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Efecto Tóxico De Los Carbohidratos Y Alimentos

Refinados
Ahora nos estamos enfrentando a un gran desafío: Mejorar la salud y la calidad de
vida

Triste e irónicamente, a pesar de que contamos con conocimientos para evitarlo,


demasiada gente sufre de malestares y enfermedades que podrían prevenirse y
controlarse con la dieta y estilo de vida. Muchos malestares y enfermedades
degenerativas como obesidad, hipoglucemia, diabetes, cardiopatías, cáncer y artritis y
otras muchas otras enfermedades degenerativas y de origen infeccioso podrían evitarse
comiendo de manera saludable, manteniendo un peso normal y haciendo ejercicio
durante toda la vida. (Asamblea Mundial de la Salud; OMS; OPS; FAO; UNICEF.)

COMENTARIO PRELIMINAR

Existen suficientes evidencias científicas que permiten determina el volumen ideal de


azúcar en la sangre para lograr un desempeño metabólico óptimo. La certeza científica
actual indica que el volumen ideal y óptimo de glucosa sanguínea para la mayoría de
personas, ronda alrededor de los 90 miligramos por decilitro de sangre, con ligeras
variaciones dentro de un rango muy estrecho cercano a esa cifra. Siendo este el volumen
necesario para lograr una máxima eficiencia metabólica. La máxima eficiencia
metabólica obtenida al lograr ese volumen ideal de 90 miligramos de glucosa por
decilitro de sangre, es una condición indispensable para alcanzar un máximo
rendimiento físico y psíquico, acompañado por un inmejorable estado de salud, calidad
de vida y desarrollo humano.
Estado óptimo de salud que haría irradiar a cualquiera una vibrante y bella
personalidad, vitalidad, alegría y amabilidad, manifestaciones que se acompañarían por
una óptima capacidad de atención, concentración mental y para solución de problemas
tanto de la vida cotidiana, como de trabajo y estudio.

Así mismo, en los rangos ideales el volumen de glucosa en la sangre, elevaría al


máximo la capacidad del sistema inmune para combatir microorganismos y neutralizar
las sustancias extrañas que habitualmente invaden al cuerpo, lo cual permitiría
disminuir a su mínima expresión la propensión a todo tipo de enfermedades. Eso
permitiría que el organismo humano estuviera en perfectas condiciones para afrontar
cualquier eventualidad y carga de estrés físico y mental.

Es muy importante aclarar, ya que este es un medio dirigido a profesionales y técnicos


de la salud y la belleza, que ese estado ideal de vitalidad y belleza física y mental,
manifiesto en las personas que logran acceder a ese estado de máxima eficiencia
metabólica, solo puede ser fruto de procedimientos dietéticos, siendo este un estado
bioquímico resultado de una nutrición correcta, que ningún otro método sea médico,
estético o cosmético puede igualar. Ningún medicamento, droga, cosmético, aparato o
algún otro procedimiento quirúrgico, plástico, terapéutico físico o psíquico, puede
igualar en ningún aspecto el resultado de una nutrición óptima.

En consecuencia resulta indispensable e insustituible en todas las ramas de le medicina


general, antienvejecimiento, estética y para toda la industria de la belleza y el bienestar,
velar porque los pacientes o clientes practiquen un régimen alimentario racional y
saludable que les permita alcanzar una máxima eficiencia metabólica. Estado
identificado y descrito por diversos expertos en nutriología entre quienes cabe destacar
a Adelle Davis quien acuñó el nombre y concepto de máxima eficiencia metabólica, y
el Dr. Barry Sears quien denominó a este estado y lo describió como estar en la
“Zona”. Refiriéndose Sears a la zona metabólica que permite a una persona entrar a un
estado de máxima eficiencia bioquímica.

Ahora bien, actualmente hemos acumulado una enorme cantidad de conocimientos


sobre la nutrición humana, al aplicarse correcta y rutinariamente, permitirían a una
mayoría de personas lograr esa máxima eficiencia metabólica necesaria para alcanzar
un estado óptimo de vigor, salud, bienestar, calidad de vida y desarrollo humano.
Entonces ¿Por qué paradójicamente, la mayoría de personas se encuentran bastante lejos
de ese estado ideal y viven crónicamente cansadas, desvitalizadas y deprimidas,
afectadas por una plaga de malestares y enfermedades físicas y mentales?

¿Por qué desde niños, una proporción mayoritaria de seres humanos salvados de nacer
con alguno de los trastornos congénitos físicos o mentales característicos de nuestra
época, sufren sin embargo, problemas de inadaptación social, hiperactividad,
agresividad, ira, déficit de atención y de memoria, trastornos del comportamiento,
depresión, cansancio patológico, depresión inmunitaria con acompañada de infecciones
recurrentes, o bien hiperactividad inmunitaria origen de un sinnúmero de alergias? ¿Por
qué continúa implacable el aumento en niños de casos de hiperactividad, déficit de
atención, trastornos de la personalidad, obesidad, diabetes, cardiopatías, cáncer, artritis,
asma, alergias, trastornos digestivos, y enfermedades mentales como autismo y
esquizofrenia?

