja interacción entre las agencias
provinciales y las nacionales a los fines de desarrollar una política adecuada y eficiente
respecto del Espinal mesopotámico. Por otra parte, existen superposiciones entre agencias
gubernamentales dentro de cada provincia, que también dificultan una gestión ambientalmente
adecuada4.

3.4 Áreas naturales protegidas


Las áreas protegidas dentro del Distrito del Ñandubay que tienen un instrumento de
creación legalmente adecuado son realmente escasas y abarcan una superficie muy reducida
(figura 22). En general tienen un bajo grado de implementación y carecen de planes de
manejo. Por otra parte, la mayoría están desconectadas entre sí y constituyen verdaderas islas
de vegetación nativa en una matriz dominada por la agricultura; y muchas de ellas han sufrido
importantes eventos de disturbios que han modificado su configuración original. En Entre
Ríos, la Ley 8.961/95 crea un sistema de áreas protegidas, en las cuales están incluidas áreas
de jurisdicciones nacionales, provinciales, municipales y privados alcanzando las 56.700
hectáreas (Dirección de Flora y Fauna del Gobierno de Entre Ríos), que sólo representan el
0,2% de la superficie original del Espinal entrerriano, mientras que en Corrientes no hay
ningún área declarada en este sector.
A continuación se realiza una descripción de las áreas protegidas existentes en el
Distrito, y se detalla su importancia para la conservación del ñandubaysal (datos suministrados
por las agencias oficiales de conservación nacionales, provinciales y/o municipales, y tomados
de APN, 1994; Chebez, 2005).

4
Conjunto de acciones y disposiciones tendientes a la preservación y uso racional de los recursos naturales,
integrando componentes físicos, biológicos, económicos y sociales sobre la base de su funcionamiento espacial y
temporal.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Figura 22. Áreas protegidas del Distrito del Ñandubay


PN: Parque Nacional, RN: Reserva Nacional, RUM: Reserva de Usos Múltiples, RPUM: Reserva Privada de
Usos Múltiples, PP: Parque Provincial, RNP: Reserva Natural Privada, RNM: Reserva Natural Municipal.
Los rombos señalan las áreas protegidas menores a 100 hectáreas.

3.4.1 Áreas protegidas de Jurisdicción Nacional

1) Parque y Reserva Nacional EL PALMAR


Creado por Ley nacional Nº 16.802/66, ocupa una superficie de 8.500 hectáreas, en el
Dpto. de Colón, 6 km al sur de la localidad de Ubajay (31º 50´ LS y 58º 17´ LW). El dominio
de la tierra es de jurisdicción federal y el ente administrador es la Administración de Parques
Nacionales (APN). Su grado de control e implementación es aceptable.
Sus objetivos generales son la preservación de especies y diversidad genética
representativa del Espinal y mantener los atributos culturales tradicionales. Específicamente
conserva una importante comunidad edáfica de palmares de yatay, comunidades herbáceas
densas, selvas en galería sobre el río Uruguay y bosques en galería de baja altura sobre los
arroyos Palmar y Los Loros.
Importancia para la conservación del ñandubaysal: El Parque Nacional El Palmar, en
el momento de su creación, presentaba una fisonomía de sabana con palmeras coetáneas y un

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

estrato herbáceo mantenido por el pastoreo vacuno continuo. A partir de la implementación


del área, se retiró el ganado y se iniciaron acciones para el control del fuego. Este manejo
resultó en un proceso de arbustificación, y a su vez, propició la dinámica del fuego hacia
eventos menos frecuentes pero de mayor intensidad, más perjudicial para las palmeras. A
pesar de la exclusión del ganado son escasos los sectores donde se ha observado en los
últimos años una regeneración importante del palmar de yatay. Por otra parte, la exclusión del
ganado y el fuego, ha desencadenado un importante proceso de invasión de especies
arbustivas y arbóreas exóticas que se ha transformado en el principal problema de
conservación del área. La erradicación de estas malezas, de ser posible, representa hoy en día
un costo económico muy elevado

3.4.2 Áreas protegidas de Jurisdicción Provincial y Municipal

2) Reserva de Uso Múltiple ESCUELA JUSTO DE URQUIZA


Ocupa 16 hectáreas ubicadas a 6 km de la localidad de Villaguay, en el departamento
homónimo (31º51' LS, 59º01' LW). Fue creado por Resolución de la Subsecretaría de Asuntos
Agrarios Nº 23/92 sobre tierras fiscales provinciales y es administrado por la Escuela Justo
José de Urquiza y la Dirección General de Recursos Naturales, Forestación y Economías
Alternativas. Su grado de implementación es bajo y admite visitantes.
Su objetivo general es la educación e interpretación ambiental, y conserva un sector de
bosque del Espinal que pertenece a esta institución educativa
Importancia para la conservación del ñandubaysal: A pesar que ocupa una superficie
pequeña, resulta de interés por las actividades educativas que realiza.

3) Reserva de Uso Múltiple ESCUELA JUAN BAUTISTA ALBERDI


Abarca 20 hectáreas en la localidad de Oro Verde (Dpto. Diamante) en las
instalaciones de la Escuela Juan Bautista Alberdi. Fue creado por Resolución de Subsecretaría
de Asuntos Agrarios Nº 37/92. El dominio de la tierra es fiscal Provincial. Es administrada por
la Escuela y la Dirección General de Recursos Naturales, Forestación y Economías
Alternativas. Presenta un grado de control insuficiente y admite visitantes.
Su objetivo general es la restauración de zonas silvestres y la educación e
interpretación ambiental, protegiendo un sector de monte nativo deteriorado por acción
antrópica.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Importancia para la conservación del ñandubaysal: Si bien no ha quedado incluida


dentro de los límites del Distrito, al igual que la anterior es muy pequeña pero realiza
actividades de educación y restauración que resultarán esenciales para el desarrollo de
programas de conservación.

4) Reserva de Usos Múltiples SELVA DE MONTIEL.


