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X JORNADA DE ENDOSCOPIA. CIUDAD REAL.


CONFERENCIA Revista de la ACAD, Vol XXI. nº4 (133-135), 2005

EL QUIJOTE
EN LA MEDICINA Y COMO MEDICINA
José Romagosa Gironella

Presidente de la Sociedad Quijote 2000

(Discurso inaugural de las X Jornadas de


Endoscopia Digestiva de Ciudad Real, 2004)

Es un honor para mí esta oportunidad que me ha brindado En el siguiente capítulo XI, Don Quijote vuelve a lamentar-
mi admirado amigo, el Dr. Eduardo Rodríguez, de dirigirme a se a su escudero del dolor que siente en la oreja tras el sabla-
Ustedes, distinguidos médicos, en estas vísperas del IV zo que le ha propinado el gallardo vizcaíno. Viendo uno de los
Centenario de la primera edición del "Quijote ", y señalar las cabreros, con quienes a la sazón estaban, la sangrante heri-
connotaciones que esta obra universal, que es mucho más da, "le dixo" -cito textualmente- "que no tuviese pena, que él
que el mejor texto literario jamás escrito, tiene, en mi pondría remedio con que fácilmente se sanase: y tomando
modesta opinión, con la Medicina. algunas hojas de romero, del mucho que por allí había, las
No he de ocultarles, ya que soy un ignorante en la difícil y mascó y las mezcló con un poco de sal, y aplicándolas a la
delicada profesión que ustedes ejercen, que me siento muy oreja, se la vendó muy bien, asegurándole que no había
cohibido, porque me parece una imprudencia esta incursión menester otra medicina, y así fue la verdad". El remedio del
mía para hablar ante ilustres doctores en Medicina, cuando cabrero se me antoja precursor de aquellos "cataplasmas
yo no lo soy. Hace dos mil años, un adolescente de Nazareth Llenas" que los menos jóvenes de ustedes recordarán por-
se atrevió a entrar en un templo para hablar ante los docto- que se usaban cuando yo era niño.
res de la Ley y salió, según cuentan las crónicas, más que En el XVIII, por una sola vez echa de menos Don Quijote
airoso de aquel trance. Pero no hay que olvidar que Él era ... un cuartal de pan, o una hogaza y dos cabezas de sardinas
quien era. Así que Ustedes, doctores de la Ley Médica, sean arenques de las alforjas de Sancho. Por una vez siente ham-
clementes conmigo en méritos a la incuestionable realidad bre el frugal caballero. Y su escudero, socarrón, le remite a
de que una cosa es hablar como Dios, es decir, como lo que las "yerbas de los prados, que vuestra merced dice que cono-
aquel Joven era, y otra hablar como este pobre mortal va a ce, con que suelen suplir semejantes faltas los tan mal aven-
intentar hacerlo, es decir, "como Dios le da a entender". turados caballeros andantes como vuestra merced es". Hace
En el "Quijote", estimados amigos, que es obra en la que el amo mención, acto seguido, a "quantas yerbas describe
se trata de todo y no hay faceta del humano proceder que no Dioscórides en su libro, así como al tratado del anatomista
halle su asiento en ella, no se habla mucho de Medicina, o al Doctor Laguna", médico y herbolario de Felipe II, concluyen-
menos de la Medicina como hoy la entendemos. Tal ves sea do "que Dios que es proveedor de todas las cosas no nos ha
el humilde "Bálsamo de Fierabrás", el remedio que con más de faltar, y más andando tan en su servicio como anda-
frecuencia se cita en la gran Novela. Vino, romero, aceite y mos...", Cervantes muestra aquí su conocimiento de esa ina-
sal, todo ello bien removido, era la receta preferida de Don gotable fuente de medicamentos, antiguos y modernos, que
Quijote para alivio no sólo de problemas intestinales, sino es el reino vegetal.
también, como pócima de uso externo para sanar un sinfín También de las cuitas del odontólogo sabía Don Quijote,
de "feridas" y quebrantamiento de huesos. Su escudero como muestra al decir, tras el apedreamiento de que fuera
