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Objetivos Macroeconómicos.

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Los economistas –y la sociedad en general- concuerdan en cuáles son los tres principales
objetivos macroeconómicos: crecimiento económico, pleno empleo y estabilidad de
precios.

¿A qué se debe que el consenso universal acepte como válidos estos tres objetivos? A que
alcanzarlos nos da la oportunidad de que todos los ciudadanos de cada país tengan una vida
mejor. Analicemos con más detalle cada uno de dichos objetivos para descubrir por qué son
tan importantes:

Crecimiento económico
Tomemos el ejemplo de Estados Unidos. Imagine que usted es un trabajador típico de
principios del siglo xx. Digamos que labora más o menos 60 horas por semana y que su
salario anual —aproximadamente $450— es equivalente a poco menos de $8 000 de hoy.
Digamos también que su esperanza de vida es de 47 años. Si cayera gravemente enfermo
antes de esa edad, su médico no podría ayudarle gran cosa: todavía no existen las
máquinas de rayos X ni las pruebas de laboratorio, y sólo hay algunos medicamentos de
efecto muy relativo para sanar las enfermedades diagnosticables. Tal vez nunca escuche
las mejores producciones de los músicos del momento, ni vea los espectáculos de los
mejores actores, bailarines o cantantes. Lo más seguro es que el viaje más exótico que
pueda disfrutar sea a algún estado próximo a su lugar de residencia. Hoy en día el
trabajador típico vive en condiciones bastante mejores que aquéllas. Labora
aproximadamente 35 horas por semana y recibe un pago de casi $34000 por año, sin
mencionar beneficios adicionales como atención médica, jubilación y vacaciones pagadas.
Gracias a los avances que se han registrado en la medicina, la nutrición y la higiene, el
trabajador promedio puede vivir poco menos de 70 años. Por otro lado, cada vez puede
disfrutar de más tiempo libre real, gracias a que cuenta con lavadoras de ropa, lavavajillas,
automóviles que lo transportan desde y hasta su empleo, teléfonos que agilizan la
comunicación y computadoras personales para controlar sus finanzas, citas y
correspondencia. Por último (siguiendo con el ejemplo estadounidense), a lo largo de su
vida el trabajador típico viajará —por mero placer— a muchos sitios, dentro y fuera de su
país.

¿A qué se deben estos importantes cambios en el bienestar económico? La res-


puesta es: al crecimiento económico, es decir, al aumento de la producción de bienes
y servicios que se da a lo largo de cierto periodo. Al igual que en casi todas las eco-
nomías desarrolladas, en Estados Unidos la producción anual de bienes y servicios ha
aumentado con el paso del tiempo, incluso a tasas más rápidas que la población. En
resultado, la persona promedio puede consumir mucho más hoy en día —más alimen-

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Extracto del cap. 4 de “Macroeconomía”, Hall & Lieberman, para uso exclusivo en el curso del profesor R
Diaz

Reproducido para uso exclusivo en el curso del Prof. Raúl Díaz Página 1
tos, ropa, viviendas, atención médica, entretenimiento y viajes— que en el año 1900.
Los economistas supervisan el crecimiento económico llevando un registro del producto
interno bruto real (PIB real) o, en otras palabras, de la cantidad total de bienes y servicios
producidos en un país durante un año. Cuando el PIB real aumenta más rápido que la
población, la producción por persona se incrementa, y lo mismo ocurre con el estándar de
vida promedio.

