You are on page 1of 11

c 

c


 (del griego, 6  µcontra¶;  µvida¶), cualquier compuesto químico
utilizado para eliminar o inhibir el crecimiento de organismos infecciosos. Una
propiedad común a todos los antibióticos es la toxicidad selectiva: la toxicidad
hacia los organismos invasores es superior a la toxicidad frente a los animales
o seres humanos. La penicilina es el antibiótico más conocido, y ha sido
empleado para tratar múltiples enfermedades infecciosas, como la sífilis, la
gonorrea, el tétanos o la escarlatina. La estreptomicina es otro antibiótico que
se emplea en el tratamiento de la tuberculosis. En un principio, el término
6  sólo se empleaba para referirse a los compuestos orgánicos
producidos por bacterias u hongos que resultaban tóxicos para otros
microorganismos. En la actualidad también se emplea para denominar
compuestos sintéticos o semisintéticos. La principal categoría de antibióticos
son los antibacterianos, pero se incluyen los fármacos antipalúdicos, antivirales
y antiprotozoos. ?

Œ
 


El mecanismo de acción de los antibióticos no ha sido conocido de forma


científica hasta el siglo XX; sin embargo, la utilización de compuestos orgánicos
en el tratamiento de la infección se conoce desde la antigüedad. Los extractos
de ciertas plantas medicinales se han utilizado durante siglos, y también existe
evidencia de la utilización de los hongos que crecen en ciertos quesos para el
tratamiento tópico de las infecciones. La primera observación de lo que hoy en
día se denominaría efecto antibiótico fu e realizada en el siglo XIX por el
químico francés Louis Pasteur, al descubrir que algunas bacterias saprofíticas
podían destruir gérmenes del carbunco (enfermedad también conocida como
ántrax). Hacia 1900, el bacteriólogo alemán Rudolf von Emmerich aisló una
sustancia, capaz de destruir los gérmenes del cólera y la difteria en un tubo de
ensayo. Sin embargo, no eran eficaces en el tratamiento de las enfermedades.

En la primera década del siglo XX, el físico y químico alemán Paul Ehrlich
ensayó la síntesis de compuestos orgánicos capaces de atacar de manera
selectiva a los microorganismos infecciosos sin lesionar al organismo huésped.
Sus experiencias permitieron el desarrollo, en 1909, del salvarsán, un
compuesto químico de arsénico con acción selectiva frente a las espiroquetas,
las bacterias responsables de la sífilis. El salvarsán fue el único tratamiento
eficaz contra la sífilis hasta la purificación de la penicilina en la década de 1940.
En la década de 1920, el bacteriólogo británico Alexander Fleming, que más
tarde descubriría la penicilina, encontró una sustancia llamada lisozima en
ciertas secreciones corporales como las lágrimas o el sudor, y en ciertas
plantas y sustancias animales. La lisozima presentaba una intensa actividad
antimicrobiana, principalmente frente a bacterias no patógenas.

La penicilina, el arquetipo de los antibióticos, es un derivado del hongo


Ñ  
6
Fleming descubrió de forma accidental la penicilina en
1928; esta sustancia demostró su eficacia frente a cultivos de laboratorio de
algunas bacterias patógenas como las de la gonorrea, o algunas bacterias
responsables de meningitis o septicemia. Este descubrimiento permitió el
desarrollo de posteriores compuestos antibacterianos producidos por
organismos vivos. Howard Florey y Ernst Chain, en 1940, fueron los primeros
en utilizar la penicilina en seres humanos.

La tirotricina fue aislada de ciertas bacterias del suelo por el bacteriólogo


americano René Dubos en 1939; fue el primer antibiótico utilizado en
enfermedades humanas. Se emplea para el tratamiento de ciertas infecciones
externas, ya que es demasiado tóxico para su utilización general. Los
antibióticos producidos por un grupo diferente de bacterias del suelo
denominadas actinomicetos han resultado más eficaces. L a estreptomicina
pertenece a este grupo; fue descubierta en 1944 por el biólogo americano
Selman Waksman y colaboradores; es efectiva en el tratamiento de muchas
enfermedades infecciosas, incluidas algunas contra las que la penicilina no es
eficaz, como la tuberculosis.

