La crisis colonial favoreció la aparición de movimientos que criticaron la Restauración pidiendo una regeneración y modernización de la política española. El Regeneracionismo es un movimiento ideológico que culpa a la Restauración de todos sus males y pide una modernización política, económica y social. Tras el 98, surgieron movimientos regeneracionistas respaldados por clases medias y encabezados por el pensamiento de Joaquín Costa, que quería dejar atrás los mitos de un pasado glorioso, modernizar la economía y la sociedad, alfabetizar a la población, y organizar a los sectores productivos, desmantelando el sistema caciquil y con una transparencia electoral. Proponía el reparto de la tierra, la restauración del colectivismo agrario, la construcción de grandes obras hidráulicas, y la extensión de un programa educativo, construyendo escuelas. Este regeneracionismo intelectual, fue seguido de uno más práctico: el de los políticos, pero con muchas variantes ideológicas. A pesar de esto, todos los regeneracionismos coincidían en que el desastre del 98 fue culpa del retraso de España respecto a Europa. La forma de conseguir esa modernización variaba tanto como las opciones políticas existentes, en las que se puede hacer una doble división: • Los partidos dinásticos: (surgidos dentro del mismo régimen, partidarios de la ‘revolución desde arriba’, a lo que se denomina Revisionismo). Sivela, Maura y Canalejas son el prototipo de políticos regeneracionistas, luchando contra el caciquismo. La primera manifestación de este Revisionismo fue la revolución ‘desde arriba’ del gobierno conservador de Maura; lo más importante fue una reforma de la legislación laboral que mejoraba las condiciones de los obreros, y la creación del Instituto Nacional de Previsión. La única reforma política fue la Ley de Reforma Electoral de 1907 que, en vez de solucionar el fraude electoral, sólo lo maquilló. El Regeneracionismo del Partido Liberal de Canalejas tuvo mayor alcance, con nuevas leyes laborales, eliminación del impuesto de consumos, la Ley del Candado (creando conventos e instituciones religiosas) y la Ley de Reclutamiento (eliminaba el soldado de cuota). El asesinato de Canalejas (1912) truncó estas reformas. • Los nacionalismos periféricos: culpaban al estado liberal centralista de los males de España. Catalanes y vascos contemplaban la autonomía como parte de la regeneración de España y las reivindicaciones propias. • Los republicanos: culpaban de todos los males a la monarquía y sus estructuras, y defendían la república como sistema de modernización. • El movimiento obrero: también culpaban a la monarquía y los partidos dinásticos de las malas condiciones que sufrían los trabajadores, reclamando un nuevo gobierno más acorde con sus intereses. • Los militares: el desastre también repercutió en ellos. Se inclinaron hacia posiciones conservadoras o autoritarias abandonando las tendencias republicanas del s. XIX. Los militares culpaban a los políticos del desastre, al sistema parlamentario de los males de la nación y concebían a las clases populares como una amenaza para el orden social.
Los distintos tipos de regeneracionismos fueron confluyendo en vísperas de la
segunda república en dos grupos enemigos, hasta enfrentarse en la guerra civil española (1936-1939); por un lado, los nacionalistas periféricos, los republicanos y el movimiento obrero; por otro, los tradicionalistas, los católicos, los nacionalistas españoles y los autoritarios. Además, el desastre originó la formación de un grupo de intelectuales llamado la Generación del 98, caracterizados por su pesimismo, su crítica el atraso peninsular y su reflexión sobre el sentido de España y su papel en la historia. Entre 1830 y 1900 se produjo una gran manifestación de los sentimientos nacionalistas. En España se expandieron por Cataluña y el País Vasco aprovechando la debilidad de los sentimientos patrísticos de muchos ciudadanos. En el caso del nacionalismo catalán, hasta mediados del sigo XIX no se renovaron los sentimientos de diferenciación política y cultural. A partir de los años treinta del siglo XIX surgió la Renaixença, un movimiento intelectual, literario y apolítico. Sus impulsores deseaban contribuir a la difusión del pasado de Cataluña e intentar recuperar sus señas culturales tradicionales de identidad nacional. La mayoría de ellos eran ultracatólicos, providencialistas y antidemócratas que se mostraban hostiles al materialismo del mundo moderno y