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SENTIDO DE LA VISTA

EL OJO: ÓPTICA DE LA VISIÓN. LA RETINA. FOTOQUÍMICA DE LA VISIÓN. VISIÓN BINOCULAR Y VISION


PANORÁMICA. VISIÓN CROMÁTICA. VÍAS VISUALES.

El sentido de la vista es una modalidad sensorial comúnmente involucrada en patología clínica lo que ha permitido que en los últimos años se
desarrolle una disciplina de Oftalmología Veterinaria cada vez con mayor interés e importancia clínica.

 EL OJO: ÓPTICA DE LA VISIÓN

Los ojos son unos órganos complejos que se desarrollan básicamente como ventanas laterales del cerebro. Cada ojo presenta una capa de
receptores, un sistema de lentes para enfocar la imagen sobre estos receptores y un conjunto de terminaciones nerviosas encargadas de transmitir
los potenciales de acción hacia el cerebro. En este capítulo trataremos de describir la manera en que funcionan estos y otros componentes del ojo.

El ojo está constituido por dos segmentos de esfera. El segmento mayor (también de radio mayor) está en la parte posterior y se manifiesta
externamente como la esclerótica o "blanco del ojo". En la parte anterior, el segmento pequeño de la esfera (de menor radio) se denomina córnea,
se trata de una cubierta externa transparente, con una capa epitelial escamosa estratificada y transparente y cuya superficie exterior está bañada
por una fina película de lágrimas; su función es lubricante, desinfectante y de limpieza (Fig. 4-1).

Como hemos comentado, la porción más voluminosa del globo


ocular es la que está cubierta superficialmente por la esclerótica,
donde se insertan los músculos oculares, es un tejido conjuntivo
duro, resistente, rígido y opaco que refleja gran parte de la luz que le
llega. Hacia el interior se distingue la túnica vascular, donde se
disponen la coroides, el cuerpo ciliar y el iris. Esta capa contiene
vasos, nervios y considerable cantidad de tejido elástico. La retina,
más profunda, contiene los receptores de los estímulos luminosos
(fotorreceptores). Estos estímulos recibidos en la retina llegan a través del nervio óptico hasta el área visual de la corteza cerebral, donde se
interpretan como imágenes visuales.

El espacio existente detrás del cristalino, órgano con forma de lente biconvexa, contiene un material gelatinoso, el humor vítreo, cuyo ritmo de
recambio es muy lento. En la porción periférica del cristalino se extiende el cuerpo ciliar; que contiene los procesos ciliares, por los que la
coroides se une al cristalino y al músculo ciliar. Las cámaras anterior y posterior (situadas por delante y por detrás del iris) están llenas de humor
acuoso, líquido transparente parecido al LCR, segregado activamente por los procesos ciliares. Su velocidad de producción y absorción es lo
suficientemente elevada para reemplazar el volumen total de la cámara varias veces durante el día. El humor acuoso fluye desde la cámara
posterior a la anterior a través de la pupila y después se absorbe hacia el sistema venoso en el ángulo que existe entre la córnea y el iris (por un
sistema de trabéculas y canales). El desequilibrio entre la secreción y reabsorción de humor acuoso puede hacer aumentar la presión intraocular,
lo que pone en peligro la viabilidad de la retina. Esta alteración patológica es conocida como glaucoma.

El reflejo de acomodación del cristalino (Fig. 4-3) consiste en una modificación del poder refractario de la lente lo que posibilita que se forme
una imagen enfocada en la retina. Mientras que los peces, anfibios y serpientes acomodan desplazando el cristalino y modificando su distancia a
la retina, los restantes reptiles, aves y mamíferos no alteran la posición de la lente, sino que el mecanismo de acomodación consiste en la
modificación activa de la curvatura del cristalino por contracción de los músculos ciliares.

Si el cristalino fuera extraido del ojo, tomaría una forma esférica debido a la forma esférica de la capsula que lo rodea. En el ojo en reposo
(visión lejana), los ligamentos suspensorios tiran sobre el ecuador del cristalino causando un aplanamiento en su eje anteroposterior. Este
aplanamiento hace menos convexo al cristalino y provoca una menor refracción de la luz lo que permite que en la retina se puedan enfocar
objetos a más de 6 m de distancia (ojo en reposo u ojo acomodado).

