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DE LA TOLERANCIA RELIGIOSA

A LOS DERECHOS CULTURALES


JÜRGEN HABERMAS

“En cuanto las leyes de un país se resignan a mente estos misioneros turcos fueran sorprendidos
1. Tolerancia religiosa admitir varias religiones tienen también que obli- entrando en nuestras casas para cumplir con su tarea
y Estado constitucional democrático gar a éstas a practicar la tolerancia entre ellas [...]. proselitista. Pues si se les diera la misma respuesta
La palabra “tolerancia” se tomó prestada De ahí que resulte conveniente que las leyes exijan que a los misioneros cristianos en Japón, a saber:
del latín y del francés tan sólo a partir del a estas diversas religiones no sólo que no perturben que habían ido movidos por su propio afán de ense-
siglo XVI, esto es, en el entorno europeo de al Estado, sino que mantengan también la paz en- ñar la verdadera religión a aquellos que todavía no la
tre ellas”3. conocían y de preocuparse por la salvación de su
la división religiosa. En este contexto his- prójimos, y a continuación se ahorcase a estos tur-
tórico originario asumió inicialmente el cos, ¿no sería entonces realmente ridículo encontrar
significado estricto de “transigencia” con El concepto mantuvo hasta la época mal que los japoneses actuaran de igual modo?”5.
otras confesiones religiosas1. A lo largo de revolucionaria no sólo la referencia a los
los siglos XVI y XVII la tolerancia se convier- destinatarios religiosos, sino también la Bayle, precursor de Kant en este res-
te en un concepto jurídico. Los gobiernos connotación autoritaria de una mera con- pecto, practicaba ya la asunción recíproca
promulgaron edictos de tolerancia que or- ducta transigente. Con todo, las funda- de perspectivas e insistía en la generaliza-
denaban a los funcionarios y a la población mentaciones filosóficas de la tolerancia re- ción de las ideas a cuya luz juzgamos “la
religiosamente ortodoxa un comporta- ligiosa muestran ya desde Spinoza y naturaleza de la acción humana”6.
miento tolerante en el trato con las mino- Locke el camino que conduce desde el ac- Sobre la base de un reconocimiento
rías religiosas (luteranos, hugonotes, papis- to jurídico de las autoridades que declaran recíproco de las reglas de trato tolerante se
tas, etcétera)2. Del acto jurídico de la tole- unilateralmente el consentimiento religio- logra disolver aquellas presuntas paradojas
rancia gubernativa frente a los heterodoxos so hasta la configuración de un derecho de a las que Goethe como es sabido había
y sus prácticas se desprende la exigencia de libre ejercicio de la religión, que apoyán- apuntado al rechazar la tolerancia por
una conducta tolerante frente a los miem- dose en el reconocimiento recíproco de la considerar que constituía una forma
bros de una comunidad religiosa hasta en- libertad religiosa del otro apunta hacia el ofensiva de benevolencia, por resultar con-
tonces reprimida y perseguida. derecho negativo a la exención de prácti- descendiente7. La paradoja estribaría en el
De una manera más clara que en ale- cas religiosas ajenas. Rainer Forst contra- hecho de que todo acto de tolerancia cir-
mán, en inglés se distingue entre tolerance, pone a la “concepción permisiva” de las cunscribe un terreno marcado de lo que
en tanto que propiedad disposicional o autoridades que garantizan libertades reli- resulta aceptable y de este modo se traza
virtud, y toleration, en tanto que acto ju- giosas la “concepción respetuosa”. Ésta se unos límites a la propia tolerancia. No hay
rídico. Con la expresión Toleranz nos re- corresponde a nuestra comprensión de la inclusión sin exclusión. En tanto que este
ferimos nosotros a ambos sentidos: tanto libertad religiosa como un derecho funda- trazado de límites sea percibido de manera
al ordenamiento jurídico que garantiza la mental que compete a cada persona como autoritaria, esto es, unilateral, la tolerancia
tolerancia como a la virtud política del ser humano con independencia de cual mantendrá grabada la mácula de la exclu-
trato tolerante. Montesquieu resaltó la re- sea la religión a la que se adhiera4. sión arbitraria. La tolerancia sólo podrá
lación consecutiva existente entre ambas Pierre Bayle encontraba siempre nue- sacarse la espina de la intolerancia hacien-
acepciones: vos ejemplos para exhortar a sus intole- do suya la concepción de iguales libertades
rantes oponentes a adoptar la perspectiva para todos y estableciendo un ámbito de
del otro y a aplicar los propios criterios tolerancia que convenza a todos los afecta-
1 Cfr. Allgemeine Handwörterbuch der philosop- también a los adversarios: dos por igual. Dado que todos merecen el
hischen Wissenschaften nebst ihrer Literatur und Ges- mismo respeto, los posibles afectados de-
chichte (ed. Wilhelm Traugott Krug, 1832, 2ª ed.): “Si al muftí le viniera en gana enviar algunos
“Tolerancia (del latín tolerare, transigir, soportar) es misioneros a tierras cristianas, del mismo modo que
transigencia. [...]. Esta palabra es usada en la mayoría el papa los despacha a la India, no creo que se estu-
de los casos en el sentido estricto de transigencia reli-
viera facultado para castigarles cuando posterior- 5 Pierre Bayle, citado según C. Herdtle y Th. Le-
giosa, del mismo modo en que la contrapuesta intole-
rancia se usa en el sentido de intransigencia religiosa”. eb (1987), pág. 42.
2 En 1598 Enrique IV promulgó el Edicto de 6 Ibidem, pág. 38.

Nantes. Véase también el Act Concerning Religion 7 El autor se refiere aquí, probablemente, a una

emitido por el gobierno de Maryland en 1649, el To- 3 Montesquieu, citado según C. Herdtle y Th. famosa sentencia de J.W. Goethe (Maximen und Refle-
leration Act del monarca inglés de 1689 o el decreto Leeb (eds.): Toleranz. Texte zur Theorie und politis- xionen, § 875): “La tolerancia debería ser, en realidad,
de tolerancia de José II en 1781 (uno de los últimos chen Praxis, Stuttgart, 1987, pág. 49. sólo una actitud pasajera; tiene que conducir al reco-
en esta lista de permisos gubernativos). 4 Cfr. infra nota número 10. nocimiento. Tolerar significa ofender” (N. del T.)

