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TEMA 8.

LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN (1902-1923)


La crisis colonial favoreció la aparición de movimientos que criticaron la
Restauración pidiendo una regeneración y modernización de la política
española. El Regeneracionismo es un movimiento ideológico que culpa a la
Restauración de todos sus males y pide una modernización política, económica y
social.
Tras el 98, surgieron movimientos regeneracionistas respaldados por clases
medias y encabezados por el pensamiento de Joaquín Costa, que quería dejar
atrás los mitos de un pasado glorioso, modernizar la economía y la sociedad,
alfabetizar a la población, y organizar a los sectores productivos, desmantelando el
sistema caciquil y con una transparencia electoral.
Proponía el reparto de la tierra, la restauración del colectivismo agrario, la
construcción de grandes obras hidráulicas, y la extensión de un programa
educativo, construyendo escuelas.
Este regeneracionismo intelectual, fue seguido de uno más práctico: el de los
políticos, pero con muchas variantes ideológicas. A pesar de esto, todos los
regeneracionismos coincidían en que el desastre del 98 fue culpa del
retraso de España respecto a Europa.
La forma de conseguir esa modernización variaba tanto como las opciones
políticas existentes, en las que se puede hacer una doble división:
• Los partidos dinásticos: (surgidos dentro del mismo régimen, partidarios
de la ‘revolución desde arriba’, a lo que se denomina Revisionismo). Sivela,
Maura y Canalejas son el prototipo de políticos regeneracionistas, luchando
contra el caciquismo. La primera manifestación de este Revisionismo fue la
revolución ‘desde arriba’ del gobierno conservador de Maura; lo más
importante fue una reforma de la legislación laboral que mejoraba las
condiciones de los obreros, y la creación del Instituto Nacional de Previsión.
La única reforma política fue la Ley de Reforma Electoral de 1907 que, en
vez de solucionar el fraude electoral, sólo lo maquilló. El Regeneracionismo
del Partido Liberal de Canalejas tuvo mayor alcance, con nuevas leyes
laborales, eliminación del impuesto de consumos, la Ley del Candado
(creando conventos e instituciones religiosas) y la Ley de Reclutamiento
(eliminaba el soldado de cuota). El asesinato de Canalejas (1912) truncó
estas reformas.
• Los nacionalismos periféricos: culpaban al estado liberal centralista de
los males de España. Catalanes y vascos contemplaban la autonomía como
parte de la regeneración de España y las reivindicaciones propias.
• Los republicanos: culpaban de todos los males a la monarquía y sus
estructuras, y defendían la república como sistema de modernización.
• El movimiento obrero: también culpaban a la monarquía y los partidos
dinásticos de las malas condiciones que sufrían los trabajadores, reclamando
un nuevo gobierno más acorde con sus intereses.
• Los militares: el desastre también repercutió en ellos. Se inclinaron hacia
posiciones conservadoras o autoritarias abandonando las tendencias
republicanas del s. XIX. Los militares culpaban a los políticos del desastre, al
sistema parlamentario de los males de la nación y concebían a las clases
populares como una amenaza para el orden social.

