Lazarillo de Tormes: Primera y segunda parte
By Anonimo
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En el tratado segundo, Lázaro tiene un amo clérigo, más avaro y egoísta que el anterior. Al descubrir que éste le reservaba solo comida roída por los ratones, el pícaro decide robarle los alimentos y hacerle creer que los culpables son los roedores. El clérigo lo descubre y le da una gran paliza, tras lo cual lo echa.
Lázaro llega a Toledo, donde encuentra a un escudero con apariencia de hombre rico, y se hace su sirviente. Pero, al pasar de los días, descubre que el escudero es, si cabe, más pobre que él, y se pone a pedir limosna y ayuda a las vecinas para alimentarlo. Después, este amo huye dejando a Lázaro al frente de sus deudas, pero los acreedores lo encuentran inocente y lo dejan marchar.
El cuarto amo es un fraile, el cual le regala sus primeros zapatos, pero sólo con intención de hacerlo andar sin descanso. Además, es un fraile muy corrupto y más interesado en las mujeres que en su trabajo. Lázaro se cansará de todo esto y lo abandonará. Su quinto amo es un estafador vendedor de bulas, pero, al cabo, el pícaro se harta de tanto embuste y se va.
En los tratados sexto y séptimo, Lázaro tiene simultáneamente dos amos en cada uno. El primero es un pintor con el que reside muy poco tiempo, y el segundo es un capellán, el cual, con el tiempo, le da que ganar el dinero suficiente para comprarse ropa nueva. Después, en el séptimo tratado, Lázaro deja el oficio y al capellán, y se hace ayudante de un alguacil, al que abandona poco después al encontrar arriesgado el trabajo.
Finalmente, su último amo, el arcipreste de San Salvador, consigue casarlo con una criada suya. Lázaro tiene que aguantar las habladurías posteriores sobre las infidelidades de su mujer (a la que acusan incluso de ser amante del propio arcipreste), pero prefiere defender y creer a su esposa. Poco a poco, y tras celebrar Cortes el Emperador en Toledo, Lázaro va prosperando, al igual que su fortuna.
Anonimo
Soy Anónimo.
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Lazarillo de Tormes - Anonimo
Anónimo
Lazarillo de Tormes
Primera y segunda partes
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Créditos
Título original: Lazarillo de Tormes.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: info@linkgua.com
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-9953-515-9.
ISBN rústica: 978-84-96290-68-6.
ISBN ebook: 978-84-9897-540-6.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
Introducción 9
Las distintas ediciones del Lazarillo 9
El anónimo autor de la novela 10
Prólogo 13
Tratado primero. Cuenta Lázaro su vida y cuyo hijo fue 15
Tratado segundo. Cómo Lázaro se asentó con un clérigo, y de las cosas que con él pasó 27
Tratado tercero. Cómo Lázaro se asentó con un escudero y de lo que le acaeció con él 37
Tratado cuarto. Cómo Lázaro se asentó con un fraile de la Merced, y de lo que le acaeció con él 53
Tratado quinto. Cómo Lázaro se asentó con un buldero, y de las cosas que con él pasó 54
Tratado sexto. Cómo Lázaro se asentó con un capellán, y lo que con él pasó 62
Tratado séptimo. Cómo Lázaro se asentó con un alguacil, y de lo que le acaeció con él 63
La segunda parte de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades 66
Privilegio 67
Capítulo I. En que da cuenta Lázaro de la amistad que tuvo en Toledo con unos tudescos, y lo que con ellos pasaba 69
Capítulo II. Cómo Lázaro, por importunación de amigos, se fue a embarcar para la guerra de Argel, y lo que allá le acaeció 71
Capítulo III. Cómo Lázaro de Tormes hecho atún salió de la cueva, y cómo le tomaron las centinelas de los atunes y lo llevaron ante el general 78
Capítulo IV. Cómo, después de haber Lázaro con todos los atunes entrado en la cueva, y no hallando a Lázaro sino a los vestidos, entraron tantos que se pensaron ahogar, y el remedio que Lázaro dio 84
Capítulo V. En que cuenta Lázaro el ruin pago que le dio el general de los atunes por su servicio, y de su amistad con el capitán Licio 88
Capítulo VI. En que cuenta Lázaro lo que al capitán Licio, su amigo, le aconteció en la corte con el gran capitán 94
Capítulo VII. Cómo, sabido por Lázaro la prisión de su amigo Licio, lo lloró mucho él y los demás, y lo que sobre ello se hizo 96