Creada por Ley Provincial Nº 9.706/06, comprende una superficie aproximada de
70.000 hectáreas de terrenos privados ubicados dentro del Distrito Francisco Ramírez, parajes
“El Gato” y “Lomas limpias” del Dpto. Federal (Entre Ríos). Es administrada por la Dirección
de Producción Vegetal y Recursos Naturales de la Secretaría de Asuntos Agrarios. Su grado
de implementación es bajo debido a su reciente declaración.
Su objetivo es proteger una importante porción de la denominada Selva de Montiel,
mediante el desarrollo de actividades agro-turísticas compatibles con la conservación.
Importancia para la conservación del ñandubaysal: Es el área protegida más extensa
del Distrito aunque de muy bajo grado de implementación y control. Protege los mejores y
más extensos bosques relictuales del Espinal entrerriano, incluyendo poblaciones importantes
de Butia yatay con un rico sotobosque nativo, donde se entremezcla T. campestris. Constituye
un excelente refugio para una valiosa fauna, incluyendo varias especies amenazadas como el
cardenal amarillo y probablemente el aguará guazú. Además esta región es una de las más
ricas en tradiciones populares entrerrianas. Recientemente mediante un convenio entre la
Fundación de Historia Natural Félix de Azara y el propietario de la estancia El Rincón se creó
un refugio privado que pretende proteger 2.098 hectáreas de bosques en muy buen estado de
conservación, y que podría conformar uno de los núcleos principales de esta Reserva.

5) Reserva Privada de Uso Múltiple LA AURORA DEL PALMAR


Creado en 1998 por convenio entre el propietario y la Fundación Vida Silvestre
(FVSA), fue incorporada en 2001 al Sistema Provincial de Areas Protegidas. Es un refugio
privado de 1.093 hectáreas, en el Dpto. de Colón cerca de la localidad de Ubajay, ubicado al
oeste de la Ruta Nacional 14 frente al Parque Nacional (31º 49’ LS, 58º 20’LS). La
jurisdicción es provincial, pero el dominio de la tierra es privado. Es administrado por el
propietario y la FVSA.
El objetivo de conservación del área es la protección, mediante actividades de
agroturismo, de muestras representativa del Espinal, en especial bosques relictuales de la

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

palmera Butia yatay de unas 200 hectáreas y un sector de Selva Paranaense asociado al arroyo
El Palmar.
Importancia para la conservación del ñandubaysal: Protege el mayor remanente de
palmeras yatay bajo dominio privado, de lo que fuera del Palmar Grande de Colón,
actualmente amenazado por las forestaciones de exóticas. Comparte los objetivos de
conservación del Parque Nacional El Palmar. Teniendo en cuenta las características
ecológicas particulares de esos palmares, la Fundación Vida Silvestre Argentina los ha
identificado como un Área de Biodiversidad Sobresaliente. Desde 1999 se lleva a cabo una
experiencia para intentar conocer modalidades de manejo que propicien la regeneración
natural del palmar de yatay. En "La Aurora del Palmar", la estructura actual del palmar de
yatay es similar a la descripta para el parque nacional antes de su clausura al pastoreo. El
manejo ganadero continuo ha mantenido controlada la invasión de arbustos y árboles a tal
punto que prácticamente no se observan ejemplares de especies invasoras en toda el área.

6) Parque Provincial GENERAL SAN MARTIN – Parque Escolar Rural


ENRIQUE BERDUC
Creado por el decreto Nº 2.550/50 y modificado por el decreto provincial Nº 1.383/67
abarca en total 595 hectáreas a 23 km al este de la ciudad de Paraná, Entre Ríos (31º 40’ LS y
60º 20’ LW). Es administrado por la Dirección General de Recursos Naturales, Forestación y
Economías Alternativas. Recibe una importante afluencia turística y es el asiento de varios
establecimientos educativos.
Sus objetivos son conservar una muestra representativa del Espinal y realizar
actividades de educación e interpretación ambiental.
Importancia para la conservación del ñandubaysal: Protege un remanente
representativo aunque fragmentado del Espinal entrerriano, incluyendo bosques xerófilos de
ñandubay, algarrobo y quebracho blanco, así como bosques en galería sobre el Ao. Sauce
Grande. Es hábitat de una rica fauna (se han registrado 31 especies de mamíferos, 217 de aves,
42 de peces y 11 de ofidios). Tiene problemas de conservación debido a la invasión de leñosas
que podrían desplazar a la flora nativa. También es importante por la labor de educación
ambiental que realiza con otros establecimientos educativos y la comunidad en general.
Cuenta con un vivero de plantas nativas y se desarrollan diversos cursos de interpretación.

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7) Reserva Natural Privada EL CARPINCHO


Creado por Decreto Municipal Decreto Provincial Nº 2.595/89, ocupa 375 hectáreas a
35 km de la localidad entrerriana de Villaguay (31º35' LS, 59º02' LW). El dominio es privado,
es administrado por el propietario y la Dirección de Fauna y Flora dependiente de la Dirección
General de Recursos Naturales, Forestación y Economías Alternativas. Su grado de
implementación es bajo y admite visitas previa reserva.
Su objetivo general es la preservación de especies del Espinal y su diversidad genética,
en especial del carpincho (Hydrochoeris hydrochaeris).
Importancia para la conservación del ñandubaysal: Alberga una muestra bien
conservada del Espinal entrerriano con una importante fauna y flora nativa.

8) Reserva Natural Municipal SAN CARLOS


Creada por Ordenanza Municipal Nº 26.560/93 de la Municipalidad de Concordia
quien administra esta área protegida de 98 hectáreas ubicadas al nordeste de Concordia
(31°20' LS, 58°00' LW). El dominio de la tierra es Fiscal Municipal, admite visitantes y su
grado de implementación es bajo.
Su objetivo general es la protección de un sector relictual de la selva en galería sobre el
Río Uruguay así como la preservación de sus especies y diversidad genética. Como objetivo
específico constituye un centro de avistaje de aves de condición migratoria.
Importancia para la conservación del ñandubaysal: Conserva un pequeño sector de la
selva marginal del río Uruguay que alberga una rica fauna de aves. Dentro de su predio se
encuentra un Monumento Histórico Nacional y varias construcciones históricas.