Los distintos tipos de regeneracionismos fueron confluyendo en vísperas de la


segunda república en dos grupos enemigos, hasta enfrentarse en la guerra civil
española (1936-1939); por un lado, los nacionalistas periféricos, los republicanos y
el movimiento obrero; por otro, los tradicionalistas, los católicos, los nacionalistas
españoles y los autoritarios.
Además, el desastre originó la formación de un grupo de intelectuales llamado la
Generación del 98, caracterizados por su pesimismo, su crítica el atraso
peninsular y su reflexión sobre el sentido de España y su papel en la historia.
Entre 1830 y 1900 se produjo una gran manifestación de los sentimientos
nacionalistas. En España se expandieron por Cataluña y el País Vasco
aprovechando la debilidad de los sentimientos patrísticos de muchos ciudadanos.
En el caso del nacionalismo catalán, hasta mediados del sigo XIX no se renovaron
los sentimientos de diferenciación política y cultural. A partir de los años treinta del
siglo XIX surgió la Renaixença, un movimiento intelectual, literario y apolítico. Sus
impulsores deseaban contribuir a la difusión del pasado de Cataluña e intentar
recuperar sus señas culturales tradicionales de identidad nacional. La mayoría de
ellos eran ultracatólicos, providencialistas y antidemócratas que se mostraban
hostiles al materialismo del mundo moderno y sentían una honda preocupación por
la pérdida de viejas costumbres populares catalanas. Sin embargo, conciliaban el
amor a Cataluña con el patriotismo español. En 1882, Valentí Almirall fundó el
Centre Catalá, una organización política catalanista que reclamó la autonomía
para Cataluña.
En 1881, la actividad de Enric Prat de la Riba dio lugar a la fundación de La Unió
Catalanista. Su programa(“Bases de Manresa”) reclamaba un amplio régimen de
autogobierno para Cataluña y proponía un reparto de funciones entre el poder
estatal central y el poder regional autónomo. Sin embargo, esta iniciativa iniciativa
excluía el sufragio universal. Diez años más tarde, se formó la Lliga Regionalista,
que surgió tras el acuerdo de varios grupos catalanistas moderados. Era burgués,
católico, posibilista, ultraconservador y estaba distanciado de posiciones
independentistas. Sus principales objetivos eran demandar la autonomía política y
defender los intereses económicos de las cuatro provincias. Sin embargo, los
proletarios jamás simpatizaron con el catalanismo, y tras varios ataques de aprobó
la Ley de Jurisdicciones en 1906. Según ésta, los delitos contra la patria y el ejército
serían juzgados, por tribunales militares. Las fuerzas políticas catalanas
reaccionaron constituyendo Solidaritat catalana, formada por todos los partidos
antimonárquicos, y que obtuvo espectaculares resultados en las elecciones de
1907. Sin embargo, este grupo se desintegró un año más tarde.
Aunque la Lliga mantuvo el predominio, sus propósitos y reivindicaciones
autonomistas continuaron chocando con el centralismo de los gobernantes de la
Restauración, cuya única respuesta consistió en la creación de la Mancomunitat
de Cataluña (un organismo que agrupaba a las diputaciones provinciales
catalanas). En 1918 se frustró un anteproyecto para conceder el Estatuto de
autonomía a Cataluña.
Tras la huelga de 1917, los catalanistas de la Lliga tomaron la decisión de dar
prioridad a la defensa de los intereses económicos y de los valores esenciales
burgueses.
Hacia 1920 surgieron nuevos grupos nacionalistas, entre los que destaca el Estat
Catalá, fundado por Francesc Macià en 1922, y que defendía el uso de la lucha
armada para alcanzar la independencia.
El nacionalismo vasco comenzó con la fundación del PNV en 1895 por Sabino
Arama, quien tenía antecedentes en el carlismo y en el tradicionalismo foralista.
Creó todos los símbolos nacionalistas, y formuló los fundamentos ideológicos del
PNV: defensa de la separación de España y creación de un Estado vasco
independiente, agresivo radicalismo español, exaltación racista y xenófoba de la
etnia vasca y recuperación de las tradiciones culturales propias, apología del
tradicional mundo rural vasco, y denuncia del carácter españolista del carlismo.
Pasando el tiempo, el líder nacionalista vasco evolucionó hacia otras posturas más
moderadas.
Durante la primera década del siglo XX, el PNV encontró escasos apoyos sociales, y
sólo encontró buena acogida entre la pequeña burguesía urbana y en los medios
rurales.
Tras la muerte de Sabino Arama, en 1903, el PNV inició una etapa de continua
expansión y creó un sindicato obrero nacionalista llamado ELA-STV (Solidaridad de
Trabajadores Vascos) en 1911. En 1921, el movimiento se dividió en dos grupos
diferentes que habían aparecido tras el surgimiento de dos tendencias enfrentadas.
Por una parte, se encontraban los nacionalistas moderados, y por otra los radicales,
ambos se volvieron a unir en 1930.
Otros movimientos regionalistas y nacionalistas fueron los impulsados en Galicia
(Rexurdimento), Valencia (Societat de lo Rat Penat y Valencia Nova), y Andalucía.

La crisis de la Restauración se inició en 1902 y terminó en el año 1923. La crisis


de 1917, puso todas las cuestiones que se habían manifestado por conseguir la
aproximación entre la España “oficial” y la “real”. Coincidieron consecutivamente
tres revoluciones, aunque no conectaron entre sí. Las Juntas de Defensa estaban
organizadas para reforzar su presencia en el Estado y mejorar sus ingresos. A
principio de este año(1917), se habían formando Juntas de Infantería y de
Caballería, cuyos objetivos eran oponerse al ascenso por méritos de guerra,
solicitar una subida de los sueldos y exigir que los gobiernos y el pueblo tuvieran
más respeto al ejército. La solución a todo esto fue intentar atraerse al ejército para
sostener la monarquía. El resultado fue la Ley del Ejército(1918), que ahora
dominaba al gobierno.