Capítulo VIII. De cómo Lázaro y sus atunes, puestos en orden, van a la corte con voluntad de libertar a Licio 99
Capítulo IX. Que contiene cómo Lázaro libró de la muerte a Licio, su amigo, y lo que más por él hizo 103
Capítulo X. Cómo recogiendo Lázaro todos los atunes, entraron en casa del traidor don Paver y allí le mataron 106
Capítulo XI. Cómo, pasado el alboroto del capitán Licio, Lázaro con sus atunes entraron en su consejo para ver lo que harían, y cómo enviaron su embajada al rey de los atunes 109
Capítulo XII. Cómo la señora capitana volvió otra vez al rey, y de la buena respuesta que trazo 113
Capítulo XIII. Cómo Lázaro asentó con el rey, y cómo fue muy su privado 116
Capítulo XIV. Cómo el rey y Licio determinaron de casar a Lázaro con la linda Luna, y se hizo el casamiento 120
Capítulo XV. Cómo andando Lázaro a caza en un bosque, perdido de los suyos, halló la Verdad 124
Capítulo XVI. Cómo, despedido Lázaro de la Verdad, yendo con las atunas a desovar, fue tomado en las redes y volvió a ser hombre 125
Capítulo XVII. Que cuenta la conversión hecha en Sevilla, en un cadalso, de Lázaro atún 128
Capítulo XVIII. Cómo Lázaro se vino a Salamanca, y la amistad y disputa que tuvo con el rector, y cómo se hubo con los estudiantes 133
Libros a la carta 139
Introducción
La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, está escrita en primera persona en estilo epistolar y narra las aventuras y desventuras de un pobre muchacho huérfano, Lázaro Gonzales Pérez, al que la vida le va a poner a prueba en multitud de ocasiones, por lo que deberá agudizar el ingenio para poder sobrevivir.
La obra es considerada precursora de la novela picaresca por elementos como el realismo, la narración en primera persona, la estructura itinerante entre varios amos y una ideología moralizante y pesimista.
Lazarillo de Tormes es un esbozo irónico y despiadado de la sociedad del momento, de la que se muestran sus vicios y actitudes hipócritas, sobre todo las de los clérigos y religiosos. Hay diferentes hipótesis sobre su autoría. Probablemente el autor fue simpatizante de las ideas erasmistas. Esto motivó que la Inquisición la prohibiera y que, más tarde, permitiera su publicación, una vez expurgada. La obra no volvió a ser publicada íntegramente hasta el siglo XIX.
Las distintas ediciones del Lazarillo
Las primeras ediciones del Lazarillo son nada menos que cuatro, todas del mismo año, 1554, todas diferentes y todas publicadas en distintos lugares. Los ejemplares que aún se conservan se editaron en Burgos (por Juan de Junta), Medina del Campo (por Mateo y Francisco Campo), Alcalá de Henares (por Salcedo) y Amberes (por Martín Nucio). Esta variedad de publicaciones hace pensar que habría una edición anterior cuyo éxito animó la aparición de las otras cuatro, coetáneas, incluso en tierras flamencas, como demuestra la de Amberes.
El texto de las cuatro ediciones de 1554 presenta algunas variantes y es preciso admitir, como hacen todos los estudiosos de la obra, que hubo al menos una edición anterior, si no más.
La edición que presentamos aquí es la de Alcalá de Henares, estampada por Salcedo: la versión de Alcalá es la que más difiere de las otras tres; presenta algunas interpolaciones que dilatan las aventuras de Lázaro y enfatizan aún más su tono satírico.
El anónimo autor de la novela
Una de las primeras teorías que se manejaron acerca del posible autor del Lazarillo de Tormes fue la del fraile jerónimo Juan de Ortega, en cuya celda se encontró uno de los ejemplares más antiguos de la obra, aunque ya algunos escritores del siglo XVII habían señalado a Diego Hurtado de Mendoza como el verdadero autor.
Otra de las hipótesis consideradas como más verosímiles durante muchos años fue la de que el autor del Lazarillo era el escritor toledano Sebastián de Horozco, debido a las similitudes entre la prosa de esta obra y la de sus escritos.
Durante los últimos años circuló como muy verosímil la investigación de la catedrática de Literatura Rosa Navarro, quien atribuía la obra a Alfonso de Valdés, secretario de cartas latinas del emperador Carlos V, quien murió víctima de la peste en Viena en 1532.
La última de las investigaciones sobre el autor del Lazarillo de Tormes se debe a un exhaustivo trabajo de la paleógrafa Mercedes Agulló, y viene a atribuir la autoría a Diego Hurtado de Mendoza.