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existe, no obstante, un nexo conceptual en-
tre una fundamentación universalista del
derecho fundamental de la libertad reli-
giosa, por un lado, y el fundamento nor-
mativo de un Estado constitucional, esto
es, la democracia y los derechos humanos,
por el otro.
Los ciudadanos pueden especificar los
límites de una tolerancia exigida recípro-
camente sólo si hacen depender sus deci-
siones de un modo de discusión que esti-
mula al mismo tiempo a las partes afecta-
das a adoptar las perspectivas del otro y
atender de manera igualitaria los diferen-
tes intereses. Es precisamente de esta for-
mación deliberativa de la voluntad de la
que se sirven, sin embargo, los procedi-
mientos democráticos del Estado consti-
tucional. De una manera tolerante puede
garantizarse la tolerancia religiosa en
aquellas mismas condiciones en las que
los ciudadanos de una comunidad demo-
crática se conceden mutuamente libertad
religiosa. De esta manera encuentra solu-
ción la supuesta paradoja antes menciona-
da: mediante el derecho al libre ejercicio de
la propia religión y la correspondiente li-
bertad negativa a no ser importunado por
la religión de los otros. Desde el punto de
ben tener en cuenta la perspectiva de los triunfo más alto a las razones subjetiva- vista de una legislación democrática –que
otros si tienen que acordar en común las mente racionales para rechazar conviccio- eleva a los destinatarios del derecho a la
condiciones en las que quieren ejercer la nes y prácticas religiosas ajenas. Incluso condición de autores del mismo– el acto
tolerancia recíproca. aunque ya no sea posible mantener en tér- jurídico que ordena tolerancia recíproca se
Las conocidas condiciones para la minos históricos la tesis de Jellinek acerca fusiona con la obligación virtuosa que se
convivencia liberal entre las diversas co- de la génesis de los derechos humanos a impone uno a sí mismo de mantener una
munidades religiosas satisfacen dicho test partir de la noción de libertad religiosa8, conducta tolerante.
de reciprocidad: en primer término, la re- La paradoja de una intolerancia que
nuncia a los medios políticos coercitivos a es inherente a toda tolerancia que traza lí-
la hora de implantar verdades religiosas y, 8 Referencia a la polémica desatada a finales del si- mites parece, sin embargo, que no se di-
en segundo lugar, la libertad de asocia- glo XIX y comienzos del XX sobre los orígenes doctri- suelve completamente con la generaliza-
nales de la Déclaration des droits de l’homme et du cito-
ción, que excluye la coacción de las con- yen de 1789, protagonizada principalmente por el teó-
ción recíproca de la libertad religiosa co-
ciencias de los propios miembros de la rico del derecho alemán George Jellinek y el politólogo mo un derecho fundamental sino que se
asociación. Tan sólo si las normas de este francés Émile Boutmy. Al respecto, cfr. Georg Jellinek, reproduce en el corazón mismo del Esta-
tenor encuentran reconocimiento más allá Émile Boutmy, Émile Doumerge y Adolfo Posada: do constitucional democrático. Un orde-
Orígenes de la Declaración de Derechos del Hombre y del
de las fronteras confesionales podrán Ciudadano, ed. e intr. de Jesús González Amucháste- namiento constitucional garantizador de
constituir razones que superen con un gui, Editora Nacional, Madrid, 1984 (N. del T.) . la tolerancia tiene que protegerse frente a

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los enemigos de la Constitución. Como dencia a buscar el aseguramiento de la los límites entre un comportamiento tole-
muy tarde con el tránsito “legal” desde la Constitución –y del Estado establecido a rante y otro autodestructivo con disiden-
República de Weimar al régimen nacio- través de ella– en un sistema de vigilancia tes ambiguos, de tal modo que éstos, que
nalsocialista, se hizo evidente la peculiar y defensa funcionalmente óptimo”. No a la postre podrían manifestarse como
dialéctica autoafirmativa de una demo- debería pasarse por alto que “la sustancia enemigos de la Constitución, conservan,
cracia “militante” o “defensiva”9. Los tri- de una democracia liberal no puede ase- sin embargo, la oportunidad de acreditar-
bunales pueden responder a la cuestión gurarse mediante el cercenamiento de las se como los auténticos patriotas constitu-
de los límites de la libertad religiosa en libertades” 10. La democracia militante cionales, esto es, como amigos de un pro-
un caso particular con la apelación a la puede eludir el peligro del paternalismo yecto constitucional concebido dinámica-
ley y a la Constitución. Pero si la Consti- desarrollando la autorreferencialidad del mente. Este trazado autorreflexivo de los
tución misma que garantiza la libertad se procedimiento democrático instituido límites de tolerancia de la Constitución
topa con la oposición de los enemigos de por sí mismo e impulsando la polémica incluso puede entenderse también como
la libertad se plantea entonces la cuestión democrática siempre abierta acerca de la expresión del principio de inclusión igua-
de los límites de la libertad política de correcta interpretación de las disposicio- litaria de todos los ciudadanos, cuyo reco-
una forma autorreferencial. ¿Hasta qué nes constitucionales. nocimiento general ha de ser presupuesto
punto la democracia puede mantener un En este sentido, la actitud que se si la tolerancia de los heterodoxos y disi-
trato tolerante con los enemigos de la de- adopte ante la desobediencia civil repre- dentes pretende ser institucionalizada de
mocracia? senta una suerte de prueba del algodón. modo correcto.
Si el Estado democrático no que Por supuesto, la propia Constitución esta- El pluralismo cosmovisivo y la lucha
quiere autoinmolarse, tiene que compor- blece cómo debe procederse en los con- por la tolerancia religiosa no sólo fueron
tarse de manera intolerante frente al ene- flictos de interpretación constitucional. la fuerza motriz del surgimiento del Esta-
migo de la Constitución usando los ins- Pero con la justificación jurisprudencial do constitucional democrático, sino que
trumentos del derecho penal político o las de la desobediencia civil (una justificación sigue proporcionado también hoy en día
disposiciones relativas a la prohibición de que, sin embargo, no excluye el castigo) el estímulos para configurarlo de manera
partidos políticos (art. 21.2 de la Grund- espíritu tolerante de una Constitución li- consecuente. Antes de abordar la toleran-
gesetz) y a la realización de los derechos beral se extiende más allá de la totalidad cia religiosa como precursor o pionero de
fundamentales (art. 18 y 9.2 de la de la instituciones y prácticas en las que un multiculturalismo adecuadamente
Grundgesetz). Con el enemigo de la Cons- su contenido normativo se coagula en comprendido y de la coexistencia en
titución regresa de nuevo el enemigo del forma positivizada. Una constitución de- igualdad de trato de las diversas formas de
Estado originariamente connotado de mocrática concebida como proyecto de vida culturales en el marco de una comu-
modo religioso: bien sea en la forma secu- realización de iguales derechos cívicos to- nidad constituida democráticamente
larizada del ideólogo político que comba- lera la resistencia del disidente que tras el (apartado3), quiero precisar más rigurosa-
te al Estado liberal o bien en la forma del agotamiento de todas las vías jurídicas mente el concepto de tolerancia y explicar
fundamentalista que combate las formas combate las decisiones legítimamente en qué consiste la carga de las exigencias
de vida modernas como tales. Pero quien aprobadas, aunque siempre con la condi- recíprocas de tolerancia (apartado 2).
define al enemigo de la Constitución no ción de que los ciudadanos “desobedien-
son sino los propios órganos del Estado tes” han de justificar su resistencia de ma- 2. Elementos y condiciones
constitucional. Éste tiene que librarse si- nera plausible a partir de los principios de la tolerancia
multáneamente tanto de la enemistad del constitucionales y han de ejercitarla de De pasada hemos mencionado ya los tres
adversario existencial como de la traición manera pacífica, es decir, con medios componentes que Rainer Forst distingue
de los propios principios, esto es, del peli- simbólicos11. Ambas condiciones especifi- en el concepto moderno de tolerancia ba-
gro, siempre al acecho en esta situación, can los límites –aceptables también para jo los puntos de vista del rechazo, la acep-
de recaer de manera autoculpable en una los adversarios democráticos– de la tole- tabilidad y la recusación12. Las regulacio-
praxis autoritaria que establece unilateral- rancia política en los que ha de moverse nes de la tolerancia tienen su origen en los
mente los límites de la tolerancia. Mien- una democracia constituida en términos conflictos religiosos. El desafío consiste en
tras que la tolerancia religiosa puede de Estado de derecho a la hora de defen- que el rechazo recíproco de convicciones y
transmitir a la democracia el problema de derse de sus enemigos de un modo no pa- prácticas resulta comprensible por buenas
la autolimitación paradójica, la democra- ternalista. razones subjetivas a pesar de que no exista
cia misma tiene que reelaborar la paradoja Con el reconocimiento de la desobe- ninguna perspectiva racional para resolver
de la tolerancia constitucional en el pro- diencia civil, el Estado democrático racionalmente el disenso (a).
pio medio jurídico. afronta la paradoja de la tolerancia que Por eso, el disenso subsistente entre
Una protección constitucional ejerci- vuelve a presentarse ahora en la dimen- creyentes, disidentes religiosos y no cre-
da de manera paternalista agudiza la para- sión del derecho constitucional. Establece yentes tiene que desvincularse del nivel
doja. Pues un derecho que se materializa social para que así puedan continuar inte-
en un “orden axiológico objetivo” conlle-
va, como ya vio Konrad Hesse, “la ten- 10 Konrad Hesse, Grundzüge des Verfassungs-