9) Reserva Natural Municipal ABAYUVÁ


Creado por Decreto Municipal Nº 27917/95, abarca 30 hectáreas a 10 km de la
localidad de Concordia (31º 19’ LS, 58º 00’LW). Es administrado por la Secretaría de
Turismo de la Municipalidad de Concordia y su grado de control es aceptable aunque es poco
visitado.
Su finalidad es la preservación de especies de la selva paranaense que bordea al río
Uruguay y de pequeños parches de palmares de yatay, así como la protección de una posible
zona de anidación de yacaré overo y la protección de una laguna con tarariras.
Importancia para la conservación del ñandubaysal: Conserva un sector de la selva
marginal del río Uruguay con imponentes árboles de Peltophorum dubium (ibirá pitá) en el
límite austral de su distribución, y 3 núcleos pequeños y bastante degradados de Butia yatay.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

10) Reserva Privada de Usos Múltiples EL CHAÑAR


Creada por Resolución Nº 60/96 de la Dirección General de Desarrollo Agropecuario y
Recursos Naturales. Abarca 70 hectáreas en el paraje Betbeder del Dpto. Nogoyá. Es de
jurisdicción municipal y dominio privada, administrado por el propietario.
Sus objetivos son conservar una muestra representativa del Espinal
Importancia para la conservación del ñandubaysal: Protege una muestra del Espinal
mesopotámico con una importante fauna y en una laguna interior fueron reintroducidos
ejemplares de yacaré overo

11) Reserva Privada de Usos Múltiples SAN JUAN y LOS GRINGOS.


Abarca 1.722 hectáreas en el Dpto. Feliciano, fue creado por decreto provincial del año
2003 y se administra mediante un convenio con la Dirección de Producción Vegetal y
Recursos Naturales de la Secretaria de Asuntos Agrarios. Su grado de implementación es bajo.
Protege la vegetación leñosa situada cerca de las nacientes del Ao. Feliciano, y cuenta
con una rica diversidad de flora y fauna.

Existirían otras áreas protegidas creadas o próximas a concretarse, que aún no


cuentan con un instrumento legal de protección, tal como algunas de las reservas privadas
generadas por convenios con la Dirección de Producción Vegetal y Recursos Naturales de la
Secretaria de Asuntos Agrarios o por acuerdos entre propietarios y diversas ONGs como la
Fundación Hábitat & Desarrollo o la Fundación Félix de Azara.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

3.5 Prioridades en la implementación de políticas de conservación

Los graves impactos ambientales que se describieron para la región han diezmado una
importante proporción de sus recursos forestales y la mayor parte de este ecosistema se ha
transformado en tierras agropecuarias o constituyen ambientes naturales altamente
degradados. En la actualidad, estos impactos continúan creciendo a un ritmo vertiginoso y sus
consecuencias a largo plazo son impredecibles en un contexto de cambio climático global.
Con el fin de mantener al menos una porción representativa importante de este amenazado
ecosistema, que permita preservar su biodiversidad y los servicios ambientales que presta, es
necesario implementar políticas activas de conservación, desde una perspectiva de manejo
adaptativo e integrado de sus recursos naturales. Estas deben desarrollarse sobre la base de
estudios biológicos, ecológicos, económicos, sociales, educativos y culturales, y utilizando
procedimientos con fundamentos científico-técnicos, que a su vez permitan incrementar el
conocimiento sobre este ecosistema (Lindenmayer et al., 2000; Meffe y Caroll, 1994).
En términos estratégicos debería considerarse los siguientes objetivos:
1. preservar la matriz boscosa remanente;
2. aumentar su conectividad restaurando algunas de las áreas más degradadas;
3. promover el uso sostenible de los diferentes ambientes del ñandubaysal, de
forma de mantener su composición, estructura y funcionamiento y amortiguar
el efecto sobre áreas críticas de conservación;
4. asegurar los medios tradicionales de subsistencia de la población local;
5. fortalecer los órganos de control y de gestión;
6. profundizar el conocimiento sobre diferentes aspectos de este ecosistema;
7. transmitir apropiadamente a la sociedad la problemática de conservación, y las
acciones que se pueden realizar.

En tal sentido, a continuación se profundizan algunos de estos lineamientos generales


que deberían ser discutidos, enriquecidos y consensuados entre la mayoría de los actores
involucrados.

3.5.1 Detección de áreas prioritarias de conservación

Para mantener muestras representativas de cada uno de los tipos de ambientes que se
encuentran en el Distrito del Ñandubay es necesario identificar ciertas áreas que por su mayor
biodiversidad, mejor estado de conservación o bajo grado de amenazas, permitan cumplir con

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

los objetivos de conservación que se planteen, teniendo en cuenta las particularidades


geográficas, ecológicas, económicas, sociales, productivas, etc.

Pueden considerarse como prioritarios para la conservación los bosques ribereños y las
praderas inundables, ya que albergan una rica biodiversidad y poseen una importancia
estratégica para mantener poblaciones locales de plantas y vertebrados. Por otra parte
garantizan la conectividad entre parches remantes de bosques secos y selvas húmedas de
origen paranaense. Además algunas de sus especies presentan en esta región su límite sur de
distribución. A pesar de su distribución lineal que los vuelve vulnerables a los disturbios de
los ambientes circundantes, los bosques higrófilos y los valles de inundación de los ríos
presentan en general una buena tolerancia a la transformación, y en muchas situaciones una
buena capacidad de recuperación cuando disminuyen los impactos antrópicos (Ligier et al.,
1996; INTA, 2005).
Muchas especies que abundan en zonas de praderas también utilizan grandes
extensiones geográficas que incluyen otros ecosistemas (Sala et al., 1995). Los parches de
pastizal inmersos en la matriz del Espinal actúan de refugios albergando a numerosas especies
características de esos ambientes, muchas de ellas amenazadas de extinción por la destrucción
de los pastizales otrora continuos de la región pampeana.
Los bosques xerófilos y arbustales pueden ser considerados con un valor de prioridad
intermedio, aunque debe tenerse en cuenta que los bosques xerófilos originalmente ocupaban
mayores superficies y hoy presentan una drástica reducción, alteración y fragmentación. Sin
embargo, debe evaluarse en qué medida los parches de bosque seco remanentes contribuyen al
mantenimiento de la biodiversidad a un nivel regional.
Afortunadamente todavía subsisten algunos relictos más o menos importantes de
ambientes en relativo buen estado de conservación, como en algunas porciones de la Selva de
Montiel (Entre Ríos) y en el noroeste del Distrito en la provincia de Corrientes. En el caso de
la Selva de Montiel, se trata uno de los sectores con mayor biodiversidad dentro del Espinal, a
modo de ejemplo ha sido citado en séptimo lugar entre los sitios de Argentina con máxima
expectativa de observación de fauna de mamíferos (Chebez, 2002). Por otra parte, gracias a su
grado de aislamiento y baja aptitud agrícola ha sido menos alterado, aunque la mayor parte de
los parches boscosos remanentes están inmersos en explotaciones ganaderas extensivas. La
zona del Espinal lindera con la región del Iberá es muy interesante, ya que además de contar
con bosques, sabanas y pastizales relativamente bien conservados, presenta ingresiones de
muchos elementos comunes del Chaco Oriental que no están presentes en el resto del