Sancho Panza, no obstante, y por más que lo intentó, jamás objeto por parte de los pastores, "que la boca sin muelas es
llegaría a compartir la entusiasta opinión de su señor sobre como molino sin piedra, y en mucho más se ha de estimar
aquel bálsamo prodigioso. un diente que un diamante". "He menester tu ayuda y favor",
En el capítulo VI de la Primera Parte, el Cura menciona el - ruega a su escudero - "llégate a mí y mira cuántas muelas y
ruibarbo, cuya raíz ya se usaba en la época de Cervantes dientes me faltan, que me parece que no me ha quedado
como purgante. Lo menciona en relación con el libro de caba- ninguno en la boca". "Metió Sancho los dedos" - seguimos
llerías "Don Belianis", uno de los predilectos de Don Alonso leyendo - "y estándole atentando, le dixo: ¿cuántas muelas
Quijano, El Bueno, sobre el que observa metafóricamente solía vuestra merced tener en esta parte?" - "Cuatro", res-
que tiene necesidad de un poco de ruibarbo para purgar la pondió Don Quijote" -. "Mire vuestra merced lo que dice,
demasiada cólera suya. señor", respondió Sancho". "Digo cuatro, si no eran cinco... "
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-masculló el caballero. "Pues en esta parte de abaixo" - dijo ando la complexión del Gobernador para acertar a curarle,
Sancho - "no tiene vuestra merced más de dos muelas y cuando cayere enfermo, y lo principal que hago es asistir a
media, y en la de arriba, ni media, ni ninguna, que toda está sus comidas y cenas, y a dexarle comer de lo que me pare-
rasa como la palma de la mano". ce que le conviene, y a quitarle lo que imagino que le ha de
hacer daño, y ser nocivo al estómago, y así mandé quitar el
El barbero, en la Mancha y en todos los pueblos de
plato de la fruta, por ser demasiadamente húmeda, y el plato
España, era en tiempos el sangrador local, alguien a quien
de otro manjar también le mandé quitar, por ser demasiado
decían "el cirujano" y que afeitaba barbas, aplicaba las san-
caliente, y tener muchas especias, que acrecientan la sed, y
guijuelas a cuanto enfermo las podía precisar, y extraía mue-
el que mucho bebe, mata y consume el húmedo radical,
las podridas con tenazas. cuando era menester. Ese oficio
donde consiste la vida". Y contestó Sancho: "Desa manera
profesaban el vecino de Don Quijote llamado Maese Nicolás,
aquel plato de perdices que están allí asadas, y a mi parecer
tertuliano habitual del Cura y de nuestro hidalgo, y aquel bar-
bien sazonadas, no me harán ningún daño". A lo que el médi-
bero infortunado a quien nuestro héroe arrebató un célebre
co respondió: "esas no comerá el señor Gobernador en tanto
"yelmo de Mambrino" que no era más que una pintiparada
que yo tuviere vida (...) porque nuestro maestro Hipócrates,
bacía de azófar.
norte y luz de la medicina, en un aforismo suyo dice: omnis
Manifiesta Cervantes en el "Quijote", así mismo, un gran saturatio mala, perdix autem pessima ". "Aquel platonazo que
conocimiento de las ciencias de la mente. El proceso entero está más adelante vahando, -dijo Sancho- me parece que es
de la locura padecida por don Alonso Quijano ha dado y olla podrida, que por la diversidad de cosas que en tales ollas
seguirá dando pábulo inagotable a psiquiatras, neurólogos y podridas hay, no podré dexar de topar con alguna que me sea
psicólogos. Magistral es la dirección de ese proceso, como lo de gusto, y de provecho". "Absit, dijo el médico, vaya lejos de
es la de ese mal de amores que lleva a Grisóstomo al suici- nosotros tan mal pensamiento: no hay cosa en el mundo de
dio, a Cardenio a la demencia y al propio protagonista de la peor mantenimiento que una olla podrida (...) y dexemos
Novela a la creación de un ser utópico, jamás superado, en la libres las mesas de los Gobernadores, donde ha de asistir
universal figura de Dulcinea. todo primor y toda atildadura (... ) y porque siempre son más
estimadas las medicinas simples, que las compuestas. (...)