Para enfocar imágenes de objetos cercanos al ojo, el cristalino debe tomar una forma convexa más esférica. Esto se produce por la contracción de
los músculos ciliares. El resultado de este proceso es que el cristalino se hace más esférico con una mayor capacidad de refracción de la luz lo
que permite que se enfoquen en la retina objetos más cercanos (ojo enfocado u ojo no acomodado). Estos mecanismos de acomodación requieren
un globo ocular resistente que evite la deformación de la retina, y un humor vítreo muy viscoso que impida retrodesplazamientos del cristalino.
El mecanismo de acomodación del cristalino es un reflejo parasimpático que se inicia por percepción de imágenes borrosas procedentes de la
retina.
En el caballo, se presenta una modificación de los mecanismos de acomodación del
cristalino, debido en parte a la debilidad de los músculos ciliares, que no se da en otras
especies de interés veterinario; efectivamente, el caballo presenta una retina en rampa
(Fig. 4-2) lo que le permite enfocar los objetos cercanos sin necesidad de cambiar la forma
del cristalino, con ayuda, tan sólo, de cambios en la posición de la cabeza.

La capacidad de acomodación del cristalino disminuye con la edad, debido a que éste se
hace menos elástico y no puede incrementar su curvatura como se requiere para la visión
cercana. Este trastorno aparece con frecuencia en la especie humana a partir de los 40 años
de edad y se denomina presbiopía o vista cansada.

Reflejo de apertura pupilar (Fig. 4-3). El iris es una membrana pigmentada con forma de
disco, perforada centralmente, que forma una cortina para regular la cantidad de luz que
entra al ojo. La pupila es el orificio situado aproximadamente en el centro del iris. El iris contiene fibras musculares lisas capaces de modificar el
diámetro de la pupila y consiguientemente, la cantidad de luz que penetra en el ojo. El músculo dilatador pupilar contiene fibras radiales
inervadas por nervios simpáticos del ganglio cervical craneal; la contracción de
estas fibras produce midriasis (aumento del diámetro pupilar). El músculo
constrictor pupilar (esfínter pupilar) contiene fibras circulares con gran capacidad
de acortamiento inervadas por fibras parasimpáticas del nervio oculomotor común
y su contracción produce miosis (disminución del diámetro pupilar).

 LA RETINA

En el ojo de los animales vertebrados las imágenes se proyectan sobre la retina a


través de la córnea y las lentes (pupila y cristalino) formando una imagen más
pequeña, invertida y de dos dimensiones. El área visual de la corteza cerebral será
la responsable de formar una imagen igual a la real: a tamaño natural, derecha, en
tres dimensiones y coloreada (según especie) (Ver Fig. 4-1).
La luz, una vez que atraviesa la córnea, el iris y el cristalino, es absorbida por los pigmentos visuales de las células receptoras de la retina,
codificando las imágenes ópticas en impulsos nerviosos, cuya actividad eléctrica varía con la cantidad de luz recibida.

El desarrollo de la retina no es paralelo al desarrollo evolutivo de los vertebrados. Por ej., la retina de los primates es más simple anatómica y
funcionalmente que la retina de una rana o una paloma, aunque exista una relación directa entre la complejidad de la retina de un animal y el
desarrollo de los centros visuales de su cerebro. En nuestros
animales domésticos la retina y corteza visual más
desarrollada es la del gato.

La retina es mucho más que un conjunto de células


fotorreceptoras, pues contiene además, otras células nerviosas
cuyas interacciones sinápticas suponen el inicio del complejo
procesamiento de las señales visuales. La retina de los
vertebrados contiene 5 tipos principales de células:
fotorreceptoras, bipolares, horizontales, amacrinas y
ganglionares (Fig. 4-4), que se estructuran en las 10 capas
(células, membranas y núcleos) descritas por Cajal.

Existen dos tipos principales de células fotorreceptoras


(bastones y conos). Ambos tipos celulares establecen una
conexión sináptica directa con interneuroras, células
bipolares, que conectan a las células fotorreceptoras con las
células ganglionares. Los axones de estas últimas llevan los
potenciales de acción hacia el cerebro a través del nervio
óptico. Modificando el flujo de información en las sinapsis
entre fotorreceptores, células bipolares y células ganglionares
existen dos tipos celulares de interneuronas: las células
horizontales y las amacrinas. Las primeras están entre los
fotorreceptores y las células bipolares y establecen sinapsis de
inhibición lateral para conseguir una visión más perfecta; mientras que las amacrinas se disponen mediando entre las células bipolares y las
ganglionares.