¿Por qué una gran cantidad de personas, desde niños hasta adultos mayores, sufren una
severa incapacidad para manejar metabólicamente los hidratos de carbono
suministrados por nuestra típica dieta occidental? Incapacidad manifestada en una
variedad de trastornos relacionados en una primera fase con la hipoglucemia reactiva o
relativa y en una segunda fase tardía en obesidad, diabetes, cardiopatías y otras
enfermedades, trastornos todos ellos relacionados al consumo de alimentos refinados

La respuesta a esta problemática es bastante compleja pues involucra una diversidad de


aspectos científicos, y sobre todo un entramado de intereses económicos y políticos, por
lo que iremos respondiendo en partes.

INTRODUCCIÓN

Durante los últimos 100, de manera involuntaria, los seres humanos hemos sido
sometidos a un "experimento de escala planetaria”, obligados a comer alimentos
artificiales. (Kollath).

La implementación de nuevas tecnologías para la obtención de alimentos, aumentó y


abarató su producción, pero creó una nueva clase de productos comestibles con
características muy distintas a las naturales, con una elevada carga de nutrientes
energéticos en forma de carbohidratos y grasas molecularmente alteradas, aditivos
químicos y residuos tóxicos, junto a un empobrecimiento de su contenido de
aminoácidos, micronutrientes, nutriente accesorios, fitonutrientes, enzimas y fibras.
La mayor producción de alimentos redujo el hambre, la desnutrición y la mortandad
infantil, acrecentando espectacularmente el periodo promedio de vida de la gente. Sin
embargo, el consumo “alimentos artificiales” originó una progresiva degradación de la
salud y la calidad de vida, que afectó a todas las poblaciones del mundo que los
adoptaron como componentes de sus dietas, que produjo una epidemia de enfermedades
degenerativas e infecciosas, con una elevada secuela de morbilidad, discapacidad,
muerte y una significativa disminución de la calidad de vida y desarrollo humano.

En ninguna época anterior a la nuestra, hubo cultura alguna que consumiera ni tan
siquiera una fracción del azúcar, almidones refinados y grasas alteradas, que componen
la dieta estándar del hombre moderno. Fenómeno dietario que produjo una disociación
entre el incremento en la esperanza promedio de vida, la calidad y la esperanza de vida
activa.

El impacto que sobre la salud humana trajo el consumo de alimentos refinados y la


consecuente malnutrición por exceso de calorías e insuficiencia de todos los demás
nutrientes de los que se despojó al consumidor, ha definido como “mesotrofia” o
"mala salud vertical": estado en que se encuentra una gran parte de seres humanos,
que no están suficientemente enfermos como para acostarse y hospitalizarse (en cuyo
caso se convertirían en "horizontalmente enfermos"), pero padecen de múltiples
dolencias y enfermedades crónicas que les impide llevar una vida satisfactoria.
(Bland).

La investigación ha señalado este tipo específico de malnutrición moderna como


responsable del progresivo declive de la salud y la vitalidad humana y de la pandemia
moderna de padecimientos denominados “enfermedades de la civilización”:
hipoglucemia, obesidad, diabetes, cardiopatías, cáncer, artritis, caries, diverticulitis,
síndrome de cansancio crónico, síndrome de colon irritable y varias otras más.

De acuerdo con pronósticos oficiales la tendencia de estas enfermedades continuará en


aumento y se prevé la saturación de los sistemas de salud que se tornarán incapaces de
atender a tantos enfermos, originando con ello un colapso de los sistemas económicos y
de sanidad en todos los países del mundo.

Las cifras oficiales muestran la magnitud de esta tragedia que está impactando
dramáticamente la salud y la vida humana a escala planetaria, demostrando tardíamente
que la dieta moderna es sumamente perjudicial.

Obesidad
En tan solo los últimos 10 años la obesidad se ha triplicado y distribuido en todas las
poblaciones, afectando a casi dos tercios de las personas de todo el mundo, 25% de
todas las personas se encuentran excedidas de peso lo que se ha constituido en una de
las principales causas de muerte y en una amenaza para la humanidad.

En Estados Unidos 65 por ciento de la población padece sobrepeso y 31 por ciento


obesidad. (Institutos Nacionales de Salud. 24 de agosto del 2004). En México la
obesidad ha alcanzado a 32 millones de adultos de los cuales cinco millones están en
riesgo de convertirse en diabéticos en los próximos cinco años. 62 por ciento de los
mexicanos mayores de 20 años tienen sobrepeso. (OMS).
El número de niños con sobrepeso se ha triplicado en todo el mundo en los últimos 10
años. 155 millones de infantes padecen sobrepeso u obesidad (30 % de niños tienen
sobrepeso y 10 % con edades entre 5 y 17 años tienen obesidad). A medida que
aumenta la obesidad, los niños corren mayor riesgo de contraer diabetes tipo II,
enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, y ciertos tipos de cáncer.
(Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos).

Diabetes
Paralelamente a la obesidad, en los últimos 50 años, la diabetes tuvo un incremento de
1800 % en todo el mundo. El número de diabéticos tipo 2 se duplicó en tan sólo diez
años en casi todos los países. Existiendo una elevada proporción de casos subclínicos no
diagnosticados. (OMS).

Existen en todo el mundo más de 143 millones de diabéticos. 300 millones de personas
están próximos a convertirse en diabéticos. Se pronostica que su número aumentará de
117 millones a 370 millones en el año 2030, alcanzando a un mayor número de niños y
adolescentes.

En Estados Unidos se prevé que una de cada 3 personas sufrirá diabetes próximamente.
(Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. CDC).
(OMS).