rechts der Bundesrepublik Deutschland, 1990, comen- 12 Véanse las siguientes obras de Rainer Forst:
tario nº 694; cfr. G. Frankenberg, Die Verfassung der “Toleranz, Gerechtigkeit und Vernunft”, en idem,
9 Karl Loewenstein, “Militant Democracy and Republik, Suhrkamp, Francfort, 1997, págs. 107 y sigs. Toleranz, Francfort, 2000, págs. 144-161; “Grenzen
Fundamental Rights”, en American Political Science 11 Cfr. mis dos trabajos sobre la problemática de
der Toleranz”, en W. Brugger y G. Haverkate (eds.),
Review (31), 1937; cfr. del mismo autor, Teoría de la la desobediencia civil: Jürgen Habermas, Ensayos polí- Grenzen als Thema der rechts- und Sozialphilosophie,
Constitución, trad. de Alfredo Gallego, Ariel, Barcelo- ticos, trad. de Ramón Cotarelo, Península, Barcelona, ARSP, Beiheft 84, Stuttgart 2002; y Toleranz im
na, 1976.. 1987, págs. 51-89. Konflikt, Suhrkamp, Francfort (en prensa).

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mala la correspondiente conducta vital.


La tolerancia protege a una sociedad plu-
ralista de ser desgarrada como comunidad
política por conflictos entre cosmovisio-
nes rivales.
Sólo puede ejercer la tolerancia quien
subjetivamente tiene razones convincen-
tes para rechazar a los que tienen creen-
cias diferentes. Tolerancia no significa in-
dolencia, pues la indiferencia ante las
convicciones y prácticas de los otros,
cuando no la apreciación positiva del otro
y su alteridad, harían superflua la toleran-
cia. De todos modos, las razones de re-
chazo que se precisan para ejercer la tole-
rancia no pueden ser mantenidas como
buenas tan sólo de manera subjetiva, sino
que tienen que poder ser sostenidas como
válidas también de manera pública. Los
meros prejuicios no cuentan. Sólo puede
darse un discurso sobre la tolerancia si los
participantes pueden apoyar su rechazo
en una no coincidencia perdurable expre-
sada en términos racionales. En este senti-
do no todo rechazo resulta racional. Cier-
tamente no combatimos al racista o al
chauvinista con un llamamiento en pro
de una mayor tolerancia, sino con el re-
querimiento de que supere sus prejuicios.
Frente al ser del otro lo primero que resul-
ta obligado es evitar discriminaciones; lo
primero es, pues, un respeto igual para
todos, y no tanto tolerancia frente al que
piensa diferente.
Esto conduce a la interesante conclu-
sión de que la tolerancia sólo puede co-
menzar más allá de la discriminación. Co-
mo en el caso de la libertad religiosa, sólo
podemos exigir tolerancia tras la elimina-
ción de los prejuicios en virtud de los
cuales una minoría ha sido reprimida.
Como muestra el ejemplo del antisemitis-
ractuando en cuanto ciudadanos de la el Estado, un imperativo que proporciona mo, ciertamente el rechazo del heterodo-
misma comunidad. Para ello se requiere, también una base normativa para la gene- xo se encuentra fácticamente vinculado
sin duda, un fundamento aceptado en co- ralización de los derechos religiosos y cul- con arraigados prejuicios que van más allá
mún de razones imparciales que, aunque turales (c). de la emancipación jurídica de los ciuda-
no neutralicen las buenas razones para el a) La especificación de los compo- danos judíos. Pero, como se muestra en el
rechazo, las superen con un triunfo más nentes de rechazo responde a la pregunta Natán de Lessing, tan sólo tras la supera-
alto (b). relativa a cuándo se da una situación que ción de todos los prejuicios emergen en-
Las regulaciones jurídicamente vincu- hace necesaria y posible una conducta to- tre los cristianos, musulmanes y judíos
lantes requieren en última instancia la de- lerante. El concepto sería utilizado de ma- ilustrados aquellas diferencias de fe que
limitación entre lo que debe ser tolerado nera excesivamente laxa si “tolerancia” se proporcionan “buenas” razones para el re-
y lo que no puede ser tolerado. La impar- refiriera en general a la disposición a un chazo de convicciones y prácticas
cialidad de las razones reflejadas en favor trato paciente o transigente con los demás extrañas13. Por su parte, tras la superación
de la aceptabilidad y recusación se asegura, o con los extraños. Se trata, más bien, de de los correspondientes prejuicios frente a
como ya se ha indicado ante, mediante la virtud política de los ciudadanos– en
un procedimiento inclusivo de formación cuanto tal no exigible en términos jurídi-
deliberativa de la voluntad que exija de cos– en el trato con los otros ciudadanos 13 Referencia a la noción de tolerancia entre las