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

ñandubaysal. Las selvas ribereñas del río Uruguay, con su gran diversidad florística originaria
de las Selvas Paranenses, debe tratar de protegerse en toda su extensión. Asimismo, debe
estudiarse la mejor forma de manejo para proteger los parches remanentes de Butia yatay, que
presentan graves problemas en su regeneración.
Otras regiones del Distrito deben ser estudias con mayor detalle, con el fin de
identificar relictos de vegetación en buen estado de conservación que puedan servir como
núcleos de futuras áreas protegidas

3.5.2 Creación de nuevas áreas protegidas

Con la excepción del Parque Nacional El Palmar (Entre Ríos) que protege básicamente
una comunidad vegetal particular (palmar de Butia yatay) no hay reservas de magnitud
importante en este distrito. Casi todas las áreas protegidas reconocidas son refugios privados
de muy limitada extensión (del orden de cientos de hectáreas) y muy distanciados entre sí. La
reciente declaración como reserva de una superficie significativa de la denominada “Selva de
Montiel” contrasta con su bajo grado de implementación que no se asegura su efectividad.
Consecuentemente, la superficie cubierta por la totalidad de las áreas protegidas de esta
ecoregión es insuficiente (82.519 hectáreas aproximadamente de las cuales 70.000
corresponden a la Reserva Selva de Montiel), ya que no alcanza siquiera el 5 % del total,
cuando en ámbitos internaciones se recomienda un mínimo del 10% de superficie protegida
por ecoregión. Sin embargo, el sistema de áreas protegidas de Entre Ríos, con jurisdicciones
nacionales, provinciales, municipales y privados, si bien es pequeña, constituye una estrategia
interesante en una provincia muy antropizada, que debiera expandirse a varios departamentos
y coordinarse con la vecina provincia de Corrientes, que no tiene áreas protegidas en su
porción correspondiente al Espinal.
Para la creación e implementación de nuevas áreas protegidas es necesario detectar
tierras fiscales tanto nacionales como provinciales o municipales que presenten bosques
remanentes y estimular la búsqueda de consensos y apoyos por parte de las autoridades y la
población local. Sin embargo, es fundamental el trabajo con los propietarios privados, ya que
éstos concentran casi la totalidad del dominio de la tierra, de forma de incentivar la creación
de reservas privadas en las propiedades donde todavía se conserven importantes sectores de
bosque relictual con bajo nivel de alteración. Si se acompaña de una promoción fiscal y un
asesoramiento técnico adecuado, estas reservas privadas podrían preservar importantes masas
boscosas sin afectar la economía y forma de vida de los actuales propietarios, combinando una

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

explotación racional de los recursos forestales y forrajeros que puede complementarse con un
turismo alternativo de bajo impacto (ecoturismo, fotografía, cabalgatas, trekking, avistaje de
aves, etc.)
La creación de nuevas áreas protegidas podría contribuir al establecimiento de
verdaderos corredores biogeográficos que aumenten la conectividad entre los parches de
bosques remanentes, fomentándose la creación de corredores inter-provinciales que
contemplen prácticas de manejo homogéneas y permitan el desplazamiento de la flora y fauna
de este ecosistema. La posibilidad de planificar un manejo apropiado en los sitios cuyos
bosques fueron desmontados pero que evidencian signos de recuperación es imprescindible
para vincular los parches aislados, y crear áreas potencialmente utilizables por algunas
especies como zonas alimentarias, reproductivas o de tránsito.
Estas acciones se verían potenciadas si se desarrollaran planes de restauración con
especies nativas en las áreas que la vegetación leñosa quedó muy aislada o degradada. Por otra
parte, pueden complementarse con medidas de conservación ex-situ, como bancos de
germoplasma (como los del Programa Nacional de Conservación de Prosopis), o planes de
cría y reintroducción como el rancheo del yacaré overo y cría de carpincho, entre otras
medidas.
En síntesis, más allá de la pobre representación del sistema de áreas protegidas, no sólo
debe pensarse en la creación de nuevas áreas protegidas repartidas en diferentes sitios, ya que
se ha demostrado que éstas solas no aseguran la conservación de la biodiversidad a largo
plazo, sino que es necesario ajustar las estrategias de conservación en todos los ambientes
silvestres del ñandubaysal.

3.5.3 Desarrollo de prácticas de manejo sustentable del ñandubaysal

La alta rentabilidad económica a corto plazo que ofrecen los cultivos de cosecha y el
desconocimiento respecto de las posibilidades de un manejo adecuado de los recursos
naturales del distrito, no contribuyen al mantenimiento de la vegetación natural remanente.
Además, la escasa superficie ocupada por áreas protegidas no satisface las necesidades para la
conservación de la biodiversidad de esta ecoregión. En consecuencia, debe consensuarse un
nuevo ordenamiento territorial que incorpore una visión ecosistémica en la planificación del
uso del suelo, tendiente a:
1. generar condiciones mínimas para mantener en buen estado los bosques
remanentes;

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

2. contribuir a un aumento en la oferta de hábitat y recursos disponibles para la


biodiversidad;
3. disminuir la actual tasa de transformación del paisaje;
4. amortiguar los impactos generados por las actividades productivas en el
entorno inmediato de las zonas boscosas.