Obesidad y diabetes predisponen fuertemente a las demás enfermedades degenerativas


que se han convertido en una gran carga de discapacidad y muerte prematura en todo el
mundo.

ANTECEDENTES DE LAS PRIMERAS INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

Durante el siglo XX diversos investigadores pusieron de relieve que los alimentos


industrializados portadores de elevadas concentraciones de azucares, almidones y grasas
refinadas, y pobres en aminoácidos, ácidos grasos esenciales, micronutrientes,
nutrientes accesorios, fitonutrientes y fibras, presentan una relación causal, directa y
proporcional, a la incidencia de patologías denominadas “enfermedades de la
civilización”.

Clasificación que comprende una diversidad de padecimientos como: hipoglucemia


reactiva y relativa, sobrepeso, obesidad, diabetes, caries, ciertos tipos de cáncer de
colon, artritis, diverticulitis, apendicitis, dislipidemias, aterosclerosis, enfermedades
cardiovasculares, entre otras

FRANCIS POTTENGER
Entre los años de 1932 y 1942, Francis Pottenger, M. D, llevó a cabo un experimento
sin parangón en la bibliografía de investigación médica. Con una duración de 10 años
sometió a estudio a 900 gatos durante varias generaciones, a los que proporcionó una
dieta controlada. Los felinos fueron divididos al azar en dos grupos.

A un grupo se le suministraron alimentos naturales: Carne y leche crudas y aceite de


hígado de bacalao. Los gatos de este grupo mantuvieron la anchura del rostro y la
regularidad de sus dientes mostrando una notable uniformidad de tamaño y desarrollo
de su esqueleto a través de las sucesivas generaciones. Presentaron una piel lustrosa,
poca pérdida de pelo, resistencia a las infecciones, parásitos y alergias, se mostraron
sociables y amistosos y su comportamiento fue predecible. Los abortos fueron escasos y
las hembras alimentaban sin dificultad a sus crías, teniéndolas sanas de generación en
generación.

Los miembros del otro grupo al que se le proporcionó comida sobrante del Sanatorio
Pottenger (la típica dieta occidental), diferían muchísimo entre sí después de solo una
generación. Pasadas tres generaciones el estrechamiento del cráneo y de la mandíbula
dejaba ver los dientes amontonados. Se produjeron diversos cambios esqueléticos
incluyendo niveles inferiores de calcio, originando huesos más largaos, delgados y una
mayor estreches de la pelvis. Su piel resultó más áspera y presentaron numerosos
problemas epiteliales.

Pottenger escribió: “Muestran toda clase de alergias. Estornudan, tienen respiración


sibilante y rasguñan. Son irritables y nerviosos, y no ronronean”. Una primera
generación de gatos sanos, alimentados con residuos del hospital, produjo una segunda
generación de gatitos con alergias, cuya incidencia en la tercera generación, se elevó a
casi el 100 %. Los parásitos y las infecciones se generalizaron, lo mismo que los
problemas cardiacos, miopía, presbicia, artritis e hipotiroidismo. (Francis M. Pottenger.
Potenger’s Cats. Publicado por la Price-Pottenger Nutrition, PO Box 2614, La Mesa,
CA 92044-2614, USA. Se puede pedir por correo o comprar el libro por Internet.).

En las hembras preñadas, los abortos fueron frecuentes y los partos difíciles, con
muchas muertes durante el trabajo del parto. Los gatitos pesaban casi un 20 por ciento
menos que los del grupo sano, mostrando una elevada mortalidad infantil. En cuanto a
su disposición, las hembras eran irritables, algunas hasta el punto de ser peligrosas de
manejar, en tanto que los machos eran más pasivos y mostraban una actividad sexual
anormal.

Este grupo de gatos mantenido con sobrantes de los alimentos que en su hospital se
proporcionaba a los enfermos internos, desarrolló las mismas enfermedades que hoy
consideramos como normales entre los humanos: Artritis, trastornos cardiovasculares,
hepáticos, de la tiroides, pulmonía, parálisis, perdida de dientes, caída anormal de pelo,
disminución de la densidad ósea, disminución o anormalidad en el comportamiento
sexual, diarrea e irritabilidad. Su excremento era tan tóxico que mataba a las hierbas
cercanas a donde defecaban. La primera generación de gatitos resultó ser enfermiza y
anormal. En la segunda generación frecuentemente nacieron muertos o enfermos. En los
sobrevivientes de la tercera generación, las hembras eran estériles.

Sir Robert McCarrison


En 1904 cuando los ingleses colonizaron la India, Sir Robert McCarrison, médico
ingles-escocés fue nombrado médico de estado y enviado durante 14 años, a evaluar las
condiciones de higiene y salud de numerosas poblaciones autónomas de las regiones
fronterizas al norte de Cachemira entre las que se encontraban los hunzas, que vivían en
un elevado valle de los montes Himalayas.

McCarrison recibió una profunda impresión por la gran longevidad, hermosa


conformación física, elevada salud, capacidad para el trabajo, ausencia de enfermedades
degenerativas, mentales y delincuencia.