Desde la generalización del empleo de los antibióticos en la década de 1950,


ha cambiado de forma radical el panorama de las enfermedades.
Enfermedades infecciosas que habían sido la primera causa de muerte, como
la tuberculosis, la neumonía o la septicemia, son mucho menos graves en la
actualidad. También han supuesto un avance espectacular en el campo de la
cirugía, permitiendo la realización de operaciones complejas y prolongadas sin
un riesgo excesivo de infección. Se emplean igualmente e n el tratamiento y
prevención de infecciones por protozoos u hongos, especialmente la malaria
(una de las principales causas de muerte en los países en desarrollo). Sin
embargo, los avances han sido pocos en el campo del tratamiento de las
infecciones virales. Existen fármacos para el tratamiento del herpes zóster o de
la varicela. Se está realizando una intensa labor investigadora para encontrar
un tratamiento eficaz para la infección del virus de la inmunodeficiencia
humana (VIH), con incidencia mundial en la actualidad.






Existen multitud de clasificaciones de los antibióticos. La más habitual los


agrupa en función de su mecanismo de acción frente a los organismos
infecciosos. Algunos lesionan la pared de la célula; otros alteran la membrana
celular, la mayor parte de ellos inhiben la síntesis de ácidos nucleicos o
proteínas, los polímeros constituyentes de la célula bacteriana. Otra
clasificación agrupa a los antibióticos en función de las bacterias contra las que
son eficaces: estafilococos, estreptococos y ^ 6  , por ejemplo.
También se pueden clasificar en función de su estructura química,
diferenciando así las penicilinas, cefalosporinas, aminoglucósidos, tetraciclinas,
macrolidos, sulfamidas u otros.

D 
 
 

Los antibióticos pueden lesionar de forma selectiva la membrana celular en


algunas especies de hongos o bacterias; también pueden bloquear la síntesis
de proteínas bacterianas. La anfotericina, un fármaco antifúngico, altera la
estructura química de la membrana celular de algunos hongos, permitiendo la
entrada de algunas toxinas e impidiendo la entrada de ciertos nutrientes vitales
para el hongo.

La mayor parte de los antibióticos inhiben la síntesis de diferentes compuestos


celulares. Algunos de los fármacos más empleados interfieren con la síntesis
de peptidoglicanos, el principal componente de la pared celular. Entre éstos se
encuentran los antibióticos betalactámicos, que, dependiendo de su estructura
química, se clasifican en penicilinas, cefalosporinas o carbapénem. Todos los
antibióticos betalactámicos comparten una estructura química similar en forma
de anillo. Este anillo impide la unión de los péptidos a las cadenas laterales en
el proceso de formación de la pared celular. Todos estos compuestos inh iben la
síntesis de peptidoglicanos pero no interfieren con la síntesis de componentes
intracelulares. De este modo, continúan formándose materiales dentro de la
célula que aumentan la presión sobre la membrana hasta el punto en que ésta
cede, el contenido celular se libera al exterior, y la bacteria muere. Estos
antibióticos no lesionan las células humanas ya que éstas no poseen pared
celular.

Muchos antibióticos actúan inhibiendo la síntesis de moléculas bacterianas


intracelulares como el ADN, el ARN, los ribosomas o las proteínas. Las
sulfonamidas son antibióticos sintéticos que interfieren la síntesis de proteínas.
La síntesis de ácidos nucleicos puede ser detenida por los antibióticos que
inhiben las enzimas que realizan el ensamblaje de los polímeros ²por ejemplo,
el ADN polimerasa o ARN polimerasa. Entre éstos, se encuentran la
actinomicina, rifamicina y la rifampicina (estos dos últimos empleados en el
tratamiento de la tuberculosis). Las quinolonas son antibióticos que inhiben la
síntesis de una enzima que realiza el proceso de enrollado y desenrollado de
los cromosomas: este proceso es fundamental para la replicación y
transcripción del ADN en ARN. Algunos fármacos antibacterianos actúan sobre
el ARN mensajero, alterando su mensaje genético. Así, al realizarse el proceso
de traducción del ARN defectuoso, las proteínas producidas no son
funcionales. Las tetraciclinas compiten con alguno de los componentes del
ARN impidiendo la síntesis proteica; los aminoglucósidos producen una
alteración del proceso de lectura del mensaje genético, produciéndose
proteínas defectuosas; el cloranfenicol impide la unión de aminoácidos en la
formación de las proteínas; la puromicina interrumpe la formación de la cadena
proteica, liberándose una proteína incompleta.