En cambio, el crítico Francisco Rico señala que el verdadero nombre del autor «sigue ocultándosenos, y es de temer que sin remedio». Porque, en rigor, añade Rico, el Lazarillo «no es tanto un libro anónimo, de pluma ignorada, como, más propiamente, un libro apócrifo, atribuido a un falso autor, el propio protagonista».
Mozo de muchos amos
El Lazarillo de Tormes, tal y como hoy lo conocemos, se estructura externamente mediante un prólogo y siete tratados. Sin embargo, dicha división debió de ser establecida por los editores de la obra, no por el autor, dado que en algún caso no se da una relación coherente entre el título y el contenido del tratado.
Lázaro inicia el prólogo justificando el propósito de la obra, que es el de narrar «cosas tan señaladas y por ventura nunca oídas ni vistas que deben llegar a noticia de muchos y no enterrarse en la sepultura del olvido». El narrador explica la historia como si fuera una carta dirigida a una persona, llamada «Vuestra Merced».
A continuación, el relato se estructura en siete tratados de extensión desigual que narran la historia de Lázaro de forma lineal desde su infancia hasta el momento en que Lázaro escribe la carta, siendo ya adulto. Se trata, por tanto, de una narración abierta que admite posibles continuaciones.
A lo largo de los siete tratados se narran las aventuras y vivencias de Lázaro, que sirve a varios amos de los que aprende a cómo sobrevivir. De esta manera la novela contará en primera persona la vida de un mozo de servicio, que pasa de amo en amo, durante su infancia y juventud.
Prólogo
Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura nunca oídas ni vistas, vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido, pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade, y, a los que no ahondaren tanto, los deleite. Y a este propósito dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello. Y así vemos cosas tenidas en poco de algunos, que de otros no lo son. Y esto para que ninguna cosa se debería romper ni echar a mal, si muy detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y pudiendo sacar de ella algún fruto. Porque, si así no fuese, muy pocos escribirían para uno solo, pues no se hace sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras y, si hay de qué, se las alaben. Y, a este propósito, dice Tulio: «La honra cría las artes».
¿Quién piensa que el soldado que es primero del escala tiene más aborrecido el vivir? No por cierto; mas el deseo de alabanza le hace ponerse al peligro; y así en las artes y letras es lo mismo. Predica muy bien el presentado y es hombre que desea mucho el provecho de las ánimas; mas pregunten a su merced si le pesa cuando le dicen: «¡Oh, qué maravillosamente lo ha hecho vuestra reverencia!». Justó muy ruinmente el señor don Fulano, y dio el sayete de armas al truhán, porque le loaba de haber llevado muy buenas lanzas: ¿qué hiciera si fuera verdad?
Y todo va de esta manera: que, confesando yo no ser más santo que mis vecinos, de esta nonada, que en este grosero estilo escribo, no me pesará que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en ella algún gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades.
Suplico a vuestra merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico si su poder y deseo se conformaran. Y pues vuestra merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomarle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto.
Tratado primero. Cuenta Lázaro su vida y cuyo hijo fue
Pues sepa vuestra merced, ante todas cosas, que a mí me llamaban Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre; y fue de esta manera: mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una molienda de una aceña que está ribera de aquel río, en la cual fue molinero más de quince años; y, estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí. De manera que con verdad me puedo decir nacido en el río.
Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían, por lo cual fue preso, y confesó y no negó, y padeció persecución por justicia. Espero en Dios que está en la gloria, pues el Evangelio los llama bienaventurados. En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fue mi padre (que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho), con cargo de acemilero de un caballero que allá fue. Y con su señor, como leal criado, feneció su vida.
Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos por ser uno de ellos, y vínose a vivir a la ciudad y alquiló una casilla y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas.
Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se venía a nuestra casa y se iba a la mañana. Otras veces, de día llegaba a la puerta en achaque de comprar huevos, y entrábase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía; mas, de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne y en el invierno leños a que nos calentábamos.
De manera que, continuando la posada y conversación, mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar. Y acuérdome que, estando el negro de mi padrastro trebejando con el mozuelo, como el niño vía a mi madre y a mí blancos y a él no, huía de él, con miedo, para mi madre, y, señalando con el dedo, decía:
—¡Madre, coco!
Respondió él riendo:
—¡Hideputa!
Yo, aunque bien muchacho, noté aquella palabra de mi hermanico, y dije entre mí: «¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen