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a) El alcoholismo
El alcoholismo es una enfermedad de la familia. El hecho de beber
compulsivamente afecta al alcohólico y al mundo que lo rodea: amistades, empleo,
hijos, padres, novia, matrimonio... todos sufren los efectos del alcoholismo. Los
que quedan más profundamente afectados son los que están más en contacto
directo con el alcohólico y los que se preocupan más por él quedan literalmente
embrollados por el comportamiento de éste. Reaccionan ante el comportamiento
del alcohólico. Tratan de controlar la bebida de éste, pero ven que hacerlo está
fuera de su alcance. Se avergüenzan de las escenas que el alcohólico hace en
público, pero en privado esta vergüenza se convierte en acusación. No tardarán
en sentirse culpables, conllevando las heridas, temores y culpa del alcohólico.
b) La drogadicción
Con frecuencia los miembros de la familia cesan de actuar en forma funcional
cuando tratan de lidiar con los problemas producidos por la droga en un ser
querido, algunos niegan que exista algún problema, bloqueando sus propios
sentimientos (de igual modo que el adicto a la droga).
Otro de los miembros de la familia tratan de encubrir los errores cometido por el
adicto a la droga. El encubrimiento ocurre cuando un miembro de la familia rescata
al adicto o le ayuda en la obtención de la droga. Uno de los cónyuges quizás trate
de ocultar a los hijos la adicción a la droga de su pareja.
c) Violencia intrafamiliar
Entendemos que la violencia doméstica es un modelo de conductas aprendidas,
coercitivas que involucran abuso físico o la amenaza de abuso físico. También
puede incluir abuso psicológico repetido, ataque sexual, aislamiento social
progresivo, castigo, intimidación y/o coerción económica.
Hay autores que señalan que la violencia Intrafamiliar se da básicamente por tres
factores; uno de ellos es la falta de control de impulsos, la carencia afectiva y la
incapacidad para resolver problemas adecuadamente; y además en algunas
personas podrían aparecer variables de abuso de alcohol y drogas.
d) Falta de comunicación
El ambiente familiar negativo, caracterizado por problemas de comunicación entre
padres e hijos adolescentes, constituye uno de los factores de riesgo más
vinculados al desarrollo de alteraciones en la salud mental en los hijos, como
síntomas depresivos, ansiedad y estrés.
c) Conducta antisocial
Las conductas antisociales son muy amplias y varian de unos niños a otros
aunque tienen en común conductas violentas y oposicionistas. Desde niños,
infringen reglas sociales, suelen presentar comportamientos agresivos,
manifestaciones de ira y rabia continuadas, no aceptan someterse a las normas, la
mayoría tiene problemas escolares tanto con respecto a la conducta como en lo
que se refiere al rendimiento, absentismo escolar, tienen escasas habilidades
sociales, dificultades a la hora de resolver problemas, etc.
d) Rebeldía
Este comportamiento es relativamente común y a menudo aparece cuando el niño
cumple un año. Cuando el bebé nace, trae impulsos amorosos y agresivos que,
con el tiempo y con el cuidado de los padres, empezará a construir vínculos
afectivos y a desarrollar sus relaciones personales. Esta es una fase muy
importante. Su personalidad será construida a partir de su conocimiento del
mundo a su alrededor. Para eso, es necesario que el bebé se sienta protegido y
cuidado en su entorno familiar.
Responsabilidades en la familia
La familia como célula fundamental de la sociedad, tiene una gran responsabilidad
en la formación de la personalidad del individuo, ya que las primeras influencias
educativas las recibe el niño en el seno familiar, por lo que se ha dicho que es la
familia la primera escuela del ser humano.
De este modo se ha afirmado también que dentro de las acciones educativas
están implícitas no solo los modos de actuación y patrones de conducta a seguir,
sino también elementos de orientación que abarcan lo profesional, vocacional y lo
ético estrechamente relacionado con la visión del desarrollo de la proyección
social del individuo.
Virtudes en la familia
La familia es el lugar de formación donde se aprende a vivir las grandes virtudes;
el lugar querido por Dios para formar al ser humano; el lugar donde nos instruimos
para ser personas; el lugar donde aprendemos a amar y a ser amados, a ser
generosos, fieles, honestos y responsables. Si nos atenemos al contenido,
sabemos que en la educación en virtudes se sabe con certeza qué es lo que se
tiene que enseñar y es sencillo llevarla a cabo, pues las virtudes están inscritas en
la naturaleza humana, y son los hábitos, es decir, los modos de actuar contrarios
al mal, a los vicios: humildad, generosidad, diligencia, sobriedad, paciencia,
castidad, fortaleza, justicia, prudencia, templanza. Sin embargo, la educación en
valores tiene más matices y es más relativa, pues los valores cambian en función
de las culturas, las épocas, las personas que los trasmiten o las personas a
quienes han de ser transmitidos.
El carácter, primer propósito de la educación en la familia.
Para los padres, ayudar a sus hijos en la formación del carácter y la personalidad
para los que estas edades constituyen una etapa clave ha de resultar un deber
ineludible y al tiempo una satisfacción inmensa. La educación del carácter es
bastante difícil porque es algo que se fragua muy en el interior del joven o de la
señorita, y además es una cuestión personalísima de cada uno. Tanto es así, que
no debe ser fácil siquiera definir en qué consiste ser una persona de carácter. Es
verdad, pero el éxito en la forja del carácter depende en mucho de que él o ella se
convenzan de que les interesa mejorarlo, y estas ideas pueden servirte para
hacerles reflexionar.