Años después, dedicado a la investigación científica, preguntándose a sí mismo qué es


la salud, recordó a los hunzas y se dedicó a investigar las razones de su extraordinaria
vitalidad, fortaleza y longevidad. Su estudio lo llevó a confirmar lo que años antes había
observado, concluyendo que los hunzas representan el ideal de salud humana: exentos
de enfermedades degenerativas, la vejez no los debilita ni inhabilita, sus músculos y
corazones continúan siendo capaces de grandes esfuerzos hasta una edad avanzada. Su
vida se prolonga a los 120 años, a los 75 todavía labran sus campos, recorren las
montañas con cargas pesadas y algunos procrean.

Tras un concienzudo estudio de las variables capaces de influir y determinar el estado


de salud y longevidad, concluyó que el factor determinante de ese estado era su dieta.
Sus alimentos eran limitados, pero sus tierras se encontraban abonadas con estiércol,
humus y desperdicios orgánicos naturales e irrigadas con agua de glaciares ricas en
minerales de rocas molidas por otras rocas de las montañas.

Otros investigadores (como David Lorimer) estudiaron a los hunzas y describieron su


amabilidad, alegre estado de ánimo y gran resistencia física. Como guías, los hunzas
recorrían y trepaban los despeñaderos llevando pesadas cargas a cuestas, riendo y
cantando durante todo el tiempo.

De regreso a Inglaterra, se dedicó a verificar sus conclusiones por medio de vastos


experimentos realizados con ratas a través de muchos años. Dio a 1200 de éstas la
alimentación típica de los barrios bajos de Londres. Pan blanco, platillos dulces
elaborados con harina blanca, confituras, carnes conservadas, arenques, conservas,
golosinas y de vez en cuando un poco de legumbres cocidas. Después de un plazo
determinado, encontró en estas ratas, casi todas las enfermedades existentes en el
hombre “civilizado”. Los animales sometidos a la influencia de un régimen urbano se
volvían irritables, agitados y agresivos. Algunos de ellos terminaron por devorarse entre
sí.

A otro grupo de ratas McCarrison les suministró una alimentación muy similar a la de
los hunzas. Estas ratas se mantuvieron exentas de enfermedades y entre ellas reinaba la
paz y la cordialidad.

Contemporáneo de Pottenger, publicó en 1932 su ensayo titulado: Nutrition and


Physical Degeneration: A Comparison of Primitive and modern Diets and Their
Effects.

Price recorrió el mundo entero examinando exhaustivamente a miles de personas a las


que no hubiese afectado lo que llamamos civilización. Examinó grupos de personas en
lo que entonces era una parte aislada de los Alpes Suizos, en el Norte de Italia, en la isla
de Man, en las Nuevas Hébridas, Australia, nueva Zelanda, África Central, las Selvas de
América del Sur, el Norte de Canadá y Alaska y en diversas islas del Sur del Pacífico.

Analizó las dietas de catorce culturas primitivas de todo el mundo, entre ellas indios
norte, sudamericanos y suizos que vivían aislados en las montañas, celtas, esquimales,
melanesios, polinesios, malayos, maoríes y miembros de tribus de África oriental y
central. El resultado de sus análisis corroboró que esas dietas primitivas eran mucho
más nutritivas que las dietas “civilizadas” de su época.

Algunas características variaban entre las diferentes culturas, en algunos lugares se


encontraban compuestas en su mayor parte de pescado o carne, sin hortalizas ni
cereales; en otras, de hortalizas o granos, sin carne ni pescado; parecían no tener nada
en común. Sin embargo, detecto como características comunes: sobriedad, ausencia
absoluta de alimentos refinados e industrializados, ausencia de sustancias químicas
artificiales y tóxicas y un elevado valor nutritivo de los alimentos.

En todos los grupos de culturas primitivas encontró un elevado grado de salud, vigor y
dentaduras virtualmente perfectas, aspectos asociados a sus dietas tradicionales. Tal
como sucedió con los gatos de Pottenger, la amplitud característica de los arcos
dentales, otorgaba a cada uno de estos grupos un rostro ancho, que daba a esas gentes
una apariencia similar, como si todos fueran miembros de una misma familia.

También tuvo tiempo de constatar que tan pronto como esas personas emigraban “al
mundo civilizado” o adoptaban una dieta de alimentos refinados, adquirían caries y
dolores de bucales tan intensos que se convertían en motivo de suicidio. Con el tiempo,
el rostro se les fue estrechando, los dientes amontonando más y más en cada sucesiva
generación, la apariencia individual se tornaba muy diversa.

Adquirieron problemas en los senos faciales, respiración por la boca, estrechez de las
fosas nasales, visión disminuida, problemas con muelas del juicio y, cosa extraordinaria,
escasez de buenas voces para el canto. En sus viajes, Price quedó asombrado de la
cantidad de magníficos tenores en potencia que encontró entre los pueblos de hábitos de
vida tradicionales.

Las estadísticas de Weston Price y McCarrison aplicadas a culturas primitivas fueron


similares: ausencia total de todas las enfermedades comunes en occidente. No pudo
encontrar úlceras, canceres enfermedades cardiacas o renales, polio, diabetes, etc.
Tampoco encontró cárceles, institutos pare enfermos mentales, delincuencia infantil o
adulta, desviaciones sexuales, infertilidad e inadaptación social.

Entre las variables analizadas, concluyeron que: El factor determinante de su salud y


longevidad, es su dieta compuesta de alimentos sin procesar, producidos con abonos
orgánicos, agua de glaciares y libre de productos químicos.

