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EL NIÑO
Desarrollo de los sentidos
Los procesos sensoriales y perceptivos
A. La sensación
Para conocer los objetos que nos rodean y descubrir las características de cada
uno de ellos, necesitamos explorarlos mediante nuestros sentidos y movimientos.
El ser humano está contactando y relacionándose con el medio a través de los
sistemas sensoriales. Mediante los receptores sensitivos estamos recibiendo
información y detectando estímulos (calor, frío, presión, ruido, etc.) que están en el
entorno.
Los órganos sensoriales son los encargados de recoger la estimulación que nos
manda el medio y de transmitirla al cerebro, que es donde se registra esa
información y se convierte en sensación.
La sensibilidad aparece, pues, como una capacidad que tiene el organismo para
«notar» el medio como algo que está ahí y que presenta diversas cualidades. Para
eso disponemos de receptores en la piel, en la retina, en la lengua y en todos los
sentidos para recoger toda la información.
Para que un receptor sensorial reciba información del medio es preciso que éste
actúe sobre el organismo estimulándolo. Los estímulos activan los receptores
sensoriales, produciéndose una excitación y originándose un impulso nervioso que
es transmitido por los nervios sensoriales (óptico, auditivo, etc.) hasta el cerebro,
que es donde se experimenta la sensación. La sensación es, por tanto, el efecto
producido en las áreas cerebrales por la excitación que se originó en el órgano
sensorial, a partir de un estímulo procedente del medio externo o interno.
• Momento de transmisión.
Las sensaciones y las percepciones nos sirven para contactar con el entorno a
través de los sentidos. Cada especie se interesa por unos estímulos del medio en
el que se desenvuelve. Se ha comprobado que los bebés se sienten atraídos por
la voz y la sonrisa humana antes que por otros estímulos auditivos y visuales. Sin
embargo, a los animales no les interesan estos estímulos.
Palacios (1) señala que tanto los animales como los hombres se interesan y
prestan atención «a los rasgos del entorno que pueden tener consecuencias para
ellos».
Para esto sirve la percepción, para poner el organismo en relación con el entorno
más cercano y seleccionar aquellos estímulos que sean más importantes.
Para conocer las percepciones en las que se centra el bebé, Palacios indica, entre
los métodos sencillos, prestar atención a lo que el niño hace (qué objetos le
interesan, ante cuáles sonríe...) y medir y registrar cuánto tiempo pasa mirándolos.
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Delval (2) habla de tres sistemas que relacionan al bebé con su entorno:
• El sistema visual.
• El sistema auditivo.
El ojo es como una cámara oscura, con una lente, el cristalino, que acomoda las
imágenes y permite su formación en la retina. Para que las imágenes sean nítidas
es preciso que el cristalino enfoque bien el objeto.
La retina está formada por millones de receptores que son sensibles a la luz.
Contiene dos tipos de células: conos y bastones.
Los conos discriminan los colores, son sensibles a la luz brillante y se utilizan en la
visión diurna. Los bastones aprecian la cantidad de luz, son sensibles a la luz débil
y se usan para la visión nocturna.
El niño, desde que nace, es capaz de ver, aunque no de la misma manera y con la
misma precisión que los adultos.
La retina está casi completa al nacer, pero el córtex visual tiene que desarrollarse
más.
El ojo funciona como una cámara que recoge las imágenes del exterior y las lleva
al cerebro. Para que las imágenes sean de calidad se requiere sincronía de ambos
ojos y movilidad de los músculos.
• Baja visión: la ambliopía. Los niños amblíopes pueden ver objetos opacos a
pocos centímetros de distancia; sin embargo, necesitan el sistema táctil para
manejarse, aunque no se les debe educar como ciegos.
En general, se utilizan los términos déficit visual, baja visión o visión residual para
remitir a una reducción de la agudeza central o a una pérdida subtotal del campo
visual debida a un proceso patológico ocular o cerebral.
Así pues, un niño con déficit visual padece una alteración permanente en los ojos
o en las vías que transmiten el impulso visual al cerebro. Esta disminución
constituye un obstáculo para su desarrollo y requiere un trato diferenciado, debido
a sus necesidades especiales.
Desarrollo Cognitivo. Sistema auditivo
Este sistema es el más importante para el desarrollo normal del lenguaje. Si el
niño no oye, no aprende a hablar con normalidad.