Como se ha dicho, la preservación de este ecosistema depende en gran medida del


interés de los propietarios de tierras privadas, que sustentan el dominio de casi todas las tierras
en las que crecen los bosques y sabanas de ñandubay. En consecuencia, la implementación de
claras políticas públicas ambientales, ya sean nacionales o provinciales, debe ser acompañada
por estrategias a corto, mediano y largo plazo que generen diversas opciones viables de
desarrollo local y regional, que contemplen alternativas productivas rentables
económicamente y que tiendan a revertir la actual tendencia en el uso de la tierra. Por otra
parte deben considerarse los siguientes problemas comunes a los sistemas de producción
agropecuaria de la región (Altuve y Pizzio, 2002; INTA., 2006; Sabattini et al., 2002):
1. Escaso desarrollo y difusión de tecnologías adaptadas a los diferentes sistemas
productivos existentes en la región;
2. Necesidad de reducción de daños en los principales cultivos de la región por ataques
de plagas y enfermedades;
3. Problemas de acceso a mercados de los actores con sistemas diversificados;
4. Baja rentabilidad y dificultades de inserción en las cadenas comerciales de los
pequeños productores, acentuado por la baja capacidad organizacional y
asistencialismo político;
5. Deficientes monitoreos sobre el uso de recursos estratégicos como agua (fuentes de
riego) y pastizales (quemas).

La puesta en marcha de estrategias productivas económica y ambientalmente


sustentables en la región implicará la transformación estructural de las actuales prácticas
productivas que tienen profundas raíces económicas, sociales y culturales. Es deseable que, al
menos en un principio, se promuevan actividades mixtas, con bajas inversiones iniciales y
costos de mantenimiento y beneficios a corto plazo, que sean fácilmente adoptables a la
mayoría de los productores locales (Casermeiro y Spahn, 1999a, Sabattini et al., 2002).

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

La planificación y monitoreo de la evolución en el uso de la tierra es imprescindible ya


que la expansión de la frontera agrícola es irregular, espacial y temporalmente, debido a las
coyunturas de mercado y a la gran variabilidad de las precipitaciones anuales y plurianuales;
ya que los períodos húmedos alientan a la intensificación agrícola y al avance de las acciones
antrópicas en zonas de menor aptitud del suelo, provocando que en los períodos secos
disminuya la productividad de los cultivos y pasturas y aumente los riesgos de erosión. Por
otra parte, debido a la dimensión de las propiedades, muchos productores adoptan sistemas de
explotación sin rotaciones agrícolas, disminuyendo la fertilidad del suelo.

Es necesario adecuar el manejo ganadero a la capacidad de carga de los campos y


mejorar la eficiencia de las explotaciones ganaderas (Altuve y Pizzio, 2002; Sabattini y
Dorsch, 2001; Sabattini et al., 2002; Casermerio et al. 1999b), de forma que el productor
obtenga una buena rentabilidad conservando el ñandubaysal y sin tener que verse obligado a
recurrir a la agricultura. En ese sentido es esencial evaluar cuáles son las cargas ganaderas
adecuadas para cada tipo de potrero, la estacionalidad del forrajeo y lograr un mejoramiento
de pastos y pastizales con un perfil marcadamente productivo. La mejora de los sistemas
silvopastoriles debiera resultar en un aumento de la calidad de los forrajes sin comprometer la
regeneración del bosque. Sin embargo, es destacable que el nivel de adopción por los
productores de estrategias de manejo de pastoreo apropiadas es bajo y otras, como la
fertilización o enriquecimiento, deben ajustarse por medio de la experimentación (Dorsch y
Sabattini, 1995; Ligier, 2002). En la región se ha demostrado (Sabattini et al., 2002; Pérego,
2002) que, en bosque de ñandubay tipo parque y con una adecuada estrategia de pastoreo, es
posible el mejoramiento de la vegetación pastoreable logrando un aumento de productividad y
la constitución de núcleos de vegetación donde se concentran una importante diversidad de
especies herbáceas. Una baja capacidad de carga puede desencadenar un proceso de
arbustización importante como lo demuestran las experiencias con exclusión de ganado en el
PN El Palmar, mientras que las consecuencias de una capacidad de carga alta ya fueron
descriptas en la sección 3.1. Por otra parte, la adopción de sistemas silvopastoriles en las
forestaciones comerciales puede contribuir a la prevención de los incendios forestales, ya que
el ganado, convenientemente elegido y adecuadamente manejado, reduce considerablemente
el combustible vegetal del sotobosque.
Entre las prácticas de manejo tradicionales, el uso masivo de fuegos prescriptos es un
tema complejo y discutido, ya que si bien los fuegos moderados pueden mejorar las
condiciones de producción sin afectar mayormente la biodiversidad, muchas veces se los