sentían una honda preocupación por la pérdida de viejas costumbres populares catalanas. Sin embargo, conciliaban el amor a Cataluña con el patriotismo español. En 1882, Valentí Almirall fundó el Centre Catalá, una organización política catalanista que reclamó la autonomía para Cataluña. En 1881, la actividad de Enric Prat de la Riba dio lugar a la fundación de La Unió Catalanista. Su programa(“Bases de Manresa”) reclamaba un amplio régimen de autogobierno para Cataluña y proponía un reparto de funciones entre el poder estatal central y el poder regional autónomo. Sin embargo, esta iniciativa iniciativa excluía el sufragio universal. Diez años más tarde, se formó la Lliga Regionalista, que surgió tras el acuerdo de varios grupos catalanistas moderados. Era burgués, católico, posibilista, ultraconservador y estaba distanciado de posiciones independentistas. Sus principales objetivos eran demandar la autonomía política y defender los intereses económicos de las cuatro provincias. Sin embargo, los proletarios jamás simpatizaron con el catalanismo, y tras varios ataques de aprobó la Ley de Jurisdicciones en 1906. Según ésta, los delitos contra la patria y el ejército serían juzgados, por tribunales militares. Las fuerzas políticas catalanas reaccionaron constituyendo Solidaritat catalana, formada por todos los partidos antimonárquicos, y que obtuvo espectaculares resultados en las elecciones de 1907. Sin embargo, este grupo se desintegró un año más tarde. Aunque la Lliga mantuvo el predominio, sus propósitos y reivindicaciones autonomistas continuaron chocando con el centralismo de los gobernantes de la Restauración, cuya única respuesta consistió en la creación de la Mancomunitat de Cataluña (un organismo que agrupaba a las diputaciones provinciales catalanas). En 1918 se frustró un anteproyecto para conceder el Estatuto de autonomía a Cataluña. Tras la huelga de 1917, los catalanistas de la Lliga tomaron la decisión de dar prioridad a la defensa de los intereses económicos y de los valores esenciales burgueses. Hacia 1920 surgieron nuevos grupos nacionalistas, entre los que destaca el Estat Catalá, fundado por Francesc Macià en 1922, y que defendía el uso de la lucha armada para alcanzar la independencia. El nacionalismo vasco comenzó con la fundación del PNV en 1895 por Sabino Arama, quien tenía antecedentes en el carlismo y en el tradicionalismo foralista. Creó todos los símbolos nacionalistas, y formuló los fundamentos ideológicos del PNV: defensa de la separación de España y creación de un Estado vasco independiente, agresivo radicalismo español, exaltación racista y xenófoba de la etnia vasca y recuperación de las tradiciones culturales propias, apología del tradicional mundo rural vasco, y denuncia del carácter españolista del carlismo. Pasando el tiempo, el líder nacionalista vasco evolucionó hacia otras posturas más moderadas. Durante la primera década del siglo XX, el PNV encontró escasos apoyos sociales, y sólo encontró buena acogida entre la pequeña burguesía urbana y en los medios rurales. Tras la muerte de Sabino Arama, en 1903, el PNV inició una etapa de continua expansión y creó un sindicato obrero nacionalista llamado ELA-STV (Solidaridad de Trabajadores Vascos) en 1911. En 1921, el movimiento se dividió en dos grupos diferentes que habían aparecido tras el surgimiento de dos tendencias enfrentadas. Por una parte, se encontraban los nacionalistas moderados, y por otra los radicales, ambos se volvieron a unir en 1930. Otros movimientos regionalistas y nacionalistas fueron los impulsados en Galicia (Rexurdimento), Valencia (Societat de lo Rat Penat y Valencia Nova), y Andalucía.
La crisis de la Restauración se inició en 1902 y terminó en el año 1923. La crisis
de 1917, puso todas las cuestiones que se habían manifestado por conseguir la aproximación entre la España “oficial” y la “real”. Coincidieron consecutivamente tres revoluciones, aunque no conectaron entre sí. Las Juntas de Defensa estaban organizadas para reforzar su presencia en el Estado y mejorar sus ingresos. A principio de este año(1917), se habían formando Juntas de Infantería y de Caballería, cuyos objetivos eran oponerse al ascenso por méritos de guerra, solicitar una subida de los sueldos y exigir que los gobiernos y el pueblo tuvieran más respeto al ejército. La solución a todo esto fue intentar atraerse al ejército para sostener la monarquía. El resultado fue la Ley del Ejército(1918), que ahora dominaba al gobierno.
