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To be son las palabras utilizadas en el idioma inglés, juntas constituyen
el infinitivo de los verbos ser o estar.

La palabra ser refiere a la esencia de las cosas y sus cualidades, al


hablar del  se diserta sobre la naturaleza de las cosas y sus propiedades. Al
referirnos al    aludimos desde su esencia divina hasta sus
cualidades materiales o tangibles.

La personalidad está a medio camino entre su alma y su cuerpo, es una


construcción psicológica elaborada antes de nacer, creo, y se desarrolla
durante la vida por la interrelación con el entorno, la experiencia y la
comunicación.

La personalidad es un vehículo del alma y ella a su vez se sirve del


cuerpo, que no solo es, sino que también está, ocupa un espacio.

No debe ser casualidad utilizar la misma palabra, to be, para designar


dos dimensiones tan intimadas: el ser y el estar porque el hombre no es sino
esta.

El cuerpo humano es un vehículo que sirve para la expresión de la


personalidad y de la vida en general y no podría existir sin un espacio territorial
donde desenvolverse. La dimensión espacial es indispensable para el
desarrollo de la vida. El espacio es el medio donde es posible ser.

El yo o el ego está en contacto con el espacio. A través del cuerpo


percibimos el entorno utilizando los sentidos y la concepción preconcebida del
mundo.

El hombre es y está en el espacio pero su idea de espacio depende de


su percepción, ya que ve con prejuicio y la percepción es una reconstrucción
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del mundo partiendo de las sensaciones y de la información almacenada en


memoria procedente de la experiencia previa.

Volviendo al lenguaje tenemos que la percepción del entorno esta


programada, además del imaginario, por la lengua que habla el individuo.

Así lo expone Edward T. hall en los capítulos I y VII de ©


 

 referidos a la relación entre lenguaje, pensamiento y percepción
espacial.

El espacio no es en sí, es una conceptualización humana que va desde


lo cultural , dentro del marco que impone la lengua utilizada por un grupo
humano, y por el territorio que ocupa, hasta lo individual, lo intimo, pasando por
los estadios de lo colectivo y lo familiar.
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Todos participamos de esta dinámica cultural que hay en el uso del


espacio, reconocerla nos permite el análisis, es aprender un lenguaje y
comunicarse por medio de él. Es indispensable que el arquitecto participe de
este conocimiento que lo habilita a responder a las necesidades espaciales,
reales, en cuanto a hábitat, del grupo para qu9ien trabaja.

Comentamos antes que el lenguaje programa el pensamiento, también


nos equipa concepción del mundo o weltanschauung, este término en realidad
lo traducimos como intuición de mundo porque no se trata de racionalización,
es, más bien, un conocimiento empírico transmitido, en primer lugar de padres
a hijos y luego a través de las dinámicas sociales, a todos los miembros de una
cultura.

K. Jaspers en su À
     
    , distingue
entre la imagen espacio-sensorial del mundo, la psíquico-cultural y la
metafísica.

La imagen espacio-sensorial es estudiada ampliamente por Edward T.


Hall en la Dimensión oculta y explica cómo funcionan los mecanismos
sensoriales que actúan en la percepción del espacio: los sentidos ( los espacios
táctil, olfativo, visual, auditivo) y expone como varía la percepción espacial de
acuerdo a la cultura. Se refiere al comportamiento territorial del hombre y
basándose en estudios de comunidades de animales y de hombres clasifica la
territorialidad (distancias intima, personal, social y pública) y reflexiona cómo los
límites de estas esferas pueden variar entre individuos de diferentes culturas.

La dimensión psíquico-cultural es extra consciente y cuando individuos


de diferentes culturas se relacionan suelen aparecer malos entendidos porque
las actitudes son interpretadas erróneamente.

La dimensión metafísica se refiere a la idea primera que origina todas las


cosas, entra dentro del campo de la especulación y conceptualización de Dios y
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las religiones. Las diferencias a este nivel producen los choques mas graves
entre culturas. Porque desde aquí parten todas las diferencias, ya que
determina las demás dimensiones.

Todos los seres individuos participamos de estas dinámicas espaciales,


reconocerlas y conceptualizarlas es llevarlas al nivel conciente, nos permite el
análisis. Reconocer la dinámica que hay en el uso del espacio es aprender un
nuevo lenguaje.

Es obligación del arquitecto participar de este conocimiento ya que su


uso lo habilita a responder a las necesidades espaciales reales, en cuanto a
hábitat, del grupo para quien trabaja.

Es importante destacar que del conocimiento de este lenguaje espacial


también se deriva un problema ético. Así como las visiones de mundo definen
el uso del espacio, en sentido opuesto, la configuración de un espacio de
acuerdo a una intensión, determina o modifica al individuo que lo usa.

Del texto de Hall podemos inferir que los individuos de diferentes culturas
que se relacionan aprenden otras concepciones del espacio, es decir amplian
su visión del mundo, no permanecen estáticos ante los cambios. De igual modo
podemos manipular los espacios para inducir visiones de mundo y por ende
conductas que respondan a intereses particulares en perjuicio de grupos
humanos, como lo estudiamos en el texto El lugar de la naturaleza y la
naturaleza del lugar de Arturo Escobar.

El estudio de la semántica del espacio nos permite reconocer la


dinámica cultural en el uso y apropiación del espacio natural y y construido,
ampliar nuestro lenguaje ³espacial´ y no ser instrumentos ciegos o
inconscientes de los procesos depredadores del hombre y destructivos de las
culturas que están en curso.

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