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

utiliza indebidamente o sin un de control efectivo, sin lograr los objetivos buscados e incluso
afectando extensiones mayores que las planeadas originalmente. Se debe considerar que el
efecto benéfico de los fuegos varía según su intensidad y estacionalidad ya que los factores
que inciden en las quemas prescriptas son el porcentaje de cobertura de herbáceas, la humedad
relativa, la temperatura y la intensidad de los vientos al momento de la ignición y dependen en
gran medida del manejo ganadero post-fuego. En otros ambientes del Espinal, se ha
demostrado ya que la utilización de fuego bajo a moderado no sería una herramienta de
manejo efectiva para reducir la proliferación de especies leñosas, siendo necesarios fuegos de
mayor intensidad (en verano) o quemas repetitivas, que implican mayores riesgos ambientales
o consecuencias no deseadas (Dussart et al., 1998; Peláez et al., 2003). Mientras que en el
ñandubaysal se ha mostrado que fuegos intensos favorecen el desarrollo de malezas y de
procesos erosivos debido a las mayores precipitaciones (Dorsch et al., 2001; Sabattini et al.,
2002). En consecuencia es prioritario realizar estudios técnicos para conocer el
comportamiento y las consecuencias del fuego en la región y la capacitación de propietarios,
productores y grupos comunitarios para el manejo de quemas prescriptas y de incendios
naturales, así como la coordinación en el sistema de prevención y manejo de fuego.
El manejo del ñandubaysal para la producción de productos maderables y no
maderables conservando su integridad ecológica debe transformarse en una posibilidad
concreta que ofrezca alternativas silvícolas viables a la tradicional extracción selectiva que
degrada el medio boscoso. La aplicación de estas técnicas depende de las particularidades de
cada situación (tipo de suelos, pendiente, vegetación arbórea y sotobosque, fauna, riesgos de
incendios, etc.) y pueden integrarse en sistemas agroforestales, silvopastoriles o de uso
múltiple. Sin embargo, las experiencias documentadas no son numerosas aunque existen
algunos resultados que sugieren que es posible lograr una adecuada recuperación y
regeneración del bosque de ñandubay, ya sea mediante el manejo de la regeneración natural o
a partir de técnicas simples de repoblamiento artificial (ver Sabattini et al., 2000a, 2000b,
2000c, 2000d, 2002; Sabattini y Dorsch, 2001; Casermerio et al. 1999a y 1999b). Es deseable
que antes de cada intervención se evalué la calidad del sitio mediante algunos indicadores que
ya han sido desarrollados regionalmente (Casermeiro y Spahn, 2000) y se profundice en el
conocimiento para el desarrollo de guías de buenas prácticas de manejo del bosque nativo.
En áreas profundamente alteradas luego de su utilización con fines productivos, es
conveniente la implementación de planes de restauración que permita la recuperación de estas
tierras a través de la re-introducción de especies vegetales nativas.

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Más allá de lo estrictamente productivo deben valorarse económicamente otras


alternativas económicas como: cotos de caza mayor y menor, pesca, agroturismo, apicultura,
producción de productos medicinales, producciones orgánicas, etc.

3.5.4 Herramientas de incentivo económico

La gestión ambiental y socialmente sostenible de este ecosistema es de una compleja


implementación, ya que es difícil competir con los beneficios económicos a corto plazo que
confieren las actividades productivas de alto impacto como la agricultura intensiva. En
consecuencia, debe implementarse una política fiscal con incentivos económicos que colabore
a modificar la actitud de los productores privados, de forma que éstos no vean al bosque como
una limitación a las actividades productivas, sino como una fuente de recursos (bienes y
servicios) evitando la tendencia a su reemplazo (Arturi, 2006).
Si bien están vigentes mecanismos de promoción a las actividades forestales, por
ejemplo como el que rige en la provincia de Corrientes, no existe un mecanismo eficaz
tendiente a recompensar convenientemente el desarrollo de técnicas y prácticas de manejo
forestal adecuadas en los bosques nativos. En tal sentido, y dada la gravedad de la crisis
ambiental en las que se encuentran estos bosques debe contemplarse la aplicación de
regímenes de promoción o de exención impositiva para compensar por el uso restringido que
realicen aquellos productores que mantengan en buenas condiciones los bosques que existen
en su respectiva propiedad.
Una alterativa viable puede ser la implementación de una certificación ambiental o
forestal, como los bonos de carbono, en la medida que los protocolos internacionales
respectivos avancen en su concreción.
Por otra parte, la conservación de este ambiente y su biodiversidad debe ser
considerada como un beneficio social, por los servicios ambientales provistos, como el aporte
de nutrientes al suelo, control de la erosión, fuente de biodiversidad, reserva de recursos
genéticos, regulación de los ciclos hídricos y climáticos, captación y fijación de carbono,
mantenimiento de la estructura del paisaje y de los valores culturales asociados, etc.
Lamentablemente estos aspectos no son fácilmente evaluables desde un punto de vista
económico-financiero aunque sean beneficios tangibles en términos ambientales, productivos,
culturales, científicos y éticos (Meffe y Caroll, 1994).

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3.5.5 Fortalecimiento de los organismos de gestión y control


Existen muchos aspectos institucionales que deben mejorarse para una efectiva
implementación de políticas de conservación.
Si bien deben fortalecerse algunos aspectos del marco normativo actual, en general su
aplicación es muy heterogénea e insuficiente ya que los organismos de contralor carecen de
capacidad operativa, recursos humanos y/o financieros, así como de una infraestructura de
control y fiscalización adecuada. En ese sentido, es fundamental contar en cada provincia con
un equipo técnico capacitado, una estructura jurídico-administrativa de apoyo, control y
coordinación entre las dependencias con competencia ambiental.
Es deseable una mayor integración de las políticas ambientales y forestales
provinciales y nacionales a nivel regional, de forma de consensuar criterios de gestión y
coordinar acciones que contribuyan al manejo integrado de los recursos naturales del
ñandubaysal, ya que en general las problemáticas ambientales son similares en toda la región.
Asimismo debe promoverse la participación local y regional y la vinculación entre los
organismos estatales y los actores relacionados con la producción primaria y asegurar el
acceso a las fuentes de conocimiento necesarias para la definición e implementación de
medidas de manejo adecuadas. Por tal motivo es imprescindible generar acuerdos entre los
organismos de control ambiental y de fomento a la producción, y las organizaciones
relacionadas al medio ambiente (INTA, SAGPyA, SAyDS, PNMF, Universidades y centros
de investigación, asociaciones de productores, Sociedades Rurales, ONG’s ambientalistas,
etc.).
Es fundamental desarrollar nuevas herramientas de gestión ambiental que promuevan
la negociación en torno a los conflictos derivados del uso y gestión de los recursos
ambientales. En ese sentido sería interesante el desarrollo y mantenimiento de un Sistema de
Información Geográfica (SIG) para el Distrito, en el cual se concentren los parámetros
cualitativos y cuantitativos principales que permitan orientar el ordenamiento territorial, y,
monitorear la evolución general de este ecosistema. Por eso es imprescindible actualizar la
información sobre indicadores vinculados a la presión de uso de la tierra (agrícola, forestal, y
ganadero) y su nivel de intervención.
Finalmente, debe completarse el proceso de planificación de las áreas protegidas en la
Provincia de entre Ríos y coordinarse su funcionamiento con las futuras áreas que se
establezcan en Corrientes.