  



Algunas especies de bacteria tienen una pared celular gruesa compuesta de


peptidoglicanos. Otras especies bacterianas tienen una pared celular mucho
más delgada y una membrana externa. Cuando las bacterias se someten a la
tinción de Gram, estas diferencias estructurales se traducen en una tinción
diferencial con el producto denominado violeta de genciana y otros líquidos de
tinción. Así, las bacterias gram -positivas, aparecen de color púrpura, y las
bacterias gram-negativas son incoloras o rojiza s, dependiendo del proceso
empleado para su tinción. Esta es la base de la clasificación que diferencia las
bacterias gram-positivas (con gruesa pared de peptidoglicanos) y gram -
negativas (con fina pared de peptidoglicanos y membrana externa); las
propiedades de tinción se correlacionan con otras propiedades bacterianas.
Los fármacos antibacterianos pueden ser subdivididos en agentes de amplio
espectro y agentes de espectro restringido. Las penicilinas de espectro
restringido actúan frente a multitud de bac terias gram-positivas. Los
aminoglucósidos, también de espectro restringido, actúan frente a bacterias
gram-negativas. Las tretraciclinas y cloranfenicol son antibióticos de amplio
espectro, eficaces frente a bacterias gram-positivas y gram-negativas.








  

  

Los antibióticos también se pueden dividir en bactericidas (capaces de eliminar


las bacterias), o bacteriostáticos (bloquean el crecimiento y multiplicación
celular). Los fármacos bacteriostáticos resultan eficaces debi do a que las
bacterias inhibidas en su crecimiento morirán con el tiempo o serán atacadas
por los mecanismos de defensa del huésped. Las tetraciclinas y las
sulfonamidas son antibióticos bacteriostáticos. Los antibióticos que lesionan la
membrana celular producen una liberación de los metabolitos celulares al
exterior, y por tanto su muerte. Tales compuestos, como las penicilinas o
cefalosporinas, son por tanto bactericidas.


 




Las penicilinas son el grupo más antiguo y seguro de antibiót icos. Son
antibióticos bactericidas que inhiben la formación de la pared celular. Existen
cuatro tipos de penicilinas: las penicilinas -G de espectro restringido, la
ampicilina y derivados, las penicilinas resistentes a la penicilinasa y las
penicilinas ant ipseudomonas. Las penicilinas -G son eficaces contra
estreptococos gram-positivos, estafilococos, enterococos y meningococos: se
emplean en el tratamiento de la sífilis, gonorrea, meningitis, ántrax y el pián. La
penicilina V se utiliza en el tratamiento de las infecciones respiratorias.

La ampicilina y la amoxicilina tienen un rango de acción similar a la penicilina -


G, con un espectro de acción algo mayor, que incluye a las bacterias gram -
negativas. La ampicilina y derivados, son eficaces frente a la fiebre tifoidea,
bronquitis, infecciones del tracto urinario, neumonía, meningitis y bacteriemia.
Las penicilinas resistentes a la penicilinasa son efectivas frente a las bacterias
que han desarrollado resistencia a la penicilina G. Las penicilinas
antipseudomonas permiten el tratamiento de las infecciones provocadas por la
bacteria gram-negativa Ñ
  6 que es una bacteria frecuente en la flora
hospitalaria. Las penicilinas antipseudomonas se pueden administrar de forma
profiláctica a los pacientes con una alteración del sistema inmunológico que
tienen una susceptibilidad incrementada a las infecciones por gram -negativos.

Los efectos colaterales de las penicilinas son poco frecuentes. Cuand o


aparecen, consisten en hipersensibilidad inmediata o retardada, erupciones
cutáneas, fiebre y  anafiláctico (reacciones anormales al fármaco). La
ampicilina puede producir más efectos colaterales que las penicilinas; consisten
en náuseas, vómitos y diarrea. La amoxicilina tiene menos reacciones
adversas.

 

Las cefalosporinas tienen, como las penicilinas, un anillo betalactámico que
interfiere con la síntesis de la pared celular bacteriana y son también
antibióticos bactericidas. Son más eficaces que la penicilina frente a los bacilos
gram-negativos, e igual de eficaces frente a los cocos gram -positivos. Las
cefalosporinas se emplean en el tratamiento de la mayor parte de las
meningitis, y como profilaxis en cirugía ortopédica, abdominal y pélvica. A
pesar de ser en general más costosas que las penicilinas, se emplean con
frecuencia debido a su amplio margen de seguridad. También se recomienda
su utilización en la profilaxis debido a su eficacia frente a las bacterias gram -
negativas. Las reacciones de hipersensibilidad a las cefalosporinas son raras:
incluyen erupciones cutáneas y, con menos frecuencia,  anafiláctico.