La capa de células fotorreceptoras se encuentra próxima a la coroides, de la


que está separada por un epitelio rico en melanina. La melanina del epitelio
pigmentario absorbe el exceso de luz y evita la retrorreflexión lo que tiene
una gran importancia para obtener una mayor agudeza visual. Este es el
motivo que los animales albinos (sin pigmento de melanina) estén siempre
deslumbrados y por ello apenas consigan un 20% de agudeza visual de los
animales que no los son. También a través del epitelio pigmentado la retina
obtiene los nutrientes desde los vasos coroideos.

En un gran número de animales (la mayoría de los animales domésticos y


silvestres pero no en el cerdo y hombre) esta capa pigmentaria contiene un
pigmento reflectante en la zona denominada tapetum (tapetum lucidum), de
tal manera que la luz que llega al tapetum se refleja y regresa de nuevo a los
fotorreceptores lo que permite que la retina puede hacer un uso óptimo de la
luz que llega a los ojos en condiciones de menos intensidad luminosa, aunque
a expensas de la agudeza visual; el tapetum es el responsable del brillo en los ojos de los animales cuando se les dirige una luz en la oscuridad.

A lo largo de la mayor parte de la retina, los rayos de luz atraviesan las 10 capas retinianas y las células ganglionares, bipolares y ocasionalmente
amacrinas y horizontales antes de alcanzar los fotorreceptores. Aunque, membranas, núcleos y células son relativamente transparentes pueden,
sin embargo, provocar alguna distorsión de los rayos de luz. La fóvea (de 0,4 mm de Ø) situada en el centro de la retina es la zona de la retina
donde se logra la mayor agudeza visual. Está especialmente diseñada para minimizar la distorsión de la luz, ya que en ella, las células
ganglionares y bipolares están colocadas hacia un lado permitiendo el acceso directo de los rayos luminosos a los *conos, pues los bastones se
encuentran fuera de la fóvea (Fig. 4-5).

En la exploración ocular, utilizando un oftalmoscopio se puede observar un punto donde la retina se halla interrumpida por la salida de los
axones de la capa celular ganglionar en su camino hacia el cerebro. Este punto, localizado en posición anterior a la fóvea, es el disco óptico;
origen del nervio óptico (I par craneal), nervio muy rico en axones (existen más axones en ambos nervios ópticos que en todas las raíces dorsales
de la médula espinal). En el disco óptico no existen fotorreceptores, por lo que también se denomina área ciega. También visible con el
oftalmoscopio es la salida de los vasos sanguíneos retinales. Éstos son una trama de arterias y venas que penetran a la retina a nivel del disco
óptico y proveen gran parte de la nutrición de la retina; los vasos de la coroides proporcionan la nutrición restante.

Los fotorreceptores, de los cuales existen 120 millones de conos y 7 millones de bastones en la especie humana, tienen características
morfológicas similares, pero son diferentes funcionalmente. En ambos tipos celulares se distinguen tres regiones comunes claramente
diferenciadas: el segmento externo, el segmento interno y el terminal sináptico (Fig. 4-6).

El segmento externo está especializado en la fotorrecepción y presenta una elaborada ordenación de unos 1.000 discos membranosos apilados
ricos en pigmentos visuales (rodopsina en el bastón y yodopsina en el cono); los discos en los bastones están separados de la membrana
plasmática al contrario de lo que ocurre en los conos. El segmento interno conecta con el externo mediante un cilio modificado que contiene
nueve pares de microtúbulos, pero que carece de los dos pares de microtúbulos centrales; el segmento interno contiene el núcleo, las
mitocondrias y demás estructuras citoplasmáticas. El terminal sináptico, por último, entra en contacto con una o más células bipolares.

Funcionalmente, los bastones son más sensibles a la luz que los conos, se encuentran por toda la
retina y son más importantes para la percepción visual cuando la luz es de baja intensidad, como
ocurre en el crepúsculo y al amanecer. Son receptores de baja frecuencia (380 a 600 nm de
longitud de onda). Los conos no son tan sensibles a la luz como los bastones, y son
funcionalmente más importantes cuando la intensidad luminosa es alta, como sucede durante el
día (receptores de alta frecuencia, 450 a 780 nm). Los conos son también los únicos responsables
de la visión del color en los animales que poseen ese poder de discriminación.