El sentido del oído hace posible la percepción de los sonidos y permite conocer
sus características. Consta de:
En él se encuentran las células con pestañas del órgano de Corti, que es donde
las ondas sonoras originan el impulso nervioso, para desde ahí trasmitirlo, a través
del nervio auditivo, a la corteza cerebral.
• Sordos profundos: su audición les impide adquirir el lenguaje por vía auditiva, por
lo que necesitan servirse de la visual para conseguirlo.
Se sabe que la agudeza táctil varía de unos individuos a otros, y que el ejercicio
permite a los ciegos alcanzar un alto nivel de agudeza táctil.
La sensibilidad térmica varía según las personas y las regiones corporales. Así,
los muslos y las mejillas son más sensibles a las diferencias de temperatura que
los dedos.
Los sistemas para recibir información son: el sistema visual, el sistema auditivo y el
sistema somato-sensorial, que está relacionado con la sensibilidad táctil, con el
movimiento y las posturas que puede adoptar el cuerpo.
Desarrollo perceptivo
A. Características generales
El mundo perceptivo del bebé no es como el del adulto; sin embargo, su cerebro
desarrolla desde el nacimiento determinadas capacidades perceptivas importantes
y, aunque tenga limitaciones en el procesamiento de la información, las irá
superando con la ejercitación y la estimulación sensorial.
Según Bower (3) el niño, al nacer, tiene una capacidad perceptiva general o
abstracta, que irá haciéndose más específica a medida que crezca y tenga
experiencias significativas. Así, un recién nacido sólo está capacitado para
reaccionar al sonido y, a medida que va evolucionando y familiarizándose con
sonidos específicos, podrá discriminar hasta los más complejos, como son los del
lenguaje humano. En la evolución del lenguaje, el pequeño va discriminando
sonidos paulatinamente más finos y diferenciados hasta no cometer errores, ni
siquiera en los fonemas que tienen el mismo punto y el mismo modo de
articulación.
Nace con capacidad para todos los lenguajes posibles, pero termina dominando,
por la ejercitación, únicamente los de su propio idioma, y con los años perderá
aptitudes para responder a otros lenguajes.
Bower indica que el sistema perceptivo del recién nacido se vuelve cada día más
capacitado, pero, en este periodo de desarrollo rápido, su sistema se vuelve
vulnerable y la falta de estímulos procedentes del medio o una selección anómala
pueden destruir las estructuras presentes al nacer.
En cuanto a los estímulos más significativos para el bebé, según Palacios, lo más
importante y atractivo es la figura de la madre: de ella depende para su
alimentación y comodidad; ella lo coge, lo mira, le habla, le arrulla. Por tanto, el
rostro de la madre o de la persona que le cuida contiene los estímulos que más
atraen su atención. Los más significativos son la voz humana y la mirada.
Así pues, los lactantes están genéticamente predispuestos para la interacción
social y, en particular, para la interacción con los otros. De esto se deduce qué
estímulos deben proporcionar al niño los adultos y educadores.
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Delval señala que el recién nacido ve con mayor nitidez los objetos situados a 20 ó
25 cm. Más cerca y, sobre todo, más lejos los ve más borrosos.
Primer mes
Mira los objetos que están en su campo visual (por ejemplo, si se hace sonar una
campanita cerca de él).
Su mirada es inexpresiva. Con cuatro semanas fija su vista en un objeto que está
cerca de él y lo sigue hasta 90°. Le atrae la luz y dirige su mirada hacia la zona
iluminada, pero el exceso de luz o de color le excita.
Afirma Delval que, al explorar una cara, los niños de un mes analizan el contorno,
y los de dos meses se detienen en el interior. Detienen la mirada en figuras con
pautas o con dibujos, por más tiempo que en figuras lisas. El hecho de preferir
mirar dentro a mirar fuera de las figuras les permite diferenciar unas caras de
otras. (Véase Figura 2.3.)
Figura 2.3. a) Los bebés de un mes se fijan en los contornos de la figura, los de
dos meses, en el interior, b) Los bebés prefieren mirar figuras con dibujos o
pautas. (Tomada de J. Delval.)
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Ya se ha señalado que los niños prefieren mirar al interior de las figuras; además,
se ha comprobado que si los elementos que hay dentro se mueven, llaman más su
atención. A los dos meses empieza a aumentar su capacidad para explorar el
interior; a los tres, parece que comienza a discriminar unas caras de otras; a partir
de los cuatro y siguientes progresa notablemente su reconocimiento de la figura
humana.