los participantes respeto recíproco y que sustentan una opinión rechazada. diferentes religiones monoteístas desarrollada por
adopción mutua de la perspectiva del Debemos respetar en el otro también al G.E. Lessing en su obra dramática Natán el sabio (Es-
pasa-Calpe, Madrid, 1985) mediante el conocido arti-
otro. Estas exigencias concuerdan con el conciudadano aún cuando consideremos ficio literario de la «parábola de los tres anillos» (N.
imperativo de neutralidad dirigido hacia falsos tanto su fe como su pensamiento y del T.).

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los negros, los homosexuales o las mujeres da de verdades no descubiertas, que para pro de la tolerancia debemos explicar por
no queda ningún otro componente de lo nosotros se encuentran aún en un hori- qué resultan aceptables las razones que
extraño o de lo heterogéneo al que pueda zonte futuro. Los creyentes, por el contra- superan moralmente a las razones a favor
remitirse un rechazo fundamentado y re- rio, se conciben como intérpretes de una del rechazo. Se trata de una doble carga:
conocido en general como legítimo. verdad que ha sido revelada en el pasado, por una parte, quien es tolerante sólo pue-
Junto a esta especial cualificación exi- no revisable, que es susceptible de ser de- de realizar el propio ethos en los límites de
gible a las razones de rechazo (esto es, que fendida con buenas razones frente a otras lo que corresponde a todos de manera
se presenten como resultado de un disen- verdades de fe en concurrencia. En este igualitaria; por la otra, también tiene que
so racional persistente), las concepciones sentido, las disputas entre las diversas respetar el ethos de los otros en estos lími-
rechazadas, pero toleradas, tienen que concepciones políticas de los partidos, tes. No deben aceptarse ni las concepcio-
mantener ellas mismas una referencia in- que de acuerdo con procedimientos de- nes rechazadas ni las distintas pretensiones
terna con la praxis humana. Así es como mocráticos forcejean entre sí para obtener de validez en competencia. Las pretensio-
las religiones soterológicas alcanzan su influencia, tiene mayor semejanza con las nes de validez y las certezas propias que-
significación para la salvación personal disputas teóricas de los científicos que dan así sin fundamento. La carga no se
del creyente como fuerza directamente con las disputas dogmáticas de los teólo- deriva de una relativización de las propias
orientadora de la acción. Pero también las gos. Mutatis mutandis las disputas sobre convicciones, sino de la restricción de su
cosmovisiones de origen metafísico o las opiniones políticas están asimismo tan re- eficacia práctica. Esta exigencia conlleva
ideologías políticas explican el mundo, la guladas por procedimientos democráticos que las formas de vida prescritas por la
historia o la sociedad mediante un len- que los participantes las dirimen con el propia religión o el ethos inscrito en la
guaje plagado de contenido normativo y fin de lograr soluciones que sean acepta- propia imagen del mundo únicamente se
con consecuencias prácticas para una vida bles racionalmente. No obstante, en las pueden poner en práctica si se observan
que puede malograrse. Sólo las concep- controversias políticas el horizonte del no derechos iguales para todos. Esta carga es
ciones con un contenido ético semejante acuerdo esperable racionalmente resulta de tipo cognitivo en tanto que la moral y
resultan efectivas en términos de compor- más amplio que en las disputas científi- el derecho de una sociedad constituida en
tamiento y habilitan para exigir una tole- cas. La expectativa de que persista el di- términos liberales tienen que compaginar-
rancia que refrene las conductas. Por el senso se refiere tan sólo a la fuerte imbri- se con aquellas convicciones religiosas en
contrario, frente a las teorías científicas cación que las convicciones políticas donde se encuentra enraizado el propio
concurrentes nos comportamos de modo mantienen con convicciones de fondo de ethos. Lo que esto significa puede mostrar-
crítico y escrutador, pero no de forma to- naturaleza cosmovisiva. se en aquellas adaptaciones cognitivas que,
lerante. Por eso únicamente se puede hablar como muy tarde, les fueron exigidas a la
En las disputas teóricas, ya la propia de “tolerancia política” en un sentido es- conciencia religiosa a partir de la Reforma
especificación funcional de la empresa tricto: no en la actividad política cotidia- protestante.
científica vela por neutralizar los conflic- na de una democracia, sino en el contexto Toda religión es originariamente una
tos de acción en el mundo de la vida, una de conflictos entre ideologías políticas “imagen del mundo” o, como dice John
neutralización que se diluye en las dispu- omniabarcantes. Mientras los ciudadanos Rawls, una comprehensive doctrine en el
tas religiosas a causa de la relevancia di- disputen sobre problemas políticos que sentido de que también reclama tener au-
recta que poseen las verdades de fe para consideran solucionables, basta con una toridad para estructurar una forma de vi-
los modos de vida personales. Los cientí- conducta cívica: tolerancia no es lo mis- da en su totalidad. Esta pretensión de con-
ficos se ven envueltos en tales conflictos mo que la virtud política de un compor- figurar ampliamente la vida, incluyendo
tan sólo si la praxis investigadora puede tamiento cívico. La definición que John también a la sociedad, tiene que formu-
acarrear consecuencias (como en el caso Rawls propone de semejante “deber de ci- larla toda religión tan pronto como la vi-
de la investigación con embriones) que vilidad” (duty of civility) se acerca cierta- da de las comunidades religiosas se dife-
afectan a la autocomprensión ética de las mente a la de tolerancia: “Este deber im- rencia en las sociedades pluralistas de la
personas fuera de la investigación. En ello plica también una disposición de escu- vida de la comunidad política en la que
se muestra, por cierto, que el naturalismo char a los demás, así como ecuanimidad a aquellas se insertan. Las grandes religio-
–que se apoya en una elaboración sinteti- la hora de decidir cuándo sería razonable nes tienen que apropiarse de los funda-
zadora de informaciones científicas– es de acomodarnos a sus puntos de vista”14. No mentos normativos del Estado liberal aun
naturaleza cosmovisiva y que, en relación debe confundirse la tolerancia hacia los cuando exista, de nuevo bajo sus propias
a la relevancia del saber para las orienta- heterodoxos con la disposición a la coo- premisas, un vínculo genealógico entre
ciones éticas de la acción, se encuentra a peración y a la búsqueda de arreglos. Más ambos (tal como sucede en el caso de la
la misma altura que las interpretaciones allá de la búsqueda de la verdad, la since- tradición judeo-cristiana). Para “incrus-
religiosas. ridad, la confianza mutua y el sentido de tar” la moral de los derechos humanos en
Tolerancia reclaman únicamente la justicia, la tolerancia resulta necesaria las diversas imágenes del mundo de tipo
aquellas concepciones que mantienen tan sólo cuando las distintas partes ni religioso, John Rawls ha elegido la ima-
conflictos entre sí por razones subjetiva- buscan ni creen posible un acuerdo racio- gen de un módulo que encaja en cada
mente compresibles, aunque sin albergar nal sobre las convicciones en disputa. uno de los contextos ortodoxos de funda-
expectativa racional alguna de lograr un b) Si queremos saber en qué consiste mentación a pesar de que está construido
acuerdo motivado. Los científicos parten exactamente la carga de las exigencias en tan sólo mediante razones neutrales en
de que en su labor se ocupan de proble- términos cosmovisivos15. Considerado en
mas que por regla general admiten una
solución convincente, aunque en princi- 14 John Rawls: Liberalismo político, trad. de An-