 FOTOQUÍMICA DE LA VISIÓN

En los fotorreceptores se produce una transducción foto-quimio-eléctrica que da lugar a que en


la terminal sináptica se libere mayor o menor cantidad de NT en relación con la magnitud del
potencial receptor.
La estimulación de los fotorreceptores se inicia por la absorción de la luz por el pigmento visual y el efecto fotoquímico correspondiente; ello
lleva consigo cambios de permeabilidad iónica y génesis de potencial receptor que, desde el segmento externo, pasa al segmento interno y se
transmite a la región sináptica donde, mediada por un transmisor, la señal alcanza otras neuronas retinianas (bipolares y horizontales).

Los fotorreceptores son distintos al resto de receptores sensoriales pues no detectan impulsos nerviosos típicos; sin embargo, en los bastones y
conos, al ser alcanzados por la luz, se establecen unas ciertas condiciones físico-químicas que van a desencadenar el impulso de otras células
nerviosas. Donde si se detectan los impulsos nerviosos es en el nervio óptico, por fibras nerviosas de las células ganglionares.

Sin lugar a equivocarnos, la fotoquímica de la visión es el mecanismo más complicado y preciso de los sentidos. Este complejo mecanismo lo
estudiamos en tres apartados: ciclo del pigmento visual, generación del potencial receptor y adaptación a la luz y oscuridad.

1) CICLO DEL PIGMENTO VISUAL. Los pigmentos visuales son proteínas complejas; pero se ha visto que la parte del pigmento que
absorbe la luz (porción cromatófora) es una sustancia muy parecida a la vitamina A, se trata del
aldehído de la vitamina A (retinal) en sus formas cis y trans. Los pigmentos visuales de la
membrana fotosensible de bastones y conos son diferentes. En los bastones se encuentra la
rodopsina y en los conos hay yodopsina. Para explicar los mecanismos fotoquímicos de la
visión nos referiremos a los bastones por estar mejor estudiados (Fig. 4-7).

La rodopsina, proteína de la membrana de los discos de los bastones, tiene dos componentes,
una proteína llamada opsina y un pigmento llamado retinal (11-cis-retinal). En presencia de
luz, la rodopsina, en una billonésima de segundo, comienza a descomponerse, a través de varias
formas intermedias hacia el 11-trans-retinal, más estable, con escisión de la parte proteica, lo
que provoca pérdida de color de la molécula (blanqueamiento) y esto significa que no genera
potencial receptor.

La rodopsina se sintetiza en ausencia relativa de luz y su síntesis implica la actuación de una


enzima con aporte de energía metabólica para la reducción de todo el trans-retinal a cis-retinal.
Después, este cis-retinal se recombina con la opsina para formar de nuevo rodopsina.
2) GENERACIÓN DEL POTENCIAL RECEPTOR. En los conos y bastones no existe potencial de acción, sólo un potencial receptor que se
transmite al resto de las células nerviosas, siendo las células ganglionares las encargadas de transmitir los potenciales de acción a través del
nervio óptico.

El mecanismo de producción del potencial receptor (Fig. 4-7) es el siguiente: la bomba Na+/K+ está restringida a la membrana que rodea el
núcleo y el segmento interno impulsa continuamente iones Na+ desde el interior al exterior y, por tanto, crea un potencial negativo dentro de la
célula. Sin embargo, en oscuridad, la membrana del segmento externo se hace permeable y deja pasar fácilmente el Na+ y así neutraliza en gran
parte la negatividad del interior de toda la célula, dando un potencial receptor a los bastones de -25 a -30 mV. Este potencial receptor es
proporcional al logaritmo de la intensidad de la luz, y así el ojo puede distinguir entre intensidades luminosas muy variadas. Cuando la rodopsina
se expone a la luz, se descompone y esto hace disminuir la conductancia de los iones Na+ hacia el interior del bastón, aunque sigan impulsándose
iones desde el segmento interno hacia el exterior. De esta forma, resulta que hay salida de iones positivos sin la correspondiente entrada de los
mismos por el segmento externo; lo que produce aumento de la negatividad intracelular (estado de hiperpolarización), alcanzándose valores de
-90 mV.