Plantea Cervantes situaciones harto prolijas, desde el
Mas lo que yo sé que ha de comer el Gobernador, ahora, para
punto de vista médico, como la de "la medicina recetada por
conservar su salud y corroborarla, es un ciento de canutillos
famoso Médico al enfermo que recibir no la quiere". Con
de suplicaciones, y unas tajadicas subtiles de carne de mem-
mayúscula escribe Cervantes, hijo por cierto de un cirujano,
brillo, que le asienten el estómago, y le ayuden a la diges-
la palabra "Médico", en este pasaje del capítulo XXVII, mos-
tión". "Quíteseme luego de delante" - tronó Sancho, incapaz
trando así su profundo respeto por vuestra profesión.
de aguantar tanto rigor -"si no, voto al sol, que tome un garro-
"¿Dónde estás, Señora mía, que no te duele mi mal ... ?", -
te y que a garrotazos, comenzando por vos, no me ha de que-
exclama Don Quijote, tras su desafortunada primera salida.
dar médico en toda la Ínsula, alomenos de aquellos que yo
"Yo no quiero salud sin Luscinda... "-confiesa el desventurado
entiendo que son ignorantes, que a los médicos sabios, pru-
Cardenio. En la carta que Don Quijote escribe a Dulcinea, le
dentes y discretos, los pondré sobre mi cabeza, y los honra-
dice que "le envía la salud que él no tiene". Y al final de la his-
ré como a personas divinas (...) y... ¡denme de comer, o si no
toria, vemos a Sancho suplicando, junto el lecho de muerte
tómense su Gobierno, que oficio que no da de comer a su
de su señor: " ¡Ay! ( ... ) no se muera vuesa merced, señor
dueño, no vale dos habas!" Broma aparte, Cervantes aprove-
mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años, porque la
cha la ocasión para afirmar su alta consideración por la profe-
mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es
sión médica. Opinión que no duda en reiterar en sus Novelas
dexarse morir sin más, ni más, sin que nadie le mate, ni otras
Ejemplares y en multitud de sus otras obras siempre que se
manos le acaben, que las de la melancolía..." Y puntualiza el
presenta la ocasión.
Autor que "fue el parecer del médico que melancolías y desa-
brimientos le acababan". En cualquier caso, amigos, tengo para mí que el "Quijote",
antes que tratar de médicos y medicinas, es una medicina en
En cuanto a los médicos de medicina interna, Cervantes
sí mismo. Y me atrevo a decir más: que una sociedad com-
usa de unos de ellos, el doctor don Pedro Recio de Agüero,
puesta en buena parte por lectores de esta obra, sería sin
aquél que se decía natural de un lugar llamado Tirteafuera -
duda una sociedad mejor; una sociedad más sana y más
"que está entre Caracuel y Almodóvar del Campo a la dere-
justa. El "Quijote" es, al igual que ese médico familiar y próxi-
cha mano" - para tejer el divertido episodio de la cena de
mo, algo "de cabecera"; que está siempre a nuestro alcance
Sancho en su palacio de Barataria, uno de los más sabrosos
y presto a ayudamos. Su medicina actúa, como ocurre con la
de la imnortal novela. Excesivo amante de lo que hoy llama-
buena música, en nuestro espíritu. Y, por tanto, en nuestra
mos "dietas adelgazantes", aquel doctor por Salamanca arrui-
salud física y mental. Giosué Carducci, una de las grandes
nó el yantar del bueno de Sancho, si bien dio pretexto a
plumas de la Literatura Universal, recomendaba a sus lecto-
Cervantes para traer a colación su profundo sentido del
res que no leyeran ninguno de sus libros antes de leer el
humor. "Yo, señor," -explica al Gobernador- "soy médico, y
"Quijote". Flaubert, Dostowyeski y millares de intelectuales
estoy asalariado en esta ínsula para serlo de los
de todo el mundo se han volcado en encendidos elogios
Gobernadores della, estudiando de noche y de día, y tante-
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hacia esta obra española, la mejor pieza literaria jamás escri- En su conferencia de ingreso en la Sociedad Española de