pio también criticable. Están a la búsque- toni Domènech, Crítica, Barcelona, 1996, pág. 252. 15 Cfr. J. Rawls (1996), Primera Conferencia, & 2.

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términos funcionales, la tolerancia religio- zado, que con un ligero equipaje metafísi- mo respeto a cada ciudadano con inde-
sa debe amortiguar la destructividad so- co puede embarcarse en una fundamenta- pendencia de su autocomprensión ética y
cial que comporta un disenso persistente ción autónoma –o moralmente “indepen- su forma de vida se convierte en una exi-
e irreconciliable. Pero la exigida diferen- diente”– de la democracia y los derechos gencia. Diferente que la competencia en-
ciación de roles entre miembros de una humanos, lo justo –o el punto de vista tre valores, la contradicción entre verda-
comunidad y ciudadanos de una sociedad moral– tiene preferencia sobre el bien des éticas precisa por eso de tolerancia.
tiene que ser fundamentada de manera concebido de manera sustantiva. Bajo esta Esta asimetría en la carga que deben
convincente desde el punto de vista de la premisa, del pluralismo de modos de vida, soportar creyentes y no creyentes se equi-
religión si no se quiere que prosigan los en los que se reflejan cada una de las dis- libra al menos con el hecho de que el ciu-
conflictos de lealtad. tintas imágenes del mundo, no se deriva dadano lego en materia religiosa se con-
La forma religiosa de socialización co- ninguna disonancia cognitiva con las pro- fronta con una exigencia de tolerancia di-
munitaria es armonizable con la forma se- pias convicciones éticas. Pues lo que aho- ferente. La comprensión de la tolerancia
cular únicamente si también desde la ra se encarna en los diversos modos de vi- de las sociedades constituidas liberalmen-
perspectiva interna los correspondientes da son sólo orientaciones valorativas dis- te exige no sólo a los creyentes que en el
valores y normas no sólo se diferencian tintas. Y los distintos valores son para trato con los heterodoxos tomen en con-
unos de otros, sino si uno procede del otro cada uno de ellos valores diferentes que sideración de manera racional la persisten-
de manera consistente. Si la diferencia- no se excluyen entre sí del mismo modo cia de un disenso. Esta misma actitud es
ción entre ambos tipos de pertenencia de- que si fueran verdades diferentes. requerida también a los no creyentes en el
be superar un mero modus vivendi el cam- En los juicios éticos está inscrita la re- trato con los creyentes. Sin embargo, para
bio no puede agotarse en una adaptación ferencia a una primera persona, a saber: a la conciencia secularizada esto implica
cognitivamente acomodaticia del ethos re- la biografía de un individuo o a la forma una exhortación a analizar autocrítica-
ligioso a las leyes impuestas de la sociedad de vida de un colectivo. Por eso, lo que mente la relación entre creer y saber, pues
secular. Exige diferenciar cognitivamente para una persona es bueno en su contexto la expectativa de una no concordancia
la moral social prescrita en la Constitu- puede ser malo para otra en un contexto perdurable entre saberes racionales sobre
ción democrática del ethos comunitario. diferente. Si la valoración de formas y el mundo y tradiciones religiosas obtiene
En muchos casos, esto hace necesaria la proyecto de vida diferentes no exige la el predicado “racional” tan sólo si desde la
revisión de las imágenes y prescripciones misma adhesión universal que los juicios perspectiva del saber secular se otorga a
que se apoyan en una larga tradición her- de justicia o los enunciados fácticos, po- las convicciones religiosas un status episté-
menéutica de los escritos sagrados (como demos respetar a todos de igual manera mico que no es puramente irracional.
sucede, por ejemplo, en el caso del enjui- sin tener que profesar para todas las for- Pero, ¿cómo podemos conciliar en ge-
ciamiento dogmático de la sexualidad). mas de vida la misma valoración. Para la neral la progresiva naturalización del espí-
En los casos difíciles, incluso resulta dis- conciencia secularizada no existe así nin- ritu humano con esta declaración del es-
cutible el mero hecho de calificación unos guna dificultad en reconocer que un ethos píritu político? La distinción entre “creer
hechos –que precisan de regulación– co- ajeno goza para el otro de la misma au- y saber”, tema que ocupó a la filosofía
mo cuestión “moral” o como tenticidad y de la misma prioridad que el desde el siglo XVII, adquiere hoy de nue-
cuestión“ética”16. Así, por ejemplo, en las ethos propio para uno mismo. No puede vo su carga altamente polémica en vista
cuestiones relativas al aborto, los tribuna- extraer esta misma consecuencia quien, de los progresos de la biogenética y la in-
les públicos tendrían que atribuir a los ca- por el contrario, logra su autocompren- vestigación neurológica17. En cualquier
tólicos como parte de su especial ethos re- sión ética a partir de las verdades de fe caso, el Estado secularizado tan sólo pue-
ligioso una concepción que se apoya des- que reclaman validez universal. de proporcionar tolerancia de una manera
de su punto de vista en juicios morales, Para los creyentes o para los viajeros imparcial si garantiza que en la esfera pú-
esto es, en juicios válidos –según su pre- provistos de un gran equipaje metafísico blica el pluralismo cosmovisivo puede de-
tensión– universalmente. existe una prioridad epistémica de lo bue- sarrollarse sin trabas –esto es, sin regula-
Bajo este punto de vista complemen- no sobre lo justo. Bajo esta premisa, la va- ciones que prejuicien el contenido– sobre
tario del respeto del ethos del otro, se tor- lidez del ethos depende de la verdad de la la base del respecto recíproco. Para ello
na aún más claro que las cargas concomi- imagen del mundo que conforma su con- hay un buen motivo: las concepciones
tantes de la tolerancia se reparten desi- texto. Así pues, a las distintas orientacio- políticas sobre un asunto controvertido
gualmente entre creyentes y no creyentes. nes éticas de la vida y a las formas de vida que se formulan en un lenguaje religioso
Para la conciencia del ciudadano seculari- en competencia se les asocia la pretensión y desde determinadas perspectivas cosmo-
de validez exclusiva de las imágenes del visivas pueden también abrir los ojos de
mundo en las que se basa. Tan pronto otros ciudadanos a aspectos hasta enton-
16 De acuerdo con la peculiar terminología ha- como la propia representación de la vida ces descuidados, de tal modo que mantie-
bermasiana, los campos semánticos de la ética y de la correcta se orienta por caminos religiosos nen influencia sobre la formación mayori-
moral no son coincidentes: mientras que la ética se
ocupa de cuestiones relativas a la vida buena, la moral
de salvación o concepciones metafísicas taria, incluso cuando el asunto mismo no
trataría de elucidar cuestiones relativas a lo justo. Tam- de lo bueno, surge una perspectiva divina se decide bajo una descripción impregna-
bién el alcance de sus respectivas pretensiones de vali- (o una view from nowhere) desde la que (o da en términos cosmovisivos.
dez resulta divergente: mientras que la fuerza prescrip-
tiva de la ética depende del contexto social (del ethos
desde donde) las otras formas de vida no c) Después de haber considerado las
de una determinada comunidad), la moral aspiraría a sólo aparecen como distintas, sino como
un reconocimiento universal de sus prescripciones. erradas. Si el ethos diferente no es sólo una
Cfr. Jürgen Habermas: “Del uso pragmático, ético y cuestión de valoración relativizable, sino
moral de la razón práctica”, en Aclaraciones a la ética 17 Cfr. Jürgen Habermas: “Creer y saber”, en El
del discurso, Trotta, Madrid, 2000, págs. 109-125 una cuestión referente a la verdad o no futuro de la naturaleza humana, Paidós, Barcelona,
(N. del T.). verdad, la pretensión de dispensar el mis- 2002, págs. 129-146 (N. del T.).