Como sucedió con los gatos de Pottenger y las ratas de McCarrison, Weston Price
encontró que cuando las razas primitivas adoptan una dieta de alimentos refinados, ven
alterada su inmunidad, incrementadas sus tendencias antisociales, y cambiada su
apariencia física. También observó que los individuos más jóvenes se vuelven adictos a
los alimentos refinados.

En su ensayo Nutrition and Physical Degeneration Price relata: “Mientras viajaba


entre los miembros de razas primitivas de varias partes del mundo, me impresionó
profundamente la belleza de su personalidad y la fuerza de su carácter”. Describió a la
gente de costumbres primitivas como personas con postura erguida, gran resistencia
física, carácter animado y siempre estable. Encontró personas con una excelente
estructura ósea, rostros y maxilares tan anchos y bien desarrollados (que no tenían los
dientes hacinados unos con otros como sucede en la actualidad) y libres de caries, del
mismo modo su cuerpo se encontraba libre de enfermedades degenerativas.

Las estadísticas referentes a la incidencia del cáncer, úlceras, hipertensión arterial,


tuberculosis, cardiopatías, trastornos renales, poliomielitis, distrofia pulmonar,
esclerosis múltiple y parálisis cerebral eran cero en todos los casos. (Weston A. Price.
Nutrition and Physical Degeneration. Los Ángeles California. American Academy of
Nutrition. 1950).

En todas esas culturas Price encontró que sus alimentos eran producidos con métodos
agropecuarios que hoy conocemos como orgánicos. En su agricultura utilizaban abonos
naturales y ningún producto químico artificial. Varias culturas utilizaban como
alimentos pescado, mariscos, vísceras y productos lácteos de animales alimentados con
hierba verde y fresca libre de químicos. En algunas partes se alimentaban con hueva de
pescado y algas kelp.

En todas esas culturas no contó nombres para enfermedades degenerativas, ni eran


necesarios por ser inexistentes. Price no encontró médicos, cirujanos, siquiatras,
prisiones, instituciones para enfermos mentales, delincuencia infantil ni desviaciones
sexuales. Todas las madres amamantaban a sus hijos; no se había oído jamás de un
pecho que no funcionase. La salud mental, moral y emocional acompañaba a la salud
física.

Burkitt Denis Parsons


Cirujano Británico, originario de Enniskillen, Irlanda del Norte, educado en Dublín y
Edimburgo.

Habiendo sido rechazado por el gobierno inglés para ocupar una posición como médico
de las colonias británicas en África, Denis Burkitt aceptó una oferta del gobierno
alemán y fue enviado entre 1943-1945 a Kenia, Somalia y Uganda. En 1946 fue
trasladado a Kampala, Uganda en donde se incorporó al ministerio de salud.

Descubridor del linfoma de Burkitt en 1957 en Kampala, durante su trabajo en África,


despertó su interés en medicina y epidemiología geográficas. Burkitt observó que las
dietas autóctonas altas en fibra previenen muchas de las dolencias modernas, tales como
apendicitis y cáncer del intestino, enfermedades comunes en el occidente, pero casi
ausentes entre los nativos de África y otras regiones que conservan sus costumbres y
dietas originales.

Durante su estancia en África, Denis Burkitt y Cols observaron entre la población


nativa un patrón de enfermedades que difería al de los países occidentales y lo
relacionaron a sus hábitos alimenticios. El efecto más notorio de la dieta autóctona
consistía en producir una gran cantidad de masa fecal. El peso de las heces producidas
por los campesinos de Uganda era aproximadamente el doble del de las producidas en
los países “civilizados”.

A raíz de estas observaciones se estableció una relación entre ingesta de fibra dietética y
su implicación en la función y patología intestinal: las diferencias en el patrón de
enfermedades aparecidas se debían concluyeron, a la proporción de fibra de la dieta.

Burkitt y Hugh Trowell conjeturaronque el consumo de carbohidratos refinados con


bajo contenido de nutrientes y fibra era la principal causa del cuadro de patologías que
denominó “enfermedad occidental”, incluyendo apendicitis, diverticulitis, diabetes,
enfermedad cardiaca y ciertos cánceres.

Consideraron que muchas de esas enfermedades presentes en occidente, pero ausentes


en el tercer mundo tienen su causa común en nuestro patrón dietético compuesto de
alimentos refinados. Sobre la base de esas convicciones, lanzaron una cruzada mundial
para aumentar el consumo de fibras vegetales.

En 1992 La Real Universidad de Médicos Cirujanos de Canadá reconoció a Burkitt,


concediéndole un título honorífico, resumiendo y publicando sus investigaciones.

T L Cleave
En 1974 T. L. Cleave brillante médico cirujano británico, director de investigaciones
médicas del Instituto de Medicina Naval (Institute of Naval Medicie), publicó los
resultados de un exhaustivo estudio epidemiológico denominado “La Enfermedad
Provocada por el Consumo de Sacarosa” (The Saccharine Disease).

Cleave realizó una cuidadosa revisión de los registros de hospitales en naciones del
tercer mundo, principalmente África, corroborando que ningún nativo que conservara su
dieta primitiva original, había sido afectado por las enfermedades comunes de
occidente, incluidas obesidad, diabetes, cáncer de colon, cálculos biliares, diverticulitis
y enfermedades del corazón, padecimientos que no solo fueron menos frecuentes, sino
inexistentes.