ta. Y un prestigioso actor de nuestro tiempo, Peter O'Toole, Médicos Escritores, insistió precisamente en esto: "Creo que
acertó plenamente al declarar que el "Quijote" es el mejor estamos" -dijo- "en un momento en el que el médico debe
regalo que España ha hecho al mundo, que es como decir la aprovechar cuanto la técnica y la ordenación burocrática apor-
mejor medicina". Una medicina carente de contraindicacio- tan a nuestra labor, y sumar estos elementos al saber hipo-
nes que, no obstante, conviene administrar a pequeños sor- crático, pero teniendo en cuenta que la calidad humanística y
bos, sobre todo al principio del "tratamiento". servicial de la medicina no se transforme en una fría servi-
dumbre tecnocrática olvidando que el "hacer médico" "no es
Tob de Carrión escribió una vez en uno de sus poemas:
una simple función sino que comporta el más elevado culto
"Aquí la rosa, vive mientras muere". También Cervantes,
del hombre médico al hombre doliente".
enfermo de diabetes (aún tendrían que pasar tres siglos para
que la medicine diagnosticara esta enfermedad), ... también Profesáis el oficio más hermoso, porque lucháis por la vida.
Cervantes, digo, el mejor de los escritores, "escribe mientras Al combatir la enfermedad, tratáis de desfacer, como Don
muere". Cuando concluye la segunda parte del "Quijote", la Quijote, entuertos y sinrazones que a menudo el ser huma-
publicada en 1616, Cervantes es ya un enfermo terminal. no no acierta a comprender. Y hay momentos, lo sabéis bien,
en los que la Medicina, ciencia avanzada pero siempre en pos
El propio hecho de haber sido invitado a pronunciar estas
de nuevas metas, poco puede hacer.
palabras inaugurales de vuestro Congreso, en atención a mi
pertenencia a la Asociación Cultural "Ciudad Real Quijote Como en la muerte de Don Quijote. Y para esos trances, el
2000", constituye, directamente, un tributo de pleitesía a ese mencionado urólogo catalán daba este consejo: "Cuando la
monstruo de nuestras letras -don Miguel de Cervantes- y a dolencia abre al hombre el último capítulo de su vivir, en el
esa magna obra suya cuya segunda parte completó, sorpren- cual finaliza el quehacer del médico, éste, para respetar tan
dentemente, en su madurez, y bajo los achaques de una sagrado momento, debe recordar una frase del poeta Rainer
grave enfermedad. Apasionante tema, sin duda, para su María Rilke en que dice:
investigación desde el punto de vista geriátrico.
¡Oh, Señor, da a cada uno su muerte propia,
Mi ilustre paisano y nunca bastante recordado Dr. Puigvert, una muerte que derive de su vida,
quien hace treinta años me curó del "mal de piedra", era, en la cual hubo amor, comprensión y desinterés ...!"
amén de lector devoto del "Quijote", un quijote en sí mismo.
"De ahí -concluía el doctor- cuán necesaria es la búsqueda
Sus pacientes no lo sabían, pero eran ellos quienes fijaban
de la verdad en nuestro incierto saber, supliendo tal incerti-
los honorarios del eminente cirujano. La tarifa, en tres nive-
dumbre con la mayor ternura en nuestro cotidiano hacer".
les distintos, se aplicaba en función de la categoría y precio
de la habitación de la clínica que el paciente elegía en la Les deseo un feliz y provechoso Congreso. Su éxito será
secretaría de la clínica. Y a muchos enfermos que no podían también un éxito para toda la sociedad. Parafraseando a
pagar una habitación, ésta se les ofrecía gratis, al igual que la Cervantes, y en concreto el último párrafo del prólogo a la
delicada operación que realizaba en multitud de casos el pro- Primera Parte del "Quijote", me despido de ustedes diciéndo-
pio maestro. A pesar de que fingía cierta brusquedad, les: "Dios les de salud y a mí no olvide".
Puigvert era el arquetipo del médico humano y comprensivo.

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