Nº 129 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA


n
9
DE LA TOLERANCIA RELIGIOSA A LOS DERECHOS CULTURALES

razones de rechazo y aceptabilidad, se


aborda el tercer componente conceptual
de la tolerancia: en las razones que exclu-
yen el comportamiento intolerante se mues-
tra si el Estado respeta el mandato de
neutralidad y si la legislación y la juris-
prudencia institucionalizan la tolerancia
de una manera correcta. Así, por ejemplo,
en Gran Bretaña y en los Estados Unidos
los sijs han logrado excepciones a las re-
gulaciones generales de seguridad para
poder portar turbantes y machetes (kir-
pans). También en Alemania los litigios
jurídicos de este tenor se ocupan de la de-
limitación entre las prácticas y leyes de la
cultura cristiana mayoritaria y las preten-
siones de las minorías religiosas. Éstas exi-
gen igualdad de trato en nombre de la li-
bertad religiosa (como los Testigos de Je-
hová, que han reclamado al Tribunal
Constitucional Federal el reconocimiento
como corporación de derecho público) o
regulaciones excepcionales (v. gr. turban-
tes o comida koscher) o prestaciones esta-
tales (como, por ejemplo, clases imparti-
das en las diversas lenguas maternas den-
tro de las escuelas públicas). En estos
casos los tribunales tienen que decidir a
quién le toca consentir el ethos, cuándo y
de quién: ¿Deben consentir los habitantes
de pueblos cristianos la llamada del mue-
cín? ¿Los protectores de aminales el dego-
llamiento de los terneros según el ritual
judío? ¿Los escolares sin confesión o de
otras confesiones el pañuelo (hiyab) de las
alumnas musulmanas? ¿El padre turco las
clases mixtas de deporte de su hija?18.

3. La tolerancia religiosa
como impulsora del multiculturalismo
La libertad religiosa pone en prueba la
neutralidad del Estado. Ésta se ve amena-
zada a menudo por el predominio de una
cultura mayoritaria que hace mal uso de substancialización de la comprensión de neutralidad puede ser vulnerado en este
su poder definitorio –logrado a lo largo una Constitución esencialmente procedi- punto tanto por la parte laicista como por
de la historia– e impone sus propios crite- mental 19 . La substancia moral de los la religiosa.
rios sobre lo que ha de valer en una socie- principios constitucionales está asegurada Un ejemplo de la vulneración de di-
dad pluralista como cultura política vin- mediante procedimientos que deben su cho principio desde la parte laicista sería
culante para todos. Esta fusión indisolu- fuerza legitimatoria a la imparcialidad y a el caso del chador; de la vulneración desde
ble puede conducir a una furtiva la consideración igualitaria de intereses y la parte religiosa, la reacción del gobierno
se desmorona si de soslayo se cuelan imá- de Baviera a la sentencia sobre los crucifi-
genes de una eticidad substancial a la ho- jos dictada por el Tribunal Constitucional
18 Cfr. la serie de preguntas enumeradas por D.
ra de interpretar y poner en práctica las alemán con sede en Karlsruhe. En el pri-
Grimm en la edición del 21 de junio de 2002 del
Frankfurter Allgemeine Zeitung: “¿Puede llevar turban-
prescripciones formales. El mandato de
te un motociclista sij apelando a su deber religioso y
quedar así exento de la obligación general de llevar ¿Tiene que permitirse en las ciudades alemanas la lla-
casco? ¿Se le tiene que servir comida koscher a un pre- pueden abrir los sábados por motivos religiosos? ¿Tie- mada del muecín transmitida por altavoces del mismo
so judío? ¿Tiene derecho un trabajador musulmán a ne derecho una alumna musulmana a ser eximida de modo que las campanas? [...] ¿Se les tiene que prohi-
interrumpir su jornada laboral para realizar sus oracio- las clases de educación física porque a ella no le está bir aquí la poligamia a los mormones, cuando en su
nes? ¿Puede ser despedido un trabajador por ausentar- permitido mostrarse ante los otros alumnos en traje país de origen se les permite?”.
se del trabajo en las fiestas mayores de su comunidad de deporte? ¿Puede llevar pañuelo en la escuela una 19 Sobre la unidad de la cultura política en la mul-

religiosa? ¿Pierde por dicho motivo el derecho a pres- alumna musulmana? ¿Qué sucede cuando se trata de tiplicidad de subculturas, cfr. Jürgen Habermas, La in-
taciones de desempleo? ¿Se les tiene que permitir abrir maestras de una escuela pública? ¿Vale para las mon- clusión del otro, trad. de Juan Carlos Velasco y Gerard
los domingos a los comerciantes judíos porque no jas algo distinto que para las maestras islámicas [...] Vilar, Paidós, Barcelona, 1999 cap. II, sección cuarta.

