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Virginia Contreras
Son muchas las estrategias que algunos de los interesados han escogido para vender su
imagen. Algunos han ofrecido directamente su nombre para optar a la selección, otros
prefieren aprovechar sus circunstancias como funcionarios para demostrar sus
capacidades. Unos cuantos han enviado emisarios para tantear el terreno, otros tantos
mandan “SOS” desde el exterior, y otros más, se acercan silentes desde la periferia a
fin de evaluar sus posibilidades. Es posible que ni los métodos, ni los candidatos nos
convenzan plenamente, pero así es la democracia, y hay que aceptarlo.
Hablar de elecciones primarias resulta un reto, toda vez que pareciera que conocemos
suficientemente el tema. De hecho, durante las elecciones presidenciales de 2006, la
posibilidad de las elecciones primarias había sido discutida, si bien a última hora el
candidato opositor fue escogido “por acuerdo unitario”.
Aún así, no son pocas las dudas que se interpretan de los comentarios, y actitudes, que
en los últimos tiempos han asumido dirigentes políticos, analistas, encuestadores y
hasta medios de comunicación, respecto a las bondades de las primarias en cuestión.
De igual forma, el Artículo 52. de la citada Ley, dispone que: “Cualquier elector o
electora puede postularse por iniciativa propia con sus nombres y apellidos, únicamente
para los cargos de elección popular electos mediante la vía nominal”.
Sobre este particular, el ordinal 6to del Artículo 293 de la Constitución de la República,
dentro de las funciones del Poder Electoral, establece:
Estas aseveraciones, por parte de una de las organizaciones civiles con mayor
experiencia en los asuntos electorales en el país, deben llenarnos de preocupación, al
constatar que lo afirmado en el boletín mensual de Súmate, hace cinco años, no sólo
no ha sido corregido, sino que ha sido incrementado en hechos irregulares, así como
aumentado en volumen. La respuesta ante estas circunstancias dependerá de la
sinceridad con que nuestros líderes políticos actúen, pero de igual forma, de la madurez
con que el electorado reaccione.
Infinidad de ejemplos existen respecto a las irregularidades a las que nos ha venido
enfrentando el organismo electoral, sin que hasta el presente haya poder humano, o
divino, capaz de impedirlas. Probablemente uno de los más importantes hechos, por
las consecuencias que acarrea, se refiera al registro electoral permanente (REP).
Estas circunstancias, que definiríamos como “los aspectos objetivos de las primarias”,
compiten con la actitud de algunos sectores de la oposición democrática.