A diferencia de su colega Denis Burkitt, quien revisó la misma información señalando


el elevado consumo de fibra como el elemento preventivo de las enfermedades, Cleave
concluyendo que la protección era ejercida por la ausencia en su dieta de alimentos
elaborados con carbohidratos refinados como azúcar y harina blancas.

Cleave estableció con cuidadosos estudios que casi exactamente veinte años después de
la incorporación de alimentos refinados a la dieta, (desplazando a los alimentos de las
dietas originales), se inicia un estado de degeneración física y mental al que denominó
“enfermedad de sacarosa” dando surgimiento a la proliferación de hipoglucemia,
obesidad, diabetes, enfermedad cardiaca y cáncer. Cleave llamó a este fenómeno la
Regla de los Veinte Años, misma que ha sido corroborada una y otra vez a través del
tiempo por numerosos y prestigiados investigadores.

La regla de los veinte años ha quedado confirmada en casos cómo de: los Judíos
Yemenitas cuando fueron trasladados a Israel, los Indios Pima de Arizona, poblaciones
de Arabia Saudita, Japón, India y México, que abandonaron su dieta tradicional y la
sustituyeron por un régimen de alimentos refinados, toda vez que alcanzando los niveles
de carbohidratos refinados promedio de la dieta occidental, dieron origen a las
enfermedades asociadas a la Enfermedad de Sacarosa tornándose epidémicas.

Definió a la Enfermedad de Sacarosa como la enfermedad maestra de la que derivan


los trastornos degenerativos como la obesidad, diabetes, enfermedad cardiovascular,
úlcera péptica, colitis, síndrome de colon irritable, cansancio crónico, estreñimiento,
hemorroides, venas varicosas; enfermedades infecciosas por escherichia coli, como
apendicitis, colecistitis, pielitis, diverticulosis, diverticulitis; también cálculos renales,
caries y diversas enfermedades de la piel.

El mecanismo patológico principal y subyacente a este conjunto de enfermedades fue


identificado y descrito por eminente investigadores como una exagerada respuesta
insulínica producida por un páncreas sobreestimulado por el consumo de carbohidratos
refinados. Manifestación inequívoca de intolerancia a los carbohidratos refinados,
descrita más adelante como un shock insulínico producido por los alimentos
industrializados y similar al shock insulínico inducido por la administración de una
sobredosis de insulina administrada a un diabético. Este estado de sobre-estimulación
pancreática da origen a una desproporcionada elevación en la secreción de insulina,
generando bruscas caídas de glucosa en la sangre, como respuesta a la hiperglicemia
generada después de consumir carbohidratos refinados.

Este estado de sobre-estimulación pancreática que bien puede considerarse como un


estado prediabético se caracteriza por bruscos altibajos de glucosa en la sangre, lo que
en una primera fase produce hipoglucemia (reactiva o relativa) cursada con depresiones,
cansancio crónico, y de leves a severos trastornos del carácter y de la conducta con un
característico cuadro de síntomas físicos y mentales.

La hipoglucemia reactiva ha sido definida como una caída del volumen de glucosa por
abajo de los 80 miligramos por decilitro de sangre, media hora después de ingerir
alimentos; o hipoglucemia relativa como una brusca elevación de la glucosa sanguínea
seguida por una igual de abrupta caída de 20 miligramos desde su nivel máximo, media
hora después de ingerir alimentos. Aun cuando el volumen de glucosa se conserve
dentro de los rangos considerados normales, esta disminución brusca, produce el mismo
síndrome de la hipoglucemia reactiva.

La continua repetición de estos ciclos de altibajos de insulina y glucosa en la sangre,


desemboca en el conjunto de manifestaciones físicas y mentales que Cleave define
como Enfermedad de Sacarosa.

Roger Williams
Uno de los más prestigiados bioquímicos del mundo contemporáneo relacionados con la
nutrición, considerado por Linus Pauling como “su maestro”, realizó un exhaustivo y
fecundo trabajo de investigación iniciado en 1950. Constató que la vida no es posible
sin la desigualdad. La herencia genética interactuando con el entorno biofísico y
psicosocial, contribuye a dicha desigual individualidad en la misma proporción, afirmó
Williams.

En los seres humanos la expresión de sus genes es modulada por un conjunto de


factores biofísicos y psicosociales: Alimentación, aire, temperatura, sustancias químicas
naturales, otras de carácter tóxico como microorganismos, radiaciones, luz; traumas y
diversas influencias psíquicos.

Williams demostró que los genes interactúan dinámicamente con el medio ambiente
desde el desarrollo fetal hasta la primera infancia, asegurado que cada individuo resulte
bioquímicamente único. Por este mecanismo, cada ser humano resulta anatómico,
fisiológica y bioquímicamente único y distinto a los demás.

Williams demostró con exhaustivos y detallados análisis que cada persona tiene órganos
con diferentes formas y tamaños, distintos niveles de aminoácidos, vitaminas, minerales
y enzimas. Comprobó que aunque los niveles de vitaminas y otros nutrimentos en la
sangre permanecen extraordinariamente constantes, los requerimientos de cada
individuo varían de forma considerable.