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3.5.6 Generación de información básica

Para el desarrollo de una gestión ambiental adecuada es necesario abordar el estudio de


este ecosistema desde distintas escalas y miradas disciplinarias y teniendo en cuenta la
participación de instituciones académicas, organismos del estado, entidades no
gubernamentales, productores y la comunidad local.
Si bien existe una importante información de base desarrollada por los diferentes
proyectos científico-técnicos concretados en la región, el acceso a la misma es dificultoso ya
que se encuentra dispersa en diferentes centros de investigación y organismos de gestión.
Por otra parte existe una información deficiente en varios aspectos necesarios para la
toma de decisiones en el uso de la tierra. A modo de ejemplo puede mencionarse que no se
han realizados inventarios exhaustivos de biodiversidad a nivel eco-regional, la ausencia de
monitoreos sistemáticos y periódicos que permitan detectar tendencias ambientales y
poblacionales, insuficiente determinación de los usos potenciales específicos a una escala
local y regional o la falta de índices de biodiversidad a escala regional. En algunos taxones
como algas, líquenes, hongos, invertebrados y microorganismos existen realmente muy pocos
datos.
Desde el punto de vista forestal deben mejorarse los métodos de intervenciones
silvícolas, teniendo en cuenta no sólo la producción de productos maderables sino también el
tradicional manejo silvopastoril que se realiza en sus bosques. Por otra parte, para la
implementación de planes de restauración en áreas degradadas, es necesario potenciar planes
de mejoramiento genético, que permitan un mejor crecimiento y calidad de las especies a
implantar.
Resulta importante determinar los efectos de la fragmentación y de su consecuente
efecto de borde sobre la composición, estructura y funcionamiento del sistema. Sería
fundamental realizar estudios tendientes a identificar especies claves del sistema, ya que ante
el avanzado grado de alteración que presentan la mayor parte de los bosques de ñandubay,
deberían al menos conservarse las especies que aseguran su funcionalidad.
Complementariamente, si bien se han desarrollado guías para evaluar el estado de
condición del bosque (Casermeiro y Spahn, 2000), deben definirse indicadores ambientales,
sociales y económicos que permitan obtener tendencias del estado de sustentabilidad
ambiental y productiva de los ambientes y aplicar tecnologías que cuantifiquen los impactos
antrópicos más importantes.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

Debe profundizarse en estudios acerca de la influencia en la dinámica del fuego y la


intensidad de pastoreo en la disponibilidad de agua en el suelo, los niveles de competencia
inter e intra específica, y el efecto que tienen sobre otros componentes del ecosistema como
las aves, pequeños mamíferos, polinizadores, invertebrados, etc.
El impacto de las especies exóticas ya establecidas no ha sido evaluado y tampoco se
conocen las acciones prioritarias para controlar su avance.

3.5.7 Difusión de la problemática ambiental eco-regional

A pesar de la toma de la toma de conciencia de los problemas del medio ambiente por
parte de una gran parte de la sociedad, una parte importante de la población aún ignora o no
valora en su justa medida los beneficios que brindan los recursos naturales que utilizan. Por lo
tanto, deben promoverse acciones conjuntas para que se instalen en la sociedad,
específicamente en los distintos actores locales y regionales, los aspectos más relevantes y la
problemática específica de esta ecoregión.
La educación ambiental es una herramienta fundamental para que se conozcan mejor
los bienes y recursos que puede aportar este ecosistema a la sociedad y se valore la
importancia de este ecosistema en el mantenimiento de ciertos servicios ambientales.
Afortunadamente en la región hay varias experiencias de educación e interpretación ambiental
que debieran coordinarse y potenciarse entre sí. Los resultados del trabajo educativo son un
paso indispensable que permite la concreción de otras acciones importantes y promueve,
gracias al conocimiento y la acción, la conservación de estas áreas para las generaciones
futuras.

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4. CONCLUSIONES

Aunque no es rico en endemismos, el Distrito del Ñandubay tiene desde un punto de


vista de la conservación un reconocido valor como área de biodiversidad, ya que presenta una
gran heterogeneidad de ambientes y recibe la influencia de especies pertenecientes a los
ecosistemas lindantes Selva paranaense, Chaco y Pampa. Por otra parte, es de una
singularidad elevada ya que el Espinal se presenta principalmente en nuestro país, con algunos
remanentes en el Uruguay (Bertonatti y Corcuera, 2001).
Sin embargo, gran parte de estos bosques han sido desmontados debido a su valor
agrícola, ganadero y/o maderero, sufriendo una retracción drástica de su área boscosa y un
intenso proceso de fragmentación y degradación estructural y funcional, solamente superados
en este aspecto por los otros distritos del Espinal y por el pastizal pampeano (Bertonatti y
Corcuera, 2000). En un análisis integral de todas las eco-regiones de América latina, el
conjunto del Espinal fue clasificado como un ecosistema vulnerable con una prioridad de
conservación moderada a escala regional (Dinerstein et al., 1995); mientras que en un reciente
análisis nacional, su conservación ha sido considerada como prioritaria (Brown et al., 2006).
El proceso de retracción y degradación del ñandubaysal responde a una compleja
trama de causales ecológicas, económicas, sociales, político-institucionales y tecnológicas.
Gran parte de los recursos forestales de la región han sido diezmados por actividades
humanas, muchas veces sinergéticas, entre las principales causas se destacan:
1. sobre-explotación selectiva de maderas duras (floreo);
2. desmonte y tala rasa para la reconversión a tierras agrícolas;
3. larga historia de ganadería extensiva con capacidades de carga elevadas;
4. generalización de la práctica de fuego como herramienta de manejo ganadero y de
los pastizales;
5. reemplazo por plantaciones de especies arbóreas de rápido crecimiento, algunas
con un potencial de invasibilidad alto;
6. construcción de represas y otras obras de ingeniería;
7. uso indebido de agroquímicos para combatir especies perjudiciales;
8. deficiencias en las políticas de gestión y contralor por parte del estado.

