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LA VISIÓN DE PABLO QUE TRASCIENDE HASTA NUESTROS DÍAS

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Un ensayo

Presentado a

Dr. W. Hayford Armstrong

The Southern Baptist Theological Seminary

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En cumplimiento parcial

De los Requisitos de Ministerio de Liderazgo (40080)

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por

Giancarlo Montemayor

Enero 28, 2011

En mi honor, no he dado ni tomado asistencia impropia para completer esta asignación.


INTRODUCCIÓN

Este ensayo tiene como propósito el analizar las características de la visión que definió

el liderazgo en la vida del apóstol Pablo y que forjó el carácter que trasciende dos mil años más

tarde, influenciando las vidas de numerosos creyentes alrededor del mundo. Esto se pretende

alcanzar a través de un estudio de los pasajes relacionados con el tema en el Nuevo Testamento,

los textos utilizados para este curso, así como recursos alternos en internet.

DOS VISIONES

Pablo tuvo dos visiones; Una física y otra espiritual. La primera de ellas no es algo

que se pueda decir de todo creyente, ya que nadie después del apóstol Pablo ha visto físicamente

a nuestro Señor Jesús. El Doctor Lucas nos relata en Hechos 9 la conversión de Saulo donde

Jesús se le aparece en una luz tan resplandeciente que lo dejó ciego por tres días. Esa es una

visión a la que ningún creyente puede aspirar en esta vida sino en la porvenir cuando Jesús venga

en su reino. Sin embargo, Pablo experimentó una segunda visión en la que todos debemos tener

una empatía; Lucas nos narra que Jesús le dijo a Pablo a través de Ananías que Pablo era un

instrumento escogido por Dios “para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y

de los hijos de Israel”. Pablo aprendió dos conceptos muy importantes. Primero que nada, Pablo

aprendió quién era él: “instrumento escogido me es este” (Hch. 9:15a), y en segundo lugar

aprendió hacia dónde se dirigía: “para llevar mi nombre a los gentiles, y de reyes, y de los hijos

de Israel” (Hch 9:15b). Así que, al inicio de su ministerio, Jesús le había revelado a Pablo quién

era él; un instrumento, y cuál era su meta; predicar el evangelio a todo el mundo. Eso mismo se

nos manda a todo creyente en Mateo 28 como la gran comisión. La visión del líder creyente debe

ser el ir a todo el mundo y hacer discípulos sabiendo que somos instrumentos de Dios.

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Calvin Miller dice que “para ser un líder se necesitan dos cosas: una linterna y un dedo

índice. La linterna alumbrará la oscuridad, y el dedo apuntará el camino a seguir” (Miller 1995,

62).

LA VISIÓN Y LA SOLEDAD

Es interesante, que el acontecimiento que le cambiaría la vida al apóstol Pablo vino

acompañado de tres días de ayuno y soledad (v.9), y la razón por la que esto sucedió es porque

generalmente Dios prepara a aquellos que va a usar a través de un tiempo personal con él. Le

sucedió a Moisés antes de liderar a Israel en el Éxodo. Le sucedió a José en la cárcel antes de ser

Segundo en reino egipcio. Lo mismo le sucedió a David apacentando a sus ovejas antes de ser

Rey. Pablo experimentó lo mismo antes y durante su ministerio de liderazgo eclesiástico. Él

mismo le contó a Timoteo que había sido abandonado por los de Asia (2 Tim 1:15). J. Oswald

Sanders dice que “Debido a que el líder debe siempre estar adelante de sus seguidores, vive con

la soledad” (Sanders 1995, 122). El líder creyente tiene una gran responsabilidad ante Dios por

aquellos de quienes es responsible, por lo que siempre debe ir un paso adelante para poder

guiarlos en el camino de Dios. Sanders continúa diciendo “Pablo era un hombre solitario,

incomprendido, por sus amigos, mal representado por sus enemigos, desertado por sus

convertidos” (Ibid.). En pocas palabras, como Pablo, el líder creyente debe ser solitario y ser

intencional al respecto para poder influenciar a otros con lo que aprende meditando en la palabra

de Dios. A.W. Tozer decía “Casi todas las personas más grandes del mundo han sido solitarias.

La soledad parece ser el precio que el santo debe pagar por su santidad” (Ibid.).Con la visión

viene la soledad, y con la soledad vienen las herramientas necesarias como la oración, ayuno, y

lectura para poder guiar a otros a la visión que se planteó en primer lugar. Pablo lo sabía y lo
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vivió a lo largo de su vida.