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JÜRGEN HABERMAS

mer caso, la dirección de una escuela debate sobre el multiculturalismo gira distribución desigual de las oportunida-
francesa prohibió a las alumnas musulma- ahora menos en torno a la postergación des sociales de vida. En muchos casos
nas llevar su tradicional pañuelo; en el de las minorías religiosas que en torno a tampoco es posible aspirar ni siquiera a
otro caso, un gobierno federado se opuso la fijación del día de la fiesta nacional, la una compensación de las consecuencias
a la sentencia del mencionado Tribunal regulación del idioma oficial (o de los de la desigualdad de status: así, por ejem-
que había admitido la reclamación de los idiomas oficiales), el fomento de las clases plo, homosexuales y mujeres proceden de
padres contra la presencia de un crucifijo en lengua materna para las diversas mino- manera proporcional de todos los extrac-
en el aula de su hija. En el primer ejem- rías étnicas o nacionales, las cuotas reser- tos sociales. La exclusión de determinados
plo se sometía a discusión la libertad reli- vadas para mujeres, negros y aborígenes ámbitos sociales de vida muestra qué es lo
giosa positiva; en el segundo, la negativa. en la política, en los puestos de trabajo y que se le niega a los discriminados: la per-
Los adversarios católicos de la sentencia en la universidad. Sin embargo, desde el tenencia social sin restricciones. Los me-
de los crucifijos defienden el símbolo reli- punto de vista de la inclusión igualitaria canismos de exclusión que se han solidifi-
gioso del crucificado como expresión de de todos los ciudadanos, la discrimina- cado estructuralmente son difícilmente
“valores occidentales” y, por ello, como ción religiosa en encuadra en la lista de la apreciables. Aunque la discriminación en
parte de una cultura que puede ser com- discriminación cultural o lingüística, étni- la igualdad formal de derechos se ha re-
partida por todos los ciudadanos20. Este ca o racial, sexual o corporal. plegado hacia formas más discretas del
es el clásico caso de una sobregeneraliza- La inclusión afecta a uno de los dos trato informal e incluso hacia el lenguaje
ción político-cultural de una praxis regio- aspectos de la igualdad cívica. A pesar de corporal, estas formas más sutiles de dis-
nalmente predominante que se reflejó en que la discriminación de las minorías se criminación siguen siendo aún suficiente-
el ordenamiento escolar bávaro de 1983. asocia en la mayoría de los casos con si- mente dolorosas23.
En Francia, por el contrario, se prohibió a tuaciones sociales de subprivilegio, se re- Como sucede con el libre ejercicio de
las alumnas musulmanas que portaran el comienda mantener ambas categorías se- la religión, los derechos culturales sirven
pañuelo con el argumento laicista de que paradas de la de trato desigual. La una se para garantizar a todos los ciudadanos un
la religión tiene que ser un asunto priva- mide en la justicia distributiva, la otra en acceso igualitario a las comunicaciones,
do situado fuera de la esfera pública. Éste la pertenencia sin restricciones21. Desde tradiciones y prácticas de una comunidad
es el caso de una comprensión constitu- el punto de vista de la justicia distributi- que los mismos ciudadanos consideran
cional de tipo laicista que tiene que plan- va, el principio de la igualdad de trato necesarias para la conformación y mante-
tearse si la tradición interpretativa repu- exige que todos los ciudadanos tengan nimiento de su correspondiente identidad
blicana dominante en Francia es tan iguales oportunidades de usar derechos y personal. Esto no tiene por qué señalar
“fuerte” que ya estaría violando la obliga- libertades repartidos de manera igualitaria necesariamente a los grupos de proceden-
da neutralidad del Estado frente a la legí- para realizar sus propios planes de vida. cia, sino que también puede referirse a los
tima pretensión de una minoría religiosa Las luchas políticas y los movimientos so- entornos y contextos culturales libremente
a presentarse a sí misma y a obtener un ciales, que se dirigen contra una desigual- elegidos. Con todo, a menudo se da el ca-
reconocimiento público. dad de status anclada en una estructura de so de que para los miembros de minorías
En estos casos conflictivos se muestra clases y aspiran a una distribución de las nacionales, lingüísticas o étnicas resultan
por qué la extensión de la tolerancia reli- oportunidades sociales de vida, se nutren tan importantes y valiosos los medios y
giosa, en la que hemos reconocido ya un de experiencias de injusticia en la dimen- posibilidades de la deseada reproducción
factor propulsor del surgimiento de la de- sión de la justicia distributiva. Por el con- de la propia lengua y forma de vida como
mocracia, se ha convertido también en el trario, para las luchas en las que se comba- para las minorías religiosas la libertad de
interior de los Estados constitucionales te por el reconocimiento de la integridad asociación, la transmisión de la doctrina
democráticos en promotor y arquetipo de de determinadas identidades colectivas sir- religiosa y el ejercicio de su culto. Es por
la introducción de otros derechos cultura- ven de base las experiencias de una injus- esta razón por la que la lucha por la
les. La inclusión de las minorías religiosas ticia diferente: la experiencia del despre- igualdad de trato demandada por las co-
en la comunidad política despierta y fo- cio, marginalización o exclusión causada munidades religiosas ofrece argumentos y
menta la sensibilidad en pro de las recla- por la pertenencia a un grupo que es infe- estímulos tanto a la teoría política como
maciones de otros grupos discriminados. rior de acuerdo con los cánones de la cul- a la jurisprudencia en favor del concepto
El reconocimiento del pluralismo religio- tura mayoritaria22. En este aspecto, la su- de una “ciudadanía multicultural” am-
so puede adoptar esta función de modelo peración de la discriminación religiosa se pliada24.
porque recuerda de manera ejemplar el convierte hoy en día en precursor de los Las convicciones y prácticas religiosas
derecho de las minorías a la inclusión. El derechos culturales de un nuevo tipo. tienen en todas las culturas una influencia
Las prohibiciones de la discrimina- decisiva en la autocomprensión ética de
ción –bien sea por razones de religión, gé- los creyentes. Una relevancia similar pose-
20 La publicación en 1995 de una sentencia del
nero, orientación sexual o raza– no se di- en también las tradiciones lingüísticas y
Tribunal Constitucional alemán que ordenaba la reti-
rigen en una primera instancia contra una culturales para la conformación y mante-
rada de los crucifijos expuestos en las escuelas públicas nimiento de la identidad personal –entre-
–siempre que al menos un alumno de cada clase lo re- tejidas siempre con identidades colecti-
clame– generó durante todo ese año una intensa polé-
mica con multitud de intervenciones en los medios de 21 En torno a esta distinción, cfr. Nancy Fraser:
comunicación. Entre las argumentaciones aducidas en “¿De la redistribución al reconocimiento?”, en New
23 Sobre la fenomenología de la discriminación
contra de dicho fallo, a las que el autor aquí alude, Left Review (versión castellana), nº 0 (2000), págs.
una de las más cualificadas y razonables sería la ofreci- 126-155. racial, cfr. Ch. W. Mills, The Racila Contract, Cornell
da por Otfried Höffe: “Zum Beispiel Kruzifixbesch- 22 Sobre las patologías del reconocimiento escati- U.P., 1997, págs. 41-89.
24 Cfr. Will Kymlicka, Ciudadanía multicultural,
luss”, en Vernunft und Recht, Suhrkamp, Francfort, mado, cfr. Axel Honneth, Das Andere der Gerechtig-
1996, págs. 273-279 (N. del T.). keit, Suhrkamp, Francfort, 2000. trad. de Carme Castells, Paidós, Barcelona, 1996.