El PIB real de Estados Unidos entre 1929 y 2002, medido en dólares de producción con
precios de 1996 ha aumentado de manera importante durante gran parte del siglo. En un
sentido, la razón de este incremento es el aumento de la población: más trabajadores
pueden producir más bienes y servicios. Pero el PIB real de hecho ha aumentado más
rápido que la población. Si bien la población de Estados Unidos ni siquiera alcanzó a
triplicarse durante este periodo, la cantidad de bienes y servicios producidos cada año se
ha incrementado más de diez veces, dando por resultado un notable aumento en el
estándar de vida promedio de los estadounidenses.
Sin embargo, al revisar con más atención los datos descubrimos algo importante: aun
cuando la producción ha aumentado, la tasa de crecimiento ha variado en las distintas
décadas. Entre 1959 y 1973 el PIB real creció, en promedio, alrededor de 4.2% cada año.
Pero de 1973 a 1991 el crecimiento anual promedio disminuyó a 2.7%. Después, entre
1991 y 2002, el crecimiento se elevó nuevamente, promediando 3.7% al año.

Los economistas y los representantes gubernamentales se preocupan mucho cuando el


crecimiento económico disminuye. El crecimiento aumenta el tamaño del "pastel"
económico, permitiendo —por lo menos en principio— que cada ciudadano obtenga una
rebanada más grande. Es por ello que los economistas están de acuerdo en que el
crecimiento es algo bueno.

No obstante, en la práctica el crecimiento no beneficia a todos. Los estándares de


vida aumentarán siempre más rápido para algunos grupos que para otros, mientras
que la rebanada de otros incluso podría hacerse más pequeña. Por ejemplo, desde finales
de la década de los años ochenta el crecimiento económico ha mejorado el estándar de
vida de los trabajadores más capacitados, mientras que aquellos con menos habilidades se
han beneficiado muy poco. En parte esto se debe a mejoras tecnológicas que han
disminuido las ganancias de aquellos trabajadores cuyas labores pueden ser realizadas por
computadoras y maquinaria. Pero muy pocos economistas defenderían la idea de poner
un alto al crecimiento como una solución a los problemas de los trabajadores menos
capacitados. Algunos creen que, a largo plazo, todas las personas se verán beneficiadas
por el crecimiento. Otros consideran adecuado que los gobiernos impusieran gravámenes
a la gente exitosa y desviaran el ingreso obtenido de esa manera a quienes no han
obtenido los beneficios del crecimiento. En cualquier caso, al aumentar el tamaño del
pastel general, el crecimiento económico es percibido como parte importante de la
solución.
La Macroeconomía nos ayuda a comprender los diversos temas relacionados con el
crecimiento económico. Para empezar ¿a qué se debe que el PIB real crezca? ¿por qué

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crece más rápido en algunas décadas que en otras? ¿por qué algunos países experimentan
un crecimiento mucho más rápido que otros? ¿las políticas gubernamentales pueden
hacer algo para modificar las tasas de crecimiento?

Alto empleo (o desempleo)

El crecimiento económico es uno de nuestros objetivos más importantes, pero no el único.


Suponga que nuestro PIB real creciera a, digamos, una tasa de 3% anual, pero 10% de la
fuerza laboral no pudiera encontrar trabajo. ¿La economía tendría un buen desempeño?
En realidad no, y esto se debe a dos razones. La primera es que el desempleo afecta la
distribución del bienestar económico entre los ciudadanos. Las personas que no pueden
encontrar empleo sufren una pérdida de ingresos, y aun cuando muchos desempleados
recibieran ayuda gubernamental, por lo general tendrían estándares de vida más bajos
que los de la gente con trabajo. La preocupación que generan quienes carecen de empleo
es la razón por la que la búsqueda de un nivel consistente de alto empleo (o de bajo
desempleo) es un objetivo macroeconómico importante.

Pero el desempleo no afecta únicamente a quienes lo sufren; en realidad, tiene un


impacto en todos nosotros, incluso en quienes tenemos trabajo. Una tasa de alto de-
sempleo implica que la economía no está alcanzando todo su potencial económico:
muchas personas que desean trabajar y producir más bienes y servicios se encuentran
imposibilitados para hacerlo. Con el mismo número de individuos —pero menos bienes y
servicios a distribuir entre la población— el estándar de vida promedio será más bajo. Este
efecto general sobre los estándares de vida nos ofrece otra razón para buscar
consistentemente tasas de empleo altas y tasas de desempleo bajas.