La individualidad anatómica-bioquímica origina un abanico muy amplio de


necesidades de nutrientes que pueden alcanzar niveles muy altos en algunas personas.
Pueden elevarse a una proporción un mil por ciento arriba de las dosis mínimas
recomendadas. Si esa necesidad acrecentada no es satisfecha, la insuficiencia originará
estragos en el metabolismo y la gente enfermará. En personas enfermas el porcentaje
puede ser aun mayor. Sobre esa base, formuló el Principio de Individualidad
Bioquímica. Expuesto en su ensayo Biochemical Individuality.

Creando las bases del nuevo paradigma del origen molecular de la enfermedad explicó
que las continuas y aleatorias mutaciones de los genes y la modulación de su expresión
por diversos factores ambientales, crean un "ambiente molecular modificado" que altera
la anatomía y fisiología celular, modificación asociada a enfermedades específicas.

Formuló el concepto de Polimorfismo Genético para describir esta variación funcional


que rodea los rasgos genéticos específicos, incluso entre gemelos idénticos. Aunque
gemelos idénticos comparten los mismos genes, como resultado de diversos ambientes
dentro del útero, una distinta alimentación y un distinto ambiente de desarrollo, pueden
manifestar una diferente expresión genética que los desigualará más, mientras más edad
alcancen, y hará que sus necesidades nutrimentales para alcanzar una función óptima
sea distinta.

De gran importancia resulta que el estado de nutrición influye de forma determinante en


la expresión de los genes. Ahora sabemos que el genotipo se transforma en un
determinado fenotipo como resultado de factores ambientales y la alimentación, factores
que determinan el estado de salud y la longevidad. Estos factores funcionan como
golpes de un escultor que modelan una roca para formar una escultura. (Dr. Williams).

Identificó la relación entre "individualidad bioquímica", requerimientos nutrimentales


individuales y función metabólica óptima.

Formuló el principio de sinergia entre los nutrientes, según el cual, estos trabajan en
sincronía, como lo hace una orquesta. Para lograr una salud óptima, todos los nutrientes
deben de estar presentes en la cantidad y proporción óptimas a un mismo tiempo
cubriendo las necesidades individuales.

Los alimentos naturales producidos resguardando su integridad molecular natural, sin


manipulaciones químicas, tienen cantidades y proporciones de nutrientes que cubren de
manera óptima una amplia gama de necesidades. El metabolismo humano no tiene
capacidad para utilizar los alimentos artificiales, elaborados para ser más duraderos
y agradables al paladar, más no para nutrirnos. “Los fabricantes de alimentos
ignoran el principio esencial de la sinergia que Williams sugiere”...“La comida
industrializada genera una discordancia en la armonía del metabolismo: la ausencia
de un nutriente es comparable a un violín con una cuerda rota” (Abraham Hoffer &
Morton Walker), siendo esta la objeción más importante a la comida sintética de la
dieta moderna.

Los alimentos sintéticos no contienen los micronutrientes, fitonutrientes y nutrientes


accesorios identificados recientemente y otros que probablemente aun no se han
identificado y que influyen de manera importante en el estado de salud. (Abraham
Hoffer & Morton Walker).

En consecuencia, para lograr una salud óptima, cada persona deberá recibir una
nutrición óptima, adecuada a sus necesidades individuales, refutando de ese modo los
mitos de la necesidad mínima diaria (MDR) y de la ingesta diaria recomendada (RDA)
de nutrientes. También encontró que algunas personas enferman gravemente al ingerir
ciertos alimentos los cuales resultan muy saludables para otras.

Kollath
Dr. Kollath del Instituto de Anatomía Patológica de la Universidad de Munich,
denominó mesotrofia a la situación en la que asegura, se encuentra actualmente la
humanidad, a la que definió como un estado en el se puede vivir con una apariencia
más o menos normal y estar aparentemente bien nutrido, pero con un nivel
degradado de salud.

La mesotrofia es una epidemia moderna de falta de salud que coexiste con una gran
diversidad de molestias de difícil definición, padecida cada día por un número mayor de
personas.

Las personas mesotróficas no están enfermas de acuerdo a los estándares y criterios


médicos oficiales, pero tampoco se encuentran sanas, carecen de una salud y calidad de
vida óptimas. Estas personas disfrutan de una salud "imaginaria"(Gortner): piensan
que están bien, pero no lo están debido a que nunca han sabido lo que es una salud
óptima. Se consideran normales ya que la mayoría de las personas a quienes conocen
tienen la misma falta de salud.

Kollath analizó a más de 7 mil ratas a las que alimentó con la típica dieta
occidentalizada, y observó en éstas, síntomas de degeneración con caries dentales, caída
del pelo, estreñimiento crónico y otros similares que presentan los humanos
mesotróficos. Las ratas fallecían de infartos, cáncer, diabetes y derrames cerebrales
(ACV), igual que los hombres civilizados.

Reprodujo los mismos resultados obtenidos por Pottenger con gatos y por McCarrison
con ratas, animales a los que con la misma dieta, produjeron un gradual deterioro de su
salud, el cual se acentúa con el transcurrir del tiempo.

Como sucede con los humanos con su dieta moderna, los animales de experimentación
desarrollaron dientes apiñados, huesos más largos, delgados y frágiles, piel más áspera,
dermatitis, alergias, parásitos, infecciones, problemas cardíacos, miopía, presbicia,
artritis, hipotiroidismo, abortos frecuentes, partos difíciles, elevada mortalidad infantil,
hembras irritables, respiración sibilante y machos con actividad sexual anormal.