Respecto a la Asamblea de Parlamentarios, desde 1917 las Cortes estaban


cerradas y Cambó decidió intervenir. El gobierno no aceptó la petición de abrir las
Cortes, a pesar de los suficientes motivos. La Asamblea de Parlamentarios se
celebró pese a las dificultades(julio), para entonces, los contactos con los partidos
de izquierda habían fracasado. Se produjo de nuevo el contraataque del Gobierno
disolviendo la Asamblea que había sido aceptada por la opinión pública. Su fuerza,
más tarde, se fue diluyendo.
La huelga general de 1917 se resintió de los dos movimientos anteriores. Los
motivos fueron que España era uno de los pueblos más arrasados de Europa y
había que sacudir al mundo político. En mayo de 1916, la UGR propuso una huelga
general. En ese mes, Romanones prometió resolver el problema, pero Deta llegó
al poder y no consideró obligatorio cumplir estas promesas. Entonces se formalizó
la idea de la izquierda de una huelga general. Aparecieron divergencias entre los
organizadores, todo se precipitó y se les fue de las manos. Empezaron huelgas en
las que al enfrentarse al ejército hubo muertos y heridos. Era una huelga de
carácter político, el proletariado demandaba “un cambio fundamental de régimen
político”. Por lo que la huelga tardó en ser dominada.
Los sucesos de 1971 marcaron el principio del fin del régimen que siguió
vigente hasta 1923. En esos años se registraron 13 crisis totales y 30 parciales de
Gobierno. El movimiento obrero entre 1918 y 1920 se vivieron conflictos
sociales de enorme intensidad; esta etapa se conoció como el Trienio Bolchevique,
a consecuencia de esto la afiliación creció. Sin embargo, a partir de 1921, la
represión hizo mella en las organizaciones obreras y la fortaleza de años anteriores
desapareció.
Este año (1917) fue la gran ocasión perdida para que España pudiera
desembarazarse de las ataduras de la Restauración.

Por otra parte tuvo lugar la intervención colonial española en el MAGREB, la


cual fue resultado del juego de alianzas e intereses enfrentados de Gran Bretaña
y Francia. El gobierno español sólo quería garantizar la seguridad de Ceuta y
Melilla, así como la riqueza minera de hierro, plomo y zinc. En la Conferencia
Internacional de Algeciras(1906), todos los estados europeos y Estados Unidos
confirmaron los derechos de franceses y españoles sobre Marruecos. Pero hasta el
Tratado Francoespañol de 1912 no se realizó el reparto efectivo del territorio
marroquí. La ocupación militar de este territorio discurrió con lentitud. Las primeras
dificultades comenzaron en 1909, cuando los indígenas marroquíes atacaron el
ferrocarril construido cerca de Melilla para explotar los yacimientos del mineral en
esa región. La grave situación inferior coincidió con el agravamiento de la guerra en
Marruecos al tratar de hacer España efectiva la ocupación de los territorios. La
ocupación fue apoyada por los liberales, los conservadores, la burguesía catalana y
los republicanos moderados, pero condenada por los socialistas y anarquistas. El
mando militar estaba divido entre el alto comisario, Berenguer, y el partidario de la
ocupación militar y vinculado al rey, Fernando Silvestre. Una operación
precipitada, dirigida por Fernando Silvestre, dio lugar a que rifeños de Abd el Krim,
principal líder independentista, infligieran una derrota a las tropas españolas en
Annual en el año 1921. Las consecuencias políticas fueron graves, ya que el
problema de las responsabilidades influyó en la destrucción del régimen de la
Restauración. Esas responsabilidades alcanzaron al propio rey. Sin embargo, la
presión en el Parlamento de los liberales y de las fuerzas antidinásticas consiguió
que el ejército instruyese un expediente para determinar las responsabilidades
militares. Encargado al general Picasso, el expediente tuvo como consecuencia el
procesamiento de cierto número de militares, incluido el general Berenguer. El que
iba a ser el último gobierno de la Restauración creó una comisión parlamentaria,
pero no pudo presentar su informe ni debatirlo en el Parlamento a causa del golpe
de Estado de Primo de Rivera en 1923.

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