Puesto que la membrana plasmática del bastón está separada de la de los discos que contienen el pigmento fotosensible, el efecto de la
disminución de la permeabilidad para el Na+ debe depende de un mediador químico como es el GMPc. Al parecer, el GMPc se encarga de
mantener los canales de Na+ en configuración abierta; la luz activa una proteína, llamada transducina, en la membrana del fotorreceptor que
promueve la acción de una fosfodiesterasa que hidroliza el GMPc, lo que hace que los canales de Na+ se cierren y la membrana se hiperpolarize.

3) Adaptación a la luz y a la oscuridad. Los ojos son capaces de adaptarse a niveles altos y bajos de intensidad luminosa. La adaptación a la
luz ocurre cuando el animal es expuesto a la luz brillante, como al salir de un establo en un día soleado. Esto provoca que las sustancias
fotoquímicas de los bastones y conos se reduzcan a opsinas y retinal, lo que hace disminuir la sensibilidad del ojo a la luz. Al mismo tiempo, el
diámetro de la pupila se reduce por constricción refleja parasimpática del músculo constrictor pupilar, disminuyendo la cantidad de luz que entra
al ojo.

La adaptación a la oscuridad ocurre cuando el animal se desplaza de un ambiente bien iluminado a un lugar oscuro, o más gradualmente al
oscurecer en la tarde. En la oscuridad, todo el retinal está incorporado a la rodopsina y gran parte de la vitamina A del epitelio pigmentario es
absorbida por los bastones cuyo contenido en rodopsina será máximo y su sensibilidad a la luz también. De esta forma, la reconstitución de las
sustancias fotoquímicas permite a los ojos detectar niveles muy bajos de intensidad luminosa.
 VISIÓN BINOCULAR Y VISIÓN PANORÁMICA

Toda el área espacial a partir de la cual puede formarse la imagen visual


completa del ojo, se conoce como "campo de visión". En todos los animales
domésticos, aún cuando sus ojos estén situados lateralmente, existe un área
en la que se superponen centralmente los campos visuales (área de visión
binocular).

En el gato y algunos perros (Fig. 4-8A) una parte muy grande de cada
campo se superpone sobre el otro; en el conejo (Fig. 4-8B), sólo se
superpone una pequeña área nasal de cada campo. Como es lógico, donde
estas dos áreas se solapan, las impresiones de las imágenes han de
superponerse perfectamente en la corteza cerebral; en caso contrario,
existirá visión doble, con la consiguiente confusión en el individuo.

Este área de imagen superpuesta forma una zona de visión binocular


simultánea que está íntimamente relacionada con la percepción de la
profundidad y el sentido de la posición (cuando se mira un objeto con los
dos ojos se obtiene una mayor impresión de profundidad que cuando se mira con uno sólo). El mayor tamaño de la áreas de visión binocular en
especies como por ej., el gato y el perro es lo que les da capacidad para saltar con seguridad sobre una presa que se mueve con rapidez. Por otro
lado, la situación más abierta de los ojos de los herbívoros (vaca, caballo), los capacita para gozar de un amplio campo de visión lateral
monocular (visión panorámica), incluso para extender la visión alrededor de ellos con ligeros movimientos de la cabeza; sin embargo, en
contraposición, presentan un área ciega anterior sin visión lateral ni binocular (así por ej., el torero para evitar ser visto por el toro se aproxima a
él para colocarse en el área ciega del animal). El conejo tiene incluso un pequeño campo de visión binocular por detrás de él cuando eleva su
cabeza.

La posición de los ojos en la cabeza está muy relacionada con los hábitos vitales del animal y con los factores ambientales. Se halla también
relacionada en algunos animales con la eficacia del sentido del olfato. Así, los animales con los ojos a ambos lados de la cabeza y con largos
hocicos (por ej., cerdo, algunas razas de perros, etc.) a menudo, tienen una detección olfativa más eficaz, mientras que aquellos animales con los
ojos situados más frontalmente y con hocicos más cortos dependen más de la visión que del olfato en sus cacerías. Existen, por supuesto,
excepciones. Otro factor implicado en el campo de visión de un animal, junto a la posición de los ojos en la cabeza, es la prominencia de los
mismos. Efectivamente, hemos de considerar que muchos animales con ojos situados lateralmente, los tienen también prominentes, mientras que
el gato y otro tipo de depredadores similares no presentan el mismo grado de prominencia.