En 1974 Cheraskin y Ringsdorf, llegaron a la conclusión de que cuerpo humano no se


encuentra capacitado para el consumo de azúcar y harina refinada, ingredientes que
nunca antes en toda la historia y prehistoria humana habían formado parte de nuestra
dieta, sino solo hasta hace un siglo. Nuestra maquinaria metabólica –aseguran- no
cuenta con la capacidad para controlar y aprovechar los carbohidratos refinados que
consume el hombre moderno. Son un alimento que no nos nutre, desplaza a otros
alimentos nutritivos, funcionan como antinutrientes y crean necesidades artificiales de
otros nutrientes (deuda de nutrientes). Son la principal causa de hipoglucemia, diabetes,
cáncer y cardiopatías.

La sacarosa es particularmente insidiosa, ya que cuenta con un poder adictivo,


destructivo y perjudicial similar al de la heroína, solo que su adquisición es legal y su
consumo no se considera antisocial.

Por término medio cada persona (niños, mujeres y adultos) de cualquier país consume
56 kilos de azúcar refinado por año, además de otros carbohidratos refinados. Se asimila
y se vierte en la sangre con demasiada rapidez y sin compañía de los demás nutrientes,
resulta sumamente tóxica. Su consumo es muy perjudicial para la salud, envenena el
organismo, se infiltra hacia el corazón y hacia el cerebro causando estragos.

Lo cierto es que un gran número de enfermedades físicas, así como depresiones, estados
de ansiedad, alcoholismo y otras adicciones son el resultado final de la ingestión de
sacarosa.

Campbell después de años de estudios, en 1966 concluyó que el azúcar refinado, crea
adicción y estableció tres reglas respecto los efectos de su consumo en seres humanos:

1) Regla de los 20 años. Un individuo puede resistir los efectos perjudiciales del azúcar
refinado durante 20 años; a partir de ese momento aparece la diabetes.
2) Regla de las 70 libras (31.5 kilos). Una población puede consumir hasta 70 libras de
azúcar por persona y año antes de que afloren enfermedades graves.
3) Regla del 20 %. En poblaciones con presencia de diabetes, el consumo de sacarosa
será superior al 20 % del consumo total de calorías.

Yudkin
Entre 1969 y 1972 Yudkin estableció que el consumo de sacarosa es una de las
principales causas de ateroesclerosis y trastornos coronarios. Aumenta la aparición de
caries, dispepsia y dermatitis seborreica. Y agrega: “Sorprendentemente, no se han
realizado experimentos de laboratorio para comprobar su potencial cancerígeno”.

Conclusiones y sugerencias.
De acuerdo a los hallazgos de los investigadores que hemos mencionado, los cuales nos
muestran que el mecanismo más importante para lograr una Longevidad Activa,
satisfactoria y Saludable, con una Elevada Calidad de Vida, consiste en revertir la
tendencia de este último siglo: Una progresiva degradación del estado de salud y
vitalidad humana, producida por la incorporación a la dieta de alimentos artificiales
elaborados con ingredientes refinados ricos en energía y aditivos químicos, pero pobres
o casi nulos en cuanto a su contenido de vitaminas, minerales, oligoelementos,
aminoácidos, nutrientes accesorios, fitonutrientes protectores, enzimas y fibras; y con
concentraciones y proporciones de macronutrientes muy distintas a las naturales.

Para lo cual sugerimos que independientemente de cualquier otro método utilizado por
profesionales y técnicos de la salud con fines profilácticos, terapéuticos o estéticos, de
acuerdo también a la premisa fundamental del Instituto Linus Pauling de la Ciencia y la
Medicina: de una dieta óptima es la llave para una salud óptima:

1. Supresión absoluta y total y absoluta de alimentos artificiales elaborados con


ingredientes refinados y aditivos químicos que funcionan como antinutrientes, tales
como azúcar, harina refinada, aceite refinado, margarina y todo tipo de aditivos
químicos.
2. Supresión total y absoluta de alimentos en cuyo proceso de producción se han
utilizado abonos químicos, plaguicidas, pesticidas, funguicidas, insecticidas, hormonas
y otras sustancias químicas utilizadas por la industria agroalimentaria.
3. Incorporación a la dieta de alimentos orgánicos, más nutritivos y libres de
insecticidas y pesticidas.
4. Selección de alimentos orgánicos, naturales, integrales, sin refinar, ricos en
nutrientes, fitonutrientes, nutrientes accesorios, enzimas, fibras y libres de aditivos
químicos.
5. Incorporación a la dieta diaria de alimentos crudos (ricos en vitaminas y enzimas) en
una proporción aproximada de entre un 60 a 80 % del total de alimentos comidos
diariamente.

Para lograr una larga vida junto a un elevado estado de salud, vitalidad, condición física
y belleza, es igualmente necesario habituar un régimen alimentario moderadamente bajo
en hidratos de carbono, suficiente en proteínas y ácidos grasos esenciales, compuesto
exclusivamente de alimentos orgánicos, naturales e integrales e incluir complementos
alimenticios de acuerdo a la individualidad bioquímica de cada persona determinando
su necesidad óptima.

La prescripción de dietas y de complementos nutritivos deberá tener presente la


necesidad y tolerancia individual de carbohidratos, aminoácidos, ácidos grasos
esenciales, fitonutrientes, nutrientes accesorios, oligoelementos, enzimas y fibras.

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