Respecto a la Asamblea de Parlamentarios, desde 1917 las Cortes estaban
cerradas y Cambó decidió intervenir. El gobierno no aceptó la petición de abrir las Cortes, a pesar de los suficientes motivos. La Asamblea de Parlamentarios se celebró pese a las dificultades(julio), para entonces, los contactos con los partidos de izquierda habían fracasado. Se produjo de nuevo el contraataque del Gobierno disolviendo la Asamblea que había sido aceptada por la opinión pública. Su fuerza, más tarde, se fue diluyendo. La huelga general de 1917 se resintió de los dos movimientos anteriores. Los motivos fueron que España era uno de los pueblos más arrasados de Europa y había que sacudir al mundo político. En mayo de 1916, la UGR propuso una huelga general. En ese mes, Romanones prometió resolver el problema, pero Deta llegó al poder y no consideró obligatorio cumplir estas promesas. Entonces se formalizó la idea de la izquierda de una huelga general. Aparecieron divergencias entre los organizadores, todo se precipitó y se les fue de las manos. Empezaron huelgas en las que al enfrentarse al ejército hubo muertos y heridos. Era una huelga de carácter político, el proletariado demandaba “un cambio fundamental de régimen político”. Por lo que la huelga tardó en ser dominada. Los sucesos de 1971 marcaron el principio del fin del régimen que siguió vigente hasta 1923. En esos años se registraron 13 crisis totales y 30 parciales de Gobierno. El movimiento obrero entre 1918 y 1920 se vivieron conflictos sociales de enorme intensidad; esta etapa se conoció como el Trienio Bolchevique, a consecuencia de esto la afiliación creció. Sin embargo, a partir de 1921, la represión hizo mella en las organizaciones obreras y la fortaleza de años anteriores desapareció. Este año (1917) fue la gran ocasión perdida para que España pudiera desembarazarse de las ataduras de la Restauración.
Por otra parte tuvo lugar la intervención colonial española en el MAGREB, la
cual fue resultado del juego de alianzas e intereses enfrentados de Gran Bretaña y Francia. El gobierno español sólo quería garantizar la seguridad de Ceuta y Melilla, así como la riqueza minera de hierro, plomo y zinc. En la Conferencia Internacional de Algeciras(1906), todos los estados europeos y Estados Unidos confirmaron los derechos de franceses y españoles sobre Marruecos. Pero hasta el Tratado Francoespañol de 1912 no se realizó el reparto efectivo del territorio marroquí. La ocupación militar de este territorio discurrió con lentitud. Las primeras dificultades comenzaron en 1909, cuando los indígenas marroquíes atacaron el ferrocarril construido cerca de Melilla para explotar los yacimientos del mineral en esa región. La grave situación inferior coincidió con el agravamiento de la guerra en Marruecos al tratar de hacer España efectiva la ocupación de los territorios. La ocupación fue apoyada por los liberales, los conservadores, la burguesía catalana y los republicanos moderados, pero condenada por los socialistas y anarquistas. El mando militar estaba divido entre el alto comisario, Berenguer, y el partidario de la ocupación militar y vinculado al rey, Fernando Silvestre. Una operación precipitada, dirigida por Fernando Silvestre, dio lugar a que rifeños de Abd el Krim, principal líder independentista, infligieran una derrota a las tropas españolas en Annual en el año 1921. Las consecuencias políticas fueron graves, ya que el problema de las responsabilidades influyó en la destrucción del régimen de la Restauración. Esas responsabilidades alcanzaron al propio rey. Sin embargo, la presión en el Parlamento de los liberales y de las fuerzas antidinásticas consiguió que el ejército instruyese un expediente para determinar las responsabilidades militares. Encargado al general Picasso, el expediente tuvo como consecuencia el procesamiento de cierto número de militares, incluido el general Berenguer. El que iba a ser el último gobierno de la Restauración creó una comisión parlamentaria, pero no pudo presentar su informe ni debatirlo en el Parlamento a causa del golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923.
BLOQUE 7.2. LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902) - LOS NACIONALISMOS CATALÁN Y VASCO Y EL REGIONALISMO GALLEGO. EL MOVIMIENTO OB - by Bea Me (Infographic)