Otros problemas se relacionan con la caza furtiva y la introducción de animales


exóticos, que contribuyen a la pérdida de biodiversidad animal y vegetal.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

A pesar de la drástica reducción y transformación que la convierten en una de las


ecoregiones más alteradas del país, las formaciones leñosas remanentes del Distrito del
Ñandubay conforman aún el hábitat de una gran cantidad de especies animales y vegetales
(leñosas y no leñosas) y poseen gran relevancia en el mantenimiento del suelo y en la
regulación hídrica. Además proporciona múltiples beneficios directos o indirectos a los
habitantes.

Las consecuencias ambientales de las actividades antrópicas sobre este sistema de


bosque-sabana-pastizal que conformaba el paisaje original fueron:
1. pérdidas significativas de hábitat para una importante biodiversidad de flora y
fauna silvestre;
2. transformación de la mayoría de los ambientes en agroecosistemas;
3. alto grado de fragmentación de la vegetación remanente;
4. profundos cambios de las formaciones leñosas con predominio de bosques
secundarios, empobrecidos florística, estructural y funcionalmente;
5. importante invasión de especies leñosas exóticas;
6. los pastizales que forman la matriz se encuentran deteriorados y empobrecidos y se
ha desmejorado la calidad y cantidad del recurso forrajero;
7. desplazamiento de la fauna nativa;
8. extinción local de especies y pérdida de reserva de germoplasma, que incluye
extremos naturales de distribución de especies.
9. cambios en las propiedades físicas y químicas del suelo (elevación de las capas
freáticas, cambios de los patrones de drenaje, salinización del suelo, anegamientos,
etc.);
10. aumento de procesos erosivos de origen hídrico de diferente intensidad en varios
sectores,
11. alteración en la intensidad, extensión y frecuencia del régimen natural de fuegos.

También el proceso de devastación de los recursos naturales de la región ha tenido


importantes impactos sociales, económicos y culturales a lo largo del tiempo, entre las que se
incluye un aumento de las condiciones de pobreza de los pequeños productores y un éxodo
desde el campo a los pueblos y ciudades.

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Existe un robusto cuerpo normativo, nacional y provincial, que protege y regula la


explotación racional de los bosques de ñandubay; sin embargo la aplicación del mismo es
insuficiente por deficiencias, presupuestarias, administrativas o escasez de personal, en los
organismos de control.

Para terminar, los bosques de ñandubay presentan un importante valor ecológico,


económico y social, pero se encuentran en un estado crítico, que debe estimular a pensar, de
forma urgente y prioritaria, alternativas a corto, mediano y largo plazo, que permitan un
desarrollo integral de los recursos ambientales y humanos. Para ello es necesario revalorizar al
bosque no sólo desde el punto de vista productivo, sino también por las funciones que cumple
a nivel global. Los propios ciudadanos que conviven y utilizan el ñandubaysal deben
comprender su importancia para asumir el compromiso de conservarlo. Por eso, deben
adoptarse medidas de política ambiental, con base en estudios integrados, que adecue los usos
posibles del territorio a sus características, potencialidades y riesgos de deterioro.
La aplicación de técnicas forestales modernas a un uso racional de los pastizales,
conformando un manejo integrado (agroforestal o silvopastoril) que permita el uso sostenido
de los recursos naturales relacionados con el bosque y la difusión acerca de las posibilidades
de manejo a través de la educación ambiental podrían resultar alternativas viables de
intervención territorial, que contribuyan a maximizar los usos potenciales y disminuir los
riesgos de deterioro, fomentando el conocimiento acerca de la importancia de estos bosques
nativos.

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Estado de Conservación del Distrito del Ñandubay

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APÉNDICE I. Especialistas y funcionarios consultados

CORRIENTES Lugar de Trabajo Especialidad


Luis Mestres Dirección de Bosques Ingeniero Forestal, Director
Ing. Cristina Benitez Dirección de Bosques Ingeniero Forestal, Bosque Nativo
Ing. Roberto Rojas Dirección de Bosques Ingeniero Forestal, Bosque Nativo
Dr. Maria Mercedes Arbo IVONE- CONICET Botánica-Curadora del Herbario
Ing. Romeo Carnevali Retirado Vegetación de Corrientes
Dr. Daniel Ligier INTA EEA Corrientes Recursos Naturales
Dr. Juan Carlos Neiff CECOAL-CONICET Recursos Naturales
Ing. Rafael Pizio INTA EEA Mercedes Recursos forrajeros

ENTRE RIOS
Ing. Conrado Gonzalez Dir. Rec. Nat, Forest y Econ. Director
Lic. Antonio Velazco Dir. Rec. Nat, Forest y Econ. Flora y Fauna
Ing, Hermela Aguerr Dir. Rec. Nat, Forest y Econ. Forestaciones
Ing. Juan de Dios Muñoz UNER Vegetación
Ing. Norberto Muzzachiodi UNER y UAER Ecología
Dr. Pablo Aceñolaza UNER-CONICET Ecología y Fitogeografía
Ing. Hugo Tasi INTA EEA Paraná Suelos
Ing. Guillermina Fagundez UNER Botánica

SANTA FE
Dr. Larreta Dirección de Recursos Nat. Director
Dr. Jose Pensiero UNL (Esperanza) Vegetación
Dr. D`Angelo UNL (Esperanza) Vegetación
Dr. Juan Pablo Lewis UNR Ecología y Vegetación
Dr. Darien Prado UNR Ecología y Vegetación
Dr. Ignacio Barberis UNR Ecología y Vegetación

CORDOBA
Ing. Nestor Cruz Agencia Córdoba Ambiente Ingeniero Forestal
Lic. Daniel Cabido Agencia Córdoba Ambiente Recursos Naturales
Conrado Rosacher Agencia Córdoba Ambiente Areas Protegidas
Dr. Marcelo Cabido IMBIV- UNC Fitogeografía y Vegetación
Ing. Alicia Barchuc UNC Recursos Naturales
Ing. Esteban Alessandria UNC Recursos naturales
Dr. Gabriel Bernardello IMBIV- UNC Vegetación

BUENOS AIRES
Lic. Juan Carlos Chebez APN-Fundación Azara Conservación
Dr. Pablo Herrera FVSA Vegetación del Chaco

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