 VISIÓN CROMÁTICA

La visión cromática de los mamíferos domésticos es parecida a la que presentan los humanos con defectos en la visión de los colores. De
cualquier forma, debemos decir que existe mucha controversia en relación a afirmar que especies perciben una visión cromática tal y como
nosotros, los humanos, la entendemos. Como ya se ha comentado anteriormente, los conos son los fotorreceptores adaptados para percibir visión
cromática diurna. Según la teoría de Young-Helmholtz, los animales con visión cromática presentan al menos dos, y en los mamíferos superiores,
tres tipos diferentes de pigmentos en sus conos; cada uno de los cuales tiene máxima sensibilidad a uno de los tres colores primarios (azul, verde
y rojo ). Son los pigmentos denominados, respectivamente: "pigmento sensible al azul", "pigmento sensible al verde" y "pigmento sensible al
rojo". Cualquier percepción del color puede ser interpretada a partir de alguna combinación de estos tres colores primarios.

Algunos animales sólo presentan bastones en su retina y por tanto no perciben visión cromática, pero la mayoría de los mamíferos tienen algunos
conos, aunque se debate el hecho de que esto les asegure cierta visión cromática. Parece demostrado que las ardillas de tierra y probablemente los
bóvidos, perros y gatos y quizás los équidos perciban una cierta visión dicromática similar en muchos aspectos a la que presentan los humanos
con daltonismo -aneritropsia- (ceguera al rojo-verde y confusión del rojo y del azul-verde).

En las aves, especialmente las rapaces, la visión cromática es única en su rango espectral; así mientras que la visión de los colores en los primates
opera dentro de un espectro de 420 a 760 nm, por ej., la paloma es capaz de discriminar entre longitudes de onda próximas al ultravioleta (parte
del espectro que es invisible al hombre). De esta forma, las aves presentan una buena discriminación sobre un espectro visual más amplio que el
de la especie humana y por tanto mejor visión cromática. Por otro lado, se sabe que los primates son los únicos animales que presentan la visión
de colores que a nosotros como humanos nos es familiar.
 VÍAS VISUALES

La vía centrípeta directa representa el mínimo recorrido de la señal visual desde los fotorreceptores hasta las células ganglionares, únicas
células retinianas que generan potenciales de acción, pues el resto de las células retinianas, transmiten su información de unas a otras por
conducción electrotónica (es más modulable). La señal elaborada por los circuitos retinianos se transmite a la corteza visual a través de 1 millón
de axones que forman el nervio óptico, pero en esta transmisión pueden intercalarse otras células retinianas (horizontales y amacrinas)
configurando vías laterales o vías centrífugas que modifican y controlan el mensaje de la vías directas haciendo más fácil para el SNC la
posibilidad de discriminar contrastes de luminosidad y oscuridad y de distinguir contornos.

En la figura 4-9 se observa como los axones de las células ganglionares provenientes de la hemirretina lateral izquierda viajan por el nervio
óptico hacia el quiasma óptico y luego se proyectan de manera ipsilateral hacia el núcleo geniculado lateral izquierdo hacia la corteza visual
izquierda, junto a la información de la hemirretina nasal del lado derecho. Igual ocurre con la hemirretina lateral derecha que viaja
ipsilateralmente hacia el lado derecho hacia el núcleo geniculado lateral derecho junto a la información visual que capta la hemirretina nasal
izquierda hacia la corteza visual derecha.

Una pequeña parte de la información visual se dirige al techo y colículo rostral


mesencefálico produciendo los reflejos de control oculomotor y reflejos pupilar, de
acomodación y nictitante, éste último reflejo se pone de manifiesto cuando se
produce la inmovilización de los párpados y estimulación de la córnea, de manera
que la membrana del llamado tercer párpado barre la superficie ocular; en este
reflejo intervienen los pares craneales oftálmico y abducente. Finalmente,
colaterales del tracto óptico terminan en el núcleo supraquiasmático del
hipotálamo, lo que permite al sistema visual participar en la regulación de los
ritmos biológicos.
LA VISTA
El sentido de la vista es el que nos permite percibir sensaciones luminosas y captar el tamaño, la forma y el color de los objetos, así como
la distancia a la que se encuentran. Estas sensaciones llegan a través de los ojos, órganos encargados de la visión. Dentro del mismo se
encuentran células receptoras que se encargan de armar las imágenes de los objetos y trasmitirlas al cerebro. El ojo es un órgano muy
delicado. Su parte posterior está protegida por los huesos del cráneo y la cara. Su parte delantera es protegida del polvo y otros cuerpos
extraños por las cejas, las pestañas, los párpados y las glándulas lagrimales.

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