LA VISIÓN QUE VA MÁS ALLÁ DE LA VIDA PROPIA

La visión no es visión cristiana sino trasciende la vida de uno mismo. Al tener una

visión, se debe plantear de tal forma que las generaciones siguientes puedan seguir

persiguiéndola. Pablo sabía esto muy bien. Es por esto que le escribió a Timoteo lo siguiente:

“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos

para enseñar también a otros” (2 Tim. 2:2). Warren Webster dijo que “El éxito sin sucesores es

un fracaso” (Finzel 2007, 179). Pablo entendía que a pesar de los numerosos dones que Dios le

había dado, no era indispensable, es por eso que formó un equipo para expandir el ministerio de

la gran comisión y antes de morir dejó el legado de la visión de llegar al mundo entero con el

evangelio. Hans Finzel comenta en el pasaje anteriormente mencionado que:

“…para sobrevivir y crecer, un movimiento como la fe cristiana necesita trascender


por lo menos cuatro generaciones: Pablo (la primera generación) entrenó a Timoteo
(segunda), quien fue encargado a ministrar a hombres fieles (tercera), que fueran calificados
para entrenar a otros (cuarta) –cuatro capas de sucesores quienes quienes esparcirían la
infantería, eventualmente a todo continente” (Ibid., 193)

El líder con una visión Cristocéntrica, sabe como Pablo que el éxito de esa visión está

basada en un legado permanente. Esa es la visión de Pablo que trasciende hasta nuestros días.

Aún cuando tuvo la oportunidad de poder ministrar en un solo lugar, él prefirió seguir

entrenando y preparando hombres fieles para que continuaran en el ministerio. Tal fue el caso en

Éfeso cuando se despidió de la iglesia y ellos “echándose en el cuello de Pablo, le besaban,

doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le

acompañaron al barco” (Hechos 20:37-38). Esa debió haber sido una despedida muy dolorosa

para Pablo, sin embargo, no dejó que sus sentimientos interfirieran con la visión que tuvo al
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principio de su ministerio. Ojalá que cada líder creyente pudiera tener una despedida semejante a

la de Pablo cuando el tiempo de partir llegue, y que juntamente como Pablo, pueda ser sensato y

lo suficientemente humilde para partir, dejando fluir la visión en otras manos.

LA HUMILDAD DE LA VISIÓN DE PABLO

En la carta a los Romanos, Pablo dejó en claro lo que motivaba su visión ministerial:

“Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la
obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y
prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los
alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de esta manera me
esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar
sobre fundamento ajeno.” (Rom. 15:18-20).

En el corazón de Pablo estaba la humildad de saber que Cristo estaba trabajando por medio

de él, y que no era su propia obra. Y esta humildad le permitía visualizar el poder de Cristo

transformando al mundo entero por medio de la predicación. La ambición de Pablo era llegar a

donde nadie había ido con el evangelio. John Piper comenta acerca de este pasaje: “Pablo

manifiesta que su ministerio es lo que Cristo ha hecho a través de él. No es una misión auto-

comenzada, auto-designada, o auto-sustentada. Es el mero trabajo de Cristo, continuado a través

de Pablo” (Piper, 1995). El orgullo es una de las amenazas más grandes para el líder cristiano y

la única manera de combatirlo es a través de la oración, dependiendo cada día de Dios y siendo

humildes ante él en todo tiempo. Después de todo, como dijo Samuel Brengle, “el hacha no se

puede gloriar de los árboles que ha cortado” (Sanders 1995, 63). Así que, al considerar la visión

que le fue dada a Pablo en Damasco y que se nos ha impartido en Mateo 28, tengamos la

humildad suficiente para decir como Pablo: “soy menos que el más pequeño de todos los santos”

(Ef. 3:8) pero con la obediencia necesaria para decir: “No fui rebelde a la visión celestial” (Hch.

26:19)
BIBLIOGRAFÍA

Finzel, Hans. Success without Succesors: Planning your departure that day you start. En The Top
Ten Mistakes Leaders Make, 2nd ed., David C. Cook, 2007.

Miller, Calvin. Vision: Gathering it up and giving it out. In The Empowered Leader, 1st ed.
Broadman & Holman Publishing Group, 1995.

Piper, John. Paul´s ambition and Bethlehem´s mission. Consultado el 29 de Enero, 2010. A
través de http://www.desiringgod.org/resource-library/sermons/pauls-ambition-and-
bethlehems-mission

Sanders, J. Oswald. El Costo del Liderazgo. En Liderazgo Espiritual, 13ava ed. Editorial
Portavoz, 1995

Santa Biblia Versión Reina-Valera 1960, Broadman & Holman, 1960

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