Una forma de medición que los economistas utilizan para llevar registro del
comportamiento del empleo es la tasa de desempleo, es decir, el porcentaje de la fuerza
laboral que busca empleo infructuosamente. La tasa de desempleo nunca es igual a cero;
siempre hay algunas personas buscando trabajo, aun cuando la economía tenga un buen
desempeño. Sin embargo, en ciertos años el desempleo es inusualmente alto. El peor
ejemplo de lo anterior ocurrió durante la Gran Depresión de la década de los años treinta,
cuando millones de trabajadores perdieron sus empleos y la tasa de desempleo alcanzó
25%. Uno de cada cuatro trabajadores potenciales no podía encontrar empleo. Más
recientemente, en 1982 y 1983, la tasa de desempleo promedió casi 10 por ciento.
Siguiendo con el ejemplo estadounidense, el compromiso nacional de lograr un nivel de
alto empleo se ha estipulado dos veces en la legislación.

Con la Gran Depresión todavía fresca, el Congreso aprobó la Ley de Empleo de 1946, para
exigir al gobierno federal "promover al máximo el empleo, la producción y el poder
adquisitivo". Dicha ley no determinó, sin embargo, cuál era la tasa de desempleo por la
que debía luchar el gobierno; ese objetivo se estableció nominalmente en 4% a partir de
1978, cuando el Congreso aprobó la Ley de Pleno Empleo y Crecimiento Equilibrado.

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Si echa un vistazo a las cifras, se verá cuán poco frecuentemente se ha alcanzado ese
objetivo durante las últimas décadas. De hecho, durante los años setenta y ochenta no se
consiguió en absoluto. Pero en la década de los noventa fue una meta cada vez más
probable hasta que finalmente, en diciembre de 1999, la tasa de desempleo comenzó a
elevarse otra vez poco a poco, y siguió haciéndolo hasta el primer semestre de 2003,
cuando promedió 6.0 por ciento.

¿A qué se debe que la tasa de desempleo haya sido mayor al objetivo con tanta
frecuencia? ¿Por qué se pudo alcanzar la meta hacia el final de los años noventa, pero no
se mantuvo la tendencia a principios del nuevo siglo? Y, ¿qué provoca que la tasa de
desempleo fluctúe año con año? Todas éstas son preguntas que sus estudios de
macroeconomía le ayudarán a responder.

El ciclo económico.
Cuando las empresas generan una mayor producción contratan más empleados; cuando
tienen una producción menor tienden a despedirlos. Por lo tanto, podemos concluir que el
PIB real y el desempleo están muy relacionados, y de hecho así es. En años recientes, cada
caída de 1% en la producción (de USA) ha estado asociada con la pérdida de
aproximadamente medio millón de empleos. Por consiguiente, para lograr un nivel
consistente de alto empleo se requiere un nivel de producción alto y estable. Por
desgracia, el nivel de producción no ha sido muy estable. Si analizan una vez más las cifras,
se verá que mientras el PIB real ha tendido a incrementarse con el paso del tiempo,
lograrlo no ha sido fácil. Las fluctuaciones periódicas del PIB reciben el nombre de ciclos
económicos.

El ciclo económico ocurre alrededor de la tendencia a largo plazo. Cuando la producción


aumenta estamos en la fase de expansión del ciclo; cuando la producción disminuye, nos
encontramos en la fase de contracción o recesión. (Oficialmente una recesión es una
contracción considerada como significativa en términos de profundidad, extensión y
duración).Por supuesto, los ciclos económicos del mundo real nunca son tan uniformes y
simétricos. Las recesiones pueden ser severas o ligeras, y es posible que tengan una du-
ración de varios años o de sólo algunos meses.