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DE LA TOLERANCIA RELIGIOSA A LOS DERECHOS CULTURALES

vas– de los hablantes o de quienes parti- tes” (como las minorías nacionales o étni- y poderes encuentran sus límites en los
cipan de una cultura. Este dato sugiere cas, subculturas de inmigrantes o de po- fundamentos normativos de aquella
una revisión dogmática del concepto de blaciones autóctonas, descendientes de Constitución de la que procede su propia
“persona jurídica”. La individualización culturas de esclavos, etcétera) están acu- legitimidad. n
de personas naturales se completa por vía ñadas con el molde de culturas comparti-
de la socialización. De este modo los in- das y han conformado así sus propias Traducción y notas de Juan Carlos Velasco
dividuos socializados pueden conformar identidades colectivas26. También estas
y estabilizar su identidad sólo en el inte- tradiciones abren “perspectivas del mun-
rior de una red de relaciones de reconoci- do” que como las imágenes religiosas del
miento recíproco. Esto tiene consecuen- mundo pueden entrar en competencia
cias para la protección de la integridad de unas con otras27. Por eso mismo la tole-
la persona jurídica, así como para una rancia recíproca exige también de las co-
ampliación intersubjetiva del concepto munidades seculares “fuertes” que esta-
mismo acuñado hasta ahora de manera blezcan un nexo cognitivo entre su ethos
demasiado abstracta (cortado a la medida interno y la moral de los derechos huma-
de un individualismo posesivo). nos del entorno social y político. En
Los derechos que son constitutivos aquellos casos en los que se dan fenóme-
para la protección de la integridad del in- nos asincronía histórica, esto les puede re-
dividuo determinan su status de persona sultar incluso más dificultoso que a las
jurídica. Estos derechos deben extenderse comunidades religiosas, las cuales pueden
también a la garantía para acceder a con- nutrirse de los recursos conceptuales alta-
textos de experiencias, comunicación y mente desarrollados de una religión uni-
reconocimiento en los que una persona versal.
puede articular su autocomprensión así El nivel de reflexión superior que se
como desplegar una identidad propia. En demanda de la conciencia religiosa en las
consecuencia, los derechos culturales que sociedades cada vez más cosmovisiva-
son exigidos e implantados bajo la rúbri- mente pluralistas representa un modelo
ca de una “política del reconocimiento” para la estructura mental necesaria en las
no tienen que ser entendidos de suyo co- sociedades multiculturales. En efecto, un
mo derechos colectivos. En conformidad multiculturalismo bien entendido no es
con el modelo de la libertad religiosa, se una calle de dirección única que conduzca
tratan más bien de derechos subjetivos a la propia afirmación cultural de grupos
que garantizan una inclusión completa25. con una identidad cada uno de ellos dis-
Garantizan a todos los ciudadanos un ac- tinta. La coexistencia en igualdad de de-
ceso igual a los contextos culturales, a las rechos de diferentes formas de vida no
relaciones interpersonales y a las tradicio- debe conducir a la segmentación. Por el
nes, en la medida en que son esenciales contrario, requiere la integración de los
en el desarrollo y aseguramiento de su ciudadanos –y el reconocimiento recípro-
identidad personal. co de sus pertenencias culturales– en el
No obstante, los derechos culturales marco de una cultura política comparti-
no significan simplemente un “plus de da. Los miembros de la sociedad están
diferencia” o un “plus de autonomía”. habilitados a conformar su singularidad
Los grupos discriminados no obtienen cultural tan sólo bajo el presupuesto de
“gratuitamente” el disfrute de la igualdad que –yendo más allá de las fronteras en-
de trato en el ámbito cultural. No pue- tre las diversas culturas– todos se com-
den ser los beneficiarios de una moral de prendan como ciudadanos de la misma
la inclusión igualitaria sin por su parte comunidad política. Los diversos títulos
hacerla también propia. Para las personas
mayores discriminadas, los homosexuales
o los minusválidos esto no resulta dificul- 26 Sobre el concepto de “encompassing groups”,
toso, porque el rasgo configurador del véase A. Margalit y J. Raz, “National Self-Determina-
grupo y determinante en la discrimina- tion”, en W. Kymlicka (ed.), The Rights of Minority
ción no está vinculado en este caso con Cultures, Oxford U.P., 1995, págs. 79-92 (aquí, pág.
81 y sigs.).
irreductibles tradiciones constitutivas. 27 Cuanto más abarcantes sean las formas de vi-
Por el contrario, las comunidades “fuer- da culturales, tanto más fuerte resultará su contenido
cognitivo y tanto más se asemejarán a los modos de
vida estructurados mediante imágenes religiosas del
mundo: “The inescapable problem is that cultures ha-
25 Cfr. Charles Taylor: El multiculturalismo y «la ve propositional content. It is an inevitable aspect of
política del reconocimiento», trad. de Mónica Utrilla, any culture that it will include ideas to the effect that
Fondo de Cultura Económica, México, 1993. Sobre some beliefs are true and some are false, and that so-
este mismo punto, véase mi crítica a la concepción co- me things are right and others wrong” (Brian.Barry: Jürgen Habermas es filósofo alemán. Autor de
munitarista de los derechos culturales como derechos Culture and Equality, Polity Press, Cambridge, 2001, La inclusión del otro, La constelación posnacional y
colectivos: Habermas (1999), págs. 189-227. pág. 270). El futuro de la naturaleza humana .

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