c
 


La estreptomicina es el más antiguo de los aminoglucósidos y, después de la


penicilina, el antibiótico más empleado. Los aminoglucósidos son antibióticos
de espectro restringido que inhiben la síntesis de proteínas bacterianas en
bacilos gram-negativos y estafilococos. En ocasiones se utilizan en
combinación con la penicilina. Todos los miembros de esta familia ²en
especial la neomicina ² tienen mayor toxicidad que la mayor parte del resto de
antibióticos. Los efectos adversos asociados con la utilización prolongada de
aminoglucósidos son infrecuentes e incluyen le sión de la región vestibular del
oído interno, pérdida auditiva y lesiones en el riñón.

 



Las tetraciclinas son antibióticos bacteriostáticos que inhiben la síntesis de


proteínas bacterianas. Son antibióticos de amplio espectro eficaces frente a
cepas de estreptococos, bacilos gram-negativos, las bacterias del género
 6 (las bacterias que producen el tifus) y espiroquetas (las bacterias que
producen la sífilis). Se emplean también en el tratamiento del acné, la
enfermedad inflamatoria pélvica, las infecciones del tracto urinario, las
bronquitis y la enfermedad de Lyme. Debido a su amplio espectro, las
tetraciclinas pueden, en ocasiones, alterar el equilibrio de la flora bacteriana
interna que normalmente es controlada por el sistema inm unológico del
organismo; esto puede producir infecciones secundarias en el tracto
gastrointestinal o la vagina, por ejemplo. Las tetraciclinas se emplean cada vez
menos debido a la aparición de gran número de cepas bacterianas resistentes.

D 


Los macrolidos son bacteriostáticos. Se unen a los ribosomas bacterianos para


inhibir la síntesis de proteínas. La eritromicina es un macrolido con un amplio
margen de seguridad y mínimos efectos adversos. La eritromicina es eficaz
frente a cocos gram-positivos, y muchas veces se emplea como alternativa a la
penicilina frente a infecciones por estreptococos o neumococos. Los macrolidos
también se emplean en el tratamiento de la difteria y de las bacteriemias. Los
efectos secundarios incluyen náuseas, vómitos y diarrea; pueden producir, de
forma excepcional, alteraciones auditivas transitorias.




Las sulfonamidas son antibióticos bacteriostáticos sintéticos de amplio


espectro, eficaces contra la mayor parte de bacterias gram -positivas y muchas
bacterias gram-negativas. Sin embargo, la aparición de resistencias entre las
bacterias gram-negativas a las sulfonamidas, hacen que estos antibióticos se
empleen hoy en día en situaciones muy concretas, como el tratamiento de las
infecciones del tracto urinario, contra ciertas cepas de meningococo, o como
profilaxis de la fiebre reumática. Los efectos colaterales incluyen alteraciones
del tracto gastrointestinal e hipersensibilidad.




El proceso de elaboración de un nuevo antibiótico es largo y costoso. Pr imero


debe identificarse el organismo productor del antibiótico, y el antibiótico debe
probarse frente a una amplia variedad de especies bacterianas. A continuación
el microorganismo debe cultivarse a gran escala para permitir la purificación y
el análisis químico del antibiótico y para diferenciarlo de otros antibióticos. Esto
es un proceso complejo debido a que existen miles de compuestos con
actividad antibiótica y tales compuestos son redescubiertos de manera cíclica.
Cuando el antibiótico ha demostrado su eficacia en el tratamiento de
infecciones en animales, se puede iniciar su preparación a gran escala.

En el proceso de comercialización se requiere un método de purificación


económico y productivo. Se realiza una intensa labor investigadora para
aumentar la productividad seleccionando cepas mejoradas del microorganismo
o cambiando el medio de cultivo. Se cultiva entonces el microorganismo en
grandes tinajas de acero con sistemas de ventilación forzada. El producto
fermentado de forma natural puede ser m odificado químicamente para producir
antibióticos semisintéticos. Tras el proceso de purificación, los efectos del
antibiótico en los órganos y tejidos del huésped (su farmacología), así como los
posibles efectos tóxicos (toxicología), deben ser analizados en gran número de
animales de diferentes especies. Además se deben determinar las formas de
administración más efectivas. Los antibióticos pueden ser tópicos (aplicados en
la superficie de la piel, ojo, u oído en forma de cremas o pomadas). Pueden ser
orales (se administran por la boca y se disuelven en la boca o se ingieren, para
su absorción posterior en el intestino y su paso a la corriente sanguínea). Los
antibióticos también pueden administrarse de forma parenteral: por inyección
intramuscular, intravenosa o subcutánea; se utiliza esta vía de administración
cuando se requiere una absorción rápida.