Desde este momento la capacidad visual del pequeño se acerca a la del adulto; ve
objetos a distancias variables y percibe los detalles pequeños, es decir, queda
establecida la constancia de la forma y la constancia del tamaño. Los objetos
aparecen estables con independencia de la distancia a la que se perciban. Las
investigaciones de Bower (1966, 1974) situaban la constancia del tamaño en los
bebés en las seis semanas, pero estudios más recientes la retrasan a los cuatro o
seis meses.
Primer mes
El bebé ya oye muy bien, pero todavía no puede localizar la fuente del sonido. Va
afinando su capacidad auditiva.
Segundo mes
Ya localiza la fuente sonora y empieza a interesarse por diferentes sonidos. Según
Palacios, los bebés de apenas unos días discriminan unas voces de otras,
reconociendo voces familiares, como la de la madre, y a los dos meses hacen
discriminaciones tan finas como para distinguir ma de na, ba de pa y ga.
Tercer mes
Vuelve la cabeza hacia la fuente sonora, lo que indica que localiza el sonido.
Empieza a diferenciar la voz humana de otros sonidos y a mostrar preferencia por
ella, lo cual le permitirá, más tarde, prestar atención e imitar los sonidos del
lenguaje.
Cuarto mes
La percepción auditiva del niño ha adquirido agudeza y madurez y ya logra
identificar sonidos familiares con lo que puede localizar la dirección exacta de
sonido.
Quinto mes
El bebé se fija en la persona que habla. Empieza a distinguir los tonos de la voz y
es sensible a la música.
A partir de este momento la audición del niño discrimina tonos e inflexiones de
voz.
Educación sensorial
Propuestas metodológicas de educación sensorial
Percepción háptica
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El objetivo es identificar a través del tacto, pero sin ver los objetos. Se trata de
lograr que el niño identifique personas y objetos que le resulten familiares,
tocándolos o explorándolos táctilmente, pero con los ojos cerrados. Por ejemplo:
- Los niños juegan a adivinar quién es el compañero tocándolo. Si lo adivina se
cambia con él.
- Los niños exploran juguetes y objetos familiares, ocultos en una bola o cajón.
Tienen que describirlo, decir su nombre o seleccionar entre varios el que le pide el
educador.
- Colocamos un objeto familiar en la mano no dominante y se le pide que con la
otra mano encuentre otro igual, de entre varios presentados. El niño está con los
ojos vendados.
El objetivo es que el niño construya una imagen visual (como si lo viera), a partir
de información táctil y de movimientos exploratorios. Algunos ejemplos:
- Presentamos formas geométricas sencillas (un círculo y un cuadrado) y se le
pide que nos dé la redonda.
- Le mostramos una bolsa con varias formas (círculo, cuadrado, triángulo) y le
pedimos que nos dé una igual a la que está tocando.
Percepción visual
Percepción auditiva
Es muy importante para el desarrollo del lenguaje. Hay tres tipos de ejercicios:
• En segundo lugar, plantean los siguientes grados, fases o niveles que hay que
tener en cuenta en un programa de educación sensorial:
a) Memoria a corto plazo: repetir una serie de sonidos o una lista de palabras
inmediatamente después de haberlos escuchado; reconocer por el olfato, por el
gusto o por el tacto diversas sustancias, frutas, telas o papeles después de
realizar ejercicios con los niños.
b) Memoria a largo plazo: hacer los mismos ejercicios después de pasados unos
días.
Se ejecutarán juegos y actividades lúdicas para trabajar cada uno de los sentidos
(degustación de sabores, muestrario de telas, concursos para adivinar especias y
hierbas aromáticas, etcétera).
- Nivel o grado cuatro. Son las aplicaciones. El niño tiene que ser capaz de
convertir todo lo aprendido en algo útil y práctico. Los ejercicios siempre tendrán
aplicaciones prácticas. El pequeño ha de comprobar la utilidad de su aprendizaje y
poder inventar y participar en situaciones en las que pueda aplicar sus
conocimientos, destrezas y habilidades.
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El objetivo común de todos los ejercicios y juegos es lograr que el niño pase de
mirar a ver, es decir, de lo pasivo a lo activo. Asimilando de forma sistemática las
distintas características de los objetos, comprobará colores, tamaños, distancias.
Posteriormente, aprenderá a clasificar, a diferenciar, a encontrar semejanzas,
etcétera.