¿A qué se debe que haya ciclos económicos? ¿Es posible hacer algo para evitar la
ocurrencia de recesiones, o por lo menos para hacerlas más ligeras o de menor duración?
Y, ¿por qué —aun después de un periodo de severa depresión, como el de los años
treinta— llega un momento en que la economía vuelve a su tendencia de crecimiento de
largo plazo? Todas éstas son preguntas que la macroeconomía nos ayuda a responder.

Estabilidad de precios
La tasa de inflación anual es el aumento porcentual del nivel de precios promedio. En
1979 y 1980, la inflación en Estados Unidos alcanzó los dos dígitos; los precios subieron en
más de 12% en ambos años. Durante ese tiempo las encuestas mostraron que la gente
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estaba más preocupada por la inflación que por cualesquiera otros problemas de la
nación, más que por el desempleo, la delincuencia, la pobreza, la contaminación, etc.
Durante los años noventa, la tasa de inflación promedió menos de 3% anual, y a principios
del siglo xxi (hasta junio de 2003) su promedio fue de aproximadamente 2%. En
consecuencia, los estadounidenses apenas se percataron de ella. De hecho, los
encuestadores ya no incluyen la categoría "aumento de precios" al preguntar acerca de
cuáles son los problemas más importantes que enfrenta el país.

Otras naciones no han sido tan afortunadas. En los años ochenta, muchos países
latinoamericanos experimentaron tasas de inflación de miles de puntos porcentuales por
año. A principio de la década de los noventa algunos de los estados emergentes de Europa
Central y de la ex Unión Soviética sufrieron tasas de inflación anuales del orden de tres
dígitos.

¿Por qué la estabilidad de precios —es decir, lograr una tasa de inflación baja- es un
objetivo macroeconómico importante? Porque la inflación impone un costo a la sociedad.
Con tasas de inflación anual de más de tres dígitos, los costos pueden advertirse
fácilmente: el poder adquisitivo de la moneda disminuye tan rápido que a la gente ya no le
interesa conservarla. Este colapso del sistema monetario fuerza a las personas a dedicar
tiempo y recursos invaluables en una especie de trueque, por ejemplo, intercambiando
servicios de plomería por atención dental. Al destinar tanto tiempo a encontrar alguien
con quien realizar estos intercambios, se descuida la producción de bienes y servicios. En
consecuencia, el estándar de vida promedio disminuye.
Con tasas de inflación de 12 o 13% —tales como las experimentadas por Estados Unidos a
finales de los años setenta—, los costos para la sociedad son menos obvios y menos
severos, aun cuando siguen siendo significativos. Y cuando llega el momento de bajar la
tasa de inflación, muchas veces se hace necesario que el gobierno aplique dolorosas
medidas correctivas. Estas medidas pueden provocar que la producción decline y que el
desempleo aumente.

Los economistas sostienen que cierta inflación es buena para la economía. De hecho,
durante los primeros años del siglo xxi, los expertos estadounidenses comenzaron a
preguntarse si tal vez la tasa de inflación se estaría volviendo demasiado baja, y si la
economía podría verse amenazada por una deflación dañina, es decir, por un periodo de
disminución de precios. La estabilización de precios exige evitar no sólo que la tasa de
inflación se eleve de manera excesiva, sino también que baje demasiado, hasta el punto
en donde el riesgo de que se vuelva negativa se convierta en un peligro real.

Es posible que la lectura de los párrafos anteriores le haya sugerido varias preguntas.
¿Qué provoca la inflación y la deflación? ¿Cómo podría una tasa de inflación
moderadamente alta, digamos de 7 u 8%, dañar a la sociedad? ¿A qué se debe que una
recesión contribuya a disminuir la tasa de inflación, y cómo puede el gobierno crear una
recesión? Finalmente, ¿por qué un periodo de disminución de precios —algo que a todos
nos parecería maravilloso— podría ser una amenaza para la economía?

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