En distintos países, una vez completados estos pasos previos, el productor


solicita un ensayo clínico a la agencia de control de medicamentos. Si se
aprueba la solicitud, el antibiótico se prueba en voluntarios para determinar la
toxicidad, tolerancia, absorción y excreción (fase 1). Si las pruebas sucesivas
en un pequeño número de pacientes se realizan con éxito (fase 2), el fármaco
puede emplearse en un grup o más amplio de varios cientos de personas (fase
3). Más tarde, se solicita a la agencia de control de medicamentos la inclusión
como fármaco nuevo; debe obtenerse una autorización comercial para la
utilización generalizada del medicamento en la práctica m édica. El proceso que
va desde el descubrimiento del antibiótico en el laboratorio hasta su ensayo
clínico se suele prolongar a lo largo de varios años.





  
La utilización de antibióticos debe realizarse con receta médica debido a la
aparición de resistencias bacterianas frente a ciertos antibióticos. Uno de los
principales mecanismos de defensa es la inactivación del antibiótico. Éste es el
mecanismo de defensa más frecuente frente a las penicilinas y el cloranfenicol.
Otras formas de resistencia consisten en mutaciones que cambian la enzima
bacteriana contra la que se dirige el antibiótico, de manera que éste no pueda
ya inhibirla. Éste es el mecanismo más habitual frente a los compuestos que
inhiben la síntesis de proteínas, como las te traciclinas.

Todas las formas de resistencia se transmiten a través de los genes de la


bacteria a su progenie. Además, los genes que producen resistencia también
pueden transmitirse de unas bacterias a otras a través de plásmidos, que son
fragmentos cromosómicos que contienen sólo una pequeña cantidad de genes
(entre éstos, el gen de la resistencia). Así, algunas bacterias se unen a otras de
la misma especie de forma transitoria, transmitiéndose los plásmidos. Si una
bacteria recibe dos plásmidos portadores de genes de resistencia a diferentes
antibióticos, estos genes se pueden unir en un único plásmido. La resistencia
combinada puede así ser transmitida a una nueva bacteria, donde puede unirse
a otra forma de resistencia. Se generan así plásmidos que son p ortadores de
resistencia a diferentes clases de antibiótico. Existen además plásmidos que
pueden ser transmitidos entre especies diferentes de bacterias, permitiendo la
transferencia de resistencias a múltiples antibióticos entre especies bacterianas
muy dispares.

La utilización de antibióticos de forma profiláctica (antes de que aparezca la


infección, para intentar prevenirla) ha agravado el problema de las resistencias.
La utilización inadecuada e indiscriminada de antibióticos para el tratamiento de
catarros u otras infecciones virales comunes, contra las que los antibióticos no
tienen ningún efecto, elimina las bacterias sensibles a antibióticos y permite el
desarrollo de bacterias resistentes. La utilización de antibióticos en el ganado y
aves de corral ha supuesto la aparición de resistencias generalizadas y la
contaminación de aves y productos ganaderos por bacterias resistentes a
antibióticos, como las del género p6  6.
En la década de 1970, la tuberculosis estaba prácticamente erradicada en los
países desarrollados, aunque seguía siendo una enfermedad prevalente en los
países en desarrollo. En la actualidad, su incidencia está en aumento debido en
parte a la resistencia del bacilo de la tuberculosis a los antibióticos. Algunas
bacterias, y en particular algunas cepas de estafilococo, son resistentes a casi
todos los antibióticos, de forma que las infecciones que producen no responden
a ningún tratamiento. Cuando una cepa de estas características aparece en
una planta de un hospital, a veces es necesario cerrar esa planta durante una
temporada. Algo similar ocurre con el plasmodio, el organismo responsable del
paludismo o malaria: la resistencia de éste a los antibióticos, así como la
resistencia del mosquito portador a los insecticidas que antes eran eficaces
para su control, es cada vez más frecuente. En consecuencia, el paludismo o
malaria está aumentando de nuevo en algunas zonas de África, de Oriente
Próximo, del Sureste asiático y de Latinoamérica. ?

You might also like