Las actividades que se proponen a continuación recogen sólo parte de las que se
pueden llevar a cabo en la práctica profesional, y se exponen tratando de
establecer una correspondencia cronológica, aunque ésta no se especifica, para
posibilitar una mayor flexibilidad en su diseño. Las actividades son:
Los objetivos que se persiguen a la hora de diseñar las actividades para estimular
este sentido son:
Conviene recordar que todas las manipulaciones que lleva a cabo el niño van a
favorecer la percepción táctil, ya que en su exploración se ponen de manifiesto las
características o cualidades de los objetos (temperatura, dureza, humedad, forma,
etc.), pero no hay que olvidar que estas cualidades se pueden apreciar con otras
partes del cuerpo: sentir la suavidad del peluche en las mejillas, los labios, pisar
con pies descalzos la arena, hierba, harina, etcétera.
Algunas de las actividades que se pueden llevar a cabo son las siguientes:
• Distinguir por el tacto las diferentes partes del cuerpo (pie, mano, nariz, etc.).
• Plasmar huellas de algunas partes del cuerpo en diferentes materiales (barro,
papel-pintura, harina, etc.) e identificarlas posteriormente.
• Manipular objetos lo más variados posible y posteriormente clasificarlos según la
cualidad.
• Realizar juegos con los ojos cerrados. Identificar juguetes u objetos conocidos
sólo a través del tacto.
Materia: algodón, barro, cartón, cartulina, lana, madera, malla, metal, metacrilato,
papel (celofán, estraza, periódico, seda), tela, piedra, plástico, agua, rejilla, seda,
arena, vegetal.
D. Materiales
- Coordinación visomotora.
- Percepción figura-fondo.
- Constancia perceptiva.
- Percepción de la posición en el espacio.
- Percepción de relaciones espaciales.
- Soga-soba.
- Lana-lava.
- Dedo-debo.
- Ruega-rueda.
- Bol-gol.
- Guía-día, etc.
(Se haría lo mismo con los restantes sentidos. Este mismo instrumento se puede
utilizar para realizar evaluaciones periódicas.)
Necesidades educativas especiales
Niños con alteraciones sensoriales y necesidades educativas especiales.
Intervención educativa y adaptaciones curriculares
Intervención educativa.
Se intentará que las aulas sean silenciosas, ya que estos alumnos necesitan, más
que otros, prestar atención a los mensajes orales.
• Materiales:
Lo máximo que sabemos es que el desarrollo cerebral que permite ver y oír a los
humanos se «ajusta y afina» a través de las experiencias visuales y auditivas de
los primeros meses de vida (Imbert, 1985; Parmelee y Sigman, 1983). Esto no
quiere decir que un niño no pueda ver los colores o entender el lenguaje si no los
ha podido experimentar en los primeros días de vida. Ni tampoco significa que una
exposición intensa a los estímulos visuales, auditivos y motores sea deseable
durante las primeras semanas de vida (efectivamente, muchos recién nacidos
reaccionarían a este tipo de estimulación cerrándose a ella, llorando o
durmiéndose). Sin embargo esto significa que, incluso en el caso de un
acontecimiento programado biológicamente, como la maduración cerebral y el
desarrollo del sistema sensorial temprano, la experiencia también desempeña un
cierto papel.
Debemos recordar que los niños pequeños pueden distinguir entre los diversos
sonidos del habla, que no forman parte del lenguaje que oyen como sonido de
fondo, y que las personas maduras que hablan ese idioma no pueden diferenciar.
Sin embargo, a lo largo del primer año, y especialmente con la aparición de las
primeras habilidades lingüísticas, los niños van perdiendo poco a poco esta
capacidad (Werker, 1989) y al final de la infancia muchos niños ni siquiera pueden
percibir matices de pronunciación que no son decisivos en su lengua materna.
b) Formen grupos de tres o cuatro alumnos para compartir las opiniones, analizar
y debatir sobre el texto seleccionado, y más concretamente sobre:
- Algunos déficits lingüísticos, que pueden tener relación con un ambiente carente
de experiencias sensoriales en los primeros años de la infancia.
c) En pequeños grupos, investigar sobre el tema del que trata el texto y buscar
ejemplos en la literatura, la prensa, en películas, etc.
d) Cada grupo de trabajo debe resumir y elaborar una lista de conclusiones para,
posteriormente, exponerlas al resto de la clase.